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LA PLENITUD DE LA VIDA

Autor: LUIS ALBERTO CENDALES ARIAS

“Los únicos goces puros que puede el hombre


disfrutar en la tierra, son los goces de la familia”

G. Mazzini
Tercera Estrategia

CONSTRUYA UNA FAMILIA COHESIONADA


Al final de la vida, cuando se realizan los balances, el recuerdo de las acciones que
se han adelantado para ayudar a consolidar la familia es una de las mejores
satisfacciones. Si en la juventud y la madurez, se hizo lo suficiente para educar los
hijos y apoyar sus proyectos y los de su pareja, entonces se podrá gozar de la
satisfacción del deber cumplido y de haber dado buen ejemplo para que ellos a su
vez lo transmitan a sus descendientes.

Hace unos años asistí a la celebración de los noventa años de vida de un amigo
muy allegado. Acudieron sus hijos con sus cónyuges, nietos, bisnietos y amigos de
la familia. Todos lo veneraban y atendían con una mezcla de cariño y respeto y él a
su vez prodigaba bendiciones y afecto. Durante la reunión se ventiló la forma como
formó su hogar, a punta de esfuerzo, madrugadas, trabajo nocturno y sacrificios de
toda índole, dirección firme y buen ejemplo. Los compromisos financieros fueron
cumplidos con honor y la coherencia y el respeto por los demás habían sido la
práctica constante. Días después meditaba en el secreto de la cohesión de las
familias y encontré puntos concordantes que se convierten en la base de unión y
estabilidad. Algunos expertos sugieren que los buenos hogares se forman cuando
existe respeto y admiración entre el hombre y la mujer, y por supuesto, atracción o
química. Si no existe respeto y admiración es mejor que no se tome la decisión de
organizar un hogar ya que tarde o temprano uno de los dos se sentirá desanimado
y con deseos de terminar la relación o de armar otra relación paralela para
compensar su insatisfacción. Si esta situación se da, genera conflictos a veces
insuperables que pueden perjudicar no sólo al cónyuge sino también a los hijos y a
los seres cercanos. Siempre será importante analizar si existe respeto y admiración
entre la pareja que se está formando, de lo contrario valdrá la pena seguir buscando
una relación con otra persona donde se reciba y ofrezca respeto, admiración y
atracción.

La química sola no basta, también es importante que existan intereses parecidos y


que su origen social no sea tan diferente, ya que, si no es así, traerá amargura y
sufrimiento para alguno de los dos, de ambos, de sus amigos y familiares. Mi madre
siempre decía que los jóvenes deben buscar sus iguales para formar pareja. Talvez
sino iguales, por lo menos similares en nivel académico, metas y estrategias para
lograrlas. Esta situación ofrece tranquilidad y confianza a la pareja para sentirse
aceptada. A veces, me ha tocado presenciar el comportamiento de parejas
disparejas en nivel educativo, intereses y origen social. En este caso, alguno de los
dos se siente con el derecho de mostrar a cada rato las diferencias y convertir la
relación en un conflicto.
Tener un trabajo y un ingreso es importante para no pasar angustias innecesarias.
Lo mejor es armar hogar en un lugar diferente al de sus padres. Esto es clave para
poder crecer como pareja, de lo contrario, tendrán que soportar la opinión de todo
el mundo sobre cómo vivir y cómo criar los hijos. También recibirán
desautorizaciones delante de los hijos e intromisión en muchos asuntos. Otra
ventaja de vivir independientes es que cada uno asume más rápido sus deberes de
proveedores y evitan el desarrollo de actitudes de dependencia.

La buena crianza de los hijos inicia desde antes de la concepción. Es clave que los
hijos vengan con el beneplácito de ambos padres y que exista un acuerdo mutuo en
su responsabilidad para sacarlos adelante. Los hijos que se gestan y se crían con
el afecto y el cuidado adecuados y con una buena comunicación, crecen confiados
y alegres. A esto se denomina el apego seguro (Bowlby, 1985).

El apego seguro se caracteriza, porque la relación principal del niño con su cuidador
o cuidadores está llena de cuidado, afecto y comunicación amorosa. Cuando crece
y durante toda su vida va a prodigar afecto a los demás y lo más importante, cuidará
a sus hijos con el mismo amor y afecto, porque las actitudes recibidas en la crianza
luego se replican con los hijos y así sucesivamente.

También existe el apego inseguro (Bowlby, 1985) generado por dos circunstancias:
soledad o maltrato. El apego inseguro por soledad se da cuando el niño crece solo
y su cuidador no le dedica tiempo, no le habla, ni le prodiga afecto y cuidado,
entonces el niño crece indiferente al entorno y las personas, no se alegra por su
llegada, ni se entristece por su partida, crece desconfiado y se vuelve calculador. Si
llega a ser jefe difícilmente reconocerá el esfuerzo de sus colaboradores y si recibe
una alabanza creerá que lo hacen por interés. El apego inseguro por maltrato es
mucho más dañino, se puede dar por maltrato físico, verbal o psicológico. Trae
dolor, sufrimiento, amargura y desesperanza. Este apego inseguro enseña al niño
que el éxito en la vida se logra maltratando a otros y entonces aprende a conjugar
el verbo maltratar en todos los tiempos y podrá convertir su entorno en un conflicto
eterno. Es muy probable que también críe a sus hijos mediante maltrato; sólo la
reflexión y el tratamiento psicológico o espiritual pueden modificar esta conducta, ya
que al ser desarrollada en los primeros cinco años queda muy marcada en el
inconsciente.

Las parejas que son conscientes de la importancia del afecto en la crianza de los
hijos pueden ayudar mucho a la sociedad para acabar con uno de los flagelos más
grandes: la violencia. Sería importante que estos mensajes llegaran a todos los
padres y madres potenciales, a las madres comunitarias y a todos aquellos que
gestan o cuidan niños. Ya es hora de que desterremos la violencia y la cambiemos
por afecto, buen trato, cuidado, comunicación abierta y cooperación.

Además del cuidado y afecto, no sobra recalcar en la necesidad de prodigar una


buena nutrición sobre todo en los primeros años. Es tan decisiva que de ello
depende la salud futura, la resistencia a las enfermedades, la energía para trabajar
y la estatura. Una dieta balanceada incluye leche, carne, verduras, frutas, cereales
y almidones en cantidades balanceadas; la leche materna es la mejor alimentación
en el primer año de vida.

El ejercicio y aprestamiento para gatear y caminar proporciona no sólo la vitalidad


de músculos y huesos, sino el desarrollo de su cerebro. Es bueno que el niño gatee
apoyado en sus brazos y piernas y si no lo hace, el padre o la madre deben
acompañarlo y propiciar los movimientos. Estos son básicos para el desarrollo de la
motricidad fina y gruesa. Cuando a un niño no se le permite gatear, sino que se le
enseña a caminar directamente, crecerá con movimientos torpes y descoordinados
y tendrá problemas para coordinar el movimiento de sus brazos y manos.

La educación en la primera infancia, es decir, en los primeros cinco años de vida,


es decisiva para construir hipótesis correctas frente a la vida. Las investigaciones
han concluido que en este periodo es donde se forman las teorías con las cuales
una persona se acerca al mundo, lo comprende y lo transforma, de tal suerte que si
no hay quien le explique al niño el funcionamiento del mundo, su actitud ante la vida
puede ser defensiva, desconfiada y amarga, ya que el mundo es tal como nosotros
lo soñamos y lo hacemos posible. Puede ser un valle de lágrimas o puede ser un
lugar para desarrollar nuestra potencialidad. Entonces, si el niño no puede estar con
sus padres todo el tiempo, hay que escoger una guardería donde profesores
especializados y amables dialoguen con él y le desarrollen las actitudes necesarias
para crecer sano física y mentalmente. Una entrevista a los profesores y director
nos permitirá garantizar una educación adecuada en su primera infancia y
desarrollar sus bases psicológicas para actuar en el mundo de manera armónica.

Es bueno que los niños vean a sus padres leyendo, hablando y practicando las
virtudes, haciendo ejercicio físico y deportes o escuchando buena música. Los
hábitos se desarrollan a través del ejemplo y la práctica. No puedo esperar que mi
hijo sea lector si yo no leo, ni esperar a que mi hijo no consuma drogas o licores si
en su presencia fumo cigarrillos o consumo licores, si llego a la casa ebrio, dando
escándalos y pronunciando palabras soeces.

El paso a la escuela es saludable para el niño si lo acompañamos y ayudamos a


escoger aquella que esté basada en la alegría y el buen trato, antes que en la
disciplina rigurosa. Por supuesto que es importante la disciplina y el desarrollo de la
responsabilidad, pero estas se vuelven una carga pesada sino se logran sobre el
buen trato, la alegría y la participación. La escuela es el lugar donde el niño aprende
la cultura al compartir con otros niños los juegos, costumbres música, deportes,
intereses propios de su edad y el lenguaje de su tiempo (Coleman, 1961). También
proporciona el medio para que aprenda a utilizar la tecnología, los medios de
transporte, los lugares comunitarios y las relaciones con seres distintos a sus
padres. En lo posible debemos asegurar que la educación favorezca la comprensión
de los fenómenos, sea aplicada y que proporcione un pensamiento crítico y
autónomo para que sea el niño quien llegue a sus propias conclusiones y no el
docente con su doctrina o ideología. Podemos en el periodo escolar ayudarle
monitoreando sus competencias, preguntándole sobre tal o cual contenido,
asistiendo a las reuniones y actividades programadas en el colegio y cooperando
sin ahogarlo, ni abochornarlo con sus compañeros o profesores, es decir que hay
que dejarlo crecer pero sin perderlo de vista, sabiendo que puede contar con
nosotros en todo momento.

A los chicos les gusta ejercer liderazgo y sentirse importantes. A menudo lo hacen
invitando a sus compañeros a la casa, ya sea a realizar labores escolares, a ensayar
actividades culturales o simplemente a pasar un rato. En ese sentido es importante
apoyarlos, recibir con agrado a sus compañeros, atenderlos y recibir su
cooperación, esto les da seguridad y seguramente el reconocimiento y aprecio de
los compañeros, lo cual es muy importante en esta edad y en general en todo
momento.

Cuando los hijos escogen profesión podemos ayudarles a que lo hagan partiendo
de sus gustos, fortalezas y sobre todo de su vocación. Explicar los roles,
responsabilidades y formas de ejercer las profesiones ayudan a aclarar las diversas
posibilidades. Démosles libertad pero aclaremos que no puede pasarse la vida
empezando carreras y dejándolas por la mitad para buscar otras. Si ya iniciaron una
con el apoyo de los padres, deben terminarla y luego sí por su cuenta realizar la que
creen es la más conveniente.

En mis tiempos bastaba con adquirir una carrera universitaria para encontrar
trabajo. Hoy es más difícil debido a la baja dinámica de la economía del país.
Entonces, los muchachos compiten mejor si poseen formación académica alta, es
decir, si tienen especialización, maestría o doctorado, si hablan otro idioma o si son
certificados en herramientas tecnológicas de la información y la comunicación. Por
eso es importante que los apoyemos en la medida de las circunstancias a realizar
estudios adicionales que mejoren su competitividad.

Cuando los hijos se vuelven profesionales regresan a buscar el consejo de sus


padres en materia de trabajo e inversiones y también para compartir su tiempo libre.
Es muy placentero compartir con ellos en ese nuevo rol de compañeros adultos y
descubrir que podemos brindarnos apoyos mutuos en diversos campos. Esta
también es la época de su independencia económica donde asumen sus propios
gastos y donde se vuelven más livianas nuestras cargas financieras como padres.
Ahora podremos nuevamente pensar en nosotros y concentrarnos en las
celebraciones familiares que también se constituyen en motivo de cohesión y
regocijo.

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