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La Habana, 13.07.

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Aprendiendo sobre Romanos 7.
Lección No.4

En el día de hoy se estudiarán los versículos del 2 al 5 de la carta a los Romanos en su capítulo 7. Se
recalca que, para la comprensión interna del texto, la clave reside en elevar el código Torah a su raíz
espiritual, la cual está determinada por la realidad del DESEO, ya sea tanto en su variante de dar
como de recibir.

Nota No.1

La Torah es el BIEN (deseo de otorgar) que procedente del Creador (Boré) corrige el MAL
(deseo de recibir) de la creación (Nivrá).

En la clase pasada se valoró como la verdad encerrada en el recuadro yace oculta en el contenido
fonético y gramatical del vocablo Torah, de modo que si se descompone la palabra en sílabas ( To +
Ra// ‫ ת ו‬+ ‫)ה ר‬, la estructura fonológica (sonido) de las mismas se asemeja a la de las palabras Bien
(Tov // ‫ )ט ו ב‬y Mal (Ra // ‫)ר ע‬.

Si se comparan las letras que componen las sílabas To (‫ )ת ו‬y rah (‫ )ה ר‬con las palabras Tov (‫ )ט ו ב‬y
Ra (‫)ר ע‬, se distinguirá cierta semejanza fonológica a la vez que claras diferencias gramaticales, pero
estas últimas no son arbitrarias, y para explicarlas es importante conocer que el alef-Beith (alfabeto
hebreo) está compuesto por 22 caracteres, de ellos, 5 letras sufren cambios en su grafía (forma)
cuando se ubican al final de una palabra, dichos caracteres se denominan “letras finales”.

Si se toma en cuenta los 22 caracteres más las 5 letras finales, la suma entre los mismos daría un
total de 27 caracteres, los cuales, a su vez, pueden dividirse en tres conjuntos de 9 letras cada uno.
Según la tradición cabalista a cada letra del alfabeto se le asigna un valor numérico y un significado
espiritual. Las 9 primeras letras podrían situarse en el orden de las unidades (1-9), las 9 segundas en
el orden de las decenas (10-90) y el último conjunto de 9 letras se afiliaría al orden de las centenas
(100-900).

Desde la estructura de los universos BYA (Beriá, Yetzirá y Asiyá) cada conjunto de 9 letras se
corresponde con un Olam (mundo). Beriá con el grupo de las unidades, Yetzirá con el grupo de las
decenas y Asiyá con el grupo de las centenas. Cada conjunto de caracteres según su periodicidad
numérica se asocia con el grado de aviut (densidad) del universo en consecuencia.

Con esta breve explicación se está en condiciones de analizar las diferencias gramaticales entre las
sílabas de la palabra Torah (To+rah) y los términos Tov (Bien) y Ra (Mal). Lo primero a esclarecer es
que la palabra Torah empieza con la letra Tav (‫)ת‬, mientras que la palabra Bien comienza con la
consonante Tet (‫)ט‬.

Las letras Tav y Tet fonológicamente suenan como la letra (T) latina. Ambas desde la posición que
ocupan en el alfabeto hebreo constituyen letras limítrofes. La consonante Tet cierra el conjunto de
caracteres que se ubican en las unidades y el caracter Tav culmina el abecedario. Ahora bien, la letra
Tav (valor numérico 400), último carácter del abecedario hebreo posee mayor frecuencia numérica
que la letra Tet (valor numérico 9).

Desde la lógica de los Olamim (mundos) la letra Tav posee mayor aviut (densidad) que la letra Tet,
puesto que la primera se ubicaría en el mundo de Asiyá y la segunda en el universo de Beriá. Ya aquí
se aprecian algunos indicios que explican por qué si ambos caracteres fonológicamente suenan
iguales uno inicia la palabra Torá (Tav) y el otro la palabra Bien (Tet).

Como se comentó la letra Tet cierra el conjunto de 9 letras que tienen menor frecuencia numérica y
que por ende poseen menor grado de espesor, luego su esencia se encuentra del lado del Bien
(otorgamiento), y en ella se concentra toda la abundancia que posteriormente es entregada al resto
de los caracteres o universos. He ahí la evidencia que explica por qué la palabra Bien (Tov) comienza
con el carácter Tet (‫ )ט‬y no con el caracter Tav (‫)ת‬.

En ese mismo sentido la palabra Torah inicia con la consonante Tav (‫)ת‬, porque esta letra sugiere el
nivel de alcance del Bien (Tet ‫ )ט‬que procede desde los mundos superiores, y anteriormente, desde
la esencia del Creador (Letra Alef ‫ א‬o primera letra del abecedario). Si la palabra Torah iniciara con
la letra Tet, eso significaría que la abundancia del Creador no llegaría a los mundos inferiores, por
eso la palabra Torah comienza con la letra Tav y no con la letra Tet.

El otro cambio gramatical a comentar radica en las letras finales que conforman la palabra Torah
(letra Hei ‫ )ה‬y la palabra Ra o mal (letra ayin ‫)ע‬. En este sentido corresponde contrastar la silaba final
del término Torah (rah - ‫ )ה ר‬con el vocablo Mal (ra - ‫)ר ע‬.

La consonante Hei (‫ )ה‬constituye el 5to carácter del alfabeto hebreo, y se le atribuyen varios
significados espirituales: ventana, conciencia o trascendencia. Recuérdese que este fue el carácter
añadido a los nombres de Abraham (antes Abram) y Sarah (antes Sarai) cuando los mismos
alcanzaron atributos de renombre delante del Creador (Gn 17.5).

Por otra parte, el carácter Ayin (‫ )ע‬es el décimo sexto (16) del Alefato y su significado espiritual es
Ojo (videncia), solo que al estar unido a la letra Resh (‫ )ר‬para conformar la palabra Ra (‫)ר ע‬, se le
añade entonces un nuevo significado: “Ojo Malo”, como en aquella porción de la palabra que expresa
por boca de la serpiente (Najash): “sino que sabe Elohim que el día que comáis de él, serán
abiertos vuestros ojos…” (Gn 3.5), es decir los ojos se abrirían, solo que desde el lado del Mal, o lo
que es lo mismo decir, que Adam y Eva reconocerían y activarían una nueva faceta del DESEO DE
RECIBIR.

En función de la frecuencia numérica, la letra Hei pertenece al grupo de las unidades (valor numérico
5), mientras que la letra ayin se circunscribe al grupo de las decenas (valor numérico 70). De modo
que la Hei posee menor grado de aviut que la ayin, en ese sentido y siguiendo la escala de los
Olamim (mundos), la primera se limita al mundo de Beriá, y la segunda al universo de Yetzirá. En
Olam Yetzirá la proporción entre el Bien y el Mal es del 50% (Ver Tabla No.1).

Tabla No.1
Proporción entre el deseo de Dar (Bien) y el deseo de Recibir (Mal) en la escala de los Olamim
(Mundos)
MUNDO BIEN % MAL %

Atziluth 100 0
Beriá 75 25
Yetzirá 50 50
Asiyá 25 75
Olam Hazé 0 100
(nuestro mundo)

Adam y Eva al comer del Árbol del conocimiento, rompieron en Olam Yetzirá el equilibrio entre las
fuerzas del Bien (deseo de dar) y las fuerzas del Mal (deseo de recibir), determinando la
preponderancia del Mal en el mundo de Asiyá y perpetuando el deseo de auto-gratificación en Olam
Hazé. Mashiaj es quien anula el poder persistente de la auto-recepción en nuestro mundo.

Retomando el tema de las letras Hei y Ayin, ya se puede ir discerniendo por qué el término Torah
culmina con la primera ( ‫)ה‬, a la vez que la palabra mal finaliza con la segunda ( ‫)ע‬, y ello a pesar de
que fonológicamente se pronuncian de la misma manera, y es que, las letras de la Torah cuentan la
historia de la creación, es decir, su inicio, corrección y perfección.

En dicho sentido, el carácter Hei en la palabra Torah sugiere la posibilidad de trascender la variante
más densa del Deseo de Recibir, el cual está representado por la letra Tav. Si la palabra Torah
hubiese finalizado con la letra ayin, sería como dar a entender que el hombre natural no tendría la
posibilidad en Mashiaj de trascender el Deseo de Recibir, luego permanecería bajo el dominio de la
auto-gratificación.
Todavía queda un asunto por esclarecer, y es que la palabra Tov (‫)ט ו ב‬, la cual es comparada con la
primera sílaba To (‫ )ת ו‬del término Torah, posee una letra de más, la letra Beith (‫)ב‬. Si la consonante
Beith conformara la palabra Torah, la misma se deletrearía como Tov + rah ¿Por qué si el caracter
Beith inicia la Torah el mismo no forma parte constituyente del término? ¿Por qué si la letra Beith
concluye la palabra Tov (bien) la misma no termina la primera sílaba del vocablo Torá?

Estas son muy buenas interrogantes, de hecho, el presente estudio intentará elaborar una respuesta
a la altura de los cuestionamientos. La letra Beith revela la acción más recóndita del Creador en aras
de dar expresión a su Creación, y como acción que se origina en la propia esencia del Boré, la misma
permanece oculta a los ojos de los creados, sin embargo, puede ser discernida gracias al espíritu de
revelación de su Palabra.

La matemática divina ofrece múltiples posibilidades y métodos de decodificación. En esta ocasión el


análisis se centrará en las tres primeras palabras del libro de Génesis: “Bereshit Bará Elohim” // “En
el principio creó Elohim…”. Para ello, una vez más, se deberá centrar la atención en el término Torah.
En primer lugar, se tendrá en cuenta que es una palabra que se descompone en 2 sílabas (To + rah),
y por último para garantizar el éxito de la revelación, todo esfuerzo interpretativo se volcará en su
último carácter, la letra Hei (‫)ה‬, y de forma más específica en su valor numérico (no.5).

Luego ¿Cómo proceder? Ya que la palabra Torah se divide en dos sílabas, y puesto que su último
carácter tiene un valor numérico de 5, entonces, se tomará como punto de partida la primera letra del
libro de Génesis, el carácter Beith (‫)ב‬, y a partir del mismo, se contará dos veces 5 apreciándose que
el primer conteo finaliza en la letra Tav (‫)ת‬, y el segundo en la letra lamed (‫)ל‬. De modo que, si se
suma a las dos letras mencionadas el caracter tomado como punto de partida para el conteo, es decir
la letra Beith, se conforma la palabra Bitul (‫)ב ת ל‬, cuyo significado se referirá en breve.

Antes se había comentado que la letra Beith revela la acción más recóndita del Creador en aras de
dar expresión a su Creación, fíjense que el libro de génesis comienza con la palabra Bereshit
(principio), la cual está comandada por el caracter Beith, pero continúa con la palabra Bará (creó),
que igualmente empieza con Beith, pero es que el sustantivo principio y el verbo creó sugieren
procesos más cercanos a la realidad manifestada, y no a la ESENCIA del Boré, luego no constituyen
procesos ocultos, sino que precisamente simbolizan el comienzo de lo que ha de ser visible.

Entonces ¿Cuál es la verdadera acción velada que habla de cambios en la propia esencia del Eterno
en aras de revelar la Creación? Ese acto es el Bitul (auto-anulación), en ese sentido, el libro de
génesis comienza ocultando una acción, pues aun cuando se inicia con la frase: “Bereshit Bará
Elohim//En el principio creó Elohim” …una lectura más completa sería: “Bitul Bereshit Bará Elohim” o
lo que es lo mismo expresar “El principio de la creación de Elohim es la anulación de sí mismo”, y es
que, antes de la restricción de su propia Luz para emanar, crear, formar y hacer los mundos, hubo
anulación de su propia esencia, primero ÉL tuvo el deseo de restringirse en su centro, y luego reveló
el Tzim-Tzum (restricción), que no es más que la materialización de su deseo de negación.

En la palabra Bitul (‫ )ב ת ל‬hay otro detalle gramatical, y es que la lengua hebrea no lo escribe con la
letra Tav (‫)ת‬, sino con la letra Tet (‫)ט‬, y ello tampoco es una arbitrariedad, sino que como ya se
expresó la Tav es el caracter del abecedario que, sin ser considerado una letra final, posee la mayor
frecuencia numérica (400), y por ende indica el mayor grado de aviut en la escala de los Olamim
(mundos).

Consecuentemente la palabra Bitul escrita con la letra Tav (‫ )ת‬sugiere que el sacrificio del Eterno
tuvo lugar para crear el aspecto más denso de la realidad (Olam Asiyá). El BITUL al constituir un acto
ultra oculto, determina que su efecto permanezca escondido en la primera sílaba de la palabra Torah.
Esa es la razón por la cual la consonante Beith no se distingue en la expresión visible del término.

De modo que, para lograr un equilibrio de fuerzas y cualidades entre las sílabas To (‫ )ת ו‬y Rah (‫)ה ר‬,
la sabiduría oculta de las escrituras revela que, la Beith (‫ )ב‬que conforma la palabra Bien tuvo que
ser suprimida, mientras que la letra ayin (‫ )ע‬que compone la palabra Mal tuvo que ser sustituida por la
consonante Hei (‫)ה‬.

Nota No.2

La letra Hei constituye la vasija de recepción por excelencia (hombre interior), la cual está apta
para recibir la Beraja (bendición) o Beith escondida por la piel de Tor (cuerpo de Asiyá) o Tav.

Toda la explicación dada constituía una deuda pendiente de la lección anterior, una vez cumplida se
puede pasar al estudio de los versículos del 1 al 5 del capítulo 7 de la epístola a los Romanos. Ya se
había estudiado el primer verso, el cual comprendiendo la Ley escrita en término de deseos fue
entendido de la siguiente forma:

Versículo original Versículo modificado


“¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que “¿Acaso ignoráis, hermanos (pues hablo con los que
conocen la ley), que la ley se enseñorea del hombre viven por el ritual legal), que el DESEO DE RECIBIR
entre tanto que éste vive?” se enseñorea del hombre aun cuando en vida se
practiquen los mandamientos?”

A continuación, se analizará el versículo 2: “Porque la mujer casada está sujeta por la Ley al
marido mientras este vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la Ley del marido”.
En el mencionado versículo Pablo a manera de ilustración (ejemplo) declara un mandamiento que en
su sentido interior/espiritual confirma que la Ley es equivalente al DESEO DE RECIBIR… ¿o no dice
en otra porción de la escritura que…? “…el deseo de la mujer será para su marido y él se
enseñoreará de ella? (Gn 3.16).

Detengámonos con actitud crítica y notemos la similitud de lo expresado en el libro de génesis con lo
que Pablo -desde su conocimiento en Torá- manifiesta en su carta a los romanos. A pesar de las
similitudes salta a la vista una interrogante: ¿Por qué el versículo de Génesis no hace mención de la
palabra LEY, sino que en su lugar se refiere al término DESEO?

El apóstol plantea en Romanos que por la Ley la mujer se debe sujetar al marido, sin embargo, el
trasfondo del versículo de Génesis es el mismo, pero no se refiere a la Ley en su concepción de
mandamiento escrito, sino como mandamiento espiritual…y ¿Por qué? Porque en esa porción del
libro de Génesis no se habla exclusivamente de seres de carne y hueso (hombre exterior), sino de
nuestras raíces espirituales en los mundos superiores del DESEO.

Nota No.3

En los mundos superiores no funciona la Ley del ritual, sino la Ley de la atracción y de la
garantía mutua: Recibir y Dar Placer Espiritual.

En Gn 3.16 Hombre o Marido es un sinónimo de los Mundos superiores (Cielos), mientras que la
Mujer alude al Mundo inferior (Tierra), y ambos hacen referencia -respectivamente- al deseo de Dar y
al Deseo de Recibir. Por eso dice el “deseo de la mujer será para su marido”, pues aquí ya la Torah
introduce el principio de relación entre el deseo natural y el deseo espiritual, de modo que el ser
humano por elección propia se debe oponer al principio de la auto-satisfacción dejando de recibir
placer para sí mismo, en cambio deberá recibir placer del acto de Dar u Otorgar al Superior.

¿Se comprende? He ahí el significado de “y tu deseo será para tu marido”. Pues la mente racional
interpreta el mandamiento como una maldición en respuesta al acto de desobediencia, pero no logra
discernir que dentro de la aparente maldición queda implícita la corrección puesta por el Creador.
Luego la parte final del versículo que plantea: “…y él se enseñoreará de ella”, puede ser entendida
como: “El mundo superior suplirá la necesidad del mundo inferior”, nada que ver con esa historia de
guerra entre los sexos donde ni el hombre ni la mujer se sujetan al Creador, ni a su diseño espiritual,
consecuentemente los conflictos son evidentes, porque… ¿Qué enseñó Yeshúa Ha-Mashiaj a sus
discípulos?: “…que el Mayor servirá al Menor”, porque en los mundos espirituales el Superior siempre
Da al Inferior.
El sentido oculto del versículo 2 de Rom 7 -más allá del cumplimiento del mandamiento histórico
sobre las leyes conyugales- revela que el ser humano está casado con el DESEO DE RECIBIR, y
como carece de la fuerza para oponérsele cae presa del DESEO DE RECIBIR POR RECIBIR (auto-
gratificación), pero si la AUTO-GRATIFICACIÓN pierde influencia, la persona queda libre del mismo y
viene a desposarse con un nuevo MARIDO, Joshua, quien tiene el poder de reorientar el DESEO DE
RECIBIR hacia el Padre. La traducción análoga del versículo en cuestión sería:

Versículo original Versículo modificado


“Porque la mujer casada está sujeta por la ley al “Porque el deseo de auto-gratificación (mujer) está
marido mientras éste vive; pero si el marido muere, casado (subordinado) con el DESEO DE RECIBIR
ella queda libre de la ley del marido” (marido/Ley), pero si el deseo de recibir no se orienta
hacia sí mismo, entonces la auto-gratificación pierde
sentido al no estar ligada al mismo”.

Los versículos 3 y 4 son una continuación de la idea contenida en el versículo 2. Lo novedoso del
versículo 3 es la introducción del vocablo adulterio. Si se asume una perspectiva espiritual, el
adulterio puede ser comprendido como la realidad de deseos mezclados o no corregidos, que desde
las esferas superiores incitan al hombre a establecer múltiples uniones o conexiones de alto sentido
personal, sin que este las pueda trascender o re-direccionar hacia el Creador. Derivándose de ello
estados variados y distorsionados de auto-gratificación. Las conexiones se pueden establecer
indistintamente con entidades, objetos, fenómenos e ideologías.

Versículo original Versículo modificado


“Así que, si en vida del marido se uniere a otro “Así que, si permaneciendo activo el DESEO DE RECIBIR
varón, será llamada adultera; pero si su marido (marido o ley), el sentimiento de auto-gratificación (mujer)
muriere, es libre de esa ley, de tal manera que se anclara a nuevas formas de auto-complacencia,
si se uniere a otro marido, no será adultera” entonces se reconocerá como deseo adulterado, pero si
el Deseo de Recibir se reorienta hacia el Creador, la
persona queda libre de su influencia descendente, de tal
manera que, si se apega al DESEO DE OTORGAR, no
será adultera”.

¿Por qué cuando el Deseo de Recibir se reorienta hacia el Creador la persona deja de ser adúltera?
La auto-gratificación exclusiva es una fuerza o estado que se especializa en partir, fraccionar y dividir
los deseos del hombre, pero quien camina en el Deseo de Otorgar (Estado de Presencia), desde ese
único DESEO se conecta con todos los aspectos de la realidad y los espiritualiza, es decir,
experimenta el placer sin dejar de estar conectado con las raíces superiores, lo cual es mucho más
satisfactorio.

Versículo original Versículo modificado


“Así también vosotros, hermanos míos, habéis “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la
muerto a la ley mediante el cuerpo de Mashiaj, influencia descendente del Deseo de Recibir, gracias al
para que seáis de otro, del que resucitó de los poder liberador de Mashiaj, para que seáis de otro, del que
muertos, a fin de que llevemos fruto para se levantó y trascendió los deseos caídos, a fin de otorgar
Elohim” al Creador”.
Valórese ahora el versículo 5: “Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones
pecaminosas que eran por la Ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte”.

EL DESEO DE RECIBIR tiene un ORIGEN ESPIRITUAL (cielos) y una proyección FÍSICA (tierra). El
ser humano cuando viene a NUESTRO MUNDO (Olam Hazé) es presa de la dimensión física del
DESEO, de modo que su motivación se identifica con el principio de la auto-satisfacción (Yetzer Ra o
Mal principio), activa así el deseo de recibir solo para sí mismo, luego si por una parte su conciencia
no madura en el reconocimiento de esta forma de deseo, y si por la otra, en el ejercicio de su libre
albedrío no acepta el manual que el Creador ha dado para su trascendencia, tristemente perecerá
anclado al aspecto más bajo de la subjetividad.

Igualmente, el ser humano desde sus raíces superiores también está llamado a alcanzar su segunda
naturaleza, que es el DESEO espiritual, “…primero viene lo animal y luego lo espiritual” (I Co. 15.46).
Cuando la intensión/motivación del sujeto se identifica con el principio del otorgamiento (Yetzer Tov
o Buen principio), se activa entonces el deseo de recibir con el fin de Dar.

El llamado que se le hace a la persona es servir al Creador con ambas naturalezas unidas en
matrimonio, ese es el significado oculto del mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón (Deseo de Recibir), y con toda tu alma, y con toda tu mente (Deseo de Dar) y con todas tus
fuerzas”. La Torah también enseña que la Ley (Deseo de recibir) mata (auto-gratificación) o da vida
(otorgamiento) Rom 7:10.

Es el hombre el que tiene que elegir entre el bien (otorgamiento) y el mal (recepción absoluta)
(Deuteronomio 30:15), ya que el DESEO DE RECIBIR en sí mismo no es pecaminoso, sin embargo,
en la dimensión física la persona no tiene la fuerza para resistirlo, de modo que la autosatisfacción
(Egoísmo) resulta natural. En el mundo físico las personas pueden ser clasificadas en dos maneras:

 Las que perciben el deseo de auto-gratificación como una realidad que debe ser regulada
racionalmente para garantizar una convivencia más saludable y equitativa
 Las que no ejercen una restricción razonable sobre su deseo de auto-gratificación acarreando
daño personal y a terceros.

Cabe recalcar que ningunas de las dos categorías escapan de la influencia del DESEO DE RECIBIR
como principio de auto-satisfacción. Mirado desde la espiritualidad ambos tipos de personas son
egoístas o pecadoras ¿Por qué? Porque solo aman lo que consideran personalmente significativo,
rechazando aquello que se opone a su escala de valores, y ello aplica tanto para creyentes como
para no creyentes.

Como está escrito: “No hay justo ni aún uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a
Dios” (Rom 3.10-11) ¿Por qué la escritura plantea que no hay justo? Porque todos nacemos bajo la
influencia del DESEO DE RECIBIR, pero desde el lado de la auto-satisfacción (Olam Hazé:
dimensión más profunda del mundo de Asiyá)

¿Por qué se dice que no hay quién entienda? Porque el ser humano no puede experimentar por sí
solo el DESEO de RECIBIR, solo logra vivenciar el principio de la auto-gratificación proyectado en las
necesidades bio-psico-sociales y culturales.

¿Por qué no hay quien busque a Dios? Porque estamos programados desde el hombre exterior para
buscar solo lo que nos satisface. Más adelante aprenderemos que conforme a la Torah el JUSTO
ESPIRITUTUAL es quien ya se le ha revelado -en algún grado- el deseo de auto-gratificación y…
quien ya se opone con fuerzas propias y superiores a la misma.

Igualmente existe una diferencia cualitativa entre los deseos del JUSTO NATURAL (egoístas con
intensiones altruistas) y las personas cuyos deseos son espirituales o verdaderamente altruistas.
(JUSTO ESPIRITUAL). El justo natural es quien se apega a las leyes -no importa sin son seculares o
religiosas- y ejerce control racional sobre la capa más superficial de sus instintos egoístas, en cambio,
el justo espiritual trabaja sobre capas más profundas de su deseo de recibir, finalmente el hombre
santo es quien recibe corrección en su deseo de auto-gratificación, penetra así en el mundo espiritual
(deseo de dar) por medio de la conexión con Joshua.

Muchas veces el hombre converso en una primera fase trata de luchar con manos y pies para ser
hallado justo, no importa si se prueba a sí mismo cumpliendo Torá lo Lishmá (Ley Mosaica en favor
personal) o los principios del Reino (Conducta y moralidad de Joshua), luego si alcanza la revelación
de Lishmá (deseo en favor del Creador), se inicia en el trabajo de corrección interior y suma grados
ascendentes de SANTIDAD.

La Justicia y la Santidad son dos estados interconectados que participan en la formación del hombre
espiritual (Lc 1.74-75; Ef 4.24). Este aspecto será ampliado en próximas reflexiones. Se concluye con
la traducción análoga del versículo No.5:

Versículo original Versículo modificado


“Porque mientras estábamos en la “Porque mientras estábamos bajo el dominio del DESEO DE
carne, las pasiones pecaminosas que AUTOSATISFACCIÓN, los deseos egoístas, que tienen su raíz en
eran por la ley obraban en nuestros EL DESEO DE RECIBIR obraban en nuestro hombre exterior
miembros llevando fruto para muerte” generando acciones muertas, sin sentido (que no conectan con la
VIDA)”.

Shalom

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