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El interés de este trabajo recae en eso, la responsabilidad social que se presenta en la lengua
y la conciencia por un lado de las instituciones y por otro de la sociedad misma, siendo las
primeras las que tienen un papel protagónico a la hora de imponer la concientización sobre
un problema.
Este trabajo se desarrollara desde un lugar más explicativo sobre las posturas y dichos de
cada autor, sugiriendo un análisis de los distintos discursos para denotar sus objetivos para
con la lengua. Luego a partir de ese análisis se irán desglosando distintos argumentos
propios y de los autores que sustenten la idea principal de este trabajo, este proceso se
marcara en que los argumentos propios sostendrán una hipótesis propia donde
inevitablemente existirán ideas subjetivas sobre el tema.
Desde mi lugar y postura puedo adelantar que existe aún en la actualidad la idea o
justificaciones variadas para que se sustente la asimetría social entre distintos sexos, por lo
tanto existe un juego ideológico que se ve desnudo en la lengua española, donde no existe
justificación sin poner en tela de juicio las ideas que un individuo, grupo o institución tiene
sobre el rol social de un sexo, haciendo visible la discriminación hacia la mujer ocultándola
de toda razón, objetando sus argumentos desde una posición casi autoritaria más que con
una justificación de autoridad que refiere a dos términos totalmente distintos en su accionar.
Hipótesis
Tanto las guías de lenguaje como las respuestas dadas por Bosque, Fernández y Russo,
forman parte de un discusión que abre un hilo conductor hacia el papel de las instituciones
que regulan la lengua, el contenido sexista del idioma, y el ejercicio ideológico sobre la
lengua, que generara una discusión sobre cambio en la misma.
Guías de lenguaje polémico
De esta manera puedo adelantar la similitud de posturas entre Sandra Russo y June
Fernández a la hora de generar una suerte de respuesta frente al artículo de Ignacio Bosque.
Las distintas posturas de los autores permiten desmembrar un problema que quizás se
sustenta como la parte cotidiana de este problema.
La diferencia entre género y sexo es evidente, por el lado del sexo se puede decir que viene
determinado por la naturaleza, en cambio el género es exclusivamente una construcción
social, algo que similar sucede en la lengua.
Según Bosque sugiere un problema a la hora de diferir entre género y sexo, insinuando de
alguna manera que en la lengua no existe alguna relevancia en eso, y criticando así a las
guías no sexistas sobre su insistencia en diferenciar el género y sexo en la lengua.
Fernández parece deslegitimar a Bosque denotando que para conocer el sexismo que
impera en la lengua hay que conocer la historia que prescinde en la misma, donde la
conformación del lenguaje español como una estructura formal e institucionalizada estuvo
vinculada a procesos históricos y sociales donde la mujer no era tomada en cuenta como
parte de la sociedad, o de los mismos cambios o “progresos” sociales.
Sandra Russo parece acoplarse a esta idea de Fernández, interpretando que el género
femenino ha acarreado durante siglos esta carga , que impera en la utilización de un
lenguaje en donde la mujer se siente discriminada, y por momentos confundida a la hora
utilizar un masculino genérico que procura sobreponerse a cuestiones cotidianas en la
comunicación.
Cuando hablamos de sexismo la palabra sola nos remite a la confrontación entre dos
maneras de concebir la sociedad y el mundo, dos posturas que sus nombres no indican que
sean conformados solo por hombres y por mujeres, sino por la heterogeneidad en ambos,
esos dos “ideales” o manera de concebir a el trato humano son el machismo y el feminismo.
Para June Fernández el artículo de Bosque entraña sobre todo cuestiones políticas sobre la
problemática lingüística del sexismo en la lengua, se podría decir que engloba desde la
institución a la que responde Bosque, que es la Real Academia Española, entre otras, que
parecen querer manifestar sus ideas políticas sobre el género, desde un espectro feminista
del análisis de la cuestión se podría decir que Bosque y todas las instituciones que lo avalan
tienen una manera de responder al problema de una manera reaccionaria y conservadora,
que representan la mirada de determinado sector social. Bosque y sus allegados podrían
argumentar que se trata de una cuestión de intereses pero parecen preferir no decirlo e
insinuarlo a lo largo y tendido de su artículo, lo cual es una postura que determina los
objetivos que ese sector posee, para Fernández son un sector adverso a lo que sus ideales
feministas piensan.
“Estos académicos de la RAE se encolumnaron detrás de Ignacio Bosque, que fue quien
elaboró el informe. La RAE salió, una vez más, al choque de una avanzada de género
promovida desde hace años por muchos colectivos feministas, que elaboran guías sobre el
sexismo en el lenguaje”
En este fragmento del artículo de Sandra Russo, claramente nombre a una institución que se
apega a los dichos de un individuo perteneciente a la misma, y de esta manera parece la
periodista denunciar el “atropello institucional” que viven aquellos formuladores de estas
guías, que forman parte de distintos colectivos feministas, que buscan hacer evidente cierto
problema en la lengua y en la sociedad como conjunto.
Pero entre la distintas posiciones de los discursos existe una similitud imborrable en todos,
y más evidentes en los textos de Bosque y Fernández, y ese punto en común básico se
centra en sus acusaciones, y es que ambos acusan a sus entornos de promover ciertas
cuestiones políticas sobre el problema real del sexismo en la lengua, pareciera una suerte de
excusa para prestarse al dialogo político, lo evidente es que existe ese planteo político que
se entraña desde las mismas confrontaciones sociales, que acertadamente Fernández parece
describir que los mismos problemas de la lengua parecen reflejar ciertos problemas y
parámetros políticos de la sociedad.
Sexismo Ideológico
Los distintos autores que intervienen en este trabajo en forma indirecta forman parte de lo
que denominó como “Sexismo Ideológico”, y en sí son las diversas posturas entre el
choque entre machismo y feminismo, que tienen un gran papel a la hora de vislumbrar la
discriminación hacia la mujer en la lengua española.
Sin lugar a dudas este caso de discriminación es una construcción que forma parte de un
sistema (no me voy a detener en el sistema), en el cual la lengua toma un papel ejemplar.
Parece fácil desde el lugar de Bosque decir que las posturas correlativas con el cambio
necesario en la lengua española no respetan normas ni estructuras características de la
misma, he ahí el sentido que muchos feministas creen, las estructuras son claramente
propuestas para que la “mujer” como género e identidad humana no se visibilice, puedo
estar de acuerdo en que la total radicalización de un lenguaje es absurdo, lo es en sí, pero
por más que sea absurdo abre una gran puerto de discusión que la sociedad ni el hombre se
había preguntado hace una mitad de siglo o hace diez años atrás, creo que ese es el real
sentido de visibilizar a la mujer en la lengua.
Creo que Fernández y Russo se acoplan a mis argumentos marcando que es necesario un
cambio real, pero en lo que agrego yo a sus perspectivas es que ese cambio no puede ser
radicalizado, porque pondría en riesgo quizás a la existencia de la lengua, o se
fragmentaria, es imprudente vaticinar que sucedería si, pero podría ser un interrogante para
otro tipo de investigación. Por lo tanto, es prudente distinguir entre radicalización y
proceso, que uno sugiere un cambio abrupto en un corto tiempo, y otro que opera en el
largo plazo pero queriendo preservar el sistema de la lengua en si, por lo tanto estas
discusiones sobre el contenido sexista e discriminatorio en la lengua hacia las mujeres es un
paso hacia juzgar el papel de las instituciones sobre la regulación del idioma, donde
cumplen el rol de juez y verdugo hacia estos colectivos feministas.
Conclusiones
Las guías de lenguaje no sexista tienen un papel que genera una apertura de la discusión
sobre la utilización del masculino genérico, pese a su radicalización, son el puntapié para
generar un proceso cambiante, está claro que en la misma lengua existe una dimensión
política que se correlaciona con las ideológicas sexistas, y eso conforman las guías de
lenguaje una forma de expresión de grupos en desacuerdo que plantean un cambio directo,
desde otro lugar las instituciones tradicionales de la lengua española indudablemente se
prestan a tal discusión, generando así un intercambio plural, las contestaciones entre
Bosque y Fernández forman parte de esa pluralización.
Este tema en si puede ser derivado a distintas ramas, teniendo en cuenta que existe un gran
contenido social y conductual, en si derivaría en una infinidad de cuestiones que no estoy
dispuesto a investigar pero que sin dudas para la sociología, la comunicación social, la
historia, pueden ser un fenómeno social peculiar, incluso la misma psicología, pero
formarían parte de otras perspectivas de análisis y que derivarían en diferentes respuestas, o
diferentes problemas, ya que el “Sexismo ideológico” o la política que inunda este
problema son hechos totalmente analizables para estas disciplinas.
Para finalizar creo que es oportuno marcar que la lengua forma parte del reflejo de la
sociedad donde los conflictos en la misma son parte del conflicto político y social que se
percibe, y esto genera que la lengua deje de ser una disciplina que estudian ciertos
categorizadores y pasaría a ser una disciplina social, donde se derivarían los estudios
pertinentes a las materias de estudios ya antes mencionadas.
Bibliografía