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30 de September, 2014. www.plataformaurbana.

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Comercio, ciudad y cultura, o como el urbanismo especulativo degrada la ciudad y empobrece a la ciudadanía

Una de las revistas francesas má s sofisticadas de las publicadas en Francia desde hace bastantes décadas se titula
“Commerce”. Se trata de una revista de literatura y pensamiento. Comercio es intercambio, en otras épocas era frecuente
utilizar la expresió n “comercio de las ideas” como símil de intercambio intelectual. Se intercambian bienes, servicios y
también ideas. El ámbito que facilita el intercambio generalizado es la ciudad. Cultura, comercio y ciudad forman un
bloque interdependiente. No hay ciudad sin comercio, es la base de la cultura ciudadana. Por esta razón se puede
definir la ciudad como espacio público, como mercado, como ágora. Los ciudadanos no nacen, se hacen en el
ámbito del espacio público.

Pero no hay ciudad sin una població n residente, estable, que garantiza la presencia permanente del comercio. La plaza es a
la vez lugar de encuentro y de socializació n, de intercambio diario y diverso. El comercio como uno de los fundamentos de
la ciudadanía no es simplemente el aprovisionamiento de bienes de consumo cotidiano. Es también animació n del espacio
pú blico, creació n de momentos y lugares relacionales y securizantes y una forma significativa de marcar diferencialmente
el territorio. El comercio de un perfil propio a la calle y al barrio.

El comercio ciudadano está vinculado a las calles y plazas, a los mercados abiertos y a los centros comerciales integrados
en el tejido urbano, a la galerías y al uso de lugares efímeros par comercios o intercambios informales. Requiere població n,
proximidad y diversidad. Si los centros urbanos tienden a expulsar la població n residente y consumidora debido a la
presió n de las oficinas pú blicas o privadas la ciudad pierde su savia vital, los habitantes y el comercio diario. Si estos
centros devienen zonas turísticas, donde los residentes estables son sustituidos por apartahoteles, pensiones y
hoteles y el comercio diario por tiendas de souvenirs, restaurantes de fast food y terrazas que monopolizan el
espacio público la pervivencia de la ciudad y de sus centros más significativos corre el riesgo de acabar matando
la gallina de los huevos de oro. El turismo es una actividad intermitente, estacional y sometida a las modas y a la
competencia. Ademá s tiene efectos depredadores sobre la ciudad, lo cual conlleva la degradació n de la oferta. Los
momentos de boom con frecuencia van seguidos de largos períodos de decadencia.

No se trata de diabolizar el turismo, es una actividad importante para las ciudades, siempre que no caigamos en el casi
monocultivo. Ni de negar a los centros urbanos que hayan monumentos atractivos, edificios potentes y referenciales y
espacios de uso colectivo masivo. Pero siempre que se garantice la diversidad social, la funció n residencial y el comercio
cotidiano y también el especializado, el que hace de la calle un lugar de estar y recorrer. Có rtazar definía el puente como
“una persona caminando por el puente”. Lo mismo ocurre con la ciudad, sus calles y plazas. Es la gente en la calle. Para lo
cual el comercio es indispensable.

Barcelona y las ciudades catalanas y españ olas poseen una singular calidad ciudadana especialmente en sus á reas
centrales, las que marcan los lugares generadores de sentido, los que definen el perfil identitario y cambiante, complejo e
integrador de barrios y calles. Convertirlos en centros administrativos o turísticos es expropiar a los ciudadanos de
su ciudad, a no ser, no ejercer y no sentirse ciudadanos. Para que esto no ocurra las administraciones públicas
deben intervenir activamente en la evolución de las zonas que merecen conservarse. No hacer nada o dar má s
facilidades aú n a la ló gica ciega del mercado o hiperlucrativa de la especulació n es una agresió n a la ciudadanía. Para
conservar hay que intervenir en los procesos de cambio, para mejorar la calidad de la ciudad hay que regular los usos
mú ltiples de la ciudad y la diversidad de sus poblaciones. David Harvey, posiblemente el analista de la sociedad actual má s
citado hoy, escribió “el capitalismo puede construir ciudades, pero no puede mantenerlas”. El capitalismo especulativo
dominante actualmente también las destruye.

Actualmente la progresiva liberalizació n de los precios del suelo, es decir la especulació n, y de los usos determinados por
el mercado, tiende a reducir el cará cter ciudadano de las zonas centrales y turísticas. La legislació n de los arrendamientos
urbanos lo facilita. El resultado es que el comercio pequeñ o y mediano cotidiano y la masa crítica de població n residente
tienden a desaparecer o a disminuir fuertemente. Si sigue la tendencia acabaremos siendo todos, los habitantes,
suburbiales. Los turistas, o los congresistas o los negociantes que nos visiten dedicará n quizá s unas horas a hacer un tour
para visitarnos en nuestras “reservas”, que a su vez será n guetos, barrios cerrados o conjuntos marginales.

Por Jordi Borja

Geó grafo y urbanista. Profesor Emérito y Presidente del Comite Académico de los programas de posgrado de Ciudad y
Urbanismo de la UOC.

Presidente del Observatorio DESC (derechos econó micos, sociales y culturales). Doctor en Geografía e Historia por la
Universidad de Barcelona y Geó grafo urbanista por la Université de Paris-Sorbonne. Ha ocupado cargos directivos en el
Ayuntamiento de Barcelona y participado en la elaboració n de planes y proyectos de desarrollo urbano de varias ciudades
europeas y latinoamericanas. (ciudad.blogs.uoc.edu

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