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INTRODUCCIÓN

No sé si Antonio Rodríguez del Villar pecaba de excesiva modestia o de


una elocuente arrogancia: realizar grandiosas obras escultóricas y eximirse
de firmarlas rodea el asunto de una confusa interpretación. Cual artista
medieval, pareciera que vírgenes y cristos no tuvieran más finalidad que
honrar el nombre de Dios, permaneciendo anónimo el creador de las obras;
sin embargo quien lo conoció, quien escuchó de sus labios las innumerables
aventuras y anécdotas que, reunidas, se convirtieron en su vida; quien
disfrutó del brillo, siempre joven, de sus ojillos azules, podía imaginarse
que aquel anonimato no era tan puro y desinteresado. Años después de la
muerte de don Antonio, tuve la oportunidad de conocer a otro viejo, sabio y
adorable escritor, Juan Gil Albert, a quien me atreví a preguntar si no le
molestaba que sus obras, exquisitas piezas de arte, sólo llegaran a una
reducida elite de lectores capaz de comprenderlas y apreciarlas: “Los que no
me entienden…bueno, lo siento por ellos”; me contestó. Reflexionando
después sobre mi abuelo escultor, y haciendo una interpretación coherente
acerca de lo que pensaba, de sus opiniones y sobre la forma en que llevó su
existencia, me pareció que podía explicarme mucho mejor su decisión de
convertirse - casi absolutamente – en autor anónimo y me pareció
escucharlo diciéndome: “Si no me conocen por mi obra, por mi estilo, de
qué me vale dejar un nombre grabado para aquél que, igual Antonio que
Pedro, no significarían nada”.

Las obras de don Antonio poseen, a través del tiempo y en todas sus diversas
temáticas, particularidades que lo definen, y que las definen como hijas del
mismo artista. Las sensuales mujeres que acompañan al Indio Mara, en
Maracaibo; son hermanas en voluptuosidad, contextura y expresión de las
figuras femeninas que, en el Monumento de Carabobo, se abrazan
representando a América y España o que forman parte de los relieves
hermosísimos que decoran la Escuela Normal de Santiago de Veraguas en
Panamá. Simón Bolívar conserva sus mismos rasgos serenos, la misma línea
en su perfil y en sus mandíbulas, tanto en el busto expuesto en la sede
principal de las Naciones Unidas como en todos y cada uno de los que
salieron de las manos del Maestro Rodríguez del Villar, no importa que tan
serena fuese la expresión de El Libertador o que tan intensa y heroica al

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guiar a sus combatientes. Políticos, escritores, guerreros, prelados, héroes,
vírgenes y hasta cristos, todos pertenecen a una misma raza, a una misma
especie, todos son pobladores del mismo planeta de personajes
tremendamente humanos, con la tensión de sus músculos a punto de estallar:
labios dispuestos a sonreír, a increpar o a pronunciar un discurso, en
cualquier momento. Manos que tememos tocar por pensar que
inesperadamente pueden cerrar sus dedos para estrechar las nuestras. Cristos
crucificados, en el instante previo a hace un sublime esfuerzo para levantar
su cabeza y poder mirarnos a los ojos. Muslos y pechos exuberantes de
mujeres magníficas que nos transmiten el calor de un cuerpo humano
atrapado bajo la frialdad del bronce. Mantos de vírgenes que, sedosos y
pesados, dan la sensación de que van a resbalarse hasta el suelo, en cualquier
momento, dejando las purísimas cabezas descubiertas. Caballos asustados,
descontrolados, hocicos abiertos y ojos desorbitados que se abren paso entre
el metal o la piedra de los relieves: la vida se petrificó en sus esculturas,
latente, como a la espera de un momento ideal en el que puedan desatarse,
desbordarse. Y, a pesar de todo esto -o, además de todo esto- ese toque
mágico de gracia y elegancia, esa exquisita dignidad que ejerce un poder
tiránico e irreductible sometiendo eternamente a estos seres.

Vida y obra, como en la mayoría de los artistas, está entrelazada; el escultor


hubiese sido imposible sin el hombre, y viceversa. Las circunstancias, como
opinaba su contemporáneo Ortega y Gasset, fueron aptas para que la
propuesta artística que deambulaba en su espíritu cobrara vida en su obra o
como expresa Humberto Eco: “El contexto y la circunstancia son
indispensables para poder conferir a la expresión su significado pleno y
completo, pero la expresión posee un significado virtual que permite que el
hablante adivine su contexto” (Eco (b),1981,p.26). Lamentablemente no hubo
discípulos o el planteamiento de una teoría organizada que nos permita
reflexionar sobre el pensamiento del escultor a través de una propuesta
teórica concreta: nos dejó su obra, y con ella la libertad de interpretar y
analizar cada expresión, cada músculo, cada pliegue, libremente. A través
del presente trabajo, no pretendo develar ningún misterio encriptado en
cierto gesto o cierto objeto que podría parecer recurrente en la obra del
Maestro del Villar, tampoco es una forma de entender mejor su escultura
que, de ninguna manera necesita justificaciones “meta-escultóricas” en que
apoyarse –nada más lejos de la forma de pensar del escultor- ya que todos
los personajes que salieron de sus manos se explican por completo a sí
mismos; sin embargo me parece que para cualquier amante de las Bellas

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Artes es una expedición maravillosa conocer los eventos que forman parte
de la vida de un creador.
Un acercamiento, una cronología que nos permita trazar, si no una extensa
biografía, ciertos momentos esenciales en los que podamos imaginarlo en
lugares y circunstancias específicos y definidos, relacionados con su obra.

Señalar antecedentes de este estudio con el propósito de identificar o


describir el trabajo escultórico del maestro Rodríguez del Villar es imposible
salvo ciertos folletos, revistas y artículos de periódico que forman parte de
de la documentación de respaldo que ha llegado a mis manos, así como
cartas, manuscritos y un valiosísimo material fotográfico. Toda esta
documentación cuenta además con el entrañable respaldo de testimonios, no
sólo del escultor, sino de sus hijos y esposa, anécdotas que formaron parte
de mi cultura familiar y de la tradición del hogar. Todos éstos son recuerdos
inevitables y esenciales para crear la conexiones entre el material que
respalda esta información tan dispersa y escasa con el fin de darle forma a
este estudio sobre la vida del escultor. Debo añadir a toda esta
documentación la maravillosa luz que me brindó sobre la obra de mi abuelo,
mi reciente visita a Santiago de Veraguas, en Panamá, donde tuve la
oportunidad de ver y sentir un trabajo escultórico opuesto a la grandiosidad
del Monumento de Carabobo en lo exquisitamente minucioso y conmovedor
de su técnica, como lo es la decoración frontal y del vestíbulo de la Escuela
Normal de Santiago, en compañía de un respetado y reconocido profesor y
artista panameño, residente en Florencia, el maestro Arístides Ureña quien
me orientó y me acercó a las técnicas de investigación artística que él mismo
maneja con destreza.

Quisiera dirigir el objetivo de este trabajo a responder, de alguna manera, al


planteamiento hipotético de don Antonio que expongo al comienzo de esta
introducción, el planteamiento ideal de cualquier músico, de cualquier
escritor, pintor o escultor; quizás este acercamiento sirva para que sin
necesidad de placas o firmas pueda facilitarse el reconocimiento de la huella
del Maestro Rodríguez del Villar patente en toda su obra.

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A Álvaro, mi padre y el hijo del
artista

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Agradecimientos

A Antonio Rodríguez del Villar, por ser tan buen narrador de sus propias
historias y a mi padre por confiar en que algún día me dedicaría a estudiar la
vida y obra de su padre.

Al maestro Arístides Ureña, discípulo espiritual de mi abuelo, gracias a la


admiración y respeto por su obra, por ser mi profesor de metodología para el
estudio del arte a distancia y presencial; pero, sobre todo, por enseñarme a
“enamorarme” de la obra de mi abuelo.

A mi esposo, Asdrúbal y a mis hijos Jorge y Arturo que me han respaldado


durante los largos meses de preparación y realización de este trabajo
escuchando una y otra vez las historias de mi abuelo siempre con el
entusiasmo y la atención de la primera vez

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“La escultura, considerada en
general,
realiza ese prodigio, que el espíritu
se encarne de súbito, en la materia
y la modele, de tal manera, que se
haga presente en ella y allí
reconozca
su perfecta imagen”

Estética, t.I, G.W.F. Hegel

“Estas manos mías sólo hallan


el descanso y la felicidad
en el barro de sus creaciones”

Antonio Rodríguez del


Villar

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CAPÍTULO I

NIÑEZ Y ADOLESCENCIA
(1880-1896)

SEVILLA

-Nací en Madrid por casualidad


Quién puede saber a estas alturas –ciento veintiocho años después- a qué
casualidad se referiría Don Antonio cuando, al decir esta frase, estrechaba
su pícara mirada a consecuencia de una sonrisa. Pudo ser un viaje por
causas familiares, no creo que fuese un asunto de trabajo y me atrevo a
afirmar con toda seguridad que no estaban sus padres y hermanas
establecidos en la capital. Los Rodríguez Villar eran absoluta y
completamente sevillanos, su hogar, desde muchos años antes de nacer
Antonio se encontraba en la calle San Luís, frente a la Iglesia de Santa
Marina – no dudo que sus arcos ojivales y sus relieves y esculturas llamaran
más de una vez, la atención del artista en ciernes- , y el escultor siempre
hacía la aclaración sobre lo accidental en cuanto a la ubicación geográfica

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de su nacimiento, como dando a entender que, a pesar de ello, era
totalmente andaluz.

Antoñito fue el menor de los hijos de Alfonso Rodríguez y Concepción


Villar, y vino al mundo unos doce años después de su hermana más
pequeña; Natividad y Mercedes fueron durante gran parte de su existencia
una especie de pequeñas madres a las que recurrió cuando la soledad o la
necesidad se hicieron imperiosas en su vida.

Nació un 24 de septiembre de 1880, en época convulsiva no sólo para


España sino para toda Europa cuando “las ciencias se liberan del espíritu de
las supersticiones y de los prejuicios provenientes de los déspotas y de los
sacerdotes”(Histoire Critique,1989, p.13). La población europea pasa de 250
millones a 450 millones de habitantes con su consecuente crisis social; los
términos: “ciencia” y “tecnología” son cada vez menos ajenos al lenguaje
diario en un periodo en el que El Progreso se convierte en noticia de todos
los días: Nobel, Curie, Lumiere, Marconi, Siemmens, Mendel, Pasteur,
Koch se dan a la tarea de impulsar el mundo que está por venir. Los
hombres de pensamiento se sumergen en una etapa de revisionismo de la
realidad circundante; el arte, sin embargo, parece fabricar un puente que
atraviesa toda la turbulencia de finales de siglo y encuentra una salida de
evasión impulsado por el Romanticismo y el Simbolismo. En 1874, París es
sede de un fenómeno artístico ciertamente reñido con el academicismo: la
primera exposición impresionista.

Después de ese rompimiento, en la segunda mitad del siglo XIX,


observamos un despojarse de reglas y prejuicios en un “ambiente artístico
difícil, competitivo y crispado. Mezcla de pervivencias conservadoras del
antiguo régimen con fuertes tendencias al liberalismo y la lucha
económica”. (Pinazo, 1981, p.10). En consecuencia existían, para la época, dos
tipos de artistas: uno, el “oficial, conformista y mimado por el poder
establecido, acaparador de cargos oficiales, honores y medallas…” (Pinazo,
1981, p. 10), el artista académico que sólo concebía exponer en “El Salón”
oficial; y el otro: “el marginado, revolucionario y resentido que arrastra una
vida de miserias (…) para aportar cauces nuevos para el futuro del arte”
(Pinazo, 1981, p.10), la adorable y nostálgica generación de bohemios, que se
reunían en los cafés, bebían absenta y vivían en su estudio inmersos en la
creación artística.

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¿Cómo llegaba a Sevilla ese impetuoso fluir de ideas sociales y políticas,
ese mundo nuevo que se abría paso hacia el estallido de un nuevo siglo?
¿Cómo se derramaban por España las recientes corrientes artísticas que
parecían ir desencadenando al hombre de las ataduras de los
convencionalismos y las reglas? ¿Cómo era la Sevilla que podía ver
Antoñito a través de su mirada de artista? Pareciera que la vida se lo llevó
de la mano corriendo y ni siquiera le dio tiempo de disfrutar su infancia;
poco o nada se sabe de sus juegos infantiles o amigos de la niñez, pareciera
que se hizo hombre antes de tiempo. No se lamentaba de ello. Con valentía
y fortaleza poco usuales para un niño, para un adolescente, Antonio fue
capaz de enfrentarse a las situaciones adultas que se iban presentándose en
su vida temprana, de manera inesperada e insistente.

Sin contar siquiera diez años, inquieto y curioso, acompañaba a su padre al


trabajo y aprendió de él su oficio. Como él, fueron muchos los artistas de
finales del siglo XIX y principios del XX que bebieron en la fuente de sus
padres orfebres, herreros, vidrieros, ebanistas… “eran, a menudo, hijos de
artesanos y adquirían en el aprendizaje del oficio de su padre el gusto por el
trabajo manual” (Selz, 1964, p.48). El padre de Antonio era ornamentista1,
como lo fue el de su contemporáneo, el pintor Ignacio Zuloaga e incluso el
célebre escultor francés Auguste Rodin, que en su juventud, además de
ornamentista, fue cincelador y modelador.

Siendo aún muy niño ingresa Antonio en la Escuela de Bellas Artes de


Sevilla como aprendiz del maestro Pedro Domínguez “quien había dado
muestras de su pericia en la suntuosa Portada de San
Cristóbal”(http:www.degelo.com/sevilla/sev4.htm/) perteneciente a la Catedral de
esa ciudad y comienza, en 1890, a tallar la nueva fachada del
Ayuntamiento, levantada a causa de modificaciones realizadas en esa
edificación. Es muy probable que fuese allí donde el maestro conociera al
pequeño.
Según un artículo publicado en El Mundo, periódico de San Juan de Puerto
Rico, el día miércoles 21 de junio de 1933:

Allí [en Sevilla] se despertó la vocación irresistible del escultor precoz y en la primorosa
fachada del Palacio Municipal, calada como una mantilla y bordada como un mantón
andaluz en esa joya arquitectónica –un encaje de piedra que que tiene la finura estilizada
de
1
Era ésta una de las llamadas artes decorativas o artes industriales. Este tipo de artista o artesano realizaba
ornamentos que embellecían el diseño arquitectónico de palacios, iglesias y otras edificaciones. También es
denominado escultor entallador.

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una fina labor de orfebrería- el cincel de Antonio R. del Villar ha dejado unos primorosos
relieves cuando todavía era un chavea (sic), como llaman allí a los chiquillos, empleando
la voz cañí.

Posiblemente don Alfonso Rodríguez formó parte del grupo de


ornamentistas y cinceladores que trabajaron bajo las órdenes del maestro
Domínguez en la extensa e importante obra que se llevo a cabo en el
Ayuntamiento y es muy probable, también, que su hijo Antonio colaborará
con él. Al no encontrar información sobre el “Palacio Municipal”
mencionado en el artículo citado anteriormente, me inclino a pensar que
fuese ésta alguna otra denominación que recibiera el Ayuntamiento, lo cual
considero muy probable, especialmente porque las fechas y el lugar
brindarían una explicación más que posible del encuentro del maestro
Domínguez con el jovencísimo Antonio a quien, después de haber visto
realizando su trabajo, consideró un discípulo idóneo para ser recibido en la
Academia de Bellas Artes de Sevilla.

Es éste el momento en que Antoñito comienza su larga trayectoria como


escultor, inicia su “permanente búsqueda del alma de lo que moldeaba”,
como él mismo decía. En la España de Gaudí en la arquitectura, Sorolla en
la pintura y Benlliure en la escultura; el arte comenzaba a recorrer nuevos
caminos que se alejaban de la pesadez de un clasicismo agotado y repetitivo
que ya no respondía al sentir de los hombres de los nuevos tiempos. En
Francia Jean Baptiste Carpeaux había liberado a la escultura de la frialdad
académica, posteriormente Auguste Rodin “intentaba reconstruir los
sentimientos que debieron presidir el pensamiento de Dios cuando
emprendió la creación del Universo” (Pijoan, b, 1970, p.261) a la vez que
expresaba: “(…) yo guardo en mi memoria la ´pose´, mejor que el propio
modelo y además yo le presto vida interior” (Pijoan, b, 1970, p.262).

En la escultura de fin del siglo XIX los aspectos idealistas del


Romanticismo van desapareciendo, lo que desemboca en un Realismo
minucioso; una de las vertientes de esta corriente conduce al Modernismo;
sin caer en los excesos de uno u otro movimiento, el estilo de Mariano
Benlliure se caracteriza por sus detalles y por tratarse de una “escultura
narrativa” que retrata “el aspecto transitorio y dinámico de la
vida”(http:www.arteespana.com/marianobenlliure.htm).
Antonio, beberá de esta fuente durante sus años en Madrid como discípulo
del célebre escultor e incluso orientará su obra hacia el mismo tipo de

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trabajo que su maestro quien “preferentemente se dedicó al retrato y a los
monumentos conmemorativos” (http:www.arteespana.com/marianobenlliure.htm).

Fallece el padre de Antonio, siendo éste apenas un niño de once o doce


años, y enferma su madre. Antonio distrae su tristeza modelando, tallando.
En el taller conoce a quien será su protector, el Cardenal Espínola, célebre
prelado sevillano de la época. Según la costumbre, altos personajes, nobles y
dignatarios eran inmortalizados en bustos que los escultores realizaban, no
sólo por prestigio sino como medio de vida usual entre los artistas. Uno de
los escultores instruyendo a Antonio en el arte del retrato se encontraba
realizando un busto del mencionado Cardenal; al saber de su visita al taller
para constatar como iba a adelantando la obra, el maestro se escondió
detrás de unas cortinas esperando escuchar los halagos del prelado. Antonio
siguió trabajando con la naturalidad y la despreocupación que le
proporcionaban sus pocos años. Ante el silencio, después de escuchar los
pasos tras él y saludar ceremoniosamente, esperó las palabras que el
Cardenal pronunciaría después de observar, silencioso y largamente ambas
esculturas: la de Antonio y la de su maestro:
- Muy bien pequeño, muy bien. Serás un gran artista si sigues por este
camino.
Con desagrado, se acercó al otro busto, lo observó seriamente y continuó
dirigiéndose a Antonio:
- Sigue tu idea, vales mucho, no vayas a copiarte de esa cosa tan mal hecha.

Desde ese día fue “protegido” del Cardenal, que veía por su bienestar y
particularmente porque siguiera sus estudios de arte.

En general, poco se sabe de los primeros años de Antonio. Llegan a mí, en


un breve escrito, unas frases de su esposa: “Ya desde su infancia demostró
una especial inclinación para el arte escultórico que se vislumbraba a través
de sus juegos infantiles”; sin embargo, para quien lo conoció, es imposible
imaginárselo serio y circunspecto con aires de niño prodigio dedicado a
quehaceres demasiado maduros para su edad. Las anécdotas juveniles, su
forma sencilla y ligera –tan inusual para la época- de enfrentar los
sinsabores y los obstáculos que en otros hubiesen motivado una reposada
reflexión, nos colocan frente a un ser humano libre y desenfadado -quizás un
tanto impulsivo, al menos en sus años de juventud- que desde siempre tuvo

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la sabiduría natural y suficiente para discriminar y reconocer cuáles asuntos
ameritaban de una verdadera seriedad en la vida y cuáles no valen ni un
breve instante de preocupación, de indignación o de amargura..
Las picardías, travesuras y una inmensa facilidad para hacerse querer de
quien lo conocía, no dejan lugar a dudas de qué tan jovial y abierto fue
siempre el carácter de Antonio.

Menudito, de niño, no llegó a ser un hombre alto ni mucho menos


corpulento. Él, tan enamorado de la perfección encontraba su cabeza un
poco desproporcionada con su cuerpo, lo que era motivo de broma entre él y
sus amigos. No sé si a causa de su estatura o de su carácter tan dado a la
broma, o por ambas razones a la vez, pareció, por mucho tiempo, más joven
de lo que era realmente: “Villarín” lo llamaban muchos de sus amigos y
compañeros de estudios. A diferencia de sus hermanas que en al cabello, la
piel y los ojos guardaban algo de sus antepasados moros; Antonio, además
de sus ojos azulísimos, poseía un cabello castaño claro, de textura muy fina
que se hizo escaso tempranamente; piel blanquísima como un vaso de leche
y la sonrisa como adorno permanente en su rostro.

A partir de 1890, los años transcurren con una velocidad vertiginosa para el
escultor; en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla obtiene un preciado
galardón: la Medalla de las Academias, era ésta la primera de muchísimas y
variadas condecoraciones que recibiría Antonio a través de su vida.

Once años fueron suficientes para que el artista se comprometiera con la


primera de sus obras inolvidables: un Cristo tamaño natural, según sus
propias palabras “tallado en un árbol”; esta obra fue donada al Convento de
las Hermanas de la Cruz, muy cercano a su casa, en la misma calle. El valor
de esta obra es esencialmente sentimental ya que, además de marcar el punto
de partida de la producción artística de Antonio posee, sobre todo, la carga
emocional de un momento doloroso en la vida del jovencísimo artista.
Ilusionado se entregaba diariamente a su trabajo en el tiempo libre del que
disponía, cuando no cumplía con sus horas de estudio en la Academia; sin
embargo, todo el entusiasmo del pequeño escultor debió recibir una gran
descarga de amargura cuando su madre enferma le confió que ella viviría
para ver terminado el Cristo, pero no mucho más. Así, al finalizar la talla, la
madre de Antonio falleció.

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Entonces llega el momento en que, por primera vez, sus hermanas tienen
que “crecer” para convertirse en madres sustitutas del joven artista. Tomaron
ellas una crucial decisión sobre el futuro de su hermano.
Alrededor del año 1892, el ya mencionado Cardenal Espínola, quien estaba
al tanto de las particulares dotes artísticas del niño y de sus admirables
progresos como escultor, decide que es conveniente para éste continuar su
carrera en Madrid donde, bajo la protección de una noble dama prominente y
amante de las artes, Antonio continuaría sus estudios.

MADRID

Por primera vez, y como un hombre en miniatura, Antonio viste chaleco,


guarda el dinero que sus hermanas le dan “en caso de una emergencia” y
sube solito a un tren que lo lleva a su nueva vida.

La España de ese momento histórico vivía una tensa calma política que se
había iniciado con La Restauración, establecida a través de la figura del Rey
Alfonso XII, a la cabeza de una Monarquía Parlamentaria que, a partir de
1885 recaía en los hombros de la reina María Cristina, regente desde la
muerte de su esposo. Sin embargo, fuertes alteraciones sociales perturbaban
el ambiente a causa de una creciente crisis económica que, en el año 86
desencadenó un paro obrero. Descontento y desconcierto desembocaban,
incluso, en preocupantes atentados anarquistas.
La capital se encuentra inquieta y animada por estudiantes que llenaban los
cafés con sus conversaciones sobre política y derechos sociales para distraer
el hambre y el letargo que se apoderaba de la ciudad a causa de las huelgas.
Madrid ventilaba su descontento a los cuatro viento;, Madrid en plena
ebullición y Antoñito llegando a la estación donde no encuentra ningún
rostro familiar; solo, y con dinerito en el bolsillo se siente libre para correr
una pequeña aventura y decide salir a caminar. Llega a un restaurante donde
confunde la ansiedad con hambre, entonces pide “vino, escabeche, una
tortilla y un formidable trozo de carne”, sin embargo, según sus propias
palabras:

No pude comer aquella tarde, tenía como un nudo en la garganta. Dejé todo aquello y me fui al
Teatro de la Zarzuela y cuando en el gran salón, en medio de centenares de espectadores que

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reían y gozaban, me encontré solo, sin poder comunicarme con nadie, dos gruesas lágrimas
rodaron por mis mejillas.2

Afortunadamente, antes de finalizar el día, Antonio había alcanzado su


destino: la suntuosa residencia de la Duquesa de Sevillano y Condesa de la
Vega del Pozo: María Diega Desmaissiéres y Sevillano, aristócrata y
mecenas, opulenta y respetable dama, fue la mujer más rica de España en el
siglo XIX.
Amparado por su protección, Antonio no sólo adquiere conocimientos
artísticos a través de un reconocido maestro, el escultor Mariano Benlliure,
sino que además se enriquece pasando “horas enteras devorando libros en las
bibliotecas”3 y recibe la preparación necesaria para convertirse en un
caballero acostumbrado a cenas formales, reuniones en los salones más
exquisitos de Madrid y a conversaciones con la más rancia aristocracia.
Madrid, para Antoñito, adquiría dimensiones de otro mundo de
configuración infinita e impredecible, lleno de actividad y de diversidad de
gentes. Necesitaba tener mil ojos para ver y un corazón inmenso que
abarcara la totalidad de nuevas sensaciones que ofrecía aquella gran ciudad
donde dejó de ser un niño, casi de golpe, quizá un día en que notó que la
mirada se le enredaba en los lazos y los encajes que adornaban a las
encantadoras damiselas tan diferentes de las adustas y sobrias señoras de
Sevilla.
Me imagino al artista adolescente que, más allá de darse por satisfecho con
alcanzar a ver algún que otro tobillo femenino cuando las damas subían al
tranvía, se dejó seducir por los misterios del cuerpo humano. ¿Qué
fascinante viaje interior, mucho más allá de sus estudios de anatomía, debió
realizar Antonio para tomar conciencia de los misterios del cuerpo humano?
¿Cómo se llevó a cabo el aprendizaje que lo sensibilizó para saber
concentrar toda su atención en un determinado tendón que, mágico, aparece
y un segundo después, es imperceptible a la vista? ¿Cuando descubrió las
cualidades de una piel diáfana brillante a la luz del sol? ¿Cómo comprendió
el movimiento interno que tensa y perturba la forma de una pantorrilla? ¿En
qué momento conoció, Antonio, la morbidez de unas caderas desnudas o la
aterciopelada elasticidad de un vientre femenino? ¿Cómo supo, Antoñito, de
manos trabajadoras llenas de durezas y de espaldas rígidas y sudorosas?
¿Cómo asimiló las formas de caballos, de ángeles, de rasos? Porque

2
Este testimonio aparece, textualmente, en una entrevista que se encuentra en un periódico cuya fecha,
nombre y ciudad de publicación, son ilegibles.
3
Ídem nota anterior

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cualquier cosa, cualquier ser, fuese carnal, puro espíritu o incluso exánime,
era incapaz de escaparse de las manos de Antonio.

En su primera fase, la escultura de Antonio es más rígida ya que es muy detallista y la busqueda
de la perfección es su constante obsesión. Interpretar la realidad de la manera más verosímil,
parece ser su motivo primordial. (Correo electrónico, A. Ureña, 22/05/2008)

La Condesa modela al joven en educación y modales privilegiados que


caracterizarán, durante toda su vida a Antonio; más aun, aconsejado por la
dama, él decide imprimir un giro aristocrático a su apellido: el Rodríguez
Villar original se convierte en Rodríguez “del” Villar, un apellido
“compuesto” más sonoro, más pomposo, con más sabor artístico, aunque
sirviera en tan pocas oportunidades para permanecer grabado en sus obras.
Data, probablemente, de esta época y motivado por su educación rigurosa y
minuciosa, su energía incansable para el trabajo y su entrega constante y
consecuente con el fin de dominar los misterios de aquel oficio que lo había
convertido en celebridad prematura, merecedor de halagos, honores y
respeto con los que él siempre supo manejarse de maravilla: creció con ellos
y, si no fue un ejemplo de humildad, tampoco se sentía a gusto
vanagloriándose: dejaba que su arte hablara por él.
Aprendió las virtudes de ser discreto y elegante presumiendo el orgullo que
le proporcionaban sus mejores obras.

La capital era el espacio perfecto para seguir una carrera exitosa y


convertirse en una celebridad en poco tiempo:

En Madrid lo tenía todo: cariño, estimación, dinero, perspectivas cercanas de llegar, sin grandes
esfuerzos, sólo con dejarse conducir con cierta docilidad, a los cenáculos en los que la gloria
oficial se concertaba (El Mundo de San Juan, Antonio Rodríguez…,21/06/1933)

Y era allí donde se encontraba el problema: en la “docilidad” de la que


Antonio carecía.

El mundo de Antonio se albergaba, ahora, en espacios que sobrepasaban a


Madrid. Su aprendizaje y sus lecturas lo llevaban a viajes aun más lejanos
acompañado por Dante, Horacio y Virgilio, a pesar de que su espíritu,
siempre españolísimo, se dejara conquistar, de por vida, por el Duque de
Rivas cuyos romances y sonetos recordaba, todavía, perfectamente a sus
noventa años:

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“…

No profane mi palacio
un fementido traidor
que contra su rey combate
y que a su patria vendió.

Pues si él es de reyes primo,


primo de reyes soy yo,
y conde de Benavente
si él es duque de Borbón.

"Llevándole de ventaja,
que nunca jamás manchó
la traición mi noble sangre,
y haber nacido español.

…”
Romance I,(fragmento) , Duque de Rivas)

Mozart, Beethoven y Schubert los tenía en su corazón, probablemente desde


la época de Sevilla cuando siendo muy niño pidió a sus padres un violín.
Wagner fue, seguramente posterior, sin embargo, no puedo imaginar una
música que se ajuste mejor al aspecto grandioso de las esculturas y
monumentos que realizaría en el transcurso de su vida, que la de óperas
como Loengrin, Parsifal y Tannhäuser, que fueron sus predilectas.

Crecía Antonio, sevillano-madrileño y conservó esa naturaleza dual, no sólo


en su arte sino en la forma de ver la vida: bohemio-aristocrático, clásico-
amotinado, místico-sensualista. De este periodo, junto al gran maestro
Benlliure, data un busto del Ministro Cánovas del Castillo y lo que en
algunas entrevistas se describe como una “alegoría” y en otras como “retrato
o “busto” de la Reina Regente María Cristina; ésas entre muchas otras obras
que, probablemente él consideró sin importancia después de algunos años,
ya que no existe documentación sobre ellas.

Así, la curiosidad que lo caracterizaba y la “docilidad” de la que Antonio


carecía, lo motivaron a poner su mirada en Italia “prefiriendo la libertad, a la
maternal exigencia de la dama [la Duquesa] que le imponía la dura
condición de no salir de Madrid” (El Mundo de San Juan, Antonio
Rodríguez…,21/06/1933)

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Cuando le dijo a la Duquesa que se marchaba a Roma, que quería ir a la Ciudad Eterna, donde
quería realizar su formación artística, la dama se limitó a advertirle con una mansa entereza que,
si la desobedecía, no esperase nada de ella en el futuro, ninguna merced…(El Mundo de San
Juan, Antonio Rodríguez…,21/06/1933)

Es éste el comienzo de un largo viaje que emprende Antonio, esencialmente


impulsado por una necesidad espiritual impostergable:

Me asfixiaba en Madrid, quería volar, conocer otras tierras y otras gentes, beber la inspiración en
las mismas fuentes del Arte… ¡Cómo soñaba entonces con Roma, la ciudad de los césares y los
Papas, cuna de nuestra civilización (Periódico de Sevilla, 1940)

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CAPÍTULO II

LOS AÑOS DE ESTUDIO


(1898-1908)

ITALIA

En 1898, Antonio decide, inobjetablemente, establecerse en Roma durante


un tiempo, con el fin de ampliar sus estudios. A partir de ese momento, el
estilo de Rodríguez del Villar se establece firme, individual y perfectamente
delineado:

Se enmarca en la contemporaneidad de los artistas europeos (españoles e italianos) orgullosos de


pertenecer a una tradición NEO CLASICISTA fuera de los movimientos modernos [para la
época]. Esta posición contrapuesta a lo Moderno, que denota una obra “REACCIONARIA”
(entre comillas) es el eje esencial en España e Italia, fruto de situaciones y sensaciones por las
cuales pasaba la sociedad, que también fueron el origen de maravillosas obras donde el orgullo
clásico viene interpretado de una nueva manera. Actualmente vivimos un proceso de
REHABILITACIÖN y de ESTUDIO de ese periodo.(Correo electrónico, Ureña, A.,28/05/2008)

El joven Antonio confirma, a través de su obra y de sus convicciones, un


apego incondicional a la forma clásica: “Los griegos dijeron la última
palabra”. Su posición se hace claramente opuesta al vanguardismo. Esencial
y profundamente neoclásico, Antonio es drástico, calificando al
impresionismo como “arte de efecto”…”el color seduce y fascina, llena
muchos vacíos”, expresa. En ese momento se compromete completamente, y
de por vida, con la escultura, donde el desafío de la forma ejerce una
demanda particularmente intensa sobre el artista, para quien los límites de su
creación, sólo le permiten moverse en una zona más estrecha y exigente,

18
carente de la llamativa atracción con la que el color se impone sobre el
observador.

A pesar de la desaprobación de la Condesa, Antonio no carecía de respaldos


y apoyo cuando salió de Madrid: una beca de estudio e importantes cartas de
recomendación firmadas por personajes del mundo de la nobleza y del
ambiente artístico, aseguraban una cómoda estadía para el joven escultor en
Roma.

Una vez establecido, continuó sus estudios de arte de una manera más
integral: pintura, escultura y arquitectura, le proporcionaron las fuertes bases
sobre las que trabajaría Antonio el resto de su vida. Desconocemos quienes
fueron sus maestros y sus guías; sin embargo, es obvio que su acercamiento
al mundo clásico pareciera colmar la insaciable sed de ver y experimentar
las creaciones esenciales del arte clásico, al menos temporalmente, ya que
éste es apenas el principio del viaje que realizaría el artista, posteriormente,
más allá del continente europeo.
Fue en Roma, también, donde Antonio tuvo la oportunidad de sentirse
absolutamente libre, por primera vez. Datan de esa época anécdotas
juveniles que develan el carácter despreocupado de Antoñito y su, más que
obvio, sentido del humor. Así, en una ocasión decidió recorrer junto a un
amigo, las calles centrales de la ciudad en bicicleta a la mayor velocidad que
les permitían sus piernas. El asunto no sería digno de contarse si no fuera por
la particular ocurrencia de colocarse, ambos ciclistas improvisados, sendas
pieles de animales salvajes, incluidas las cabezas con las amenazadoras
fauces abiertas. La historia, relatada por Antonio, parecía nueva y fresca en
todas y cada una de las ocasiones en que, entre risas y aspavientos, imitaba
las expresiones de los peatones que pasaban del susto a la sorpresa para
finalizar en la risa.
No era muy formal Antoñito, el joven escultor, quien residiendo como
huésped en un encantador “palazzo” cuya tradición incluía un fantasma,
decidió asumir el papel del fallecido “Cura Piccolo”. Durante una cena
formal, decidió Villarín perturbó la paz del palacio, pintándose de blanco y
vistiendo una sábana; para preparar el ambiente, emitió chillidos
inquietantes antes de hacer su aparición ante los invitados: la reacción, según
sus propias palabras, fue apoteósica.
Platos y copas volaron por los aires, lanzados por los comensales hacia la
presencia, no tan etérea, del improvisado fantasma que, aporreado, golpeado

19
y absolutamente sorprendido por el éxito de su fugaz aparición, no se atrevió
a develar a sus anfitriones la identidad secreta del perturbador fantasma.

Más allá de las diversiones y del día a día de Antonio, es esencial un


trascendental testimonio de la seriedad y el ahínco con que el joven artista se
entregaba a sus estudios y a su arte.
En el año 1898, cuando apenas contaba 18 años, se llevó a cabo una
selección entre escultores que, en ese momento se encontraban en Roma,
para erigirle un monumento al fallecido Papa Pío IX, el comisionado para tal
fin, era un caballero de origen peruano, José Sevilla, nombrado por los ex
zuavos4, para tal fin. Católico –más de convicción que de educación, como
lo revelan algunos testimonios- para Antonio representó un orgullo y una
inmensa distinción ser el elegido para la realización de este monumento que
representó una experiencia única.
A continuación transcribo, textualmente, la breve narración contenida en un
manuscrito de Antonio Rodríguez del Villar, explicando algunos de los
ceremoniosos preparativos para la realización de la obra mencionada:

Mi humilde estudio en la Via Tassso, cerca de la Escala Santa de Santa María Mayor, fue visitado
por sus Eminencias los Cardenales del Sacro Colegio. Sus Eminencias (Vicente V…, Serafino
V…5) me facilitaron las vestiduras para que me sirvieran de modelo para hacer la estatua de Pío
IX. También tuve el honor de recibir a Monseñor B…6, comisionado por Su Santidad para ver el
monumento, como también el Padre Martín M…7, de los Padres Jesuitas, e infinidad de
personajes. Este monumento se pensaba colocar en una playa de Sinigaglia, ciudad donde naciera
S.S. Pío IX, para lo cual visitamos a S.S. Pío X con el objeto de que nos indicara el lugar donde
se colocaría el monumento y este Santo Varón nos dijo:
-Los santos están bien en la iglesia, y como S.S. Pío IX será quizás canonizado ¡Ponedlo en la
iglesia!
-Y ¿dónde, Beatísimo Padre? – le preguntó don José Sevilla
- ¡En la Catedral de Sinigaglia!
Y cogiéndome de los brazos me levantó y dijo:
-¡Álzate, buen español!
Y así terminó esa audiencia que recordaré toda la vida.

Este escrito fue realizado muchos años después del hecho, en 1954, cuando
a través de la prensa se notificaba la canonización de Pío X. Más adelante,
en el manuscrito, Antonio continúa:
4
Los denominados Zuavos Pontificios, constituyeron una de las fuerzas armadas que, junto a gendarmes,
artilleros y suizos, defendieron la capital del mundo cristiano de las tropas piamontesas, durante el papado
de S.S. Pío IX, en septiembre del año 1870 . (Ver: http://www.lozuavipontificio.net/armeria/gli-zuavi-
pontifici/)
5
Los apellidos en el original son ilegibles
6
Ídem
7
Ídem

20
…como es natural, me produjo una gran emoción [la noticia de la canonización] que me hizo
recordar aquellos momentos de mi juventud en que tuve la felicidad de comunicarme con un
Santo en aquella época llena de ilusiones y de belleza, rodeado de un grupo de artistas: escultores,
pintores, arquitectos y músicos que todos fueron célebres…

Italia como nación, contaba con algo más de 30 años, su estabilidad interna
estaba sometida a graves problemas sociales y la débil imagen política que
poseía el gobierno8; además, sufría los embates de una Europa
convulsionada donde las grandes potencias originaban una permanente
tensión debida a sus ansias de poder. Pese a todo, se firmaban constantes
acuerdos entre las naciones con la esperanza de mantener el respeto
necesario para conservar la paz.

Durante sus años de estudio en Roma, Antonio viajaba a Sevilla a visitar a


sus hermanas, sin embargo, París representaba una atracción constante para
el joven escultor; París hacía sentir su influencia, no sólo económica, en la
vida italiana9; más allá de la política, imponía su huella artística a través del
efervescente surgimiento de movimientos destinados a alterar los preceptos
convencionales que hasta ese momento habían definido al Arte. Cómo no
visitar aquél país en el que las enciclopedias escolares proclamaban: “La
civilisation française s´étend a travers le monde entier”(La civilización
francesa se extiende a través del mundo entero)10 (Histoire Critique…,1993, 10).
Contrastar con esas nuevas ideas, las suyas era un asunto esencial para
madurar y afianzar sus propios principios estéticos y sus conceptos sobre el
Arte, en general:

De vez en cuando visita París para conocer las extravagancias, las audacias, las osadías del Arte
revolucionario y asimilar el alma francesa. 11

Esas “extravagancias”, “audacias” y “osadías” estaban representadas por


novedosos planteamientos artísticos que, desde París, trasladaban el enfoque
de los nuevos movimientos estéticos hacia un punto de vista cada vez más
alejado del Clasicismo, fuente de inspiración esencial de Antonio.
Clasicismo que regulaba su técnica y sus convicciones sobre lo que la obra
debía transmitir:

8
El 30 de julio de 1900, descontento ante una revuelta laboral, un anarquista asesina al Rey de Italia
Umberto I
9
En 1898 se firmó un Acuerdo Comercial Franco-Italiano
10
Traducción de la autora
11
Cita tomada de recorte de periódico con nombre y fecha ilegibles.

21
El Arte ha de llegar al alma de todas las mentes humanas y todo hombre ha de sentir la vibración
de lo bello ante la obra que contempla (…)
El Arte puede llamarse así cuando deja en el espíritu del que lo contempla, un recuerdo
imperecedero y que al evocarlo sienta la misma emoción. 12

Esta idea de Rodríguez del Villar, tan directa y claramente expresada, no


deja de llamar la atención por su semejanza al planteamiento expresado por
G. A. Aurier en el Mercurio de France (9/02/1891) al exponer los preceptos
del Simbolismo: “Asimismo, esta creación artística debería ser subjetiva,
decorativa y emotiva; debería provocar un “estremecimiento del alma””
(Pijoan (b), 1970, p.17). Este “estremecimiento del alma” ¿no se asemeja
ampliamente a “la vibración de lo bello” y al “recuerdo imperecedero” tan
intenso como para convertirse en “la misma emoción” con sólo evocar la
obra de arte?

Sintiéndose esencialmente renacentista, Rodríguez del Villar mostró, a


través de toda su creación, la absoluta subordinación de cualquier otro valor
a la Belleza; sin embargo, en sus grandes monumentos o en sus trabajos
decorativos – pertenecientes a su periodo más fructífero- donde podía
permitirse una mayor libertad para la imaginación y la creatividad se observa
una tendencia “ideista” y “sintética”13 propia del Simbolismo.
Es de suponer que, si bien en su estilo personal se observa una marcada
tendencia neoclásica en la que “la belleza se considera una cualidad del
objeto que nosotros percibimos como bello” (Eco, p.275); esto no impide que
su obra incluya las influencias de otras tendencias. Es importante tomar en
cuenta que Rodríguez del Villar no es un artista clásico y que su estilo no
debe identificarse con el academicismo que constituiría un
perfeccionamiento técnico alejado de la intensa sensibilidad, de la
“emoción”, de la “vibración de lo bello”, “del estremecimiento del alma”. Es
por ello que la rigidez de un personaje histórico, la técnica impecable a la
hora de reproducir la exactitud de unos rasgos son, frecuentemente
traicionados por una inclinación de la cabeza o por una sonrisa apenas
dibujada que delatan la pasión de un escultor que “buscaba el alma de lo que
modelaba”14

12
Fragmento tomado de un manuscrito de Antonio Rodríguez del Villar donde expresa opiniones sobre el
arte moderno. SF
13
Los conceptos. “ideista” (representativo de una idea) y “sintético” (proporcionar a las formas una
significación general), aparecen entre los preceptos del Simbolismo, según Georges Albert Aurier,
publicados en el Mercure de France, 09/02/1981. Ver: Pijoan, Historia del Arte, T. IX, p. 17
14
Esta frase aparece en un breve escrito de la esposa del artista. S.F:

22
Sin embargo, París era, desde luego, mucho más que estudio; el espíritu de
Antonio, impulsivo y ansioso por vivir, por conocer y por saturar su
existencia de experiencias, no contaba con más censura y más medida que la
rectitud de sus propias convicciones y la moral que, amorosamente, le había
sido inculcada en su hogar. Libre y desprovisto de falsos prejuicios –como
lo fue durante toda su vida- la compleja sensibilidad de Antonio lo había
impulsado a acudir, místico y casi etéreo, a la Plaza de San Pedro ante la
primera bendición de Pió X; pero también había revuelto su curiosidad
masculina y juvenil para que disfrutara en el Moulin Rouge del escandaloso
baile del Can-Can. El principio de siglo en Europa, para un artista que
rondaba los veinte años, daba espacio para todo eso y más…Existe un
variado testimonio fotográfico que nos presenta, visualmente quién era aquel
Antonio: bromeando en una representación dramática junto a sus
compañeros; disfrutando en una reunión vestido de gala con un frac
impecable, al estilo Place Vendôme y una espléndida sonrisa de “bon
vivant”15 incorregible o en una plaza, delante de una fuente con una pose
algo estudiada, sosteniendo en el brazo su gabardina y vistiendo una sencilla
“americana” -denominación que, en aquel entonces, recibían las levitas
cortas y que Antonio utilizó siempre para referirse a cualquier tipo de
chaqueta.

Su maestro, Mariano Benlliure le escribe en 1901 agradecido por la


felicitación que le enviara Antonio por su “entrada a la Academia”,
expresando sus deseos porque se encontrara “completamente restablecido” –
no sabemos qué mal pudo aquejar a Antonio en ese momento- y firma “tu
amigo y maestro”.16 Y a pesar de que el maestro espera su regreso con gran
cantidad de trabajo que ofrecerle y de que “mucho lo echa de menos”;
Antonio toma la decisión de emprender un nuevo viaje que lo lleva en
dirección opuesta a España.

ORIENTE

15
Termino usado en los siglos XVIII y XIX para designar al “amigo del buen vivir”. Persona bohemia o
dandy. Cultivar la ociosidad, la elegancia o la extravagancia en el vestir, gustar de la buena mesa y bebida,
pueden considerarse rasgos del bon vivant”. (http://es.wiktionary.org/wiki/bon_vivant)
16
Se conserva el original de esta carta, de puño y letra del maestro Benlliure, fechada el 19/10/ 1901.

23
Alrededor de 1904; Antonio toma una nueva decisión en Italia:

Aquello me abrió el camino. Pero yo no me conformaba con estudiar el arte en Roma. Yo quería
estudiar la escultura desde su origen y marché a Egipto; mis pasos recorrieron Luxor, las Ruinas
de Menfis, las Pirámides milenarias. De allí pasé a Grecia. ¡Oh Grecia! El ideal de todos los
artistas, la patria de Fidias y Praxísteles (Periódico de Sevilla,”Antonio Rodríguez del Villar…”,
1940)

Varios años duraría el recorrido de Antonio por Turquía, Grecia, Etiopía y


Egipto que, a pesar verse en peligro de guerra en 1904, no intimidó al joven
artista para ser un importante destino en su itinerario. No existe un registro
detallado de su recorrido por Oriente, apenas algunas anécdotas de lo que
fue un largo viaje, esencialmente de carácter académico. Es probable que
tomara el Expreso de Oriente, medio de transporte tan frecuente en la época,
para llegar hasta Turquía:

Cuando viajé a Oriente con el fin de contemplar y adquirir conocimientos de las hermosas obras
griegas llegué a Atenas sin saber el idioma y sin encontrar a nadie que me sirviera de intérprete.
Entonces entré en una librería y por señas pedí las postales donde hubiese algo que me
interesase.. Entonces se las di al cochero dándole a entender que quería visitar todos aquellos
lugares. El buen hombre comprendió y, durante tres días no cesé de admirar aquellas maravillas.
Seguí visitando otras ciudades por el mismo procedimiento y, al cabo de un tiempo, ya había
encontrado la manera de comunicarme con los demás. 17

A pesar de que Antonio viajaba solo, nunca le faltaron –ni en este viaje ni
en ningún otro- relaciones, contactos valiosos, familias notables que lo
hospedaran o lo presentaran a personajes de importancia. Aunque no
perteneciera a una familia noble –a pesar de haber heredado un titulo de
Conde de Torrijos, de un tío suyo-, sus amistades aristócratas fueron durante
largo tiempo, fieles y constantes. El carácter dulce de Antonio y su
constancia sembraban simpatías y afectos incondicionales que propiciaron
el hecho de que su carrera de artista se convirtiera en su medio de vida;
encargos proyectos, trabajos particulares y oficiales facilitaron su
subsistencia en cualquier país donde se encontrara. Formalmente –tal como
aparece en sus pasaportes- su profesión era la de escultor y salvo algunas
temporadas de su vida en las que ejerció cargos diplomáticos, siempre vivió
del arte. Reuniones, cartas de presentación, cenas…la vida social de Antonio
formaba parte de su trabajo; difícil situación la de mezclar amigos con
negocios, sin embargo está muy claro que era generoso con su cariño,
además de afectuoso y expresivo: era un lujo que se permitía en su

17
Este texto pertenece a un par de hojas escritas a máquina por el escultor, donde relata, brevemente
algunas de sus anécdotas.

24
comportamiento con los más cercanos a su corazón con quienes no se sentía
a gusto siendo, simplemente, simpático y agradable.

Mucho más fácil sería para los artistas renacentistas o para los pintores
oficiales de alguna casa real; Antonio era un espíritu libre, lo fue hasta casi
llegar a ser un anciano: la libertad y la independencia fueron en él
características definitorias de su personalidad.

Sus estudios sobre anatomía y su búsqueda por ver y conocer de cerca todo
lo que le interesaba lo llevaron a Etiopía con el interés de trabajar en la
arcilla plasmando la belleza de los rasgos y las características anatómicas de
una raza diferente. Este realismo al reproducir el cuerpo humano se convirtió
en una huella personal a través de toda su obra, y si no contamos con los
trabajos realizados durante esta etapa, basta con observar detenidamente sus
indios cuyos cuerpos y rostros se apegan detalladamente a las características
propias de esa raza18.

Las impresiones de su viaje a Egipto, fueron particularmente inolvidables y


son varias las singulares anécdotas, vividas por él durante ese recorrido.

Nunca pude satisfacer mis ansias de conocimientos artísticos con la sola contemplación de las
obras maravillosas a través de libros y fotografías. Era para mí una necesidad el ver con mis
propios ojos el Arte, herencia de la humanidad. Por eso sentía obsesión de ver las Pirámides y me
dirigí a El Cairo. (Periódico de Sevilla,”Antonio Rodríguez del Villar…”, 1940).

Al no existir, en aquella época, caminos o rutas de fácil acceso hacia las


Pirámides, Antonio debió contratar a un beduino19 que le acompañó
utilizando el único medio de transporte que existía: fueron en sendos
burros…y no sólo en una ocasión; ya que el caprichoso Antonio, a pesar de
las dificultades que implicaba, anhelaba encontrarse, durante la noche, en
aquel inigualable paisaje. Mucho más difícil fue encontrar un guía nocturno
ya que las gentes del lugar temían la zona en la oscuridad, sin embargo el
poder de convencimiento del joven fue, al parecer, irrefutable y allí se
encontró Antonio “con una magnífica noche estrellada iluminando toda
aquella magnificencia y en total soledad”20 , aunque me imagino que no muy

18
Más adelante analizaremos con más detenimiento esta obra: Monumento al Indio Mara, que se encuentra
en la ciudad de Maracaibo, Venezuela.
19
(Del fr. bédouin, y este del ár. clás. badawī). adj. Se dice de los árabes nómadas que habitan su país
originario o viven esparcidos por Siria y el África septentrional. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?
TIPO_BUS=3&LEMA=beduino
20
Texto perteneciente a las notas del escultor

25
lejos el aterrado guía se escondía de quién sabe que fantasmagóricas
presencias o amenazas absolutamente terrenales.

Existe, también, testimonio escrito de su visita a la Tumba de los Bueyes de


Apis:

En aquel tiempo las Tumbas estaban cubiertas por las arenas del desierto, pero un beduino,
verdadero gigante de musculatura formidable, bello modelo para esculpir en mármol, me ofreció
llevarme al lugar.
Llegados allá, me mostró una especie de brocal de un (…) 21tapado con una puerta. Bajamos por
allí por unas escaleras talladas en la roca y pude ver la magnífica obra que es capaz de realizar la
imaginación del hombre.22

Y una brevísima narración ante el río Nilo:

Estando contemplando el Nilo en un atardecer, un sinnúmero de ideas acudían a mi mente,


relacionadas con el pasado bíblico y como si esto hubiese sido una inspiración, se acerco a mí un
hombre del lugar, con una silla. Extrañome aquella acción, y al preguntarle la causa me
respondió: Siéntese, pues aquí fue donde encontraron la cuna de Moisés.

El recorrido de Antonio duró varios años, durante los cuales, probablemente


regresaría a Europa y, seguramente, a Sevilla a visitar a sus hermanas; el
apego que mostró posteriormente a ellas y el cariño entrañable y
agradecimiento que transmitía en sus comentarios sobre era suficiente
indicativo de qué tan importantes fueron en su vida.

Lamentablemente, Antonio Rodríguez del Villar nunca se sentó frente a un


interlocutor a contar su historia que, incluso para sus hijos y su esposa,
contenía espacios en blanco. A mi parecer una serie de factores influyen en
estas omisiones, principalmente la naturalidad –más que humildad- que
experimentaba Antonio ante los hechos de su propia existencia y la
intensidad aunada a la extensión de esa biografía: constantes viajes, cientos
de personajes célebres, obras que, a veces, omitía en entrevistas o en
encuentros familiares y que alguno de sus hijos le recordaba.
Entre sus papeles una carta, fechada el 17 de marzo de 1906, es de utilidad
para verificar la época en que se encontraba en Atenas, además de ubicarnos,
someramente, en el ambiente que frecuentaba Antonio en esa ciudad. El
nombre de quien firma la carta es ilegible, sin embargo el membrete:
“Embajada de España, cerca de la Santa Sede” nos sugiere que el remitente
pertenecía al cuerpo diplomático –así como la información que ofrece en la
21
Palabra ilegible en el original.
22
Ídem. nota 17

26
carta- su lenguaje es cálido amistoso y de mucha confianza con Antonio, lo
que nos dice mucho sobre el ambiente que rodeaba al jovencísimo maestro
del Villar en Italia. En el texto se hace mención a una carta anterior escrita
por Antonio desde Constantinopla, sin embargo, la información más
colorida y sugerente se cita, a continuación:

Al contestarle a ésta [la carta enviada desde Constantinopla] le ruego vaya al Hotel Victoria y
pregunte por la Princesa Aristardi, a primeros de enero tuve una postal de su hija Melek que me
daba esta dirección en Atenas. Como quería escribirle extensamente, no lo he hecho. Si están ahí,
véalas. Melek habla muy bien el español, como el italiano, el inglés, alemán, ruso, turco, griego y
no sé cuántas lenguas más. Han vivido en Roma muchos años y son amigas mías desde la otra
vez en que yo vine de Agregado a Roma. Cuénteles cosas mías y esto les valdrá más que una
carta(…)El marido de la Princesa fue, durante muchos años, el Gobernador de la Isla de Samos
(Carta, 17/03/1906)

¡Cuántos personajes como esta Melek que no se sabía “cuantas lenguas”


hablaba, conoció Antonio en sus viajes! Princesas, personajes legendarios,
cardenales, presidentes artistas, héroes de guerra, personajes históricos
poblaron su mundo, acercándosele y posando para él.

Durante su recorrido, Antonio fue un afortunado al poder conocer “esos


clásicos lugares que según prosaica gente no compensan las molestias del
viaje y lo inconfortable de la residencia” (Carta, 17/03/1906). Visitaba esos
lugares y en la misma medida en que aumentaban sus conocimientos lo
hacía su curiosidad y su deseo de conocer más.

No hay testimonios de la obra que haya realizado Antonio durante estos


años, probablemente bustos de encargo particular o esculturas y tallas de
pequeño formato que, sin duda, le ayudarían a continuar su viaje pero sobre
las cuales él no menciona –quizá por considerar de poca importancia o por
olvido- como parte de su obra, en general.

Al finalizar este recorrido de estudios vuelve a París, donde permanece por


poco tiempo, para partir de nuevo a Roma. Probablemente en 1908 recibe
una proposición para irse a México con el fin de realizar parte de la
decoración escultórica del Teatro Nacional, idea que debió parecer
fascinante a Antonio, siempre ansioso por conocer nuevos horizontes útiles
para sus necesarios estudios sobre la civilización y la anatomía indígena.

27
CAPÍTULO III

AMÉRICA, POR PRIMERA VEZ


(1908-1915)

28
MÉXICO

De nuevo nos encontramos con escasa información sobre Antonio. No


existen documentos fotográficos sobre su trabajo en México, ni
especificaciones acerca de la obra realizada o sobre el área del la edificación
en la que realizó su trabajo. Probablemente, la contratación no se llevó a
cabo directamente; en esa época, los artistas trabajaban grandes obras en
grupo o para talleres de renombre que llevaban a cabo la obra. De cualquier
manera, sólo sería posible identificar o, por lo menos, realizar un estudio
comparativo mediante una observación directa y minuciosa de la decoración
del Teatro, en general, para establecer una relación entre ésta y los trabajos
de escultura decorativa realizados por Antonio.
Sin embargo, poco tiempo permanece Antonio en México, a principios de
1909, lo encontramos ya en Estados Unidos donde permanecerá alrededor de
seis años.

ESTADOS UNIDOS

Como sucedía, generalmente, Rodríguez del Villar manejaba los obstáculos


con inteligencia y practicidad; Nueva York fue la ciudad donde decidió
establecerse y allí busco la forma de solucionar un molesto inconveniente: el
idioma. Con la idea de resolver este problema lo antes posible, compra un
diccionario y un ejemplar de las Obras Completas de William Shakespeare,
por supuesto, en inglés; fue así como adquirió sus conocimientos esenciales
en la nueva lengua que fue perfeccionando a través de la práctica.

Comienza aquí la etapa de incansable y constante creación de Antonio que


no se detendrá, prácticamente, hasta los últimos días de su vida: “Estas
manos mías sólo hallan el descanso y la felicidad en el barro de sus
creaciones”23

23
Tomado de las notas breves de su esposa.

29
Según sus propias palabras, Antonio viaja a Nueva York para “realizar un
trabajo encargado por medio de unos amigos”, sin embargo su ingenio y las
circunstancias fueron propicias para que su llegada a la ciudad fuera motivo
de revuelo.
Tres días antes del aniversario de la muerte de Abraham Lincoln, Antonio
encontraba hospedaje en la casa de unos conocidos, eran días fríos y en
particular la última nevada había sido intensa; entonces surge, en él, la idea
de modelar, allí mismo, un busto del ex presidente. Así, mientras unas
jóvenes le ayudaban amasando bolas de nieve, Antonio iba modelando el
busto. Al verlo trabajar, las personas que pasaban corrieron la voz y al cabo
de un rato se formó una larga fila de curiosos que duró todo el día; tantos
fueron los admiradores de la obra que fue necesaria la policía para preservar
el orden. Tres días duró la obra perfecta, impecable ya que en ese tiempo no
llovió ni nevó pero la helada fue tan intensa que sirvió para conservar el
busto “con el aspecto y la contextura del alabastro”, según palabras del
propio Antonio. Durante esos tres días, el público fue constante, incluso se
habló en los periódicos sobre el acontecimiento, absolutamente insólito para
la época. Antonio había manejado sabiamente una fantástica estrategia
publicitaria: aquel suceso le valió una considerable cantidad de encargos.

De allí en adelante, no sólo fueron útiles relaciones y contactos, con el paso


del tiempo Antonio iba adquiriendo cierta fama a causa de sus obras y, al
llegar a cualquier ciudad, importantes periódicos lo entrevistaban y
realizaban resúmenes de su vida y obra. Son muchos los documentos
periodísticos que han llegado a mis manos, los cuales se inician con la frase:
“Nos visita el reconocido autor del Monumento de Carabobo…” o “Durante
una breve temporada fijará residencia en nuestro país el célebre escultor
Antonio Rodríguez del Villar…”. Esas publicaciones no sólo sirvieron como
medio de publicidad útil para Antonio durante su vida profesional, al pasar
el tiempo, se han convertido en una esencial fuente de información para
descubrir información y para entender muchos aspectos sobre la
personalidad y la trayectoria de Antonio Rodríguez del Villar.

En el año 1909, Antonio realiza uno de sus trabajos más cercanos a su


corazón; aunque no poseen la grandiosidad de sus monumentos, los Doce
Músicos Sagrados, tallados en roble para el Coro de la Catedral de San Juan
el Divino en Nueva York; representan una exquisita demostración de la
delicadeza con que Antonio supo trabajar la madera. El encargo, al parecer,

30
no le fue realizado directamente sino a través de la firma de John Barber &
Company.

La Guía de la Catedral, publicación que muestra una explicación detallada


sobre la decoración de la hermosa edificación, especifica:

The Choir Stalls, rising in three tiers on each side of the Choir proper, were designed by Hems
and La Ferge from studies of the stalls in the Cathedral of San Domenico, Taormina, Sicilia.
They are of oak and were made by the John Barber Company, of Philadelphia. The finials of the
stalls are figures of great musicians and composers of church music, represented in the costumes
of their day.24

(Las Sillas del Coro, que ascienden en tres niveles a cada lado del Coro, propiamente dicho,
fueron diseñadas por Hems y La Ferge, a partir de estudios sobre las sillas del Coro en la catedral
de San Domenico, Taormina, Sicilia. Estan fabricadas en roble y fueron hechas por la Compañía
John Barber de Filadelfia. Los extremos de las Sillas están rematados por figuras de los grandes
músicos y compositores de música sacra, representados en los ropajes de su época) 25

Los músicos que componen esta decoración son: David, Asaph, Santa
Cecilia, Palestrina, Purcell, Haydn, Mendelsohn, San Gregorio el Grande,
Talus, Bach, Haendel y Bertniansky.

La detallada minuciosidad del trabajo no sólo en las proporciones sino en la


posición, expresión y detalles de los ropajes de los personajes refleja,
además del cuidado, la destreza y perfección con que Antonio dominaba la
talla en madera, respetando la textura y delicadeza del material; todo ello a
pesar de que, lamentablemente, fueron pocos los trabajos realizados por él
en este material y, apenas este grupo de Músicos, el único que menciona el
autor y del que poseo un respaldo fotográfico enviado por el Archivista
Episcopal de Nueva York.

A partir de esta época, existe una descripción más detallada de la obra de


Rodríguez del Villar: nombre y ubicación de las esculturas y, en muchos
casos, anécdotas y descripción de la realización de algunas de las obras, así
como documentación fotográfica. Toda esta información, transmitida a
través de sus breves notas o, la mayoría, en periódicos; además de lo que él
mismo comunicaba en sus conversaciones.

24
Este texto está copiado directamente de un correo electrónico (07/03/2006) enviado a la autora por
Wayne H. Kempton, Archivista Episcopal de la Diócesis de Nueva York, quien amablemente adjuntó,
también, un valioso material fotográfico de las esculturas.
25
Traducción de la autora

31
Comienza en Estados Unidos la producción de una serie de bustos
inolvidables para el escultor, entre ellos: busto del Presidente Taft, del
banquero Pierpont Morgan y un tercero del célebre héroe japonés de la
Batalla de Port-Arthur26, el Almirante Togo (1911), que sólo posó siete horas
para Antonio, al encontrarse de paso por Nueva York. Lamentablemente no
existe documentación o testimonios sobre la posible ubicación de estas
esculturas, lo que ameritaría un intenso trabajo de investigación que permita
su localización.

Un busto del General Santander así como el de George Washington fueron


realizados para el Palacio de la Unión Panamericana27

La Sociedad Hispánica28 realizó el encargo de un busto del pintor Joaquín


Sorolla, cuya copia mereció Medalla de Plata en la Exposición de Valencia,
España.29

En una de sus entrevistas30, Antonio hace mención a un Monumento a la


Paz Universal, del que existía una maqueta y que se planificaba realizar en
Estados Unidos, sin embargo no existe más información sobre éste.

Fueron intensos en acontecimientos los años que vivió Antonio en los


Estados Unidos, inquietudes sociales, descontentos políticos y económicos.
Sin embargo fue allí donde, por primera vez acude Antonio al
cinematógrafo, donde tiene noticias sobre el Cubismo y el Futurismo
La tendencia al exceso está perfectamente marcada a lo largo de la historia pero es en el siglo XX
cuando la expresión de lo excesivo y el ansia por transigir los límites de la sociedad burguesa se
magnifican hasta el paroxismo. Es con la llegada de las primeras vanguardias que el arte rompe
todo lo inimaginable tanto a nivel estético como ético.

El giro lingüístico que tanto repercutió en la filosofía y en pensamiento a finales del siglo XIX
sirve de base y complemento ideal a todos los avances técnicos y sociales que dieron lugar a que
cubistas, surrealistas y dadaístas fragmentaran el lenguaje formal del arte y su aparato conceptual.
(Artelista.com Boletín número 116)

26
Conflicto que enfrentó a Rusia y al Japón por el dominio de Manchuria y Corea (febrero 1904 a
septiembre 1905).
27
Ubicación actual por confirmar
28
Ídem nota anterior
29
No existe información sobre la fecha
30
Periódico sin fecha ni lugar de publicación

32
Se encuentra en América cuando el centro del mundo comienza a
desplazarse y se aparta de Europa que a partir del inicio del siglo es más
“complementaria que concurrente”31 (Histoire Critique…, 1993,10). El nuevo
continente no aleja a Antonio de huelgas y desconcierto social que años
antes había propiciado, también, un magnicidio en Estados Unidos32. Incluso
rumores del fin del mundo, vivió Antonio en Nueva York

May 19: HALLEY’S COMET BRUSHES EARTH WITH ITS TAIL (banner headline of the
newspaper); 350 American astronomers keep vigil; Reactions of fear and prayer repeated; All
night services held in many churches; 1881 dire prophecies recalled by comet scare.
(http://spiderbites.nytimes.com/free_1910/index.html)
(Mayo, 19:EL COMETA HALLEY ROZA LA TIERRA CON SU COLA (titular del
periódico); 350 astrónomos americanos se mantienen vigilantes; reacciones de pánico y
oraciones se repiten; se mantienen servicios nocturnos durante toda la noche en muchas
iglesias; se recuerdan 1881 profecías graves sobre el pánico del cometa)33

Intensos recuerdos conservaba el escultor referentes a este hecho y al pánico


que se apoderó de la población: “…y yo, pues que iba a hacer…pensaba que
hasta ese momento había vivido una existencia maravillosa…”. Hubo quien
se suicidó, quien pasaba los días en las iglesias en señal de arrepentimiento,
quien obsequiaba dinero y pertenencias; Antonio, como siempre,
impredecible, tomó partido por lo que de provechoso podía brindarle la
oportunidad y comenzó a interesarse primero, y luego a investigar sobre
astronomía que, en área de las ciencias, se convirtió en su pasión; incluso,
años después, ofreció algunas conferencias, en Venezuela, relacionadas con
sus estudios sobre los astros además de haber sido nombrado miembro
honorario de la Sociedad Astronómica Hispanoamericana.

Aunque vivía, Antonio, permanentemente seducido por el mundo real que le


rodeaba, quizá su temprano contacto con la muerte a través de la pérdida de
sus padres motivó en él un especial interés en temas que tenían que ver con
el mundo espiritual, la comunicación metafísica y todo aquello que careciera
de una justificación científica. Hombre de fe intensa, su actitud no consistía
en cuestionar sino en complementar sus conocimientos y, muy
particularmente en obtener respuestas a fenómenos, aparentemente
inexplicables. Sociedades espiritistas, congresos y estudios psíquicos
avalados por importantes científicos como William Crookes y Russel
Wallace adquirían particular importancia en esa época, sin embargo, a pesar
31
En francés en el original
32
Es asesinado el Presidente William McKinley en 1901, por un anarquista en un acto público.
33
Traducción de la autora

33
de asistir a las sesiones de los más reputados “mediums” de Nueva York,
confesaba no haber salido nunca realmente convencido de la veracidad de
las comunicaciones metafísicas que observó; charlatanes y oportunistas
recibían grandes sumas de dinero por lo que terminaban siendo “efectos
especiales”, ayudantes escondidos y personajes encubiertos que investigaban
la vida de los incautos.
Sin embargo, durante toda su vida se sintió un hombre especialmente
sensible a los asuntos metafísicos; precisamente de su época en Nueva York
data una particular anécdota, referente al tema. Su larga estancia en esa
ciudad fue propicia para establecer, como era costumbre en él, lazos
amistosos profundos y trascendentales en especial con un joven hijo de una
prominente familia de banqueros judíos. Al viajar el joven a Europa, en unas
vacaciones, sufrió un grave accidente en el que murió instantáneamente.
Antonio relataba como, estando él en Norteamérica a cientos de kilómetros
de distancia, recibió claramente un mensaje de su amigo que al momento de
morir le pidió que fuera con sus padres para prepararlos y confortarlos para
el momento en que recibieran la noticia de su muerte. Así lo hizo Antonio,
sin dudar ni un momento de lo veraz del mensaje. Rodríguez del Villar lo
relataba así, naturalmente, y comentaba no haber necesitado más prueba para
realizar esa desagradable misión que la convicción de que aquélla era , sin
duda alguna, la voz de su amigo; incluso comentaba, después de un solemne
momento de seriedad que la pareja agradeció profundamente su compañía y
unos meses después ofrecieron “adoptarlo” ya que no tenían herederos de su
fortuna y el cariño los había ligado entrañablemente a Antonio, después de
ese comentario volvía dibujarse su sonrisa y terminaba por decir que no
podía aceptar ese tipo de regalos y menos cuando le faltaban tantas
experiencias por vivir y tantos lugares por recorrer.

En el año 1914, Antonio se encuentra en San Francisco, California


participando en una exposición en esa ciudad, sin embargo su presencia allí
se debe a que nuevamente realiza un trabajo de decoración en el frontis de la
Basílica de la Misión de Dolores. Una vez más, Antonio trabaja como
escultor ornamentista, al igual que lo hizo de niño, en el Ayuntamiento de
Sevilla y en el Teatro Nacional de México; este tipo de trabajo lo realizará
en dos oportunidades más: en la Escuela Normal de Santiago de Veraguas,
en Panamá34 y en el Salón de Actos de Colegio Bartolomé en Colombia.

34
Esta obra se analizará detalladamente, más adelante.

34
Un año más permanece en Estados Unidos donde realiza trabajos de menos
importancia: bustos, relieves, fuentes. Antonio cuenta ya con treinta y cinco
años; lamentablemente carecemos de información sobre sus aventuras
sentimentales durante estos años, sin embargo obviamente no ocurrió nada
trascendental hasta este momento; amistades y trabajo ocupaban su tiempo;
sin embargo la necesidad de realizar trabajos de fundición en Barcelona,
España, lo motivan, una vez allí, a hacer contacto con personalidades de la
ciudad, además, en el fondo de su corazón siempre había albergado la idea
de casarse con una catalana.

CAPÍTULO IV

EN BUSCA DE ESTABILIDAD
(1916-1927)

ESPAÑA

Tratados y convenios no sirvieron sino para que los países europeos se


alinearan fortaleciéndose para convertirse en poderosas alianzas capaces de
imponerse con el fin de lograr sus objetivos:

Cuestiones todas que, barajadas con grandes dosis de nerviosismo, provocación e intransigencia,
al empuje de una problemática nueva: la industrialización y el obrerismo, que se sentía más como
un alud invisible que como una presencia evidente, fraguarían una contienda bélica de unas
proporciones hasta entonces desconocidas y cuyas calamitosas circunstancias alumbrarían en el

35
hombre europeo una visión apocalíptica del mundo que inauguró, como se dice hoy, una
interrumpida sucesión, en cadena, de aniquilamientos...(Gil-Albert,1974,p.270)

El creciente nacionalismo y el exacerbado colonialismo entre potencias


europeas fue aumentando el “odio al vecino” que motivó el estallido de la
guerra; España, como sucedería posteriormente en la Segunda Guerra
Mundial, permaneció neutral; a pesar de que también había sufrido su cuota
de violencia: en 1912 había sido asesinado el Presidente de Gobierno y la
Barcelona a la que viaja Antonio, estaba política y socialmente agitada.

Antonio trabajaba en el estudio de un reconocido retratista catalán de la


época Juan Flo. El lugar tenía grandes ventanales desde los cuales se veía el
ir y venir de alumnos y maestras de la escuela francesa, cuyas ventanas
también daban al taller. Desde su lugar de trabajo, todos los días, Antonio
contemplaba a una joven cuya singular presencia le llamaba poderosamente
la atención: alta y “garbosa”35, llegaba puntual, cada mañana y Antonio,
vencido por el enamoramiento la seguía con la mirada hasta perderla de
vista: aquello fue suficiente para que Antonio le enviara un inmenso ramo de
flores, con una tarjetita en la que le pedía conocerla. El apasionado arranque
no tuvo la recepción esperada; la joven devolvió las flores, sin mediar
palabra, ofendida por aquel atrevimiento por parte de un caballero a quien
nadie le había presentado; aquello, naturalmente despertó en Antonio, aún
mayor pasión.
Elvira, que así se llamaba la joven, Llobet Rabasa, para más aclaración de su
catalanísimo origen, lo había visto alguna vez con su guardapolvo sucio y
lleno de barro: ¿a que trabajos poco delicados se dedicaría con aquella ropa
tan manchada y poco prolija?

- Es escultor, señorita Llobet, famoso en muchos países; sus obras se


encuentran alrededor del mundo y trabaja conmigo en el taller como
profesor y como escultor.

Fue necesario que el maestro Flo, hombre mayor y persona respetable,


hiciera las veces de mensajero para el desesperado Antonio que, desde aquel
día no tuvo ojos para otra mujer. Elvira, por supuesto, acepto los galanteos
de Antonio que primero la hicieron sentirse halagada y unas cuantas

35
Adj. Airoso, gallardo y bien dispuesto. http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?
TIPO_BUS=3&LEMA=garboso

36
semanas después, profundamente enamorada, según sus propias palabras: “
aquel hombre de mundo famoso culto, elegante y encantador me
deslumbró”; tanto que Antonio apuró el compromiso, habló con los padres
de Elvira y tres meses después, un 25 de diciembre, la convirtió en su
esposa:

Antonio y yo nos casamos en 1916, durante la Primera Guerra Mundial, hace justamente 55
años, y nuestra luna de miel, a pesar de las contingencias de la vida, no ha terminado todavía.
Hoy somos tan novios como entonces. (Valencia ciudad industrial, “Balcón del cronista de la
ciudad”, 21/09/1971)

Y cualquiera que los conoció esos cincuenta y cinco años después podía dar
testimonio de esas palabras al verlos sonreírse con complicidad durante sus
frecuentes partidas de ajedrez o de Scrabble, o cuando veían la televisión
tomados de la mano o cuando ella ponía la mesa formal y hermosa, siempre,
porque él disfrutaba de aquel ritual con servilletas de encaje y mantel
bordado y se sentaban uno frente al otro “porque los esposos no deberían
sentarse uno al lado del otro, frente a frente pueden mirarse a los ojos”.

Elvira era una joven maravillosamente educada, Antonio había tenido una
fantástica intuición al fijarse en ella. Mujer de una educación impecable,
sabía comportarse en cenas y reuniones con modales exquisitos, escribía
poesía y se encargaba del periódico de la escuela; por supuesto, hablaba un
francés delicioso y además contaba con una voz de soprano que había sido
educada por reconocidos profesores desde su infancia. Años después
Antonio organizó una hogareña e íntima orquesta en la que tres de sus hijos
se dedicaban al violín, el piano y el violoncelo, mientras que Elvira llevaba,
literalmente, la voz cantante. Era una mujer elegante y a pesar de su poca
edad sabía llevar la ropa formal y de gala, maravillosamente. Delgada –
aunque no en exceso porque, de haber sido así, jamás habría llamado la
atención de un hombre absolutamente enamorado de las formas femeninas-
y alta, excedía en estatura, por unos cuantos centímetros, a Antonio. Era, sí,
algo seca de carácter, y poco cariñosa – lo que Antonio aceptó como un reto;
él, excesivamente afectuoso y apasionado, a lo largo del tiempo, pudo
contagiarle algo de su expresivo carácter andaluz. Sus facciones delataba sus
antepasados sefardíes y sus ojos negros, maravillosamente expresivos eran el
principal adorno de su rostro, junto a su magnífica y sedosa melena oscura.
Antonio había encontrado a la esposa perfecta.

37
El recién casado trajo a sus hermanas de Sevilla para que ayudaran a Elvira
en los quehaceres de una maravillosa casa que decoró y arreglo, con todo el
amor para su esposa. Ellas le enseñaron a cocinar – arte que ella no
dominaba, dedicada, como había estado siempre, a sus estudios y a su
trabajo de maestra, sin embargo, como todo en lo que ponía un empeño
especial, Elvira llegó a dominar el arte culinario con la habilidad de un gran
chef. Era una joven adelantada para su época, estudiosa, preparada y
trabajando en la calle por puro gusto y distracción, había leído muchísimo y,
si no había viajado como Antonio –cosa un tanto difícil para cualquier
persona ordinaria de la época- era capaz de sentarse a hablar largas horas
con él y escucharlo, aconsejarlo y ser su mejor confidente. Una mujer
convencional jamás hubiese servido para compañera de Antonio.

Antes de finalizar la Gran Guerra, Rodríguez del Villar había recibido su


primer encargo para realizar un trabajo en Hispanoamérica a través de don
José Sevilla, quien años antes había sido el representante de los ex zuavos
para el monumento de Pio IX.
Unos meses después de su matrimonio, Elvira quedó huérfana, sin embargo
el amor de su esposo y el cariño de sus cuñadas sirvieron de apoyo a la joven
que, ilusionada con el pronto regreso de su esposo de América, se quedó en
España en espera del nacimiento de su primer hijo.

COLOMBIA

“Papá, soy Álvaro”


Esas tres palabras notificaron a Antonio, a través de un telegrama, que había
nacido el primero de sus hijos en Octubre de 1918. Como lo hiciera, con los
que vinieron posteriormente, fue bautizado con tres nombres, en este caso:
Álvaro Antonio (como su padre) Alfonso como su padrino que casualmente
se llamaba como el Rey de España, lo que complació al monárquico
escultor.

38
Antonio Rodríguez del Villar era ya conocido en América lo que aprovechó
el artista para tomar la decisión de mudarse con toda su familia a Colombia;
la aventura, todavía, podía más que su promesa de estabilidad. Era inevitable
que aquella familia, bajo el signo de Antonio, estuviese condenada a estar
muy lejos de ser convencional. Elvira acepto, a gusto, las pautas de Antonio;
siempre seducida por la modernidad, el hogar y los hijos no conocían más
disciplina que el respeto y las buenas costumbres. La Psicología y las nuevas
tendencias de la Pedagogía eran las mejores guías para la joven madre
siempre estudiosa de las últimas teorías; Antonio, la mejor guía que encontró
para educar a sus hijos fue el amor y la felicidad de disfrutar de una gran
familia largamente deseada.

Regresó a España pero sólo para cerrar la casa y arreglar el traslado a


Colombia, donde establecieron su hogar hasta el año 1929. Era aquél un
espacio ideal para el desarrollo del trabajo de Antonio. Un país nuevo, ávido
de conquistar el respeto y el reconocimiento internacional. El arte, en ese
momento, constituía un elemento valioso para consolidar las raíces y
consolidar su imagen como una nación que se impulsaba hacia el progreso.

La elección de escultores españoles durante las décadas de 1920 y 1930 para realizar
monumentos conmemorativos y para enseñar en la Escuela responde a la resistencia del
medio artístico oficial a las vanguardias europeas. Rafael Tavera, profesor de la Escuela,
justifica esta elección: “Aquí en Colombia se impone una orientación hacia España en
cosas de arte, sobre todo al tratarse de una interpretación escultórica de nuestros hombres
y hechos. La psicología de la raza así lo pide, nuestras cosas son cosas de España,
nuestras afinidades son más grandes de lo que a primera vista aparecen, los artistas íberos
están en mejores capacidades de comprender nuestra idiosincrasia y llevar a forma
plástica nuestros genios y glorias”
(http://www.museonacional.gov.co/cuadernos/2/cayacucho.pdf)

Muchas fueron las oportunidades en que Antonio se enorgulleció de


establecer una comunicación clara y directa con el alma hispanoamericana,
de entenderla, lejos de ser un obstáculo, su hispanidad lo conectaba con un
sentimiento y una pasión que por su condición de español no le eran ajenos.
En Colombia comienza a estudiar sobre la gran empresa que significó la
Independencia de los países suramericanos, en Colombia es por primera vez
seducido por la arrolladora personalidad de Bolívar.

39
La técnica de Antonio para trabajar el rostro humano se había
perfeccionado a través de la práctica durante años; desde su infancia y, sobre
todo, durante su permanencia en Estados Unidos, representando, incluso, su
medio de vida.
Son cientos los bustos que Antonio realizó y de los que no poseemos
fotografías, ni siquiera son nombrados por él en alguna de sus entrevistas
cuando menciona sus obras. Sin embargo, en todos y cada uno de ellos se
esmeraba por reproducir algo más que las facciones del personaje; citando
de nuevo a su esposa “buscaba el alma de lo que modelaba”.

No le satisfacía la perfección material de su obra o el parecido extraordinario al modelo, buscaba


que su obra reflejase algo interno. Trataba de buscar en la expresión de los ojos, en el rictus de su
boca, en las líneas faciales, algo que descubriese la intimidad del personaje y el carácter de quien
era modelado. Por eso decían, frecuentemente, que sus obras “hablaban”. 36

En 1920 establece su hogar en Bogotá con su familia; desde donde, no sólo


el escultor sino la familia entera, viajaba constantemente a Europa. Antonio,
además, visitaba diversos países de América, con frecuencia, por motivos
de trabajo.
Comienza, entonces, el “Período de los Monumentos” y las esculturas
conmemorativas.

Comment commémorer un évènement politique, un personnage historique, mettre en


gloire faits et personnes, perpétuer le souvenir d'une présence - d'absence - témoignant de
ce que nous avons perdu ?… La création d'une œuvre commémorative se doit de
répondre à cette question tant du point de vue artistique, plastique et esthétique, que
symbolique, historique et sociologique.( http://www.ac-
reims.fr/datice/artsplastiques/pedagogie/sculpturecommemorative.htm).

(¿Cómo conmemorar un acontecimiento político, un personaje histórico, glorificar


hechos y personajes, perpetuar el recuerdo de una presencia –de ausencia- atestiguando
sobre aquello que hemos perdido?... La creación de una obra conmemorativa debe
responder a esa pregunta tanto desde el punto de vista artístico, plástico y estético así
como simbólico, histórico y sociológico.)37

En Colombia, estos años 20, son época de protestas, huelgas y descontento


laboral, en la que los obreros se sentían abusados por la falta de una Ley del
Trabajo que los protegiese; la actitud indiferente de un gobierno conservador
terminó por conducir la situación hacia una crisis que en 1928 dio lugar a la

36
Tomado de las notas breves de su esposa.
37
Traducción de la autora.

40
“Masacre de las Bananeras”.38 En esa época algo convulsionada, conoce
Antonio al poeta Guillermo Valencia, hombre y político respetado en
Colombia. Se establece una animada amistad entre ambos personajes que
compartían paseos, opiniones y gustos artísticos, el poeta incluso orientó y
brindó ideas a Antonio cuando preparaba el proyecto de un monumento al
poeta José Asunción Silva.

Antonio recordaba una ocasión, en particular, cuando salió con su amigo


Valencia, de paseo; en la ciudad había disturbios callejeros y decidieron
alejarse hasta las afueras. Entre tantos temas, comenzaron a hablar de sus
esposas, el poeta le comentó que la suya se encontraba en Popayán, y que la
extrañaba en todo momento porque la amaba profundamente; expresó
entonces, al amigo escultor, su deseo de que le hiciera un busto para
inmortalizarla. Apenas un par de días después, Antonio supo, por la prensa,
que doña Josefina Muñoz, esposa de su amigo, acababa de fallecer.
Inmediatamente, el artista se trasladó a Popayán y sacó una mascarilla de la
difunta, en ausencia de su esposo. A continuación copio textualmente el
telegrama de agradecimiento que el poeta envió a Antonio, desde Popayán,
al recibir la reproducción escultórica del rostro de su esposa:

República de Colombia
Telégrafos Nacionales

N° 1636

Popayán, 20 Diciembre, 1921

Señor Maestro Antonio Rodríguez Villar

Acaba llegar lápida. Sin palabras agradecerle ese gentil tributo. Nunca había sentido el arte tan
cerca de mi corazón. Su genio artístico hame devuelto a mi compañera resucitándola dormida.
Sólo un amigo artista como usted, ha podido plasmar impregnando el mármol de Melancolía. Lo
abraza de veras su admirador agradecido.

(Fdo.) Guillermo Valencia

38
El ejército recibió la orden de disparar contra los trabajadores de la United Fruit Company que
manifestaban, reunidos en la Plaza de Ciénaga.

41
La escuela europea, de finales del siglo XIX a principios del XX, en la que
se forma Antonio se caracteriza por el desarrollo de una escultura
conmemorativa de origen francés que, como ya hemos expuesto, tuvo uno de
sus máximos exponentes en España, a través del trabajo del maestro
Mariano Benlliure, profesor de Antonio. Los países suramericanos van a
desarrollar el gusto por este tipo de monumento con una intensidad
particular en la época en que Antonio se establece en Bogotá.

Los héroes y las batallas de la Independencia fueron el principal motivo de


representación. Uno de los principales objetivos de la organización y ornamentación de la
ciudad era lograr el reconocimiento “oficial” de la Independencia del país por parte de
otros países, para lo cual había que demostrar el nivel de “civilización” de la nueva
República, de acuerdo con la imagen de las principales ciudades europeas. Asimismo era
un instrumento didáctico para crear en los habitantes –la mayoría analfabetos- parámetros
de identidad, también dentro del espíritu republicano.
(http://www.museonacional.gov.co/cuadernos/2/cayacucho.pdf)

Esculturas conmemorativas como la erigida a Gonzalo Jiménez de Quesada,


fundador de Bogotá se convierten en encargos habituales de Rodríguez del
Villar. Su realización se llevó a cabo en el año 1922 y representaba al
personaje vestido con una armadura, con un estandarte en la mano izquierda
y la espada desnuda en la derecha. El pueblo lo bautizó con el nombre de “El
Candelero” y al igual que otras esculturas, no sólo de Rodríguez del Villar
sino de otros muchos escultores, fue removida de su espacio original. Tanto
en este como en otros casos, este hecho, al parecer, era motivado por
intereses políticos o a causa de remodelaciones o cambios de gusto y de
moda.

En el año de 1923 Antonio establece una importante y constante relación


con el gobierno español, lo que motivo su nombramiento como Agregado
Cultural, encargado de establecer relaciones de intercambio entre los dos
países y de otorgar becas a jóvenes artistas colombianos para facilitar sus
estudios en España. También se le nombra representante del Consorcio
Bancario Español para la adquisición de unos préstamos, siendo en esta
época Miguel Primo de Rivera, Marqués de Lozoya, Ministro de España. Su
trabajo consular y su labor de acercamiento entre Colombia y España lo
hicieron merecedor de un altísimo honor: La Orden de Isabel la Católica;
fue, entonces, condecorado con la Cruz de Caballero y la Cruz de
Comendador.

42
En Colombia nacieron tres hijos más: Julio, Gonzalo y Manuel, que se
llevaban dos o tres años, cada quien con el anterior. La familia vivía en una
gran hacienda, donde “tiíta Mercedes” y “tiíta Nati”, que ya no podían
ejercer su labor de madres con Antonio, se encargaban de consentir a los
pequeños que iban llegando a la familia. Aprendieron a hacer conservas y
dulces con las frutas tropicales que, de ser una novedad, pasaron a
convertirse en los ingredientes de postres que los cuatro sobrinos nunca
olvidarían. Las tías eran las consentidoras y consoladoras de los niños,
cuando había una rodilla raspada o un dolor de barriga, y, muy
particularmente, en las noches de tormenta cuando Alvarito –“Coque” para
sus hermanos que oían a su padre llamarlo “Albaricoque”- corría al cuarto
de su “tiíta Nati” para que lo protegiera de los relámpagos; los chicos,
ninguno de ellos, se hubiese atrevido a perturbar el sueño de sus padres,
especialmente de Elvira. La imagen de la madre era algo así como una diosa
ideal y lejana para sus hijos que la veían acompañar a su padre para asistir a
sus reuniones sociales, siempre adornada con sus magníficos sombreros y
sus espectaculares abrigos junto a Antonio, que siempre tenía una broma, un
guiño o un beso de última hora para sus hijos, antes de salir a cualquier
compromiso. Elvira se fue convirtiendo, cada vez con más dedicación, en
“la señora del maestro Rodríguez del Villar”: hermosa, elegante e
inteligente, era el orgullo de su esposo en recepciones, cenas, tertulias y
veladas, donde se reunían poetas, escritores, pintores, escultores y hombres
connotados de la época que celebraban sus encuentros conversando en
francés. Contaba Álvaro que siempre recordaba la imagen de su madre un
día en particular, cuando fue a recogerlo al colegio; tendría él unos seis o
siete años; aquella tarde levantó la vista, de pronto, y vio a su madre
espectacular a la salida de clases; en aquel instante se sintió orgulloso y
pensó: “A ningún otro niño lo recoge una madre tan bella como la mía”…
Puedo imaginar su recorrido triunfal, en medio de los demás compañeros,
hasta tomar la mano de Elvira y subir al automóvil, elemento que se hizo
imprescindible en una familia tan aficionada a las novedades, los avances
tecnológicos y las comodidades que ofrecía la modernidad.

A partir de 1924, Rodríguez del Villar trabaja como profesor en la Escuela


Nacional de Bellas Artes, donde regentó la cátedra de Escultura. En ese
mismo año, dos concursos escultóricos se llevaron a cabo entre todos los
artistas que vivían en Colombia para ese momento: en uno de ellos, el
Monumento a Ricaurte, Antonio obtuvo el primer lugar.

43
Tenía una altura de 18 m. y medio, una base de rocalla y algunas figuras chibchas en el
bajo relieve, las cuales rendían culto al héroe. Al frente iba un joven con el pecho
descubierto y protegiendo con aire resuelto la patria. Al pie de este grupo había dos
figuras femeninas que representaban la Historia y el Ideal. En el costado norte otras dos
figuras representaban la Gloria con el héroe muerto en sus brazos y la Patria con la
mejilla reclinada sobre el cuerpo del héroe. Debajo de este grupo aparecían el Sacrificio y
el Heroísmo simbolizados en dos hombres fuertes. Coronando el monumento en forma de
pirámide truncada iba una figura femenina símbolo de la Victoria, que sostenía en uno de
sus hombros al Cóndor Andino.
(http://www.lablaa.org/blaavirtual/todaslasartes/diccioart/diccioart21e.htm)

Lamentablemente, este monumento fue derribado en el año 1936.

Es ésta la primera oportunidad en que Antonio realiza una obra de tan


grandes dimensiones en la que se incluyen varias figuras humanas. Utiliza
una serie de símbolos o alegorías: el Sacrificio, el Heroísmo, la Gloria, la
Patria…al igual que lo hará en composiciones escultóricas posteriores, bien
sean de volumen o de relieve. Y aunque, este tipo de escultura responde a la
representación de un hecho heroico particular es esencial el impacto que
cause en quien la observa, sin que necesariamente encuentre en ella el
significado que el autor quiso plasmar en ese trabajo sino, más bien, la
visión que el autor plantea sobre cierto personaje o acontecimiento. De esta
forma, no es necesario que el observador evoque el relato o las hazañas del
héroe, simplemente debe entregarse al disfrute de la experiencia estética que
le transmite la obra escultórica, inspirada, originalmente, en un hecho o
personaje del que se ha independizado adquiriendo una identidad per se. El
conjunto escultórico se plantea, entonces como un “texto” al presentarse
como una manifestación de de elementos no dichos que están por
actualizarse cada vez que el observador se coloca ante la obra. La escultura
se convierte en un recurso expresivo orientado a transmitir, de una manera
inmediata, una sensación de grandeza impregnada de belleza y de nostalgia;
experiencia accesible a todo aquel que lo contemple: el placer estético.

De esta época, un testimonio del propio Antonio nos transmite el


sentimiento que lo anima en el momento de realizar sus grandes proyectos:

Un monumento conmemorativo de un hecho cualquiera debe, ante todo, dar al


espectador una idea de toda la importancia, de toda la trascendencia del hecho en
cuestión. He aquí por qué cuando se eleva un monumento a un héroe no basta hacer un
pedestal y colocar encima de él la estatua de un personaje por muy parecido que esté[…]

44
El arte debe elevarse mucho más y aspirar a producir en el espectador sentimientos e
ideas, representándolos por los medios que tiene a su alcance.
(R. del Villar,1924 en:http://www.museonacional.gov.co/cuadernos/2/cayacucho.pdf)

Estas palabras forman parte de un catalogo que recoge opiniones del autor,
publicadas con ocasión de la inauguración del mencionado Monumento a
Ricaurte.

Además de las ya citadas y descritas, brevemente, muchas son las obras que
realizó Rodríguez del Villar en Colombia. Algunas de ellas las nombra
Antonio en entrevistas o en los breves textos que, sobre él, escribió su
esposa, conocemos sobre la autoría de otras al revisar información y
referencias obtenidas a través de reciente investigación, es muy probable que
otras –quizás muchas- sin firma ni documentación que avale su autoría,
permanezcan fuera de la siguiente relación:

Bustos:

- General Santander – Actualmente adorna el Gran Salón de la Unión


Panamericana, en Washington.

- José Celestino Mutis – Realizado en el año 1924 fue colocado en el jardín


exterior del Observatorio Astronómico de Bogotá. En el año 1927, realizó
una copia de este busto para adornar la Quinta Mutis en Chapinero. Por la
realización de este busto recibió Antonio la Medalla de Oro del Observatorio
de Bogotá.

- Simón Bolívar – Fundido en bronce, es una obra de características


excepcionales y se encuentra en el Colegio Nacional de san Bartolomé.

- Simón Bolívar – Realizado para la Secretaría de la Organización de


Naciones Unidas

- Guillermo Valencia – Obra de particular belleza y elegancia en sus líneas,


tal como se puede apreciar a través del material fotográfico que se conserva
de ella.

45
- Miguel de Cervantes - Se encuentra en la Academia de la Historia de
Bogotá; por este busto recibió Antonio Mención Honorífica de la Academia
de la Historia de Bogotá.

- General Pedro Nel Ospina (Presidente de Colombia del año 1922 al 1926).

- General Santos Acosta

- Monseñor Perdomo, Obispo de Bogotá

- José Joaquín Casas.

En la Universidad Javeriana de Bogotá se encuentran los bustos de:

Miguel Antonio Caro – Rufino José Cuervo – Padre José Dadey – García
Rovira – Arzobispo Lobo Guerrero – San Francisco Javier – Francisco
Antonio Zea – Antonio Ricaurte.

Monumentos:

- José Asunción Silva

- Antonia Santos (heroína de la Independencia colombiana) en El Socorro;


por este monumento recibió la Medalla de Oro de la ciudad de El Socorro y
fue nombrado hijo predilecto de esa ciudad.

- Herrera y Vergara en Cali

Decoración:

- Salón de Actos del Colegio Nacional de San Bartolomé en Bogotá.

Existen otras informaciones sin confirmación como un Monumento a la


Raza39 y la contratación de Rodríguez del Villar para la realización del
monumento a la Virgen en el cerro de Guadalupe, Bogotá. 1922
(http://www.lablaa.org/blaavirtual/todaslasartes/procesos/cap12.htm).
39
Sólo se nombra este monumento, situado en la Plaza de Campoamor, en la presentación previa a una
entrevista realizada para el periódico La Estrella, sin fecha.

46
En el año 1927, Antonio recibe una importante comunicación en la que el
Gobierno de Venezuela hace una convocatoria a concurso para los escultores
que deseen presentar su proyecto con el fin de realizar una obra majestuosa
que conmemore la batalla que selló la Independencia de ese país en el
Campo de Carabobo.

CAPÍTULO V

CARABOBO: UN MONUMENTO INCONCLUSO


(1927-1931)

LA HISTORIA

Bogotá ofrecía un ambiente encantador para la familia Rodríguez del Villar;


los niños empezaban a crecer y se sentían, más que españoles
hispanoamericanos. Los cuatro hijos de Antonio no se criaron con la idea de
regresar a Europa; como siempre, el artista creía fielmente que aquél sería el
puerto seguro donde desembarcaría junto con toda su carga de proyectos a
futuro; sin embargo, a sus cuarenta y siete años Antonio estaba,
prácticamente, en la mitad de su vida y, con su carrera de escultor en pleno
ascenso, aún no había conocido la satisfacción de esa “obra magnífica”, que
aún no había realizado pero que su espíritu creativo presentía: la síntesis de
todo su trabajo, su esfuerzo, sus conocimientos y sus habilidades técnicas y
artísticas.

47
En el año 1927, Andrés Eloy de La Rosa, Ministro Plenipotenciario de
Venezuela en Colombia y amigo de Antonio, le habla sobre una grandiosa
obra que el General Juan Vicente Gómez, Presidente de Venezuela desea
que se realice, para conmemorar la Victoria de la Batalla de Carabobo. Un
concurso – ¡de nuevo!- en el que participarían varios escultores, de
diferentes nacionalidades, con sus ideas y proyectos…Venezuela: la tierra de
Bolívar. Para un admirador de El Libertador, como lo era Antonio, la
proposición lucía seductora, fascinante. Aquél no sería un busto o
simplemente una escultura, era “El Monumento a Bolívar”, a su Gran
Victoria; ¿cómo podía Antonio resistirse a esa oportunidad que se le ofrecía?

De Bogotá viajó a Maracay, en Venezuela, y fue presentado al General


Gómez por su Secretario; Rafael Requena. A Bolívar, Antonio lo conocía
con anterioridad: no era la primera vez que trabajaba con su rostro. Gómez
habló y Antonio supo interpretar lo que el General esperaba de ese
monumento.

Unos días después, Gómez acompañó al campo de Carabobo a unos


cuarenta pintores, escultores y arquitectos, todos ellos atraídos por el
grandioso proyecto. Como única indicación, una vez estuvieron todos en el
campo de Carabobo, el General dijo: “Quiero que Bolívar destaque en el
azul del cielo”:

Las ideas que surgieron allí, por poco me hicieron desistir. Hubo uno que sugirió, inclusive, que
debía pintarse un lienzo de proporciones heroicas para colocarlo en la sabana. Cuando me
retiraba, Rafael Requena, Secretario del general Gómez me llamó. Y al final, el encargo fue para
mí. (El Farol,1966, 14)

La Venezuela que conoció Antonio era hija de un acontecimiento


económico que había transformado drásticamente al país: la aparición del
petróleo. El progreso parecía llevarse el protagonismo de este país, donde la
sociedad, en una gran parte se transformaba de rural a urbana; todo parecía
converger hacia la imagen de un Estado rico y poderoso: se hacían
carreteras, se introducía la tecnología, se urbanizaban haciendas y se
construían viviendas que situaban a Caracas en el esquema de lo que debía
ser una capital moderna del siglo XX; todo esto al lado de un gran sector de
la población que quedaba olvidado en el atraso, la pobreza y la ignorancia; y
así como nacían nuevas legislaciones, estallaban huelgas y a la par de los
grandes escritores que comenzaban a despuntar, el analfabetismo continuaba

48
siendo una epidemia nacional. El Presidente, todopoderoso instalado
cómodamente en el poder ejercía su dominio, más acorde con el dueño de
una gran hacienda que con la imagen de primer mandatario que exigía el
desarrollo de Venezuela. Directo, nada sofisticado y poco avezado en artes,
pero sumamente inteligente era este General con el que se encontró
Antonio, en Venezuela: “la presencia de Gómez imponía, asustaba”,
recordaba Rodríguez del Villar, muchos años después.

Decidió, el artista, quedarse en Maracay. Alquiló una habitación cerca del


que, en esa época, era el Mercado Principal y se dispuso a trabajar en la
maqueta. Un local del mismo mercado se convirtió en su estudio y el
proyecto lo realizó sobre una mesa de billar, en menos de un mes. Pero
¿dónde encontraría el material para comenzar a trabajar? Unos vecinos del
lugar lo acompañaron a un cerro cercano al lugar, aquel barro no poseía las
características necesarias, finalmente encontró una especie de arcilla con la
que le fue posible comenzar a modelar. Había concebido la idea esencial,
como sucedía generalmente para Antonio, tenía ya una forma en su cabeza
que sus manos iban interpretando y llevando a la realidad; a medida que iba
creando en el barro, surgían detalles, modificaciones que iba agregando. El
monumento ameritaba no sólo su esfuerzo de artista sino de buen
administrador con el tiempo y con el presupuesto, ya que el trabajo no
dependía enteramente de sus manos sino también de demoras inesperadas y
de la calidad del taller de fundición que se encargara de llevar al bronce el
trabajo realizado por Antonio en su estudio. No existía otro material más
noble y adecuado en el que quedara plasmada la figura de El Libertador, su
gesto, la postura de su cuerpo en actitud de mando, de acción de seguridad:

Une statue de bronze, généralement creuse à l´intérieur est infiniment plus légère qu´un statue
de marbre ; elle permet donc plus d´audace dans les mouvements, elle autorise une gesticulation
plus véhémente que la massivité du marbre. Dans un groupe de bronze, l´artiste peut risquer des
creux, des vides, toute une aération de son motif que le marbre ne saurait pas permettre.
(Varenne, 1922, p.26)

(Una estatua de bronce, generalmente hueca en el interior es infinitamente más ligera que una
estatua de mármol, por lo tanto permita más audacia en los movimientos, autoriza una
gesticulación más vehemente que lo macizo del mármol. En un grupo de bronce el artista puede
arriesgar la oquedad, los vacíos, permite ser aireada de una forma que no sería posible en el
mármol.) 40

40
Traducción de la autora

49
Los volúmenes tenían ya una forma específica, la composición le satisfacía
en cuanto a la armonía de sus proporciones y a su equilibrio interno,
visualizó la organización de los volúmenes desde el momento en que, por
primera vez observó la vasta grandiosidad del Campo de Carabobo: sin
embargo, era ésa la mayor preocupación que rondaba la cabeza de Antonio:
el inmenso espacio sobre el que debía dominar el Monumento e imponerse
con una presencia heroica.

“Muchas fueron las noches que pasé en vela. Aquellas llanuras sin fin opacarían los bronces con
su enorme tamaño. Debía haber algo que llamara la atención, que venciera ese obstáculo que
tanto me preocupaba” Para ello, Rodríguez del Villar, aumentó el tamaño de las figuras y rodeó la
imagen de El Libertador de un grupo de alegorías, dramatizando, con ello, el espacio al desbordar
frontalmente, el pedestal del Monumento.(Calzadilla, Briceño, 1977, p.58)

Para asegurarse de que el espacio, realmente, iba a ser dominado por los tres
cuerpos del conjunto escultórico y que éste no iba a perderse en la
inmensidad, se le ocurrió a Antonio realizar una primera prueba que le
confirmara las proporciones que debía tener la obra.
Así pues, se dedico a caminar en el espacio donde se erigiría la obra, contaba
sus pasos, anotaba, calculaba…Aquello era una sabana que parecía
interminable, no había algún árbol o punto de referencia que pudiera darle
idea del espacio que necesitaba para desarrollar su obra. Entonces se le
ocurrió alquilar una gran cantidad de taxis, los chóferes, confusos seguían
sus instrucciones, absolutamente inusuales e incomprensibles para ellos;
Antonio les ordenó colocar los automóviles en lugares específicos y a
distancias convenientes, formando un inmenso círculo para calcular el
espacio del que debía disponer para el emplazamiento de los tres grupos
escultóricos, logrando que no se perdiesen en la inmensidad del paisaje sino
que se convirtieran en el centro majestuoso donde convergiera la vista de
quienes se encontraran ubicados en cualquier punto del Campo: el
Monumento debía convertirse en el protagonista de aquella inmensa sabana.

Una vez finalizada la maqueta fue presentada al General Gómez, cuya


presencia, según palabras del mismo escultor, “imponía” a Antonio. El
Presidente, lentamente, comenzó a dar vueltas alrededor de la mesa,
finalmente, sin apartar la mirada del trabajo realizado por Antonio,
exclamó: “Esto es lo que yo quería. Me gusta”.

Viajó, entonces, Rodríguez del Villar a Caracas para cumplir con los
trámites legales del contrato con el Gobierno; la suma acordada fue de un

50
millón de bolívares, con ese dinero debía él buscar un taller de fundición,
costear los gastos de la elaboración de la totalidad del monumento y los
traslados de las esculturas a Venezuela. En América, para el momento, no
existía un taller que pudiera encargarse de una obra de tan heroicas
proporciones; así, partió Antonio a Europa con un adelanto de 30.000
bolívares. Pasó primero por Bogotá, donde se reunió con su esposa y sus
hijos para dirigirse a Francia, donde pensaba que podría encontrar
fundiciones expertas que le garantizaran el trabajo. El viaje sirvió,
únicamente como distracción a la familia porque no encontró allí un taller
donde se pudiera realizar semejante obra. Afortunadamente, un amigo
escultor le recomendó dirigirse a Italia y, en Florencia, la Fundición Vignal
se comprometió a realizar sólo parte de la obra, ya que el tiempo era un
factor esencial para la ejecución del Monumento; en Barcelona, España,
encontró el taller que realizaría el trabajo restante.

Antonio instaló a su familia en Barcelona donde, después de finalizar


trámites en Venezuela, acudió él, también.

Sabíamos de antemano que vendría. Sus hijos y su patria tiraban de él y le arrancaban de


aquellas tierras de América donde encontró gloria para su arte y dinero en abundancia para una
vida cómoda y holgada. Sabíamos que vendría porque todo lo que adoraba en el mundo, aquí lo
tenía... ( )

Una vez más, se mudaba el hogar, de regreso a España; para los chicos no
fue fácil acostumbrarse. Elvira veía poco a su esposo que pasaba los días y
en muchas ocasiones, las noches trabajando en el taller donde se entregó a
la realización del Monumento de Carabobo durante más de dos años y
medio.
En el año 1929 nació, en España, el menor de los hijos de Antonio; fueron,
entonces: Álvaro, Julio, Gonzalo, Manuel y Fernando.

El barro, sobre las armaduras que le servían de soporte, iba adquiriendo


forma poco a poco: caballos, figuras humanas, paños... y a pesar de su
práctica, desde la infancia, para modelar las figuras respetando una perfecta
proporción, aseguraba que era absolutamente necesario trabajar a partir del
“natural”. Eso representaba un dolor de cabeza más, ya que debía escoger,
con sumo cuidado, a modelos profesionales que exigían honorarios elevados.
Existía en esa época una célebre modelo, cuyo cuerpo maravilloso no tenía,
a decir de Antonio, un solo defecto, sin embargo su rostro había envejecido,

51
al parecer, independientemente de su cuerpo, se decía que tenía unos
cincuenta años, y había quienes, incluso le calculaban mucha más edad:
“Una auténtica Dorian Grey femenina” comentaba Antonio con una pícara
sonrisa…”quién sabe donde tendría guardada la escultura que envejecía por
ella”, igual que sucede con el retrato del personaje de Oscar Wilde.
Dos grandes talleres europeos de fundición trabajaban a la vez, mientras, en
Venezuela, el General Gómez se impacientaba por ver la obra realizada.

Asediado por las fechas modelaba directamente sobre el barro y, apenas me sentía satisfecho de
lo hecho, ya la fundición comenzaba a trabajar. Los grupos laterales que representan a España y
Venezuela, con sus respectivos escudos de mosaicos venecianos, se hicieron en Barcelona. Hubo
que hacerlo porque la fundición [de Florencia] no daba abasto. El trabajo pesado se hizo en
Florencia. El fundidor que creyó haber descubierto una mina de oro, se ponía cada vez más
exigente a medida que el trabajo progresaba, aumentando los precios a voluntad. Y a eso se
agregaba la presencia de dos inefables inspectores, venidos desde Caracas, a fiscalizar la obra,
que no me desamparaban en ningún momento. (El Farol, 1966, 14).

Debió ser una época sumamente tensa para Antonio que, sin embargo tuvo
tiempo de seguir llevando a sus hijos y a su esposa, alguna que otra vez, de
vacaciones por Europa y de decorar hermosamente su nueva casa con
imponentes muebles que encargó por catálogo a los Estados Unidos, en el
mismo lugar donde los fabricaban para las películas de Hollywood. Aquella
casa: La Torre, sería inolvidable para los hijos que, siempre, a pesar del paso
del tiempo, la recordaban como su hogar en España, el punto de partida y de
llegada de viajes maravillosos en los que conocieron Francia e Italia.
Viviendo allí comprendieron que las raíces y el corazón podían estar, a la
vez en España y en América.

En dos años, es fácil imaginar la cantidad de percances, contrariedades y


dificultades que surgieron; sin embargo, tanto Antonio como su obra
seguían una ruta segura hacia su culminación; uno de estos accidentes,
estaba grabado muy particularmente en la memoria del escultor: en una
ocasión, mientras modelaba el pecho de uno de los caballos laterales del
cuerpo central del Monumento, subido Antonio en un andamio junto a un
par de sus ayudantes, algo le permitió sentir que debía alejarse de la
grandiosa escultura; entonces ordeno a sus asistentes que bajaran
rápidamente, éstos, se extrañaron porque no vieron motivo para la alarma del
maestro. Al cabo de unos momentos, cuando Antonio se había alejado con
sus ayudantes a una prudente distancia de la imponente figura, ésta se

52
derrumbó, aplastando la débil estructura del andamio de madera donde,
momentos antes se encontraba el escultor y sus discípulos:
- ¿Cómo lo supo, maestro?- preguntó uno de ellos, todavía sobresaltado por
el estruendo.
Él, apenas mostró una sonrisa de alivio:
- No lo sé – le contestó – La imagen del caballo desmoronándose, vino a mí
mente, de pronto…
- ¿Qué hacemos ahora, maestro?

Hicieron lo que siempre hacía Antonio ante las dificultades, fortalecerse y


seguir adelante. No fue ese el último contratiempo, los talleres de fundición
exigían más dinero del acordado en un principio ante lo complicado y
extenso del trabajo: los gastos aumentaban y las ganancias disminuían; no
era la primera vez que sucedía esto a Antonio...ni sería la última, Rodríguez
del Villar era tan buen artista como mal administrador. En períodos de
bonanza económica vivían “como reyes”, parafraseando a Antonio o a
cualquiera de sus hijos; el dinero se gastaba a raudales y no les preocupaba,
en absoluto, el ahorro, siempre había otro proyecto, otra obra, y de hecho,
así fue por muchísimos años. Antonio era un bohemio, de corazón y la vida
práctica le tenía sin cuidado, especialmente cuando estaba creando: aquello
que visualizaba con su corazón y con su imaginación debía verlo
materializarse, y en el caso de Carabobo, no importaban los costos ni el
esfuerzo que se le exigiera al artista.

Una vez finalizada la obra, surgió una nueva eventualidad, el inmenso grupo
escultórico de Bolívar, sobre su caballo era demasiado grande para poder
pasar por la puerta del taller de fundición. Se hizo necesario llamar a
albañiles que rompieran la pared para ampliar la entrada:

Por fin terminé el encargo a tiempo de enviarlo a Caracas [sic] para los actos que se iban a
celebrar en Carabobo. Faltaba, sin embargo el accidentado transporte de las partes del
monumento hasta el barco que las llevaría a la Guaira. Los propietarios de la fundición tuvieron
que derribar la pared frontal del taller para que pasara la estatua ecuestre de El Libertador que
corona el Monumento. Y a lo largo del camino se hizo preciso rebajar puentes y realizar toda una
serie de complicadas maniobras hasta que al fin estuvo a bordo del barco que la trajo a Caracas
[sic]. Lamento no recordar el nombre de ese barco. (El Farol, 1966, 14).

Finalmente sólo quedaban por realizar dos maravillosas figuras de unos


colosos gigantescos, cada uno de ellos sosteniendo una espada, que
representarían a los Guardianes de la Patria. Estas dos estatuas debían ir

53
colocadas en dos pedestales con dos altorrelieves: el de la derecha se
representaría al pueblo venezolano y en el de la izquierda las fuerzas de la
defensa del país. Fue una triste decepción de la que no se recuperó el artista,
el saber que el gobierno había decidido que no se enviaran las figuras a
Venezuela. Quedaron almacenadas en el taller de Florencia y Antonio jamás
supo qué sucedió, finalmente, con ellas.

Al llegar el artista a Venezuela, pocos días antes del acto de inauguración


del Monumento, el dolor fue aun mayor cuando vio los pedestales ocupados
por unas figuras que rompían la armoniosa grandiosidad del conjunto
escultórico. Jamás se ofreció una explicación a Rodríguez del Villar sobre
este irrespeto a su obra de la que se le descontó parte del último pago. El
Monumento de Carabobo había quedado incompleto.

De Carabobo me ha quedado siempre el descontento del artista a quien le modifican la


concepción de sus manos y de su inspiración…colocaron unas estatuas ecuestres con unas figuras
que llevan un clarín en las manos. Evidentemente muy diferentes a las otras. Se nota que no
pertenecen a la misma mano. Y esas no son las únicas que no están en el monumento. También
modelé un altorrelieve en homenaje al Soldado Desconocido que no aparece por ninguna parte
(…)Es curioso que después de tantos años conserve esta animadversión por las estatuas agregadas
pero no lo puedo evitar. (El Farol, 1966, pp.12,14).

Faltaban, también dos pebeteros que debían estar en las manos de las
estatuas que se encuentran en los dos cuerpos laterales, en ellos debía arder
permanentemente, la llama simbólica del espíritu de Bolívar iluminando por
siempre a las naciones que liberó:
“La colocación del monumento en el Campo de Carabobo hizo necesario un
despliegue de ingenio, a falta de equipo adecuado, pero al fin quedó en su
puesto” (El Farol, 1966, pp.12,14).. Al ver su obra dispuesta en el lugar para el
que había sido ideada, Antonio, confiesa haber llorado de emoción: “A
cuarenta años de distancia sigo sintiendo que el Monumento a Carabobo es
hijo de mis manos, hijo mío” (El Farol, 1966, p.14).

Se realizó un grandioso acto de inauguración del Monumento, el 17 de


diciembre de 1930, al que Antonio decidió no asistir; aquel día almorzó con
unos amigos suyos en un restaurante en Valencia, no muy lejos del Campo
de Carabobo y al atardecer regresó a Caracas.

LA IDEA

54
Hace más de cuarenta años que entregué el Monumento a Carabobo. Todavía recuerdo con
claridad al General Gómez, con las manos en la espalda, caminando en torno a la obra, con una
expresión curiosa en los ojos, como si todo aquello hubiera salido de sus manos…En ese
momento tuve la sensación de que no entendía lo que yo quería decir con el Monumento, que mi
mensaje no llegaba a él…y desde entonces me ha quedado la convicción de que mi obra no se ha
entendido, que no se ha comprendido enteramente. (El Farol, 1966, 12).

Antonio se consideraba un español de la “generación joven”, y esa


expresión entre comillas no tiene una connotación de falta de vigencia con
respecto al momento en que se escribe esta biografía; ese entrecomillado
obedece a que el significado que deseaba darle Antonio, tampoco pertenecía
a su momento histórico sino que se ubicaba mucho más adelante. En alguna
de sus declaraciones se refiere él a antiguas rencillas entre España y
América, “sentimientos superados” según él opinaba. Artista y ciudadano
del mundo, Antonio aprendía a amar lo que de bello o heroico o admirable,
le ofreciera el lugar donde le tocase vivir; en América las glorias de la gesta
independentista lo sedujeron con el acento entre romántico y sublime que,
para él poseía el concepto de Libertad, quién, mejor que él conocía su valor
y su necesidad para liberar al espíritu humano de las miserias que impiden al
hombre su búsqueda de la felicidad y del sumo bien. Su enfoque de la vida,
sereno y claro no entendía de odios y rencores trasnochados. Cuando vino
por primera vez a América, leía, leía muchísimo sobre historia porque su
curiosidad y su deseo de saber eran insaciables y porque su oficio así se lo
exigía: ¿Quién era ese Ricaurte a quien debía hacer un monumento? ¿Por
qué era tan respetado el recuerdo de Antonia Santos? ¿Qué tipo de poesía
escribía José Asunción Silva? ¿Qué hizo de Bolívar ese personaje singular?
El Libertador, como Antonio prefería llamarlo: le complacía ese nombre…
por todo esto un español, como él, se sintió el indicado para inmortalizarlo
en tantas ocasiones: bustos, esculturas; a caballo, de pie; civil, militar…

Don Antonio Rodríguez del Villar no necesitó de asesoría de los historiadores para elaborar su
proyecto. Lo hizo por propia cuenta, no obstante ser español, era un ferviente admirador de
Bolívar, cuya figura le resultaba familiar para sus manos de artista. (Valencia, Ciudad Industrial,
21/09/ 2008).

Algunos españoles no entendieron y por ello, el artista fue objeto de crítica


en ciertos círculos recalcitrantes y necios, afortunadamente no fueron
muchos ni muy importantes. Condecorado y honrado en varios países de
Hispanoamérica y miembro de la Sociedad Bolivariana, América lo recibió y
lo acogió como hermano y así se sentía él: un español-americano. Ese fue el
sentimiento del que quiso impregnar el Monumento de Carabobo.

55
Para mí Carabobo fue una guerra civil. Del choque de dos ramas de un mismo tronco –España
allá en el continente y España aquí, en el nuevo mundo- surgió airosa, una raza nueva. En el
centro del monumento se puede ver la figura alegórica de esa nueva raza abrazando las figuras
que representan esas dos ramas(…) Yo quise exaltar la unión, la confraternidad, el nacimiento de
una nueva nación glorificando la figura de Simón Bolívar a quien coloqué, tal como me lo pidió
el General Gómez, “recortado sobre el cielo” y conducido por el Genio y la Gloria. (El Farol,
1966, 12)

Estas palabras del autor son el punto de partida para comprender esta obra,
para “entender” lo que el artista “quería decir con el monumento”, para que
el “mensaje” implícito en esta obra, finalmente “llegue” tal como el artista la
concibió: no como la representación de un enfrentamiento doloroso sino
como el nacimiento glorioso de una nación plural en su esencia étnica pero
fusionada en armoniosa hermandad.

Un dato absolutamente curioso y poco conocido es el hecho de que


Antonio, tenía en mente esta idea de integración americano-española, desde
hacía varios años antes. Al parecer, llegaron noticias a Antonio, en le año
1923 acerca de un concurso dirigido a escultores españoles y propuesto por
Venezuela. La idea era erigir en Madrid un Monumento a Bolívar. En un
escrito del escultor se describe el proyecto de lo que sería el monumento que
incluiría las etapas de conquista, colonización y emancipación, así como
elementos indígenas, además de la representación de otros personajes como
Santander y Sucre que rodearían la figura protagónica de Simón Bolívar.
No existe otra mención de este trabajo o de que la maqueta se llevase a
cabo; sin embargo, es importante hacer notar el hecho de que Antonio tenía
claro, desde hacía años, el concepto que deseaba imprimir al gran
monumento en homenaje a El Libertador.
A continuación fragmentos de la carta escrita por Rodríguez del Villar en
1923:

Soy español de Sevilla, y los años numerosos que llevo en América, no sólo han fortificado y
engrandecido el amor por mi patria sino que además me han hecho compenetrarme de tal manera
con la mentalidad y los sentimientos de este país colombiano y de los otros de Hispanoamérica
que, ambos sentimientos, el de amor a España y el que siento por estas tierras, se han fundido en
mí en uno solo, tan íntimamente que hoy no me es posible separarlos. Y este hecho que se repite
en el fondo del alma de varios miles de españoles que en América viven, hace de mí el campeón
más convencido del hispanoamericanismo que es para mí una necesidad espiritual por la
imposibilidad en que me hallo, de sentir las absurdas divisiones de las fronteras políticas,
totalmente impotentes para dividir lo indivisible: el alma única de nuestra raza. (…) ¡Ojala, pueda
llegar a ser mi obra el monumento a esa Hispania grande y fuerte que aspiramos a crear para el

56
futuro, a esa unión hispanoamericana que será el pedestal de nuestro engrandecimiento, pues esto
indicaría que he logrado dar forma a la idea que me agitaba al crearlo! 41

LAS ESCULTURAS

A pesar de que Antonio no estuviese “satisfecho del Monumento de


Carabobo”, es ésta la obra que lo define como artista y que en su momento,
mereció incontables elogios:

Yo vi el Monumento de Carabobo, el más fantástico homenaje a un episodio de la Historia, que


haya visto en mi vida(…) himno de bronce litúrgico, canto de mármol a la más gloriosa epopeya
de la Historia de Venezuela. Armando Moreno, Primer Secretario de la Embajada del Panamá
( El Nacional, Dic 1946)

La magnificencia de este monumento es muy superior a cuantas lecturas y referencias he


tenido…
Coronel J. F. Oliva, Ministro de la Defensa de Guatemala

…un triunfador en el difícil arte de Rodin, mago del arte escultórico y dueño de una técnica
impecable, triunfa una vez más, en el grandioso monumento a Bolívar, en el campo de
Carabobo…
(La Opinión de Puerto Rico, Septiembre 1923)

El escultor español, Rodríguez del Villar, supo vengar al regimiento de Valencey (Pablo de la
Cruz, notable arquitecto colombiano, en su visita a Carabobo)

El Monumento más grande e imponente de la América Latina, la obra más voluptuosa de


Rodríguez del Villar (La prensa de Curazao, Marzo 1954)

…Monumento ejecutado por el gran escultor español: “el escultor del mundo” (La Nación de
Panamá, Enero 1948)

En un viaje a Francia, años después de inaugurarse el Monumento, un


conocido suyo, artista también, que había visitado Venezuela le aconsejó a
Antonio que, ya que él viajaba tanto por América, visitara Carabobo, valía la
pena el viaje, le dijo, por ver un grandioso monumento que se encontraba en
Carabobo:
- Pero si soy yo el autor de ese Monumento -le contestó con una
sonrisa.
- Entonces ya puedes morirte, después de haber realizado algo tan
grandioso.
41
La carta se escribió en Bogotá y tiene fecha del 4 de Junio de 1923; cuatro años antes de que se postulara
para el concurso del Monumento de Carabobo y está dirigida al “Excmo. Señor Enviado Extraordinario y
Ministro Plenipotenciario de S.S. Católica en Caracas. Presidente de la Comisión para erigir un monumento
a Bolívar en Madrid”.

57
Antonio sonrió: tenía intención de vivir muchos años más.

No puede ser completa una biografía sobre el autor sin detenerse a describir
brevemente el Monumento, acercándose a la intención del autor para
comprender la simbología que motivó la creación de los elementos
esenciales de este conjunto escultórico:

Camino hacia el Monumento, se encuentran una serie de bustos que


representan a los más importantes jefes y oficiales que participaron en la
Batalla42.
El monumento descansa sobre un pedestal rectangular y posee dos alas
laterales de bases rectangulares. En la parte superior del pedestal del centro
se encuentra una estatua ecuestre de El Libertador, conducido por El Genio y
La Gloria y apoyado sobre un grupo de vencidos.
Las dos estatuas ecuestres, a la derecha de El Libertador son los generales
José Antonio Páez y Santiago Mariño; a la izquierda el General Manuel
Cedeño y el Coronel Ambrosio Plaza.
En la cara anterior del pedestal central está la alegoría del Altar de la Patria
representado por una escalera de siete peldaños con una estrella de bronce
en cada uno, símbolo de las siete provincias que constituían la Capitanía
General de Venezuela. A continuación de las escaleras, se encuentra una
lápida de piedra y luego, sobre una base semicircular tres esculturas
femeninas de pie, una representa a la raza española, otra a la indígena y la
central, que se encuentra abrazando a ambas es la raza iberoamericana, la
nueva raza.
En las dos alas laterales hay dos relojes de bronce; el que está a la derecha
de El Libertador indica, con espadas, la hora de comienzo de la Batalla y el
de la izquierda, con laureles, la hora de la victoria.
Una estatua pedestre en el primer plinto a la derecha, simboliza la
Independencia, levanta una espada corta en actitud de defender la obra de los
héroes de Carabobo y apoya la mano izquierda en un escudo símbolo de la
fortaleza. La estatua pedestre a la izquierda de El Libertador, simboliza La
República, levanta, en su mano izquierda, la antorcha de El Progreso y
apoya su mano derecha en una espada, símbolo de La Potencia.
Los altos relieves representan distintos momentos de la Batalla.
A izquierda y derecha del monumento central se encuentran dos estatuas,
dos leones laterales y los escudos de Venezuela y España en mosaico

42
Son éstos personajes: Páez, Cedeño, Salom, Plaza, Urdaneta, Bermúdez, Briceño Méndez, Mariño,
Farriar, Rangel, Muñoz, Vásquez, Rondón, Ibarra, Manrique y Pedro Camejo (Negro Primero)

58
veneciano, que rematan en un cóndor de bronce con las alas desplegadas:
una de ellas representa a Venezuela y la otra a España.

El Arco que se encuentra a la entrada del Campo de Carabobo no pertenece


a Antonio y se encontraba en el lugar mucho antes de que se realizara el
Monumento.

CAPÍTULO VI

ENTRE ESPAÑA Y AMÉRICA

LA PREGUERRA ESPAÑOLA

En el año 1929 la familia Rodríguez del Villar estaba completa con cinco
hijos varones que crecían en Barcelona, los que tenían edad suficiente iban
al colegio de los jesuitas. Álvaro, el mayor ya tenía 11 años y acompañaba a
sus padres a los conciertos en el espectacular Teatro del Liceo de Barcelona,
estudiaba violín y destruía todos los radios que llegaban a su casa para
familiarizarse con su funcionamiento; su única contribución a las artes
plásticas consistía en tallar para su padre los palitos de modelar que utilizaba
cuando trabajaba el barro; de niño, Antonio había aprendido a tallarlos con

59
una navaja grande, después enseñó a su hijo que los hizo para él por mucho
tiempo. Fue en esa época cuando Antonio asistió al estreno del Bolero de
Maurice Ravel en España, relataba, recordando esa ocasión que un par de
señoras tuvieron que salir acaloradas y a punto de desmayarse; hasta allí
había llegado la connotación sexual del tema que, en Francia, la célebre
bailarina Ida Rubinstein ejecutaba imprimiéndole su legendaria sensualidad.
De esta época data su breve amistad con el famoso tenor Hipólito Lázaro, a
quien realiza una escultura ataviado como Radamés, personaje central de la
ópera Aída.
A ese Álvaro que escondía los libros porque, según su madre leía en exceso,
le seguía Julio que sí había heredado, como su hermano menor Gonzalo, la
inclinación por las artes, pero la debilidad de ambos era la pintura…y lo fue
durante todas sus vidas. Julio también estudiaba música y tenía una
inclinación particular a ver la realidad desde un punto de vista muy poco
tradicional…había absorbido la totalidad de la esencia bohemia de su padre.
Cuando viajaban todos o asistían a algún espectáculo o un restaurante,
llamaba la atención aquella hermosa familia, con sus hijos todos varones,
guapísimos en casi exacta diferencia de edad y los padres distinguidos y
orgullosos; me imagino que fue aquélla, la época más feliz en la vida de
Antonio que, como siempre, seguía trabajando, enseñando y viajando.

La situación política, en España, se complicaba cada vez más. En el año


1929 renuncia Primo de Rivera, ministro de derechas; dos años después, en
abril de 1931 abdica el Rey Alfonso XIII, se proclama la República y
cambian hasta los colores de la tradicional bandera española. En una familia
con simpatías hacia la monarquía, debió ser un trago amargo todo aquél
ajetreo político que llevaba al país de uno hasta el otro extremo ideológico.
Mucho se debió comentar el hecho en la intimidad del hogar cuando Álvaro,
en perfecto uso de las facultades que le permitían ejercer sus doce años, se
las arregló ese conmocionado 14 de abril para dibujar tradicionales banderas
españolas de dos colores y lanzarlas por el balcón a la calle como protesta a
la nueva bandera tricolor que imponía la Segunda República.
Se declara la autonomía de Cataluña, hay saqueos en algunas iglesias y los
campesinos se sienten con derecho a tomar las tierras que trabajan. Al año
siguiente fracasa un intento de Golpe Militar en Sevilla. Barcelona agitada
socialmente se transforma en un espacio incómodo para la familia que es,
alguna que otra vez, agredida verbalmente en la calle por los simpatizantes
del nuevo orden; la elegantísima Elvira, con sus abrigos de piel y sus niñeras
acompañando a los pequeños, no era, precisamente, una imagen

60
representativa de la nueva España. Sin embargo, en el año 33, Manuel
Azaña, Presidente de Gobierno provisional, es obligado a dimitir y en las
siguientes elecciones se forma un gobierno de derechas y la reforma anterior
es puesta al margen. Durante este controversial año. Antonio vuelve a viajar
a América, va Santo Domingo y Puerto Rico como lo atestiguan periódicos
de estos países los que aparecen entrevistas y resúmenes de la vida artística
de Antonio, ejemplo de ello lo encontramos en El Mundo, de Puerto Rico
(21/06/1933):

Nadie ha entonado un himno a la Raza que tenga resonancias tan cordiales y amplitudes tan
gigantescas como este animador de la Historia que nos muestra con el sencillo ademán de quien
enseña las fotografías de sus hijos, los retratos de ese poema en piedra y bronce que es el
monumento a Bolívar en el Campo de Carabobo.

Allí realiza bustos de personajes políticos (Rafael Martínez Nadal,


Presidente Trujillo) e intelectuales y algunos encargos de poca envergadura.

Antonio regresa a una España inestable donde continúan las insurrecciones y


el descontento de los trabajadores; entonces, es aconsejado para que
abandone el país y se le propone el cargo de vicecónsul.

El artista pide ir a Abisinia, recordando su viaje de juventud en el que había


visitado Etiopía, en esta ocasión pensaba llevar al mármol sus observaciones
para, posteriormente realizar una exposición; sin embargo, en el pequeño
país independiente estalla la guerra en el año 34, ante la invasión del ejército
italiano. Hispanoamérica vuelve a llamar la atención del Antonio: Panamá.
Cierra su casa en España y tras un breve viaje a Venezuela, se encuentra con
la familia en su nuevo hogar.

PANAMÁ Y LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

Desde finales del año 35 a finales del 39 Antonio realiza varios proyectos
en ese país: el más llamativo fue la decoración de la fachada y el vestíbulo
de la Escuela Normal de Santiago de Veraguas Juan Demóstenes
Arosemena.

61
Se planeó una obra física gigantesca para demostrar toda la pujanza y esfuerzo que el gobierno
intentaba plasmar en esa región (…) El ingeniero constructor fue Luis Caselli, supervisado por
una junta de profesionales (…) El área total del terreno era de 42,500 metros cuadrados, de los
cuales 3921 se destinaron para dormitorios, 4123 para edificios de enseñanza, 870 para las casas
del director y subdirector, 518 dedicados a pasillos (…) La capacidad para alumnos era 1200.

Santiago de Veraguas vivió el 5 de junio de 1938 [fecha de la inauguración de la Escuela


Normal], unos momentos históricos de grata recordación para los miles de visitantes que
acudieron a presenciar tan importante acto. La ciudad se había vestido con sus mejores y
relucientes galas, pero sobre todo con un contagiante entusiasmo por todos los sectores, que se
veían totalmente engalanados (http://www.alonsoroy.com/era/era09.html).

Sin embargo en el momento de la inauguración, la Escuela Normal no


posee, todavía la decoración de la fachada y del vestíbulo que realizaría
Antonio entre los años 39 y 40.

Era éste un periodo inestable, de enfrentamientos civiles en Panamá “ a


pesar de todas las incertidumbres políticas, el gobierno logra realizar algunas
grandes obras necesarias para el país” (Ureña, Conferencia,16/07/2008). El
arquitecto de la obra; Luis Caselli, parece detener la evolución que se
observa en su obra que, para la época, había abandonado los “elementos
decorativos y neo-coloniales por las líneas sobrias de elegantes formas
circulares y sobre todo simplicidad en la presentación de la fachada” (Ureña,
Conferencia,16/07/2008), sin embargo

se respira en toda la construcción arquitectónica [de la escuela Normal]un regreso sobrio a un


hispanicismo “retro” como los repetidos arcos dispuestos a lo largo de los pasillos y corredores y
materiales de construcción obsoletos para el momento pero estéticamente coherentes con el estilo
de arquitectura escogido (…) Creo que las verdaderas motivaciones que llevaron a Caselli a
aceptar la decoración de la fachada y el interior del edificio, tienen su origen en el clima
nacionalista y triunfalista en boga, no sólo en cierta parte de la intelectualidad istmeña, sino
también imperante en Europa (…) Interpretaciones criollas de un “Deco”, marcadamente Retro
con fuerte influencia seudoplateresca. (Ureña, Conferencia, 16/07/2008).

El trabajo minucioso y delicado que realiza Antonio en esa maravillosa


edificación, presenta una serie de alegorías y símbolos que van desde las
figuras humanas hasta las réplicas escultóricas de varios cuadros del Museo
de El Prado de Madrid, pasando por relieves representativos de personajes
célebres como Cervantes, Leonardo da Vinci y Simón Bolívar y motivos
vegetales con reminiscencias de Art Noveau, incluso en la parte inferior de
las columnas de la entrada pueden observarse grupos de personajes
femeninos con los trajes típicos de la región; un universo de imágenes que es

62
necesario contemplar para asimilar y entender cómo, a pesar de su
heterogeneidad, forman todas ellas una equilibrada composición,
combinación armoniosa y absolutamente desprovista de excesos. Corona el
portal de la edificación una representación de los valores que deben reposar
en una institución educativa, presidiéndolos La Sabiduría, una hermosa
mujer que parece cobijar otras figuras humanas, en una composición
triangular; bajo los brazos de esta figura imponente, los escudos de la
Escuela de Señoritas y de Santiago de Veraguas. No es ésta la primera vez
que observamos una trilogía femenina en las composiciones de Antonio, con
el fin de personificar algún tipo de alegoría –al igual que se observa en el
monumento de Carabobo. Podría decirse que este tipo de representación
conforma un leit motiv utilizado por el Rodríguez del Villar en las obras
escultóricas que poseen una carga significativa, una temática; obras que son
tratadas como “texto” –como ya mencionamos en otra anteriormente- por el
autor que goza de plena libertad para representar sus ideas y para interpretar
el concepto que deba representar determinada obra escultórica.
En la decoración de la fachada observamos altorrelieves de figuras humanas
que parecen escaparse del muro para convertirse en esculturas de volumen
de exquisita perfección anatómica. Toda la inclinación neoclásica del artista
se desborda con libertad tanto en la fachada como en el interior de la
edificación donde las columnas están totalmente decoradas, así como los
paneles de la galería del segundo piso que se muestran hacia el vestíbulo
hermosamente trabajados, así como parte de las paredes, el marco del portón
hacia el auditorio y una elaborada decoración que sirve de marco al gran
reloj principal. Antonio realizó los moldes de todos estos diseños en España.

El material con el cual se hizo la decoración es una mezcla de arcillas o barro cocido, mezcla al
frío sacada de moldes (como en la escultura en metal, se hace el modelo, se saca el molde y se
rellena con la mezcla) (…) Esta técnica decorativa fue muy usada en la arquitectura plateresca del
sur d España…sobre todo en Sevilla y estuvo muy de moda en los edificios de inicios del 1900.
(…) En Italia también se usa esta técnica y los lugares que hacen esos moldes se llaman fornacce
y en los entornos de Valencia hay mucha tradición de arcilla cocida. Las fornacce son como los
talleres de fundición para el metal. (Ureña, Correo,20/06/2008)

No en vano la Escuela es llamada, también, “El Escorial de


Hispanoamérica”.

Los hijos crecen y tres de ellos viven su adolescencia en Panamá; es un


período de vida social muy activa para toda la familia, nuevamente Antonio
hace buenos amigos y realiza constantes viajes a Venezuela y a Colombia
donde aún viven sus hermanas y un sobrino en la hacienda propiedad de la

63
familia; nunca más regresarán ellas a España. En los álbumes de familia hay
muchísimas fotos de fiestas, reuniones, varias jóvenes hermosamente
ataviadas con la “pollera”43 panameña y el cabello recogido con sus muy
delicados adornos y flores; los chicos en el club jugando tenis o haciendo
excursiones en el campo. Fotos de la cosmopolita zona del canal, los
barcos…el mar de Panamá; todo aquello era un contraste de lo que estaba
por vivir España: el 17 de Julio de 1936, se subleva Francisco Franco, estalla
la Guerra Civil.

Más que una revuelta social o política, el hogar de Antonio se siente


conmovido por las agresiones de las que, constantemente, es víctima la
Iglesia Católica, por parte de los republicanos y sintiendo, la familia, que
debían hacer algo por contribuir en esa “nueva cruzada” del siglo XX, Elvira
acompaña a su hijo mayor, Álvaro, a España para que, desde el frente,
defienda a la Iglesia, a la Patria y a la Monarquía, una trilogía que había
permanecido unida en la educación familiar. Alto, altísimo como era, Elvira
encuentra una excusa para hacerle un uniforme a la medida: en las
fotografías Álvaro parece un personaje de las películas de Hollywood. En la
realidad, poco habló Álvaro del frente, sólo contaba que no tuvo que salir
con el fusil porque trabajaba en telecomunicaciones y que, más de una vez,
fue castigado a “pelar patatas” por alguna que otra rebeldía, poco le servía,
en esas circunstancias, el año de canto que había estudiado en Florencia .
Elvira, madre heroica, regresó a Panamá junto a su familia.

Varias son las obras que realiza Antonio en Panamá, además de la


decoración de la Escuela Normal, algunas de ellas están aún por identificarse
plenamente, otras las realiza en sus años de permanencia en ese país. El
Monumento a la poetisa Amelia Denis de Icasa44, escultura del presidente
Porras, busto del Maestro Abelardo Herrera, en Aguadulce y, años más
tarde, un Monumento a Roosvelt que realiza en Venezuela. Durante un
tiempo hubo rumores acerca de algún monumento que conmemorara o al
menos embelleciera la zona del canal, lo que incluso se comento en la
prensa:

I hope that the local power-that-be on both of the sides of the line, Panama and the Canal Zone,
will get in touch with Rodríguez del Villar and engage him to do some work here on the Isthmus.

43
Traje femenino típico de Panamá, de amplia falda, generalmente blanca.
44
Esta escultura, de color bronce oscuro, muestra a la poetisa sentada. Se encuentra de tras de la Catedral
de Santa Ana

64
The Lord only knows that we need some examples of proper sculpture in our midst as the effect of
great works of art have on humanity cannot be underrated(…) Antonio Rodríguez del Villar is a
Spaniard, of the old school; a gentleman in every sense of the word and an artist at heart.(…
Daily Morning Newspaper)45

(Espero que el poder local que se encuentra a ambos lados de la linea, Panmá y la Zona del
canal, se ponga en contacto con Rodríguez del Villar y le encargue algún trabajo en el Istmo.
Dios sabe que necesitamos algunos ejemplos de escultura apropiada en nuestro medio ya que el
efecto de grandes obras de arte sobre la humanidad no puede ser despreciado (…) Antonio
Rodríguez del Villar es un español de la vieja escuela, un caballero en todo el sentido de la
palabra y un artista de corazón.46

POSGUERRA EN ESPAÑA

El primero de abril de 1939 se anuncia, a través de la Radio Nacional de


España el último parte oficial de guerra:

En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus
últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, uno de abril de 1939. (Vizcaíno
Casas, 1975, p.11)

Un año después, Antonio decide regresar a la patria.


Bendiciones papales y cardenalicias llovían sobre el Generalísimo Franco y
su “glorioso ejército español”, la recuperación del país no iba a ser fácil y,
desde luego muy lenta a pesar de que, por ejemplo: “A los tres meses de
terminada la guerra, la actividad teatral se había normalizado en todo el
país” (Vizcaíno Casas, 1975: 33), en octubre se reabrieron las universidades
y en ese mismo mes se jugaron los campeonatos regionales de fútbol; sin
embargo, la vuelta a la normalidad parecía un esfuerzo desesperado de los
españoles por seguir adelante sin, perder el tiempo en reflexionar demasiado
o mirar atrás y cuestionar estaba prohibido: y a pesar de que “el nuevo
Estado español anunció desde un principio la derogación de la legislación
laica, devolviendo así a nuestras leyes el sentido tradicional que es el
católico” (Vizcaíno Casas, 1975: 52) la Iglesia, en la persona de algunos
prelados expresaba su descontento con la “velada pero indudable censura a
ciertas medidas de discriminación y represalia adoptadas en los meses
inmediatos al final de la guerra civil contra los vencidos” (Vizcaíno Casas,
45
El deterioro del recorte de periódico no permite ver el nombre completo , ni la fecha; probablemente
antes los años 36 y 39, cuando Antonio se radicó en Panamá.
46
Traducción de la autora.

65
1975: 54). No todo era felicidad tras la victoria y, mientras “queda
terminantemente prohibida la asistencia de menores de 14 años a las
sesiones ordinarias de cine” otras medidas concentraban más la atención de
quienes debían “pelear” día a día en la “batalla” de la adquisición de
alimentos: carestía, acaparamiento, especulación, inflación y cartillas de
racionamiento eran dolorosas secuelas de la guerra civil.

En España la vida era absolutamente diferente de lo que recordaba la


familia Rodríguez del Villar. El hijo mayor se recuperaba de la experiencia
en la guerra; Julio, con diecisiete años se escapo como legionario a Rusia
con la División Azul47 y Gonzalo, con unos años menos, les dio a sus padres
el susto de su vida cuando, en el aeródromo al que asistía con frecuencia a
observar y a disfrutar de cortos paseos aéreos, se escapó con un planeador y
voló, absolutamente solo, durante lo que les pareció a sus padres una
eternidad.
Los hijos habían dejado de ser los chicos obedientes, formales y predecibles
que adornaban el hogar; así, cuando Antonio volvió otra vez sus ojos hacia
América donde esperaba encontrar menos preocupaciones y más trabajo,
Álvaro decidió quedarse en España junto a Julio que recién regresaba de
una aventura tan fría como peligrosa.

Antonio se queda en España hasta el año 42, siempre intermitentemente ya


que viajaba a Panamá –para finalizar la Escuela Normal-, Colombia y
Venezuela donde una serie de encargos lo conectan con Caracas, allí busca
un estudio agradable, donde trabajar y una casa grande y cómoda para
recibir a su familia.

47
Ejercito de voluntarios que envió España a Rusia para pelear contra el comunismo; aliada con el ejército
alemán, la División Azul significo un obstáculo en los primeros años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial en las relaciones de España con los países aliados

66
CAPÍTULO VII

FINAL DEL VIAJE

VENEZUELA

Antonio no tomó nunca la decisión de establecerse en un lugar,


acostumbrado como estaba a cambiar, a viajar, tenía una habilidad innata
para hacer de cualquier lugar su hogar; sólo hacía falta contar con la ilusión
de que la familia estaría allí para acompañarlo; llegar a Venezuela y
quedarse allí para siempre fue puramente circunstancial; y una de las más
influyentes circunstancias fue que Caracas le gustaba, pero la más
determinante era que Antonio contaba ya con sesenta y dos años. Todavía
vital, lleno de energías y quizás algo más hiperactivo que simplemente
activo, su historia de “artista itinerante” dejaba ya de tener sentido en el
mundo de la posguerra que invitaba a la seguridad, la estabilidad, la paz y la
comodidad. La generación de Antonio que había vivido tanto, que había
inventado tanto, que había visto tanto comenzaba a experimentar una especie
de modorra espiritual, algo así como comenzar a saborear los frutos de lo
que se había sembrado.

La familia de Antonio se había reducido, con dos hijos en España y ya sin


sus hermanas, el trabajo, sin embargo, no faltaba, dentro y fuera de
Venezuela, pero siempre en América. Antonio no volvió a regresar a
Europa.

Venezuela era un país nuevo, inscrito en el desarrollo y en busca de una


identidad política acorde con las ideas democráticas. Una vez más, el mundo
estaba en guerra, en 1939 Venezuela se había declarado neutral, sin embargo
la economía se ve afectada: baja la demanda de los productos tradicionales
y aumenta la del petróleo. A pesar de que continúan siendo altas las cifras de
analfabetismo y de que epidemias y pobreza siguen afectando al interior del
país el progreso inicia una carrera vertiginosa hacia el futuro

España vivió la Segunda Guerra Mundial sin más ocupación que su


recuperación lenta y sin ejercer plenamente sus libertades; es la época de las
grandes migraciones a América en busca de mayores oportunidades y de un
futuro estable y cómodo. Julio, el segundo de los hermanos, es el primero en

67
volver a América, Álvaro tarda un poco más, incluso se casa en España pero
Antonio no está tranquilo hasta tener de vuelta a toda su familia que va
aumentando su cantidad de miembros, para el año 50 todos se encuentran
juntos, de nuevo. Los Rodríguez del Villar han adquirido un aire más
conservador, aquéllas imágenes del bohemio, que posteriormente se vieron
sustituidas por fotografías familiares dignas de alguna escena de un film
cinematográfico de la época, con una Elvira tocada con exóticos sombreros
y envuelta en fantásticos abrigos, acompañada de sus hijos perfectamente
bellos y absolutamente elegantes a pesar de tener edad apenas para dar sus
primeros pasos, comienza a cambiar progresivamente. Antonio ha perdido el
cabello, y el poco que le queda se le ha vuelto blanco; en el estudio, junto a
sus obras aparece con aire cansado, sin sus acostumbradas poses erguidas y
elegantes de actor de cine mudo. Elvira lleva ahora pequeños sombreros
discretos y ha dejado de usar abrigos, aparece con trajes de chaqueta
prácticos en los que se ve que la comodidad ha vencido a la elegancia; ahora
se ha convertido en activista social y asiste a tes, reuniones y charlas donde
es ella, en muchas ocasiones, la conferencista, se ha convertido en periodista
colaboradora en “La Religión”, periódico cristiano. Con el tiempo, las fotos
familiares son más desenfadadas, naturales y espontáneas, aparece quizás
alguno de los nietos llorando o las nueras conversan en un cumpleaños
familiar y ni siquiera dan cuenta de que alguien las inmortalizó en una
fotografía…a colores; ¡qué diferencia de aquellas fotos posadas y
estudiadas, en blanco y negro donde estáticos, todos esperaban el relámpago
del flash para poder respirar con tranquilidad! Parecía que todo se realizaba
antes con arte en la familia Rodríguez del Villar: trabajar, vestir, vivir…La
influencia de la practicidad se come a grandes bocados todo aquel glamour y
sofisticación que con tanta sobriedad supo impregnar Antonio en toda su
vida familiar.
Pero, ¡nada de nostalgia! Los tiempos nuevos ameritan un ritmo de vida
nuevo y Antonio, amante de la tecnología se aviene de maravilla con el
televisor y los aviones que utiliza cuando tiene viajar por razones de trabajo;
se convierte en abuelo con la mayor comodidad del mundo: aumenta la
familia y eso, para él es uno de los más dulces placeres de la vida. Como
expresó en un artículo, de su autoría que publicó en La Estrella de Panamá,
en Julio del año 1936, que titula “Responsabilidad del hombre consciente”,
mantiene –y mantuvo siempre- su planteamiento vital de “ser idealista
dentro de la vida práctica”.

68
Alrededor del año 46 realiza un monumento a Monseñor Montes de Oca,
destinado a la ciudad de Valencia. Para la fecha, Salvador Montes de Oca
era un personaje que ya pertenecía a la historia, había sido el segundo
Obispo de Valencia y fue desterrado por el Presidente Gómez a causa de
problemas políticos el mismo año en que Antonio viajó a Italia para fundir
su obra destinada a convertirse en el Monumento de Carabobo. Ambos
personajes compartieron la travesía, se conocieron y compartieron mucho
tiempo y conversaciones; así, años después, Rodríguez del Villar contaba
con una maravillosa referencia, más allá de retratos y documentos históricos.
Al realizar la escultura fue mucho más fácil dotarla de personalidad e
“infundirle el alma” de la que tanto le preocupaba dotar a sus obras.
El caso de este monumento es el mismo que, lamentablemente, se le puede
atribuir varias obras de Rodríguez del Villar: en una página de Internet,
referente a la ciudad de Valencia, estado Carabobo, aparece la siguiente
información:

El Monumento a Monseñor Montes de Oca, colocado en la plaza homónima, es un hermoso


grupo escultórico realizado en mármol y en bronce, en el que aparece una figura del prelado con
la mano derecha en alto sosteniendo una cruz y la mano izquierda sobre unamedia columna, con
dos detales de carácter monumental a ambos lados. Fue mandado a erigir por la distinguida dama
valenciana ana Cecilia Branger de Branger. Es de autor desconocido y no tiene fecha.48 (http://
valencia.com.ve/2006/07/26/el-espiritu-combativo-de-monseñor-montes-de-oca/).

Fotografías de las esculturas en el estudio, así como recortes de periódico


confirman la autoría de este monumento que, como muchos otros,
permanece en el anonimato. 49

En el año 47, se encuentra realizando un importante monumento para


Panamá y realiza una maravillosa cabeza del presidente Roosevelt que
visitaba ese país para aquellas fechas.

Probablemente50 durante estos años realizó un Santo Cristo de las Angustias


para los Padres Pasionistas y un Corazón de Jesús para el colegio de la
Consolación en Caracas. Existe también testimonio de un altar y retablo de

48
Negritas de la autora
49
Esta triste situación ameritaría una serie de viajes y presentación de pruebas que restableciera la autoría
de Antonio Rodríguez del Villar, en el caso de muchas de sus obras. Véase: Últimas Noticias,(09/09/1946)
“Antonio Rodríguez del Villar, el autor del Monumento de Carabobo, trabaja ahora en el Monumento a
monseñor salvador Montes de Oca”, p. 12.
50
No ha sido posible hallar documentación que respalde la fecha de estas obras y su presente ubicación.

69
la Santísima Trinidad para un templo, situado entre las calles de Neptuno y
Águila, en la ciudad de la Habana51

En 1949, un maravilloso proyecto se apodera de sus manos, de su


creatividad y de su corazón.

MONUMENTO AL INDIO MARA

Muchos son los artículos que hacen un seguimiento a la elaboración de este


monumento. Para Antonio era fascinante la idea de estudiar y asimilar los
rasgos indígenas; desde muy joven había sido un enamorado del cuerpo
humano y de las variaciones que podía apreciar en rostros y contexturas
físicas, ahora era completamente libre para crear una obra en la que pudiera
transmitir su concepto acerca de las particularidades étnicas de una raza que
le seducía por su belleza, exótica para él tan europeo. En el caso del
Monumento al Indio Mara, conocer la historia y las leyendas que se tejían en
torno al personaje no fue suficiente para Antonio, su idea era transmitir un
sentimiento más auténtico que el de un mero observador, complacido con la
belleza que trata de reproducir, a través de su estilo personal. Muchas fueron
las horas que Antonio, en compañía de su hijo Julio, pasó en el barrio de
Ziruma. Aquella era una oportunidad única de vivenciar, más que imaginar.
Compartió con los guajiros comidas y aprendió costumbres que a través del
trato, lo acercaron a los indígenas.
Como siempre, le tocó buscar modelos y esta vez tuvo para escoger, con la
única desventaja de que tuvo que enseñarles a posar

-¿Y el modelo para el Indio Mara? –interrogamos.


- ya lo he conseguido. Es un indio fornido, musculoso, de imponente figura. Algo como yo
concibo a los primeros pobladores de esta tierra del Coquivacoa. No podría ser sino un auténtico
exponente del sexo masculino que sirviera de modelo para perpetuar la memoria del cacique
Mara. Para ello he tenido que hacer un estudio concienzudo de las características frenológicas y
fisonómicas. (Diario Panorama, 17/01/1950, p.2)

Antonio contaba ya con casi setenta años, sin embargo, emocionado ante el
proyecto se encontraba vital y lleno de energía, su hijo pintor le servía de

51
Ha sido imposible hallar una mayor descripción o fotografías de este templo

70
apoyo y se convirtió en el mejor de los ayudantes. Improvisó, como siempre
hacía Antonio, cuando trabajaba lejos del hogar, improvisó – como lo hizo
tantas veces- un estudio con suficiente amplitud, luz suficiente y
ventilación adecuada; como siempre había hecho con sus talleres pintó las
paredes de color verde para evitar que la vista se cansara al apreciar el
conjunto.
Al finalizar la maqueta, esta fue expuesta en un hotel de Maracaibo, ciudad
donde sería erigido el monumento para la conmemoración del
descubrimiento del Lago, que lleva el nombre de esa ciudad, en el año 1499.
La magnífica escultura del Indio tiene 3 metros de altura y es la figura
central que se alza en el centro de una fuente. Ocho grupos escultóricos en la
parte frontal representan la juventud, la familia, pasado y presente de la raza
indígena y los guerreros y escenas e la vida familiar; los bajorrelieves que se
encuentran en la parte posterior muestran escenas del descubrimiento y la
conquista.
Durante la realización de las esculturas en barro, el clima fue un fuerte
oponente contra la obra de Antonio:

Es indispensable –explicó al reportero de Panorama- mantener estas figuras en permanente


humedad. Los fuertes vientos en esta época hacen que el material se seque demasiado y se
resquebraje, con lo cual el trabajo quedaría destruido (Diario Panorama, 17/01/1950, p.2)

Durante seis meses, estuvo trabajando en el estudio, sin salir de la ciudad:


“Debo dedicar todo mi tiempo a concluir una obra en la que va empeñado mi
nombre”. (Diario Panorama, 17/01/1950, p.2).
El vaciado en bronce de la estatua principal se realizó en Caracas:
“Es un proceso harto complicado –manifiesta el escultor Del Villar- por
cuanto se requiere sacar varios moldes, concluida la estatua en arcilla”.
( Diario Panorama, 06/03/ 1950) Para las estatuas en granito se empleó un material
especial resistente a la intemperie “ manufacturado en Alemania y que posee
la particular propiedad de no resquebrajarse. (…) Ni siquiera le entra el
cincel al licuarse y la pátina del tiempo le imprime sombras que realzan el
trabajo realizado”( Diario Panorama, 06/03/ 1950)

Como se puede observar desde Carabobo, los monumentos de Antonio


cuentan con características semejantes: composición reposada, formas
macizas y vigorosas, así como un desplazamiento interior-exterior de las
protuberancias y los vacíos.

71
LA VIRGEN DE GUANARE

En el año 1952 le es realizado a Antonio un hermoso encargo: una


espectacular Virgen de Coromoto para el Santuario de Guanare.
La realización de este trabajo se debía al tricentenario de la aparición de la
Virgen y el mayor reto que debía enfrentar Antonio, no consistía en la
realización de su obra que le emocionaba y lo ilusionaba; sin embargo,
previamente debía llevarse a cabo un acondicionamiento, no sólo de la
iglesia colonial de Guanare, más allá de eso debía construirse un puente
sobre la quebrada del Buco que enlazara la basílica y el lugar donde se
colocaría el monumento con la población de Guanare para permitir el acceso
de los materiales; además debía realizarse el emparejamiento y
acondicionamiento del terreno. Afortunadamente, Antonio contaba con un
arquitecto-artista para ayudarlo en aquel trabajo: su hijo Manuel, quien,
además de restaurar y reparar la iglesia trabajó en su decoración interior.
La inauguración se llevó a cabo en septiembre de ese año, después de nueve
meses, en que la Hospedería de Guanare fue hogar y taller de Antonio donde
trabajaba diez horas diarias; el costo de la obra fue de 150.000 bolívares.
La escultura de la Virgen tiene 11 metros de altura y está colocada sobre
una base cuadrangular de 10 metros, simbolizando un altar, a sus pies se
encuentra un relieve del escudo nacional y debajo, en cada uno de sus lados,
se observan tres grupos de que representan a los indios en actitud de
adoración.

Este grupo de figuras ha sido considerado como uno de los mejores trabajos, hasta ahora,
realizados en la maqueta del futuro Monumento. Sobresaliendo la figura del indio guía en quien
se aprecian gestos de méritos artísticos…Esta figura [de la Virgen] también ha sido comentada
como algo excepcional en la escultura que practica Del Villar en el Monumento.(Últimas
Noticias, 23/05/1952. p.12)

Tras la Virgen hay una cruz, representando a la que originalmente fue


clavada en el sitio de la aparición, lugar donde estaba ubicada la choza del
indio Coromoto. Las esculturas fueron hechas de mármol sintético.

A pesar de ser tanto el tiempo que Antonio llevaba trabajando en su arte,


pareciera que siempre, un nuevo encargo era un reto, una novedad;
Rodríguez del Villar disfrutó realmente durante la realización de esta obra,
tal como se muestra en un artículo aparecido en el periódico El Universal, el
17 de mayo de 1952.

72
El perfeccionamiento del trabajo artístico que Rodríguez del Villar elabora en un rincón de la
Hospedería de Guanare viene siendo objeto de un gran cuidado(…) “Acaso –dijo- si mi destino
fuera morir al terminar esta obra, ceo que me sentiría orgulloso de haber cumplido con la
realización de ella”

UN VOLUNTARIO ANACORETA

A los setenta y cuatro años, Antonio tenía un caminar más lento, de pasos
más cortos, seguía riendo a carcajadas con facilidad, sus manos continuaban
dibujando, con firmeza, figuras en el aire cuando hablaba o cuando relataba
alguna historia y aún tuvo el ánimo de realizar un encargo que le llegó de
Curazao: una Virgen de ocho metros de altura cuya ejecución le llevó ocho
meses. El Monumento de la Inmaculada Concepción, realizado en granito y
bronce, fue inaugurado el 8 de Diciembre de 1954. Antonio viajó para la
ocasión a Curazao con su esposa: de nuevo entrevistas y alabanzas.

Ese mismo año finaliza “el monumento del gran músico venezolano Pedro
Elías Gutiérrez, fallecido recientemente y el cual será erigido en memoria
del mismo en la ciudad de Guanare”52

A pesar de que en el año 55, se declaraba un voluntario anacoreta, la vida de


Antonio estaba todavía lejos de pasar desapercibida; se volvió hogareño y
ya no viajaba con la frecuencia que lo hacía unos años antes; parecía que esa
pausa que adquirió en el andar se la presentó la vida para que bajara el ritmo
y se dedicara a aprender, casi a sus ochenta años, una disciplina que jamás
había pasado por su mente: la paciencia. Incluso a sus noventa años recuerdo
las manos inquitas, ya temblorosas, trabajando en pequeñas maquetas, en
verdad quien lo viera llegaba a la conclusión que sin el contacto del barro en
sus manos, la vida no hubiese tenido sentido para él.

En ese año realiza un busto de Andrés Bello para la Universidad Católica de


Caracas que lleva el nombre de ese admirable venezolano.

El escultor, aunque llevó a cabo la obra en un tiempo relámpago, reconoce que el busto tenía sus
dificultades. De bello sólo se conoce un retrato de frente
- En ella –decía el Padre Barnola, en la frescura matinal del taller con sus lentes al aire- se ve un
Bello viejo, casi senil. Rodríguez del Villar ha logrado un Bello maduro, en plena edad creadora.
Y cerca del busto, todavía con el barro húmedo, pero ya de firmes rasgos, explicaba:

52
Cita textual de recorte de periódico, sin nombre ni fecha.

73
-A un lado el roble, como símbolo de la fuerza, de entereza de carácter. Del otro, el laurel del
poeta. Abajo la llama del genio y un libro abierto con dos fechas: la de su nacimiento en Caracas
y la de su muerte en Chile.
Rodríguez de Villar no ocultaba el orgullo de su obra.
- Es la primera vez que hago a Bello. A Bolívar lo he plasmado tantas veces. Bello es un hombre
muy simpático, de una sencillez encantadora como puede verse en sus cartas a El Libertador” .
(El Nacional, 23/09/1955)

A ese “voluntario anacoreta” –según se describe a sí mismo- lo


encontramos descrito brevemente en una entrevista realizada por el
periódico El Heraldo( 22/11/ 1955) mientras trabajaba

En un galpón de zinc levantado en el salón de la Iglesia de las Mercedes (…) Se ha desvinculado


de todo interés monetario. Ya no lucha por lo que puedan producirle sus figuras. Todas son
espontáneas. Apenas una o dos son objeto de encargo (…) Su único afán es emplear las manos
cada día en el ejercicio para el cual nacieron.

En aquel taller se encontraba una Virgen para el retablo de la iglesia de los


Capuchinos, un busto de Andrés Bello para el Colegio de Abogados.

El autor de la entrevista invita a los lectores a que se acerquen al estudio


para ver una escultura de Bolívar “melancólico, vivo…de unos 35 años” ( El
Heraldo, 22/11/1955) realizado después de ver la foto de unos bustos en una
revista de la Sociedad Bolivariana lo que lo “apenó y le humilló como
artista” al y le humilló como artista” (El Heraldo, 22/11/1955). Esto motivó al
artista para trabajar en una escultura de El Libertador que, en ese momento
parecía estar en comunión con el espíritu de Antonio que aunque satisfecho,
comenzaba a dejarse abatir por el agotamiento: cansado ya de retos, de
honores, de viajes…

[Bolívar] Ya estaría en la cumbre de su gloria, pero aún no habrían amargado su alma ni


ensombrecido sus pupilas la pugna de los caudillos, la desmembración de su República, la
Conjura de Septiembre y las rivalidades de Santander” ( El Heraldo, 22/11/1955)

Rodríguez del Villar todavía tenía frente él otras batallas que enfrentar, así,
en el año 56 realiza una Virgen para la Iglesia del Pinar y la decoración para
el altar.

En diciembre del año 1959 le es otorgada la Orden del Libertador en el


grado de Comendador, en reconocimiento por su labor artística dedicada a

74
Bolívar. Siempre utilizaba en la solapa de su chaqueta el botón
correspondiente a esta condecoración , tan querida para él.

En 1962 le es encargada una estatua heroica de Bolívar destinada al Perú,


donde recibe el honor de ser condecorado con el Sol del Perú, por aquel
trabajo así como por otros realizados anteriormente53. En el modelo en
arcilla, en algún que otro detalle le ayudó el mayor de sus nietos que fue el
primero de esa generación en sentarse callado y circunspecto a escuchar las
historias del abuelo… pero no, tampoco fue artista este Álvaro hijo, tan
parecido a su padre. Varios de los nietos visitábamos ese estudio, aunque
muy a nuestro pesar, los más pequeños no podemos recordarlo,
afortunadamente, gracias a una hermosa fotografía contamos con un
documento que nos inmortaliza junto a la magnifica escultura de Bolívar.

Con respecto a varias obras de Antonio, no existe documentación sobre la


fecha, aunque están respaldadas por documentación fotográfica:
-Busto de José Gregorio Hernández (probablemente alrededor del año 1962)
Destinado a la Escuela de Medicina del Hospital Vargas, Caracas
- Corazón del Jesús del Colegio de la Consolación.
- Busto del Cardenal José Humberto Quintero54

UN PROYECTO NO REALIZADO

En algo más de setenta años de vida artística, pocos fueron los proyectos que
no se llevaron a cabo, en Venezuela un grandioso Monumento destinado al
pico del Ávila, en Caracas:

En este boceto se ve al Libertador como si dominara desde la cumbre avileña. Aparece la figura
ecuestre sobre un pedestal en cuyos costados aparecen relieves representativos de los hechos
sobresalientes e inmortales de nuestra historia. (El Nacional, 26/07/sf)

Estos relieves hacen alusión al Monte Sacro, Casacoima, san Mateo y


Ayacucho; a los pies de la silueta del Bolívar ecuestre una mujer que
representa a Venezuela nutre a las juventudes posteriores, tras ella se
encuentran los custodios del altar de la patria.
53
Existe información y la foto de maquetas para un Monumento del Príncipe de la Glorieta y otro, El
Callao en honor al general Bartolomé Salom, los dos en el Perú; sin embargo no existe más información o
documentación fotográfica de los monumentos llevados a cabo.
54
Con respecto a las dos últimas obras, tampoco está confirmada su actual ubicación.

75
Antonio comienza a trabajar en esta idea, en los años cincuenta y el
proyecto fue revisado varias veces por diferentes entidades y gobiernos que
no se sintieron atraídos por la obra que Antonio consideraba avanzada,
según sus propias palabras una “nueva concepción”: “Mi monumento a
Bolívar es más audaz, más moderno. Se concibe en términos antes
irrealizables. Y sale de las nubes” (El Nacional, 26/07/sf). El artista visualizaba la
obra concluida y colocada en las alturas: Bolívar ecuestre dominando
Caracas.
La altura total del Monumento sería entre 80 y 90 metros, la estructura
interna estaría constituida por acero y concreto armado; los materiales
empleados: piedra, bronce, mármol del país, aluminio dorado al fuego y
cristal de roca para la simulación de estrellas y puntos luminosos. Contaría
con iluminación interna y externa reflejada. Lo más llamativo del
monumento es que el interior contaría con ascensores para transportar a las
personas a las terrazas de la parte superior, la entrada al mismo se
encontraría en la parte posterior de la base del monumento, a la que se
accedería a través de unas escalinatas que se encontrarían en la plataforma
principal.55

La maqueta de este proyecto la conservó Antonio durante toda su vida, era


parte de su hogar y fue después de su muerte cuando su viuda la donó al
Instituto de la Historia Militar de Venezuela; es probable que se encuentre
todavía en su sede actual.56 No pudo ver Antonio cómo “en aquellas alturas,
las nubes blancas descenderán del espacio para rodear la efigie de Bolívar
como celosas guardianas de un tesoro”57

LOS ÚLTIMOS AÑOS

Convivir con un artista marcó a la familia, y no a causa de los honores o las


entrevistas o los recortes de periódico que confirmaban que Antonio había
sido el autor de un Monumento grandioso al que se le calificó de Altar de la
Patria, lo que para su descendencia era tan natural como lo era increíble
para quienes no eran cercanos a la familia. Antonio marcó a su
descendencia porque su forma de ver la vida, de entenderla, de vivirla; su
necesidad de convivir con el arte, disfrutándolo, paladeándolo, respirándolo
55
Todos estos datos aparecen en un escrito de tres páginas, elaborado por Antonio y titulado “Descripción
del boceto-anteproyecto del Monumento al Libertador en el Cerro del Ávila”
56
Ver información en http://www.simon-bolivar.org/bolivar/el_lib_y_su_nvo_monu.html
57
Ídem , nota 55.

76
como una necesidad esencial, es una marca indeleble: ya se trate de pintura,
de literatura, de música; sin embargo, el escultor fue únicamente él; y
siempre conservó sus aires de bohemio-aristocrático: en casa, desde que se
levantaba tempranito, siempre con su camisa blanca y su corbata, el escaso
cabello blanco alborotado y en las tardes cuando, sentado en su balcón, se
remangaba la camisa y trabajaba un poco con la arcilla; al atardecer, tapaba
aquella eterna escultura que nunca terminaba y que siempre modificaba, con
un pañito húmedo, se sentaba un rato a compartir algún juego de mesa con
Elvira y luego veían juntos televisión. Cuando salía con los hijos siempre
vestía formal, con sombrero, y hasta muy mayor no se resigno a usar el
bastón. Bienes materiales, se podría decir que no tenía absolutamente
ninguno, no le interesaban y nunca trabajo con el fin de atesorarlos, eso sí,
las ganancias monetarias que obtuvo durante su vida las disfruto junto a los
suyos.

Sus obras escultóricas han aparecido en monedas nacionales venezolanas:


durante más de treinta años el Monumento de Carabobo se encontraba en el
reverso de los billetes de diez y veinte bolívares y desde el año 2007 en el
billete de cinco bolívares fuertes aparece una imagen del teniente Pedro
Camejo (Negro Primero) inspirada en el busto realizado por Rodríguez del
Villar que se encuentra en el Campo de Carabobo.58

Le fueron otorgadas otras condecoraciones más, entre ellas, la Orden del


Trabajo, por la que se excusó el Presidente de la República al no poder
concederle una de mayor rango:
- Maestro, usted tiene ya la más importante de las condecoraciones y yo no
quise dejar pasar mi periodo como Presidente sin tener el honor de
condecorarlo.

El 24 de Junio de 1966, fue colocada una placa con su nombre en el


Monumento de Carabobo

El proyecto y ejecución de este monumento


es obra del escultor Antonio Rodríguez del Villar
y fue inaugurado el 17-12-1930
centenario de la muerte del Libertador

58
Ver http://www.misionvenezuela.org/espanol/noticia/Bolivar_Fuerte.pdf

77
Un poco nervioso, sonreía, posaba con la familia para fotos destinadas a los
periódicos…pero no estaba feliz…un poco incómodo y con ganas de
terminar para llegar a la casa y compartir un rato con los hijos. Si aquellos
honores no lo habían motivado mucho de joven, en su vejez eran casi un
estorbo. Lo aceptó, porque sus hijos lo veían como un acto de justicia,
pienso que después de tantos años aquello no tuvo demasiado significado
para él; desde luego, mucho menos que reunirse con todos en la Nochebuena
o el Día de Navidad para intercambiar regalos y celebrar un año más el
Aniversario de su Matrimonio. Siempre siguió riendo mucho y nunca jamás
se le oyó levantar la voz o mostrar incomodidad o mal humor; siguió
detestando la comida china que asociaba con un vago recuerdo desagradable
durante su estadía en San Francisco y continuó deleitándose como un niño,
con los dulces orientales que le recordaban a los que preparaban sus
hermanas.

Víctima de un ataque cerebral, no perdió, en los días que estuvo enfermo, su


poder de reflexión y su asombrosa memoria. Pidió permanecer en su casa
donde, según sus palabras, irían a recogerlo los espíritus de sus hermanas; y
allí se quedó, dormido al cabo de unos días el 13 de septiembre de 1971,
cuando le faltaba poco más de una semana para cumplir los noventa y un
años.

Se hizo un emocionado acto especial para sus exequias, a las que, por
acuerdo de nuestros padres, ninguno de los nietos menores asistió; en
cantidad de periódicos apareció su nombre, se hablo de su obra y algún
noticiero televisivo trasmitió la ceremonia del entierro, lo que frustró las
esperanzas de ahorrarnos a los nietos más pequeños la amargura del último
adiós y, aunque fuese en imágenes retransmitidas tuvimos la oportunidad de
llorar ante los últimos honores rendidos al abuelo.

REFLEXIÓN FINAL

En un breve escrito, que jamás llego a ser publicado Antonio Rodríguez del
Villar realiza una breve reflexión con respecto a las tendencias del arte, tal
como el lo veía en los años sesenta. Muchos de sus pensamientos parecen
acordes con las tendencias actuales; sin embargo, a través de sus ojos
podemos ver cómo un artista formado a partir del siglo XIX, sentía que la
ruptura con la escuela clásica era indicativo de una crisis que buscaba una

78
dirección, quizás a un reencuentro con conceptos más tradicionales acerca
de las motivaciones del artista y de su creación.

El mundo crea, con los trastornos de la humanidad una posición o reto emocional en que el
espíritu busca una escapatoria a la estrechez de vuelos imaginativos que vive, forzosamente; lo
que no proporciona el suficiente reposo y estabilidad, ni tranquilidad para que el alma vague sin
apresuramientos en busca de la belleza y la perfección.

La paz y la serenidad espiritual de las que Antonio pudo disfrutar en los


periodos más fructíferos de su creación fueron para él los principales
instrumentos para llevar a cabo su creación.

El Arte tiene, en esta época, dos grandes enemigos: el afán de la popularidad y de la alabanza y
la necesaria subsistencia de la vida cotidiana..
Antaño, el artista trabajaba años y años en la consecución de una obra imperecedera, ponía en
ello todo el empeño e inspiración de que era capaz, imprimía en sus obras su propia personalidad
y trataba de superarse en cada una de ellas (…) los progresos eran más lentos y el hombre fiaba
sus éxitos a largo plazo(…) Sin embargo hay que admitir que el estado social de la humanidad no
brinda calma ni reposo y el tiempo es un factor importantísimo para el vivir.

A través de esta reflexión es más fácil comprender el sentimiento que


impulsaba a Antonio para realizar sus trabajos. La obtención de meritos o de
una compensación monetaria por su trabajo eran una especie de
consecuencias, de valores agregados al hecho de crear; era ésta la principal
motivación y la más alta recompensa a su arte: el tener la satisfacción de ver
su obra concluida, de que su idea se convirtiera en objeto real y tangible.

Finaliza, Rodríguez del Villar su escrito con el siguiente párrafo:

En la Historia del Arte de la humanidad, se observan estos periodos de transición que han dado
origen a las “escuelas” de diversos estilos y tendencias y yo creo que estamos pasando por uno de
estos periodos cuyos resultados han de hablarnos de algo más fundamental, de algo más sólido e
imperecedero que culmine los deseos del hombre en cuanto a la elevación de sentimientos y esto,
solamente nos lo puede decir la Historia.

CONCLUSIONES

79
Aproximarse a la vida de Antonio Rodríguez del Villar representa un
primer acercamiento a su obra. Las particularidades del tiempo y el espacio
que sirvieron de marco a la vida del escultor hacen más comprensible su
visión del mundo y de la creación artística, ya que esa visión y su propia
personalidad son las claves que mejor nos explican su obra. Realizar un
acercamiento a sus trabajos o, más aún, establecer pautas para estudiarlos y
comprenderlos es imposible sin esos datos que hacen de él un hombre
contemporáneo enamorado del arte clásico. Su espíritu contradictorio
fortalecido a través de la armoniosa relación entre sus particulares
convicciones éticas y estéticas, se expresaba en cada una de sus creaciones al
establecer una conexión íntima entre sus obras y quienes las contemplen,
provocando en ellos la auténtica experiencia de la emoción estética.

En 1964 Susan Sontag, influyente intelectual norteamericana, expresa que


“en lugar de una hermenéutica, necesitamos una erótica del arte” (Sontag, 2007,
p.27) Antonio, no leyó sus ensayos, sin embargo durante toda su vida de
creador defendió siempre esa idea. Cuando afirma que no le satisfacía “la
perfección material de su obra o el parecido extraordinario al modelo” sino
que buscaba que su escultura reflejase “algo interno” y más aun cuando
afirma: ”No me gusta el arte que necesita de la literatura para que el público
lo comprenda”; coloca al observador en un plano protagónico de re-creador,
situado más allá de la simbología de sus monumentos y de la fidelidad con
que una escultura podría semejarse a un cuerpo humano; sus obras poseen
una clara y definida finalidad: la emoción que éstas produjeran en quienes se
acercaran a disfrutarlas, es por ello que Antonio afirma:

El Arte ha de llegar al alma de todas las mentes humanas y todo hombre ha de sentir la vibración
de lo bello ante la obra que contempla (…)
El Arte puede llamarse así cuando deja en el espíritu del que lo contempla, un recuerdo
imperecedero y que al evocarlo sienta la misma emoción

Sólo al “entender” la obra de arte como forma de “experimentar” un hecho


o un
personaje podemos ser capaces de comprender la intención del artista al
realizar su trabajo.

80
la obra de arte, considerada simplemente como obra de arte es una experiencia, no una
afirmación o la respuesta a una pregunta(…) el conocimiento que adquirimos a través del arte es
experiencia de la forma o estilo de conocer algo, mejor que conocimiento de algo (como un hecho
o juicio moral) en sí mismo (Sontag, 2007, p.37)

Lo que hace Antonio con su escultura es mostrarnos “su forma” de conocer


la realidad que le rodeaba, su estilo es el de un exquisito y denodado apego
al modelo real; que el vehículo sea un héroe o un caballo o una hermosa
mujer es parte de la “escuela” que lo cobijó, son sólo las motivaciones para
expresarse. No es la perfección de reproducir la realidad lo que seduce en las
esculturas de Antonio sino su capacidad de emocionar, de complacer, de
producir recuerdos placenteros por el solo hecho de revivir, en nuestro
pensamientito, la imagen de la obra. Esa fue la permanente búsqueda de
Antonio…la búsqueda y el logro, sin esa emoción en la que el espectador se
hace cómplice del artista, su obra no hubiese sobrevivido, hubiese carecido
de la atemporalidad que la caracteriza.
De nuevo citando a Sontag:

…el arte no excita; o, si lo hace, la excitación se apacigua dentro de los términos de la


experiencia estética.Todo gran arte induce a la contemplación, a una contemplación dinámica. No
importa hasta qué punto se sienta el lector, el auditor o el espectador inclinado a una
identificación provisional de lo que haya en la obra de arte con la vida real, su reacción última –
en la medida en que reaccione ante la obra como obra de arte- debe ser desprendida, reposada,
contemplativa, emocionalmente libre y estar por encima de la indignación y de la
aprobación(Sontag, 2007, p.44)

Pienso que si aplicamos ese “estar por encima de la indignación y la


aprobación” que expresa Sontag, a la obra de Rodríguez del Villar, podemos
encontrarnos con varios ejemplos, el más significativo: el Monumento a
Carabobo, donde el propio artista se desprende de lo que podrían haber sido
sus íntimos sentimientos nacionalistas para entregarse de lleno a su creación:
un español honrando la victoria patriota venezolana sobre el ejercito realista:
ésta es, sin duda, la temática esencial del Monumento, sin embargo, Antonio
va más allá al realizarlo, tanto que su propio convencimiento, su “forma de
conocer” se convierte en el espíritu de la obra y así, americanos o europeos,
venezolanos o españoles, se dejan seducir por el contenido estético del
Monumento, sin fronteras, sin diferencias. Antonio fue un Español
Bolivariano y así como representó incontables veces a El Libertador, se
enamoró de la raza indígena y de los héroes que contribuyeron a la
independencia americana, como la colombiana Antonia Santos. Eso no hacía

81
de Rodríguez del Villar un traidor a su patria o un americanista exacerbado,
eso nos demuestra que Antonio era, en esencia, un Artista de convicción y
así vivió su existencia, así educó a sus hijos, así entendió sus relaciones
amistosas.

En cuanto a la despreocupación por firmar sus trabajos, fuese por restar


importancia al hecho de que un nombre cualquiera acompañara a sus
creaciones o porque, como dijo también alguna vez, estaba en espera de
realizar la obra que le satisficiera por completo, es éste un rasgo que
intensifica la comunión de Antonio con toda su obra: “sus hijos” como el
solía decir, hijos esparcidos por el mundo que no necesitaban llevar una
etiqueta con su nombre: eran su creación, habían salido de sus manos, eran
total y absolutamente suyos.
Poco, entonces, hay que decir sobre su decisión de permanecer en el
anonimato, sólo que, más de un siglo después, cuando muchos de sus
trabajos siguen en pie es justo hacer una catalogación de su obra, tener el
gusto de confirmar sospechas, aclarar dudas y devolver a ojos del mundo, la
paternidad a tantos trabajos escultóricos que permanecen huérfanos de autor.
Una labor intensa y encantadora que consiste en ubicar esas obras, que se
encuentran respaldadas por fotografías o por artículos periodísticos y de las
que se posee apenas una idea y someterlas a un intenso análisis aplicándoles
los conocimientos obtenidos tras el estudio realizado estilo particular de
Rodríguez del Villar. Incluso, se pude ir más allá, catalogando obras sobre
las cuales no se hace mención, como se planea realizar con un monumento al
presidente panameño Juan Demóstenes Arosemena59, situado en la plaza
principal de Santiago de Veraguas o con una Virgen para el Cerro de
Guadalupe en Bogotá, encargado a Rodríguez del Villar en 1922, de acuerdo
con documentación avalada por una página de Internet60.

Finalizando el presente estudio recibo un correo electrónico, respondiendo a


otro, enviado por mí, hace varias semanas, al Museo nacional Guillermo
Valencia en Popayán, Colombia en el encuentro la fotografía de una obra,
desconocida, no sólo para mí sino, incluso para los hijos de Antonio; no es
un trabajo monumental, ni siquiera una escultura o un busto; más bien una
59
Trabajo de investigación que se comenzó a realizar en Panamá con el asesoramiento del artista Arístides
Ureña. Esencialmente se están tratando de ubicar documentos que certifiquen el encargo: quien lo realizó y
a quién le fue encomendado; además de llevarse ua cabo un estudio minucioso, no sólo de la escultura
principal sino de los relieves.
60
“Se contrata con Antonio Rodríguez del Villar el monumento a la Virgen en el cerro de Guadalupe,
Bogotá. 1922” .Según http://www.lablaa.org/blaavirtual/todaslasartes/procesos/cap12.htm

82
obra entrañable y de un contenido sentimental intenso que Antonio siempre
recordó, a pesar de parecer poco importante: es la única lápida que realizó en
toda su vida y en ella aparece, de perfil el rostro de doña Josefina, esposa
del poeta colombiano Guillermo Valencia – a la que se hace referencia en
páginas anteriores. En este caso, la curiosidad me había impulsado a
investigar sobre esta lápida: el esfuerzo dio su fruto. Quienes la mantenían y
conservaban como obra de arte, jamás supieron, hasta ahora, quien fue el
autor que, mediante pruebas enviadas por mí, ha sido un agradable
descubrimiento para ellos61. Así como deberá realizarse con el monumento a
Monseñor Montes de Oca, en Valencia, estado Carabobo que, en páginas de
Internet, aparece “sin autor”. Algo semejante sucedió hasta hace poco
tiempo, en Panamá, con la Escuela Normal de Santiago: el trabajo de
establecer formalmente la autoría de Antonio en muchas de sus obras está
por realizarse.

¿Qué opinaría Antonio al comprobar este empeño por redescubrir sus


trabajos escultóricos? Pienso que esbozaría una sonrisa y diría algo así
como: “Si os gusta lo que hice, si lo disfrutáis, si os alegra el espíritu y os
complace el corazón, me doy por satisfecho aunque no se coloque una placa
más con mi nombre, en alguna de mis obras”.

61
“Señora ANA TERESA RODRÍGUEZ DE RIERA. Cordial saludo. Adjunto anexo 2 fotos de la lápida
realizada por su abuelo. La lápida es una obra de arte, ya que representa muy bien el rostro de doña
Josefina Muñoz de Valencia.
Atentamente, JOSE FERNANDO PARRA MUSEO NACIONAL GUILLERMO VALENCIA”
(29/10/2008)

83
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Páez de Topel, C. El espíritu combativo de Monseñor Montes de Oca http://


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13/11/2008

87
ANEXOS

88
1) Cronología

89
Año A. R. del Villar Historia Arte

1880 - Nace el artista el 24 de - Se inicia el periodo de la - Apertura del Museo


Metropo-
septiembre Restauración en España. litano de Nueva
York
- Se impone la navegación
a vapor sobre la vela

1892 - Viaja a Madrid - Atentados anarquistas en - Estreno del ballet


“Casca-
Francia nueces” de P.I.
Tchaikovsky
- Triunfo de la Revolución
Legalista en Venezuela

1898 - Viaja a Italia - Acuerdo comercial franco- - Nacimiento del


Fauvismo
- Gana el concurso para italiano
erigir un monumento a - Tropas europeas y americanas
Pio IX enviadas a China a causa de la
Rebelión Boxer

90
- Guerra con Estados Unidos y
pérdida de las últimas Colonias
Imperialistas

1904 - Viaje a Oriente - Peligro de guerra en Egipto - Se estrena la


ópera
-Enfrentamiento de Japón con “Madame
Butterfly” de
Rusia: Batalla de Port Arthur Giacomo Pucini
- Británicos invaden el Tibet
- Por primera vez se produce
un automóvil en serie:el Ford T

1908 - Viaje a México: -Austria anexa Bosnia y - Nacimiento del


Cubismo
- Colabora en la decoración Herzegovina
Del Teatro Nacional de - Juan Vicente Gómez toma la
México Presidencia de Venezuela

1909 - Viaje a Estados Unidos - Colombia reconoce - “Manifiesto


Futurista” de
independencia de Panamá Marinetti
- Primer vuelo a motor - Presentación del
cine
en España a color en
Brighton,
Inglaterra

1911 - Realización de varios bustos - Guerra ítalo-turca - Cubistas


exponen en
en Estados Unidos - Paso del Cometa Halley el salón de
Otoño.
- Robo de la
Mona Lisa

1914 - Decoración de la Basílica - Atentado de Sarajevo y - Unamuno


publica
de la Misión de Dolores en comienzo de la 1ª Guerra “Niebla”
San Francisco, California Mundial - Freud publica
“Historia

91
- Apertura oficial del canal del Pensamiento
Analítico”
de Panamá

1916 - Regresa a España y se casa - Batalla de Verdum - Nacimiento del


Dadaísmo
con Elvira Llobet - Estreno de la 1ª
película
de Chaplin
- Muere Rubén
Darío

1918 - Viaja a Colombia - Conferencia de Paz , - Joan Miró


expone sus
Tratado de Versalles primeras obras

1923 - Es nombrado Agregado - Golpe de Estado de - Se estrena “El


Acorazado
Cultural y Representante del Primo de Rivera de Potemkin”
Consorcio Bancario Español - Einstein visita
España

1924 - Gana el concurso para erigir -Muere Lennin - Estreno de la


“Rapsodia
un Monumento a Ricaurte en en Azul” de George
Gershwin
Colombia - “Manifiesto
Surrealista” de
André Breton
- Muere Kafka

1927 - Gana el concurso para el - C. Lindberg atraviesa - Estreno del 1er


film
Monumento de Carabobo el Océano Atlántico en sonoro: “El
cantante de
avión jazz”
- Fracaso de la Conferencia
de Desarme en Ginebra

92
1931 - Es inaugurado el Monumento - Abdica Alfonso XII y es - A. U. Pietri
escribe
de Carabobo proclamada la República en “Las Lanzas
Coloradas”
España - S. Dalí pinta
“La
- Se crea el partido Nazi Persistencia de
la
Memoria”

1933 - Viajes a santo Domingo y - Hitler es nombrado Canciller - Garcia Lorca


escribe
Puerto Rico Bodas de
Sangre
- Nace Susan
Sontag

1934 - Viaja a Panamá como - Comienzo de la Revolución - J. Icaza


publica
Diplomático China liderada por Mao-Tse-Tung
“Huasipungo”
- Insurrección de mineros en
España, sofocada de manera
sangrienta por Fco. Franco
- Austria declara la independencia

|1939 - Decoración escultórica de - Fin de la Guerra Civil Española - Se estrena


“Lo que el
La Escuela Normal de - Pacto germano-soviético viento se
llevó” y “El
Santiago de Veraguas en - Alemania invade Polonia Mago de Oz”
Panamá

1941 -Regresa a España - Hitler invade Rusia - Es estrenado


el film
- Ataque japonés a Pearl Harbor “El
Ciudadano Kane”
- Operación Barbarroja contra la
Unión Soviética

1943 - Viaja a Venezuela - Caída de Mussolini - A. de Saint-


Exupery

93
- Capitulación de los alemanes publica “El
Principito”
en Stalingrado

1949 – Realización del Monumento - Se establece el programa de - Borges


publica “El
del Indio Mara aparthaeid en Sudáfrica Aleph”
- Fundación de la OTAN

1952 - Realización de la Virgen de – Revuelta Mau Mau en Kenya - E. Henmigway


publica
Coromoto en Guanare - Muere Eva Duarte de Perón “El Viejo y el
Mar”

1954 – Inmaculada Concepción - Primera Guerra Indochina - Se publica “El


señor
en Curazao - Primer trasplante de un órgano de los Anillos”
humano
- IBM crea una máquina
electromagnética de cálculo
automático

1955 –Busto de Andrés Bello - Pacto de Bagdad alianza - Juan Rulfo


escribe
para la UCAB entre Irak y Turquía “Pedro Páramo”
- Tratado de Viena restablece - Debut del
juego de
Independencia de Austria “Scrabble”
- Se introduce la vacuna
Contra la Polio

1959- Recibe la Orden del - Fidel Castro toma el poder - F. Franco


inaugura el
Libertador en Venezuela después de derrocar a Batista Monumento del
Valle de
- Declaración de los Derechos Los Caídos
(España)
del Niño en la Asamblea de - Inaugurado el
Museo
la ONU Guggenhein, en
Nueva

94
York

1962 – Estatua de Bolívar - Crisis entre Estados Unidos - Lanzamiento


oficial
destinada al Perú y la Unión Soviética por del primer disco
de los
- Es condecorado con misiles en Cuba Beatles
el Sol del Perú - Proclamación de la República - Doris
Lessing publica
de Argelia “El Cuaderno
Dorado”

1966 - Es colocada una placa con - Martín Luther King marcha - Muere André Breton
su nombre en el Monumento por los Derechos Civiles
de Carabobo en Chicago
- Comienza la Revolución
Cultural China
- Indira Ghandi es elegida
Primer Ministro de la India

1971 – Muere el 13 de Septiembre - Año Internacional de la Lucha - El film “La


naranja
contra el Racismo y la Discrimi- mecánica” de
Kubrick
nación Racial es censurada
por su
- Aluniza el Apolo XIV contenido
violento
- La OPEP fija unilateralmente
los precios del petróleo
- Fundación de Médicos sin
Fronteras y Greenpeace

1) Obras escultóricas

95
1-Colaboración en los trabajos de restauración del
AYUNTAMIENTO DE SEVILLA, España (1890*)

2-CRUCIFIJO (tamaño natural) Convento de las Hermanas de la Cruz, en


Sevilla, España** (1891*)

3-BUSTO DEL MINISTRO CÁNOVAS DEL CASTILLO Ubicación


desconocida (1892*)

4-BUSTO DEL CARDENAL ESPÍNOLA Ubicación desconocida (1892*)

5-BUSTO DE LA REINA REGENTE MARÍA CRISTINA Ubicación


desconocida (1894*)

6-MONUMENTO AL PAPA PIO IX Catedral de Sinigaglia, Italia (1898)

7-Colaboración en la decoración escultórica del TEATRO NACIONAL DE


MÉXICO (1909*)

8-Doce Músicos Sagrados, tallados en madera, para el Coro de la catedral de


San Juan el Divino, Nueva York (1909)

9-BUSTO DEL PRESIDENTE TAFT. Ubicación desconocida (1910*)

10- BUSTO DE PIERPONT MORGAN. Museo y Biblioteca Morgan,


Nueva York, (1910*)

96
11- BUSTO DEL ALMIRANTE TOGO (Ubicación desconocida) (1911)

12- BUSTO DE SOROLLA Palacio de la Unión Panamericana** ,


Washington
(1912*)

13- BUSTO DEL PRESIDENTE WASHINGTON Palacio de la Unión


Panamericana** , Washington (1912*)

14- Decoración escultórica de la IGLESIA DE LA MISIÓN DE DOLORES,


San
Francisco, Estados Unidos, (1914*)

15 - BUSTO DE GUILLERMO VALENCIA, ubicación y fecha


desconocidos

16 - LÁPIDA DE JOSEFINA MUÑOZ DE VALENCIA, Museo


Nacional Guillermo Valencia, Popayán Colombia (1921)

17- MONUMENTO A GONZALO JIMÉNEZ DE QUESADA,


(Ubicación desconocida) (1923)

18- MONUMENTO A ANTONIA SANTOS EN Socorro, Santander,


Colombia. (1923*)

19- MONUMENTO A RICAURTE, originalmente en Bogota, fue


derrumbado en 1936 (1924)

20– MONUMENTO A HERRERA Y VERGARA, ubicación


desconocida (1924)

21– BUSTO DE CERVANTES para la Academia de la Historia **


(Fecha desconocida)

22– BUSTO DE JOSÉ CELESTINO MUTIS, Observatorio Astronómico


de Bogotá ** (1924)

23– BUSTO DEL GENERAL PEDRO NEL OSPINA. Ubicación y fecha


desconocidos.

97
24– BUSTO DEL GENERAL SANTOS ACOSTA. Ubicación y fecha
desconocidas.

25– BUSTO DEL OBISPO DE BOGOTÁ, MONS. PERDOMO.


Ubicación y fecha desconocidas.

26 – MONUMENTO A JOSÉ ASUNCIÓN SILVA. Ubicación y fecha


desconocidas.

27– MONUMENTO A HERRERA, en Cali, Colombia (fecha


desconocida)

28– BUSTO DE BOLÍVAR, destinado a la Secretaría de las Naciones


Unidas ** (fecha desconocida)

29– BUSTO DE JOSÉ JOAQUÍN CASAS. Ubicación y fecha


desconocidas

30– DECORACIÓN DEL SALÓN DE ACTOS DEL COLEGIO SAN


BARTOLOMÉ, Bogotá (fecha desconocida)

31- Bustos de la Universidad Javeriana de Bogotá. MIGUEL ANTONIO


CARO, RUFINO JOSÉ CUERVO, PADRE JOSÉ DADEY, GARCÍA
ROVIRA, ARZOBISPO LOBO GUERRERO, SAN FRANCISCO
JAVIER, FRANCISCO ANTONIO ZEA Y ANTONIO RICAURTE
(fecha desconocida)

32– MONUMENTO DE CARABOBO, Carabobo, Venezuela (1931)

33– BUSTO DE RAFAEL MARTÍNEZ NADAL, Puerto Rico,


Ubicación desconocida (1933)

34– MONUMENTO A LA POETISA AMELIA DENIS DE ICASA en


Panamá. Ubicación y fecha desconocidas

35– Decoración escultórica de la ESCUELA NORMAL JUAN


DEMÓSTENES AROSEMENA, DE SANTIAGO DE VERAGUAS,
panamá (1942)

98
36– MONUMENTO A ROOSEVELT (Realizado en Venezuela) Ciudad
de panamá. Derrumbado (1943*)

37- MONUMENTO A MONSEÑOR MONTES DE OCA, Valencia,


Venezuela (1946*)

38– MONUMENTO AL INDIO MARA, Maracaibo, Venezuela (1949)

39– SANTO CRISTO DE LAS ANGUSTIAS DE LOS PADRES


PASIONISTAS, ubicación y fecha desconocidas.

40– BUSTO DEL PRESIDENTE PRATO, Bolivia. Ubicación y fecha


desconocidas

41– ALTAR Y RETABLO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, La


Habana**(fecha desconocida)

41– VIRGEN DE COROMOTO EN GUANARE, Venezuela (1952)

42– MONUMENTO DEL GENERAL BARTOLOMÉ SALOM, en al


Callao**, Perú (fecha desconocida)

43– BUSTO DE PEDRO ELÍAS GUTIÉRREZ, Guanare, Venezuela


(1952)

44– INMACULADA CONCEPCIÓN, en Curazao** (1954)

45– BUSTO DE JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ, para la Escuela de


Medicina del Hospital Vargas** (fecha desconocida)

46– BUSTO DE ANDRÉS BELLO, Universidad Católica Andrés Bello,


Caracas (1955)

47– VIRGEN y decoración de la Iglesia del Pinar, Caracas (1956*)

48– BUSTO DE ANDRÉS BELLO para el Colegio de Abogados de


Caracas (1956*)

99
49– CORAZÓN DE JESÚS para el Colegio La Consolación de caracas**
(1956*)
50– VIRGEN para la Iglesia de los Capuchinos en Caracas** (1956*)

51– ESTATUA DE BOLÍVAR destinada al Perú. Ubicación desconocida


(1962)

* Fecha por confirmar


** Ubicación por confirmar

2) Documentación fotográfica

100
101
Ilustración 1- Antonio junto a una obra desconocida, probablemente en Italia, alrededor del año
1900

102
Ilustración 2- Antonio (recostado) y compañeros de estudio -representando una escena para la foto-
probablemente en Italia, alrededor de 1900

103
Ilustración 3- El escultor trabajando, alrededor de 1902

104
Ilustración 4- Antonio -a la izquierda- acompañado por otros caballeros, probablemente en
España alrededor de 1916

105
Ilustración 5- lápida de Josefina Muñoz, esposa de Guillermo Valencia

106
Ilustración 6- Monumento a Ricaurte, Bogotá, 1924

107
Ilustración 7- Una fiesta familiar en Colombia, alrededor de 1926. De izquierda a derecha aparecen
sus hijos Julio, Álvaro, y -el más pequeño, delante del obispo- Gonzalo. A la izquierda de Antonio se
encuentra Elvira con el pequeño Manuel, en sus brazos

108
Ilustración 8- Varios modelos en arcilla, en el taller de Bogotá, alrededor de 1926

109
Ilustración 9- En su casa de Bogotá: Elvira, Antonio, Julio, Gonzalo y Álvaro

110
Ilustración 10- Elvira -probablemente en Bogotá, alrededor de 1927

111
Ilustración 11- En su hacienda en Colombia. Sentada en el parachoques del automóvil, su hermana
Natividad con Manuel en sus brazos; también aparecen: Álvaro, Julio y Gonzalo; en la puerta,
Antonio

112
Ilustración 12- Escultura perteneciente a la Escuela San Bartolomé de Bogotá

113
Ilustración 13, - Maqueta del Monumento de Carabobo –vista lateral-, Maracay 1927

114
Ilustración 14- Maqueta del Monumento de Carabobo -vista frontal-, Maracay, 1927

115
Ilustración 15- Antonio en Italia, probablemente alrededor de 1929

116
Ilustración 16- Uno de los relieves del Monumento de Carabobo en el taller, 1929

117
Ilustración 17- Accidente del caballo derrumbado mientras Antonio realizaba los modelos en arcilla para el
Monumento de Carabobo, 1929

118
Ilustración 18- Antonio junto a la figura del uno de los Custodios del Altar de la Patria (Esta
escultura permaneció en el taller de Florencia y no llegó a ser nunca parte del Monumento), 1930

119
Ilustración 19- Colocación del Monumento en el Campo de Carabobo, 1931

120
Ilustración 20- Aspecto actual del Monumento de Carabobo

121
Ilustración 21- Escultura no identificada, en el taller de Antonio, Colombia, 1929

122
Ilustración 22- La familia en La Alhambra, alrededor de 1930

123
Ilustración 23- Los cinco hijos en España. De izquierda a derecha: Fernando, Manuel, Gonzalo, Julio
y Álvaro; alrededor de 1930

124
Ilustración 24- Busto de Bolívar destinado a la Organización de Naciones Unidas. Tomado de la
Revista "Life", 1964 (Fue portada de uno de los números de esa revista Edición en Español)

125
Ilustración 25- Modelo del frontis de la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena en Santiago de
Veraguas, Panamá, 1942

126
Ilustración 26- Detalle de la decoración escultórica de la fachada de la Escuela Normal J. D.
Arosemena, en Santiago de Veraguas, Panamá (Foto actual)

127
Ilustración 27- Detalle de la decoración escultórica del vestíbulo de la Escuela Normal J.DA. de
Santiago de Veraguas, Panamá (foto actual)

128
Ilustración 28- Modelo del busto de Roosevelt perteneciente al Monumento destinado a erigirse en
Panamá, 1948

129
Ilustración 29- Modelos de figuras pertenecientes al Monumento a Roosevelt en panamá, 1948

130
Ilustración 30- Modelo en arcilla, detalle del Monumento al Indio Mara, 1949 (En el taller del
escultor ubicado en Maracaibo)

131
Ilustración 30- Antonio junto al modelo en arcilla de la figura central para el Monumento del Indio
Mara, 1949

132
Ilustración 31- Monumento a la Virgen de Coromoto en Guanare, 1952

133
Ilustración 32- Busto de Andrés Bello para la Universidad Católica Andrés Bello de
Caracas. 1955. (Foto actual)

134
Ilustración 33- Elvira y Antonio. Probablemente alrededor de 1960

135
Ilustración 34- De izquierda a derecha: Gonzalo, Fernando, Álvaro, Antonio, Elvira, Julio y Manuel.
Alrededor de 1962

136
Ilustración 35- Antonio junto al modelo en arcilla de la escultura de Simón Bolívar destinada al Perú.
1962

137
Ilustración 36- Estatua de Bolívar en el taller de Antonio con 7 de los nietos. De izquierda a derecha:
Antonio, Gonzalo, Marisa y Álvaro; los más pequeños: Javier, Ana Teresa y Roger

138
Ilustración 13- Antonio recibiendo una condecoración

139
Ilustración 14- Antonio condecorado

140
Ilustración 15- Bolívar en el Ávila. Maqueta de obra no realizada que permaneció siempre en su
hogar.

141
142

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