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Introducción
Las antiguas culturales orientales fueron impotentes para elaborar una teoría del
Poder y del Estado. Los grandes Reinos orientales como Egipto, Babilonia, Asiria,
Persia, China, Japón e India, tuvieron una organización teocrática. Sus formas eran un
simple reflejo de la estructura de su religión. Los Reyes eran considerados casi Dioses y
las instituciones se relacionaban con el culto.
En la transición de Asia a Europa, se inicia la Historia del pensamiento político y la
indagación sobre el individuo como esencia de la política.
Debemos partir de Grecia.
El pensamiento político griego se basa en la polis o sea, la Ciudad –Estado, que
reconoce como antecedente a la Ciudad-Antigua, organización confederal que
agrupaba a las tribus que formaban el pueblo. La Ciudad-Antigua era la residencia del
Rey patriarcal y asiento del templo y el lugar donde se reunía la Asamblea General de
guerreros y del Consejo de Ancianos. La propiedad territorial era la base de la riqueza y
también de la organización militar donde se distinguía entre Caballeros, Infantes y
Auxiliares, según podían costearse un equipo militar.
El tránsito de la Ciudad-Antigua a la Polis propiamente dicha se produjo como
consecuencia de un proceso de centralización que puso fin a la confederación tribal y
aseguró el predominio de un centro unitario de Poder.
La Polis como unidad política y religiosa, comprendía un territorio y una población
pequeña. Su extensión no excedía los límites de un Municipio y en cuanto a la
población su cantidad no excedía los trescientos mil habitantes aproximadamente.
La Ciudad es el centro de la vida y ser miembro de ella equivale a participar en las
ceremonias del Culto, en las deliberaciones de la Asamblea, el ejercicio de las
Magistraturas, del servicio militar y tener derechos políticos.
La Ciudad tiene, en el espíritu griego, categoría de valor supremo. La participación
activa en la vida de la Ciudad es un bien superior, al que no igualan en valor, la familia,
la propiedad y la amistad.
No hay vida privada. El cuidado de las cosas de la Polis que se refieren al bien común
es más importante que el cuidado de los negocios comunes.
Los ciudadanos se tratan entre sí en pie de igualdad. Todos tienen iguales posibilidades
de acceder a los cargos públicos, con tal de hacer el bien y provecho de la Ciudad. El fin
de la Ciudad era la armonía o sea, la justicia y que consistía en la vida en común y de
dar a cada ciudadano su lugar en la vida de la Ciudad. El sistema de valores se
completa con el ideal de la libertad y el respeto a la ley y la creencia de las virtudes que
tiene la discusión sobre los asuntos de interés general o común.
Atenas y Esparta
Características
La fusión de los aspectos materiales y espirituales griegos con los asiáticos, dio
origen a un Mundo nuevo, en el que se produjeron hondas transformaciones y, en
especial, se desarrollaron con gran vigor las ciencias, las artes, la literatura y la
filosofía.
Alejandría: fue considerada la Capital científica del Mundo antiguo. Estaba situada
al Norte de Africa, tenía sus calles dispuestas en forma simétrica y cortadas en
ángulo recto, por una gran avenida de treinta metros de ancho y con un largo de
seis kilómetros aproximadamente.
A trece kilómetros del puerto se encontraba la isla Faros. En uno de esos
extremos, el Rey Ptolomeo hizo construir una gigantesca torre de mármol de
ciento y treinta cinco de alto, llamado el Faro. En la parte superior, ardían
constantemente maderas resinosas para advertir a los navegantes la entrada del
puerto.
En el aspecto cultural, el más importante de todos los establecimientos de
Alejandría fue el Museo, grandioso edificio dedicado a las Diosas de las artes y las
ciencias. Este centro de estudios contaba con diversas salas dedicadas a
laboratorio, colecciones zoológicas, jardín botánico, anatomía y observatorio
astronómico. La Biblioteca llegó a tener unos cuatrocientos mil volúmenes
manuscritos. Lamentablemente esta Biblioteca fue destruida parcialmente por los
romanos bajo las órdenes de julio César (año 47 a. C.) y luego fue incendiada por
los árabes al mando de Omar (año 641 de nuestra era)
Pérgamo: era la Capital del Reino del mismo nombre, ubicada en el Asia Menor y
fundada por un oficial de Alejandro, adquirió gran importancia por su adelanto en
las artes y las letras. A mediados del Siglo III (a. C.) se fundó una Biblioteca que
contó con cerca de doscientos mil ejemplares.
En esta Ciudad comenzó la industria del pergamino, es decir, trozos de cueros de
cabra u oveja, que reemplazaron al papiro egipcio como material de escritura.
Antioquía: importante Ciudad del Reino de Siria, se destacó por la belleza de sus
templos, jardines y avenidas. Estaba ubicada en el extremo Oriental del Mar
Mediterráneo y su puerto rivalizaba por la importancia del movimiento comercial
con Alejandría.
Los sucesos tomaron un rumbo nuevo, ya que los hombres pasaron a ser simples
habitantes de un universo político en el cual sólo participaban como meros objetos
de un poder distante. Esto hizo que la vida se replegara en lo individual y en lo
privado.
Durante este período aparece una filosofía de la autarquía individual. Dos escuelas,
la de los Cínicos y la de los epicúreos tuvieron a su cargo la negación de los valores
de la polis. Inauguraron una nueva dirección intelectual. Las escuelas que
enseñaron el ideal de la autarquía individual derivaban de las enseñanzas de
Sócrates.
Los Sofistas
El Siglo V a.C. ofrece importantes experiencias políticas. Se inicia con la guerra de los
persas y termina con la guerra del Peloponeso, cuyas consecuencias para Atenas,
fueron la inestabilidad de su vida política. El ambiente fue propicio para la demagogia y
para que aparecieran los Sofistas como Protágoras, Georgias y Pródico. Los Sofistas
hicieron todo lo posible para conmover el espíritu público.
Los Sofistas intentaron destruir todo el sistema de valores sobre la que se asentaba la
vida griega. Según ellos, el hombre es la medida de todas las cosas. Negaron la
existencia de normas fijas, de la Justicia como verdad universal, de la “polis” como
formación natural e incluso hasta la naturaleza social del hombre. Afirmaron que el
fundamento del poder es la fuerza, que el hombre es un ser egoísta, que el Gobierno
no es otra cosa que un acuerdo de los fuertes para oprimir a los débiles y que la “polis”
es artificial y producto de un pacto social.
De todos modos, Carlos Fayt indica que la prédica individualista y el valor asignado a la
Razón como fuente de cualquier conocimiento, fue revulsiva para la vida intelectual de
los atenienses.
Sócrates
Sócrates (469-399 a. C.) nació y vivió en Atenas. Considerado por sus discípulos el
mejor de los hombres, no dejó obra escrita. Sus ideas se encuentran expuestas,
principalmente, por Platón en sus diálogos. La anarquía moral y política de Atenas
impresionó vivamente a este autor. Para Sócrates, los Sofistas tenían razón cuando
afirmaban que los viejos dogmas estaban sepultados en el pasado y que la vía
apropiada para llegar al conocimiento de la verdad era la Razón. Salvo en esto,
Sócrates creyó en la existencia de todo cuanto los Sofistas negaron. Así sostenía la
naturaleza social del hombre, que la “polis” era una formación natural y necesaria y
que la moral, la Justicia y la ley eran expresión de la Razón.
Sócrates restauró la relación entre la política y la ética y en el conflicto posible entre
ellas. Sostuvo la convicción de que el individuo debe obedecer a los dictados de su
razón, con preferencia a las leyes vigentes en un Estado. Estaba convencido de la
necesidad de la educación política y quería que Atenas fuera gobernada por los
mejores en inteligencia, por los más capaces, lo que no podía quedar librado al azar de
los sorteos, en base al cual se designaban funcionarios y magistrados atenienses, como
era en el Consejo de los Quinientos y los Jurados.
Heródoto
Platón
Aspectos de su vida: Platón nace en el año 437 a.C. y muere a los 81 años en el año 347
a.C. Fue discípulo de Sócrates, pero hay una primera diferencia con su maestro:
Sócrates creía que la verdad era el producto de la Razón individual y que cualquier
hombre podía llegar a conocer esa verdad a través del examen de sus propias ideas, en
cambio, Platón sostenía que la verdad es un concepto abstracto y que solamente era
accesible a los individuos que poseyeran facultades extraordinarias. Esta diferencia es
esencial para comprender que el primer efecto o consecuencia es que Sócrates nos
conduce a la libertad e igualdad políticas, en cambio, Platón nos lleva a la sujeción de
los individuos bajo un Gobierno conducido por los mejores.
Platón es un hombre de acción, es robusto, ágil jinete y ha combatido en las filas del
Ejército ateniense y ha ganado premios en competencias deportivas. Es sabido que el
origen mismo de su nombre se debe a sus anchos hombros.
Su ambición por la acción política lo lleva a recorrer todo el Mediterráneo ( se puede
decir que en esa época, dicho mar era todo el Mundo) siendo un acontecimiento
medular en su vida los tres viajes a Sicilia. En esa isla pretende desarrollar la tarea
política que no ha podido emprender en Atenas. En los años 377 y 361 a. C. hizo platón
sus famosos viajes a Siracusa para ayudar a su amigo Dión en la educación y guía del
Rey Dionisio I, en cuya ascensión al Trono vio lo que esperaba, es decir, la ocasión de
emprender una reforma política radical con un gobernante joven, dotado de poder
ilimitado y bien dispuesto a escuchar y aprovechar los consejos de un sabio estadista.
Si bien al principio Platón es bien recibido, la desconfianza de Dionisio I hacia quienes
lo rodean, hace que Platón descubra pronto que los informes acerca de la buena
disposición de Dionisio I eran equivocados. Para sacarse de encima al filósofo, el tirano
lo embarca a la fuerza en una nave espartana. En esos momentos Esparta y Atenas
están en guerra y el capitán del navío lo vende como esclavo. Para suerte de Platón, un
rico comerciante lo reconoce y lo rescata y compra su libertad.
Esta primera experiencia no desalienta a Platón, quien más tarde emprenderá la
segunda. En ese momento, sube al Trono Dionisio II y su amigo Dión lo vuelve a llamar.
Vuelve a fracasar la tentativa. Dión es desterrado y Platón regresa a Grecia.
Hace un tercer viaje a Siracusa para que Dionisio II reconsidere la sanción a Dión. La
misión resulta infructuosa y contribuye a agravar la situación de su amigo. Pero Dión
logra reunir un Ejército de griegos platónicos y derroca a Dionisio II. Rodeado de
sabios, se establece un gobierno Platónico, pero luego Dión es derrocado y es
asesinado.
Todas estas experiencias desafortunadas lo hacen caer a Platón en una amargura que
se traduce en sus estudios. Platón ha fracasado en el campo real y esto hace que se
aleje de la Ciudad terrenal y quiere seguir libremente el desarrollo de sus ideas
Platón funda una escuela llamada la Academia, nombre que proviene por haberse
instalado la escuela en los Jardines dedicados al héroe Academo. Fue un centro de
difusión de la enseñanza del arte político y su finalidad manifiesta es la formación de
asesores políticos.
Sus obras están escritas en forma dialogada, pretendiendo así , dar a su obra un
carácter literario. Lo que nos interesa a nosotros son las obras relacionadas con la
política y estas son tres: “La República”, “El Político” y “Las Leyes”. La Republica fue
escrita hacia la mitad de su vida, en cambio Las Leyes fueron redactadas hacia el final
de su existencia, de tal manera que se puede creer que no las terminó sino que fue un
secretario quien les dio el último toque. El Político fue escrito durante su juventud, un
libro no muy analizado, a pesar de su importante influjo-
La clave del pensamiento platónico : la clave se encuentra en su teoría sobre las ideas.
Para el filósofo el mundo sensible es un reflejo imperfecto del mundo de las ideas. Los
objetos que percibimos mediante los sentidos son la apariencia deformada de un
mundo inteligible. El conocimiento de los conceptos sólo puede hacerse mediante el
pensamiento. Lo que percibimos por medio de la visión es la sombra de las ideas. Las
ideas o las esencias existen con anterioridad a los objetos, razón por la cual, lo ideal no
sólo no es lo real sino que la evolución humana es un alejamiento de la perfección de
las ideas. Estas son universales, inmutables y eternas.
El propio Platón describe un paradigma para explicar en uno de los pasajes de La
República. Señala que en el fondo de una caverna, encadenados y de espaldas a la luz,
se encuentran unos hombres. Otros hombres están afuera y pasan por delante de la
caverna cargando estatuas cuyas sombras proyecta el sol sobre la caverna. Fatalmente
quienes están encerrados tomarán esas sombras de las estatuas por seres humanos y a
las voces de quienes, los llevan, por voces de aquellos seres. Con el transcurso del
tiempo llegarán a distinguir unas sombras de otras y a prever el orden en que irán
apareciendo. Estos hombres se sentirán orgullosos de lo que han aprendido, pero es el
conocimiento de las sombras. Y si alguno de esos hombres encadenados lograse
liberarse y poder llegar hasta la salida de la caverna y ver el mundo exterior la
verdadera realidad, luego al regresar contaría a los encadenados lo que vio, éstos no lo
creerían e, inclusive, lo castigarían por tratar de haber querido engañarlos cuando en
verdad les relataba la realidad.
El Estado Ideal: en La República, el tema central es la organización de un Estado Ideal,
cuya finalidad es la realización de la Justicia. El Estado tiene su origen en la diversidad
de necesidades y deseos humanos y para lograrlo es necesario asociar las fuerzas y
ayudarse mutuamente. La unidad del Estado debe ser el resultado de la armonía de las
voluntades y el equilibrio de los intereses. Esto es la realización de la Justicia.
En este Estado existen tres clases y que corresponden a las facultades del deseo, el
valor y la razón.
La clase animada por el deseo es amiga de la ganancia y comprende a los artesanos y
labradores. Tienen a la templanza por virtud y sus almas se componen del hierro y del
bronce. Esta clase tiene como finalidad la de satisfacer de las necesidades de vivir a
través de los bienes que producen.
La clase animada por el valor, despreciando el peligro y buscando la gloria es la de los
guerreros. Su virtud es el valor y sus almas están elaboradas por el metal de la plata.
Tienen por misión satisfacer las necesidades de defensa del Estado.
Finalmente, la tercera clase es la de los magistrados. Su virtud es la razón y la
prudencia. Sus almas están fabricadas por el oro y tienen como misión la de gobernar.
El Estado al mantener a cada uno en su puesto, contribuye a conservar el orden y la
unidad del país.
Llama la atención que en el estado platónico se podía existir sin los esclavos, ya que no
se menciona ningún trabajo que hicieran. No pudo Platón haber ignorado dicha
institución ni pretender abolirla, siendo en aquella época tan común. Lo probable es
que considerase a la esclavitud como una cosa de poca importancia.
La división del trabajo y la especialización de tareas son condiciones de la cooperación
social. El problema del gobernante es el de ordenar estas cuestiones del modo más
ventajoso. Para conseguir este resultado hay dos maneras de enfrentar el problema: se
deben eliminar los obstáculos o se deben crear condiciones políticas positivas.
Lo primero es a través del Comunismo Platónico. Lo segundo es mediante la
educación.
El Comunismo Platónico adopta dos formas principales. En primer lugar por la
prohibición de la propiedad privada, tanto de casas como de tierras, debiendo tener la
disposición de vivir en cuarteles. En segundo lugar por la abolición de las relaciones
monógamas que permita una procreación regulada.
En segundo lugar, la educación es dónde Platón ponía su mayor confianza. En efecto, la
educación es el medio positivo gracias al cual puede el gobernante modelar la
naturaleza humana en la dirección conveniente para producir un Estado armónico.
Señala que si los ciudadanos están bien educados, harán frente a las situaciones
difíciles conteniendo conforme se presenten. Dada la importancia de la educación en
el Estado platónico, esto hizo decir a Rousseau que “La República” era la obra más
grande jamás escrita en materia de educación hasta ese entonces.
Establecida esta importancia, Platón agrega que la educación no puede ser dejada en
manos privadas. Es tarea del Estado de proveer los medios necesarios y de ocuparse
de que los ciudadanos reciban efectivamente la preparación que necesitan .Tiene que
asegurarse de que la educación impartida sea congruente con la armonía y bienestar
del Estado. Su plan educativo se divide en dos partes: la educación elemental, que
comprende la preparación de los jóvenes hasta la edad de veinte años, y la educación
superior, destinada a aquellas selectas de ambos sexos que vayan a ser gobernantes,
la cual se extiende desde los veinte hasta los treinta y cinco años.
El Estado Ideal tiene, por lo tanto, las siguientes bases:
1) Está regulado por la Justicia, lo que significa la armonía de todas sus partes.
2) Cada ciudadano tiene una profesión y no varias. Esa profesión le es asignada
según una rígida selección de aptitudes y capacidades.
3) Hay un Ejército profesional para la defensa, una masa de trabajadores para la
subsistencia y una minoría compuesta de filósofos para el Gobierno del estado.
4) Todos los ciudadanos son hermanos. No existe propiedad privada ni familia que
originen conflicto de intereses.
5) La educación, bajo la vigilancia de los filósofos, prepara a cada ciudadano para
desempeñar la función asignada.
6) El Gobierno reside en una selecta Aristocracia, encargada de mantener la
armonía (o sea, la realización de la Justicia).
Las Formas de Gobierno: En varias obras Platón habla de las diversas formas de
Gobierno, pero lo hace en particular en “La República”, el “Político” y en “Las Leyes”.
Como se sabe, el diálogo de “La República” es una descripción del Estado ideal, que
tiene como fin la realización de la Justicia entendida como la atribución a cada cual de
la tarea que le compete con las propias aptitudes. Este Estado es una composición
orgánica de las tres clases: los gobernantes, los guerreros y los que se dedican a
trabajos productivos. Pero este Estado no ha existido hasta ahora en ningún lugar. Los
Estados que existen, o sea reales, son corruptos. Mientras el óptimo Estado es uno
solo porque una sola es la Constitución perfecta, los malos Estados son muchos.
En autores como Polibio y Aristóteles la Historia es una continua sucesión de formas
buenas y malas de Gobierno, en cambio, en Platón, se suceden solamente formas
malas. La Constitución buena no forma parte de esta sucesión. Se trata de un modelo y
que puede estar al principio o al final de la Historia.
Platón tiene una concepción benévola hacia el pasado y una mirada llena de miedo
hacia el futuro. Su concepción pesimista se produce por haber vivido en una época de
decadencia de la gloriosa Democracia ateniense y es por eso que investiga los
fenómenos de la degradación de la “polis”. Frente a la continua degradación de la
Historia, la salida no puede estar más que fuera de ella. Concretamente: se requiere un
cambio radical.
Las constituciones corruptas que Platón examina en orden decreciente son la
Timocracia, Oligarquía, Democracia y Tiranía .Se observa que faltan dos formas
tradicionales: la Monarquía y la Aristocracia. Se desprenden entonces que dos
pertenecen a la Constitución Ideal. Las otras cuatro son las reales y que se alejan en
mayor o menor medida de la primera.
De las cuatro formas corruptas hay tres que son las formas degradadas de las formas
tradicionales: la Oligarquía es la forma corrupta de la Aristocracia, La Democracia de la
Politeia (la forma buena del Gobierno del Pueblo) y la Tiranía de la Monarquía.
La Timocracia es un concepto que introduce Platón para designar una forma de
transición entre la Constitución Ideal y las tres formas malas tradicionales. En su época
la Timocracia la representaba Esparta. Si bien el Gobierno timocrático es el más
cercano al Ideal, tiene su vicio en honrar más a los guerreros que a los sabios.
La otra observación que hay que hacer es que la clasificación de otros autores, las
formas de Gobierno se alternan, de modo tal que de la forma buena viene la mala, en
cambio en Platón las formas corruptas aparecen en momentos de decadencia sin
alternarse. Es decir, se suceden así mismas en forma gradual y necesaria, hasta caer
en el grado más descendente.
Las cuatro formas corruptas están dominadas por pasiones: al Timocrático le
corresponde la ambición por más honor, para el Oligárquico es el ansia de la riqueza,
para la Democracia es el deseo sin moderación por la libertad que se transforma en
libertinaje y, finalmente, para el Tiránico la pasión es el deseo de violencia.
La corrupción del Estado se manifiesta con la discordia que es el inicio de la
disgregación de la unidad. De la discordia nacen varios males: desmembramiento del
cuerpo social, la escisión en partes antagónicas, choque de facciones y, finalmente,
caer en la anarquía que es el peor de los males, ya que representa el fin del Estado.
El tema de la discordia es tratado como un malestar y es comparada al de una
enfermedad del cuerpo humano. Sucede que la Filosofía política es un claro ejemplo
de la teoría orgánica de la Sociedad, es decir, de la teoría según la cual el estado es
concebido como un verdadero organismo a imagen y semejanza del cuerpo humano.
Aristóteles
Aspectos de su vida: Aristóteles nació en Estagira, Ciudad de Tracia en el año 384 a.C. y
murió en Eubea en el año 322 a.C. A los dieciocho años ingresó en la Academia en la
que permaneció por espacio de veinte años hasta la muerte de Platón en el año 347
a.C. Cuatro años más tarde asumió el cargo de preceptor de Alejandro Magno.
Regresó a Atenas en el año 335 a. C. y en ese entonces fundó su propia escuela, el
Liceo.
Es autor de una inmensa producción científica, filosófica y política, siendo las obras de
“La Política”, “La Constitución de Atenas y “La Etica de Nicómaco” las más relevantes
para nuestro estudio.
“La Política” es el título de su tratado sobre la Ciencia Política. Se divide en ocho libros
cuya disposición originó muchos interrogantes. Pero en general se coincide con el
editor Werner Jaeger que en 1923 sostuvo que el Libro I es como una introducción,
que los Libros II, III, VII y VIII tratan del Estado ideal de Platón y que fueron escritos
poco tiempo después de la muerte de su maestro y que los Libros IV, V y VI son
posteriores a la fundación del Liceo y que tratan sobre los Estados reales, a las Formas
de Gobierno y a las Fuerzas que influyen sobre la organización del Estado.
El pensamiento político de Aristóteles presenta dos etapas distintas. Durante el primer
período las concepciones especulativas de Platón quitan vigor a sus ideas. En el
segundo, que comprende la época que comienza con la fundación de su escuela,
realiza estudios de Historia sobre las Constituciones griegas y su pensamiento se
emancipa y adquiere plenitud y originalidad.
“La Polis”: Sus concepciones sobre la organización política se cifran en “la Polis”, no
prestando mayor atención a las estructuras de los Reinos Orientales ni tampoco a la
organización imperial que Alejandro Magno había forjado después del triunfo sobre
Persia. La propia decadencia de la Ciudad-estado, no le impidió seguir admitiendo
como la forma perfecta y natural a “la Polis” griega.
Para Aristóteles “la Polis” es una Comunidad natural. El Estado es un hecho natural y el
hombre es por naturaleza un animal político destinado a vivir en Sociedad y el que no
forme parte de ninguna “Polis” es una bestia o un Dios.
Define a “la Polis” como “una Comunidad de iguales que aspira a la mejor vida”
El Gobierno preferible: Aristóteles distingue tres tipos de relaciones de Poder: a) la del
padre sobre el hijo b) la del amo sobre el esclavo y c) el del gobernante sobre el
gobernado. En las dos primeras la relación no es de iguales y se distinguen del tercero
por el tipo de interés que persiguen. Sucede que el interés que prima del poder en
relación a los hijos es el bienestar de éstos y el interés del amo sobre el esclavo es el
beneficio del primero. En cambio la relación política del Gobernante y el gobernado es
satisfacer el bien común de “la Polis” y, por lo tanto, requiere que sean “iguales y
libres”. Para que esto se concrete es preferible la sujeción del Gobierno a la ley y esto
no es producto de una liberalidad para con la imperfección humana como pretendía
Platón, sino un aspecto necesario de un Estado perfecto.
A partir de estas ideas, se plantea el problema de cuál Gobierno es preferible: si el
Gobierno de la Ley o el Gobierno de los hombres, encarnado en el gobernante sabio.
Así señala que la ley es “la razón desprovista de pasión” y tiene un valor impersonal
que, al asegurar la libertad e igualdad del gobernado frente al gobernante, hace que la
obediencia sea voluntaria, fundada en el consentimiento
Fundado en la ley, el Gobierno se orienta en interés del bien general y no en interés de
una clase o individuo y deja de tener el soporte de la fuerza. Es por eso que Aristóteles
expresa que “así como el hombre perfecto es el mejor de los animales, de parecida
manera cuando se aleja de la ley, es el peor de todos”
La ley, en razón de haber sido creada por la Asamblea, tiene un caudal de experiencia y
sabiduría que supera la de cualquier gobernante por más sabio que éste sea.
La finalidad del Estado es “la mejor vida posible”. Es un fin ético y que requiere que el
Estado posea todas las condiciones necesarias para satisfacer los requerimientos y
exigencias de esa finalidad.
Clasificación de las Formas de Gobierno: El término que Aristóteles usa para indicar a
la forma de gobierno es “politeia” que habitualmente es traducido como
“Constitución”. Define a la Constitución como la estructura que da orden a la Ciudad
estableciendo el funcionamiento de todos los cargos y sobre todo de la autoridad
soberana.
Aristóteles reitera que hay muchas constituciones diferentes y en consecuencia una de
las primeras tareas es describirlas y clasificarlas.
Así lo hace en el libro III de “La Política” y cuya cita completa dice:
“Ya que la constitución y gobierno significan lo mismo y el órgano de gobierno es el
poder soberano de la Ciudad, es necesario que el poder soberano sea ejercido por
una persona o unos pocos o la mayoría. Cuando el uno, pocos o la mayoría ejercen el
Poder en vista del interés general, entonces forzosamente esas Constituciones serán
rectas mientras que serán derivaciones los que atienden al interés particular de uno,
pocos o de la mayoría. Tenemos la costumbre de llamar “Monarquía” al gobierno
unipersonal que atiende el interés general y “Aristocracia” al gobierno de pocos
cuando se propone el bien común; cuando es el mayor número el que gobierna
atendiendo al interés general recibe el nombre común a todas las constituciones
“Polítia”. Las degeneraciones de las mencionadas son la “Tirania” de la Monarquía, la
“Oligarquía” de la Aristocracia y la” Democracia” de la Politia.”
Bobbio señala que son pocos renglones pero con gran concisión está presente la
célebre teoría de las Formas de Gobierno. Hay dos criterios fundamentales: “quién
gobierna” y “cómo gobierna”. Si se toma en cuenta “quién”, las Constituciones se
distinguen según si el Gobierno reside en una sola persona (Monarquía), en pocas
personas (aristocracia) o en muchas (politia). Con base al criterio de “como”, las
Constituciones son buenas o malas y como consecuencia a las tres primeras formas
buenas se contraponen y se agregan las tres malas (Tiranía, Oligarquía y Democracia).
El uso valorativo de una tipología no solo implica la distinción entre formas buenas y
malas, sino también una jerarquía entre ellas, o sea, la distinción entre formas mejores
y peores. El orden jerárquico sostenido por Aristóteles no difiere de Platón. Es el
mismo criterio de jerarquización: la peor forma es la degeneración de la mejor, en
consecuencia, las degeneraciones de las formas que siguen a la mejor son
paulatinamente menos graves.
En base a este criterio el orden jerárquico es la Monarquía, Aristocracia, Politia,
Democracia, Oligarquía y Tiranía. Se puede apreciar que la máxima diferencia está
entre la Monarquía y la Tiranía y, al contrario, la mínima diferencia se encuentra entre
la Politia y la Democracia. Esto explica por qué las dos formas de la Democracia pueden
haber sido llamadas con el mismo nombre, ya que estando una al final de la primera
serie y otra al principio de la segunda son tan parecidas que pueden confundirse
El criterio utilizado por Aristóteles para distinguir formas buenas y malas es diferente
al de Platón. No es el consenso o la fuerza, la legalidad o la ilegalidad, sino
principalmente el interés común o el individual. Las formas buenas son aquellas en las
cuales los gobernantes ejercen el Poder teniendo presente el interés público, en
cambio, en las malas los gobernantes ejercen el Poder de acuerdo al interés individual.
Este criterio se vincula a lo que dijimos antes en cuanto a que los individuos se reúnen
en la Ciudad y forman una Comunidad política para “vivir bien”. No es solamente vivir
en común. Se trata de una “vida buena” y para que sea realizado es necesario que los
ciudadanos persigan todos juntos el interés común. Cuando los gobernantes
aprovechan el Poder que recibieron o conquistaron para luchar por los intereses
particulares, la Comunidad Política se desvía de su objetivo y la forma política se
corrompe o degenera respecto de la forma pura.
LA ORGANIZACIÓN POLITICA DE ROMA
Introducción
El proceso de evolución política de Roma sigue las etapas por las que atravesaron las
Ciudades – Estados griegos. En su origen fue una Confederación de tribus que
adoptaron una organización de tipo patriarcal.
Estructura Económica
En frente a los patricios se encontraba la clase de los plebeyos (la plebe), formada por
los restos de las poblaciones conquistadas y los ciudadanos degradados. Las rebeliones
de los plebeyos, su lucha por la igualdad social y política y sus logros progresivos
constituyeron dramáticos momentos de la lucha social.
El último estamento social eran los esclavos que estaban excluidos de toda
participación social.
Cuando la Ciudad antigua se transforma en Ciudad – estado, aumentan los poderes del
Rey y el antiguo consejo se concierte en Senado. Este organismo estaba reservado a
los patricios, descendientes de las familias aristocráticas que se atribuían la fundación
de la Ciudad.
Como respuesta a los reclamos de participación política formulados por los plebeyos,
se crean los “Comitia Centuriata”, asamblea que intervenían, conjuntamente, patricios
y plebeyos.
Establecida la República y transferido el poder militar y civil del Rey a los dos Cónsules,
éstos son elegidos anualmente por los Comitia Centuriata, quien tiene además,
funciones de Tribunal Supremo en las causas criminales, la facultad de exigir cuentas a
los Cónsules y el poder de decisión sobre la guerra y la paz.
Los Cónsules contaban con el auxilio de los Pretores, nombre en el que se designó a los
principales Jueces y a los Censores, a los cuales les estaba confiado el levantamiento
de censos, la evaluación de la propiedad imponible y la investigación de la conducta de
los ciudadanos.
La lucha entre patricios y plebeyos se torna muy enconada a partir del año 500 a. C. y
se extiende a lo largo de los dos siglos siguientes. Esto desemboca en la igualdad de los
derechos civiles y políticos. Se forjan nuevas magistraturas tales como los “Tribunos
del Pueblo”, que representaron a los plebeyos en sus demandas. También surge el
“Concilium plebis”, Asamblea en la que participaban las capas inferiores del pueblo y
que tenía como función nombrar a los Tribunos. Cuando se establece la igualdad de
derechos, los plebeyos pudieron participar, junto a los patricios, en el desempeño de
todos los cargos. Es entonces que el “Concilium plebis” tomó el nombre de Comitia
Curiata y se convirtió en el más importante órgano legislativo.
Cuando Roma extiende sus conquistas y logra destruir a Cartago (su principal rival) se
transforma en Ciudad – Imperio, quedando el poder en manos del Imperator.
POLIBIO
Polibio (alrededor de 200 aC a 118 aC) historiador de origen griego, elaboró la teoría de los
ciclos políticos en base a las formas de gobierno de Aristóteles. Formas puras, las que tienden
al bienestar general, monarquía, aristocracia y democracia, formas impuras las que procuran el
bienestar de algunos, sin preocuparse de los demás o a costa de los demás, tiranía, oligarquía y
demagogia. Según Polibio, el ciclo comienza con un Rey fundador, hombre fuerte para
conducir el Estado. Al tiempo luego de distintos monarcas, los sucede un Rey tirano. Cansados
los mejores ciudadanos de esta tiranía deciden derrocarlo e instaurar la aristocracia, el
gobierno de unos pocos, un Consejo o una Junta de gobierno, en el caso de Roma el gobierno
del Senado. Al cabo del tiempo la aristocracia degenera en oligarquía, dando lugar a que el
pueblo se rebele estableciendo la democracia, el gobierno de Asamblea. Sucede luego que un
dirigente destacado convence a la asamblea de incrementar los impuestos y repartir el
producido entre la gente para conseguir su apoyo y permanecer en el poder en provecho
propio. Tal actitud genera disputas sociales y consecuentemente una crisis de gobernabilidad.
Agotadas las fuerzas en la guerra civil, la gente convoca a un hombre fuerte para que ponga
orden al caos existente, reanudándose así el ciclo. Polibio piensa que una forma mixta de
gobierno puede poner fin a los ciclos políticos y encuentra en la República de 1 Guía preparada
por el Profesor Daniel Baraglia sobre la base de los siguientes autores: Bear, Mary SPQR una
historia de la antigua Roma. Critica Barcelona. 2017. Durant, Will. Héroes de la Historia.
Sudamericana 1999. Mc Nail Burns, Eduard. Historia de Occidente. Peuser Bs. As. 1980. Petit,
Eugène. Tratado elemental de Derecho Romano. Editorial Porrúa. Méjico. 2007 Roma esa
forma. Los Cónsules representan la monarquía, el Senado la aristocracia y las Asambleas la
democracia
CICERON
Marco Tulio Cicerón (106 43 a.C.) fue un jurista, un político y un orador extraordinario.
Fue considerado la figura más representativa des u época después de César. En sus
libros de “De República” y “De Legibus” expones su pensamiento. De la primera se
conoce que se compone de seis libros pero solo se recuperó el libro I, parte del libro II
y fragmentos del libro III.
“La República “de Cicerón guarda semejanza con la de Platón, no sólo por el título sino
por tratar de los principios fundamentales de todo Estado.
Define al Estado como “res populi” o sea, cosa del pueblo. Señala que “la República es
cosa del pueblo y pueblo no es toda reunión de hombres congregados de cualquier
manera, sino una Sociedad formada bajo la garantía de las leyes y con cualquier objeto
de utilidad común.
La finalidad del Estado es el bien del pueblo, cualquiera sea su forma de gobierno.
Sigue la clasificación aristotélica, pero se aparta de la distinción entre formas puras e
impuras.
La Monarquía es el Gobierno de uno. Ven en el Rey una figura paternal, como un jefe
de familia que trata a sus conciudadanos como si fueran hijos, no como esclavos, y
considera que la Monarquía se funda en el principio del amor.
Sobre la igualdad dice que la Ley es el vínculo de la sociedad civil y el derecho que
concede la ley es igual para todos. Agrega que si no se quiere establecer la igualdad de
fortunas, si es imposible la de los talentos, al menos debe establecerse la igualdad de
derechos entre todos los ciudadanos de una misma República.
Con respecto al establecimiento de los Gobiernos, indica que si el tirano o el Rey cae
bajo el esfuerzo de las aristócratas se establece un Gobierno formado por los
ciudadanos principales que cuida los intereses generales. Si, en cambio, es el pueblo el
que derroca al Monarca o al tirano y gobierna con moderación, impera la razón. Pero si
el pueblo ha derramado la sangre de los nobles y entrega la República a sus pasiones y
llega con sus excesos hasta el desprecio de las leyes, no tarda en surgir la tiranía
extrema.
Introducción
El advenimiento de Jesucristo, que sucedió en los primeros años del Imperio Romano,
señala el suceso más trascendente en la Historia de la Civilización. Su doctrina originó
un gran movimiento espiritual.
El romano de la época Imperial dedicaba su vida al servicio del Estado y a los placeres
terrenales. Había que ser un buen ciudadano y luchar por el engrandecimiento de
Roma. La religión romana carecía de toda enseñanza moral y el interés material era el
único lazo de unión entre la divinidad y el creyente. Los Dioses no guiaban las
conciencias y sólo el temor llevaba al pueblo ante el altar, donde solicitaba la
protección por medio de groseros sacrificios.
Como consecuencia de las conquistas, penetran en Roma diversos cultos orientales,
que debilitaron aún más el respeto hacia los Dioses tradicionales.
A mediados del Siglo I de nuestra Era, comenzaron a llegar a Roma –procedentes de
Judea- las primeras noticia sobre el Cristianismo. Los esclavos abrazaron con celeridad
la nueva doctrina, que luego se extendió, a pesar de las persecuciones, a todas las
clases sociales del Imperio.
La Doctrina y Moral predicadas por Cristo originaron una nueva religión, que se llamó
Cristianismo y cuyo emblema fue la Cruz, en que murió Jesús.
Jesús enseñó la existencia de un solo Dios eterno e inmaterial y todopoderoso. El
cristiano cree en la inmortalidad del alma y debe amar a Dios sobre todas las cosas y al
prójimo como a sí mismo. Uno de los caracteres más destacados del Cristianismo es la
infinita bondad del Padre que está en los cielos. En su nombre, Jesús pronunció el
Sermón de la Montaña, que determina las bendiciones divinas para todos los hombres.
En la práctica es un resumen de la Doctrina.
El cristiano cree firmemente en tres misterios de la fe verdades que están fuera del
alcance de la razón humana.
1) El misterio de la Trinidad. Existe un solo Dios, creador y omnipotente, pero son
tres personas distintas, aunque iguales entre sí: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
2) El Misterio de la Encarnación: un Dios (Jesucristo) que sin perder sus atributos
divinos, se encarna en el seno de una madre Virgen y crece, trabaja y sufre por
todos los hombres.
3) El Misterio de la Redención. El hijo de Dios muere crucificado y vierte su sangre
inocente, para purgar los pecados de la humanidad.
Mientras los griegos y los romanos rendían culto a una serie de ritos, el Cristianismo
estableció un dogma que cambió la forma de adoración. En vez de las frías divinidades
paganas, mostró un Dios bondadoso que no tenía pueblo y raza privilegiados.
Proclamó la fraternidad universal que no excluye a nadie, ni siquiera a los enemigos y
enseño el respeto a los deberes sociales: la caridad, la solidaridad, la misericordia y el
perdón de las injurias.
La Iglesia Primitiva
El Clero
Entre los cristianos se distinguían los ancianos o presbíteros, que vivían dedicados a la
alta misión de propagar la fe y los simples fieles o laicos, que ayudaban a los primeros
con diversas limosnas.
Auxiliares de los Obispos y de los Presbíteros eran los Diáconos quienes administraban
los bienes y distribuían las ofrendas entre los pobres. Posteriormente se crearon los
Arcedianos, cuya misión era ayudar a los Diáconos.
LA PATRISTICA – SAN AGUSTIN
El pensador cristiano más importante de la época fue San Agustín (nació en Numidia,
Norte de Africa en el año 354 y falleció en el año 430 de nuestra Era). Fue discípulo de
San Ambrosio. Su filosofía es poco sistemática, pero su saber abarcó toda la
Antigüedad y se transmitió a la Edad Media a través de él.
Su gran libro, “la Ciudad De Dios”, fue escrito entre los años 413 y 426 para defender el
Cristianismo contra la acusación pagana de que aquél era responsable de la
decadencia del Poder de Roma y en particular del saqueo de la Ciudad por Alarico, Rey
de los Visigodos, en el año 410
Según San Agustín, la naturaleza humana es doble: el hombre es espíritu y cuerpo y,
por lo tanto, es a la vez ciudadano de este Mundo y de la Ciudad Celestial. El hecho
fundamental de la vida humana es la división de los intereses de los hombres: de un
lado los intereses terrenos centrados alrededor del cuerpo y por el otro, los intereses
ultraterrenos que pertenecen específicamente al alma. Esta distinción no es nueva, ya
se encontraba en los cimientos de todo el pensamiento cristiano.
Sin embargo, San Agustín hizo de la distinción la clave para comprender la historia
humana que está y estará siempre dominada por la lucha entre las dos sociedades. La
primera es la fundada en los impulsos terrenales donde reina Satán y se encuentra
representado en los Imperios paganos de Asiria y Roma. La segunda está fundada en la
esperanza de la paz celestial ya salvación espiritual y donde reina Cristo, encarnado,
primero por el pueblo hebreo y después en la Iglesia y el Imperio cristiano. Sólo en la
Ciudad de Dios es posible la paz y sólo el Reino Espiritual es permanente. Esta es, pues
la interpretación agustiniana de la caída de Roma: todos los Reinos meramente
terrenos tienen que desaparecer, ya que el Poder terrenal es mudable e inestable,
puesto que se basan en aspectos humanos que producen la guerra y la red de
dominación.
Pero cabe advertir que para San Agustín no era la que la Ciudad terrena o la Ciudad de
Dios pudieran identificarse de modo preciso con las instituciones, las dos sociedades
de Dios y aún menos era el Gobierno secular el Reino del Mal. San Agustín creía que
“la potestades son de Dios y, por lo tanto, están ordenadas” En consecuencia, no
consideraba a las dos ciudades como visiblemente separadas. La Ciudad terrena era el
Reino del Diablo y de todos los hombres malos; la Ciudad Celestial, era la comunión de
los redimidos en este Mundo y en el futuro. En toda la vida terrenal, las dos
Sociedades se encuentran mezcladas, para no separarse sino en el Juicio Final.
San Agustín concebía al Reino del Mal como representado por los Imperios paganos
aunque no exactamente identificado con ellos y concebía a la Iglesia como la
representación de la Ciudad de Dios, aunque éste no podía identificarse totalmente
con la organización eclesiástica. Esto ha sido esencial para entender que el
pensamiento agustiniano permitió a concebir a la Iglesia como una Institución
organizada para la salvación humana y actuar como la unión social de todos los
verdaderos creyentes y por lo cual se podría operar en la Historia humana la gracia de
Dios. De ahí se deduce que la aparición de la Iglesia cristiana es el punto culminante de
la Historia en la lucha entre los poderes del Bien y del Mal. Por lo tanto, la salvación
humana está ligada con los intereses de la Iglesia y, en consecuencia, esos intereses
son preponderantes sobre cualquiera.
La conclusión es que San Agustín desemboca en la necesidad que una verdadera
República sea Cristiana. Se opone a la idea de una República cuya tarea es realizar la
Justicia (la definición romana de Justicia consistía en “dar a cada uno lo suyo”). Sostuvo
que ningún Imperio pagano podía ser capaz de realizarla. Es una contradicción en los
términos decir que un Estado puede dar cada uno lo suyo mientras que su Constitución
misma niega a Dios la adoración que se debe.
La filosofía agustiniana explica que los Estados precristianos no cumplieron
cabalmente con su función. Un Estado justo tiene que ser un Estado en el que se
enseñe la creencia en la verdadera religión. Después del advenimiento del
Cristianismo, ningún Estado puede ser justo, a menos que sea también cristiano y un
Gobierno considerado aparte de su relación con la Iglesia estaría desprovisto de
Justicia. Así es que el carácter Cristiano de un Gobierno llevaba implícitamente
también la finalidad de realizar la Justicia y el Derecho.
El ejercicio del Poder, para San Agustín, abarca tres áreas: l)” el officium imperandi” :
es la actividad que debe cumplirse en el servicio del Gobierno, sin mediocridad ni
desfallecimiento, con fuerza y prudencia, evitando la soberbia, la concupiscencia y el
orgullo 2) “el officium providendi”: consiste en discernir los verdaderos intereses del
Estado, previendo las necesidades de la Comunidad 3) “el officium consulendi”: está
referido al rol de consejero del Pueblo.
Finalmente, San Agustín distingue entre la ley Eterna, concebida como la voluntad de
Dios y que manda que se conserve el orden natural y que prohíbe su perturbación; la
ley Natural que consiste en la grabación de la ley Eterna en el hombre y, por último, la
ley Temporal que es la sancionada por los hombres y que sólo es tal en la medida en
que observe los preceptos de Justicia derivado de la ley Natural.
LA ESCOLÁSTICA
Sobre todo los trabajos de este último se mantuvieron vigentes hasta entrado
el Renacimiento, cuando fueron puestos en tela de juicio por los estudios
de Copérnico y de Galileo Galilei.
Se llamó “Método Escolástico” al modelo de enseñanza que rigió la Edad Media y que
caracterizó a esta doctrina filosófica. Se caracterizó por su extraordinario rigor en el
planteamiento y la defensa de las ideas expuestas, mediante un procedimiento de tres
pasos:
Etapas de la Escolástica
La segunda Escolástica
Uno de los máximos exponentes de esta segunda escolástica será Francisco Suárez
(1548-1617), quien resumirá y modernizará la tradición escolástica anterior y establece
las bases para el “iusnaturalismo” del jurista holandés Hugo Grocio siglo XX
Representantes de la Escolástica
Nacido en Rocasecca, cerca de Nápoles en el año 1225 y entre las obras que mayor
significación tienen para la Historia de las ideas políticas debemos mencionar:
“Comentarios a cuatro libros sentenciarios de Pedro Lombardo”, “Comentarios a la
Etica de Aristóteles”, “Sobre el Régimen de los Judíos”, “El Régimen de los Príncipes”,
“La Suma Teológica”, “Los Comentarios a la Política de Aristóteles” y “La Suma contra
los Gentiles”
El mérito de este autor consiste en el esfuerzo de conciliación entre el Aristotelismo y
el Cristianismo. La esencia de la Filosofía tomista es el intento de realizar una síntesis
universal y un sistema omnicomprensivo en la búsqueda de la armonía y la
coincidencia.
Santo Tomás considera que el hombre es un animal social y político. Fiel a Aristóteles,
afirma que la causa eficiente del Estado deriva de la naturaleza social, racional y libre
del hombre. La vida social y política es un modo de existencia propia del hombre. Por
esto, el Estado no es un producto artificial sino natural que adopta una u otra
conformación histórica a través de procesos regulados por la razón y la voluntad de los
hombres. Termina el Estado siendo conjuntamente un producto del instinto social y de
la industria del hombre.
El sistema tomista es eminentemente finalista. Todos los entes existen como
consecuencia de algo (causa eficiente) y para algo (causa final). El universo no es
sinónimo de caos sino de orden. En función de ese orden, todas las cosas tienen
prescripto un fin. La noción de bien deriva de la adecuación entre el ser de una cosa y
el fin a que la misma tiende.
Hay fines que conciernen a la vida individual (ética monástica) a la familiar (ética
económica) y a las formas plenarias de la vida en común (ética política)
Para Santo Tomás el fin del Estado es un bien común. Entonces, el bien común es el
conjunto de elementos y condiciones que favorecen el pleno desarrollo de la persona
humana.
Para este autor, el bien privado de los individuos es distinto del bien común pero
ambos se encuentran estrechamente vinculados hasta el extremo de que quien
procura el bien común procura también el suyo propio. En caso de plantearse una
colisión entre ambos debe resolverse a favor del bien común. Esto es válido en el plano
temporal, porque el bien común se encuentra subordinado al fin religioso.
En el enfoque tomista jamás podrá imponerse nada en nombre del bien común y que
resulte lesivo para la salvación eterna. Con este criterio, Santo Tomás quiere cerrar el
paso a toda interpretación totalitaria del hombre y del Estado.
Santo Tomás expone en la Suma Teológica su concepto sobre la propiedad. La misma
se encuentra influida por Aristóteles y por la tradición cristiana. Es partidario de la
propiedad privada. Invoca tres razones. En primer lugar, la propiedad privada es un
estímulo para la producción, pues cada uno es más solicito en obtener lo que le
interesa a él solo, que lo que es común a todos. En segundo lugar, es más fácil ordenar
la Sociedad si a cada uno, se le asigna un cuidado, que si se deja a todos que
indistintamente se ocupen de todo. En tercer lugar, la propiedad privada es una
garantía de paz social, ya que se conserva más pacíficamente la convivencia humana
teniendo cada uno lo suyo
Santo Tomás considera que Dios es la causa primera del Poder. La titularidad del
mismo corresponde a la comunidad política que no puede ejercerlo por sí misma y
debe determinar quién y cómo ha de ejercerse. También debe evaluarse la legitimidad
de cualquier Poder y, por lo tanto, debe evaluarse la Justicia de su adquisición y de su
ejercicio. El Poder puede ser ilegítimo porque quién lo ejerce carece de título válido,
incurriendo en la tiranía. Los gobernantes actúan como gerentes de la comunidad. Esto
lleva a los dos grandes sectores en que se divide las formas de Estado: formas puras y
formas impuras. Las puras son las correctas y las impuras son las que no tiendan al
bien común. Es decir, el Aquinatense sigue a Aristóteles. Las puras son la Monarquía, la
Aristocracia y la Democracia. A su vez, las impuras son la Tiranía, la Oligarquía y la
Demagogia. Santo Tomás emplea el termino Tiranía frecuentemente para englobar a
todas las formas corruptas.
Santo Tomás se inclina por la Monarquía como la forma de Gobierno mejor
teóricamente. A su vez, considera que de las formas corruptas la más soportable es la
Demagogia, siendo la peor la Tiranía de uno. Sin embargo, desde un punto de vista
práctico, sostiene que lo más plausible es una forma mixta. Así sostiene que la mejor
forma de Gobierno es aquella en que sea puesto al frente sea uno y que le colaboren
magistrados principales y que todos puedan elegir y ser elegidos. Con lo cual, lo mejor
es un Gobierno combinado: “de la Monarquía es que uno rige o preside a todos, de la
Aristocracia, en cuanto un crecido número participa del Régimen según la virtud y de la
Democracia, en cuanto los gobernantes pueden ser elegidos del seno del pueblo y al
pueblo pertenece la elección”.
Otro tema esencial que trata el Aquinatense es los distintos tipos de leyes. Señala
existencia de cuatro tipos de leyes
La primera de ellas es la Ley Eterna. Es idéntica a la razón de Dios. Es el plan eterno de
su sabiduría con arreglo al cual está ordenada toda la Creación. Esta ley está por
encima de la naturaleza física del hombre y por entero fuera del alcance de la
comprensión humana.
La segunda es la Ley Natural y se la describe como un reflejo de la razón divina en las
cosas creadas. Se manifiesta a buscar el bien y evitar el mal. Es decir, esto se concreta
en la inclinación de los hombres a vivir en Sociedad, a conservar sus vidas, a procrear y
educar a sus hijos y a buscar y desarrollar la inteligencia.
La tercera Ley es la Divina, Sustancialmente se entiende por Ley Divina la Revelación.
La encontramos exteriorizada en los Diez Mandamientos y en el Evangelio. O sea es la
ley Divina positiva.
Finalmente, la Ley Humana es definida por Santo Tomás como un ordenamiento de la
razón para el bien común hecho por aquel que cuida de la Comunidad y la promulga.
Esta Ley deriva de la Natural. Esto no excluye que haya un campo variado que depende
de factores históricos y sociológicos frente a los cuales son aceptables diversas
alternativas. Sucede que los principios generales de la Ley Natural no deben
necesariamente aplicarse de la misma forma a las existentes variedades de las
circunstancias humanas. Por lo tanto, es legítima la diversidad de legislaciones
positivas. Lo que no resulta admisible que esas legislaciones vulneren los parámetros
de la Justicia trascendente contenidos en la Ley Natural. La ley injusta no es Ley, sino
una inequidad con forma de norma y que, por lo expuesto, puede llamar a la
desobediencia pasiva o activa.
LAS DOCTRINAS MEDIEVALES
Introducción
Las Universidades
Introducción
Cuando Teodosio dividió el Imperio Romano entre sus dos hijos Honorio y Arcadio (año
395), el de Occidente se hallaba debilitado por dentro, como consecuencia de los
desórdenes políticos y económicos, además de la corrupción social y administrativa.
Las fronteras se encontraban débilmente defendidos y estaban amenazados por
pueblos guerreros, a quienes los romanos llamaban “bárbaros”, porque eran
extranjeros y no hablaban ni el griego ni el latín. Los bárbaros ocupaban los territorios
comprendidos entre el río Danubio, el mar Báltico, el río Rin y los Montes Urales.
Para una mejor comprensión, podemos distinguir tres razas principales:
a) Los Germanos: estaban establecidos en la Europa Central y se extendían desde
el mar Báltico hasta el mar Negro. Se agrupaban en tribus, entre los que
podemos citar: los Francos, Alemanes, Anglos y Sajones, todos situados al
Oeste. A su vez, los Vándalos, Burgundios, Lombardos y Suevos se situaban al
Este. Finalmente, en el litoral del Mar negro se ubicaban los Goidos, divididos
en Visigodos y Ostrogodos. Estos pueblos pertenecían a la raza indoeuropea.
Procedían del Asia, y luego de abandonar el nomadismo, se establecieron en la
Europa Central, donde adoptaron las costumbres sedentarias. Entre los
germanos, la guerras constituía la ocupación más digna y en la cual a veces
participaba todo el pueblo. Desde el punto de vista político, los germanos no
llegaron a constituir un Estado, ya que estuvieron divididos en numerosas
tribus independientes que guerreaban frecuentemente entre sí. Algunas se
regían por Reyes, pero otras por Jefes militares. Los cargos eran electivos y su
autoridad estaba limitada por una Asamblea de hombres libres. El Derecho
Germano no tenía leyes escritas, sino que se regían por la costumbre. En
cuanto a la religión, eran politeístas, paganos y muy supersticiosos. Adoraron a
las fuerzas de la naturaleza.
b) Los Eslavos: habitaban en la región comprendida entre el Río Vístula y las
estepas rusas. Pertenecen a este grupo los Checos, Moravos, Moscovitas y
Lituanos.
c) Los Mongoles: ocupaban el Asia Central. Por lo tanto, eran vecinos más
alejados del Imperio Romano, pero eran los más temibles por su ferocidad y
son los que empujaron a los demás pueblos sobre el mundo romano. A esta
raza pertenecían los Hunos, los Búlgaros, los Magiares y los Turcos.
Las Invasiones
A partir del Siglo I los romanos comenzaron a contener los avances de los pueblos
germanos que pugnaban por penetrar en el Imperio. Distintos Emperadores
combatieron a los invasores e incluso, organizaron contraofensivas para atacar a los
bárbaros en sus propias tierras.
Los romanos se contentaron con defender las fronteras naturales del Rin y del
Danubio, a pesar de lo cual, las tribus germánicas continuaron infiltrándose en el
Imperio. Las legiones romanas se encontraban aisladas entre sí y los campos estaban
escasos de labradores y esto hizo que los bárbaros fueron incorporados en esas
actividades. A esos bárbaros se los llamó colonos o mercenarios. Podemos indicar que
este proceso continuó hasta el Siglo IV, constituyéndose así una invasión pacífica.
A mediados del Siglo IV, los Hunos, pueblo de raza amarilla, comenzaron a extenderse
sobre la Europa Oriental. Procedían de las estepas del Asia Central, y cuando
atravesaron los Urales, obligaron a los Germanos a desplazarse hacia el Imperio
Romano en busca de seguridad.
Los Visigodos establecidos en el Mar Negro, fueron los primeros en sentir el empuje de
los Hunos, y a las órdenes de su jefe Alarico, cruzaron el Danubio en el año 376 y se
instalaron en los Balcanes, cerca de Constantinopla. El Emperador Teodosio logró
someterlos y los hizo sus aliados. Los Visigodos permanecieron varios años cuidando
las fronteras del Imperio, pero a la muerte de Teodosio, se alzaron en armas y asolaron
Grecia y Macedonia para luego dirigirse hacia Italia. Se instalaron en Iliria (actual
Yugoslavia y Montenegro), y desde allí se dispuso a atacar el Imperio Romano de
Occidente gobernado por Honorio, pero fueron controlados.
En el año 405 nuevas hordas de germanos iniciaron lo que se llamó como “la gran
invasión”. Irrumpieron en el Imperio a través del Rin y de los Alpes. Eran los Suevos,
los Alanos y los Vándalos, quienes procedían de las costas del mar Báltico. Si bien se
consiguió contenerlos, el grueso de los invasores cambió de rumbo y penetró en la
Galia y luego de arrasarla, cruzó los Pirineos y se estableció en España en el año 409.
El año siguiente, el visigodo Alarico reanudó sus ataques contra el Imperio, puso sitio a
Roma y se apoderó de la Ciudad, saqueándola por tres días. Alarico murió pocos meses
después y le sucedió Ataúlfo quien luego de pactar con Honorio partió con sus fuerzas
rumbo a España con la finalidad de expulsar a los germanos ocupantes de la península.
En España, los Suevos ocuparon la parte noroeste de la península (Galicia), los Alanos
la zona Oeste y Central y, finalmente los Vándalos se ubicaron en el Sur; llamando a
esa región como Vandalucía (Andalucía).
Esta conversión aceleró la fusión entre los hispanorromanos y los Visigodos. Aquí cabe
indicar que los hispanorromanos aplicaban el Derecho Romano, en cambio los
visigodos se regían por las disposiciones de sus propias Asambleas de Nobles. Hubo
que esperar hasta el año 687 en el cual el Rey Rescesvinto elaboró un Código llamado
Fuero Juzgo y que empezó a regir por igual sobre ambas poblaciones, permitiendo los
matrimonios entre unos y otros.
Con la muerte de Valentiniano III, finaliza la dinastía iniciada por Teodosio, y a partir de
ese momento el Imperio Romano de Occidente entró en decadencia. En poco tiempo
se sucedieron nueve Emperadores cuyos poderes se fueron debilitando a medida que
se sucedían los fallecimientos.
Finalmente en el año 476, el Emperador Rómulo Augústulo de sólo catorce años fue
depuesto por Odoacro y que era un Jefe del Ejército de los Hérulos, mercenarios al
servicio del Imperio. Odoacro tomó el título de Rey de Italia y no el de Emperador,
pues entendía que la autoridad de Constantinopla, era suficiente para todo el mundo
romano. Zenón era el Emperador de Oriente y reconoció al Gobierno de Odoacro. A
partir de este reconocimiento, Italia pasó a ser un Reino de los hérulos. Se había
extinguido el Imperio Romano de Occidente.
El dominio de los Hérulos en Italia duró poco tiempo ya que en el año 493 Odoacro fue
destronado y reemplazado por el Jefe de los Ostrogodos. Teodorico recibió la orden
del Emperador Zenón de reconquistar el Reino de Italia y cuando lo obtuvo gobernó
con prudencia.
Este Rey muere en el año 526 y no deja sucesor. Así, el Reino Ostrogodo se derrumba.
El nuevo Emperador de Oriente, Justiniano, emprende la reconquista del Reino
italiano. Lo logra en el año 553, transformando a Italia en un Virreinato dependiente
de Constantinopla.
Pero en el año 568 Italia es otra vez invadida. Esta vez por los lombardos, pueblo
germánico que procedía de las costas del mar Báltico. Eran belicosos y los Papas
apoyaron los movimientos de resistencias y solicitaron la ayuda de los Francos y que
pudieron desalojar a los invasores.
La Heptarquía anglosajona.
En el año 408 ya era visible la amenaza de los Germanos en las fronteras del Imperio
Occidental y es por esa causa, que el Emperador Honorio retiró las guarniciones
romanas para reforzar las zonas del Rin y del Danubio.
Esta decisión dejó indefensos a los Bretones, ya que sufrieron los ataques de los Pictos
y de los Escotos (escoceses). Los Bretones solicitaron ayuda a los Sajones. Estos
lograron rechazar a los atacantes, pero aprovecharon la situación y se radicaron en
territorio británico. Posteriormente llegaron los Anglos y fundaron otros Reinos. Para
consolidar la unión política, los Anglos y los Sajones unieron sus Reinos en una especie
de Confederación que se llamó Heptarquía. Era una reunión de siete Reinos. Los
Sajones tenían Kent, Sussex, Wessex y Essex. Los Anglos, los tres restantes:
Northumberland, Mercia y Estanglia.
Tiempo después, lograron la unidad religiosa al convertirse al Cristianismo. En el Siglo
IX, el Rey Egberto de Wessex logró colocar bajo su autoridad a todos los Reinos
confederados y, por lo tanto, es considerado el primer Monarca de Inglaterra.
Los Francos.
Entre los pueblos germanos que se establecieron en la Galia, el más importante fue el
de los Francos. Si bien no constituían un Estado, estaban organizados como una
Confederación de tribus.
En un principio, los Francos fueron contratados por los romanos para defender la
frontera del Rin, pero por la invasión del año 405, se instalaron en el Norte de la Galia.
Ayudaron a los romanos ante los ataques de los Hunos encabezados por el terrible
Atila.
El Rey Meroveo fue el fundador de la dinastía Merovingia que reinó por más de dos
Siglos. Al estar radicados en el Norte de la Galia pudieron mantenerse alejados de la
influencia romana, conservando así sus costumbres paganas.
En el año 481 es proclamado Rey un joven de dieciséis años llamado Clodoveo, nieto
de Meroveo. Poseía grandes dotes de caudillo. Unió todas las tribus. Venció a los
Alamanes, a los Burgundios y a los Visigodos arrianos que se encontraban al Sur de la
Galia. Es ahí que empezó a llamarse la Galia como Francia que significa país de los
Francos
Clodoveo murió en el año 511 y sus cuatro hijos dividieron el Reino en tantos Estados,
debilitando el Poder de la dinastía merovingia.
Cuando Teodosio dividió el Imperio Romano entre sus dos hijos en el año 395, la parte
Oriental correspondió a Arcadio. Este se estableció su Corte en Constantinopla y a
partir de ese hecho nació el Imperio Romano de Oriente. Como la Ciudad de
Constantinopla (fundada por Constantino en el año 326) se construyó en el mismo
sitio que ocupara la antigua Colonia de Bizancio, el Imperio Romano de Oriente fue
más conocido como Imperio Bizantino o directamente Bizancio.
Este Imperio abarcaba diversos sectores de tres continentes: en Europa comprendía
las tierras situadas al Este del Mar Adriático. En Africa abarcaba Egipto y en Asia se
extendía por la Mesopotamia (actual Irak), Siria y Palestina.
Cuando el bárbaro Odoacro depuso al último Emperador romano de Occidente en el
año 476, la unidad imperial se trasladó a Constantinopla. Este nuevo Imperio logró
subsistir casi diez siglos en manos de Emperadores viciosos y déspotas, que lucharon
por restaurar el viejo orden. La influencia del Helenismo y el contacto con los pueblos
orientales le otorgaron al Imperio características propias. Rodeado de peligros
exteriores y deteriorado en su interior por las luchas políticas y las querellas religiosas,
el Imperio igual pudo sostenerse por sus seguras fronteras naturales y además contaba
con un Ejército bien equipado y una organización administrativa muy eficaz.
Como vimos, el primer Emperador fue Arcadio. A su muerte (408) le sucedió su hijo
Teodosio II. Ya que era niño, terminó gobernando su hermana Pulquería. Al morir
Teodosio II, Pulquería permitió que asuma el Poder su esposo, Marciano. Este
Emperador se destacó por rechazar a los Hunos, encabezados por Atila.
Posteriormente Zenón y luego Anastasio gobernaron en medio de luchas religiosas y
ataques extranjeros.
En el año 518 ocupa el Trono Justino I y logra contener a los búlgaros y los persas. Este
Emperador logra una paz religiosa, allanando el camino a su sobrino Justiniano.
Justiniano ocupa el Trono en el año 527. Era de origen humilde. Fue educado en
Constantinopla y recibió influencias de la cultura helenística. Tenía devoción por
restaurar la grandeza de Roma, por lo cual sostuvo cruentas guerras con resultados
favorables, pero que no llegaron a ser permanentes. Su esposa, la Emperatriz Teodora
era una mujer audaz y enérgica, ejerció gran influencia en sus actos de Gobierno.
Lo más perdurable del Gobierno de Justiniano fue su obra legislativa. Con la finalidad
de reorganizar el Derecho Romano, ordenó revisar las antiguas leyes y así obtener un
ordenamiento y eliminar las contradicciones. Sucedía que hasta ese momento seguían
en vigor los escritos de los juristas clásicos y las antiguas Constituciones imperiales. El
surgimiento del Cristianismo modificó las costumbres y su influencia se hizo sentir en
las sentencias.
Se encomendó la tarea a Triboniano, prestigioso jurista, quien seleccionó diez
profesores, abocándose a la tarea de revisar las leyes romanas. En el año 529 se
publicó el Código de Justiniano y que contenía doce libros. Al año siguiente, Triboniano
presidió otra comisión que revisó los trabajos de los jurisconsultos de los Siglos II y III.
Esta obra se publicó en el año 533 con el nombre de Digesto (significaba “libro bien
ordenado”) o Pandectas (en griego significa “contenerlo todo”). También se redactó un
Manual para los estudiantes que se llamó “Institutas”. Luego, las leyes dictadas con
posterioridad a esta Recopilación, fueron agrupadas con el nombre de “Novelas”
(leyes nuevas).
En cuanto a la organización, la autoridad del Emperador era absoluta. Era el centro de
la política administrativa. En un principio, su cargo era electivo, pero en la práctica los
Emperadores eligieron personalmente a sus sucesores. Sin embargo, fueron escasas
las veces que el Poder se transmitió por herencia, a causa de los motines y luchas
internas que elevaron al trono a aventureros.
El Emperador llamado “Basileus “(Rey) era al mismo tiempo el Jefe de la Iglesia. Por
esta razón, su autoridad era casi divina y se pretendía revestir a su persona con un
carácter sagrado.
Para mejorar la organización administrativa, el Imperio fue dividido en Provincias, a
cuyo frente estaban los “Estrategas”, especie de Gobernadores políticos y militares.
Estos gozaban de gran autonomía y utilizaron sus tropas mercenarias para organizar
revueltas y usurpar el Poder.
Los Musulmanes
Una vez que se establecieron en el Norte de Africa, los árabes intentaron invadir
España. Pero en el año 711 lo lograron venciendo al Rey Don Rodrigo en la batalla de
Guadalete. Para obtener el triunfo, los árabes contaron con la ayuda de los enemigos
internos de Don Rodrigo y que murió en la batalla. La mayor parte de los musulmanes
que invadieron España eran moros (berberiscos) provenientes de Marruecos y que se
convirtieron a la religión de Mahoma. En cambio, los árabes de raza constituían la
minoría.
Sucesivos contingentes musulmanes penetraron en la península y que fue dominada
en su totalidad, salvo el Noroeste del territorio, en la región de Asturias, refugio de los
cristianos.
Los invasores se mostraron tolerantes con los hispanorromanos y visigodos que vivían
en España. Esto hizo que la población regresase a sus tierras y convivieron con los
conquistadores.
Los que deseaban seguir profesando el Cristianismo, podían hacerlo a cambio de un
tributo. A esta población se los llamó “Mozoárabes”. A la inversa, cuando los Cristianos
comenzaron a reconquistar el territorio, muchos musulmanes quedaron sometidos por
los Cristianos, pero continuaron con su religión. A éstos se los llamó “Mudéjares”
Los cristianos que se convertían al Islamismo se los llamó “Renegados”. También los
Musulmanes ofrecían la libertad a los esclavos cristianos a cambio que abrazaran el
Islam Los que lo hacían, se llamaron “Maulas”. Finalmente hubo hijos de cristianos y
musulmanes y se los denominó “Muladíes”
Durante el dominio musulmán, el Gobierno de los árabes puede ser distinguido en
cuatro períodos:
a) Emirato dependiente del Califato de Damasco (7ll-756): Al principio, España era
una Provincia del Imperio árabe. Estaba bajo la autoridad de un Gobernador
llamado Emir-
b) Emirato independiente (756-939): Cuando la dinastía de los Abasidas se hizo
cargo del Poder, la Capital del Imperio fue trasladada a Bagdad. Fue cuando
Abderraman I que pertenecía a las Omeyas huyó a España y entró a Córdoba,
donde gobernó como Emir independiente.
c) Califato de Córdoba (939-1031): Abderraman III transformó el Emirato
independiente con sede en Córodoba. Alcanza su mayor esplendor en este
período.
d) Desmembramiento del Califato de Córdoba (1031-1492): las guerras civiles
trajeron la anarquía y el Califato se fraccionó en varios Reinos independientes y
que fueron luchando contra los españoles, los que iban reconquistando el
territorio español.
Una vez producida la conquista de España, los árabes continuaron su avance al Norte
y, así, atravesaron los Pirineos y penetraron en la Galia. Los Francos, dirigidos por
Carlos Martel (mayordomo del Palacio del Reino Franco) lograron derrotar a los
musulmanes en la llanura de Poitiers (año 732). Esto permitió detener la expansión
árabe.
Cabe acotar que la gran extensión del Imperio árabe favoreció su desmembramiento
en tres Califatos: Oriente (Bagdad), España (Córdoba) y África ( El Cairo).
El Cristianismo fue la religión oficial del Imperio Bizantino, pero el absolutismo político
ejercido por los Emperadores, embarcó a la Iglesia de Oriente en una serie de
controversias.
En el Siglo VIII, el Emperador León III dispuso eliminar del culto, las imágenes sagradas.
Sus partidarios se llamaron “iconoclastas” (rompedores de imágenes) y se vieron
envueltos en querellas con los tradicionalistas. Un Siglo después “la querella de las
imágenes” finalizó y se estableció el culto tradicional.
Sin embargo, persistió el alejamiento entre la Iglesia Romana y la de Oriente. En el
Siglo IX y X se acentuaron las diferencias debido al idioma ritual (la iglesia Romana
utilizaba el latín, en cambio, la de Oriente usaba el griego). Las razas y las costumbres,
terminaron produciendo el “Cisma de Oriente” en el año 1053: se produce la
separación definitiva de las dos Iglesias. La Bizantina tomó el nombre de “Ortodoxa”,
desconociendo la autoridad del Papa. Su jefe fue el Patriarca de Constantinopla.
Carlomagno
Los últimos reyes merovingios en el Reino de los Francos, delegaron las tareas de
Gobierno a los llamados Mayordomo de Palacio, los que adquirieron gran autoridad. Al
principio eran Intendentes encargados de administrar los bienes personales del Rey.
Luego comandaron la guardia militar y desempeñaron ministerios. Posteriormente, la
designación de los mayordomos quedó en manos de la Aristocracia.
A principios del Siglo VII, uno de los Duques de Austrasia alcanzó gran renombre, fue
Carlos Martel y es el que controló el avance de los árabes
A su muerte (741) heredaron el cargo sus hijos Carlomán y Pepino. El primero ingresó a
un convento, con lo cual quedó el segundo a cargo del Poder. Entonces, Pepino
(llamado el Breve por su baja estatura) obtuvo el apoyo del Papa Esteban III ya que lo
consagró con el Derecho Divino a la sucesión hereditaria. Ante este hecho se depone al
Rey Childerico III con lo cual se marca el fin de la dinastía Merovingia y comienza una
nueva, la Carolingia, cuyo nombre se debe al más destacado de sus Reyes:
Carlomagno.
Pepino el Breve muere en el año 768 y el Reino Franco fue heredado por Carlos, que
debido a sus exitosas campañas fue apellidado el Magno (grande), pasando a la
Historia como Carlomagno.
El Reino Franco que Carlomagno comenzó a gobernar, comprendía casi toda la Francia
actual, Los Países Bajos y la parte Occidental de Alemania. Durante su reinado debió
luchar, unas veces para ensanchar las fronteras de sus dominios, pero otras para
conservar los territorios conquistados. Las principales campañas de Carlomagno fueron
dirigidas contra los lombardos, los musulmanes, los sajones, los avaros y los eslavos.
Con estas campañas victoriosas, Carlomagno logró dominar toda la Europa Occidental
(con excepción de Inglaterra y gran parte de España). Las fronteras del Reino fueron
casi tan extensas como el viejo Imperio Romano de Occidente.
En el año 800 Carlomagno envió sus tropas a Italia, en ayuda del Papa León III que
había sido depuesto por una rebelión. Restablecida la autoridad Papal, el rey Franco se
trasladó a Roma, situación que aprovechó León III para coronarlo como Emperador, en
la misa de la Navidad de ese año.
La coronación imperial no alteró en demasía el poderío de Carlomagno, pero aumentó
su prestigio y le aseguró el predominio sobre todos los Príncipes cristianos de
Occidente.
Para comprender la importancia de la coronación de Carlomagno vale recordar los
comentarios que hace José Luis Romero en su texto “La Edad Media”. Según este
autor, desde principios del Siglo VII, el Papado había acrecentado su autoridad. La
Iglesia había adquirido una organización autocrática y jerárquica debido a la
aceptación, por parte de los Obispos, de la autoridad del Papa. Además, la conversión
de diversos pueblos a la ortodoxia cristiana facilitó esta evolución. Al promediar el
Siglo VIII, el Papado poseía una autoridad que le permitía gravitar sobre la vida
Occidental. Agrega Romero que solamente le faltaba “el brazo secular”, o sea una
fuerza suficientemente para hacer respetar sus decisiones y ponerlo a resguardo de las
amenazas. El pueblo Franco aceptó esta misión por medio de los Duques de Austrasia y
desde entonces, la unión de ambos Poderes fue estrecha.
Con las conquistas, el Imperio Carolingio abarcaba los actuales territorios de Francia,
Holanda, Bélgica, Suiza, Austria y sectores de Alemania, Hungría, Italia y España.
Para facilitar la administración, Carlomagno dividió su Imperio en casi trescientos
provincias, colocando a cuyo frente a los Condes, y que tenían funciones militares,
civiles y judiciales. El Gobierno de las provincias fronterizas, estuvo a cargo de los
Marqueses, cuya jerarquía era superior a la de los Condes.
Para la vigilancia de la administración, Carlomagno utilizó a los “missi dominici”
(Enviados del Señor), especie de inspectores imperiales. Uno era laico (Conde) y el otro
era religioso (Obispo). El Gobierno no fue del todo absoluto, ya que Carlomagno con la
finalidad de escuchar la opinión del pueblo, solía reunir en Asamblea a miembros del
clero, la nobleza y a los hombres libres. De esta forma, se elaboró un nuevo Derecho
que desplazó las costumbres germánicas y favoreció la unidad del Estado. El conjunto
de leyes, reglamentos y actas fue agrupado en las llamadas Capitulares, así
denominadas por estar reunidas en sesenta y dos capítulos.
Fue vasto el esfuerzo de Carlomagno para conquistar su Imperio. Pero también fue
vigoroso para organizarlo e impedir su disgregación. Este peligro provenía de múltiples
causas. Una de ellas fue la insuficiencia técnica. Ni el sistema de puentes y caminos, ni
la organización económica y financiera permitía una útil intercomunicación entre las
Regiones. Cada una de ellas tendía a desarrollar en forma particular, ya que deseaban
alcanzar una completa autonomía. La organización de los “missi dominici” pudo
durante algún tiempo, contener las ambiciones, pero eso se debía al prestigio personal
de Carlomagno. Pero todo conspiraba contra la unidad: el desarrollo económico estaba
basado en pequeñas áreas económicas, el sistema de reclutamiento local del Ejército y
las distancias y los inconvenientes en las comunicaciones, provocaron largas
interrupciones. Carlomagno no pudo impedir que se desarrollara el localismo y que
concluyera en la organización feudal, a pesar de la legislación y las numerosas
disposiciones particulares. Sólo quedaba como vínculo duradero la idea de la
comunidad cristiana, encabezado por el Papado, ya que ésta tuvo que mantener su
autoridad como Jefe espiritual del Imperio, ante la inevitable pérdida del vínculo
político.
LA ALTA EDAD MEDIA
Muerto Carlomagno en el año 814, el Gran Imperio pasó a manos de su hijo Ludovico
Pío. Este Emperador no pudo impedir que surgiesen elementos de disgregación. Por
un lado los Condes querían adquirir mayor autonomía y los hijos del Emperador
estaban impacientes por ingresar en la posesión de la herencia que esperaban.
Ludovico muere en el año 840, con lo cual se hizo más intensa la guerra entre los hijos.
El mayor, Lotario, aspiraba al título imperial pero sus dos hermanos se lo negaban
porque no querían reconocer a una autoridad superior. Después de varias batallas, se
llegó a un entendimiento con el Tratado de Verdún firmado en el año 843. Por este
acuerdo se distribuían los territorios. Lotario recibía las tierras de Italia y los valles de
los Ríos Ródano, Saona, Mosa y Rin. A Luis le correspondió la región del Este del Rin (la
Germania) y al otro hermano, Carlos, la Región del Oeste del mismo Río y que sería la
actual Francia. El Reino de Lotario se dividió pronto, en cambio los de Luis y Lotario
perduraron más.
En cada una de esas Regiones se inició un proceso por el cual los Reyes Carolingios
perdieron autoridad a expensas de los Condes, llegando éstos a tener completa
autonomía.
Ya hemos señalado anteriormente las causas de estas divisiones, pero la más
importante fue la aparición de nuevos invasores que asolaron toda la Europa
Occidental desde el Siglo IX. Los nuevos invasores fueron los Normandos, los
Musulmanes, los Eslavos y los Mongoles.
Los Normandos habían llegado a formar Estados vigorosos en el Báltico y desde esa
zona empezaron con sus ataques hacia el Sur. Eran de origen Germánico y habían
permanecido en Dinamarca y Noruega. Al convertirse en marinos consumados se
convirtieron con sus saqueos en un verdadero azote de Inglaterra y Francia.
Los Musulmanes tenían el control del Mediterráneo y operaban desde las tierras que
poseían en el Norte de Africa y España. Asolaban las costas meridionales de Italia y
Francia y lograron establecerse en Sicilia e interrumpían el comercio marítimo de los
Cristianos, afectando la economía y las costumbres sociales del Mundo Occidental.
Los Eslavos provenían de la llanura rusa. Asolaron las zonas orientales de la Germania y
se establecieron en las cuencas de los Ríos Vístula y Oder (los que luego se llamarían
polacos), otros se radicaron en Bohemia y Moravia y otro grupo en las costas del
Adriático, que se los va a conocer como yugoslavos.
Por último, los Mongoles se desprendieron del Oeste y apareció una nueva rama (los
magiares) y que llegó al Danubio y a través de este río, se instalaron a la actual
Hungría, desde donde amenazaron a la Germania.
El Feudalismo.
La división del Imperio Carolingio junto con las invasiones, favorecieron la aparición de
un nuevo Régimen político denominado Feudalismo que predominó a partir del Siglo
IX hasta comienzos del Siglo XV.
La falta de buenas vías de comunicación, la inexistencia de Ejércitos permanentes y la
falta de eficacia en las fronteras del Imperio contribuyeron a la crisis. Entonces, los
ricos propietarios asumieron por cuenta propia la protección de sus intereses, para lo
cual organizaron sus fuerzas militares y construyeron recintos fortificados (los
llamados Castillos) donde podían albergarse junto con sus servidores y el ganado.
Los campesinos y los pequeños propietarios eran incapaces de organizar sus defensas.
Entonces se agruparon alrededor de los Castillos y solicitaron el amparo de los
castellanos.. Estos otorgaban dicha protección, pero les exigían la entrega de sus
tierras, la prestación de ayuda militar y el acatamiento a las órdenes. En recompensa
por estos servicios, los Señores devolvían las tierras a sus protegidos, pero éstos no lo
recibían ya como propias, sino en calidad de Feudos, o sea, sujetos a las condiciones
establecidas en el Contrato Feudal. En concreto: el que daba las tierras, se llamaba
Señor Feudal y el que recibía el Feudo se denominaba Vasallo o Servidor.
El pacto se concretaba mediante “el Homenaje”, que era una ceremonia en la que el
Vasallo se arrodillaba desarmado ante el Señor, colocaba sus manos entre las de éste y
le juraba fidelidad y acatamiento.
En el contrato feudal se establecían obligaciones y derechos entre ambas partes. El
Vasallo debía prestar servicio militar y tenía que acompañar a su Señor en la guerra,
tanto dentro y fuera del territorio. No podía luchar contra él ni contra sus hijos. El
Vasallo no podía perjudicar al Feudo y estaba obligado a participar en el rescate del
Señor si era hecho prisionero.
Por el otro lado, el Señor debía ofrecer al Vasallo protección y justicia. No podía
atacarlo ni insultarlo, como tampoco perjudicar sus bienes. Si el Vasallo moría, el Señor
colocaba bajo su tutela a los hijos menores, protegía a la viuda y procuraba casar a las
hijas. El incumplimiento de estas obligaciones se lo consideraba haber incurrido en el
delito de “felonía” (o sea deslealtad o traición)
El Señor podía recuperar el Feudo en el caso que el Vasallo muriera sin herederos o no
cumpliera el contrato. También gozaba de la administración de la Justicia, acuñaba su
moneda y tenía el monopolio del horno y del molino. Los campesinos debían dejar una
parte de los productos o pagar un impuesto.
El régimen de Vasallaje se generalizó con rapidez y el Señor Feudal debió, a su vez,
solicitar la protección de otro más poderoso, el que le exigió la entrega de sus tierras y
lo convirtió en Vasallo. Así es que los Señores y los Vasallos se superpusieron en una
escala donde uno poseía tierras concedidas por otro más poderoso. De esta forma se
podía ser, al mismo tiempo, Señor y Vasallo. En esta pirámide feudal, el Rey era el
primero de los Señores, pero su autoridad era débil, ya que solamente lo ejercía sobre
sus vasallos directos. La autoridad del Monarca dejó de ser nacional.
Respecto a las clases sociales, estaban bien diferenciadas y estratificadas.
1) La Nobleza: lo formaban el grupo de los Señores Feudales. Al ser la tierra la
principal riqueza, el Poder del Señor era proporcional a la extensión de su
territorio. Esto se tradujo a distintos grados de nobleza: destacamos a los Duques,
Marqueses, Condes y Vizcondes. Los seguían los Barones, Castellanos y Caballeros.
2) El clero: lo constituían las personas que pertenecían a la iglesia. Como muchos eran
nobles, sus principales dignatarios se convirtieron en Señores Feudales. Los
señoríos se transformaron en Feudos eclesiásticos, a cargo de Obispos y Abades.
Pero como éstos solían ser vasallos de poderosos Señores laicos, se originaron
conflictos de poderes.
3) Los Campesinos: siendo la explotación de la tierra la más importante en el Régimen
Feudal, la mayoría de la población lo formaban los Campesinos. También se los
llamó Villanos, ya que habitaban en Villas o en Aldeas. Se pueden distinguir en esta
clase a dos grupos: a) los Campesinos libres: su vasallaje era voluntario y sus
obligaciones y derechos surgían del contrato del contrato feudal. Podían
abandonar esas tierras y encomendarse a otro Señor. Además no necesitaban
autorización para contraer matrimonio ni para transmitir los bienes a sus hijos. Sin
embargo, pagaban tributos, ya sea en especies o en trabajos. b) los Siervos: no
tenían libertad y sus deberes eran mucho más que sus derechos. Los Siervos, en
realidad, eran “los esclavos de la Gleba”, ya que no podían abandonar las tierras
que trabajaban y se hallaban ligados a ella, ya que el Señor Feudal vendía la tierra
junto con ellos.
A partir del Siglo XII, la Europa Feudal comenzó a reconstruir su vida urbana, ya que las
invasiones asolaron a las Ciudades.
Muy pocas Ciudades antiguas se habían conservado. Al desaparecer el peligro de las
invasiones normandas, los habitantes optaron por abandonar la estrechez de los
lugares fortificados y se dirigieron a las Ciudades que fueron reconstruidas y
repobladas. Al mejorar las comunicaciones, el comercio y la industria, las Ciudades
adquirieron rápido desarrollo, todo lo cual beneficio a los burgueses, o sea, los
habitantes de los Burgos o Ciudades. Henri Pirenne indica que el comercio y la
industria es la causa del Renacimiento de las Ciudades.
Los Señores Feudales, deseosos de beneficiarse con la riqueza urbana, no tardaron en
imponer pesados tributos a las Ciudades que integraban sus dominios feudales. Los
burgueses resistieron estos atropellos y buscaron limitarlos, para lo cual se agruparon
en ligas y exigieron a los Señores el reconocimiento de sus libertades.
Aunque muchas Ciudades lograron emanciparse, no todas obtuvieron las mismas
libertades. Algunas consiguieron aumentar sus autonomías, pero seguían dependiendo
del Señor Feudal. Otras alcanzaron una verdadera independencia y se convirtieron en
“Ciudades Libres”, con Gobierno, Ejército y estandartes propios. Estas Ciudades Libres
se transformaron en verdaderas Repúblicas. Podemos citar a Génova y a Venecia,
favorecidos por tener el monopolio del comercio en el Mediterráneo. En materia
industrial se desarrollaron Milán y Florencia. Las Ciudades Libres recibieron distintos
nombres. En Francia se llamaron Condados. En España, Concejos o Universidades. En
Italia, Repúblicas y en Alemania Ciudades Libres.
Al frente del Gobierno había funcionarios elegidos anualmente por los habitantes. Los
asuntos trascendentes los resolvía una Asamblea de ciudadanos. Esta Asamblea se
reunía en el Ayuntamiento, edificio que poseía un Campanario.
Las Ciudades Medievales ofrecían un aspecto particular. Como estaban rodeadas por
sólidas murallas, el espacio habitable era reducido, razón por la cual las casas se
apiñaban y trataban de ganar altura. Poseían dos o tres pisos. Las calles eran estrechas
y como nadie se ocupaba de su limpieza, se hallaban cubiertas de polvo, basuras y
hasta animales muertos. Esta suciedad es la que iba a provocar las epidemias y las
pestes.
En el centro de la Ciudad, se hallaban los edificios esenciales: la Iglesia, el
Ayuntamiento y el Mercado.
Las Hermandades
La defensa de las Ciudades dependía de sus murallas, pero fuera de ellas nadie
garantizaba la seguridad. Con frecuencia los comerciantes eran asaltados por forajidos
y muchos patrocinados por los Señores Feudales que participaban del botín. Esto
obligó a las Ciudades a formar ligas temporales llamadas Hermandades con la finalidad
de protegerse. Así surgieron en el Norte de Italia la Liga Lombarda y, más tarde,
sesenta Ciudades del Imperio Germánico formaron una Confederación que se llamó
Liga Hanseática. Esta Hermandad logró un monopolio comercial en el Mar Báltico. En
esta Liga se destacaron las Ciudades de Hamburgo y Bremen.
Una vez que se extinguió la Casa de Sajonia, los electores coronaron a Conrado II
iniciando la dinastía de la Casa de Franconia. Su sucesor fue su hijo Enrique III que
gobernó entre 1039 y 1056. Con este Gobierno, el Sacro Imperio llegó a su máximo
esplendor y sus límites abarcaron los Ducados de Alemania, Borgoña y el Norte de
Italia. Además fueron sometidas. Polonia, Hungría y Bohemia.
Enrique IV subió al trono en el año 1056. En esa época fue elegido Papa, Gregorio VII
(1073 – 1085) con el objetivo de desterrar los vicios que aquejaban a la Iglesia. Enrique
IV subió al trono siendo menor de edad y, por lo tanto, gobernaron regentes. Cuando
llegó a la mayoría de edad, desconoció las medidas adoptadas por el Pontífice y siguió
atribuyéndose el derecho de elegir Obispos. Este choque entre el Papado y el Imperio
se conoció con el nombre de “Querella de las Investiduras”.
Los finales del Siglo XIII señalan la culminación de un orden económico, social y político
junto con una crisis que rompe el equilibrio que se había logrado. Algunos atribuyen al
esfuerzo de las Cruzadas que terminaron de agotar a Europa, pero en realidad hay que
agregar otras causas que provocaron serias transformaciones. Una de ellas fue el
aspecto económico.
El surgimiento de una nueva clase social fue determinante para la liquidación del
Feudalismo. Esta nueva clase social se dedicó a la producción manufacturera y el
comercio y se concentró en las Ciudades. Si bien al principio esta clase coexistió con el
orden feudal, terminó socavando al Régimen y a la nobleza.
Esta clase social es la Burguesía. Sus miembros buscaban mejores condiciones de vida,
tanto en el comercio como en el ejercicio de sus oficios. Se agruparon tanto en las
Ciudades viejas como en las nuevas. Fueron acumulando recursos suficientes para
emprender empresas de largo alcance. Los talleres producían diversos artículos en
cantidades suficientes como para exportar junto con los mercaderes que importaban
variados objetos, en especial los suntuarios y que satisfacían a las clases más
adineradas. Esto derivó en la importancia del manejo del dinero en manos de las
entidades bancarias.
La aparición de los valores mobiliarios provocó una disminución del valor económico
de los inmuebles, que constituía el valor principal de las clases acomodadas. Por este
motivo surgió el inevitable choque entre la Nobleza y la Burguesía, contando ésta
última con el apoyo de la Monarquía.
La Burguesía también sufrió convulsiones, a pesar de la declinación de los poderes de
la Nobleza. Sucede que el abandono de los trabajadores rurales, atraídos por las
Ciudades, causó serios trastornos en la producción de bienes, provocando períodos de
escasez. Con las nuevas y numerosas concentraciones urbanas, la situación se
agravaba. A esto, hay que agregar las múltiples deficiencias en el transporte y la
distribución, por el mal estado de las vías de comunicación. Por si fuera poco,
comenzaron las epidemias y las pestes provocadas por falta de higiene de las Ciudades
superpobladas.
En el aspecto social, aparte de las disputas entre los Nobles y los Burgueses, se
manifestaron otros problemas. Sucede que en la Burguesía se constituía con una
variada población y algunos provenían de la concentración de fortunas, pero otros
eran de una inferior fortuna. Esta progresiva diferenciación originó numerosos
conflictos, ya que cada sector buscó el apoyo de los Nobles y del Rey, ya sea para un
bando o para otro. Al cabo de mucho tiempo, la Burguesía logró ser un sector
compacto, dejando por debajo de ella a los trabajadores asalariados y se enfrentó
firmemente a la Nobleza buscando primero el predominio económico y luego, el
político. En esta situación la Monarquía fue cediendo a favor de los Burgueses que, al
decir de José Luis Romero, primero se hizo su protectora y luego su representante.
Hasta ese momento los Reyes no eran otra cosa que Señores Feudales con algunos
privilegios formales y una autoridad de hecho. Tanto para la política interior como para
la exterior, dependían de la voluntad de los vasallos y de su apoyo militar .Esta
situación de falta de libertad de acción, hizo que la Monarquía se apoyase en la
naciente Burguesía como instrumento contra la Nobleza.
La Burguesía tenía como enemigo natural a la Nobleza. En las Ciudades, el Conde o el
Obispo levantaba trabas para el desarrollo económico y la Burguesía veía disminuidas
sus posibles ganancias. Para la Nobleza era suficiente la satisfacción de sus
necesidades y no facilitaban una expansión y un intercambio que hubiera permitido un
crecimiento de la Burguesía. De ahí la hostilidad creciente entre ambos.
La Monarquía avizoraba la posibilidad de variar la situación si apoyaba a la nueva clase
social. Podía fomentar la discordia entre los Señores Feudales, amparar a los
burgueses y provocar hechos que la favoreciesen. Además se suponía que iba a contar
con los recursos y el auxilio militar de las Ciudades, tanto en la lucha contra la Nobleza
como para sostener empresas exteriores.
En esta situación surgieron unos instrumentos valiosos: las Cartas y los Fueros. Eran
documentos concedidos por los Reyes a las Ciudades en los cuales se aseguraba cierta
libertad, organización de un régimen tributario y formación de Ejércitos mercenarios.
Esto último haría prescindir de los Señores Feudales y sus vasallos. De esta forma, este
proceso va a ayudar al establecimiento de un Poder centralizado.
Se inicia así el proceso gradual que permitirá la constitución de las Monarquías
Nacionales. Los Reinos aspiraban centralizar los ámbitos político y económico y que la
soberanía residiese en la cabeza del Rey.
La monarquía se vio beneficiada con la crisis en que iba caer la Iglesia. Las herejías, el
descrédito del Clero y las indulgencias fueron las causas de la decadencia eclesiástica.
El conflicto entre el Papa Bonifacio VII (1294-1303) con el Rey Felipe el Hermoso de
Francia será el momento culminante de la caída política de la Iglesia. Se preparaba el
camino al Cisma de Occidente que transcurrió entre 1378 y 14l7.
En el año 1258 se firmó un Tratado de Paz entre el Rey francés, Luis IX, el santo y
Enrique IV, Rey de Inglaterra. Se suponía que se iba a una situación de estabilidad.
En Inglaterra, el Reinado de Eduardo I (1272-1307) se caracterizó por la prudencia con
los Señores Feudales y así se mantuvo la institución parlamentaria constituido por
representantes de los Señores. El sucesor fue Eduardo II (1307-1327) y pretendió
imponerse a los nobles pero no lo logró. Eduardo III (1327-1377) reconoció la nueva
situación y trabajó para afianzar el nuevo orden y a él se le debe la división del
Parlamento en dos Cámaras: la de los Lores y la de los Comunes. La primera integrada
por los Señores y los Obispos. La segunda formada por los Caballeros y los Burgueses.
La vida económica en las islas británicas se había desarrollado debido al comercio de
las lanas y al nacimiento de la industria textil. Esta actividad, llevaba a Inglaterra a un
conflicto con Francia, su antigua rival. Los principales mercados de las lanas inglesas
eran las Ciudades flamencas y, por lo tanto, mantenían una estrecha relación, pero
políticamente estaban en la órbita francesa. Ricas y organizadas sobre la base de una
Burguesía poderosa, las Ciudades flamencas caían dentro del área de influencia con
que aspiraban los Reyes franceses, preocupados desde la época de Felipe Augusto por
organiza run régimen centralizado. Felipe el Hermoso (1285-1314) apresuró el
proceso, pero fracasó en su intento.
A Felipe el Hermoso le fue bien, en cambio, respecto a la Iglesia. Se guió por
jurisconsultos salidos generalmente de las filas de la Burguesía y pudo oponerse al
Papa Bonifacio VIII que deseaba designar a los Obispos sin intervención real,
desencadenando un serio conflicto. El Papa excomulgó al Rey y éste organizó un acto
de fuerza que incluyó hasta un atentado al Pontífice. Las consecuencias fueron
altamente favorables para el Rey de Francia, porque logró que se eligiera un Papa
francés que trasladó la sede del Papa a la Ciudad de Avignon.
En cuanto a la organización de los Reinos francés e inglés tuvieron un proceso
diferente promediando el Siglo XIII. Inglaterra partió desde un régimen monárquico
centralizado hacia una Monarquía limitada por un Parlamento que representaba a la
Nobleza y a la Burguesía. Francia, en cambio, marchó desde una Monarquía Feudal
hacia un régimen cada vez más centralizado.
Se suponía que el Tratado de Paz celebrado en el año 1258 provocaría una estabilidad
en ambas Naciones, sin embargo nunca llegaron a ser definitivamente cordiales.
Son varias las causas que condujeron a la Guerra de los Cien Años (1337-1453).
Aunque el comienzo y fin de las hostilidades exceden los cien años, la lucha efectiva, o
sea sin tener en cuenta los períodos de paz, no llega a la centuria.
a) La enemistad que existía entre los dos países, desde la época de la dinastía de los
Plantagenets (Inglaterra), por los dominios que éstos habían obtenido en territorio
francés. Cuando comenzó el conflicto, los ingleses sólo poseían ls Guyena, feudo de
la dinastía de los Capetos
b) Las pretensiones de Eduardo III, Rey de Inglaterra para ocupar el trono de Francia.
En el año 1328 murió Carlos IV (hijo de Felipe el Hermoso) sin dejar descendencia,
extinguiéndose la dinastía de los Capetos. Los franceses quedaron sin Rey .Pero
Felipe el Hermoso tenía una hija casada con el Rey de Inglaterra y el descendiente
de ese matrimonio era Eduardo III y éste se consideró heredero del Trono por línea
materna. Para no ser gobernados por un extranjero, los franceses aplicaron “la Ley
Sálica” que excluía a las mujeres de la herencia y nombraron Rey a Felipe VI de
Valois, sobrino de Felipe el Hermoso. El monarca inglés no aceptó lo resuelto y
elevó una formal protesta a la cual los franceses ignoraron. Entonces inició la
guerra para defender sus derechos.
c) La tercera causa es económica. Los flamencos habían reconocido como Rey a
Eduardo III con lo cual se ligaron políticamente con Inglaterra. Esta le suministraba
a los flamencos las lanas para las fábricas de paños. La alianza de Flandes con
Inglaterra era peligrosa para la integridad de Francia.
El conflicto se inició en 1337. Algunas acciones en Flandes y en el Mar del Norte y en la
zona de Guyena abrieron las hostilidades. Los ingleses se aseguraron el dominio del
mar. Desembarcaron en 1346 en Normandía con un fuerte Ejército y obtuvieron
triunfos en Crecy y en Calais. Pero el dominio inicial se frenó ante una terrible
epidemia y se concertó una tregua hasta 1356
Para esa época Juan II el Bueno (1350-1364) sucedió a Felipe VI en el Trono de Francia.
El Rey De Inglaterra, Eduardo III (1327-1377) y su hijo, el llamado Príncipe Negro (por el
color de su armadura) reiniciaron las operaciones y derrotaron a los franceses en 1356
en la batalla de Poitiers, tomando prisionero a Juan II el Bueno.
Esta acción tiene serias consecuencias en Francia. La Burguesía culpó a la Nobleza del
fracaso militar, perdiéndole el respeto. En especial, la Burguesía consideró que se
manejaba mal los recursos surgidos de los impuestos. Exigieron el control del uso del
dinero y sostuvieron la necesidad de la participación en el Gobierno. Mientras tanto,
surgieron bandas armadas que habían luchado en Poitiers y que no tenían ahora
ocupación alguna asolaban los campos, provocando la indignación de los campesinos.
Es entonces que éstos últimos asaltaron los Castillos y destruyeron los campos
sembrados y cometieron toda clase de crueldades contra los Nobles. Estos, de a poco
lograron reducir a los Burgueses, ya que carecían de organización.
La Nobleza deseaba ordenar el Reino Francés y se consiguió lograr un pacto con
Inglaterra y así se firmó la paz de Bretgny en 1360. Poe ella se obtuvo la libertad de
Juan II el Bueno a cambio de un rescate de tres millones de Escudos de oro y además
se entregaba a Inglaterra el territorio Occidental de Francia.
Producida la muerte de Juan II subió al Trono francés su hijo Carlos V (1364-1380).
Puso muchos esfuerzos por restaurar la autoridad real. Logró someter a las clases no
privilegiadas y eliminó el peligro de los mercenarios enviándolos a combatir. Más
tarde, estimó que estaba en condiciones de reanudar la ofensiva contra los ocupantes
de sus territorios. Para dicha tarea contó con la colaboración del caballero Beltrán
Duguesclin. Realizó una extensa y hábil guerrilla contra los ingleses y hacia 1378, los
invasores solamente dominaban Calais.
Inglaterra también perdió posiciones en Flandes y pactó en 1388 una tregua con
Francia y que fue renovada en 1396 por veinte años.
Ricardo II (1377-1399) sucedió a Eduardo III en Inglaterra. Este Rey quiso liberarse del
Parlamento y cometió graves errores políticos que lo desvalorizaron de tal forma que
la Nobleza se rebeló contra él. La rebelión la encabezaba Enrique Lancaster. Los hechos
se agravaron y el Parlamento depuso al Rey. La Corona fue confiada al jefe de la
sublevación y asumió el Trono con el nombre de Enrique IV (1399-1413). La política de
este Rey fue enérgica y hábil pero no pudo reanudar las operaciones contra Francia,
porque tuvo que enfrentar los conflictos originados en Gales y en Escocia. A este Rey le
va a suceder su hijo, Enrique V (1413-1422).
En Francia, a la muerte de Carlos V le sucedió su hijo Carlos VI. Pero en el año 1392, el
Rey enloqueció. Esto fue aprovechado por varios ambiciosos para ocupar el Trono.
Entre ellos estaba su hermano Luis de Orleans y el Duque de Borgoña Juan sin Miedo,
primo del Monarca. Muy pronto se produjeron sangrientas revueltas entre los
Borgoñones (partidarios de Juan sin Miedo)y los Armañacs (partidarios de Luis de
Orleans). Esto permitió que aprovechase el Rey inglés, Enrique V, para invadir el
territorio y derrotar a un Ejército precario constituido por los Armañacs en la batalla de
Azincourt (1415).
Unificación Francesa
La Guerra de los Cien años aceleró la decadencia del Feudalismo, ya que sus ejércitos
sucumbieron ante las mejores tropas de los Reyes.
Al concluir la guerra contra los ingleses, Francia se hallaba agotada, el Feudalismo en
total decadencia y el territorio asolado por bandas de salteadores. Pero expulsados los
invasores, la Nación comenzó a resurgir bajo el reinado de Carlos VII. Reglamentó los
impuestos y creó un Ejército regular, integrado por la Caballería y la Infantería que
contaba con cañones que se accionaban sobre cureñas.
A Carlos VII le sucedió su hijo Luis XI (1461-1483) que fue un soberano sagaz, muy hábil
para los manejos diplomáticos. Su principal enemigo fue Carlos el Temerario, Duque de
Borgoña, que dominaba extensos territorios con un aguerrido Ejército. Las desmedidas
ambiciones de este Duque inquietaron también al Imperio alemán y a los suizos. El
astuto Luis XI fomentó las intrigas que hicieron que los suizos combatiesen contra
Carlos el Temerario, quien murió en batalla.
Desaparecido su rival, Luis XI logró la unificación francesa y el triunfo definitivo sobre
los Señores Feudales, incorporando a la Corona todos los territorios que dominaba el
Duque de Borgoña, además de otros Feudos.
La Crisis Inglesa
Durante la Guerra de los Cien Años, la dinastía Plantagenets perdió el apoyo del
Pueblo. Esto favoreció el surgimiento al Trono de Inglaterra de la familia Lancaster
cuyo primer representante fue Enrique V (1399-1413), al que le siguieron Enrique V
(1413-1422) y Enrique VI (1422-146l). El descontento popular se volcó contra los
Lancaster. A la muerte del último Monarca se produjeron varios disturbios. El Gobierno
quedó en manos de varios regentes hasta que el Parlamento nombró como
“Protector” al Duque Ricardo de York. Los Lancaster se opusieron a este
nombramiento, con lo cual se inició una guerra civil que duró treinta años (1455-1485)
y se llamó la “guerras de las dos Rosas”, porque los Lancaster utilizaban es sus escudos
una rosa roja y los York una rosa blanca. Esta guerra se caracterizó por una extrema
crueldad. Se sucedieron consecutivamente varios Reyes: Eduardo IV (1461-1483),
Eduardo V (1483) y Ricardo III (1483-1485). Este último Rey cometió muchos crímenes
y atropellos, motivo por el cual la Nobleza apoyó Enrique Tudor, quien derrotó y mató
al déspota en el año 1485.
La guerra finaliza con el triunfo de Enrique VII quien al ser coronado Rey inició la
dinastía de los Tudor. El nuevo Monarca gobernó desde 1485 a 1509 y puso fin al
problema dinástico, cuando contrajo matrimonio con Isabel de York, hija de Eduardo
IV.
Cabe concluir que la Guerra de las dos Rosas desangró a la aristocracia y la debilidad
de sus fuerzas permitió consolidar el dominio absoluto de la Monarquía. Es decir,
similar y en forma contemporánea, al proceso francés.
Italia
Separada del Sacro Imperio Germánico, Italia adquiría una fisonomía singular y
representaba una faceta típica de la vida de la Baja Edad Media. Pero las Ciudades no
supieron aprovechar esta independencia y guerrearon entre ellas.
A las antiguas discordias entre Guelfos (partidarios del Papa) y Gibelinos partidarios del
Emperador) se sumaron los odios entre Plebeyos y Nobles, las ambiciones de éstos
últimos por ocupar el Gobierno de las distintas Ciudades, mientras que la Burguesía
gradualmente aumentaba sus riquezas
Esto favoreció la aparición de los tiranos, los que en su origen fueron “Condottieri” o
Jefes de Ejército mercenarios y terminaron por ocupar el Gobierno
En el transcurso del Siglo XIII las Ciudades de Venecia, Génova, Milán y Florencia se
transformaron en grandes territorios llamados Repúblicas y Ducados y que eran
gobernados por Oligarquías. En el centro de Italia estaban los Estados Pontificios y al
Sur, los Reinos de Nápoles y el de Sicilia.
a) Venecia: por su comercio marítimo fue la más importante de las Repúblicas
italianas. El tráfico comercial con los puertos de Oriente y la distribución de los
productos importados y los de su propia producción fueron las causas de su
importancia. Estaba gobernada por una Oligarquía de Mercaderes. Estos
integraban un Senado, cuyos miembros elegían un primer Magistrado o Dux
(Duque) y un Consejo de Diez, destinado a reprimir cualquier intento de
rebelión. Además este Consejo designaba tres miembros (Consejo de Tres) que
se encargaban de vigilar y castigar las acciones de los ciudadanos que juzgasen
contrarias al Gobierno. Los miembros de este siniestro Consejo se reunían de
noche, cubiertos con máscaras y mantos rojos, para condenar a los acusados de
faltas políticas. Las sentencias eran inapelables. El condenado era conducido
por sus verdugos a un lugar llamado “Puente de los Suspiros”, donde era
ejecutado.
b) Florencia: En los comienzos del siglo XIII esta Ciudad extendió sus fronteras con
la anexión de territorios pertenecientes a los Gibelinos. En el año 1282 la
Burguesía expulsó a la Nobleza del Gobierno y dictó una Constitución
Democrática. Este cambio benefició la industria y el comercio. Brilló por sus
industrias textiles de la lana y la seda y la industria de los metales trabajados,
pero sobre todo gracias a la extraordinaria organización del tráfico del dinero a
través de la actividad de los banqueros. Más tarde recuperaron el Poder los
aristócratas, cuyos representantes los Albizzi (1382-1429) fueron depuestos por
Juan de Médicis, miembro de una familia de comerciantes. Su hijo Cosme se
hizo cargo del Gobierno en el año 1434 y fue durante treinta años un
renombrado liberal que auspició a los filósofos y artistas. Por esta prosperidad
cultural, Florencia fue llamada “La Atenas del Mundo Medieval”
c) Génova: Soportó diversas luchas internas, pero no lograron perjudicar su
intenso tráfico con Francia y Oriente. En el año 1298 logró derrotar a Venecia,
que le disputaba numerosos puertos en el Mediterráneo Oriental. A partir de
entonces inició una época de gran prosperidad. Su amplio desarrollo
permitieron crear el Banco de San Jorge en el año 1407, siendo el primer
establecimiento moderno de ese tipo
d) Milán: Este Estado tuvo períodos agitados por diversas luchas entre Guelfos y
Gibelinos hasta que triunfaron los últimos. Durante muchos años gobernó una
de las familias más tradicionales, los Visconti. Un miembro de esta familia, Juan
Galeazo Visconti fue nombrado Duque, luego le sucedió su hijo Felipe que inició
diversas luchas expansivas con mercenarios bajo las órdenes del Condottieri
Francisco Sforza. Este se casó con una hija de Felipe y, posteriormente, fue
proclamado oficialmente Duque de Milán en el año 1450. Milán se destacó por
su actividad comercial e industrial.
PENSAMIENTO POLITICO MEDIEVAL
JUAN DE SALISBURY
Su ideal de la comunidad política la concibe como Cicerón: es una sociedad unida por
un acuerdo común respecto a la Ley y los derechos. La idea esencial del pensamiento
de Juan seguía siendo la de un pueblo regido por una autoridad pública que actúa para
el bien general y está moralmente justificada por el hecho de ser legítima.
La distinción entre un verdadero Rey y un Tirano tiene para este autor una importancia
fundamental. Su libro tiene el dudoso honor de presentar la primera defensa explícita
del tiranicidio que se encuentra en la literatura política medieval. “quien usurpa la
espada merece morir por la espada”.
Entre un Tirano y un Príncipe existe una diferencia principal: que el último obedece a la
Ley y gobierna el pueblo como mero servidor suyo. Hay ciertos preceptos de la Ley que
tienen necesidad perpetua y que tienen fuerza de Ley en todas las Naciones y no
pueden de manera alguna, ser violados con impunidad.
DANTE ALIGHIERI
Dante Alighieri, inmortal como poeta, ocupa también un lugar en el desarrollo del
pensamiento político de la Edad Media. Nació en Florencia en el año 1265 y falleció en
el año 1321 en momentos en que se encuentra en pleno desarrollo el movimiento
municipal que en la península fue llevando a la independencia de las Ciudades. Este
proceso evolucionó en medio de las innumerables contiendas que se producen entre
Guelfos y Gebelinos, es decir entre quienes se inclinaban por el Papa y el Emperador,
respectivamente.
La vida de Dante fue difícil. Nacido en una Ciudad Guelfa, se inclinó por el partido de
los gibelinos. Ello lo condujo al destierro y al peregrinaje por Ciudades partidarias del
Emperador Carlos de Valois en su controversia con Bonifacio VIII.
Su obra política viene a representar un a exacta defensa del Poder Imperial,
consignada en su libro de La Monarquía. Dante plantea la cuestión relativa a la
oposición entre el Papa y el Emperador, haciendo real apología de la Monarquía, vale
decir, elogio y defensa de la misma. Entiende que la Monarquía es el Gobierno más
justo porque únicamente bajo al autoridad de uno solo podrán los hombres alcanzar la
paz que demandan sus propios intereses y se ha de tratar de una Monarquía Universal,
Que es capaz de obrar en base a la Justicia y libre de ambiciones. Como todos los
hombres son iguales sobre la tierra no es posible que se encuentren sometidos a
facultades distintas y la unidad deberá ser realizada por un hombre dotado de Poder
Imperial. Dante llega así concebir la idea de una Monarquía Universal partiendo del
concepto de unidad y enunciando una Utopía semejante a la expuesta por Platón, pero
debe decirse que su concepción ha sido desmentida por la Historia.
El argumento de que no pueden existir dos potestades en el Gobierno de las cosas del
Mundo es sostenido sobre la base de que tal cosa destruiría la unidad del Estado, en
detrimento de la Ley natural. El Gobierno Universal debe corresponder al Papa o al
Emperador, pero es preferible la autoridad de este último respecto de los negocios
seculares, hasta donde no debe alcanzar el Poder papal. Dante pretende asegurar sus
argumentos a través de alegorías. Así señala que el Sol tiene luz propia y la Tierra tiene
la que le proporciona aquél y lo mismo sucede con el Papado ante el Imperio,
recibiendo de éste todo su Poder.
Si bien esta alegoría tiene valor poético, no tiene valor para el fin que se le asigna, pues
así como la Luna tiene cierta autonomía con respecto al Sol, cierto es también que el
Papa no podía depender absolutamente del Imperio.
Dante alude a los intentos de lograr el Imperio Universal, buscando en la Historia un
ejemplo, y eso lo encuentra en el éxito protagonizado por Roma. Incluso los principios
del Cristianismo refuerzan su argumento: así se indica que la autoridad de Poncio
Pilatos tuvo que haber sido legítima y justa, pues si la muerte de Cristo no hubiera sido
decretada por una autoridad investida de tales atributos, aquél no podría haber
recibido el castigo por los pecados de los hombres ni hubiese sido posible redimir a la
raza humana.
MARSILIO DE PADUA
Este autor es considerado el más grande Jurista de su época, nacido en el año 1270 y
fallecido en 1340. Fue defensor del poder imperial. De su primera etapa de la vida se
destaca haber sido Rector de la Universidad de París, siendo uno de los tantos
refugiados políticos de la Corte de Luis de Baviera, contrincante del Papa Juan XXII.
Escribió la obra “Defensor Pacis” en donde desarrolla sus ideas principales. El Papa lo
calificó como “hijo de la perdición y fruto de la maldición, imputando a Luis de Baviera
el crimen de haberle asilado. Marsilio llegó a ser consejero del Emperador Luis, aunque
luego éste último se retracta ante el Papado y abandona las ideas de Marsilio.
Según Perrot, este autor fue enemigo irreconciliable de la hegemonía sacerdotal y para
algunos es considerado precursor de la libertad de pensamiento y el primero en liberar
la Sociedad laica del obstáculo clerical, pero en realidad la inspiración de Marsilio no es
laica sino totalitaria.
Suprime la distinción de los dos dominios, que es políticamente uno de los puntos
esenciales de la Revolución Cristiana. No proclama solamente la superioridad del
Poder Temporal sino que afirma que todo depende de él. Dar al Poder Laico la
primacía no le parece suficiente, igual hay que atribuirle el Poder total.
El sacerdotalismo era una especie de Totalitarismo eclesiástico y Marsilio toma
posición contraria: pretende entrever el ideal de un Estado que resume todas las
manifestaciones de la vida social y que gobierna como arma en todos los demonios. Es
un antecedente Tomás Hobbes y del totalitarismo contemporáneo.
Marsilio comienza por definir el Estado como una especie de ser vivo y al hombre
como un animal social que, entonces, no puede vivir fuera de la “Comunidad Perfecta
que alimenta todas sus necesidades. La Sociedad se integra con las clases labradoras,
artesanos, soldados, magistrados y sacerdotes. Estos últimos tienen la función de
aprender y enseñar todo lo que según las Sagradas escrituras es necesario creer, hacer
o evitar para lograr la salvación eterna.
Partiendo del concepto de que el Estado se integra con hombres libres, Marsilio sienta
la conclusión de que las leyes humanas deben ser la expresión de la voluntad de todos
los ciudadanos o de la parte de más valor de los mismos, debiendo entenderse así a la
a la parte de la comunidad de mayor peso. Pero lo que interesa es el concepto de
potestad del Pueblo con respecto a la ley porque Marsilio va más allá de que sus
antecesores y contemporáneos al sentar una verdadera teoría de la Soberanía popular,
pues no se conforma con designar al Pueblo como fuente del Poder, sino que
constituye al mismo como único depositario de la Soberanía, de forma que sólo la
voluntad común puede legitimar el Poder.
Marsilio no da mayor importancia al problema relativo de las Formas de Gobierno,
entendiendo que si cada Comunidad puede elegir la Forma que más se acomode a sus
características, lo esencial es que la autoridad sea ejercida con respeto del Derecho. De
todas maneras expresa su preferencia por la Monarquía electiva.
También preconiza la organización de la Iglesia bajo un régimen democrático en el cual
la autoridad eclesiástica superior debe residir en un Concilio general, integrado por
representantes eclesiásticos y seculares, siendo función de la autoridad civil la
convocatoria de tales Concilios y el cumplimiento de las penas espirituales, pero la
Iglesia, con su propia organización, tendría autoridad en los asuntos puramente
espirituales. El Pueblo elegiría al Papa pudiendo destituirlo. Al Papa se le considera en
mismo plano con los Obispos, salvo cierta supremacía en cuanto a la dignidad. En
concreto, esto significa descartar en absoluto el Derecho Canónico como jurisdicción
distinta y, simultáneamente, fijar origen humano a la jerarquía eclesiástica. La
autoridad de la misma derivaría de la Ley Humana.
Los analistas benévolos de Marsilio lo convierten en un pionero de los
constitucionalistas modernos, al describir la división de poderes, la Soberanía popular y
la fiscalización del Ejecutivo. Es cierto que Marsilio usa a veces un vocabulario de gran
modernismo: es el autor del término “Poder Ejecutivo” y parece hablar como Juan
Jacobo Rousseau, cuando señala que el legislador no puede ser otro que el Pueblo, es
decir, la mayoría de ellos, que expresan su voluntad en el seno de la Asamblea General
de los mismos. Sin embargo se aferra a una especie de antiguo Totalitarismo, ya que
desconoce los derechos fundamentales de la persona.
EL PENSAMIENTO ECONOMICO DEL MUNDO ANTIGUO Y MEDIEVAL
El presente tema ha sido extraído del texto “Historia del Pensamiento Económico” de
Harry Lamdreth y David Colander
Hesíodo y Jenofonte
Las ideas de Hesíodo se presentaron oralmente durante el siglo VIII a.C. La obra más
importante atribuida a Hesíodo es una descripción del nacimiento de los dioses,
Teogonía. Según Hesíodo, la escasez no se debe a que los recursos son limitados y los
deseos del hombre son ilimitados sino que es uno de los males que salieron de la caja
de Pandora cuando ésta la abrió. Hesíodo expone sus ideas económicas en Los
trabajos y los días, obra en la que inicia una búsqueda de la respuesta a cuestiones
económicas que prosiguió durante dos siglos. Hesíodo, que era agricultor, estaba
interesado en la eficiencia. Los economistas utilizan el concepto de eficiencia en
diversos contextos. Es la relación entre la cantidad de producción y la cantidad de
factores. Se considera que se logra la máxima eficiencia cuando se obtiene la mayor
cantidad posible de producción con una cantidad dada de factores. Las unidades de
medición de la producción y de los factores pueden expresarse en términos físicos
(por ejemplo, quintales de trigo por acre) o en unidades monetarias (por ejemplo,
dólares de producción o de factores). Se puede adoptar, por supuesto, una
perspectiva distinta y medir la eficiencia, no en función de la productividad, sino en
función de los costes (por ejemplo, el coste por acre de un quintal de trigo o el coste
en dólares de una unidad de producción). Podemos decir que se maximiza la
eficiencia cuando se maximiza la producción o se minimizan los costes.
Jenofonte, que escribió sus obras unos cuatrocientos años después que Hesíodo,
llevó los conceptos de gestión eficiente mucho más allá que Hesíodo y los aplicó al
hogar, el productor, el ejército y la administración pública. Eso le permitió
comprender que es posible mejorar la eficiencia practicando la división del trabajo. El
interés por la división del trabajo prosiguió con otros autores griegos, entre los que se
encuentran Aristóteles y, más tarde, con los escolásticos. Veremos que Adam Smith
reconoció especialmente la influencia de la eficiencia de la economía y de la sociedad
en la riqueza de las naciones.
Aristóteles
Demócrito (c. 460–c. 370 b.C.) no sólo había abogado por la división del trabajo sino
que también había defendido la propiedad privada para incentivar la actividad
económica. El maestro de Aristóteles, Platón, había afirmado que la clase gobernante
de su sociedad ideal, los soldados y los filósofos, no debía poseer propiedad privada
sino propie dad comunitaria para evitar conflictos por la propiedad que pudieran
desviar su atención de cuestiones más importantes. Sin embargo, Aristóteles creía
que la propiedad privada cumplía una útil función en la sociedad y que no debía
tomarse ninguna medida para limitar la cantidad de propiedad privada. La
incoherencia en la que incurrió aparente- mente al condenar la búsqueda del
beneficio económico y defender al mismo tiempo el derecho a la propiedad privada
preocupó a los filósofos morales hasta el siglo XVI.
Aristóteles coincide con Platón y con casi todos los demás pensadores griegos en la
necesidad de ver la actividad económica desde una perspectiva más amplia y no
compartimentar el estudio. Una de las observaciones más interesantes de Aristóteles
es que el problema de la escasez puede resolverse reduciendo el consumo,
cambiando las actitudes humanas. Ésta es una poderosa idea para los utópicos y los
socialistas que confían en poner término a los conflictos sociales eliminando los
conflictos inherentes a la escasez.
EL PENSAMIENTO ÁRABE-ISLÁMICO
Los autores árabe-islámicos, como los escolásticos que los siguieron, escribieron en un
entorno muy diferente al nuestro. Los economistas modernos abstraen las
actividades económicas de la totalidad de la vida humana, lo cual quizá sea correcto
en el siglo XXI para analizar las complejas economías de los países desarrollados, en
las que las actividades económicas son extraordinariamente importantes. Sin
embargo, los autores árabe- islámicos consideraban todos los aspectos de la actividad
humana y especialmente las consecuencias de esta actividad –de la cual la actividad
económica era una pequeña par- te– para la salvación del individuo. No se realizaba
un análisis económico formal independiente como hoy; los estudiosos islámicos
medievales examinaban, por el contrario, las cuestiones económicas en el contexto
más amplio de sus ideas religiosas.
Ibn Khaldun
Ibn Khaldun (1332–1406) tampoco mostró interés por las cuestiones puramente
económicas. Su examen de temas económicos siempre fue tangencial y en el
contexto de cuestiones más generales. Su aportación más interesante sobre
cuestiones económicas posiblemente sea su amplio y transcendental análisis de lo
que parecía experimentar su sociedad y que hoy llamaríamos un ciclo de desarrollo:
el paso de una sociedad rural y nómada en la que la renta era baja, los conocimientos
artesanales eran rudimentarios y el excedente económico era pequeño a una
sociedad sedentaria en la que pre- dominaba la agricultura, con un nivel más alto de
productividad del trabajo y de renta, excedentes económicos y crecimiento
demográfico. Retrospectivamente, podemos considerar que Ibn Khaldun examinó
muchos temas “económicos”: la población, los beneficios, la oferta, la demanda, los
precios, los bienes de lujo, los excedentes agrega- dos y la formación de capital.
EL ESCOLASTICISMO
El tipo de actividad económica que observamos hoy en las zonas industrializadas del
mundo apenas existía en la Edad Media. En concreto, aunque la producción de bienes
para venderlos en el mercado aumentó durante este periodo, no desempeñaba un
papel preponderante en la vida diaria. La economía feudal se basaba en la agricultura
de subsistencia en una sociedad en la que el elemento de cohesión no era el mercado
sino la tradición, la costumbre y la autoridad. Esta sociedad estaba dividida en cuatro
grupos: los siervos, los terratenientes, la nobleza y la Iglesia. Toda la tierra era
fundamentalmente propiedad de la Iglesia Católica Romana o del rey. El rey
entregaba en usufructo las tierras de su propiedad a los señores o los nobles y éstos
tenían que cumplir a cambio ciertas obligaciones con la autoridad central. Estas
obligaciones, que no se basaban en contratos (como en la economía de mercado
moderna) sino en la tradición y en la costumbre, consistían en suministrar servicios y
bienes. El derecho de usufructo, con sus correspondientes obligaciones, se transmitía
por derecho de nacimiento de padres a hijos. Como la autoridad central laica nunca
tuvo mucho poder durante la Edad Media, el señor era en gran medida el que
mandaba en sus dominios. La relación entre el señor y el sier- vo también venía
dictada por la costumbre, la tradición y la autoridad. El siervo estaba atado a la tierra
por tradición y pagaba al señor por su uso con trabajo, cosechas y a veces dinero. A
cambio, el señor lo protegía de los intrusos en tiempos de guerra. Cada feudo o
propiedad era una unidad económica y política casi absoluta. Normalmente tenía su
propia iglesia, construida por el señor y gestionada en parte bajo la influencia del
señor, ya que nombraba al pastor. La Iglesia, al ser la mayor terrateniente de Europa
occidental, tenía una gran influencia en los asuntos terrenales. En general, sus
propiedades estaban mejor administradas que las de los señores feudales, debido en
parte a que los clérigos eran la única clase que sabía leer y escribir con fluidez.
Los autores escolásticos eran monjes cultos que trataban de dar pautas religiosas para
aplicarlas a actividades terrenales. Su objetivo no era tanto analizar la escasa
actividad económica que se realizaba como prescribir unas normas de conducta
económica com- patibles con el dogma religioso. El más importante fue Santo Tomás
de Aquino.
Una vez más, siguiendo a Aristóteles, Santo Tomás de Aquino era partidario de la
regulación de la propiedad privada por parte del Estado y aceptaba su distribución
desigual. Sin embargo, siguiendo a Platón, abogaba por la pobreza y la vida
comunitaria como ideal para los que tenían un profundo compromiso religioso,
porque la vida comunitaria les permitía dedicar la mayor parte de sus energías a las
actividades religiosas.
A Santo Tomás de Aquino y otros escolásticos también les interesaba otro aspecto del
aumento de la actividad económica, el precio de los bienes. A diferencia de los
economistas modernos, no trataron de analizar la formación de los precios en una
economía o de comprender el papel que desempeñan en la asignación de los
recursos escasos. Centraron la atención en el aspecto ético de los precios que plantea
cuestiones relacionadas con la equidad y la justicia. ¿Prohibía la doctrina religiosa a
los comerciantes vender bienes por más de lo que pagaban por ellos? ¿Eran la
obtención de beneficios y de intereses actos pecaminosos? En el análisis de estas
cuestiones, Santo Tomás de Aquino combinó el pensamiento religioso con las
ideas de Aristóteles y llegó a la conclusión de que cuando se realizan intercambios
en el mercado para satisfacer las necesidades de las partes que comercian (utilizando
la concepción de necesidad de Aristóteles), no se plantea ninguna cuestión ética. Pero
cuando los individuos producen para el mercado previendo la obtención de un
beneficio, sólo actúan virtuosamente si sus motivos son benéficos y sus precios son
justos. Si el comerciante pretende utilizar los beneficios que obtenga para su
manutención, para hacer obras de caridad o para contribuir al bienestar público y si
sus precios son justos, de manera que tanto el comprador como el vendedor se
benefician, el comercian- te ha actuado correctamente.
Los historiadores de la teoría económica tienen diferentes interpretaciones del
concepto escolástico de precio justo. Algunos sostienen que los escolásticos, incluido
Santo Tomás de Aquino, consideraban que el precio justo equivalía al coste del
trabajo. Otros afirman que equivale a la utilidad y otros consideran que equivale al
coste total de producción. Por lo tanto, el concepto escolástico de precio justo se
considera un precursor de la teoría del valor trabajo de Ricardo y Marx o de la teoría
de la utilidad marginal o de la idea implícita en la teoría clásica y neoclásica de que los
mercados competitivos generan precios justos ideales. Según otra opinión muy
general, el concepto escolástico de precio justo constituía una parte integral del
conjunto de fuerzas sociales y económicas que mantenían la jerarquía del feudalismo.
Según esta teoría, si todos los precios del mercado fueran precios justos, nadie podría
cambiar de estatus social por medio de la actividad económica. La ausencia de
análisis económico en el escolasticismo impide saber exactamente qué se entendía
por “precio justo”. Según nuestra interpretación, para el escolasticismo, en general, y
para Santo Tomás de Aquino, en particular, el precio justo era simplemente el precio
vigente en el mercado. Sin embargo, si eso es correcto, como los escolásticos no
tenían ninguna teoría con la que explicar las fuerzas que determinan el precio de
mercado, no es posible extraer ninguna conclusión útil sobre el contenido económico
y ni siquiera sobre el contenido ético del concepto de precio justo.
Santo Tomás de Aquino fue un complejo e interesante pensador. Por una parte, frenó
el avance del pensamiento económico al poner el énfasis en las cuestiones éticas y
centrar la atención en la filosofía moral; por otra, impulsó la economía y todas las
ciencias sociales con su uso del pensamiento abstracto. Stephan Worland señala el
uso de la abstracción en Santo Tomás de Aquino:
Deja en gran parte de lado el marco institucional en el que tiene lugar la actividad
económica y trata esa actividad simplemente como si fuera la conducta de
particulares... Centrando la atención en las cuestiones de los principios
fundamentales, limita su investigación económica a un grado relativamente alto de
abstracción. Concibe un sistema económico como una serie de miembros
indiferenciados de la especie humana unida por las instituciones básicas –la
propiedad privada, la división del trabajo, el intercambio– que son “naturales” al
hombre.
RESUMEN
Los pensadores chinos, griegos, árabe-islámicos y escolásticos no analizaron la
economía como una disciplina independiente; estaban interesados en cuestiones
mucho más amplias y filosóficas. Y como la actividad económica que observaron en
esos primeros tiempos no estaba organizada en un sistema de mercado como el que
conocemos hoy, no se ocuparon de la naturaleza y el significado de un sistema de
precios sino de cuestiones éticas relacionadas con la justicia y la equidad. Sin
embargo, sus ideas sobre algunos fenómenos económicos sirvieron de base a
pensadores posteriores. La excepción a esta generalización es Guan Zyong, cuyas
obras, aunque adelantadas a su tiempo, eran desconocidas en Occidente.
Durante la Edad Media, se tradujeron muchos escritos griegos al árabe y del árabe
al latín. Los estudiosos árabes influyeron, pues, en el pensamiento escolástico en los
campos de la filosofía, la ética, las ciencias y la economía hasta un grado que no se ha
reconocido totalmente hasta los últimos cincuenta años. Y aunque la doctrina
religiosa musulmana y la cristiana eran esencialmente hostiles a la actividad
económica, no pudieron eliminar todas las actividades económicas. Al-Ghazali e Ibn
Khaldun, al tratar de comprender su época, consiguieron, pues, aportar algunas ideas
útiles sobre la actividad económica y contribuyeron así al largo proceso histórico de
construcción de los cimientos del conocimiento de la economía.
A mediados del siglo XV, las ideas escolásticas sobre la vida virtuosa chocaban con la
práctica económica vigente y los juicios éticos de la Iglesia parecían fuera de lugar
en las economías en desarrollo de Europa occidental. No obstante, la doctrina
escolástica sí aportó ideas sobre el funcionamiento de la creciente economía de
mercado y contribuyó a sentar las bases para el desarrollo de un enfoque más
analítico.
Tuvieron que ocurrir algunas cosas antes de que la economía de mercado pudiera
desarrollarse plenamente y generar la enorme oleada de bienes inherente a los
recursos naturales que había para utilizar y los conocimientos y la tecnología que
había para explotar. Uno de los cambios más cruciales fue la gran transformación de
la estructura institucional de Europa occidental. La libertad fue el elemento
clave en este cambio: liberación de las ataduras de la fría mano de la tradición que
ahogaba el cambio, liberación de la ideología de las enseñanzas religiosas que no
veían con bue- nos ojos la actividad económica, liberación del poder político y
económico de la Iglesia que se oponía a la aparición de nuevos intereses económicos
y liberación del gobierno que creaba y apoyaba el monopolio y se dedicaba a otras
actividades que retrasaban el avance económico. Retrospectivamente, la doctrina
escolástica representa un lento repliegue en favor de una aceptación mayor de las
actividades económicas. La economía tuvo que liberarse de la Iglesia tanto en el
terreno intelectual como en el práctico.