Está en la página 1de 158

Casados

Volumen 1
By Kendall Ryan
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Sobre el libro

¿Casarme con la chica de la cual he estado enamorado toda mi vida?


Listo.
¿Heredar una compañía multimillonaria? Listo.
Producir un heredero… Espera, ¿qué?
Tengo noventa días para embarazar a mi nueva y falsa esposa. Hay solo
un problema: me odia con todo su ser.
¿Y en las letras pequeñas del contrato? El requerimiento de que
produzcamos un heredero.
No soporta estar en la misma habitación que yo. Dice que nunca estará en
mi cama. Pero nunca me he echado para atrás ante un reto y no estoy a punto
de comenzar a hacerlo ahora.
Recuerden mis palabras: la tendré rogándome, y no me llevará noventa
días.
Elogios para Casados

“Estoy literalmente enamorada de Casados. El humor irreverente, el


argumento divertido y los intrigantes personajes me intrigaron
inmediatamente y me enganché. Lo digo en serio, cuando un libro tiene un
capítulo con las dos palabras que son “Game on” (justo después del capítulo
en el que Noah saca sus partes de chico grande en un elegante bar), ¡sabes
que esta va a ser una divertida y graciosa lectura! Y la Sra. Ryan no
decepcionó… ¡me mantuvo estallando en risas durante toda la lectura! ¡Estoy
salivando por la próxima entrega!”.
—The Romance Reviews

“Gracioso, divertido y erótico, ¡Casados te tendrá adicto desde la primera


palabra! Kendall Ryan lo hizo a lo grande, ¡prácticamente estoy salivando por
más!”.
—Angie and Jessica’s Dreamy Reads

“Kendall Ryan alcanza el oro en su última superestrella, Casados, una


comedia romántica llena de vapor, centrado en la angustia, e inundado de
sentimientos”.
—Bookalicious Babes Blog

“Encantadora, atractiva y juguetona, Casados por Kendall Ryan me dejó


salivando por más. Más Noah, más Olivia, más de esta serie que ya tiene mi
corazón todo agitado, mi sonrisa clavada permanentemente en mi rostro, y mi
mente ansiosa por respuestas”.
—Give Me Books

“¡Casados fue una perfecta lectura sin descansos! Lo leí sin parar, y me
reí tantas veces que me dolió el estómago. Es una divertida y romántica
lectura con una historia alegre que me hizo anhelar más cuando terminé”.
—Jacqueline’s Reads

“Casados te atrapará completamente desde la primera página. Olivia es


un poco malcriada y Noah es muy arrogante, pero esa dinámica crea una
tensión sexual que sé que va a explotar en las próximas dos entregas. Y
aunque esta no es tu típica historia de típicos amigos-a-amantes, la historia
compartida entre los dos añade una sorprendente profundidad. El nivel de
vapor está calentándose, y una vez que lo levantes, no querrás hacerlo a un
lado”.
—Love Between the Sheets
Prólogo
Noah

—¿Otra cerveza? —pregunta mi mejor amigo Sterling.


—Mejor no.
Sonríe de satisfacción.
—Así que realmente vas a llevar eso a cabo, ¿eh, amigo?
—¿Cuál es el gran problema? Llevaste una cita falsa al baile de
graduación.
Me rio para mí, recordando el año en que Sterling llevó a su prima al
baile. Pensó que era una genialidad en ese entonces: no tenía que comprar un
ramillete, no necesitaba impresionarla con un restaurante lujoso o un viaje en
limosina. Hasta el final de la noche, cuando todos los demás estuvimos
disfrutando el contacto piel a piel con nuestras citas, y se dio cuenta de la
horrible decisión que había tomado. La única acción piel a piel que tuvo fue
con su propia mano.
—Una esposa falsa es infernalmente diferente. Es un jodido gran asunto.
—Sterling me fulmina con la mirada por encima del borde de su cerveza.
Mirando hacia el mar desde nuestro lugar en el porche de la cabaña de
playa, aflojo mi corbata, la cual se ha vuelto demasiado apretada alrededor de
mi cuello, y entrecierro una mirada oscura hacia él.
—De hecho, es jurídicamente vinculante, así que será mi esposa de
verdad. Hasta que nos divorciemos, o hagamos que se anule nuestro
matrimonio o lo que sea.
—¿Acaso te has escuchado? Esto es descabellado. No puedes casarte con
alguna chica que ni siquiera te gusta.
—¿Quién dice que no me gusta?
Sus ojos se amplían.
—No estoy hablando del flechazo no correspondido alimentado por
lujuria que has tenido por ella desde que eras un adolescente cachondo.
Froto mi nuca, sintiendo el despertar de un dolor de cabeza.
—¿Qué esperas que haga? Es parte del testamento de mi padre. Esta es
mi… no, nuestra condición para tomar el control de la compañía. Nada de
matrimonio significa nada de herencia, punto. Para ninguno de nosotros.
Algunas personas podrían decir que ser empujados a tal lujo desde el
principio te hace inmune a todo, pero eso no es verdad. Nunca he tomado un
solo día por sentado, y no hay manera en el infierno de que vaya a renunciar a
ello sin una lucha.
Sterling libera un fuerte suspiro, y su mirada sigue la mía hacia el agua
más allá.
—Solo creo que realmente deberías pensar en esto, hombre. El
matrimonio es un gran asunto. No es algo para tomarse a la ligera.
De nosotros dos, Sterling siempre ha sido la voz de la razón. Por cada
descarada e imprudente idea que he tenido, cada vez que he saltado al abismo
sin pensarlo, me ha ayudado a dirigirme de nuevo por el buen camino. Ha
sido mi mejor amigo desde que teníamos catorce. Como los dos niños nuevos
en un prestigioso internado en Connecticut, nos volvimos inseparables.
—Confía en mí cuando te digo que entiendo la gravedad de la situación.
La muerte de mi padre el año anterior fue una enorme llamada de
atención. El destino de su compañía de cien mil millones de dólares cayó
repentinamente directo en mis manos. Tuve que estar listo para hacerme
cargo. Y lo estoy… y haré lo que sea necesario. Por supuesto, no hace daño
que mi futura novia sea la mujer que siempre he deseado.
—Tiene que haber otra forma —dice Sterling después de tomar un trago
de su cerveza—. Además, con tus ojos errantes y polla perpetuamente dura,
serías un esposo espantoso.
Ay. No soy tan malo, ¿o sí?
Me está dando un sermón sobre algo, pero en todo en lo que me puedo
enfocar es en las tumultuosas olas y los incómodos sentimientos agitándose
dentro de mí.
—Ah, una cosa más —digo, volviéndome hacia él—. Tengo que
embarazarla.
Sterling escupe su bebida.
Capítulo 1
Noah

Un mes antes

Aprieto mis dientes y reviso mi Rolex por tercera vez. Toda esta cosa es
una gran pérdida de tiempo.
—¿Dónde está? —Le lanzo una mirada al padre de Olivia, Fred Cane,
quien está sentado a la cabeza de la gran mesa en la sala conferencias.
—Estará aquí —me asegura. Luego, en voz baja, añade—: Tiene que
estarlo.
Mis sentimientos exactamente.
Esta reunión es un último y desesperado esfuerzo para tratar de convencer
a Olivia de que firme el contrato. Pero me preocupa que hoy solo será una
repetición de la semana pasada. Se negó rotundamente a firmar cualquier
cosa que nos pusiera a ambos en la misma oración, y dijo demonios, no.
En realidad, puede que lo haya dicho con más gusto. Creo que incluso
hubo una bomba con la letra J involucrada.
Pero necesitamos casarnos antes de que la propiedad de Tate & Cane
Enterprises pueda sernos transferida. Y con la fecha límite de la junta
directiva acercándose, necesitamos hacerlo para ayer. No voy a perder la
compañía de cien mil millones de dólares que mi padre construyó porque la
reina de hielo no quiere jugar a ser agradable.
Tengo un muy elevado ingreso de seis cifras, disfruto de las mejores
indulgencias que puede comprar el dinero, y sé malditamente bien que vivo
una buena vida. Solo porque no me lo tome por sentado no quiere decir que
no lo aproveche.
¿Primera clase gratis en todos los mejores hoteles? Absolutamente. ¿El
champagne más fino enviado a mi mesa, cortesía del sommelier? ¿Por qué
no? ¿La guardavidas en nuestro club de campo dejándome inclinarla en los
vestuarios todo el verano? Seguro. ¿La bonita anfitriona rubia en La Chample
que quiere darme una mamada en el baño antes de mi cena de negocios?
Demonios, sí. Ser rico y atractivo tiene sus ventajas.
Pero si Olivia no aparece hoy, y si no llegamos a un acuerdo respecto a
los términos de este contrato, mi riqueza podría sufrir inmensamente. Al igual
que los trabajos y vidas de seis mil empleados de Tate & Cane, incluyendo a
una de mis personas favoritas en el planeta, Rosita Hernandez. Es una madre
soltera de seis niños. Y si este trato va mal, solo puedo imaginarme qué le
sucedería a alguien como Rosita. Cristo, probablemente terminaría
mudándola a ella y sus hijos a mi ático. Lo cual obviamente pondría un gran
obstáculo a las ya mencionadas mamadas y champagne de los cuales disfruto
regularmente.
Me estremezco ante la idea.
—Sé que es poco convencional, que el contrato es… —Fred hace una
pausa y frunce el ceño. Tamborilea sus dedos en la mesa, luciendo
avergonzado.
¿Poco convencional? Por decir lo jodidamente menos. Si la situación no
fuera tan penosa, podría reír.
Él y mi padre elaboraron sus testamentos años atrás, delineando qué le
pasaría a su bebé multimillonaria si fueran a estirar a pata. La enorme pila de
papeles frente a mí detalla en toda la jerga legal que Olivia y yo heredamos la
empresa con un cincuenta-cincuenta de propiedad conjunta… pero solo si
estamos legalmente casados.
Con la salud de Fred decayendo y la compañía misma sufriendo seis
trimestres en rojo, una reunión de emergencia fue convocada la semana
pasada. A Olivia y a mí se nos fueron presentadas nuestras opciones.
Desde mi punto de vista, no había opciones. Solo estaba lo correcto por
hacer. Teníamos que casarnos para salvar no solo nuestros propios trabajos,
sino el legado de nuestros padres y los trabajos de seis mil personas en las
oficinas de Manhattan, Chicago, San Diego y Bruselas.
Olivia se sentía de manera diferente. No le hacía gracia la idea de estar
atada a mí, e insistía en que tenía que haber otra manera.
Incluso si nos las arreglamos para persuadirla de atar el nudo, no hay
forma de que Olivia estaría en algún lugar cerca de mi cama. Maldita
vergüenza.
Nos acercamos una vez… solo una vez. Cuando era una universitaria
borracha en el receso de primavera.
Su familia se estaba quedando con la mía en la casa de playa en Puget
Sound. Nos habíamos escapado de la Costa Este al Oeste ese verano. Ver
ballenas y excursiones al aire de mar salado y noches comiendo langosta y
bebiendo Chardonnay como si fuéramos adultos reales y no chicos de
diecinueve con estrellas en nuestros ojos.
Se escabulló de la litera en la habitación que estaba compartiendo con su
hermana, Rachel, y entró a mi dormitorio esa noche. Y cuando se arrastró a
mi lado y puso la cálida palma de su mano contra mi pecho desnudo, estuve
acabado. Siempre he querido a Olivia. Siempre la deseé, desde incluso antes
de que supiera que esos extraños sentimientos estaban en mis entrañas, en mi
pecho. Nos besamos en la oscuridad, nuestras lenguas explorando, manos
tocando, corazones latiendo salvajemente.
Pero entonces la realidad se estrelló en mi interior. Hubo un montón de
razones por las que le dije que no esa noche. Su mamá había sido
diagnosticada con cáncer recientemente, y sabía que Olivia se arrepentiría de
usarme para hacerle frente. Además, sabía por un reciente juego de Verdad o
Reto que aún era virgen.
Así que la besé una última vez y entonces la alejé. Fue la cosa más dura
que he hecho jamás.
Y ahora me trata como si fuera un pedazo de chicle pegado en la suela de
sus tacones Louboutins favoritos.
—Realmente creo que esto es lo mejor —añade Fred, trayéndome de
vuelta al presente.
—Es lo que quería tu padre, Noah —dice Prescott. Antes de la muerte de
mi padre, Prescott era su más confiable consejero. También es un total y
jodido imbécil.
Justo en ese momento, la puerta de la sala de conferencias se abre, y sé
que es ella incluso antes de levantar la mirada del contrato.
Un fresco aroma floral con vigorizantes notas de madreselva me saluda.
No tengo idea de dónde consigue esa mierda Olivia, pero hace que mi boca se
vuelva agua. Siempre lo ha hecho. Una vez pasé todo un sábado en el
mostrador de fragancias de una tienda departamental tratando de averiguarlo,
tratando de probar que era solo alguna versión de atracción manufacturada y
embotellada, que no era nada especial sobre ella. Nunca la encontré.
—Estoy aquí —dice Olivia, ligeramente sin aliento.
Levanto mi mirada justo a tiempo para ser recompensado con la vista de
ella alisando su blusa de vestir sobre sus curvas. Pechos exuberantes y un
estómago plano que lleva a caderas llenas. Su chaqueta está colgando sobre
su brazo, al igual que su portafolio de cuero marrón, con monograma de sus
iniciales en cursiva costura negra.
—Señorita Cane —digo alegremente—. Luce excepcionalmente
refrescante esta mañana.
Le gusta hacer ejercicio en la mañana antes del trabajo, dice que le da la
agilidad mental para mantenerse concentrada en los negocios durante las
dieciséis horas que es conocida por trabajar. Me gusta que eso le de a sus
mejillas un resplandor rosa… muy parecido a lo que supongo que haría el
sexo. La sola idea hace que mi polla se sacuda en mis pantalones de vestir.
—Ahórratelo, Noah. Esto es puramente negocios —dice ella,
parpadeando hacia mí con esas exuberantes y oscuras pestañas.
Ninguna sonrisa. Ninguna risa. El opuesto a la reacción usual que evoco
en el sexo más bello. Y eso me enoja muchísimo.
Es como si solo Olivia Cane poseyera un antídoto para mi encanto. Y eso
solamente me hace querer mucho más verla rendirse ante mí. La idea de ella
arrodillada, con sus labios rosa abiertos, tomando mi polla profundamente en
su garganta, pidiendo más incluso mientras se atraganta con mi impresionante
longitud, es más que solo una excitación sexual. Es prácticamente una meta
de vida. Para mí, el sexo es un deporte competitivo. Conozco las reglas, juego
duro, y siempre gano.
Dándome cuenta de que todos están observándome todavía, tomo una
profunda respiración, tratando de forzar a que mi polla se comporte, y levanto
mis manos. Nunca ha aguantado ni un gramo de mi mierda, y la respeto como
el infierno por eso.
—Solo estoy tratando de hacer lo que es mejor aquí.
Deja salir un suave suspiro de exasperación y coloca su bolso en la mesa.
—Prosigamos con esto.
Su padre le da unas palmaditas al dorso de su mano.
—Siéntate, cariño.
Ella obedece, serena incluso en la derrota, bajando hasta el asiento con la
confianza que fue inculcada en ella desde su nacimiento. Preston desliza una
copia del contrato hacia ella, y lo hojea con desinterés.
—No veo por qué tiene que haber una cláusula de matrimonio en el
testamento.
La mujer tiene un punto. ¿Mi suposición? Porque nuestros padres siempre
han querido jugar a casamenteros cuando se trata de nosotros. Nos han
emparejado desde que estábamos en pañales. Infierno, incluso tenemos una
vieja foto de nosotros con todo el atuendo de boda en una boda falsa de
algunos veinte años atrás.
—He explicado esto, cariño. Es la única forma de que mantengamos la
compañía en la familia. Pensé que eso era lo que querías… una oportunidad
de dirigir este lugar algún día.
—Lo quiero, papá —dice ella suavemente. Luego sus ojos se levantan
hasta los míos—. Solo que no creía que sería forzada a hacer algo como esto.
—Nadie te está forzando —digo, manteniendo mi tono ligero mientras
entrelazo mis dedos detrás de mi cabeza—. La decisión es tuya, Olivia. Ya te
lo dije, estoy en el juego.
Muerde la uña de su pulgar con esmalte rojo por solo un segundo antes de
cruzar sus manos en su regazo y dispararme una mirada de hielo.
—Soy bastante consciente de tu posición.
Infiernos, al menos está dispuesta a escucharnos de nuevo. Sé que en el
fondo entiende el fundamento de nuestros padres. Somos fuertes juntos.
Nuestras familias construyeron esta compañía juntas. Ninguno de nosotros
puede darse el lujo de comprar la parte de la otra, así que necesita permanecer
junta en un cincuenta-cincuenta dentro de la familia. Por ahora.
Pero para mí, se trata de más que solo dinero. Olivia y yo crecimos
juntos; nuestros padres siempre nos imaginaron terminando juntos. Siempre
supe que ella estaría en algún lugar de mi futuro, aunque solo fuera
trabajando lado a lado, rompiéndome las pelotas en cada oportunidad que
tuviera. Era algo que esperaba con ansias.
Fred continuó.
—Confianza y lealtad son las cosas más importantes en los negocios. No
podemos meternos en la cama con alguien a quien no conocemos. Tenemos
que mantener todo esto en esta habitación. Solo entre familia.
Olivia suspira, dándole una mirada escéptica.
—Pensaré en ello.
Al menos no está diciendo un rotundo no esta vez, aunque su tono todavía
sea amargo.
Prescott deja salir un resoplido de molestia.
—Nos reuniremos nuevamente el jueves.
Ella mete el contrato en su portafolio y se levanta de la mesa,
aparentemente con prisa por escapar.
—Hasta entonces.
—Gracias por mantener una mente abierta —dice su padre—. Estas cosas
tienen una manera de resolverse por sí mismas en maneras que no puedes
anticipar.
Acepto las sacudidas de mano de Fred y Prescott a modo de despedida.
Cuando llega el turno de Olivia, extiende su mano hacia mí, claramente
queriendo acabar con esto… y tengo un destello de malvada inspiración. Tal
vez debería sacudir las cosas. Probar cuán gruesa es realmente su coraza de
hielo.
Sosteniendo su mirada, levanto su mano hasta mi boca y la beso.
—Un placer hacer negocios con usted… Sra. Tate —bromeo con una voz
ronca, dejando que mis labios acaricien sus nudillos.
Sus ojos se ensanchan y toma una bocanada de aire. ¿Es mi imaginación,
o hice que sus mejillas se vieran un poco más sonrosadas que antes? Pero
antes de que pueda estar seguro, su expresión se endurece con una expresión
de muerte.
Arrebatando su mano, espeta:
—No te adelantes. No he accedido a casarme contigo todavía, e incluso si
lo hago, nunca voy a tomar tu apellido.
Y luego se va, dejándome de pie allí con una estúpida sonrisa en mi
rostro.
—He visto esa mirada antes —dice Fred con una pequeña sonrisa—.
Estás en problemas, hijo.
Me rio de su advertencia. No hay forma de que Olivia Cane pueda
dominarme.
Aun así, su dulzura única perdura en mis fosas nasales. Debió haberme
tocado ligeramente con ese intoxicante aroma en sus muñecas, tan cerca de
mi nariz cuando besé su mano. Todavía puedo sentir su suave y lisa piel en
mis labios. Una intimidad tan pequeña —tan solo rozarla mientras hablaba—
no debería haber extendido ese cosquilleo en mí. Pero no hay manera de
negar que esta habitación se ha vuelto un par de grados más caliente.
Esto va a ser interesante. Infiernos, podría ser incluso divertido.
Capítulo 2
Olivia

Camryn casi derrama su mojito de pera y jadea.


—¿Tienes que hacer qué? ¿Con quién?
Asintiendo gravemente, tomo un fortificante trago de sangría. El solo
explicar toda esta terrible situación me hace sentir como si me estuviera
volviendo loca.
Estamos almorzando en una mesa para dos en Banderilla, nuestro bar
favorito de tapas en todo Manhattan. Este restaurante ha sido nuestro lugar
frecuentado desde que éramos compañeras de cuarto en la universidad.
Hemos discutido sobre un sinnúmero de decisiones aquí. Si debería
romper con mi primer novio de mierda (lo hice), si Camryn debería darle su
virginidad anal a su novio aspirante a músico (lo hizo), si deberíamos
hacernos tatuajes de amistad a juego (me acobardé), si ella debería aceptar la
oferta de trabajo de Tate & Cane después de la pasantía en que la metí (lo
hizo).
Pero esta decisión es probablemente la más grande de mi vida. Necesito
el consejo de la cabeza fría de mi mejor amiga ahora más que nunca.
Camryn lanza un suspiro de compasión.
—Jesús. Sabía que a la compañía no le estaba yendo muy bien, pero no
tenía ni idea de la cantidad de problemas en los que estábamos.
—Sí, resulta que deberíamos haber invertido más en redes sociales.
Al igual que todas las otras grandes empresas de marketing. Papá se
había apegado a las viejas estrategias, y ahora los clientes pensaban que
éramos un dinosaurio.
—Entonces, ¿qué crees que debo hacer respecto a este contrato? —le
pregunto de nuevo. Trato de no sonar impaciente, pero mi cabeza ha estado
dando vueltas desde que papá anunció su retiro, y descubrí exactamente lo
que necesitaría hacer para ocupar su lugar.
—Permíteme asegurarme que lo comprendo. Tienes que heredar y
arreglar T&C, o de lo contrario la junta la venderá. Antes del siguiente
trimestre financiero.
—Síp.
—Pero el testamento de Bill Tate dice que no puedes heredar hasta que te
cases con su hijo.
—Ajá.
Se chupa los dientes.
—Entonces… hacia el altar en cuestión de días, ¿eh? Suena como si la
junta fuera la espada y el testamento de Tate la pared.
—Exactamente. —Aunque es la pared de Noah de lo que realmente
necesito preocuparme ahora mismo—. Y entre las dos, mi vida personal está
a punto de volverse polvo.
—No sabía que tenías una vida personal. —Levanta una mano ante mi
mirada exasperada—. Es broma, es broma. Lo siento.
—No, tienes razón. No tengo una realmente. —Suspiré pesadamente—.
Pero, maldita sea, ¿por qué debería renunciar a lo poco que tengo? No es
justo. Al final de un largo día de trabajo, quiero volver a casa a mi propio
espacio por un poco de paz y tranquilidad.
Por no hablar del vino. Y el helado. Y ahogar el silencio con televisión
basura así no puedo empezar a pensar en lo sola que estoy.
—No podría soportar tener a ese idiota en la cara las veinticuatro horas
del día, los siete días de la semana. Lo toleraría todo el día en el trabajo, y
luego tendría que ver sus calcetines sucios por todas partes. —Joder, no.
—¿Quién dice que tienen que compartir su espacio?
Resoplo mientras levanto un bocado de papas bravas a mi boca.
—¿Esposo y esposa que no viven juntos? Sí, eso luciría muy bien para la
publicidad. —Una de las muchas razones por las cuales papá nunca me
dejaría escuchar el final.
Camryn se encoge de hombros, las palmas vueltas hacia arriba.
—Mi punto es, no necesariamente tienes que perder toda tu vida.
—Solo las partes con independencia y privacidad.
—Vamos, trata de pensar en la situación como cualquier otra decisión de
negocios. Este matrimonio es solo un trozo de papel. Después de que tú y
Noah lidien con el panorama general, pueden negociar los detalles como
adultos y encontrar algo con lo que ambos puedan vivir. Ustedes dos están en
la misma página aquí: haciendo un enorme sacrificio personal para salvar a su
empresa.
—No estoy tan segura de eso. Noah parece mucho más cómodo con la
idea que yo. Estuvo a bordo desde el principio.
Froto mi mano donde la besó, pensando en la ronca forma en que
murmuró Sra. Tate. Su idea del matrimonio claramente no es muy santa.
Camryn levanta una ceja perfectamente depilada.
—¿Ah? ¿Crees que le gusta la idea de compartir una cama contigo?
—Creo que le gusta compartir la cama con cualquier cosa que tenga
pulso.
Aunque sus costumbres de mujeriego hacen parecer aún más extraño que
esté tan ansioso de atarse. Uh, esa fue una mala elección de palabras. Pero
¿quién puede decir que no va a seguir acostándose con cualquiera?
Como dijo Camryn, este matrimonio es estrictamente de negocios. Una
mera formalidad legal. Y Noah probablemente explotaría si estuviera más de
una semana sin un coño.
Puede que sea la hija del jefe, pero todavía escucho mi parte justa de
chismes de oficina. Noah tuvo sexo con seis pasantes el verano pasado.
También se ha acostado con varias secretarias a lo largo de los años, y todo el
mundo solo hizo la vista gorda. Los chicos siempre serán chicos…
Bueno, el recreo ha terminado. Si espera recuperar esta empresa, nos va a
costar trabajo.
—Pero ¿cómo te sientes tú acerca de todo esto? Noah Tate es
jodidamente caliente.
—Camryn… —gimo.
—¿Qué? Tengo globos oculares funcionales. Su atractivo es un hecho
objetivo. Al igual que el Papa es católico y los carbohidratos te hacen
engordar. Él solo lo es. ¿Sería realmente tan malo verlo desnudo? —Su
sonrisa maliciosa dice que está sugiriendo mucho más que ver—. Mientras
estamos sopesando los pros y los contras aquí…
Hago una pausa para considerar la imagen, a continuación admito a
regañadientes:
—No.
De hecho, probablemente sería bastante malditamente fantástico. Ya he
recibido un adelanto de su cuerpo tonificado, pecho firme, y paquete de
abdominales. Cada vez que nuestras familias veraneaban juntas en los
Hamptons, él aprovechaba cada oportunidad para pavonearse sin camisa.
Infiernos, cuando tenía diecinueve años, estuve a punto de follar con él. Pero
era joven y estúpida y estaba cachonda en aquel entonces. Ahora soy más
vieja, más sabia… y sigo increíblemente cachonda. Maldita sea.
Es ridícula la facilidad con la que Noah llama mi atención. La más
pequeña cosa que haga puede dejarme agitada. Como en el cierre de nuestra
reunión de negocios de ayer. Solo como una muy limitada cortesía, el más
brusco adiós posible, le tendí mi mano…
Solo para que Noah se inclinara ligeramente y la llevara a su boca para un
beso.
—Un placer hacer negocios con usted… Sra. Tate —bromeó él con voz
ronca.
Mi boca se secó y mi estómago se agitó. O tal vez esa agitación fuera en
alguna zona un poco al sur de mi estómago. Repentinamente recordé
exactamente cuántos años, meses, días y horas habían pasado desde la última
vez que había echado un polvo.
Traté de recuperarme. ¿Quién demonios se creía que era? Estábamos de
pie en un rascacielos de la Avenida Madison, no en un castillo del siglo XVI.
Este era un comportamiento descabelladamente inadecuado en un lugar de
trabajo. Podría darle una palmada en su firme culo con una demanda por
acoso si quisiera. En cambio, solo le di al arrogante bastardo una mirada de
muerte y la réplica más glacial que pude pensar.
Pero era demasiado tarde. No había manera de negar la reacción de mi
cuerpo. El escalofrío al rojo vivo que había corrido por mi espalda cuando
sus suaves y llenos labios tocaron mis nudillos, rozando mi piel mientras
hablaba.
Incluso ahora, me encuentro repitiendo la imagen de Noah Tate
mirándome con una sonrisa pecaminosa, sus oscuros ojos ardiendo…
Hago a un lado el caliente recuerdo. ¿Y qué si Noah sabe cómo coquetear
como el descarado mujeriego que es? Estar de cháchara es todo para lo que es
bueno. Y los hombres guapos los hay a montones, especialmente en Nueva
York. Infiernos, un vibrador de cincuenta dólares podría hacer su trabajo, y
no tendría que escuchar su mierda. No me rompí el culo en la escuela de
negocios solo para convertirme en la pequeña mujer de Noah.
Por otra parte, tampoco me rompí el culo para ver que la empresa de mi
padre se va por el desagüe.
Mis pensamientos me ponen sobria, enfriando mi enojo con melancolía.
Pasé mi infancia en la oficina de mi padre, jugando a sus pies mientras él
dirigía una nave financiera de miles. Todos los niños ven a sus padres como
dioses, y yo no era una excepción. Incluso después de que tomara mi lugar
como su mano derecha, con mi voz propia en el negocio familiar, todavía lo
respeto más que a cualquier otro hombre.
Y luego el diagnóstico del cáncer. Diagnósticos, en plural: primero mi
mamá en mi primer año de universidad, luego papá apenas el año pasado.
Pero a pesar de que tuve un asiento en primera fila para la mortalidad de
mamá, lo de papá aún me tiene conmocionada. Es tan sabio y orgulloso como
siempre, y pone una apariencia valiente frente al resto de nosotros, pero
puedo ver lo que le está haciendo el cáncer. He sido su hija por veintiséis
años; sé dónde mirar. Es en esos pequeños momentos, como cuando sus
manos se sacuden cuando hablamos del futuro, o tiene esa mirada lejana en
sus ojos.
Papá tiene tan poco tiempo. Todavía es difícil recordar eso a veces. Muy
pronto, Rachel y yo seremos la única familia que le quede a la otra. Y mi
hermanita seguro como el infierno que no dirigirá Tate & Cane Enterprises.
Nunca ha estado interesada en el mundo de los negocios; ama la moda, no las
finanzas. Aunque tal vez debería pedirle asesoramiento en diseño gráfico,
para renovar nuestro estilo en la campaña de marketing…
Frunzo el ceño a mi sangría. Maldición, estoy pensando como si Tate &
Cane ya fuera mía. Como si inconscientemente hubiera tomado mis
responsabilidades por concedidas.
Bueno, ¿por qué no debería? Papá siempre me dijo que su puesto sería
mío algún día. Esta compañía es mi derecho de nacimiento. Es el legado de
papá, el fruto ganado con todo el esfuerzo de su sangre, sudor y lágrimas. No
debería pasar sus últimos días preocupándose por lo que le sucederá. Y
pronto, esta compañía será todo lo que me quede de él. Asumiendo que
realmente me las arregle para mantener en pie la maldita cosa.
Dejando los sentimientos personales de lado, T&C también emplea a más
de seis mil personas. Seis mil vidas que quedarán de cabezas si nuestros
rivales toman el control.
Joder. No puedo creer que esté siquiera considerando este ridículo
contrato.
Pero mi carrera es todo para mí. Siempre lo ha sido. Mientras otras chicas
disfrutaban de vidas sociales normales, yo estudiaba por horas cada noche.
Mientras ellas escogían vestidos para el baile de regreso a clases y escondían
alcohol del gabinete de licor de sus padres, yo hacía pasantías. Mientras ellas
se iniciaban en hermandades, yo fui copresidenta del Club de Empresarias de
mi universidad. Aprobé todas y cada una de mis clases de licenciatura y
MBA. Sin salir de fiesta y apenas algunas citas. Nunca me valí de la
reputación de papá; desde que fui lo suficientemente mayor para entender la
gran responsabilidad que esperaba en mi futuro, quise estar lista para ello.
Bueno, estoy lista ahora. He trabajado duro toda mi vida, y me he ganado
el derecho a probarlo mientras dirijo Tate & Cane. Estoy segura de que puedo
llenar los zapatos de papá.
No puedo decepcionar a papá. No puedo decepcionar a mi yo más joven.
Esta compañía es mía; la idea de perderla por un rival es incluso peor que la
idea de que Noah me haga comentarios sugestivos durante el resto de mi
vida.
Esta compañía no puede escaparse de mis manos, así que no lo permitiré,
aunque eso signifique que tenga que colaborar con Noah. No solo colaborar,
sino querido Dios, casarme con el hijo de perra. Nuestros padres debieron
haberse vuelto temporalmente locos cuando escribieron sus testamentos. Por
otro lado, siempre tuvieron raras y anticuadas ideas sobre las citas y el
cortejo.
Pero ninguna situación es imposible. Si puedo solo calmarme y pensar
claramente, una solución óptima surgirá. Cualquier objetivo aparentemente
imposible puede ser manejado dividiéndolo en elementos viables del tamaño
de un bocado.
Respiro profundamente para calmarme e intentar permitir que mi
entrenamiento tome el control.
Camryn ha destacado dos puntos importantes. Primero, tanto Noah como
yo queremos salvar Tate & Cane Enterprises. Esta compañía es nuestro
derecho de nacimiento, el legado de nuestros padres, y sus empleados son
nuestra responsabilidad. Y segundo, este matrimonio es solo otra forma legal
de sociedad colectiva. Lo cual significa que es un contrato abierto a
negociación.
Sí, realmente apesta que no vaya a casarme por amor. Mi lado romántico
se encoge ante la idea. Pero trato de poner a un lado mi parte emocional tanto
como puedo. No cada matrimonio tiene que ser como un romance de
Hollywood después de todo. Noah y yo no necesitamos estar enamorado para
codirigir una compañía exitosamente.
Lo pregunta de los cien mil millones aquí es: ¿Cuán bien trabajaríamos
juntos?
¿Siquiera podemos llevarnos bien? ¿Nuestra asociación será estable y
productiva? ¿O se desplomará… derribando a Tate & Cane con nosotros?
Esta decisión no descansa enteramente sobre mis hombros. Nuestros
padres siempre han dicho que somos más fuertes juntos, es por eso que nos
emparejaron en primer lugar. Así que Noah debería cargar con algo pesado
también. De hecho, podría argumentar que es su trabajo convencerme, puesto
que él ya está a bordo.
Entonces, que haga su oferta de venta. Que se pruebe a sí mismo. Que
demuestre cómo y por qué esta relación realmente podría tener éxito de
verdad. Haré mi parte también: trataré de mantener la buena fe y permaneceré
receptiva a la idea de que nos volvamos amigos. Pero no soy del tipo que se
compromete con algo a menos que sepa que puedo completarlo. Si voy a
casarme con Noah, entonces por Dios, quiero ganar.
El final de mi debate interno debe mostrarse en mi rostro, porque Camryn
se estira a través de la mesa para apretar mi mano.
—Voy a pedirnos postre.
—Te quiero —digo con un suspiro. Incluso con mi recién encontrada
determinación, verdaderamente necesitaré algo de chocolate para atravesar
esto.
—Si sirve de algo, creo que eres muy valiente.
Fuerzo una sonrisa.
—Gracias.
Refunfuñando para mí misma, saco mi teléfono de mi cartera y llamo a
papá para programar otra reunión con Noah y Prescott. Tengo que darles mi
respuesta tan pronto como sea posible.

***

Más tarde, casi al cierre de la jornada de negocios, abro la puerta de la


misma sala de conferencias que atravesé ayer. Nadie se gira en respuesta; los
tres hombres sentados en la mesa ya han levantado la mirada con el sonido de
mis pasos en el pasillo.
La sonrisa torcida de Noah es un poco demasiado presumida. ¿Qué fue
eso que dijiste antes? ¿Algo sobre no casarte conmigo?, parece regodearse.
¿A qué sabe ese pastel de humillación?
Un músculo se tensa en mi mandíbula. Ni siquiera ha dicho una palabra y
ya estoy irritada por completo de nuevo. Maldita sea, es tan molestamente
atractivo —con su traje gris carbón, camisa blanca almidonada, y corbata
color vino, todo expertamente hecho a su figura de metro ochenta y cinco—,
y el hecho de que puede enloquecerme tan fácilmente me molesta incluso
más.
Su actitud entera grita confianza. Desde sus profundos e inquisitivos ojos
que ven demasiado, a sus fuertes manos con uñas cuidadosamente recortadas,
a la gruesa columna de su garganta que se mueve cuando me sonríe. Él es la
cosa de la que estaban hechas mis fantasías adolecentes. Aroma a madera
masculino. Complexión musculosa pero esbelta. Un rápido ingenio que
siempre encuentra la forma de adentrarme en un debate.
Ignorando los latidos de mi corazón, obligo a que mis ojos se alejen de
Noah y se dirijan a la habitación.
—Gracias a todos por reunirse en tan poco tiempo. Tengo una propuesta
que hacer.
—Pensé que ese era mi trabajo —interpone Noah.
Deliberadamente ignorando su broma, me explico:
—Firmaré el contrato de herencia al final del mes…
Todos parpadean hacia mí. Papá y Prescott parecen gratamente
sorprendidos. La molesta sonrisa de Noah se ha ido, remplazada con un
ligero ceño fruncido.
—Pero solamente —continuo—, si Noah puede demostrarme que una
relación entre nosotros podría funcionar. Después de todo, el destino de Tate
& Cane reside en nuestra habilidad de cooperar como socios de negocios y
conyugues.
—¿Un período de prueba? —pregunta papá.
—Podrías describirlo de esa manera. También pienso que lograr
conocernos mejor el uno al otro ayudará a la imagen pública de la compañía.
Necesitamos hacer que nuestra relación
Sea creíble; se verá extraño si nadie nos ve nunca juntos antes de
casarnos.
También es una oportunidad de probar el agua con mis dedos antes de
sumergirme en la parte profunda. Un intento por inyectar un poco de
normalidad en una situación completamente anormal.
Pero no digo eso en voz alta. No quiero admitir justo ahora que el
matrimonio aún me asusta un poco. No con Noah parpadeando curiosamente
hacia mí, y Prescott luciendo frustrado ante la posibilidad de aun más
retrasos.
Noah finalmente habla.
—Así que, esencialmente, estás pidiéndome que te invite a salir.
Asiento hacia él.
—Síp, esa es la idea. Al menos invítame a beber un trago antes de
considerar tomar tu apellido. —Lo miro directamente, esperando ver su
reacción antes de golpearlo con mi siguiente cláusula—. Oh, y otra cosa.
Abstente de tener sexo… con cualquier persona.
Capítulo 3
Noah

¿Quiere que yo la corteje?


De todos los escenarios que imaginé —desde el más probable, donde
Olivia rasga el contrato, al incluso más loco, donde realmente lo firma—, este
no era uno de ellos.
Ha establecido sus propias estipulaciones, asegurando que tendré que
trabajar para conquistarla. Aunque probablemente debería haber esperado una
bola difícil. Esta es Olivia Cane, después de todo.
—Si no hay más preguntas, debería volver a trabajar —dice Olivia.
Cuando nadie responde, se gira y sale de la sala de conferencias, su redondo
trasero balanceándose mientras sus tacones resuenan sobre el suelo. La puerta
se cierra.
—Eso fue interesante —digo en voz baja.
Fred se detiene a mi lado mientras me pongo de pie, tratando de procesar
lo que acaba de ocurrir.
—Parece que el balón está en tu cancha, hijo. Pero no te preocupes. Sé
que puedes sacar esto adelante.
—Gracias. —Asiento, luego salgo disparado hacia su oficina. Ella no deja
caer una bomba así y luego se retira.
Está adentro, en su silla de cuero color crema, sus tacones aguja
asomándose debajo de su escritorio. Las uñas de sus pies están pintadas de
color azul claro, y está moviendo su pie al ritmo de cual sea la melodía que
está tarareando. Algo en la pantalla de su computadora tiene su completa
atención.
Sorprendida al oír el sonido de la puerta abriéndose, levanta su mirada,
sus grandes ojos azules cristalinos encontrándose con los míos.
—¿Necesitas algo? Tengo trabajo que hacer.
Mencionó que fuéramos por una copa. Lo cual es perfecto, teniendo en
cuenta que necesito demostrarle cuán compatibles podemos ser. Pero primero
necesito que vea algo. Esto no es solo algún juego; necesito que entienda
exactamente lo que está en juego si no tenemos éxito.
—Ven conmigo. Hay algo que necesito mostrarte.
Tiro de ella para levantarla de la silla de su escritorio, permitiéndole un
momento para deslizar sus delicados pies de nuevo en sus tacones, luego la
saco de la oficina antes de que pueda discutir.
—¿Adónde me estás llevando?
Gruño y murmuro:
—Ya verás.
—No seas un cavernícola; utiliza tus palabras.
—Vamos a la sala de correo.
Resopla.
—¿Para qué?
No respondo, solo aprieto el botón del ascensor. Vamos hasta el piso del
sótano del edificio con un extraño silencio colgando sobre nosotros. Cuando
las puertas se abren al sótano, tomo una respiración profunda.
—Ahh… ¿hueles eso? —Le sonrío.
Su boca se frunce en una mueca.
—¿Moho? —Su mirada mordaz recorre todo el gran espacio abierto con
cajas apiladas—. El departamento de salud tendría un día de campo aquí
abajo.
Este es mi lugar favorito en todo el edificio, así que no tomo con mucha
amabilidad que Olivia lo desprecie.
—No seas tan cascarrabias. Vamos.
Entrelazo mis dedos con los suyos una vez más y tiro de ella más lejos
por el pasillo iluminado con luces fluorescentes. Cuando llegamos a la sala de
correo, me pregunto por un momento si Rosita está en su descanso.
—Ahora, ¿qué es lo que querías mostrarme? —Olivia levanta sus cejas y
coloca una mano en su cadera, obviamente para nada impresionada.
Anchos estantes bordean las cuatro paredes. Están enumerados con las
correspondientes plantas del edificio y contienen varios sobres y paquetes.
No es una operación de alta tecnología, pero hace el trabajo.
—No qué, sino quién. —Apunto mi barbilla hacia la latina tarareando una
melodía para sí misma alegremente. La espalda de Rosita está hacia nosotros
mientras ordena el correo en el otro extremo de la habitación.
»Rosita —llamo.
Se gira, claramente no esperando a nadie, y su cabello hasta los hombros
se balancea. Una mirada de sorpresa está pintada en todos sus agradables
rasgos, especialmente sus grandes ojos de color marrón oscuro, y un toque de
color rosa llega a sus mejillas redondas.
Rosita emigró aquí desde México cuando tenía solo dieciocho años,
aprendió inglés por sí misma, y trabajó duro para mantener a su creciente
familia. Ahora, es una fuerza a tener en cuenta.
Una empresa de este tamaño generalmente emplea a un personal de tres o
cuatro personas para la sala de correo. Pero Rosita dijo que solo se pondrían
en su camino, así que ejecuta toda la operación por sí sola. Tomó propiedad
tanto de la posición y del espacio, y lo hizo suyo… incluso colgó carteles
alegres en la pared. Uno de un mono bailando. Otro de unas amapolas de
color naranja brillante.
—¡Mi amor! —grita, caminando hacia nosotros—. Abrazo. —Abre sus
brazos para mí, esperando nuestro habitual abrazo.
—Gracias, mamacita —respondo, dándole un ligero apretón.
Es la misma forma en que me ha estado saludando durante los últimos
seis años. Sé una enorme cantidad de cuatro palabras en español, pero
siempre las uso con ella. Quiero que se sienta como en casa, supongo.
Casualmente, Rosita y yo empezamos a trabajar aquí el mismo día.
Incluso asistimos a la orientación juntos. Era un recién graduado de la
universidad, inexperiente, y Rosita, quince años mayor que yo, era escéptica
sobre el hijo del dueño. A diferencia de Olivia, no he trabajado aquí desde
que pude caminar. Tuve otros puestos de trabajo durante la universidad e
procuré tomar pasantías en otra firma para poder ver cómo funcionaba la
competencia.
Cuando la conocí, pensé que Rosita podría asumir que era un rico y
privilegiado mocoso que no tenía que ganar su sueldo. Me puso aún más
determinado a demostrar que estaba equivocada. Y a papá siempre le gustó el
aprendizaje del oficio desde el principio, de todos modos. Así que durante
mis primeras dos semanas en Tate & Cane, comencé a trabajar justo junto a
Rosita en la sala de correo.
Fue durante ese tiempo que cimentamos nuestra relación. Entregábamos
paquetes y notas uno junto al otro, y compartíamos chistes e historias. Pero
cuando realmente me enamoré fue cuando compartió sus empanadas conmigo
en el almuerzo.
Los ojos de Rosita se ensanchan ligeramente a medida que oscilan de los
míos a los de Olivia.
—Señorita Cane —dice, su voz suave y burlona. No todos los días la hija
del director ejecutivo se pasa por la sala de correo.
—Por favor, llámame Olivia —dice, corrigiendo a Rosita con una sonrisa
destinada a relajar las cosas—. Encantada de conocerte.
Todo el mundo en la empresa conoce a Olivia, incluso si no se han
reunido con ella.
—¿Ustedes… necesitaban algo? —Rosita mira entre Olivia y yo de
nuevo.
Sacudo la cabeza.
—Nop. Solo vine a saludar.
La postura de Rosita se relaja y sonríe.
—¿Recibiste mi invitación para la fiesta de cumpleaños de Maria?
—Por supuesto. Dos semanas desde el sábado, ¿verdad? Ya está en mi
calendario.
—¿Ya has almorzado? —Sonríe y extiende la mano para alisar una mano
sobre mi corbata de seda—. Me preocupo, sabes.
Sonrío.
—He comido. Gracias.
A veces, cuando estoy ocupado, soy conocido por saltarme el almuerzo;
eso es hasta que Rosita entra en mi oficina con un emparedado de la
delicatesen calle abajo. Es como si pudiera presentir cuando me he perdido
una comida. A menudo desdibuja la línea entre compañera de trabajo, amiga,
y madre.
He traído a Olivia aquí hoy porque quiero que vea que hay más en esta
empresa de lo que dicen los números. Hay cosas que no se pueden aprender a
partir de una hoja de cálculo. La perspectiva que tiene Olivia encaramada en
la silla de su oficina todo el día es muy diferente a la perspectiva que se
obtiene en la planta baja de esta operación.
Aquí de pie, mirando los ricos ojos caoba de Rosita y sintiendo la calidez
y atención que brota de su misma alma, es imposible que no seamos
conscientes de la importancia de nuestra responsabilidad. No podemos
fracasar en esto. Si fracasamos, hundiremos a todas estas personas con
nosotros.
Y yo, por mi parte, no permitiré que eso ocurra.
Después de intercambiar bromas, Olivia y yo nos dirigimos de nuevo
hacia el ascensor.
—Ella es importante para ti, ¿verdad? —pregunta Olivia.
—Mucho.
Asiente, luciendo contemplativa.
Miro mi reloj a medida que entramos al ascensor y dejo escapar un
suspiro. Olivia luce tan abrumada como yo. Hemos estado bajo una montaña
de estrés últimamente, y tengo la sensación de que solo va a volverse más
intenso.
—Hoy fue inesperado —digo—. Así como así, después de semanas de
negociación, de verdad vas a considerar esto, ¿eh?
—Haré esto bajo mis términos, si y cuando esté lista, Noah. Considera las
próximas semanas un período de prueba.
—Eso será fácil, cariño.
—Ah, no será fácil —dice ella, corrigiéndome—. Y no me llames cariño.
—¿Está segura de eso, Sra. Tate?
—Te dije que tampoco me llames así.
—Lo sé. Me dijiste que te lleve por una copa antes de que consideres
llevar mi nombre. —Le sonrío—. Lo cual creo que es una excelente jodida
idea. Brillante, de hecho.
Recibo mi primera sonrisa de su parte y siento ganas de golpear mi
pecho. Aunque tengo un escritorio lleno de trabajo por hacer, la idea de
sentarme frente a Olivia y escucharla hablarme de este supuesto período de
prueba suena mucho más divertido. Hora de presionar un poco más.
—Son las cinco en algún lugar, sabes.
—Hemos pasado por mucho. Creo que podríamos usar un cóctel —dice,
sorprendiéndome de que realmente accediera.
—¿Te veo en el vestíbulo en quince? —Sé que nunca estará de acuerdo
en irse sin concluir el último de sus correos electrónicos.
—Claro.
Entonces observo su trasero mientras se aleja hacia su oficina.

***

Una vez que estamos sentados en el elegante Stanton Room, un elegante


bar al otro lado de la calle de nuestro edificio de oficinas, Olivia y yo le
hacemos nuestro pedido a la camarera: un vodka Martini, extra sucio para
ella, y un whisky en las rocas para mí.
—Extra sucio, ¿eh? —Le guiño.
—¿Sorprendido? —Hay un atisbo de sonrisa en sus labios.
—¿Que a la puritana de Olivia Cane le guste extra sucio? Por qué, sí, lo
estoy.
—No pienses demasiado en eso, Noah. Odiaría ver que te explota una
neurona.
Frunzo el ceño hacia ella. Si hay una cosa que Olivia y yo hacemos bien,
es bromear. Y aunque le gustaría creer lo contrario, la tensión sexual corre
desenfrenada justo debajo de la superficie.
Me inclino hacia ella, mis codos sobre la mesa.
—Entonces, ¿cómo funcionará todo esto exactamente? ¿Tú y yo? Solo
me gusta ser claro sobre las expectativas para poder excederlas.
Su mirada es fría. No helada, al menos, pero todavía lejos de donde la
quiero.
—Bueno, todavía no he pensado demasiado en esto, pero tendrás que
ganarme. Muéstrame que esta cosa loca realmente podría funcionar.
Si hay una cosa que sé sobre Olivia, es que se niega a fallar. Algo me dice
que con todo lo que está en juego, Olivia necesita saber que no lo arruinaré ni
la avergonzaré como esposo. Tenemos que trabajar juntos, vivir juntos, y
concluir con éxito toda esta cosa de la convivencia en pareja de una gran
manera.
—Así que ¿dijiste que quieres una cita? No hago lo de las citas, Copo de
Nieve.
—Conquistar no significa necesariamente tener citas.
Toma un sorbo de su copa de Martini y lo deja con una mirada inquisitiva
en sus delicadas facciones. Puede lucir como tu dulce chica promedio, pero
en su centro, Olivia es una dominante. Una triple amenaza total. Atractiva,
inteligente, y talentosa. Lo cual es perfecto, ya que esas son las cualidades
que siempre soñé que poseería mi futura esposa. Bueno, esas, junto con un
apretado…
Olivia aclara su garganta, interrumpiendo el hilo de mis pensamientos.
Joder.
—Conquistar significa que podemos estar en la misma habitación juntos
sin necesidad de arrancarle la garganta al otro.
Asiento.
—Está bien, seremos civilizados al respecto.
—Bien —dice—. Y deberíamos averiguar qué demonios tenemos en
común.
Creo que ya sabemos lo que tenemos en común, y a mi entender, es una
larga lista. Pero iré por cualquier definición que ella quiera. Ganaré sin
importar lo que sea.
—En vista de que tenemos que montar un espectáculo, estoy de acuerdo.
Debería saber un poco acerca de mi futura prometida —digo—. Por ejemplo,
tu posición sexual favorita…
Tose y escupe, ahogándose con la aceituna de su bebida. Por un minuto,
creo que voy a tener que realizar la maniobra de Heimlich, hasta que traga la
maldita cosa y me fulmina con la mirada.
—¿Qué tiene que ver eso? —grazna, su voz aún ronca.
Río entre dientes.
—Cálmate. Solo quiero saber cómo complacer a mi futura esposa, es
todo.
—Puedes complacerme aplicándote y empezando a trabajar en la oficina
en lugar de tomarte estos tres almuerzos de martinis que apruebas.
—¿Cariño? —Parpadeo hacia ella. Ya que más de una exnovia me ha
dicho que mis pestañas son envidiables, estoy esperando que tengan el efecto
exagerado tras el cual voy—. Se suponía que discutiéramos lo que tenemos
en común.
—Cierto. Bueno… —Comienza a enlistar con sus dedos—. Veranear en
los Hamptons. Trabajar en Tate & Cane, obviamente. Nuestras familias son
amigas.
—Ambos perdimos a nuestras madres —señalo.
Su mirada cae a la mesa frente a ella, pero no me siento mal. Es solo un
hecho de la vida, uno que hemos discutido antes, y preferiría omitir la mierda
superficial y llegar a un nivel real.
—Sí. ¿Qué más? —Tamborilea sus dedos sobre la mesa.
—A mí, por mi parte, me gusta anal. ¿A ti?
Maldita sea. De nuevo se atraganta. Me pongo de pie y golpeo la espalda
de mi futura prometida hasta que sus vías respiratorias se liberan.
—¿Otra copa? —pregunto, notando que la suya está vacía ahora.
Luce aturdida de beberla tan rápidamente, pero señalo a la camarera para
otra ronda.
—Sé en lo que me estoy metiendo, Noah. Además, mi enfoque va a estar
en salvar esta empresa, no en fingir ser la feliz esposa de mi falso esposo.
—Corrección. —Me inclino más cerca—. Pronto va ser el esposo real. Te
conquistaré, Copo de Nieve. Eso sucederá.
Capítulo 4
Olivia

Conquístame, dice Noah. Esposo real.


No hay nada real en esto. Puede llamar a este período de prueba “tener
citas” si quiere, pero todo lo que busco es la tranquilidad de que
engranaremos como co directores generales. No hay necesidad de confundir
el asunto con amor o sexo, sin importar cuán peligrosamente atractivo sea.
Solo tengo preguntas que necesitan respuestas.
Por ejemplo, ¿qué fue lo que lo hizo llevarme a la sala de correo hoy?
Prácticamente me arrastró escalera abajo. Cualquiera sea su razón, piensa que
es importante. ¿Estaba tratando de darme un baño de realidad, recordarme
que no soy la única con problemas por aquí, así que debería aguantarme? ¿O
solo estaba tratando de mostrarme su confuso lado cálido?
Si lo último era su objetivo, como que funcionó. Tengo que admitir que
Rosita y Noah actúan adorables juntos. Casi como madre e hijo. La persona
con la cara más seria de la Tierra sonreiría ante su afecto. Y no es que alguna
vez hubiera pensado que Noah carecía de integridad o bondad, solo los
puntos más finos de autodisciplina. Tengo un montón de pruebas para creer
que acercarse a él no será tan malo.
Pero aunque puedo aventurar conjeturas durante todo el día, quiero
escuchar la explicación de Noah con sus propias palabras. Y estamos
atrasados para un cambio de tema de todos modos.
—¿Por qué me presentaste a Rosita? —pregunto.
—Para mostrarte lo que está en juego.
A pesar de anticiparlo completamente, su tono de superioridad moral
todavía hace que mis labios se curven.
—Como si yo no tuviera ni idea de la gravedad de nuestra situación. Ese
es todo el punto de hacer este período de prueba: ver lo bien que podemos
jugar a este juego de béisbol antes de comprometernos a seguir en el equipo.
Estoy haciendo mi mayor esfuerzo para llegar a ser amigos, entonces…
Inclina su cabeza con media sonrisa.
—¿Solo amigos? Tengo mis ojos puestos en algo un poquito más alto.
Caramba, nunca me lo hubiera imaginado, con sus constantes intentos por
desviar la conversación hacia el sexo.
Levanto una ceja con escepticismo.
—Amistad es todo lo que necesitamos para sacar esto adelante. Y
estamos empezando de cero… nos llamaría conocidos, como mucho. ¿No te
parece que estás siendo un poco demasiado ambicioso?
—Nop —responde, sonrisa arrogante todavía firme en su lugar.
Pongo mis ojos en blanco.
—Guau. Tu arrogancia realmente no tiene límites.
—Si puedo poner mi dinero donde pongo mi boca… —Su lujuriosa
sonrisa deja en claro exactamente dónde le gustaría poner su boca—.
Entonces no es arrogancia. Solo confianza.
—¿Qué te hace pensar que me gustaría algo más contigo, de todos
modos? No eres exactamente mi tipo.
Espero que solo me de una mirada de complicidad, o tal vez me regrese
una leve insinuación. Lo que absolutamente no esperaba fue:
—Porque tengo una polla de veintitrés centímetros.
Casi me ahogo con mi Martini por tercera vez. Farfullo:
—¿Se supone que ese número me impresione? —¿En serio espera que
crea ese tipo de mierda de actor porno?
—Es la verdad —ronronea, inclinándose ligeramente más cerca—. Y sé
cómo usarlo. Junto con mi lengua, mis manos… solo pregúntale a cualquier
mujer con la que haya estado.
—Ahórrate los detalles. Has follado a la mitad de la ciudad de Nueva
York. Estoy dispuesta a creer que has aprendido algo en el proceso.
—En primer lugar, no he follado a medio Nueva York. Lo creas o no, soy
bastante exigente. En segundo lugar, en vez de oírlo, ¿por qué no lo ves por ti
misma?
Le doy una mirada escéptica.
—¿Quieres mostrarme tu polla?
—Si eso ayudará a convencerte. —Se toma las últimas gotas de su
whisky y se pone de pie—. Vamos.
Lo quedo mirando mientras se aleja.
¿Es enserio? ¿Solo va a sacarla? Miro a mi alrededor para ver si alguien
me está mirando, entonces me levanto y lo sigo hacia el vestíbulo posterior
del bar, cerca de los baños, incapaz de comprender por qué demonios le estoy
siguiendo la corriente. Esto es ridículo.
Una vez que estamos en una esquina privada, Noah desata su cinto, se
abre la bragueta… y saca una maldita manguera de bomberos.
Santa madre de Dios. Mis manos vuelan a mi boca. Quiero jadear de la
impresión, pero no hay forma de que vaya a darle la delantera.
Tiene razón. Su polla es auténticamente enorme, y ni siquiera está
completamente erecta ahora. Veintitrés centímetros pueden ser en realidad un
estimado prudente de cómo podría verse dura. Debe destrozar el ego de los
hombres cada vez que entra a un vestidor. Y ni siquiera quiero pensar de lo
que destruye con mujeres…
—Naa. Las he visto más grandes —me obligo a decir, luchando por
mantener mi compostura.
Noah ríe entre dientes.
—No lo creo, cariño.
—Bueno, es-ese monstruo no se va acercar a mi útero. No, gracias.
Prefiero mantener mis órganos intactos.
La sonrisa de Noah se amplía.
—Lo dudo, pero solo para estar a salvo, lo deslizaré agradable y despacio.
Pan comido. Además, tienes un buen seguro de gastos médicos, ¿cierto?
—Eso no es gracioso, Noah. Ahora pon esa cosa lejos o te la removeré.
Trato de sonar severa, pero mi voz temblorosa y mejillas rojo brillante
seguramente me delatan. ¿Por qué demonios no puedo dejar de mirar?
Ríe entre dientes —sí, el idiota definitivamente puede ver a través de mí
—, pero se comporta, metiendo la bestia de nuevo en su madriguera.
Trato de recomponerme mientras nos dirigimos de vuelta a la barra. Una
vez sentados, tan fríamente como puedo, digo:
—Esto no cambia mi opinión, sabes.
—¿En serio? ¿Para nada? —Alza sus cejas.
Claro, ver su polla causó una impresión. ¿Cómo podría no hacerlo? Pero
que me maldigan si acaricio su… ego más de lo que ya lo he hecho.
—Mira, toda esta cosas de las citas es sólo para demostrar que podemos
vivir y trabajar juntos. No necesitas ir por créditos extra.
—Pero ¿y si quiero hacerlo?
—Noah…
—¿Al menos estarías dispuesta a intentarlo? Podemos comenzar
superdespacio. Establecer límites estrictos. Como, digamos… —Hace un
gesto con su mano vagamente—. Nada más allá de primera base.
—Un período de prueba dentro de un período de prueba —digo
lentamente, saboreando la idea. Soy un poco escéptica, pero supongo que no
haría mal tontear un poco. Siempre puedo pedir que se termine si me estoy
sintiendo poco impresionada.
—Exactamente. Solo tantear las aguas. Podemos fingir que estamos de
vuelta en la secundaria o algo así.
Tomo un largo sorbo de mi bebida, considerándolo. Luego respondo:
—Pensaré en ello.
Capítulo 5
Noah

Que empiece el juego.


Capítulo 6
Olivia

Oh, alegría. La renombrada empresa de marketing Wesson, Burke y


Barsol ha enviado a un buitre. Y por alguna razón que solo Dios conoce,
nuestra junta directiva accedió a dejarles mentir a través de sus dientes
amarillentos por una hora y lo llamaron una “reunión de negociaciones”.
Tate & Cane ha sido rival de WBB desde el primer día. Por lo tanto,
naturalmente, su director ejecutivo empezó a salivar tan pronto como olió la
sangre. Oficialmente, el buitre es un “representante de adquisiciones”, pero la
formalidad del título es solo una cortina de humo. Está aquí para tratar de
recoger el cadáver antes de que siquiera se haya dejado de mover.
Conteniendo un agravado suspiro, me remuevo en mi asiento en la mesa
de conferencias. No tengo tiempo para esta mierda; tengo toda una empresa
para rehabilitar. Una “reunión con potenciales compradores” está tan alejada
en mi lista de tareas pendientes como se puede. Especialmente dado que no
tengo ni idea de lo que siquiera está haciendo aquí este imbécil, aparte de
hacer perder el tiempo a todo el mundo y subir mi presión arterial por las
nubes. Pasarán noventa días —no, ochenta y seis ahora— hasta que la junta
decida si quiere vender Tate & Cane, mucho menos a quién se la venderán.
Tal vez todo este estrés solo me está poniendo histérica, pero no puedo
evitar fruncir mi boca al ver el cabello del representante. Tiene, sin lugar a
dudas, una de los más grasientas, más revueltas, más tristes pelucas que haya
visto. Y he sido parte de la élite corporativa desde que fui lo suficientemente
mayor para sostener la mano de papá en las cenas de la compañía. Confía en
mí, conozco las malas pelucas.
Cuán apropiado… un buitre calvo. Quizás debería revisar sus manos en
busca de garras. Bebo un sorbo de café solo para esconder mi sonrisa.
Papá se aclara su garganta para interrumpir el divague del representante.
—Disculpe, Sr. Valmont, pero solo me gustaría aclarar algunos puntos.
El representante parpadea un par de veces, como si hubiera olvidado que
había otras personas en la habitación.
—¿Sí, Sr. Presidente?
—Su oferta de compra parece muy baja. El valor total de nuestra
compañía ha sido estimado en más del doble de esa cifra. Y sus planes para
cambios en las políticas son bastante extensos. —Papá mira su copia de la
propuesta de WBB por encima de sus gafas—. Por no mencionar los despidos
universales; ¿seguramente no tiene que despedir a todos nuestros empleados
actuales?
—Las compañías recién adquiridas siempre se someten a algún tipo de
reestructura. —El representante ajusta su corbata—. Es una práctica estándar
de la industria, como estoy seguro que ya sabe. Los compradores tienen que
asegurarse de que su nuevo activo encaja en su, ah… cultura corporativa.
—Por supuesto —dice papá—. Solo me aseguro de que la junta lo
entienda.
Ah sí, la junta entiende, todo bien. Nadie de los sentados en la mesa de
conferencias tiene siquiera un rastro de una sonrisa.
Miré a Noah de reojo, quien está sentado justo a mi izquierda. Luce
absolutamente miserable: ceño fruncido, labios apretados, hombros tensos
alrededor de sus orejas. Su lenguaje corporal es sorprendente, especialmente
para un hombre que normalmente está tan fresco como un pepino.
Una punzada de compasión aprieta mi pecho. Siento la inesperada
urgencia de estirarme y agarrar la mano de Noah. Se ha ido tan rápido como
llega, pero el subyacente dolor permanece. Dios sabe que no soy su mayor
fan, pero con potenciales compradores en la sala, mi elección es una
obviedad. Por supuesto permaneceré firme junto a Noah. Después de todo, el
enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Excepto que Noah no es solo el enemigo de mi enemigo. Realmente
estamos en el mismo lado aquí. Los dos estamos haciendo esto por las
mismas razones: por nuestros padres, nuestros futuros, por todas las personas
que dependen de sus trabajos en T&C para alimentar a sus familias. Y
podemos perder en las mismas grandes apuestas. Sé que Noah no se dará por
vencido sin luchar.
El dolor en mi pecho se profundiza, se ablanda en algo que se siente casi
como lealtad. Solidaridad.
Los ojos de Noah se posan en los míos; debió haber sentido mi mirada en
él. Tan sutilmente como puedo, inclino mi cabeza y le doy una pequeña
sonrisa de labios apretados. No quiero que ni el buitre o siquiera papá vea lo
que estoy haciendo. Este mensaje está destinado solo para nosotros dos.
No te preocupes. Vamos a ser más listos que esos hijos de perra. Lo juro
sobre la tumba de nuestras madres, ganaremos.
El buitre se levanta de su silla con un crujido. Noah le devuelve la
mirada, rompiendo nuestra breve conexión.
—Mis jefes los instan a considerar el comprometerse con esta venta tan
pronto como sea posible —dice Valmont—. Nuestra oferta es muy generosa,
y no permanecerá sobre la mesa indefinidamente.
—Nos aseguraremos de tener a WBB en mente si decidimos vender —
responde papá suavemente, haciendo caso omiso al lamentable intento de
amenaza—. Gracias por venir a visitarnos en el día de hoy.
Doy una pequeña porra mental. Infiernos, ¡sí! Papá dijo si, no cuando.
Pequeñas victorias.
El representante no parece impresionado por la no sonrisa
cuidadosamente neutral de papá. Probablemente porque sabe que ese “lo
tendremos en mente” es solo una educada traducción de “váyanse a la
mierda”. Pero ¿qué esperaba WBB, tratando de escabullirse aquí dentro antes
de la competencia de esta forma?
Se levanta la sesión. Papá se excusa, probablemente para lavarse después
de estrechar la viscosa mano del representante. Mientras me dirijo de vuelta a
mi oficina, Noah me alcanza en el pasillo.
—¿Estás bien? —pregunta.
¿Noah me está preguntando eso a mí? Era él quien lucía a punto de
estrangular a ese idiota allí.
—Sí, estoy bien. —Suspiro—. Solo estoy enfadada.
—Pensé que siempre estabas enfadada —bromea.
—Solamente cuando estoy cerca de ti —disparo automáticamente, pero
sin ningún sentimiento real. Todavía estoy demasiado distraída y estresada.
Noah solo ríe entre dientes, como si estuviéramos jugando al tenis en
lugar de intercambiando insultos. Tengo que admitirlo, su risa es un
agradable sonido, y me gusta más verlo de esta manera que de la forma en
que lo vi en la reunión. Aunque puede ser una pequeña molestia de mierda
cuando está alegre.
Caminamos juntos por un minuto, con solo el suave sonido de nuestras
pisadas y el murmullo de la charla de oficina en el fondo.
—¿Qué pasa contigo? —le pregunto finalmente—. ¿Estás bien?
—Me siento mucho mejor ahora que estoy hablando contigo.
Más coqueteo. ¿Por qué tiene que seguir jugando conmigo de esta
manera? ¿Y por qué mi estómago da este pequeño salto en respuesta? Odio la
facilidad que tiene para hacerme reaccionar.
—Pero allá, no tanto —continúa Noah—. Pensé que iba a golpear a ese
imbécil en su presumido rosto. Esta empresa no son solo números en una
hoja de cálculo. Estas son las vidas de personas a las que planean joder.
—Correcto… como Rosita. Te preocupas mucho por ella. —Desde ayer,
ya sabía que eran cercanos, pero ver a Noah tan molesto realmente enfatiza
cuán importante es para él.
Su suspiro es profundo y preocupado.
—¿Cómo podría no hacerlo? Es una de las personas más dulces en
caminar por la Tierra. Y tiene una familia por la cual preocuparse.
Repentinamente, se detiene y me enfrenta, las comisuras de su boca
alzándose de nuevo, pero sus ojos me dicen que todavía está preocupado por
la reunión y lo que aprendimos.
—Bueno, este soy yo. Creo que es hora de volver al trabajo.
Miro alrededor y veo que tiene razón: estamos de pie fuera de la puerta de
su oficina.
¿Ya aquí? ¿Cuándo caminamos hasta aquí? El tiempo debió haber pasado
volando.
Siento una extraña punzada de decepción, no dispuesta a poner fin a esta
conversación aún. No sé qué más decir; solo tengo ganas de hablar con Noah
un poco más.
O quizás es solo que no quiero estar sola ahora mismo. Quiero aferrarme
a ese momento que compartimos en la reunión. El tranquilizador y
vigorizante sentido de que estamos luchando juntos lado a lado. Aliados en
las trincheras. La miseria ama la compañía, supongo…
Pero mi lista de tareas pendientes es demasiado larga para prestar
atención a un pequeño y nebuloso sentimiento. Así que me deshago de mi
resistencia y asiento en un adiós a Noah.
—Te veré más tarde.
—No demasiado tarde, espero. —Con un guiño, Noah desaparece en su
oficina.
Ah… voltereta en mi panza, en el momento justo. Joder con él… no,
espera, no joder con él. Quiero decir, olvídalo. Y a su monstruoso pene.
Tengo un millón de cosas que hacer y ya he perdido la mitad del día.
Me vuelvo sobre mis tacones y me dirijo hacia mi oficina. Tal vez mis
sentimientos se calmarán una vez que empiece a trabajar. Me enterraré en
problemas financieros difíciles, pondré un gran flujo en marcha, y dejaré que
todas las distracciones se escapen.
Pero la idea de soledad, normalmente dichosa, todavía me irrita por
alguna razón. Y mientras mi mente vaga, también lo hacen mis pies. Me
encuentro delante de la puerta de mi papá en lugar de en la mía.
Entro a su oficina, saboreando el silencio de iglesia, olores calmantes de
madera lacada y café y papel. Desde que puedo recordar, siempre me he
sentido como en casa en esta oficina. Prácticamente fui criada aquí, después
de todo. He leído cada volumen de cada libro y revista de negocios de sus
estantes. Conozco cada centímetro de esta habitación, y su familiaridad alivia
mis nervios alterados.
La puerta se abre de nuevo con un suave clic y papá dice:
—Sabía que te encontraría aquí.
Puedo escuchar la sonrisa en su voz sin siquiera darme la vuelta. Lo cual
es bueno, porque estoy repentinamente tan cansada para hacer algo más que
respirar.
—¿Algo de lo que desees hablar?
Pasando su escritorio de madera y el imponente trono detrás de este, papá
se sienta en el sillón de cuero junto a la mesa auxiliar. Tomo el sillón a su
otro lado. Hace el mismo incómodo sonido de pedos que ha hecho durante
los últimos dieciocho años.
—No. Quiero decir… —Suspiro—. Quizás.
Ni siquiera sé lo que necesito en este momento. Mis pensamientos
todavía están volando en todas direcciones: El buitre, de algún modo
desdeñoso y hambriento al mismo tiempo. La miseria en la tensa postura de
Noah. El rostro preocupado de papá, sus arrugas profundizándose día a día.
La loca fecha límite de la junta. Todo el trabajo que me queda por delante… a
nosotros. La mera palabra “nosotros”, la idea de que pronto habrá un
nosotros en lugar de un yo.
Pero tal vez ese no es un destino tan terrible. La asociación tiene puntos
tanto buenos como malos. He visto esa sinergia de primera mano, en la
manera en que papá y Bill Tate llevaron esta compañía juntos.
Y recuerdo la mirada que compartí con Noah en la sala de conferencias.
Esa fracción de segundo de mutuo entendimiento, donde vi directamente a
través de los ojos de Noah. Supe exactamente cómo se sentía —solo,
abrumado— y repentinamente no me sentí tan sola y abrumada yo misma.
Poner una expresión valiente para él reafirmó mi propio coraje. Incluso
ahora, me siento más fuerte y en calma por haberle sonreído.
Es realmente una cosa increíble cuán poderosa puede ser una mirada.
Cuánto puede comunicar. Cómo puede sacarte de la desesperación, incluso
desacelerar mi corazón… o acelerarlo. Como lo que pasó entre nosotros en el
pasillo hace unos minutos. O la reunión en la cual besó mi mano.
Por el amor de Dios, ¿mi libido se va a callar en algún momento? Ahora
no es realmente el jodido momento. Uf, espera. Mala elección de palabras.
—¿Sigues aquí, cariño? —pregunta papá.
Parpadeo de vuelta a la realidad. Mierda, me perdí en mis pensamientos
de nuevo. Es bastante fácil perderse en mis pensamientos en estos días.
—Lo siento. Es solo… Realmente no sé por dónde comenzar. —Esa
definitivamente no es una mentira.
—Nos serviré algo de café. —Se inclina hacia adelante con un gruñido.
—No, papá, no te levantes. Puedo hacerlo. —Me pongo de pie y camino
hacia la mesa para encender la cafetera de una sola taza.
Deja escapar un pequeño suspiro por su nariz.
—Sé que ya no soy ningún jovencito, pero…
—Está bien. No me importa.
Papá es orgulloso y no quiero hacer que se sienta indefenso, pero sé
malditamente bien con cuánto dolor y fatiga está lidiando. Y para ser honesta,
estoy desesperada por poner mi trasero en marcha y hacer algo. Cualquier
cosa. Solo necesito acción.
Así que me ocupo con el café. Con avellana para mí, colombiano tostado
y oscuro para papá. Edulcorante pero sin crema para mí, crema pero sin
edulcorante para papá. El ritual en sí mismo es casi tan relajante como los
ricos aromas que salen de nuestras tazas.
Esperaba que hablar se haría más fácil de este modo, con mis manos
ocupadas y de espaldas así no tengo que preocuparme por lo que cruce mi
rostro, o lo que podría cruzar por el de papá. Pero las palabras que saltan de
mi boca nos toman a ambos por sorpresa.
—¿Por qué Bill Tate nos hizo esto?
Papá suspira de nuevo. Esta vez uno fuerte y pesado, subiendo desde la
profundidad de su pecho.
Mi boca se abre para disculparme. Pero luego la cierro de nuevo. Porque
¿sabes qué? Aunque nunca tuve la intención de exigir respuestas… joder,
realmente quiero algunas. De hecho, tengo derecho a tenerlas. Soy quien fue
forzada a escoger entre el sartén y el fuego después de todo.
—Lo siento, cariño —dice papá—. Nunca imaginamos que terminaría de
esta manera. Escribimos esas cláusulas juntos, en los testamentos de ambos,
porque queríamos mantener a T&C en la familia, y sabíamos que ustedes
estaban destinados a estar juntos.
Asiento un poco impacientemente mientras le entrego su taza de café y
me siento con la mía. Ya conozco la mayor parte de esa historia. Una alianza
comercial, en más de un sentido.
Toma un sorbo.
—Aun así, tratamos de asegurarnos de que ustedes tuvieran otras
opciones. Si tú y Noah no querían casarse para el momento en que nosotros
nos retiráramos, un día que pensamos que estaba lejos en el futuro, entonces
el control recaería en la junta por defecto. E incluso así, ustedes no perderían
la compañía. Les habrían sido concedidos puestos en la junta y una buena
paga de las ganancias de T&C. Así que no tomamos esta decisión a la ligera.
Pero nunca anticipamos…
—Que no habría ganancias —digo suavemente. Y tal vez ninguna
compañía en absoluto.
—Correcto. Porque todo sucedió a la vez, en el peor momento posible. La
temprana muerte de Bill. Mi cáncer… y lo rápido que avanzó. T&C
rezagándose respecto a la competencia, cayendo en rojo. La crisis de fe de la
junta. —Otro profundo suspiro—. Siempre pensamos que ustedes tendrían
muchos más años para darle vueltas a la idea.
Sé el duro trabajo que ha hecho papá para tratar de salvar esta compañía
por su cuenta. Ha trabajado hasta que su cuerpo no ya no se lo permitirá
físicamente. Para el momento en que admitió la derrota, los problemas habían
alcanzado el nivel de vida o muerte. No estoy molesta con él por eso, porque
sé que no habría hecho ninguna diferencia. Estamos cortados con la misma
orgullosa y terca tijera.
Papá baja su taza de café casi sin tocar con un suave sonido.
—No voy a estar aquí para siempre, cariño.
Levanto la mirada, sorprendida por el cambio de tema. Luce tan
repentinamente demacrado, me rompe el corazón.
—Yo… sé eso, papá, pero…
—Casarte con Noah no es solo por el bien de la compañía. ¿A quién le
importa una compañía si mi hijita es infeliz? Confío en que Noah cuide de ti.
—No necesito que me cuiden —digo automáticamente.
—Todos necesitan a alguien cerca. No estoy hablando de dinero o
poder… estoy hablando de amor. Un oído que escuche, un hombro sobre el
cual llorar. Un compañero con quien compartir las cargas de la vida. Si sé
que tienes eso, cariño, entonces puedo descansar mucho más en paz.
Trago un bulto en mi garganta, bajándolo con café caliente. No quiero
pensar en papá descansando.
—A pesar de todo, aún creo que tú y Noah están destinados a estar juntos
—continúa papá—. Fueron hechos el uno para el otro. Y necesitarán la fuerza
del otro para lo que viene. El testamento de Bill Tate solo le ha dado un
pequeño empujón a las cosas en la dirección correcta.
Bajo la mirada a mi taza, el líquido oscuro brillando bajo las luces
fluorescente.
—Esto todavía se siente tan… irreal. No tengo idea de qué esperar.
¿Cómo se siente estar casado?
Ni siquiera estoy segura de qué clase de respuesta quiero escuchar. Cuál
linda anécdota o perla de sabiduría podría tranquilizarme. Todo va estar bien.
El matrimonio no se tragará toda tu vida. Aún puedes ser tú misma, una
mujer de negocios en primer lugar y una esposa en segundo.
—Bueno, en mi experiencia, fue maravilloso. —Papá sonríe con cariño
—. Tu mamá fue lo más genial que me sucedió en la vida. Mi roca, mi rayo
de sol, mi mejor amiga. No éramos dos mitades de un todo, éramos cada uno
nuestra propia persona, y eso es lo que lo hizo tan increíble cuando nos
unimos. —Sacude su cabeza—. No soy ningún poeta, así que todo lo que
puedo decir es que… fue mágico.
Mágico, ¿eh? Tendré que confiar en su palabra. Mi único novio a largo
plazo resultó ser un manipulador narcisista, y nunca me he acercado lo
suficiente a ningún otro hombre para el tipo de vínculo que mi padre está
tratando de describir.
Papá se inclina en la silla, codos en sus rodillas y dedos entrelazados.
—Sé que las circunstancias están lejos de ser ideales, cariño. Pero trata de
al menos darle una oportunidad a Noah. Nunca te pondría en una situación
que no creía que pudieras manejar. Eres mi niña… solo quiero verte con un
buen hombre. Y ese hombre es Noah.
No comparto totalmente la brillante opinión que tiene papá de Noah.
Todavía no, aunque espero que eso cambiará al final de este mes. Pero
recuerdo cuán ferozmente se preocupa por Rosita y el bienestar de su familia.
No hay duda de la fuerza de su convicción.
Al menos sé que puedo contar con Noah para asumir las
responsabilidades y luchar por T&C. Puedo confiar en él para trabajar tan
duro como yo lo haré. Lo cual es bueno, porque pasaremos los próximos tres
meses en Infierno de Horas extra juntos.
Al menos tendré un atractivo visual para comerme con los ojos durante
todas esas noches en la oficina. Pero ahora que sé sobre el poste de teléfono
entre sus piernas, no sé cómo siquiera lo miraré de la misma manera.
Que el cielo me ayude.
Capítulo siete
Noah

¿Sabes cómo se supone que los hombres sean más directos y


convincentes, mientras que las mujeres sean más suaves y más en sintonía
con las emociones? Eso es mierda. Como socios de negocios, Olivia y yo
desdibujamos los estereotipos de género. Soy la “cara”, el carismático que
complace a las personas, mientras que ella es la fuente inagotable de hacer las
cosas. Jugar con nuestras fortalezas nos permite dividir y conquistar.
Por supuesto, no hace daño que los hombres —especialmente pesados y
ricos vejestorios— tiendan a escuchar mejor a otros hombres. Puedo cerrar
negocios durante un partido de golf, atraer clientes masculinos y femeninos
por igual, y generalmente endulzar cualquier situación a mi manera. Que es
exactamente lo que he hecho esta última semana.
Hoy, sin embargo, estoy de vuelta en la oficina. Y en este momento, estoy
rechinando los dientes al ver a Harrison Ridgefield del departamento de
contabilidad mirando el escote de Olivia de reojo.
—¿Algo con lo que te pueda ayudar, amigo? —espeto mientras entro a la
oficina de Olivia y me detengo justo junto a él.
Sacude la cabeza y sonríe tímidamente, como si supiera que ha sido
atrapado.
—Ah. Hola, Noah. No te vi ahí —dice, su voz temblorosa.
—Eso es porque estabas ocupado mirando… las hojas de cálculo de mi
novia.
Olivia y yo no hemos anunciado nuestro noviazgo todavía, pero los
rumores no conocen límites. La noticia no oficial se ha extendido como
jodida pólvora por todo nuestro edificio.
Harrison traga saliva y da un paso atrás.
—Felicidades por todo, por cierto.
Mi mirada en blanco dice te tengo en la mira, imbécil. Incluso inflo un
poco mi pecho por si acaso. Harrison no es un tipo mal parecido. Escucho el
cotilleo de la oficina; sé que por aquí es el sueño húmedo de al menos
algunas damas. Pero le llevo unos cinco centímetros a su figura de metro
ochenta y dos, y también más músculo.
—Bueno, parece que lo tienes cubierto aquí, Olivia. —El imbécil le
obsequia una sonrisa cariñosa y se aleja de su escritorio.
—Gracias, Harrison —dice Olivia mientras lo observa irse.
—¿Qué estás haciendo? —Bajo la mirada al monitor de Olivia. Hay
páginas y páginas de datos en su pantalla. No tengo idea de lo que es, pero sí
sé que luce estresada, y quiero solucionarlo.
—Solo trato de conciliar las facturas que enviamos a los clientes el año
pasado con el monto real recibido. —Golpea una pila de diez centímetros de
espesor de impresiones sobre su escritorio—. Algo se siente fuera de lugar.
—Olivia… —Exhalo lentamente.
Sus ojos se mueven de golpe a los míos.
—¿Qué?
—No deberías estar gastando tu tiempo en mierda de baja categoría como
esta. Tenemos demasiadas estrategias y construcción de marca que hacer para
que tengas tu cabeza enterrada en trabajo improductivo.
—Disculpe, Sr. Cascarrabias, pero “enterrar mi cabeza” podría terminar
ahorrándonos una jodida tonelada de dinero. —Sus ojos azules arden
brillantemente, y sé que estaré en una pelea si presiono demasiado.
Bueno, mala suerte. Agarraré al tigre por la cola, si eso es lo que se
necesita para detenerla.
—Lo que estoy tratando de decir es que tus talentos son desperdiciados
en esto. Tu tiempo es valioso. Esto es lo que quiero decir cuando digo que
trabajas demasiado duro. Tareas como estas necesitan ser delegadas. No
tienes que hacer todo tú sola.
—Harrison estaba ayudándome…
Alzo una mano.
—Harrison estaba disfrutando del espectáculo erótico. Nada más. —
Remarco mi punto dejando caer mi mirada lentamente hacia la parte
delantera de su blusa. La visión de la parte superior de sus firmes y redondos
pechos acunados en un delicado sujetador color beige hace mi boca agua.
Ignoro el cosquilleo en la base de mi columna y la sangre disparándose hacia
mi ingle, y tomo una respiración profunda.
La mirada de Olivia salta de la mía hacia su escote, y levanta su camisa
más arriba.
—Oh, por el amor de Dios, no lo estaba.
En serio es ilusa. Harrison ha tenido un retorcido flechazo por ella
durante tres años. Y es un imbécil de bajo rendimiento, si me preguntas.
—Dios, estás gruñón hoy. ¿Por qué no vas a conseguir una de esas
mamadas que te gustan de Jenni de RR.HH.?
—Ja. Me sorprende que sepas de eso. —Disfruté de un puñado de
encuentros orales de una linda asistente administrativa a principios de este
año, pero todo eso ha terminado.
—Sé todo lo que pasa por aquí. —Sonríe con suficiencia.
Infiernos.
—En primer lugar, Jenni ya no trabaja aquí.
—Oh, maldición. —Chasquea sus dedos con fingida indignación.
—En segundo lugar… —Apoyo la cadera contra su escritorio—. Incluso
si lo hiciera, tendría cero interés en ver sus labios alrededor de mi polla en
este momento.
—¿El infame Noah Tate no está interesado en perseguir un culo? ¿Es
necesario que llame a una ambulancia? —se burla—. ¿O solo te estás
divirtiendo demasiado molestándome y manteniéndome alejada del trabajo?
Con mi temperamento creciendo, me mantengo firme.
—Porque ahora pienso en mí como un hombre tomado.
Sus cejas se disparan hacia arriba.
—¿Lo dices en serio? ¿En verdad no vas a enredarte con nadie?
—No con alguien que no seas tú —digo suavemente.
—Yo, um… Entonces, ¿la monogamia realmente es parte del trato? —
tartamudea—. He tenido una cita la noche del miércoles con un chico del
gimnasio. ¿Debo cancelarlo por un rato?
Mis fosas nasales se ensanchan y me muerdo mi temperamento.
—Infiernos que sí, lo es, y sí, deberías. Lo que vale para mí, vale para ti.
No vas a enredarte con alguien que no sea yo. Ni siquiera quiero pensar en
que otro hombre toque lo que es mío. —Me inclino y gruño la última parte
cerca de su oreja.
Inhala una respiración, sus pupilas dilatándose, entonces se recompone.
—Siempre y cuando sepas que esto funciona en ambos sentidos. Si
encuentro tu tótem junto a cualquier otra persona, considérate castrado.
Piensa en Lorena Bobbitt, pero sin la parte de encontrarlo.
En la superficie, su reacción no es exactamente prometedora. Pero sé que
en el fondo, la he afectado. He visto la forma en que me mira cuando piensa
que no estoy observando.
—Y para que conste, estaba bromeando sobre el chico en el gimnasio,
Noah.
Gracias a Dios, porque ya estaba planeando ir a su gimnasio después del
trabajo y encontrar al hijo de perra para darle un puñetazo en la boca.
Me alejo de su escritorio y observo mientras los ojos de Olivia se
estrechan en mi figura. Metiendo las manos en mis bolsillos, casi me río entre
dientes cuando su mirada sigue el movimiento, sus ojos vagando hasta mi
entrepierna. Pero se alzan de nuevo de golpe y deja escapar un frustrado
resoplido.
—Si estás tan segura, ¿qué tal si hacemos una apuesta? —pregunto.
—Nombra tus términos.
Ella me sonríe, fingiendo no estar afectada. Lástima que sé exactamente
el efecto que tengo sobre una mujer cuando enciendo el encanto.
Me inclino más cerca.
—Te daré cuatro días hasta que me estés pidiendo que llene tu pequeño
coño caliente —murmuro.
Su mandíbula cae, pero se recupera rápidamente.
—Ni siquiera en cuatro años.
—Iba a decir cuatro horas, pero no quería sonar engreído —bromeé.
—Créeme. Puedo esperar por un largo tiempo. —Olivia se recuesta en su
silla de escritorio, su pose casual y confiada.
—¿Período de sequía?
Pone sus ojos en blanco.
—Perpetuamente.
Joder. Eso me hace desearla mucho más, sabiendo que está reprimida e
insatisfecha.
—Nada de novios que funcionen con baterías.
Su mirada se oscurece.
—Bien. Entonces nada de pajas tampoco.
Mi mandíbula se tensa. Como si eso fuera a pasar.
—Siempre existe el período de prueba que propuse en la hora feliz.
Se muerde la uña del pulgar.
—No he tenido tiempo para considerarlo todavía, pero te informaré
cuando lo decida.
Un golpe en la puerta atrae nuestra atención. Es Fred.
—Oigan, niños, hora de la reunión.
Olivia revisa su reloj.
—Estaremos allí de inmediato, papá.
Sabiendo que nuestra conversación no está ni siquiera cerca de terminar,
le ofrezco una mano para ayudarla a levantarse de su asiento, nivelando su
mirada conmigo.
—Terminaremos esto más tarde, Copo de Nieve.
Resopla y se pavonea por el pasillo frente a mí, su hermoso y redondo
trasero balanceándose mientras se mueve.
—Cuatro días —le grito mientras la alcanzo.
Capítulo 8
Olivia

Más en la tarde al día siguiente, un golpe en la puerta de mi oficina me


sobresalta del trance de mi trabajo.
—Adelante —digo automáticamente.
La puerta cruje al abrirse y mi papá asoma su cabeza.
—Oye, cariño. Lo siento si estoy interrumpiendo algo, pero ¿podríamos
hablar un minuto en mi oficina?
Primero parpadeo hacia él, luego hacia la pantalla de mi computadora
antes de cerrar mi portátil.
—Claro, papá. ¿Qué necesitas?
—Son buenas noticias, lo prometo —es todo lo que dice.
Sigo a papá hacia su oficina, donde Noah ya está sentado en uno de los
sillones. Se pone de pie cuando entramos.
Echo un vistazo entre él y papá sospechosamente. ¿Qué nuevo infierno es
este?
Papá recoge un delgado fajo de papeles de su escritorio.
—Con todo el reciente alboroto, me olvidé de contarles, chicos, acerca de
mi regalo de bodas. —Entrega el documento con una sonrisa orgullosa.
Escaneo la primera hoja y mi corazón cae en picada. Es un contrato de
alquiler firmado por un ático amueblado en el corazón de la ciudad, con el
depósito de seguridad ya pago, al igual que la renta del primer y último mes.
Y solo hay un dormitorio.
De ninguna manera.
Dándome cuenta de que probablemente no debería quedarme aquí en
estado de estupor, digo:
—Oh. Um… ¡vaya, papá! Esto es tan generoso.
Papá ríe entre dientes y me aprieta el hombro.
—Lo que sea por mi chica. Imaginé que no tendrían mucho tiempo para
buscar casas en este momento, así que les encontré un lugar por mi cuenta.
—Muchas gracias, señor. Estoy seguro de que nos encantará —interviene
Noah.
Imbécil. Siempre sabe exactamente qué decir, cómo suavizar cualquier
situación. Mientras yo estoy luchando por recordar cómo respirar.
Fuerzo una sonrisa con los labios apretados hacia mi querido y dulce
futuro marido.
—Sí, Noah, ¿podemos hablar de esto en tu oficina? Hay una gran
cantidad de arreglos por hacer.
***
Tan pronto como estamos a solas con la puerta cerrada, dejo que mis
emociones se liberen.
—¿Qué diablos vamos a hacer? Ya ha gastado mucho dinero, el cual
T&C realmente no puede permitirse, por cierto, y esperará que nos mudemos,
y… ¡qué desastre! —Meto mis manos en mi cabello, sin preocuparme en que
mi moño perfectamente peinado se convirtió en un lío.
Noah levanta sus manos.
—Guau, oye, cálmate. Vivir juntos no es un problema tan grande,
¿verdad?
—Por supuesto que es un gran problema. No quiero mudarme con nadie,
especialmente, contigo.
Entrecierra sus ojos.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Oh, supéralo. Estoy segura de que tampoco quieres vivir conmigo.
—El hecho es que sí, quiero hacerlo.
Lo miro fijamente.
—¿Por qué? ¿Eso no interferiría en tu consumo de alcohol y de putas?
—Te dije que ya no iba a hacer eso. —Noah pasa sus dedos entre su
cabello, irritado—. Está bien, solo escúchame por un segundo. Aunque
ignoremos el hecho de que eres muy atractiva y que cualquier hombre cuerdo
daría su huevo izquierdo para pasar una noche contigo…
Mi risa suena ligeramente histérica.
—¿Realmente estás tratando de coquetear en este momento? ¿Es esa la
única forma en que sabes comunicarte con las mujeres?
—Aunque ignoremos ese hecho —gruñe—, todavía tenemos que
considerar la imagen pública de Tate & Cane. ¿Qué tan mal se vería si ni
siquiera vivimos bajo el mismo techo?
Froto mi frente, en parte para bajarme a la tierra y en parte para ocultar mi
expresión. No puedo llorar frente a Noah. No lloro, punto.
¿Por qué siquiera estoy sintiéndome tan molesta? Ya sabía que
tendríamos que vivir juntos tarde o temprano. Lo he visto venir desde el
primer día. Esa era una de las razones por las que no quería firmar el estúpido
contrato en primer lugar. Y todavía me estoy sintiendo optimista sobre Noah
y nuestra incipiente amistad. No estoy muy complacida sobre compartir mi
espacio privado con un compañero de cuarto otra vez, pero sobreviviré.
Demonios, incluso podría ser divertido. Tengo un montón de recuerdos
increíbles de vivir con Camryn.
En realidad, Noah tiene razón. No es un gran problema. Pero por alguna
razón, se siente monumental. Como si estuviera a punto de perder otro trozo
de mí misma.
Es solo que odio las sorpresas. El regalo de bodas de papá tiró por la
borda mi compostura y salpicó todo tipo de emociones incómodas por todos
lados. Necesito un momento para recomponerme.
—Realmente no tenemos opción, Copo de Nieve —dice Noah—. Todos;
los medios de comunicación, nuestros empleados, nuestros rivales, nuestros
accionistas; todos ellos tienen que vernos juntos. La romántica joven pareja, a
punto de hacerse cargo de una de las compañías más grandes la nación. Eso
es lo que tenemos que ser.
Bajo la mirada, mordiendo mi labio con fuerza. Finalmente, admito:
—Sí, lo sé. Tienes razón… nuestras manos están atadas. Lo siento, solo
enloquecí por un momento.
Medio espero a que Noah haga alguna broma pervertida sobre manos
atadas. Pero, en cambio, solo toca mi barbilla, lo más suavemente posible de
oye, anímate.
Me encuentro con sus ojos mientras sus dedos acercan mi rostro al suyo.
¿Puede saber cuán estúpida y frustrada me siento? ¿Por qué no puedo
esconder nada de este hombre? ¿Por qué no puedo dejar de exponer mis
puntos débiles?
La expresión comprensiva de Noah es a la vez reconfortante y humillante.
Estoy dividida entre el deseo de relajarme, de dejarlo apoyarme, y la
necesidad de proteger celosamente mi dignidad.
—No, yo también lo siento —dice Noah, en un tono mucho más suave
que antes—. Sé que esta situación realmente apesta para ti, pero
encontraremos una manera de hacer que sea más fácil. Como nuestros padres
siempre decían, podemos lograr cualquier cosa si estamos juntos.
Tomo una respiración profunda, luego la dejo salir lentamente. Mi mente
ya está empezando a calmarse. En el camino de regreso a mi fresca y
tranquila forma de ser.
—Tienes razón —digo—. Tenemos que hacer que este noviazgo parezca
real. Así que vivir juntos matará dos pájaros de un tiro: mantendremos las
apariencias y nos permitirá familiarizarnos el uno con el otro.
Noah inclina su cabeza con una media sonrisa zalamera.
—¿De verdad? ¿Entonces has cambiado de idea sobre…?
—No lo he hecho, así que saca de tu mente las insinuaciones —resoplo.
Déjale al inmaduro hombre caliente para que me malinterprete a propósito—.
Quise decir que hay ciertas cosas que necesitamos saber el uno del otro.
Curiosidades, hechos divertidos, cosas que podrían surgir en una
conversación. —Puede que hubiéramos crecido juntos, pero no hemos pasado
mucho tiempo juntos para llegar a conocernos como adultos.
—Como ayer, cuando solo asumiste que tomo café. —Noah alza las cejas
con fingida indignación.
—Cierto. Si alguien hubiera estado mirando, hubiéramos lucido como
unos totales extraños. —Entonces, trato de bromear—: Aunque sigo
pensando que era una suposición razonable de mi parte. Quiero decir, ¿quién
diablos toma solamente té? El té es para relajarse, el café es para despertar.
—Discúlpame, Copo de Nieve. —Noah sonríe de manera torcida, en la
forma que he aprendido que es su modo de juego en marcha—. ¿Preferirías
que fuera un adicto nervioso como tú? He visto el lodo que bebes. Muy
negro… al igual que tu corazón.
—En realidad, no lo es —respondo fríamente, sonriendo a mi pesar—. Lo
tomo con edulcorante. Solo porque no puedas verlo no significa que no esté
allí.
—Buen punto. Los dos tenemos algunas cosas que aprender del otro. —
Mete sus manos en los bolsillos y mira hacia otro lado por un segundo—.
Sobre la cosa del té… mi mamá era inglesa, y realmente estaba a la altura de
ese estereotipo en particular. Amaba “una buena taza de té”. —Su voz se alza
para imitar su acento cantarín—. Así que bebo té para… honrar su memoria,
supongo que podrías decir. Es mi forma de tomarme un tiempo cada mañana
para pensar en ella.
Mi mandíbula casi cae. Su madre falleció cuando solo tenía diez años.
Dios, recuerdo ese año como si fuera ayer. Fue un tiempo tan sombrío. Tan
oscuro y tan callado, como si toda la vida hubiera sido succionada de Noah y
su papá en un instante.
Abro mi boca para responder, pero no sale nada. Sé que su mamá era
británica, pero de alguna manera nunca se me ocurrió que él pudiera tener
una conexión especial con el país natal de su mamá.
Noah sacude su cabeza, luciendo un poco avergonzado, y me rodea para
apoyarse sobre el borde de su escritorio. Dejando que me sienta como una
total perra.
Mordiendo mi labio, giro mi rostro para mirarlo de nuevo.
—Lo siento mucho. No fue mi intención burlarme de ti de esa manera.
Pienso que el pequeño homenaje de beber té es… realmente dulce.
Se encoje de hombros.
—Gracias, pero no te preocupes por eso. No estaba ofendido.
Especialmente porque sé que también has perdido a tu mamá.
—Sí, pero era prácticamente una adulta cuando murió. Tú solamente
tenías diez años. Solo un niño pequeño. Necesitabas a tu madre. —Un dulce
recuerdo de él en su regazo, cuando era demasiado grande para caber, pero no
demasiado grande como para no querer estar allí, destella en mi mente.
—Podrías argumentar que el ser mayor solo hace que el dolor sea más
fresco. —Noah suspira—. Mira, no entremos en una especie de Juegos
Olímpicos del Pesar ahora, ¿está bien? Por supuesto que extraño a mamá,
pero tu experiencia no fue ni mejor ni peor que la mía, solo diferente. Lo que
importa es que nos podemos entender el uno al otro.
Él siempre tan suave y seguro de todo… incluso de la muerte. Antes de
que pueda decir algo más, Noah cambia de tema.
—Sobre el apartamento… probablemente deberíamos empezar a pasar las
noches allí tan pronto como sea posible. Tengo planes para cenar con Sterling
en este momento, pero qué te parece si nos encontramos en el lugar a las…
—Mira su reloj—. ¿A las ocho?
Considerando todos los preparativos que tengo que hacer, asiento
lentamente.
—Claro. Eso me dará tiempo para comer algo y empacar. —Me giro para
irme pero Noah me interrumpe.
—Oye, Copo de Nieve… ¿puedes hacer un último favor?
Me detengo, mirando hacia atrás.
—¿Sí?
—¿Podrías sonreír de nuevo?
Por alguna razón, su franqueza me pone tan nerviosa que suelto:
—¿P-por qué debería hacerlo? —Entonces quiero que la tierra me trague.
¿Qué demonios, Olivia? Suenas como una adolescente malcriada.
—Porque no quiero dejarte infeliz. —Noah se estira para rozar mi
mandíbula con el dorso de su mano. El más ligero, más fugaz toque se ha
terminado antes de que pueda decir una palabra—. Y porque luce bien en ti.
Me gustaría ver esa sonrisa más a menudo.
Mi rostro está en llamas. No estoy segura de cuánto de ese calor se debe a
que solo me avergoncé y cuánto se debe a la acalorada mirada de Noah.
—Yo… supongo que tendrás muchas oportunidades, ahora que vivimos
juntos. —Mi intento de una réplica ágil sale tartamudeando.
Inclina su cabeza sin romper nuestra mirada.
—Genial. Estoy ansioso por eso.
Tragó el bulto en mi garganta. ¿Realmente está ansioso por eso?
—Oye, ¿Noah?
—¿Sí? —dice dulcemente.
—¿Por qué me llamas Copo de Nieve?
Se acerca un poco más y pasa un dedo a lo largo de mi mejilla, haciendo
que mi piel cosquillee a su paso.
—Porque eres igual a un copo de nieve. Hermosa y única, y con un toque
estarás mojada.
Noah se voltea para salir, alejándose a zancadas conmigo mirando
fijamente sus anchos hombros y firme trasero, mi boca abierta.
Atónita, cierro la puerta detrás de mí. ¿Ese último comentario estaba
destinado a provocarme? ¿O pensaba que estaba coqueteando?
¿Estaba coqueteando? Pensé que solo estaba siendo amargada, pero… tal
vez un poquito. Ni siquiera lo sé. Y no ayuda que mi mente todavía esté
recuperándose de la apuesta que hicimos ayer.
***
Ceno sola en un pequeño bistró italiano a la vuelta de la esquina del
edificio de Tate & Cane. Supongo que estaba anhelando algo de comida
reconfortante. Espaguetis con albóndigas y una copa de merlot son lo
adecuado.
Tomo un taxi a casa, y cuando llego, mando un correo electrónico a mi
casero para poner en marcha el término de mi alquiler antes de tiempo. Luego
comienzo a empacar una bolsa de viaje. Arreglaré para que el resto de mi
ropa y otros artículos personales sean entregados en nuestro nuevo lugar más
tarde. Mis muebles tendrán que ser vendidos.
Una hora más tarde, mi pequeña maleta marrón está completamente llena.
No tengo ninguna excusa para quedarme más tiempo. Pero lo hago de todos
modos, recorriendo lentamente, mirándolo todo por una última vez.
Este apartamento ha sido el telón de fondo de mi vida durante los últimos
cuatro años, desde que recibí el título de mi licenciatura y dejé de compartir
cuarto con Camryn. Todo dentro de estas paredes es producto de mis
decisiones y solo mías. Escogí este lugar por su etérea arquitectura, sus pisos
de madera color miel, incluso el patrón de mosaico de azul diamante en la
cocina y baño. Compré cada pieza de mueble, alternando mi equilibrio ideal
entre elegante y acogedor. Decoré sus paredes con cuadros enmarcados que
se adaptaban a mis gustos. Llené la nevera y la alacena con mis aperitivos
favoritos. Atesté el baño con mis productos de belleza, sin preocuparme por
dejar espacio para las cosas de otra persona. Organicé todo de acuerdo al
sistema que mejor me ayudaría a recordar dónde lo puse. Ahora… puedo
darle unos besos de despedida a toda esa soberanía.
Claro, puedo llevar algunas cosas más al ático, pero también puede
hacerlo Noah. Añadirá todo su sabor único a nuestro nuevo hogar.
Nuestro nuevo hogar… Me pregunto cuánto tiempo me tomará
acostumbrarme a eso. Y ya está completamente amueblado, lo cual significa
nada de llevar mi amado sofá blando de terciopelo gris. Más importante, hay
un solo dormitorio. Ya no tendré un lugar que sea verdaderamente de mi
propiedad.
Pero Noah debe sentirse de la misma forma. También está sacrificando la
privacidad y libertad de su piso de soltero. De hecho, tiene más que perder,
ya que realmente tenía una vida sexual. Y por lo que dijo ayer, parece que va
en serio acerca de renunciar a todo su estilo de vida mujeriego. A pesar de
que probablemente no ha sido monógamo en toda su vida.
Hombre, verlo tratando de mantenerlo en sus pantalones va a ser
hilarante. ¿Y cuál es su plan si yo comienzo algo con otro hombre?
¿Comenzar una pelea como un par de adolescentes?
Sacudo mi cabeza. Eso nunca sucederá, de todos modos. El trabajo es mi
vida entera, no tengo tiempo para invertir en citas. Y aunque nunca se lo
admitiré a Noah, no tengo el estómago para aventuras de una sola noche. No
puedo imaginarme disfrutando de la intimidad física sin intimidad emocional.
A diferencia de Noah, quien parece tener cero problemas en sacarla ante la
más ligera provocación.
Al menos lo hacía hasta que empezamos a salir.
En serio, no entiendo lo que está pasando por la cabeza de ese hombre.
Todo lo que quería era que pasáramos de conocidos a amigos. ¿Por qué tiene
que presionar para lograr algo excesivo? ¿Por qué está tan determinado a
jugar al novio perfecto, incluso cuando no hay nadie cerca para presenciar su
actuación? ¿Por qué siente que tiene que serme fiel?
¿Solo para mantener las apariencias para el público? ¿Para gratificar su
orgullo masculino? O porque… ¿genuinamente quiere cortejarme?
Me doy cuenta de que he estado mirando por la ventana durante casi
cinco minutos enteros. Ni siquiera he estado observando el oscuro y
centelleante paisaje urbano: luces en movimiento de los autos, luces estáticas
para las oficinas trabajando hasta tarde o las familias relajándose juntas. Un
vistazo a la vida de millones de personas, extendidas en estrellas como un
reflejo del cielo nocturno. Repentinamente me siento muy pequeña… y sola.
Me toma un momento reconocer la sensación porque, generalmente, estoy
sola en lo abstracto, soñando despierta con la fantasía de un amante sin
rostro. Un confuso dolor por contacto humano. Alguien que roce sus dedos
por mi cabello y me susurre cosas dulces al oído. Alguien que me abrace y
me diga que todo estará bien. Alguien que investigue cuando hay un ruido en
la noche. Ahora, sin embargo, mi soledad es específica y aguda.
Quiero ver a Noah.
Él es la única persona en el mundo que entiende cómo me siento ahora
mismo. Camryn puede tratar de simpatizar, y definitivamente ha hecho
mucho para ayudarme a atravesar esto, pero no está en las trincheras
conmigo. Noah sí.
No estoy segura de si quiero hablar con él ahora mismo, pero al menos
quiero verlo. Quiero saber que todavía está allí, a mi lado. Necesito escuchar
su optimismo y ver esa sonrisa engreída en su boca para saber que tal vez,
solo tal vez, atravesaré esto.
Recojo mi maleta, apago las luces, y salgo de mi apartamento por última
vez.
***
Incluso a esta hora de la noche, el tráfico de Manhattan no es divertido.
Mientras mi taxi se arrastra por las atestadas calles de la ciudad,
repentinamente se me ocurre una idea.
—¿Hay alguna tienda de té cerca? —le pregunto al taxista.
Me da una mirada confusa por el espejo retrovisor.
—Qué, ¿como una cafetería?
—No, me refiero a un lugar donde pueda comprar… ¿equipamiento?
Teteras y hervidores de agua y esas cosas.
Comienza a golpear ligeramente la pantalla de su GPS. Afortunadamente,
estamos parados en un semáforo en rojo, pero me da la sensación de que no
le importaría si no lo estuviéramos.
—Como a unas tres cuadras al oeste —dice después de un minuto—.
¿Tiene que hacer compras por allí?
—Sí, por favor.
Gira rápidamente al carril a la derecha, haciendo caso omiso de unos
gritos y dedos del medio de los otros conductores, y acelera. De alguna
manera llegamos a la tienda sin causar ningún homicidio involuntario
vehicular.
Mientras anticipo mi tarifa, digo:
—¿Puede esperarme? No deberían ser más de veinte minutos.
Alza sus tupidas cejas.
—¿Tanto tiempo? ¿Está segura? Tendré que conducir por la manzana, y
con el indicador corriendo…
—Me lo puedo permitir. —Por ahora, de todos modos. Tate & Cane aún
no está totalmente bajo el agua.
Se encoje de hombros.
—Está bien, señora, lo que quiera.
Salgo del taxi y se ha ido antes de que llegue a la puerta principal.
La pequeña tienda tiene una pared entera dedicada a útiles para té: tazas,
potes, teteras, infusores, coladores, filtros de papel, pequeños bastidores de
alambre para organizar cajas, frascos herméticos y latas para almacenar hojas
sueltas. Considero el exhibidor, golpeteando mis labios con un dedo.
Finalmente, elijo una tetera de estilo japonés desproporcionadamente baja
con un esmaltado de color verde bosque moteado. En su etiqueta en la
estantería se lee: Ao-Oribe ushirode kyuusu, esmalte tenmoku, flitro sasame.
No tengo ni la más remota idea de lo que significa eso. Y el precio es
ligeramente horripilante. Pero su color y elegante forma son perfectos: de
buen gusto, pero llamativa, ni demasiado masculina ni demasiado femenina.
Un símbolo de compromiso, una esperanza para la armonía. Un regalo que
elegí yo, pero en reconocimiento de un ritual al que Noah se aferra.
Solo por el placer de hacerlo, también agarro un par de tazas a juego.
Definitivamente me quedaré con el café por las mañanas. Pero tal vez, por la
noche, no sería tan malo compartir una taza caliente de té con Noah.
Me dirijo a la parte delantera de la tienda, sonriéndome a mí misma,
sintiendo calma al fin.
Capítulo 9
Noah

—Estoy de humor para carne roja —dice Sterling mientras caminamos


por la acera llena de gente después del trabajo.
—Maldición. ¿Racha seca, amigo? —Froto mi barbilla pensativamente.
—¿Qué? —Entrecierra sus ojos hacia mí en la penumbra de la tarde.
—Un antojo por carne roja generalmente significa una falta de sexo. Un
deseo por otro cierto tipo de carne, si quieres decirlo. —Le sonrío.
—Detente.
Oh, sí, es infeliz. Sé que es un hecho que ha estado pasando por algún
tipo de período de sequía, pero no tengo ni idea de la causa. Antes de que
pueda entrometerme, está riendo entre dientes a mi lado.
—¿Qué? —pregunto.
—Estás tan equivocado, que ni siquiera es gracioso. Eres tú quien va a
tener el mayor caso de bolas azules del mundo: ¿casarse con alguien tan
caliente como Olivia Cane y no follarla? —Hace un ruido lamentable—. Esa
es una maldita pena.
—¿Quién dijo algo acerca de no follarla? —Abro la puerta de Grassland
Steakhouse y hago un gesto para que entre.
Me dispara una mirada extraña, pero se acerca a la anfitriona para
solicitar una mesa.
Una vez que estamos sentados con nuestras bebidas —un whisky puro
para mí, una pinta de cerveza importada para él—, Sterling se inclina.
—¿Tú y tu adorable novia avanzaron más en su relación de lo que me
había dado cuenta?
Me encojo de hombros.
—Todavía no. —Está lejos de ser mi novia, para empezar—. Pero yo, por
mi parte, no voy a renunciar a la esperanza. —Tomo otro sorbo de mi bebida
—. De hecho, después de la cena, me voy a encontrar con ella en nuestro
nuevo apartamento. Un regalo de su padre.
—¿No me jodas?
Asiento.
—Vivir juntos, eh. Ese es un gran paso.
—Ciertamente.
Por un momento, me pongo en los zapatos de Sterling y me pregunto si
está sintiendo como si estuviera perdiendo a su mejor amigo y compañero
repentinamente. Solíamos salir cada fin de semana juntos en busca de coños y
diversión, en ese orden. Ahora, soy prácticamente un hombre casado con una
nueva compañera de piso, y probablemente con un toque de queda.
Pero cuando miro de vuelta a Sterling, está sonriéndome como el gato que
se comió al canario, y estoy seguro de que sabe algo que yo no.
***
Después de la cena, llego al ático primero. Es un impresionante
apartamento en el corazón de la ciudad.
Me tomo mi tiempo explorando, encendiendo interruptores a medida que
avanzo. Amplias vistas desde un espacioso balcón en el vigésimo piso, una
cocina moderna con una pequeña cafetera italiana sobre el mostrador que
estoy seguro que Olivia amará, y costosos acabados dondequiera que miro,
desde la gruesa moldura de las encimeras de mármol al suelo de roble pulido
a mano. Se ve tan como un retiro matrimonial. Las paredes y muebles,
alfombras y sábanas son todas en varios tonos blanco y crema. Se siente puro
e intacto.
Honestamente, se siente un poco como caminar por un museo. Tomará un
tiempo para pensar en este lugar como casa. Me he aferrado a mi pequeño
apartamento de soltero cerca de la línea F durante tanto tiempo, que no me
gusta la idea de abandonarlo. Pero sé que todo esto es lo mejor. Un futuro con
Olivia es lo que quería mi padre para mí.
Y hablando de padres… una botella de vino tinto y dos copas han sido
dejadas en el mostrador con una nota del padre de Olivia.
Noah
Gracias por hacer esto, hijo. No voy a estar aquí para siempre, y se
siente tan bien saber que estarás allí para cuidar de mi niña. Sé que no me
defraudarás. No hay ningún otro hombre a quien le confiaría tanto mi
compañía como mi hija. Espero que lo sepas.
De verdad,
Fred Cane

Doblo el papel en un cuadrado y lo meto en mi bolsillo. Me doy cuenta de


que el papá de Olivia siempre confió en mí con ella. Incluso cuando era un
chico cachondo de dieciséis años con una nueva licencia de conducir, y a ella
no se le permitía tener citas, solo a mí se me concedió el privilegio de llevarla
a pasear. Paseábamos en bote, jugábamos minigolf, íbamos al cine, lo que
imagines.
Abro la botella para dejarla respirar y cruzo la habitación para mirar hacia
el horizonte de la ciudad debajo. No puedo evitar pensar en todos los buenos
momentos que hemos compartido Olivia y yo. Y también los difíciles. Hemos
estado allí el uno para el otro a través de la pérdida de nuestras madres y
viendo a nuestra empresa desmoronarse.
Me quedo aquí pensando durante tanto rato que pierdo la noción del
tiempo. Sorprendido, parpadeo de nuevo a la realidad y miro el reloj. Llega
tarde.
Con una sensación de hundimiento, me pregunto si siquiera va a venir.
¿Por qué carajos debería importarme si quiere vivir aquí o no? Ha dejado
claro lo que siente por mí: cuánto odia la idea de estar atrapada conmigo. Soy
similar a un pedazo de mierda de perro en la suela de sus tacones de
quinientos dólares.
Pero sé que hay mucho más que eso. Estaré muy decepcionado si decide
no aparecer.
Finalmente, hay un clic en la cerradura. Trato de no correr hacia la puerta
como un golden retriever.
Olivia entra. No estoy seguro de lo que esperaba, pero ha cambiado su
ropa de trabajo por unos jeans ceñidos al cuerpo y un suéter ligero.
—Oye. —Dejando su maleta junto a la puerta, cruza la sala de estar hacia
mí.
—Llegas una hora tarde —digo mientras me dirijo hacia la cocina.
—Estaba recogiendo algo. —Coloca una bolsa de compras de colores
brillantes sobre la encimera—. Algo para ti, en realidad. —Me da una rara y
cálida sonrisa.
Observo mientras saca una caja del interior de la bolsa y la coloca sobre
la encimera.
—Bueno… ¿vas a abrirlo? —pregunta.
Imaginé que querría ver el apartamento primero, pero hago lo que me
pide, poniéndome de pie junto a ella. Puedo oler las ligeras notas de
madreselva en su piel. Maldición, eso va a ser una distracción si vamos a
vivir juntos ahora. Estaré en un constante estado de excitación. Fantástico.
Alzo la tapa de la caja de cartón y cavo hasta que lo encuentro.
—Es una tetera —digo, levantándola en el aire e inspeccionándola con
curiosidad.
Entonces el significado tras su regalo me golpea. La conversación que
compartimos sobre nuestras madres se precipita de nuevo. No creo que
alguien me haya dado un regalo tan reflexivo antes.
Olivia mete la mano en la bolsa, saca dos tazas pequeñas, y las coloca
sobre la encimera.
—Podemos tomar té juntos alguna vez… si quieres.
Hay un toque de incertidumbre en su voz. ¿Pensaba que podría no
gustarme esa idea?
Bueno, no es así. Jodidamente me encanta.
—Eso fue muy considerado de tu parte, Copo de Nieve.
Pensé que mi amigo Sterling era el único que entendía mi obsesión con el
té, dado que él es británico, pero al parecer Olivia también está a bordo.
Coloco la tetera sobre la encimera y tiro de ella para estrecharla en un
abrazo. Espero que Olivia se ponga rígida en mis brazos, o que incluso
retroceda con un comentario sobre contacto físico inapropiado. Pero en
cambio es suave y cálida, y su cuerpo se amolda al mío. Sus manos se apoyan
en mis hombros y me mira con ojos bien abiertos.
—Gracias —le digo, rozando mi pulgar sobre su mandíbula.
—No hay problema.
—Sabes que voy a besarte en algún momento, ¿verdad?
Estamos tan cerca, puedo escucharla tragar. La punta de su lengua se
empuja hacia fuera, una rápida y nerviosa relamida de la que ni siquiera
parece consciente.
Maldición, tan adorable… eso es un sí, si alguna vez vi uno. Pero quiero
más que solo señales inconscientes. Espero para ver cómo decide responder
Olivia.
Finalmente, me da un pequeño asentimiento.
—Tal vez —dice, tratando de sonar impertinente.
Me río entre dientes y libero mi agarre de ella.
—Vamos. Tienes que conocer este lugar. Es increíble.
—Mi papá exageró, como de costumbre. —Me da la espalda y mira hacia
fuera al balcón.
—¿Copa de vino primero?
—¿Por qué no?
Con una copa de vino tinto en mano, caminamos a través del
apartamento. Olivia señala los detalles arquitectónicos y discute el programa
de duchas para el único baño que compartiremos, mientras solo asiento y la
observo.
Estando aquí con ella, escuchando sus ideas para decorar, compartiendo
este espacio con ella… se siente como un comienzo. Tal vez incluso el
comienzo de algo real.
—Esto no es tan malo, ¿verdad? —bromeo.
Me da una mirada.
—Solo porque casi tuve un ataque de pánico ante la idea de vivir juntos
no significa que tengas que regodearte.
—Está bien. No lo haré. Pero es un lugar agradable. Tu padre lo hizo
bien.
Asiente. Luego aparta la mirada por un segundo.
—Hay algo que quería decirte.
Empezamos a dirigirnos por el pasillo, y hago un movimiento para que
continúe frente a mí.
—He tomado bajo consideración tu propuesta, y esto es lo que propongo.
—El tono de Olivia está lleno de seguridad, sus hombros rectos.
—¿Mi propuesta? —pregunto. Está siendo tan clínica, no puedo esperar
para escucharla explicar esto.
Se detiene para mirarme.
—Ya sabes, esa idea de besuquearnos que sugeriste en el bar la semana
pasada. Estaría dispuesta a intentarlo alguna vez.
Infiernos, sí. Por fin estoy haciendo algún progreso real aquí.
—Por supuesto. Podríamos hacer eso. —Empezando tan pronto como sea
humanamente posible.
—Siempre y cuando haya parámetros —continúa.
Parámetros. Reglas. Directrices. ¿Por qué no estoy sorprendido? Esta
mujer es diferente a cualquiera que haya conocido antes. Ciertamente me
mantiene en ascuas.
—¿Por ejemplo?
—Solo primera base, como creo que dijiste. Y con toda la ropa puesta. —
Entrecierra sus ojos hacia mi entrepierna—. Lo que significa que vas a
mantener esa cosa gigante en tus pantalones.
—¿Crees que soy gigante? —No puedo evitar la sonrisa que se forma en
mi boca.
—Oh, por amor de Dios, deja de pescar cumplidos. Sabes que es
impresionante, de lo contrario no lo habrías metido por mi garganta. —Tan
pronto como las palabras salen de su boca, su rostro se ruboriza de un rosa
brillante, su desliz Freudiano hundiéndola.
—Oh, Copo de Nieve. —Acaricio su mejilla caliente con mi pulgar—.
No lo he empujado por tu garganta todavía, pero espero con ansias hacerlo.
—S-solo olvidemos que dije eso. Nadie empujará nada en ninguna parte.
Primera base. ¿Entendido?
Me río entre dientes.
—Estoy feliz de ir tan lento como necesites.
Y es la verdad. Lento puede no ser mi estilo habitual, pero hay una cierta
satisfacción en saber que estoy ganando su confianza y preparándola para
más. La idea es muy gratificante. Esto hará mi victoria más dulce.
—Esto va a funcionar, tú y yo —le digo mientras nos acercamos al
dormitorio.
Sí, un jodido dormitorio. Y antes de que te emociones, convoco mi fuerza
de voluntad para decirle que dormiré en el sofá de mierda.
—Puedes tener la cama —le digo, deteniéndome en el pasillo.
Es lo más caballeroso de hacer, no hay duda. Y ya que recién le dije que
estaba ansioso por meter mi polla por su garganta, imagino que tengo cosas
por recompensar en el departamento de modales.
—¿Seguro? —Su voz está llena de sorpresa.
Trago.
—Por supuesto. Tomaré el sofá.
Nuestras miradas se desvían juntas desde el moderno y elegante sofá de la
sala de estar hacia la enorme cama tamaño king al fondo del pasillo tendida
cómodamente, y de vuelta al sofá. No hay manera de que mi cuerpo de metro
ochenta y ocho encaje en ese sofá.
—¿Sabes qué? —dice Olivia alegremente—. Somos dos adultos maduros.
Es una enorme cama. Podemos manejar compartirla, ¿verdad?
—Seré un gatito. —Le sonrío.
—Eso es lo que me temo —murmura.
Capítulo 10
Olivia

Permito que Noah tome el baño para cepillarse los diente primero.
Todavía no hemos alcanzado el nivel de familiaridad requerido para ver a
otro ser humano escupir en el lavabo. Mientras tanto, tomo el dormitorio para
ponerme mi pijama de algodón favorito.
Cuando salgo, Noah está apoyado contra la pared afuera de la puerta de
baño. Ladea la cabeza con una sonrisa divertida que me detiene en mi
camino.
—¿Qué? —pregunto luego de un minuto.
Sus ojos se arrugan en los bordes.
—Nada. Solo te ves linda.
¿Linda? Mis mejillas se sonrojan mientras las palabras revolotean en mi
estómago. Repentinamente, me siento avergonzada por tener pequeñas
mariposas lavandas impresas por todo mi cuerpo. De alguna manera no
esperaba que Noah tuviera opinión alguna sobre mi pijama. O, si la tenía, que
se burlaría de este. No decir cosas dulces que me hacen olvidar
temporalmente cómo hablar.
—¿Dónde está tu pijama? —pregunto, sacudiéndome la emoción.
Su sonrisa se retuerce con picardía.
—Bueno, generalmente duermo desnudo…
Claro que sí. ¿Por qué no estoy sorprendida?
—Ya no lo vas a hacer —digo rápidamente, interrumpiéndolo—.
Encuentra algunos pantalones de chándal o algo así. —A medida que
intercambiamos lugares, cruzándonos en el pasillo, añado sobre mi hombro
—: ¡Y mejor incluye una camiseta!
La vista del esculpido paquete de seis de Noah mientras aún intento estar
cómoda con la idea de compartir un apartamento con él… ¿por no hablar de
una cama? No hay manera de que sobreviva a eso.
Cuando casi he terminado de cepillarme los dientes, grita desde el
dormitorio:
—Oye, ¿Copo de Nieve? Ya que vamos a pasar la noche juntos, ¿estarías
interesada en que probemos por primera vez?
Mi corazón salta a mi garganta. Se calma un poco —pero solo un poco—
cuando me doy cuenta de que está hablando de nuestra idea de besuquearnos.
Caray… dale al chico un centímetro y empieza a pedir un kilómetro.
Sorprendentemente, sin embargo, no me siento ni un poquito reacia
acerca de besar a Noah. Solo curiosidad, una descarga de calor, un aleteo de
emoción nerviosa. Por otro lado, nuestro acuerdo se limita estrictamente a
besuquearnos como una pareja de tímidos estudiantes de preparatoria, lo cual
técnicamente ya hemos hecho siete años atrás. Y no hay ninguna razón para
reevaluar mi postura contra el sexo casual; lo que tengo planeado es un largo
camino de la base. La idea es tanto un gran alivio como a su vez un poquito
decepcionante.
—Seguro —le respondo finalmente, tratando de sonar indiferente. Fui yo
quien propuso intentarlo, de todos modos. Aunque asumí que sería un poco
más en el futuro. Pero esta noche es tan buena como cualquier otra.
Por fin, el momento de la verdad llega. Tragando con fuerza, retiro las
mantas, me siento, y me deslizo debajo. Las sábanas hacen frufrú cuando
Noah hace lo mismo del otro lado de la cama.
Lo puedo oír moviéndose y respirando. Estoy en sintonía con cada
pequeño sonido, híperconsciente de cuán cerca de mí está.
Ha pasado tanto tiempo desde que dormí en la misma habitación con otra
persona, mucho menos en la misma cama. Y esto no es como compartir
cuarto como con mi hermana o Camryn. Mi nuevo compañero de cama es un
hombre. Un hombre muy guapo que ha dejado extremadamente en claro que
quiere follarme hasta morir con su enorme polla. Solo vamos a dormir juntos,
no dormir juntos, pero aun así… Estoy compartiendo cama con el jodido
Noah Tate. Y estoy a unos treinta segundos de besarlo.
Una extraña energía me recorre, nerviosismo y emoción se mezclan hasta
que ya no puedo distinguirlos. Siento un repentino impulso de retirarme más
a mi lado de la cama y mirar la pared hasta que se quede dormido, entonces
me reprendo por ser ridícula. No somos niños inocentes, pero tampoco somos
adolescentes, sonrojándonos y soltando risitas ante la más mínima mención
de sexo. Somos dos adultos maduros, libres que han decidido muy
sensatamente…
Otra ola de mareos, esta claramente más cálida. Me obligo a dejar de ser
un manojo de nervios y me volteo.
Noah se ha apoyado sobre su codo. Su ligera sonrisa cae levemente
cuando revisa mi rostro.
—Oye, ¿estás bien?
¿Mis nervios son tan obvios?
—Eh, s-sí, estoy bien —respondo. Tal vez eso no es totalmente cierto,
pero tampoco es una mentira. Realmente quiero intentar esto. Lo que
significa que necesito dar el paso ahora—. Vamos.
Noah asiente y se acerca. Extiende la mano para sacar el cabello de mi
rostro, y me relajo en una fracción de segundo en su ligero y casi
cosquilleante toque.
—¿Aún conmigo? —pregunta.
Asiento.
—Porque no tenemos que hacer nada que no quieras.
—Lo sé.
Sus toques son más suaves de lo que esperaba. Las puntas de sus dedos
son tan ligeras en mi mejilla, mi cuello, metiendo mi cabello detrás de mi
oreja. Es… agradable.
Entonces, por fin, cambia su peso y se inclina.
Ese primer roce es tan suave, apenas puedo sentirlo. Es más como una
pausa antes de un beso que un beso en sí mismo. Pero aun así aumenta mi
ritmo cardíaco a toda velocidad.
—¿Eso estuvo bien? —murmura, su cálido aliento a menta soplando
sobre mi boca.
Levanto mi mentón y respondo a su pregunta con un casto beso.
Roza contra mis labios con una sonrisa. Deslizando un brazo bajo mi
cabeza a modo de almohada, se tiende frente a mí, envolviendo su otro brazo
alrededor de mi hombro y parte superior de mi espalda. Mantiene sus manos
en alto y la parte inferior de su cuerpo a por lo menos unos cinco centímetros
del mío. Un caballero… por ahora, de todos modos.
Su boca comienza a moverse suavemente. Sin lengua, sin dientes, sin
siquiera presionar mucho: solo sintiendo el dar y recibir de nuestros labios
uno contra otro. Mi nerviosismo se drena lentamente para Ser reemplazado
por algo diferente, un zumbido energético mucho más agradable.
Es obvio lo que está haciendo. Está tratando de tomar las cosas con calma
y asegurarse de que estoy cómoda. Me siento aliviada con su cuidadosa
consideración… pero también estoy ligeramente avergonzada de que fuera
necesaria en primer lugar. Momento de subir un poco la apuesta.
Extiendo mi brazo alrededor de su cintura, sintiendo cuán firmes son sus
músculos, y abro mi boca para él. Con un ruido bajo y tranquilo de
aprobación, responde inmediatamente a mi invitación. La punta de su lengua
se mueve sobre mis labios. Regreso el movimiento, determinada a que
coincida con su audacia, luego dejo escapar un pequeño jadeo cuando desliza
su lengua sobre la mía. Es casi como si pudiera sentir ese hábil toque mucho
más abajo. Mis bragas se están poniendo húmedas, y este estúpido pijama de
tela polar es repentinamente sofocante. Sus labios son tan llenos, tan suaves,
y su boca se mueve expertamente sobre la mía.
Inesperadamente, mi cuerpo se impulsa más cerca… Sus hábiles besos
son mucho mejor de lo que recuerdo.
Y entonces lo siento. Su longitud medio dura se roza contra mi muslo.
La idea de Noah —quien protagonizo cada una de mis morbosas fantasías
adolecentes sin mi permiso— duro y listo para mí, ahora, aquí, con su muy
encantadora carne, es casi demasiado. Una oleada de pulsaciones calientes
bajan por mi vientre, y estoy a punto de balancear mis caderas contra él
cuando la realidad me golpea.
¿Qué demonios estoy haciendo?
Este es Noah Tate, quien se ha acostado con la mitad de Manhattan, quien
probablemente está haciendo esto para ganar nuestra apuesta y añadir otra
muesca al poste de su cama.
Me congelo ante la idea, y se retira.
—¿Qué sucede? —pregunta confundido.
—Creo que es tiempo de detenernos por ahora —me las arreglo para
decir sin tropezarme con mis palabras.
Frunce el ceño con molestia.
—¿De verdad?
—Sí, de verdad. Buenas noches. —Me desenredo de sus brazos y me
volteo—. Pero gracias. Eso fue divertido.
—¿Solo divertido? —Su tono es de incredulidad—. Vaya. Deja uno de
veinte en mi mesita de noche mientras estás en esto.
—¿Me estás diciendo que estas familiarizado con este tipo de situación?
—Oh, jódete.
Se gira a un lado y lo escucho levantarse y salir al pasillo.
Me fuerzo a cerrar los ojos y practico respirar profundamente para
calmarme. En serio, ¿cómo nunca antes noté cuán agobiantes son estos
pijamas?
Pero unos quince minutos más tarde, comienzo a preguntarme adónde
fue. ¿Cambió de idea y fue a dormir al sofá? Espero que no… Me sentiría
culpable, aunque fuera su propia elección. Tal vez debería ir a buscarlo.
Suspirando, me levanto para revisar la sala de estar. Está vacía. Pero la
puerta del baño está cerrada, con luz filtrándose desde debajo de esta. Me
siento un poco estúpida por no suponerlo en primer lugar. Al mismo tiempo,
sin embargo, ha pasado un rato. ¿Se cayó o algo?
Me acerco, levantando mi mano para llamar a la puerta… entonces me
detengo, mis mejillas sonrojándose cuando lo escucho. Un inconfundible
gemido de placer.
Mis ojos se abren ampliamente. No puedo creer lo idiota que soy. ¿Qué
demonios creía que haría un hombre después que le diera una erección?
Debería irme. Ahora mismo. Debería volver a la cama y pretender que no
oí nada. Entonces… ¿por qué no estoy moviéndome?
Un bajo y ronco gruñido proviene desde el interior del baño, y se me
corta la respiración. Sin tener intención de hacerlo, me inclino más en la
puerta.
Si me esfuerzo, puedo oír su pesada respiración. Es ruidoso… ¿me
pregunto si está cerca? Debe estarlo, si ha estado haciendo esto durante casi
quince minutos. A menos que tenga gran resistencia.
Otro gemido, este es más fuerte y más inestable. Es demasiado fácil
imaginar la escena al otro lado de la puerta del baño. No puedo detener las
imágenes mentales…
Noah con sus pantalones de chándal retirados de sus muslos y su camisa
arrugada revelando sus firmes abdominales y un rastro de vello oscuro. Su
pecho agitado, sus piernas temblando. Sus ojos oscuros y entornados o
cerrados por la concentración. Enrojecido y sudoroso, su cabeza echada hacia
atrás, mordiendo sus labios llenos para mantener silencio o separándolos para
jadear por aire. Y su enorme polla dura, incluso más impresionante que
cuando la vi en el bar unos días atrás. Debe estar tan grande y gruesa en este
momento, curvándose hacia arriba orgullosamente, hinchada y venosa, la
cabeza púrpura húmeda, estirándose en su apretado puño mientras se
masturba rápido y duro.
Mi ropa se inunda de humedad.
Ahora está jadeando fuerte y ruidoso, cada respiración un gemido que
casi suena como palabras a medio formar. ¿Qué está diciendo? ¿En qué está
pensando? Me muevo, frotando mis muslos ligeramente.
—Olivia… —gime.
Mi mandíbula cae. Mi coño se aprieta con fuerza en el vacío, ahora
empapado. Noah diciendo mi nombre de ese modo —tan desigual, tan
desesperado— es la cosa más caliente que he oído en mi vida.
Sus ruidos de placer van en aumento, luego se debilitan. Finalmente, se
queda en silencio. Mi boca está seca y puedo sentir mi corazón palpitando en
mi garganta.
Entonces me doy cuenta de que probablemente saldrá del baño pronto. Y
si me descubre escuchando tras la puerta como una especie de fisgona, nunca
me dejará oír el final de esto.
Me precipito por el pasillo, salto dentro de la cama, y tiro de las mantas
sobre mí justo cuando se abre la puerta del baño. Cierro mis ojos de golpe.
Siento los pasos de Noah más cerca, rápido y silencioso. El colchón se
sumerge con un pequeño crujido cuando se mete en la cama.
Haciéndome la dormida, trato de mantener mi respiración tan lenta y
constante como sea posible. Lo cual no es fácil cuando estoy inundada de
deseo y adrenalina. Pero si Noah se da cuenta de que estoy fingiendo dormir,
no actúa como si lo hiciera.
Yazco allí como una completa idiota —mi corazón todavía martilleando,
mi cuerpo preparado y listo— mientras Noah, satisfecho, concilia un sueño
tranquilo.
***
A la mañana siguiente, la alarma me despierta en una cama vacía.
Extraño… no habría tomado a Noah por un madrugador.
Lejos al final del pasillo, en la distancia puedo oír tintineo de metal, y
algunas olfateadas confirman el olor a café preparado. Noah debe estar
cocinando. Ni siquiera bebe café; lo ha hecho solo para mí. Mi estómago
aprueba esa idea. También es tranquilizante; con suerte, lo puedo tomar como
una señal de que no está demasiado molesto por la forma en que corté las
cosas anoche.
Ruedo fuera de la cama para rápidamente cepillarme los dientes,
ducharme, y vestirme, no queriendo perderme un desayuno caliente.
Cuando entro a la cocina, Noah está de pie junto a la cocina como
pensaba. Pero no predije que estaría sin camiseta y todavía húmedo por la
ducha, su cabello oscuro despeinado, sus músculos tonificados marcados
sutilmente bajo piel bronceada. No puedo evitar mirar boquiabierta.
Fanfarrón… el imbécil sabe exactamente lo bien que se ve.
Echa un vistazo hacia atrás con una sonrisa, interrumpiendo mi cachonda
ensoñación.
—¿Dormiste bien?
—Sí, como un tronco —le contesto tan casualmente como es posible.
Justo después de que estuviera acostada despierta durante una hora, más
húmeda que el maldito río Hudson.
Quizás podría haber tomado el ejemplo de Noah y encontrado mi propio
alivio, pero al mismo tiempo, estaba demasiado paranoica de que despertaría
y me atraparía. Y entonces tendría que aguantar sus bromas por quién sabe
cuánto tiempo. Eternidad, muy probablemente.
La caldera suena, salvándome de que necesitara decir más que:
—Me encargaré de eso.
—Gracias. —Noah habla sobre su hombro mientras se concentra en el
sartén de huevos silbando, y mi estómago gruñe; nuestra comida parece casi
hecha—. Ya puse las hojas en la tetera.
Vierto el agua caliente en nuestra nueva tetera, me sirvo una taza de café,
y llevo todo a la mesa. Noah sirve dos platos, cada uno conteniendo una
mitad de un perfecto omelet de espinacas y champiñones.
Comemos junto a los ventanales en el área de comedor, disfrutando de la
luz del sol de la mañana y la vista de Manhattan extendida debajo de
nosotros. Nuestra conversación es sorprendentemente agradable: hablando de
negocios, intercambiando ideas para nuestro nuevo plan de negocios.
Comienzo a relajarme. Tal vez ser compañeros de cuarto funcionará sin
ningún problema, después de todo. Solo hemos compartido una noche, pero
este lugar ya está empezando a sentirse como casa.
Termino mi último bocado de huevos con un suspiro de satisfacción. Un
desayuno fresco y caliente definitivamente es una buena manera de empezar
mi mañana. Mi rutina habitual consiste en agarrar un bagel o panecillo
mientras atravieso la puerta corriendo. Si Noah está tratando de adularme,
está funcionando.
Una chica podría acostumbrarse a esto…
Desafortunadamente, hemos demorado el tiempo suficiente. Tenemos que
llegar a la oficina pronto. Pongo mi plato y taza en el lavavajillas y comienzo
a dirigirme al baño para aplicar mi maquillaje.
Pero cuando me doy vuelta, Noah me agarra por los hombros y me hace
voltearme. Sus fuertes brazos se envuelven fuertemente a mi alrededor. Antes
de que pueda pensar, aplasta nuestros labios.
Jadeo. No es nada como el beso de la noche anterior. Ese fue suave y
dulce, el toque más ligero posible, como tratando de no asustar a un animal
nervioso. Se trata de un tipo diferente de posesión: dura, hosca, ardiente. La
cosa se ha vuelto seria. Noah me ha atrapado, reclamado, y llamaradas de
excitación reclaman mi cuerpo como el calor de una marca.
Tomada por sorpresa, no puedo contener un gemido. Estoy sorprendida
de encontrar que mis músculos convierten en gelatina. Me aferro a él solo
para mantenerme en pie.
Todo acerca de Noah se vierte en mis sentidos. Me empapo en su calor
corporal, la aspereza de la barba incipiente alrededor de mis labios, las
fragancias masculinas de jabón de pino y el loción para después de afeitar
picante.
Devora mi boca y me deja mareada, jadeando por aire. Sus dientes
mordisquean y raspan mis labios. Su lengua lame profundo, patinando sobre
la mía, una tentadora vista previa de cómo ese ágil y caliente músculo podría
moverse sobre mi clítoris. Una promesa del placer que podría tener… si tan
solo le hubiera permitido dármelo.
Recuerdo cómo gemía mi nombre en el baño la noche anterior. El
recuerdo de esos oscuros y necesitados sonidos envía otra ola de calor a
través de mí. Tal vez no soy solo otra conquista para él; tal vez es igual de
impotente a su manera.
Repentinamente, no puedo entender por qué siquiera vacilé. Tuve un
hombre caliente y dispuesto prácticamente rogando por estallar mi mente.
¿Cuál fue el punto de negarme un buen momento? Me arqueo, presionando
nuestras caderas, y siento un doble destello de hambre y triunfo ante la larga
dureza que se empuja contra mi vientre.
Entonces Noah retrocede. Todo el toque que estoy ansiando —el caliente
y musculoso cuerpo, y la caliente y húmeda boca— solo desaparece
repentinamente. Me toma un momento registrar lo que pasó.
Aún aturdida por la lujuria, parpadeo hacia él.
—¿Qué…?
—Es hora de irnos. Vamos a llegar tarde al trabajo.
—¿Trabajo? —La palabra sale como un gemido decepcionado.
Sonríe como si hubiera ganado el Super Bowl.
—Eres quien estableció nuestros límites en primera base. Aunque, si
quieres más, creo que la oficina podría sobrevivir otra hora sin nosotros. Pero
tendrás que pedirlo con educación.
A medida que la niebla de la calentura se despeja de mi mente, me doy
cuenta lo que está pasando aquí. Ah, hijo de perra…
Noah estuvo jugando conmigo todo este tiempo. Su plan desde el
principio fue provocarme hasta que estuviera lo suficientemente desesperada
como para aflojar las restricciones de nuestro acuerdo. Está tratando de
tentarme para que admita que quiero ser algo más que amigos. Cree que
puede probarse a sí mismo y también echar un polvo, matando dos pájaros de
un tiro.
Bueno, puede olvidarlo. Olivia Cane no ruega. Nunca.
Estoy casi más enojada conmigo misma que con él. ¿Qué demonios
estaba pensando? No mucho, eso es seguro. Mi libido me arrancó totalmente
del asiento del conductor. Nunca me he sentido tan fuera de control antes. Y
si tengo algo que decir al respecto, esta primera vez también será la última.
Maldición, mis labios aún hormiguean por su beso. Mi rostro arde con
vergüenza y los últimos tercos rastros de excitación.
Tratando de serenarme, le dirijo a Noah la mirada más sucia que pueda
reunir.
—Eres el diablo.
—Estoy bastante seguro de que entonces eso te haría la reina del infierno.
—Hace una pausa—. En realidad, tal vez eso no es tan inexacto…
—Felicidades, sabelotodo, consigue terminar con los platos mientras me
aplico maquillaje. —Me vuelvo sobre mis talones y camino a zancadas hacia
el baño.
—Como quieras —grita al pasillo detrás de mí.
Presiono mi mandíbula, tratando de calmar mi irritación y calentura
persistente. Conozco solamente una manera segura para silenciarlo.
Desafortunadamente, como aprendí recién, él volvería un beso a su favor de
nuevo.
No puedo olvidar el alarde de Noah acerca cómo estaría rogando antes
del cuarto día. Al principio, pensaba que no había manera de que cedería tan
fácilmente. Pero ahora, solo un día después, no estoy tan segura.
Capítulo 11
Noah

Cuando llegamos a la sala de conferencias, está llena a su capacidad con


casi todo el personal de oficina en el edificio. Todos los asientos en la larga
mesa de conferencia están tomados, y hay espacio para estar de pie solo en la
parte trasera de la sala.
Veo a Rosita metida en la esquina más alejada y me da un saludo alegre.
No estaba invitada a la reunión, pero le envié un mensaje para que estuviera
aquí. No hay manera de que pudiera permitir que se perdiera de escuchar la
gran noticia. Sé que esta tan orgullosa de mí como lo hubiera estado mi
propia madre.
El padre de Olivia está de pie al frente de la sala, charlando casualmente
con Prescott y algunos miembros de la junta quienes optaron por aparecerse.
Sé que son menos que optimistas sobre los resultados que estamos
prometiendo Oliva y yo.
Mientras esperamos el gran anuncio para comenzar, las personas están
hablando en pequeños grupos. Algunos charlan sobre el trabajo del que son
tan apasionados, mientras otros solo están hablando trivialidades con los
amigos del trabajo que han desarrollado durante los años. Estas son todas las
personas que perderán sus empleos si no tenemos éxito. Personas reales. Con
problemas reales y vida reales. Y todo eso está en juego.
Mi estómago se contrae.
—Necesito una bebida —se queja Olivia a mi lado.
—Buena idea —murmuro.
Me pregunto si aún está enfadada por dejarla impotente esta mañana.
Probablemente. Pero ¿después de la forma en que rodó su apretado trasero en
la cama anoche después de darme una erección con sus suaves y húmedos
besos y pequeños gemidos de aliento? ¿Obligándome a ocuparme de la bestia
si quería alguna esperanza de conciliar el sueño? Sí, la revancha es una perra.
Su mirada vaga hacia la mesa lateral cerca de las ventanas, donde garrafas
de café y bandejas de bollos daneses han sido colocadas.
—No veo nada de té. ¿Quieres café? —pregunta, ya dirigiéndose hacia
allá.
Niego con mi cabeza.
—Gracias por preguntar, pero estoy bien.
Momentos más tarde, Olivia regresa con una taza de papel de humeante
café negro.
—Comencemos —anuncia Fred con una estruendosa voz. Silencio se
instala en la habitación, y todos los ojos se centran en él.
Da un paso hacia a delante.
—He convocado esta reunión hoy para compartir un anuncio especial. —
Nos mira a mí y Olivia y sonríe brevemente antes de regresar su atención a la
multitud—. Es con gran honor que anuncio que la próxima generación de
Tate & Cane… mi hija, Olivia, y el hijo de Bill, Noah, van a sumir
operaciones como co directores generales.
Un murmullo de susurros estalla por todas partes.
—Lo sé, lo sé. —Fred silencia a la multitud con un gesto de su mano—.
La familia decidió rechazar la propuesta de la junta, al menos por ahora, y
demostrarles que podemos volver esta empresa rentable bajo su liderazgo al
final de este trimestre financiero.
Vemos algunas cabezas asintiendo, pero la mayoría de las personas lucen
inciertas. No los culpo. Sus empleos están en juego, y ¿qué pruebas tienen de
que Olivia y yo realmente podemos sacar esto adelante… y tan rápido?
Ninguna.
—Por favor, junten sus manos y den la bienvenida a sus nuevos co
directores generales. —Aplaude entusiastamente y todo el mundo sigue su
ejemplo, obsequiándonos una ronda de aplausos.
Después de que el ruido desaparece, Olivia da un paso adelante con un
breve pero elocuente discurso sobre cuán devotos somos para tener éxito, y
cómo necesitaremos la cooperación y trabajo duro de todos en esta sala para
ganar juntos. Honestamente, no estoy seguro exactamente de lo que dice
porque veo a Harrison follándose a Olivia con los ojos desde donde está de
pie en la parte posterior de la sala, y sangre truena en mis oídos.
Cuando Olivia termina, doy un paso adelante y tomo su mano en la mía.
Ese imbécil de contabilidad está a punto de saber con certeza a quién le
pertenece ella.
—Tengo un anuncio familiar, de hecho. Bien podría ventilarlo todo, dado
que no tengo nada que ocultar. —Le sonrío a Olivia, quien luce como si
estuviera lista para asesinarme—. Los rumores son verdad. Olivia y yo
estamos saliendo.
—Pero no empañará nuestra atención del negocio —dice,
interrumpiéndome.
Maldición. Todo acerca de esta mujer es duro e implacable. Lo que
necesito es conseguir que se afloje y se relaje. Está demasiado apretada.
Necesita aprender a detenerse y oler las rosas de vez en cuando. Trabajo a un
lado, eso se convierte en mi siguiente prioridad.
Además, todavía tengo que descifrar cómo voy a ganar la apuesta que
hemos hecho. Solo tres días más para ponerla húmeda y desnuda y rogando
por mí… Y así, se mueve a la parte superior de mi agenda.
Lucho contra la ola de excitación que me golpea y sonrío a medida que
respondemos las preguntas de los empleados.
***
Tan pronto como la reunión termina y toda la empresa no está
mirándonos, Olivia se marcha hecha una furia sin una palabra y se niega a
responder mi llamada en la puerta de su oficina. Supongo que mi pequeño
anuncio espontáneo la enfadó mucho más de lo que pensaba.
Pero ¿por qué? Estamos saliendo, ¿verdad? Maldita sea… si quiero
conquistarla, necesito averiguar qué la mueve. No soy reacio a pedir ayuda. Y
¿quién conoce a una mujer mejor que su mejor amiga?
Ya sé que Camryn trabaja en el departamento de marketing. Rastrear su
cubículo es fácil desde allí. Cuando lo encuentro, veo que es un lío de papeles
y carpetas, uno de esos caóticos sistemas donde estoy seguro que trataría de
convencerme que sabe dónde está todo.
Está tecleando, y cuando me aproximo, sus dedos se detienen
repentinamente y sus ojos se elevan a los míos.
—¿Cómo puedo ayudarlo?
Casi me río. Es tan formal. Ella y Olivia definitivamente están cortadas
con la misma tijera; puedo ver por qué son tan buenas amigas.
—Necesito hablarte de Olivia —digo, y la frente de Camryn se arruga.
Se me cruza por la mente que tal vez no quiera ayudarme. Decido poner
todas mis cartas sobre la mesa y ver si mi franqueza la hace morder.
Bajo mi voz y me inclino más cerca.
—Sabes sobre toda la cosa del contrato matrimonial, ¿verdad?
—Sí, y no te ayudaré a tratar de convencerla, si por eso estás aquí. Olivia
es una chica grande, y puede tomar sus propias decisiones.
—No estoy aquí por eso.
—Bien. ¿Qué necesitas? No soy exactamente del Equipo Noah, ¿sabes?
—Eso está bien, porque ambos somos del Equipo Oliva.
Gira la silla lejos del teclado y me enfrenta.
—Tienes cinco minutos.
—¿Por qué Olivia se opone tanto a esto? Odio ser tan arrogante, pero la
mayoría de las mujeres dejan caer sus bragas ante mi más ligero interés.
—Olivia no es la mayoría de las mujeres.
—Créeme, me he dado cuenta.
—Así que, ¿cuál parece ser el problema, donjuán? —Cambia su peso en
el asiento, mirándome con una expresión divertida. Está disfrutando
demasiado mi desesperación—. Nunca imagine que Noah Tate, el legendario
dios del sexo, tendría problemas para seducir a una mujer.
—Dios del sexo, ¿eh?
Se encoge de hombros.
—¿Son ciertos lo rumores o no?
—Depende a qué rumores estés refiriéndote.
—¿Que tienes un polla mágica de veintitrés centímetros que sabe a
fresas?
Me echo a reír a pesar de mí mismo. Estamos en un área de trabajo
atestada de personas sentadas al alcance del oído, y está discutiendo de mi
polla como si estuviéramos eligiendo muestras de alfombras.
—Por mucho que me duela decir esto, dejemos mi polla a un lado y
vayamos al tema en cuestión.
Cuadra sus hombros.
—Correcto. Olivia.
—Dime qué le gusta. Pasatiempos. Intereses. Cosas que disfruta.
Camryn se toma un segundo para pensar.
—Trabaja su culo toda la semana, lo cual estoy segura que sabes. Así que
si te estás refiriendo a los fines de semana, le gusta ver comedias románticas
y tiene un lado romántico secreto. Le gusta comprarse un ramo de peonias en
el mercado agrícola cada sábado.
—Eso es bueno. —Saco mi teléfono y escribo peonias en la aplicación de
notas—. ¿Qué más? ¿Color favorito? ¿Comida? —Ya sé que le gusta el
Martini sucio y el vino tinto, pero cautivar a Olivia tomará mucho más que
licor.
—Verde. Como el dinero. —Camryn sonríe. Olivia siempre fue una
potencia obsesiva—. Y le encantan las tapas.
—¿No es eso solo un aperitivo para la cena?
—Básicamente —dice Camryn con un encogimiento de hombros.
—Entendido. ¿Algo más?
Mira hacia otro lado por un momento.
—Bueno, gay una cosa, pero no creo que vayas a querer escuchar esto.
—Cuéntamelo todo.
—Tiene este álbum de recortes de su boda de ensueño. Ha estado
añadiéndole cosas desde que era una niña.
—¿Olivia? —Mis ojos se ensanchan —. ¿La misma Olivia Cane que
protestó acerca de casarse tiene sueños de una gran boda?
—Exactamente. Siempre ha soñado con una gran y hermosa boda. En
realidad es muy blanda debajo de ese duro caparazón. Lo que su mamá y
papá compartieron fue especial, y en última instancia está buscando la misma
cosa. La boda perfecta. El esposo perfecto.
Todo me golpea a la vez.
—Y este arreglo aplasta su sueño de toda la vida.
—Bueno, sí.
Camryn parece no darse cuenta de la enorme bomba que dejó caer sobre
mí. No importa si conozco el color o cena favorita de Olivia. Quiere la única
cosa que nunca puedo darle: un verdadero felices-para-siempre.
Mi corazón se hunde un poco. No importa cuán bien nos estemos
llevando, no soy tan tonto como para pensar que podría llenar el lugar de a su
alma gemela. A menos que… Trago saliva mientras una ola de nervios me
golpea. Santo maldito matrimonio. ¿Estoy listo para eso?
—Una cosa más —le pregunto a Camryn—. ¿Por qué nunca tiene citas?
—Desde ese imbécil ex en la universidad, no he visto a Olivia con otro
hombre.
—¿Básicamente? Es una perra selectiva —dice con una sonrisa afectuosa.
—Está esperando a que su príncipe azul caiga a sus pies.
—Algo así.
—Gracias, esto ha sido de gran ayuda.
—Buena suerte —dice Camryn mientras me dirijo a mi oficina. Deja el la
vas a necesitar sin decirlo.
Joder… tengo trabajo duro por hacer.
Capítulo 12
Olivia

Del brazo en esmoquin de Noah, entro de Clair de Lune, un restaurante


francés de cinco estrellas con vistas al río Este. Escargot, caviar, manteles
blancos, botellas de cien dólares, el lote completo.
Aunque este evento es puramente negocios —una cena destinada a
ganarnos un nuevo cliente—, Noah me trajo un ramo de peonías cuando vino
a mi oficina a recogerme. Fue educado y atento, y casi me hizo perdonarlo
por sacarme de mis casillas el otro día.
¿A quién estoy engañando? El hombre me saca de mis casillas cada cinco
minutos.
La anfitriona nos guía a nuestra mesa reservada, donde la Sra. Estelle
Osbourne, la directora ejecutiva de marketing de Calzados Parrish de
cuarenta y tantos años, ya está sentada con una copa de champán frente a ella.
Luce regia en su vestido de raso color lavanda-gris, sus mangas cortas
transparentes con apliques de encaje plateado; un toque sexy, pero
sofisticado. Repentinamente, me siento vestida inapropiadamente y
desaliñada con mi vestido negro entallado que me llega a la rodilla.
Leí el perfil de negocios de la Sra. Osbourne en línea mientras estudiaba
sobre su compañía para esta cena. Después de completar su educación en la
Liga Ivy, consiguió un trabajo con el gigante de la moda Luxor Brands y ha
estado ascendiendo en la escalera corporativa desde entonces. Apenas se hizo
cargo del apreciadísimo rol de jefa de marketing de Parrish el año pasado, y
hasta ahora está haciendo cosas grandiosas.
Talentosa, exitosa, hermosa, con agudo instinto para los negocios… es
exactamente la clase de mujer que me esfuerzo ser. Lo que solo hace mucho
más estresante el prospecto de intentar impresionarla.
—¿Llegó aquí temprano? Ahora luce como si hubiéramos llegado tarde
—siseo en voz baja.
—Relájate, Copo de Nieve —murmura Noah mientras saca la silla para
mí.
A él le es fácil decirlo. ¿Cómo es que siempre permanece tan calmado?
Estoy balanceándome sobre el filo de un cuchillo de emoción y ansiedad.
Hacernos de este nuevo cliente en primer lugar fue un increíble golpe de
buena suerte. Si logramos encantar a esta mujer, los contratos de su compañía
nos ayudarán muchísimo para salir de números rojos. Tate & Cane necesita
desesperadamente que esta cena de negocios pase sin ningún obstáculo.
Después de que todos estrechan sus manos y se presentan, Noah y yo nos
sentamos. El camarero se materializa con la lista de vinos y tres menús.
Ordeno el buey a la borgoñona y una copa del Beaujolais nouveau del año
pasado. Traigan el vino tinto.
El mesero se marcha y bebo un sorbo de agua helada para aclarar mi
garganta seca. No te preocupes, tienes esto bajo control.
—Entonces, como estaba diciendo más temprano al teléfono, Tate &
Cane actualmente está implementado un plan sólido para…
—Ah, seguramente los negocios pueden esperar hasta después del plato
principal. —La Sra. Osbourne, o Estelle, como nos ha dicho que la llamemos,
interrumpe con una sonrisa que dice que claramente está acostumbrada a
salirse con la suya—. ¿Durante cuánto tiempo han estado juntos?
—Eh…
¿Cómo demonios explico que estamos en la fase de prueba de un
matrimonio arreglado? Solo empezamos a salir unos pocos días atrás, pero en
cierto sentido estamos algo así como… ¿precomprometidos? Probablemente
solo debería inventar algo. Y tengo que hacerlo rápido porque ya he hecho
una pausa demasiado larga. Pero también tengo que asegurarme de que mi
mentira no regresará a mordernos el culo después.
—Desde que podemos recordar —dice Noah, cubriendo ágilmente el
incómodo silencio—. Nuestros padres eran amigos cercanos y compañeros de
negocios, así que pasamos la mayor parte de nuestra niñez juntos. Estaba
destinado a ser.
—Qué dulce. —Estelle sonríe tontamente, mirando entre ambos con
curiosidad.
—De hecho, eso me recuerda una historia de cuando nuestras familias
pasaban los veranos juntas…
Oh Dios, aquí viene. Noah hace uso de una de sus armas secretas: una
anécdota tierna sobre cómo una vez salvó a un cachorro de ahogarse en la
bahía Shinnecock. Es un cuento viejo, salvajemente embellecido a lo largo de
los años, garantizado para que mujeres se desmayen y bragas se desintegren.
Empiezo a desconectarme en favor de concentrarme en la fragante
comida que llegó recién. Permitiré que Noah tenga su recreo por hora.
Probablemente, es una estrategia decente dejar que nuestro prospecto de
cliente beba unos cuantos tragos antes de dar el discurso sobre nuestro
negocio, de todos modos.
Eventualmente, Noah termina su historia entre murmullos de aprobación
de Estelle. Empiezo a escuchar de nuevo cuando él se inclina ligeramente
hacia ella, con ademán conspiratorio, como si estuviera a punto de decir algo
íntimo y profundo. Pero todo lo que pregunta es:
—Dime… ¿por casualidad te nombraron por Estelle Carmen, la
diseñadora de Hollywood?
Estelle suelta verdaderas risitas tontas.
—Tú y yo sabemos que soy demasiado vieja para que sea verdad. Ella
solo era una niña cuando nací. Pero aprecio el intento de halago.
—¿En serio? Habría jurado lo contrario. —Destella una sonrisa de mil
watts.
—Detente —dice ella con un deje tímido que le dice que no haga
semejante cosa—. Pero me sorprende que conozcas ese nombre en absoluto.
¿Eres un estudiante de moda, Sr. Tate?
—Siempre estoy interesado en lo que visten las mujeres hermosas… o no.
—Deberías ser más cuidadoso con esa boca impertinente tuya —dice ella,
regañándolo juguetonamente.
¿Qué demonios está sucediendo aquí? ¿Repentinamente me volví
invisible ante ellos?
Le disparo una mirada a nuestro mesero, quien se ha llevado la vajilla del
plato principal y ha preguntado dos veces si nos gustaría el postre. Luce casi
tan irritado como yo, lo cual es a la vez consolador y aterrador.
Al menos sé que no me estoy desquiciando aquí, pero odio que las gracias
de Noah y Estelle sean tan visibles. Con la forma en que lo están llevando,
cualquiera asumiría que eran viejos amigos… o incluso una pareja. Yo soy el
mal tercio. Mis únicos acompañantes son una copa de vino vacía y los
primeros rastros de un próximo dolor de cabeza.
—Lamento eso —le digo al mesero—. Sí, por favor vaya y tráiganos el
menú de postres. Y también el menú de cócteles. Gracias. —Debo comprar
algo de tiempo para volver a encauzar esta cena…
De verdad no tengo idea de qué está sucediendo. Noah y yo revisamos
nuestro plan de juego en la oficina apenas unas horas atrás: hablar de cifras,
explicar por qué Estelle debería confiar las campañas de publicidad de su
compañía a Tate & Cane, y conseguir un compromiso, incluso uno informal.
Pero se ha salido completamente del guión.
Han cubierto un amplio rango de temas, desde su bar de sushi favorito
(comparten el mismo), hasta los mejores hoteles de las Vegas, hasta la caída
del mercado de valores del año pasado —la cual Calzados Parrish sorteó
bastante bien, gracias al pensamiento progresista de Estelle—, pero nada que
ver con asegurar el negocio. Nada de hechos concisos, nada de argumentos
persuasivos, nada de reconocimiento sobre la jodida razón por la cual
vinimos aquí esta noche.
Hasta ahora, no he conseguido emitir una sola oración del discurso de
ventas que pasé tres horas preparando. Sin mencionar que la forma en que
está coqueteando con ella me hace querer vomitar. ¿No se supone que somos
novio y novia? Porque Noah seguro como el infierno que no ha estado
interpretando el papel.
No podemos marcharnos esta noche hasta que tengamos una firme idea
de si Parrish está con nosotros o no, lo cual significa que tengo un camino
malditamente largo por recorrer. Y lo primero que necesito hacer es cruzar
una palabra con mi querido y dulce novio. Preferentemente en algún lugar
privado, donde nuestro cliente no pueda escucharme arrancándole las pelotas.
Reviso mi teléfono, fingiendo que lo escuché sonar, entonces interrumpo
su festín de amor con una sonrisa pegada a mi rostro.
—Cariño, ¿puedo robarte durante un momento? Mi padre me envió un
mensaje de texto con una pregunta importante.
Sin esperar una respuesta, empujo mi silla y me levanto, agarrando la
mano de Noah. Lo arrastro todo el camino hasta el fondo del restaurante,
cerca de las puertas de vaivén de la cocina. Un mesero que pasa nos dirige
una mirada curiosa.
—¿Qué carajos crees que estás haciendo? —gruño, intentando mantener
mi voz baja a pesar de arder de furia.
Noah parpadea con sorpresa. Luego una sonrisa de suficiencia empieza a
aparecer en su rostro.
—No me digas que estás celosa de que le preste atención a otra mujer.
Eso es muy lindo. No te preocupes, Copo de Nieve. Eres la única chica para
la que tengo ojos.
Lo corrijo con furia apenas controlada.
—No te atrevas a coquetear para salirte de esta, imbécil egocéntrico. No
podría importarme una maldición adónde van tus ojos. Estoy molesta porque
estás haciendo lucir nuestra relación como una broma, y no aprecio ser el
chiste. ¡Prácticamente estabas lamiéndole la salsa bearnesa de los dedos!
Otro mesero pasa. Este luce divertido. No lo culpo realmente… debemos
lucir ridículos, un par de miembros de la alta sociedad vestidos de punta en
blanco y riñendo fuera de la cocina.
Aprieto mis dientes. Ya estoy lo bastante humillada y enojada para que
todo me haga sentir peor.
Noah se mofa de mí.
—Oh, vamos. Se llama networking. Engrasar las ruedas. Ella sabe que no
es nada serio. He hecho esto un millón de veces.
¿Por qué no me sorprende?
—Eso difícilmente me hace sentir mejor. Y nuestro mesero parecía
confundido sobre quién era la pareja aquí, tú y yo o tú y ella.
—¿A quién le importa una mierda lo que piense? Ella es quien tiene el
control del dinero. Estamos aquí para impresionarla a ella.
—¡Te estoy pidiendo que te importe una mierda lo que yo pienso!
Parpadea.
—¿Qué? Por supuesto que me…
—No, claramente no, porque de otra forma estarías escuchando con
atención ahora mismo.
Lanza las manos al aire.
—Está bien, bueno. Estoy escuchando. Solo explica cuál es el problema.
Inhalo una profunda respiración por mi nariz, intentando calmarme lo
suficiente para poner mis pensamientos en orden.
—Déjame que lo deletree para ti. Eres quien le dio tanta importancia a
que hiciéramos una buena representación, mantuviéramos las apariencias,
hiciéramos que nuestra relación luciera real. Y ahora estás actuando como el
mismo mujeriego que has sido siempre. Excepto que ahora estoy aquí para
recibir el daño colateral, y es vergonzoso. Me faltas al respeto.
Abre mucho los ojos.
—Nunca tuve la intención…
—¡No importa! Tu intención no cambia los resultados. Tal vez nunca
siquiera se te ocurrió que tendría un problema con tu mierda. Puedo darte ese
beneficio de la duda. Pero estoy aquí parada ahora, diciéndote cómo me
siento. Así que, por favor, basta ya.
Se cubre la boca con una mano, bajándola con fuerza, y deja escapar un
suspiro alto y agobiado.
—Yo… no lo vi de esa forma. Solo estaba intentando atraer al cliente.
Como lo hago siempre.
Vaya, realmente luce desconcertado.
De alguna forma sorprendida, permito que mi voz se suavice.
—Bueno, si estoy en tu vida ahora, eso ya no puede suceder.
—En mi vida, ¿eh? —Me considera con una expresión que no puedo leer
del todo—. Entonces eso va en ambos sentidos, supongo. ¿Yo también estoy
en tu vida?
—Así parece. —Suspiro—. Estamos en esto juntos durante un buen
tiempo, al menos.
Ahora puedo leer su rostro… los primeros titileos de esa familiar sonrisa
pecadora. Estira la mano, y al principio pienso que me va a tomar por la
barbilla. Pero entonces pasa su dedo por mi cuello, esa larga franja de piel
expuesta, hasta la curva de mi hombro. No puedo evitar estremecerme.
—Lo haces sonar como una sentencia de prisión —se burla.
Sonrío. Solo ligeramente, pero ahí está.
Se inclina más cerca y pregunta:
—¿Estás segura de que no estabas para nada celosa?
Mis dos copas de vino han bajado mi guardia. Esa es mi excusa del por
qué, en lugar de decirle que se calle, admito:
—Tal vez un poquitito. —Entonces recupero mis sentidos y añado—:
Pero eso no cambia mi punto original.
Levanta las cejas, pero no dice nada.
Mis mejillas empiezan a calentarse mientras me observa. ¿Por qué el
imbécil preguntó, si solo iba a quedarse allí parado mirándome fijamente?
—¿Qué? —Estoy empezando a avergonzarme de nuevo, pero es diferente
a antes… un cosquilloso, casi emocionado retorcijón en mi estómago, en
lugar de un apretón doloroso y molesto. Y el tono defensivo de mi propia voz
solo intensifica la sensación.
—Nada. Solamente estoy un poco sorprendido, eso es todo.
Pong mis ojos en blanco en un intento para dejar de mirar los suyos
fijamente.
—Vamos, no me des esa mirada. Sabes el efecto que tienes en las
mujeres.
Esa sonrisa está a pleno de nuevo.
—¿Por qué no me lo dices tú?
—No. Me rehúso a ser la agente de viajes para tu viaje de ego.
—Si quieres, puedo tomar mi turno primero. —Antes de que pueda
detenerlo, Noah empieza a enlistar mis puntos a favor—. Eres la persona más
inteligente y diligente que he conocido. Observarte trabajar es increíblemente
ardiente; en tu elemento, serena y confiada, la forma en que tus bonitos ojos
azules destellan cuando estás a punto de destrozar a algún pobre mequetrefe.
No puedo evitar preguntarme si eres tan fiera e incansable y creativa en la
cama. Eres honesta hasta la exageración… ¿tu cuerpo también es honesto?
¿Llevas el placer en la mano? ¿O intentarías contenerte, hacerme esforzarme
por este? Créeme, estoy dispuesto a aceptar el desafío.
Sus palabras me dejan sin aliento de golpe. ¿Qué demonios sucedió? ¿Y
por qué tiene que hacerme cosquillear de la peor forma?
El medio halago, medio charla sucia golpea un punto débil que ni siquiera
sabía que tenía. O tal vez solo siento esto porque es Noah quien está diciendo
esas cosas tan dulces y sucias, mirándome tan fervientemente. Su voz ronca
se suaviza y me calienta, y me siento repentinamente expuesta. Al
descubierto. Pero no de forma mala, no como una pesadilla estando desnuda
en la reunión importante, porque sé que Noah nunca me lastimaría. Él nunca
se aprovecharía de mi vulnerabilidad.
O tal vez lo haría, pero solo en formas que deseo secretamente.
Noah agarra mis manos, gira mis palmas hacia arriba en rendición, sus
pulgares frotando ligeros círculos sobre la suave piel bajo mis muñecas.
Cuando no puedo reprimir el estremecimiento que me recorre, sonríe como
un lobo. Oh, vio esa reacción, muy bien. Sabe exactamente lo que está
haciendo, y lo odio y lo amo.
—Y haría prácticamente cualquier cosa para poner mis manos sobre tu
increíble cuerpo —continúa despiadadamente—. Nunca he visto una mujer
más perfecta… cada centímetro de ti, trasero firme y tetas voluptuosas y
piernas hechas justo para envolverse alrededor de mi espalda. Besarte la otra
noche no fue para nada suficiente. Me encantaría observar tu expresión
cambiar mientras embisto dentro de ti. Observarte ceder el control, apagar tu
cerebro y solo sentir.
—N-no juegas limpio —consigo tartamudear finalmente.
—Oye, esto no funciona así. Halagos, no insultos. Créeme, ya tengo una
idea bastante buena de cuáles piensas que son mis puntos malos.
—Eh… —Trago—. También eres bastante genial, pero de una forma
diferente. Bueno con la gente y las palabras y esas cosas, en lugar de números
y estrategia.
—¿Es por eso que te estás sonrojando ahora mismo?
De alguna forma, sí. Pero su esculpida mandíbula, labios carnosos, y
penetrantes ojos oscuros son lo que hace sus palabras verdaderamente
embriagadoras. Y el hecho de que aún no me ha soltado las manos.
—Tomas el control, y a veces odio eso, pero a veces… es agradable tener
un descanso.
Su sonrisa se vuelve traviesa.
—¿Oh? Me aseguraré de tomar nota de eso. ¿Algo más?
Retrocedo a terreno seguro y familiar. Palabras rudas, algo que pueda
negar después como solo una broma.
—¿Estás intentando hacer que admita que tienes un lindo trasero?
Pero cuando su única respuesta es una risita sedosa y oscura, me doy
cuenta de mi error. No se dejó engañar para nada —¿por qué creí que lo
haría?— y ahora me he arrinconado yo misma. Literal y figurativamente.
Mientras hablaba, Noah se inclinaba más cerca lentamente, poco a poco,
hasta que apenas puedo sentir el cosquilleo de su respiración.
Repentinamente, plenamente consciente de la temperatura elevándose
entre nosotros, me aparto.
—¿No deberíamos regresar? Es grosero dejar a la Sra. Osbourne
esperando.
La mirada de Noah es demasiado intensa para que yo aparte la mirada.
—La única mujer que me interesa entretener ahora mismo es a ti.
Me muevo una fracción, necesitando marcharme pero deseando
quedarme, y me doy cuenta de que mis bragas están completamente
empapadas. Todo lo que nunca me permití sentir o pensar sobre Noah se
precipita a la superficie. A mi cuerpo no le importa que sea un imbécil
inmaduro. Odio que mi libido esté tan completamente fuera de mi control.
Odio que siempre he tenido un retorcido flechazo por Noah. El destino debe
estar riéndose a morir ahora mismo.
Noah se inclina más cerca, deteniéndose a punto de hacer contacto. Casi
puedo sentir el roce de sus labios contra los míos, y mi estómago se aprieta
con deseo.
—¿Aún solo primera base? —susurra contra mi piel—. ¿O quieres más?
No respondo. Ni siquiera estoy segura de poder hablar. Solo humedezco
mis labios.
Ese diminuto movimiento es como aflojar un resorte apretado. Noah se
lanza para devorar mi boca. Mis rodillas se debilitan ante su experta
arremetida. Sus fuertes brazos me envuelven y sus manos están por todas
partes, encendiendo mis nervios, las puntas de sus dedos rozando lo que se
siente como cada centímetro de piel desnuda. Siento un destello de
frustración de que mi vestido sea tan modesto; quiero su toque por todo mi
cuerpo, sin restricciones.
Junta nuestras caderas de un tirón y siento su erección presionada contra
mi vientre. Algo salvaje se dispara por mi interior, una satisfacción fiera y
territorial. Esa dureza es todo por mí. No por Estelle, ni por ninguna de sus
conquistas anteriores. Soy quien lo está haciendo sentirse así ahora mismo.
Una necesidad tan poderosa y primitiva dirigida directamente y solamente a
mí.
Es todo mío. El pensamiento espontáneo se encaja con fuerza en una parte
animal de mí que nunca me di cuenta que tenía.
En llamas, acuno su bulto a través de sus pantalones, deseando reafirmar
el control y demostrar mi poder sexual. Pero ese fue un gran error… énfasis
en gran. Sentir cuán impresionante y duro como el acero está solo me vuelve
más desesperada. Gimo y lo aprieto en la palma de mi mano.
—Si no te detienes, vamos a tener un problema —gruñe.
Suelto una risita, sintiéndome casi ebria de lujuria.
—¿Estás seguro que es nuestro problema y no solo tuyo?
Se echa hacia atrás abruptamente, sacando un involuntario sonido de
decepción de mi garganta. Pero mi fervor aumenta de nuevo cuando agarra
mi mano y me lleva apresuradamente hacia el cuarto de baño cercano. Me
mete adentro y cierra la puerta. Dejo caer mi bolso en la esquina justo cuando
me empuja contra la pared.
Nuestras bocas se estrellan de nuevo, labios y lengua moviéndose como si
estuvieran hechas para esto. Nuestro besuqueo se intensifica mientras sus
dedos tantean la espalda de mi vestido. Encuentra la cremallera, la baja a la
mitad, luego lo abandona para bajarme las mangas por los hombros,
atrapando mis antebrazos.
Chillo de sorpresa —luego me pongo la mano sobre mi boca rápidamente
— cuando se arrodilla para dar vueltas con su lengua alrededor de un pezón y
pellizca el otro… con fuerza.
—¿Sin sostén esta noche? —murmura entre lametones, chupetones y
suaves mordidas—. Chica traviesa.
Quiero explicarle que este vestido no funciona con un sostén. Quiero
decirle que se calle y me folle. Pero todo lo que puedo hacer es temblar ante
las chispas de sensación que se disparan desde mis pechos directamente a mi
clítoris.
—Dios, son hermosos —dice con un gruñido, tomando mi pezón en su
boca.
Solo puedo observar, desesperada, mientras besa mis pechos, y dejo
escapar gemidos impotentes.
—Y tan sensibles. —Se mueve al otro, dándole un beso húmedo que
termina con un audible sonido de succión. Me levanta la falda y pasa los
dedos a lo largo del centro de mis bragas—. Justo como pensé —murmura—.
Muy mojada para mí.
Abro la boca para discutir, pero Noah elige ese momento para besarme de
nuevo.
Entonces levanta el costado de mis bragas y sus dedos se deslizan en el
interior.
Sin tantear ahora, sin tontear, sin provocar… sabe exactamente por qué
me estoy muriendo. Un largo dedo me separa, acariciándome, poniendo la
cantidad precisa de presión sobre esa hinchada protuberancia. Murmuro
algún gemido ininteligible. La lengua de Noah continúa trabajando contra la
mía. Luego dos dedos hábiles se curvan en mis profundidades y la parte baja
de su mano frota mi clítoris hinchado y anhelante. Calor se eleva en mi centro
y me ahogo con un grito de alivio. Sí…
Noah gruñe con posesiva satisfacción.
—Eso es lo que me gusta oír, nena. Este coño es mío ahora, y ambos lo
sabemos. Voy a encargarme muy bien de mi esposa…
Su charla sucia me molesta y prende mi cuerpo en llamas al mismo
tiempo. No sé qué sentir. No puedo pensar en absoluto. Solo me aferro a
Noah, luchando por permanecer de pie mientras el placer incandescente me
domina más y más. Me muerdo el labio con fuerza para amortiguar mis
gemidos.
—Joder… Noah… —gimo, girando mis caderas con fuerza contra su
mano. Estoy agonizantemente cerca. Solo unos segundos más…
Alguien golpea la puerta.
Ambos nos congelamos en nuestro sitio, yo desnuda de la cintura para
arriba y aferrándome a los hombros de Noah, Noah con su mano debajo de
mi falda. Lo absurdo de la imagen me golpea repentinamente. Podría
haberme reído si no estuviera tan apabullada por el terror… y estuviera al
borde de un clímax de infarto. Incluso con el miedo de ser atrapados
enviando hielo a través de mis venas, aún estoy ardiendo.
—Si mueves los dedos, te mataré —le susurro a Noah frenéticamente. De
ninguna manera sería capaz de mantener este orgasmo en silencio. Ha pasado
seis largos meses en ciernes. Y lo quiero más de lo que quiero mi próxima
respiración.
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí dentro?
Oh Dios mío. Esa es la voz de Estelle. Nuestra clienta está parada a
menos de un metro de distancia, y la mano de mi estúpido y sexy novio está
aún bajo mis bragas.
—Somos Noah y Olivia —dice Noah, logrando una voz perfectamente
casual—. Solo teníamos unas cuantas cosas de qué hablar.
—¿En el baño? —pregunta con obvio escepticismo.
¿Está sospechando o solo está confundida? Maldita sea, debería tirarme
por la ventana ahora mismo.
—Asuntos familiares privados, tú entiendes. Saldremos en un minuto.
Después de una pausa de paro cardíaco, finalmente escucho que sus
pisadas se alejan.
—Deja de tocarme —siseo entre dientes.
Noah me dirige una mirada de oye, no es justo.
—Me dijiste que no moviera mi…
—¡Sabes a qué me refería, listillo! ¡Ahora sal de mis bragas!
Soltando risitas, se retira.
—Creo que esa es la primera vez que una mujer me ha dicho eso.
—Si quieres escuchar cosas peores, puede ser arreglado. Ahora, súbeme
la cremallera.
Después de que Noah me ayuda a colocarme la ropa en su lugar, me
reviso en el espejo sobre el lavabo. Jesús, luzco como un desastre. Labial
corrido por todas partes, cabello revuelto. Mi apariencia prácticamente grita
¡follé en seco a un chico en el baño! Qué gran trato… toda la vergüenza
pública del sexo sin nada de la parte de “realmente llegar a tener un
orgasmo”.
Recupero mi bolso del rincón, me paso mi cepillo de viaje por el cabello
unas cuantas veces, luego empiezo a limpiarme los labios. Mientras aplico
una capa fresca de labial, noto que Noah aún no se ha movido de su lugar. Se
ha enderezado su corbata y vuelto a abotonar su chaqueta, pero aparte de eso,
tan solo me ha estado esperando pacientemente.
Al menos podría tener la decencia de lucir avergonzado por tentarme a
este desastre…
—¿No te vas a lavar las manos? —le espeto. Una de ellas estuvo
enterrada en mí ya-sabes-qué hace un instante, después de todo.
Con una sonrisa malvada, levanta esa mano a su nariz y se huele los
dedos exageradamente, inhalando mi esencia, y mi rostro se pone de un rojo
brillante.
—De ninguna manera —dice sencillamente.
Aparto mi mirada hambrienta y bufo:
—Lo que sea. Regresemos a la mesa y esperemos que no hayamos
arruinado este trato.
—Eh, dulzura…
Lo miro.
—¿Qué?
Suelta una profunda respiración por la nariz lentamente.
—Si salgo ahí afuera así, me arrestarán por indecencia.
Sigo su mirada, la cual ha caído a la parte delantera de sus pantalones.
Santo infierno. Parece como si estuviera contrabandeando una piña en su
ropa interior.
—Pon esa cosa bajo control.
Aprieta los ojos y respira hondo otra vez. Cuando sus ojos se abren de
nuevo, luce ligeramente más compuesto.
—Andando.
Cuando dejamos el cuarto de baño, intento volver a recomponerme. Con
Estelle a la vista de nuevo, pongo mi cabeza de vuelta en modo trabajo.
Claro, Noah puede ser injustamente atractivo —y ahora sé que también es
bueno con sus manos, además de ser un habilidoso besador—, pero aun así
necesito permanecer helada en esto. Él es un mujeriego arrogante, presumido
e inmaduro que no se toma los negocios con la seriedad suficiente.
Así que mantén la cabeza en el juego, Olivia, me recuerdo a mí misma.
Pero el dolor de insatisfacción entre mis muslos es casi demasiado para
soportar. Esta cena definitivamente calificará como la tarde más larga de mi
vida.
Capítulo 13
Noah

—Bueno, eso fue bien —digo mientras maniobro mi elegante Tesla negro
fuera del estacionamiento. Le doy un modesto golpecito al acelerador y
salimos volando por la calle.
Me siento de tres metros de altura, tan engreído como puedo serlo, y nada
me importa una mierda ahora mismo. Ni siquiera la forma en que mi polla
está punzando como una jodida hija de perra puede arruinar mi buen humor.
Olivia me dispara una fulminante mirada interrogante, y sé que se está
preguntando a qué me estoy refiriendo: la reunión de negocios con el nuevo
cliente que probablemente atraparemos, o mi parte favorita, casi hacerla
venirse en el baño. Mi cuerpo aún está preparado y listo para entregar.
—No puedo creer que no te lavaras las manos —espeta.
—Puede que nunca vuelva a lavarme esta mano. —Sonrío y hago un
gesto lascivo con mis dedos.
Me da la espalda con un bufido y mira por su ventana en silencio el resto
del camino a casa.
Cuando llegamos, el ático está oscuro y silencioso y mis hormonas aún
están embravecidas. Olivia deja su bolso y celular en la mesita de entrada,
luego se gira, dándome la espalda.
—¿Me bajarás la cremallera?
Le bajo la cremallera por la espalda, dejando que mis dedos rocen su piel,
apreciando los hoyuelos gemelos en la parte baja de su espalda y la parte
superior de su tanga de encaje.
Tortura. Esto es pura tortura.
Aprovechando la oportunidad, me inclino hacia adelante y coloco un
suave beso contra su nuca.
—Podríamos terminar lo que empezamos en el restaurante.
Su respiración se ha vuelto superficial y prácticamente puedo oler su
excitación. Sé que sus bragas aún están empapadas. La idea de tocarla de
nuevo casi me tiene abrumado de deseo.
—Probablemente no sea una buena idea. Deberíamos mantener esto
estrictamente profesional de ahora en adelante. Necesitamos enfocarnos en el
negocio, ¿no crees?
Pero suena ligeramente insegura, y eso es todo lo que necesito. Me dice
que solo es una cuestión de tiempo hasta que consiga lo que deseo. Y lo que
deseo es su estrecho coño envuelto alrededor de mi polla, donde pueda
embestirla durante horas. Días, incluso.
—Estabas tan cerca allá. Podía sentir tu coño aferrándose a mis dedos,
ese pequeño clítoris hinchado pulsando al ritmo de cada latido. Estabas a
punto de venirte —susurro.
El calor de mi aliento envía una erupción de escalofríos por su nuca.
Conozco bien el cuerpo de una mujer, cómo leer todos los signos y señales, y
todo en Olivia está vociferando que necesita ser follada. Desvestida, tendida
sobre la cama, y venerada como la diosa que es.
—Noah… —Su voz es casi un gemido, y mi polla se endurece
instantáneamente.
—¿Qué haces para divertirte, Copo de Nieve? No todo puede ser sobre
trabajo. A veces desahogarse es algo bueno.
—Hay una temporada para todo. —Endereza su postura—. Y está es
nuestra temporada para aplicarnos y enfocarnos en los negocios, no en jugar a
meternos mano. Estoy segura de que ese es un concepto desconocido para ti,
pero…
—Créeme, voy muy en serio acerca de Tate & Cane. Pero los negocios
son para los días laborables. Después de las horas de trabajo es tiempo de un
recreo. Y en caso de que fallaras en notarlo… —Paso la punta de un dedo por
su columna, deteniéndome en la cinturilla de sus bragas—. Está oscuro
afuera. Y somos dos adultos en edad para consentir.
—¿Dos? Intenta contar de nuevo.
La princesa de hielo se aleja un paso de mí y se dirige al dormitorio,
donde me embebo de un último vistazo de su espalda y caderas desnudas
antes de que cierre la puerta. Solo puedo imaginarla dejando que el vestido se
deslice por sus largas piernas, la tela amontonándose alrededor de sus pies
aún con tacones, su firme trasero cubierto solo por una tira de encaje…
Dios. Joder. Demonios.
Me paso los dedos a través de mi cabello y soplo un frustrado suspiro.
Durante un segundo, no sé si estoy frustrado porque estoy caliente y
desquiciadamente atraído por ella, o porque está haciéndome imposible ganar
nuestra apuesta.
No. Al diablo con eso. Es solo porque la deseo. Deseo tomarla en mis
brazos y entender que realmente podríamos tener algo aquí. Solo que ella es
tan malditamente obstinada. Y su sueño secreto de una boda romántica…
puede que yo no sea su primera elección, pero al menos quiero encontrarla a
mitad de camino, como más que amigos. Solo tendré que encontrar una
forma de sacar esto adelante y mantener a todos felices.
Por ahora, entro al baño y cierro la puerta detrás de mí. No la cierro con
seguro… solo en caso de que haya una remota posibilidad de que Olivia
cambie de opinión. Me desabrocho el cinturón y me bajo los pantalones de
vestir lo suficiente para liberar mi anhelante polla. Entonces me rocío algo de
su loción aromática en la palma y empiezo a acariciarme.
Su ligero y femenino aroma me rodea, y las sensaciones que cosquillean
por mi columna significan que esto no tardará mucho. Por segunda vez esta
semana, desplazo mi gran mano arriba y debajo de mi polla, deseando que en
su lugar fuera la pequeña y delicada mano de ella.
Recuerdos de esta noche en el cuarto de baño del restaurante destellan por
mi mente como un sueño erótico. Dios, ella estaba tan lista después de solo
unos minutos de manoseos y besos. Sus pezones erectos estaban apretados en
pequeñas protuberancias, y cuando succioné y lamí, se pusieron como piedras
contra mi lengua. Sabía tan dulce y hacía los mejores gimoteos jadeantes que
he escuchado.
Y entonces cuando deslicé mis dedos dentro de sus bragas… medio
esperaba que me dijera que me detuviera, solo que no lo hizo. En su lugar,
separó aún más sus pies en tacones. El movimiento más diminuto posible,
pero estaba tan sintonizado con ella que lo noté. Deseaba que la tocara. Lo
anhelaba tanto como yo. Era cálida y húmeda, dulce, sedosa perfección. Y
cuando deslicé dos dedos en su interior, casi me corrí justo allí. Su coño
estaba tan estrecho, sujetó mis dedos y los succionó, ansiosa de que la follara.
Me estremezco ante el recuerdo. Tan perfecta. Hermosa. Inteligente.
Sexual. Ella es todo el paquete.
Unos cuantos tirones más y me corro fuerte con un gruñido.
***
—¿Estás seguro de esto? —pregunta Olivia.
Su mirada viaja sobre un par de docenas de fiesteros desperdigados en el
patio de Rosita. La gente está riendo y charlando en pequeños grupos, y un
alegre pop mexicano se reproduce desde una grabadora en el patio. La cerca
de malla separa su jardín de una tienda de autoservicio detrás de su casa. Un
árbol solitario está en el centro con una piñata festiva colgada de una rama.
—Por supuesto. Esto va a ser grandioso. Vamos. —Tiro de ella hacia
Rosita y la cumpleañera, Maria.
Me dejo caer sobre una rodilla frente a ella.
—Vaya. Treinta y seis hoy, ¿eh?
Ella sacude la cabeza, sus trenzas agitándose salvajemente.
—No. ¡Tengo siete! —presume.
—Ah, siete. Bueno, feliz cumpleaños. —Le dirijo un guiño y arruga la
nariz. Definitivamente aún está en la edad en que los niños resultan
repugnantes—. Es un vestido muy bonito el que traes puesto hoy.
Baja la mirada hacia su vestido rosa intenso con costuras decorativas
color mandarina.
—Gracias. Mi mami lo hizo. —Le sonríe a Rosita.
Cuando me pongo de pie, le doy un abrazo a Rosita.
—Todo luce genial. Gracias por invitarnos.
—Por supuesto, mi amor. Gracias por venir —nos dice tanto a mí como a
Olivia. Era un viaje de una hora hasta Jersey, pero bien lo vale.
—Por supuesto —repite Olivia, su sonrisa un poco cautelosa. Obviamente
está fuera de su elemento aquí, pero dando su mejor esfuerzo por intentar
encajar.
—Por favor, diviértanse. Hay mucho que comer, y las bebidas están
adentro.
Escaneo la mesa de picnic que está sobrecargada, no se ve ni un
centímetro de mantel. Empanadas, carne asada, arroz con pollo, un montón
de cosas que no reconozco, pero estoy dispuesto a probar, y un hermoso
pastel de tres leches en el centro de todo.
—Hiciste suficiente para alimentar a un ejército —digo con una risita
entre dientes.
—Mi familia tiene gran apetito. —Rosita me sonríe irónicamente.
Le tiendo mi bolsa de regalo a Rosita. Tiene un par de libros infantiles en
español para Maria. Sé que mantener viva la cultura de su familia y asegurar
que sus niños sean bilingües es importante para Rosita. Es algo de lo que ella
y yo hemos hablado antes, y creo que es malditamente inteligente. Cualquiera
que conozca dos idiomas tendrá una ventaja en el mundo laboral cuando
llegue el momento.
—Oh, no tenías que traer un regalo. Tu presencia aquí es suficiente.
Sacudo mi cabeza.
—Por supuesto que traje un regalo. ¿Qué fiesta de cumpleaños está
completa sin una gran pila de regalos?
La sonrisa de Rosita decae ligeramente.
—Las cosas están un poco ajustadas ahora mismo. Este año hice los
regalos de Maria yo misma.
Oh, mierda. Tenía la intención de hacer un banal comentario juguetón, no
llamar la atención hacia la pequeña pila de regalos.
—¿Está todo bien?
Rosita asiente.
—Con toda la incertidumbre en el trabajo ahora mismo, estoy intentando
estirar nuestro presupuesto y ahorrar algo. Solo por si acaso.
Su mirada viaja entre Olivia y yo como si estuviera buscando respuestas.
Al tener seis hijos, sé que su presupuesto no tenía mucha flexibilidad para
empezar.
Tomo las manos de Rosita en las mías y les doy un apretón.
—Todo estará bien, lo prometo. Me voy a asegurar de ello.
Olivia se mueve incómodamente junto a mí. Incluso con toda la tensión
sexual que zumba entre nosotros, aún tenemos un trabajo que hacer. Y eso
nunca antes ha sido tan evidente como ahora.
—Suficiente de todo eso —dice Rosita, reforzando su sonrisa de nuevo
—. Ustedes dos vayan a divertirse. —Se aleja, dirigiéndose hacia su primo, a
quien conocí en la fiesta de Navidad del año pasado.
—¿Tienes hambre? —le pregunto a Olivia. La comida huele increíble, y
Rosita es una cocinera maravillosa. Planeo probar cada platillo sobre la mesa.
Tal vez dos veces.
Asiente.
—Me muero de hambre, en realidad, pero no estoy segura. —Frunce el
ceño mientras mira los coloridos platillos de comida humeante.
—¿Qué sucede?
Echa un vistazo alrededor.
—Solo estoy buscando un cuchillo y tenedor.
Me doy cuenta de que le preocupa derramar comida sobre su costosa
blusa.
—Vamos, te ayudaré. La primera vez que vine aquí, mordí un burrito y
derramé su contenido por todos lados. Lucía como si un bebé me hubiera
cagado sobre mi camisa Armani. No podíamos dejar de reír.
Me mira escépticamente.
—Rosita me enseñó la forma correcta de doblar mi burrito. Hay un truco.
Te lo mostraré.
Asiente y me sigue a la mesa.
Llenamos nuestros platos con carnes marinadas, cebollas asadas, arroz,
frijoles, y tortillas. Luego regresamos por una segunda ración de nuestros
platillos favoritos. Olivia me impresiona con su sano apetito y espíritu
aventurero.
Después del almuerzo, nos mezclamos y hablamos con la familia y
amigos de Rosita. Aunque Olivia dice que está disfrutando de la fiesta —y le
creo—, permanece pegada a mi lado toda la tarde, intentando hacer
conversación educada y sonriendo nerviosamente. De todas las cosas
maravillosas que ella es, “persona social” no es una de ellas.
Puedo notar que se siente fuera de lugar en sus sandalias de seiscientos
dólares, blusa de seda, y reloj de pulsera incrustado de diamantes. Aún no
estoy seguro de por qué no se puso algo menos formal. ¿O este es el atuendo
más casual que tiene en su armario? Tal vez solo es incapaz de vestirse
informal; siempre está pulcra de la cabeza a los pies, el epítome de la belleza
sofisticada. Ciertamente no me quejaré.
Ella y yo no crecimos así, con fiestas de jardín informales y platos de
papel y latas de cerveza Sauza. La vida de lujos definitivamente tiene sus
ventajas, pero de tener que elegir entre beber el mejor escocés a solas y beber
cerveza barata entre risas amigables, elegiré esta sensación cálida de familia
cada vez.
Más tarde, cuando empieza el baile, guío a Olivia hacia la casa.
—Ahora necesitamos unos Cuba libres. —Me dirijo adentro,
manteniendo una mano sobre su espalda baja para asegurarle que no la dejaré
para que se las arregle a solas.
—¿Eso no es solo ron y Coca-Cola? —pregunta, escéptica.
—Sí, pero es Coca-Cola mexicana, hecha con azúcar real, no esa mierda
falsa de sirope de maíz, y el ron… Infiernos, espera hasta que lo pruebes.
Lleno dos vasos con hielo y luego la mezcla de ron y Coca-Cola que
Rosita ha premezclado de antemano en una jarra.
—Mmm. —Olivia gime mientras traga su primer sorbo gaseoso.
—Salud. —Bajo la mirada hacia ella y toco el borde de mi vaso con el de
ella.
—¿Por? —pregunta.
—Nosotros —digo, mis ojos permaneciendo en los suyos.
—Noah… —Mordisquea su labio inferior—. Sabes que puede que eso ni
siquiera funcione, ¿verdad? —Su tono es sombrío.
—Con el infierno que no. De hecho, realmente necesitamos
comprometernos pronto.
Tal vez es porque me estoy sintiendo jovial y ligeramente achispado, pero
mantengo mi postura, mis ojos aun persistiendo en los de ella. Me he
preguntado qué clase de propuesta planearé: solo una reunión de negocios
directo al punto donde acordemos los términos, o una velada romántica
donde me ponga sobre una rodilla donde prometa hacerlo lo mejor que pueda
para ella.
Olivia mira hacia el piso.
—Solo que aún no estoy lista para eso.
—Percibí eso… pero podrías intentarlo. —Me inclino más cerca,
dejándola sentir el calor de mi cuerpo, mi altura cerniéndose sobre ella.
—¿Intentar?
—Sí, intentar.
—¿Y cómo propondrías que haga eso? —Está haciendo su mayor
esfuerzo para sonar confiada, pero su tono se ha vuelto tembloroso.
Sintiéndome audaz, le sonrío.
—Te alejaste anoche. Podrías besarme, tocarme, abrirte a mí, hacerme el
amor.
—Qué, ¿aquí mismo? —Su voz se eleva y frunce las cejas.
—Me conformaría con un beso.
—He hecho eso antes, ¿o lo has olvidado?
—¿Olvidado? Copo de Nieve, me masturbo regularmente ante el
recuerdo.
Sus mejillas se ponen de un rosa brillante.
—Habla en serio, ¿quieres?
—Estoy hablando en serio. ¿Te incomoda saber que en la noche, en la
oscuridad, bombeo mi dura polla con pensamientos de tu actitud atrevida,
boca sabihonda y tetas increíbles?
Abre la boca de golpe. Sus mejillas están llameando ahora.
Presiono.
—Un beso. Infiernos, puede que incluso termines teniendo algo de
diversión hoy. —La estoy molestando porque puedo notar que aunque estaba
tensa e incómoda cuando llegamos, se ha divertido hoy. Solo necesitaba un
poco de tiempo para sentirse como en casa.
Colocando una mano en su cintura, la atraigo un poco más cerca.
Su respiración se vuelve superficial y sus labios se abren, ya sea en
sorpresa o porque se está preparando para mi beso, no estoy seguro.
Bajo mi boca a la suya, sintiendo la calidez de su respiración flotar sobre
mis labios, mi polla comenzando a hincharse, cuando un grito alto atraviesa
el silencio.
—Picadura de abeja. Voy pasando —grita Rosita, cargando a una
cumpleañera llorosa a través de la cocina.
Apartándome de Olivia, despejo un espacio sobre la encimera.
—Ponla aquí.
Lágrimas caen de los ojos de Maria mientras sollozos silenciosos agitan
su pecho.
—Shh. Te dejaré como nueva, princesa —le digo a Maria.
Olivia y Rosita reúnen suministros de primeros auxilios mientras
distraigo a Maria con una historia de la vez que me topé con una colmena.
Olivia me observa trabajar con una mirada silenciosa y contemplativa, y no
puedo evitar preguntarme si me habría permitido besarla.
Traerla aquí hoy no fue un error. No hace falta decir que gente como
Rosita y esta niñita son una de las razones principales por las que Olivia y yo
tenemos que seguir adelante con esto.
Tenemos que seguir adelante.
Capítulo 14
Olivia

Querido Dios, ver a Noah con Rosita, e incluso más, ¿con la pequeña
Maria? Mis ovarios se derritieron.
Tengo que mantenerme fría. Porque ¿de lo contrario? Fácilmente podría
verme perdiendo la cabeza por este hombre.
Capítulo 15
Noah

Olivia siempre está tan compuesta, bien vestida con faldas y blusas a
medida, cuidadosa de pies a cabeza. Solo me dan ganas de desordenarla y
ensuciarla. Actúo como si no la notara con su ropa de negocios, pero por
supuesto que me afecta. Solo soy un hombre. Un hombre que aparentemente
ha tomado un voto de celibato desde que comenzamos a fingir estar saliendo,
o lo que sea que estamos haciendo.
Dios, ¿qué estamos haciendo? Cualquier noche de viernes normal, estaría
fuera con Sterling buscando chicas. En su lugar, estoy sentado en casa en
pantalones de chándal con una cerveza y mi tablet, haciendo cosas que nunca
hago, como buscar la genealogía de mi ascendencia familiar y leer artículos
al azar en CNN. Es gratamente relajante.
Pero teniendo a Olivia aquí, en mi espacio personal, en nuestro espacio
compartido todo el tiempo, es cada vez más difícil concentrarse. Como en
este momento, está encaramada en una silla de comedor, piernas dobladas
debajo de ella, un par de gafas de montura cuadrada negras sobre su delicada
nariz mientras mira su computadora portátil.
Es jodidamente adorable. Siempre lleva sus lentes de contacto, y rara vez
la he visto así. Se siente bien saber que está lo suficientemente cómoda para
bajar su guardia conmigo.
¿Y el ajustado Henley que abraza sus curvas, con sus pequeños botones
esparcidos en su pecho entre sus pechos? No me hagas hablar de esos
pequeños botones. Quiero desabrochar hasta el último, desnudarla para mí y
mordisquear mi camino desde el primer pecho redondo al otro.
—¿Qué deberíamos hacer para la cena, Copo de Nieve? —llamo hacia el
comedor donde está ocupada tecleando en su computadora portátil.
—¿Mmm? —pregunta, se mirada tomándose un momento para dirigirse a
la mía.
—Son las siete —le digo.
—Oh, bueno, no tienes que quedarte en casa y atenderme. Puedes salir o
lo que sea.
Se muerde el labio mientras dice esto, sin embargo, y algo en mí sabe que
se enojaría si saliera sin ella. Infiernos, me sentiría de la misma manera. Hay
una cierta paz que viene con trabajar duro con ella durante toda la semana, y
ahora relajarnos juntos.
—Estoy en pijamas. No voy a salir. —Me río entre dientes.
—Correcto. —Me dirige una mirada astuta—. Entonces… ¿pizza?
Normalmente come saludable, y yo también, para el caso, pero me gusta
que no le importe hacer trampa y disfrutar de algo solo porque sí.
—Mmm, no lo sé. —Me froto la barbilla—. Creo que esa es la verdadera
prueba de un matrimonio: ponerse de acuerdo sobre los mismos ingredientes
para la pizza.
—Está bien. —Hace un gesto para que continúe—. Tú primero.
Niego con la cabeza.
—Al mismo tiempo.
Nuestras miradas se encuentran y ella abre la boca.
—Al… —empieza.
—Alcachofa —digo.
Me sonríe.
—Exactamente.
—¿Y tal vez salchicha?
Se ríe entre dientes.
—Claro. ¿Por qué no? La variedad es el sabor de la vida.
Tal vez de eso se trata el matrimonio: no estar de acuerdo en todo, pero
aprender a ceder.
La aparto de su computadora cuando llega la pizza, agitando la caja tibia
y dos botellas de cerveza fría frente a ella.
—Dios mío, esto es bueno —dice momentos después, gimiendo alrededor
de una porción de pizza estilo Nueva York.
Asiento en acuerdo. ¿Quién sabía? Las alcachofas no son del todo malas.
—Aquí. —Le entrego una servilleta para la mancha de salsa en su labio
inferior.
—¿Lo quité? —pregunta.
—Claro que sí.
Cada uno disfruta de una segunda rebanada y el cómodo silencio que se
instaló entre nosotros. Cuando hemos terminado, llevo los platos a la cocina y
vuelvo a la sala. Olivia se lame el dedo pulgar, apoyando la espalda contra el
sofá.
La estudio en la forma en que un artista estudia a su musa. Durante todo
este tiempo, sigo buscando señales, sigo preguntándome si esto realmente
podría funcionar, y si bien no estoy más cerca de una respuesta, algo nuevo
ha tomado forma. Me gusta estar cerca de ella. Anhelo nuestro tiempo juntos.
Antes de que me vuelva jodidamente blando, decido cambiar el tema a
algo más ligero.
—Entonces… —Me acerco más—. Este período de prueba,
besuquearnos, todo esto. ¿Qué piensas hasta ahora?
—¿Objetivamente hablando? —pregunta, su boca moviéndose
nerviosamente.
—Por supuesto. Me gustaría medir mi rendimiento hasta ahora como un
novio falso.
—No ha sido tan malo como lo habría imaginado. —Su voz es suave, y
está mirando sus manos.
Las palabras de Camryn acerca de que Olivia siempre quiera más —
enamorarse dramáticamente y perder la cabeza— resuenan ruidosamente en
mi cabeza. Puede que no sea capaz de darle todo, pero sé que puedo ser un
buen co director general, un buen amigo y un buen amante. Si me lo permite.
Tal vez eso no sea suficiente, pero es lo que tengo para ofrecer.
—Ven aquí —murmuro, atrayéndola hacia mi regazo.
Olivia obedece, colocándose a horcajadas sobre mis muslos, y coloca su
centro justo en línea con mi muy interesada y semierecta polla.
Me pregunto si todavía está procesando mis palabras de la fiesta de
cumpleaños, cuando le pedí que lo intentara.
—Más cerca.
Se inclina hacia adelante hasta que nuestros labios están a centímetros de
distancia y su cálido centro se encuentra al ras de mi ingle.
Me acerco y tomo su boca, empezando suavemente al principio para no
asustar a mi tímida princesa. Sus labios se abren para mí y me tomo mi
tiempo, explorando su boca con mi lengua, chupando sus labios y
mordisqueando ligeramente.
El diminuto gemido de satisfacción de Olivia hace que mi orgullo se
eleve, así como otras cosas. Tomando confianza, mueve sus caderas en
círculos, y planto ambas manos en su cintura, instándola a rozarse contra mí.
Lo hace —más fuerte esta vez— y gruño cuando mi eje ahora totalmente
duro es recompensado con su cálida fricción.
Apartando mi boca de la suya, bajo la mirada hacia ella. Esas pequeñas
gafas posadas en su nariz, su pecho sonrojado agitado, y esos tentadores
botones sobre sus pechos. Es hermosa así.
—¿Qué pasa? —pregunta, un poco sin aliento—. ¿Por qué te detienes?
—Estaba pensando. Tal vez pueda ser de utilidad.
Entrecierra sus ojos.
—¿Significado?
Agarro sus caderas y la coloco sobre la dura elevación en mis pantalones.
—Si deseas montar esto, quitar toda la frustración del trabajo al retorcerte
sobre mi polla, me apunto.
—¿Lo harías? —Su tono es ligero, burlón.
Me encojo de hombros.
—Me ofrecería como tributo.
Se ríe, profundo y gutural, y es maravilloso.
—¿Y que ganes nuestra apuesta? De ninguna manera. —Sacude su
cabeza.
—Está bien, entonces, declaremos empate, porque ya rompimos esa regla
de primera base cuando tuve mis dedos en tu, delicada flor, en el restaurante.
—¿Crees que mi flor es delicada?
—En realidad, sí. Creo que a pesar de ese acto de chica dura, eres dulce y
tierna y suave en el interior.
Sus mejillas se vuelven rosa y baja la mirada.
—Sabes que no haría nada para lastimarte, ¿verdad?
Asiente sin dudar.
Eso es bueno. Significa que está empezando a confiar en mí.
Tal vez sea un comienzo.
Capítulo 16
Olivia

Todo nuestro edificio vibra con actividad. Incluso con la puerta de mi


oficina cerrada, puedo oír los constantes murmullos de conversación y
pisadas rápidas y teléfonos sonando. Me gusta ese sonido blanco; me ayuda a
entrar a un ritmo productivo, y me dice cuánta gente está trabajando
arduamente junto conmigo.
Contra todo pronóstico, ganamos un pequeño contrato con Calzados
Parrish —más que nada un período de prueba— y también nos las arreglamos
para recuperar un antiguo cliente. Pero ¿será suficiente? No tenemos tiempo
para dar ningún paso en falso.
Y no todos están dando lo mejor de sí.
Actualizo mi bandeja de entrada y frunzo el ceño. Maldita sea, Harrison
aún no me ha enviado ese resumen de gastos. Se lo pedí ayer por la tarde, y lo
volví a hacer cuando llegué a las siete esta mañana. ¿Qué demonios ha estado
haciendo todo este tiempo? Esa información está en sus manos; debería
haberse tardado unos quince minutos en juntarla.
Considero enviarle un correo por tercera vez, entonces mejor decido no
hacerlo. El tiempo de fastidiar ya pasó. Quiero que se explique en persona.
Tal vez Noah tenía razón sobre él todo este tiempo.
Marco la marcación rápida para el departamento de contaduría y le pido a
la secretaria de Harrison que lo mandé arriba. Y mientras espero su llegada,
tengo una plática muy esclarecedora con ella acerca de su horario más
reciente.
Toca mi puerta cinco minutos más tarde. Harrison está en sus veintes, y
estoy segura de que muchas chicas lo encuentran atractivo. Pero yo no, no
tiene nada especial. El tipo de chico que la gente ve en la calle todos los días
y ni siquiera lo recuerda. Buen trabajo. Un atractivo discreto. Inteligencia
promedio. Nada del ingenio o encanto de Noah.
Un minuto, ¿por qué estoy pensando en Noah?
Cuando Harrison entra, cierra la puerta de mi oficina. ¿Sabrá que está a
punto de ser reprendido? ¿O solo quiere algo de privacidad para intentar otra
cosa conmigo?
—Hola, Olivia —dice—. Te ves hermosa como siempre.
Debería haberlo imaginado.
—¿Hay alguna razón por la que no has completado el trabajo que te pedí
ayer? —le preguntó con mi tono más frío.
Parpadea.
—Yo… tenía otras cosas que hacer.
—¿Más importantes que la petición de máxima prioridad de tu directora
general?
—¿Máxima prioridad? No tenía idea de que fuera tan urgente.
Le doy clic a mi carpeta de correos enviados, giro la pantalla de mi
computadora para enseñarle a Harrison nuestra reciente cadena de correos
electrónicos, y señalo mi última oración.
—¿Puedes leerme eso en voz alta?
Se inclina para ver la pantalla. A regañadientes, recita:
—Por favor envíalo lo más pronto posible. Necesito este reporte para
terminar de hacer nuestro nuevo presupuesto antes de la junta del jueves con
el consejo de progresos.
Entonces regresa su mirada hacia mí.
—Mira, lo siento, pero tengo que terminar las solicitudes conforme van
llegando. Las primeras que llegan son las primeras en salir, es la única forma
justa de…
—Si puede permitirse llegar tarde, tomar descansos de dos horas para
comer, e irse temprano todos los días, puede permitirse quince minutos para
enviarme un reporte que le pedí dos veces. —Regreso la pantalla a su
posición—. Dada la crisis actual de la compañía, la mayoría de la gente en tu
nivel de gestión ha estado trabajando horas extras últimamente. No le pediré
que haga lo mismo, porque respeto las vidas personales de mis empleados,
pero si desea seguir recibiendo un salario de tiempo completo, tendrá que
cumplir con su horario. ¿Le quedó claro, Sr. Ridgefield?
Sus ojos se agrandan, se lame los labios nerviosamente.
—S-sí, señora.
—Y la próxima vez que no pueda terminar algo a la velocidad que
necesito, debería decírmelo para que encuentre a alguien que sí pueda. No se
limite a dejar que mis mensajes queden sin respuesta en su bandeja de entrada
mientras me pregunto qué demonios está pasando en su departamento.
—Sí, señora —repite—. Así lo haré. Lo siento. Tendrá su reporte antes de
que termine el día.
Asiento en señal de reconocimiento.
—Gracias. Para la hora del almuerzo, si es posible. —Y si no puede, es
mejor que tengas una buena excusa.
Se gira y empieza a alejarse. Pero al último segundo, con una mano sobre
la perilla, hace una pausa para mirar hacia atrás.
Suprimo un destello de irritación. Solo ve a hacer tu trabajo y déjame
hacer el mío.
—Um, hablando de la comida… —Se frota el cuello, avergonzado, como
si su obvia actuación de tímido fuera a apaciguarme—. Me siento mal por
este malentendido. Permítame invitarla a salir hoy para recompensarlo.
Le doy una fulminante mirada en blanco.
—Esta es la quincuagésima cuarta vez desde que nos conocimos que me
ha invitado a comer. Las he contado. Mi respuesta siempre ha sido y siempre
será un no. Así que en lugar de tratar de distraerme de sus errores con sus
coqueteos, le sugiero que desvíe parte de esa energía a su trabajo.
Cuadra los hombros, ensanchando sus fosas nasales peludas.
—¿Disculpe? ¿Coquetearle? No puede andar por ahí lanzando ese tipo de
acusaciones. El acoso sexual es un…
—Puedo hacer lo que a mí me parezca necesario —espeto—. He tolerado
sus excusas el tiempo suficiente. Esta compañía está tambaleando en el
borde, y si queremos tener la oportunidad de sacarla de ahí, necesito ver algo
de trabajo serio.
Miro a Harrison a los ojos, retándolo a desafiarme. Necesita entender que
ya no soy solo la hija del jefe, mucho menos una pasante ingenua cuyo escote
puede mirar mientras finge que la ayuda.
—Pero si no está interesado en que lo ayude a salvar su trabajo, entonces
por favor, continúe poniendo a prueba mi paciencia.
Nuestra competencia de miradas dura veinte segundos por lo menos.
Finalmente, su profunda mirada marrón vacila. Luce confundido y más que
un poco enfadado, pero creo que logré meterle un poco de temor a Dios. Por
otro lado, solo el tiempo dirá si de verdad le llegó el mensaje.
Dejo salir un suspiro de alivio tan pronto como se va. Mi primera vez
reprendiendo a un empleado fue tan bien como podría esperarse. Pero el
encuentro me ha dejado irritable y alterada.
Con mi presión sanguínea ya alta, reprimo un resoplido cuando veo un
nuevo mensaje en mi bandeja de entrada. Es Camryn, como nueva jefa del
nuevo equipo de redes sociales de Tate & Cane, ofreciéndome a uno de sus
“diez mejores opciones” de consultores en capacitación para contratar.
Nunca había escuchado de este proyecto. De haberlo hecho, me hubiera
gustado estar a cargo de este. ¿Cómo es que ya están en la etapa de la lista
corta? ¿Y cómo es que está llegando antes que la estimación de gastos que
realmente pedí?
¿El universo no quiere que termine este presupuesto hoy?
Espera un minuto… tal vez sí tengo una idea de qué va esto. Noah y yo
volvimos a visitar el tema de entrenamiento de las redes sociales hace un par
de días, pero no creí que tomáramos una firme decisión al respecto. Esa
discusión solamente era una lluvia de ideas… ¿cierto? Evidentemente, él no
lo vio de esa forma.
Llamo a la secretaria de Noah, solo para que me recuerden que ha salido a
un brunch ejecutivo, intentando recuperar más clientes antiguos. Demasiado
impaciente para esperar, lo llamo a su celular.
Suena seis veces antes de que Noah me conteste secamente:
—¿Sí, querida? —Puedo oír motores de autos y ráfagas de viento en el
fondo; ya debe estar regresando.
—¿Desde cuándo el equipo de Camryn busca consultores? —pregunto.
—Desde que necesitamos contratar a algunos. Y desde que su equipo
está, la última vez que lo comprobé, a cargo de los asuntos de las redes
sociales.
—Sabes a lo que me refiero. ¿Por qué le diste luz verde a un proyecto del
que nunca terminamos de hablar? ¿Por qué se priorizó sobre mis otras tareas?
¿Y por qué ella está a cargo y no yo?
Noah hace un sonido de incredulidad que suena mucho a una carcajada.
—¿Es en serio? ¿Quieres ser una cazatalentos?
—¿Por qué no? Es una decisión importante. ¿Por qué te estás riendo de
mí?
Lanza un suspiro al teléfono junto con una ráfaga de interferencia.
—Déjame hacerte una pregunta. ¿Crees que Camryn es tonta?
—Por supuesto que no —jadeo—. ¿Cómo puedes siquiera decir eso? Es
mi mejor amiga.
—Porque no pareces tenerle mucha fe a su capacidad. Por el amor a Dios,
Olivia, aprende a delegar. Tu tiempo es mucho más valioso que esto. Uno de
los dos tiene que firmar la decisión final, así que ¿cuál es el problema?
—Papá siempre me dijo que la mejor manera de hacer algo bien es
haciéndolo tú mismo.
Otro sonido de incredulidad, este más como una descarada burla.
—Increíble. Eres una controladora compulsiva.
—¡No tendría que serlo si pudiera confiar en que la gente me mantendría
informada! —En algún lugar de mi mente sé que estoy siendo irracional, pero
he perdido mi habilidad para que me importe temporalmente.
—Solo tranquilí… —Alguien hace sonar su claxon y Noah maldice por lo
bajo—. Mira, no puedo hablar en este momento. Llegaré en quince minutos y
podemos discutir esto.
Cuelga. Dejo el teléfono en su base y me masajeo la frente. Cristo, no sé
cuánta más desorganización puedo soportar en un día. Este desastre va a
darme una úlcera.
Después de unos minutos intentando calmarme, me rindo y empujo mi
silla hacia atrás. Con suerte, una pequeña caminata y un cambio de escenario
me ayudarán.
Camino hacia la nevera cerca de la recepción y me sirvo un vaso de agua
helada. Una burbuja de plata enorme se eleva por el tanque con un ruidoso
bloop. No por primera vez, me pregunto cómo es que se hace una burbuja tan
grande al dispensar tan poco líquido.
Mi tiempo está por terminarse, y sigo sin estar cerca de averiguar si Noah
y yo funcionaremos como una pareja casada. Seguro, hemos compartido
algunos momentos tiernos, y también otros muy calientes.
Hubo algunos de estos dos en la fiesta de cumpleaños de Maria este fin de
semana. Al principio, me había sentido como si estuviera inmiscuyéndome en
una reunión familiar privada. No había sido invitado exactamente, después de
todo. Solo era la novia de Noah… ¿y quién lleva una cita a una fiesta de
niños, de todos modos?
Pero Noah fue tan tranquilizador, y todos me recibieron con los brazos
abiertos. Algo del carisma de Noah debió habérseme pegado. Aunque no me
hacían falta los guiños de felicitación de Rosita.
Una vez más, se me recordó a una madre dándole cariño a su hijo
orgullosamente. Noah definitivamente era parte de su familia. Trató de
ponerse al día con todas las personas de la fiesta, no solo el típico “¿cómo va
el trabajo?” para romper el hielo, sino preguntas específicas como “¿Ya le
quitaron el yeso de la pierna a tu sobrino?” o “¿Te dieron el ascenso que
estabas planeando pedir?”. Obviamente se esfuerza en recordar los detalles de
sus vidas.
Pero tal vez eso no sea tan sorprendente. Aunque a veces Noah puede ser
egocéntrico, es una persona real. Ese don de facilidad de palabra a veces me
pone celosa… cuando no me vuelve loca como a todos con quienes
interactúa. Siempre está cómodo en su propia piel, tan a gusto en cualquier
situación. Se veía tan natural con pantalones cortos y un tonto sombrero de
papel, jugando a las peleas con niños en el jardín enlodado, como cuando usa
un traje de tres piezas hecho a medida en una recepción ejecutiva.
Verlo reírse ese día… definitivamente me ha persuadido para permitirle
acercarse.
Está bien, así que Noah es un hombre decente. Incluso uno increíble. Pero
¿eso significa que tengo que abandonar mi sueño de enamorarme
perdidamente algún día?
Lo que necesito es una señal.
Mi mirada vaga por el área de la recepción mientras bebo agua. La puerta
principal se abre, y por un segundo pienso que Noah debió haber regresado
en tiempo récord.
Entonces reconozco al hombre y casi me ahogo. Oh, no. No, no, no…
Mi estómago se aprieta mientras cada nervio se ilumina con un impulso
de luchar o huir. Ni siquiera sé si estoy aterrada o furiosa… este sentimiento
es cruda e indiferenciada adrenalina.
Es Bradford Daniels, mi maldito exnovio, parado a unos metros de
distancia. ¿Qué demonios está haciendo aquí? Pensé que había terminado con
él para siempre. Pensé que había escapado. Pero ahora está en mi edificio, mi
santuario, y no tuve advertencia alguna y no estoy lista.
Atónita, con el corazón martillando en mi pecho, lo observo como un
venado frente a los faros mientras se registra en la recepción. Se acerca a la
recepcionista. No puedo oír lo que dice, pero puedo adivinar por su sonrisa
coqueta y la risita tonta de ella.
No es su culpa. El rostro atractivo de Brad y sus modales de club
campestre también me engañaron una vez. Ella no podría saberlo. No puede
ver el alma viscosa que se esconde debajo.
Empecé a salir con Brad en la universidad porque era guapo, venía de una
familia prestigiosa, y fue el primer chico que he conocido que compartía mi
gran ambición. Pero descubrí demasiado tarde que su espíritu competitivo no
estaba templado por algún sentido de juego limpio. Todo el privilegio con el
que nació, tan asombroso como era, seguía sin satisfacerlo. Se sentía con
derecho a más… por todos los medios necesarios.
Su padre era la única persona por la que sentía verdadera lealtad. Todos
los demás existíamos para su propio beneficio. Y lo que lo hacía realmente
peligroso era su habilidad de disfrazar su egoísmo depredador. Usaba a sus
inferiores descaradamente porque sabía que podía salirse con la suya, pero les
lamía las pelotas a sus superiores y manipulaba a sus colegas tan ágilmente
que nadie con el poder de detenerlo lo alcanzaba en sus juegos.
Todavía odio admitir cuánto tiempo permití que Brad me usara. Me tuvo
convencida de que estaba haciendo su mejor esfuerzo por amarme y yo
estaba siendo la “difícil”. Me aferraba a las migajas de afecto que racionaba
cuando y solamente cuando quería algo de mí.
Me llevó dos años darme cuenta de que Brad —y no mi personalidad
“difícil”, ni el estrés por mis clases y pasantías y responsabilidades del club
— era la razón por la que me sentía miserable todo el tiempo. Me llevó otros
seis meses hacer algo sobre esa revelación. Rompí con él en nuestra
ceremonia de graduación para no tener que verlo nunca más.
O eso pensé.
Brad se gira y me ve. Notando mi mirada horrorizada, me da un saludo
sarcástico con la mano.
La furia le gana al pánico. Mi parálisis se hace añicos. Después de arrojar
mi vaso de papel en el bote de basura, cargo contra él como una madre loba
defendiendo mi guarida.
—Lárgate —gruño.
La recepcionista parpadea, sorprendida por mi desenfrenado odio.
Brad, por supuesto, no luce para nada asustado. Sabe exactamente lo que
siento por él, y las razones. Pero nunca dejará pasar la oportunidad de
hacerme quedar como una perra loca.
—Qué, ¿ni siquiera un hola? —pregunta, fingiendo sentirse herido.
Una lástima que no me importe cómo me veo. Todos en este edificio son
leales a mi familia; me puedo permitir lidiar con Brad primero y luego
explicarme.
—No te mereces uno. Vete ya.
Baja su mirada con una sonrisa condescendiente.
—Siempre tan hipersensible… qué poco profesional. Tengo derecho a
estar aquí. Mi padre está en el mercado para adquirir una nueva sucursal, así
que estoy aquí para hacerle una visita a tu junta.
—Esta compañía aún le pertenece a las familias Tate y Cane. Aún no
puedes comprar un solo ladrillo de nuestro edificio, y hasta que ese día
llegue, solo estás husmeando. Espera tu turno como todos los demás. —Ya de
por sí es malo que a WBB le fuera permitido entrar… y no tengo una
sangrienta historia personal con ellos.
Su mueca se intensifica a un evidente desdén.
—No puedes tratarme así. Fui invitado a venir.
—Y tengo el poder de desinvitarte. Así que puedes escabullirte a tu
oficina y subirte al regazo de tu papi como haces siempre.
Brad estrecha los ojos de forma peligrosa. Gruñe:
—Perra frígida…
Suelto un bufido audible. Si alguna vez fui frígida, ¿de quién cree Brad
que fue la culpa? Debió haber buscado juegos previos en el diccionario
alguna vez.
Con una punzada de satisfacción infantil, noto que la recepcionista ahora
está mirando con sorpresa a Brad en lugar de a mí. Entonces me avergüenzo
de mi mezquindad. A esto me reduce Brad. Un minuto en su presencia y me
he rebajado a su nivel Como si los años desde nuestra separación no hubieran
pasado.
Ante mi sonido burlón, Brad regresa sus rasgos a su altanera frialdad,
bajo el pretexto de enderezar su corbata. Recuerdo —demasiado bien— su
insegura necesidad de mantener el control todo el tiempo, incluso si es solo la
apariencia de control.
—Tal vez quieras ser más cuidadosa con la forma en que me hablas,
Olivia.
La obvia amenaza me asusta un poco. Pero no puedo dejarle saber lo
mucho que aún me afecta su voz venenosa. Fuerzo una carcajada, sabiendo
que eso lo enfurecerá.
—¿O qué? ¿Me matarás de aburrimiento?
Para mi sorpresa, su sonrisa no cae ni por un segundo.
—Confía en mí. Te conviene cooperar con mi compañía.
¿De verdad tiene algún truco bajo la manga? Por un lado, no quiero ser
arrastrada a sus juegos mentales. Por el otro… despierta mi curiosidad.
Pero antes de que pueda decidir si atreverme a hacerle una pregunta, la
puerta principal se abre y Noah entra. Se detiene a media zancada, alternado
su mirada entre nosotros, obviamente presintiendo algo podrido en el aire.
—¿Qué pasa aquí? —demanda.
—Nada —contesta Brad antes de que pueda explicar nada, con tono
ligero y una sonrisa educada—. Solo hablando de trabajo.
—¿Ah, sí? ¿Es por eso que pude oír a un hombre gritando desde el
elevador?
La sonrisa de Brad cae instantáneamente.
—¿Y tú quién eres? —pregunta, como si Noah fuera el intruso.
—Soy Noah Tate. El prometido de Olivia y co director general. Ahora,
¿quién demonios eres tú?
Mentalmente, pongo los ojos en blanco ante la falta de sutilidad de Noah.
Especialmente la forma en que dijo prometido y no novio. Pero sobre todo
me siento aliviada de tener algo de apoyo, sin importar lo tonta que sea su
territorial exhibición alimentada por la testosterona.
Brad se queda mirando a Noah con desdén por un momento, obviamente
no queriendo darse la vuelta y reconocer su autoridad demasiado rápido.
Finalmente, contesta:
—Bradford Daniels. Vicepresidente de Daniels Multimedia Enterprises.
—Y ya se iba —interrumpo.
Veo que un músculo en la mandíbula de Brad se contrae, pero continúa
hablando con Noah como si yo no hubiera dicho nada.
—He oído de ti, Noah. El hijo del difunto Bill Tate. Ustedes dos parecen
haberse juntado poco antes de que las noticias de las… dificultades de Tate &
Cane salieran a la luz.
Las siguientes palabras de Noah son un eco de mis pensamientos.
—¿Estás insinuando algo?
—Para nada. Solo comentando un golpe da mala suerte. —Brad baja su
voz a un murmullo conspiratorio; aunque ciertamente no es lo
suficientemente bajo para que no escuche cada insulto—. En más de un solo
aspecto. Entre tú y yo, mi amigo, no te envidio. Ella es tan excitante como
una toalla mojada en la cama.
Noah abre los ojos como platos y su rostro se pone carmesí.
Instintivamente, me echo hacia atrás; nunca lo he visto tan enojado.
Confundiendo su furia por sorpresa, Brad continúa:
—Oh, ¿aún no lo has descubierto? Pero tal vez no debería sorprenderme.
Siempre ha sido una frígida…
En un destello, Noah tiene a Brad contra la pared, el brazo de este último
torcido detrás de su espalda. Y todo lo que puedo hacer es quedarme ahí
viendo, paralizada por la sorpresa.
Capítulo 17
Noah

¿Este es el idiota que rompió el corazón de Olivia en la universidad? Sin


pensarlo, salto a la acción, torciéndole al idiota el brazo detrás de su espalda y
estrellándolo contra la pared.
Deja escapar un gruñido y resopla:
—¿Qué demonios? ¿No has oído quién soy?
—Sé exactamente quién eres. Eres el polla de lápiz en el que Olivia
invirtió años, solo para descubrir el niño egoísta que eres.
Tira contra el agarre que tengo sobre él. Nop, no te vas a ningún lado,
amigo.
—Ahora discúlpate con ella, con la promesa de que nunca dirás nada
como eso de nuevo, y pensaré en dejarte ir.
—Como el infierno —gruñe.
—Rosita —grito. Está pasando con su carrito lleno de entregas—. Llama
a seguridad. —Asiente una vez y se escabulle. Giro el brazo de Bradford con
más fuerza, más arriba de su espalda, luego me inclino bien y cerca—. Dije
que te disculpes.
Sopla un profundo suspiro, su voz tensa por el dolor.
—Lo siento, ¿está bien?
Cuando Olivia alza su nariz, niego hacia el pobre imbécil.
—Deberías ser lo suficientemente sabio como para no joder a una mujer
tan poderosa.
Dos guardias de seguridad sin uniforme aparecen en ese instante.
—Saquen a este idiota de mi propiedad —les digo.
Flanquean a Bradford y lo escoltan de vuelta al ascensor. Me preparo para
otro insulto por encima de su hombro; no hay manera que se vaya sin luchar.
En el momento justo, Bradford se vuelve hacia nosotros antes de entrar en
el ascensor.
—Cuando sea el dueño de esta empresa, seré quien tenga la última
palabra, y ninguno de ustedes trabajará en esta ciudad de nuevo —grita,
escupiendo sus palabras como veneno.
Enderezo mi postura y acerco a Olivia a mi lado.
—No volverás a entrar a mi edificio e insultar a mi chica de esa manera
nunca más. Sáquenlo antes de que le quite la opción de tener hijos
permanentemente.
Momentos después, la puerta del ascensor se cierra, y Olivia se acurruca a
mi lado aliviada.
—¿Estás bien? —Me giro para enfrentarla, pasando mis manos en suaves
movimientos de arriba hacia abajo por sus brazos.
Asiente una vez, sus labios una línea apretada.
Me inclino y presiono mis labios en los de ella, necesitando borrar ese
puchero.
—Se ha ido, nena —susurro, acariciando su cabello.
Toma una respiración profunda y la deja escapar lentamente.
—Es un gran imbécil —murmura, sacudiendo su cabeza—. ¿Qué vi él?
Su tono gotea enfadado menosprecio, pero puedo escuchar el temblor
debajo. Brad debió haberla desconcertado de verdad. Aprieto mis dientes. Tal
vez no debería haber dejado que ese hijo de perra se escapara ileso después
de todo.
—No permitiré que se acerque a ti de nuevo. Es una promesa.
Asiente.
—Gracias, Noah.
Los dos permanecemos en silencio por un momento, como si ninguno
estuviera dispuesto a separarse y volver al trabajo. Olivia levanta su mirada
hacia mí con alivio, gratitud… y ¿algo más? Hay una nueva luz en sus ojos.
Una mirada que nunca me había dado antes.
—No es que te necesite para defender mi honor ni nada, pero… —Me da
una pequeña sonrisa—. Estoy agradecida de que lo hicieras.
Orgullo y protección se hinchan en mi pecho. Trato de desestimarlo con
una broma.
—Oye, no hay problema. Su rostro estaba rogando por un golpe, de todos
modos.
Me da una palmada en el pecho, y me vuelvo para dirigirme al pasillo
hacia mi oficina.
—¿Noah?
Esa única palabra me detiene en seco. Su voz es suave, casi tímida, pero
llena de emoción. Nunca he escuchado a Olivia hablar de una manera tan…
no sé la palabra. ¿Tierna? Lo que sea, me hace flotar como un barco en una
marea creciente.
—¿Sí? —Me giro para verla.
Su rostro está inundado de aclaración como si hubiera sido golpeada por
un pensamiento.
—Creo que estoy lista.
¿La oí bien? Casi no me doy oportunidad de tener esperanzas.
—¿Te refieres…?
Asiente, reprimiendo su primer indicio de sonrisa.
Mi corazón se agita.
—Hagamos jodidamente esto.
Me sonríe como si estuviéramos en el interior de una broma privada. Y
tal vez lo estemos.
—Vamos a malditamente casarnos —dice con una risita.
Capítulo 18
Olivia

Echo un vistazo al reloj sobre mi mesita de noche y reprimo un gemido.


Tres de la maldita mañana y todavía estoy bien despierta.
Las sábanas se mueven ligeramente detrás de mí.
—¿No puedes dormir? —pregunta Noah. Su voz es clara, en absoluto
aturdida. Evidentemente, no soy la única con insomnio.
Suspirando, niego con mi cabeza.
—Ven aquí —dice suavemente.
Me doy la vuelta para mirarlo. Noah está acostado de lado, frente a mí.
Levanta el brazo que está arriba. Vacilo un momento; todavía me estoy
acostumbrando al contacto casual con él. Pero pronto me deslizo en su cálido
abrazo, apoyando mi cabeza en su bíceps.
Tira de mí aún más cerca con un brazo alrededor de mis hombros. Inhalo
su esencia masculina, no menos placentera y emocionante por lo familiar que
se ha vuelto, y trato de no darme cuenta de lo bien que encajo acurrucada
contra su cuerpo.
—¿Cómo te sientes? —pregunta.
—Un poco nerviosa —confieso.
Noah ofrece el suave murmullo de una risa entre dientes.
—No te culparía. Es normal tener un poco de nervios antes de la boda.
La palabra boda se posa extrañamente en mi estómago. A pesar de todo
lo que he pensado en la idea del matrimonio durante el último mes, se siente
totalmente diferente cuando está en el horizonte. En menos de dieciséis horas,
ya no estaré soltera. Seré la esposa de alguien.
Siempre me he imaginado casándome algún día. Pero en esa fantasía, mi
padre me acompañaría por el amplio pasillo de una iglesia, los bancos
decorados con peonias, mientras mis eufóricos amigos y extensa familia
miran. Mi marido sería un hombre que me amara tan profundamente que no
podría soportar vivir un solo día sin mí.
Pero la realidad de mi vida no es como esa dulce historia. En cambio,
llevo la presión de un contrato legalmente vinculante, seguido de una larga y
difícil batalla para mantener Tate & Cane lejos de manos enemigas.
Las circunstancias definitivamente dejan mucho que desear. Mis
sentimientos sobre el novio, sin embargo… esos son mucho más ambiguos.
Las cosas entre nosotros solían ser simples. Noah era solo un simple y
llano dolor en el culo. Un conocido, en el mejor de los casos; un rival o una
plaga en el peor de los casos. Su actitud despreocupada todavía me enfurece a
veces. Y odio la forma en que sabe exactamente lo apuesto que es, y usa su
buena apariencia descaradamente para conseguir lo que quiere. Aunque lo
que de verdad odio puede ser el hecho de que su encanto también funciona en
mí, me guste o no. No importa cuánto me esfuerce, nunca he sido capaz de
enterrar completamente mi enorme flechazo por él.
Últimamente, sin embargo, todo está cambiando. Estamos en el buen
camino de convertirnos en amigos ahora. Y viéndolo saltar en mi defensa
contra Brad me dio indiscutibles mariposas.
Noah ha estado a la altura de mi desafío y me ha convencido de que una
relación entre nosotros es posible. No de inmediato, y no sin esfuerzo —este
no es un cuento de hadas donde chasqueamos nuestros dedos y vivimos
felices para siempre—, pero si seguimos tratando de buena fe…
Incluso estoy comenzando a preguntarme si mis sentimientos por él
cuando era adolescente no eran totalmente infundados. Tal vez mi yo más
joven estaba en lo cierto. Quizás ella no estaba solamente cachonda; está
bien, la calentura definitivamente fue un factor, pero aun así. Sintió una
especie de feroz y apasionado corazón latiendo debajo de su fachada de
mujeriego. He aprendido que solo porque Noah no se tome todo seriamente
no significa que no se tome nada en serio. Sus prioridades y estrategias son
diferentes a las mías, pero no necesariamente mejores o peores.
Una docena de emociones diferentes se arremolinan a través de mí,
algunas buenas, algunas malas. Pero a pesar de que Noah me preguntó, soy
reacia a revelarle todos. ¿Porque no quiero mostrar vulnerabilidad… o porque
no quiero herir sus sentimientos? No estoy segura.
Finalmente, incapaz de decidir cómo responder, solo murmuro en su
pecho:
—Todavía es un poco surreal para mí, ¿sabes?
—Sí. —Noah me da un apretón tranquilizador… y presiona sus labios en
mi frente.
Parpadeo ante su suave beso. La inesperada ternura confunde más mis
sentimientos.
Ajeno a mi confusión, Noah yace sobre su espalda, arrastrando mi brazo
alrededor de su cintura. Intento hacer a un lado mis molestos e inquietantes
pensamientos y me relajo contra él. Me acurruco más cerca, empujando mi
cabeza sobre su pecho y apoyando mis piernas sobre las suyas. Es tan cálido,
como acostarse junto a una chimenea.
El constante latido de su corazón bajo mi oreja me calma para dormir.
Capítulo 19
Noah

En lo que respecta a los medios de comunicación, una pareja de nuestro


estatus debería tener una boda con brillo y fanfarronería, pero Olivia decidió
que se sentía más cómoda teniendo nuestra ceremonia en la casa de playa de
su padre en Nantucket. Es una boda puramente legal. Sin fanfarria, solo un
puñado de familiares y amigos cercanos. Incluso la casa de playa en sí es un
lugar pintoresco, con solo dos dormitorios, una cocina y sala de estar abierta,
y un amplio porche que da a la playa.
Ese tramo de playa es donde ataremos el nudo proverbial en una hora.
Bebiendo cerveza en la cocina con Sterling, observo las gaviotas aterrizando
en las sillas plegables que colocamos más temprano, asustando a unos
diminutos cangrejos de regreso a sus agujeros.
Todo este asunto es el polo opuesto de lo que Camryn me dijo sobre el
libro de recortes de la boda de Olivia. Y no sé cómo sentirme al respecto.
¿Olivia solo quería mantener las cosas convenientes y baratas? Ella es del
tipo práctico, y se ha estado preocupando mucho sobre los gastos de Tate &
Cane recientemente.
¿O está tratando de preservar su romántico sueño manteniéndolo tan lejos
de la realidad como sea posible? No estoy seguro de que me guste esa idea,
considerando que soy parte de su realidad…
—¿Otra cerveza? —pregunta Sterling.
—Mejor no. —Echo un vistazo al reloj colgado en la pared de la cocina
—. Cincuenta y ocho minutos hasta que digo acepto.
Mi padrino sonríe de satisfacción.
—¿Crees que realmente va a llevar esto a cabo?
—¿Crees que no?
Se encoge de hombros.
—Se encerró en su habitación dos horas atrás y no ha salido desde
entonces. Le ofrecí el desayuno esta mañana, y dijo que estaba demasiado
inquieta para comer. No lo sé, amigo. Es completamente posible que se eche
para atrás.
—El contrato está redactado. Lo firmaremos el lunes cuando regresemos
a la oficina. ¿Por qué retractarse ahora? Olivia es una mujer de palabra. Es
digna de confianza.
Deja escapar un gruñido de desaprobación.
—¿Cuál es el gran problema? Llevaste una cita falsa al baile de
graduación —le recuerdo.
Me rio para mí, recordando el año en que Sterling llevó a su prima al
baile. Pensó que era una genialidad en ese entonces: no tenía que comprar un
ramillete, no necesitaba impresionarla con un restaurante lujoso o un viaje en
limosina. Hasta el final de la noche, cuando todos los demás estuvimos
disfrutando el contacto piel a piel con nuestras citas, y se dio cuenta de la
horrible decisión que había tomado. La única acción piel a piel que tuvo fue
con su propia mano.
—Una esposa falsa es infernalmente diferente. Es un jodido gran asunto.
—Sterling me fulmina con la mirada por encima del borde de su cerveza.
Mirando hacia el mar desde nuestro lugar en el porche de la cabaña de
playa, aflojo mi corbata, la cual se ha vuelto demasiado apretada alrededor de
mi cuello, y entrecierro una mirada oscura hacia él.
—De hecho, es jurídicamente vinculante, así que será mi esposa de
verdad. Hasta que nos divorciemos, o hagamos que se anule nuestro
matrimonio o lo que sea.
Aclaro mi garganta, mi incomodidad aumentando.
—Ah, una cosa más.
Después de que el padre de Olivia nos presentara el contrato esta mañana
durante el desayuno, llevé una copia al porche conmigo mientras Olivia se
retiraba al dormitorio. No lo vi como una mala señal, solo que ambos
estábamos tomando esto seriamente y necesitaba un momento para
absorberlo.
Con una taza de café, leí el contrato con lujo de detalle. Página catorce,
sección veintiocho, parte B declaraba que el cumplimiento de nuestras
obligaciones contractuales como nuevos propietarios del conglomerado
también depende de que Olivia quede embarazada. Dentro de noventa días.
Irrumpí dentro para hablar con Fred inmediatamente.
—¿Un heredero como cláusula? ¿Esta es tu enferma manera de garantizar
que el apellido de la familia continúe? ¿Realmente esperas que la embarace?
—Es parte del deseo de tu padre, Noah. Bill y yo queríamos un nieto
antes de morir. Sin duda puedes entender eso.
—¿Y Olivia qué tiene para decir al respecto? —le pregunté.
Hizo un ruido evasivo en su garganta.
—No hemos discutido eso aún.
Eso fue esta mañana. Y estoy bastante seguro que es la razón por la cual
Olivia se encerró dentro de su dormitorio y no ha salido desde entonces.
Tomando un profundo suspiro, observo a mi padrino cuidadosamente
mientras dejo caer la noticia.
—Necesito embarazarla.
Sterling escupe su bebida.
—Hay una cláusula de heredero en el contrato —digo secamente.
Limpiando la cerveza de sus labios, entrecierra sus ojos en los míos.
—¿Me estás diciendo que necesitas fecundarla?
—Ajá.
El hijo de perra de verdad se ríe de mí, luego toma otro trago de su
cerveza.
—Si sé una sola cosa sobre Olivia, es que no va a querer a tu bollo en su
horno.
—Oh, hombre de poca fe. —Sonrío con satisfacción hacia él.
—¿Siquiera ha tocado tu polla?
Aparte de agarrarla a través de mis pantalones una vez en el restaurante,
no. Pero eso no significa nada. Estamos construyendo algo bueno aquí. Es
solo cuestión de tiempo.
—No sea un imbécil.
Me levanto y cruzo el porche hacia la barandilla, apoyándome en esta
mientras miro hacia la interminable piscina azul chapoteando en la costa.
Puede que esté montando un frente frío e inafectado sobre todo esto, pero en
realidad he estado perdiendo la cabeza desde que me enteré de la cláusula en
el contrato esta mañana. Solo puedo imaginar cómo se siente Olivia. Ni
siquiera sé si quiere ser madre. Probablemente no, viendo que come, duerme
y respira por su carrera.
—Eres bueno, amigo, te concederé eso, pero ni siquiera tú eres capaz de
llevar esto a cabo.
—Ya lo veremos.
Mirar el agua es hipnótico. Me hace sentir ligeramente más tranquilo.
Pero solo ligeramente. Probablemente, necesito tranquilizantes para caballo
para llegar a alguna parte con un ritmo cardíaco normal.
—¿Y qué hay de ti? ¿El animal de la fiesta reinante en serio va a tener un
bebé?
Me vuelvo para enfrentar a Sterling. Se ha reclinado en una mecedora
curtida en el porche, una pierna echada sobre el brazo de esta. Sin una buena
respuesta para él, solo le doy un guiño engreído.
—Lo descifraré. —Espero.
Su boca se abre por un segundo. Luego alza sus manos en un dramático
encogimiento de hombros.
—Es tu vida, amigo.
—Tomaré mis oportunidades. Ahora, si me disculpas, voy a ver a mi
novia.
Llamo a la puerta cerrada del dormitorio donde se instaló Olivia y
escucho las dos voces femeninas dentro guardar silencio.
—¿Sí? —Camryn abre la puerta en una rendija.
—¿Puedo tener un minuto con Olivia? —pregunto.
Camryn frunce el ceño.
—Es de mala suerte ver a la novia antes de la ceremonia.
—Está bien —dice Olivia desde el interior.
—Bien. Puedes hablar con ella cinco minutos. —Camryn echa un vistazo
a su reloj y luego me rodea en su camino al pasillo.
Cuando empujo la puerta para abrirla, encuentro a Olivia sentada en un
tocador, y nuestros reflejos se encuentran en el espejo. Sus ojos están
enrojecidos, y me pregunto si ha estado llorando.
Culpa apuñala mi pecho y repentinamente siento la falta de aliento.
—¿Estas bien?
No puedo creer lo mucho que ha crecido mi relación con Olivia, cuán
reales se han vuelto mis sentimientos. La idea de que esté tan molesta se
siente como un empujón físico.
Asiente.
—Creo que sí. Hoy ha sido extrañamente emocional. Todas estas cosas en
las que no he pensado desde hace tiempo, como que mi mamá no esté aquí, la
salud de mi papá… todo me golpeó esta mañana.
—Ven aquí,
La levanto y la atraigo a mis brazos. Cuando la acerco a mi pecho, sus
manos se posan en mi espalda. La abrazo por algunos minutos, ninguno de
los dos habla. Cuando la suelto, Olivia luce más tranquila. Me pregunto cómo
se siente respecto a la cláusula del heredero, me pregunto si está a bordo,
indiferente, o aterrada. Supongo que lo último.
—Estoy bien. Lo prometo. —Me da una pequeña sonrisa.
—Luces hermosa —le digo, diciendo cada palabra en serio.
Mira su sencillo vestido de tirantes color crema con encaje adornando el
pecho, y lo alisa sobre sus caderas.
—Gracias. —Su cabello color miel flota en ondas sueltas sobre sus
hombros, y su maquillaje es ligero y natural. Luce como la perfecta novia
casual de playa, apta para aparecer en la portada de una de esas revistas de
novias.
—¿Estás segura de que no vas a arrepentirte de esto? —le pregunto, el
momento tomando un giro serio. Probablemente no amaré su respuesta, pero
aún quiero conocer sus honestos sentimientos.
Niega con la cabeza.
—Todo lo que siempre he querido es administrar esta compañía. Mi papá
me ha preparado para este momento durante quince años.
Asiento, comprendiendo perfectamente. Estamos en la misma posición.
—Y si tengo que hacer esto contigo a mi lado, que así sea.
Olivia levanta su barbilla hacia arriba, y soy golpeado nuevamente por la
culpa. Está poniendo un frente valiente, pero necesito saber que está bien. De
lo contrario, no estoy seguro de que pueda seguir con esto.
—Necesito saber si realmente estás de acuerdo con hacer las cosas de esta
manera. ¿No todas las chicas sueñan con un vestido blanco y una gran fiesta
en una carpa? —Conozco el hecho de que Olivia lo hace. Pero no menciono
eso; puede no haber querido que Camryn me contara algo tan personal.
Me da una mirada de simpatía.
—Haremos que esto funcione.
—Puede que no sea la boda que imaginaste, pero quiero que sepas lo es
para mí. Realmente te cuidaría si sucediera cualquier cosa mala. Sé que lo
que tenemos no es amor, y que te mereces ser amada y apreciada por tu
esposo, pero necesito que sepas que siempre estaré un paso adelante y estaré
allí para ti. Así que en ese sentido, mis votos serán verdaderos.
Traga saliva, y me pregunto si hay un bulto atrapado en su garganta como
lo hay en la mía. Esa idea alivia un poquito mi culpa.
—Gracias por eso. Sé que estarás allí para mí en lo que importa —dice,
su tono suave.
—Malditamente correcto, lo estaré.
—Gracias, Noah. —Sonríe hacia mí.
Saco el contrato arrugado del bolsillo interior de mi chaqueta.
—Me adelanté y firmé esto. Así que, cuando estés lista. —Le entrego el
contrato, y lo coloca sobre el tocador.
—Gracias.
Llevo su mano a mi boca y la beso.
—Nos veremos allí afuera.
Asiente.
—Solo serán unos minutos más.
—Está bien. Enviaré a Camryn de regreso.
Cuando me dirijo al pasillo, me sorprende la sensación de que tal vez,
solo tal vez, Sterling está equivocado, y todo esto se desarrollará
naturalmente entre Olivia y yo.
Llámame loco, pero demonios, esto puede funcionar.
Capítulo 20
Olivia

Estoy en la casa de verano de mi familia en la isla Nantucket, inmóvil


mientras Camryn pone los toques finales de maquillaje en mis ojos. Este
dormitorio aún está decorado de acuerdo a mis gustos en la época de la
secundaria, los cuales aparentemente involucraron un montón de ropa teñida,
posters de mandalas, fotos enmarcadas de la selva tropical. Eh… había
olvidado que tuve una fase hippie. En este pequeño escritorio blanqueado,
donde estoy sentada ahora, hice mi tarea de verano y escribí en mi diario.
Gracias a Dios por Camryn. Vino a casa temprano para ayudarme antes
de la ceremonia. En lo que respecta a la vestimenta, no necesité su ayuda
realmente. No voy a hacer nada especial con mi cabello o maquillaje. Mi
única concesión a la ocasión especial es un vestido color crema, e incluso es
bastante sencillo: hasta la altura de la rodilla con un poco de encaje en el
busto. Luzco más como la madre de la novia que la novia en sí misma. Lo
que sí necesitaba —desesperadamente—era el soporte moral de mi mejor
amiga. Su calma presencia tranquiliza mis crispados nervios.
Ni siquiera sé porque estoy tan tensa. Nuestra “boda” es solo Noah y yo
encontrándonos con un juez de paz para firmar el papeleo, mientras papá y
algunos otros miembros de la familia y amigos cercanos nos acompañan. Sin
esmoquin y vestido de boda, sin votos, sin fiesta de recepción. Tan corto y
simple como es humanamente posible. Este matrimonio ni siquiera es real…
y aun así tengo nervios.
—Y boom —anuncia Camryn orgullosamente—. Los ojos están listos.
Echa un vistazo.
Abro mis ojos y parpadeo hacia el espejo. Guau, me veo… caliente. Mi
estilo de maquillaje usual es bastante minimalista, ya que rara vez voy a
algún lugar aparte de la oficina, pero Camryn me ha dado un sutil ahumado
que es sensual sin dejar de ser lo suficientemente recatado para un evento de
día.
—Esto se ve genial. Gracias.
—¿Soy buena o qué? —Camryn sonríe—. ¿Quieres algo de comer?
Ahora es tu última oportunidad antes de maquillar tus labios.
Las encimeras de la cocina y barra del desayunador están llenos de
cacerolas y ensaladas y sándwiches de copetín de la empresa de catering que
contrató papá. Le dije que no quería una recepción con comida de lujo. Pero
insistió que nuestros invitados, por pocos que sean, necesitan comer algo
antes de regresar a casa. Así que este fue nuestro acuerdo, comida informal
de autoservicio en platos de papel.
Sacudo mi cabeza.
—No, gracias. Mi estómago está dando vueltas como loco.
—¿Tan malo? —pregunta Camryn, su tono ascendiendo con simpatía.
Dejó escapar un profundo suspiro.
—¿Honestamente? No estoy segura de cómo me siento.
Realmente creo que Noah y yo podemos funcionar como pareja. Pero aún
estoy al borde del pánico. El matrimonio es un gran compromiso. Pensar en
dar ese paso —oh Dios, y en menos de una hora— me hace sudar frío.
Si Camryn no hubiera estado aquí para calamar mis nervios, puede que
hubiera considerado salir corriendo seriamente. Especialmente cuando papá
entregó una copia del contrato en el desayuno, todo inminente y oficial con
sus dieciséis páginas numeradas. Aún no he sido capaz de decidirme a
mirarlo. Pero ya sé lo que dice, de todos modos. ¿Cuál es el punto de
estresarme aún más? Lo firmaré cuando llegue el momento, rápido y fácil,
como arrancando un vendaje.
—Pobrecita. —Camryn suspira—. Deja que te traiga una bebida.
Necesitas un poco de algo para tranquilizarte.
Se va del dormitorio para visitar la cocina y regresa con dos copas de
merlot. Mi mejor amiga me conoce lo suficientemente bien como para
renunciar a la botella de champaña fría anidada en el cubo de hielo sobre la
encimera de la cocina. La champaña es demasiado celebración para el estado
de ánimo en el que me encuentro.
Acepto la copa agradablemente fría y tomo un profundo trago. La
pequeña dosis de alcohol calienta y afloja mis músculos sutilmente, y dejo
escapar un silencioso suspiro. Ella tenía razón; necesitaba esto.
—Realmente creo que esto estará bien —dice Camryn—. Por lo que he
visto, parece que Noah ha sido bastante agradable y atento contigo.
—Sí, creo que realmente lo está intentando. —Tomo otro sorbo de vino
—. Aunque el objetivo final es solo meterse en mis pantalones.
—¿Y eso sería la peor cosa en el mundo por qué? —Levanta sus cejas
hacia mí con una sonrisa diabólica. Está quejándose continuamente sobre el
estado de mi inexistente vida amorosa.
Resoplo, devolviéndole la sonrisa a pesar de mi misma.
—Tengo el mismo interés en montar su pene como lo tengo en arrojarme
desde el puente de Brooklyn.
Excepto cuando el imbécil hace algo sexy y toda la sangre de mi cerebro
vuela repentinamente hacia el sur para el invierno. Lo que parece estar
sucediendo más y más a menudo últimamente.
—Damas… —Sterling asoma su cabeza por el marco de la puerta,
sonriendo como si hubiera escuchado cada palabra—. La montada de penes
comenzará después de la cena. —Luego apunta su barbilla hacia nosotras y se
marcha.
Joder. Lo último que necesito es que Noah piense que esta noche contará
con cualquier travesura de noche de bodas. Frustrada, gruño y cierro mis ojos
de golpe.
—Necesitamos algo más fuerte que el vino. —Camryn va a la cocina de
nuevo antes de que pueda detenerla. Puedo escuchar su traqueteo mientras
busca en los gabinetes. Pronto regresa sosteniendo una botella de vodka—.
Aquí vamos.
—No, está bien. —La desestimo con mi mano—. Realmente no quiero
estar tan borracha en este momento.
Coloca el vodka en el escritorio.
—Buen punto. Deberíamos esperar hasta después de la ceremonia.
—En realidad… —Suspiro—. Lo siento. No creo que estaré de ánimo
para socializar esta noche. Necesito un poco de tiempo a solas para descifrar
las cosas. —O enterrar mi cabeza en el trabajo como un avestruz y evitar mi
situación por completo—. Gracias por venir hasta aquí.
Asiente.
—Por supuesto que vine, Olivia. Puedo regresar a la cuidad temprano, no
hay problema. Es un largo viaje de regreso de todos modos. —Su mirada se
pasea hacia la plataforma donde Noah y Sterling están sentados de espalda a
nosotras, mirando hacia la playa—. Por otra parte, Sterling es jodidamente
caliente. Probablemente podría ocuparme con él esta noche. —Sonríe
maliciosamente.
—Castígate —le digo encogiéndome de hombros. Alguien por aquí
debería divertirse, después de todo—. De hecho, ve con él ahora. Puedo
ponerme el labial sola.
Compartimos un último abrazo tranquilizador antes de que me deje sola
en mi dormitorio de la infancia, llevándose su copa con ella.
Abro la ventana e inhalo la salinidad de la brisa húmeda del mar. La tarde
es cálida, y la niebla se eleva desde el puerto azul. Por un minuto, observo un
puñado de veleros distantes, sombríos puntos blancos flotando en el
horizonte. Trato de no obsesionarme con la ceremonia que estará
comenzando en solo media hora. Dejando que la tranquila vista llene mi
mente, siento la tensión comenzar a derretirse.
Pero el bendito silencio se rompe cuando mi teléfono suena.
Refunfuñando, preguntándome quién demonios me llamaría en este
momento, lo saco de mi cartera.
Frunzo el ceño hacia la pantalla. Ya que no conozco este número de
memoria, respondo con un enérgico:
—¿Hola?
—Buenas tardes, Olivia.
Mi estómago se contrae en una bola apretada y dolorosa. Esa voz… Por
un momento, no puedo hablar.
—Realmente deberías revisar tu correo electrónico con más frecuencia —
dice Brad.
Capítulo 21
Noah

He estado de pie en la playa durante cincuenta minutos. Gotas de sudor


salpican mi frente, pero no son debido al sol. Este se ocultó diez minutos
atrás.
—¿Dónde está? —sisea Sterling en voz baja.
—Estará aquí —digo entre dientes, mirando mi reloj una vez más.
Después de todo lo que hemos construido… viviendo juntos, trabajando
juntos… todo se siente tan frágil y sin sentido si Olivia no continúa con esto
hoy.
Los invitados están empezando a mirarse unos a otros, y se sienten
susurros de la pequeña multitud.
La oficiante cambia su peso, luciendo tan incómoda como yo. Luego se
inclina hacia mí.
—Lo siento mucho, pero tengo una cita en veinte minutos. No puedo
esperar mucho tiempo más.
Asiento y miro a Fred. Sus rasgos muestran preocupación. Cuando apunta
con su barbilla hacia Camryn, ella se apresura hacia la casa. Despego después
de ella, pisando las huellas que deja en la arena.
Nos dirigimos directamente al dormitorio. La casa está oscura, y la
sensación de que algo fundamental ha cambiado me desgarra. La puerta sigue
cerrada, y temo lo que encontraremos cuando la abra. Temo lo que
significará.
Finalmente, Camryn abre la puerta. Todo está en silencio durante un
minuto.
—Se ha ido —dice, su voz temblorosa.
Trago una ola de emoción y miro alrededor de la habitación. El
maquillaje y artículos de higiene personal de Olivia todavía se encuentran
dispersos en el tocador, pero no está en la habitación.
Miro por la ventana hacia la puesta de sol sobre el océano, y dejo escapar
un profundo suspiro.
—Se ha ido.
¿Qué diablos pudo haber ocurrido desde la última vez que la vi? Estaba
lista. Todo parecía estar bien. Me doy cuenta de que el contrato ya no está en
la mesa del tocador. Se lo ha llevado con ella. No estoy seguro de lo que eso
significa.
Vuelvo mi rostro hacia Camryn.
—¿Qué pasó? Fuiste la última persona que la vio. ¿Fueron los nervios?
Camryn niega con la cabeza.
—Parecía estar bien.
Empujo mis manos por mi cabello. No me gustan las jodidas sorpresas, y
nunca he sido plantado antes. Pero ¿dejado en el altar? Eso está más allá de
cualquier enojo o pánico que haya sentido.
Quiero salir a beber y encontrar una chica al azar para poder follar mi
agresión. Y sé que Sterling se animaría. Pero entonces pienso en la tímida
sonrisa de Olivia y su dulce aroma a madreselva y la forma en que sus labios
se abren cuando la beso… rogando más silenciosamente.
—Joder con esto —dice Sterling detrás de mí—. Nos vamos. Anda,
Noah.
Su mano se cierra alrededor de mi brazo y empieza empujarme por el
pasillo. Sé que tiene el mismo pensamiento que tuve hace unos treinta
segundos atrás. Alcohol. Chicas. Gran resaca mañana para enmascarar el
dolor de hoy. Pero nada podría borrar este recuerdo.
Si no fuera por este dolor en mi pecho —este espacio vacío que ella había
comenzado a llenar—, me marcharía y nunca miraría hacia atrás. Pero una
parte de mí tiene que saber el siguiente capítulo de nuestra historia.
He fantaseado con Olivia durante los últimos veinte años. Es la chica a la
que arrojaba chorros de agua con la manguera cuando era joven, la mujer que
me dio mariposas en mi estómago cuando fui más grande.
Y ahora, justo cuando he empezado a pensar en ella como mía… se ha
ido.
Casados
Volumen 2

¿Matrimonio arreglado? Listo.


¿Nuevo esposo engreído? Listo.
Es un matrimonio por conveniencia, uno que estoy determinada a
mantener estrictamente profesional. No puedo ser lo suficientemente estúpida
como para dejarme atrapar por el encanto y los avances de este sexy
mujeriego. Tengo que ser fuerte, aunque sea mi esposo.
Excepto que tiene una polla enorme y un ego aún más grande, y su meta
principal en la vida parece ser que le acaricie ambos. El arrogante bastardo es
como un dulce caramelo empalagoso para mi libido. Sé que es malo para mí.
Pero quiero devorar cada pícaro centímetro suyo.
Con su habilidad y experiencia sexual, sé que será explosivo en el
dormitorio. Y ya que estamos atascados juntos en el futuro próximo —
manteniendo esta farsa de matrimonio el tiempo suficiente para hacer que la
compañía sea rentable de nuevo—, merezco algo que anhelar al final de un
largo día de trabajo ¿verdad?
¿Qué daño puede hacer una pequeña probada?
Permanece conectado

Regístrate a mi lista de mailing privado para recibir actualizaciones


cuando tenga nuevas publicaciones o descuentos.
Haz clic aquí para comenzar: http://goo.gl/ZSbyUE.
Agradecimientos

Me gustaría agradecer a las siguientes mujeres que jugaron un papel


importante ayudándome a traer Casados al mundo: Alexandra Fresch, Hang
Le, Natasha Gentile, Rachel Brookes, Danielle Sanchez, y Pam Berehulke.
Estoy tan agradecida de tener a cada una de ustedes en mi equipo.
Un enorme agradecimiento a Crystal Patriarche y al equipo de
BookSparks.
Y a John. Siempre John.
Sobre la autora

Una autora bestseller de las listas del New York Times, Wall Street
Journal y USA TODAY con más de una docena de títulos, Kendall Ryan ha
vendido más de 1,5 millones de libros electrónicos, y sus libros han sido
traducidos a varios idiomas alrededor del mundo. Es una autora
tradicionalmente publicada por Simon & Schuster y Harper Collins UK, al
igual que una autora publicada de manera independiente.
Desde que comenzó a autopublicar desde el 2012, ha aparecido como #1
en las listas de Barnes & Noble y iBooks alrededor del mundo. Sus libros han
aparecido en las listas de bestsellers del New York Times y USA TODAY en
más de dos docenas de veces. Ryan ha sido presentada en publicaciones
como USA TODAY, Newsweek, y In Touch Weekly.

Para recibir notificaciones de nuevos lanzamientos o rebajas, únete al


grupo privado de Kendall: Lista de Mailing
Sitio web: www.kendallryanbooks.com
Facebook: Kendall Ryan Books
Twitter: @kendallryan1
Grupo privado de Facebook:
http://www.facebook.com/groups/140575819476413/
Otros libros de Kendall Ryan

Serie UNRAVEL ME:


Unravel Me
Make Me Yours

Serie LOVE BY DESIGN:


Working It
Craving Him
All or Nothing

Serie WHEN I BREAK:


When I Break
When I Surrender
When We Fall
When I Break (serie completa)

Serie FILTHY BEAUTIFUL LIES:


Filthy Beautiful Lies
Filthy Beautiful Love
Filthy Beautiful Lust
Filthy Beautiful Forever

Serie LESSONS WITH THE DOM:


The Gentleman Mentor
Sinfully Mine

Serie ALPHAS UNDONE:


Bait & Switch
Slow & Steady

Tomos únicos:
Hard to Love
Reckless Love
Resisting Her
The Impact of You
Screwed
Monster Prick

También podría gustarte