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¿Estudió V.I. Lenin a Hegel antes de


1914?

65-82 minutos

“Con Lenin”, Vladimir Sérov, 1961.

¿Estudió V.I. Lenin a Hegel antes de 1914?

En 1969, el estructuralista francés Louis Althusser


escribió:

“Lenin solo leyó a Hegel en 1914 y 1915.” [1]

Un criterio compartido por el exiliado republicano


español Adolfo Sánchez Vazquez en su “Filosofía de la
praxis”. Aunque no llegó a afirmar que Lenin desconocía
del todo a Hegel antes de los “Cuadernos Filosóficos” de
1914, sí insinuó que los conocimientos filosóficos de
Lenin se limitaban a las obras de Engels y Plejánov. En el
libro referido, leemos:

“... no solo hay enriquecimiento de algunas tesis suyas


[en los ‘Cuadernos filosóficos’ de 1914-1915], sino
también, en otras, fundamentales, una verdadera
rectificación. Asimismo, por lo que toca a la cuestión
que nos interesa especialmente —la cuestión de la
praxis—, Lenin supera la pobreza y unilateralidad de su
pensamiento anterior.” [2]

Para Sánchez Vazquez y su corriente de pensamiento,


Lenin, al leer a Hegel, realizó autocrítica de los puntos de
vista expuestos en “Materialismo y empiriocriticismo”
(1908), dejando atrás el “materialismo tradicional” para
asumir, finalmente, las tesis de la filosofía de la praxis.

Décadas después, Néstor Kohan repetirá los argumentos


de Althusser y Sánchez Vázquez. Así, en uno de sus
escritos tenemos: “Lenin tendrá oportunidad en el exilio
[en 1914] de leer la Lógica de Hegel y su filosofía sufrirá
un viraje de ciento ochenta grados, en medio del cual
realizará una auténtica y sentida autocrítica
cuestionando el ‘materialismo’ de la filosofía marxista
supuestamente heredero del materialismo empirista de
la burguesía francesa del siglo XVIII y enfatizando la
centralidad de la problemática de la praxis”. Según el
señor Kohan, este “encuentro teórico con Hegel”
supondría un “viraje radical”, una “ruptura
epistemológica”, una auténtica superación de escritos
filosóficos previos, en especial del libro “Materialismo y
empiriocriticismo”, elaborado, supuestamente, “cuando
[Lenin] aún no había estudiado sistemáticamente a
Hegel” [3].

No es de extrañar que el señor Kohan repita los


argumentos de Althusser, Sánchez Vázquez y de todos
los illak yuyayku [4], la reiteración de los mil y un
lamentos emitidos por los “marxistas críticos” con
respecto a un Lenin mecanicista, positivista, realista
ingenuo de “Materialismo y Empiriocriticismo” que se
contrapone al Lenin dialéctico, flexible y profundo de los
“Cuadernos Filosóficos”. Es moneda común y no
sorprende. Ya en 1979 el filósofo soviético Evald Iliénkov
sentenció al respecto:

“... el filósoso revisionista francés Roger Garaudy (no


es el único, ni el primero) en su folleto ‘Lenin’,
condescendientemente reconoce a ‘Materialismo y
empiriocriticismo’ el mérito de exponer el abc del
materialismo en general, cosa que no es en lo
absoluto lo característico del materialismo marxista ni
se relaciona, en modo alguno, con la dialéctica; esto,
dice, es ‘materialismo de jardín de niños’ y nada más.
Lenin se interesó por primera vez en la dialéctica, solo
más tarde, solo en la época de los ‘Cuadernos
Filosóficos’. Lo mismo afirma otro representante del
revisionismo filosófico, Gajo Petrovic, de ‘Praxis’,
agregando que el estudio de las obras de Hegel forzó
a Lenin a introducir correctivos substanciales en su
caracterización tanto del materialismo, como del
idealismo y la dialéctica, limitando seriamente la
acción del principio del reflejo... Y esto ya es
abiertamente una mentira no solo con respecto a la
comprensión por Lenin del materialismo, sino también
con respecto a la comprensión leniniana de la
dialéctica.” [5]

Tomar en serio tal argumentación parece a primera vista


absurdo, pues la propia lectura de “Materialismo y
Empiriocriticismo” y “Cuadernos Filosóficos” basta para
desechar todos estos razonamientos. No obstante, la
idea de un Lenin desconocedor de Hegel previo a 1914
tiene gran difusión y aceptación, y justifica muchas
posturas filosóficas y políticas de rechazo al legado de
la tradición marxista-leninista y las experiencias
revolucionarias del siglo XX. Es necesario, por lo tanto,
un breve examen de los testimonios y evidencias
respecto de la relación de Lenin con la obra de Hegel.

Exilio en Siberia

En 1898,Vladimir Ilich Lenin fue condenado al destierro


en la aldea de Schuschenskoie en Siberia por su
actividad en la Unión para la Emancipación de la Clase
Obrera. En las memorias de Nadiezhda Krupskáia, su
compañera de vida y lucha, encontramos una
descripción vivida del gran orden y disciplina volcados
por Lenin en la recopilación de materiales para el libro
“El desarrollo del capitalismo en Rusia”, y de su gran
interés por la literatura y la filosofía:

“Hacia el crepúsculo, por lo general leía libros de


filosofía —Hegel, Kant y los naturalistas franceses— o
cuando estaba muy cansado, Pushkin, Lermontov o
Nekrassov.” [6]

Lenin colocó a los clásicos de la literatura rusa en la


cabecera de su cama “al lado de Hegel” [7], una lectura
ligada al debate contemporáneo del movimiento
socialista internacional, como lo constatamos a partir
del testimonio de Anna Uliánova-Elizarova (hermana de
Lenin):

“...Ya en Siberia... la corriente del neokantismo en el


marxismo lo incitó a emprender el estudio de la
filosofía.” [8]
Y Krupskáia, en una carta a María Alejandrovna Uliánova
(madre de Lenin), describe la forma en que él se
consagró a esta tarea:

“Volodia lee con dedicación todo tipo de filosofías (es


ahora su ocupación oficial); Holbach, Helvetius, etc.
Me burlo de él diciéndole que pronto será terrible
hablar con él, porque estará impregnado de filosofía.”
[9]

Durante su exilio siberiano estuvo pendiente de la lucha


entre marxismo y revisionismo bernsteiniano, estudió
sus aspectos políticos, económicos y sus meandros
filosóficos. Una misiva, fechada en noviembre de 1898,
patentiza la conexión que en su opinión tenían los
problemas políticos y filosóficos:

“¿Se fijó en los artículos de N.G. contra el


‘materialismo y la lógica dialéctica’, publicados por
Rússkoie Bogatsvo (en los dos últimos volúmenes)?
Son interesantísimos en un sentido negativo. Debo
confesar que no soy un experto en la materia, pero me
extraña de sobremanera que el autor de Beiträge zur
Geschichte des Materialismus [10] no se haya
expresado en la literatura rusa, ni se pronunciara
contra el neokantismo abiertamente, y permitiera que
Struve y Bulgákov polemicen sobre algunos aspectos
de dicha teoría filosófica, como si ya formara parte de
los conceptos de los discípulos rusos [11]. Estoy
seguro que más de una revista nuestra daría cabida a
artículos filosóficos, e incluso sería fácil reunirlos en
un libro. La polémica de este autor con Bernstein y
Konrad Schmidt me interesa mucho y siento
muchísimo no poder conseguir Vremia. Le agradecería
enormemente que me ayudara en este sentido. Por
supuesto, me bastaría tener el periódico en mi poder
por poco tiempo. ¿No tiene el número de Nóvoie
Vremia donde se publicó (hace algunos años) un
artículo del mismo autor sobre Hegel (en el 30
aniversario de su muerte, o algo por el estilo? Ni yo ni
otro camarada de aquí recibimos Nóvoie Vremia,
aunque nos lo habían prometido de Petersburgo. ¡El
diablo se lleve a todos los que hacen promesas y no
las cumplen!” [12]

Y en la carta de abril de 1899 expone su juicio sobre el


vínculo entre el revisionismo de Bernstein, el
neokantismo y la economía y política:

“Las objeciones de Bernstein a la interpretación


materialista de la historia, etc. (según Zhisn) son
nuevas para mí y me asombran por su debilidad. Si
P.B. es un defensor tan acérrimo de Bernstein, que
llega casi a ‘pelearse’ por él, es una gran lástima, pues
la ‘teoría’ de éste contra la Zusammenbruch [13]
—estrecha en demasía para Europa occidental— es ya
del todo inservible y peligrosa para Rusia. ¿Sabe usted
que ahora la utilizan nuestros ‘jóvenes’ (los
ultraeconomistas), quienes en una publicación
relataron los debates de Stuttgart en forma tal, que
Bernstein, Peus y otros resultan ser defensores ‘de la
economía y no de la política’? ¿Qué piensa P.B. de
semejantes ‘aliados’?” [14]

La lucha internacional del marxismo con la


bernsteiniada y las divergencias de los “discípulos
rusos” con los “ultraeconomistas” (que separaban
economía de política) transcurrieron con el telón de
fondo de las críticas contra la lógica dialéctica por parte
de los neokantianos. Tal el criterio de Lenin en 1899:
“A propósito del neokantismo. ¿De qué lado se coloca
usted? Leí y releí con gran placer Beiträge zur
Geschichte das Materialismus y los artículos del
mismo autor contra Bernstein y Konrad Schmidt
publicados en Neue Zeit (núm. 5, de 1898-1899, no he
visto los números posteriores); leía a Stammler
(Wirtschaft und Recht), elogiado por nuestros
kantianos (P. Struve y Bulgákov), y me puse
decididamente del lado del Monista [15]. Quien me
indigna de modo especial es Stammler, en el que no
puedo advertir ni un ápice de sinceridad ni contenido
alguno... ¡Pura erkenntnistheoretische Scholatik [16]!
Estas son necias ‘definiciones’ del más adocenado de
los juristas, en el peor sentido de la palabra, y las
‘conclusiones’ que de ellas extrae no son menos
necias. Después de Stammler, volví a leer los artículos
de Struve y Búlgakov en Nóvoie Slovo y deduzco que
se hace realmente necesario tomar en serio el
neokantismo. Ante semejante situación no pude
contenerme y tanto en mi respuesta a Struve (a su
artículo publicado en Naúchnoie Obozrenie) como en
la que envié a Bulgákov, arremetí contra aquel y
formulé mis objeciones. (No comprendo quién o por
qué se demora la publicación de dicha respuesta. Me
dijeron que aparecería en el núm. 6 de Naúchnoie
Obozrenie. Pero no ocurrió así y mientras tanto mi
aparente silencio me provoca ya situaciones tan
desagradables, como por ejemplo el artículo de
Niezhdánov en Zhisn, núm. 4). Digo ‘no pude
contenerme’, porque tengo clara consciencia de mi
falta de conocimientos filosóficos, y no pienso escribir
sobre esos temas hasta no haber estudiado algo.
Precisamente a eso me dedico ahora; comencé con
Holbach y Helvecio y me propongo pasar a Kant.
Conseguí las más importantes obras de los clásicos
de la filosofía, pero carezco de libros neokantianos (el
de Lange es el único que pedí me enviarán). Le ruego
por favor que me comunique si usted o sus
camaradas tienen algunas y si pueden
suministrármelas.” [17]

¿Qué libros leyó Lenin en esta época? Vladimir Adoratski


(viejo bolchevique y eminente investigador del legado de
los fundadores de la dialéctica materialista) cita el
detallado inventario preservado en el archivo de la
policía zarista y que incluye los siguientes títulos: 1)
Spinoza, Ética; 2) Spinoza, Tratado teológico-político; 3)
Spinoza, Tratado de la reforma del entendimiento; 4)
Helvecio, Del Espíritu; 5) Helvecio, Del Hombre; 6) John
Locke, Ensayo sobre el entendimiento humano; 7) Kant,
Crítica de la razón pura; 8) Fichte, Los hechos de la
consciencia; 9) Fichte, Características básicas del
sistema de filosofía; 10) Fichte, La vocación del hombre;
11) Schelling, Obras Completas (un tomo); 12) Hegel,
Obras (tal vez el tomo que contiene la “Lógica pequeña”);
13) Hegel, Elementos de la filosofía del derecho; 14)
Feuerbach, Historia de la filosofía moderna de Bacon a
Spinoza; 15) Feuerbach, Críticas filosóficas; 16) Plejánov,
Ensayos sobre la historia del materialismo; 17) Lange,
Historia del materialismo. [18]

A estos estudios se añadió la fructífera discusión con


Friedrichs Lengnik, camarada revolucionario y futuro
bolchevique. A continuación citamos el relato de
Lengnik al respecto:

“En el exilio siberiano me interesé en las cuestiones de


la filosofía y de paso también en la filosofía de Hume y
Kant. El escepticismo de Hume en particular, al
parecer, armonizaba con ese ambiente de
desesperación en el que transcurría entonces el exilio
siberiano, cuando de hecho aún no existía un partido y
cuando tampoco no se podía ni pensar en una huida...
Además, la filosofía de Kant ya se me inoculó en la
infancia junto con los clásicos alemanes, de los cuales
Schiller en particular, como es conocido, era un
ardiente entusiasta del kantismo.

“Vladimir Ilich conoció, probablemente, por los


camaradas de mis arrebatos, y entre nosotros se
entabló una correspondencia singularmente animada
sobre cuestiones filosóficas. Me esforcé por
convertirlo a la religión exponiéndole la belleza poética
de la 'Crítica de la razón práctica' de Kant, y a menudo
caí en el escepticismo extremo apoyándome en Hume
y en su discípulo más cercano Schopenhauer, que
también atrajó mi atención en el tedioso exilio. En sus
cartas de respuesta Vladimir Ilich, por lo que recuerdo,
apareció de modo delicado y totalmente determinado
como adversario resoluto tanto del escepticismo
humeano como del idealismo kantiano, al que
contrapuso la lozana filosofía de Marx y Engels. Él
demostró con ardor que no podía existir límite alguno
al conocimiento humano, que debe progresar y
librarse de la cáscara idealista, burguesa, a medida
que crece el movimiento obrero revolucionario este
definirá no solo la conducta y modo de ver el mundo
de la propia clase obrera —diáfana de parte a parte,
lozana y que cautiva por su sencilla belleza—, sino que
también determinará del modo más preciso la
conducta y modo de ver el mundo de sus enemigos de
clase y obligándolos a hablar el lenguaje de los
hechos y barricadas ardientes en lugar de las teorías
nebulosas, quiméricas...” [19]

Otro veterano bolchevique, Panteleimón Lepeschinski,


afirmó respecto del intercambio epistolar entre Lenin y
Lengnik: “Sus cartas mutuas a menudo eran largos
tratados completos de filosofía.” [20] Y otro bolchevique
que vivió el exilio cerca de Lenin, Alexander Schapovalov,
escribió:

“La correspondencia de Lengnik con Lenin empezó ya


en la aldea de Kazachinski. El propio Lenin se
interesaba tanto en la filosofía que desde la primera
palabra, tan pronto conoció a Lengnik, comenzó con él
una conversación sobre cuestiones filosóficas. Siendo
que Lengnik era un hombre seguro de sí mismo,
orgulloso, con una individualidad muy desarrollada,
perseverante, que poseía una gran erudición y
temperamento apasionado, con frecuencia la
conversación pasó a ser una disputa seria. F.V.
Lengnik partió del neokantismo poniendo en duda la
posibilidad de conocerlo todo. Aceptando que la
cosmovisión idealista ineludiblemente se corona con
la fe en dios, él citó la opinión de uno de los filósofos
de que dios es ‘la consabida negación de todas las
dudas e indecisiones’. Basado en esto creía que a los
marxistas, que rechazaban la existencia de dios y van
al paso de los conclusiones de la ciencia, les es
inherente la duda en la posibilidad de conocer y, más
aún, que la duda se considera la materia de todo
conocimiento. Ambos, tanto Lenin como Lengnik,
estaban en la flor de sus fuerzas y capacidades, y
cada uno de ellos, de modo totalmente natural, se
esforzaron por triunfar en la discusión con su
contradictor...
“En cuanto lo recuerdo, Lenin no negaba el derecho del
hombre a cierta duda e indecisión en general, pero
sostuvo con toda la habilidad que le era inherente el
poderío de la razón humana. Alegó, para refrendar sus
palabras, la forma en que se demuestra tanto en la
historia de la ciencia como en la historia de todos los
grandes descubrimientos que la razón humana
penetra en la profundidad de los fenómenos, abre eso
que aún ayer se consideraba inasequible para el
hombre, y hace diáfano y comprensible hoy, eso que
aún ayer estaba arropado por la neblina del misterio.

“En general, los marxistas no deben hablar de la


inteligencia humana como limitada, sino, a la inversa,
deben sostener que no existe barrera alguna para la
razón humana, que en el conocimiento de la
naturaleza siempre avanza de victoria en victoria. El
marxismo al ir al paso con las conclusiones de la
ciencia defiende con éxito el conocimiento científico
del mundo, es una cosmovisión optimista que
descubre las más amplías perspectivas para el
desarrollo de la personalidad humana. En lo que
respecta a las dudas e indecisiones propias del
‘hombre que piensa’, Lenin, en cuanto esto se
conserva en mi memoria, dijo que estas no deben
atentar contra la integridad de la cosmovisión
marxista y perturbar la disciplina partidaria.” [21]

En resumen, durante su condena en Siberia, Lenin se


mantuvo al corriente de los desarrollos políticos y
teóricos del movimiento marxista en Rusia y a nivel
internacional; esto es, la lucha con los revisionistas de
Europa occidental y con la naciente tendencia del
economismo entre los socialdemócratas rusos. Para él,
el duelo con el revisionismo era una batalla en defensa
de la lógica dialéctica frente al neokantismo, y por esta
razón se volcó al estudio de la filosofía. Los testimonios
más cercanos evidencian la dedicación y amplitud de
este primer acercamiento, su lectura de Holbach,
Helvecio, Fichte, Kant y Hegel. Tenemos conocimiento
del interesante intercambio de Lenin con Lengnik sobre
la posibilidad y límites del conocimiento y aunque estas
cartas, que constituían “tratados completos de filosofía”,
le fueron confiscadas a Lengnik por la policía zarista en
1901 y no han sido localizadas, pese a los esfuerzos del
Instituto Lenin durante la época soviética, esto confirma
la seriedad con la que Lenin asumió sus deberes
filosóficos.

La evidencia señala que, entre 1899-1901, Lenin ya leyó


a Hegel (cuyos libros tenía en la cabecera de su cama) y
por las memorias de Panteleimón Lepeschinski
sabemos que “Vladimir Ilich... estudió minuciosamente
en el exilio la ‘Ciencia de la Lógica’ (y puede ser que
alguna otra obra) de Hegel y nos requirió... a los
camaradas que le rodeabamos, la debida atención a las
ideas de este tratado filosófico” [22], información
confirmada por el inventario de la policía zarista, citado
por Adoratski, que indica la presencia de un tomo de las
Obras de Hegel (no se tiene certeza si contenía la
“Ciencia de la Lógica” o la “Lógica pequeña) y de
“Elementos de la filosofía del derecho”. [23]

Algunos elementos de dialéctica

“Algo más sobre la teoría de la realización” de 1899, al


que Lenin se refiere en una de las cartas arriba citadas,
contiene las primeras réplicas a los neokantianos y se
corresponde a estas primeras lecturas de filosofía.
El artículo en cuestión es la respuesta dada por Lenin a
la crítica que Piotr Struve hizo de su escrito “Observación
sobre el problema de la teoría de los mercados (a
propósito de la polémica de los señores Tugán-
Baranovski y Bulgákov)”. En los párrafos iniciales se
expone el núcleo de la discusión:

“A mi juicio, la polémica de Struve con los escritores


mencionados se ha sucitado más por una concepción
errónea de Struve sobre el contenido de la teoría que
ellos defienden, que por divergencias fundamentales.
En primer lugar Struve confunde la teoría de los
mercados sostenida por los economistas burgueses,
los cuales arguyen que los productos se intercambian
por productos y por lo tanto debe existir una
correspondencia entre la producción y el consumo con
la teoría de la realización de Marx, quien demostró,
con su análisis, cómo se opera la reproducción y la
circulación del conjunto del capital social, es decir, la
realización del producto en la sociedad capitalista.
Pero Marx y los escritores que expusieron sus ideas y
con los cuales polemiza Struve, lejos de deducir de
ese análisis la armonía entre la producción y el
consumo, destacan, por el contrario, con toda energía,
las contradicciones inherentes al capitalismo, que no
pueden dejar de manifestarse en la realización
capitalista. En segundo lugar, Struve confunde la teoría
abstracta de la realización (y fue exclusivamente eso
lo que trataron sus adversarios) con las condiciones
históricas concretas de la realización del producto
capitalista en un país y en una época determinados.
Es lo mismo que confundir la teoría abstracta de la
renta del suelo con las condiciones concretas del
desarrollo del capitalismo agrario en determinado
país...” [24]

Desde el punto de vista filosófico, Lenin le reprocha a


Struve su falta de lógica, su accionar basado en
decretos, en resultados anticipados:

“Por otra parte, la incomprensión de Struve se debe a


que considera indispensable establecer una diferencia
entre las categorías sociológica y económica de la
teoría de Marx, y formula algunas observaciones
generales contra esta teoría. Debo decir al respecto,
en primer lugar, que todo esto no tiene absolutamente
ninguna relación con la teoría de la realización. En
segundo lugar, que considero poco clara esa
diferencia que establece Struve, y que no le encuentro
utilidad alguna. En tercer término, creo no sólo
discutibles sino sencillamente erróneas las
afirmaciones de Struve, cuando declara que ‘el propio
Marx, incuestionablemente, no veía con claridad la
relación entre las bases sociológicas’ de su teoría y el
análisis de los fenómenos del mercado, y que ‘la teoría
del valor, tal cual está expuesta en los tomo I y III de El
capital, es indiscutiblemente contradictoria’. Todas
esas afirmaciones de Struve son completamente
gratuitas. No son argumentos, sino decretos. Son el
resultado anticipado de la crítica de la teoría marxista
que los neokantianos se proponen iniciar...” [25]

El decreto de Struve ordena establecer la diferencia


entre lo “sociológico” y lo “económico”, entre las “bases
sociológicas” y el “análisis de los fenómenos”, entre
“teoría abstracta” y “condiciones históricas”, es decir,
requiere que la esencia coincida inmediatamente con la
apariencia. Al abordar esta cuestión, y pese a la “falta de
conocimientos filosóficos”, que Lenin reconocía y
admitía, en la contrarréplica a Struve encontramos una
notable defensa de una de las tesis fundamentales de la
dialéctica materialista, a saber, la relación contradictoria
entre esencia y fenómeno y su importancia para
determinar el valor científico de una teoría.

“Detengámonos aún algo más en el problema que


‘desde hace largo tiempo preocupa’ a Struve: ¿cuál es
el verdadero valor científico de la teoría de la
realización?

“Su valor científico es exactamente el mismo que el de


las otras tesis de la teoría abstracta de Marx. Si Struve
se siente perturbado por el hecho de que ‘la
realización absoluta es el ideal de la producción
capitalista, pero nunca la realidad de esta’, le
recordaremos que todas las otras leyes del
capitalismo descubiertas por Marx describen también
únicamente el ideal del capitalismo, pero nunca su
realidad. ‘Solo nos proponemos —escribía Marx—
presentar aquí la organización interna del modo de
producción capitalista en su medida ideal’ (in ihrem
idealem Durchsnitt. Das Kapital, III, 2, 367, trad. rusa,
pág. 688). La teoría del capital supone que el obrero
recibe el valor total de su fuerza de trabajo. Este es el
ideal del capitalismo, pero de ningún modo su
realidad. La teoría de la renta del suelo supone que la
población agrícola se encuentra totalmente dividida en
terratenientes, capitalistas y obreros asalariados. La
teoría de la realización supone la repartición
proporcional de la producción. Este es el ideal del
capitalismo, pero de ninguna manera su realidad.

“El valor científico de la teoría de Marx consiste en que


muestra el proceso de la reproducción y de la
circulación del conjunto del capital social. Además, la
teoría de Marx ha demostrado cómo se opera esta
contradicción inherente al capitalismo, que el enorme
aumento de la producción nunca es acompañado por
un aumento correspondiente del consumo popular. De
ahí que la teoría de Marx no sólo no restablece la
teoría apologética burguesa (como se le ocurre a
Struve), sino que, por el contrario, proporciona un arma
poderosa contra la apologética.

“De esta teoría se deduce que, aun cuando la


reproducción y la circulación del conjunto del capital
social fuesen idealmente uniformes y proporcionales,
no podrá evitarse la contradicción entre el aumento de
la producción y los límites restringidos del consumo.
Además, el proceso de la realización no se
desenvuelve, en la práctica, según una proporción
idealmente uniforme, sino sólo a través de
‘dificultades’, de ‘fluctuaciones’, de ‘crisis’, etc.” [26]

¿Qué quiere decir esto (que las leyes descubiertas por


Marx siempre describen únicamente lo ideal, pero nunca
la realidad)? En rigor, el razonamiento de Lenin es
exacto, “toda ley del capitalismo se cumple por su
incumplimiento” o, si lo decimos en lenguaje filosófico,
la apariencia nunca coincide directamente con la
esencia tal y como lo postularía Lenin en los “Cuadernos
Filosóficos”: en “lo inesencial, en la apariencia, hay un
momento del no ser”, es decir, “lo inesencial, lo aparente,
lo superficial, desaparece frecuentemente, no se
mantiene tan ‘estrechamente’, no ‘se asienta con tanta
firmeza’ como la ‘esencia’...”, por ello “la apariencia =
naturaleza negativa de la esencia” y “es el manifestarse
(Scheinen) de la esencia en sí misma” [27]. La ley nunca
se realiza de forma pura en la realidad, la ley siempre
nos presenta la organización interna en su medida ideal
(esencia), y a despecho de que la apariencia es la
esencia en su naturaleza negativa, la apariencia siempre
es manifestación de la esencia. Mientras para Struve la
teoría de Marx solo expresa “lo ideal, pero nunca lo real”
y en esto ve un defecto, Lenin capta en ello el mérito de
la teoría de Marx, su valía científica que está justamente
en que lo ideal se expresa en lo real no como identidad,
sino a través de “dificultades”, “fluctuaciones” y “crisis”.
Las contradicciones inmanentes del capitalismo no se
suavizan, no desaparecen, no son producto de
distorsiones externas que se pueden eliminar para ir al
“capitalismo ideal”, sino que toda remoción de alguna
“distorsión” lleva a un más amplío desenvolvimiento de
la organización interna de la sociedad burguesa, de sus
conflictos y antagonismos.

Así, mientras para Struve la tesis de que el consumo no


es el objetivo de la producción capitalista ostenta ese
“carácter polémico” típico de todo el sistema de Marx,
que lo hace “tendencioso”. En opinión de Lenin:

“Que el consumo no es el objetivo de la sociedad


capitalista, es un hecho. La contradicción entre este
hecho y el de que, en última instancia, la producción
está ligada al consumo, que depende de él aun en la
sociedad capitalista, no es una contradicción de la
doctrina, sino de la vida real. La teoría de la realización
de Marx posee un enorme valor científico,
precisamente, porque tiene, entre otros, el mérito de
demostrar cómo se opera esa contradicción, y porque
ubica esa contradicción en un primer plano. ‘El
sistema de Marx’ presenta ‘carácter polémico’, no
porque sea ‘tendencioso’; sino porque ofrece, en
teoría, una imagen fiel de todas las contradicciones
que existen en la realidad. Esa es una de las razones
por las cuales todas las tentativas de asimilar ‘el
sistema de Marx’ están y estarán condenadas al
fracaso si no se asimila su ‘carácter polémico’, ya que
dicho ‘carácter polémico’ no es más que la imagen fiel
del ‘carácter polémico’ del propio capitalismo.” [28]

Para Struve, la teoría de Marx al poner de manifiesto las


contradicciones de la realidad capitalista delata su
naturaleza polémica, “tendenciosa”, ya que toda
expresión teórica de una contradicción es evidencia de
un inaceptable sesgo subjetivo. En tanto para Lenin el
mérito científico de la teoría de Marx reside en que ella
demuestra como opera la contradicción, en que pone a
la contradicción en primer lugar, pero no la contradicción
subjetiva, arbitraria, no la “contradicción de la doctrina,
sino de la vida real”, ya que es la realidad en sí la que
posee un carácter dialéctico (contradictorio, “polémico”).

La contradicción es una característica concreta, objetiva,


y por tanto la dialéctica es un reflejo en extremo
abstracto y general de esa ley universal de la naturaleza,
la sociedad y el pensamiento. Todo movimiento del
pensamiento que nos aleja de la contradicción nos
arrastra fuera de la realidad, hacia la apología del
capitalismo. De tal modo, Struve al declarar que la teoría
de Marx es tendenciosa por que en esta se muestra la
contradicción rechaza el núcleo de la dialéctica y tal es
justamente la esencia de la revisión neokantiana del
marxismo. De allí, la valoración negativa que Lenin hizo
de la crítica neokantiana del marxismo:

“Vale la pena decir dos palabras sobre esta (futura)


‘crítica’ que tanto atractivo ejerce sobre Struve. Por
supuesto, ninguna persona de buen sentido protestará
contra la crítica en general; pero Struve, en apariencia,
repite su opinión favorita sobre la forma en que la
‘filosofía crítica’ fecundará al marxismo. Se
sobreentiende que no tengo el deseo ni la posibilidad
de tratar aquí la cuestión del contenido filosófico del
marxismo, y me limitaré, en consecuencia, a las
siguientes observaciones. Esos discípulos de Marx
que invocan ‘el retorno a Kant’ no han ofrecido hasta el
presente nada que demuestre la necesidad de
semejante viraje, nada que demuestre que la teoría de
Marx haya ganado algo al ser fecundada por el
neokantismo. Ni siquiera dieron cumplimiento a la
obligación que le corresponde, la primera entre todas:
analizar en detalle y refutar la apreciación negativa
que Engels hizo del neokantismo. Por el contrario,
aquellos discípulos que retornaron no a Kant, sino al
materialismo filosófico premarxista o al idealismo
dialéctico, ofrecieron una exposición valiosa y
notablemente bien construida del materialismo
dialéctico, demostraron que éste es el producto
legítimo e inevitable del desarrollo posterior de la
filosofía y la ciencia social.” [29]

Lenin es categórico en su apreciación: con el


neokantismo no se gana nada, lo único que sale de todo
esto es que la concepción revolucionaria del mundo es
desplazada, suplantada, por el árido evolucionismo. La
“filosofía crítica” cierra los ojos ante las contradicciones
en la vida real, rechaza la dialéctica y pide el retorno a
Kant, y niega las conquistas del materialismo dialéctico
como “producto legítimo e inevitable del desarrollo
posterior de la filosofía y la ciencia social”.

Resulta interesante que esta idea esencial (el demostrar


cómo opera la contradicción, poner a la contradicción en
primer lugar, esa contradicción de la vida real, ese
carácter polémico que refleja el carácter polémico del
propio capitalismo), sin la cual es imposible asimilar el
“sistema de Marx”, se expone en los “Cuadernos
Filosóficos” de 1914-1915, de la siguiente forma:

“En particular, la dialéctica es el estudio de la


oposición de la cosa en sí (Ansich), de la esencia, el
sustrato, la sustancia — con el fenómeno, con el ‘ser-
para-otros’. (También aquí vemos una transición, un
fluir de uno a otro: aparece la esencia. El fenómeno es
esencial.) El pensamiento humano se hace
indefinidamente más profundo, del fenómeno a la
esencia, de la esencia de primer orden, por así decirlo,
a la esencia de segundo orden, y así hasta el infinito.

“La dialéctica, en el sentido correcto, es el estudio de


la contradicción en la esencia misma de los objetos: no
sólo los fenómenos son transitorios, móviles, fluidos,
demarcados sólo por límites convencionales, sino que
también es así la esencia de las cosas.” [30]

Tal la riqueza del pensamiento de Lenin en el período en


que apenas iniciaba sus estudios filosóficos. Por
supuesto, Lenin no culminaba la resolución de varios
problemas de la dialéctica materialista, no obstante, la
gran coherencia de su pensamiento esta muy lejana de
los esquemas de los illak yuyayku que hablan de “giros
de 180 grados” y “rupturas epistemológicas” entre el
Lenin previo a 1914 y el Lenin posterior a 1914.

Es notable que el señor Kohan no mencione la posición


de Lenin en la lucha contra la bernsteiniada y el
economismo. Para el señor Kohan lo único digno de
mención en la polémica contra Bernstein es el
“fatalismo histórico” de Kautsky (“La historia devenía así
un sujeto autónomo con leyes, fases y períodos
sucedidos al margen de la praxis, en forma necesaria,
ineluctable y, en última instancia, fatal” [31]) y el
“determinismo histórico lindante con el fatalismo” de
Plejánov. Para él esto es muy importante, pues en su
muy particular versión histórica el pensamiento de Lenin
anterior a 1914 seguía filosóficamente amarrado a la
problemática de la II Internacional y por eso en
“Materialismo y Empiriocriticismo” es “un vulgar
mecanicista” que “introduce un pronunciado sesgo
gnoseológico en la formulación ontológica de la
prexistencia del mundo objetivo [sic], pues para él el
mundo cognoscible existe independientemente de
cualquier espíritu, finito o infinito, pero no a la inversa
[?]”, por lo que la “práctica tiene la función de
corroborador post festum de los resultados del proceso
de conocimiento pero parecería que está ausente en el
comienzo de este.” [32] Lenin, en sus formulaciones
filosóficas, ignora o disminuye el rol de la práctica, no
así en sus escritos políticos: “la lucha ideológica, la
batalla cultural por ganar la conciencia y el corazón de
millones de trabajadores (as) — la construcción
hegemónica de una nueva ‘subjetividad’ era para él una
tarea nodal [sic]. La voluminosa cantidad de escritos,
folletos, discursos y libros suyos está encaminada en su
totalidad hacia esa meta.” [33] “Aun sin haber roto
filosóficamente con Kautsky y Plejánov, escribe el señor
Kohan, Lenin ya preanunciaba de este modo los rasgos
centrales de su viraje posterior otorgándole a la batalla
política y cultural un lugar destacado en la agenda
revolucionaria. Pero todavía en ese momento, una fuerte
tensión —la misma que sufriría su compañero León
Trotsky—, desgarraba su reflexión [?]. Lo que había
construido en el espacio de la ciencia política y de la
sociedad aún no lo había podido conceptualizar en el
terreno filosófico [?].” [34]

En otras palabras, en el esquema del señor Kohan


existían dos Lenin distintos, un pensador político que
realiza los principios de la filosofía de la praxis de modo
inconsciente, y un pensador filosófico limitado por el
marxismo dogmático de la II Internacional, una
dicotomía solo superada por el “viraje posterior de 180
grados” producto de “su encuentro con Hegel”.

Un pasaje del libro “Un paso adelante, dos paso atrás”


(1904) sirve de regla de medición para saber si esta idea
de la dicotomía entre un Lenin político y un Lenin
filósofo es o no verdad. Al resumir el proceso de lucha
interna que condujo a la división del Partido Obrero
Socialdemócrata Ruso (POSDR) entre bolcheviques y
mencheviques, Lenin realizó la siguiente generalización:

“En cada una de las fases señaladas las


circunstancias de la lucha y el objetivo inmediato del
ataque son esencialmente diferentes; cada una de las
fases representa, por así decirlo, una batalla aparte
dentro de la campaña general. Y si no se analizan
todos los detalles concretos de cada batalla, es
imposible comprender nuestra lucha. Pero si lo
hacemos, veremos con claridad que el desarrollo se
sucede realmente en forma dialéctica, en forma de
contradicciones: la minoría se convierte en mayoría y
ésta pasa a ser minoría; cada una de las partes
contendientes pasa de la defensiva a la ofensiva, y
viceversa; el punto de partida de la lucha ideológica (el
artículo 1) es ‘negado’ y cede su puesto a mezquinas
disputas que todo lo invaden; comienza entonces la
‘negación de la negación’ y, haciendo mal que bien ‘las
paces’, en los distintos organismos centrales, con la
esposa que el cielo nos ha destinado, volvemos al
punto de partida, a la lucha puramente ideológica; pero
ahora esta ‘tesis’ aparece ya enriquecida por todos los
resultados de la ‘antítesis’ y se convierte en una
síntesis más elevada, en la cual el error aislado y
accidental a propósito del artículo 1 se ha
transformado en un casi sistema de concepciones
oportunistas en materia de organización, y en la cual
se revela de un modo cada vez más palpable, a los
ojos de todos, la relación existente entre este hecho y
la división fundamental de nuestro partido en un ala
revolucionaria y una oportunista. En una palabra, no
sólo crece la cebada conforme a lo que sostenía
Hegel, sino que también guerrean entre sí, conforme a
Hegel, los socialdemócratas rusos.

“Pero no debe confundirse la gran dialéctica de Hegel,


que el marxismo hizo suya después de ponerla de pie,
con el vulgar ardid de justificar los zigzagueos de los
políticos que saltan del ala revolucionaria al ala
oportunista del partido, con la práctica vulgar de meter
en un mismo saco determinadas declaraciones, y
determinados elementos de desarrollo, que
pertenecen a diferentes fases de un mismo proceso.
La verdadera dialéctica no justifica los errores
personales, sino que estudia los cambios inevitables,
demostrando, mediante el estudio detallado del
proceso de desarrollo en todos sus aspectos
concretos que fueron inevitables. Uno de los principios
básicos de la dialéctica, es que no existen verdades
abstractas, la verdad es siempre concreta... Y
tampoco puede confundirse la gran dialéctica
hegeliana con la vulgar sabiduría cotidiana, que tan
bien se expresa en el refrán italiano mettere la coda
dove non va il capo (meter la cola donde no entra la
cabeza).” [35]

El análisis de la crisis interna del POSDR permite la


conceptualización filosófica precisa del proceso por el
que lo contingente en virtud de su contenido llega a ser
lo necesario, “el error aislado y accidental a propósito del
artículo 1 se ha transformado en un casi sistema de
concepciones oportunistas en materia de organización,
y en la cual se revela de un modo cada vez más
palpable, a los ojos de todos, la relación existente entre
este hecho y la división fundamental de nuestro partido
en un ala revolucionaria y una oportunista”, una
divergencia puntual que degenera en disputas
mezquinas engendra el sistema de concepciones del ala
oportunista del partido. Lenin veía en ello un “desarrollo
[que] se sucede realmente en forma dialéctica”, no el
cambio arbitrario de quienes se mueven de una posición
a otra (aunque esta sea la manifestación externa del
oportunismo), sino un movimiento sujeto a leyes. ¿Cómo
fue posible esto? Aquí son pertinentes las palabras de
Hegel citadas por Lenin en “Cuadernos Filosóficos”:

“El que una cosa sea posible o imposible depende del


contenido, es decir, del total de los momentos de
realidad, que en su despliegue resultan ser la
necesidad.” [36]

El hecho aparentemente accidental de las disputas


partidarias mezquinas fijó la división fundamental entre
el ala revolucionaria y la oportunista, el paso dialéctico
de lo contingente a lo necesario, un desarrollo que se
sucede en forma dialéctica y que, aunque suene
redundante, se debe estudiar dialécticamente, es decir el
estudio de “los cambios inevitables, demostrando,
mediante el estudio detallado del proceso de desarrollo
en todos sus aspectos concretos que fueron
inevitables.” Un pensamiento que Lenin también resaltó
en sus anotaciones del texto de Hegel: “EL TOTAL, LA
INTEGRIDAD DE LOS MOMENTOS DE REALIDAD, que en
su DESPLIEGUE resultan ser la necesidad”. Para Lenin “el
despliegue del total de los momentos de realidad” es “la
esencia de la cognición dialéctica”, de la dialéctica como
“propiedad de todo conocimiento humano en general.”
[37]

Y aquí nuevamente, al comparar la breve cita de “Un


paso adelante, dos pasos atrás” con las reflexiones
desarrolladas en “Cuadernos Filosóficos”, no
encontramos el “giro de 180 grados” prometido por el
señor Kohan. Esa rígida separación entre un Lenin
político y un Lenin filósofo cuya reflexión se desgarraba
por la incapacidad de conceptualizar en lo filosófico lo
que había construido en la política, no existe en ninguna
parte. De hecho, las palabras de Krupskáia nos dan una
semblanza muy diferente de la actitud de Lenin hacia la
filosofía, que niega de plano esta separación arbitraria
entre política y filosofía:

“... La filosofía para Vladimir Ilich también era un arma


de lucha, y ya en Siberia se ocupó muy singularmente
de las cuestiones de la filosofía, claro está, en tanto y
en cuanto estuvieron en nuestras manos los libros
correspondientes... que nos lograron hacer llegar.
Vladimir Ilich trabajó sobre estos libros. Entonces ya le
otorgó a los estudios por filosofía una importancia
excepcionalmente grande. Esto le llevó a discutir con
el cam. Lengnik acerca de ciertas cuestiones
filosóficas, y en ese momento recalcó que la filosofía
es necesaria cuando se tiene que encontrar el enfoque
para valorar todos los fenómenos.” [38]

Teoría y práctica

La derrota de la revolución de 1905 acarreó tras de sí la


renuncia por parte de la inteliguentsia y la pequeña
burguesía a todas las tradiciones de la lucha
revolucionaria, el quebranto de la solidaridad de la
fracción bolchevique. En la correspondencia de Lenin
con Máximo Gorki leemos:

“Estoy enteramente de acuerdo con usted en que es


preciso librar una lucha sistemática contra la
decadencia política, la apostasía, las lamentaciones,
etc. En lo que se refiere a la ‘sociedad’ y a la
‘Juventud’, no creo que puedan existir divergencias
entre nosotros. Los intelectuales están perdiendo su
importancia en nuestro partido; de todos lados nos
llegan noticias de que los intelectuales desertan del
partido. ¡Al diablo con esa canalla! El partido se
depura de la resaca pequeñoburguesa; los obreros
tomaron el asunto en sus manos; el papel de los
obreros artesanos aumenta.” [39]

En medio de esta crisis organizacional, política e


ideológica del partido revolucionario apareció el
volumen “Ensayos de filosofía del marxismo” con
escritos de los bolcheviques Bogdánov, Lunacharsky y
Bazárov. Este tenía como objeto “revisar la filosofía
materialista de Marx sobre el desarrollo de la humanidad
y la concepción de la lucha de clase” [40], y de este
modo constituía una manifestación más de la derrota
del movimiento revolucionario y el ascenso de la
reacción caracterizados por el ánimo pesimista de la
inteliguentsia que abonaba el terreno para apostasía y la
pérdida de los principios. En los “Ensayos...” se
encontraba una “nueva filosofía que abría las puertas a
todo tipo de misticismo” [41], a Lenin le era claro que
esta nueva disputa filosófica se vinculaba al viejo debate
con bernsteinianos y economicistas:

“Con respecto al materialismo como concepción del


mundo, me parece que en el fondo discrepo con
usted. No precisamente en lo que se refiere a la
‘interpretación materialista de la historia’ (que ni
siquiera niegan nuestros ‘empirio’), sino en cuanto al
materialismo filosófico, pero rechazo enérgicamente
la tesis de que los anglosajones y los alemanes deban
al ‘materialismo’ su espíritu pequeñoburgués y los
romanos su anarquismo. Entre ellos el materialismo,
tomado como filosofía, está siempre en segundo
plano. Neue Zeit, el periódico más consecuente y
erudito, es indiferente a la filosofía, jamás fue un
ardiente defensor del materialismo filosófico, y en los
últimos tiempos ha venido publicando los trabajos de
los empiriocriticistas sin ninguna reserva. ¡Es a todas
luces erróneo pensar que de ese materialismo que
enseñaron Marx y Engels se pueda sacar como
conclusión una ideología pequeñoburguesa sin vida
alguna! Todas las corrientes pequeñoburguesas de la
socialdemocracia combaten, en primer término, el
materialismo filosófico, empujan hacia el lado de Kant,
al neokantismo y a la filosofía crítica. No, la filosofía
que Engels fundamentó en su Anti-Dühring, no tolera
que la ideología pequeñoburguesa se le acerque
siquiera. Al llevar la lucha fraccionista a este terreno,
Plejánov perjudica enormemente a la filosofía, y
ningún socialdemócrata debe confundir al Plejánov de
ahora con el de antes.” [42]

Máximo Gorki, que por entonces compartía algunas


tesis de los empiriocriticistas, pensaba que la deriva
pequeño burguesa de la socialdemocracia alemana
tenía su origen en el materialismo “burgués”. Sin
embargo, para Lenin el fundamento filosófico de esta
desviación no era el materialismo, sino su contrario, la
negación del materialismo filosófico, el predominio del
neokantismo, etc. En realidad, la aparición de los
“Ensayos...” no causó la disputa entre los bolcheviques,
solo fue el detonante de una disputa mucho más
antigua:

“El libro Ensayos sobre la filosofía del marxismo ha


venido a agudizar extraordinariamente las viejas
discrepancias existentes entre los bolcheviques por
cuestiones filosóficas. No me considero lo bastante
competente en estas cuestiones para apresurarme a
intervenir en la prensa. Pero siempre he seguido con
atención nuestras discusiones filosóficas de partido,
empezando por la lucha de Plejánov contra Mijaílovski
y compañía desde fines de la década del 80 y hasta
1895, luego la lucha del mismo Plejánov contra los
kantianos en el año 1898 y siguientes (en este caso no
sólo seguí la discusión, sino que, en parte, intervine en
ella, como miembro de la redacción de Zariá desde
1900) y, finalmente, su lucha con los empiriocriticos y
compañía.

“He seguido los trabajos de Bogdánov sobre filosofía a


partir de su libro energético Enfoque histórico de la
naturaleza, que estudié a fondo durante mi
permanencia en Siberia. Para Bogdánov, esa posición
no fue más que la transición a otras concepciones
filosóficas. Le conocí personalmente en 1904, con la
particularidad de que acto seguido hicimos nuestra
mutua presentación, ofreciéndole yo los Pasos [43] y
ofreciéndome él uno de sus trabajos filosóficos de
entonces. Inmediatamente (en la primavera o a
comienzos del verano de 1904) le escribí desde
Ginebra a París diciéndole que sus escritos me habían
convencido profundamente de lo equivocado de sus
concepciones y del acierto de las de Plejánov.

“En la época en que trabajamos juntos, Plejánov y yo


hablamos varias veces acerca de Bogdánov. Plejánov
me explicó el error de las concepciones de éste, pero
creía que sus desviaciones no era muy graves ni
mucho menos. Recuerdo muy bien que en el verano de
1903, en Ginebra, Plejánov y yo hablamos en nombre
de la Redacción de Zariá con un delegado de la
Redacción de Ensayos de una concepción realista del
mundo y aceptamos prestarles nuestra colaboración,
yo para la cuestión agraria y Plejánov para la filosofía
contra Mach. La publicación de sus artículos contra
Mach fue la condición que puso Plejánov para prestar
su colaboración cosa que el delegado de la Redacción
de los Ensayos aceptó. Plejánov consideraba entonces
a Bogdánov como a un aliado en la lucha contra el
revisionismo, pero a un aliado que estaba equivocado
por cuanto había seguido a Ostwald y posteriormente
a Mach.

“En el verano y el otoño de 1904 coincidimos


definitivamente con Bogdánov como bolcheviques y
concertamos un bloque tácito, en el que la filosofía,
como esfera neutral quedaba tácitamente excluida. El
bloque subsistió durante todo el período de la
revolución y nos permitió aplicar juntos en ésta la
táctica de la socialdemocracia revolucionaria (= del
bolchevismo) que, según mi profundo convencimiento,
era la única acertada.

“En el ardor de la revolución hubo pocas ocasiones de


dedicarse a la filosofía. A comienzos de 1906,
hallándose en la cárcel, Bogdánov escribió otro
trabajo, creo que el tercer fascículo del
Empiriomonismo, me lo ofreció en verano del mismo
año, y con toda atención me puse a estudiarlo.
Después de leerlo me enfurecí terriblemente; para mí
resultaba aún más evidente que Bogdánov seguía un
camino archiequivocado, un camino no marxista. Le
escribí entonces una ‘declaración de amor’ expresada
en una cartita filosófica de tres cuadernos. En ella le
explicaba que yo era, naturalmente, un marxista de
filas en materia de filosofía, pero que sus trabajos,
admirablemente escritos, en forma clara y popular, me
habían convencido definitivamente de que en el fondo
no tenía razón y que quien la tenía era Plejánov.
Mostré los cuadernos en cuestión a varios amigos
(Lunacharsky entre ellos) y tuve la intención de
publicarlos con el título de Observaciones de un
marxista de filas en materia de filosofía, pero no llegué
a ponerlo en práctica. Ahora lamento no haberlos
publicado en aquel entonces. Hace unos días escribí a
Petersburgo, pidiendo que busquen y me envíen esos
cuadernos.

“Ahora han aparecido los Ensayos sobre la filosofía del


marxismo. He leído todos los artículos a excepción del
de Suvórov (lo estoy leyendo ahora) y cada uno de
ellos me ha hecho temblar de indignación. ¡No, eso no
es marxismo! Nuestros empiriocríticos,
empiriomonistas y empiriosimbolistas se están
metiendo de cabeza en el pantano. Asegurar al lector
que la ‘creencia’ en la realidad del mundo exterior es
‘misticismo’ (Bazárov), confundir del modo más
vergonzoso el materialismo con el kantismo (Bazárov
y Bogdánov), defender una variedad del agnosticismo
(del empiriocriticismo) y del idealismo (el
empiriomonismo), predicar a los obreros un ‘ateísmo
religioso’ y enseñarles a ‘adorar’ las potencias
supremas del hombre (Lunacharsky), calificar de
misticismo la teoría de Engels sobre la dialéctica
(Berman), beber en la fuente pestilente de unos
‘positivistas’ agnósticos o metafísicos franceses (¡al
diablo con ellos!), con una ‘teoría simbolista del
conocimiento’ (Yuschkévich), ¡eso es demasiado!
Naturalmente, nosotros somos marxistas de filas y
gente poco leída en materia filosófica, pero ¿por qué
se nos ofende de ese modo, presentándonos todo eso
como la filosofía del marxismo? Antes dejaré que me
descuarticen que colaborar en un órgano o en un
consejo de Redacción que predica semejantes cosas.

“De nuevo me siento atraído por las Observaciones de


un marxista de filas en materia de filosofía, y ya he
empezado a escribirlas. Naturalmente, a medida que
iba leyendo los Ensayos exponía mis impresiones a
A.A. con toda franqueza y brusquedad.” [44]

De modo tal que la discusión entre bolcheviques por


cuestiones filosóficas de 1908 no era la manifestación
de una discrepancia súbita, estas diferencias ya databan
de 1903, pero en cuanto los empiriocriticistas
encabezados por Bogdánov actuaron de modo tal que
rompían el acuerdo tácito de aplicar la táctica
bolchevique dejando de lado las posiciones filosóficas
en un empeño por lograr que el bolchevismo, como
tendencia y línea táctica, se identificase plenamente con
el empiriocriticismo o empiriomonismo, y Plejánov al
rebatir a los empiriocriticistas intentara presentar esto
como parte de las discrepancias fraccionales entre
bolcheviques y mencheviques, Lenin se vio obligado a
intervenir.

En tanto para el señor Kohan: " “Materialismo y


empiriocriticismo” constituye, según nuestra opinión, un
escrito principalmente de polémica política y no de
filosofía, aunque esta aparente ser el contenido
primordial del debate. Desgajado del pensamiento vivo
del líder bolchevique en permanente transformación,
convierte a este último en un vulgar mecanicista. " [45]
La valoración que el propio Lenin realizó pocos años
después es totalmente diferente:

“La dialéctica del desarrollo histórico ha sido tal, que


en el primer período [1905-1907] estaba a la orden del
día la realización de reformas inmediatas en todos los
aspectos de la vida del país, y en el segundo
[1907-1909], el estudio de la experiencia adquirida, su
asimilación por capas más amplias, su penetración, si
se puede expresar así, en el subsuelo, en las filas
atrasadas de las diferentes clases.

“Precisamente porque el marxismo no es un dogma


muerto, no es una doctrina acabada, lista, inmutable,
sino una guía viva para la acción, no podía dejar de
reflejar en sí el cambio asombrosamente brusco de
las condiciones de la vida social. Este cambió se
reflejó en una profunda dispersión, separación, en
vacilaciones de todo género, en una palabra, en una
crisis interna sumamente seria del marxismo. La
resistencia decidida a esa disgregación, la lucha
resuelta y tenaz en pro de los fundamentos del
marxismo se ha puesto de nuevo a la orden del día. En
la época anterior capas extraordinariamente amplias
de las clases que no pueden prescindir del marxismo
al formular sus tareas, lo habían asimilado de un
modo unilateral y mutilado, aprendiéndose de
memoria ciertas ‘consignas’, ciertas soluciones a los
problemas tácticos, y sin comprender los criterios
marxistas para esas soluciones. La ‘revaluación de
todos los valores’ en las diversas esferas de la vida
social condujo a la ‘revisión’ de los fundamentos
filosóficos más abstractos y generales del marxismo.
La influencia de la filosofía burguesa en su más
diversos matices idealistas, encontró expresión en la
epidemia majista que estalló entre los marxistas.” [46]

¿Una mera polémica política y no filosófica como afirma


el señor Kohan o una crisis interna sumamente seria del
marxismo que se manifestó en la revisión de los
fundamentos filosóficos “más abstractos y generales
del marxismo”, en la influencia de la filosofía burguesa
expresada en la epidemia de discípulos de Ernst Mach
(majistas) que ponía a la orden del día la lucha tenaz en
pro de estos fundamentos, tal y como lo planteó Lenin?

El señor Kohan minimiza la importancia de


“Materialismo y Empiriocriticismo” con el fin de
sustentar su muy particular sistema filosófico, su
“marxismo en el Tercer Mundo”. Estos vagabundeos
teóricos poco interesan por el momento. Lo importante
aquí es que al revisar la obra de Lenin del período
1907-1910 nos encontramos con una lucha tenaz por
reorganizar al partido y resistir la ofensiva reaccionaria,
no solo las “simples” polémicas políticas (como las
llama el señor Kohan), sino la resistencia ante un mal
profundo, que dio origen a los discípulos de Ernst Mach
entre los marxistas, a los otzovistas y a los liquidadores:

“Este mal es la descomposición y las discrepancias


ideológicas, que invadió totalmente al liberalismo y
que por todas partes se abre camino en nuestro
partido.” [47]

La descomposición del liberalismo, la apostasía liberal,


la ruptura de la intelectualidad burguesa “con el
movimiento de liberación ruso, con todos sus objetivos
fundamentales y todas sus auténticas tradiciones”, una
ruptura que contemplaba “la lucha contra los
fundamentos ideológicos de toda la concepción del
mundo de la democracia rusa (e internacional).” [48] El
liberalismo en descomposición repudió el materialismo
“del que afirman que no es más que dogmatismo,
metafísica”, una forma inferior de filosofar [49], y este
argumento tenía eco entre los marxistas que
encontraban en la filosofía de Ernst Mach la justificación
para sumarse al coro de rechazo al materialismo al que
consideraban tosco y metafísico.

Agotados los intentos de mantener aisladas las


cuestiones partidarias de las filosóficas, puesta en
evidencia la actividad fraccional de Bogdánov,
Lunacharsky, Bazárov en la escuela partidaria de Capri,
Lenin se vio obligado a decir las cosas a su modo. De
esta manera, al elaborar su libro de filosofía, Lenin no lo
hizo en un espíritu de estrecha lucha fraccional, sino
para contrarrestar “la descomposición y las
discrepancias ideológicas, que invadió totalmente al
liberalismo” y que se abrían paso en el seno del partido.
En preparación de “Materialismo y Empiriocriticismo”

Para 1907, Lenin poseía una sólida cultura filosófica


como lo comenta Krupskáia en sus memorias:

“Ilich se interesó siempre por la filosofía. Estudió los


problemas de la filosofía íntimamente en el exilio y
conocía muy bien las opiniones de Marx, Engels y
Plejánov. Había estudiado a Hegel, Feuerbach y Kant.
Mientras permanerció exiliado en Siberia tuvo
acaloradas discusiones con camaradas que se
inclinaban hacia Kant; seguía lo que se escribía sobre
el tema de filosofía en Neue Zeit y hablando en general
poseía buenos fundamentos filosóficos.” [50]

A partir de febrero de 1908, Lenin se consagró


nuevamente al estudio de la filosofía. Ingresó en la
Sociedad de Lectura de Ginebra lo que facilitó una sala
de lectura y acceso a las más novedosas publicaciones
de literatura filosófica. Solicitó a sus familiares en San
Petersburgo el manuscrito “Observaciones de un
marxista de filas en materia de filosofía” (escrito en
1906). Y en mayo viajó a Londres para trabajar en la
Biblioteca del Museo Británico.

El primer producto de esta labor es “Marxismo y


revisionismo”, escrito entre marzo y abril y parte de la
compilación titulada “Karl Marx (1818-1883)”. Allí
leemos:

“En el campo de la filosofía, el revisionismo iba a


remolque de la ‘ciencia’ académica burguesa. Los
profesores ‘retornaban a Kant’, y el revisionismo se
arrastraba tras los neokantianos; los profesores
repetían las vulgaridades que los curas habían
pronunciado mil veces contra el materialismo
filosófico, y los revisionistas, sonriendo complacidos,
murmuraban (repitiendo palabra por palabra el último
manual) que el materialismo había sido ‘refutado’
desde hacía mucho tiempo. Los profesores trataban a
Hegel como a ‘perro muerto’, y mientras ellos mismos
predicaban el idealismo, solo que mil veces más
mezquino y superficial que el hegeliano, encogiéndose
desdeñosamente de hombros ante la dialéctica, los
revisionistas se hundían tras ellos en el pantano del
envilecimiento filosófico de la ciencia, sustituyendo la
‘sutil’ (y revolucionaria) dialéctica por la ‘simple’ (y
pacífica) ‘evolución’.” [51]

Lenin nos señala la ligazón existente entre la negación


de la dialéctica (el desprecio por Hegel) y la refutación
del materialismo, fundamentada por los profesores
liberales y repetida por revisionistas y empiriocriticistas.
Pues él notó muy rápidamente el hilo que víncula
neokantismo y revisionismo bernsteiniano con la crisis
del marxismo y la epidemia majista en el POSDR.

¿Qué textos leyó Lenin mientras trabajó en


“Materialismo y Empiriocriticismo” de febrero a octubre
de 1908? En total utilizó más de 200 libros y artículos de
diferentes autores, entre los que destacan las siguientes
obras filosóficas: 1) Joseph Dietzgen, Pequeños escritos
filosóficos; 2) Bogdánov, Lunacharsky, Bazárov y otros,
Ensayos de la filosofía del marxismo; 3) Engels, Sobre el
materialismo histórico; 4) Plejánov, Cuestiones
fundamentales del marxismo; 5) Lafargue, El
materialismo de Marx y el idealismo de Kant; 5)
Chelpánov, Avenarius y su escuela; 6) Chelpánov,
Filosofía inmanente; 7) Gottlob Ernst Schulze, Enesidemo
o sobre los fundamentos de la filosofía elemental; 8)
Fichte, Exposición clara como la luz del sol, al alcance del
gran público, de la verdadera esencia de la filosofía más
moderna; 9) Fichte, Crítica de “Enesidemus”; 10) Hegel,
Enciclopedia de ciencias filosóficas brevemente
resumidas; 11) Feuerbach, Obras Completas (tomo II,
tomo X); 12) Schulyátikov, La justificación del
capitalismo en la filosofía europea occidental; 12) Abel
Rey, La filosofía moderna; 13) Chernichevski, no se
determinó la obra exacta; 14) Berkeley, Tratado de los
principios del conocimiento humano; 15) Hume,
Investigaciones sobre el entendimiento humano; 16)
Diderot, Obras Completas (tomo I); 17) Mach, Historia y
raíz de la ley de la conservación del trabajo; 18) Mach,
Mecánica; 19) Mach, Conocimiento y Error; 20) Pearson,
Gramática de la ciencia; 21) Petzoldt, Introducción a la
filosofía de la experiencia pura. [52]

Conclusiones

Nuestro breve examen permite afirmar que Lenin


estudió a Hegel durante su exilio en Siberia, lo más
probable es que ya antes de 1905 había leído
“Elementos de la filosofía del Derecho”, “Fenomenología
del Espíritu” y la “Ciencia de la Lógica” o la “Lógica
pequeña”. Y entre febrero y octubre de 1908 estudió la
“Enciclopedia de ciencias filosóficas”.

Siendo así, ¿cómo es posible que los Althusser, Garaudy,


Sánchez Vázquez, Kohan afirmen de modo tan
desvergonzado que Lenin no leyó a Hegel, no se interesó
por la dialéctica y que filosóficamente se adscribía a un
“materialismo dieciochesco”? ¿Y las evidencias de las
lecturas previas de Hegel? ¡Una minucia irrelevante!
Cuando lo que se busca es construir un castillo en el aire
que no necesita de cimientos y que puede erigirse en
base de la especulación pura, la evidencias o la
rigurosidad poco importan. Por supuesto, el señor
Kohan y otros que han convertido en dogma de fe y
piedra básica de su mana suti [53] la contraposición
entre el “Lenin mecanicista” y el “Lenin dialéctico”
pueden argumentar que todo esto no demuestra nada,
que no existió tal estudio sistemático.

Por eso el señor Kohan puede decir muy suelto de


huesos que:

“Lo que Lenin está discutiendo de fondo con esta


corriente [en ‘Materialismo y empiriocriticismo’] atañe
centralmente a la esfera política, no a la filosofía,
aunque se valga de ella en la polémica. En todo caso
la discusión traduce en términos filosóficos un
problema político. Tanto es así que al comenzar 1909
le envía un ejemplar de su libro a Rosa Luxemburg
para que esta lo presente en una nota a la revista del
partido alemán, y de esa manera se conozca la lucha
política entre los otzovistas y los partidarios de Lenin
en Rusia.

“Aunque la obra de 1908 se vertebre sobre un eje


materialista precrítico y prehegeliano, existen
poderosas razones para sospechar que, por detrás de
la débil y rudimentaria armazón categorial filosófica
que Lenin maneja en esos años, otras razones no
siempre visibles lo impulsaban a rechazar con
semejante ímpetu el intento bogdanoviano. Idéntica
vehemencia empleará años más tarde contra el
mismo Bogdanov en ocasión del debate sobre las
vanguardias estéticas, la ‘cultura proletaria’ y la
herencia cultural. En ambos casos, la desesperada
defensa leniniana de la continuidad filosófica entre el
marxismo y el viejo materialismo por un lado, y de la
continuidad cultural entre la herencia clásica y la
nueva cultura revolucionaria por el otro, respondía a
una misma preocupación esencialmente política.”

Así, “Materialismo y empiriocriticismo”, al haberse


escrito previo al “giro de 180 grados” de 1914 debe
leerse, según el señor Kohan, no como un texto
filosófico, sino político, como la expresión de “una
preocupación esencialmente política” vertebrada en un
“eje materialista precrítico y prehegeliano”, en una
armazón “débil y rudimentaria”. Ya que Lenin nunca se
preocupó por la dialéctica, o específicamente por la obra
de Hegel, antes de 1914. ¿Es que acaso se olvida que la
dialéctica no solo está en los escritos de Hegel, sino que
puede hallarse en lo mejor de la tradición del
pensamiento filosófico universal y en cada línea de lo
escrito por los fundadores de la dialéctica materialista,
Marx y Engels? Memorias, investigaciones y testimonios
directos nos indican que Lenin leyó a los materialistas
franceses, a Kant, Fichte, Hegel, a grandes pensadores
rusos como Chernichevski y Herzen. ¿Cómo puede el
señor Kohan afirmar tales cosas sin sonrojarse? Muy
sencillo, a la hora de armar esquemas que sirven a
propósitos inconfesables, las evidencias salen sobrando,
los hechos nos indican que Lenin se preocupó desde
muy joven por la dialéctica, no solo en Hegel, sino en
todos los clásicos del pensamiento universal.

Gente como el señor Kohan, Garaudy o Sánchez


Vázquez solo dan cuerda a una vieja letanía. El soviético
Evald Iliénkov desnuda la médula de esta letanía en su
libro consagrado al “Materialismo y empiriocriticismo”
de Lenin. Según Iliénkov existe un procedimiento
utilizado con frecuencia por todo tipo de fariseo que
consiste en declarar la unilateralidad o la pobreza de las
definiciones leninistas, de siempre declarar la necesidad
de “completarlas”, “corregirlas”, “contextualizarlas”, y
siendo así:

“Resulta que en ningún punto que se refiera a la


dialéctica materialista es posible comprender a Lenin
‘literalmente’, sino que debe ser comprendido
‘figurativamente’, solo con las reservas que le
imprimen a su tesis un significado opuesto.” [54]

Así, Iliénkov denuncia que este procedimiento se utiliza


para introducir en los textos de Lenin un sentido que les
es totalmente ajeno, con el fin de suplantar la dialéctica
materialista por alguna otra idea de moda. Así, hoy
tenemos que el señor Kohan puede decir que las tesis
de “Materialismo y empiriocriticismo” deben ser
comprendidas con la reserva de que no son “filosóficas”,
sino “políticas”. Y todo esto produce un único resultado:

“... la solución monolítica al problema, que se mantuvo


en realidad el mismo tanto en 1908, como en 1914 y
en 1922 (año de publicación del artículo ‘Sobre el
significado del materialismo militante’); se desintegra
ante nuestros ojos en una multitud de oraciones no
solo desvinculadas entre sí, sino que se contradicen
directamente unas a otras. Y la tarea de reconstruir los
criterios genuinos de Lenin sobre la dialéctica
materialista se metamorfosea en la tarea puramente
formal de coordinar (armonizar) sus distintas
declaraciones respecto a la cuestión.

“Tal cosa sucede cuando no se percibe ni en


‘Materialismo y empiriocriticismo’ ni en ‘Cuadernos
Filosóficos’ la genuina concepción de Lenin del
materialismo y de la dialéctica.” [55]
Por eso, el señor Kohan no ve vínculo alguno entre el
“Lenin político” y el “Lenin filósofo”, entre el Lenin de
1908 y el de 1914, e incapaz de coordinar las
determinaciones de la dialéctica materialista dadas por
el líder bolchevique lo único que atina a hacer es
declarar un “giro de 180 grados”, una “sentida
autocrítica”, “una ruptura epistemológica” que le permite
armonizar las ideas de Lenin con su esquema particular
de la filosofía de la praxis, y tal cosa, como bien anota
Iliénkov, nos aleja totalmente de la genuina concepción
leninista del materialismo y la dialéctica.

Lo único que falta por añadir es que solo la verdad


beneficia a la humanidad, a este principio básico del
materialismo dialéctico esperamos haber rendido honor
con este breve escrito.

Notas

[1] Louis Althusser. Lenin before Hegel, en Lenin and


Philosophy and Other Essays. Monthly Review Press.
1971. <https://www.marxists.org/reference/archive
/althusser/1969/lenin-before-hegel.htm>.

[2] Adolfo Sánchez Vázquez. Filosofia de la praxis. 3”.


Grijalbo. CDMX. 1980.

[3] Néstor Kohan. Marx en su (Tercer) Mundo. 2”. Centro


de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan
Marinello. La Habana. 2003.

[4] Sin fundamento.

[5] Evald Iliénkov. La dialéctica leninista y la metafísica de


positivismo. 1”. EDITHOR. Quito. 2014.
[6] N. Krupskáia, Mi vida con Lenin, cit.

[7] Vladimir Ilich Lenin. Sobre arte y literatura. 1”.


Ediciones Jucar. Madrid. 1975.

[8] A.I. Ivanskij, op. cit.

[9] N. Krupskáia, A LA MADRE DE LENIN, M. A.


ULIÁNOVA, (1929) [https://www.marxists.org/espanol
/krupskaya/1899/1899_20vi.htm].

[10] Ensayos sobre la historia del materialismo de G.V.


Plejánov.

[11] Se refiere a los marxistas rusos.

[12] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.N. Potresov, 2 de


noviembre de 1898.

[13] La bancarrota del capitalismo.

[14] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.N. Potresov, 27 de


abril de 1899.

[15] Se refiere a G.V. Plejánov.

[16] Teoría del conocimiento escolástica.

[17] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.N. Potresov, 27 de julio


de 1899.

[18] Adoratski et al. Dialektichesky Materializm. Marks,


Engels, Lenin, Stalin. Editorial Partidaria. Moscú. 1933.
<http://istmat.info/node/39521>.

[19] F. Lengniks, Pisma V.I. Lenina po voprosam filosofii,


pisannye mnie v 1898-1899 godaj, en L. V. Kamenev (ed.),
Leninski Sbornik I, Instituto Lenin adjunto al CC del PCR
(b), Moscú - Leningrado 1924, pp. 194–195.

[20] A.I. Ivanskij, op. cit.

[21] A.I. Ivanskij. Lenin. Sibirskaya ssylka. 1”. Editorial de


Literatura Política. Moscú. 1975.

[22] A.I. Ivanskij, op. cit.

[23] “Durante los largos meses de invierno de


Schuschenskoie, donde, de acuerdo a los recuerdos de
N.K. Krupskáia, estudió los clásicos de la filosofía
universal, incluyendo a Hegel y su ‘Fenomenología del
Espíritu’; las prolongadas charlas con Plejánov, la
correspondencia con Lengnik y Bogdánov, en el curso de
la cual las cartas de Lenin (¡lástima!, se han perdido)
crecieron hasta convertirse en ‘largos y completos
tratados de filosofía’, que medían hasta ‘tres
cuadernos’...” (Evald Iliénkov, op. cit.).

[24] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la


realización, op. cit.

[25] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la


realización, op. cit.

[26] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la


realización, op. cit.

[27] Vladimir Ilich Lenin. Cuadernos filosóficos, op. cit.

[28] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la


realización, en Obras Completas #04, 1”. Akal Editor.
Madrid. 1974: 76–95. <https://www.marxists.org
/espanol/lenin/obras/oc/akal/lenin-oc-tomo-04.pdf>.

[29] Vladimir Ilich Lenin. Algo más sobre la teoría de la


realización, op. cit.

[30] Vladimir Ilich Lenin. Cuadernos filosóficos, op. cit.

[31] Id.

[32] Néstor Kohan, op. cit.

[33] Néstor Kohan, op. cit.

[34] Néstor Kohan, op. cit.

[35] Vladimir Ilich Lenin. Un paso adelante, dos pasos


atrás, en Obras Completas #07, 1”. Akal Editor. Madrid.
1974: 229–452.

[36] Vladimir Ilich Lenin. Cuadernos filosóficos, en Obras


Completas #42, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974.

[37] Vladimir Ilich Lenin. Cuadernos filosóficos, op. cit.

[38] A.I. Ivanskij, op. cit.

[39] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.M. Gorki, 7 de febrero


de 1908.

[40] N. Krupskáia, Mi vida con Lenin, cit.

[41] N. Krupskáia, Mi vida con Lenin, cit.

[42] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.M. Gorki, 13 de febrero


de 1908.

[43] Se refiere a “Un paso adelante, dos pasos atrás”.

[44] Vladimir Ilich Lenin, Carta a A.M. Gorki, 25 de febrero


de 1908.

[45] Néstor Kohan, op. cit.


[46] Vladimir Ilich Lenin. Algunas particularidades del
desarrollo histórico del marxismo, en Obras Completas
#17. Akal Editor. Madrid. 1974: 30–35.

[47] Vladimir Ilich Lenin. Descomposición y discrepancia


ideológica en la socialdemocracia rusa, en Obras
Completas #16, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974: 106–108.

[48] Vladimir Ilich Lenin. Acerca de Veji, op. cit.

[49] Vladimir Ilich Lenin. Acerca de Veji, en Obras


Completas #16, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974: 119–128.

[50] N. Krupskáia, Mi vida con Lenin, Editorial Rescate,


Buenos Aires 1984.

[51] Vladimir Ilich Lenin. Marxismo y revisionismo. 1908.


<https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s
/3-iii-08.htm>.

[52] Runivers. Lenin zakonchil rabotu nad knigoi


“Materializm i empiriokrititzizm”.
<https://www.runivers.ru/philosophy/chronograph
/154819/>.; Vladimir Ilich Lenin. Materializm i
empiriokrititzizm, en Polnoie Sobranie Sochinenij #18,
Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS
(ed.), 5”. Editorial de Literatura Política. Moscú. 1968:
1–552. ; Vladimir Ilich Lenin. Filosofskie Tetradi, en
Polnoie Sobranie Sochinenij #29, Instituto de Marxismo-
Leninismo adjunto al CC del PCUS (ed.), 5”. Editorial de
Literatura Política. Moscú. 1969: 1–817.; Vladimir Ilich
Lenin. Materialismo y Empiriocriticismo, en Obras
Completas #14, 1”. Akal Editor. Madrid. 1974: 1–364.

[53] Aserción infundada.


[54] Evald Iliénkov, op. cit.

[55] Id.

Escrito por V. C. para Partiynost

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