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ADORACION CONTINENTAL
Adoración ante la Presencia del Señor nos transforma para reflejar Su gloria. Cuando
una nación y las iglesias de ese país adoran al Padre, siempre reflejarán Su poder. Los
siguientes dos estudios son reflexiones sobre el impacto e influencia de la adoración y
de los que adoran en la Sociedad.
Estudio 4
Reflejando su luz
Dr. Apóstol Rony Chaves
Una de las experiencias más hermosas de mi viaje a California fue mirar el sol al inicio
de la primavera posarse cálido sobre la nieve.
Es interesante tomar la nieve en la mano; ésta no es tan blanca como parece. Ah, pero
qué diferente se vuelve cuando dan los rayos del sol. No sólo la miras blanca, sino
blanquísima. Pareciera que absorbe toda la luz y la refleja a través de un blanco
esplendoroso. La nieve que refleja la luz solar es única, maravillosa y brillante.
Cuando las montañas se van llenando de nieve, se van tornando blancas. Pero cuando el
sol irradia su luz, éstas se tornan plateadas; sí, plateadas y con un brillo sumamente
intenso. Aleluya.
Tuve la osadía una mañana de mirar hacia la montaña nevada sin mis lentes oscuros
para el sol. Al instante mis ojos ardían y tuve que dejar de ver. Se forma en la nieve una
especie de espejo metálico que irradia tanta luz que casi no se le puede mirar sin
protección. El reflejo del sol en la nieve se hace tan extremadamente fuerte que no se
puede esquiar si no se cubre uno apropiadamente los ojos. Anteojos o lentes especiales
para la práctica del esquí deben ser utilizados. La luz te puede hacer tropezar o dañar los
ojos.
Desprendemos de los efectos del sol en la nieve una lección práctica para nuestras
vidas. El sol y su luz representan a nuestro entender a Dios y su Divina Presencia. La
Biblia presenta a Jesucristo como el “Sol de Justicia”. Amén. Es entonces el sol símbolo
de Cristo, quien dijo: “Yo soy la luz del mundo”. Aleluya.
El monte, desprendiendo esto de los símbolos bíblico-proféticos, podría apuntar hacia
las naciones u hombres. En nuestro caso, digamos que figura a creyentes o a la Iglesia.
Conforme más “alto” subamos en nuestra vida espiritual, más cerca estaremos del Sol,
Cristo, y de Su luz.
Somos como esa nieve que a simple vista y de cerca no es tan blanca, tiene impurezas.
Pero al ser llena de la luz del Sol, se comienza a poner cada vez más blanca. Entre más
subimos hacia El, adorándole y buscándole de corazón, más blancos y puros y
santificados parecemos. Aleluya. Cuanto más elevadas son nuestras experiencias
espirituales, cuanto más le anhelemos a El y Su Luz, más emblanquecida queda nuestra
alma y nuestro espíritu. Aleluya. Cuanto más aprendamos del Espíritu Santo y más
caminamos con El, más se purifica y brilla nuestro ser interior. Amén.
Oh, que lección tan maravillosa nos dan la nieve y el sol. Si la aprendiéramos todos los
cristianos, si la aprendiéramos todos los predicadores. Sólo tenemos que buscarlo a El,
adorarlo a El y subir nuestro espíritu hacia El, y Su Luz lo llenará todo: alma, cuerpo y
espíritu. Aleluya.
Si tan sólo subiéramos, como Moisés, a la cima del monte y allí quietos
permaneciéramos contemplando Su Hermosura y Su Santidad, seríamos cambiados
como esa nieve del monte. Si tan sólo escaláramos el monte alguna vez para oírle
hablar, para recibir Su Luz y conocer Su soberana voluntad, seríamos transformados de
gloria en gloria, de luz en luz, y de victoria en victoria. Aleluya.
Si entendiéramos tan sólo eso, que sin El no somos nada más que polvo, barro y vasijas
vacías, entonces haríamos cualquier cosa para subir hasta el monte donde El habita.
Entonces mi hermano, nos humillaríamos de tal manera que dejaríamos los anhelos y
los sueños propios, y subiríamos hasta Su santo templo para adorarle.
Oh Iglesia, si tan sólo entendiéramos que la diferencia entre nosotros y el mundo lo hará
Su luz reflejada en nosotros, entonces clamaríamos, gemiríamos y lloraríamos hasta
obtenerla.