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FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS

Ensayo unidad V
Cátedra: Filosofía Política y Social
Docentes: De Miguel, Jorge; Sales, Julio
Alumno: Jordi G. Altamirano Facino

CALIFICACIÓN: 10 (DIEZ)
El ojo crítico

La caída del muro de Berlín significó, al menos, un fuerte golpe en la nariz para quienes
soñaban con un futuro comunista. Del otro lado, incentivó al desprecio de la teoría de los
grandes intelectuales de izquierda; el curso de los hechos había supuestamente demostrado
la inviabilidad de los proyectos iniciados por Lenin, Mao y el Che. Pensadores como
Fukuyama declararon el fin de la historia; el capitalismo había triunfado y demostrado ser
el único modelo posible. Sin embargo, el trabajo de los intelectuales comunistas es de un
gran valor filosófico y político para pensar tanto nuestra actualidad como la historia, so
pena de lo que digan reaccionarios y filisteos. En este ensayo trataremos de demostrar
brevemente esto con ejemplos de los aportes de Karl Marx y Friedrich Engels.
En primer lugar, retomamos una de las frases que más resaltan en el prólogo de la
Contribución a la crítica de la economía política: “no es la conciencia del hombre lo que
determina su existencia, sino su existencia social lo que determina su conciencia”. Esta
tesis, se percibe prima facie, es de un enorme valor tanto filosófico como político. La
conciencia no es puesta, como en Descartes o Kant, en un lugar privilegiado, sino que es un
producto de las condiciones materiales donde el individuo nace. Problematiza, debido a
esto, nuestros propios modos de pensar, nuestras acciones y nuestra propia existencia como
individuos. ¿Por qué? Porque la existencia social es resultado de las condiciones materiales
de producción; la ideología tiene como base la estructura económica y no la creación o el
descubrimiento individuales o de grupo. La conciencia tiene una raíz material y es, por lo
tanto, producto histórico justamente material, no un camino del espíritu. Desde el prisma
político surgen otros interrogantes: ¿qué elementos de la existencia social determinan la
conciencia? ¿Son esos elementos premeditados? Si la existencia social determina nuestra
conciencia, ¿cómo podemos pensar en la existencia social sin caer en espejismos?
En el Manifiesto comunista, a pesar de ser un escrito pensado para el común de los
obreros, también se observa una mirada aguda y penetrante, característica de sus autores.
Esta mirada, el ojo crítico, señala, por ejemplo, algo que en nuestros días, casi doscientos
años después, puede verse solo si se da un paso atrás para tener un panorama más completo.
Marx y Engels señalan que la burguesía ha producido, en su anhelo de capital, un
importante desarrollo en los medios de comunicación, en los medios de producción y,
aunque no en estas palabras, en la conformación del mercado. La acumulación originaria
proveniente de América y África ha servido de fondo material para la multiplicación de la
burguesía por todas partes del globo, para que ella se metiera en todas partes e instaurara su
modo de producción “bajo pena de muerte” (p.33). En esta nueva cosmópolis burguesa, los
recursos nacionales ya no bastan, porque cada nación debe ingresar en el mercado mundial
y nuevas necesidades son creadas. Las enormes y variadas fuerzas productivas de la
burguesía generan tanta cantidad de bienes que, si no creara al mismo tiempo la demanda
de esos bienes, su desenvolvimiento económico se estancaría, generando una crisis, crisis
periódicas que, dicho sea de paso, Marx también previó (p.35). Más de cien años después,
Guy Débord, de tradición marxista, llama también la atención sobre este hecho y analiza el
desarrollo del capital en espectáculo1.
Por último, marcaremos otra tesis del Manifiesto que puede darnos pie a la investigación
y al pensamiento crítico. Se lee “sólo el proletariado es una clase verdaderamente
revolucionaria”. Para los autores esto se debe a que el proletariado no tiene nada que perder
y un futuro por ganar, porque es la clase más explotada por la burguesía y porque es la
fuerza de trabajo que da valor a las mercancías. La clase media, en cambio, es reaccionaria,
quiere retroceder la historia; si se opone a la burguesía es por temor a caer en el
proletariado. Hoy, esta tesis puede invitarnos a pensar sobre su validez y verosimilitud. En
el caso de una revolución posible, ¿esta se encontraría ineluctablemente en las manos de
una clase obrera que cada vez pierde más y más valor ante la tecnocracia y la
hiperespecialización, ante los avances de la robótica y la maquinaria? ¿Existe en el
proletariado aún una esperanza de una historia nueva o los conflictos y consensos que se
han dado desde Marx hasta nuestros días han acordado una existencia pacífica con
conflictos esporádicos? Nuestros tiempos, más que representar el fin de la historia, ¿no
serán la marca de que es necesaria una nueva forma de entender la historia?
Por supuesto, nos hemos quedado con más preguntas que respuestas. Ese es el valor del
ojo crítico. La literatura de izquierda (al menos de autores tan excelentes como Marx)
enriquece nuestra cosmovisión y nuestro pensamiento crítico. Quienes creen que está
equivocado no pueden deducir de eso que no es necesario ni correcto leerlo. Después de
todo, sin el Manifiesto, la historia de nuestra sociedad occidental sin dudas hubiera sido
muy distinta.

Bibliografía
1
“Cada nueva mentira de la publicidad es también la confesión de su mentira precedente” (1967, §70)
DÉBORD, G. (1967), La sociedad del espectáculo. Santiago de Chile: Naufragio, 1995
ENGELS, F. y MARX, K. (1848), El Manifiesto Comunista. Sin información de lugar
de edición: El Aleph. Sin información de año de edición.
MARX, K. (1859), Contribución a la crítica de la economía política, “Prefacio”.

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