Está en la página 1de 27

LA ESTACIÓN DE LOS DÍAS

poemas

por
Albatros
ESTACIONES Y DÍAS

“Viene luego la asignación de los días vacuos,


de los días mercenarios que se quisieran alquilar,
casi sin fecha,
tal vez para llenarlos como un cántaro.
Entonces viene la pregunta: ¿A dónde ir?”

Eduardo Cote Lamus


CREDO

Amanece el día cada dos campos


y cada tres casas alguien se levanta
uno de cada cinco habitantes prepara el desayuno
y dos de cada mil piensan o se matan.

Las estadísticas no son sanas


no incluyen las heridas del amor o de la rosa
ni los silencios que se lleva el agua,
no dicen nada

se contentan con el color de la sangre


se alimentan del pan enmohecido entre cristales
de las leyes de la bolsa
de las historias de alcoba
de las voces que proclaman nadas
¡alimentándose nada más que de palabras!

Mas yo creo en alucinaciones colectivas


en la fiebre intermitente que empieza con el hambre
y termina en la opulencia
en la muerte asechante asaltando como el pájaro
y en ti
cien por ciento.
SUEÑO EN BLANCO

1
El cartero sueña con los nombres y las ciudades
que le llegan, pero cada mañana
comparte pan verdadero
con el dolor de sueños más reales;
algunos hay como él
menos furiosos
que guardan el pan
para cambiarlo.

2
Otros en cambio sueñan
y aún allí persiste la contienda
de vigilias dulces y también amargas,
los mismos que
cuando pasa el cartero
anunciando días
envían con él un pan
sin destinatario.
LABORES, OFICIOS

Quien gobierna sus manos


como quien doma dos salvajes
está labrando un mundo:

basta verlas extenderse


sobre piel dormida y costumbre
rescatando forma, sudor y tensión de angustias:

basta ese resplandor que se produce


cuando ordenan, artesanas
a la guerra dormir su sueño:

más aún verlas cuando se elevan en el aire


para luego cerrarse, dueñas de algo.
¡Manos terribles, aferradas a la noche y al día!
A UN HOMBRE SENTADO

El hombre que camina, busca


por las calles
que algo lo detenga,
sobre el mapa que dibujan sus pasos
teje un casi revolotear
de pájaro

- pero el hombre que camina solamente


es mariposa:

su vagar absurdo
por el aire le permite
el capricho de los recodos amargos,
el atravesar lo prohibido
como quien
conquista algo

y un afán dormido, ciego


a veces un milagro.

Solo por los días


cambiando de color
de aires,
mas en un instante
se irá, rápido
como la mariposa
fugaz siempre:
hombre de un sólo instante.
CANCION PARA UN CAMINO

Yo era y me mandaron
Sin traje, sin suerte
Sin sueldo.
Tenía la mente alta
Profundo el pensamiento
En cambio me dieron piedras como edificios
Ascensores, puertas, cuchillos
Y heridas profundas como cloacas.

Obligado, casi obligado


A la nostalgia
Ya sin pan, sin hambre
Con los pies heridos de ciudades.

Habiendo tenido alas como sueños


Habiendo tenido trenes cobijas, besos
Habiendo reído feliz
Un día
Me arrojaron.

Y estas manos precisan un alivio que antes no exigieron


Necesitan cerrarse
Un poco - de vez en cuando-
Para contener siquiera
Un poco de aire ¡aire!

Venir por tan poco


Por tristemente tanto
¡Qué dolor elemental
Elevar las cosas del mundo
Al cielo!
LA TEMPESTAD NO TIENE CURA

La tempestad no tiene cura


ni la fragilidad de algunos árboles
hay una cierta enfermedad en cada cosa
incluyendo el aire
algo que se muere todo el tiempo
cada instante.

Luego viene la aurora


su momento de luz indecisa,
se aventuran las horas
al día, furiosas
con el afán colérico
de envenenar la sangre,
llega la tarde:

hay algo triste en este tiempo


una enfermedad incurable,
dormir con tanta angustia
por ejemplo
no es recomendable.

Pero momentos hay


de lucidez y de cordura
momentos
en que las verdades tiemplan sol y luna
instantes en los cuales
los nombres de las cosas
ya no importan y la vida importa
por ese aire por esa luz:
enfebrecidos.
PARA UN FANTASMA

A veces pregunto por mi voz


cuando estoy cansado,
pareciera que la han robado
para sumarla a las voces de la angustia
o que el invierno le hubiese impuesto
la obligación de acompañar las balas.

Donde quiera que voy


donde me ausento,
sobreviven apenas los fragmentos
de un silencio que ayer me construía:
la palabra amor es una súplica
la palabra perdón, casi un lamento.

Pregunto por mi voz


cuando estoy lejos
queriendo saber los lugares de la sombra,
nada encuentro que no sea un eco
un martillar incesante sobre la misma piedra.

Me oigo a mí mismo
en el llanto de la calle
cuando un pie vestido la lastima
y en la casa del frente
que parece estar vacía.
TRES VECES LA MUERTE

I
“I tuoi occhi
saranno una vana parola”.
Cesare Pavese
Caerías . . . y contigo
tus ojos como balas
rasgando la mañana

estaba escrito que caerías


y no lo hiciste

te aferraste al grito
prohibido de los gatos,
sostenida por tus manos
al enlace de los astros
aprendiste a hacer amigos.

Por tu causa
los sistemas permanecen sin rumbo
las mañanas parecen más largas
- pues están agradecidas
los espejos muestran cosas
que nunca fueron dichas,
nadie cree en la escritura.
Por tu causa
esas balas siembran flores
cuando en luna nueva
se adormecen las mujeres
y los pájaros,
nacen lluvias que corrompen a los niños.

Caerías, caerías
pero al fin
hoy has caído
y contigo tanta vida
que permanece sin rumbo
tantas mañanas como un regalo
tanta alegría de sobra
tantas manos repartidas

y todo derrumbado hoy


por un capricho - por un verso-
pudiendo haber sido antes . . .

II
Me han dolido las sienes
desde que cortaron
el árbol florecido
que solía visitar
para fundarle nidos,
retumban dentro de mi cabeza
los ramalazos
- aquellos milagros recios-
que el viento obligaba
dulcemente
en mi ventana.
Y el hueco
que han dejado sus raíces
se ha sumado
a mi triste anatomía,
desde entonces siento
que me faltan los pájaros
incubando hijos y
que el viento que entra
en mis pulmones
ya no tiene alas.
Me han quedado bajas
las defensas como las ganas
porque el paisaje entorno
se quedó desnudo,
me han dolido tanto como el frío
estas manos que rehuyen incluso
la terca piel de las semillas.
Los ojos se me nublan
cuando miro esa tierra herida
casi mutilada
que no obstante
pareciera estar tranquila,
la contemplo fértil a mis ojos
y me asalta
entonces
pese a mi dolor
me obliga.
III

Poema para el día de la liberación

Podrán dolerme las lluvias


de las guerras,
golpear mi cuerpo que suma
y suma gotas,
pero mis pulmones
son dos caballos
corriendo
salvajemente por la playa
apresurándose
nada más que al galope mismo
haciendo en su furor
metáforas, olas.

Y ese aire adentro mío es suficiente


para que el dolor
de las lluvias
se adormezca en mi sombra,
para que mi errancia
se mantenga firme
simulando el sinuoso
capricho
de los árboles.

Podrán herir mi cuerpo balas


pero los caminos son grandes
y ensanchan los pies y el alma
haciendo grande el resoplar
de los pulmones
y violento
con la violencia silenciosa
de quien ya ha llegado
y no
se ha dado cuenta.
DÓNDE MI CORAZON

Nunca más
mi corazón a las tormentas,
que ellas rueden sin mí
por los confines del mundo
y coronado del largo momento
sea mía la pulida piedra.

Nunca más al griterío


que pretende forzar las horas
ni al canto monótono de la aurora;
anclado en esta ruta
míos sean los rincones
donde la sombra desnuda sus caprichos
y el dulzor del poema inventando niños;
nunca más mi corazón
al furor inquieto de las rutas
al trazado de las migraciones
que atraviesan los mercados . . .

Cuando pase el viento


a recordarme nombres
mi ocupación será
sumar los pájaros.
PROMESA

Aquí alguna vez


hubo música,
pero no importa
porque muchas cosas
se perdieron
como la ola
que regresa al mar
y se perdió también el mar
con toda su espuma
todo su aire
llevándose incluso
el rumor del oleaje:
la música.

Alguien dice
que se fueron, sí
pero no tan tristemente,
que más bien se fueron
como se va la sombra
al medio día
pero que después vuelven
que han de volver.

Se sabe que cuando el silencio


llega la noche
cantando.
ESTACIONES Y FUGAS

“un viento ya sin fuerza, un viento remansado


que repetía una yerba antigua, hasta el cansancio”.

Aurelio Arturo
I

Cada puerta convida


en su griterío
a la aventura
del viento en cada esquina
- borde, cifra del mundo-
y allá, al fondo
del horizontal abismo,
perpendicular a la tierra
cayendo siempre
cumple un hombre
su vocación de trenes.

II

Para la vida
quiera yo
- alguna vez-
abrir de par
en par
los ojos de la dicha
y que cada
infierno
tenga sus sonrisas.

Un poema
quisiera decir
alguna cosa

¿acaso le valdrá
sólo la constancia?

III

Oración de Dédalo

No existe paso
más seguro
que aquel que damos
hacia el insondable
abismo

la Nada lo afirma
ni más claras las cosas
- en ese instante-
del ojo afortunado
que cayendo todo lo adivina.

Para morir
me faltas tú:
¡alado pensamiento!

IV

Petición del Ángel Gabriel

Vienen
y porque vienen lo sabemos
(hay más de sombras
que de días)

Vienen
porque ignoran
que este cielo que soñaron
ya no existe
y que las puertas santas
fueron de las llamas
prisioneras.

Ve a su encuentro Dios
y diles que regresen
que no vengan
que no vengan.

Dormir
acariciado
por la luna
que se filtra
sentir el paso
de la noche
adormecerse
y luego
no saber
un destino imaginado
la brevedad de algunos pasos
la noche que tan poco existe
o
no saber nada
del insomnio
de todo lo soñado
los colores
las formas
la obscuridad
de un solo instante
repentina
y luego nada
luego amanece.

VI

“¡ella y los dioses y mis ojos!”


Carles Riba

Las grietas las huellas


en la pared
fría de mi casa
nunca
me anunciaron
nada:

nunca en ella se grabaron


mis pasos
no advirtieron
mis paisajes.

Lento fue el paso


la pared, derrumbada
y tras ella, sola
la forma convulsa
del aire
que se agita:
tú y mis pupilas.

VII

Sesenta poemas
he guardado
en las esquinas
de mi casa

distribuidos
por temas
archivados
según extensión
emoción o
destino

de mis cinco
amores
ya no tengo
ninguno.

VIII

Una mariposa
que fluye
el vapor al aire
de una cafetera

¿son estas cosas


el río que suena:
la memoria?

¿son un silencio
profundo?
¿son la vida
un instante?

IX

Luego de beber
el vino
en esa copa
loca
de la vida,
después de tentar
la muerte
en agonías:
la muerte misma.

Y después de ella
con un aliento
prestado
convertidos
en ausencia
por un acaso
por un después:
victoriosos.
LOS SIGNOS

(DOMINGO)

La flor es roja
mecida por el viento,
yo la miro:
para qué
qué me dice
apenas es un vástago
del aire del sol
como yo
qué digo qué repito.

(LUNES)

La flor es roja
no la dice el viento
ni el arquetipo
que tu mano imagina
cuando la entrega.
La dicen tantas cosas:
la misma piedra siempre
la voz del niño que eras
ah, y ese aroma
repentino en fuga
que evoca otras tantas
flores rojas distintas
que se dicen
se entremezclan
en un solo
murmullo
al pasar del viento:
el universo.

(MARTES)

La flor que he visto ahora


es otra distinta
a la que fue
y también a la que nombro;
esa flor tan única
es muchas a su vez
pero la palabra
que yo digo
no la nombra
no es múltiple
y no cambia:
no la repite.

(MIÉRCOLES)

La flor en tu mano
se dice un poco
y se contiene,
explota
(por ti, para ti),
digo entonces
que eres fugaz
causa
de una magia suprema
que sabe bella
a la flor
porque tu mano
la sostiene.
Es otra.

(JUEVES)

La flor se anularía
repetida
no sería un río
que fluye
(desde dónde),
pero a veces
se detiene y espera
para que la mires
la contengas
y ya fugada
nueva
mente
en la curvatura
perfecta de la tierra
tú sepas por lo menos
que la flor
es roja.

(VIERNES)

La flor es roja
ultrajada, herida
desde el primer verso
del poema,
pero se mantiene
lucha
se escapa
hermosea
roja para ti
que la contemplas
la completas
pero quién
eres tú
quién te dice.

(SÁBADO)

¡Ah la flor
dulce roja
iluminada repentina
mecida tranquila
fluye intensa
dulce roja
y nadie la imagina
ni se marchita
o se muere,
se detiene
nace
ah la flor
la flor
flor
!
LAS PALABRAS

“No, no son los pájaros”.


Federico García Lorca

UNO

Un pájaro señala
en su curvatura
traza, dice
el vuelo de un pájaro
en su curvatura,
nada más:
aletea
se agita
enturbia el aire:
no es el paisaje . . .

DOS

De más atrás
vengo
inmóvil
de la luz
del azul
del cielo
un pájaro me trae
en sus alas
pero me quedo:
rama en el árbol,
me quedo . . .

TRES

Cielo azul de hoy:


atento
libre
- sin el pájaro
sin el ángel-
azul de la luz
llegando
libre
nuevamente:
del poema
del último
verso
libre
libre
...

CUATRO

¿Qué se dice
en el poema,
ese otro cielo?
Azul nada más,
único cielo azul
de hoy
que no cabe en el iris
irrepetible se pierde
en contra de toda atención
no en la rueda
de la fortuna
que se dice
en el poema:
ese otro cielo . . .

CINCO

Si yo digo azul
en nada me detengo,
soy el pájaro
que vuelve
repentino
precipitado
entre mar y cielo
y la tierra
se adormece lejos
en otra tierra.
Sí, acaso
pájaro
en rizo vertical
sobre el horizontal
paisaje,
detenido . . .

SEIS

Fluye
entre el cristal
del ojo
y mi cabeza
dolorida
un torrente de formas
colores
signos,
no un río
un paisaje asimétrico
cuyas puntas agudas
hieren lo sensible
traicionan la rotación
de los planetas:
su velocidad
se mide
en el silencio . . .

SIETE

Digo:
un pájaro que fluye
detenido
en medio del azul
construye un paisaje.
Puedo amar
su griterío
velar cada mañana
la forma del gorjeo
que inventa
los colores
los sonidos,
y mi voz es apenas
un recinto:
si yo digo amar,
no son los pájaros.

También podría gustarte