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poemas
por
Albatros
ESTACIONES Y DÍAS
1
El cartero sueña con los nombres y las ciudades
que le llegan, pero cada mañana
comparte pan verdadero
con el dolor de sueños más reales;
algunos hay como él
menos furiosos
que guardan el pan
para cambiarlo.
2
Otros en cambio sueñan
y aún allí persiste la contienda
de vigilias dulces y también amargas,
los mismos que
cuando pasa el cartero
anunciando días
envían con él un pan
sin destinatario.
LABORES, OFICIOS
su vagar absurdo
por el aire le permite
el capricho de los recodos amargos,
el atravesar lo prohibido
como quien
conquista algo
Yo era y me mandaron
Sin traje, sin suerte
Sin sueldo.
Tenía la mente alta
Profundo el pensamiento
En cambio me dieron piedras como edificios
Ascensores, puertas, cuchillos
Y heridas profundas como cloacas.
Me oigo a mí mismo
en el llanto de la calle
cuando un pie vestido la lastima
y en la casa del frente
que parece estar vacía.
TRES VECES LA MUERTE
I
“I tuoi occhi
saranno una vana parola”.
Cesare Pavese
Caerías . . . y contigo
tus ojos como balas
rasgando la mañana
te aferraste al grito
prohibido de los gatos,
sostenida por tus manos
al enlace de los astros
aprendiste a hacer amigos.
Por tu causa
los sistemas permanecen sin rumbo
las mañanas parecen más largas
- pues están agradecidas
los espejos muestran cosas
que nunca fueron dichas,
nadie cree en la escritura.
Por tu causa
esas balas siembran flores
cuando en luna nueva
se adormecen las mujeres
y los pájaros,
nacen lluvias que corrompen a los niños.
Caerías, caerías
pero al fin
hoy has caído
y contigo tanta vida
que permanece sin rumbo
tantas mañanas como un regalo
tanta alegría de sobra
tantas manos repartidas
II
Me han dolido las sienes
desde que cortaron
el árbol florecido
que solía visitar
para fundarle nidos,
retumban dentro de mi cabeza
los ramalazos
- aquellos milagros recios-
que el viento obligaba
dulcemente
en mi ventana.
Y el hueco
que han dejado sus raíces
se ha sumado
a mi triste anatomía,
desde entonces siento
que me faltan los pájaros
incubando hijos y
que el viento que entra
en mis pulmones
ya no tiene alas.
Me han quedado bajas
las defensas como las ganas
porque el paisaje entorno
se quedó desnudo,
me han dolido tanto como el frío
estas manos que rehuyen incluso
la terca piel de las semillas.
Los ojos se me nublan
cuando miro esa tierra herida
casi mutilada
que no obstante
pareciera estar tranquila,
la contemplo fértil a mis ojos
y me asalta
entonces
pese a mi dolor
me obliga.
III
Nunca más
mi corazón a las tormentas,
que ellas rueden sin mí
por los confines del mundo
y coronado del largo momento
sea mía la pulida piedra.
Alguien dice
que se fueron, sí
pero no tan tristemente,
que más bien se fueron
como se va la sombra
al medio día
pero que después vuelven
que han de volver.
Aurelio Arturo
I
II
Para la vida
quiera yo
- alguna vez-
abrir de par
en par
los ojos de la dicha
y que cada
infierno
tenga sus sonrisas.
Un poema
quisiera decir
alguna cosa
¿acaso le valdrá
sólo la constancia?
III
Oración de Dédalo
No existe paso
más seguro
que aquel que damos
hacia el insondable
abismo
la Nada lo afirma
ni más claras las cosas
- en ese instante-
del ojo afortunado
que cayendo todo lo adivina.
Para morir
me faltas tú:
¡alado pensamiento!
IV
Vienen
y porque vienen lo sabemos
(hay más de sombras
que de días)
Vienen
porque ignoran
que este cielo que soñaron
ya no existe
y que las puertas santas
fueron de las llamas
prisioneras.
Ve a su encuentro Dios
y diles que regresen
que no vengan
que no vengan.
Dormir
acariciado
por la luna
que se filtra
sentir el paso
de la noche
adormecerse
y luego
no saber
un destino imaginado
la brevedad de algunos pasos
la noche que tan poco existe
o
no saber nada
del insomnio
de todo lo soñado
los colores
las formas
la obscuridad
de un solo instante
repentina
y luego nada
luego amanece.
VI
VII
Sesenta poemas
he guardado
en las esquinas
de mi casa
distribuidos
por temas
archivados
según extensión
emoción o
destino
de mis cinco
amores
ya no tengo
ninguno.
VIII
Una mariposa
que fluye
el vapor al aire
de una cafetera
¿son un silencio
profundo?
¿son la vida
un instante?
IX
Luego de beber
el vino
en esa copa
loca
de la vida,
después de tentar
la muerte
en agonías:
la muerte misma.
Y después de ella
con un aliento
prestado
convertidos
en ausencia
por un acaso
por un después:
victoriosos.
LOS SIGNOS
(DOMINGO)
La flor es roja
mecida por el viento,
yo la miro:
para qué
qué me dice
apenas es un vástago
del aire del sol
como yo
qué digo qué repito.
(LUNES)
La flor es roja
no la dice el viento
ni el arquetipo
que tu mano imagina
cuando la entrega.
La dicen tantas cosas:
la misma piedra siempre
la voz del niño que eras
ah, y ese aroma
repentino en fuga
que evoca otras tantas
flores rojas distintas
que se dicen
se entremezclan
en un solo
murmullo
al pasar del viento:
el universo.
(MARTES)
(MIÉRCOLES)
La flor en tu mano
se dice un poco
y se contiene,
explota
(por ti, para ti),
digo entonces
que eres fugaz
causa
de una magia suprema
que sabe bella
a la flor
porque tu mano
la sostiene.
Es otra.
(JUEVES)
La flor se anularía
repetida
no sería un río
que fluye
(desde dónde),
pero a veces
se detiene y espera
para que la mires
la contengas
y ya fugada
nueva
mente
en la curvatura
perfecta de la tierra
tú sepas por lo menos
que la flor
es roja.
(VIERNES)
La flor es roja
ultrajada, herida
desde el primer verso
del poema,
pero se mantiene
lucha
se escapa
hermosea
roja para ti
que la contemplas
la completas
pero quién
eres tú
quién te dice.
(SÁBADO)
¡Ah la flor
dulce roja
iluminada repentina
mecida tranquila
fluye intensa
dulce roja
y nadie la imagina
ni se marchita
o se muere,
se detiene
nace
ah la flor
la flor
flor
!
LAS PALABRAS
UNO
Un pájaro señala
en su curvatura
traza, dice
el vuelo de un pájaro
en su curvatura,
nada más:
aletea
se agita
enturbia el aire:
no es el paisaje . . .
DOS
De más atrás
vengo
inmóvil
de la luz
del azul
del cielo
un pájaro me trae
en sus alas
pero me quedo:
rama en el árbol,
me quedo . . .
TRES
CUATRO
¿Qué se dice
en el poema,
ese otro cielo?
Azul nada más,
único cielo azul
de hoy
que no cabe en el iris
irrepetible se pierde
en contra de toda atención
no en la rueda
de la fortuna
que se dice
en el poema:
ese otro cielo . . .
CINCO
Si yo digo azul
en nada me detengo,
soy el pájaro
que vuelve
repentino
precipitado
entre mar y cielo
y la tierra
se adormece lejos
en otra tierra.
Sí, acaso
pájaro
en rizo vertical
sobre el horizontal
paisaje,
detenido . . .
SEIS
Fluye
entre el cristal
del ojo
y mi cabeza
dolorida
un torrente de formas
colores
signos,
no un río
un paisaje asimétrico
cuyas puntas agudas
hieren lo sensible
traicionan la rotación
de los planetas:
su velocidad
se mide
en el silencio . . .
SIETE
Digo:
un pájaro que fluye
detenido
en medio del azul
construye un paisaje.
Puedo amar
su griterío
velar cada mañana
la forma del gorjeo
que inventa
los colores
los sonidos,
y mi voz es apenas
un recinto:
si yo digo amar,
no son los pájaros.