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En : Gerión nº 13, 1995 ; pp. 99-126.

“In perpetuum dicitur”. Un modelo de fundación en el Imperio Romano.


“Sex. Iulius Frontinus, Iulius Sabinus” y el Testamento del Lingón
(CIL XIII 5708)

JOSÉ REMESAL RODRÍGUEZ

Edmond Frézouls
In memoriam

La reciente publicación de las actas de un congreso dedicado al conocido


Testamento del Lingón nos ha incitado a presentar una nueva propuesta de explicación
de dicho documento1. Esta propuesta debe hacerse en dos direcciones:

*
Este trabajo ha podido ser realizado gracias a una beca de la Alexander von Humboldt-Stiftung disfrutada en el
Seminar für Alte Geschichte der Universität Heidelberg, durante el verano de 1994. Agradezco al Prof. G. Alföldy la
ayuda prestada para la realización de este trabajo, así como a los Profesores K. Misera, A. Laufs y W. Eck y a los
Dres. Mª J. Castillo, J. Hahn, M.G. Schmidt y A.U. Stylow el que hayan escuchado y discutido mis opiniones.
1
Y. Le Bohec (Ed.), Le Testament du lingon. Collection du Centre d'Etudes Romaines et Gallo-romaines.
Nouvelle Série, nº 9. Lyon, 1991 (citado en adelante Le Testament ...). Donde se recoge la bibliografía existente, con
una nueva revisión del Texto a cargo de P. Sage, «Le testament du lingon: remarques sur le texte et sur son
interpretation», Le Testament ...17-40, que tomamos aquí como punto de partida, con la advertencia de que en su
transcripción falta, en la cara recto del texto, linea 12, la palabra restituend(um). En la linea 17 se ha transcrito
[X]XX, cuando la fotografía del documento publicada en este trabajo permite leer, claramente, XXX; en la
transcripción del reverso, linea 17, incluimos la palabra septembrib(us), falta el término quod del final de la linea 27,
pues P. Sage, siguiendo a parte de la crítica, (Le Testament ...17) se inclina por suprimirlo. En nuestra transcripción,
siguiendo a P. Sage, hemos restituido en la linea 3 de la cara recto "vel aenea", en vez del "ubi aenea" que figura en
el documento (vide infra). Ofrecemos, salvo error por nuestra parte, la transcripción de P. Sage, a quien seguimos,
con las correcciones señaladas. Sin embargo, el documento ha despertado poco interés para algunos investigadores:
F. de Visscher, Le droit des tombeaux romains, Milano,1963, solo lo cita de pasada, al igual que E. Champlin, Final
Judgments, Berkeley, 1991, 171 ss. D. Johnston, The Roman Law of Trusts, Oxford, 1988, no lo considerara entre los
documentos por él estudiados. Idem, «Prohibitions and perpetuities: family settlements in Roman law», ZSS. 102,
1985, 220-290. J.M.C. Toynbee, Death and burial in the roman world. London, 1971, le dedica un breve comentario
(p. 62-63). Al igual que J. Prieur, La mort dans l'antiquité romaine, Ouest-France Université, 1986, 37-38, quien
data el documento en época de Severo. El primer editor del texto fue A.D. Kiessling, Anecdota Basileensia, I,
Akademisches Programm, 1863, 4-22, quien considera que el documento es una copia de una inscripción (pag. 6).
G.B. de Rossi, Bullettino di Archeologia Cristiana, I nº 12, Roma, diciembre 1863, 94-95, da noticia del testamento
considerandolo copia de una inscripción. Idem, «Dei sepolcreti cristiani non sotterranei durante l'èra delle
persecuzioni», Bullettino di Archeologia Cristiana, II, nº 4, Roma, Abril 1864, 25-32, en particular p. 25. Al año
siguiente apareció una revisión del texto de E. Hübner, «Iscrizioni latine scoperte recentemente a Basilea, Leone di
Spagna e Bonna», Annali dell'Instituto di Correspondenza Archeologica 36, 1864, 200-216, quien considera que el
documento se copió directamente de una inscripción (p. 200), opinión que fué seguida por H. Dessau, Inscriptiones
Latinae selectae 8379, pag. 920 nota 34. Así lo entendieron, tambien, O. Hirschfeld y K. Zangemeister, CIL XIII
5708. G. Willmanns, Exempla inscriptionum Latinarum, I, Berlin, 1873, 106-109, nº 315 y G. Drioux, Les lingons.
Textes et inscriptions antiques. Paris, 1934, 81-83, nº 314. J.J. Bachofen, «Le testament d'un Lingon, lettre à M.
Henzen», Bullettino dell' Instituto di Correspondenza Archeologica 1867, 60-64, no se decanta sobre esta cuestión,
mientras que E. Caillemer, «Le testament d'un lingon vers la fin du premier siègle de notre ère», Bulletin
épigraphique de la Gaule, 1, 1881, 22-24, se adhiere a la opinión de Kiessling. Consideran, también, que el
documento fué copiado de una inscripción J.J. Hatt, La tombe gallo-romaine. Paris, 1951, 66; L. Lerat, op. cit., 200;
J. Prieur, La mort dans l'antiquité romaine. Paris, 1986, 37; I. Di Stefano Manzella, Mestiere di epigrafista, Roma,
1987, 12; W. Eck, Römische Grabinschriften, en: H. von Hesberg und P. Zanker (Hg.), Römische Gräberstrassen.
München, 1987, 62; E. Frézouls (Ed.), Les villes antiques de la France. Germanie Supérieure, 1. Besançon, Dijon,
Langres, Mandeure. Strasbourg, 1988, 394, y M. Le Glay, «Notes sur le "testament du lingon"», en Le Testament ...
57-61, en particular p. 59 y 61. Sin embargo, sabemos que los testamentos se escribían sobre tablillas y se guardaban
en los archivos municipales, por ello, pensamos que nuestro documento, para su existencia, no precisa de la copia
epigráfica.
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primera, estudiar el documento en su contexto romano, segunda, estudiar el documento


en el contexto de la época en que fue copiado y la significación posterior del
documento2.
La crítica moderna se ha planteado la cuestión de porqué en el siglo X d.C. se ha
copiado este documento y por qué en forma fragmentaria. Participamos de la opinión de
P. Sage, de que disponemos de una copia sacada de otra copia escrita, seguramente, en
cursiva 3, es decir, que disponemos de una copia de una copia de archivo, de la que, o
sólo se conservaba la parte copiada, o sólo se copió la parte que en el siglo X d.C. se
consideró interesante4.

2
No es nuestra intención ocuparnos aquí de este segundo aspecto, el documento puede ser considerado como un
simple ejercicio de copia o como un modelo testamentario, en este caso, habría que ponerlo en relación con la
tradición testamentaria del siglo X d.C. al norte de los Alpes. Sobre la evolución del notariado romano y medieval
vease M. Amelotti y G. Costamagna, Alle origini del notariato italiano, Roma, 1975. Sobre la recepción del derecho
testamentario romano al norte de los Alpes vease U. Nonn, «Merowingische Testamente. Studien zum Fortleben
einer römischen Urkundenform im Frankenreich», Archiv für Diplomatik, 18, 1972, 1-129, con la bibliografía. Sobre
el renacimiento del derecho romano a partir del siglo X d.C. y su recepción en el mundo franco, vease H. Auffroy,
Évolution du testament en France des origines au XIIIe siècle. Paris, 1899, 371 ss. en pág. 92 cita, de pasada, el
testamento del Lingón.
3
P. Sage, Remarques sur le "Testament du Lingon", en: La langue des inscriptions latines de la Gaule.
Collection du Centre d'Etudes Romaines et Gallo-romaines. Nouvelle Série, nº 7, Lyon, 1989, 31-41 (en part. 31-35).
Y. Le Bohec, Le "Testament" du lingon et le lingon du "Testament", en: Le Testament ..., 42-44, discute el estado
actual de esta cuestión, inclinándose por la opinión de P. Sage.
4
Dado que nuestra copia está en una hoja de pergamino es necesario suponer que el salto, que se produce en el
texto entre el fin del recto y el comienzo del verso, se debe a una de las circunstancias señaladas. Por lo demás, hay
que considerar que faltan una o varias páginas iniciales, así como finales en las que constasen el nombre del testador,
su origen, alguna circunstancia de su vida personal, cursus honorum, por ejemplo, su voluntad de testar y su capacida
fisica y mental para hacerlo, así como el conjunto de las cláusulas testamentarias no conservadas.
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Aunque el documento es conocido como "El Testamento del Lingón", tal vez,
nuestro documento deba llamarse "Codicilo del Testamento del Lingón", por cuanto la
parte conservada puede corresponder a los codicilos establecidos en relación con sus
exequias fúnebres y el mantenimiento del culto funerario in perpetuum5.
Al leer el estudio lionés nos vino a la cabeza la idea de vincular este documento,
gracias a la ya lejana lectura de un artículo de Mario Attilio Levi6, con la conocida carta
18 del libro VII de Plinio el Joven, en la que Plinio narra el modo de constituir una
fundación, que tenga visos de perpetuidad. El estudio realizado nos ha permitido
comprobar, que la vinculación de ambos documentos, que en principio considerábamos
una idea original, ya había sido propuesta por Arangio Ruiz7, aunque no había sido
aprovechada en la reciente edición.
Creemos que, desde nuestra perspectiva, puede contribuirse a un mejor
conocimiento del documento y a las circunstancias sociales que lo produjeron. Por
nuestra parte, nos atrevemos a recordar que la adquisición de la ciudadanía romana por
parte de los provinciales les permitía acceder al derecho a testar a la romana, por lo que
no hay que extrañarse de que hiciesen un uso escrupuloso del derecho romano
testamentario, no sólo para dar validez a las fórmulas, sino también por el orgullo, y la
distinción social, que significaba la integración en un orden jurídico superior8.
Dos cuestiones deben ser abordadas en primer lugar: la cronología del
testamento y la identidad del personaje. Sobre la cronología del testamento los primeros
editores se inclinaron por considerarlo, en atención al estilo, como perteneciente al siglo
primero9. Recientemente Le Glay considera que debe

5
Sobre la formulación de los testamentos en Roma vease M. Amelotti, Il Testamento romano, I. Le forme
classiche di testamento. Firenze, 1966. La praxis testamentaria puede verse en la colección de textos recogidos por L.
Migliardi Zingale, I Testamenti romani nei papiri e nelle tavolette d'Egitto. Torino, 1991 (2ª ed.). Un ejemplo de la
anotación de las exequias fúnebres en un codicilo a parte se documenta, por ejemplo, en el testamento de Augusto
(Suet. Augustus, 101).
6
M.A. Levi, «Per una nuova interpretazione della tabula di Veleia», Rendiconti Istituto Lombardo (Rend.Lett.),
102, 1968, 361-370.
7
V. Arangio Ruiz, FIRA, III (Negotia), 142, nº 49.
8
Sobre las características de los testamentos romanos de época clásica vease M. Amelotti, op. cit., cap. III: Il
testamentum per aes et libram. Se ha conservado un testamento original completo, escrito, como era preceptivo,
sobre tabulae ceratae y en latín, se trata del conocido testamento de Antonio Silvano del año 142 d.C., procedente de
Egipto, probablemente de Filadelfia, (V. Arangio Ruiz, FIRA, III (Negotia), 129 nº 47. Idem, «Il Testamento di
Antonio Silvano e il senatoconsulto di Nerone», Studi in onore di Emilio Albertario. Milano 1952, 1, 203-212,
recogido recientemente en: V. Arangio-Ruiz, Studi epigrafici e papirologici, (L. Bove ed.). Napoli, 1974, 382-389.
L. Migliardi Zingale, op. cit., 22 nº 5. Sobre las formalidades inherentes a la firma y apertura de un testamento,
además de la bibliografía citada, vease J.W. Tellegen, The Roman Law of Succession in the Letters of Pliny the
Younger, I. Studia Amstelodamensia ad epigraphicam ius antiquum et papyrologicam pertinentia, XXI.
Zutphen,1982.
9
Kiessling, op. cit., 6 propone como datación, "... der besten Kaiserzeit ...", en pág, 11-12 recoge la opinión de
Mommsen, quien fija como uno de los términos para la redacción del testamento la reforma monetaria de Nerón. E.
Hübner, op. cit., 201 lo data en el siglo primero, en pág. 203 lo considera anterior a la época de Otón. J.J. Bachofen,
op. cit., 64, lo data entre Claudio y Nerón.
102

ser datado en época de Trajano o Adriano10, mientras que Le Bohec11 considera que
debe ser datado entre el 70 d.C. fecha de la rendición de los lingones a Sextus Iulius
Frontinus tras la revuelta de Iulius Civilis, y el año 212 d.C. fecha de la Constitución
Antoniniana. Tanto Le Glay como Le Bohec consideran el año 70 d.C. como fecha post
quem, porque piensan que el autor del testamento recibió, - o era un descendiente de los
que recibieron -, la ciudadanía romana de manos de Iulius Frontinus; creemos, sin
embargo, que esta afirmación puede ser discutida (vide infra). Por nuestra parte,
queremos hacer hincapié en argumentos indirectos que nos inclinan a pensar que,
ciertamente, debe ser datado en época trajaneo- adrianea: a) en época de Trajano la
moda de construir grandes sepulcros estaba tan desarrollada que el emperador se vio
obligado a emitir un rescripto, recogido en el capítulo I del Gnomon del Idios Logos,
para controlar los abusos; b) de época trajanea es el llamado Testamento de Dasumio,
parangón indiscutible de nuestro documento; c) a partir de Adriano se pone de moda la
inhumación en lujosos sarcófagos, nuestro personaje prefiere ser incinerado; d) Adriano
construye en Roma el templo de Venus y Roma, un templo con exedra, como la tumba
del lingón; e) y, sobre todo, la equiparación del testamento con la ya citada carta de
Plinio el Joven.
Nuestro documento, como hemos señalado, se refiere a unos aspectos muy
concretos de un testamento. Sobre el testamento romano ya hemos indicado la
bibliografía fundamental (vide supra), aquí no queremos detenernos en aspectos
generales, al igual que no podemos detenernos en las ideas generales sobre la muerte en
el mundo romano12. Sólo queremos señalar un principio general: la gran libertad del
testador, como bien puede verse en numerosos pasos del Digesto13, de ahí la intrincada
realidad social y la diversidad de soluciones halladas en nuestras fuentes jurídicas.14.
Todos los autores que se han ocupado del tema han advertido la clara voluntad
del testador de construir una tumba ciertamente monumental, casi un templo, usando
para definirla una palabra bien conocida en el ambiente religioso: cella. La tumba de
Augusto, con su monumentalidad y sus jardines,

10
M. Le Glay, Notes sur le "Testament du Lingon", en: Le Testament ...58.
11
Y. Le Bohec, Le "Testament" du lingon et le lingon du "Testament", en: Le Testament ...44-46.
12
Remitimos a los trabajos, ya clásicos, de F. Cumont, Recherches sur le symbolisme funéraire des romains,
Paris, 1942. Idem, Lux perpetua, Paris, 1949. J.M.C Toynbee, op. cit. y J. Prieur, op. cit.
13
Dig. 29, 3, 5, o Dig. 31, 77, 28, donde, a pesar de la existencia de la clausula de que un fundo no debe salir de
la familia, se concede la propiedad de parte del fundo al descendiente de una liberta, aunque ya no lleve el nombre de
la familia, pues la voluntad del testador fue asignar parte del fundo a esa liberta, lo cual al legislador le hace suponer
que el testador era consciente de la posibilidad de que parte del fundo saliese del ámbito de la familia, y, por tanto,
para respetar la voluntad del difunto, se admite, a pesar de la cláusula, que parte del fundo salga del ámbito familiar.
Vease tambien Dig. 35, 1, 40, 5, por ejemplo.
14
Según la definición de Dig. 28, 1, 1: Testamentum est voluntatis nostrae iusta sententia de eo, quod quis post
mortem suam fieri velit.
103

debió estimular a los individuos de la élite romana a emularla. El Satiricón 15, nos
guarda, de forma sarcástica, una muestra de esta inclinación. Trajano, como hemos
indicado, emitió un rescripto limitando el carácter de sagrado solo a la tumba, pues
algunos, para defraudar al fisco, querían ampliar esta consideración a los huertos y
jardines vinculados al sepulcro.
Para los romanos el lugar donde estaba enterrado un cuerpo era un lugar
sagrado16, perteneciente a los dioses, fuera de la posibilidad de poseerlo, sometido solo a
las leyes pontificales, pero no a las del derecho civil. El derecho romano distingue
netamente entre sepulchrum y monumentum: sepulcrum est ubi corpus ossave hominis
condita sunt. Celsus autem ait: non totus, qui sepulturae destinatus est, locus religiosus
fit, sed quatenus corpus humatum est. Monumentum est quod memoriae servandae
gratia existat (Dig. 11,7,2,5-6).
Como también es bien sabido, en la mentalidad romana, el ánima del difunto
pervivía mientras pervivía su recuerdo, vinculado a la existencia de una tumba y a los
cultos funerarios desarrollados en ella. A lo largo del Alto Imperio romano se fueron
desarrollando sistemas en los que el sepulcro se vinculó a intereses económicos, con el
afán, por parte del difunto, de asegurar la perpetuidad de su sepultura17. Estos beneficios
económicos emanaban de la explotación de los huertos, jardines o tabernae vinculados a
las sepulturas. La mejor garantía de perpetuidad era la conservación del nomen de una
familia, a través del cual se aseguraba el culto al numen de esa familia. Pero el mundo
romano era consciente de la fragilidad y de la dificultad de asegurar una larga sucesión.
Ello dio lugar a dos posiciones sociales, reflejadas en dos figuras jurídicas, la de
aquellos empeñados en mantener unos bienes y unos derechos sepulcrales vinculados a
su propio nomen, admitiendo a la sucesión sepulcral a sus libertos, los llamados
sepulcros de familia, atestiguados jurídica y epigráficamente bajo la forma "ne de
nomine familiae exeat"18. La fórmula mas refinada de esta tendencia fue la creación de
la figura del fideicommissum familiae relictum, por el cual, el testador obligaba a su
heredero, por un fideicommissum, a que transmitiera la herencia, o parte de la herencia,
a individuos de generaciones sucesivas19. La otra fórmula fue la admisión del heredero,
perteneciera o no a la misma familia, al derecho sepulcral20. Si bien la tradición
romanística ha considerado

15
Petronio, Sat. 71.
16
Sagrados eran sólo los sepulcros de los romanos, no los de los enemigos, que podían ser impunemente
violados, Dig. 47, 12, 4.
17
Véase, por ejemplo, ILS 8235: ... tabernula ... nullo modo ad hoc loco sacro et religioso ob tutelam obitorum
separari potent. F. de Visscher op. cit.. M. Kaser, Zum römischen Grabrecht. ZSS, 95, 1978, 15-92.
18
Por ejemplo CIL IX 5868. Dig. 31, 67, 5.
19
A. Torrent, Fideicommissum familiae relictum. Universidad de Oviedo, serie Derecho, 2. Oviedo, 1975. D.
Johnston, Prohibition and perpetuities ... . Si este fideicomiso estaba vinculado a una sepultura y su culto, se explica
el intento de Trajano por evitar que este sistema se convirtiera en una forma de evasión fiscal.
20
Dig. 11, 7, 5-6.
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exclusivamente estas dos categorías, la realidad social y su reflejo en el derecho


sepulcral, según muestra la epigrafía, fueron mas complejas21.
El primer paso formal en la vinculación de un sepulcro y un terreno anejo a él
fue la declaración de una Lex sepulchri por parte del testador (como también hace
nuestro lingón). Esta es una Lex privata, sin ningún valor en derecho civil, pero a la que
el respeto a la voluntad del difunto le daba fuerza social, esta lex prescribía las
condiciones por la que había de regirse la fundación y las obligaciones establecidas con
respecto a dicha fundación: el mantenimiento de la tumba y del culto funerario
requerido. Para reforzar esta Lex el testador establecía una multa, dando la posibilidad
de acción contra los contraventores, o bien a cualquiera, o bien a un determinado grupo
social, haciendo beneficiario de la multa a una entidad pública - como el colegio
pontifical, el pueblo romano, el fisco o el ordo decurional-, o haciendo beneficiario de
los bienes vinculados a la sepultura al grupo social, por ejemplo, un colegio profesional
al que se le había permitido ejecutar una acción contra el derecho habiente.22.
Un paso más fue la vinculación de los bienes afectados por la fundación
sepulcral a las propiedades municipales23. Uno de los mejores ejemplos de este tipo de
fundaciones es la creada por Iunia Libertas en Ostia24. Iunia Libertas concede la
propiedad de unos huertos y sus edificios a la Colonia de Ostia, el usufructo quedará en
manos de sus libertos, quienes tienen prohibido alienar su porción. Cuando ninguno de
ellos perviva será la Colonia la responsable de explotar estas propiedades y, con el
beneficio obtenido, mantener el culto funerario. Este sistema es bien conocido tanto por
los textos jurídicos como epigráficos25. Los límites de este tipo de fundación dependen
de lo que perviva la familia de libertos. Como señala De Visscher, la inscripción de
Iunia Libertas no fue hallada en su tumba, sino reutilizada en el suelo de una taberna,
frente al teatro de Ostia. Los ciudadanos y los regidores de Ostia olvidaron pronto a
quien tanto había intentado mantener su memoria.

Tras esta introducción, necesaria para comprender las novedades del "testamento
del lingón", abordemos el documento:

21
A. García Valdecasas, «La fórmula H.M.H.N.S. en las fuentes epigráficas romanas (contribución a la historia
de los sepulcros familiares y hereditarios en el Derecho Romano)», Anuario de Historia del Derecho Español, 5,
1928, 5-82.
22
Además de las obras citadas de De Visscher y Kasser, veanse B. Laum, Stiftungen in der griechischen und
römischen Antike. I-II. Berlin, 1914 y G. Le Bras, «Les fondations privées du Haut Empire», en: Studi in onore di
Salvatore Riccobono, III. Palermo, 1936, 21-67. Los ejemplos atestiguados epigráficamente son abundantísimos;
véanse en ILS. o en FIRA.
23
M.A. Levi, op. cit..
24
G. Calza, «Epigrafe sepolcrale contenente disposicioni testamentarie», Epigraphica, 1, 1939, 160-162. F. De
Visscher, op. cit., 239-251.
25
En Dig. 33, 2, 34, se recoge una fundación idéntica aplicada a la ciudad de Arles; otro ejemplo, aplicado esta
vez a la ciudad de Túsculo, en Dig. 32, 38, 5, otra institución semejante es la de Flavius Syntrophus, CIL VI 10239.
G. Le Bras, op. cit., 58 ss.
105

Recto (I)

[cellam quam
1 a]edificavi memoriae, perfici volo ad exemplar quod dedi ita, ut exe-
[d]ra sit eo [loco], in qua statua sedens ponatur marmorea ex lapide
quam optumo transmarino, vel aenea ex aere tabulari quam optumo
alt[a] ne minus p(edes) V . Le[c]tica fiat sub exedra et II subsellia ad
5 duo latera ex lapide transmarino. Stratui ibi sit quod sternatur
per eos dies quibus cella memoriae aperietur, et II lodices et cervi-
calia duo par(ia) cenator(ia) et aboll[ae] II [et] tunica. Araq(ue) ponatur ante
id aedific(ium) ex lapide Lunensi quam optimo sculpta quam optume,
in qua ossa mea reponantur. Cludaturq(ue) id aedifi(cium) lapide Lu-
10 nensi ita, ut facile aperiri et denuo cludi possit. Colaturq(ue) id ae-
dificium et ea pomaria et lacus arbitratu Philadelphi et Veri liber-
torum meorum, impensaq(ue) praestetur [ad] reficiend(um) restituend(um), si
quid
ex iis vitiatum corr[p]tumq(ue) fuerit; colaturq(ue) a tribus topiaris et
discentib(us) eorum, et si qu[i] ex iis decesserit decesserintve subtra[c]-
15 tusve erit, in vicem eius eorumve alius al[i]ve substituant(ur); accipi-
ant[q]ue singuli et trib(us) tritici modios LX in ann(os) sing(ulos) et vesti-
ar(i) nomine XXX. Aquila autem nepos meus et h(eredes) eius haec prae-
stare debeto debento. I[n]scribanturq(ue) in aedificio extrinsecus
nomina mag(istratuum), quibus coeptum erit id aedificium et quot annis vixero.
Si
20 quis alius aliave unquam in iis pomariis, quemadmodum eos
[---c. 37---] indussi, combustus
sepultusve confossusve conditusve consitusve propiusve iis propiusve iis
pom[a]riis [p(edes) mille (?) erit sive aliquis] aliquid adversus ea facturus fuerit,
quae s(upra) s(cripta) s(unt), id h(eres)
h(eredes)q(ue) mei [heredis ne sinito sinunto quaeque s(upra) s(cripta) s(unt)
idem d(amnas)] d(amnates) esto sunto ea omnia ita fieri neq(ue) aliter fieri.
Loco
25 autem huic lex haec in perpetum dicitur neq(ue) quisquam post me do-
minium potestatemve eorum locorum habeto nisi in hoc, [ut] melius co-
lantur et conserantur perficianturq(ue). Aditum [itum actum ad
id aedific(ium) [---c. 38---] habeant quicumque]
ad id colen[d]um pedib(us) et vehiculis et staticulis [adibunt - - - ]
106

Verso (II)

1 [---Si quis] combustus suffossusve monimentumve factum illatave ossa propius


[p(edes) m(ille)? pon[e]
ve[l] ant[e] qui[d]v[e] a quibus factum fuerit i[n] iis pomariis et locis et
s[a]eptis eorum, que[m]
ad modum supra scripsi, Sex. Iul(ius), Sex. Iuli Aquilini fil(ius), Aquila et
h(eres) h(eredes)q(ue) eius
s(upra) s(criptus) s(cripti) [si per eum eosve steterit, quod] ita factum non
fuerit adversusve aliquit factum fuerit, aut non caver[int]
5 ab herede heredibusque suis, ut ita omnia serventur, quem ad modum s(upra)
[s(cripsi)
d(are) d(amnas)] d(amnates) e(sto) s(unto) [rei] public(ae) civitatis
Ling(onum) HS (sestertium) n(ummum) c(entum) [millia]. Haec poena
omnibus domini[s]
huius possessionis in perpetu[m] inferatur. Omnes autem liberti mei et
liber[tae]
quos et vivos et quos hoc testamento manumisi, stipem conferant
quotannis singul[i nummos sing(ulos). Et] Aquila nepos meus et [h(eres) eius]
pr[a]estet quotanni[s
10 n(ummos)---], ex quibus edulia [quiq(ue) sibi] paret et potui, quod
profan[e]tur infra ante ce[l]-
lam memoriae quae est Lativicrari, et ibi consumant [---]
morenturque ibi donec eam summam consumant. Vicibus ex se cura-
tores ad hoc officium nominent, qui id officium annu[m] habeant, habe-
antque potestatem exigendi hos nummos; mandoque hanc curam
15 Prisco Phoebo Philadelpho [V]ero; pos[t obitum me]um (?) [ii]
curatoresque ita nom[i]
nati xx [sacra) f(aciant) (?)] quotannis in ara quae s(upra) s(cripta) est
Kalendis Aprilibus Maiis Iu-
niis Iuliis August(is) [Septembrib(us)?]Octobri[b(us)]. Mando autem curam
funeris mei [et] exequia-
rum et rerum omnium et aedificiorum monumentorumque meorum Sex.
Iulio Aquilae nepoti meo et Macrino Regini f(ilio) et Sabino Dumnedor [---]
20 f(ilio) et Prisco l(iberto) m(eo) et procuratori, et eos rogo agant curam harum
reru[m]
omnium, eorumq(ue) probatio sit earum rerum, quas iussi post mortem
meam fieri. Volo autem omne instrumentum meum, quod ad ve-
nandum et aucupandum paravi, mecum cremari cum lanceis, glad[i]i[s],
cultris, retibus, plagis, laqueis, [k]alamis, tabernaculis, formidinibus,
25 balnearibus, lecticis [---] sella gestatoria et omni medicamento
[et] instrumento illius studi, et navem Liburnam e[x] sc[i]r[p]o, ita [ut] in
107

de nihil substrahatur, et vestis polymit(ae) et plumari[ae?] quod [---]


quidquid reliquero, et stellas(?) omnes ex cornibus alcinis II [---]

TRADUCCION

Existen varias traducciones del texto al francés,26 aquí, dado que hemos seguido
la edición crítica de P. Sage, seguimos, también, en líneas generales, su traducción. Más
que una traducción literal hacemos una propuesta de interpretación, según los criterios
expuestos en nuestro comentario. Entre paréntesis indicamos los desarrollos necesarios
para comprender el texto:
Recto (I)

[---]quiero que se me construya una tumba (templo para mi recuerdo) según el


plano que he dejado. Que (la pared de fondo de la tumba) tenga forma de exedra, en la
que se ha de colocar una estatua mía, en posición sedente, de tamaño natural (o mayor),
hecha de bronce laminado o de mármol importado, (en uno u otro caso) de la mejor
calidad. Que delante de la exedra (y a los pies de mi estatua) se coloque un lecho
fúnebre y a cada uno de sus lados dos asientos, hecho todo (también) de mármol
importado. (Para la celebración de los banquetes funerarios) dispóngase, en los días en
que se abra mi capilla funeraria, de dos cobertores y dos cojines (como los que se usan
en los triclinios) para el lecho, que se coloquen (también) dos capotes (de los que usan
los militares) y una túnica. Que (delante de mi estatua y lecho funerario) se coloque un
ara en mármol de Carrara de la mejor calidad posible, hecha por el mejor artista, en la
cual se depositen mis cenizas. Que se cierre esta capilla con puertas de mármol de
Carrara (puestas de manera) que puedan abrirse y cerrarse con facilidad.
Que la tumba (y todo el conjunto funerario), los jardines y el lago sean
mantenidos bajo la responsabilidad (y el criterio) de mis libertos Filadelfo y Vero. Que
se disponga de los medios necesarios para reparar o reconstruir cualquier parte del
monumento que lo necesitase. Que el mantenimiento de los jardines se encomiende a
tres jardineros especializados (paisajistas), que a su vez dispongan de tres ayudantes, y
que si alguno de ellos, por cualquier razón faltase, sea sustituido inmediatamente. Que
reciban cada uno de ellos una pensión de sesenta modios de trigo para su alimentación y
veinte denarios (o el valor

26
J.J. Hatt, op. cit., 66-69. P.-M.Duval, La vie quotidienne en Gaule pendant la paix romaine, Paris, 1952, 327-
328. L. Lerat, op. cit., nº 219, 200-201. J. Prieur, op. cit., 37-38. E. Frézouls (Ed.), op. cit., 314-315, donde se recoge
la traducción de J.J. Hatt.
108

de treinta modios de grano) para sus vestidos. Este es un legado que debe
cumplir, en su totalidad, mi nieto y heredero (Julio) Aquila.
Que en la pared exterior de mi tumba se inscriban los nombres de los
magistrados (de la ciudad de los lingones) del año (de mi muerte) en el que se empiece a
construir mi sepultura (y que se inscriba también el texto del acuerdo que he establecido
con la ciudad de los lingones en orden a mantener a perpetuidad mis disposiciones
testamentarias) y que se inscriba (también) cuanto he hecho en mi vida.
Si alguien, hombre o mujer, es (contra mi voluntad) en mi jardín o recinto
incinerado, inhumado, puesto en una fosa, depositado en la tierra, arrojado, cualquiera
que haga algo contra lo por mí dispuesto está transgrediendo la norma. Que mi heredero
y sus sucesores sean responsables del mantenimiento de esta disposición y cuiden que
nadie la transgreda.
Esta ley (impuesta por mi) sobre este lugar es a perpetuidad, quien tenga después
de mi dominio o potestad sobre estos lugares cumpla esta ley, y sólo podrá modificar el
entorno (de mi tumba y sus jardines y huertos) para mejorarlo o conservarlo.
Que el camino (que desde la vía pública lleva a mi sepultura, se convierta en una
servidumbre para el fundo que atraviesa, de modo que sea permitido el paso a todos) los
que se ocupan de mantener la sepultura, vayan a píe o en vehículos (y a los que vayan a
cumplir los ritos funerarios que he establecido).

VERSO (II)

[---](y si alguien es) incinerado, enterado, o se le hace una sepultura, o se


transportan aquí sus restos, en toda el área de mi tumba, de sus huertos y aledaños estará
actuando contra lo que he dispuesto (a perpetuidad). Que mi (nieto y) heredero, Sexto
Julio Aquila, hijo de Sexto Julio Aquilino, él y sus herederos respeten mi voluntad y
cuiden que se cumplan mis prescripciones. Si se hiciese algo contra lo prescrito, o no
tuviesen cuidado en mantener todo según lo he dispuesto, que la ciudad de los lingones
(tenga acción contra ellos y) reclame la multa de cien mil sestercios (que de acuerdo con
los magistrados de la ciudad he establecido en mi testamento). Esta multa se impone a
perpetuidad a todos los (posibles) dueños y ocupantes del fundo (en el que está situada
mi tumba, pertenezcan éstos o no a mi familia).
(Mando también) que todos mi libertos y libertas, a los que he manumitido en
vida y a los que manumito en este testamento, paguen cada año una cuota (como
alquiler de las tierras que les he concedido y que sus sucesores sigan pagando, a
perpetuidad, esta contribución), que a esta contribución se sume la mi nieto y heredero
Aquila y la de sus sucesores por un importe de[---], destinada
109

a la adquisición de comida y bebida; que éstas sean distribuidas y consumidas delante


de mi tumba, consagrada también a la diosa Lativis, y que permanezcan allí (y dure la
fiesta) hasta que lo hayan consumido todo.
Que para el mantenimiento de estos ritos se nombren, anualmente, unos
encargados, que tengan autoridad para exigir la contribución (señalada, tanto a mis
libertos y sucesores como a mi nieto y heredero y a los siguientes poseedores del fundo).
Mando que sean (los primeros) encargados mis libertos Prisco, Foebo, Filadelfo y Vero.
Que después de mi muerte estos curadores y los que les sucedan cumplan los ritos
establecidos. Que estos ritos se celebren, anualmente, en las calendas (el primer dia) de
los meses de Abril, Mayo, Junio, Julio, Agosto (Septiembre) y Octubre.
Mando que se ocupen de mis exequias y sean albaceas generales de todos mis
bienes y disposiciones, de mis edificios y monumentos, mi nieto y heredero Sexto Julio
Aquila y Macrino, el hijo de Regino, y Sabino, el hijo de Dumnedorix, y mi liberto y
administrador Prisco. A ellos pido que hagan cumplir todas mis voluntades después de
mi muerte y que tengan poder para decidir sobre ellas y su cumplimiento.
Quiero que todos mis utensilios para la caza de fieras y aves sean incinerados en
mi pira, mis lanzas, espadas, machetes, redes, trampas, lazos, varas con liga, señuelos,
tiendas, camastros, la litera y todos los ingredientes e instrumentos propios del arte (de
la caza), y la barca de juncos, de manera que nada (relativo a mis instrumentos de caza)
sea librado del fuego. Que mis vestidos damasquinados, bordados [---], y que todo
aquello (de uso personal) que me sobreviva (sea también arrojado a la pira) y los
adornos de cuerno de alce27[---]

COMENTARIO

La parte conservada del documento contiene solo un conjunto de cláusulas


fideicomisarias, introducidas, como es normal en los fideicomisos, por las formas
verbales volo, mando28, relativas a la edificación, al mantenimiento y al terreno
directamente vinculado a la tumba, al funeral y al culto funerario, y creación de una
fundación para el mantenimiento de la tumba y su culto.

27
Hemos traducido el témino stellas como “adornos” entendiendo que se refiere a apliques y decoraciones de
vestidos, como entiende P. Sage. A.D. Kiessling, entiende, también, stellas, aunque insinúa que, tal vez, deba
entenderse sellas; en este caso se trataría de sillas con respaldo, hechas o decoradas con este material. Esto reforzaría
nuestra opinión de que en la laguna del texto, lo que se señala es la voluntad de que se quemen, no solo los utensilios
de caza y los vestidos lujosos, sino todo lo de uso personal del difunto.
28
Verba fideicommissorum in uso fere haec sunt fidei committo, peto, volo dari et similia (tituli ex corpore
Ulpiani, 25, 2).
110

a) Disposiciones relativas a la edificación, mantenimiento y vinculación de terrenos a la


tumba.

Por cuanto sabemos, este es el único documento, excluidos los de carácter


literario, en el que se describe minuciosamente la forma de la tumba29. Participamos de
la opinión de Hübner30: el monumento debe entenderse como un único edificio. En
nuestra opinión, debió de ser un edificio cuya pared de fondo tenía forma de exedra, es
decir, semicircular, en ese espacio estaba situada la estatua sedente, en bronce o en
mármol, de nuestro personaje; ante ella un lecho y dos sillones a cada lado, también de
mármol. El lecho reservado para el difunto, los sillones para los servidores del difunto
durante las ceremonias funerarias, el lecho cubierto con almohadas y cobertores, y, ante
este conjunto, el ara en mármol de Carrara en la que se guardaban las cenizas del
difunto31. El edificio permanecía cerrado gracias a unas puertas de mármol de Carrara,
abriéndose sólo los días en los que se celebraban las fiestas: las calendas de los meses de
abril a octubre32 (Fig. 1).
A. Boisson parece inclinarse por la interpretación de tres elementos
constructivos distintos y separados, la cella, la exedra y el ara, rodeadas por un muro33.
A nuestro entender, no tiene sentido esta interpretación, pues dejaría fuera de la cella, de
la tumba, el ara con las cenizas del difunto. Por cuanto conocemos, ningún editor ha
prestado atención a un detalle: el tamaño de la estatua. Una estatua sedente, de cinco
pies de alto, equivale, aproximadamente, a 1.50 mts., la altura que alcanza un hombre de
mediana estatura sentado, es decir, nuestro hombre se representa a si mismo a tamaño
natural, presidiendo los banquetes funerarios y las libaciones en su ara34, dentro de un
recinto en el que se hallan todos los elementos descritos en el testamento.

29
En numerosas inscripciones encontramos definiciones generales sobre el espacio acotado en relación a la
tumba, como es el caso de la inscripción de Iunia Libertas ya referida. En Dig. 35, 1, 27, se nos refiere el caso de un
testador que solicita en su testamento que le sea edificada una tumba semejante a la de otra persona. Conocemos
algunos planos de monumentos funerarios antiguos, recogidos por J.M.C. Toynbee, op. cit., 94-100. A. Buisson, «Le
tombeau du lingon. Etude du cadre architectural et archéologique», en Le Testament ... 63-72, dedica un breve
estudio a la organización espacial de esta tumba.
30
E. Hübner, op. cit., 212. A.D. Kiessling, op. cit., 17, describe un edificio con dos plantas, idea que A. Boisson
atribuye a A. Louis, «Testament d'un Langrois á l'époque de la domination romaine», Bull. de la Société Historique et
Archéologique de Langres, 2, 1880-1886, 251-274 en part. p. 259 (apud A. Boisson).
31
Sobre el prestigio del mármol de Luni y las fuentes relativas a él, véase: E. Doci, Carrara cave
antiche, Carrara 1980, 31-38, quien cita este paso del testamento del Lingón. Interesante señalar, por cuanto diremos
al hablar del personaje, que la tumba de Nerón (Suet. Nero 50) fué construida, también, con mármoles transmarinos,
porfido y mármol de Tasos, mientras que el ara se hizo con mármol de Carrara, como la de nuestro Lingón.
32
Consideramos que el olvido de las calendas de septiembre es un fallo del copista, pues entendemos que el
testador quería recibir culto durante los meses de la primavera y el verano. De la misma opinión es J.J.Bachofen, op.
cit., en función del simbolismo por él atribuido al documento.
33
A. Boisson, Le Testament ... 71.
34
E. Hübner, op. cit., 212, considera incluido en los cinco pies tanto la estatua como la base, lo que daría unas
proporciones poco representativas al interior de un monumento como el que se describe. Por nuestra parte pensamos,
que a los cinco pies de la estatua hay que añadir la altura del pedestal, de manera que la estatua debía destacar sobre
el conjunto formado por el lecho funerario y los sillones que le acompañaban.
111

Nuestro hombre muestra un gusto exquisito, materiales de la mejor calidad,


mármoles traídos de ultramar, entre ellos mármol de Carrara, o bronce laminado35,
trabajados por los mejores artistas.
Por lo que respecta a la descripción de la tumba y sus elementos internos el paso
más intrincado es el de la interpretación del ubi aenea de la línea I, 3. Kiessling y
Bachofen entendieron item aenea, por lo que pensaron que se hablaba de dos estatuas,
una de bronce y otra de mármol36, por nuestra parte, hemos seguido la restitución
propuesta por P. Sage, vel aenea, es decir, una única estatua, sea de mármol o de bronce.
La mayoría de las grandes tumbas conocidas en el mundo romano pueden entrar
dentro de los grupos llamados tumbas familiares o hereditarias, es decir, tumbas
destinadas a recibir a más de un difunto. Nuestro Lingón se construyó una tumba para él
solo, como bien demuestra el hecho de que el final del recto (I, 20-24) y el comienzo del
verso (II, 1-5) reiteren, minuciosamente, la prohibición de incinerar, inhumar o
transportar restos de otro cadáver en todo el area vinculada a la tumba, usando una larga
serie de términos para especificarlo: ... combustus sepultusve confossusve conditusve
consitusve ... (I, 21-22), ... combustus suffossusve monimentumve factum illatave ossa ...
(II, 1)37. A este respecto, todos los editores, siguiendo la propuesta de Mommsen, han
extendido la prohibición a una distancia de mil pies. Por nuestra parte, consideramos
que esta prohibición se extendía mucho mas, pues abarca todo el terreno vinculado a la
tumba: ... in iis pomariis et locis et saeptis eorum ...(II, 2). Si alguien contraviene esta
ley, o cualquier otra de las fijadas en este testamento, debe pagar cien mil sestercios a la
ciudad de los lingones38.
Vayamos ya a los aspectos jurídicos, a la creación de las fundaciones de nuestro
personaje, que fue lo que nos motivó a realizar este estudio.

b) Disposiciones relativas a la fundación sepulcral.

Como hemos señalado, y puede comprobarse en los numerosos ejemplos


recogidos por V.Arangio Ruiz, C.G.Brunts y H.Dessau, las fundaciones sepulcrales
romanas han dejado abundante documentación epigráfica, a la que hay que añadir las
múltiples referencias contenidas en el Digesto, en ellas se suele describir quiénes son los
derecho habientes, miembros de la familia y, generalmente,

35
Ya A.D. Kiessling, op. cit., 7 aclaró el sentido de este término, basandose en Plinio NH. 34, 97.
36
A.D. Kiessling, op. cit., 7. J.J. Bachofen, op .cit., 62., quien utiliza esta dualidad para explicar la vinculación
entre nuestro personaje y la dinastia de Augusto.
37
los aspectos relativos al ius sepulcri y al ius inferendi en nuestro documento han sido estudiados por A. Calore,
«Aspetti giuridici del testamento di un gallo dei lingoni», en: Le Testament ...73-83.
38
El estado actual de la investigación sobre la ciudad de los lingones -Andemantunum- (Langres) y su territorio
puede verse en E. Frézouls (Ed.), op. cit., 275-421. Sobre las multas sepulcrales remitimos al trabajo de Kasser, ya
citado, con la bibliografía.
112

libertos, las ceremonias que deben celebrarse y el capital destinado a ellas, el momento
en que las fiestas deben celebrarse, el terreno y edificios vinculados al área sepulcral, y
la exigencia de permitir el acceso a la tumba39.
Nuestro Lingón, y es esta, creemos, la primera novedad, ha creado dos
fundaciones distintas, una similar a la fundaciones sepulcrales, la otra, semejante a las
fundaciones privadas, generalmente alimentarias o culturales, que él ha asociado,
también, a su culto funerario. La segunda novedad es que nuestro personaje ha
desvinculado, total y claramente, su culto funerario del de su familia, entendida esta en
el más amplio sentido del término, es decir, de sus herederos consanguíneos o de sus
libertos que portasen su propio nombre, vinculando el mantenimiento del culto,
exclusivamente, a la posesión de sus propiedades.
Es en este sentido en el que creemos que nuestro personaje conocía las ideas
expuestas por Plinio el Joven en su carta VII, 18. Plinio, después de advertir cómo las
mayoría de las fundaciones desaparecían rápidamente, propone el siguiente sistema:
concede al municipio un terreno, de este modo se convierte en inalienable40, grávalo con
una renta inferior a su precio de mercado, pero que se corresponda con la suma que tú
quieres conceder, así siempre habrá alguien dispuesto a alquilar estas tierras, incluso si
un año un arrendatario no pagase su renta, se habría perdido la renta del año, pero no el
capital, y el arrendatario podía ser sustituido por el municipio41. Pero, aun así, la ciudad
podía olvidar también sus obligaciones, como parece que sucedió con al fundación de
Iunia Libertas que hemos comentado (vide supra). Nuestro personaje mejoró el sistema,
pues a la ciudad solo encomendó, a cambio de cobrar los cien mil sertercios de multa,
que vigilara el perpetuo cumplimiento de sus disposiciones, dejando plena libertad a los
propietarios para enajenar las propiedades, obligando sólo al que fuese poseedor de estas
tierras a seguir vinculado a su culto. Veámoslo a través del texto:

I[n]scribanturq(ue) in aedificio extrinsecus nomina mag(istratuum), quibus


coeptum erit id aedificium et quot annis vixero (I, 18-19).

Creemos que el significado de esta frase es el siguiente: evidente es que en la


pared, o paredes exteriores del edificio debía haber una inscripción42. Pero

39
Cuando alguien, al alienar un fundo, se reservaba el derecho a la tumba, el nuevo propietario estaba obligado a
mantener el camino y permitir el acceso a la tumba, sin necesidad de que hubiese una declaración expresa de la
servidumbre de camino (Dig. 11, 7, 10). Pero nuestro personaje no desea que otros sean enterrados en su tumba; de
ahí que, para mantener el derecho al iter ad sepulchrum, deba declararlo expresamente, como se exige en Dig. 11, 7,
11. Sobre esta cuestión A. Calore, Le Testament ... 79-80.
40
Como indicó M. A. Levi, op. cit..
41
Como es bien patente en los textos epigráficos la mayoría de las fundaciones se hacían constituyendo un
capital, con cuyo interés se financiaban los actos previstos. Se corría el riesgo que el receptor del capital se arruinase,
y con él la fundación, o que el capital fuese destinados a otros fines.
42
Es, sin duda, esta frase la que ha hecho pensar a muchos investigadores, que nuestro documento es copia de
una inscripción.
113

¿qué contenía la inscripción? ¿Qué significa el deseo de que se inscribiesen los nombres
de los magistrados municipales del año en que se empezó a construir el edificio? En
nuestra opinión lo siguiente: Nuestro personaje había pactado, según la propuesta
pliniana, unas condiciones con la civitas Lingonum, estas condiciones serían
públicamente conocidas y empezarían a tener valor una vez que, leído el testamento,
fuesen aceptadas por el senado municipal y firmado el compromiso por los
magistrados43. En nuestra opinión, junto al nombre de los magistrados, se debió gravar
el texto del pacto entre la ciudad y nuestro personaje. Este texto, además de las cláusulas
conocidas en nuestro documento, contendría los detalles que faltan sobre la celebración
de los ritos sepulcrales, y, probablemente, las reglas por las que se debía regir, en caso
de litigio, el acceso al uso de las tierras, que nuestro personaje, como veremos, había
cedido de forma fiduciaria44.
Tanto Le Bohec, como Le Glay45, se extrañan de la escueta fórmula con la que
habla de sí el personaje sobre su inscripción en su momumental tumba: ... et quot annis
vixero (I, 19). Creemos que bajo esta escueta fórmula debe entenderse et res a me
gestae. La anotación de la edad del difunto es tan frecuente que resulta banal el exigirlo.
Nuestro personaje, tan pagado de sí mismo, y tan preocupado por mantener su memoria,
debió exigir, en nuestra opinión, que se escribiese su vida sobre su tumba, no solo la
cantidad de años que vivió. En resumen, si nuestra interpretación, es correcta, el testador
exigió que se escribiese en las paredes de su tumba su lex sepulchro dicta y su vida,
aunque nada dice sobre si quería que se escribiese sobre su tumba todo el texto de su
testamento46.

Colaturq(ue) id aedificium et ea pomaria et lacus ...(I, 9-18).

Nuestro personaje ha vinculado una porción de tierra a su tumba, en ella hay, al


menos, unos jardines con manzanos y un lago de los que no sabemos la extensión,

43
Llegado el dia, los testamentos eran abiertos, leídos en público, se levantaba acta de todo el proceso, se copiaba
el testamento y, de nuevo, era sellado y guardado (Dig. 29, 3, 1-12). Sobre este proceso remitimos a la bibliografía ya
citada, en particular al libro de L. Migliardi Zingale, donde se contienen numerosos ejemplos.
44
Nuestra interpretación se inspira en la inscripción ILS 6468, procedente de Petelia, datada en época de
Antonino Pio y perteneciente al testamento de Megonio León, cuyas palabras podrían utilizarse para desarrollar esta
parte de nuestro documento: ... hanc voluntatem meam et dispositionem ratam perpetuamque habeatis, totumque hoc
caput testamenti mei basi pedestri, quam supra a vo<bi>s peti, ut mihi ponatis, inscribendum curetis, quo notius
posteris quoque nostris esse possit vel eis quoque, qui munifici erga patriam suam erint, admoniat. Megonio León,
como el Lingón del testamento, establece un pacto con la ciudad. El Lingón quiere que el "caput ex testamento", que
hace referencia a su donación, sea inscrito en la pared de su tumba; Megonio León en la base de su estatua.. La
primera fundación que conocemos, en la que la ciudad se convierte en garante del cumplimiento de unas voluntades
individuales, es la fundación de Tito Praxias (IGR IV 661, ILS 8378), del año 85 d.C. M. Amelotti, op. cit., 31-32.
45
M. Le Glay, Le Testament ... 54 y 61 respectivamente.
46
Lo mas frecuente, epigráficamente, es que sólo se recoja en la inscripción el caput ex testamento que hace
referencia a la donación; por ejemplo, FIRA nº 53-55.
114

en II, 2, se nos dice algo más "... i[n] iis pomaris et locis et s[a]epti eorum, ...", por lo
que hemos de entender que, además de los manzanos y el lago y la tumba, existían otras
zonas o edificios rodeados por sus jardines y setos, razón por la que para su
mantenimiento se exige la presencia de tres jardineros especializados, tres "paisajistas",
como ya observó Kiessling. Pero nuestro personaje piensa in perpetuum, razón por la
cual, junto a los tres jardineros coloca aprendices, para asegurar la continuidad de un
estilo de mantenimiento, y ordena que, en el caso que uno de ellos desaparezca, sea de
nuevo sustituido. Asimismo prevé la cantidad de grano que, como pensión, ha de recibir
cada uno de estos tres jardineros para su manutención, sesenta modios anualmente, así
como una cantidad para el vestido47. De la construcción, del buen funcionamiento y
mantenimiento de todo deben encargarse dos de sus libertos, Filadelfo y Vero, quienes
también forman parte del grupo de curatores del culto. Todos los gastos de
mantenimiento, sea del edificio, sea de los jardineros, corresponde al heredero y a sus
sucesores. Lo que consideramos una novedad en estas disposiciones es que, mientras
que en el resto de las fundaciones funerarias conocidas los que viven del jardín
vinculado a la tumba deben mantener el culto, aquí la tumba y el jardín deben ser
mantenidos por el heredero: "... Aquila autem nepos meus et h(eredes) eius haec
prestare debeto debento ..."(I, 17-18), o por quien obtenga la propiedad de la finca
donde está emplazado el sepulcro: "... neq(ue) quisquam post me dominium
potestatemve eorum locorum habeto nisi in hoc, [ut] melius colantur et conserantur
perficianturq(ue) ..." (I, 25-27) lo único que permite nuestro Lingón es aquello que
tienda a mejorar o embellecer el entorno de su tumba. Esta voluntad de vincular el
mantenimiento de la tumba a la propiedad de la tierra se encuentra de nuevo en II,6-7,
donde se insiste en que la pena, los cien mil sestercios de multa, deben ser pagados por
quien sea el poseedor sin indicar vinculación familiar con el testador: "... Haec poena
omnibus domini[s] huius possessionis in perpetu[m] inferatur ... ".

c) Disposiciones relativas a la organización y mantenimiento del culto


funerario.

Omnes autem liberti mei et liber[tae] quos et vivos et quos hoc testamento
manumisi, stipem conferant (II, 7-8).

47
P. Sage admite que la cantidad XXX (I, 17) equivale a treinta modios de grano para pagar sus vestidos.
Hübner, op. cit., 202, propone que, en vez de XXX, podría leerse el simbolo de denario (una X barrada) mas la
cantidad 20. Por nuestra parte, entendemos que a los sesenta modios de trigo debe sumarse el beneficio que estos
jardineros obtuviesen de los productos cultivados en el área sepulcral. Sesenta modios de grano es el equivalente a lo
que en Roma recibían, anualmente, los individuos pertenecientes a la plebs frumentaria, insuficiente, por tanto, como
salario. En el Digesto tenemos reflejados numerosos ejemplos de pensiones alimentarias y de vestido. En Dig. 34, 1,
17 se recoge un caso similar al de nuestro testamento: el testador deja, a cargo del heredero, un legado por
fideicomiso de alimentos y vestidos para los esclavos que han de cuidar de un templo. En la resolución del caso se
determina que el heredero debe pagar el legado a perpetuidad.
115

Es éste, en nuestra opinión, uno de los puntos fundamentales para la


comprensión del testamento. Como hemos indicado, el mejor instrumento para
entenderlo es la ya citada carta de Plinio. ¿Cómo puede esperar nuestro personaje que
sus libertos y libertas, los ya liberados y los que lo serán por el testamento, estén
dispuestos a pagar un pequeño canon para mantener el culto a su espíritu? ¿Cómo puede
esperar que su culto se mantenga in perpetuum, si él no parece obligar a los
descendientes de sus libertos? Además nuestro hombre llama a la asociación a sus
libertas, quienes, si se casan con individuos no pertenecientes a la misma familia, sus
hijos no pertenecerán a la familia de los Iulii, y, por tanto, se desvincularan del nomen
familiae. El autor del testamento usó y perfeccionó, en nuestra opinión, la idea
propuesta por Plinio el Joven, es decir: de sus propiedades asignó una parte para ser
dividida entre cada uno de sus libertos y libertas, a los que cedió esta tierra per nummos
unum, con la condición de que ese dinero fuese empleado en el fin por él previsto - el
mantenimiento de su culto funerario -; culto en el que debían participar, también, los
beneficiarios de tales tierras, tuviesen o no vinculación familiar con el difunto, en la
generación presente o en las venideras, pues la ciudad de los lingones y sus magistrados
garantizaban el cumplimiento de esta norma48. Para el cumplimiento de la norma se
exigía que hubiese unos responsables anuales, así se impide, además, que algunos
pretendieran usar en beneficio propio la fundación, acaparando el control de la misma.
Según se deduce del testamento, los curadores son cuatro cada año, con potestad para
exigir esta contribución. De este modo, la ciudad queda como garante del cumplimiento
de las normas de una institución, que dispone, al interior de sí misma, de todas las
garantías para su continuo funcionamiento. Nuestro personaje crea una especie de
colonato sobre parte de su propiedad, exigiendo al colono el pago de un canon y el que
participe en una serie de fiestas funerarias en honor del testador.
P. Sage49, apoyándose en II, 7-17, y en la obra de De Visscher, defiende que
nuestro personaje creó un colegio funeraticio compuesto por sus libertos, a los que
concedió un lugar consagrado a la diosa Lativis para sus enterramientos y cultos
funerarios. Nada más lejano, en nuestra opinión, de la mente de nuestro personaje, que,
como bien señala P. Sage, solo habla de sí y para sí, y del mantenimiento de su culto sin
vincularlo al de ninguna otra persona. Por tanto, independientemente de que sus libertos
pudiesen organizar su propio colegio funeraticio, la palabra Lativicrari hay que
entenderla como el nombre de

48
Si el autor del testamento hubiese dejado el fundo sólo a su familia de libertos, la obligación de fideicomiso
hubiese desaparecido al desaparecer el último descendiente de éstos (Dig. 31, 32, 27). Nuestro hombre ha soslayado
el problema vinculando al culto la posesión de la tierra, independientemente de quien sea el poseedor.
49
P. Sage, Le Testament ... 37-39.
116

la cella que para sí se edificó el personaje. Así pues, nuestro personaje asoció el culto en
su cella memoriae al de una divinidad indígena.
Para entender la frase ... quod profan[e]tur infra ante ce[l]lam memoriae quae
est Lativicrari (II, 10-11)50 hay que tener presente un hecho hasta ahora no advertido:
cuatro son las personas encargadas de presidir el funeral y de velar por el cumplimiento
de todo lo dispuesto por nuestro personaje en su testamento, su nieto Julio Aquila,
Macrino hijo de Regino, Sabino hijo de Dunnedorix y su liberto y procurador Prisco (II,
17-22). Cuatro son los encargados de velar por el mantenimiento del culto, sus libertos
Prisco, Phoebo, Philadelpho y Vero (II, 15) y cuatro son los asientos reservados, dos a
cada lado del lecho funerario, desde el que el espíritu de nuestro personaje presidía los
cultos a él dedicados. Por tanto, a la cella sólo tenían acceso los cuatro curatores del
culto, o los cuatro albaceas generales, aposentados en los cuatro asientos reservados
junto al lecho sepulcral, los demás invitados al banquete, que por lo que se entrevé en el
texto debía ser suntuoso, pues los convidados son comminados a consumirlo todo,
debían permanecer infra ante cellam. La descripción de lo que debía consumirse, o el
importe económico destinado a ello, debía figurar en lo que falta al final de la linea II,
11.
Así, el terreno no deviene propiedad pública, como había propuesto Plinio, sino
que, permaneciendo dentro del libre juego de la venta o la transmisión hereditaria, sus
poseedores están obligados a mantener el culto querido por nuestro personaje, puesto
que el uso de la tierra se transmite con la obligación de que los posesores ... stipem
conferant quotannis singul[i nummos sing(ulos) ...(II, 8-9)51, para la parte ocupada por
cada uno de libertos o sus sucesores. Desconocemos la cantidad que está obligado a
pagar el heredero principal, sea para el mantenimiento del culto, sea para el
mantenimiento de la tumba y sus jardines, por encontrarse una laguna del texto en
ambos casos52.

d) Disposiciones relativas al funeral del testador.

Nada nuevo podemos añadir a lo ya dicho sobre las exequias que desea nuestro
personaje: ser incinerado con sus armas e instrumentos de caza53, sus mas lujosos
vestidos (II, 22-28) y, en nuestra opinión, todos sus objetos de uso personal. Creo que
nada puede decirse de las ideas que sobre la muerte tuviese

50
Lativi es el nombre de una diosa gala asociada a Mars Cicoluis, cuyos testimonios se han recogido en la zona
occidental de los lingones. A. Buisson, Le Testament ... 64.
51
No podemos saber con precisión si, efectivamente, los libertos debían pagar sólo una moneda, o si aquí sólo
está recogida la fórmula fiduciaria, como, por nuestra parte, nos inclinamos a pensar.
52
Lo que tal vez no sea accidental, sino una muestra de que nuestro documento fue copiado como modelo.
53
J. Aymard, Essai sur les chasses romaines. Paris, 1951, quien se refiere a las armas de este documento en p.
217 ss.
117

nuestro personaje54. Del testamento sólo podemos colegir su afán por mantener viva su
memoria entre los hombres, la fama y el recuerdo de alguien que ideó un sistema para
hacerse presente in perpetuum. Su tumba, y los jardines vinculados a ella, son sólo un
reflejo de la moda del momento. El modo cómo desea ser incinerado, tal vez, sólo
demuestra, que nuestro personaje quería un funeral, a la manera de los antiguos grandes
jefes, con sus mejores armas y galas, recordando las palabras de César: Omnia, quae
vivis cordi fuisse arbitrantur, in ignem inferunt (scl. Galli) (Bell. Gall. VI, 19, 4). O
como comenta Servio: Fortium virorum cum ipsis arma apud veteres consumebantur;
nec solum haec sed et cetera quae habuissent carissima ( ad Aen. VI, 317).

e) Los fideicomisarios del testamento.

A parte del nombre de Iulius Aquilinus, hijo premuerto del testador, conocemos
los nombres de tres series de fideicomisarios, quienes, a parte del nieto y heredero
principal, Sex. Iulius Aquila, recibieron, sin duda, algunos legados y beneficios en el
testamento, como era normal en el sistema romano.
a) Viri boni (Albaceas generales) (II, 17-22): Los albaceas generales55, que tienen
como función cuidar del cumplimiento de todo lo dispuesto en el testamento, son cuatro.
El heredero principal, Julio Aquila. El hombre de confianza del testador, su liberto y
administrador Prisco, quien, sin duda, era la persona mejor informada de todas las
posesiones y negocios del testador. Otros dos personajes, que carecen de nombre a la
romana y, por tanto, pueden ser considerados como peregrinos, Macrino, hijo de Regino
y Sabino, hijo de Dumnedorix. Estos dos personajes deben pertenecer al ámbito de los
amigos del testador, dado el alto rango social del testador, hay que pensar que, también,
estos dos personajes debían ser muy influyentes, probablemente, miembros de la curia
de la ciudad de los lingones.
b) Curatores memoriae (II, 12-17): La función de éstos era mantener y presidir
las ceremonias anuales previstas por el testador, organizar los banquetes, y recoger y
administrar las cuotas que debían pagar tanto los libertos como el heredero principal.
Según el testamento, disponían de poder coercitivo para exigir el pago de las cuotas,
esto significa, en nuestra opinión, que podían entablar un pleito ante los magistrados de
la ciudad de los lingones. Si el incumplimiento era por parte del heredero principal, éste
debía pagar la multa establecida de cien mil sestercios. Desconocemos la pena
establecida si el incumplimiento era por parte de algún liberto o su sucesor, proponemos
que en estos

54
A estas ideas se ha referido J. Le Bohec, Le Testament ... 46-50.
55
Está ampliamente recogida en el Digesto la figura de los viri boni que, en caso de litigio, debían decidir si se
estaban cumpliendo las condiciones fijadas en el testamento, por ejemplo, Dig. 32, 11, 7-8.
118

casos la pena establecida podía ser la desposesión de la parcela asignada. Según el


testamento, este cargo era anual, lo desempeñaban cuatro personas a la vez, elegidos
entre los libertos o sus sucesores; no se han conservado las normas por las que se
elegían estos cuatro curatores, ni en qué momento del año entraban en función. Los
cuatro primeros fueron designados por el testador, se trata de los libertos Prisco, Foebo,
Filadelfo y Vero; del primero sabemos que era su administrador y figuraba, también,
entre los albaceas generales, el tercero y el cuarto fueron, también, encargados de velar
por la edificación de la tumba y su entorno.
c) Curatores monumenti (I, 10-12): Son citados dos de los libertos, Filadelfo y
Vero, a los que ya nos hemos referido. Para este cargo no se prevén en el testamento
continuadores, ni se limita el tiempo de este cargo, por lo que interpretamos que ambos
eran los conocedores de las ideas precisas del testador en relación a la construcción de la
tumba, que su función era conseguir que todo se dispusiera como había previsto el
testador. Una vez finalizada la construcción del monumento la responsabilidad recaería,
en nuestra opinión, en los que hemos llamado curatores memoriae.
En resumen: nuestro personaje, para garantizarse un culto funerario in
perpetuum, mandó que le fuese construida una lujosísima tumba, en forma de templo,
que también se vinculó al culto de la diosa Lativis. El mantenimiento de esta tumba y
los jardines que la rodeaban lo vinculó a la posesión de las tierras que había dejado en
heredado a su nieto Iulius Aquila. Esta vinculación fue in perpetuum y gravaba a la
posesión de la tierra con independencia de quien fuese el propietario. Pero nuestro
hombre quería, además, que sus ceremonias funerarias fuesen bien concurridas. Para
ello, cedió a sus libertos lotes de tierra, con la condición de que ellos, y quienes les
sucediesen, pagasen una cuota para el mantenimiento del culto y participasen en él.
Culto en el que quedaba patente que nuestro personaje se presentaba como un Divus,
pues al abrirse las puertas marmóreas de la cella los congregados, situados infra ante
cellam, podían ver la estatua de nuestro personaje destacando sobre el ara y el lugar
desde el que los cuatro ministros rendían culto a su memoria. Estos cultores memoriae
fueron organizados como un collegium possessorum, con magistri elegidos anualmente.
Garante del cumplimiento de esta lex era la ciudad de los lingones.
Así pues, nuestro personaje se nos revela como un perfecto conocedor del
derecho romano y sus usos a comienzos del s. II d.C., habiendo sido capaz de sortear
dos de las grandes trabas del derecho romano: primero, la precariedad legal con las que
funcionan las fundaciones privadas; segundo, vinculando las cargas a la posesión de la
tierra sortea el grave escollo que el derecho romano tiene en la cesión a las personae
incertae. Sin embargo, nuestro personaje ideó un sistema que atentaba contra el corazón
de las creencias romanas: la vinculación del numen de un individuo a su nomen, que
exigía, y esperaba, que el
119

culto funerario quedara dentro del ámbito familiar. Nuestro personaje desvinculó el
culto a su persona del culto a su familia. Creó una tumba y un culto sólo y
exclusivamente para sí. ¿Qué pretendía? ¿Quién era nuestro personaje?
En la crítica moderna, el prejuicio de considerar que la romanidad de nuestro
personaje, o de un antecesor suyo, está vinculada a la concesión de ciudadanía hecha a
los lingones por Frontino - y el olvido de las observaciones hechas por Bachofen56- ha
impedido tener presente otro hecho, a saber, que entre los lingones existían individuos
de nomen Iulium cuyo origen hay que vincular con César o Augusto, como es el caso del
rebelde Iulius Sabinus. Esto nos obliga a un pequeño excursus que, tal vez, sirva para
identificar al personaje e integrarlo en su ámbito social.
En la revuelta de Iulius Civilis, en el 69 d.C., tomaron parte algunos jefes galos,
entre ellos el Lingón Iulius Sabinus, definido en nuestras fuentes como hombre rico y
muy influyente entre los lingones, que en el momento de la revuelta se decía descender
directamente de César, pues su bisabuela, según decía, había mantenido relaciones con
el Dictador57. Plutarco58 nos narra, in extenso, la bella historia de amor entre Iulius
Sabinus y su esposa, llamada por Plutarco Empona, por Tácito Epponina59 y Peponila
por Dion Cassio60. Según Plutarco, Iulius Sabinus, sabiéndose derrotado, en vez de
suicidarse, o huir, como otros jefes galos, simula el suicidio, para poder reunirse,
después, con su esposa en unas cuevas de su propiedad. Pasado algún tiempo, Empona
viaja a Roma, en compañía de su esposo disfrazado, pues le habían dado esperanzas de
perdón; no obteniéndolo, regresan a la caverna donde habitan por largos años, teniendo,
incluso, dos hijos varones. Descubiertos son llevados a Roma, donde Empona suplica el
perdón de Vespasiano sin obtenerlo, siendo ejecutados ambos. Los hijos sobreviven.
Según Plutarco, uno había sido muerto en Egipto, el otro, de nombre Sabinus, le había
visitado, hacía poco, en Delfos. La historia, sin alardes novelescos, es contada también
por Dion Cassio y Tácito61.
Sobre esta historia podemos plantearnos algunas preguntas: ¿Quién informó a
nuestra valiente heroína de que, tal vez, podía encontrar el perdón en Roma? ¿Quién le
abrió las puertas que le permitieron acceder a Vespasiano para pedir clemencia? ¿Qué
influyentes amigos tenía en Roma?

56
J.J.Bachofen, op. cit., 60-64.
57
Tac. Hist. IV, 55, 3-5. Dio Cass. LXV, 3, 1-2; 16, 1-2. Si Sabinus era, ciertamente, descendiente de César o nó
es una cuestión irresoluble, pero podía ser creíble para los hombres de su época, ya que era sabido que César había
mantenido relaciones con mujeres galas (Suet. Iulius Caesar, 50-52).
58
Plutarco, Amatorius, (25) 770 D-771 C. Hemos usado la edición de R. Flacelière, Plutarque, ouvres morales,
X, Les Belles Lettres, 1980, quien utiliza como un elemento para la datación de la obra la visita de Julio Sabino, hijo,
a Plutarco, aunque no se ocupa de la relación entre ambos personajes. (p. 7-11).
59
Tac. Hist. IV, 67, 1-4
60
Dio Cass., LXV, 16, 1-2
61
Dio Cass. LXV, 3, 1-3. Tac. Hist. IV, 67, 1-4.
120

Contra Iulius Sabinus fue enviado, en el 70 d.C., un hombre que en aquel año era
praetor urbanus: Sextus Iulius Frontinus, quien cuenta, que los lingones se le entregaron
sin lucha62. G. Alföldy ha puesto de manifiesto cómo en esta guerra participaron, del
lado romano, al frente de tropas, otros miembros relevantes de familias indígenas, como
es el caso de Iulius Briganticus, praefectus alae singulariorum, sobrino de Iulius Civilis,
o, el también bátavo, Claudius Labeo, enemigo personal de Civilis, praefectus alae
Batavorum63. Otro sobrino de Civilis, de nombre Claudius Victor64, tomó, sin embargo,
parte, a favor de su tío. Es interesante señalar esta confrontación, de una parte Julio
Civil y su sobrino Claudio Víctor; de otra, Julio Brigántico, sobrino también de Civil, y
Claudio Labeo. Desconocemos si también existía una relación familiar entre los dos
Claudios. Los Julios debieron recibir el derecho de ciudadanía de Cesar o Augusto, los
Claudios seguramente de Claudio. Parece claro que en la revuelta de Civil se ventilaron
problemas internos de los clanes indígenas y que se trataba de un bellum omnium contra
omnes65, que los romanos supieron aprovechar y avivar en su propio interés y beneficio.
Conocemos la vida, la obra66 y la descendencia de Frontino67, pero no su
ascendencia. Syme sugiere que procede de la Narbonense68, Schumacher, siguiendo a
Garzetti, se inclina por considerarlo itálico69. Ninguno de los argumentos es
suficientemente válido como para decidir la cuestión.

62
Frontinus, Strategemata, IV, 3,14. Frontino fue sustituido como praetor urbanus por Domiciano. Esta
sustitución no supuso, como señala Eck (vide nota 65) una relegación de Frontino, sino una promoción, lo que
creemos corrobora nuetra opinión de que la elección de Frontino para esta misión era debida a circunstancias
especiales.
63
Tac. Hist. II, 22, IV, 70; IV, 18. G. Alföldy, «Die Hilfstruppen der römischen Provinz Germania inferior»,
Epigraphische Studien, 6. Düsseldorf 1968, 33, 77.
64
Tac. Hist. IV, 33, 1.
65
Esta guerra de intereses hay que atribuirla, naturalmente, a los jefes de clanes. Pero, en las sociedades
tribales, los intereses del jefe se convierten en intereses del grupo; sólo así puede entenderse que los bátavos, por
ejemplo, se dividiesen en pro y contra los romanos.
66
PIR (2) J.322. W. Eck, Senatoren von Vespasian bis Hadrian. München 1970, en particular 77-93. Idem, «Die
Gestalt Frontins in ihrer politischen und sozialen Umwelt», en: Wasserversorgung in antiken Rom. München, 1982,
47-62. Idem, «Die Statthalter der germanischen Provinzen vom 1.-3. Jahrhundert», Epigraphische Studien,14.
Düsseldorf 1985, 141-142. K. Christ, «Sextus Iulius Frontinus, princeps vir», Festschrift Robert Werner. Xenia, 22,
1989, 149-160.
67
W.C. McDermott, «Stemmata quid faciunt? The Descendans of Frontinus», Ancient Society, 7, 1976, 229-261.
68
R. Syme, Tacitus, II. Oxford, 1958, 790-793. Idem, Gnomon, 29, 1957, 519, basándose en las inscripciones
CIL XII 1859 y 1860 procedentes de Communay y Vienne respectivamente, en las que se cita a un Q. Valerius
Lupercus Iulius Frontinus.
69
L. Schumacher, Prosopographische Untersuchungen zur Besetzung der vier hohen römischen
Priesterkollegien in Zeitalter der Antonine und der Severer. Mainz, 1973, en particular pág. 254-255. Opinión
seguida por A. Licordari, «Ascesa al senato e rapporti con i territori d' origine, Italia: regio I (Latium)», en: Epigrafia
e ordine senatorio, Tituli, 5, 1982, 9-57, en particular, 41. Quienes se basan en el hecho de que Frontino tenía
propiedades en Italia.
121

En nuestra opinión, Frontino fué enviado contra Sabino, y consiguió la rendición


de los lingones sin lucha, porque también él era lingón, descendiente de una noble
familia, acaso, la misma de Sabino. Como vencedor de los lingones, probablemente, fue
él quien facilitó a la esposa de Sabino la información sobre la posible clemencia de
Vespasiano y la posibilidad de acceder al Emperador, así como el protector de los hijos
de Sabino, que no fueron eliminados con sus padres. Si admitimos esta relación entre
Frontino y los hijos de Sabino, podemos proponer que fuese Q. Sosius Senecio, gran
amigo de Plutarco y yerno de Frontino, quien puso en contacto a Plutarco con Sabino
hijo.70 Esta familiaridad explicaría, también, el afecto y ternura con la que Plutarco narra
la historia de Empona. Historia que, sin duda, le contó su hijo Sabino, puesto que
Plutarco señala la visita de Sabino hijo justo después de narrar la historia, para verificar
su autenticidad.
El reciente hallazgo de un diploma militar ha puesto de manifiesto la existencia
de un Iulius Sabinus, quien, en opinión de I. Piso, fue gobernador de Dacia en los años
106-107/10971. I. Piso propone que hubiese llegado al consulado sufecto en el año 102 ó
104 d.C., años en los que aún hay hueco72, por lo que este Julio Sabino podría haber
nacido en torno al año 70 d.C. ¿Se trata de nuestro Julio Sabino, hijo?73
Entre las cartas de Plinio el Joven hay algunas dedicadas a un tal Sabino: VI, 18,
IX, 2 y IX, 18. La primera (VI, 18) puede ponerse en relación con IV, 10 destinada a
Statius Sabinus, mientras que las otras dos parecen estar dedicadas a otra persona74. Las
cartas 2 y 18 del libro IX están datadas por Sherwin-White entre los años 106-108 d.C75.
El Sabino de la carta IX, 2 es un personaje que se queja de recibir poca correspondencia
de Plinio y que en ese momento está desempeñando un cargo militar. El de la carta IX,
18, nos dice Plinio, es un ferviente admirador de sus escritos.
¿El Iulius Sabinus conocido en el diploma militar, el amigo de Plinio el Joven y
el hijo de Julius Sabinus, el rebelde, son la misma persona?
¿Es Sextus Iulius Sabinus, hijo, descendiente de un hombre noble y rico,
consciente de su nobleza, integrado, si se acepta nuestra propuesta, en el ordo

70
Además de las razones aducidas, Senecio vivió en Atenas y, si se le atribuye la inscripción acéfala CIL VI
1444, desempeñó, también, el cargo de questor en Acaia; por tanto, entre los casi seiscientos senadores de la época,
ninguno reúne mejores circunstancias para haber servido de puente entre Plutarco y Sabino. Sobre Senecio veanse los
recientes trabajos de A. Caballos Rufino, Los senadores hispanorromanos y la romanización de Hispania (siglos I-
III). I Prosopografía. Écija, 1990, 295 ss., y de T. Franke, Die Legionslegaten der römischen Armee in der Zeit von
Augustus bis Traian. Bochum, 1991, 23 ss. con la bibliografía.
71
I. Piso, Fasti provinciae Daciae I. Bonn, 1993, 10-13, con la bibliografía, a la que hay que añadir las
referencias en AE, 1987, 854; 1990, 860.
72
R. Syme, Tacitus, II, 643.
73
G. Alföldy, en comunicación epistolar, me hace partícipe de su idea de que Iulius Sabinus fuese en el
105-106 d.C. legado de una legión.
74
R. Syme, «The Friend of Tacitus», JRS, 47, 1957, 131 ss (132, 6). A.N. Sherwin-White, The Letters of Pliny.
Oxford, 1968 (2ª ed.), 482.
75
A.N. Sherwin-White, op. cit., 41.
122

senatorius, relacionado con los mas elevados círculos de Roma, conocedor, como
hemos propuesto, de la opinión de Plinio sobre las fundaciones, el autor de nuestro
Testamento?
Nuestra pregunta ha de permanecer sin respuesta, pero nada repugna a nuestra
hipótesis.
Fue Bachofen el primero que puso en relación nuestro testamento con miembros
de la familia de Iulius Sabinus, él consideró que debía tratarse de un antenato de
Sabinus, el rebelde. He propuesto, por mi parte, que se trata de un sucesor del rebelde,
de su hijo del mismo nombre. Si nuestra interpretación es aceptada, un tenue hilo, como
el de una tela de araña, liga hechos históricos importantes a sus personajes. Entre los
caudillos de la revuelta de Iulius Civilis, un lingón de nombre Iulius Sabinus, se hacía
llamar descendiente de César, y, por tanto, digno aspirante al trono; sólo este elemento,
como señala Bachofen, pudo ser el determinante de que, nueve años después, el viejo
Vespasiano no tuviese piedad ante nuestro personaje y su valiente esposa. Impiedad que,
con cierta complacencia, considera Plutarco causa del castigo de los dioses contra la
dinastía de Vespasiano, condenada a no tener continuidad, mientras que la víctima, a
través de sus hijos, con el apoyo del, seguramente también lingón, Iulius Frontinus pudo
pervivir.
Si aceptamos que Iulius Sabinus filius, creció a la sombra de Iulius Frontinus y
que, a pesar de haberse integrado en la élite política de Roma y servido al Imperio,
mantuvo vivo el recuerdo de su origen. Si aceptamos que para perpetuar este recuerdo
creó la tumba y el culto asociado a ella, con lo que pretendía hacer saber in perpetuum,
que allí reposaban las cenizas de un individuo que, por su origen, podía considerarse
capax imperii, entonces adquiere un mayor significado, no solo el trasfondo del
documento, sino también, las palabras que Plinio el Joven (Ep. IX, 19, 6) pone en boca
de Frontino: " ... impensa monumenti supervacua est: memoria nostra durabit, si vita
meruimus".

CONSIDERACIONES FINALES

En este trabajo hemos pretendido explicar, desde nuestro punto de vista, el


testamento del Lingón y su contexto social y jurídico. Independientemente, creemos
haber encontrado argumentos, se acepte su vinculación con el testamento o no, para
proponer el origen lingón de Sex. Iulius Frontinus. Se acepte o no su vinculación con el
testamento, hemos planteado la cuestión de la identificación del Iulius Sabinus,
conocido a través del diploma militar, con el Iulius Sabinus, hijo de Sabino el rebelde,
tal vez, también, el Sabinus de algunas cartas de Plinio el Joven. Si se acepta esta
identificación del personaje, conocemos ahora, seguramente, a un individuo mas de los
que intervinieron en el entramado político que permitió el acceso de Trajano al poder.
123

Si se considera que nada tiene que ver Iulius Sabinus con el testamento, y que el
autor debe ser otro personaje, de nombre, probablemente, Sex. Iulius Aquila, como su
nieto y heredero, entonces hemos de volver al Satiricón y recordar el testamento de
Trimalción76. Trimalción confía la construcción de su tumba a su amigo, también sevir,
Habinnas, a quien da instrucciones muy precisas sobre cómo quiere que le construya su
tumba. Pide que se le haga una estatua. Que la tumba, de grandes proporciones, esté
rodeada por huertos y viñedos. Que un esclavo se ocupe del mantenimiento de la tumba.
Que la tumba disponga de triclinios. Desea que sean representadas escenas de su vida,
presididas por él, sentado y vestido con la pretexta. Se ha de representar, también, a los
miembros de su colegio celebrando un banquete, para el que se ha preparado abundante
vino. La inscripción de Trimalción es breve, porque el recuerdo de su vida ha sido
grabado en la tumba.
El testamento del Lingón, como enseña su confrontación con lo narrado en el
Satiricón, muestra los usos funerarios de los grandes personajes y de los que pretendían
parecerse a ellos, satirizados por Petronio. Por esta razón, hemos insistido en que nada
sabemos sobre la visión que del más allá tenga nuestro personaje. El autor del
testamento ha sido visto como un gran señor "galo-romano", pero, como bien demuestra
la comparación con el testamento de Trimalción, la idea de este tipo de tumba y rito
funerario nada recuerda de galo, más bien, lo que demuestra es que el autor del
testamento vivió largamente inmerso en las costumbres propiamente romanas, bien
como un gran señor, que es nuestra opinión, bien como un esclavo afortunado que,
liberado y enriquecido, volvió a su tierra.
No nos hemos ocupado, en este trabajo, de los aspectos arqueológicos que
rodean el testamento, hemos descrito sólo lo que, en nuestra opinión, constituía el
núcleo de la tumba, la cella memoriae, pero cabría plantearse algunas preguntas:
¿Dónde estaba situada la tumba del Lingón?
La tumba debió de estar en un lugar ameno, tal vez en un altozano, visible a gran
distancia, desde el que se divisase, al menos, parte de las propiedades del creador de la
tumba. Integrada en las propiedades de Iulius Aquila, pero, tal vez, próxima a los lotes
asignados a los libertos. Tal vez, la tumba estuviese cerca de Andemantunum (Langres),
la capital de los lingones, o, tal vez, al oeste del territorio Lingón, allí donde son mas
patentes los testimonios relativos a la diosa Lativis.
Hübner llama la atención sobre el término cella, atestiguando el significado de
cella como cueva. Si admitimos que Iulius Sabinus, hijo, es el autor del testamento,
podremos preguntarnos si el término cella está indicando, también,

76
Petronio, Sat. 71.
124

la cueva en la que Sabinus, el rebelde, se escondió por largos años. Si es así, cueva y
tumba deben estar próximas; incluso podrían ser la misma cosa.
Si nuestra interpretación es correcta, quienes se ocupan de la arqueología del paisaje en
territorio lingón deberían buscar la tumba del Lingón próxima a los restos, que haya
dejado la centuriación de las tierras asignadas a los libertos. O, tal vez, cerca de alguna
cueva.
¿Quienes son Macrino y Sabino?
El autor del testamento nombra cuatro albaceas generales: su nieto, Julio Aquila; su
liberto y administrador, Prisco, y a otros dos individuos citados sólo por el cognomen y
la filiación; uno es Macrino, hijo de Regino y el otro se llamaba, curiosamente, Sabino,
hijo de Domnedorix. Según Plutarco, Sabino, el rebelde, al idear su estratagema, se
quedó solo con dos de sus servidores. Si consideramos que el autor del testamento es
Sabino, hijo, tal vez, cabría preguntarse si estos dos personajes están relacionados con
los fieles servidores de Sabino el rebelde.
¿Cuanto duró la fundación del Lingón?
Creemos haber demostrado que el autor del testamento ideó un sistema que
garantizaba, dentro del sistema romano, una larga perduración de su fundación.
Cualquier fundación puede desaparecer por causas internas o externas. Entre las causas
internas pensamos que la única que podía acabar con la fundación era la falta de
colonos, lo que podía producir o un abandono de las tierras o la concentración, de
nuevo, en manos de uno o muy pocos individuos. Entre las causas externas podría
señalarse, como mas significativa, la desaparición o el cambio radical en la organización
política o administrativa de la ciudad de los lingones. Las fuentes literarias muestran que
Andemantunum pervivió, como centro importante a lo largo del Bajo Imperio y de la
alta Edad Media, poseyendo una reconocida sede episcopal77.
Como hemos indicado, pensamos que nuestro documento es una copia de una
copia de archivo, no de una inscripción. La existencia de esta copia incita a pensar que,
por mucho tiempo, perduró la fundación de nuestro personaje, y que, en más de una
ocasión, debido probablemente a pleitos surgidos del uso de las tierras concedidas por el
autor del testamento, fue necesario copiar y recopiar la parte del testamento que hacía
referencia a las condiciones establecidas en relación a la tumba, por eso, el copista del
siglo X d.C. o no tenía delante una copia integra del testamento, o sólo copió aquello
que aún resultaba útil.
Constancio Cloro, después de vencer a los alamanes en Langres el 305 d.C.
repobló sus campiñas con bárbaros78. ¿Estaban ya abandonados los lotes asignados

77
Las fuentes han sido recogidas en E. Frézoul (Ed.), op. cit., 277-307.
78
Panegírico de Constancio César, IV, 21, 1.
125

FIG. 1.-P = pedestal con estatua; L = lecho; S = sillones; A = ara (véanse otras hipótesis
en A. Buisson, Le testament..., 70-71) (dibujo de Ramón Álvarez).
126

por el testador a sus libertos y libertas? ¿Ocuparon estos bárbaros los lotes establecidos
por el testador y fueron obligados a mantener su Lex? ¿Pasó a manos de la Iglesia el
núcleo de las propiedades del testador y esto garantizó su pervivencia?
Renunciamos a estudiar el alcance de la perduración de nuestro documento (vide nota nº
2), pero creemos que tuvo una notable importancia en la evolución de las fundaciones
pro anima hechas a la Iglesia, pues el modelo propuesto por el Lingón, se continuó a
través del sistema de capellanías.

***

José Remesal Rodríguez


Departament de Prehistòria, Història Antiga i Arqueologia
UNIVERSITAT DE BARCELONA
E-Mail: remesal@ceipac.gh.ub.es

***

C.E.I.P.A.C.
(Centro para el Estudio de la Interdependencia Provincial en la Antigüedad Clásica)
Càtedra d' Història Antiga (Prof. Dr. José Remesal Rodríguez), Universitat de Barcelona
http://www.ub.es/CEIPAC/ceipac.html

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