Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¡QUE CANSANCIO!
Libro SERGIO OK_4-17-2005.qxp 4/25/2007 5:44 PM Page 5
¡QUE CANSANCIO!
Historias de carne y hueso
de un Latino en la USA
Mark 5 Press
140 NE 32 Court - Oakland Park, FL. 33334 - USA
INDICE
EPÍLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .87
Libro SERGIO OK_4-17-2005.qxp 4/25/2007 5:44 PM Page 13
I
MI DIOS LES PAGUE
Como en todas las obras literarias, y al principio de las mismas, se
dan agradecimientos, pues no podía ser yo la excepción. El presen-
te material jamás hubiera existido si no fuera por la presencia y par-
ticipación majestuosa de los personajes que a continuación enumero
y agradezco:
En fin, gracias a los que me faltan, pues si sigo, la lista sería más
extensa que el libro mismo. Al único que no le agradecemos, es a
Bin Laden, el hombre más buscado del planeta, que tras su horroro-
sa demostración de odio, nos complicó aún más la vida a los inmi-
grantes latinos que llegamos, estamos llegando o van a llegar a este
extraño país, sin importar si fue por tierra, mar, aire, o por el oscu-
ro y terrible hueco.
II
MIS MEMORIAS
(ANTES DE QUE SE ME OLVIDEN...O…)
III
A QUIEN CORRESPONDA
¿Piensa usted venirse a vivir a la USA y del todo? ¿Es usted un inmi-
grante radicado en los Estados Unidos y desde hace rato está persi-
guiendo el sueño Americano? ¿Tiene usted un trabajito de medio
pelo en su país, estable pero con unos ingresos que le producen más
ansiedad que calma y siente quizás que si se va para la Usa, conse-
guirá un trabajo de pelo completo? ¿Conoce usted a alguien que esté
a punto de hacer maletas para desplazarse a Norte América para ini-
ciar una mejor vida? ¿Está indeciso y no sabe si quedarse y luchar allá
en su patria con esa inseguridad y violencia tan tremenda o ensayar
y correr el riesgo aquí? ¿Está usted loco, cree estarlo, o los que lo
rodean le aseguran que lo está?
IV
UBIQUÉMONOS:
GLOSARIO DE LA VIDA AMERICANA
Bienvenidos a los EUA my friend, es decir, prepárese porque usted
vivirá En Un Acelere que jamás imaginó. Bajo la lupa del idioma
extranjero, no es muy lejana su equivalencia ya que usted oirá segu-
ramente al llegar - Welcome to The U.S.A., leáse como Unlimmited
Sense of Anxiety e interprétese como sensación de ansiedad ilimita-
da; Usted Sufrirá Aquí; usted no volverá a dormir como antes, usted
no volverá a trabajar como antes, no vestirá como antes, no estará
tan limpio como antes, no comerá como antes, no descansará como
antes, usted en sí nunca será el mismo de antes. La ansiedad será su
nuevo cónyuge y el acelere se convertirá en su nueva vestidura.
Incondicionalmente donde quiera que vayas tu, el, nosotros, ellos y
todos los que decidan aventurarse en esta vecindad del norte, pade-
cerán en Mayor o aun Mayor escala estas curiosas sensaciones.
V
A TIRAR PERIÓDICOS A LAS 3 DE LA MAÑANA
Fue mi primer día en la USA de la nueva era de mi Segunda vida.
Llegamos de Colombia mi esposa y yo a casa de mis cuñados. Casi
dos años sin vernos generó grandes expectativas y emociones.
Superlativo encuentro, lágrimas, besos, abrazos, narraciones, pero eso
sí, acostada a las 10.30 p.m. pero sin demora y en un par de horitas
más, levantarme con mi cuña para vivir en un rato mas, lo que él,
Ivancito, mi cuñado querido, por más de 12 meses había experimen-
tado sin detenerse a reposar.
dero donde una hora atrás habíamos estacionado el vehículo para cum-
plir a cabalidad nuestra enmienda cultural.
Los matutinos tenían que ser lanzados con gran precisión. Debían
caer justo en el sitio especificado en el manual del suscriptor. (Portal
de la casa, entrada al garaje o antejardín), porque sino este craso error,
Llevamos 200 entregas. Parada. Salga del auto, abra el baúl y sur-
tamos de Nuevo la despensa y el mostrador. El sol amenaza con salir.
Si aparece ese verdugo antes de darle de baja a la montaña que tene-
mos atrás, el hermano de mi esposa corre peligro de perder su con-
tratación, por estar adiestrando a este torpe escritor.
Entre tire y tire, aparecían las direcciones que requerían lanzar ejem-
plar marcado para el dueño tal o pascual. El mismo periódico, la misma
información, la misma bolsita, pero con un adhesivo que hacía único
a su suscriptor. Si se lanzaba uno de estos con etiqueta equivocada,
tenga entonces Iván su “complain”; diferente modalidad pero casti-
go patronal igual.
los finales (y los iniciales por supuesto también), pero en estos últi-
mos, luchando contra el movimiento de la tierra que peleaba por hacer
asomar ya a nuestro astro rey, y nosotros con ese afán… que desfa-
chatez.
Los calambres, los dolores en las manos, en los dedos, la artritis gene-
rada por el periodismo Norteamericano no tiene igual. La única y
tradicional forma de mitigar tal dolor, es cuando éste, el producido
por flexionar los dedos cientos de veces para enrollar el ilustrado papel,
es superado por otro mayor, pero esta vez localizado en la cintura y
espalda, causado por las largas jornadas de permanencia en erguida
e incómoda posición, manipulando herramientas que quizás el padre
putativo de Jesús no imaginó nunca operar en su carpintería en Belén.
titánico grosor era un castigo supremo, pues cada ejemplar sin exa-
gerar, equivalía al anchor de un directorio telefónico de cualquier ciu-
dad capital.
VI
A LAVAR CARROS COMPADRE
Una vida en un día de un hombre en la Usa
El día comienza como es natural para una persona normal del pro-
medio poblacional que tiene que pensar en el sustento de su familia,
es decir con el sonido o llamémoslo mejor, con la sirena que es como
se siente a esa hora de la madrugada, la señal que producen esos relo-
jitos electrónicos de correas plásticas que suele colocar la gente en su
mesita de noche, o en el suelo como es nuestro caso, ya que no tene-
mos mesita de noche.
Todo parece indicar que el día será tan normal como los anteriores.
Luego del protocolo y ritual del baño y el agua caliente que des-
pués de 11 años volvimos a tener, el cuerpo adquiere las energías que
perdió con el infarto de la mañanera sirena.
Una vez arrojada del carro (mi esposa) se procede hacer el U-turn
léase vuelta en U, y diríjase gracias a Dios por el mismo sitio que venía
pero esta vez 64 Kilómetros al norte, para sin mayor demora llegar
con mi uniforme azul a la estación de gasolina de la Exxon conoci-
da multinacional.
La bomba (gas station pa’ que le vamos jalando al inglés por pare-
jo ustedes y yo) abre sus puertas, mejor dicho, no las cierra por-
que es 24 horas.
A ver como les digo, mi cargo allí es como una gerencia integral
de servicio orientado al carwash. Es decir mientras no existan carros
para lavar, brillar y secar, la gama de actividades alternas es variadí-
sima, es más, llevo un mes allí y estoy escribiendo mis funciones alter-
nas y les cuento que hasta ahora llevo una cantidad inimaginable.
Limpiar los vidrios del túnel del carwash - Otra faena que no le
quita a uno más de 55 minutos sin parar ya que son 16 láminas vítre-
as del tamaño de la puerta de un garaje cada una.
y con pala en mano, ir al cuarto frío para llenar 30 bolsas con hielo
y desplazarlas a las neveras del delicatessen de la estación. Con estos
cambios de temperatura tan brutales, no me explico como no me torcí
ni me morí de un modo permanente. Esta faena se repetía sin impor-
tar la hora del día o el calor que tuviera el cuerpo. ¡El hielo para los
clientes no podía faltar!
do así los últimos 15 segundos para subirse todo lo que estaba abajo,
meter la camiseta, secarse la cara del sudor de la fuerza que se hizo y
el atroz calor que se soportó, salir corriendo con una sonrisa y los 3
trapos en el hombro a montarse al Lexus que justo en ese instante
asoma su trompita por los rieles eléctricos fuera del túnel. Ha sido
aquí donde he descubierto que es increíble el desperdicio de tiempo
y el desgaste que yo solía utilizar en el baño leyendo la prensa o con-
dorito durante 55 minutos, sabiendo que en ese tiempo alcanzaría a
secar 12 automóviles y 4 Vans.
Hay momentos del día en que estoy seguro que cuando Jesucristo
dijo “Te ganaras el pan con el sudor de tu frente...”, el hombre esta-
ba dirigiéndose a un grupo de inmigrantes latinos que tenían inten-
ción de trabajar en los Estados Unidos. Adicionalmente le faltó
agregar con el sudor de tu frente, tus brazos, tus piernas y tu culo.
Las horas, el cansancio, los carros y las gotas de sudor van transcu-
rriendo hasta darse con el suelo.
El día concluye y para descansar hay que entrar todos los equipos,
organizar y dejar preparado todo para la faena siguiente, acercarse al
computer, presionar el punch out, buscar el autito y manejar 50 minu-
tos para llegar a casa, tomar un baño y caer desmayado para esperar
nuevamente el melodioso sonido del reloj al amanecer.
Por ahora cortamos porque ya vienen más coches...y que Dios los
perdone porque yo no puedo.3
VII
LA MUGRE, LA INMUNDICIA Y LOS LATINOS
Esta vez la cita fue para los tres amigos. René, mi pana, Olguita
su esposa, y el presente narrador, fuimos requeridos con urgencia
por la compañía MBI, de la cual nunca conocimos el significado de
sus siglas, pero si las intenciones del tipo de labor para ejecutar.
Estamos hablando del Home Show, uno de los certámenes más reco-
nocidos en el que se dan cita anual en la Florida más de 500 expo-
sitores, representantes máximos de las líneas de hogar, construcción
y decoración.
Nos plasmó Joaquín, en el pecho, unos sellitos blancos que nos hacia
merecedores del libre albedrío en cuanto a entrar y salir del centro
de convenciones, indicándonos que lo siguiéramos a continuación.
Pasamos la puerta de acceso para los expositores y empleados, junto
a un muelle de concreto, sitio ideado para que los grandes camiones
cargados, descargaran todo lo que el público 24 horas después,
podría apreciar en máximo esplendor, de un modo limpio, organi-
zado y muy bien estructurado.
Como olvidarlo. Nos asignaron los pasillos 700, 800 y 900 respec-
tivamente. Una gran avenida para impecabilizar por las próximas 14
horas y por 4 días en tirón.
Había que ver cómo nos dábamos esas miradas de terneros huér-
fanos entre los tres. Cuando había algo o muy grande o muy pesa-
do, es decir casi siempre, René o yo, o los dos, salíamos al rescate de
su esposita y súper amiga de este, su escritor-recolector, para prestar
nuestra colaboración.
A las dos horas de haberse iniciado este calvario, nos provocaba coger
a escobazos no a la basura, sino a los expositores de la mugre, del desor-
den y la suciedad; parecían magos, haciendo aparecer de la nada, entre
giro y giro de nuestro pesado caminar, cajas y escombros sin piedad
para ser desalojados por nosotros una vez más.
El camello para los días segundo y siguientes, tenía una ligera varia-
ción. Tocaba entonces con el mismo equipo de oficina asignado el
día anterior, caminar esta vez por absolutamente toda el área del show,
vigilantes, atentos, con la escoba y recogedor en mano, prestos a levan-
tar o limpiar cualquier suciedad.
Así uno se forre el cerebro con ideas de que en este país nadie lo
conoce, que todos los latinos e inmigrantes ejecutivos en su vida ante-
rior, ejercieron actividades como las enumeradas en estas crónicas por
montón, no evitan que se le arrugue a uno el alma y el corazón.
Por esto era preferible observar sólo a la tierra; de las rodillas de los
caminantes para abajo, los zapatos, los pies, los tobillos, el tapete…
sería esta nuestra especialidad ocular.
Para el tercero y cuarto día, los cuerpos de los tres son entes ya.
Robots autómatas que pierden el habla y la energía interior. Nuestras
neuronas se adormecen; solo se requiere músculo y resistencia para
culminar la gestión.
De los tres seres que iniciamos tal hazaña, parecíamos uno y medio
ya. Cordial despedida nos lanza Joaquín el supervisor, quien de una
vez nos programa en siete días para el siguiente show.
Mañana será otro día y sabrá el putas que suerte nos deparará.
VIII
AGENTE DE BIENES RAÍCES:
A LIMPIAR CASAS SE DIJO
Una llamada en la noche. Un familiar me recomendó en una ofi-
cina del Real State o corredores de finca raíz para que suene más popu-
lar. Entrevista telefónica en Inglés. Luisa era su nombre. Hablé en
español al escucharla, pero me salió Italiana la patrona, o sea que me
dije, retomemos el dialecto anglosajón. A 8 dolarcitos la hora, con
rutina diaria de 9am a 5 p.m., sesenta minutos para lonchar… ajá,
todo parece indicar que el trabajo de oficina que ansiaba volver a expe-
rimentar desde el último similar ejercido en mi Antigua Colombia,
a una noche de distancia, me prestaba a iniciar.
¡Vámonos ya! fue lo más claro que pudimos escuchar. Afuera esta-
ba listo el camión de la empresa de bien raíz, en el que deberíamos
subir y junto con José, el cubano muchachón, dirigirnos quien sabe
Dios a dónde y para qué.
El sexo para este cubano era su vida, su misión. Todo lo que habla-
ba se concentraba de la cintura para abajo. Según sus comentarios,
concluimos René y yo, al escuchar sus historias de pasión, pero con
sus ojos siempre atentos a la sensual casualidad vehicular, que nues-
tras lindas espositas eran los únicos ejemplares femeninos del sur de
la Florida que con el hombre este, no habían brincado con anterio-
ridad en su colchón.
¿Landfill? Lo leí una y otra vez. ¿Sería una finca? ¿Sería un parque
de diversiones? ¿Una pista de autos de carreras? ¿Una zona forestal?
Todos los interrogantes se mantendrían en suspenso mientras gozá-
bamos de la acostumbrada dieta balanceada, pero esta vez desplazán-
Sin decirle a René, oré en silencio para que la manejada saliera bien,
y por ningún motivo le rogaba a la virgencita me fuera a tocar reversar.
Aparentemente durante mi plegaria, María, la Virgen, pues como que
había salido a lonchar, porque mi rezo fue ignorado con toda precisión.
La angustia de la retrocedida se comparaba con el vértigo y los nervios
de desplazarse por la interestatal a 130 Km por hora en este camión que
me parecía más ancho que las líneas divisorias de los 5 carriles permi-
tidos en esta autopista. Del susto no pude ver ni una sola pierna, ni un
escote provocador, ni distractor femenino alguno durante toda la misión.
IX
TRAGEDIA DE UN BODEGUERO
Un nuevo trabajo para la colección. René mi amigo, mi compañe-
ro de aventuras en esta vida y en la anterior, y yo, fuimos deposita-
dos por nuestras esposas en lo que sería para todos y especialmente
para él, una experiencia aterradora, enfrentándonos a este nuevo reto
que ese día empezábamos, como bulteadores, en una bodega mayo-
rista para importación y exportación.
Los hilos del destino se fueron tejiendo para que aquel día, previo
a su renuncia planeada para el siguiente, ocurriera lo que ocurrió. La
suerte estaba echada y se requerirían nueve meses para asimilar lo que
a continuación se engendró.
Esa cifra era ridícula comparada con el valor de la vida misma, con
el valor de un pulmón o unas costillas aunque rotas, pero que, las
facturas no se podían pagar con esas divagaciones. De la empresa
(la bodega) como era de esperarse, jamás preguntaron por el emple-
ado y amigo, por sus necesidades, sus angustias, inquietudes terrena-
les, materiales o espirituales, ni siquiera se les oyó el ofrecimiento para
pagar el taxi cuando salió del hospital.
y gimnasio. Era increíble todo lo que podríamos hacer con esa mere-
cida fortuna. Las apuestas subían y bajaban. Los sueños se acerca-
ban y se alejaban.
De todo esta episodio casi mortal, vivido unos meses atrás, surgen
estas líneas que por fortuna se escriben y leen con rapidez, pero que
nunca, nunca jamás podrán representar y expresar el sentimiento, el
dolor, la angustia, el desespero, la impotencia, el miedo, la soledad,
la reflexión, la valoración y la asimilación que este suceso generó espe-
cialmente en mi amigo y en nosotros aunque de un modo diferente
pero que con igual intensidad tuvimos que sobrellevar.
Damos gracias de que has vuelto con nosotros René. Ahora ya hemos
crecido un poco más.
X
VIDA - (REFLEXIÓN POST BODEGA)
El día era gris. ¿Qué otro color se podría esperar?
XI
EL MUGROSO MUNDO DE LOS TAPETES Y YO
Los empleados para esta función: -2 —si señor, uno y dos. Tal como
lo oye; o sea un tecnólogo empírico en sistemas Colombiano que tenía
mas problemas que un libro de álgebra de Baldor y el ingeniero antio-
queño que esto escribe y por supuesto, nuestro supervisor al que ni
siquiera lo cuento debido a la nulidad de su aporte físico a nuestra
causa, pero que ya en su momento, le daremos al desgraciado su mere-
cido verbo en la presente narración.
las fuerzas del mundo pero destinándolas a un fin bien diferente del
ejercido en los cuartos de baño, es una labor titánica para esa hora
de la mañana y en general para cualquier hora de la vida. Las panto-
rrillas, las piernas y los brazos se adaptan a estirones a lo que será otro
día, en la vida de un carpetologist en la Usa.
Detención del tiempo: Los breaks (los descansos) que nos otorgan
cada 2 horas y que para nosotros duran solo 15 minutos, para ellos,
los de la isla, el tiempo se detiene y juegan casi a su antojo con él.
Hasta la fecha no he podido descubrir si es que son los relojes espe-
ciales que ellos usan y que solo se consiguen en Jamaica, o es su poder
de concentración grupal, la telequinesis o una combinación de todo
lo anterior, lo que hace posible que un cuarto de hora para un escri-
tor como yo, sea convertido en 34 minutos para ellos, llegando a récords
de 65 minutos como lo hemos visto en el maestro de maestros, que
es nuestro más veterano compañero en el arte de esquivar con todo
éxito las actividades laborales pero sin dejar de devengar.
XII
¿Y DE PAPELES QUÉ?
(APÉNDICE DE UN ASILADO EN TRÁMITE)
luchar por conseguir una vida mejor que la que violentamente nos
ofrece nuestro pueblo colombiano. Simultáneamente a todos los epi-
sodios que usted conmigo aquí vivió a lo largo de esta lectura, no
crea que no me invadían otros cuantos motivos de angustia y ansie-
dad extrema. Estar legal en este país, en el sentido laboral y de per-
manencia, al igual que para mi esposa, amigos y familiares, era uno
de mis principales objetivos al ingresar a EUA. Doy gracias que no
tuve que arrastrarme por el hueco utilizando los famosos coyotes meji-
canos, como miles lo han hecho ya y miles mas continuarán inten-
tándolo sin parar. Sé que lo que narro aquí, en nada se asemeja a las
penas y dolores que deben pasar estos valientes seres que al no tener
más oportunidad, arriesgan lo poco que les queda y su vida también,
para cruzar por el agujero buscando un futuro mejor que posiblemen-
te será peor.
La única y triste herencia que nos dejó y sin saberlo, fue la recomen-
dación del abogado ese, colombiano también por desgracia, con el
que meses después penas enormes iríamos a soportar…
Pasaban los meses y la verborrea con que nos bombardeaba este come-
diante de las leyes, cada que nos reportábamos para solicitar avances
de nuestra situación, nos dejaba en un grado de tranquilidad abso-
luta, así no le entendiéramos ni mierda de toda la terminología y for-
mularios que nos ponía a diligenciar. Luego de cada visita llamábamos
a la cuñadita, a ver si ella en términos más colombianos nos lograba
explicar exactamente en que íbamos del proceso; pero que va, podía
más la confianza que la claridad. A la hermanita de mi esposa, tam-
poco se le entendían muy bien los avances, aunque hacía enormes
esfuerzos intentándolo y se lo agradecemos de corazón, pero de
todos modos más serenos si volvíamos a quedar. Paciencia era lo único
que nos pedía ese canalla y se la estábamos ofreciendo por toneladas.
Nos decidimos. Vamos a luchar. Iniciamos por fin los tramites que
el cuatrero ese debió comenzar cuando estábamos en período de gra-
cia. Teníamos todo listo. Los documentos exigidos y la defensa que
a nuestro modo de ver eran razonables, del por qué nos habíamos
excedido del plazo otorgado. Esta vez el papeleo si fue real. No hubo
más engaños ni trabas verbales o documentales. La claridad que el
cerdo ese no nos dio, nos la brindaron aquí, en la iglesia, con toda
la transparencia que necesitábamos.
Corrían los primeros días del mes de Septiembre del 2001. Todo
listo para remitir los formularios y documentos exigidos. En la igle-
sia nos dijeron, sólo falta que ustedes, mi esposa y yo, firmen y colo-
quen las huellas en todos los documentos por ellos traducidos al inglés.
El destino cruzó a Bin laden y los ataques del doloroso e inolvidable
11 de Septiembre con nuestra tramitación. A cruzar los dedos y a
esperar que la xenofobia gringa no tome partido extra en esta situa-
ción que justo estábamos prestos a comenzar.
5.30 a.m. Baño rápido, corbatilla saco y pantalón; algo de café para
los nervios, al coche y 30 millas hasta llegar al parqueadero del edi-
ficio de inmigración. Llegamos con dos horas de antelación. Otro
café más negro que el anterior. La fila de colombianos era pequeña
pero el nerviosismo era grande. Se olía por doquier. Con gran ali-
vio vimos llegar a nuestra traductora, que trató de calmarnos un poco
más. Al edificio solo podríamos ingresar 45 minutos antes de la cita
programada para las 10.30 de la mañana. Repaso mental de todos
los eventos, fechas, situaciones, nombres, barrios, estudios, prácticas
Sonó el 2770. Nos salió gringo del todo el entrevistador. Ojos azu-
les, penetrantes inquisidores. Nos miró e hizo que lo siguiéramos por
un laberinto de puertas hasta alcanzar su oficina particular. Era amplia.
Iluminada. Iluminadísima diría yo. Como para poder ver hasta lo que
no se pudiera ver. Un asiento para el traductor, otro para mí, y mi
esposa se sentaría justo a mi espalda. Me encomendé a mi madre, a
los santos que conozco y a los que no. Fuerza, serenidad, mirada firme,
no como en los tapetes y el aseo mirando al suelo. No. Aquí era al
ojo azul, a la cabeza del gringo. A no tartamudear. El hombre al fren-
te empieza a hablar, nuestra asesora a traducir y nosotros a iniciar esta
dura prueba. La tranquilidad se apoderó de mí, adquirí la fuerza que
necesitaba y comenzó lo que 10 meses atrás debió comenzar.
Dios mío. Corte. Y no del cabello o de las uñas como era en la anti-
güedad. La Corte gringa. Que horror. Aunque la negación en pri-
mera instancia de nuestro asilo es un trámite que no involucra
absolutamente nada relacionado con el mundo criminal, y conside-
rando las explicaciones dadas en el glosario americano de este ejem-
plar, de todos modos sienten uno extraños escalofríos y dolores al
imaginarse lo que será ese trajín.
Salimos por fin del salón. Temblando, recordando esos ojos cla-
ros y una sonrisa camuflada que reflejaba su alto poder. A buscar
abogado, pero esta vez con muchísima precaución, no fuera y nos
volvieran a engañar. Tres mil trescientos dólares y unos días des-
pués, un excelente doctor toma nuestro caso en representación.
Verificamos con lupa su reputación. De origen Puertorriqueño con
fluido español y perfecto inglés. Al aceptar el reto nos resaltó: de
los 21 jueces que tiene la corte de inmigración, a ustedes les asig-
naron uno de los 3 jueces que en el medio se conocen por su áspe-
ra dureza y falta de consideración. ¿Qué más buenas noticias iríamos
a recibir? Pues ni modo. A luchar se dijo. A conseguir más prue-
bas y volver a comenzar.
Amigo mío, a pesar de los pesares, este país es del putas!! Cualquiera
de nosotros se lo puede garantizar.
XIII
AHÍ LES QUEDA PA´QUE LO PIENSEN…
Otro amanecer. Es Martes, pero por el cansancio parece Diciembre
ya. De todos modos no importa si es Navidad, año Nuevo, Viernes
santo o 4 de Julio. Hay que trabajar y damos gracias por poder algu-
na labor realizar.