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ENVEJECIMIENTO, SALUD Y DEPENDENCIA

BIBLIOTECA DE INVESTIGACIÓN
n . º 42
Joaquín Giró Miranda
(coordinador)

ENVEJECIMIENTO, SALUD Y DEPENDENCIA

UNIVERSIDAD DE LA
RIOJA SERVICIO DE
PUBLICACIONES 2005
Giró Miranda, Joaquín
Envejecimiento, salud y dependencia / Joaquín Giró Miranda
(coordinador).- Logroño : Universidad de La Rioja, Servicio de
Publicaciones, 2005
208 p. ; 24 cm.- (Biblioteca de investigación ;
42) ISBN 978-84-693-0771-7
1. Envejecimiento de la población. I. Giró Miranda, Joaquín. II. Universidad
de La Rioja, Servicio de Publicaciones
314.47

Envejecimiento, salud y dependencia


Coordinado por Joaquín Giró Miranda (publicado por la Universidad de La Rioja) se encuentra bajo
una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
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© El autor
© Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2011
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E-mail:

publicaciones@unirioja.es ISBN:
978-84-693-0771-7
ÍNDICE

Los autores ............................................................................................... 9

Presentación
Joaquín GIRÓ MIRANDA.................................................................................... 11

El envejecimiento demográfico
Joaquín GIRÓ MIRANDA.................................................................................... 17

Ocio en los mayores: calidad de vida


Inés ALCALDE MERINO y Milagros LASPEÑAS GARCÍA................................. 43

Sexualidad y afectividad en la vejez


María Victoria HERNANDO IBEAS..................................................................... 63

Música y salud: la danza calidad de vida


Manuela BUADES JIMÉNEZ y África RODRIGUEZ BLANCO............................ 81

Género y educación sanitaria en el anciano


Javier IRUZUBIETA BARRAGAN....................................................................... 99

Enfermedades de alta prevalencia en el anciano


José María URRACA FERNÁNDEZ................................................................... 121

Estimulación cognitiva y prevención del envejecimiento cerebral


Anabella MARTÍNEZ PÉREZ............................................................................. 133

Estimulación cognitiva con enfermos de Alzheimer


Verónica ACINAS JULIÁN................................................................................ 153

Diseño de centros y servicios para mayores


Alicia FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAON.......................................................... 173

Cuidados en situaciones de dependencia: las úlceras por presión


José Javier SOLDEVILLA AGREDA.................................................................. 189

7
LOS AUTORES

Dr. JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA (Coordinador del Curso)


Licenciado en Sociología por la Universidad Complutense de
Madrid. Doctor por la Universidad de La Rioja
Director de la Unidad Predepartamental de Ciencias Sociales del Trabajo
Profesor de Sociología en la Universidad de La Rioja

Dñ a . INÉS ALCALDE MERINO


Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca
Master en Psicología Clínica Conductual (Aplicación de Adultos) del
Centro Luria.
Master en Sexualidad Humana por la UNED
Psicóloga responsable del Plan de Prevención del Centro de Prevención y
Atención del Alcoholismo [CPAA]

Dñ a . MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA


Licenciada en Sociología por la UNED
Profesora de Sociología de la UNED
Socióloga responsable del Plan de Prevención del Centro de Prevención y
Atención del Alcoholismo [CPAA]

Dñ a . MARÍA VICTORIA HERNANDO IBEAS


Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca
Tesis doctoral en elaboración: Vínculos afectivos y sexualidad en la vejez.
Experta en Gerontología (Título propio de la Universidad de Salamanca)
Master en Gerontología (Universidad de Salamanca)
Profesora de Trabajo Social en la UR

Dñ a . MANUELA BUADES JIMÉNEZ


Licenciada en Música
Profesora de danza clásica y de danza española.
Profesora de Didáctica de la expresión musical en la Facultad de Ciencias
de la Educación de Granada. Campus Universitario de Ceuta

Dñ a . ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO


Licenciada en Música
Profesora titular de Didáctica de la expresión musical en la Facultad
de Ciencias de la Educación de Granada. Campus universitario de
Ceuta

9
D. JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
Licenciado en Humanidades por la Universidad de La Rioja
Diplomado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza
Diplomado en Sanidad por la Escuela Nacional de Sanidad de Madrid
Experto Universitario en Promoción de la Salud en la Comunidad por la UNED
Profesor de Salud Pública y Enfermería Comunitaria de la EU de
Enfermería de la UR

Dr. JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ


Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Oviedo.
Premio Fin de Carrera de la Especialidad en Medicina de la Educación
Física y Deporte. Premio extraordinario de Doctorado del Departamento de
Medicina de la Universidad de Oviedo.
Profesor de Medicina y Salud Pública de la UR.

Dñ a . ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ


Licenciada en Psicología por la Universidad Autónoma de
Barcelona Profesora de Servicios Sociales de la UR
Docente en el taller de empleo en la especialidad de “Servicio de atención al
anciano”.
Ha dirigido talleres de “Entrenamiento de la memoria para mayores de
60 años”

Dñ a . VERÓNICA ACINAS JULIÁN


Licenciada en Psicología por la Universidad Pontificia de
Salamanca Master en Psicogerontología y Neurociencias
aplicadas.
Psicóloga de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de La Rioja

Dñ a . ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN


Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca
Master en Residencias, Geriatría y Gerontología (Universidad de A Coruña-
Fundación Española de la Tercera Edad).
Master en Intervención Psicosocial, especialidad Gerontología. (UPV)
Coordinadora de la Comisión de Psicología del Envejecimiento del Colegio de
Psicólogos de La Rioja.
Profesora de Psicología Social de la UR

D. JOSÉ JAVIER SOLDEVILLA ÁGREDA


Diplomado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza
Licenciado en Antropología Social y Cultural por la Universidad del País Vasco
Titulado Superior en Gerontología por la Universidad de Santiago de
Compostela
Profesor de Enfermería Geriátrica de la EU de Enfermería de la UR.
Presidente de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica
(Nov. 1987- Abril 2004)
Director del Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Ulceras por
Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP)
Director de la revista científica GEROKOMOS
PRESENTACIÓN

Joaquín Giró Mira n da

Este libro recoge la información, el estudio y las reflexiones de diversos


especialistas acerca del proceso de envejecimiento de la población. Aunque si
quisiéramos ser más precisos, deberíamos hablar del fenómeno de rejuveneci-
miento de la población española, pues a nadie se le escapa que los
denominados mayores en el pasado reciente (mayores de cincuenta años),
hoy día son considerados personas en la plenitud de la vida al trasladar la
crisis vital a los ochenta y más años. El rejuvenecimiento de la población ha
conllevado un periodo de actividad extra que no tiene carácter productivo y
que se caracteriza por el desarrollo de ocupaciones de tiempo libre. Sin
embargo, este rejuvenecimiento de la población no hace sino trasladar los
problemas de salud en el tiempo hacia las cohortes más longevas, las
cuáles han desarrollado patologías que implican una dependencia
extrasanitaria, como ocurre con las enfermedades cerebrales y de carácter
cognitivo.
Ha sido pues el rápido proceso de envejecimiento de la estructura de
población en los países desarrollados el desencadenante del interés por la
gerontología social y no sólo por la geriatría (rama de la medicina que se
interesa por los procesos degenerativos propios de la edad avanzada), pues el
envejecimiento de la población no se refiere exclusivamente a un proceso
biológico determinante de las condiciones de salud de las personas, sino a un
proceso social por el que la sociedad se transforma de manera significativa, en
virtud de su estructura y organización en torno a la edad como componente
diferenciador de los estatus de las personas. En el desarrollo de este
proceso de envejecimiento, el grupo de personas de edad se incrementa (es decir,
los mayores de sesenta y cinco años), aunque no de forma homogénea en
todas las edades de la vejez (el crecimiento en los últimos tramos de edad
biológica es menor aunque porcentualmente haya sido superior en estos
últimos años el crecimiento de los mayores de ochenta años –la llamada cuarta
edad-), ni tampoco en la relación entre los sexos (las mujeres han logrado una
mayor longevidad que los varones), en detrimento de la población joven
(por caída de la natalidad y los índices de fecundidad), dando lugar a lo que
se denomina el envejecimiento demográfico.
Buena parte de estas reflexiones se expusieron y discutieron en el II
curso de Gerontología Social celebrado en la Universidad de La Rioja durante el
mes
de noviembre de 2003, organizadas por profesores de la Unidad
Predepartamental de Ciencias Sociales del Trabajo en colaboración con
profesores de la Escuela Universitaria de Enfermería de La Rioja, gracias al
apoyo financiero de la Universidad de La Rioja en su convocatoria de ayudas
para la realización de actividades de extensión universitaria, mediante la
cual se pudo invitar a especialistas y profesionales de otras áreas disciplinares.
Así pues y a lo largo de este libro, se tratan diferentes aspectos de un
mismo proceso, el de envejecimiento, resaltando las relaciones con la salud
y la dependencia ( Giró), como cuestiones que pese no ser sinónimas están
presentes en un gran número de personas que alcanzan edades avanzadas. La
independencia personal es una expresión de calidad de vida; por ello, la
dependencia supone en líneas generales la carencia de algo que se supone
fundamental para el desarrollo de una vida plena.
Precisamente un componente de la calidad de vida, aunque para
algunos la esencia de la misma, es el ocio y su disfrute. En este sentido se trata el
envejecimiento desde una perspectiva sociocultural ( Alcalde y Laspeñas ),
relacionándolo con el aumento del tiempo libre que, en general, infrava-
loramos, y del que desconocemos su manera de empleo. Las autoras,
además de constatarlo, incitan a la utilización voluntaria, satisfactoria y
positiva del mismo, pues este tiempo de ocio es el que más significativamente,
conlleva
-repercute o incrementa- el bienestar y calidad de vida entre las personas
mayores. Entienden por un buen envejecimiento, por un envejecimiento
satisfactorio, aquel que entiende la salud, no únicamente como ausencia de
enfermedad, sino desde una triple perspectiva: biológica (envejecimiento
sano y pleno), psicológica (envejecimiento positivo y adaptado) y social
(envejeci- miento integrado, activo y participativo).
Las diferentes variables bio-psico-sociales que afectan al individuo
desde que nace hasta que muere, y no sólo la edad, hacen que se
produzcan cambios en las diferentes capacidades. Sin embargo, el peso de los
mitos y prejuicios que acompañan al concepto de vejez aún es demasiado
signifi- cativo, y los propios mayores se ven en la obligación de corresponder
y asumir el rol asignado, puesto que también participan de éstos estereotipos
culturales (Hernando ). La construcción social existente sobre la etapa de la
vejez pone de manifiesto, en numerosas ocasiones, una perspectiva que
niega, entre otras, la posibilidad de interés y actividad sexual en los hombres
y mujeres mayores. Esta perspectiva construye y genera mitos y creencias
erróneas, que no facilitan vivenciar saludable y placenteramente la sexualidad.
Sin embargo, el desarrollo y expresión de la personalidad humana exige el
abordaje de los aspectos afectivos y sexuales.
Es una obligación ética respetar el pasado de quienes hoy son
mayores, y ofrecerles alternativas que les permitan vivir sus experiencias sexuales
como consideren más oportuno, eligiendo, sin presionarles a cambiar unos
esquemas por otros. Pero la sociedad también debe comprometerse a trabajar
(educación, prevención, intervención...) por la creación y el mantenimiento de
vínculos afectivos estables y seguros, puesto que éstos son fuente
estructural del ser humano, sin importar la edad, el género o la condición.
El concepto de calidad de vida se popularizó a partir de los años sesenta
convirtiéndose en un término utilizado en muy diversos ámbitos: la salud, la
educación, la política, el mundo de los servicios en general y muy
especialmente en la salud mental y física de los mayores. El cambio de
costumbres y hábitos en las sociedades industrializadas hizo surgir la
necesidad de medir esta realidad y planificar una actuación centrada en la
persona, así como la adopción de modelos de apoyo y técnicas de mejora,
incluyendo la evaluación de las necesidades y sus niveles de satisfacción.
En este contexto de salud y calidad de vida, las denominadas terapias creativas
(Buades y Rodríguez), permiten aumentar la vitalidad de las personas
mayores, al contribuir mediante el uso de terapias tales como la
musicoterapia y la danzaterapia mejorar su estado de ánimo, aumentando la
creatividad, relajándolas y recuperando su ilusión.
Toda clase de medidas terapéuticas y preventivas serán pocas, pues en la
medida que la dinámica de envejecimiento poblacional persista, los
sistemas de atención se verán sometidos a unas cargas asistenciales
progresivamente mayores debido a que la población de más edad tiende a
utilizar en mayor medida los servicios asistenciales. Esta mayor presión
asistencial se ve favorecida por otros factores (Iruzubieta ), además del
demográfico, como son los avances científicos que se traducen en la aplicación
de nuevas y más sofisticadas tecnologías en el campo sanitario, el incremento del
nivel socioe- conómico de la población en general, y los cambios que se
han producido en la organización de los servicios socio-sanitarios que
permiten a la población tener a su alcance mejores recursos tanto desde un
punto de vista cualitativo como cuantitativo. En cualquier caso, los sistemas
sanitarios están pensados para solucionar situaciones episódicas, agudas, las
cuales no son las prevalentes en el caso de los ancianos que se ven
afectados fundamentalmente por procesos de tipo crónico.
Dentro de este contexto, la educación sanitaria dirigida al anciano
juega un papel decisivo. Los ancianos con problemas crónicos reciben la
mayor parte de los cuidados del entorno familiar que van a depender de factores
económicos, afectivos y estructurales, donde el cuidador principal aporta
hasta el 90% de las horas de atención familiar. El género será una variable a
tener muy en cuenta en estos cuidados, muy ligados al papel tradicional
desempeñado por la mujer en el ámbito familiar. Asimismo, el
conocimiento de los determinantes de la salud y las metodologías utilizadas en la
educación sanitaria del anciano y de su entorno, serán claves en la mejora
del bienestar de esta población.
Pero si la educación sanitaria es una medida preventiva fundamental,
no por ello la sanidad debe ver los problemas geriátricos como
enfermedades únicas en las que es necesario saber de forma exacta el
diagnóstico o las causas últimas; además, estas enfermedades pueden y
deben ser tratadas, y sino curadas, por lo menos paliadas.
Las enfermedades en las personas mayores tienen unas características
especiales que las diferencian de las patologías en personas más jóvenes. Las
diferencias más importantes proceden de la aparición de patologías múltiples
(Urraca ). Es común en este grupo de población que las personas tengan
varias enfermedades a la vez; por ejemplo, es frecuente que una persona
diabética tenga asociados problemas circulatorios, insuficiencia cardiaca,
insuficiencia respiratoria, etc. Estas situaciones hacen pensar al personal
sanitario sobre qué síntoma es más urgente a la hora de comenzar el
tratamiento, pero teniendo en cuenta que los fármacos para una dolencia
pueden agravar o desencadenar la aparición de otra nueva.
Mientras las enfermedades que aparecen en las personas más jóvenes
suelen ser agudas y autolimitadas, en el caso de las personas mayores las
enfermedades tienen características diferentes como son la cronicidad y la
asociación de varias enfermedades al mismo tiempo. Esta situación conlleva
tratamientos más prolongados, incluso de por vida. Si a esto le añadimos la
polimedicación, lo que nos encontramos es una persona de edad que debe
tomar varias medicinas a lo largo del día durante toda su vida.
Las limitaciones en la salud de las personas mayores que en ocasiones
conlleva la polimedicación como expectativa vital, no es comparable con el
deterioro de la memoria y la inteligencia, auténticos factores claves del enveje-
cimiento (Martínez). En este sentido se informa sobre el avance en el conoci-
miento de estos soportes mentales para el mantenimiento de la calidad de
vida entre los mayores, que se complementa con la propuesta de
algunos principios de actuación con el fin de lograr su estimulación en el
marco de las aportaciones novedosas de la psicología cognitiva. Del mismo
modo se establecen los rudimentos de técnicas de estimulación, así como
algunas orientaciones profesionales.
El tratamiento no farmacológico para tratar el síndrome de demencia en
general y en especial la enfermedad de Alzheimer, consiste en una serie de
técnicas muy diversas que persiguen diferentes objetivos, tales como
mantener las funciones cognitivas que el paciente conserva, controlar las
alteraciones de conducta de los pacientes, mantener las AVD básicas e
instrumentales, propor- cionar apoyo al cuidador disminuyendo el estrés a través de
la información y formación, y mejorar la calidad de vida del paciente y de su
entorno (Acinas ). La intervención cognitiva se puede llevar a cabo a través de
múltiples técnicas, tales como la orientación a la realidad, psicomotricidad,
reminiscencia, musicoterapia, etc. La estimulación puede igualmente
realizarse en el domicilio de la persona enferma, para lo cual se necesita que el
cuidador o el personal especializado estén formados.
Cuando los cuidados exceden el marco familiar, entonces hay que
recurrir a los centros y servicios para mayores, los cuáles exigen unos
principios básicos de planificación y diseño (Fernández ), haciendo hincapié
en la necesidad de conocer las características y demandas de los beneficiarios, la
importancia de la correcta evaluación (del recurso y de la persona), y en
especial a la adecuación a criterios de calidad del centro o servicio, así
como el bienestar y la calidad de vida de la persona.
La falta de autonomía personal para satisfacer actos básicos de la vida
diaria es un problema creciente tanto en las personas potenciales de riesgo,
sus cuidadores familiares y las estructuras sociales y sanitarias que deberán
cubrir esa carencia, proporcionando cuidados de forma continuada, con la
sobrecarga que en todos estos niveles va a generarse, hasta convertirla sin
duda en un desafío para el Sistema. La limitación física que caracteriza muy a
menudo al anciano dependiente y merma o impide la capacidad de
movilizarse de forma autónoma e incluso cambiar por sus propios medios de
posición durante su estancia en la cama o en el sillón, perfil muy frecuente
de un gran grupo de esta población, conlleva entre otras complicaciones
posibles el desarrollo de úlceras por presión (Soldevilla ), silente “epidemia
viva aún en el siglo XXI”, considerada a menudo como un problema banal
e imprevisible, aún cuando paradójicamente estamos en situación de poder
evitarlas al menos en un 95 % de todos los casos.
Es así como con las diferentes aproximaciones a los aspectos sanitarios
y de dependencia de la población mayor, siempre con la perspectiva de
mejorar la calidad de vida de su existencia, cerramos este libro que esperamos sirva
al desarrollo del conocimiento que demanda una buena parte de la sociedad,
especialmente quienes de una forma voluntaria o profesional se encuentran
más cerca de la población mayor.
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

Joaquín Giró Mira n da

Ha sido el rápido proceso de envejecimiento de la estructura de


población en los países desarrollados el desencadenante del interés por la
gerontología social y no sólo por la geriatría (rama de la medicina que se interesa
por los procesos degenerativos propios de la edad avanzada), pues el
envejecimiento de la población no se refiere exclusivamente a un proceso
biológico determinante de las condiciones de salud de las personas, sino a un
proceso social, por el que la sociedad se transforma de manera significativa
en virtud de su estructura y organización en torno a la edad como componente
diferen- ciador de los estatus de las personas.
En el desarrollo de este proceso de envejecimiento el grupo de personas
de edad se incrementa (es decir, los mayores de sesenta y cinco años),
aunque no de forma homogénea en todas las edades de la vejez (el crecimiento en
los últimos tramos de edad biológica es menor aunque porcentualmente haya sido
superior en estos últimos años el crecimiento de los mayores de ochenta años
–la llamada cuarta edad-), ni tampoco en la relación entre los sexos (las mujeres
han logrado una mayor longevidad que los varones), en detrimento de la
población joven (por caída de la natalidad y los índices de fecundidad), dando
lugar a lo que se denomina el envejecimiento demográfico.
La población española, como todas las sociedades desarrolladas, no ha
dejado de envejecer en los últimos cien años. La estructura poblacional
española, presenta las mismas tendencias que el resto de países de la Unión
Europea, aunque de forma más tardía. En la actualidad, España ocupa el
quinto lugar en la Unión Europea (por detrás de Italia, Grecia, Suecia y
Bélgica) en cuanto al número de personas mayores, pero este incremento ha
sido más intenso en las dos últimas décadas. Mientras en la década de los
años ochenta había en España algo más de cuatro millones de personas mayores
de sesenta y cinco años, lo que equivalía a más del 11% del total de la
población, en la década actual ha supuesto la existencia de siete millones
trescientas mil personas mayores de sesenta y cinco años, equivalente al
18,7% del total de la población. Por tanto, durante el siglo XX, los españoles
con sesenta y cinco y más años, han crecido en volumen poblacional siete
veces, especialmente los más longevos que se han multiplicado por diez.

17
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

El aumento de la esperanza de vida de los mayores de sesenta y


cinco años en España, ha sido superior al aumento observado en otros países
desarrollados, dado que se partía de niveles más bajos. No obstante, los
contingentes de personas mayores de sesenta y cinco, disminuirán en los
próximos años con la llegada de las generaciones de nacidos durante la
Guerra Civil y la posguerra, a causa de las bajas tasas de fecundidad que
se dieron entonces y la mortalidad de su población.

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA VEJEZ


Es verdad que el concepto de ser mayor de edad ha cambiado
radicalmente en estos años, y que la probabilidad de vivir esos años (dilatados
años, cada vez con mayor frecuencia), con ciertas cotas de bienestar y de
calidad de vida, al menos entre la población de los países desarrollados,
empieza a ser una realidad; sin embargo, este notable aumento de la
longevidad también tiene su parte menos positiva, y es que ha repercutido
en el incremento de problemas y enfermedades relacionadas con la edad,
como son la demencia senil y presenil que tiende a precipitarse a partir de
los setenta años.
El proceso de envejecimiento, en líneas generales, forma parte de un
mensaje de carácter positivo, pero la ancianidad, como concepto, es una
construcción social, una situación que muchas personas asocian indefecti-
blemente con la palabra clave: la pérdida1. Pérdida de autonomía:
necesidad de otras personas para cumplir funciones higiénicas básicas;
pérdidas económicas y de autosuficiencia material; pérdida de funciones
sensoriales (vista y oído) y locomotoras; pérdidas afectivas y de compañía
(esposo/a, hijos, amigos...); pérdida de capacidad física, vital (menos energía)
y sexual; pérdida de capacidad mental: menos reflejos y memoria; pérdidas
sociales: jubilación, etc.; pérdida o limitación en las posibilidades de
comunicación, factor decisivo dada la importancia de la comunicación en la
familia y en la sociedad 2.
Y esas pérdidas están engarzadas en el imaginario social con la
dependencia de unos o de otros, familiares o ajenos, privados o institu-
cionales, lo cual significa que no hay autonomía total porque ya no se es
en

1. En un estudio del Departamento de Psicología de la Universidad Rovira i Virgili


sobre significados asociados a la jubilación se apreciaba que los significados que
presentaban menos frecuencia eran los relativos a la idea de pérdida. Sin embargo, la
muestra sobre la que se realizó el estudio ofrecía un gran sesgo que no permite su
extensión al conjunto de la población mayor, pues los 170 individuos seleccionados eran
asistentes a las conferencias y cursos para personas mayores de la propia Universidad,
lejos por tanto de la necesaria heterogeneidad del universo de donde se debe extraer una
muestra signifi- cativa. Ver Pastor, Estanislao et alt. (2003): “Significados asociados a la
jubilación e influencia con la actividad de ocio y la ética del trabajo”, en Rev. Mult.
Gero n to l. nº 13 (1), pp. 15-22.
2. Hernández Rodríguez, G. (2001): “Familia y ancianos”, en Revista de Edu c a c i ó n ,
nº 325, pág. 33.
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

su totalidad. Porque esta totalidad depende de los servicios familiares,


sanitarios o sociales, o de todos en su conjunto; y entonces, el bienestar es
dependiente de la buena voluntad de los otros, que no siempre se
manifiesta en tal sentido, como se puede desprender de las denuncias por
abandono, malos tratos, incluso violencia y muerte, señalada en ocasiones
por los medios de comunicación. Precisamente Hernández indica que una de las
pérdidas más graves que puede experimentar el ser humano es la de la propia
dignidad; no cabe duda de que, el ser víctima de malos tratos y tener que
sufrirlos o soportarlos por no disponer de medios, fuerzas o recursos para
rechazarlos implica una grave pérdida de dignidad, y especifica que junto a
los tres tipos de violencia contra las personas mayores: la violencia psíquica,
la violencia sexual y la violencia física señalados por la Unión Nacional de
Asociaciones Familiares, se encuentran los abusos económicos.
Aunque sin llegar a estas situaciones de violencia y pérdida de
dignidad, lo peor de la vejez y de sus componentes sigue siendo la pérdida
de autonomía en general, o como especifica el sociólogo Gil Calvo 3, la
pérdida de autonomía moral e independencia civil, que les somete al dominio
de aquellos poderes públicos y privados (la familia, los médicos, las
autoridades) de los que dependen. Lo más triste del trato que damos a los
ancianos no es que les abandonemos a su suerte (lo que al menos les obliga a
valerse por sí mismos), sino que les tratemos como a menores de edad
necesitados de protección y tutela, lo que les coloca bajo nuestro poder
discrecional y arbitrario. Pues al sentirnos magnánimos y aceptar protegerles, lo
hacemos privándoles de sus derechos, tras expropiarles su propia
responsabilidad personal como sujetos agentes. Por eso les engañamos con
mentiras piadosas, les impedimos que elijan por sí mismos y tomamos
decisiones por ellos, llegando en la práctica a incapacitarlos aunque sólo sea
informalmente”.
Es posible que en el imaginario social la construcción de la vejez se haga
desde la idea de pérdida, principalmente de autonomía, y por tanto se
asocie con las dependencias de cualquier tipo, a partir de las cuales, la familia,
los servicios sanitarios y otro tipo de instituciones toman su protagonismo;
pero si hay algo que conceptúa la vejez y define su estatus social, esto es la
edad. Ahora bien, la idea que el conjunto de la sociedad tiene de los
ancianos y la que ellos tienen de sí mismos, no siempre se relaciona con
los rasgos biológicos o la edad, como muestra Hernández 4 a través de los
resultados de las investigaciones del Centro de Investigaciones sobre la
Realidad Social (CIRES, 1994-1995) y del Centro de Investigaciones
Sociológicas (CIS, 1998- 1999).
En el estudio del CIRES se muestra a los españoles opinando que la edad
(46%), el aspecto físico (14%), la forma de ser o de pensar (12%), las

3. Gil Calvo, E. (2003): “El maltrato de la vejez”. Diario El País de 21 de septiembre


de 2003, pág. 19.
4. Ver Hernández Rodríguez, G. (2001): “Familia y ancianos”, en Revista de Edu c a c i ó n ,
nº 325, pág. 32.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

capacidades físicas (10%), las capacidades intelectuales (4%) y la salud


(4%), por ese orden de importancia, son las circunstancias que define a una
persona como anciana. Así pues, la edad es –con gran diferencia sobre cualquier
otro rasgo– la característica más importante que lleva a los entrevistados a
considerar a una persona mayor (94%), de la tercera edad (20%) anciana
(18%) o vieja (7%) por ese orden de calificativos. Por otra parte, para describir a
los “mayores” según criterios de “edad”, y utilizando diecinueve calificativos,
se observa que los españoles atribuyen a los mayores los rasgos de sabios,
serenos, inteligentes, tristes, lentos y enfermos; y que en conjunto
manifiestan una visión positiva de los mismos sobre la percepción de carácter
negativo, atendiendo a los resultados obtenidos en otra investigación llevada
tres años antes.
Por su parte, los mayores piensan que la imagen que la sociedad tiene de
ellos está asociada a connotaciones negativas, ya que según el CIS, nuestros
mayores consideran que la sociedad les percibe básicamente como personas
enfermas (47%), molestas (46%), inactivas (46%) y tristes (42%); sólo uno de
cada tres piensa que la sociedad les percibe como personas divertidas
(32%) y uno de cada cuatro como personas sabias (27%). Mientras que
ellos se ven a sí mismos, principalmente como personas divertidas (54%),
aunque sólo uno de cada cuatro se reconoce como sabio (24%) Entre las
características negativas, uno de cada cuatro se percibe como enfermo (25%),
y un poco menos como inactivo (22%), o triste (20%). Desde luego, como no
se ven, es como personas molestas (7%). Es decir, la autopercepción está
muy próxima a la visión positiva de la sociedad, pese a que ellos piensen
que la sociedad les achaca una imagen de carácter negativo.
Hemos constatado que de las investigaciones señaladas, se desprende la
edad como el principal componente definidor de estatus social. Sin
embargo, en la determinación del estatus también utilizamos criterios económicos
o de actividad económica. Por ejemplo, cuando respondemos a la pregunta
de ¿a qué edad se es viejo?, o su contrapunto ¿qué edades son las de la
persona joven?, las respuestas tratan de limitar estructuralmente el paso de la
edad adulta a la edad vieja, o de la edad joven a la edad adulta; aunque no son
sino límites artificiales establecidos sobre concepciones sociales
determinadas por el proceso de actividad productiva o económica.
Como señala Zamora5, las edades a partir de las cuales uno es joven o
viejo, no cabe duda de que éstas se han modificado sustancialmente en el
curso del tiempo. De tal forma se ha acortado la edad adulta, es decir, la que
supone una independencia o una participación económica por sus dos
extremos: en primer lugar, por un incremento de la edad anciana que
corresponde a una disminución de la edad de jubilación, y en segundo
lugar por una dilatación de la edad joven como consecuencia de un retraso cada
vez mayor en la edad de emancipación y en el acceso a una actividad. Se aprecia

5. Zamora, F. (2003): “¿Quién teme al envejecimiento?”, en Siste m a , nº 175-176, pág.


203-204.
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

perfectamente que no es tanto el proceso biológico de envejecimiento lo que


incide en los cambios que se han producido en la definición de las distintas
edades, como el significado y el contenido social que se les atribuye. En este
sentido, Díez Nicolás (1996) apunta que «la edad constituye junto al sexo,
la base fundamental que utiliza la sociedad para adscribir los estatus a los
individuos (...). Pero mientras que el sexo confiere, en general, un estatus para
toda la vida, la edad confiere un estatus cambiante con el tiempo». En nuestro
caso, la conversión del adulto en anciano viene determinada por el paso de la
actividad a la inactividad económica, paso sancionado por la jubilación e,
incluso, por la prejubilación.
El mercado laboral impide con sus presiones estructurales la emanci-
pación del joven, manteniéndolo en ese estatus de persona dependiente del
adulto e impidiendo que este pase a esa categoría superior; pero, por otra
parte, elimina y destruye empleos entre la población adulta mayor de
cincuenta y cinco años, prejubilando y sacando del mercado laboral a los
adultos comprendidos en edades en las que todavía podrían desarrollar una
actividad productiva.
De este modo, encontramos mayores jóvenes (desde los cincuenta y
cinco y sesenta años prejubilados y jubilados anticipadamente –la media en
nuestro país se sitúa en los sesenta y tres años-), y jóvenes viejos (desde
los veintinueve años a los treinta y muchos), que no logran algunos de los
procesos de independencia (afectiva, económica, laboral, residencial). Como
resalta Zamora6, de no ser porque se asimila el envejecimiento con la salida
de la actividad económica, salida que por otra parte se adelanta cada vez más,
no
se entiende muy bien que la vejez se defina por una edad cada vez más
joven, es decir, que se haga pasar cada vez más pronto a los individuos de
la categoría adulta a la categoría anciana, cuando simultáneamente se afirma
que el envejecimiento biológico se está retrasando. Pero si no se explica
socialmente esta situación de anomalía en la estructura por edades, sí
encontramos explicación al porqué del crecimiento de la población
mayor, una población que crece por sus dos extremos: por el anticipatorio
(mayor cada vez a edades más jóvenes), y por el terminal (mayores hasta
edades más viejas).
Además, este proceso de crecimiento del grupo de edad de los
mayores, ha conducido a una subdivisión en su interior, pues algunos
demógrafos ya hablan de viejos jóvenes hasta los setenta y cinco u ochenta
años, porque en general están en perfectas condiciones, y de los viejos más
viejos pues a partir de esa edad es cuando las condiciones de salud comienzan a
deteriorarse. Precisamente los mayores de ochenta años son considerados
como el grupo de edad avanzada en el cual se producen mayores
demandas de asistencia social y sanitaria. Es la llamada cuarta edad, y son ya
la porción del total de población española que más va a crecer. Se ha señalado
incluso que el grupo

6. Zamora, F. (2003): “¿Quién teme al envejecimiento?”, en Siste m a , nº 175-176, pág.


204.
22
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

de ochenta y más años crecerá hasta el 80% en los próximos veinte años,
mientras que los del grupo comprendido entre 20-34 años perderán casi un
tercio de sus efectivos.
Quizás las previsiones de envejecimiento produzcan más alarma (por sus
repercusiones sobre la economía), con la llegada del año 2015, pues será a
partir de este año cuando comiencen a jubilarse las generaciones nacidas
en los cincuenta, mucho más numerosas que las de la Guerra Civil y posguerra.
Según el INE, en la actualidad casi 31.000 españoles celebran sus
sesenta y cinco cumpleaños cada mes. Esta cifra contrastará con los 47.500
que lo harán en la década de los veinte, década en la que se espera que se
inicie la llegada a las edades de jubilación de las generaciones del b a b y - b oo m
español (nombre con que se designa a la gran explosión demográfica de los
nacidos entre 1957 y 1977), y no finalizarán previsiblemente hasta el año
2040 cuando los abultados efectivos de esta generación hayan alcanzado
finalmente la jubilación. Este hecho acontecerá con una media de diez años
de retraso respecto al mismo fenómeno en Europa.
Si atendemos al Índice de Vejez (o relación entre la población de
sesenta y cinco años y más y la menor de quince), ha crecido a partir de la
década de los ochenta del pasado siglo, precisamente a causa de la combinación
y reforzamiento de estas dos tendencias poblacionales opuestas: el aumento del
número de mayores y la disminución del número de jóvenes. Esto
significará una menor presión sobre el mercado de trabajo de los jóvenes, lo que
puede suponer una ventaja al disminuir las cifras de paro, pero terminará
erigiéndose en un inconveniente, al tener que soportar la población activa un
mayor índice de dependencia senil.

FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ
En la actualidad viven en España alrededor de 1,6 millones de personas
mayores de ochenta años. Incluso hemos empezado a familiarizarnos con la
existencia de centenarios, donde claramente dominan las mujeres.
Precisamente, otro componente del proceso de envejecimiento demográfico
es la feminización de la vejez, dado el volumen superior de las mismas sobre los
hombres principalmente en las edades más avanzadas. Como señala Gerardo
Hernández7, la considerable supremacía cuantitativa de las mujeres sobre los
hombres en el peso demográfico es nota característica común en todos los
datos estadísticos referidos a las edades más avanzadas. Ya en el Censo de
Población de 1991, se presentaba un panorama en que las mujeres de más de
ochenta años doblaban en número a los varones de esa misma edad.
Una de las consecuencias de tener una vida más larga, es que la
viudedad es mucho más probable en las mujeres. De hecho, según el Censo de
2001,

23
7. Hernández Rodríguez, G. (2001): “Familia y ancianos”, en Revista de Edu c a c i ó n ,
nº 325, pág. 31.

24
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

era el estado civil de prácticamente la mitad de las mujeres de más de 64 años


(46%), mientras que entre los hombres del mismo intervalo de edad, suponía
menos del 15%. Los hombres suelen acabar sus días junto a su cónyuge; las
mujeres no. El aumento de la dependencia respecto a su cónyuge que experi-
mentan los hombres tras jubilarse, tiene también su reflejo en las tablas de
mortalidad por edades: los hombres, cuando enviudan, tienen una
esperanza de vida menor que sus congéneres de la misma edad que
continúan conviviendo en pareja. Si la que enviuda es ella, situación mucho más
frecuente, no es visible el mismo fenómeno, por mucho que la viudedad sea
también una situación penosa y traumática para la mujer.
Esa diferencia en la mortalidad influye negativamente en las mujeres, pues
multiplica sus posibilidades de pasar viudas los últimos años de sus vidas, ya
sea solas o dependiendo de sus hijos. La feminización de la ancianidad y sobre
todo de la ancianidad elevada (ochenta años en adelante) conlleva una serie de
problemas derivados de la precaria situación de muchas mujeres, que están
viudas o solteras y, al no haber participado en el mercado laboral, carecen
de los recursos suficientes para hacer frente a su más que probable situación de
dependencia. El sistema de transmisión patrimonial, la escasa participación
fuera del hogar cuando estaban en la edad activa, la menor cuantía de las
pensiones de viudedad respecto a las de jubilación, la mayor morbilidad,
etc., presentan un cuadro muy diferente de la vejez para los sectores masculino y
femenino.
Entre las diferencias asociadas al género encontramos que, mientras los
varones tienen quien les atienda si caen en dependencia cuando la salud les falla
(principalmente su cónyuge), las mujeres no, ya que no se ha desarrollado ese
compromiso de cuidado entre los varones. Otra consecuencia, también
relativa a las diferencias de género pero en conjunción con el estado civil, es
de carácter económico y afecta a las mujeres, a la sociedad y a los sistemas de
Seguridad Social, pues las viudas suelen experimentar un declive en sus
condiciones materiales de vida como consecuencia del menor importe de sus
pensiones de viudedad y a consecuencia de la probable dependencia asociada
a la longevidad.

FACTORES DE LONGEVIDAD
En la actualidad, percibimos que se vive más tiempo desde el umbral de
los sesenta y cinco años, y el alargamiento de la vida se acompaña de una
mejora del estado de salud en todas las edades. El declive de la autonomía
personal y, finalmente, la muerte, acaban por llegar, pero cada vez más tarde.
Dadas estas circunstancias, el proceso de envejecimiento en España aparecerá
más tarde pero con mayor intensidad que en otros países. Ya en un
informe8 de la Comisión Europea se hablaba del aumento de la esperanza de vida
entre

8. Comisión de la Unión Europea: “Ha c i a una Europa p a r a todas l a s edades” ,


Informe de 21 de mayo de 1999. Citado por Moya, J. (2003): “El seguro de dependencia: una

25
nueva perspectiva del envejecimiento”, en Revista de Fo m e n to So c i a l , nº 58, pág. 110.

26
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

los ciudadanos europeos, que supuso en el plazo que media entre 1960 y
1995, un aumento de ocho años para los varones y de siete años para las
mujeres. Pues bien, este informe hacía una observación acerca del aumento
de la esperanza de vida, que unido al descenso de la fecundidad por debajo
del nivel de sustitución, haría que el envejecimiento demográfico constituyera un
fenómeno no sólo evidente, sino también inquietante en el nuevo siglo.

EL FACTOR MIGRATORIO
La población que reside en España ha crecido en gran medida gracias a la
llegada de población extranjera. Así, se ha multiplicado casi por cinco, al
pasar de 353.000 residentes extranjeros en el año 1991, a los 1.572.000 del año
2001.
Esta circunstancia, ha llevado a pensar que la aportación de adultos
jóvenes inmigrantes, podría conseguir:
1) Aumentar la población en edad activa, pues sus efectivos más
numerosos se concentran en el periodo de mayor fertilidad (25-34 años); lo
que induce un rejuvenecimiento adicional, tanto por el aumento de la
natalidad, como por los reagrupamientos familiares.
2) Corregir la insuficiente capacidad de reemplazo, y ensanchar la base
de la pirámide con la incorporación de la fecundidad de las inmigrantes, en
principio más alta que la de las mujeres españolas, y de los hijos pequeños ya
habidos.
3) Y por último, mejorar la tasa de dependencia
Pero con la inmigración, no es posible predeterminar la intensidad de los
flujos, ni la tipología de los inmigrantes, especialmente cuando lo que se
precisa son flujos sostenidos durante largos periodos de tiempo. La solución
demográfica en este caso, exigiría tener capacidad de incorporar los flujos de
inmigrantes precisos con unos perfiles determinados, como si se pudiesen
obtener a voluntad de un enorme almacén de inmigrantes, siempre con
exceso de stock.

LA ESPERANZA DE VIDA
La menor mortalidad infantil se combina con la menor mortalidad en
general de la población, para definir el aumento de la esperanza de vida, la
cual nos indica que, si bien a principios del siglo XX tan sólo un 26% de los
nacidos llegaba a viejo, hoy lo consigue el 85% del total de la población.
Si bien la esperanza de vida de las mujeres siempre ha superado a la
de los varones, esta diferencia se ha ido incrementando como consecuencia de su
menor mortalidad. Según Eurostat, las españolas se mantienen como las
ciudadanas comunitarias con mayor esperanza de vida e incluso aumentan las
distancias. Así, en 2003 ascendió a 75,85 años para los hombres (sólo
superada por Italia, Holanda y Suecia) y 83,23 años para las mujeres (la más alta
de toda Europa). La esperanza de vida media para las mujeres de la UE es de
81,6 años,
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

un lustro más que para los hombres (75,5 años), por ello es preciso tomar en
consideración los problemas de la longevidad y la dependencia desde el
punto de vista del género, dado el volumen y características de los mismos.
No obstante, las proyecciones de la esperanza de vida al nacer señalan un
acortamiento en las diferencias entre hombres y mujeres, posiblemente a
causa de un cambio en los hábitos saludables de la mujer.
La prolongación de la esperanza de vida del cada vez más numeroso
grupo de población de más de sesenta y cinco años, se manifiesta de forma
más espectacular en la proporción creciente de población mayor de ochenta
años, que según las previsiones del INE se duplicará entre el año 2001 y el
2010, pasando de suponer 1,1 millones a 2,2 millones de personas. En el año
2020 superará los 2,4 millones de personas para alcanzar los 3,1 millones de
efectivos en el horizonte del 2040.
Así pues, el aumento de la esperanza de vida constituye uno de los
mayores logros de la existencia humana, y esto ha permitido prolongar los
efectivos de los grupos de personas de edad avanzada, aumentando de ese
modo el conjunto de personas mayores de sesenta y cinco años. Aunque no
por esto podemos relacionar longevidad con envejecimiento de la población,
pues también hay que apuntar otro fenómeno como es el descenso de la
natalidad y la mortalidad, fenómenos que en sí mismos caracterizan el
proceso de transición demográfica.

LA MORTALIDAD
El descenso de la mortalidad y, por tanto, la creciente concentración de
decesos en las edades más avanzadas, así como el descenso de la mortalidad
infantil, son indicadores destacados del aumento de la esperanza de vida. La
disminución de las tasas de mortalidad ha sido una constante desde
principios del siglo XX, y si bien en las dos últimas décadas ha existido un
repunte en la mortalidad, más debida a la conclusión vital de grandes
cohortes de personas con edades avanzadas, España sigue siendo uno de los
países de la Unión Europea con menores tasas de mortalidad, sólo superada
por Irlanda, Luxemburgo y Países Bajos. Las poblaciones de los países
desarrollados mueren más viejas (progresivo aumento de la edad media de
fallecimiento) y además mueren más envejecidas (progresiva disminución de la
varianza en la distribución de los decesos por edad).
No obstante esta perspectiva exitosa en el proceso de transición
demográfica, se ha producido la denominada muerte social, que no acaece
con la muerte biológica como tradicionalmente venía sucediendo, sino con
anterioridad a la misma. Esta muerte social9 anticipada a la muerte física está
relacionada con el desplazamiento de la mayoría de las muertes hasta edades

9. Jiménez, R. (2003): “Construcción social de la muerte en un sistema demográfico de


baja mortalidad”, en Siste m a , nº 175-176, pág. 168.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

muy avanzadas, afectando a personas jubiladas que reducen su


participación en la vida social activa, con cuerpos envejecidos y cuyos proyectos
de auto- identidad avanzan hacia su conclusión. La «devaluación general de
lo viejo» y la extensión de su estigmatización, junto con la segregación
física de ancianos y moribundos en marcos institucionales especializados,
que están gestionados por expertos en vejez y/o en salud, ha contribuido a
«secuestrar» el problema social de la muerte desplazándolo hasta hacerlo
poco visible en ámbitos etéreos, espaciales e institucionales muy concretos.

TASAS DE FECUNDIDAD
En el descenso de la natalidad, que depende del número de hijos que
tienen las mujeres, y de cuántas mujeres hay en edad de tener hijos, influyen
varios factores. En primer lugar, el descenso de la mortalidad infantil
conlleva que no sea necesario mantener un alto nivel de fecundidad. Los
procesos modernos de industrialización (trabajo femenino y autonomía de
las mujeres), y urbanización (viviendas de pequeñas dimensiones que favorecen
grupos familiares reducidos), así como los cambios sociales y de valores
(mayor capital cultural y educativo de las mujeres, uso de métodos anticonceptivos,
emancipación tardía de los jóvenes, individualismo), también han
contribuido en distinta medida a la reducción de la natalidad.
La tasa de fecundidad en España (mide el número medio de hijos por
mujer en el año de referencia), ha mostrado por cuarto año consecutivo un
ligero repunte de la natalidad, más imputable a la aportación de las mujeres
inmigrantes que a las propias españolas. Durante 2002 se registraron en
España 416.518 nacimientos, 12.659 más que en 2001; por su parte, las madres
extranjeras registraron 43.469 nacimientos en 2002, un 31,4% más que el año
anterior en que fueron 33.076. También, la oficina estadística comunitaria
Eurostat, señalaba que los datos referidos a 2002 muestran a las españolas
como las ciudadanas europeas con el menor índice de fecundidad; inferior
a la media europea situada en 1,47 hijos por mujer en edad fértil. Además, las
inmigrantes, que llegan con hábitos sociales y culturales muy arraigados y
diferentes, terminan adaptándolos paulatinamente a los del país de acogida
reduciendo su tasa de fecundidad. Si hoy nacen tantos hijos de madre
extranjera es, sobre todo, porque llegan en plena edad fértil.

CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA FAMILIAR


Ciertamente, y en paralelo al proceso de envejecimiento y la mayor
esperanza de vida, se ha producido un gran cambio en la institución
familiar en su consideración de institución permanente, lo cual ha incidido de
modo directo sobre las situaciones de dependencia de las personas mayores.
Porque si hay una institución que ha sufrido más cambios en el último cuarto
de siglo, esta ha sido la familia y las formas de convivencia familiar. La familia
ya no convive en el mismo domicilio que la persona dependiente, los lazos
afectivos y emocionales son más débiles y la presión del entorno familiar y social
para
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

atender a la persona dependiente ya no es tan intensa como antaño; esto sin


olvidar el papel de la mujer en su incorporación al mercado laboral y los
nuevos estatus adquiridos en competencia con el varón. Así pues, los cambios
que ha sufrido la estructura familiar muestran la existencia de una
pluralidad de modelos familiares, ya lejos del modelo de familia extensa
tradicional, como son las familias monoparentales o los hogares de parejas sin
hijos, los hogares unipersonales, etc.
Aquel modelo de familia extensa donde el p ate r f a m ili ae
(generalmente el varón de más edad) llevaba el control y la dirección de
los asuntos familiares y donde se encontraban incorporados más de un núcleo
familiar y más de dos generaciones, dio paso con la industrialización al
modelo de familia nuclear, reducida a la pareja de cónyuges y su
descendencia, aunque en ocasiones incorporando a uno de los progenitores de
uno de los dos miembros de la pareja, y donde la dirección y decisiones
sobre el devenir de la familia ya no se encuentra en el más anciano, sino en
la pareja sustentadora del hogar pese al carácter patriarcal de su fundación.
En este sentido, el anciano ha sufrido un cambio tanto en su estatus como
en el desempeño de los roles que tradicionalmente se le suponían en la
organización familiar. Las familias extensas de antaño se han convertido
básicamente en una red de familias nucleares unidas por lazos emocionales y
afectivos, que se distribuyen en un número de hogares disperso, cuya
composición y tamaño varía en el tiempo.

EL TAMAÑO FAMILIAR
En España se acusa una tendencia a vivir de forma autónoma. Sin
embargo, la familia resulta un elemento de relación importante con el que se
establecen interacciones diarias, especialmente si hay proximidad residencial.
Precisamente la autonomía residencial es la forma de convivencia
mayoritaria de los mayores, aunque la proporción de los que viven solos es
todavía relati- vamente baja. Los mayores permanecen en su propia vivienda,
solos o en compañía, generalmente con la pareja, aunque también es
relativamente común la convivencia con los hijos, salvo en la franja de edad de 70-
79 años.
Género y edad parecen ir indisolublemente unidos en la explicación
de las formas de convivencia de los mayores10. Por una parte, la vida en
solitario o solamente en compañía de hijos, son asuntos fundamentalmente de
mujeres; mientras que vivir con la pareja es un asunto eminentemente masculino.
En los últimos treinta años se ha pasado de una media de casi cuatro
miembros por hogar, a estar claramente por debajo de tres. Entre las causas
están el aumento del número de personas que viven solas, y la
disminución del número de hogares con cinco y más miembros,
consecuencia, sobre todo, del descenso de la natalidad. Esa disminución del
tamaño medio de los
10. CIS-IMSERSO: “La soledad de las personas mayores”. Estudio 2.279, Febrero 1998.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

hogares se produce a pesar de que el 73% de las personas con veinticinco


años siguen aún solteras, y viviendo con alguien de una generación anterior,
normalmente sus padres. (El 40% de entre 25-34 años).
Hay además indicios de que se van a producir nuevas dimensiones de
tamaño (dejando aparte el envejecimiento de la población y el descenso de la
natalidad), como el aumento del número de separaciones y divorcios, que
en tan solo veinte años se han multiplicado por más de siete, pasando de 16.000
cuando se estrenó la ley en 1982, a las 122.000 rupturas registradas en 2003.
También, pero en menor grado, la viudez. Estos cambios en el estado civil
de los cónyuges influyen e influirán sobre el desarrollo de las familias.
Otra razón que puede haber influido en la reducción del tamaño
familiar es el aumento registrado en la actividad laboral de las mujeres. En
1981 estaban ocupadas más de tres millones de mujeres, y en 2002 se habían
duplicado. Sin embargo, la tasa media de actividad de las mujeres alcanza en
España el 43%, porcentaje inferior al europeo situado en el 47%. Si como se
prevé, en veinte años dicho porcentaje alcanza el 70-75% de este colectivo
femenino, el problema de la dependencia aflorará con contundencia, pues
según múltiples encuestas, el cuidado de personas mayores junto con el
cuidado de los niños y la parte principal de las tareas domésticas lo vienen
soportando las mujeres.

LA ESTRUCTURA DE HOGARES
Otra cuestión que se observa en la evolución del tamaño y la estructura
de los hogares en España, es que a la vez que se reduce el número medio de
personas en cada hogar (menos de tres), aumenta el peso de los hogares
formados por parejas sin hijos, el de los monoparentales y el de los uniper-
sonales.
Según el Censo de 2001 publicado por el INE, en España hay ya casi tres
millones de hogares unipersonales (el 20,7% del total), de los cuáles el
26,4% está ocupado por personas de entre sesenta y cinco y setenta y
cuatro años; el 15,6% son personas de entre setenta y cinco y setenta y nueve
años y, finalmente, el 11% son personas de entre ochenta y ochenta y cuatro
años. Es decir, las personas cuyas edades oscilan entre los sesenta y cinco y
los ochenta y cinco años son el 53% del total de hogares unipersonales.
Y, en contra de lo que pudiera pensarse, este fenómeno de los hogares
unipersonales no es precisamente urbano, puesto que su número relativo
aumenta en los municipios más pequeños, que, por otra parte, son los más
envejecidos. De modo que mientras en los municipios que superan los cien
mil habitantes sólo hay un 12,5% de hogares unipersonales, en los municipios
que no alcanzan los dos mil habitantes el porcentaje aumenta de manera
considerable hasta un 19,2% de hogares con una sola persona.
Uno de los mayores problemas del aumento de los denominados hogares
unipersonales u hogares de un solo miembro, es que las personas que viven
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

solas, sobre todo cuando son ancianas, sufren de múltiples limitaciones para
realizar hasta las tareas más simples de la vida cotidiana, como
vestirse, asearse, preparar la comida, etc., lo que les lleva a necesitar ayuda
de tipo asistencial.
Por todo ello, la estrategia para hacer frente a este reto sociosanitario sería
potenciar todos los servicios asistenciales que mantuvieran a los ancianos
en su entorno habitual. En los países nórdicos gran parte de esta
responsabilidad es asumida por el Estado, mientras que en la cultura española
sigue siendo un deber moral de la familia. Sin embargo, los cambios en la
estructura familiar están cuestionando la sostenibilidad futura de este modelo.
No obstante, la creciente independencia de las mujeres mayores y el
papel fundamental en la gestión de sus propios hogares, incluso con unos
recursos mínimos (ya sea en pareja o viviendo solas), ha permitido que
muchas de estas mujeres continúen ejerciendo funciones familiares inesti-
mables, constituyéndose en el auténtico eje de la red de apoyo familiar. Como
llama la atención Julio Pérez Díaz (2002), no se ha valorado
suficientemente su papel en la masiva incorporación de las hijas jóvenes al
mercado de trabajo, pero es evidente que muchas mujeres trabajadoras
cuentan con sus madres para hacer ciertas compras, para “arreglar papeles”,
para cuidar de los hijos muy pequeños, o para traerlos y llevarlos del
colegio cuando ya han crecido un poco. Son las mujeres mayores de hoy día
quienes contribuyeron a hacer posible para sus hijos la dedicación exclusiva y
prolongada a los estudios, dedicación que ha permitido a las jóvenes
actuales igualar y superar el nivel de instrucción de los hombres de su
misma edad.
Más que estereotipos de mayores solitarios, los datos demuestran la
preferencia por permanecer en su propio domicilio cuando las condiciones
económicas y de salud son favorables. Lo más habitual en estos casos es que
ellos ayuden a los otros miembros de la familia.

LA DEPENDENCIA
Pese a que la calidad de vida depende de las condiciones socioeco-
nómicas de la población, se ha constatado que el principal factor de
desigualdad en la percepción subjetiva de la propia salud es el nivel
educativo. Al respecto señalan García y Benito11 que recientes estudios
transculturales acerca del autoconcepto de las personas mayores sugieren que una
dimensión significativa de una madurez plena es encontrar nuevas y diversas
vías para seguir teniendo una vida plena de sentido. O sea, que las
habilidades adquiridas por los mayores para encontrar un sentido a la vida
contribuyen positivamente a la experiencia de envejecer. Dichos estudios
(Katzco et alt., 1998 y Bazo, 1996), sugieren también que existe una
correlación importante

11. García, A., y Benito, J. (2002): “Nuevas perspectivas en el trabajo


socioeducativo con personas mayores”, en Edu c a c i ó n So c i a l , nº 22, pág. 60.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

entre bienestar y buena situación de salud, así como entre los estilos de vida
desarrollados en las etapas anteriores de la vida y los efectos de los
cuidados de salud en la calidad del envejecimiento. En este sentido, el bienestar
de los mayores en la actualidad se encuentra en riesgo, pues existen
indicadores que los presentan con un estilo de vida poco saludable.
También, el acondicionamiento o adaptación del entorno doméstico es,
igualmente, un reto importante para preservar la salud y aumentar la
calidad de vida de las personas mayores sin necesidad de abandonar el
vecindario de su elección. El aislamiento social y la soledad tienen, como se
ha demostrado, un impacto importante tanto en las expectativas de vida como
en el manteni- miento de un buen funcionamiento y de salud de las
personas mayores. De este modo, las condiciones socioeconómicas, el
nivel educativo, las habilidades y estilos de vida, así como la adaptación al
entorno doméstico y familiar en situaciones de soledad, son algunos de los
condicionantes que definen el estado de salud de los mayores y su calidad de vida.
La evolución demográfica ha obligado a los poderes públicos, pero
también a la sociedad en su conjunto, a reconsiderar el funcionamiento de los
sectores más costosos de la sociedad española, como la educación, la
sanidad y las pensiones. Respecto a los gastos sanitarios conviene separar los gastos
directamente ligados a la salud, de los que dependen más estrictamente del
cuidado de los ancianos. En este sentido, es más importante ofrecer
alternativas gerontológicas respecto a la atención de las personas mayores e
incidir en la prevención, además del enfoque puramente curativo.
Para ello, los servicios sanitarios deberían transformarse en las próximas
décadas ofreciendo otros que se centren en los cuidados y la atención de los
mayores, siendo necesario que se atiendan los nuevos requerimientos de las
personas de edad avanzada, orientando la formación de los profesionales a
este cambio, y promoviendo hábitos de vida saludables. También una mayor
participación del Estado en la oferta de infraestructuras de acogida (centros o
viviendas colectivas) y de servicios de atención y de ayuda médica y
doméstica a domicilio; un Estado que no podrá delegar en la familia con la
misma facilidad que en el pasado, o en la actualidad, la función asistencial a
los ancianos. En este sentido, la sustitución de mujeres cuidadoras informales
que no reciben ninguna remuneración por sus diversas actividades, por
profesionales a los que sí hay que pagar un sueldo, supondrá con toda
seguridad un aumento de los gastos de salud que responde más a un
traspaso de responsabilidades, desde la esfera de lo privado hacia lo público, que a
una consecuencia directa del envejecimiento demográfico.
También resulta prudente distinguir entre los conceptos de atención a la
dependencia y atención sociosanitaria. Si la dependencia no es una cuestión
privativa de los mayores, tampoco la atención sociosanitaria lo es de la
dependencia. La atención sociosanitaria debe ser una pieza más en el
complejo entramado de prestaciones que ha de integrar un completo
sistema de cobertura a la dependencia, el cual debe comprender, además de
recursos cuasi hospitalarios, prestaciones económicas y técnicas, así como
medidas
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

fiscales, tanto a favor de las personas dependientes como de sus cuidadores


informales, y cualesquiera otras medidas que favorezcan la compatibilidad del
desarrollo de una actividad laboral y la dispensación de los debidos
cuidados. Sin embargo, y pese a que la atención sociosanitaria constituye un
elemento esencial en cualquier política de apoyo a las situaciones de
dependencia, también es cierto que desborda el ámbito de ésta para proyectarse
hacia otras situaciones que requieren la prestación combinada de medidas
sanitarias y sociales 12.
También resulta prudente diferenciar los servicios sociales y los servicios
sanitarios al estar organizados de distinta manera. Los servicios sociales se han
descentralizado por completo y están en manos de las comunidades
autónomas y otras instituciones locales, cada una con sus propias redes y
centros de asistencia social, por lo que se dan diferencias en la atención a los
grupos de edad en función de las políticas aplicadas. Por su parte, los servicios
sanitarios, pese a las transferencias autonómicas tienen disponibilidad
universal sin que la cobertura se fije por mecanismos de estatus o edad, y son
esencialmente públicos y gratuitos. Los pensionistas están exentos de pago
en la compra de los medicamentos y la atención médica es gratuita.
Los modelos vigentes en los países de la UE tienen distintas
estructuras de protección. Se han aprobado, o están en curso de aprobación, medidas
de reconocimiento del derecho a la dependencia en Alemania, Austria, Francia,
Bélgica, Reino Unido, Holanda, Luxemburgo y los países nórdicos. Un
sistema que llega a todo el colectivo afectado con carácter de derecho
universal es el de Alemania, que ha regulado la atención a los dependientes
como una prestación pública de carácter obligatorio, aunque también rige un
sistema de seguro alternativo que puede mejorar la prestación mediante una
cobertura adicional suscrita con una entidad aseguradora privada. El tipo de
cotización es el 1,7% de la base reguladora que pagan al 50% empleado y
empresa. Las personas con dependencia reciben entre 400 y 1.400 euros.
Bélgica fue el segundo país europeo que reguló el seguro de dependencia.
Ocurrió en 1999 y lo hizo de forma muy similar al modelo alemán, aunque
de forma sencilla. Por su parte, Francia es el mercado europeo más
desarrollado para el seguro de dependencia después de Alemania. Se trata de
una ayuda económica destinada a esas personas y a la atención que
requieren. Financia el subsidio de las personas dependientes con la supresión de
un día festivo y con cotiza- ciones (20% a cargo de la empresa y 80% del
trabajador) que nutren el Fondo Nacional para la Dependencia. Luxemburgo,
que tiene una prestación especial de dependencia, ha sido el último país
europeo en regular esta materia, y su regulación ha sido el resultado de un serio
debate nacional. En el Reino Unido
-ni en los países nórdicos- la Seguridad Social no contempla el riesgo ni la
prestación de dependencia. En esos países hay una red municipal de servicios
sociales financiada con impuestos locales y transferencias de la administración

12. Moya, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del envejeci-
miento”, en RFS, pág. 112.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

central. Disponen de un programa de atención a los mayores con una


prestación de cuidados de larga duración que es similar a la dependencia 13.
España está a punto de regular la atención de las situaciones de
dependencia de sus ciudadanos, y como señala Moya 14, este es el momento de
observar con detenimiento las soluciones que al mismo problema han dado
los países de nuestro entorno. Todo parece indicar que nuestro país optará
por un modelo mixto, inspirado en el modelo alemán con una importante
cartera de servicios prestados a través de la Seguridad Social, y que admitirá la
complementariedad de los seguros privados a los que se primará mediante
importantes deducciones sobre la cuota del IRPF. Estaríamos a las puertas
de un sistema que proveerá de servicios sociales a las personas con riesgo de
dependencia o con dependencia real, pero que en algunos casos se conciliará
con un sistema de pago en función de su riqueza personal o de la
posesión de un seguro privado (el seguro de dependencia), que quizás acabe
siendo obligatorio dadas las perspectivas de dependencia para las próximas
décadas de gran parte de la población.
En cuanto al sistema de pensiones de la Seguridad Social, que periódi-
camente se encuentra en candelero creando estados de opinión sobre su
viabilidad o su insuficiencia para mantener la calidad de vida de los
mayores, ha mostrado una gran capacidad para aunar proyectos de diversa
índole, como el retraso de la edad de jubilación y la ampliación a toda la
vida laboral para el cálculo de las prestaciones. Entretanto, se traslada en el
tiempo la decisión más urgente, que es la creación de un sistema de pensiones
adaptado a una estructura de población envejecida, como muestran los
indicadores demográficos que sucederá en las próximas décadas.
El sistema de pensiones se construyó sobre los principios de univer-
salidad, unidad, solidaridad e igualdad del sistema, aunque la insuficiencia de
ciertas pensiones, como las no contributivas, es decir, las pensiones más
bajas del sistema que reciben los jubilados o inválidos que no han cotizado a la
Seguridad Social o no lo han hecho los años suficientes para tener derecho
a las prestaciones contributivas, ha roto en ocasiones estos principios de
unidad e igualdad que se deben dar entre territorios, al promocionar algunos de
ellos (Andalucía, Cataluña, Navarra) ayudas complementarias a colectivos
en situación de necesidad y con riesgo de sufrir exclusión social, pero
siempre como una medida de asistencia social de carácter complementario.
El caso de las ayudas complementarias a las pensiones no
contributivas es uno de los indicadores de cómo en España el gasto público en
protección

13. Una buena descripción sobre los modelos existentes del seguro de dependencia
y su financiación, tanto en Europa como en EEUU y Japón, se ofrece en el artículo de Javier
Moya (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del envejecimiento”, en
RFS, pp. 114-122.
14. Moya, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del envejeci-
miento”, en RFS, pág. 133.
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

de la vejez (pensiones, plazas hospitalarias y servicios sociales), es el más


bajo de Europa, pese a que la demanda de servicios especializados para atender
el proceso de envejecimiento de la sociedad es cada vez mayor,
principalmente los derivados de la atención primaria, la sociosanitaria (residencias
y ayuda domiciliaria) y la hospitalaria (unidades geriátricas de agudos). Por
otra parte, la distribución de recursos 15 debe basarse en los niveles de salud
y su mejora y/o incremento y no sólo en la presencia de enfermedad y su
solución, ya que el hecho de llegar a los sesenta y cinco años refleja en sí mismo
un estado de bienestar que debe ser mantenido.
Sabemos que la población mayor de edad se caracteriza por la heteroge-
neidad, basada principalmente en factores socioeconómicos. En este
sentido, las personas mayores con indicadores socioeconómicos
desfavorables 16 padecen graves riesgos de salud, viéndose forzadas a entrar
en el circuito de los cuidados del entramado institucional y padeciendo
enfermedades. Únicamente a través de asegurar unas pensiones que garanticen
un nivel económico mínimo para afrontar las necesidades de la vejez es
posible romper esa lógica. Este nivel de ingresos mínimos se puede
establecer como resultado de sumar los gastos de atención médica (en
institución o en domicilio) que una persona ha de pagar, además de los
gastos corrientes de la vida cotidiana. De ahí la necesidad de priorizar el
acceso a tales ingresos por parte de las actuales -y próximas- generaciones de
mayores, lo que supone poner las bases para hacer que su entorno vital sea
saludable, disfrutando de una alimentación adecuada y un ocio gratificante.
Además, esto conduce a prestar una singular atención a aquellas personas, en su
mayoría mujeres, cuyas pensiones son asistenciales o derivadas de sus cónyuges
(por viudedad o divorcio).
Una cuestión que pese a no ser sinónima está presente en los
procesos de envejecimiento, es la situación de dependencia de un gran
número de personas que alcanzan edades avanzadas. Y decimos que la
dependencia no es sinónima del envejecimiento porque en esas
circunstancias pueden encontrase niños y jóvenes a causa de accidentes o
sucesos vitales que les puede llevar a esas situaciones. Sin embargo, la
dependencia cada vez más acusada de las personas mayores, ha llevado a
los Gobiernos la preocupación de sacar adelante una legislación específica que
permita atemperar estas situaciones que por lo general recaen sobre las
redes sociales y familiares de la persona dependiente.
La independencia personal es una expresión de calidad de vida; por
ello, la dependencia supone en líneas generales la carencia de algo que se supone
fundamental para el desarrollo de una vida plena. Según la OMS la
dependencia está definida por las limitaciones de orden físico o mental que
requieren la ayuda de otras personas. También los bajos niveles de renta y

15. Fernández-Mayoral, G., et alt. (2003): “Envejecimiento y salud. Diez años de investi-
gación en el CSIC”, en Revista Multidis c ipli n a r de Gero n to log í a nº 13 (1), pág.
44.
16. García, A., y Benito, J. (2002): “Nuevas perspectivas en el trabajo
socioeducativo con personas mayores”, en Edu c a c i ó n So c i a l , nº 22, pág. 65.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

formación cultural son factores de riesgo de dependencia. De hecho, en este


sector de población había un 50% más de ancianos discapacitados que en el
mismo grupo de personas con mayor renta y formación educativa según la
Encuesta Nacional de Dependencias de 1999. Por esto, son las sociedades 17
quienes pueden contribuir al desarrollo permanente de las personas
mayores y a su bienestar a través de mecanismos que animen a los mayores
a contribuir a la vida de su comunidad, a permanecer insertados en las redes
sociales y a mantener su independencia personal. Entre ellos podemos
enumerar el estímulo de la acción voluntaria, la participación en el trabajo
(remunerado o no), la educación permanente y la ayuda a las tareas y
actividades de sus familiares, la promoción de la salud (grupos de autoayuda, redes
de acción comunitaria...) y la atención temprana a los problemas de salud
emergentes. Como puede apreciarse, se trata de mecanismos que en vez de
orientarse a la cura de patologías potencian los factores que permiten aumentar o
mantener actividades que prevengan el declive de la independencia. A pesar de
todo, el cuidado de las personas mayores sigue siendo una asignatura
pendiente. La falta de residencias y la dudosa calidad de algunas de ellas se
unen a una limitada asistencia domiciliaria. Un verdadero problema,
especialmente en el caso de ancianos con minusvalías o alguna discapacidad
grave que no les permite desarrollar determinadas actividades de la vida
cotidiana y a menudo viven solos y se encuentran desatendidos.
Si los mayores han dejado de ser un grupo homogéneo (distinguimos
tercera de cuarta edad), es porque buena parte de estos mayores disfrutan en
general de autonomía económica y personal y no admiten ser llamados
ancianos o viejos en igualdad con las personas que no disfrutan de autonomía,
principalmente los mayores de ochenta años, umbral a partir del cual parece
que se reducen las posibilidades de autonomía personal y comienzan las
dependencias. Según una encuesta del INE de 1999, el 55% de ese grupo de
edad presentaba alguna discapacidad, es decir, más de la mitad precisaba
ayuda en la vida cotidiana; además, el 23% no podía cuidar de sí mismo. La
evolución previsible de este grupo de edad de ochenta y más años indica
que a partir del Censo de 2001 que arroja la cifra de 1,6 millones de
personas de más de ochenta años (1,7 millones en 2003), estas llegarán a
los 2,6 millones en 2025 y a más de cuatro millones en 2050. Por eso, el
proceso de envejeci- miento incrementará la demanda de asistencia social
para las personas mayores dependientes, algo de lo cual actualmente se
ocupan las familias de manera informal, principalmente las mujeres, aunque
indefectiblemente descenderá su número debido a la disminución del tamaño de
las familias, del número de hijas habidas en el seno de las familias, de su
independencia social y laboral, de la asunción de responsabilidades por los
servicios públicos, etc.
Según el estudio18 “Modelos de ate nc i ó n s o c i o s a n ita ri a : una a proxi m a c
ión

17. García, A., y Benito, J. (2002): “Nuevas perspectivas en el trabajo


socioeducativo con personas mayores”, en Edu c a c i ó n So c i a l , nº 22, pág. 60.
18. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, 2002. Citado por Julia Monserrat (2003):
o p u s c it. pág. 197.
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

a l o s c o ste s de l a depe n de nc i a ”, el gasto sanitario y social está


estrechamente ligado al nivel de dependencia, aumentando a medida que
aumenta la dependencia y siendo uno de los principales factores
explicativos del gasto y el consumo de servicios en centros de internamiento.
Por ello, el aumento de las demandas asistenciales ante las expectativas de
descenso de las cuidadoras informales, exige una urgente reforma de las
estructuras sociosanitarias dirigida a generalizar la atención geriátrica y a
potenciar la ayuda domiciliaria. También, porque de acuerdo con el estudio
sociológico de Mª Ángeles Durán19, la mitad de la población española
(48%) considera que corresponde al Estado garantizar el derecho a recibir
cuidados cuando se está enfermo, frente a un 33% que piensa que
corresponde a la familia y un 8% a la sociedad en general; en este sentido, el
cuidado de los mayores en situación de dependencia es un asunto que
compete a las instituciones públicas y no sólo a la familia como
tradicionalmente ha sucedido y sucede, pese a que poco a poco esta
situación está cambiando.
Tener una edad avanzada no es una enfermedad, pero hace que cualquier
dolencia grave que requiera una hospitalización se convierta en una
enfermedad aguda 20, porque uno de los mayores peligros de la
hospitalización de personas muy mayores es que se generen situaciones de
dependencia y los enfermos pierdan su autonomía. Otro aspecto que no puede
descuidarse es el bienestar emocional y la desorientación que puede sufrir una
persona mayor cuando sale de su entorno y su rutina. Finalmente, la
hospitalización de una persona 21, sobre todo si es inesperada, provoca un
cambio en su entorno inmediato que a veces da como resultado que la familia
haga unos “montajes irracionales” (guardias nocturnas, relevos entre
hermanos, cuidadores privados...). El proceso que va desde la hospitalización
hasta la reorganización familiar está condicionado por los sentimientos de
tristeza, rabia, impotencia... y sobre todo por la angustia de no saber el estado
final del enfermo, no saber que va a pasar ni como afrontarlo, o de sí saber
que va a pasar pero no tener los medios humanos, materiales ni económicos
para afrontarlo.
El Informe del Defensor del Pueblo de 2001 reconocía que la protección
universal a la salud está garantizada por la Constitución española y regulada
mediante la Ley General de Sanidad de 1986; sin embargo, encontraba muchas
deficiencias en lo relativo a los servicios sociales. Pese a que subrayaba la
importancia del Plan Gerontológico, el Informe reconocía que, al carecer de
rango de ley, no gozaba de la misma fuerza como instrumento de
desarrollo de políticas sociales. El Informe sugería el replanteamiento de un
marco general en el que pudiera moverse el sistema protector de la Seguridad
Social, pues los estudios en que se apoyaba el Informe señalaban que más del
80%

19. Durán Heras, Mª A. (2002): Los c o ste s i n visible s de l a e n f e r m edad .


Bilbao: Fundación BBVA
20. Afirmaba el presidente de la SEGG, en El País, 12 de noviembre de 2003
21. Codinach, T. (2003): “Dependencia y vejez. Consecuencias socio-familiares, en
Revista de Servi c i o s So c i a l e s y Políti c a So c i a l, nº 64, pág.120
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

de casos con dependencia recaía su cuidado en la familia y que los


mayores de sesenta y cinco años acaparaban el 77,4% de todo el consumo
farmacéutico, entre el 40% y el 50% de la ocupación hospitalaria, y la
mitad de casi todo el tiempo de la asistencia en atención primaria.
Ahora bien, cuando se habla de dependencia, parece que
verdaderamente se habla de financiación de la vejez más que de mecanismos
de solidaridad familiar, y por tanto, el indicador22 más adecuado debería ser el
que relaciona viejos y activos o, en su defecto, viejos y potencialmente activos,
es decir, la población de veinte a sesenta y cuatro años. En el curso de la
primera mitad del siglo XX, se cuenta aproximadamente entre ocho y diez
individuos potencialmente activos por cada viejo. A finales del siglo XX, la
relación alcanza cuatro por uno y, poco antes de mediados del XXI, la
relación debería ser de dos por uno. El peso soportado por cada individuo
potencialmente activo es creciente a lo largo del periodo considerado, lo cual
confirmaría la cada vez mayor preocupación con respecto a la financiación
del envejeci- miento. Sin embargo, dos elementos tienen que ser
considerados. En primer lugar se procede a una asimilación errónea entre
activos que realmente cotizan y población potencialmente activa, cuando estas
dos poblaciones no son comparables. En segundo lugar no se tiene en cuenta
el hecho de que si bien ha aumentado el peso de los viejos, simultáneamente ha
disminuido el de los jóvenes, lo cual debería haber permitido, de algún modo,
una transferencia y una compensación entre los gastos de los dos tipos de
«dependientes» soportado por los activos. El indicador más adecuado sería
entonces el denominado Índice de Dependencia que relaciona los
dependientes, es decir, la población constituida por los jóvenes y los viejos, y
los activos.
El error de asimilar población activa con población cotizante a la
Seguridad Social es uno de los errores más publicitados, máxime en un
periodo como el actual en el que población inmigrante puede cotizar, pero
no ser considerada población activa al no estar registrada. Tampoco se puede
asimilar al conjunto de mujeres potencialmente activas con población
cotizante, pues de todos es bien sabido que la lenta y progresiva incorpo-
ración de la mujer al mercado laboral, está aún lejos de los porcentajes
manifestados entre los varones. Además, no han existido transferencias de
recursos económicos desde la población joven, en disminución, hacia la
población mayor en crecimiento y, sin embargo, se ha asimilado la idea de un
aumento de las cargas sociales de la población activa por esta causa, como
si las cargas sociales representadas por la población joven se hubieran
mantenido en los mismos niveles, pese a la disminución de sus componentes.
Así pues, el indicador más correcto a efectos económicos es el del Índice de
Dependencia.
Según las proyecciones de la ONU, todos los países de la Unión
Europea (con la excepción de Irlanda) tendrán en 2010 una tasa de dependencia
de los

22. Zamora, F. (2003): “¿Quién teme al envejecimiento?, en Siste m a , nº 175-176, pág.


211.
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

mayores del 20% al 30%, lo que significa que la proporción de población


mayor de sesenta y cinco años será alrededor de la cuarta parte de la de
quince a sesenta y cuatro años; es decir, si toda la población considerada como
potencialmente activa fuera realmente activa, estaría en una proporción de
cuatro a uno (cuatro trabajadores sostendrían a un pensionista). A parecidas
conclusiones llega Eurostat cuando dice que la población total se
mantendrá a su nivel actual durante los próximos veinticinco años.
La realidad en algunos países como el nuestro, es que la proporción de
trabajadores por pensionista se ha reducido a la mitad, incluso a menos de la
mitad, como ocurre en siete de las diecisiete comunidades autónomas
(Asturias, Galicia, Castilla y León, Cantabria, Aragón, Extremadura, La Rioja)
donde no llegan a los dos trabajadores ocupados por pensionista, lo cual
podría producir la debacle del sistema de pensiones sino fuera por el
principio de solidaridad de la Seguridad Social entre generaciones, sexos y
territorios, y la existencia de la Caja única de la Seguridad Social que
resuelve las deficiencias, equilibrando las cuentas y garantizando la
igualdad entre todos los trabajadores en función de su salario.
La solidaridad intergeneracional, considerada desde su forma más
tradicional de acogida y cuidado de ancianos en casa de los hijos/hijas, podría
verse dificultada por la creciente presión sobre un número cada vez más
reducido de éstos. Como indica Moya23, nos enfrentamos a una cuestión de
solidaridad intergeneracional de la que muchos de nosotros podremos benefi-
ciarnos en un futuro. Recordemos a mero título de ejemplo que la mitad de la
generación de los españoles nacidos en la década de los sesenta, el
llamado b a b y - b oo m , tendrán la dicha, por primera vez en la historia de
nuestro país, de alcanzar los ochenta años de edad, y una parte significativa de
este enorme grupo de población llegará a ser centenario. No es descabellado,
pues, pensar que la probabilidad de padecer una situación de dependencia
asociada al envejecimiento es más elevada de lo que a primera vista intuye el
ciudadano medio español.
Efectivamente, el envejecimiento se convertirá en un problema socio-
sanitario de primer orden a partir de 2025 cuando envejezcan las cohortes
del b a b y - b oo m que sobrevivirán hasta edades muy tardías pero aquejadas de
múltiples discapacidades crónico-degenerativas, que las hará sumamente
dependientes. Es entonces cuando se planteará en toda su crudeza qué hacer
con la vejez, con su tratamiento o con su cuidado, una vez que esta
alcance el tercio del total de la población. Para entonces24 habría que
desarrollar el cuarto pilar del Estado de bienestar, formado por los servicios
sociales, hoy casi inexistentes en España. Pues como usuarios de tales
servicios, necesarios para atender su creciente discapacidad, los ancianos serán
competidores

23. Moya Huertos, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del
envejecimiento”, en Revista de Fo m e n to So c i a l , nº 58, pág. 133.
24. Gil Calvo, E.: “El maltrato de la vejez”, en El País, 19 de septiembre de 2003, pág.
19.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

naturales de los demás usuarios, que son los menores, las mujeres y los
inmigrantes. Y aquí se da la paradoja de que son estas dos últimas
categorías las que hoy están supliendo por defecto la carencia de servicios
sociales, pues asumen la atención domiciliaria que los mayores reciben de las
mujeres de su familia -en detrimento de su trabajo profesional- o de asistentas
inmigrantes a sueldo.
Como acertadamente señala Gil Calvo, los cuidadores informales de la
vejez son los propios familiares (principalmente mujeres en un grado
próximo de consanguinidad) y un creciente número de mujeres inmigrantes que
han encontrado en la atención y los cuidados personales el medio de
integración laboral en nuestro país, por abandono de las instituciones
públicas, en especial la red de servicios sociales que encuentra en los
cuidadores informales una mano de obra sustitutiva a sus propias carencias.
Sin embargo, este tipo de soluciones informales está disminuyendo
progresivamente por la creciente complejidad de la atención a los mayores y
la tendencia al aumento de la participación de la mujer en el mercado del
trabajo. En los últimos años han surgido nuevas opciones: desde los
inmigrantes que acompañan a los mayores, los servicios de ayuda domiciliaria,
hasta los servicios de asistencia telefónica o los centros de día, que facilitan la
estancia del anciano durante la jornada laboral atendidos por profesionales,
pero que permiten el regreso con la familia por la tarde.

LOS CUIDADORES INFORMALES


Cuando en diciembre de 2000 se publicó el estudio “Las p e rs o n a s m
ayores depe n d i e n t e s e n Espa ñ a : a n á lisis de l a e v o luc i ó n f u t u r a
de l o s c o ste s a siste n -
c i a l e s”, se mostraba a un 34% de los mayores de sesenta y cinco años con
algún grado de dependencia (incapacidad de comprar su comida o ropa sin
ayuda, de tomar un autobús o un taxi, de hacer la cama, cambiar las sábanas,
limpiar la casa o cortarse las uñas de los pies). Pues bien, diferenciando las
personas dependientes según el sexo, encontraron que los cuidados de las
mujeres dependientes eran asumidos por sus hijas (37%), el marido (15%),
un hijo (6%) y, en menor medida por empleadas del hogar y profesionales de
empresas de servicios sociales. Por su parte, los varones eran cuidados por sus
esposas (45%), una hija (21%) y otros familiares (12%). Es decir, tanto mujeres
como varones reciben principalmente la atención de las mujeres pertene-
cientes a la red familiar, aunque proporcionalmente, estos cuidados
informales son superiores en el caso del varón, mientras la mujer recurre más
a los servicios de personas ajenas a la red familiar en ausencia de hijas o por
el absentismo de los varones.
Ya sabemos que gran parte de la carga asistencial demandada por
personas dependientes recae sobre los familiares, siendo la mujer la principal
destinataria, a consecuencia de un proceso de socialización y una
educación que colocaba como modelo a seguir, el de la diferenciación y la
desigualdad
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

entre los sexos, destinando a la mujer el papel doméstico, secundario y poco


valorado 25.
También sabemos26 que el número de personas que informalmente
realizan las tareas de asistencia social se estima en 1,7 millones, de las
cuales un 77% tiene algún vínculo familiar con el atendido y en más del 80%
de los casos se trata de mujeres de edades comprendidas entre los cuarenta
y cinco y los sesenta y cuatro años, precisamente el grupo de población que
soporta más cargas físicas y emocionales, al compaginar la atención a los
dependientes con las obligaciones laborales y/o las domésticas; sobretodo entre
mujeres con hijos menores. Quienes disponen de medios económicos
recurren a empleados, con una presencia cada vez más notable de inmigrantes
latinoa- mericanas.
Es decir, la insuficiencia de servicios sociales provoca que esas tareas
recaigan en la familia, fundamentalmente en las mujeres. Un hándicap más
para la incorporación plena de las mujeres al mercado laboral. Otras han
contribuido al aumento del empleo femenino a costa de asumir una doble
dedicación (laboral y familiar), lo que ha ocasionado que este colectivo se
convierta en “grupo de riesgo”, con estrés y otros problemas físicos y
psíquicos.
Según el informe del Defensor del Pueblo (2001), el 83% del total de
cuidadores de personas dependientes son mujeres, y de ellas, el 61,5% no
reciben ninguna ayuda por su trabajo (más de cuarenta horas semanales). El
26% de estas personas no puede ni plantearse buscar un trabajo; el 11,5% se
han visto obligadas a abandonarlo, y el 12% a reducir su jornada laboral.
Además, el 51% de las cuidadoras presenta cansancio físico y emocional
habitual; el 31% se sienten deprimidas y solas en esta tarea, y el 29%
afirma que su salud se ha visto deteriorada desde que cuida a un familiar.
Las familias, especialmente las mujeres, son las grandes proveedoras de
cuidados. Pero este modelo también está en declive, entre otras cosas por la
creciente incorporación femenina al empleo. Ahora, sólo el 3,2% de los
mayores dependientes reciben cuidados de los servicios sociales (residencias,
centros de día, ayuda domiciliaria o teleasistencia). La Seguridad Social
española y sus redes de protección dejan fuera a 2,4 millones de ciudadanos,
que por sus minusvalías físicas o psíquicas requieren cuidados constantes
en su vida cotidiana, y de ellos un millón sufren una dependencia total o
severa. Una tarea que los servicios sociales presta apenas a medio millón de
afectados según el último informe del IMSERSO.

25. El apoyo informal proviene de la familia cercana (cónyuge e hijas) que realiza el
63,8% de los cuidados. Otros allegados (familiares, parientes, amistades, vecindad, etc.)
asumen el 8% de la carga de atención. A cargo de empleados/as de hogar está el 5,4% del
total de los cuidados. En cuanto a los servicios sociales, estos asumen el 3,8% de los
cuidados. (Colectivo IOE, 1995: 28)
26. Monserrat, J. (2003): “El coste de la dependencia”, en Revista Multidis c ipli n a r
de Gero n to log í a , nº 13 (3), pp. 197.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

Como indica Moya 27, los cuidadores informales en nuestro país son
merecedores del mayor de los reconocimientos sociales, y asumen una carga
pesada e ingrata que con demasiada frecuencia constituye una fuente de no
pocos conflictos personales y familiares. Una clara muestra de la importancia
social de este colectivo la constituye el hecho de que el 73% de la población
española dependiente es atendida por cuidadores informales. Baste este dato
para valorar no sólo la importancia de su labor, sino el hecho de que sobre
estas familias recae, de forma silenciosa, casi las tres cuartas partes del
coste de la atención a las personas dependientes de nuestro país.
Sin embargo, este tipo de soluciones informales está disminuyendo
progresivamente por la creciente complejidad de la atención a los mayores,
y la tendencia al aumento de la participación de la mujer en el mercado del
trabajo. En los últimos años han surgido nuevas opciones: desde los
inmigrantes que acompañan a los mayores, los servicios de ayuda domiciliaria,
hasta los servicios de asistencia telefónica o los centros de día que facilitan la
estancia del anciano durante la jornada laboral, atendidos por profesionales,
pero que permiten el regreso con la familia por la tarde.
Si la situación se mantiene sin cambios, se agudizará la división actual,
marcada por la atención pública a las personas con escasos ingresos mientras
que la clase media28 debe afrontarlos de su propio bolsillo (al no poder
acceder a los servicios públicos por superar los niveles de renta), así como
por las desigualdades originadas entre los niveles de prestación de las distintas
comunidades autónomas.
Aún estamos muy lejos de la media de la Unión Europea, donde los
servicios públicos ayudan a un 25% de la población de más de 65 años. La
escasa oferta de servicios sociales en este ámbito, y en otros, se suple con el
esfuerzo de las familias, o lo que es lo mismo, de las mujeres, que son
todavía, y de una forma mayoritaria las que se ocupan de los niños, de los
mayores y, en general, de las personas dependientes en el ámbito familiar.
Sin embargo, la perspectiva de una progresiva reducción del soporte
familiar para cuidar a los mayores (debido a la disminución del
tamaño de las familias, al incremento de la actividad femenina y a la separación de
los domicilios), y el importante porcentaje de pensiones bajas (procedentes de
biografías laborales con altibajos en sus cotizaciones), nos conduce a un
escenario donde es probable que surjan presiones para la ampliación de la
cobertura de los servicios sociales y para que se articulen medidas de

27. Moya Huertos, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del
envejecimiento”, en Revista de Fo m e n to So c i a l , nº 58, pág. 128.
28. Este divorcio entre oferta y demanda de recursos está provocando el aumento
de la presencia del mercado privado en todo el ámbito de los servicios sociosanitarios lo que
provoca que familias de clase media tengan grandes dificultades económicas para acceder a
servicios privados y a la vez no reúnan las condiciones para beneficiarse de una plaza
pública. Codinach, T. (2003): “Dependencia y vejez. Consecuencias Socio-familiares”, en
Revista de Servi c i o s So c i a l e s y Políti c a So c i a l, nº 64, pág. 124.
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO

financiación (cheques-servicio y otras) que permitan a todos los individuos el


acceso a los servicios adecuados a su dependencia.
Por último, no voy a finalizar esta exposición que muestra el claro
proceso de envejecimiento de los grupos componentes de la población
adulta, y su relación de dependencia entre los más longevos, sin hacer hincapié
en el mensaje que de forma alternativa se ha consolidado en el seno de la
sociedad, que es más bien de carácter positivo, no sólo por lo que significa de
prolon- gación de la vida, de la esperanza de vida, sino principalmente por lo
que entraña de aumento de los niveles de bienestar y calidad de esa vida,
pues como acertadamente mostraba el sociólogo Julio Pérez Díaz 29, la
pésima situación relativa de la vejez ha experimentado un vuelco radical en
cuestión de sólo dos o tres décadas. A medida que se produce el relevo
generacional, disminuye la proporción de mayores que viven en malas
condiciones (herencia de épocas muy duras), y aumenta la de quienes
llegan a esa etapa de la vida con una saludable situación económica. Con
mejores pensiones, vivienda propia y, en muchos casos, con reservas
patrimoniales suficientes para compensar los obstáculos que encuentran sus
hijos para emanciparse, por las dificultades de acceso a la vivienda y al
mercado de trabajo.
La situación de los actuales mayores de ochenta años, de trayectoria
laboral y vital muy difícil, está lejos aún de ser favorable, pero la de quienes
tomen el relevo será mucho mejor. La transmisión patrimonial se produce
ahora en vida, recibiendo los jóvenes mucho más de sus padres que ninguna
otra generación anterior. El envejecimiento demográfico puede alarmar a
algunos, pero en la trayectoria vital e individual de los jóvenes y adultos
actuales, ha resultado una auténtica bendición. La vejez, horizonte común para
todos, ha irrumpido definitivamente como etapa importante, prolongada y
generalizada en la vida de las personas, y existe una manera óptima de
que no se convierta en penuria y desprotección.

29. Diario El País, 10 de agosto de 2003: Suplemento “España envejece”, pág. 5.


JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA

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OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

In é s Alc a lde Merin o


Psicóloga
Milagros Laspe ñ a s García
Socióloga

“El o c i o n o e s
s ó l o un c o m p o n e n t e de l a c a
lidad de v ida,
si n o l a e s e nc i a de e ll a”
(John Neulinger)

LA DIMENSIÓN SOCIOCULTURAL DEL ENVEJECIMIENTO


A lo largo de este libro se tratan diferentes aspectos de un mismo
proceso, el del “envejecimiento”. Este capítulo girará sobre una de sus dimensiones:
el envejecimiento tratado desde una perspectiva sociocultural, para
relacionarlo con el aumento del tiempo libre que, en general, infravaloramos y del
que desconocemos su manera de empleo; y, a partir de esta constatación,
incitar a la utilización voluntaria, satisfactoria y positiva del mismo en “tiempo
de ocio”, un espacio que, para las personas mayores más significativamente,
conlleva
-repercute o incrementa- el bienestar y calidad de vida. Entendemos por “buen
envejecimiento”, por un envejecimiento satisfactorio, aquel que refiere la
“salud ” entendida, no únicamente como ausencia de enfermedad, sino
desde la triple perspectiva biológica -envejecimiento sano y pleno-, psicológica
-envejecimiento positivo y adaptado- y social -envejecimiento integrado,
activo y participativo.
Esta declaración de intenciones requiere de alguna puntualización. En
primer lugar, hablaremos de “pro c e s o de e n v e j e c i m i e n to ”, por
contraposición al término “vejez” entendida como un estado. Y es que el
envejecimiento del hombre es un proceso n atu r a l y paulatin o , que le afecta
desde su nacimiento hasta su muerte, y que lleva aparejados cambios y
transformaciones de tipo biológico, psicológico y social, que van unidos
igualmente al desarrollo y al deterioro en estos ámbitos.
Hablamos de cambios progresivos, graduales, en los que intervienen un
número considerable de variables con diferentes efectos, o que darán como
resultado una serie de características diferenciales entre las personas de una
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

misma edad cronológica. Por tanto, la vejez ha de contemplarse como un


proceso v a ri a ble y d if e r e nc i a l , y no uniforme y homogéneo. No
podremos hablar de un único patrón de envejecimiento, sino que cada
individuo tiene un modelo, un modo de envejecimiento propio.
La segunda puntualización consiste en especificar que entendemos por
“dim e n si ó n s o c i o cu lt u r a l ” del envejecimiento. En una primera
aproximación, estaríamos de acuerdo en sostener con Pedro Sánchez Vera
(1997) que el concepto de envejecimiento tiene dos vertientes. Una personal, de
la que nos vamos a ocupar de manera preferente, dentro de la que se conjugan
variables biológicas, psicológicas y culturales. Otra vertiente colectiva o social,
hace referencia a cierto envejecimiento vinculado al proceso natural,
consecuencia del paso del tiempo, que involucra a la totalidad de los miembros
de una sociedad. A este respecto, mencionaremos dos cuestiones que, bajo
el paraguas del análisis sociológico del envejecimiento, tratan de los efectos
cohorte y generación, y que consideramos de relevancia a fin de hacer
mayormente comprensible parte de nuestra exposición futura. La primera de
ellas es la afirmación1 de que “el e n v e j e c i m i e n to de c ada ge n e r a c i ó
n s e realiz a
c o n f o r m e a una p o si c i ó n ge n e r a c i o n a l q u e de una p a rte e s c r o
n o lóg i c a o
biológi c a y de otr a s o c i a l ”. Cada generación va a percibir la vejez y su
propio envejecimiento de una forma determinada, percepción que va a
depender de la edad cronológica del sujeto y de las vivencias compartidas
generacio- nalmente. La segunda cuestión hace referencia a la s o c i a liz a c i
ó n de los jóvenes en un determinado modelo de vejez predominante en el
momento. Las personas en su juventud aceptan la definición dominante de viejo en
ese momento, con la que van a ser socializados. Cuando se llega a viejo se
tiende a vivir con arreglo a esa definición de vejez que se aprendió; pero sin
embargo esta definición habrá cambiado con el paso del tiempo (Anderson, 1972).
Volviendo al envejecimiento personal, al considerar que el
envejecimiento es un proceso ante todo individual, creemos conveniente,
asumiendo que pueda resultar obvio, comenzar efectuando un examen, una
deconstrucción, del término “edad”, diferenciando entre edad cronológica,
edad biológica, edad psicológica, edad social y edad funcional, para
concluir con una definición comprensiva de los distintos factores biológicos,
psicológicos y culturales que se conjugan en el envejecimiento individual.
La edad c r o n o lóg i c a se refiere a la edad en años. Es la que va
desde el nacimiento hasta la edad actual de la persona.
La edad biológi c a se refiere a la situación actual del sujeto en relación
con su ciclo vital potencial. Podría definirse como el desgaste real de las energías
producto del paso de los años (Izquierdo Moreno, 1994). Tiene en cuenta los
cambios físicos y biológicos que se van produciendo en las estructuras
celulares, de tejidos, órganos y sistemas.
1. Sánchez Vera, P. (1997): Dim e n si o n e s del e n v e j e c i m i e n to , pág. 232.
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

La edad psi c o lóg i c a se refiere a la situación de los individuos en


relación con la capacidad de adaptación observada o deducida de sus
actividades básicas vitales, que inducen un comportamiento propio de una
etapa en el proceso de envejecimiento (Izquierdo Moreno, 1994); a la
capacidad para responder a las presiones societales y a las tareas que se le piden
al individuo. Define la vejez en función de los cambios cognitivos, afectivos
y de personalidad a lo largo del ciclo vital.
La edad s o c i a l se refiere a las costumbres y funciones de un individuo
en relación con su grupo o sociedad; al papel asignado y/o asumido en la
escena de las relaciones sociales y generacionales. (Izquierdo Moreno, 1994).
Suele medirse por la capacidad de contribuir al trabajo, la protección del grupo
o grupos a que se pertenece y la utilidad social. La medida en que el individuo
participa en los roles determinados por la sociedad.
La edad f uncio n a l se refiere a la competencia o la habilidad para
realizar las demandas ligadas a la edad, que pueden depender de
consideraciones biológicas, sociales, o personales.
Estas cinco dimensiones dibujan la realidad global del envejecimiento,
que en nuestras sociedades occidentales, al margen de tener una relación
directa con las edades cronológica y biológica del individuo, como es bien
evidente, está determinado por los procesos de producción y reproducción, y
por una serie de ritos vitales impuestos, y tamizado por la subjetividad en la
forma de afrontar, de manera individual y diferente, el propio proceso de
envejecimiento.
Será el significado de la edad social, construido socialmente, y que se
refiere a las actitudes y conductas adecuadas conforme a unos modelos -al papel
asignado y/o asumido en la escena de las relaciones sociales y
generacionales, la perspectiva sobre la que pivote nuestro desarrollo sobre el
envejecimiento.

ENVEJECIMIENTO SATISFACTORIO. ADAPTACIÓN E INTEGRACIÓN


SOCIAL DE LOS MAYORES
Si nos referimos a papeles asignados y/o asumidos, a roles ligados a
normas societarias, como señalábamos, nuestras sociedades occidentales se
asientan sobre los valores de producción y de reproducción. Diríamos, en este
sentido, que se es útil y valorado mientras se produce, o se es futuro
productor, y mientras se tiene la capacidad para reproducir vida. No
obstante, el proceso de envejecimiento presupone una serie de cambios
sociales y de roles -laboral, familiar y en la comunidad, fundamentalmente.
En la esfera productiva, el gran cambio es la jubilación del individuo. Las
modificaciones en las costumbres laborales que ésta acarrea tienen
consecuencias, y la adaptación es difícil, puesto que la vida del individuo
y sus valores están orientados en torno al trabajo y a la actividad productiva. En
muchos casos, y sobre todo para los hombres, la jubilación supone una
ruptura con un proyecto de vida forjado alrededor del trabajo, que ha
ocupado su tiempo, ha marcado su ritmo y ha definido sus relaciones personales.
Pero
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

la actividad laboral proporciona también la situación social al individuo. La


sociedad valora al hombre activo, capaz de trabajar y generar riquezas, y el
jubilado no lo es productivamente. Pasar a formar parte de la “clase pasiva”
representa ser apartado del núcleo que toma decisiones, y de intervenir en las
cuestiones importantes que influyen en la colectividad. En la esfera
reproductiva, las mujeres viven el cambio en el momento del climaterio y los
años posteriores, sobre todo si han centrado su vida en la familia y van viendo
como sus hijos cada vez reclaman menor atención y protección de su parte
“nido vacío”. La jubilación y “el nido vacío”, como los sucesos evolutivos que
más se destacan en este periodo de la vida, conllevan nuevas condiciones,
como la mayor disponibilidad de tiempo y la disminución de las responsabi-
lidades, que requieren de hombres y mujeres un esfuerzo de adaptación.
De entre las reflexiones teóricas sobre el fenómeno del envejecimiento,
algunas, centradas en las relaciones de las personas mayores con la sociedad,
han pretendido explicar la adaptación de la persona al proceso de envejeci-
miento. Las más representativas: la “t eo rí a del r e tr a i m i e n to o de l a
desvincu -
l a c i ó n” formulada por E. Cumming y W.E. Henry (1961), la “t eo rí a
de l a a c ti v idad ” desarrollada por R. Havighurst (1961, 1967, 1968a,
1968b) y la “teo rí a de l a c o n ti nuidad o del desarrollo ” desarrolla por
B.L. Neugarten (1961, 1968) y por R.C. Atchley (1969, 1971, 1993) en un
intento de superar las críticas que reciben las dos teorías precedentes.
De forma resumida, el argumento central de la teo rí a del r etr a i m i e n to
o de la desvincula c i ó n , es que la desvinculación o desconexión es un
proceso inevitable que acompaña al envejecimiento, en el que gran parte de
los lazos entre el individuo y la sociedad se alteran o llegan a romperse. La
desvincu- lación tendría un carácter bidireccional, mutuo de la sociedad
respecto del individuo (pensemos en la jubilación, la independencia de los
hijos, la muerte de la pareja, de amigos) y, de otra parte, del individuo respecto a
la sociedad (palpable en la reducción de las actividades sociales y una vida
más solitaria). Éste sería un proceso natural -inherente al proceso de
envejecimiento-, universal -presente en todas las culturas- y beneficioso, tanto
para la sociedad, como para el individuo al liberarle de compromisos y
obligaciones sociales adscritas a su anterior rol. Para esta teoría, los mayores
deben desvincularse de la sociedad en la que viven, porque de lo contrario no
consiguen adaptarse.
La teo rí a de l a a c ti v idad mantiene la tesis contraria a la defendida
por la teoría anterior. Parte de la idea de que la desvinculación entre individuo
y sociedad opera únicamente en el sentido de la sociedad hacia los mayores.
Predice que la satisfacción de los mayores, al margen de cual sea su edad, está
positivamente relacionada con el número de las actividades en las que
participa. Las personas mayores, al igual que el resto de los adultos, tienen las
mismas necesidades psicológicas y sociales de mantenerse activos. Para esta
teoría, sólo cuando el individuo realiza alguna actividad se siente satisfecho y
adaptado. El envejecimiento óptimo implicaría mantenerse activo.
Ambas teorías recibieron fuertes críticas. Por separado, a la teoría de la
desvinculación se le acusó de generalizar sus postulados a todos los mayo-
res, cuando esta vinculación pudiera ser específica de las personas muy
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

mayores. Aunque, probablemente, lo más sorprendente de esta teoría es la


idea de que los individuos se desvinculan de todos los roles en la misma
medida. Por su parte, a la teoría de la actividad se le critica que no considere
que existan personas mayores satisfechas con su desconexión de la sociedad.
Conjuntamente a ambas teorías se les critica: que sean prescriptivas y no
informativas; que consideren el envejecimiento como un proceso uniforme,
que no consideren suficientemente los factores físicos, económicos y la
elección del individuo sobre cómo envejecer, puesto que cada persona
elegirá el tipo de actitud que le ofrezca el mayor desarrollo personal y que
esté más en consonancia con sus valores y patrones de autoconcepto; y que
subestimen el nivel de control que la persona ejerce sobre su entorno.
Según la teo rí a de la c o n ti nuidad o del desarrollo , las personas
realizan una serie de elecciones adaptativas a lo largo de la etapa adulta y del
enveje- cimiento que suponen una continuación de los patrones de comportamiento
mantenidos a lo largo de su vida, de manera más o menos estable. Las
habilidades y patrones adaptativos que una persona ha ido forjando durante su
vida van a persistir en el tiempo, y van a estar presentes también en este
tramo. Siendo esta una teoría del desarrollo aplicable a todo el ciclo vital, sin
embargo, va a tener una especial relevancia en el proceso de envejecimiento y
en la explicación de los patrones de actividad que presentará la persona durante
esta etapa. Esta teoría no trata de prescribir lo que sería un modelo estándar de
comportamiento exitoso durante la vejez, ya que éste va a depender de la
propia historia del sujeto. Lo que sí establece es, que los mayores preferirán los
patrones de comportamiento que supongan una continuidad con esquemas
anteriores frente a aquellos que supongan un cambio substancial. El nivel de
actividad de los mayores estará en función de sus trayectorias vitales y de los
patrones de actividades que hayan mostrado durante su madurez. Para esta
teoría, la continuidad va a representar un modo de afrontar los cambios físicos,
mentales y sociales que acompañan al proceso de envejecimiento.
En línea con esta última propuesta teórica, creemos que, en su
adaptación a una nueva etapa de su vida, la búsqueda de nuevos roles y
actividades a desempeñar por los mayores, debería estar en observancia con
el significado que cada uno ha dado a su propia vida -continuidad en las
actitudes generales y en los basamentos de su estilo de vida-, y con una puesta
en valor del ocio, que les permita y facilite satisfacer sus necesidades de
actividad y, al tiempo, les proporcione canales de integración social y de
realización personal. Como veremos, el ocio y las relaciones sociales, que en
gran medida se ven posibi- litadas por la propia naturaleza de muchas de las
actividades de ocio que tienen un importante componente de interacción
social, son causa fundamental del bienestar en los mayores.
Es manifiesto, como hemos señalado, que la jubilación, sobre todo para
los hombres, supone una ruptura con su estilo de vida, construido alrededor
del trabajo que ha ocupado su tiempo y marcado sus ritmos; pero no hay que
obviar su influencia sobre sus relaciones personales y sociales. Tras la
jubilación, se van a encontrar sin “su”, hasta entonces, actividad, sin “sus”,
hasta entonces, contactos sociales, y con una gran cantidad de tiempo libre.
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

La falta de alternativas, de otros intereses, les provocará un vacío personal


y una sensación de inutilidad social. Para las mujeres esta situación presenta
particularidades, fundamentalmente debido a que, al margen del ámbito
ocupacional -rol laboral-, no tiene lugar el retiro de su rol doméstico, en las
esferas familiar y educacional. Incluso después de la jubilación, las mujeres
mantienen su papel de ama de casa, y a tiempo completo. Se enfrentan al
cuidado del esposo, ocasionalmente a la atención de sus ancianos y, la
mayoría de las veces, sustituyen el cuidado de los hijos -papel de madres-
por el de los nietos -abuelas-, con lo que, con bastante probabilidad, no sólo
continuarán realizando, en lo posible, actividades similares a las que venían
desarrollando, sino que conservarán parte importante de sus ritmos y de su
mundo relacional, incluso en el espacio público.
El individuo, a lo largo de su etapa de trabajador activo, ha mantenido
una condición social determinada en los diferentes ámbitos de relación social,
portadora no sólo de estatus -cómo la sociedad lo percibe-, sino también de
identidad personal -cómo el individuo se presenta- sobre todo en aquellos
niveles de mayor grado de cualificación y/o prestigio social; una situación
que ha conformado una forma de convivencia, de entendimiento, con los
demás. La pérdida del rol laboral, como venimos mencionado, afectará
directamente a las relaciones personales y sociales del individuo, a su mundo
relacional más próximo -el ámbito familiar- y extenso -las relaciones con el
mundo exterior-, así como al sentido de la competencia social, en tanto que
influye en la implicación en las tareas comunitarias.
Dentro de la familia sufrirán modificaciones tanto las relaciones
conyuga- les, como las relaciones con los hijos, éstas quizás en menor medida
debido a un, más que probable, alejamiento -la independencia de los hijos-
anterior en el tiempo, que van a requerir de una adaptación que atañe a la
familia completa, y en especial a la pareja. Tras la jubilación, a la pérdida del
referente de relaciones sociales abiertas que le proporcionaba el ámbito
laboral, se producirá un repliegue del jubilado hacia ámbitos relacionales
más próximos, en concreto hacia “su” mundo matrimonial y familiar; por otra
parte, con el aumento de la disponibilidad de tiempo libre, las relaciones entre la
pareja se intensificarán, lo cual puede dar lugar a conflictos en la misma. La
incidencia de la calidad de las relaciones matrimoniales y familiares en el
bienestar del individuo, se va a intensificar en estos momentos. Indudablemente
el tipo de relación entre los cónyuges condiciona la calidad de las
relaciones familiares. El hecho de que la pareja trabaje fuera del hogar o no, el
que ambos se jubilen simultáneamente, su lugar de residencia -un hábitat rural
o urbano- o la forma de ocupar su tiempo libre son, entre otros, algunos de
los factores que influirán en el ajuste de la pareja, y la readaptación a esta
nueva situación. Igualmente será precisa una reformulación de las relaciones
con los hijos. Una vez perdido el rol de proveedor principal de la familia, que
pasa a ser compartido, las relaciones entre padres e hijos se plantearán a otro
nivel de jerarquía.
Conviene, antes de seguir con la argumentación, hacer hincapié en algo
que apuntábamos al definir el envejecimiento como un proceso que lleva
emparejados cambios y transformaciones unidos al desarrollo y al deterioro.
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

En este sentido, se están modificando algunos de los estereotipos sociales en


torno a la vejez, como señalan Juan Muñoz Tortosa y Celia Alix M. Motte
(2002), en un intento de cambiar la noción peyorativa que conlleva el
concepto de envejecimiento, para asociarlo a un periodo de c r e c i m i e n to y
desarrollo , en el que la experiencia del individuo juega un papel
fundamental. Así mismo, en el terreno de los estudios, en la actualidad se
habla de la vejez en términos de potencialidad, como recoge Maria Teresa Bazo
(1992). Se ha abandonado el modelo basado en los déficits para tomar el
modelo basado en la “c o m p e t e nc i a ”, entendida como la capacidad o
habilidades que permiten hacer frente a los acontecimientos de la vida
cotidiana (Lehr, 1991). De esta forma, y según este argumentario, las
modificaciones aludidas en cuanto a los roles familiares no deben valorarse
como limitaciones, sino como posibi- lidades, si el sujeto es capaz de
enfrentarse positivamente a las nuevas situaciones. Nos referíamos
anteriormente a que, tras la jubilación, la convivencia conyugal se intensifica,
lo que puede dar como resultado un refuerzo en la relación o una crisis
importante, cuyo manejo dependerá de los actores de la relación. Del mismo
modo, la variación en el papel de padre que decide, por otro menos
jerárquico, no tiene porque significar una pérdida, sino tan sólo una
modificación, con las posibilidades que el hecho de disfrutar de hijos adultos
y autónomos, potenciales apoyos, pudieran significar para la persona mayor.
A su vez, el rol de abuelo surgirá con una significación e implicación mayor
emocionalmente; un papel hasta ahora menos disfrutado, debido
fundamentalmente a los ritmos laborales.
En cuanto a las relaciones del individuo circunscritas al ámbito laboral, las
mantenidas con los compañeros, a partir del momento de la jubilación
tienden a desaparecer, bien de forma paulatina o repentinamente. Estas
relaciones sociales se reducen de forma importante al abandonar el individuo
el ámbito que las sustentaba. Además, con la pérdida del rol laboral, a nivel
social, se pierde el estatus, el reconocimiento o prestigio, que ese papel
pudiera conllevar; y a nivel individual, el hecho de la jubilación, afectará al grado
de implicación en el trabajo de la comunidad, al sentido de la competencia
social del individuo.
Conseguir una adecuada integración social de los mayores, o una “reinte-
gración”, es el objetivo con la potenciación de otros ámbitos de interacción
social, como pueden ser la familia, las relaciones sociales fuera del ámbito
laboral, la vivencia positiva del ocio y el compromiso social. Porque, una
deficiente integración social tendría consecuencias, ciertos efectos negativos,
entre los que señalaremos, como fundamentales, la “sensación de” exclusión
social y una mayor exposición a los peligros sociales. Y es que si, como
venimos apuntado, nuestra sociedad sitúa el trabajo como valor supremo, estar
fuera del mercado laboral supondrá estar al margen, no sólo del primer
elemento de valoración social del individuo, sino también exponerse a los
riesgos de la marginación, la precarización y la exclusión social. Exclusión
que se cebará, principalmente, en los segmentos sociales cuya capacidad
de afrontar su inserción social es mucho menor, pensemos en los mayores de bajo
estatus, y/o con poco nivel formativo, y/o con alguna discapacidad, por
ejemplo. Por otra parte, a más tiempo libre mayor exposición, potencial, a
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

ciertos peligros sociales, y nos referimos con ello a hábitos y estilos de vida
negativos, y/o comportamientos destructivos, etc.
Por una parte la búsqueda de nuevos roles y la realización de
actividades, y por otra el apoyo en la familia y los amigos, así como en algún
tipo de organización, asociación o club, pueden propiciar, en estas personas, la
reconstrucción de su identidad y su toma de posición social en esta etapa
de su vida. Respecto de las actividades de ocio y altruistas en concreto,
María Teresa Bazo (2002) señala como éstas, en cuanto a actividades que
conllevan compromiso, comparten con la actividad laboral y profesional la cualidad
de estructuración del tiempo, y de proporcionar un sentimiento de utilidad
social. Una “reconquista”, recuperación, de los ritmos y del sentimiento de la
competencia social.
En resumen, el desarrollo de una adecuada adaptación e integración
social permitirá un adecuado ajuste personal y social al mayor, que le aporte
bienestar y calidad de vida en esta nueva etapa. No obstante, no podemos
dejar de considerar que la diferente actitud con la que los sujetos viven esta
época de su vida, cómo se adaptan, cómo se integran, va a depender de
factores biológicos culturales [edad, sexo, salud], de factores sociales y
culturales [género, nivel de estudios, situación económica, situación familiar,
relaciones sociales], y se va a ver afectada por el factor psicológico. Hemos
dado a entender a lo largo de este escrito que sería un error considerar a las
personas mayores como un grupo de comportamiento homogéneo.
Tendremos que observar, entre otras, las diferencias derivadas de la
pertenencia a distintos subgrupos de edad, las que tiene origen en el
género o las que existen por clase social, como entre cualquier otro colectivo o
grupo. Existen formas distintas de envejecer socialmente.

TIEMPO LIBRE Y OCIO EN LOS MAYORES


Como hemos manifestado, el envejecimiento sociocultural conlleva, entre
otros aspectos, una mayor disponibilidad de tiempo. Los mayores disponen de
gran cantidad de “ti e m p o lib r e”, definido como aquel del que el individuo
dispone una vez que se ha lib e rado de l a o bliga c i ó n de tr a b a j a r . Pero
el individuo en su cotidianidad, además de su ocupación laboral, tiene que
prestar atención a toda una serie de obligaciones en el desenvolvimiento
de su vida -pensamos en la satisfacción de sus necesidades básicas, cuidados
de salud, la atención a familiares, etc.-, que si bien no pueden ser
calificadas como trabajo, tampoco lo son de ocio. Por lo tanto, disponer de
tiempo libre no significa necesariamente disfrutar de ocio. Estaríamos más de
acuerdo en reparar en el ocio como a c titud con la que se ocupa el tiempo libre.
En este sentido, ya Aristóteles (Ética a Nicómaco) establece una primera
distinción entre “tiempo libre” y “ocio” [skholé ], estableciendo que el primero no
implica necesariamente el segundo, y s ó l o cu a n do e l ti e m p o lib r e s e
u s a de una f o r m a
c o rr e c ta y s a bia p u ede llega r a s e r o c i o .
Rechazada por simplista la identificación de tiempo libre con ocio, y
con el propósito de delimitar éste último concepto, acudimos a uno de los autores
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

más reconocidos en este campo: John Neulinger (1974), quien considera como
ocio la actividad que es libremente elegida por la persona, y se lleva a
cabo sin tener otro propósito adicional distinto a la propia satisfacción que supone
realizarla. ¿Qué tiene de especial esta definición de ocio?. Su elección
responde a que se trata de una definición que contiene las dimensiones
fundamentales que delimitan el concepto: lib e rtad e n l a e l e cc i ó n -la
actividad es voluntariamente elegida-, m otiv a c i ó n i n trí n s e c a -la actividad
proporciona al individuo recompensas personales y subjetivas- y o ri e n ta c i ó
n fi n a list a - la actividad contiene en sí misma la finalidad de su
realización. Estas dimensiones rubrican el carácter subjetivo del ocio, y dan
idea de la importante influencia de los factores culturales en la clasificación
de una actividad como tal. A propósito de esto último, habremos de señalar otra
simplificación bastante común consistente en identificar la actividad en sí
[pasear, ver televisión, practicar deporte, jugar a las cartas, hacer teatro,
voluntariado...] como ocio. En el ocio se van a poner de manifiesto muchos
aspectos importantes del individuo, como la etapa de la vida, la edad, los
estilos de socialización y las preferencias en las actividades.
Hay una gran cantidad de actividades que pueden incluirse dentro de la
categoría de ocio. Incluso, ciertas habilidades y actividades, pueden contener
aspectos de las categorías de trabajo o sostén económico y de ocio a la vez.
Dentro de los intentos de clasificación de estas actividades, y con miras en
nuestro desarrollo argumental futuro, recogemos el de Richie (1975) que
agrupa las actividades consideradas como ocio en cuatro ejes, y las
clasifica en: actividades activas frente a actividades pasivas, actividades
individuales frente a actividades grupales, actividades simples frente a
actividades complejas, y actividades que son para pasar el rato frente a
actividades que requieren una mayor implicación.
Pero alrededor del ocio se han construido otras clasificaciones que
focalizan sobre el tipo de necesidades que satisfacen las actividades de ocio.
Para Kabanoff (1982) once son los grandes grupos de necesidades que
subyacen a las diferentes formas de ocio: autonomía -relacionada con la organi-
zación de proyectos y actividades significativas personalmente-, relajación
-descanso de cuerpo y/o mente-, actividades familiares -persiguen el
refuerzo de este tipo de vínculos-, huir de la rutina -evasión-, interacción
-compañía y nuevas amistades-, estimulación -nuevas experiencias-, uso de
habilidades, búsqueda de salud, estima -ganar el respeto y admiración de los
demás-, desafío o competencia -ponerse a prueba- y liderazgo o poder social.
En un sentido similar, Tinsley (1984), identificó, y agrupó en torno a ocho
grandes grupos, los tipos de necesidades satisfechas por distintas actividades de
ocio; necesidad de: “expresión del yo” -manifestarse a través del uso creativo de
sus capacidades-, compañerismo -relaciones de apoyo en las que sentirse
aceptado y valorado por los demás, con el consiguiente incremento de la
autoestima-, poder -percibir control sobre situaciones sociales, y ser objeto de
la atención de los otros-, compensación -experimentar algo novedoso o inusual,
de romper con la rutina diaria-, seguridad -comprometerse en una actividad
que le asegure la ausencia de cambios no deseados, y que garantice que
sus esfuerzos serán reconocidos y valorados-, servicio -ayudar a los demás-,
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

intelectual y estética -estimulación intelectual, participar en actividades


artísticas- y autonomía -hacer las cosas por sí mismo.

Envejecimiento y ocio
La etapa de la vida resulta determinante en la concepción del ocio.
Pensemos a este respecto en los cambios personales o en las
modificaciones en las oportunidades posibilitadoras del ocio, a nivel
personal y social, que se van produciendo durante la vida. El segmento de las
personas mayores se constituye como un grupo diferenciado, con
características, intereses y demandas socioculturales propios, frente a un “tiempo
de ocio”, que al mismo tiempo ha de ser interpretado en términos
individuales, y en la relación con los demás miembros del grupo, lo que
implicaría la consideración de las esferas personal y comunitaria.
Otro de los aspectos individuales que se van a poner de manifiesto en el
ocio, son los estilos de socialización, que van a jugar un papel primordial al
respecto. Ya en su momento, aludíamos a la impronta, en la forma de
entender y vivir la vejez, de una socialización en un determinado modelo de
vejez, que por mor del paso de los años perderá vigencia contextual. La
implicación social que ello supone, que se refleja en la expresión y
canalización del ocio, va a resultar palpable, sobre todo, en la demarcación de
las oportunidades, desde la sociedad y en concreto desde sus coetáneos, y
en la autorestricción en la ejecución de las mismas. No habremos de olvidar
que las oportunidades para participar en actividades también de ocio,
reflejan expectativas normativas.
En su momento, nos hemos referido al ocio y las relaciones sociales como
causa fundamental del bienestar de los mayores, en un engranaje en el
que los mayores van a poder satisfacer sus necesidades de actividad a través de
las distintas experiencias de ocio, que al tiempo les van a proporcionar
canales de interacción social y de realización personal. La teoría nos informa de
los beneficios del ocio en los mayores, por su influencia en la salud y el bienestar
subjetivo, mediante su capacidad para facilitar conductas de afrontamiento en
respuesta a los sucesos y estresores vitales (Coleman e Iso-Ahola, 1993).
Por una parte, siendo las principales características del ocio la percepción de
libertad y la motivación interna, ello permite el desarrollo y mantenimiento
de s e n ti m i e n to s de c o n tr o l s o bre l a propia v ida ; y cuando las personas
sienten que disponen de capacidad para controlar lo que les ocurre en sus vidas,
suelen experimentar una mayor salud mental y física (Mannell y Kleiber,
1997). Al tiempo que la participación en actividades de ocio que, por su
propia naturaleza, tienen un importante componente de i n t e r a cc i ó n s o c i a l
, facilitan la percepción de apoyo a través del compañerismo y de la
amistad (McCormick y McGuire, 1996).

TIEMPO DE OCIO Y CALIDAD DE VIDA EN LAS PERSONAS MAYORES


En este punto, antes de adentrarnos en el diseño de una “propuesta tipo”
de ocio para las personas mayores, quizás sea momento de recopilar los
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

pilares teóricos que nos sirven de referencia, y que hemos expuesto a lo


largo de estas páginas.
La perspectiva del e n v e j e c i m i e n to con la que trabajamos, observa
el mismo como un proceso natural y paulatino y, lo que para nuestro análisis
requiere gran importancia, variable y diferencial, lo cual nos indica que
debe ser considerado como un proceso sobre todo i n d i v idual . Un análisis
que, por otra parte, se efectúa en términos de p ote nc i a lidad , rehuyendo del
modelo basado en los déficits, para aplicar el modelo basado en la
competencia. (María Teresa Bazo, 1992), (Lehr, 1991).
En consonancia con la teoría de la c o n ti nuidad , entenderemos, con
Havighurst (1961), que diferentes personas con diferentes valores, diferirán de
manera igualmente distinta sobre lo que para ellos es una buena vejez. Esta
teoría establece que las personas mayores preferirán, como en otras etapas de
sus vidas, los patrones de comportamiento que supongan una continuidad a
los que supongan un cambio substancial en sus vidas, aunque ello no quiera
decir que se de una ausencia total de cambio, sino que hay un predominio
en la continuación de esquemas anteriores. De igual modo, establece que no se
puede generalizar la idea de la desvinculación social del sujeto durante el
envejecimiento, ni tampoco que un aumento de su actividad o participación
collevará un incremento, de igual volumen, en su nivel de bienestar
subjetivo; sí, que el nivel de actividad que una persona va a mostrar en esta
etapa, estará en función de su trayectoria vital y del patrón de actividades que
haya venido presentando.
Basamos nuestro desarrollo en la delimitación del concepto de ocio, en
base a la definición de John Neulinger (1974), en la que se resaltan sus
elementos constituyentes: lib e rtad e n l a e l e cc i ó n , m otiv a c i ó n i
n trí n s e c a y o ri e n ta c i ó n fi n a list a , que sobre todo ponen de manifiesto
el carácter subjetivo del ocio. Y destacar, además, que observamos el ocio
como a c titud , en referencia al empleo del tiempo libre, y no como desarrollo
de una actividad concreta.
Compartimos la idea de que las actividades de ocio tendrán importancia
tanto por su efecto altamente significativo en el proceso de adapta c i ó n a la
pérdida de los roles productivos (Herzog, Franks, Markus y Holmberg,
1998), en las que jugarán un papel asimilable a las actividades productivas;
como, y de modo más general, por su influencia en la calidad de vida, en el
bienestar personal de los mayores en esta etapa, a través del fortalecimiento de
la percepción del control sobre la propia vida, de auto c o n tr o l , y de a
poyo s o c i a l . Al hilo de ello, estamos de acuerdo en seguir el esquema
dibujado por Tinsley y Tinsley (1986), que pone de manifiesto la relación
entre la s atisf a cc i ó n de una serie de n e c e sidades y los beneficios
psicológicos derivados del ocio, en una secuencia de experiencias de ocio, que
conlleva la satisfacción de las necesidades psicológicas, lo que contribuye a
la salud física y la salud psíquica y, por ende, coadyuva a la satisfacción vital y
al crecimiento personal.
Pero retomando nuestro discurso, centrado ahora en sustentar las bases
para el esbozo de un modelo de ocio para los mayores, debemos recalcar que
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

puesto de manifiesto el carácter subjetivo del ocio, al destacar como aspectos


básicos del mismo la libertad en la elección y la satisfacción personal que
implica su ejercicio, ello nos da idea del número de factores individuales que
influyen en la percepción de ciertas actividades como ocio y en las posibi-
lidades de su ejecución -en la interpretación que del ocio hagan los
mayores. Por otra parte, están el tipo de necesidades que subyacen a las
diferentes formas de ocio: necesidades básicas de vida de los mayores, referidas
fundamentalmente al mantenimiento o recuperación de la salud; necesidades
personales y de desarrollo personal; necesidades de interacción entre
coetáneos y con la sociedad. Ámbos -factores intervinientes en la interpre-
tación del ocio y necesidades subyacentes a las diferentes formas de ocio-
van a ser los ángulos sobre los que construir una propuesta de un modelo de
ocio para las personas mayores.
Comenzando por estos factores, los hay que tienen una base biológica,
son elementos constitutivos del individuo -parte esencial o fundamental del
mismo, y que lo distinguen de los demás- [edad, sexo]. Otros van a forman
parte de la situación sociocultural del individuo, y han sido adquiridos lo
largo de su desarrollo [estado civil, cargas familiares, estudios, profesión,
ingresos]. A medio camino entre los primeros y los segundos habremos de
observar la variable salud, por lo que tiene de componente biológico y de
relación con los estilos de vida, saludables o potenciadores de riesgos para la
misma. Otros factores constituyen elementos del entramado de su personalidad
[creencias y actitudes] o vienen derivados de sus propias vivencias sociales
[integración social, valoración de las relaciones]. Por último, están los
factores ambientales o contextuales como coadyuvantes en la interpretación de un
tiempo de ocio [hábitat, lugar de residencia y recursos y medios externos]. Pero,
¿de qué forma intervienen estos factores en la percepción y la ejecución de ocio?.
A modo de ejemplo, y centrándonos en la percepción que los mayores
tienen del ocio, observamos que la edad influirá desde varios ángulos.
Desde una perspectiva generacional, teniendo en cuenta que cada vez es mayor la
trascendencia y significación que se da al ocio en cualquier etapa de la
vida, es precisamente a partir de la jubilación cuando este adquiere mayor peso
específico. En cuanto a la edad cronológica, el ocio adquiere una mayor
importancia en las edades más jóvenes; y su configuración, con frecuencia, irá
acompañada de una relativización del valor del trabajo, como referente
único en la satisfacción o identificación personal del sujeto. Relacionados
con la edad, los diferentes estilos de socialización que van a jugar un
papel primordial en la forma de entender y vivir la vejez, y consecuentemente en
la conceptualización que del ocio hagan los mayores. En cuanto al s exo , la
percepción del ocio como un valor, siempre con carácter general, y princi-
palmente en las generaciones más mayores, aparecerá valorada más positi-
vamente por los hombres.
En cuanto al e stado c i v il reparamos en que serán las personas solteras o
viudas las que muestren una percepción más positiva hacia el ocio. Muy
relacionado con el anterior, el factor presencia o ausencia de h ij o s en la
familia, que bien puede hacerse extensible a cargas familiares de otro tipo; los
individuos sin hijos y sin personas dependientes a su cargo, es probable que
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

también tengan una visión más positiva del ocio. Los factores nivel de
estudios, profesión y nivel social y económico -estatus-, estarán estrechamente
imbricados en la percepción del ocio. Así, se espera, en general, de los
mayores con un mayor nivel de e stud i o s o formativo que valoren en mayor
medida el ocio, y muestren un mayor interés por sus actividades. En cuanto
a la pro f e si ó n y el e statu s social, observamos que a mayor nivel de
cualificación profesional y estatus social, se dará con frecuencia una
valoración más positiva del ocio; por contra, el segmento de población más
ligado a la producción material y cuyas experiencias de aprendizaje están
vinculadas casi exclusi- vamente al trabajo, mostrará una menor valoración de la
creatividad o de la utilización no productiva del tiempo. Por último, en
cuanto al luga r de r e si de nc i a , un hábitat urbano creemos favorece,
frente a uno rural, un modelo de vida donde la utilización no productiva del
tiempo es valorada más positi- vamente.
Con referencia a las oportunidades, las posibilidades de ejecución o
realización del ocio, estas se verán influidas por la presencia o ausencia de
recursos tanto personales, como instrumentales. En primer lugar, habremos de
detenernos en los factores de tipo biológico, y en concreto asociados a la
funcio n alidad o la competencia, que van a marcar una primera
disquisición en la posibilidad de participación en actividades de ocio. A lo
largo del proceso de envejecimiento, se producen variaciones en la autonomía
personal de los individuos. A este respecto, los estudiosos del tema estarían de
acuerdo en delimitar dos etapas diferenciadas: la primera, que abarcaría
aproximadamente hasta los setenta y cinco años, marcada por la independencia
funcional y caracterizada por el “envejecimiento activo”; y una segunda, a
partir de los setenta y cinco años, marcada por una mayor dependencia
funcional, es una etapa en la que las oportunidades de ocio se van a ver
cuando menos condicionadas o restringidas, si no imposibilitadas. De esta
manera, estamos aludiendo a la impronta de la edad y la salud real en las
posibilidades para el ocio.
Otros predictores de la participación con base en los recursos
personales de los mayores van a ser, por ejemplo, un buen estado de s a lud , y que
así sea percibido o valorado por la persona, lo que determinará tanto las
actividades que elige, como la medida -frecuencia, ritmo e intensidad- con
que las realiza. La salud real, va a ser determinante en la ejecución de
actividades específicas; a este respecto salud y autonomía serían cuasi
equivalentes. Otro predictor será el s exo , ya que se observa que los
hombres participan en mayor medida en actividades de ocio; y aunque se
dan toda una serie de actividades comunes a hombres y mujeres, los
estereotipos sociales sin embargo juegan un papel importante en la elección,
por tanto el sexo orientará el tipo de actividad, el lugar y los “otros” con los
que se llevará a cabo.
Respecto al e stado c i v il , ser soltero/a, separado/a o viudo/a, al igual
que no tener c a rgas f a m ili a r e s -hijos o personas dependientes-, favorece
una mayor ejecución de actividades de ocio. En cuanto a los e stud i o s , a la
formación, podemos suponer que éste será un factor predictivo sobre todo del
tipo de actividades elegidas. Igualmente creemos que el tipo de a c ti v
idad pro f e si o n a l desarrollada hasta el momento, y lo que de ella se derive
en la
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

forma de organización del tiempo, indicará u orientará el tipo de


actividades a realizar, su frecuencia y ritmo. Así como entenderemos que un
poder adquisitivo acomodado, unos i n g r e s o s suficientes, será un
propiciador de primer orden del ocio.
En el apartado reservado a los factores derivados de la personalidad y
de las propias vivencias de los mayores, habremos de señalar como
predictores de la participación en actividades de ocio, una positiva autoperc e
p c i ó n del sujeto; y es que la autoestima, observaremos, determina una mayor
predispo- sición hacia diversos ocios. También, debemos apuntar a la
pr á c ti c a de a c ti v idades de o c i o en su historia personal, como un excelente
predictor. Pero, además de estos factores personales, propios del individuo - i n
tr a p e rs o n a l e s, en terminología de Crawford, Jackson y Godbey (1991),
existe otro grupo de factores “i n t e rp e rs o n a l e s”, que ampara las
circunstancias personales derivadas del contacto con familiares, amigos o
compañeros, que van a condicionar las actividades de ocio. Entre estos
últimos, serán un buen predictor los m odelos pr óxim o s de familiares y
amigos con una participación positiva en actividades de ocio, ya que además
de permitir observar las consecuencias positivas que éstos obtienen en su
práctica de ocio, facilitan el contar con “otros” en la realización de actividades.
Una i n teg r a c i ó n s o c i a l y una v a l o r a c i ó n p o siti v a de l a s r e l
a c i o n e s i n t e rpreso n a l e s van a favorecer por lo pronto el
mantenimiento de sus redes sociales, y la apertura a relaciones con grupos
extraños a su círculo relacional más próximo.
Por lo que respecta a la influencia de los recursos instrumentales,
materiales o de infraestructura en las oportunidades de participación de los
mayores en actividades de ocio, serán facilitadores de la misma, por ejemplo,
vivir en un hábitat u rb a n o , puesto que a sus residentes les suponemos una
mayor disponibilidad de acceso a instalaciones, grupos, incentivos y posibi-
lidades relacionados con el ocio, frente a los residentes en el medio rural. Un
caso algo distinto lo plantea el hecho de r e si d ir bien en el do m i c ili o o
bien en una i n stituc i ó n , ya que deberemos considerar la variable autonomía.
En el caso de que la salud permita la autonomía, la permanencia en el
domicilio favorece la utilización de recursos comunitarios; sin embargo, ante
limitaciones de salud restrictivas de la autonomía, los recursos para el ocio
serán mayores dentro de una institución.
Al ocuparnos de las necesidades que subyacen a las diferentes formas de
ocio de los mayores, quizás sea el momento de retomar la idea de reparar
en el ocio como actitud con la que se ocupa el tiempo liberado de la
obligación de producir, que ha de ser “correcta y sabia” en palabras de
Aristóteles; que potencie un envejecimiento s a n o y ple n o , p o siti v o y
adaptado, e i n teg rado,
a c ti v o y p a rti c ip ativ o, a nuestro entender.
Un envejecimiento s a n o y ple n o, implica un tiempo de ocio que
aborde las necesidades básicas de vida de los mayores. Que les permita
mantener o recuperar aquello que parece negárseles por el hecho de ser
mayores, como son la salud mediante el autocuidado, la actividad, la energía.
Un ámbito de diversión y entretenimiento, diferente de lo cotidiano,
novedoso, que favorezca prácticas con fines lúdicos y terapéuticos.
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

Un envejecimiento p o siti v o y adaptado , supone un tiempo de ocio que


tenga en cuenta las necesidades personales y de desarrollo de los mayores.
Que les permita sentirse personas activas y útiles, con un proyecto de vida,
con seguridad y confianza en sí mismas y en la etapa que están viviendo. Un
ámbito de posibilidad para aquellas capacidades que, por la edad, se cree
ya no se pueden desarrollar.
Un envejecimiento i n teg rado, a c ti v o y p a rti c ip ativ o , presume un
tiempo de ocio que facilite y potencie la interacción entre coetáneos y con
la sociedad. Que favorezca la amistad, las relaciones sociales y la
implicación en los asuntos de la comunidad. Al tiempo que un espacio en
el que se fomente la realización de actividades diferentes a las domésticas,
lo que permitirá abrir, o en su caso crear, otros ámbitos de identificación
con los coetáneos. Un espacio de participación social y comunitaria, en el
que las organizaciones sociales de personas mayores, a través de lo que significa
la idea de asociación como medio de interacción e integración social de los
participantes, tienen clara relevancia.

Una propuesta tipo de ocio para las personas mayores


Como primera premisa, nuestra propuesta huirá de generalizaciones
absolutas. Al igual que no contemplamos el proceso de envejecimiento como
uniforme, sino como variable y diferencial, como un proceso sobre todo
individual, del mismo modo, deberemos observar la “utilización” del
tiempo de ocio. A este respecto, tendremos que tener en cuenta los factores
personales -físicos, de situación, de personalidad o vivenciales- y la elección
individual -en consonancia con sus valores y modelo de autoconcepto- en la
búsqueda del mayor desarrollo personal.
En el mismo sentido de rechazo de propuestas absolutas y prescriptivas,
nos decantaremos por referir uno u otro tipo de ocio sobre la base de los
beneficios potenciales, tanto objetivos como subjetivos, que su ejercicio
conlleva para los mayores que lo practiquen. Nuestra propuesta contempla el
hecho de que cuanto mayor sea el abanico de actividades -activas o pasivas,
individuales o colectivas, simples o complejas, para pasar el rato o con mayor
implicación- que la persona practica y disfruta, mayores serán sus posibi-
lidades de ejecución, y menores las de tiempo “vacío” o desocupado. De esta
forma, y a modo de ejemplo, si una persona es capaz de disfrutar de un
ocio de tipo individual o de tipo grupal, colectivo, en aquellas ocasiones en
que esta persona no cuente, circunstancial o coyunturalmente, con
compañía podrá desarrollarse de modo individual. No obstante, nuestra propuesta
tipo, basada en la cobertura de necesidades y los beneficios derivados,
sugiere un tipo de ocio activo y productivo, que se ocupe del bienestar cotidiano,
que les permita a los mayores sentirse personas activas y útiles, con un
proyecto de vida y con seguridad y confianza en sí mismas, y potencie o
reconstruya las redes de relación social y que favorezca la participación del
mayor.
La configuración del ocio que proponemos, defiende la efectividad de
desarrollar un ocio que, al tiempo que debe ir en consonancia con la
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

evolución y valoración personal del individuo, favorezca al máximo la


percepción de control de su propia vida y la interacción social; lo cual
implicará autoestima, elevará el estado de ánimo, disminuirá los efectos
negativos de los sucesos vitales estresantes -viudedad, soledad, jubilación-,
conllevará apoyo emocional y una adecuada integración social, permitiéndole,
todo ello, percibir un mayor nivel de satisfacción vital.
Sobre estas bases, cualquier propuesta de ocio para los mayores ha de ir
encaminada a satisfacer una o varias de sus necesidades individuales, con
lo que el ejercicio de las actividades de ocio, de uno u otro tipo, ha de reportar
potenciales beneficios al sujeto que las realiza. En un intento de relacionar
tipos de actividades [tipología de Richie (1975)] y satisfacción de necesidades
individuales [tipologías de Kabanoff (1982) y de Tinsley (1984)] podremos
entrever que:
Las actividades a c ti v a s [nadar, jugar al tenis, montar en bicicleta, pescar,
escribir cartas, relatos o poesía, tocar un instrumento musical...] fundamen-
talmente, favorecerán la u tiliz a c i ó n de l a s habilidades y destrezas de los
mayores; al tiempo que potenciarán la b ú sq u eda de l a s a lud , a través del
mantenimiento de una buena forma física y un estado vital saludable.
A las actividades p a siv a s [ver teatro, cine y otros espectáculos...], a primera
vista, se las relacionará con la necesidad de r e l a j a c i ó n , que permitieran dar
un descanso al cuerpo y/o a la mente; pero también se las vincula a otro tipo de
necesidades como son las i n t e l e c tuales y e stéti c a s , eso sí, desde el
ángulo de mero espectador.
Las actividades i n d i v iduales [leer libros, escribir relatos o poesía, pasear,
escuchar la radio...], potenciarán la vivencia de la s o ledad deseada , la
necesidad de la persona mayor de hacer cosas por sí sola, sin por ello experi-
mentar sentimientos negativos; y favorece la “auto n o m í a ”, la organización de
proyectos y actividades que resulten significativas desde un punto de vista
personal.
Las actividades g r u p a l e s [practicar juegos de mesas, visitar museos,
exposiciones, jugar al tenis, jugar fútbol sala…] abarcan la cobertura de un
número importante de necesidades personales, las principales quizás sean
la de interacción social -que permitirá a los mayores disfrutar de compañía de los
demás- y la de hacer nuevos amigos -que satisfará la necesidad de estima, a
través de acciones que le permitan ganarse el respeto o admiración de los
demás. En concreto, el tipo de acciones grupales incidirán positivamente
en las relaciones de apoyo; a través del c o m p a ñ e ris m o , en el
reconocimiento e integración, de un modo lúdico, la persona se sentirá aceptada
y valorada por parte de los demás, incrementando así su autoestima. De
mismo modo, este tipo de actividades permitirá satisfacer la necesidad de s e
r v i c i o o de asistencia y ayuda a los demás, con lo que ello conllevará
de autosatisfacción o valoración personal. También, será en la ejecución de
actividades grupales donde la capacidad de li de r azgo pueda ser satisfecha,
a partir del desarrollo de actuaciones en las que poder desempeñar un papel
destacado de liderazgo; de igual modo, es en este ámbito de actuaciones en
las que los mayores pueden satisfacer el deseo de poder s o c i a l , en la
percepción de que controlan
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

situaciones sociales y de que, por ende, son objeto de la atención de los


demás. Por último, será a través de este tipo de actividades, esta vez
reducidas al ámbito grupal más próximo, en a c ti v idades f a m ili a r e s , que
se verán reforzados los vínculos entre sus integrantes.
Las actividades si m ples [ojear revistas, ver televisión, escuchar la
radio, ir de compras…], se van a relacionar con la necesidad de los
mayores de sentir c o n tr o l , que manejan las situaciones.
Las actividades c o m plejas [practicar fotografía, manejar un ordenador,
pintar…] cubrirán principalmente las exigencias i n te l e c tuales y e stéti c as de
los mayores, con un compromiso mayor que el de simple espectador;
pensemos en las necesidades de estimulación intelectual o de participar en
actividades de carácter artístico. En un sentido similar, este tipo de actividades
satisfará la necesidad de los mayores de manifestarse a través del uso creativo
de sus capacidades -necesidad de expresió n del “yo” -; e, igualmente, la
de e sti m u - la c i ó n , a través de actuaciones que les aporten nuevas
experiencias. Por otra parte, las actividades complejas enfrentan al individuo al
desa fí o , al ponerle a prueba en situaciones difíciles, con el consiguiente
nivel de autosatisfacción que le proporcionará el superarlas exitosamente, un
reto de superación y estimulación.
Las actividades p a r a p a s a r e l r ato [ir de compras, pasear…].
Relacionadas con la necesidad de seg u ridad , aludirán a la satisfacción que
experimenta la persona cuando se compromete con una actividad que le
asegura la ausencia de cambios no deseados, y que a la vez le garantizan que sus
esfuerzos se reconocerán y serán valorados por los demás.
Por último, las actividades q u e r e q u i e r e n de una m ayor i m pli c a
c i ó n [voluntariado, hacer teatro…], permitirán que los mayores satisfagan
la necesidad personal de experimentar algo novedoso o inusual, de
romper, de h u ir de l a r u ti n a diaria, de poder olvidarse de las
responsabilidades a través de actividades que exijan un esfuerzo y dedicación.
Ahora bien, la actividad concreta, específica, a través de la que esas
necesidades individuales se van a ver satisfechas, dependerá de factores
personales. Las preferencias en la elección y ejecución de una actividad u
otra, en cualquier etapa de la vida, van a estar influidas por la satisfacción que la
realización de estas actividades reporta al individuo, y por las normas
sociales. Si bien, en el proceso de envejecimiento, aumentará de forma
progresiva el peso que, a la hora de elegir las actividades para ocupar su
ocio, van a tener las experiencias previas y el placer que se experimenta al
realizarlas (Atchley, 1993).
Para finalizar, y a modo de recapitulación y conclusiones, sobre que
aspectos deben tenerse en cuenta en el diseño de un modelo de ocio para los
mayores, diremos que:
• El objetivo que se persigue es que los mayores en esta etapa de la vida,
como en las anteriores, potencien una vivencia positiva y el
desarrollen al máximo sus potencialidades.
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA

• Las actividades de ocio facilitarán la adaptación personal del mayor a


esta nueva etapa de la vida, le dotarán de una sensación de control
o de autodeterminación sobre su propia vida, y potenciarán una adecuada
integración social.
• La percepción de libertad y la satisfacción personal, rasgos
definitorios del ocio, facilitan, en la ejecución del mismo, el desarrollo y
manteni- miento de sentimientos de control sobre su vida, que
conllevará beneficios físicos y psicológicos para el mayor [incremento de
su autoconcepto, disminución del sentimiento de soledad, aumento del
estado de ánimo, adquisición y mantenimiento de hábitos
saludables…] y actuará como “protector” ante los riesgos provocados o
favorecidos por la ausencia o déficit en su adaptación y/o integración
[aislamiento, mayor exposición a hábitos no saludables o conductas de
riesgo, ausencia o déficit de conductas de autocuidado…].
• A través de la utilización positiva del ocio los mayores deberán poder
satisfacer varias de sus necesidades: las relacionadas con las
necesidades básicas [búsqueda de salud, relajación y descanso, estimu-
lación intelectual y estética, huida de la rutina…], las vinculadas a la
necesidades individuales y de desarrollo personal [autonomía,
seguridad, estima, competencia, expresión del yo…] y las
necesidades de interacción entre coetáneos y con la sociedad
[compañerismo, estima, liderazgo, poder social…].
• Son varias las parcelas personales que cubren las actividades de ocio: la
recreativa, la de identidad, la de sociabilidad, ámbitos que tienen
influencia directa en el bienestar subjetivo del mayor, en su calidad de
vida; cuestión, ésta, importante en cualquier etapa de la vida y más
significativamente en ésta en la que se están produciendo varias
situaciones de estrés vital a un tiempo.
• La elección de actividades de ocio a desarrollar serán opciones
seleccionadas individualmente, con significación en función de la
trayectoria vital previa del sujeto, mediada por su proceso de sociali-
zación, y con referente en la satisfacción derivada de su ejecución. La
percepción que el mayor tenga del ocio influirá, de forma
significativa, en su aproximación a la ejecución, así como en su
mantenimiento en la práctica de las mismas.
• Igualmente, será de gran importancia la facilitación social de oportu-
nidades de ocio para las personas mayores, así como una intervención
que fomente el uso de servicios de recreación, donde las actividades de
ocio puedan ser desarrolladas.
• Por último, nuestra propuesta tipo sugiere un tipo de ocio activo y
productivo, que se ocupe del bienestar cotidiano, que permita a los
mayores sentirse personas activas y útiles, con un proyecto de vida y
con seguridad y confianza en sí mismas, que potencie y reconstruya las
redes de relaciones sociales y favorezca la participación social del
mayor.
OCIO EN LOS MAYORES: CALIDAD DE VIDA

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SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

Mª Victoria Hern a n do Ib eas


“…A v e c e s fr e cu e n to l o s c laustros c risti a n o s
y a veces lam
ezquita. Pero e s a ti a q u i e n b u s c o de t
e m plo e n t e m plo.
Lo t u yo n ada ti e n e q u e v e r c o n l a herejía o l a o rtodoxia,
........................................................................................................”
ABÚ-L-FAZL AL-ALLAMI
Delhi, fi n e s del s.XVI.

INTRODUCCIÓN
De forma general, entendemos por vejez aquella etapa del ciclo vital que
comienza a partir de los 65 años, pero esta frontera no aporta un sentido
biológico claro, sino que más bien se trata de un criterio de organización más
amparado en cuestiones sociales (jubilación), a partir del cual asignar
funciones, roles, normas y expectativas. Bajo este criterio ciertas sociedades,
donde el modelo de valores dominante es un “modelo joven”, realizan
numerosas atribuciones incorrectas respecto de los mayores y permiten y
transmiten una representación mental de la vejez íntimamente ligada al
deterioro y la involución.
Hoy sabemos que esta concepción del proceso de envejecimiento es
errónea. No existe invariablemente un deterioro o pérdida de capacidades. Las
diferentes variables bio-psico-sociales que afectan al individuo desde que nace
hasta que muere, no sólo la edad, hacen que se produzcan cambios (no obliga-
toriamente ni con tanta frecuencia como se cree en sentido negativo) en las
diferentes capacidades. Mientras algunas de éstas pueden deteriorarse, otras se
mantendrán o incluso pueden enriquecerse algunas y adquirirse otras
nuevas, y en este sentido, podemos hablar tanto de capacidades vinculadas a
la sexualidad de la persona, como de capacidades cognitivas, emocionales, etc.
Sin embargo, el peso de los mitos y prejuicios que acompañan al
concepto de vejez aún es demasiado significativo y los propios mayores se
ven en “la obligación” de corresponder y asumir el rol asignado puesto que
también participan de estos estereotipos culturales. Cambiar esta construcción
social de la vejez se convierte en un objetivo primordial si deseamos
plantear la vida sexual y afectiva como fuente de satisfacción y bienestar,
puesto que si nuestros mayores continúan interiorizando el modelo social y sexual
propio
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

de la juventud, pueden sentirse frustrados, incomprendidos, insatisfechos e


incluso indignos. La persistencia de ciertos valores y concepciones ideológicas
pueden llegar a convertir en un problema personal y social aquello que de
forma natural es origen de satisfacciones.
“Deberíamos llegar a conocer y conceder el sentido que cada edad puede
tener, en lugar de imponer valores de una u otra a todas las demás. Cada edad
tiene formas de ser que le son propias, como dijo Rousseau, para referirse
a la infancia. Los viejos también tienen maneras de ser que les son propias.
Ellos y la sociedad entera, pueden mejorar si conseguimos darle sentido a la
vejez”1.
La sexualidad, al igual que el pensamiento, las conductas y otros aspectos,
aparece sujeta en el individuo a cambios y modificaciones relacionados con la
edad, el medio, la educación…, etc. Hoy, a principios del siglo XXI el
concepto de sexualidad y las manifestaciones de la misma parece diferen-
ciarse, sobre todo en algunos contextos, sustancialmente de la concepción
reinante en el pasado siglo. Sin embargo, obviamente, no es así en todos los
casos y si además, atendemos a la sexualidad de los mayores, la herencia
conceptual y educativa del siglo XX adquiere un peso significativo sobre el
que merece la pena reflexionar cuando queremos acercarnos al mundo
afectivo y sexual de las personas de edad avanzada.
Las circunstancias políticas, religiosas y sociales de la España del siglo
XX proyectaron una “educación” sexual estrictamente definida. Hablamos de
una concepción que identifica la sexualidad funcionalmente (procreación),
topoló- gicamente (genitalidad), jurídicamente (matrimonio),
conductualmente (heterosexual), genéricamente (varón) y cronológicamente
(joven/adulto). Un mínimo de conocimiento, contacto con la realidad y
espíritu crítico desbancan estas limitaciones, sin embargo este encuadre ha
permanecido y permanece en
los intereses y manifestaciones sexuales de muchos individuos y no como una
opción elegida sino como la única posibilidad de vivir la propia sexualidad
y de cómo debe ser vivida por los demás.
Predicar que la única o la más lícita finalidad de las relaciones
sexuales es la procreación, elimina automáticamente los objetivos de
comunicación, afectividad, placer, complicidad, ternura y tantos otros
beneficiosos efectos que proporciona el sano ejercicio de nuestra sexualidad,
además de mostrar una cruel medida para todos aquellos a los que la
naturaleza ha privado de la posibilidad de tener descendencia o simplemente
no desean tenerla, o como en el caso de mujeres mayores la capacidad
fisiológica no lo permite. A partir de esta primera premisa se identifica
claramente la limitación de las experiencias sexuales al área genital y a la
relación coital aún cuando las terminaciones nerviosas receptoras de nuestras
sensaciones se extienden a lo largo de todo el cuerpo y por tanto no sólo
el área genital puede ser origen de placer y bienestar.
Coherentemente con estos dos condicionantes anteriores, heredamos la
idea de que la sexualidad aparece en nuestras vidas a partir de la adolescencia

1. López Sánchez, Félix y Olazábal, Juan Carlos (1998): “Sexualidad en la vejez”.


Ediciones Pirámide. Madrid.
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

y podemos disfrutar de ella mientras somos jóvenes o adultos, con


personas de distinto sexo y dentro del matrimonio (sobre todo si se es mujer)
y asumiendo diferentes “derechos y deberes” según sexo.
La realidad es, que con la adolescencia se adquiere una funcionalidad del
aspecto sexual y afectivo distinta de la que aparece en el bebé, en el niño
o en el anciano y se adquiere la capacidad reproductora producto de la
maduración física, pero reducir la sexualidad al aspecto fisiológico y dentro
de éste a la capacidad reproductora es limitarla enormemente. La
funcionalidad, los deseos y las manifestaciones afectivas y sexuales suelen
modificarse en las distintos estadios evolutivos pero no tienen porque
implicar connotaciones más o menos positivas o negativas, simplemente hay
cambios, elecciones y circunstancias que, como en los demás aspectos no
sexuales, hacen que vivamos las experiencias de forma distinta a cada edad.
Otra gran limitación es el asignar el calificativo de sana y normal exclusi-
vamente a la orientación del deseo dirigida a personas de distinto sexo.
Diferentes usos y costumbres de las sociedades, el conocimiento de otras
especies animales y un superficial repaso a la historia de la humanidad
revelan como las conductas sexuales pueden manifestarse de forma
heterosexual, homosexual y bisexual.
Podríamos añadir, además, numerosos ejemplos de como los roles
sexistas tan marcados y defendidos por esta concepción de la sexualidad
humana han hecho y continúan haciendo graves daños físicos y psíquicos
difíciles de paliar, pero quizá sea más conveniente subrayar que los seres
humanos nacemos y morimos sexuados y sin ninguna idea preconcebida
orientada hacia el matrimonio, la heterosexualidad, distintas preferencias
por el hecho de ser hombre o mujer, o programados para la práctica coital
como única experiencia sexual. Más bien son los factores ambientales quienes
consiguen de nosotros unas u otras manifestaciones.
El hecho de ser sexuado no es algo que el ser humano pueda elegir.
Ocurre, como con la mayoría de otros aspectos (pensamientos, sentimientos y
conductas), que vivimos la sexualidad (intereses, conductas, actitudes) de
forma diferente a lo largo del ciclo vital dependiendo de nuestra maduración
fisiológica y de las variables psicológicas y sociales que acompañan a cada
individuo. Sí podemos elegir como vivir nuestra sexualidad pero no el
hecho de ser sexuado.
Este somero repaso a la concepción sexual que ha marcado la historia
afectiva de los mayores de hoy, pone de manifiesto una perspectiva que niega,
entre otras, la posibilidad de interés y actividad sexual a los mayores y
construye y genera mitos que no facilitan vivenciar saludable y placente-
ramente la sexualidad. Es necesario insistir en la idea de que todas las
personas somos sexuadas desde el momento en qué nacemos y hasta el
momento en qué morimos y las investigaciones al respecto demuestran
que los ancianos y ancianas conservan el interés y las capacidades afectivas
y sexuales, y en los casos, frecuentes también, en los que no es así,
aparecen como principales condicionantes, además de las deficiencias de
salud (como en cualquier otra edad) los factores ambientales y sociales que les
impiden interesarse y llevar a cabo conductas sexuales.
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

En todo caso, conviene recordar y recapacitar acerca de que todavía hoy


vivimos en una sociedad que en demasiadas ocasiones ignora o incluso
reprueba la faceta sexual de los mayores y que muchos ancianos aceptan esa
norma implícita del rechazo hacia las manifestaciones y los intereses
afectivos y sexuales, escondiendo sus sentimientos y deseos a medida que van
enveje- ciendo sin poder encontrar una sana canalización de estos
sentimientos, deseos y comportamientos sexuales que conocemos están
presentes a lo largo de todo el ciclo vital.
Las relaciones íntimas dan sentido a la propia vida. La formación, el
mantenimiento, la pérdida y renovación de los vínculos afectivos desde que
nacemos y hasta que morimos ayudan a un funcionamiento sano de nuestra
personalidad y el envejecimiento no implica automáticamente la pérdida de
interés, deseo o capacidad. Como hemos señalado anteriormente, son más
bien factores de otra índole como los problemas médicos o los factores
psicológicos y sociales los que interfieren en la adecuada expresión de la
sexualidad. Por ello, cabe destacar un conjunto de mitos o creencias
erróneas que limitan las posibilidades de vida sexual en la población
anciana y que podemos resumir en:
• Los m ayores n o ti e n e n c a p a c idad fisi o lóg i c a q u e l e s
p e r m ita t e n e r c o n du c ta s s exuales
• Los m ayores n o ti e n e n i n t e r e s e s s exuales
• Los q u e s e i n t e r e s a n p o r l a s exualidad s o n p e r v e rs o s o e stá n e n
fermos
• Las m a n if e st a c i o n e s s exuales p a t o lóg i c a s y de s v i a c
i o n e s s o n m á s fr e cu e n t e s e n é sta s edades
• La a c ti v idad s exual e s m a l a p a r a l a s a lud, e sp e c i a lm e n t e e n l a
v e j e z.
• La pro c rea c i ó n e s e l úni c o fi n de l a s exualidad y p o r
ta n to n o ti e n e s e n ti do q u e e n l a v e j e z s e m a n t e n ga n r
e l a c i o n e s s exuales.
• La e sp o s a de b e s e r m á s j o v e n o de igual edad q u e e l e sp o s o
• Los ho m bres m ayores si p u ede n t e n e r i n t e r e s e s s exuales
p e r o l a s m u j e r e s m ayores n o .
• Los v i e j o s, p o r e l he c ho de s e r v i e j o s, s o n f eo s.
• Es i n de c e n t e y de m a l gusto q u e l o s m ayores m a n ifi
e ste n i n t e r e s e s s exuales.
Obviamente, somos los profesionales de las ciencias sociales y de la
salud (no exentos, por otro lado, de una educación anclada en el “modelo joven”
de organización social) quienes debemos asumir, entre otras, la
responsabilidad de liderar la superación de estas barreras ideológicas.
Debemos aportar actitudes, conocimientos y actuaciones que ayuden a la
creación y manteni- miento de vínculos afectivos estables y seguros en la
población anciana.
Esta responsabilidad queda convenientemente amparada, creo, si
atendemos a diferentes razones de índole científico y ético, pero sobretodo y
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

quizá más fácilmente, basta con enfocar nuestra mirada hacia la realidad
social: el número de personas mayores aumenta significativamente. El
aumento de la esperanza de vida y el descenso de la natalidad (en el mundo
occidental) han conseguido una pirámide poblacional que estima para el año
2010, diecisiete millones y medio de personas mayores. Además, las actuales
condiciones de higiene, alimentación, vivienda, educación para la salud,
jubilaciones anticipadas, ...etc. han facilitado que la etapa del ciclo vital que
venimos denominando vejez constituya un periodo largo e importante de
nuestra vida (entre 15 y 20 años) superando cuantitativamente a otras etapas
como la adolescencia o la primera infancia. Pero no sólo conviene
ampararnos en aspectos relativos a la cantidad, sino que quizá sea más
edificante reflexionar sobre como la sociedad no ha sabido articular los
recursos necesarios y responder al mismo ritmo y así, aunque en los últimos
años parece haber existido un vuelco institucional hacia la realidad de los
mayores, las necesidades económicas por un lado y las sociales y afectivo-
sexuales por otro, están frecuentemente mal cubiertas.
Vega, Vega (1990) concede a la propia muestra de población mayor la
oportunidad de ordenar y asignar prioridad a sus principales problemas y los
resultados arrojan, entre otros, los siguientes datos:
• Problemas económicos (46,3%)
• Médicos (43%)
• Soledad (26,6%)
• Rechazo familiar (11,5%)
Así pues, los problemas de soledad y de las relaciones sociales ocupan un
lugar destacado y en otros estudios sobre necesidades individuales, el
afecto se colocó de forma específica en tercer lugar. Sabemos pues, ya desde
Maslow, que la necesidad de afecto no puede interpretarse como un artículo
de lujo en el ser humano, independientemente de su momento evolutivo. La
no satisfacción de las necesidades afectivas y de relación genera serias
secuelas en la salud integral de las personas, y esto ocurre en niños,
adolescentes, jóvenes, adultos y mayores. Sin embargo hay que prestar
especial interés al hecho de que, al menos en las sociedades industrializadas o
en el mal llamado pri m e r m und o , estas necesidades afectivas no suelen
estar cubiertas de la misma forma en unos y otros, y son las personas
mayores quienes suelen tenerlas frecuentemente peor satisfechas.
Analicemos muy superficialmente cuales son las necesidades interper-
sonales básicas o los diferentes tipos de apoyo social que necesitamos las
personas. Hansson y Carpenter (1995) destacan seis necesidades:
1. Apego
2. Integración social
3. Autoestima
4. Alianza fiable
5. Guía informativa
6. Oportunidad de dar apoyo
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

Si leemos detenidamente cada una de estas necesidades y reflexionamos


sobre su significado, entendemos cuestiones interesantes para el tema que nos
ocupa. Así por ejemplo, las figuras de apego desaparecen más frecuentemente
para las personas mayores (dispersión geográfica de los hijos, viudedad,
fallecimientos de amigos íntimos...). Además tras el rito social de la
jubilación, en algunas ocasiones y sobre todo en grandes ciudades,
desparece, aunque sea paulatinamente, uno de los grupos de pertenencia
importantes con los que compartir actividades y por tanto la integración social
puede disminuir.
Respecto de la tercera necesidad, conviene plantearse que la
autoestima es un sentimiento íntimamente relacionado con el autoconcepto y
éste, para que sea positivo, aparece en las sociedades del “modelo joven”,
generalmente demasiado vinculado al trabajo que se desarrolla, el poder
adquisitivo, el culto al cuerpo y otras características como la rapidez, la
ambición, etc., caracte- rísticas al fin y al cabo, más cercanas al estilo de vida
joven que al de los mayores.
La cuarta necesidad, “la alianza fiable”, hace referencia a la seguridad
de que otro nos ayudará cuando se le necesite. Este sentimiento y la
satisfacción de las dos necesidades básicas restantes, (guía
informativa/oportunidad de dar apoyo) está claramente relacionado con la
existencia cercana de figuras de apego y con la integración social, que
como se ha comentado, la probabilidad de que estén cumplidamente
satisfechas parece disminuir con la edad. Así pues, en este sentido, tampoco
aparecen bien parados los mayores de este principio de siglo. Las personas que
actualmente superan los 65 años han sido educadas en costumbres familiares y
sociales que en muchos casos van desapareciendo y esto les hace, en
ocasiones, sentirse abandonados. Hasta hace pocas generaciones, la mujer
asumía el rol de cuidadora de los ancianos de la familia y las casas
familiares solían tener espacio suficiente para todos o bien, los hábitos de vida
tan distintos, hacían posible la convivencia interge- neracional que todos
parecían asumir con naturalidad. Si no era posible la convivencia absoluta, al
menos lo frecuente era vivir en el mismo pueblo o ciudad que las figuras de
apego.
Hoy, la mujer desarrolla una labor profesional fuera de casa y además
resulta difícil para la mayoría de las familias poder prescindir de un sueldo,
ya sea el del hombre o la mujer. Los hogares son pequeños y diferentes
costumbres ya instauradas como la intimidad de los miembros de la familia,
entre otras características, dificultan que los mayores puedan convivir con las
familias de sus hijos e hijas. Todo esto sin tener en cuenta, la dispersión
geográfica comentada anteriormente y que resulta tan frecuente. Además,
anteriormente las relaciones vecinales cumplían por ejemplo, con esta
satisfacción de la “alianza fiable”. Hoy los estilos de vida no siempre parecen
favorecer estas relaciones.
Si, por otro lado, tenemos en cuenta los diferentes tipos de apoyo social
descritos en otros estudios, la amenaza en la satisfacción de las necesidades
afectivas y de relación en las personas mayores vuelve a resultar patente. Estos
estudios relatan la necesidad de aspectos materiales, concretos y tangibles
(apoyo instrumental), la necesidad de información y ayuda en la búsqueda de
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

alternativas (apoyo informativo) y la necesidad de sentirse valorado, ser


cuidado, deseado, querido, etc. (apoyo emocional). Sin caer en la generali-
zación, es fácil pensar que el apoyo emocional a las personas nos viene dado
habitualmente por las figuras de apego y por la pareja más específicamente,
pero en un contexto social que no lo favorece, la amenaza para los mayores se
hace más fuerte.
Obviamente no se trata de retroceder en el tiempo, pero la sociedad debe
prever estas variables y ofertar alternativas de vivienda, de convivencia, de
recursos de ayuda, etc., que mitiguen el sentimiento de abandono, de poca
utilidad o de desamparo ante situaciones nuevas, que las nuevas circunstancias
sociales pueden generar en los mayores. Para ello es necesario, no sólo que
estas alternativas sean dignas, fiables y portadoras de calidad de vida, sino que
además, es ineludible una educación y formación a los mayores y al resto
de la sociedad, para saber transmitir la existencia de estas alternativas sin
apoyarnos en connotaciones tan negativas como la compasión, la benefi-
cencia, el aislamiento, etc. Esta responsabilidad, creo, empieza una vez
más por los profesionales de las ciencias sociales y la salud.
En conclusión, debemos ofrecer a los mayores y a la sociedad en
general, la información, educación e intervención necesaria para la superación
de mitos y falsas creencias, para así posibilitar la libre elección de las
personas a satisfacer sus necesidades afectivas, sexuales o de relación de la
manera que consideren oportuna, sin imposición de modelos “universales” y
afianzados.
“Existe una inquietante tendencia a equiparar la actividad sexual a la
actividad coital. Las necesidades emocionales del individuo en la vejez
(retener una sensación de identidad y de autovaloración, así como de
combatir la soledad, por ejemplo) pueden cubrirse por completo mediante una
actividad sexual que no siempre lleva al coito. La necesidad de abrazar y
ser abrazado, la necesidad de relacionarse con otra persona, o la necesidad de
expresar sentimientos y de ser receptor
2 de los que otra persona le comunica
a uno no se atrofia ni desaparece con la edad” .

CAMBIOS FISIOLÓGICOS Y FACTORES


PSICOSOCIALES QUE CONDICIONAN LA SEXUALIDAD
EN LA VEJEZ
Como afirman Master y Johnson3, “la sexualidad es más que la biología
de los genitales, más que la procreación, el contacto sexual, las hormonas o el
orgasmo; es una función y fusión de todo que afecta completamente al
hombre y a la mujer de cualquier edad. Es la persona/personalidad entera la
que participa en una relación con otro individuo e incluso consigo mismo
en la búsqueda de la satisfacción y el placer, y no sólo y exclusivamente a
través de los genitales”.

2. Masters, W.H. y Johnson, V.E y Kolodny, R.C. (1992): Hu m a n Sexuality. New York:
Harper Collins Publishers.
3. Masters,W, y Johnson,V. (1966): Hu m a n Sexual Repo n s e . Londres: Churchill
Livingstone.
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

Hemos relatado como la historia sexual y afectiva de los mayores aparecía


estrechamente vinculada a la localización anatómica genital y circunscrita a
“jóvenes principios” como los resultados, la eficacia, la cantidad…etc.
Desde esta perspectiva, las modificaciones que ocurren en el cuerpo de
hombres y mujeres así como en su funcionalidad a lo largo de la vida, han
sido asumidas con un carácter altamente negativo y si atendemos más
concretamente al aspecto sexual y relacional de las personas, incluso
peyorativamente. Si nuestro deseo es insistir en la necesidad innata de la
relación afectiva y lidiar a favor de que ésta pueda desarrollarse de forma
sana y natural en la etapa de la vejez, es necesario conocer sus principales
características fisiológicas y psicosociales.

PRINCIPALES CAMBIOS FISIOLÓGICOS EN LA MUJER


1.Disminución de estrógenos
2.Vagina más corta, más estrecha y con menor elasticidad y lubricación
3.Menor vasocongestión del área genital durante la respuesta sexual
4.Cambio en la figura corporal general. Una distribución diferente de la
grasa y menor tamaño, turgencia, y cambios asociados a la respuesta
sexual en los senos.
5.Fase de excitación sexual más lenta
6.Disminuye la intensidad y frecuencia en las contracciones del orgasmo

Fisiológicamente, el proceso de envejecimiento sexual comienza entre los


treinta y treinta y cinco años de edad. Pero no existe una forma universal para
envejecer y este lento proceso presenta una alta variabilidad entre sujetos. En el
caso del varón, no existe siquiera una manifestación biológica clara en el
transcurso de este proceso, no así en la mujer, dónde se aprecian nuevas
condiciones fisiológicas a partir del último periodo menstrual natural: la
menopausia.
Es importante señalar que la influencia que estos y otros cambios
tienen en la satisfacción y calidad de las relaciones sexuales de las mujeres
mayores, está íntimamente relacionada con el grado de satisfacción en la
actividad sexual previo a las modificaciones. “Aproximadamente un 50 por 100
de las mujeres de nuestro entorno refieren un deterioro de su sexualidad,
que afecta a todas las fases de la respuesta sexual humana, con reducción
de deseo sexual y frecuencia de coito, así como reducción en la
consecución del orgasmo”. 4 Conviene quizá plantearnos la causa de este
reparto aparentemente tan ecuánime y las causas parecen ser muy variadas.
Estas van desde problemas de la salud general hasta los problemas más
cercanos a la vivencia

4. Félix López Sánchez y Juan Carlos Olazábal 1998: “Sexualidad en la vejez”. Ediciones
Pirámide. Madrid.
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

de la sexualidad, sin olvidar factores psicológicos y sociales (vaginitis


atrófica, déficit de hormonas sexuales).
En todo caso, el hecho de que la mitad de las mujeres mayores
consultadas no refieran este deterioro facilita desterrar el mito tan extendido
que proclama la no existencia de capacidad fisiológica para mantener
relaciones sexuales, coitales o no, en las personas mayores. Sabemos
además que es la propia actividad sexual regular la que ayuda a reducir las
posibles molestias que pueden originarse a partir de las modificaciones
fisiológicas en la mujer mayor cuando lleva a cabo prácticas sexuales, puesto
que la atrofia vaginal y el dolor en el coito aparecen más probablemente al
eliminar las prácticas sexuales.
“Por otra parte hay un 25 por 100 de mujeres que refieren mejoría de la
actividad sexual, pudiendo guardar relación tanto con la desaparición
del miedo a un embarazo no deseado, como a los cambios de la respuesta
sexual humana del varón que conllevan una menor urgencia eyaculatoria, que
puede facilitar la satisfacción de la mujer durante la actividad sexual”5.
En definitiva, el peso significativo que los cambios fisiológicos puedan
tener en las manifestaciones sexuales de la mujer mayor, parece estar
relacionado con la información, actitud y deseo que la mujer conserve.
Existe un número importante de mujeres mayores que no ha tenido acceso a
una educación que les permita aceptar la sexualidad como fuente de placer,
comunicación y bienestar, sino más bien al contrario, atribuyen a las prácticas
sexuales un valor asociado a los “deberes” conyugales. Esta actitud, la
valoración que se tenga del propio proceso de envejecimiento en general, la
aceptación o rechazo de los cambios corporales, el conocimiento y acceso
hacia ayudas específicas indicadas para evitar el dolor durante la práctica del
coito, son, entre otros, factores a los que atribuir importancia si pretendemos
estudiar la satisfacción y calidad de las relaciones afectivas y sexuales de las
mujeres mayores.
De la misma forma, la complicidad y comunicación con la pareja puede
verse reforzada si estas modificaciones fisiológicas son compartidas,
aceptadas y afrontadas en común.
A la hora de evaluar el impacto de estas innovaciones físicas en la
calidad de las relaciones afectivas y sexuales del hombre mayor, una vez
más hemos de remitirnos a su noción de la sexualidad y del hecho de ser
sexuado. Cuando su pensamiento interiorizado al respecto está ligado al
modelo joven de sexualidad que sobrevalora el coito, la rapidez de respuesta
y la frecuencia de coitos, ciertas características asociadas a su nueva
realidad pueden vivenciarse como limitaciones o deterioros. “Un varón 6
de dieciocho años

5. Félix López Sánchez y Juan Carlos Olazábal 1998: “Sexualidad e n l a v e j e z”.


Ediciones Pirámide. Madrid.
6. Cruz Jentoft, J.C y Mercé Cortés, J. (1992): “La función sexual”, en J. M. Ribera
Casado y J.C. Cruz Jentoft, Geriatría . Uriach, pp. 170-177.
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

puede alcanzar una erección completa en tres segundos, aumentando este


tiempo a veinte segundos a los 45 años, pudiendo requerirse hasta cinco
minutos a los 75 años”.
Sin embargo, resulta casi cómico adjudicar tanta importancia a cinco
minutos de tiempo cuando por otro lado, numerosos varones se lamentan
justamente de la dificultad que encuentran en controlar sus rápidas reacciones,
bien durante el proceso de excitación o bien hacia el momento de la
eyaculación. Así mismo, el aumento en el periodo refractario podría ser
vivenciado más como una oportunidad para la búsqueda de alternativas en la
relación con la pareja que satisfagan las necesidades afectivas básicas y
para el encuentro de nuevas zonas erógenas desvinculadas del área genital.

PRINCIPALES CAMBIOS FISIOLÓGICOS EN EL VARÓN


1.Disminución en la producción de esperma y de los niveles de testosterona
2.La respuesta eréctil es más lenta y necesita de mayor estimulación
3.La turgencia del pene es menor
4.La cantidad de eyaculación disminuye
5.Durante la respuesta sexual, los testículos presentan menor elevación y las
contracciones orgásmicas disminuyen en número e intensidad.
6.Aumenta el periodo refractario tras el orgasmo

Por consiguiente, los principales cambios fisiológicos que durante el lento


proceso del envejecimiento se suceden en hombres y mujeres, no justifican
por sí mismos la no existencia de vínculos afectivos y sexuales en la etapa
de la vejez que proporcionen placer, comprensión, complicidad, afecto, comuni-
cación, descubrimientos hacia el propio cuerpo y el de los otros, intimidad,
confianza, y un largo etcétera de necesidades básicas que el ser humano
mantiene hasta el momento de su muerte.
Quizá, comenzar por una visión más amplia de la sexualidad, no ceñida
a la aportación que la fisiología puede ofrecer a nuestras relaciones sexuales,
posibilitaría también, una vez relegadas las presiones, los miedos y las
exigencias, las prácticas coitales más frecuentes y menos dolorosas si así se
deseara.
Respecto de los factores psicosociales que pueden condicionar la
sexualidad, ocurre como con otras facultades y hábitos del ser humano, que
conviene insistir en el carácter predictivo que posee la historia previa a esta
etapa de la vejez. Unas actitudes, nociones y conductas sexuales cuantitati-
vamente y cualitativamente satisfactorias a lo largo de los diferentes momentos
evolutivos parecen garantizar una vida sexual frecuente y de calidad en los
mayores.
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

Sin embargo, si nos ceñimos a la realidad española, sabemos que los


antecedentes educativos, sociales y laborales de los mayores de hoy no son
demasiado halagüeños. Muchos de ellos tienen solamente estudios
primarios o incluso no pudieron asistir a la escuela desde muy pequeños puesto que
las exigencias familiares y laborales así lo requerían. Quizá por ello, en
estudios como el de Nieto7, el 95% afirma no haber recibido ningún tipo de
información sexual en su infancia y únicamente un 6% de ellos asegura haber
transmitido algún tipo de información sexual a sus hijos.
Durante generaciones España ha vivido, como se ha apuntado ya,
patrones de conducta sexual muy represiva que han favorecido las actividades
sexuales pobres, tardías, esporádicas, cargadas de culpa y poco
satisfactorias en general, por lo que las capacidades fisiológicas y mentales, así
como las destrezas y habilidades para las prácticas sexuales, lejos de haber
sido entrenadas y favorecidas con la edad han ido deteriorándose. Tampoco las
condiciones de vida frecuentes en la época ayudaban a rebelarse contra esta
moral sexual nada benefactora. Las horas de trabajo eran muchas, las
condiciones originarias de higiene y calidad de vida como la calefacción, la
alimentación, el agua corriente, los espacios íntimos dentro del hogar, etc.,
escasas, y la situación económica precaria. Estos y otros factores influían
obligatoria y negativamente en la aparición del deseo sexual y en el desarrollo
natural y placentero de las relaciones de pareja.
Aún así, amparándonos en un principio popular de supervivencia, no
conviene dramatizar y cabe pensar que, aunque los escasos estudios
existentes al respecto (Nieto,1995; Malo de Molina,1988) apuntan hacia una
vida sexual pobre e insatisfecha, también ciertas parejas que vivieron su
etapa adulta en este periodo, supieron encontrar la fórmula más o menos
aceptada socialmente que les condujera directamente al refugio de intimidad
y placer que proporcionan las relaciones sexuales, aunque el contexto
socio-político haya pesado más y conducido al sesgo (deseabilidad social) en los
datos que arrojan estos trabajos donde; por cierto, lo más significativo es la
variabilidad entre los sujetos.
Por otro lado, además de los estigmas sociales ya comentados podemos
hablar de otros factores que pueden condicionar negativamente la
sexualidad en la vejez como las consecuencias psicosociales de la jubilación
o la resistencia de la familia.
A lo largo de la historia la forma de concebir la jubilación ha sido
diferente según las culturas y países. El pueblo judío creía que el año de
jubilación era un año consagrado a Dios y al descanso y suponía un
motivo de gozo y celebración puesto que supone la ruptura con las
obligaciones que han presionado al individuo hasta ese momento. Esta liberación
también fue asimilada más tarde por los primeros cristianos y toma forma en la
expresión “ganar el jubileo”, expresión que los romanos adoptaron en su
lengua como júbilo y que hoy permanece en nuestra lengua.

7. Nieto, J. A. (1995): La s exualidad de l a s p e rs o n a s m ayores e n Espa ñ a .


Madrid: Inserso.
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

Sin embargo, a pesar de una raíz lingüística tan favorable y de que la


jubilación como consecuencia del mundo industrializado, es claramente una
conquista sobre generaciones anteriores producto de reivindicaciones
obreras, en España, hasta hace muy poco tiempo el periodo de jubilación
se asociaba a un periodo inútil y todavía hay quien lo define como una
carga social que hay que soportar. Quienes hoy se han ganado un puesto de
honor en nuestra pirámide de población, tampoco se libraron de una educación
que transmitía ésta percepción tan negativa de la jubilación aunque su asociación
varíe cualitativamente según atendamos a su cruce con otras variables como medio
rural/urbano, ser hombre/mujer, status económico, rol profesional, etc.
Las influencias de la jubilación no se limitan, por tanto, al plano
económico (a pesar de ser un acontecimiento de la vida laboral), sino que
afectan a otros niveles de la personalidad y la adaptación a esta nueva etapa
dependerá de numerosos factores personales y sociales, y así, quienes hoy son
jubilados y mayores parecen, en ocasiones, todavía hacerse eco de las palabras
escritas por Simone de Beauvoir 8 en el siglo pasado y obrar en consecuencia.
Pero la realidad más significativa es que hoy el hecho de ser viejo ya
no es una dispensa de unos pocos sino al alcance de la mayoría y si la
jubilación es entendida como la puerta de entrada de ésta nueva etapa, es
importante modificar la percepción negativa que tengamos de ella. Si la
conciencia colectiva mantiene la idea de que jubilarse consiste en la pérdida de
privilegios (económicos, sociales, mantenimiento del cuerpo, etc.), obviamente se
verán afectadas el resto de las dimensiones del individuo y seguramente
las relaciones afectivas y sexuales en primer orden, puesto que éstas
necesitan para su sana expresión de una adecuada autoestima y apropiado
autoconcepto.
Es importante invertir el sentido de las consecuencias psicosociales de la
jubilación, de manera que el periodo por vivir tras ella, no represente las
ausencias, sino muchas de las ganancias y dádivas que la vida ofrece. Si éste
planteamiento fuera mayoritario, los familiares, los profesionales implicados,
la mente colectiva y en consecuencia los ancianos y ancianas vivenciarían
su mundo afectivo y sexual como punto cardinal de este regalo.
En todo caso, similares antecedentes no son factores de influencia
positiva en la realidad de los mayores de este principio de siglo. Del mismo
modo, cabe todavía hoy denunciar que en muchos de los recursos sociales
existentes, las normas, los espacios, el personal directivo y asistencial siguen
sin favorecer la expresión sexual de los usuarios o residentes.
Así por ejemplo, cuando se diseña la infraestructura general de una
residencia, no parece tenerse en cuenta la necesidad de intimidad que sus
residentes poseen y en los centros de día, los centros de encuentro o
formación para mayores no es habitual presenciar muestras de cariño entre sus
usuarios aunque se conozca que son antiguas o nuevas parejas. Parece, por

99
8. Para la sociedad, la vejez parece una especie de secreto vergonzoso del cual es
indecente hablar. De Beauvoir, S. (1989): La v e j e z. Barcelona: Edhasa.

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0
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

tanto, que la sociedad sigue alimentando una actitud general oscurantista hacia
todo aquello que se asocie a sexualidad o afecto entre las personas
instaladas en la etapa de la vejez.
Seguramente los mayores nutrientes de esta actitud proceden de la ya
comentada visión que los propios protagonistas poseen de los aspectos
sexuales, pero indudablemente el personal directivo, el personal asistencial
y el resto de profesionales implicados tienen el poder y la responsabilidad de
aderezar esta construcción mental tan negativa. El contacto cotidiano con la
población que nos ocupa ofrece de forma natural muchas situaciones dónde
podemos optar por alimentar las falsas creencias, o bien, por el pequeño
grano de arena que contribuya a la reeducación en materia de sexualidad.
Por último, puede considerarse en este apartado el efecto que los roles de
género poseen en las actitudes y formas de vivenciar la sexualidad. La
adquisición del rol de género tiene lugar en los primeros años de vida y a
partir de ese momento el hecho de ser hombre o mujer tiene un peso
altamente significativo en la mayoría de los acontecimientos que decidimos,
en los hechos que nos acontecen y en la manera de resolverlos o no a lo
largo de la vida. La forma de vivenciar el cuerpo, las relaciones interpersonales, los
sentimientos y otros parámetros relacionados con el hecho de ser sexuado no
están exentos de esta vinculación con el género.
El país, la cultura, la educación, la generación, el status
socioeconómico, la religión, las condiciones políticas, el momento histórico,
son, entre otros, agentes indicadores de cómo experimentar la realidad de ser
hombre o mujer. Hoy, a principios del siglo XXI quizá podamos observar y
demostrar que el género para algunas generaciones no es tan significativamente
trascendente en ciertas dimensiones personales y sociales. O bien, entender
que la diferencia no tiene porqué implicar ventajas y desventajas para
diversos semblantes de la vida y poder asumirla como algo amable. Sin
embargo, las generaciones nacidas hace sesenta, setenta o más años recibieron,
por norma general, un estricto y discriminatorio guión a seguir en el transcurso
de su vida, a partir de nacer hombre o mujer.
Este guión implica directrices para casi todos los aspectos del individuo.
Los colores en la ropa, los juegos, el lenguaje a utilizar, los estudios, las
destrezas, la profesión, la expresión de sentimientos, las aspiraciones, y una
forma “correcta” de percibir los conceptos y el mundo aparecen en este tácito
acuerdo de instrucciones para la vida según el sexo biológico. Obviamente, un
amplio capítulo de este convenio está dedicado a las actitudes hacia la
sexualidad, a las preferencias y a las manifestaciones afectivas y sexuales,
convirtiéndose en la cuna de numerosos mitos y mensajes sociales que tanta
discriminación y daño han causado a hombres y mujeres.
Así por ejemplo, el hombre debe de manifestarse siempre dispuesto a la
relación sexual y coital, siendo el responsable de tomar la iniciativa y parecer
experimentado aunque no lo sea. Debe permanecer fiel a un modelo que le
atribuye vigor, fuerza y la responsabilidad del orgasmo propio y de la
pareja. Su imagen debe ser la de alguien racional, ambicioso, controlador y
protector
10
1
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

que sabe lo que hay que hacer en cada momento. Acorde con este retrato
robot la hombría se demuestra más adecuadamente si se tiene éxito social
o se persigue y si se mantienen relaciones sexuales con muchas mujeres y
éstas son atractivas y más jóvenes. El hombre puede practicar la masturbación
pero especialmente en la adolescencia y años más jóvenes. No debe expresar
jamás los sentimientos de miedo, inadaptación, rechazo o abandono aunque si
podrá manifestar rabia o agresividad.
En oposición, el hombre resultante de este planteamiento no deberá
ceder, jugar, dejarse llevar por los sentimientos, ser honesto con respecto a sus
necesidades sexuales, dejarse acariciar, mantener relaciones sexuales no
genitales, ser vulnerable, débil, receptivo, pasivo en las relaciones y no deberá,
entre otras múltiples indicaciones, responsabilizarse del control de
natalidad. En la pareja puede buscar lícitamente ser admirado, obedecido o incluso
el afianzamiento social.
A partir de aquí resulta sencillo imaginar el rol asignado al sexo femenino.
Entre otras cosas, la mujer debe mostrarse insegura y tímida en las relaciones
sexuales, sobre todo en las primeras ocasiones. Debe ser fuente de ternura,
placer, comprensión y cariño. Mostrarse solícita siempre que el varón lo desee
independientemente de su deseo. La masturbación, en su caso,
simplemente no existe y no debe manifestar experiencia ni deseo sexual
aunque lo haya. Puede hablar de sentimientos siempre que hagan referencia
al miedo, la lástima, la culpa…, pero no aquellos sentimientos que tengan
que ver con valores asociados al varón como la ambición, la cólera o el
resentimiento. Le está permitido llorar en público.
Es evidentemente que este rápido y superficial repaso a las características
asignadas a varones y mujeres de ciertas generaciones no puede asumirse y
generalizarse en todos los casos, además los hombres y mujeres de la
época no tiene porque cumplir estrictamente todas y cada una de las
particularidades aquí reflejadas y que sería necesario un riguroso estudio al
respecto si deseáramos extraer conclusiones significativas. La intención es
dejarnos invadir por un instante por el cúmulo de mensajes sociales que los
hombres y mujeres, hoy mayores, han ido recibiendo a lo largo de su
infancia, adoles- cencia y prácticamente todo su periodo adulto, de forma
que podamos entender algunas de sus reacciones y sus dificultades a la
hora de compartir sus expectativas, sus miedos o inquietudes en el terreno
sexual o emotivo.
De la misma forma que tienden a adaptarse otras actitudes debido al
reciclaje natural que el paso del tiempo aporta, cabe esperar que, en algunos
casos, la experiencia y sabiduría que dan los años consiga flexibilizar estos
roles de género tan estrictos. A éste respecto, Sinnott9 y Barer10 concluyen
que los roles sexuales tienden a flexibilizarse, especialmente en el varón,
aunque no hasta el punto de perder su función discriminatoria. Los cambios más

9. Sinnott, J.D. (1986): Sex Roles a n d Agin g : Theory a n d Researc h fr o m a


Syste ms Perspe c ti v e . New York: Karger.
10. Barer, B.M. (1994): “Men and Women aging differently”, in Inte r n ati o n a l Jo u r n
a l Agin g a n d Hu m a n Develop m e n t, 2, pp. 29-40.
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

importantes en el varón parecen afectar al terreno de las relaciones interper-


sonales. Pueden, por tanto, permitirse mostrar interés por aportar y recibir
ternura, complicidad y expresión de sentimientos, pero no parecen
evolucionar en el mismo sentido en los repartos de tareas o responsabilidades.
Quizá los cambios aparecidos en las capacidades biológicas como la
turgencia en la erección, su frecuencia…etc., facilitan esta adaptación que aunque
puede valorarse como positiva, refuerza, por otro lado, los estereotipos femeninos,
dificultando a la mujer la flexibilidad de su propio rol. De hecho cuando se
pregunta a las mujeres mayores sin actividad sexual por el motivo de esta
situación sus respuestas se asientan en el rol femenino aprendido: están
viudas, son feas, los cambios corporales no las hacen deseables, etc., es decir
atribuyen la falta de relaciones sexuales a causas ajenas a ellas mismas. No
parecen verse capaces de decidir y elegir su propia vida sexual.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Los estudios sobre sexualidad en la vejez son ejemplo de la variabilidad
interindividual, pero de ellos se desprenden ciertas conclusiones importantes
acordes a lo expuesto anteriormente como que la actividad sexual puede
mantenerse durante el periodo de la vejez y que ésta no tiene que ser más
insatisfactoria que en otros momentos evolutivos. Incluso, un número
importante de sujetos mejora su experiencia sexual en esta etapa de su
vida. Por todo ello, conviene insistir en la idea de que la edad por sí misma no
determina la calidad de las relaciones, sino que más bien son los factores
psicosociales los responsables de la insatisfacción en este campo si la hubiese.
Podemos incluso invertir la costumbre de focalizar nuestra atención en los
aspectos que pueden considerarse negativos y dirigir la mirada hacia distintas
circunstancias que pueden favorecer la calidad de las relaciones sexuales
en los mayores.
Así, por ejemplo, existe por parte del varón mayor un mejor control sobre
las fases de la respuesta sexual, con menor necesidad eyaculatoria por lo que
puede adaptarse más fácilmente al ritmo que la mujer desee, generalmente
más lento. Esta lentitud que los nuevos cambios fisiológicos procuran en
ambos sexos, permiten una mayor relajación y tranquilidad en las relaciones,
además de propiciar un interés mayor por descubrir nuevas zonas erógenas
fuentes de placeres no tan centrados en la genitalidad y el orgasmo.
Acerca de aspectos psicosociales positivos que aportan los años también
podemos hallar circunstancias propicias como la mayor disponibilidad de
tiempo, la ausencia de hijos pequeños alrededor de la pareja, la falta de
responsabilidad sobre las problemáticas de los mismos, la no preocupación
por la eficacia de los métodos anticonceptivos, la desaparición del miedo al
embarazo cuando no es deseado, la falta de responsabilidades laborales, más
posibilidades de viajar, la flexibilización de actitudes y miedos anteriormente
muy arraigados, que se traduce en una mayor aceptación del propio cuerpo
sin tener en cuenta los estrictos baremos sociales y en una sabiduría capaz de
identificar las verdaderas necesidades de uno mismo/a, en vez de optar por
necesitar aquello que la sociedad dicta.
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

Concebimos la sexualidad como una capacidad humana que al igual que


otras capacidades debemos acomodar y desarrollar a nuestra medida. Por
tanto, el desarrollo y expresión de la personalidad humana exige el
abordaje de los aspectos afectivos y sexuales. Comfort11 defiende que en la
especie humana el sexo puede cumplir tres funciones: a) puede ser
productivo, es decir, mecanismo de reproducción de la especie; b) puede ser
relacional. Implica comunicación entre las personas y es medio de expresión
de sentimientos como el amor o la vinculación y c) puede ser recreativo.
Se asocia a experiencias placenteras que tienen que ver con el juego y la
diversión. Y continua diciendo el autor “(...) que la mayor parte de los
problemas que se les plantean a los seres humanos relativos al sexo, nacen
de la confusión entre las tres modalidades y la angustia consiguiente”.
Es posible que de esta simple confusión nazcan algunas de las grandes
barreras que no permiten a las personas vivir la sexualidad positivamente a lo
largo de sus diferentes etapas y más especialmente en la vejez. Quizá el
reto para la educación sexual del siglo que comienza consista en ayudar a
concebir el placer como un derecho que exigir con responsabilidad, cómo
otra conquista más de la historia humana. Insistir en la necesidad de liberarse
de presiones sociales o personales que nos obliguen a mantener relaciones
sexuales que no deseemos y a desistir de la búsqueda de lo que sí deseamos.
Es importante una concepción distinta y actual de la sexualidad que nos
permita, desde que nacemos, asociarla al placer, al afecto, a la ternura, la
complicidad, la comunicación, la pasión, la generosidad, la intimidad, la
aceptación personal sin culpa, la satisfacción, la responsabilidad personal y
un hondo caudal de connotaciones saludables que conlleva el uso y disfrute
de nuestros aspectos sexuales.
Ya en 1975 la OMS define salud sexual como “(…) la integración de los
elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual por
medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la
personalidad, la comunicación y el amor”. La formación sexual de las personas
contribuye al desarrollo de actitudes positivas y al respeto de las diferentes
expresiones sexuales, dando lugar a comportamientos sexuales
saludables, tanto con uno/a mismo/a, como en las relaciones con los
demás.
No conviene olvidar en este reto que aunque cada persona sea
única e irrepetible, la educación y formación en y para la sexualidad no
requiere una mayor personalización que otro tipo de materias. Si la
tradición nos pone de manifiesto serios errores, uno de ellos ha sido el
considerar la sexualidad como algo demasiado especial, casi capaz de
degradar o sublimar a las personas. Este principio no favorece un
acercamiento natural de las personas hacia los intereses sexuales que puedan
ocurrir durante los ciclos de su vida.
Perdamos por tanto el miedo a considerar la sexualidad como sólo un
aspecto más. Hablar de sexualidad adaptada a la edad no causa traumas, a lo

11. Comfort, A. (1980): In f o r m a c i ó n s exual p a r a j ó v e n e s . Lóguez.


SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ

sumo, incomprensión; hablar de sexualidad no redunda en una degradación


moral, más bien relaja y flexibiliza planteamientos; hablar de sexualidad no
incita a la práctica sexual, redunda en prácticas sexuales más seguras,
deseadas y responsables.
Consigamos que el placer, el afecto, las relaciones coitales, las
relaciones no coitales, la genitalidad, la no genitalidad, la comunicación en
suma, dependa de la voluntad de las personas. Aprendamos que la
satisfacción sexual general no tiene hilo directo con el número de coitos, no
está sujeta a reglas de edad, no es directamente proporcional al género o a
la orientación del deseo. De esta forma, quizá generaciones venideras puedan
asumir las ventajas y desventajas (características al fin y al cabo) de
pertenecer a un grupo de edad o a un género de forma natural como
hacemos en otros aspectos de la vida, sin que el peso de estereotipos
sociales negativos nublen el acceso a nuevas y enriquecedoras experiencias
relaciónales.
Es una obligación ética respetar el pasado de quienes hoy son mayores y
ofrecerles alternativas y posibilidades que les permitan vivir sus vínculos
afectivos y sexuales como consideren más oportuno, eligiendo, sin presio-
narles a cambiar unos esquemas por otros. Pero la sociedad también debe
comprometerse en trabajar (educación, prevención, intervención...) por la
creación y el mantenimiento de vínculos afectivos estables y seguros, puesto
que éstos son fuente estructural del ser humano, sin importar la edad o la
condición.
Para terminar, podemos regocijarnos en las palabras escritas por José Luis
Sampedro 12 a quien, por cierto, la edad tampoco le ha privado de la
capacidad de seguir sorprendiéndonos con extraordinarios regalos como el
siguiente texto:
“Y e l cu e rpo del v i e j o o de l a v i e j a , cu idado y li m pio, n o e s
ta n n egativ o a l deseo c o m o s e n o s propo n e . En l o s a r o m a
s del e sq u e l e to , e n l a s v e n a s a b u ltadas, e n l a s m a nc has
de l a s m a n o s, e n l o s p e c hos c a ídos hay c a r á c t e r, p e rs o n a
lidad, r a sgos de h isto ri a , si n b e ll e za j u v e n il. Ese cu e rpo ti e n e
toda v í a r e cu rs o s p a r a l a s exualidad y si e m pre p a r a l a s e n
sualidad. Los s e n ti dos sigue n
ahí, q u iz á s a m o rtiguados, p e r o e n c a m bio m uc ho m á s s a bios
si he m o s s a bido v i vir c o n a c i e rto .
Ac a ri c i a r y s e r a c a ri c iado, todo e l cu e rpo s e presta a e s e
go c e , s ó l o l o s preju i c i o s p u ede n priv a r n o s de é l. La e sp a lda
r e c o rri da p o r l a m a n o , e l b e s o exploratorio, e l c o n ta c to m is m
o de l o s cu e rpos e s s exualidad.
Es n e c e sa ri o la autoesti m a , la h u ida del cu e rpo c o n v e nc i o
n a l, c e n s u rado e i g n o rado, la i m age n del c a n o n e sta ble c
ido. Se n o s ed uca i m b u yé n do n o s preju i c i o s a c e r c a de la v
alora c i ó n e stéti c a del cu e rpo, ya sea del todo o de s u s c o m p o n
e n te s, s e r e c haza n la s a rrugas, la c alvi c i e , s e a si g n a n si
g n ifi c ados s e n suales a c i e rtas partes del cu e rpo, n o si e n do e
105
sto m ás qu e un prod ucto cu lt u r al de la histo ri a . Hay qu e h u ir
de e sto y desm itifi c a r, descu brir e i n v e n ta r e l cu e rpo…”

12. Sampedro, J.L. (1989): Mi cu e rpo soy yo. Afe c ti v idad y s exualidad.

106
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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VEGA VEGA, J. L. (1990): Psi c o log í a d l a v e j e z . Salamanca: Narcea.
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

Ma nu e l a Buad e s Ji m
é n e z Áfri c a
Rodríguez Bla nc o
Universidad de Granada

Desde tiempos inmemorables ha existido un interés por dotar a las


personas de lo que se ha dado en denominar Calidad de Vida. Pero podemos
asegurar que a partir de los años 60 se ha popularizado el término y se ha
convertido hoy en un concepto utilizado en muy diversos ámbitos: la salud, la
educación, la política, el mundo de los servicios en general y muy
especialmente en la salud mental y física de nuestros mayores, o desde otro
planteamiento concurrente, como alcanzar esta calidad de vida por parte
de los que seremos próximamente mayores.
El cambio de costumbres y hábitos en las sociedades industrializadas hace
surgir la necesidad de medir esta realidad y planificar una actuación
centrada en la persona y la adopción de modelos de apoyo y técnicas de
mejora, incluyendo la evaluación de las necesidades y sus niveles de satisfacción.
El carácter multidimensional de la calidad de vida incide en cuatro
elementos principales:
- El estado físico del sujeto (autonomía, capacidades físicas…).
- Las sensaciones somáticas (síntomas, consecuencias de los trauma-
tismos, dolores…).
- Los estados psicológicos (emotividad, ansiedad, depresión…).
- Las relaciones sociales y su vinculación con el entorno familiar de
amistad o profesional.
Los ámbitos de la salud y la calidad de vida son complementarios y se
superponen. La calidad de vida refleja la percepción que tienen los
individuos de que sus necesidades están siendo satisfechas. La meta de
mejorar la calidad de vida ha cobrado una mayor importancia en promoción de la
salud y es especialmente importante en relación con la satisfacción de las
necesidades de las personas de edad avanzada, los enfermos crónicos, los
enfermos terminales y las poblaciones discapacitadas.
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

La percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el


contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en
relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes está
ampliamente influenciado por la salud física del sujeto, su estado
psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su
relación con los elementos esenciales de su entorno.
“La calidad de vida de nuestra vida, que equivale a la calidad de nuestro
envejecimiento, es elegible en la medida que elegibles son individual y
socio- culturalmente las condiciones en que vivimos, nuestras actitudes
nuestras formas de comportarnos” (Prieto O., y Vega E., 1996).

UNA TERAPIA REAL: MUSICOTERAPIA


Bajo la denominación de “Terapias Creativas” se agrupan formas de
terapias tales como la musicoterapia, la danzaterapia, el arte-terapia
(aplicación de las artes plásticas) y el psicodrama.
La musicoterapia data de los años 40 como rama de medicina
recupe- rativa, que con los efectos fisiológicos, afectivos y mentales de la
música, contribuye a un equilibrio psicofísico de las personas. Es una
especialidad orientada a los canales de comunicación por medio del sonido,
la música, el gesto, el movimiento, el silencio. La relación i n p u t- o u tp u t
que ocurre entre la persona y el terapeuta se ve acompañada por la música.
La musicoterapia pretende posibilitar la comunicación y expresión en
aquellas personas necesitadas de ello, facilitando la apertura emocional y
el acceso hacia el lenguaje, lo que contribuye enormemente en el proceso de
curación.
La musicoterapia se basa en los elementos fundamentales de la música
(pulso, ritmo, escalas, tonalidad, melodía y armonía, textura, timbre). En las
formas musicales (motivos, frases, improvisaciones, composiciones,
actuaciones y composiciones) y en los objetos musicales (instrumentos, voz,
cuerpo, partituras, grabaciones, etc.)
Los objetivos pueden ser educacionales, recreativos, de rehabilitación,
preventivos o psicoterapéuticos y pueden ser programados hacia las
necesidades físicas, emocionales, intelectuales del paciente a nivel general esta
terapia pretende:
- Desarrollar los aspectos referidos al bienestar emocional, la salud
física, el funcionamiento social, las habilidades de comunicación y
cognos- citivas a través de las respuestas musicales.
- Planificar sesiones musicales para los individuos y grupos teniendo en
cuenta las necesidades de los mismos, trabajando con: improvisaciones
musicales, audiciones receptivas, análisis y comentarios de canciones,
actividades expresivo-creativas (dibujo, danza, modelado, movimiento,
expresión corporal).
- Recalcar la importancia de lo vivido corporalmente.
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

- En la persona de edad avanzada se trata de favorecer el recuerdo y el


mantenimiento de la memoria (por ejemplo con música de su
pasado), al tiempo que se trata de disminuir la agitación e incrementar
la orientación en la realidad.
Los métodos de tratamiento pueden hacer resaltar la escucha, la improvi-
sación, la actuación, la comprensión, el movimiento y puede incluir
experiencias adicionales en el arte como la danza, el teatro y la poesía.
La música invita al dialogo corporal entre paciente y terapeuta a la vez
que teniendo como punto de partida el movimiento, comenzar con ello un
proceso de recuperación funcional, ayudada a través del ritmo conseguir así
mayor coordinación de los movimientos.
El ritmo como elemento dinámico y básico en la música es el estimulo
orientador de procesos psicomotores a través del cual se ejecutaran
movimientos controlados, desplazamientos en el espacio, todo ello
vivenciado a través del propio cuerpo.
Estas formas de terapias provocan respuestas precisamente al nivel en el
cual los psicoterapeutas tratan de llegar al paciente y los consiguen de un
modo más directo o inmediato que otras terapias verbales. El proceso de
creación es de crecimiento y este proceso es radical y fundamentalmente
diferente del de elegir señales adecuadas para transmitir un mensaje
preexistente.
El proceso de creación estética consiste en explorar la expresividad de un
particular medio sensorial. No hay ningún área en nuestra percepción
sensorial que no haya sido bendecida con este estado de gracia que nos
lleve a ser creativos. El artista es llevado a descubrir nuevas posibilidades de
sentimiento. Para los humanos no existe otro medio de explorar el reino de
los sentimientos más que explorando las cualidades sentimentales o
emocionales de las personas y de las cosas. De ahí la importancia enorme en
proceso terapéutico ya que existe interacción entre el artista y la misma
obra de arte. Entendemos que el arte es un sustituto de la relación humana
emocional-afectiva, lo cual es muy importante cuando lo humano falla o para
potenciar y embellecer y dar profundidad a una relación afectiva.
Por ello se ha dicho que la música, y también las Bellas Artes, son un
patrón autocurativo del que la humanidad se ha servido desde que existe. El
arte es inherente al ser humano porque “Todo arte es la creación de formas
perceptibles expresivas de emociones y sentimientos humanos” (Langer, 1957).
Las percepciones sonoras y musicales placenteras alimentan el psiquismo
humano de una manera muy particular. Pero además el trato cotidiano con los
objetos musicales vuelve a la persona naturalmente sensible a la vez
que experta en el manejo de las estructuras sonoras. Tanto la degustación
del sonido como su manipulación interna (procesamiento mental) y externa
(producción y reproducción sonora) promueven procesos de realimentación
permanentes que estimulan el desarrollo humano a todo nivel. El archivo
musical interiorizado por un individuo manifiesta, por una parte, su nivel de
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

apetencia por el sonido y, por otra, su capacidad potencial para continuar


incorporando, procesando y produciendo nuevos estímulos sonoros.
En un proceso interactivo regido por el movimiento y la creatividad, la
música tiene la virtud esencial de seducir a los humanos, quienes ceden al
hechizo sonoro, no solo permitiendo que la música penetre en su interior sino
abriendo espacios cada vez más amplios para albergarla. (Hemsy de
Gainza, 1997).

LA DANZA TERAPÉUTICA: ORIGEN Y ANTECEDENTES


Con la danza, la música nos abre una vía de autoexpresión holística, un
placer rítmico-meditativo que nos colma de energías positivas que
favorecen a través de la autoexpresión el desarrollo psíquico, armonía interior,
interiori- zación sonora etc. La danza y el movimiento desarrollan el
equilibrio entre l a m e n t e y e l cu e rpo.
El término da n za es muy amplio ya que incluye multiplicidad de
actividades, desde prácticas naturales o instintivas de algunos animales
hasta las creaciones artísticas más elaboradas.
Etimológicamente danza, proviene del latín da n zare, forma secundaria de
“danzon” voz alemana que significa estirarse... En la antigua Grecia, Platón
sugirió que danza o c horrez podría venir del término Kara que significa
alegría: Kara unido al vocablo Terpis que significa “lo agradable” forma el
nombre de la musa “Terpsiocore”, que entre los griegos personificaba la
danza.
A través de La Biblia considerado como uno de los documentos más
antiguos de la Humanidad podemos ver que hay una gran alusión a la danza.
Las manifestaciones bailadas se evidencian a través de los Salmos. En el
Antiguo Testamento hay momentos importantes. Tras cruzar, los israelitas el
Mar Rojo, Miriam, la profetisa hermana de Moisés y Aarón “cogió una
pandereta y todas las mujeres la seguían con panderetas bailando (Éxodo
Cáp. 15 versículo 20) Jefté había prometido a Dios sacrificarle en holocausto a
quien primero saliera a recibirle si regresaba victorioso en su lucha contra
los amonitas. A su vuelta, su única hija apareció ante él bailando al son de las
panderetas; Jhefté tuvo que cumplir su promesa (Jueces Cáp.11 versículo
34) En el Nuevo Testamento en el Cáp. 6 versículo 22 al 25 de Marcos la
decapi- tación de Juan el Bautista es el precio a pagar por la danza de Salomé.
Existen múltiples definiciones de la danza que se han ido dando a lo
largo de la historia y por destacadas personalidades hemos seleccionado
algunas de ellas:
“La da n za e s una c oordi n a c i ó n e stéti c a de m o v i m i e n to s c
orporales”
(Salazar 1986, pág. 9).
“La da n za e s un a rte q u e u tiliz a e l cu e rpo e n m o v i m i e n to c
o m o l e n guaje expresiv o” (Willems, 1985, pág. 5).
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

“La da n za e s l a m á s h u m a n a de l a s a rte s (...) e s un a rte


v i v o : e l j u ego i n fi n ita m e n t e v a riado de lí n eas, de f o r m a s y
de f u e rzas, de d ir e cc i o n e s y de v e l o c idades, c o ncu rr e a l a
realiz a c i ó n de p e rf e c to s e q u ili bri o s e str uctu r a l e s q u e o b ede c
e n , ta n to a l a s leyes de l a biología c o m o a l a s o rde n a c i o
n e s de l a e stéti c a” (Bougart, 1964, pág. 5).
“La expresió n c orporal, a sí c o m o l a da n za, l a m ú si c a y l a s
otr a s a rte s, s o n una m a n e r a de exte ri o riz a r l o s e stados a n í m i c
o s” “La Expresió n Corporal y l a Da n za e s m uc has v e c e s m ú si c a
tradu c ida a m o v i m i e n to” (Stokoe, 1967).
La danza es un medio capaz de expresar emociones y sentimientos
mediante la sucesión de movimientos organizados que dependen de un
ritmo. La forma de bailar de la gente nos dice mucho sobre su manera de
pensar o vivir. Las danzas difieren mucho unas de otras. No son iguales los bailes
de las personas que viven en las montañas que suelen ser más vivos y
rápidos que los bailes de las personas de la ciudad que son con pasos más
lentos y majestuosos.
La danza es un instinto, si se pone música a un bebé de 6 meses, instin-
tivamente empieza a mover sus manos o sus pies; antes de empezar a
andar, se balancea como puede etc. Dentro de nosotros hay algo que nos
incita a bailar. Pero además de estos movimientos instintivos, se necesita una
organi- zación para poder expresar todos los movimientos que se llevan
dentro. La danza nace con la propia humanidad estando presente en todas
las culturas, en todas las razas y civilizaciones.
A través de la danza se comunican sentimientos de alegría, amor, tristeza,
vida muerte. A lo largo de la historia, la danza no solo se ha utilizado como
liberación de tensiones emocionales, sino desde otros aspectos, como ritual,
mágico, religioso, artístico etc.
La danza desde la antigüedad ha sido una constante necesidad de
comunicación lo podemos ver a través de:
- Rituales mágico-religiosos ya que la danza formó parte de estos rituales
dirigidos a los poderes de la naturaleza.
- Recreación social: facilitando vínculos sociales como necesidad de
expresar los sentimientos a través del movimiento rítmico, en una
coordinación colectiva.
- Espectáculo teatral. El ejecutante siente la música, la expresa a través
de sus movimientos y lo exterioriza bailando para un público sensible
que presta atención y valora su ejecución.
- La vía terapéutica: La danza como terapia aplicada y estructurada a la
prevención y curación de acuerdo al desarrollo del arte y la ciencia.

ELEMENTOS CORPORO-SONORO-MUSICAL
La interacción de diferentes elementos en la danzaterapia nos lleva a
diversas consideraciones de los elementos que conforman la danza:
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

El Cuerpo:
- Alineación Corporal.
- Regulación Tónica y Ajuste Postural.
- Estiramientos.
- Conocimiento de las posibilidades del cuerpo (percepción cinestésica)
- Posibilidades motrices -locomotoras, no locomotoras-.
- Relajación y Respiración.
El Cuerpo en Movimiento:
- En el Espacio (próximo-distante, formas, planos, direcciones, niveles,
trayectorias, foco, formaciones).
- En el Tiempo (duración, pulsación, velocidad, pausa, frases).
- En Interacción (grupo, espacio, tiempo, temas).
- Con una Estructura Rítmica (acentuación, duración, sincronización,
apoyos).
- Con una Energía (fuerte, débil, espontánea, mantenida).
Características de las danzas:
- Expresiva, con enormes efectos de comunicación.
- Progresiva, parte de un estado del individuo y le permite un
crecimiento progresivo.
- Integrativa, restablece los patrones del movimiento y elimina gestos
inapropiados.
- Inclusiva, trabajan en grupos e individualmente.
La danza refleja estados emocionales internos. Los cambios de
conducta del movimiento pueden inducir a cambios en la psique, promoviendo
la salud física y emocional.

LA DANZATERAPIA
La Danzaterapia es una técnica corporal que interrelaciona arte y
ciencia, en este caso la danza y la psicología, para atender y prevenir
problemas de salud y educación.
La utilización del movimiento corporal, aunado a la música en la
búsqueda de un lenguaje no verbal, permite descubrir el mundo emocional
interno, conocimiento y mejoramiento de la imagen corporal, contribuyendo
mejorar las disfunciones físico-psíquicas en individuos y grupos sociales.
La danza nace en su forma más simple y de los movimientos naturales y
espontáneos del ser humano. Es la expresión del interior de las personas a
través de la danza-movimiento; permite emerger la creatividad por medio
de la expresión y la sensibilidad para promover la aceptación de uno mismo
y de los demás.
Danzaterapia e s e l u s o t e r a p é u ti c o del m o v i m i e n to y l a da n
za de n tr o de un pro c e s o q u e b u s c a l a i n teg r a c i ó n psi c o físi c a ;
trabaja sobre la imagen y el esquema corporal aproximando a las personas a
conocer su cuerpo y sus posibilidades.
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

Como disciplina multidisciplinaria se funda en la investigación sobre la


comunicación no verbal, la psicología del desarrollo y los sistemas de
análisis de movimiento.

INCIDENCIAS A TRAVÉS DE LA DANZA


En su artículo “La danza y la tercera edad” Molero Navajas, 1999, cita
autores estudiosos de las mejoras que produce la danza en las diferentes áreas.
En el área Física: Tomar conciencia, control de las posibilidades de
movimiento y fuerza muscular (Munns1981). Mejorar la flexibilidad, coordi-
nación (Bassett, 1982) y equilibrio (Clark, 1975, Gutman, 1977) (Van Fechen,
1977 y Gabell, 1986) tiempo de reacción (Clark, 1977), sistema cardiovascular
(Bassey, 1978 y Stanford, 1972).
En el área Psíquica: Estimular la comprensión, la percepción y la memoria
(Bassett, 1982).
En el área socio-afectiva: Reducir la ansiedad, incidir en la mejora de la
cooperación y la elaboración, establecer relaciones de apoyo mutuo y
revalorizar el propio cuerpo (Leste y Rust, 1984).

MEJORAS A TRAVÉS DEL EJERCICIO


La Resistencia. Las actividades de resistencia que aumentan el ritmo
cardíaco y la respiración. La salud del corazón, los pulmones, y el sistema
circulatorio.
La Fuerza. Los ejercicios de fortalecimiento hacen que obtengan suficiente
fuerza para realizar sus actividades habituales.
El Equilibrio. Los ejercicios de equilibrio ayudan a prevenir caídas, causa
frecuente de incapacitación.
Los Estiramientos. Los ejercicios de estiramientos ayudan a conservar el
cuerpo fuerte y flexible.

ESTUDIOS PREVIOS
Uno de los aspectos que puede servir para frenar el envejecimiento
para las personas mayores es la actividad física moderada ya que es muy
beneficiosa para la salud. La utilización de la danza no solo como manifes-
tación artística, ni espectáculo escénico, sino como una forma de vida y
medio de rehabilitación física y mental del individuo favoreciendo la integración y
cooperación dejando a un lado los sentimientos de soledad y aislamiento.
Es evidente que la inactividad física aumenta el riesgo de enfermedades y
disminuye la calidad de vida del mayor siendo un factor a combatir. Hablar de
Danza terapéutica en esta época, es hablar de una disciplina nueva y poco
abordada en nuestro país, aunque en países como los EEUU se trabaja desde
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

la década de los 40 con excelentes resultados. Las instituciones que se han


dedicado a esta modalidad inicialmente fueron los hospitales. En un inicio la
danza terapéutica se utilizó en pacientes con desordenes psíquicos, aunque
con el tiempo se observo que la rehabilitación física de los pacientes era
posible también utilizando la danza como terapia.
En 1942 Marian Chance inició sus trabajos en el St. Elizabeth Hospital con
adultos y niños en sus sesiones incluía su experiencia en danzas étnicas.
En los años sesenta se inician investigaciones sobre la comunicación no
verbal y en ellas se observó que los ejercicios con movimientos corporales
mejoraban la autoestima y aumentan la habilidad de expresarse así como el
afecto. Se comprobó que la experiencia del movimiento desarrolla la
sensitividad y reduce las reacciones defensivas.
En 1966 se forma la Asociación Americana de Danza terapéutica cuya
meta fue la de sistematizar el trabajo de terapeutas, utilizando la danza
aunada con la música como instrumento de rehabilitación. En México con la
creación del Centro Universitario de la Danza se propone en un inicio la
carrera de Técnico en Danza terapéutica y actualmente con valor de
Licenciatura, al igual que diplomados y talleres pretendiendo con esto subsanar
por una parte y por otra la utilización de la danza no sólo como
manifestación artística, ni espectáculo escénico, sino como una fórmula de
catarsis, de forma de vida, de terapia, de rehabilitación física; es decir, ver a la
danza en su aspecto integral rescatando de ella sus posibilidades y coadyuvar
por medio de esta a la salud física y mental del individuo, contemplando una
formación integral de sus alumnos al proporcionar elementos psico-
pedagógicos, kinesiológicos y técnico artísticos que proporcionen una visión
global del fenómeno y que sea capaza de participar en la rehabilitación
integral de las personas que lo requieran.
En 1983 el Center for Heralth Promotion de la Geeorge Mason University
promocionado por el departamento de Heath Education and Physical Fitness
realizó el “Project Older Adults” cuyo objetivo era incrementar el número de
mayores que hacían ejercicio regularmente y estudiar los factores que
producían modificaciones en el comportamiento de esta población.
En 1984 dos estudios pilotos realizados por las universidades de
Dormund y Frankfurt, investigaron acerca de los “Fitness Test” cuando preparaban
el Trimming-130. El programa consistía en dos sesiones a la semana de sesenta
minutos y una opción era la danza En el primero, seleccionaron las
variables del nivel fitness en pruebas de resistencia a mayores. En las conclusiones
se determinaron los futuros modelos de programas fitness del Trimming-130.
En el segundo estudio piloto se examinaron los niveles de las variables
seleccionadas. Los resultados determinaron el alto grado de aprendizaje
motor en el campo de las habilidades coordinativas.
Desde 1991 a través del departamento de Educación Física del Campus de
Río Claro de Brasil (M.A. y Farias S.F., 1993) se aplica el programa “Folklore
portugués como actividad física en la Tercera Edad” cuyos objetivos eran el
intercambio generacional y favorecer las condiciones biopsicosociales de los
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

mayores. El programa se inicia con gimnasia geriátrica y al mejorar las


condiciones físico–motoras comienza la enseñanza de las coreografías y las
clases de danza. Los resultados muestran desde entonces que los grupos
trasmiten vitalidad, emociones placenteras con la actividad y aumenta la
sensación de felicidad individual y son conscientes de los beneficios que les
aporta y hace que se sientan útiles con un elevado grado de motivación.
En estudios experimentales que se han llevado a cabo sobre el efecto a
largo plazo de la práctica de ejercicio sobre el corazón, los individuos
inician un programa de ejercicios regular u después se comparan una serie
de funciones fisiológicas pertinentes, como la capacidad respiratoria o frecuencia
cardiaca, con el grupo de control. Al término de un año la capacidad
pulmonar era mucho mayor en los individuos que habían practicado ejercicio
que en los que no lo practicaron.

PRECURSORES EN EUROPA
Francois Delsarte.- Relación entre cuerpo espíritu, gesto y pensamiento.
Sus estudios se basan en el cuerpo humano con relación a las emociones y
a la energía vital.
Rudolf Von Laban, su descubrimiento fue: “Sacar las emociones a
través del movimiento del cuerpo” Cada movimiento originario a partir de
un impulso interno o externo ha sido almacenado en la memoria
Irmgard Bartenieff. Uniendo los principios de Laban con la anatomía la
neurología desarrollo una serie de ejercicios correctivos para pacientes
enfermos de poliomielitis.
Isadora Ducan. “La danza no es sólo transmisión de una técnica sino
también de un impulso vital profundo. Soñaba con redescubrir el maravilloso
movimiento rítmico del cuerpo, el movimiento ideal que debería estar en
armonía con el movimiento físico más perfecto y rescatar un arte que ha
dormido por dos mil años.

PRECURSORES AMERICANOS
Francisca Boas: Trabajó con niños con disturbios promoviendo la
expresión de sus fantasías a través de técnicas del movimiento.
Marian Chance: Considerada la Gran Dama de la Danzaterapia. Trabajó
sobre todo con pacientes psiquiátricos. Influenciada por la teoría de Sullivan,
enfatizó la individualidad de los esquizofrénicos y su capacidad de interacción
genuina. Su mayor contribución fue: a través del movimiento, el uso del ritmo
como fuerza organizadora y clarificadora; el uso de la danza como un
proceso de cohesión grupal.
Trudy Schoop: Consideraba que “quienes somos está reflejado y
manifestado en nuestros cuerpos” Lo que sucede en la mente tiene una
reacción concomitante en el cuerpo y lo que sucede con el cuerpo tiene una
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

reacción en la mente. Por esta razón actitudes posturales y de alineación física


reflejan nuestro estado mental y de ánimo.

PRECURSORES EN ARGENTINA
Patricia Stokoe: Influenciada por Martha Graham; escuela de Laban,
Feldrelkrais y Agnes de Milles: El ser humano es cuerpo, la actividad
psíquica se gesta dentro de ese cuerpo que somos. “Creo que lo que más me
ocupa y preocupa es propagar esta filosofía del ser humano como un ser
integral, en busca de sí mismo, insertado en su ecología, respetable como
individuo pero siempre considerado con relación a otros. También al adulto
reconectado con la alegría de la vida, del reír o llorar, de alcanzar la plenitud
en un mundo que es indiferente y hasta agresivo con él.
Maria Fux: La danza no tiene edad, pues el cuerpo responde siempre a
palabras movilizadoras buscando manifestar su esencia íntima. Influenciada
por Isadora Duncan desarrollo su trabajo con personas afectadas por sordera,
Síndrome de Down y otras afecciones neurológicas y de personalidad.

DESCRIPCIÓN DE LA EXPERIENCIA
Basándonos en todo lo anteriormente expuesto nos planteamos la
necesidad de llevar a cabo un estudio de campo desarrollado en la Ciudad
autónoma de Ceuta, en esta ciudad española situada en la orilla africana del
estrecho de Gibraltar se da una característica peculiar de población debido
precisamente a su condición de ciudad fronteriza y vía de paso de diferentes
culturas a lo largo de su amplia y dilatada historia.
En los países avanzados uno de los rasgos más característicos es el enveje-
cimiento de la población, el aumento de parte de población de mayor
edad en relación al envejecimiento poblacional se produce por la dilatación
de la vida, derivada de la mejora en las condiciones de vida, al progreso
en medicina, salud, higiene, nutrición, además de la escasa natalidad. El enveje-
cimiento de la población ha producido enormes cambios sociales en los
movimientos migratorios y en la economía.
En 1900 menos de un millón de españoles superaban los 65 años,
representando el 5,20% de la población; en 1950 sumaban dos millones lo que
significa el 7,23%; en 1970 los españoles alcanzaban 3.290.600 suponiendo el
9,67% de los españoles. En 1991, 5.370.300 un 13,82 % y, hoy en día, se
estima la cantidad de 6.800.000 un poco más del 17%
La población española junto con la de Italia encabezan el grupo de países
con menores tasas de natalidad. La falta de recursos y la incorporación de la
mujer al mercado laboral hacen prever una disminución de la población.
Según estudios en el año 2030 empezaran a jubilarse, con quince años
más de esperanza de vida.
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

La disminución de la mortalidad y alargamiento de vida, se observa en los


países europeos más avanzados. En España a principios de siglo la edad era
inferior a los 35 años. En 1910 se aproxima a los 41 años. Quedando estancada
durante la Guerra civil y epidemias. En 1950 supera los 62 años.
Alcanzando los 70 años de esperanza de vida en 1960. 75 años en 1980, 77
años en 1990 y actualmente se estima ronda los 78. Iniciándose actualmente
fijar la cuarta edad a los 80 años.
La ciudad autónoma de Ceuta tiene características diferenciales del
territorio y la población haciendo difícil su alineación demográfica con otras
comunidades y provincias. La ciudad de Ceuta presenta un perfil demográfico
muy diferente a los del territorio peninsular. Un rasgo específico es su alta
densidad: 3762 h/km2 (frente a 78h/km.), muy superior en densidad a la de
Madrid o Barcelona. Otra característica propia de su carácter urbano, es el
crecimiento intensivo: Ceuta ascendió un 50% en 70 años. Su naturaleza
predominantemente urbana y su territorio marcan unas diferencias que
derivan también la estructura de su población.
En Ceuta puede decirse que no ha existido recesión natalicia. En
índices de mortalidad Ceuta tiene la tasa de mortalidad más baja de España
y revela una estructura demográfica mucho más joven que la del resto de España,
el porcentaje de menores de 15 años supera el 21%, mientras que los
mayores de 65 representan el 10,21, contrariamente a lo que sucede en el resto
del país, los mayores de 65 años están ausentes del 75% de los hogares.
Ante este hecho la comunidad tiene la obligación de atender las
necesidades, preocupaciones y problemas de los mayores y sean parte
activa de ésta participando y disfrutando de unas condiciones de vida
dignas. Atención sanitaria prevención de enfermedades, preocupación de
bienestar psicosocial e integración en su vida dentro de la sociedad, estudiar
mejor el proceso de envejecimiento, investigación en todos los aspectos que
atañen a los mayores.
La organización Mundial de la Salud en su reunión de 1987, según el
criterio de las Naciones Unidas acordó considerar ancianos a los de 60 años y
“viejos” a partir de los 80 años de edad. Dentro del trabajo que se
expondrá a continuación los participantes en los programas de actividades se
sitúan en las dos franjas de edad. Los objetivos de este trabajo son estudiar los
beneficios que pueden obtener los mayores al hacer danza y /o actividades
rítmicas en grupo.
En el ÁREA FÍSICA
En el ÁREA PSÍQUICA
En el ÁREA SOCIOA-FECTIVA
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

METODOLOGIAS UTILIZADAS
Joseph Pilates. El e q u ili bri o e n tr e l a m e n t e y e l cu e rpo .
Lo más importante es la alineación, la respiración correcta y el centro del
cuerpo mantenerlo controlado y fuerte para proteger la espalda. Los
centros de fuerza están localizados en el abdomen, lumbar y en los glúteos,
el resto del cuerpo se mueve con libertad. La repetición de los ejercicios
sencillos combinados con algunos aparatos especiales que añaden diferentes
grados de resistencia al esfuerzo muscular.
Pilates opinaba que los ejercicios más que repetir hay que hacerlos con
concentración y precisión. “ Tu m e n t e d iri ge t u cu e rpo, c o n sigu i e
n do q u e e l e j e r c i c i o sea m á s i n t e r e s a n t e y e fi c az”
Este método va dirigido a cualquier persona que quiera mejorar su
fuerza y flexibilidad sin añadir masa muscular o para prevenir cualquier tipo
de lesión a nivel muscular y de tejido blando. Los fisioterapeutas los
consideran muy eficaz para rehabilitación. Al no tener ninguna
contraindicación Todo el mundo e incluso niños, personas de tercera edad,
mujeres embarazadas. Sentados, bailando, de pie etc. trabajando con
aparatos de musculación... todas estas actividades dan lugar a que algunos
músculos se fortalezcan y otros no sean usados terminando atrofiados.
Trabajando el método Pilates de forma prolongada camina y se sienta más
recto, duerme mejor y desarrolla una musculatura más firme.

Moshe Feldenkrais. El m o v i m i e n to c o m o e nc a r n a c i ó n de l a i n t e nc i ó n .
Basa su método en la importancia que tiene la toma de conciencia por el
movimiento para el funcionamiento del cuerpo. Los movimientos se realizan a
diferentes velocidades, aprendiendo a diferenciar pautas de acción, rompiendo
patrones habituales de conducta y de movimiento.
Este método permite mejorar la motricidad, coordinación, orientación,
aclara la imagen corporal elimina dolor, tensiones, estrés y previne y recupera
lesiones. No tiene ninguna contraindicación.

Alexander. Reed ucac i ó n físi c a y m e n ta l s o bre c ó m o ayudarse a sí m is m o


La técnica de Alexander lleva la atención a las áreas de tensión, con
mayor tensión de la necesaria. Para él lo más importante es que la cabeza
dirija el tronco, ya que el desplazamiento de la cabeza afecta a todo el
movimiento, y que en la zona del cuello no se produzca tensión. Si te
concentras en la imagen del movimiento, el sistema nervioso central puede
elegir la más eficiente coordinación neuromuscular para su actuación. Para
ello, ver la localización exacta del movimiento, ver la dirección del movimiento
y tener el deseo de mover.
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

Jacques Dalcroze. Edu c a c i ó n Rítm i c a b a sada e n e l e q u ili bri o rít m


i c o - m otriz y psi c o - m otriz. Rela c i ó n e sp a c i o t e m p o r a l.
Desarrollo del sentido rítmico, coordinación de movimiento y estimu-
lación de las capacidades expresivas y creadoras a través de música y
movimiento, movimiento e improvisación corporal y la práctica de la audición
interior.

Edgard Willems. Desarrollo psíq u i c o y s o c i a l a tr a v é s de l a s


e n s o ri a lidad auditiv a .
Desarrollo de la percepción auditiva y de la práctica rítmica. Participación
activa para pasar de lo concreto a lo abstracto. Improvisaciones melódico-
rítmicas.

Karl Orff. Actividad a tr a v é s de l o s e l e m e n to s funda m e n ta l e s


de l a m ú si c a rit m o , m e lodía, a r m o n í a , y ti m bre.
Desarrollo de las posibilidades motrices del cuerpo. Expresión a través del
lenguaje –ritmo en el lenguaje-ritmo con instrumentos- ritmo en movimiento.

Maurice Martenot. Relaja c i ó n y c o n tr o l m u s cu l a r a tr a v é s de


l a audi c i ó n i n t e ri o r y s u e v o luc i ó n .
Desarrolla el control muscular a través de la relajación.

RELAJACIÓN
Las técnicas de relajación son una serie de técnicas que permiten
educar el control de nuestra activación física y psíquica. De este modo se
consigue una percepción, conocimiento y control progresivo de los
elementos del cuerpo, y cuando se asocia a la respiración favorece el equilibrio
emocional y disponibilidad mental. Lo básico para realizar correctamente en un
ejercicio de relajación es saber respirar, porque no nos podremos relajar si
nuestra respiración no es la adecuada.
A través de la relajación encontramos el medio idóneo para combatir la
ansiedad, la angustia, la agitación, y el estrés. Es una práctica idónea para ir
soltando todas las tensiones del cuerpo y tranquilizando la mente. La
relajación no solo proporciona un reposo muscular y seda el sistema nervioso
sino que mejora el tono vital, regula las funciones vitales y proporciona
energías y equilibra la unidad psicosomática. La relajación permite descubrir y
explorar directa y vivencialmente el esquema corporal, detectar las tensiones,
serenar la mente y calmar emociones.
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

SELECCIÓN DE LOS TIPOS DE DANZA


Se han seleccionado aquellas más adecuadas para conseguir los objetivos
propuestos en función de las motivaciones e intereses de los mayores así
como de su desarrollo motor y expresividad, adaptadas al grupo para que
adquieran control de sus movimientos y apropiadas a su fuerza muscular (área
física) Tiene como objetivo mejorar la flexibilidad, coordinación y
equilibrio así como el sistema cardiovascular.
Estimulación de la comprensión, percepción de memoria, concentración
etc. (área psíquica). Reduciendo la ansiedad, mejorando la cooperación y
colaboración, estableciendo relaciones de apoyo mutuo.
Los tipos de danza que se proponen son: danzas regionales, interna-
cionales y populares. La elección atiende a una progresión en la dificultad de
ejecución, la expresividad, la autonomía, la creatividad y la desinhibición.
En lo referente a lo c orporal , se parte de danzas sencillas con automa-
tismos básicos para pasar a otras con mayor dificultad.
En lo e sp a c i a l, desde danzas y situaciones en las que la posición
inicial, los desplazamientos y evoluciones por espacio son simples.
En lo t e m p o r a l es sencillo (compás de 4/4 con cadencia a negras, muy
marcadas y sin silencios) hasta otras en las que se utilizan compases de 3/4
con cadencias y silencios.
DANZAS INTERNACIONALES. Danzas de otros países, sencillas en su
ejecución. Los movimientos de brazos y piernas se repiten. Su estructura
rítmica es sencilla y bien definida, existe contacto físico y cambios de
pareja. Son motivantes y dinámicas, variadas y fáciles de aprender sirven
para introducir la danza y conseguir objetivos: derecha, izquierda, delante,
atrás, paso arrastrado, paso grande, paso pequeño.
Actualmente las personas mayores apenas son tocadas, esta pérdida
literal de contacto contribuyendo grandemente a la sensación de aislamiento
que sienten los ancianos (Davis, 1976).
DANZAS REGIONALES. Danzas con música más o menos oídas por
ellos seleccionando danzas fáciles para su ejecución. No existe contacto físico. Son
motivantes por la proximidad de la identificación cultural.

CONCLUSIONES
Se ha c o m pro bado:
Activa y mejora la circulación sanguínea.
Fortalece los pulmones.
Regula la tensión arterial.
Fortalece los músculos y los huesos.
Disminuye el riesgo de padecer osteoporosis.
Mejora la flexibilidad de todas las
articulaciones.
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA

Contribuye a conciliar el sueño con mayor facilidad, y mantiene el


cerebro en forma, ya que requiere concentración durante la coreografía.
Asimismo, la danza influye en variables como pueden ser la vitalidad-
aumenta la energía vital; autoestima-aumenta la seguridad, al sentirnos
capaces de seguir el ritmo; amistad-las clases fomentan el sentimiento de
pertenencia a un grupo-evasión-al bailar se consiguen olvidar por un
tiempo los problemas-; la danza permite expresar corporalmente las
sensaciones de manera más natural y desinhibida.
La danza contribuye a mejorar el ánimo, aumenta la creatividad y
ayuda a las personas mayores, en ocasiones, a alejarse de la frustración,
depresión y soledad. Consiguen relajarse y recuperar la ilusión al tener una
regularidad que les permite olvidar su edad y sentirse jóvenes.
En cuando al a sp e c to s o c i a l, las sesiones de actividad con la danza
en grupo proporcionan un punto de encuentro, aumentan su círculo de
relaciones, y favorecen su integración social.
Desde el punto de vista psi c o lóg i c o , en cuanto a lo afectivo, estas
sesiones son un buen medio para descargar tensiones, mejora de autoestima,
vivir situaciones alegres, reconocimiento aceptación de uno mismo y facilitar su
expresión y comunicación. Su apariencia física mejora.
Respecto a lo c og n iti v o , parece ser que al tener mayor aflujo de
oxígeno en el cerebro estimula las funciones intelectuales: Concentración,
memoria, interés…
Queremos terminar con estas bellas palabras:
Vivir es conservar la capacidad de entusiasmo.
Seguir vibrando por toda la vida que sientes a tu alrededor y participar en
ella.
Vivir es saberse vivo hasta el instante final. Los años solo
enriquecen… “Y mientras se vive, se mantiene la capacidad de
vivir, de sentir…”.
Mientras se vive hay que esperar la vida.
Vic e n t e Alexa n d r e
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ALEXANDER, G. (1992): La e u to n í a . Un c a m i n o ha c i a l a experie nc


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MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO

REVISTAS ESPECIALIZADAS
-American Journal of Dance Therapy: Revista especializada en Danzaterapia
-Revista Española de Musicoterapia Enero 1999, nº 1, Simposium
Internacional de Musicoterapia “X Congreso Mundial de Psiquiatria (Madrid)
Barcelona.

PÁGINAS WEB
www.del cuerpo.com
www.eter.com/danza/
www.danzarevista.com

DISCOGRAFÍA
MÚSICA CLÁSICA
ALBINONI: Adagio . DECCA
ADAM: Giselle.
DECCA BIZET. Car m e
n . DECCA
DELIBES: Coppelia.DECCA
DELIBES. Sykvia. DECCA
GRIEG: Peer Gy n t DECCA
KETELBEY: En e l Ja rd í n de un Mo n a ste ri o ; En un Merc ado
Persa . DECCA MINKUS. La Bayadera. EMI
MINKUS. El Quijote
EMI MINKUS. Paquita
EMI
OFFENBACH: Los Cu e n to s de Hoff m a nn. DECCA
PACHEBEL: Ca n o n . DECCA
SHUBERT: Marc ha Milita r , Colección “Las melodías más bellas
del mundo”DECCA
TCHOIKOVSKY: La Bella Dur m i e n t e .
DECCA TCHOIKOVSKY: El Lago de l o s
Cisn e s. DECCA TCHOIKOVSKY: Casc a nu e
c e s. DECCA VARIOS: Da n zas Napolita n a s
DECCA
VARIOS: Músic a Am e ri c a n a DECCA
WAULDTEUFEL: Estudia n ti n a . Cole cc i ó n “Las melodías más
bellas del mundo DECCA

VARIOS
ABDESSADEK CHEKAR.-KTP 1604 A/b/c/d KPUTPUBIAPHONE
CLASICOS DIVERTIDOS Philips
JESU GALLASTEGUI. Pia n o Music f o r Ballet Class Sugal Records SR
– 9506 FRANCK POURCEL.-EGF 688 Mosaqu e Orie n ta l e EGF 688
EMY
LEROY ANDERSON. - Waltzin g Cat. DDD
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

Fra nc is c o Ja v i e r Ir u z u bi e ta Barragá n

“Para q u e l a v e j e z n o sea una p a


rodia ri d í cu l a de nu e str a existe nc i a a n t
e ri o r, n o hay m á s q u e una s o luc i ó n ,
y e s seg u ir p e rsigu i e n do fi n e s q u e de
n s e n ti do a nu e str a v ida: dedi c a
c i ó n a i n d i v i duo s, c o l e c ti v i dade
s, c ausa s, tr a b a j o s o c i a l o p o líti c o
; tr a b a j o i n t e l e c tual, c reador”. (Si m
o n e de Bea u v o ir )

DEPENDENCIA VERSUS AUTONOMÍA


El envejecimiento es una dinámica en la que se encuentra involucrada la
población mundial en general y la española muy en particular, tendencia
que se incrementará en años venideros1. Esta situación va pareja a un
incremento de la demanda de atención socio-sanitaria. En la medida que esta
dinámica de envejecimiento poblacional persista, los sistemas de atención se
verán sometidos a unas cargas asistenciales progresivamente mayores,
debido a que la población de más edad tiende a utilizar en mayor medida los
servicios sociosanitarios 2. Esta mayor presión asistencial se ve favorecida
por otros
factores, además del demográfico, como son los avances científicos que se
traducen en la aplicación de nuevas y más sofisticadas tecnologías en el campo
sanitario, el incremento del nivel socioeconómico de la población en general,

1. Se prevé que en 2025 el número de personas de más de 60 años habrá


aumentado en unos 875 millones respecto de la cifra correspondiente a 1970 (incremento del
281%). En 2025 habrá 1200 millones de personas de más de 60 años de las cuales 840
millones vivirán en países en desarrollo. Informe de la Secretaría de la Organización Mundial de la
Salud, Envejecimiento y salud. 55ª Asamblea Mundial de la Salud, A55/17, 4 de abril de 2002.
2. El impacto en la utilización de servicios sanitarios tiene un mayor interés el
incremento de la población anciana y de la esperanza de vida que la reducción en la
tasa de natalidad, debido a que la frecuentación de los servicios sanitarios aumenta de
forma muy considerable con la edad. Castells, X., Mercadé, L. y Riu, M. (2002): En v e j e
c i m i e n to y u tiliz a c i ó n hospitala ri a . En In f o r m e de l a So c iedad Espa ñ o l a
de Salud Pú bli c a y Ad m i n istr a c i ó n Sa n ita ri a (SESPAS) 2002, pág. 496.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

los cambios que se han producido en la organización de los servicios socio-


sanitarios que permiten a la población el tener a su alcance mejores recursos
tanto desde un punto de vista cualitativo como cuantitativo3.
En cualquier caso, los sistemas sanitarios están pensados para solucionar
situaciones episódicas, agudas, las cuales no son las prevalentes en el caso
de los ancianos que se ven afectados fundamentalmente por procesos de tipo
crónico. Es necesario reforzar la atención hacia las auténticas necesidades
de la población anciana, mejorar la integración entre los distintos niveles de
atención socio-sanitaria para asegurar una imprescindible continuidad en la
atención 4. Las enfermedades crónicas son el origen de situaciones de
discapacidad y disminución significativa de la calidad de vida que pueden
llegar a comprometer seriamente la autonomía del anciano5. En esta
situación, la atención primaria se convierte en el ámbito ideal para prestar apoyo
a los ancianos y los cuidadores informales, estos últimos, figuras claves en
la atención crónica de los ancianos dependientes en sus hogares. Los
ancianos con problemas crónicos reciben la mayor parte de los cuidados del
entorno familiar que van a depender de factores económicos, afectivos y
estructurales6, el cuidador principal aporta hasta el 90% de las horas de atención
familiar.
El envejecimiento es, ante todo, un proceso fisiológico, caracterizado
por el cambio que se experimenta en distintos aparatos, órganos y
estructuras y que implica para el ser humano una paulatina alteración de sus
funciones. Existe una amplia gama de variaciones en términos de lo que este
hecho supone para las personas y su capacidad de llevar una vida activa y
satisfactoria. Muchas personas mayores permanecen activas y totalmente
independientes hasta el final de sus vidas, otras desarrollan patologías que
inciden claramente en su nivel de dependencia. En cualquier caso, la
mayoría de las personas mayores expresa el deseo de permanecer en sus hogares

3. La población solicita acciones curativas porque enferma más y esto es debido en


gran parte a que vive más. Al mejorarse de una enfermedad, por una acción curativa
eficaz, la población queda lista para poder desarrollar otra patología. No sólo han aumentado las
posibilidades matemáticas de enfermar, sino que la población, por alcanzar edades
avanzadas, llega a edades en que se enferma más, como ocurre con la vejez. Iruzubieta, F.J.
(2004): “Promoción de la salud y prevención de la enfermedad en el anciano”,
en En v e j e c i m i e n to y s o c iedad: una p e rsp e c ti v a plu ri d is c ipli n a r . Servicio de
Publicaciones de la Universidad de La Rioja, pág. 85.
4. La integración y coordinación de los servicios sociosanitarios en España es una
de las asignaturas pendientes que condiciona de forma notable la asistencia. Esta situación, que
podríamos calificar de grave disfunción, influye muy especialmente en aquellos sectores
de la población que requieren con mayor frecuencia de servicios asistenciales, es decir los
ancianos.
5. Las discapacidades físicas o mentales limitan las actividades básicas de la vida
diaria del anciano como, asearse, alimentarse, desplazarse, cocinar, etc.
6. La disponibilidad de los familiares o las características del problema crónico que
afecta al anciano son algunos de los factores a tener en cuenta.
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

mientras sea posible, esta es la reacción ante el desarraigo que implica una
salida del hogar, generalmente irreversible, acompañada en algunos casos
de la pérdida del contacto familiar o, en cualquier caso, de una disminución
de éste tanto en frecuencia como en calidad.
Ante este panorama, no debe de extrañarnos este deseo de
permanencia en el hogar expresado anteriormente y que choca con los
limitados recursos de atención domiciliaria que podrían suplir las limitaciones
de las personas mayores en la satisfacción de sus necesidades básicas. Es preciso
fortalecer los servicios sanitarios orientados hacia las necesidades de las
personas mayores y mejorar su integración con otros niveles de atención
para asegurar la necesaria continuidad en la atención.
Los temas referentes a la edad avanzada y al envejecimiento
constituyen un enorme desafío para toda la sociedad y suscitan dudas morales
y éticas básicas sobre la postura social y la supervivencia de nuestra sociedad.
Los problemas de edad son básicamente sociales y no meramente personales e
individuales. Además no podemos olvidar que, más o menos, el 10% de la
población anciana vive en instituciones y que el otro 90% es autónoma e
independiente. Sin embargo los ancianos son una población de alto riesgo
en lo concerniente a problemas de salud. Un estudio del Departamento de
Sanidad y Consumo revela que la población mayor de 65 años padece como
media, entre dos y tres enfermedades diferentes. Precisamente, este mal estado
general de salud entre los ancianos hace que los viejos sean los mayores
consumidores de servicios sanitarios y sociales. La falta de una asistencia
adecuada al anciano en el nivel primario de salud, que posibilite un control
precoz y eficaz de sus enfermedades trae como consecuencia que en la
actualidad el anciano deba acudir con frecuencia a un centro hospitalario,
precisando el ingreso en numerosas ocasiones con los riesgos que ello
conlleva para el anciano el desarrollo de estados de inadaptación, inseguridad,
dependencia. Desde la atención primaria, los profesionales sanitarios y
sociales deben de jugar un importante papel para evitar estas situaciones, es
necesaria una toma de conciencia del abandono y marginación que con
frecuencia sufre el anciano y realizar un esfuerzo para comprender las
necesidades y problemas que presenta a fin de contribuir en lo posible a su
satisfacción.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

Porcentaje de ancianos residentes en residencias y receptores de atención domiciliaria

Residencias de ancianos Reciben atención domiciliaria


Holanda 10 8
Bélgica 4 6
España 2 1
Irlanda 5 3
Gran Bretaña 5 9
Italia 2 1
Grecia 0,5 -
Portugal 2 1
Francia 3 7
Suecia 5 12
Alemania 6 3
Finlandia 7 10
Dinamarca 6 20
Fu e n t e y e l a b o r a c i ó n : So c iedad Espa ñ o l a de Ad m i n istr a c i ó n Sa n ita ri a y Salud Pú bli c a 7

A pesar del evidente aumento que han experimentado durante las dos
últimas décadas los servicios de atención domiciliaria 8, los ancianos siguen
sufriendo las insuficiencias de un sistema incapaz de dar una respuesta
adecuada a las demandas de la población. Podemos apreciar una clara
incongruencia entre los mensajes que se transmiten a la población desde las
instituciones sobre las bondades del envejecer en casa, acompañado por los
seres queridos, y la realidad de un país como España que sigue a la cola
de la Unión Europea en cuanto a servicios de atención domiciliaria. Existe un
erróneo enfoque que generalmente caracteriza los servicios de atención

7. Artazcoz, L., et cols. (2002): “Desigualdades de género en salud: la conciliación


de la vida laboral y familiar”, en In f o r m e de l a So c iedad Espa ñ o l a de Salud
Pú bli c a y Ad m i n istr a c i ó n Sa n ita ri a (SESPAS), pág. 77.
8. La evolución y extensión de los Servicios de Atención Domiciliaria, según el Informe
2000, Las p e rs o n a s m ayores e n Espa ñ a , ha sido claramente progresiva a lo largo de la
década de los años 90. En 1990 los usuarios del SAD 34.181 ancianos, el 0,48 % de la
población de más de 65 años, en 1995 existían 63.712 usuarios del SAD, el 1,04 % de la
población de más de 65 años, en 1998 ya eran 112.797 usuarios, el 1,82 %, y en el año
2000 los 138.101 usuarios superaban el 2 % del total de ancianos del país. Estos Servicios
de Atención Domiciliaria, en el año 2000, alcanzaban al 9 % de la población anciana
británica, al 11 % de los ancianos franceses, al 21 % de los ancianos holandeses y llegaba hasta
el 31 % de los ancianos daneses. Sancho Castiello, T. (2002): “De la planificación
gerontológica a la acción. Actualidad de los servicios sociales”, en 7DM, 20-XII-2002, pág.
34. También, existen estados
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

domiciliaria, en los que priman el tema relacionado con la atención de las


tareas domésticas por encima de lo que son los cuidados personales de los
ancianos y de su entorno9.
A pesar de que los modelos culturales para comprender y vivir la
vejez en nuestra sociedad están cambiando de modelos deficitarios a modelos de
desarrollo personal, se mantienen imágenes sociales que incluyen
estereotipos y aspectos peyorativos asociados al envejecimiento como carga,
problema, pérdida de poder, déficit, disminución de facultades, asexuados,
etc. El culto a la juventud y esta imagen social negativa de lo viejo
dificulta la integración de esta etapa en la vida, contrasta con la positiva vivencia
personal de muchos ancianos y no contempla las mejoras producidas en las
últimas décadas en su calidad de vida.
El aumento de la esperanza y calidad de vida no ha sido seguida por una
equivalente evolución social en modelos socioculturales relacionados con el
envejecimiento. Aunque van teniendo más posibilidades, el contexto
social ofrece todavía oportunidades limitadas a las personas mayores. Los
servicios y alternativas socioculturales, educativas, deportivas y de ocio en
general, son recursos muy útiles para esta edad pero todavía poco extendidos.
Es necesario analizar cómo es el anciano, tanto desde los aspectos físicos
como psicológicos y sociales, y al mismo tiempo analizar la relación con
ellos, las razones de determinadas posturas, el paternalismo, el rechazo. Ante
esto, teniendo en cuenta todas sus necesidades, los profesionales socio-
sanitarios deben asumir el lugar de quien cuida y controla la salud del anciano
y de que quien ayuda a éste a convivir saludablemente con su edad.
Debemos establecer medidas encaminadas a lograr un objetivo que nos
relacione conceptos como salud y actividad con el término envejecimiento.
Esta aparente relación paradójica debe convertirse en un motor impulsor de
acciones desde la sociedad en general y, muy particularmente, desde institu-
ciones públicas, tanto sanitarias como sociales, que consigan en última
instancia añadir calidad a una vida cada vez más prolongada. La O.M.S.

americanos, como Maine o Kentucky, que han desarrollado programas de atención global
a los ancianos y sus familias, tratando de evitar la institucionalización de los ancianos
apoyando el papel asistencial desarrollado por las redes sociales en general y más concre-
tamente amigos y familias, a través de: 1.- suministro de servicios integrados
específicos, para evitar la sobrecarga funcional de las redes. 2.- suministro de servicios
sustitutorios para aquellas necesidades que no pueden ser cubiertas y satisfechas por las redes
primarias. 3.- Transferencias monetarias. Donati, P. (1994): Ma nu a l de s o c i o log í a de l a s
a lud . Madrid: Díaz de Santos, pág. 230-231.
9. Un programa de ayuda a domicilio debe desplegarse entorno a dos funciones
básicas: 1.- Prestar apoyo psicosocial a la convivencia familiar. 2.- Proporcionar apoyo
doméstico, compañía y movilidad para las relaciones sociales de las personas sin autonomía
personal. MAZARRASA, L. y GERMÁN, C. (1996): “La vejez: demografía. Salud. Actitudes y
atención social”, en Salud p ú bli c a y e n f e r m e rí a c o m unita ri a , Madrid, Mc. Graw-
Hill, pág. 1422.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

establece el objetivo final de un envejecimiento sano y activo, para lo cual


desarrolla un marco normativo que complementa las recomendaciones
contenidas en el plan internacional de acción sobre el envejecimiento 10. Este
marco se explicita en los siguientes objetivos 11:
- Prevenir y reducir la carga de las discapacidades, las enfermedades
crónicas y la mortalidad prematura.
- Reducir los factores de riesgo asociados con las enfermedades no
transmisibles y la disminución de las funciones relacionada con la edad,
reforzando al mismo tiempo los factores que preservan la salud.
- Establecer políticas y estrategias encaminadas a prestar una atención
continua a las personas que padecen enfermedades o discapacidades
crónicas.
- Impartir capacitación y educación a dispensadores formales o
informales de atención.
- Velar por la atención, seguridad y dignidad de las personas que
envejecen.
- Lograr que las personas que envejecen puedan seguir contribuyendo al
desarrollo económico y participando en la actividad es tanto de los
sectores formal e informal como de su comunidad y de su familia.

GÉNERO Y ENVEJECIMIENTO
En el proceso del envejecimiento se establecen diferencias
ligadas al género. Estas características distintivas de las actitudes y
aptitudes vita- les desplegadas por los ancianos en función de su sexo
no dejan de ser el reflejo de una impronta social del proceso evolutivo
que ha determi- nado la vida del anciano. Tanto la salud como el
envejecimiento no son únicamente el resultado de un proceso biológico
si no que también son el resultado de consecuencias sociales y
culturales. Existen tres fac- tores claves en el envejecimiento, los
determinantes hereditarios, los aspectos socioeconómicos que han rodeado la
vida del anciano 12 y el

10. El Plan Internacional de Acción sobre el Envejecimiento aprobado por la II


Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento (Madrid, 2002) abarca tres líneas prioritarias:
1.- las personas mayores y el desarrollo.
2.- la promoción de la salud y el bienestar para la
vejez. 3.- la creación de entornos propicios y de apoyo.
11. Informe de la Secretaría de la Organización Mundial de la Salud, Envejecimiento y
salud. 55ª Asamblea Mundial de la Salud, A55/17, 4 de abril de 2002.
12. La O.M.S. plantea la necesidad de investigar en qué medida las raíces de las
desigualdades de salud en la tercera edad se encuentran en las circunstancias socioeco-
nómicas de la vida anterior. Las mujeres tienden a contar con menos ingresos que los
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

estilo de vida13. Las diferencias de género están presentes en los tres


as- pectos.
Las actitudes del anciano ante su vida y la de los que le rodean son, sin
duda, distintas en función del sexo de éste y determinarán en mayor o menor
grado aptitudes o capacidades para desenvolverse en el día a día. El nivel de
dependencia del anciano está determinado por su sexo. Las ancianas
desarrollan un elevado grado de autonomía que le capacitan para
satisfacer sus necesidades básicas con gran suficiencia, por el contrario, los
ancianos están frecuentemente sujetos a importantes niveles de dependencia.
Esta situación explica en parte la elevada proporción de mujeres mayores
que cuidan de otras personas. La ayuda dentro de la familia recae muy
especialmente sobre la esposa, de tal modo que es muy probable que mujeres
mayores cuiden de sus maridos de más edad y no a la inversa. Cuando no
existe una esposa que pueda ejercer de cuidadora son otras mujeres, hijas o
nueras, las que asumen este papel. Con cierta frecuencia serán mujeres de
50 o más años que cuidarán a sus progenitores de 70, 80 o más años.
Las mujeres asumen mayoritariamente el papel de cuidadoras
informales, la propia O.M.S. ha reconocido la importancia de un papel que
las institu- ciones públicas no han sido capaces de asumir convenientemente.
Pero es evidente que hay que proporcionar asistencia a los cuidadores, y es
esencial relevarles regularmente de su responsabilidad. Aunque los aspectos
positivos que se derivan del papel de cuidadora son importantes, no lo son
menos los efectos emocionales y físicos adversos que se derivan de cuidar a
un anciano con un cierto nivel de discapacidad, durante años.
El envejecimiento establece diferencias en cuanto a sexo en aspectos
relacionados con los tipos de problemas de salud y la edad en la que se
implantan estos. Por ello es necesario desarrollar estrategias en función del
género que permitan conocer mejor la situación de salud de los ancianos y
establecer medidas adecuadas a la situación de la población anciana.
En cuanto a las mujeres ancianas, la O.M.S. plantea la necesidad de
desarrollar programas que permita conocer las causas subyacentes de los
problemas de salud que afectan negativamente a la salud de las mujeres al
envejecer. Las mujeres viven más tiempo que los hombres, pero esta esperanza

hombres en el mejor de los casos, cuando muchas veces lo que existe es una dependencia
económica del 100%. La mala salud percibida es mayor en las mujeres que en los
varones, en las personas mayores de 75 años se ha observado una asociación entre
trastornos mentales y la red social, de tal modo que los ancianos que no ven a los amigos
de forma regular presentan un mayor riesgo de trastornos mentales que si los ven. Existen
numerosos estudios que han relacionado el grado de apoyo social y emocional y la salud
mental del anciano. Borrell, C. et cols. (2004): “La influencia de la red social en la salud
mental de la población anciana”, en Ga c e ta Sa n ita ri a , 18 (2), pág. 90.
13. Los factores conductuales como el consumo de tabaco, el ejercicio físico, las
actividades diarias, el consumo de alcohol y el tipo de actividad laboral, son determinantes
importantes del envejecimiento saludable.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

de vida adicional va frecuentemente acompañada de enfermedades crónicas o


discapacidades que limitan a las ancianas en su actividad diaria. Estos
programas14 deben desplegarse mediante estrategias que:
- Centren su atención sobre los principales problemas de salud
evitables de la mujer al envejecer, reconociendo que:
- Las enfermedades cardiacas y los accidentes cerebrovasculares son
igual de prioritarios para la mujer que para el hombre.
- El tabaquismo es un asunto importante tanto para las cohortes
actuales de mujeres mayores como para las cohortes futuras de
mujeres mayores.
- Las mujeres de edad avanzada tienen mayor riesgo de sufrir
cáncer de cuello de útero, y cáncer de mama que las mujeres jóvenes.
- Las enfermedades no transmisibles son la mayor causa de
problemas de salud para las mujeres mayores.
- Desarrollen enfoques de prevención con una base amplia y que
estudien simultáneamente varias áreas prioritarias en materia de salud,
mediante:
- El desarrollo de programas para fomentar la prevención de
enfermedades no transmisibles (en especial las enfermedades
cardíacas y los accidentes cerebrovasculares), como programas de
nutrición y que animen a mantener una buena forma física.
- La insistencia, entre las mujeres más jóvenes, de los beneficios que
tiene no fumar sobre la salud de toda la vida, y el fomento de los
programas para dejar de fumar entre las mujeres mayores.
- La comprobación de que los programas de población para la
detección precoz del cáncer de útero incluyen a las mujeres postme-
nopáusicas, y que los programas de exploración para detectar el
cáncer de mama estén dirigidos a todas las mujeres postmeno-
páusicas (sin límite máximo de edad).
- Extiendan una alfabetización básica para las mujeres de avanzada
edad de modo que puedan beneficiarse de los programas de educación
relacionados con la salud y otros programas educacionales, y así
aumentar su capacidad de participar continuadamente en la sociedad.
- Reconozcan el papel de las mujeres mayores como cuidadoras y
proporcionen ayuda para éstas como parte de los servicios de atención
sanitaria primaria basados en la comunidad.
Es necesario desplegar acciones encaminadas a proporcionar una mayor
información y de más calidad sobre el proceso del envejecimiento. Resulta
imprescindible potenciar medidas que permitan promocionar el envejeci-

14. Bonita, R. (1998): Mujeres, e n v e j e c i m i e n to y s a lud. Co n s e r v a r l a s


a lud a l o l a rgo de l a v ida . O.M.S., Ginebra, pág. 62.
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

miento de una forma positiva y activa15. Así mismo, se debe potenciar la


formación de trabajadores de asistencia sanitaria primaria que puedan
atender los problemas específicos ligados al género del anciano.

OBJETIVOS DE LA EDUCACIÓN PARA LA SALUD


Existe una clara justificación del despliegue de actividades preventivas
en la población de más edad, justificación no siempre bien entendida desde
ámbitos de decisión que no han dejado de apostar por atenciones más “gratifi-
cantes” desde un punto de vista social como es la atención de las capas más
jóvenes de nuestra sociedad, niños, adolescentes, jóvenes adultos, adultos. La
atención al anciano desde un punto de vista preventivo, tiene claros
efectos de mejora de la calidad de vida de estos y, por ende, de mejora de
una sociedad cada vez más envejecida que no puede obviar una realidad
que le atañe en su conjunto.
La calidad de vida es importante en todas las edades, pero en etapas
avanzadas de la vida reviste una importancia fundamental por el número
adicional de años de vida que los mayores tienen por delante. Tanto en los
países desarrollados como en los países en desarrollo las enfermedades no
transmisibles crónicas son las causas principales de mortalidad, morbilidad y
discapacidad en la vejez. Las personas mayores no suelen contar con una red
social amplia y, por consiguiente, es más probable que se encuentren
aisladas. La soledad puede ser causa de una depresión, enfermedad que,
generalmente, no se diagnostica correctamente ni recibe tratamiento adecuado.
La depresión reduce en gran medida la calidad de vida tanto de los enfermos
como de quienes los atienden. El tratamiento oportuno y apropiado reduce
la utilización, y por lo tanto el coste, de servicios de atención socio-sanitarios. El
enfoque de la educación sanitaria del anciano debe situarse en el entorno del
autocuidado, de la capacidad del anciano para cubrir las necesidades de la
vida cotidiana entre las que se encontraran las derivadas del proceso crónico
que pudiera afectarle. Se trata de fomentar que la población anciana cuide su
salud como lo ha hecho durante muchos siglos antes de que los
profesionales de la salud medicalizarán su vida16 y aumentarán de forma
notable su grado de dependencia. El autocuidado supone un importante
grado de autonomía en la vida cotidiana de los ancianos, e implica su
adaptación a las limitaciones que pudieran aparecer con la edad. Cuando
aparece la enfermedad crónica el

15. Documento O.M.S. “Hombres, envejecimiento y salud” ( 2001): Unidad del enveje-
cimiento y el curso de la vida. Ginebra, pág.58.
16. La medicalización de nuestras vidas ha corrido pareja al desarrollo tecnológico de
nuestra sociedad. Las acciones sanitarias no son neutras y condición nuestra vida,
dejamos de tener, en ciertas ocasiones, las riendas de nuestro devenir, se toman decisiones
desde el ámbito de lo sanitario que afectan a nuestras vidas. El individuo puede llegar a
desarrollar una sensación de pasividad, que se percibe de forma notable en los ancianos.
Esta situación es de total incompatibilidad con el concepto de autocuidado, de
autoresponsabilización, que cada individuo pueda asumir, ante la vida y la enfermedad.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

anciano pierde capacidades de autocuidado que irá recuperando en la medida


que seamos capaces de desarrollar un programa de educación sanitaria que le
permita recuperar la capacidad de cuidar de sí mismo ante la nueva situación.
La finalidad de la educación sanitaria es conseguir un aumento del
nivel de cultura sanitaria tanto en la población anciana como de su entorno
más cercano, la familia y amigos, para modificar conductas y actitudes que
influyen negativamente en la salud del anciano. La mayoría de los ancianos
recibe ayuda por parte de sus familias, por lo que resulta básico apoyarlas
para reducir el estrés y mejorar las capacidades asistenciales que puedan
desplegar. El que la familia adquiera una serie de conocimientos y
aptitudes aumentará su capacidad para resolver los problemas de sobrecarga y
psicológicos que la presencia de una persona con limitaciones conlleva. La
educación sanitaria de la familia desempeñará un papel importante en esta
circunstancia y tendrá como objetivo la reducción del estrés y el aumento de
las capacidades de atención y asistencia al anciano. Se realizará a través de la
formación y la información de aspectos relacionados con el proceso del
envejecimiento, control del estrés, asistencia al anciano conocimiento de los
recursos que la comunidad pone a disposición de los ancianos y las familias así
como, de la correcta utilización de estos recursos.
La educación sanitaria no es una actividad exclusiva de los trabajadores
sanitarios o sociales, otros ámbitos, como los medios de comunicación,
juegan un papel decisivo en la divulgación y formación en temas que influyen
en la calidad de vida de los ancianos. Según la O.M.S. la educación
sanitaria se define como el “conjunto de oportunidades de aprendizaje elaboradas
conscientemente, incluyendo formas de comunicación, con objeto de
mejorar el conocimiento sobre la salud y el desarrollo de habilidades para la
vida que puedan conducir tanto a la salud individual como colectiva” 17. La
educación sanitaria no debe centrar sus esfuerzos en la mera información sobre
ideas o actitudes que influyen en la salud del anciano. Debe ir mucho más
allá, trabajando sobre conceptos como habilidades y motivación que puedan
garantizar un mayor adherencia a programas educativos que buscarán
mejorar la calidad de vida del anciano.
La educación sanitaria se explicita en los siguientes objetivos 18:
1. Informar sobre la salud y la enfermedad y los medios para proteger
la salud del anciano. Como comentábamos anteriormente, la sola
información difícilmente nos permitirá conseguir modificaciones en
hábitos malsanos y generalmente muy arraigados tras años de
evolución pero, en cualquier caso, es el primer paso de un proceso
complejo como es el de la educación sanitaria en el anciano.

17. Nájera Morrondo, P. y Hernández Martínez M.C. (2001): “Educación para la


salud”, en Sarría Santamera, A. Pro m o c i ó n de l a s a lud e n l a c o m unidad . Universidad
Nacional de Educación a Distancia, Madrid, pág. 199.
18. Nájera Morrondo, P. y Hernández Martínez M.C. (2001): o p u s c it, pág. 200.
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

2. Informar sobre la correcta utilización de los servicios socio-sanitarios


por parte del anciano. Este objetivo pasa, en primer lugar, por el
conocimiento de la existencia de los servicios y, en segundo, lo que
pueden aportar para el cuidado del anciano.
3. Motivar para que los ancianos quieran incorporar estilos de vida más
saludables. Este es sin duda uno de los pasos más complejos en este
proceso educativo, la motivación. Una de las claves del éxito de
este objetivo reside en la percepción por parte del anciano de que
estamos trabajando sobre una necesidad sentida19. Aquellas nece-
sidades no sentidas detectadas por los profesionales socio-sanitario y,
por su naturaleza, etiquetadas por estos como prioritarias, exigirán un
abordaje especial que implicará una aceptación previa por parte del
anciano de las actividades planteadas.
4. Ayudar a los ancianos a adquirir los conocimientos, valores y
habilidades para adoptar estilos de vida saludables y mantener en el
tiempo estos. Este proceso de capacitación debe ir parejo a la partici-
pación activa del anciano en la toma de decisiones razonadas 20.
5. Propugnar cambios en el medio ambiente físico y social que faciliten
estilos de vida saludables.
6. Participar en la formación de los agentes de salud de la comunidad.
7. Investigar y evaluar las actividades de educación sanitaria en el
anciano para incidir en los métodos más eficaces de conseguir
estilos de vida saludables.
Los ancianos poseen unas características asociadas al proceso del enveje-
cimiento que deben ser consideradas al realizar educación sanitaria. Por una
parte, nos encontramos ante un grupo con costumbres y hábitos muy
arraigados que dificultaran cualquier intento de modificación de conductas.
Eliminar hábitos negativos que han podido acompañar al anciano a lo
largo de toda su vida puede convertirse en una ardua empresa con resultados
previsiblemente poco satisfactorios. Por otra parte, no debemos olvidar que el
anciano tiene una menor capacidad de aprendizaje y memoria de fijación. La
frecuente presencia de enfermedades crónicas o el simple hecho
fisiológico del progresivo deterioro neurológico o vascular va a condicionar
las posibi- lidades del anciano de adquirir nuevos conocimientos que puedan
catalizar nuevas formas de comportamiento más saludables.

19. Una necesidad sentida puede no ser necesariamente prioritaria en el conjunto de


nuestra actividad de educación sanitaria. Esto exigirá por parte del educador un esfuerzo al
plantear iniciativas y actividades centradas en aspectos considerados claves en el manteni-
miento de la salud o la mejora de procesos patológicos.
20. Salleras Sanmartí, L. (1990): Edu c a c i ó n s a n ita ri a : pri nc ipi o s, m é
todos y a pli c a - c i o n e s. Madrid: Díaz de Santos, pág. 63.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

En cualquier caso, esto no implica que el anciano sea incapaz de adquirir


nuevos conocimientos y destrezas, más bien este aprendizaje será más lento
y su logro estará muy condicionado por el nivel de salud en el que se
encuentre y por el método educativo empleado. En situaciones de mayor
deterioro serán las actividades individualizadas de educación sanitaria las
elegidas. A través del diálogo interpersonal entre el trabajador socio-sanitario y
el anciano y su familia, se conseguirá una acción más directa que solventará
las posibles carencias del anciano. Desde un punto de vista metodológico
podemos abordar la educación sanitaria desde dos perspectivas que, en
numerosas ocasiones resultan complementarias:
1. Actividades grupales, serán todas aquellas que se desplieguen como
charlas, coloquios, mesas redondas, conferencias y un largo etcétera.
Estos métodos estarán supeditados a las características del anciano,
como comentaba anteriormente, algunas de las limitaciones implicarán
que esta metodología no sea utilizada primordialmente.
2. Actividades individualizadas, en estas primará el diálogo entre el
profesional sanitario y el anciano o su familia. Estamos ante un método
más directo, más adecuado a las posibles limitaciones que pueda
tener el anciano y, por lo tanto, de una efectividad muy superior.
El despliegue de estas dos metodologías educativas implica por parte del
trabajador socio-sanitario el adecuado manejo de la comunicación oral,
teniendo en cuenta que no se deben emitir múltiples mensajes en un periodo
corto de tiempo y que el código del mensaje ni transmitirse con un léxico
apropiado al nivel cultural del anciano. El dominio de la comunicación escrita
tendrá una especial relevancia puesto que completará la información
transmitida oralmente por medio de folletos, dibujos. En cualquier caso, los
textos utilizados deberán ser escuetos, claros y breves en cuanto a su
contenido.
No debemos olvidar que es importante no emitir mensajes negativos
involuntarios a través del comportamiento, aspecto y hábitos del personal
educador. La credibilidad del educador estará directamente relacionada con la
mayor o menor coherencia que perciba el anciano entre los mensajes
emitido y las actitudes que puedan llegarle de forma directa o indirecta.
Al evaluar la percepción y comprensión del mensaje emitido no deben
esperarse respuestas inmediatas, ya que todo el grupo de población precisa
más tiempo para pensar, asimilar y responder a las nuevas ideas.
La educación sanitaria al anciano y su familia debe ser una actividad
integrada y simultánea, evitando caer en el error de obviar a cualquiera de las
partes. El abordaje desde una perspectiva global permitirá aumentar el
grado de éxito de nuestras acciones.
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

CONTENIDOS DE LA EDUCACIÓN SANITARIA AL ANCIANO


El objetivo de las actividades de educación sanitaria y de prevención
de los problemas de salud en el anciano es el aumento de las expectativas de
una vida plena y activa, sin las limitaciones que las incapacidades conllevan.
Estas actividades deben prevenir un temprano deterioro funcional o mejorar
la calidad de vida si este deterioro se ha implantado. El objetivo último no
puede ser otro que el anciano pueda permanecer en su domicilio el mayor
tiempo posible, desempeñando las actividades propias de una vida diaria
autónoma. La valoración funcional se considera prioritaria por ser uno de los
mejores indicadores del estado de salud y de la calidad de vida del
anciano21 .
En este grupo de población la prevención secundaria y la terciaria, y la
educación sanitaria asociada a esos niveles de prevención, tendrán una mayor
relevancia. El despliegue de acciones educativas encaminadas a abordar
problemáticas subyacentes que, gracias a unas acciones precoces de
detección y tratamiento, puedan limitar de forma considerable las posibles
limitaciones asociadas a un problema de salud, serán sin duda de un gran
beneficio. Éstas serán las acciones asociadas a la prevención secundaria. Por
otra parte, si nuestros esfuerzos educativos se encaminan a evitar
complicaciones o hacer éstas más llevaderas para el anciano, estaremos
hablando de prevención terciaria. Se deberán desarrollar actividades que de
algún modo puedan suponer una mejora desde un punto de vista individual,
valorando no solamente la edad sino también las expectativas de vida.
Los contenidos que podremos abordar en la educación sanitaria serán
muy variados y tendrán que ver con la higiene en el sentido más amplio del
término. Podremos abordar aspectos relacionados con la higiene individual,
aquello que tenga que ver con aspectos como la alimentación, higiene
corporal, ejercicio físico, hábitos tóxicos e higiene mental. Pero no debemos
olvidar la importancia de lo relacionado con el entorno del anciano, es la
higiene del medio físico y social en el que se desenvuelve el anciano.

21. La O.M.S. comentaba, en el lejano 1959, que “la salud del anciano como mejor se
mide es en términos de función”. En el 2001, la O.M.S. establece nuevas directrices para
medir la salud con respecto a la capacidad de las funciones mentales, funciones
sensoriales y del dolor, funciones de la voz y del habla, funciones de los sistemas
cardiovascular, hematológico, inmunológico y respiratorio, funciones de los sistemas
digestivo, metabólico y endocrino, funciones genitourinarias y reproductoras, funciones
neuromusculoesqueléticas
y relacionadas con el movimiento y funciones de la piel y estructuras relacionadas. Estas
ocho funciones son medidas en cuanto a limitaciones funcionales del cuerpo,
limitaciones de estructuras corporales, limitaciones de actividades y restricciones participativas y
factores medioambientales. Las mediciones tratan de establecer por un lado las realizaciones
del individuo y, por otro, las potencialidades. Esta doble valoración permitiría establecer las
capacidades funcionales y el margen de mejora que estas pudieran ofrecer al amparo de las
acciones socio.sanitarias que se pudieran impulsar. O.M.S. (2001): Cla sifi c a c i
ó n Inte r n a c i o n a l del Funcio n a m i e n to , de l a Dis c a p a c idad y de l a Salud .
Documento nº 48.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

Higie n e del m edio


El entorno físico está constituido por un conjunto de elementos que
determinarán de una forma importante la calidad de vida del anciano, su
grado de autonomía y capacidad de relación con otros individuos. La vivienda o
los transportes constituyen un obstáculo, a veces insalvable, para el correcto
mantenimiento de unas redes sociales que preserven la funcionalidad del
anciano.
Las condiciones de las viviendas de los ancianos con frecuencia no
reúnen suficientes condiciones higiénicas: malas condiciones de conservación,
deficiente salubridad, humedades, poca iluminación. Podríamos decir que una
vivienda es higiénica cuando reúne todos los requisitos de tipo estructural y
arquitectónico, ciertas condiciones para evitar accidentes y enfermedades y,
además, que pueda satisfacer las necesidades físicas, psíquicas y sociales del
individuo. El problema de la vivienda se ve agravado en la ancianidad.
Generalmente son viviendas viejas y en malas condiciones y su reforma resulta
compleja ya que los recursos económicos de los que disponen los anciano son
bajos y las ayudas públicas escasas.
Los contenidos de una iniciativa de educación sanitaria tendentes a
informar y mejorar las condiciones de la vivienda deberán abordar aspectos
como:
- Influencia de la higiene de la vivienda y la salud.
- Forma de mantener la limpieza del hogar.
- Desinsectización.
- Ventilación, importancia y forma de realizarla.
- Precauciones y normas de higiene cuando se convive con animales
domésticos.
- Riesgos de accidentes que existen en el hogar, pautas a seguir para
evitarlos.
- Normas básicos sobre primeros auxilios.

Un e j e m plo de ed ucac i ó n s a n ita ri a del m edio: l a s c a ídas


Las caídas constituyen por su frecuencia 22, por su alta mortalidad23, por su

22. La incidencia de caídas registrada después de un año alcanzó el 32,1% (el


25,1% en varones y el 37% en mujeres) porcentaje parecido al observado en países de
nuestro entorno. Tuvieron caídas múltiples un 3,8% de los varones y un 10,9% de las mujeres.
Se encontró una relación positiva de las caídas con la edad, la actividad física reducida, las
funciones físicas y cognitivas disminuidas, las enfermedades crónicas asociadas y con la
existencia de caídas previas. Más del 70% de las caídas tuvo repercusiones sobre el
estado de salud y un porcentaje considerable de casos requirió asistencia sanitaria. Medicina
clínica (2004); 122; pág. 175.
23. En el Seminario sobre Motilidad y Envejecimiento que se celebró dentro de los
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

asociación a la inmovilización y la pérdida de independencia, un problema de


primer orden entre los ancianos. Esta situación es el reflejo de un
problema de adaptación entre el anciano y su entorno, generalmente su vivienda. El
conocimiento de los factores que pueden predisponer al anciano a las
caídas es primordial para evitarlas y reducir la frecuencia y la gravedad de las
consecuencias asociadas a estas.
La educación sanitaria tratará de informar al anciano y su familia para que
puedan identificar correctamente estos factores de riesgo y, de este modo,
eliminarlos o en el peor de los casos minimizarlos. El grupo de expertos del
Grupo de Actividades Preventivas en el Anciano24 establece una relación entre
factores de riesgo asociados a las caídas y las medidas potenciales de
prevención que constituirán la base de los mensajes educativos:
- Hipotensión postural:
- elevar la cabecera de la cama.
- medias que mejoren el retorno sanguíneo.
- sustitución o supresión si es posible de los fármacos que
contribuyan a la hipotensión.
- Uso de benzodiacepinas o hipnóticos sedantes:
- educación sobre el uso adecuado de hipnóticos y sedantes.
- buscar las causas del insomnio.
- potenciar medidas no farmacológicas.
- uso discontinuo de hipnóticos y sedantes.
- Uso de más de 4 medicamentos:
- revisión del tratamiento por parte del médico.
- revisión regular del tratamiento.
- Alteraciones en la marcha, en el equilibrio y en la musculatura:
- utilizar adecuados sistemas de apoyo (bastón, andador).
- ejercicios de entrenamiento para andar.
- ejercicios de estiramiento, equilibrio y resistencia de desarrollo
progresivo.
- Alteraciones visuales, auditivas y de los pies:
- correcciones protésicas o quirúrgicas.
- cuidado diario de los pies, durezas y deformidades.
- acudir al podólogo y utilización de plantillas.

cursos de verano de 2002 de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Figueroa,


jefe del Servicio de Reumatología del Hospital Donosita, afirmaba “las fracturas cerebrales
suelen afectar significativamente a la calidad de vida de quien las padece, pero son las
de cadera las que mayor gravedad revisten: el 24 % de los afectados fallece al cabo de un
año de producirse la misma, en la mitad de los casos arrastra alguna deficiencia para la
marcha y el 33% experimenta una dependencia absoluta.”
24. Estos factores son el resultado de 60 estudios observacionales que evidencian la
mutifactoriedad de las caídas. De Alba Romero, C. et cols. (2001): “Actividades
Preventivas en los ancianos”, en Ate nc i ó n Pri m a ri a , vol. 28, Supl. 2, noviembre, pág.
164.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

- Iluminación en el lugar de residencia:


- Evitar deslumbramientos y sombras.
- Los interruptores de la luz accesibles a la entrada de las habitaciones.
- El baño, pasillo y dormitorio con luz nocturna.
- Suelos:
- no deslizantes.
- usar cera no deslizante.
- evitar alfombras y, si las hubiera, con los bordes y esquinas
adheridos al suelo y poco gruesas.
- eliminar objetos del suelo y cables.
- Escaleras:
- siempre iluminadas al principio y al final con interruptores de luz.
- peldaños de altura máxima de 15 cm, con fondo y borde resaltado
y en buen estado.
- pasamanos bilaterales que se extiendan más allá del principio y fin
de la escalera.
- Mobiliario:
- utensilios de uso diario siempre a mano, evitar alturas.
- cerrar siempre los cajones y mejor armarios de puertas correderas.
- las sillas que tengan reposabrazos para apoyarse al levantarse y de
respaldo alto, sin ruedas.
- camas anchas de altura adecuada.
- evitar muebles bajos.
- Cuarto de baño:
- asideros de sujeción en baño, ducha e inodoro.
- alfombrilla o suelo antideslizante en baño y ducha.
- ducha de teléfono con silla.
- wc alto.
- la puerta se abrirá hacia el exterior y sin cerraduras.
- Factores de la calle:
- cuidarse de los semáforos de corta duración o intermitentes.
- usar bancos altos.
- evitar zonas de obras o aceras estrechas.
- prestar atención a obstáculos como farolas, buzones, señales de
tráfico, contenedores y existencia de charcos y placas de hielo.
- Factores climáticos:
- no salir a la calle si ha helado por peligro de caída.
- evitar exposiciones a temperaturas excesivamente altas.
- Factores en el transporte :
- escalones de subida al autobús de altura adecuada o existencia de
rampa.
- intentar ir sentado o bien sujeto para evitar los riesgos de los
movimientos bruscos del vehículo.
- prepararse con antelación para salir y avisar para evitar arranques
bruscos.
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

- Calzado y ropa:
- suelas antideslizantes.
- evitar tacones altos a menos que esté muy acostumbrada.
- no andar solo con calcetines.
- no usar zapatillas sueltas.
- cuidado con la ropa que dificulta el movimiento.
- Residentes solos en la comunidad:
- conexión de sistema de alarma.
- centros de día.
- organización de actividades comunitarias.

Higie n e s o c i a l
Otro de los aspectos que debemos considerar dentro de la higiene del
medio como elemento susceptible de ser abordado desde la educación
sanitaria es lo concerniente a lo social. Los ancianos tienen dificultades para
adaptarse a los cambios, cada vez más acelerados, de la sociedad. Tienen
disminuida la capacidad de adaptación y se convierten en personas
introvertidas y aisladas. La educación sanitaria tratará de facilitar la integración
social del anciano actuando sobre él y las personas que le rodean. Es evidente
que este tipo de situación de aislamiento que pueda sufrir el anciano debe
abordarse en todos los ámbitos de la sociedad, más allá del entorno
próximo del anciano. Es necesario inculcar los valores asociados con el
envejecimiento como un activo de gran valor social y para ello, será necesario
trabajar con los más jóvenes la idead de respeto y comprensión hacia los
mayores.
Los contenidos que podrían abordarse desde una iniciativa de educación
sanitaria acerca del entorno social del anciano son:
- Situación actual de los ancianos en cuanto a aspectos económico,
social y familiar. Tratando de resaltar las dificultades con las que viven y
las soluciones que se pueden aportar.
- Importancia del papel del anciano en nuestra sociedad y plusvalía que
puede aportar a esta.
- Trabajar las formas de integración social y familiar.
- Resaltar la importancia de mantener una actitud activa ante la vida,
participando en actividades de ocio, culturales, creativas...
- Informar de los recursos que existen en la sociedad y que son suscep-
tibles de completar aquellos aspectos que no pueda cubrir el entorno
del anciano. Cómo se puede acceder a ellos y cómo se deben utilizar
adecuadamente.

Higie n e i n d i v idual
La alimentación es un aspecto básico en cualquiera de las etapas
vitales del individuo, en el anciano no podría ser menos. Existen factores que
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

influyen de forma decisiva en su alimentación como son las dificultades


económicas, el estado de su boca, la soledad o las arraigadas costumbres
alimentarias. Podemos establecer acciones educativas relacionadas con la
alimentación que desarrollen los siguientes contenidos:
- Los elementos de una dieta equilibrada, alimentos necesarios,
alimentos a suprimir o reducir, elaboración de dietas adecuadas al
estado de salud del anciano.
- Importancia de la ingesta de líquidos.
- Formas de preparar y conservar los alimentos.
- Importancia de las prácticas higiénicas.
- Importancia de los buenos hábitos: número, horario y cantidad de las
comidas.
- Importancia de la dieta en la salud de los ancianos.
La higiene corporal es otro aspecto a tener en cuenta ya que se
encuentra, en algunas ocasiones, limitada por las deficientes condiciones de
la vivienda o una inadecuada educación sanitaria que pudiera abordar:
- La importancia del aseo corporal.
- El cuidado de las manos y de las uñas
- El cuidado de los pies, este aspecto es especialmente importante en el
anciano en el que callos, durezas, etc., pueden generar situaciones de
inmovilidad que pueden ocasionar una importante pérdida de la
calidad de vida.
- El cuidado de la boca es importante en esta franja de edad en el es
bastante malo debido a la falta de atención.
- Importancia del vestido y calzado, adecuación de estos para que
favorezcan el mantenimiento de una adecuada temperatura corporal y
sean lo suficientemente cómodos para permitir una correcta movilidad.

Hábitos tóxi c o s
Los hábitos tóxicos son elementos a tener en cuenta en la educación
sanitaria del anciano y muy especialmente el consumo de alcohol y tabaco
y, la muy extendida, automedicación. Transmitiremos al anciano:
- Las consecuencias de los excesos relacionados con el alcohol y el
tabaco en cuanto al empeoramiento de las patologías que pueda
tener el anciano o la aparición de otras nuevas.
- Importancia de una correcta medicación, consecuencias de la autome-
dicación y de la interrupción de tratamientos.
- Importancia de la familia en el adecuado cumplimiento de los
tratamientos.
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

- Riesgos relacionados con la polimedicación, llevar un registro de los


medicamentos que toma y de los efectos secundarios de éstos, utilizar
ayudas para la memoria y evitar riesgos de equivocaciones.
- Revisar botiquines al menos una vez al año y desechar medicaciones
caducadas o tratamientos finalizados. No acumular medicamentos.

Higie n e físi c a
El ejercicio físico es un elemento a abordar en la educación sanitaria, el
anciano verá favorecida su capacidad respiratoria, activará su circulación,
favorecerá su higiene mental y mejorará su estado motor. En los contenidos se
abordará:
- La actividad física y su relación con la salud.
- Ejercicios recomendados.
- Lugares donde se puede practicar.

Higie n e m e n ta l
Por último, mencionaré la importancia de la higiene mental en el
marco de un programa de educación sanitaria. Como he mencionado con
anterioridad, los ancianos viven unos cambios vitales que pueden influir de
forma negativa en su salud mental. Las situaciones de viudedad, soledad,
pérdida de relaciones sociales, pérdidas de memoria, apatía, pérdida de la
autoestima, así como, los abordajes erróneos que la sociedad en general o la
familia en particular despliegan ante las necesidades del anciano
(paternalismo, rechazo, negación o inhibición ante las necesidades del
anciano), pueden plantear situaciones críticas en el ámbito de la higiene
mental. Por lo tanto, será necesario trabajar aspectos como:
- El mantenimiento y aumento de las relaciones socio-familiares.
- Realización de actividades que ayuden a mantener la capacidad física y
mental del anciano.
- Favorecer la motivación y la autoestima.
- Trabajar las actitudes del entorno del anciano.

Re c o m e n da c i o n e s
Por lo tanto, debemos reafirmar la idea inicial de la importancia y
utilidad de llevar a cabo acciones de promoción de la salud y prevención de
la enfermedad del anciano utilizando como herramienta básica la educación
sanitaria. Podemos y debemos desarrollar acciones de educación sanitaria
en el anciano y en la red social en la que éste se mueve, que le
permitan25 :

25. Quedan reflejados distintos aspectos planteados en los distintos niveles de higiene,
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN

- Tener todavía proyectos.


- Mirar hacia delante y no sólo hacia atrás.
- No sentirse peor que otros de su edad.
- Ser independientes desde el punto de vista funcional.
- Relacionarse con amigos.
- Emprender actividades.
- Dar y recibir ayuda.
- No estar agobiado por los dolores.

individual y del medio. No debemos olvidar que la clave del éxito de estas acciones
pasa por el abordaje global de los distintos aspectos reflejados en los dos niveles. GERMÁN, C. y
MAZARRASA, L. (1996): “Promoción de salud en mayores. Implicaciones para le enfermería
comunitaria”, en Salud p ú bli c a y e n f e r m e rí a c o m unita ri a . Madrid: Mc. Graw-Hill,
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GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO

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ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

Dr. Jo s é María Urra c a Fern á n dez

El incremento del número de personas de edad avanzada ha supuesto un


problema para la sanidad de los países desarrollados. Actualmente la
sanidad no debe ver los problemas geriátricos como enfermedades únicas
en las que es necesario saber de forma exacta el diagnóstico o las causas
últimas y además que estas enfermedades pueden y deben ser tratadas,
sino curadas, por lo menos paliadas.
Las enfermedades en las personas mayores tienen unas características
especiales que las diferencian de las patologías en personas más jóvenes. Las
diferencias más importantes son:
La aparición de patologías múltiples. Es común en este grupo de
población que las personas tengan varias enfermedades a la vez, por
ejemplo es frecuente que una persona diabética tenga asociados problemas
circula- torios, insuficiencia cardiaca, insuficiencia respiratoria, etc. Estas
situaciones deben hacer pensar al personal sanitario qué síntoma es más
urgente a la hora de comenzar el tratamiento, pero teniendo en cuenta que
los fármacos para una dolencia pueden agravar otra o desencadenar la aparición
de una nueva.
Las enfermedades que aparecen en las personas más jóvenes suelen ser
agudas y autolimitadas. En el caso de las personas mayores las enfermedades
tienen características diferentes como son la cronicidad y la asociación de
varias enfermedades al mismo tiempo. Esta situación conlleva unos
tratamiento más prolongados, incluso de por vida. Si a esto le añadimos la
polimedicación ya comentada, lo que nos encontramos es una persona de
edad que debe tomar varias medicinas a lo largo del día durante toda su vida.
Esta polimedicación tiene varias consecuencias negativas. Por un lado la
posibilidad de equivocaciones a la hora de tomar las pastillas, cosa que
ocurre con frecuencia. También ocurre lo contrario, que una persona no se
acuerde si ha tomado la medicación y “por si acaso” vuelve a ingerir las
pastillas. Por otro lado los efectos secundarios de los principios activos se
multiplican cuando son varios los preparados farmacéuticos que se ingieren.
En ocasiones es necesario recetar medicinas que contrarresten los efectos
secundarios de otras, por ejemplo añadir potasio cuando se toman ciertos
diuréticos o protectores gástricos cuando se toman antiinflamatorios…
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

Un problema importante que surge en los ancianos es la frecuencia con


que aparecen los denominados grandes síndromes geriátricos. Se denomina
síndrome a un conjunto de signos y síntomas que caracterizan una
enfermedad. Los síndromes geriátricos son situaciones de gran prevalencia
en la población anciana, además suelen ser el resultado de la conjunción en
el tiempo de diferentes patologías. Todo ello desemboca en cuadros de
alteración de la capacidad funcional del anciano y de la disminución
importante de la calidad de vida.
Los principales síndromes geriátricos son:
- La malnutrición
- Incontinencia urinaria
- Incontinencia fecal
- Caídas
- Depresión
- Alteraciones de la visión
- Alteraciones de la audición
El tratamiento de estos síndromes es complejo ya que muchas veces
no se conoce la causa última que produce el síndrome o está enmascarada
por otra o está provocada por el tratamiento de otra enfermedad.

DEMENCIAS
La demencia se define como un síndrome adquirido y persistente de
deterioro de varias funciones mentales superiores producido por patología
orgánica en un paciente sin alteraciones del nivel de conciencia y que le
produce una incapacidad en la actividad social y laboral.
Los síntomas iniciales son muchas veces imperceptibles. Lo primero que se
aprecia son pequeños olvidos que se confunden con facilidad con
situaciones de cansancio, cuadros leves de depresión… Las personas que primero
se dan cuenta de la aparición de este síndrome son los familiares más cercanos y/o
los compañeros de trabajo. A medida que pasa el tiempo y el cuadro avanza
aparecen cuadros más característicos como la dificultad para acordarse de
nombres propios, citas, conversaciones… Con el tiempo empiezan los
cuadros de desorientación temporo-espacial y los cambios bruscos de humor,
también aparece de forma paulatina la desconexión con los acontecimientos
sociales y por último nos encontramos a una persona que no reconoce a su
familia y que es incapaz de vestirse, lavarse, etc. por si sola. Muchas veces
acaban encamados por un deterioro cognitivo y suelen fallecer por infecciones
intercu- rrentes. La causa más frecuente de demencia es la enfermedad de
Alzheimer.

Enfer m edad de Alzheim e r (EA)


Clínicamente se define como la pérdida gradual y progresiva de memoria.
Hasta 1978 se creía que la demencia presenil era sinónimo de EA. Desde
entonces esta enfermedad se diferencia del resto de las demencias por la
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

anatomía patológica, que se caracteriza por la presencia de placas seniles


y ovillos neurofibrilares.
La EA supone el 75% de las demencias y se considera como la
enfermedad mental más frecuente en los países occidentales. La prevalencia
varía con la edad desde el 2% a los 65-70 años al 20% en mayores de 80
años.
Las causas son desconocidas, pero existen ciertos factores que
predisponen a su aparición. Algunos de estos son los traumatismos craneoen-
cefálicos repetidos con anterioridad, el bajo nivel educativo, el género
femenino -aunque no está totalmente demostrado-, la hipertensión arterial
crónica, la alta incidencia familiar, las intoxicaciones alcohólicas crónicas...
Por otro lado en los últimos años se ha demostrado que el uso repetido a lo
largo de la vida de antinflamatorios no esteroideos protegen de la aparición de
EA.
Los síntomas clínicos más frecuentes son:
Pérdida de la memoria: Lo primero que se deteriora es la memoria a
corto plazo, aquella que se refiere a lo ocurrido en los minutos, horas e incluso
días anteriores. La memoria inmediata, aquella que recuerda lo ocurrido
en segundos previos, no se afecta mientras esté consciente. En últimas fases de
la enfermedad se altera también la memoria a largo plazo.
El pensamiento abstracto sufre alteraciones y el paciente suele tener
problemas para enfrentarse con situaciones novedosas y por ello intenta
evitarlas.
Otras alteraciones que se encuentran con frecuencia es el deterioro de la
capacidad del juicio y del control de impulsos con descuido de la higiene
personal, lenguaje grosero, insinuaciones sexuales a desconocido, afasias,
agnosias, apraxias…
El tratamiento médico actual no es demasiado efectivo. Por un lado se
encuentran los que tratan los síntomas aunque con poca utilidad. Por otra
parte se encuentra los estabilizadores de la EA, los más efectivos, dentro
de un orden, son la vitamina E y la selegilina. Los tratamientos preventivos en
personas con numerosos factores de riesgo son los antinflamatorios no
esteroideos, los antioxidantes, los estrógenos… aunque con poco éxito.
Otros tratamientos utilizados son los tratamientos no farmacológicos cuya
utilidad es la mejora de la capacidad cognitiva y la mejora de los trastornos de
conducta.
La falta de tratamiento de esta enfermedad implica que se realice un
diagnóstico veraz de esta patología porque existen otras enfermedades que
cursan con síntomas semejantes pero que tienen curación si se ofrece un
tratamiento correcto. Un ejemplo claro es diferenciar los síntomas de la EA
con los de una enfermedad confusional aguda. Las diferencias más
importantes son la alteración de todos los tipos de memoria, la inmediata, la
reciente y la remota, así como la rápida evolución, la alteración del sistema
nervioso vegetativo, el nivel de conciencia alterado… La mejora de todos estos
síntomas pasa por el tratamiento de la causa que lo produce; una infección, una
intoxi- cación aguda…
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

Otras veces encontramos a pacientes de edad avanzada con síntomas muy


semejantes a los de la EA pero que son secundarios a un proceso
depresivo, a una crisis de histeria… A este síndrome se le denomina
pseudodemencia y el tratamiento es el de la depresión o el del cuadro de
histeria.
Otro cuadro que cursa con síntomas de demencia sin ser una EA
propiamente dicha es la demencia multiinfarto. Esta enfermedad cursa con
síntomas semejantes a la EA pero de curso más rápido. La causa es la
repetición de pequeños infartos cerebrales que por si mismo no producen
síntomas pero el acumulo de regiones cerebrales infartadas provoca una
sintomatología demencial. El único tratamiento de esta enfermedad es evitar
que se produzcan más infartos cerebrales controlando la tensión arterial y
otros factores que favorezcan la aparición de estas lesiones.

ACCIDENTES CEREBROVASCULARES
Los accidentes cerebrovasculares (ACV) también se denominan ictus. Son
patologías, generalmente de instauración súbita, causadas por el déficit de
riego sanguíneo en una parte del sistema nervioso central. Suponen la tercera
causa de muerte en los países occidentales, detrás de las enfermedades cardio-
vasculares y del cáncer. Son la causa más frecuente de ingreso hospitalario de
causa neurológica. Constituyen la causa más frecuente de secuelas
neurológicas. Los ACV se dividen en dos grupos: los ACV isquémicos, que
suponen el 80% y ACV hemorrágicos (20%).

Accide n t e s c e r e bro v a s cu l a r e s isq u é m i c o s


La causa es el déficit de aporte sanguíneo en una zona localizada o
generalizada del SNC. Los síntomas dependen del lugar anatómico donde se
produce la isquemia.
Las causas de los ACV isquémicos son tres fundamentalmente:
- Trombosis de la arteria que corresponda debido con mayor
frecuencia a enfermedad aterosclerósica.
- Embolia de una arteria por la incrustación de un émbolo originado
en el corazón o en un gran vaso. Habitualmente el émbolo suele ser un
acumulo de sangra coagulada que obstruye una arteria cuando esta se
bifurca en dos de menor diámetro.
- Disminución del flujo sanguíneo por un shock o por otra patología que
disminuya el volumen sanguíneo.
Los síntomas clínicos dependen de diversos factores:
- De la causa responsable: Lo más frecuente es la hipertensión arterial
- De la duración de la clínica: Encontramos el accidente isquémico
transitorio cuyos síntomas persisten menos de 24 horas y no deja
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

ninguna secuela. Otro es el déficit neurológico reversible que dura


más de 24 horas y menos de 3 semanas y tampoco deja secuelas. El
accidente cerebrovascular en evolución que es aquel que aparece de
forma gradual y con síntomas que se van incrementando y que dejan
secuelas. Por último está el ACV establecido que aparece con la clínica
definida y que no progresa pero deja secuelas.
- Del territorio vascular afectado: En función de la arteria que deje de
recibir aporte sanguíneo los síntomas variarán.
El tratamiento debe ser urgente y debe tratarse la causa y también la
administración de anticoagulantes para procurar que esos émbolos
disminuyan de tamaño y mejore la clínica e incluso que desaparezcan.

Accide n t e s c e r e bro v a s cu l a r e s he m o rr ági c o s


Constituyen aproximadamente el 20% de los ACV. Pueden ser
hemorragias intracerebrales o subaracnoideas.
Las ACV hemorrágicas intracerebrales se deben a la rotura de una arteria
cerebral secundariamente a la hipertensión arterial o en menor frecuencia a la
existencia de una anomalía arteriovenosa. Los síntomas clínicos son de
comienzo brusco, con gran deterioro de la conciencia y suelen
acompañarse de vómitos y cefaleas importantes. Con frecuencia llevan a la
muerte y si esto no ocurre las secuelas no suelen ser graves. El 70%
mueren en los tres primeros días. El tratamiento más importante es corregir
la causa y recurrir a la neurocirugía si es posible.
Las ACV subaracnoideas suelen ser causadas por la rotura no
traumática de una malformación arteriovenosa como puede ser un aneurisma.
Los síntomas clínicos son de inicio brusco y con una cefalea muy importante
y suele estar acompañados de vómitos espontáneos, sin nauseas previos. En
el caso de supervivencia es frecuente la rotura recurrente pocos días después. El
tratamiento está formado por el reposo y la cirugía pasados unos días.
La prevención de ambos síndromes pasa por el control de los factores de
riesgo: la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, las cardiopatías, las
dislipemias, el tabaquismo y el etilismo, la obesidad, el sedentarismo

Co m pli c a c i o n e s de l o s a cc i de n t e s c a rd i o v a s cu l a r e s
En los pacientes de edad avanzada la gravedad del estado depende del
accidente cerebrovascular en sí mismo y también de las complicaciones
derivadas de él, sobretodo aquellas secundarias a la inmovilidad funcional.
Las complicaciones más frecuentes don las siguientes:
1. Cardiopulmonares: descompensación de la hipertensión, arritmias,
fallo cardiaco congestivo, infarto agudo de miocardio, embolia de
pulmón, atelectasias, neumonía por aspiración, enfermedad pulmonar
obstructiva crónica
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

2. Urinarias: incontinencia, infecciones del tracto urinario, vejiga espástica.


3. Digestivo-nutricionales: disfagia, alteraciones hidroelectrolíticas, deshi-
dratación, diabetes, necesidad de alimentación por sonda
nasogástrica o gastrostomía.
4. Neurológicas: hidrocefalia por edema cerebral, crisis epilépticas,
depresión del nivel de conciencia, estados confusionales, demencia,
encefalopatía.
5. Neuromusculares y cutáneas (derivadas de la inmovilidad y encama-
miento): contracturas musculares, atrofias por desuso, alteraciones del
tono muscular, trombosis venosa, úlceras por decúbito.
Una de las complicaciones más importantes por su gravedad y por su
frecuencia es la infección. Es una causa importante de muerte en estos
pacientes. Las infecciones más frecuentes son las urinarias y las
respiratorias. Lo fundamental en estos cuadros es la prevención, por ello hay
que evitar en lo posible el uso de sondas vesicales y procurar el empleo de
sondas nasogás- tricas para evitar las infecciones por aspiración.

HIPERTENSIÓN ARTERIAL
Los datos actuales muestran el incremento cuantitativo de este grupo de
población. Esto orienta sobre la enorme importancia que conlleva a todos los
niveles un buen conocimiento de la evaluación diagnóstica y del manejo
terapéutico de la hipertensión arterial. El riesgo de complicaciones no
disminuye con el envejecimiento. El desarrollo de la enfermedad
arterioesc1erótica contribuye al fallo renal en los sujetos de edad avanzada,
añadido en ocasiones a enfermedad vascu1ar periférica. El conocimiento de
estas patologías nos llevará a medir la presión arterial con cierta frecuencia. La
variabilidad de la presión arterial hace que determinemos sus cifras en
repetidas ocasiones separadas en el tiempo.
La hipertensión constituye el factor de riesgo más prevalente y con
personalidad propia en el anciano asociado con frecuencia a tabaquismo,
hipercolesterolemia y abuso de alcohol. Se estima que solo el 10% de los
mayores presentan hipertensión como único factores de riesgo
cardiovascular.
Constituye la primera causa de muerte y la segunda de deterioro
funcional. La forma esencial es la forma más frecuente de presentación y
uno de los principales factores de riesgo cardiovasculares de cardiopatía
isquémica, de accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca.
El anciano hipertenso duplica la mortalidad global y llega a triplicar la
morbimortalidad cardiovascular con relación al normotenso. Esta forma
representa el 8% de los sujetos entre los 60 y 80 años y hasta un 25% en
mayores de 80 años. Se sabe que la HTA es el factor de riesgo más
importante en la demencia vascular. El riesgo de deterioro cognitivo es de
1.29 veces superior por cada incremento de 10 mm Hg en la PAD,
independientemente del resto de variables.
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

La OMS define Hipertensión Arterial (HTA) en mayores de 18 años a una


presión arterial sistólica mayor o igual a 140mm de Hg y/o una presión arterial
diastólica mayor o igual a 90 mm de Hg que no estén tomando tratamiento
farmacológico antihipertensivo y que esté medido al menos en dos ocasiones
diferentes.
La OMS clasifica la hipertensión arterial según el siguiente cuadro:

Cuadro 1: Clasificación de la hipertensión arterial

Categoría Sistólica (mm Hg) Diastólica (mm Hg)


Optima <120 <80
Normal 120-130 80-85
Normal-alta 130-139 85-89
Hipertensión grado 1 140-159 90-99
-Limítrofe 140-149 90-94
Hipertensión grado 2  180 ≥ 110
Hipertensión sistólica
Aislada ≥ 140 <90
Limítrofe 140-149 <90
Fu e n t e : OMS-So c iedad Inte r n a c i o n a l de Hiperte n si ó n . 1999

La HTA es una enfermedad muy frecuente con una prevalencia del


50% en mayores de 50 años. Los factores de riesgo más importantes son:
El género femenino, la raza negra, la edad avanzada, (aunque cuanto más
precozmente aparece pero pronóstico tiene), el estrés, la obesidad, los hábitos
tóxicos y alimenticios…
El incremento de tensión arterial sistólica suele deberse a
arteriosclerosis. La causa de hipertensión sistólica y diastólica más frecuente es
la idiomática (90%), es decir, de causas desconocidas. Cuando la HTA es
secundaria las causas más frecuentes son:
- Patología renal: estrechamiento de la arteria renal, enfermedad del
parénquima del riñón…
- Patología endocrina: Hipertiroidismo, hiperparatiroidismo, acromega-
lia…
- Patología neurogénica: Hipertensión intracraneal, polineuritis, sección
medular…
- Toxemia en el embarazo: de causa desconocida
- Agentes exógenos: plomo, fármacos, regaliz…
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

Lo peor de la hipertensión no es la propia HTA, sino las consecuencias


que puede provocar en cualquier órgano. En el corazón puede provocar
hipertrofia del ventrículo izquierdo que puede desembocar en un cuadro de
muerte súbita. En el sistema nervioso central puede provocar mareos, inesta-
bilidad, vértigos, infartos cerebrales, hemorragias cerebrales por rotura de
aneurisma… En el riñón puede provocar la disminución de su
funcionamiento y la destrucción de los glomérulos renales y la insuficiencia
renal secundaria.
Lo más frecuente es que sea asintomática. En estos casos cuando
aparecen los síntomas son debidos a las consecuencias en otros órganos y
muchas veces son irreversibles. Cuando la HTA produce síntomas lo más
frecuente es la cefalea, la epistaxis, los mareos, las palpitaciones, la
impotencia…
El tratamiento se enfoca desde dos puntos de vista:
Por un lado las medidas higiénicas: disminuir el estrés, disminuir la
ingesta calórica, disminución de la obesidad, el incremento controlado de
ejercicio físico aeróbico, la restricción del tabaco, el alcohol y la sal común.
Por otro lado el tratamiento farmacológico. Los betabloqueantes, los
vasodilatadores, los diuréticos…
Existe un cuadro especial de HTA que se denomina Hipertensión maligna.
Este cuadro se diagnostica cuando la tensión arterial diastólica supera los
120mm Hg. Suele aparecer en el 1% de los enfermos con HTA. La causa es
desconocida y el tratamiento es de urgencia para evitar secuelas importantes.
Son evidentes los beneficios del tratamiento antihipertensivo en
mayores de 60 años sobre la aparición de infarto cerebral, enfermedad coronaria,
cardiovascular, insuficiencia cardiaca y mortalidad general.
En el anciano debemos tener en cuenta una serie de factores muy
importantes. Los hipertensos metabolizan los fármacos de forma diferente
debido a la deterioro de las funciones hepáticas y renales que se produce
con la edad, lo que hace que la dosis máxima y mínima de los fármacos sean
me- nores y mayor el efecto terapéutico. La elección de la dosis debe ser lo
más ajustada posible. Además es muy frecuente la pluripatología y el
tratamiento con otros fármacos, planteando problemas de elección del fármaco
antihiper- tensivo en función de la patología asociada. También es
importante conocer las posibles interacciones entre los fármacos antihipertensivos
y los que pueda tomar el paciente por otras causas, como es el caso de los
antiinflamatorios no esteroideos, que pueden elevar significativamente la presión
arterial.

ENFERMEDADES PULMONARES
El envejecimiento provoca una pérdida gradual de las propiedades y
de la función pulmonar. Los daños que aparecen en este órgano se deben a varios
factores, por un lado el paso de los años y por otro y no menos importante el
acumulo de agresiones debidas al tabaco, la polución, las infecciones, los
irritantes ambientales…
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

Los cambios más frecuentes en el tejido pulmonar son los siguientes:


- En el pulmón propiamente dicho:
- Disminución del calibre de las vías aéreas
- Disminución de la capacidad elástica del tejido pulmonar
- Disminución de la capacidad de difusión de los gases
En los músculos respiratorios y el la pared torácica:
- Rigidez de la caja torácica
- Artritis de las articulaciones costovertebrales
- Calcificación de los cartílagos costales
- Disminución de la fuerza muscular, fundamentalmente la del diafragma
- Atrofia de los músculos intercostales
Algunas de las consecuencias de estas alteraciones son la disminución
de la capacidad de esfuerzo, unida naturalmente a la pérdida de capacidad
cardiovascular. Otra consecuencia importante es el incremento del número de
infecciones respiratorias. Este incremento también se debe a la malnutrición
que aparece con frecuencia, a la colonización de las vías respiratorias por
gérmenes y a alteraciones del sistema inmune.
La infección más frecuente en personas mayores es la neumonía,
llegando a ser la primera causa de muerte infecciosa en el anciano. El germen
más frecuentemente encontrado en las neumonías del anciano es el streptococcus
pneumoniae, también llamado neumococo, aunque puede ser provocado por
multitud de microorganismos e incluso con frecuencia es debida a varios a la
vez, lo que se denomina polimicrobiana.
Para prevenir la aparición de cuadros de neumonía es importante la
prevención con la vacuna de la gripe y también la del neumococo en personas
mayores de 65 años.
Las patologías pulmonares más importantes en el anciano son las
siguientes:
In f e cc i o n e s p u lm o n a r e s
Existen diferentes causas que provocan la aparición de
infecciones respiratorias:
La neumonía por aspiración se debe al paso de alimentos ingeridos
desde la vía digestiva a los conductos respiratorios. Al pasar estos restos se
produce una colonización de bacterias en el tracto respiratorio con la
consiguiente infección. Las causas que aumentan las aspiraciones son:
Alteración del nivel de conciencia
Uso de fármacos
Abuso de alcohol
Enfermedades del sistema nervioso central
Las alteraciones de la mecánica respiratoria que conllevan una
dificultad en la eliminación del moco producido en las vías respiratorias.
También produce una tos ineficaz. Todos ellos se incrementan si la persona
ha sido o es fumador.
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ

La desnutrición o la mala nutrición desencadenan un mayor porcentaje de


infecciones respiratorias por el descenso de producción de linfocitos, de
inmunoglobulinas…

• Cáncer de pulmón
El cáncer de pulmón es una enfermedad frecuente en personas de edad
avanzada, aunque con mayor frecuencia están apareciendo en sujetos más
jóvenes. Este cuadro es más frecuente en hombres y el factor de riesgo
mayor es el tabaco, siendo además dosis dependiente, es decir, a mayor número de
cigarrillos/día fumados, mayor probabilidad de tener cáncer de pulmón.
Existen también otros factores de riesgo como la polución, determinados
trabajos con altos índices de compuestos químicos como el asbesto…

• Enfermedad pulmonar obstructiva crónica


La enfermedad obstructiva crónica (EPOC) consta de diversas entidades
nosológicas como la bronquitis crónica, el enfisema, las bronquiectasias y el
asma. El principal agente causante es el consumo de tabaco. La prevalencia de
EPOC es aproximadamente del 20% en mayores de 65 años, siendo la 5ª
causa de mortalidad en este grupo de edad. El pronóstico de vida es del
50% a los 10 años de realizarse el diagnóstico.
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO

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ESTIMULACIÓN COGNITIVA
Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

An a b e ll a Martín e z Pérez

“Todo el mundo se queja de su memoria, pero nadie de su inteligencia”


François de la Rochefoucauld

El envejecimiento es un fenómeno universal al que se ha prestado


atención en todas las épocas y en todas las culturas y civilizaciones, cada
una de las cuales ha destacado diferentes cualidades, algunas coincidentes –la
sabiduría fruto de la experiencia, la prudencia derivada del conocimiento
profundo de la naturaleza humana, etc.-, otras, fruto de la distinta posición
adoptada por la sociedad civil, la cultura religiosa, etc. en cada época, sin
excluir fenómenos atávicos como la burla del anciano decrépito, rijoso,
inmoderado, tan frecuente en la sátira romana –y de todos los tiempos-, o el
abandono de los que no podían valerse por sí mismos, en especial en
sociedades cazadoras-recolectoras prehistóricas, en pueblos nómadas, etc. 1
Nuestro conocimiento acerca de este proceso y nuestras actitudes no son
nuevas, ni provienen de nuestra propia experiencia o de las aportaciones
sociológicas o psicológicas en exclusiva; tampoco son reflejo de una sociedad
especialmente evolucionada, o patológicamente desequilibrada. En
realidad, son el resultado de la experiencia cultural, económica y científica
desarrollada por la sociedad a lo largo de la historia.
Desde el mismo momento en que nacemos comienza el proceso de
envejecimiento, hoy científicamente conocido y que consiste, en esencia,
en la etapa de desarrollo biológico que va desde la plenitud del ser vivo hasta su
definitiva consunción. Lo específico del hombre en este proceso de
declinación está en las manifestaciones sociales, afectivas, culturales, etc. que

1. Desde hace unas décadas, la investigación histórica ha evolucionado hacia temas


monográficos mucho más antropológicos y sociológicos. Véase Alba, Víctor (1992).
Historia de l a v e j e z , Barcelona; Minois, G. (1987). Historia de l a v e j e z: de
l a Antigüedad a l Re n a c i m i e n to , Madrid; Bernis Carro, C. (2004). “Aspectos evolutivos
y ecológicos del enveje- cimiento”, en Encu e n tr o s m u lti d is c ipli n a r e s , nº 16, pp. 2-
10.

133
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

lo acompañan y que le hacen diferente, tanto en el ámbito general de las


especies, como en cada individuo, en función de factores extrabiológicos
(aunque exista obviamente una relación). Esto es: no todos los seres humanos
envejecen de la misma forma ni a la misma velocidad, pues la situación socio-
económica, la cultura general y las experiencias vividas, así como el
cuidado de la salud –física y mental2- influyen decisivamente en todos los
momentos vitales del ser humano, lo que condiciona específicamente su
futuro. Hay, pues, una posibilidad de intervenir preventivamente desde
distintos campos, desde luego desde la medicina –educación para la salud,
medicina preventiva, etc.-, pero también desde los que atañen a factores cada
día más involucrados en lo que venimos llamando calidad de vida y que
responden perfectamente a la estimulación cognitiva3. En definitiva, no sólo se
puede envejecer más tarde, sino que se puede envejecer mejor.
El paso del tiempo afecta a aspectos físicos como el peso o la talla,
biológicos como la visión o la capacidad pulmonar, pero también a la
actividad mental, entendida como nuestra capacidad para recordar, resolver
problemas, realizar operaciones matemáticas, orientarse en el espacio,
etc. Esto es lo que llamamos inteligencia4.

EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO Y LA INTELIGENCIA


Existen posturas diferentes a la hora de estudiar como afecta la vejez a las
habilidades que componen la inteligencia. Para una amplia mayoría, el
paso de los años proporciona un amplio bagaje de experiencias y
conocimientos que se van acumulando, por lo que nos encontramos con
personas mayores que son verdaderos sabios en diferentes ámbitos y pueden
ayudar, guiar y aconsejar a sus conciudadanos; es la posición h istó ri c a ,
resuelta sin más con una simple observación de la edad de muchos de los
políticos europeos. En el otro extremo, los ancianos serían seres
indefensos, dependientes e incapaces que deben ser ayudados y guiados, una
posición psi c o -s o c i a l , evidente en los centros de atención social, en los
consultorios médicos, etc. y en general en el mundo subdesarrollado. Las
dos posturas son el resultado de la observación de la realidad (todos
conocemos a personas mayores que nos

2. Buendía, J. et al. (1994). En v e j e c i m i e n to y psi c o log í a de l a s a lud ,


Madrid: Siglo XXI de España; Abengózar Torres, Mª C. (1997): En v e j e c i m i e n to n o r
m a l y p atológi c o . Valencia: Promolibro.
3. García Arroyo, M.J. (1995): Entre n a m i e n to de habilidades psi c o c orporales e
n l a v e j e z: un m odelo a lt e r n ativ o de ed ucac i ó n p a r a l a s a lud . Salamanca:
Amarú; Ramos Campos, F. (2001.2002): “Salud y calidad de vida en las personas mayores”,
en Taba n q u e : Revista pedagógi c a , Nº 16, p. 83-104; Eichenbaum, H. (2002): Ne u r o
c i e nc i a c og n iti v a de l a m e m o ri a . Barcelona: Ariel; Belando Montoro, M.R.
(1999): “Currículum, educación para la salud y vejez. Algunas reflexiones y propuestas”,
en Jo r n adas de Teorías e In stituc i o n e s Edu c ativ a s Co n t e m p o r á n eas .
Santander: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria.
4. Una buena introducción, en Khalfa, J. (ed.) (1995). ¿Qu é e s l a i n t e li ge nc i a?
Madrid: Alianza.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

servirían para ilustrar estos puntos de vista), pero también, fruto de los
estudios comparativos de las ejecuciones de tareas entre ancianos y jóvenes
que se han ido realizando a lo largo del siglo XX en el campo de la
psicometría. Las capacidades intelectuales que se medían y comparaban en
estos estudios eran la memoria, la orientación espacial y el razonamiento
lógico y lingüístico, aquellas en que más se había desarrollado la
psicometría y que iban a producir los principales argumentos de separación
rígida de edades 5.
Sin embargo, respecto a algunas manifestaciones de la inteligencia,
adelantaremos algunas conclusiones, como planteamiento de contradicciones
entre los viejos axiomas y las nuevas investigaciones que pueden resumirse
en las siguientes6. En cuanto a la memoria, la memoria sensorial o inmediata,
que es donde se guarda durante unos segundos la información que nos propor-
cionan nuestros sentidos, permanece estable a lo largo de los años, es decir,
está prácticamente igual en jóvenes que en mayores. También la memoria a
largo plazo, que es el gran almacén donde se conservan los datos y hechos
sucedidos a lo largo de la vida, se mantiene en los individuos sanos y no se
encuentran cambios significativos en los dos grupos. Por el contrario, en la
memoria a corto plazo, que es donde se almacena el material que tendremos
que recordar durante un corto espacio de tiempo, es donde parecen existir
más diferencias entre jóvenes y ancianos, sobre todo en la manera en que se
guarda la información y en lo relacionado con la “memoria de trabajo” en la
que se requiere que la persona haga un esfuerzo para retener los datos
que se deben recordar.
Una primera conclusión, a retener cuando nos enfrentemos a la justifi-
cación empírica de la estimulación cognitiva, es que los problemas de
memoria se manifiestan cuando la información que debe recordarse exige
esfuerzo por parte de la persona.
Otra de las capacidades de la inteligencia estudiadas, la orientación
espacial, se iría perdiendo, según algunos autores, con la edad. Sin
embargo, no está claro el factor desencadenante, pues la desorientación
obliga al individuo a reducir el espacio que utiliza diariamente, lo que provocará
una disminución de las actividades y de las respuestas a los estímulos del
entorno, así como una mayor dependencia y falta de práctica, lo que influiría,
como en

5. Alonso Tapia, J., “Evaluación de la Inteligencia desde el enfoque Factorial”, en


Fernández-Ballesteros, R. (1992): Introd ucc i ó n a l a Evaluació n Psi c o lóg i c a I ,
Madrid, Pirámide; De Juan Espinosa, M. (1997). Geografía de l a i n t e li ge nc i a h u m a n
a . Las a ptitud e s c og n iti v a s . Madrid: Pirámide.
6. Para un estado de la cuestión, véase Tulving, E. y Craik, F.I.M. (2000): The
Oxford Ha n d b ook o f Me m o r y . Oxford: Oxford University Press; Horn, J.L. y Hofer,
S.M. (1992): “Major abilities and developement in the adulthood period”; en Sternberg, R.J.
y Berg, C.A. (eds.). Intele c tual Develop m e n t, Nueva York: Cambridge University Press;
Eichenbaum, H. (2002). Ne u r o c i e nc i a c og n iti v a de l a m e m o ri a . Barcelona: Ariel.
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

un círculo vicioso, realimentando el factor desencadenante, cualquiera


que sea7.
Otro de los caracteres particularmente relevante en las nuevas aporta-
ciones científicas afecta a la disminución de la capacidad para resolver
problemas lógicos y, en general, del razonamiento lingüístico, que se iría
agudizando sobre todo cuando los problemas lógicos se presentan con
material gráfico, pero, por el contrario, el razonamiento lingüístico no sólo se
mantiene con la edad, sino que incluso podría ir en aumento, es decir, que las
habilidades necesarias para conocer palabras, entenderlas, resolver problemas
con ellas, etc. son mejores en los ancianos que en los jóvenes8.
En definitiva, la forma en que la edad afecta a las funciones cognitivas
sigue lo que se llama tradicionalmente el “patrón de envejecimiento
clásico”, que representamos en la siguiente figura, diferenciando en dos las
formas de inteligencia, cristalizada y fluida:

Según la teoría de los dos factores de la inteligencia9, la i n t e li ge


nc i a fl u ida , que refleja la capacidad para razonar bien y con rapidez ante
labores novedosas, alcanza su punto culminante en la primera madurez y
después disminuye de forma constante, mientras que la i n t e li ge nc i a c
ristaliz ada , que

7. Castelló, A. (2001). Inteli ge nc i a s. Un a a proxi m a c i ó n m u lti d is c ipli n a r .


Barcelona: Masson; Ruiz Vargas, J.M. (2002): Me m o ri a y o lv ido . Madrid: Trotta.
8. Mayor, J. y de Vega, M. (1992): Memoria y r e prese n ta c i ó n . Madrid: Alhambra.
9. Horn, J.L. y Hofer, S.M., “Major abilities and developement in the adulthood
period”, in Sternberg, R.J. & Berg, C.A. (eds.) (1992). Intele c tual Develope m e n t. New
York: Cambridge university Press, pp. 44-99.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

refleja la base de conocimientos de una persona, al implicar experiencia y


aprendizaje, sigue un camino distinto a medida que envejecemos. Este tipo de
inteligencia se mantiene relativamente estable o aumenta con los años,
porque el ritmo al que adquirimos información nueva en el transcurso de la
vida tiende a contrarrestar el ritmo al que la olvidamos.
El desarrollo de estas dos formas de inteligencia es, pues, bastante
parecido al principio, esto es, ambos aumentan prácticamente al mismo ritmo
durante la infancia y la adolescencia, hasta una edad de 30 o 35 años, y van
diferenciándose conforme cumplimos más años. La i n te li ge nc i a fl u ida estaría
relacionada con aspectos biológicos y la c ristalizada con aspectos
culturales, lo que explicaría que ciertas funciones se mantuvieran con la edad y
otras declinaran, pues el órgano en el que residen estas habilidades, esto es,
el cerebro también sufre los efectos del envejecimiento y se deteriora con el
paso del tiempo igual que los demás órganos que forman el cuerpo humano.
En suma, las teorías que defienden la existencia de unas habilidades que
declinan con la edad mientras otras permanecen estables han gozado de
amplio consenso científico a lo largo del siglo XX. Sin embargo,
investigaciones realizadas recientemente plantean algunas objeciones que
sintetizamos en las siguientes10:
a. El mantenimiento de la inteligencia c ristaliz ada puede ser explicado
porque esta inteligencia es reforzada por la cultura, la educación, el
trabajo, los hobbies; mientras que la pérdida de habilidades que
forman la inteligencia biológi c a puede deberse, al menos en parte,
a que dejan de utilizarse muy pronto en la vida de la mayoría de las
personas.
b. La mejora en las condiciones de vida ha posibilitado el aumento de las
capacidades humanas. Así como hemos mejorado en estatura, o ha
aumentado la esperanza de vida, también ha evolucionado la inteli-
gencia, lo que está refrendado por los cálculos sobre el coeficiente
intelectual medido por los test, que habría aumentado 20 puntos desde
1920 a 1990. (Ante lo que hay que advertir de una obviedad: el
aumento se ha producido significativamente en los jóvenes).
c. La transformación en los modos de vida que se ha producido a lo largo
del siglo XX ha provocado cambios en la educación que se imparte.
Las habilidades que se aprendían a mediados de siglo (lengua y
matemáticas) no tienen mucho que ver con la educación actual,
centrada en la imagen y lo visual, lo espacial y lo técnico. Esto quiere
decir que las personas mayores aprendieron una serie de aptitudes

10. Véase Sternberg, R.J., Lautrey, J. & Lubart, T. (2003): Models o f i n t e lli ge nc e .
Washington: American Psychological Association; Tulving, E., y Craik, F. I. M. (2000). The
Oxford Ha n d b ook o f Me m o r y . Oxford: Oxford University Press; Aguilar, M. et al. (2002):
“Estudio comparativo de los niveles de pensamiento en la memoria de niños y personas
mayores”, en Revista de psi c o log í a ge n e r a l y a pli c ada , 55, Nº. 4, p. 541-552.
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

que no son muy útiles o que hay que adaptar a la actual


sociedad (y que son menos susceptibles a las mediciones Standard).
d. Además cada persona es única e irrepetible, tiene su propia historia
y ha desarrollado y puesto en práctica una serie de habilidades que
pueden no tener mucho que ver con las practicadas por alguno de sus
coetáneos. Cada individuo tiene más desarrolladas aquellas
habilidades que más ha practicado a lo largo de su vida.
e. El estado de salud está vinculado al funcionamiento de nuestra mente.
La gente mayor que dice no gozar de buena salud y la que padece
alguna enfermedad crónica siempre obtienen peores resultados que
los mayores sanos en los test de inteligencia. Las capacidades
sensoriales y motrices (la visión, el oído y la capacidad de estar de
pie y de andar) pueden influir positiva o negativamente en nuestra
actividad mental.
f. La actitud ante la actividad también es fundamental. “Las ganas
de…”, la motivación, es un factor importante para mantener el
rendimiento. En algunas personas mayores hay sensaciones de
pérdida de capacidades que a veces no se corresponde con la realidad.
Las quejas, sobre todo respecto a la memoria, frecuentemente no
tienen que ver con los problemas reales.
g. La queja más habitual que plantean las personas mayores es que se
olvidan de cosas que hacen en su vida cotidiana. La explicación a
estos fallos es fácil: realizan estas acciones de forma automática,
parece que su cuerpo funciona sin que haya intervención, como si se
tratara de robots; mientras se está pensando en otra cosa. Los
problemas aparecen cuando la atención que se presta a tareas
cotidianas es menor que la mínima requerida. Muchos fallos de
memoria se explican por el desinterés, la falta de atención, la rutina
o la inactividad y no por la edad.

INTELIGENCIA Y ESTIMULACIÓN COGNITIVA


Puede afirmarse que lo que existen son unas variables que influyen en
nuestro rendimiento intelectual, no tanto en nuestra capacidad. La edad
provoca una serie de cambios físicos en los órganos a través de los que
percibimos el mundo, tanto en el sistema visual (pérdida de bastoncillos y
conos, cambios en el iris y en el cristalino, en la pupila, etc.), y en el auditivo
(atrofia de las células pilosas) como en el gusto, el olfato y el
rendimien- to motor. Las pérdidas de visión que se dan en la vejez provocan
un aislamiento del mundo físico; la audición deficiente produce
trastornos en otras áreas pues impide utilizar el lenguaje que es el puente
que nos une con los otros seres humanos, por lo que se produce una disminución
de la participación en la vida social.
El Estudio Berlín sobre el Envejecimiento proporcionó pruebas contun-
dentes sobre el hecho de que los problemas de visión y audición están
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

relacionados con un deterioro general del sistema nervioso. Los investigadores


descubrieron una sorprendentemente elevada correlación entre el
rendimiento de las personas en las pruebas (de visión, de audición, de
equilibrio y modo de andar) y sus puntuaciones en los test de inteligencia. De
ahí que haya que insistir en cualquier terapia en la obligatoriedad de utilizar
correctamente las prótesis habituales: gafas, audífonos, dentadura (por su
influencia en el habla), etc.
Por otra parte, los factores biológicos se relacionan estrechamente con los
neuronales. Toda la información que obtenemos del mundo a través de
nuestros órganos sensoriales llega al cerebro, que está formado por
millones de neuronas de diferentes formas y tamaños y dedicadas a funciones
diversas. Entre los treinta y los ochenta años se pierden 100.000 neuronas
diarias, pero esto, contra lo que se creía vulgarmente, no causa la pérdida de
funciones intelectuales, pues millones de neuronas no son utilizadas nunca,
el ochenta por ciento son neuronas silenciosas. Nuestro cerebro es un órgano
extraor- dinario que posee dos características muy particulares; primera,
plasti c idad f uncio n a l , esto es, cuando una neurona muere por falta de
sustancias que le son necesarias a causa de una trombosis, por drogas, por
un accidente, etc., otras neuronas pueden ocupar su lugar y la persona después de
un tiempo de recuperación vuelve a poseer las habilidades que había perdido. La
segunda característica es la plasti c idad n e u r o n a l e str uctu r a l que se
pone en funciona- miento cuando las neuronas funcionan mal, lenta o
defectuosamente, a causa del alcohol, drogas, nerviosismo, etc., y consiste en la
recuperación del funcio- namiento a base de que las neuronas crean nuevas
conexiones entre sí. En resumen la pérdida de neuronas no implica un deterioro
de facultades, ya que existen mecanismos que compensan esas pérdidas 11.
Además de estos factores sensoriales y neuronales existen factores
personales y sociales que influyen determinantemente en el funcionamiento
intelectual. Con la edad los procesos atencionales se hacen más difíciles,
requieren más esfuerzo y además el interés por el entorno suele disminuir; por
otro lado la historia individual, la educación recibida y el ejercicio intelectual,
hacen que las habilidades practicadas durante la vida de una persona se
mantengan, mientras que las que no se practican empeoran en la
ejecución. El ambiente social en el que se mueve el individuo también es
importante, cuando una persona se jubila la consecuencia inmediata es la
reducción de su entorno, es decir, del número de personas con las que trata y la
reducción del espacio; también deja de hacer una serie de actividades y esto
se traduce en una disminución de la estimulación, en una disminución de
las posibilidades de enfrentarse a nuevas situaciones y en la dependencia de
otras personas, sobretodo de la familia; y además cuando se le olvida algo o
comete algún pequeño error todo el ambiente muestra una actitud
comprensiva, “es la edad, no tiene importancia”, y esta comprensión provoca
cierta dejadez y una falta de ganas de esforzarse. De esta forma la
persona va reduciendo su actividad y su entorno fomenta esta disminución de
su capacidad intelectual.

11. Habib, M. (1994): Bases del e stud i o n e u r o lóg i c o . Madrid: Editorial Masson.
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

La idea principal es que, mediante el entrenamiento y la práctica, la


disminución de la inteligencia que se produce en los mayores, que no tienen
enfermedades como la demencia, puede ser compensada y que todos,
también las personas mayores, tenemos una amplia capacidad que nos
permite compensar la disminución de algunas capacidades. Una forma de
compensar estas disminuciones es utilizar estrategias, por ejemplo, seleccionar,
optimizar y compensar 12, o bien, utilizar ayudas externas (llevar gafas, usar
agendas, poner carteles, depender de una persona que nos avisa), o ayudas
internas para conseguir mantener nuestra actividad mental (gimnasia
mental). Se ha comprobado que el entrenamiento mental produce efectos
positivos en los mayores cuando éstos lo realizan de forma intensiva durante un
tiempo determinado y se centran en las habilidades que están declinando.
Además el efecto de esta gimnasia mental se mantiene durante un tiempo, lo
que quiere decir que no es necesario entrenarse cognitivamente de forma
continua, ni hace falta entrenar todas las habilidades, sino que es suficiente
con entrenar las que declinan que son generalmente las que no practicamos.
Teniendo presente este argumento, presentamos a continuación, en forma
muy sintética, algunos ejercicios de actividad que hemos aplicado en
talleres de estimulación.
1. Prestar atención a lo que se haga, interrogándose constantemente,
incluso dándose una puntuación por haber conseguido captar más
detalles.
2. Diferenciar en cualquier circunstancia lo importante de lo accesorio.
No dejarse llevar por las apariencias.
3. Ejercitar deliberadamente la memoria. Jugar a recordar.
4. Ante cualquier situación, hacer antes un análisis de todos los factores
concernidos.
5. Varíe de actitud en los hábitos sencillos (recorridos diarios).
6. Cambiar a menudo de pasatiempos (crucigramas, cartas, etc.). Intentar
hacer los que no se hayan hecho nunca y no renunciar a lo nuevo (por
ejemplo, los medios técnicos).
7. Recuperar hábitos de lectura, escritura, etc. Escribir cartas, postales;
hacer resúmenes, operaciones aritméticas, etc.
8. Plantear de nuevo los problemas, proponerse otro punto de vista.
Jugar al abogado del diablo.
9. Contrastar la información en varios periódicos, discutir amigablemente,
buscar entre varios alternativas diferentes (cómo podría haber
acabado la película).

12. Baltes, P. y Baltes, M. (1990): Suc e ssf u l agi n g . Cambridge: Cambridge Press.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

Además de estos ejercicios, es útil recordar algunos principios


generales que se han de tener en cuenta en la actividad habitual y que,
básicamente, responden a la necesidad de mantenerse ocupado (por ejemplo,
en el voluntariado) y no ser dependiente. Es necesario crear un espacio vital
agradable, preocuparse por la salud activamente –es decir, sustituyendo los
pensamientos negativos por los positivos: cuidar la dieta, hacer ejercicio- e
imponerse una disciplina con objetivos realizables, tanto individuales como
sociales. Ampliar el círculo de amistades, realizar cursillos, actividades nuevas
(pintura, bricolaje, etc.), v i vir despierto , completan este breve sumario de
ejercicios, encaminado claramente a mantener y ampliar la actividad y el
interés por nosotros y por lo que nos rodea.

ASPECTOS BÁSICOS SOBRE LA MEMORIA HUMANA


Una de las habilidades que forman parte de la inteligencia y quizás la más
estudiada desde el siglo XIX es la memoria. Esta capacidad
humana13 , constante objeto de curiosidad por cualquier individuo, es también
uno de los temas clásicos de los investigadores de varias ramas de la ciencia,
y desde luego, forma parte del acervo cultural de todas las sociedades, en
todos los niveles. Novelistas, políticos, banqueros o profesores, igual que
amas de casa o empleados municipales, han debido lamentar con mucha
frecuencia las consecuencias de esa ingrata, voluble y misteriosa dueña de
nuestros recuerdos y, en suma, de nuestra propia identidad, que es la memoria.
Nuestro objetivo en este trabajo exige plantear al menos sintéticamente la
naturaleza de la memoria, su funcionamiento, con especial atención a la
influencia de la edad. Antes de nada, para evitar tópicos en lo sucesivo,
presentaré algunas creencias falsas muy extendidas sobre las relaciones entre
memoria y edad, que podemos agrupar en tópicos biológicos pseudocien-
tíficos y tópicos culturales. Entre los primeros están los siguientes:
“Los frecuentes olvidos de las personas mayores se deben a la pérdida
constante de neuronas” (las células nerviosas). “Las personas adultas pierden
cada día unas 10.000 neuronas” (hemos visto que sólo ocurre en algunas zonas
muy concretas del cerebro y que no es definitivo). “El olvido es un
síntoma de que el cerebro no funciona del todo bien”.
Entre las creencias instaladas en la cultura general, son comunes las
siguientes:
“La capacidad de la memoria va disminuyendo inevitablemente con la
edad hasta casi desaparecer”. “La memoria empeora a medida que se
envejece y no se puede hacer nada para evitarlo”. “El presente de los ancianos
es tan pobre que tienen que refugiarse en los recuerdos de su pasado”.
“Algunas personas son demasiado viejas para mejorar su memoria”. “Los fallos de

13. Véase Davidof, F. (1989): Introd ucc i ó n a l a psi c o log í a . México: Editorial McGraw
Hill.
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

memoria de los adultos mayores anuncian el comienzo de la enfermedad de


Alzheimer”.
Estas ideas son equivocadas; ninguna de ellas tiene fundamento
científico14. Antes al contrario, los resultados de la investigación en psicología
cognitiva demuestran que el envejecimiento no produce un deterioro genera-
lizado de todas las funciones de la memoria (la mayor parte de los
sistemas de memoria no se ven afectados por la edad). Los sistemas de
memoria no pierden un número significativo de neuronas cuando
envejecemos (sólo algunas regiones o áreas del cerebro pierden un número
elevado de neuronas), mientras el hecho de que los ancianos parezcan
prestar más atención al pasado se debe a diversas razones explicables en
términos naturales, no patológicos.
“La memoria es el tesorero y el guardián de todas las cosas”, decía
Aristóteles, pero la “literaria” definición no era más que el reconocimiento
de la superioridad de las funciones intelectuales sobre el soporte corporal, lo
que se mantuvo en vigor hasta que se incorporó la experimentación al
conoci- miento del “alma”, sobre todo a partir del siglo XVIII. No obstante,
los primeros estudios científicos sistemáticos sobre la memoria los llevó a cabo el
alemán Hermann Ebbinghaus hacia 1870, utilizándose a sí mismo como
“conejillo de indias” y demostrando algunas características de la memoria
que aún hoy tienen plena vigencia, como por ejemplo, que la cantidad de
información aprendida depende del tiempo invertido en aprender, por lo
que la memoria no era ya un “don” natural sino algo susceptible de intervención
humana. De ese “axioma” parten los fundamentos de los actuales conoci-
mientos que, en síntesis, definen la memoria como la capacidad de registrar,
almacenar y recuperar información. La memoria ya no es una “guardiana”
pasiva, sino una herramienta fundamental para el desarrollo de la vida
humana, su hilo conductor. Prácticamente todo lo que sabemos y hacemos
depende de nuestra memoria, que nos permite utilizar la experiencia pasada
para enfrentarnos al presente y planificar el futuro. La memoria no es sólo la
capacidad de recordar, sino además la que proporciona los elementos
necesarios para desarrollar la propia vida, individual, social e incluso
biológica 15.
Hoy sabemos que la memoria tiene una estructura compleja y dinámica.
“La memoria inteligente no es un almacén, es un sistema dinámico, una
riquísima fuente de operaciones y ocurrencias” 16. La memoria humana está
formada por un conjunto de sistemas independientes pero fuertemente

14. Véase Eichenbaum, H. (2002). Ne u r o c i e nc i a c og n iti v a de l a m e m o ri a .


Barcelona: Ariel; Leahey, T.H. y Harris, R.J. (1998): Apre n d iz a j e y c og n i c i ó n . Madrid:
Prentice Hall; Navarro Guzmán, J. I. (1993): Apre n d iz a j e y m e m o ri a h u m a n a . Aspe
c to s b á si c o s y e v o l u ti v o s . Madrid: McGraw-Hill.
15. Ruiz-Vargas, J.M. (1991): Psi c o log í a de l a m e m o ri a . Madrid: Alianza.
16. Marina, J.A. (1996): Teoría de l a i n t e li ge nc i a c readora , Madrid: Anagrama.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

relacionados entre sí, por lo que sería mejor hablar de memorias más que de
memoria. Cada uno de estos sistemas se ocupa de procesar un tipo de
información diferente, mientras las áreas cerebrales que se activan en cada
caso también son distintas. Los investigadores hablan de cinco sistemas:
el siste m a de r e prese n ta c i ó n p e r c e ptual , la m e m o ri a pro c edi m
e n ta l , la m e m o ri a a c o rto plazo, la m e m o ri a s e m á n ti c a y la m e
m o ri a e pisódi c a .
1. El sistema de representación perceptual sirve para poder identificar los
objetos que se corresponden con palabras y símbolos. Nuestro cerebro crea
una imagen mental de todos los objetos concretos y abstractos que forman
parte de la realidad, gracias a la cual podemos hacer algo tan sencillo como
reconocer las caras de nuestros conocidos, identificar nuestro coche,
reconocer símbolos, etc. Aunque el reconocimiento de objetos no sólo
depende de esta memoria su participación en el inicio del proceso es impres-
cindible.
2. La memoria procedimental es la memoria de la acción. Nuestra
conducta y todas las operaciones que realizamos para llevarla a cabo
dependen de este sistema de memoria. Aquí se almacenan las secuencias de
movimientos que realizamos la mayor parte de las veces de forma
inconsciente y que nos permiten movernos en el medio ahorrándonos
operaciones mentales que empleamos en otros procesos. Nadar, andar en
bicicleta, coser o tocar un instrumento musical mientras pensamos,
conversamos, cantamos, serían ejemplos de las acciones que podemos realizar
gracias a este sistema.
3. La memoria semántica es el sistema que se encarga de adquirir,
retener y utilizar el conocimiento que tenemos sobre el mundo en su sentido
más amplio fijándolo a un código preestablecido, el lenguaje. Todo lo que
sabemos sobre el mundo, lo que llamamos conocimiento, constituye el
contenido de sistema, por ejemplo, saber que París es la capital de Francia,
que el agua moja, que en el sistema solar hay planetas, entre ellos el
nuestro, que la ballena es un mamífero y que se escribe con “b” y con “ll”,
etcétera. Todo esto es posible gracias a la memoria semántica.
4. La memoria a corto plazo es un sistema que permite mantener una
cantidad limitada de información en un corto espacio de tiempo mientras
realizamos otra actividad. Los investigadores distinguen dentro de este
sistema: la memoria primaria y la memoria operativa. La memoria primaria
se pondría en funcionamiento cuando la tarea a realizar requiere que la
persona mantenga pasivamente el material y que responda con dicho material
en la misma forma que le fue presentado; por ejemplo: recordar el número
de teléfono que vamos a marcar en ese corto espacio de tiempo, desde que lo
vemos escrito, o nos lo dicen, hasta que lo marcamos. La memoria
operativa se encargaría de tareas en las que hay que mantener una
determinada información al tiempo que reorganizamos o integramos
información nueva con otra ya aprendida. El cálculo mental sería una tarea de
memoria operativa; por ejemplo, averiguar mentalmente cuánto es 256 por 8.
5. La memoria episódica es la memoria que tenemos de los aconteci-
mientos que hemos vivido personalmente. Este sistema nos permite recuperar
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

de manera consciente los sucesos y eventos de nuestro pasado y dónde y


cuándo ocurrieron. Esta memoria guarda la historia de nuestra vida, nuestra
autobiografía.
Estos cinco sistemas podemos organizarlos también dependiendo de la
forma en que recuperamos o expresamos los contenidos en cada uno de ellos.
Así, la recuperación de los contenidos se puede llevar a cabo de forma
explícita o implícita. La r e cu p e r a c i ó n explí c ita significa que la persona
recuerda algo de forma intencional, voluntaria y consciente; una r e cu p e r a
c i ó n i m plí c ita significa que los contenidos de la memoria se manifiestan
de un modo automático, involuntario e inconsciente. Los tres primeros
sistemas, esto es, la r e prese n ta c i ó n p e r c e ptual , la m e m o ri a pro
c edi m e n ta l y la m e m o ri a s e m á n ti c a se expresan implícitamente,
mientras que los dos últimos, es decir, l a m e m o ri a a c o rto plazo y l a m e
m o ri a e pisódi c a se manifiestan explíci- tamente. Esta dimensión explícita e
implícita nos interesa particularmente porque parece que en la vejez se
produce un buen funcionamiento de la memoria implícita y un
funcionamiento disminuido de los sistemas de memoria explícita.
Los procesos básicos en que podemos resumir el funcionamiento de la
memoria son tres: registro (codificación), retención (almacenamiento) y
recuperación. La información que queremos memorizar ha de pasar por estas
tres fases.
El registro o la codificación se refiere a todas las operaciones que
realizamos para que una información quede representada en la memoria,
desde los procesos atencionales, a las estrategias de repetición, incluyendo la
extracción del significado y comprensión de la información que nos ayuda a
recordar mejor. Como veremos luego, estudios recientes indican que la
vejez afecta negativamente a la codificación de la información 17.
La retención o almacenamiento se refiere a la permanencia de la
información en los sistemas de memoria. La información que almacenamos,
salvo en la memoria a corto plazo, queda guardada virtualmente toda la vida.
Este almacenamiento requiere un proceso de consolidación que lleva algún
tiempo desde que la información que obtenemos del exterior se convierte en
huellas duraderas de la memoria. No sabemos cuál es la influencia del enveje-
cimiento en estos procesos, pero sí sabemos que la edad no tiene ningún
efecto pernicioso sobre las huellas de memoria ya consolidadas, por eso los
ancianos recuerdan muy bien sucesos antiguos.
La recuperación se refiere a los procesos que posibilitan el acceso a la
información que está almacenada en nuestra memoria siempre que lo
necesitemos. Con cualquier recuerdo o acto de reconocimiento ponemos en
marcha este proceso y parece que la edad afecta negativamente a la recupe-
ración de la información almacenada en nuestro cerebro.

17. Muñoz Tortosa, J. (2002): Psi c o log í a del e n v e j e c i m i e n to , Madrid: Pirámide.


ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO Y LA MEMORIA


Cuando comparamos el rendimiento de la memoria de un grupo de
personas mayores con el rendimiento de un grupo de jóvenes tienden a
aparecer diferencias a favor del grupo de jóvenes. Si analizamos la
memoria de las personas de edad encontramos que su rendimiento es muy
variable: en unas condiciones presentan un rendimiento deficitario mientras
que en otras sus resultados son tan buenos como los de los jóvenes.
Existe, pues, una gran variabilidad en el funcionamiento de la
memoria de las personas mayores, pero es posible fijar algunas tendencias a raíz de
la comparación viejos-jóvenes en función de las condiciones y del
rendimiento. Así, la memoria de las personas mayores es peor que la de los
jóvenes en:
a) Tareas o test de recuerdo libre (por ejemplo en tareas en las que
se les pide que recuerden las palabras que se les han leído unos minutos
antes).
b) Cuando tienen que recordar el orden temporal en que sucedieron las
cosas ( por ejemplo cuando se les pregunta: qué le dije primero
que “la boda fue ayer” o que “la lluvia estropeó la ceremonia”).
c) Cuando tienen que recordar llevar a cabo una acción determinada
en un futuro cercano (por ejemplo, cuando se les dice “Antes de
irse, tiene que decirme cuál es la capital de Alemania”). Esto es lo que
se llama “memoria prospectiva” o memoria de futuro con claves autoge-
neradas, es decir, el propio sujeto tiene que poner en funcionamiento
un proceso futuro de recuerdo.
Mientras, se aprecian también otros resultados que permiten observar
que la memoria de los mayores es normal o comparable a la de los jóvenes en:
a) Tareas o test de reconocimiento (por ejemplo, cuando se les pide que
identifiquen qué palabras , de entre un conjunto que se les presenta,
les fueron leídas unos minutos antes).
b) Cuando tienen que recordar el lugar o el espacio en el que se les
presentaron unos dibujos (por ejemplo, cuáles aparecieron a la
izquierda y cuáles a la derecha).
c) Cuando tienen que recordar llevar a cabo una acción determinada en
un futuro cercano pero que depende de claves externas (por ejemplo,
cuando se les dice “cuando venga su hijo pregúntele si sabe donde
está su libro”). Esto es lo que se llama memoria prospectiva con claves
externas, ya que su acción futura va a ser recordada por una señal o
una clave externa al sujeto: la visión de su hijo le recordará que tiene
que hacer algo, preguntar por su libro.
Resumiendo, las personas mayores presentan una memoria disminuida en
tareas de recuerdo libre, memoria del orden temporal y memoria prospectiva
con claves autogeneradas; y una memoria normal en taras de reconocimiento,
memoria espacial y memoria prospectiva con claves externas. De estos
resultados podemos extraer una conclusión y es que el envejecimiento no
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

produce un declive general de la memoria, puesto que la memoria de las


personas mayores a veces presenta fallos y otras funciona perfectamente.
Las últimas investigaciones están demostrando que el envejecimiento
normal tiene distintos efectos en los diferentes sistemas de memoria. En
síntesis, estos serían en cada uno de ellos:
a) El siste m a de r e prese n ta c i ó n p e r c e ptual : se mantiene
preservado en la vejez.
b) La m e m o ri a pro c edi m e n ta l : se mantiene preservada en la vejez.
c) La m e m o ri a s e m á n ti c a : se mantiene preservada en la vejez.
d) En cuanto a la m e m o ri a a c o rto plazo , habría que distinguir entre
memoria primaria, que no se altera, y memoria operativa, que sí se ve
afectada por el envejecimiento.
e) La m e m o ri a e pisódi c a : sufre un declive en la vejez.
En resumen, sólo la memoria operativa y la memoria episódica declinan
con la edad.
Los efectos que el envejecimiento provoca en el cerebro pueden
ayudarnos a entender cómo la edad incide en la memoria. En la actualidad el
desarrollo de nuevas técnicas para el estudio de cerebro, como las imágenes
por resonancia magnética funcional y la tomografía por emisión de positrones,
permiten a los investigadores realizar avances interesantes; por ejemplo,
que el cerebro de algunas personas apenas si se atrofia o sufre cambios
volumé- tricos con la edad, o que factores como el ejercicio físico, la dieta y la
actividad mental ejercen posiblemente un papel amortiguador sobre los
cambios cerebrales18.
En cuanto a la muerte de las neuronas, que hasta hace poco tiempo era
aceptada como inevitable e inherente al proceso de envejecimiento, los
últimos estudios han llegado a la sorprendente conclusión de que el
envejeci- miento normal no produce una muerte neuronal significativa ni
en el neocórtex ni en el hipocampo (estas regiones cerebrales
desempeñan un papel fundamental en la memoria a través de su
participación en sistemas y circuitos de memoria). Ahora bien, estos mismos
estudios concluyeron que el envejecimiento sí provoca una pérdida de neuronas
significativa en algunas estructuras subcorticales, concretamente en el
prosencéfalo basal, que es la estructura cerebral que suministra al hipocampo
la acetilcolina, que es un neurotransmisor básico para la memoria, (cuando
el prosencéfalo basal se daña, se produce amnesia). Estas pérdidas
neuronales podrían explicar, por tanto, algunos problemas de memoria19.

18. Abengózar Torres, Mª C. (1997): En v e j e c i m i e n to n o r m a l y p atológi c o .


Valencia: Promolibro.
19. Eichenbaum, H. (2002): Ne u r o c i e nc i a c og n iti v a de l a m e m o ri a .
Barcelona: Ariel; Habib, M. (1994). Bases del e stud i o n e u r o lóg i c o . Madrid: Editorial
Masson.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

Otras estructuras cerebrales que se ven afectadas por el


envejecimiento son los lóbulos frontales que parecen sufrir una disminución de
tamaño, una reducción en el aporte sanguíneo y en la utilización de glucosa.
Los lóbulos frontales desempeñan un papel clave en el recuerdo pero no en el
reconoci- miento, en la memoria del orden temporal pero no en la memoria
espacial y en las situaciones en las que el recuerdo depende de la puesta en
marcha de estrategias voluntarias y conscientes de recuperación.
En resumen, los datos sobre el envejecimiento de las áreas y regiones
cerebrales involucradas en el funcionamiento de la memoria parecen claros
respecto a tres hallazgos:
1. La vejez no conlleva una pérdida significativa de neuronas ni en el
neocórtex ni en el hipocampo.
2. El envejecimiento produce una pérdida significativa de neuronas en el
prosencéfalo basal.
3. El envejecimiento reduce el tamaño de los lóbulos frontales.
Estos datos sobre el efecto del envejecimiento en algunas estructuras del
cerebro explicarían porqué los ancianos tienen más dificultades en la
realización de determinadas tareas (recuerdo libre, memoria del orden
temporal y memoria prospectiva con claves autogeneradas) en las que se
deben realizar procesos, como la codificación elaborativa y la recuperación
estratégica, en los que la intervención de algunas áreas de los lóbulos
frontales es imprescindible. Así pues los procesos de codificación y de
recuperación sufren los efectos negativos de la edad.
Pero no es lo único a tener en cuenta, como ya sabemos. Por ejemplo, la
sensación de que los ancianos parezcan estar más pendientes de su pasado
que del presente podría explicarse en función de dos hechos contrastados por
los científicos: en primer lugar, porque los procesos de codificación y recupe-
ración se ven afectados por los efectos de la edad, de modo que su memoria
actual presenta cierta dificultad para guardar lo nuevo. Sus sistemas de
memoria parecen no registrar bien las experiencias y los episodios
cotidianos, por lo que se muestran incapaces de relatarlos más tarde.
En segundo lugar porque se produce un aumento de los recuerdos de la
adolescencia y primera juventud. A este incremento de recuerdos autobio-
gráficos correspondientes a acontecimientos vividos cuando tenían entre 15 y
25 años, que se produce entre los 40 y 50 años de edad, se le ha llamado
“efecto reminiscencia” y no se sabe porqué aparece, el hecho es que se
produce y de ahí la insistencia en contar acontecimientos antiguos aunque
esto no signifique una huida hacia atrás o un refugiarse en el pasado20 .

20. Lehr, U. (2003): Psi c o log í a de l a s e n e c tud: pro c e s o y a pre n d iz a j e del


e n v e j e c i m i e n to , Barcelona: Herder.
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

MEMORIA Y ESTIMULACIÓN COGNITIVA


Para diseñar o elaborar cualquier programa de entrenamiento para paliar
los efectos que la edad tiene sobre la memoria se han de tener de cuenta las
últimas investigaciones realizadas que han ampliado radicalmente el campo de
actuación psicológica. Está suficientemente demostrado que cuando se
enseña a las personas mayores a utilizar su conocimiento para codificar la
información de forma elaborada y, más tarde se les dan claves de recuperación,
es decir, cunado se les proporciona recursos que les ayuden a buscar
adecuadamente la información que tienen que recordar, su memoria de
recuerdo funciona como la de los adultos jóvenes. Es decir, que, si aprenden
a utilizar estrategias de codificación o de recuperación, su memoria funcionará
como la de los demás aunque el esfuerzo que tengan que realizar en los
procesos de codifi- cación y recuperación sea mucho mayor. Con
entrenamiento las personas mayores pueden superar un gran número de sus
problemas de memoria21.
Así pues los fallos de memoria propios de la vejez pueden ser paliados,
pero para que un programa de mejora de la memoria funcione, la persona
que se someta a él tiene que cumplir al menos estos requisitos: Primero, estar
motivada. Segundo, poner de su parte todo lo que pueda. Y tercero, tener una
actitud positiva, es decir estar convencida de que funcionará.
A continuación, proporcionamos un esquema básico para cualquier
tipo de actuación:
Consejos específicos:
1. En cuanto al registro o la codificación:
Registrar la información frecuentemente y en pequeña
cantidad Simplificar, reducir a esquemas la información
Primero entender, luego registrar
Relacionar una información nueva con otras ya codificadas
Organizar de una manera personal la información
2. En cuanto a la retención o al almacenamiento:
Repensar lo que se almacena y retenerlo
Analizar y repetir (recordar los esquemas)
Verbalizar intentando dar coherencia al discurso
3. En cuanto a la recuperación:
Situar lo que se va a recordar en su contexto
Reglas nemotécnicas: la primera letra, coincidencia de números, etc.
Relacionar lo recordado con sus peculiaridades (sonoridad,
musicalidad, etc.)

151
21. De Miguel Negredo, A. (2001-02): “Adaptación positiva en el proceso de
envejeci- miento”, en Taba n q u e : r e vista pedagógi c a , 16, pp. 49-82; Tournier, P.
(2003).

152
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL

Todas estas pautas se resumen en algunos principios generales como


utilizar la memoria conscientemente y de manera frecuente, prestar atención
a lo que hacemos en cada fase; y como norma general, r e p e tir, r e p e tir y r e
p e tir. Con todo, hay que insistir en la necesidad de organizar la información
previamente (entender), asociar elementos tanto con palabras como con
imágenes mentales y, por supuesto, utilizar ayudas externas (agendas,
calendarios, notas, etc.)

CONCLUSIONES
La edad o el envejecimiento afecta al funcionamiento general de la inteli-
gencia, algunas habilidades disminuyen con el paso de los años, pero no es
sólo el envejecimiento biológico el que produce esta pérdida; existen otros
factores como los personales y sociales que también ayudan e influyen de
forma determinante en esta disminución. Las últimas investigaciones
demuestran que el declive de la inteligencia que se produce en personas
mayores, sin enfermedades mentales, puede ser compensado con entrena-
miento y práctica, utilizando estrategias y ayudas tanto externas como
internas, y que la mejora en las habilidades que obtenemos con la práctica se
mantiene durante un tiempo; su efecto es acumulativo. En cuanto a la
memoria, que es una de las habilidades intelectuales más importantes y
estudiadas, sólo determinados procesos y sistemas se vuelven menos eficaces
por razones biológicas. La vejez no afecta de modo general y uniforme a
todos los sistemas de memoria, lo que permite una actuación selectiva basada
en técnicas activas conductuales y cognitivas en aquellos que sabemos
responden a la estimu- lación. Así, está comprobado que la memoria de las
personas mayores mejora si se les da la posibilidad de utilizar estrategias sobre
la adquisición, almace- namiento y recuperación de la información, es decir, si
se siguen pautas de aprendizaje, entrenamiento y práctica de la memoria.
Las experiencias positivas de talleres de entrenamiento de la memoria,
generalizadas en los últimos años, están incentivando la investigación sobre
métodos de estimu- lación cognitiva cada día más eficaces. Tanto en el caso
de la inteligencia como en el de la memoria, hemos presentado un
esquema de actuación basado en nuestra propia experiencia, que puede servir
además para aportar nuevos conocimientos empíricos a través de la
activación de nuevas hipótesis de trabajo.

153
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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ESTIMULACIÓN COGNITIVA
CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

Veró n i c a Acin a s Ju li á n

Hace pocos años se creía que la senilidad (pérdida progresiva de


facultades mentales, confusión, pérdida de la capacidad de atender las propias
necesidades y comportamiento irracional) era la consecuencia natural e
inevitable de la edad. Sin embargo, desde 1977 los médicos, a través de
trabajos realizados, han visto que el 10% de las personas mayores de 65 años
sufren lesiones cerebrales orgánicas que se relacionan con la senilidad.
La demencia es la pérdida global de la función cognitiva que interfiere
en las actividades habituales de la persona, tanto en su relación social como
laboral. El estado de demencia se caracteriza por la disminución de la memoria
reciente y retrógrada junto a otros déficits, como, por ejemplo, alteraciones
en el pensamiento abstracto, juicio, coordinación, planificación y
organización, habla, escritura y cálculo, cuya evaluación es necesaria para
llegar al diagnóstico.
La demencia más frecuente en nuestro ámbito es la enfermedad de
Alzheimer, seguida de la demencia de tipo vascular. La importancia
relativa de la demencia vascular es más elevada en aquellas poblaciones en las
que la hipertensión y los accidentes vasculares cerebrales son más comunes,
como es la población mayor de 85 años. Otras causas de demencia
neurodegenerativa son la enfermedad de Pick y otras demencias frontales. La
demencia asociada a la enfermedad de Parkinson y otros parkinsonismos o
secundarias a causas metabólicas y carenciales (alcoholismo, déficit de
vitamina B12, hipoti- roidismo), infecciones del sistema nervioso central (VIH,
sífilis) y lesiones intracraneales (p. ej. los traumatismos craneales en
poblaciones más jóvenes) son menos frecuentes.
La demencia es cada vez un tema de salud más importante por su
carga social; en un futuro inmediato, las demencias edad – dependientes son las
que localizarán los planes sanitarios de la comunidad europea.
Los avances tecnológicos en las neurociencias han aumentado los conoci-
mientos sobre la función cerebral, sin llegar a clarificar si el deterioro cerebral

153
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

global atribuido en gran medida al envejecimiento se percibe como el


espectro de los trastornos que anteceden a la enfermedad de Alzheimer.
Diagnosticar la demencia en estados avanzados es relativamente fácil,
pero en su inicio los síntomas pasan fácilmente desapercibidos. Las razones
son variadas y múltiples; algunas veces la sintomatología inicial se
manifiesta de forma tan insidiosa que es interpretada, tanto por parte del
paciente como por su familia y el mismo médico, como cambios atribuibles
a la edad. Algunos intentan disimular la sintomatología, otros, al no ser
conscientes de sus limitaciones, llegan al diagnóstico demasiado tarde. La historia
clínica, la exploración física y neurológica no son procedimientos sensibles
para diagnosticarla en su fase inicial, en especial cuando no hay familiares o
buenos informadores de los antecedentes y cambios producidos y que conozcan
la situación global de la persona, o bien que no estén presentes para
corroborar la información aportada por el paciente.
Se entiende por deterioro cognitivo cualquier alteración de las
capacidades mentales superiores. Puede tratarse de un deterioro focal: cuando
está limitado a una operación mental aislada, como el habla, o a un conjunto
interrelacionado funcional o topográficamente; o difuso si afecta a varias
capacidades mentales a la vez. Utilizando los criterios operativos
propuestos por Marsden de 1978, y ratificados por el Grupo de Estudio de
Demencias de la Sociedad Española de Neurología, se define la demencia
como un síndrome orgánico adquirido, que ocasiona un deterioro global
persistente, sin altera- ciones en el nivel de conciencia, que interfiere en el
ámbito social y/o laboral y que aboca a la incapacidad para el autogobierno de
la persona.
Hasta la fecha no es posible realizar el diagnóstico de enfermedad de
Alzheimer y otras demencias en su estado preclínico, por dos razones
importantes: la primera, es que las bases biológicas y genéticas no tienen la
suficiente y probada fortaleza para asegurar con certeza el diagnóstico e
iniciar una actividad preventiva; la segunda, es que carecemos de un
tratamiento curativo. Ambas comportan una tercera razón de mayor relevancia:
la actitud ética de los profesionales delante de las especulaciones diagnósticas y
de pronóstico.
La detección precoz de la demencia antes de que los enfermos se
encuentren en un estadio muy evolucionado presenta conocidas ventajas:
identificar causas reversibles y tratables de demencia, utilizar estrategias
farmacológicas y no farmacológicas disponibles a fin de enlentecer la
progresión de la enfermedad, controlar la morbilidad asociada y mejorar la
calidad de vida del paciente y su cuidador.
En el ámbito gerontológico la dificultad estriba en diferenciarla del
deterioro cognitivo benigno o leve, como un hecho inherente a la vejez.
El análisis compartido y consensuado con los familiares y cuidadores
inducirá el tipo de intervención terapéutica, sobretodo en cuanto a la
aplicación de terapias blandas basadas en las técnicas de la neuropsicología
cognitiva. La información que sobre las actividades cotidianas aportan los
familiares constituye un valor añadido a los datos de la exploración clínica y
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

neuropsicológica, al hacer evidente el conjunto de conductas que definen al


individuo en relación con sus preferencias, habilidades y competencias que le
permiten vivir de forma autónoma e independiente y ejercer su papel social.
Todas estas actividades, desde las más avanzadas hasta las más básicas se
deterioran a medida que progresa la enfermedad, incidiendo de forma
desigual en cada individuo y su grupo familiar.
El objetivo final de la intervención terapéutica estará dirigido, bien sea a
corto plazo o largo plazo, a restaurar habilidades cognitivas, enlentecer la
progresión del deterioro y mejorar el estado funcional del enfermo con
demencia, procurar su estabilización durante el mayor tiempo posible,
controlar los síntomas y prevenir las complicaciones y problemas de salud
más prevalentes y, finalmente, garantizar la confortabilidad en la fase terminal de la
enfermedad.
La intervención desde un programa de psicoestimulación cognitiva que
abarque en gran medida aquellas funciones intelectuales conservadas y su
interacción con las actividades instrumentales de la vida diaria, favorecerá el
papel social del enfermo, aumentará la eficacia de los fármacos disponibles
en la actualidad para la enfermedad de Alzheimer y, en todo caso, aportará
beneficios en cualquier tipo de demencia.
La suma de las condiciones intelectuales, físicas y biográficas del enfermo,
marcará el campo de apoyo en el que movernos y permitirá definir y
ajustar el tipo adecuado de intervención.

NEUROPLASTICIDAD Y PSICOESTIMULACIÓN INTEGRAL


El punto de partida con base científica, en el que se asienta la
intervención terapéutica no farmacológica en el campo de las demencias,
es la capacidad plástica del cerebro, conocida como neuroplasticidad. La
neuroplasticidad se define como “la respuesta que da el cerebro para
adaptarse a las nuevas situaciones y restablecer el equilibrio alterado,
después de una lesión. Recientes investigaciones ponen en evidencia la
capacidad que tienen las neuronas lesionadas para regenerarse y establecer
conexiones nuevas. Existe neuroplasticidad en el cerebro anciano, incluso en
el demente, si bien en menor intensidad. Es evidente que en las fases de elevado
deterioro cognitivo, la neuroplasticidad será nula debido a la gran pérdida de
masa neuronal, desarborización sináptica y bloqueo de neurotransmisores.
Las personas con demencia mantienen cierta capacidad de neuroplas-
ticidad, un potencial de plasticidad cognitiva, de aprendizaje o capacidades de
reserva que pueden ser desarrollados y estimulados a fin de
modificar y optimizar su adaptación al medio, especialmente en los estadios
leve y moderado, donde el proceso neurodegenerativo no está tan avanzado.
Así pues, el objetivo básico de los tratamientos de psicoestimulación es
el de favorecer la neuroplasticidad mediante la presentación de estímulos,
debidamente estudiados, que eliciten las capacidades intelectuales,
emocionales, relacionales y físicas de forma integral.
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y DEMENCIAS


La Enfermedad de Alzheimer presenta un inicio generalmente insidioso
y un curso progresivo, caracterizado por una pérdida de las capacidades
cognitivas y cambios de conducta que interfieren progresivamente en la
autonomía de las personas que la sufren, lo que les hace dependientes de su
entorno.
Estas pérdidas y cambios pueden observarse, inicialmente, en las
actividades avanzadas e instrumentales de la vida diaria, ampliándose
posteriormente a las actividades básicas de ésta.
En las fases iniciales (cuadro 1.), es la memoria la función más
alterada, pero no es la única y no se altera de manera uniforme. La pérdida de
otras funciones se manifiesta en la dificultad para planificar actividades
cotidianas habituales o no habituales, no poder seguir una conversación o
una noticia por la radio o la televisión... Todas estas dificultades observadas
en el día a día, son también manifestaciones de la enfermedad en las fases
leves.
Cuadro 1: Fases en la EA

1 ª Fase 2ª Fase 3ª Fase


Dependencia Leve Dep. Moderada Dep. Severa

Duración 1 a 3 años aprox. 1 a 3 años aprox. 1 a 3 años aprox.

Características Olvidos ocasionales Pérdida grave del habla


Cierta confusión Movilidad dificultosa Inmovilidad
Pérdida de la autoestima No se vale por sí Pasividad
Angustia mismo

Consejos a los Información Paseos Alimentación adecuada


cuidadores Comprensión Mantener rutinas Cama articulada
Planificación Horarios Colchón de aire
Gimnasia Protectores cutáneos

Precauciones Trámites legales Vigilar


Revisiones médicas alimentación y Vigilar aparición
Organización de la padecimientos de escaras y atrofias
vida del enfermo agregados

Necesidades En los comienzos, Asistencia domiciliaria Asistencia domiciliaria


auxiliares ninguna Pronto, Centro de día Posible ingreso en
supervisión residencia especializada
en domicilio

A medida que progresa la enfermedad, en las fases moderadas aparecen


alteraciones más severas en otras funciones cognitivas, apareciendo así el clásico
síndrome afaso–apraxo–agnósico, que caracteriza la enfermedad de Alzheimer.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

Las alteraciones que presentan los enfermos de Alzheimer en las fases


moderadamente graves y graves de la enfermedad afectan globalmente
todas las funciones cognitivas, agravándose el síndrome afásico (habla
reducida a varias palabras), apráxico (comer con las manos) y agnósico (no
reconoce a sus familiares ni incluso así mismo en una fotografía o en el
espejo), de manera que pierde su autonomía para casi todas las actividades
básicas y necesita supervisión permanente las 24 horas del día.
Las alteraciones de conducta que pueden presentarse a lo largo de la
evolución de la enfermedad de Alzheimer han de ser tenidas muy en
cuenta a la hora de desarrollar cualquier tipo de intervención terapéutica.
No hemos de olvidar que no hay una sola enfermedad de Alzheimer sino
muchas, tantas como enfermos. No todos los enfermos de Alzheimer se
encuentran en el mismo estadio de la enfermedad.
Previa a la intervención hemos de contar con la información necesaria a
cerca de la persona con la que vamos a trabajar (nivel educativo e intelectual,
déficits, deterioro y capacidades preservadas, grado de afectación, estadio
de la enfermedad, etc.), de esta forma conseguiremos acercarnos a estrategias de
intervención más personalizadas.
Por ser una enfermedad progresiva con grados de afectación diferentes en
los distintos sujetos y por la gran heterogeneidad con la que se manifiesta,
tanto al inicio como en la fase terminal, no existe una única manera de
abordarla desde un programa de estimulación.
Es necesario adaptar el programa a la valoración neuropsicológica, a las
capacidades residuales y a la historia personal y estilo de vida de la persona.
A continuación se presenta una breve diferenciación en lo que a la
estimulación cognitiva se refiere dependiendo del estadio en el que la
persona se encuentre.

Enfer m o s c o n dete ri o r o c og n iti v o m oderado o de m e nc i a l e v e (GDS


4)
La estimulación cognitiva se dirige hacia las capacidades mentales más
elevadas y complejas, como la lectura y escritura, el cálculo y el razonamiento
abstracto. Las personas en este estadio suelen conservar mecánicamente la
escritura y lectura, al igual que se encuentran preservados los conocimientos
generales del mundo. En esta fase también hemos de estimular capacidades
más básicas, como la atención, la orientación y la memoria, en sus diferentes
tipos.

Enfer m o s c o n dete ri o r o m oderada m e n t e g r a v e o de m e


nc i a m oderada (GDS 5 )
En esta fase la estimulación cognitiva persigue los aspectos básicos de la
cognición: la atención, la orientación temporal y espacial más simple (día
de la semana) orientación en persona, la memoria, sobre todo la memoria
remota, sin abandonar los aspectos cognitivos más instrumentales como el
lenguaje, la
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percepción visual y las capacidades práxicas. En esta fase se utilizan


estímulos más simples que en la fase precedente. La lectura continúa siendo una
de las capacidades residuales del enfermo en las cuales se apoya la
psicoestimu- lación para facilitar las tareas. Asimismo, la realización de
ejercicios a diario, de una manera repetitiva y rutinaria, constituye una
ayuda a la permanencia de una memoria reciente muy reducida.

Enfer m o s c o n dete ri o r o g r a v e o de m e nc i a m oderada m e n t e g r a v e


(GDS 6 )
La estimulación cognitiva en este estadio se halla mucho más limitada
y debe adaptarse al modelo involutivo correspondiente a la pérdida de las
operaciones concretas, utilizando ejercicios de simulación con objetos reales y
básicos de la vida diaria.
Existen numerosas propuestas de intervención cognitiva en la
ancianidad y en la enfermedad de Alzheimer: orientación a la realidad,
reminiscencias, terapia de resolución, terapia de validación, revisión de vida,
remotivación, modificación de conducta, psicoestimulación “integral”, activación
cerebral, “gimnasia mental”, estimulación psicomotriz, ejercicio físico,
cinesoterapia, entrenamiento en las actividades de la vida diaria, terapia
ocupacional, terapia de apoyo, entrenamiento cognitivo, socioterapia,
psicoterapia, relajación, diversión, musicoterapia, masajes... Ninguna de las
propuestas citadas constituye por sí misma algo sólido, específico y
generalizable a todos los casos.
Cada técnica puede tener un cierto sentido para aspectos parciales del
paciente, aunque algunas sean más globales. Algunas pueden causar
problemas a los enfermos si no se aplican adecuadamente o con
flexibilidad. Ciertas técnicas se han desarrollado para ser aplicadas a
personas sin trastornos neurológicos evidentes que padecen un “trastorno
de memoria asociado a la edad”. Otros enfoques carecen de sentido o de
unas bases racionales con suficiente justificación científica. El progreso
científico ha de permitir eliminar cuanto carezca de fundamento y poner en
duda creencias y dogmas.
Partiendo de la idea de que cada paciente tiene unas características
específicas, es fundamental recordar una vez más la importancia de la
evaluación individualizada y la obligada flexibilidad de toda
intervención. Lo que puede ser bueno para un paciente puede tener efectos
fatales en otro. La flexibilidad y la personalización son reglas de oro de la
evaluación y de la intervención cognitiva. Además, las tareas de
intervención cognitiva no se deben convertir nunca en un problema para el
paciente ni para la familia.

TIPOS DE INTERVENCIÓN COGNITIVA


A lo largo del desarrollo de este tema deberemos tener presente qué
es lo que entendemos por “Intervención Cognitiva” (Cuadro 2.)
Es el conjunto de métodos, técnicas y estrategias cognitivas que pretenden
minimizar el impacto del deterioro cognitivo, optimizar las capacidades
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

residuales, compensar la incapacidad por un contexto estructurado y


predecible en el que se persigue un envejecimiento saludable y la dignidad
de la persona en su enfermedad degenerativa.

Cuadro 2: La estimulación cognitiva

Lo que NO es Lo que SÍ es

No se trata de intentar curar la enfermedad Se trata de enlentecer al máximo el


de Alzheimer o de parar definitivamente su avance de la enfermedad de Alzheimer y de
avance mediante técnicas mágicas o terapias aportar calidad de vida a la persona afectada
milagrosas a través de una serie de métodos y técnicas no
farmacológicas

No consiste en curar las alteraciones Consiste en promover la actividad mental


cognitivas (memoria, lenguaje, atención...) para mantener o mejorar el rendimiento
que provocan la enfermedad de Alzheimer cognitivo y funcional de la persona con
Alzheimer.

No se trata de curar todos los síntomas de la Se trata de prevenir y/o tratar algunos
enfermedad de Alzheimer. síntomas secundarios de la enfermedad de
Alzheimer como la ansiedad y la depresión.

No se trata de forzar u obligar rígidamente a Se trata de animar y guiar inteligentemente


la persona con Alzheimer a estudiar, a a la persona con Alzheimer para que se
aprender cosas nuevas, a entrenar o a interese por hacer determinadas actividades
ejercitar sin más sus facultades mentales. que movilicen sus capacidades cognitivas y
funcionales.

No se trata de hacer cualquier actividad y Se trata de realizar actividades cognitivas


de repetirla continuamente. recomendadas y adaptadas a cada momento
de la evolución del enfermo.

No consiste en perseguir un rendimiento y Consiste en centrarse en el proceso y en la


unos resultados con respecto a las actividad en sí misma, independientemente
actividades de estimulación cognitiva. del rendimiento y de los resultados que se
consigan.

No se trata de exigir más de lo que la Se trata de motivar a la persona con


persona con Alzheimer quiera o pueda dar. Alzheimer e intentar obtener el máximo de
sus capacidades y vocaciones.

No se trata de obsesionarse con estimular a Se trata de ser regular y aprovechar objetos,


toda costa y en todo momento. circunstancias, situaciones y actividades
cotidianas para estar activo y disfrutar con la
vida.

No se pretende realizar la estimulación Se pretende buscar el mejor momento para


cognitiva a toda costa sin importar el que la persona con Alzheimer lo pase bien y
momento y la forma. disfrute durante la estimulación cognitiva.

Debido al carácter actualmente Salvo en casos muy específicos, se trata de


irreversible de la enfermedad de Alzheimer, centrarse en la estimulación de las facultades
no se trata de intentar recuperar aquellas mentales preservadas, es decir, de mantener
facultades mentales que ya están aquellas capacidades que todavía funcionan
deterioradas. bien, hasta el máximo de sus posibilidades.
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Dentro de la amplia variedad de técnicas o métodos de intervención con


los que podemos contar en el trabajo con enfermos de Alzheimer, nos
centraremos en los siguientes: Terapia cognitiva, Psicomotricidad,
Orientación a la Realidad, Reminiscencia, Jardinoterapia, Musicoterapia,
actividades ocupacionales y Terapia de validación.

Terapia Cog n iti v a Espe c ífi c a


Más allá del enfoque de la estimulación y la actividad cognitiva en
general, la terapia cognitiva pretende avanzar unos pasos más desde un
punto de vista teórico y metodológico. Se fundamenta en un análisis detallado de las
capacidades mentales y posteriormente se centra en el tratamiento de aspectos
particulares de las capacidades cognitivas.
Objetiv o : Realizar intervenciones terapéuticas específicas basadas en un
análisis detallado de las capacidades mentales a fin de establecer
estrategias de intervención fundamentadas en los planos teórico y metodológico.
La terapia cognitiva representa un conjunto de técnicas de neuropsi-
cología rehabilitadora en las que el paciente es sometido a ejercicios
dirigidos a modificar aspectos concretos de las capacidades mentales. En este
caso, la actividad terapéutica se puede concretar, por ejemplo, en tareas que
pretendan mejora las capacidades lexicosemánticas o en superar trastornos de la
denomi- nación.
Los pasos a seguir, por tanto, serían los siguientes:
- Valoración cognitiva
- Reconocimiento de áreas alteradas / preservadas
- Diseño de actividades específicas para la persona (individualizadas:
preferencias, gustos, GDS...)
- Puesta en marcha y revisión

Psi c o m otri c idad


Podemos definir la Psicomotricidad como técnica que tiende a favorecer
por el dominio del propio cuerpo, la relación y comunicación con uno
mismo y con los demás objetos y personas en el espacio que le rodea. Esta
terapia se aplica abarcando los tres esquemas que conforman nuestra
psicomotricidad. Estos esquemas son:
- Esqu e m a c orporal: es el conjunto de capacidades relacionadas con la
percepción y conocimiento del propio cuerpo. Del esquema corporal
dependen funciones como la imagen corporal, el control de la
postura, la lateralidad (discriminar partes derechas e izquierdas del cuerpo),
el equilibrio y la coordinación.
- Esqu e m a e sp a c i a l: son las capacidades de percepción del espacio y
localización en él, de uno mismo y de otros objetos y personas. Del
esquema espacial depende la capacidad de seguir itinerarios o
movernos en parcelas limitadas, el manejo de conceptos como:
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

cerca–lejos, encima–debajo, detrás–delante, etc.; y la capacidad


de salvar obstáculos.
- Esqu e m a t e m p o r a l: comprende las capacidades relativas a la
orientación en el tiempo y noción de uno mismo. De él depende la
percepción de la duración de los acontecimientos, su ordenación en el
tiempo, el conocimiento del momento actual (fecha y hora), el sentido
del ritmo y la periodicidad, etc.
La Enfermedad de Alzheimer puede afectar a todas estas áreas, en
mayor o menor medida, produciendo limitaciones en el dominio de nuestro
cuerpo, de sus movimientos, posturas y sensaciones que percibimos a través de
él.
Objetiv o : Mantener el máximo tiempo posible las funciones que el
enfermo todavía conserva, así como proporcionar sensación de seguridad al
tratar de intentar rehabilitar sus déficits.
Un músico suizo llamado Émili Jacques – Dalcroze fue el pionero en
desarrollar técnicas que potenciaran la rítmica de las personas a través del
movimiento corporal. Su metodología, dirigida inicialmente a estudiantes de
música, tenía el objetivo de ayudarles a regular sus hábitos motores, crear
nuevos reflejos y desarrollar las facultades de la imaginación y la creación. La
música era la base del método, y el movimiento corporal, su instrumento
ejecutor.
Por medio de ejercicios de ritmo consiguió potenciar en sus alumnos
nociones como las de velocidad, duración, simultaneidad y sucesión. Y de
ese modo, perfeccionando los mecanismos de su cuerpo, consiguió que
desarro- llaran todas sus facultades y que corrigieran defectos, al facilitar la
sensibili- zación de su cuerpo.
La aplicación de este método será útil para realizar ejercicios de estimu-
lación cognitiva que nos permitan mantener aquellas funciones superiores
que el paciente todavía no ha perdido, tales como la memoria remota, la
motricidad, la capacidad de comprensión de órdenes sencillas, el reconoci-
miento de las formas geométricas o de los colores, a través de un estímulo, la
música, que desencadena una respuesta emocional relacionada con la
biografía de cada paciente. Por ello es imprescindible conocer los gustos que
tuvo en su juventud en el campo musical, y utilizar en algunos ejercicios
tonadas de cantantes o de bailes de su época y músicas clásicas conocidas por
todos. Este continuo recuerdo del pasado, unido a su respuesta emocional
y al ejercicio como patrón social de mantenimiento de la salud, motivará a los
pacientes a participar en los talleres de psicomotricidad, con el objetivo
final de mantener durante el máximo tiempo posible las funciones superiores que
conserva.
La estructura propia de un taller no podrá olvidar:
- Espacio físico adecuado
- Duración del taller
- Número de asistentes, sus capacidades y GDS
- Objetivos a conseguir
- Materiales a utilizar
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Propuesta de talleres (GDS 3–4)


- Ejercicios de calentamiento
- Movimientos libres
- Recordemos el ritmo
- Figuras geométricas
- Relajación
Dentro de la Psicomotricidad podemos incluir la Movilización pasiva .
Nos referiremos a ella como técnica en la que el profesional mueve las
distintas partes del cuerpo del enfermo, con la amplitud y dirección que cada
articulación permita.
Objetiv o : enlentecer la atrofia muscular, rigideces, así como prevenir la
aparición de úlceras.
Esta movilización estaría indicada para enfermos en estadios avanzados o
iniciales con dificultades de comprensión, interpretación o ejecución de
órdenes sencillas.

Orie n ta c i ó n a l a Realidad
La Orientación a la Realidad constituye un método de tratamiento de la
confusión y las alteraciones de la orientación y la memoria a través de la
estimulación de los pacientes con el objetivo de que compensen o reaprendan
datos sobre sí mismos y sobre su entorno. De hecho, la Orientación a la
realidad no deja de ser una aproximación conductual de reentrenamiento
de la orientación. La OR es adecuada para personas afectadas de diferentes
tipos de demencia y de trastornos cognitivos. En las demencias leves una de
las características típicas es la desorientación temporal en la fecha, el mes,
incluso día de la semana, conservando la orientación en el año; en fases
moderadas y más graves de las demencias, la desorientación temporal es
completa.
También se observa desorientación espacial en el lugar en el que se
encuentran. Algunos aspectos de la desorientación en el tiempo y en el
espacio inmediato, se encuentran relacionados con la pérdida de la memoria
reciente. Otros aspectos de la orientación temporal y espacial son más
permanentes y más resistentes al deterioro en las fases leves de la demencia.
Respecto a la orientación persona, los aspectos que más se pierden en las fases
leves son aquellos referentes a su edad, siendo la fecha de nacimiento y el
nombre de sus familiares, la información más resistente al deterioro en las
primeras fases.
Desde un punto de vista cognitivo, la orientación a la realidad es una
forma de ayudar a superar los problemas de la memoria episódica a corto y
medio plazo y de facilitar y estimular los sistemas de acción (ejecutivos)
cerebrales. Al trabajar aspectos personales antiguos, de ayuda a superar
problemas de memoria episódica biográfica (a largo plazo). Lógicamente,
tienen que quedar capacidades residuales para poder aplicar adecuadamente
esta técnica.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

La terapia de orientación a la realidad, entendida como un conjunto de


técnicas mediante las cuales una persona toma conciencia de su situación
en el tiempo (orientación temporal), en el espacio (orientación espacial) y en
persona, es una terapia imprescindible en un programa terapéutico de
demencias.
Objetiv o : Tratar y superar la confusión y desorientación e incrementar la
autonomía (objetivo final)
Evitar la desconexión del conjunto del entorno personal, familiar y social.
Existen dos posibilidades prácticas que pueden desarrollarse en el
domicilio o en instituciones:
- Orie n ta c i ó n a l a realidad de v e i n ti cu atro horas: Esta variedad
de OR se denomina “informal” o básica”. Constituye un proceso continuado
de realización de actividades a lo largo de todo el día, de forma que al
paciente se la va suministrando información que le ayuda a orientarse.
Cada vez que una persona interacciona con el paciente le recuerda el
día, el lugar y la actividad, y ante sus preguntas le proporciona
información detallada.
Este procedimiento presupone organizar un programa sistemático de
actividades, desde el momento de levantarse hasta el momento de
acostarse. Se trata de animar y dar apoyo con el objetivo de
disminuir el número de situaciones de desorientación y ansiedad.
- Orie n ta c i ó n e n s e si o n e s: Esta variedad recibe el nombre de
“intensiva”, “formal” o “clase de OR”. Consiste en la celebración de
sesiones indivi- duales o grupales, de unos treinta minutos o sesenta
minutos, donde se trabaja una serie de aspectos concretos de la
orientación, se pone en contacto a los pacientes con el entorno y se
realiza estimulación cognitiva.
Una propuesta de taller de OR grupal podría ser la siguiente:
- Presentación de los asistentes, recuerdo de nombres
- Día, mes, estación del año, año, dirección, ciudad, país
- Zodíaco (día, mes, año personal)
- Lectura noticias actuales, fiestas locales...
- Despedida y cierre.

Re m i n is c e nc i a
Constituye una forma de reactivar el pasado personal y de ayudar a
mantener la propia identidad. Utiliza la estimulación, la comunicación, la
socialización y el entretenimiento como técnicas.
Se pueden rememorar hechos generales y no necesariamente
relacionados con experiencias personales. No se estimula la evaluación de los
recuerdos ni tampoco trata de que éstos sean perfectos, sino que sean lo más
vivos posibles, en todas su amplitud, y vayan acompañados de las emociones
correspondientes. La aparición de las emociones tristes, incluso trágicos,
requiere la intervención del profesional.
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Las personas afectadas de demencia, al igual que los ancianos sanos,


tienen más memoria de su juventud, ya que normalmente se trata de recuerdos
muy aprendidos, fijados y repetidos o que tienen un especial significado
emocional o personal.
El paciente afecto de la enfermedad de Alzheimer presenta trastornos
graves en la memoria más reciente (a corto y medio plazo), mientras que los
recuerdos antiguos y remotos están relativamente preservados según sea la
etapa de la enfermedad.
Para los cuidadores profesionales y los voluntarios que trabajan con
personas de edad en centros de día, hospitales y hogares, las actividades de
reminiscencia ofrecen una forma de individualizar a los mayores,
recono- ciendo los rasgos de sus experiencias en el pasado y llegando a
conocerlos mejor. Cuando se puede contactar con los cuidadores familiares y
éstos están dispuestos a participar, ellos pueden ayudar a completar las
lagunas de información sobre otras personas y los acontecimientos que
hayan desempeñado un papel importante en la vida de las personas a su
cuidado.
Ello puede constituir una experiencia positiva para ellos, al darles un papel
continuado que desempeñar aunque no sean los únicos cuidadores para esa
persona. Por supuesto, es posible que existan enormes diferencias entre las
versiones de una misma historia que cuentan una persona que padece
demencia y el cuidador, y ambas versiones deben ser respetadas.
Muchos estudios han demostrado que los cuidadores profesionales que
están en conocimiento de la historia vital de las personas a su cargo les
tratan con más respeto y sensibilidad. Además, su propio trabajo suele
parecerles más enriquecedor, como resultado de los estrechos vínculos y la
mayor comprensión que se desarrolla entre ellos y sus pacientes.
Para los cuidadores familiares, la reminiscencia puede ser una forma de
permanecer en contacto con la vida pasada que han compartido con la
persona que está bajo sus cuidados en la actualidad. Recurrir a experiencias
positivas del pasado puede ayudar tanto al cuidador como a quien padece la
demencia a enfrentarse mejor a las dificultades que entraña el presente. Si los
cuidadores pueden incluir la reminiscencia en las actividades cotidianas de la
persona con demencia, descubrirán que es una forma muy útil de estimular
buenos sentimientos y de suavizar la rutina diaria. La reminiscencia puede
encajar muy bien con otras estrategias ya utilizadas para paliar los efectos
de la enfermedad, contribuyendo a potenciarlas.
La reminiscencia nos permite intervenir con enfermos tanto a nivel grupal
como a nivel individual, así como el realizar una intervención en el propio
domicilio de la persona, al aire libre o en instituciones.
Una propuesta de taller de reminiscencia para GDS 3 – 4 podía ser el
siguiente:
- Tipo de taller: tema a trabajar (e s cu e l a s )
- Recolectar material (personales: tinteros, libros...)
- Trabajar con los asistentes el tema (horarios de escuela, años de
duración, pupitres, maestros, uniformes, comparar con escuelas
actuales...)
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

- Puesta en común de resultados (al grupo, a los familiares, a la


Asociación...)
La reminiscencia en GDS avanzados, al igual que ocurre con otros
tipos de técnicas de intervención, ha de encontrase muy estrechamente
ligada con las preferencias previas del enfermo. Se podrá trabajar con el enfermo
el reconocimiento de texturas, olores, músicas, la lectura de textos
conocidos para la persona enferma.
En estos momentos de la enfermedad, la intervención deberá ser más
individualizada.

Ja rd i n ote r a pia
El cuidado integral de la persona implica también la ejecución de
actividades que la motiven, que se encuentren basadas en sus creencias y
en sus costumbres. El trabajo de la agricultura, cuidado de huertos y
jardines se ha encontrado muy ligado a la vida cotidiana de muchos de
nuestros mayores, y es con ellos con los que esta forma de intervención estaría
más indicada.
Objetiv o : potenciar la socialización, minimizar los trastornos de compor-
tamiento, fomentar los sentimientos de utilidad, favorecer la estimulación
sensorial así como el movimiento, la comunicación y la actividad recreativa.
El Hospital Sant Jaume (Manlleu, Barcelona), lleva a acabo el taller de
Jardinoterapia estableciendo dos ciclos diferentes en su desarrollo:
- Mantenimiento del jardín: Este primer ciclo se alargaría durante todo el
año, contaría con unas cinco o seis personas, en una fase moderada
de su enfermedad y las actividades a realizar serían las siguientes:
barrer, quitar hojas secas, limpiar complementos del jardín...
- Cuidado de las plantas: En este ciclo las actividades se encontrarían más
condicionadas estacionalmente. Contaría con unas dos o tres
personas, en una fase leve – moderada de su enfermedad y cuyas
actividades girarían en torno a: transplantar, podar, cavar y quitar malas
hierbas.

Music ote r a pia


La Musicoterapia es un abordaje particular del sujeto y su problemática
vital, a través de sus producciones sonoras y el movimiento corporal, que esta
relacionado con un elemento fundamental de la música como lo es el ritmo.
Entendiendo como sujetos a una unidad bio–psico–social–espiritual.
Durante la evolución de la enfermedad de Alzheimer podemos observar
como la persona comienza a presentar problemas de lenguaje, así como sus
dificultades de memoria cada vez se hacen más evidentes; sin embargo,
muchos de ellos continúan cantando, un material que poseen
hiperapendido y del cual podemos servirnos para la intervención.
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

La capacidad de emocionarse que mantiene el enfermo de Alzheimer


puede ser estimulada a través estímulos externos, en este caso mediante la
música.
Se promueve en el paciente el juego musical y el descubrimiento de su
creatividad utilizando, la voz, el cuerpo, el canto, la palabra y los instrumentos
musicales.
Objetiv o : Mantener o mejorar las capacidades cognitivas, sociales,
físicas y emocionales.
La música puede servirnos además como elemento desencadenante de
reminiscencias, de establecer una comunicación entre enfermo y cuidador,
y, por otro lado encontraremos unos grandes resultados sirviéndonos de ella
como estimulante o como sedante.
En un proceso musicoterapéutico en general, y con enfermos de
Alzheimer en particular, no se busca la genialidad, la buena técnica, o lo estéti-
camente bello al tocar o explorar un instrumento, la voz o el cuerpo, sino la
posibilidad que tiene todo ser humano de expresarse y crear libremente.
Por otro lado, la música proporciona:
- Orientación a la realidad en la que vive la persona.
- Ambiente terapéutico favorecedor, proporcionando la seguridad y
confianza que se precisa en determinados estados de agitación o miedo.
- Medio de expresión para los problemas de comunicación
- Estimulación para ayudar a mantener las capacidades físicas de las
personas que tienen dificultad de movimiento.
Una propuesta de Intervención, con enfermos de Alzheimer en
GDS 3 – 5, podía ser el siguiente:
- Presentación de los asistentes con una canción de bienvenida
- Ubicación en el tiempo y espacio
- Elección de un tema de trabajo
- Escucha activa de la pieza elegida
- Justificación de la pieza
- Canción de despedida y cierre de sesión

Actividades o cu p a c i o n a l e s
La realización de actividades significativas (ocupacionales) y de la vida
diaria constituye un método de rehabilitación y de readaptación. Se pretende
rehabilitar a través de la terapia ocupacional o de unas actividades que
conducen a un fin. Por otro lado, se realiza una readaptación a través de
nuevas formas de acción y de la adaptación del medio técnico.
Objetiv o : Facilitar que el paciente realice tareas y sea autónomo en
las actividades de la vida diaria, aumentando así su autoestima.
Para planificar un programa de actividades significativas deberán
evaluarse previamente las capacidades cognitivas funcionales del paciente.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

Durante la selección de los ejercicios se deben valorar las preferencias de la


persona enferma y las relaciones entre las tareas y las actividades de la vida
diaria. Las actividades deberán escogerse con una finalidad terapéutica y,
lógicamente, en función del grado de deterioro, por tanto, no deberemos
olvidar las posibles dificultades en la retención de la consigna, en
planificación y ejecución de las actividades, en la comprensión de las
órdenes dadas, así como dificultades práxicas...
El tipo de actividades del que podríamos servirnos serían las siguientes:
actividad física, cuidado de la casa, cocinar, costura, aseo personal, compras,
jardinoterapia, manualidades y arte...
Por otro lado, las actividades de la vida diaria comprenden todo el
marco de actividades que desempeña un individuo, sea cual sea su
condición; abarcan una gran parte de nuestro día a día, y por lo tanto
merecen ser estudiadas y dotarlas de la importancia que como intervención
terapéutica les pudiera corresponder.
Las actividades de la vida diaria tienen la “extraña” virtud de distin-
guirnos a unos de otros, no solo en su desempeño, sino también en el orden,
en la planificación, en la ejecución y en la revisión mental de nuestros actos.
Esto quiere decir que no sólo hay que incidir en el desempeño, donde se dan
los fallos más objetivables, sino también en todos los demás componentes que
pueden estar siendo minados por la enfermedad.
Es de la mayor importancia llevar a cabo el máximo de actividades
posibles ya que, cuando realizamos tareas tan sencillas como, por ejemplo,
limpiar el polvo o comer, estamos, al mismo tiempo, reforzando,
manteniendo o estimulando otros aspectos muy importantes sin darnos cuenta:
- Trabajamos las capacidades sensoriales, perceptivas, cognitivas y
motrices.
- Estimulamos las actividades productivas, con las que conseguimos
resultados.
- Nos entrenamos en las propias actividades que realizamos.
- Se fomentan las actividades domésticas.
- Conectamos con el entorno.
- Potenciamos las relaciones con los demás y con uno mismo.
- Trabajamos los reflejos.
- Coordinamos los movimientos amplios y precisos.
- Ejercitamos la percepción sensorial a través de los sentidos.
- Desarrollamos la integración corporal.
- Estamos orientados en tiempo, espacio y persona.
- Fomentamos la memoria, la atención, la concentración, el juicio, la
organización y la resolución de problemas.
Con todo lo anterior, se mantiene el nivel de independencia en general
para llevar a cabo las actividades requeridas.
La estimulación en y desde las actividades de la vida diaria se
platea porque es una herramienta que tenemos a nuestra disposición las 24
horas del
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día; porque es una tarea cotidiana en la que va a intervenir, sin pensar en el


éxito, en la ejecución (está en su rutina) y porque cuantas más actividades
realice, más seguirá siendo él mismo.
Un taller interesante al respecto es el que La Fundació Hospital Sant
Jaume de Manlleu (Barcelona) viene desarrollando en referencia a la Costura.
Con la valoración de las necesidades de la persona, obtienen datos
sobre su historia de vida, para comprender mejor a la persona, identificando sus
cualidades, habilidades y gustos, que les ayuda a:
- Organizar las actividades significativas a partir de la historia de vida.
- Potenciar la socialización, disminuir el aislamiento social con una
actividad que puede llevarse a cabo de forma grupal.
- Reconducir y minimizar los trastornos de comportamiento con
actividades representativas y motivadoras.
- Mantener las actividades cotidianas que han llenado muchas horas
de su trabajo laboral y de sus tareas domésticas.
Diferencian dos tipos de actividades cotidianas, para mujeres
sobretodo, las labores (coser, media y ganchillo) y el trabajo con telas y lanas
(enrollar vendas, devanar hilos y lanas, clasificar telas). Estas actividades han
formado parte de la vida de las usuarias y son un signo de identidad para sus
genera- ciones, contribuyendo a su desarrollo como personas.
- Trabajo c o n t e l a s y l a n a s:
En esta actividad participan a lo largo del año de 10 a 15 personas
con un FAST de 4 – 7. Se trata de una actividad productiva, el objetivo
de la cual es el de minimizar y/o anular los trastornos conductuales,
ya que la mecánica del trabajo es de secuenciación muy simple.
- Labores:
Participan a lo largo del año de 13 a 15 usuarias por semana:
• 4 – 5 personas sin trastorno cognitivo, pueden trabajar técnicas más
complicadas y ayudan en la preparación del trabajo a las personas
con más deterioro.
• 6 – 7 personas con trastorno cognitivo entre 3 – 5 de la escala
FAST de Reisberg cosen con las técnicas más sencillas, y precisan de
supervisión y finalización de su tarea. Ayudan a la confección
hilvanando, sobrehilando y deshilvanando, las técnicas de punto de
ganchillo. Una de estas personas cose a máquina (FAST 3).
• 2 – 3 personas con trastorno cognitivo entre 5 – 6 de la escala
FAST de Reisberg deshilvanan y hacen punto de cadeneta.
Las características comunes básicas de las técnicas utilizadas:
- Son sencillas y con ellas se confeccionan piezas diversas, orgullo de sus
creadoras, que se exponen y venden.
- Tienen una secuencia de ejecución simple o muy simple, automatizada
por las usuarias.
- Son técnicas conocidas e integradas en su quehacer diario, aspecto que
aumenta la seguridad y la autoestima de las pacientes.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

Terapia de Valida c i ó n
Las Técnicas de Validación, desarrolladas por Naomi Feil en 1963,
representan una reacción a la práctica exagerada de la Orientación a la
Realidad. La validación constituye un conjunto de técnicas simples de comuni-
cación con personas enfermas de Alzheimer. Se basa en una actitud de
respeto y empatía con el enfermo y se fundamenta en una serie de principios que
presentamos simplificados:
- Cada persona es única y debe ser tratada como un individuo específico.
- Cada persona tiene valor propio con independencia del grado de
desorientación o demencia. Se debe aceptar al paciente sin prejuicios.
- Se ha de considerar que existe una razón tras las conductas de las
personas desorientadas y dementes. La conducta observada no es el
simple resultado de cambios anatómicos acontecidos en el cerebro,
sino la combinación de cambios físicos, sociales y personales que
tienen lugar a lo largo de la vida.

Conducta = Cambios físicos + Sociales + Personales

- Las conductas que aparecen se asocian normalmente con una fase de la


vida. Los fallos, problemas o vivencias de un momento de la vida
pueden conducir a ulteriores problemas psicológicos.
- Cuando falla la memoria reciente, las personas de edad y dementes
tratan de restaurar el equilibrio en sus vidas a través de la evocación de
recuerdos tempranos (antiguos).
- Los sentimientos dolorosos que sean reconocidos y validados
disminuirán su efecto negativo. La empatía crea confianza, reduce la
ansiedad y restablece la dignidad.
En ciertos casos es posible que tras las conductas anómalas observadas
exista una razón relacionada con conflictos o problemas no resueltos, pero
no se puede pasar por alto las frecuentes causas actuales o recientes. Además,
es lógico que una persona use recuerdos antiguos en su expresión emocional y
conductual si están fallando los recuerdos actuales.
La validación no tiene como objetivo adquirir conciencia sobre el
tiempo y el espacio actual, sino que pretende respetar la realidad de la
persona enferma de Alzheimer, que puede encontrarse en el tiempo presente o
no.
El Objetiv o es desarrollar técnicas de comunicación con empatía con las
personas con demencia para restablecer dignidad, reducir la ansiedad y
prevenir el abandono.
Algunas de las técnicas específicas de validación revisadas son:
- Co nc e n tr a rs e : Se trata de que el cuidador se libere al máximo de
toda su cólera y frustración a fin de estar más abierto a los sentimientos de
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

la persona demente. El cuidador puede realizar ejercicios de relajación,


respiraciones profundas...
- Usar p a l a bras n o a m e n azadoras, q u e de n c o n fi a n za:
Evitar siempre las preguntas que fuercen al paciente a encarar sus actos y
emociones. No preguntar el motivo de una conducta, por qué motivo
ha hecho tal o cual cosa. Se pueden formular preguntas progresivas
que lleven al paciente a realizar reminiscencias positivas.
- Parafrasear o r e p e tir: Se trata de repetir lo esencial de lo que acaba
de decir el paciente empleando sus mismas palabras, imitando el tono
de voz y la cadencia del habla. La persona anciana validada con esta
técnica se siente más segura.
- Ma n t e n e r c o n ta c to o cu l a r pr óxim o y si nc e r o : Las personas
confusas se sienten más seguras cuando el cuidador muestra afecto a
través del contacto ocular cercano. Es importante el contacto ocular
como elemento acompañante del contacto verbal.
- To n o de v o z a m a ble, c l a r o y sua v e : Una voz amable evoca
recuerdos positivos y reduce el estrés.
- Usar e l ta c to , l a m ú si c a : Si el paciente tiene limitaciones en los
sentidos de la visión y de la audición, el tacto le permitirá notar la
presencia de otro ser humano. La aproximación táctil se realizará por
delante para evitar asustarlo. El tacto constituye un acto de intimidad
y los cuidadores deben siempre respetar a las personas que lo eviten. Toda
manifestación de resistencia indicará que el tacto no es apropiado.
Las melodías aprendidas en una edad temprana pueden reaparecer en
estados de confusión y demencia moderada. El canto al unísono puede
reforzar la autoestima del paciente.
- Ide n tifi c a r y u s a r e l s e n ti do pre f e ri do: Valorar cuál es el
sentido preferido de la persona (visión, olfato, tacto...). Conocer su
sentido preferido es un sistema de establecer confianza, ya que permite
al cuidador emplear el mejor sistema para entrar en el mundo de la
persona. El sentido se puede determinar a través de reminiscencias y
de la experiencia con el paciente.
- Im agi n a r l o o p u e sto : Con frecuencia permite evocar soluciones al
problema.
- Realizar r e m i n is c e nc i a s: Evocando el pasado se pueden
restablecer métodos de control para superar las exigencias de la actualidad.
- Observar e i m ita r l o s m o v i m i e n to s y e m o c i o n e s de l a p e
rs o n a : Si se realiza con empatía, la imitación puede ser efectiva y
crear confianza. Permite entrar en el mundo del paciente y crear una
relación verbal y no verbal.
- Em plear l a a m bigüedad: Ante comentarios o expresiones sin
significado podemos hacer comentarios o preguntas ambiguas que
pueden ser
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER

válidas para el sujeto. La persona mantendrá la comunicación y el


contacto, se validará la conducta y se evitarán enfrentamientos.
- Rela c i o n a r una c o n du c ta c o n una n e c e sidad h u m a n a n
o s atisf e c ha: Las personas necesitan ser amadas, estar activas y
ocupadas, así como expresar sus emociones a una persona que escuche
con empatía. En el fondo de muchas conductas existen estas necesidades.
La terapia de validación ha sido criticada por sus principios teóricos, su
terminología particular y porque su énfasis en antiguos conflictos no resueltos
devalúa claramente las causas actuales de incomodidad y de los trastornos de
conducta. Las valoraciones de la terapia de validación no son concluyentes
pero en muchas ocasiones sus técnicas representan una gran ayuda para la
comunicación y el manejo de los pacientes.

CONCLUSIÓN
Como se habrá podido comprobar, cada método tiende a hacer hincapié
en uno u otro aspecto de las alteraciones de los enfermos de Alzheimer o en
mejorías globales. Para evaluar el efecto de las técnicas de intervención
cognitiva es necesario definir previamente qué entendemos por
“efectividad” en este ámbito. En función de lo que esperemos y definamos como
efectividad podremos establecer métodos de control y de medida.
En general, toda intervención cognitiva, y en especial los programas de
estimulación, ejerce un efecto positivo en el nivel de atención y estimulación.
La Intervención Cognitiva debe ser un aspecto más dentro del concepto
de terapia integral y multidisciplinar que se debe aplicar a cada paciente,
ligada de forma inseparable a la terapia farmacológica y no se debe plantear
independientemente de los aspectos emocionales.
Dicha intervención, basándose en los principios de:
- Relentizar la progresión del deterioro cognitivo y restaurar las
habilidades cognitivas en desuso, partiendo de las funciones intelec-
tuales conservadas.
- Mejorar el estado funcional de la persona y su capacidad para actuar,
desarrollando las competencias que le permitan vivir de la forma más
autónoma posible.
- Promover la actividad, en general, y proporcionar las bases para una
interacción personal útil y amena para compartir experiencias y, en
definitiva, para mantener la dignidad de estos enfermos.
A su vez, pretende conseguir que el mejor estado general del paciente,
implique una menor carga para el familiar o cuidador, aspecto importante
dado que entre el 60 y el 70% de los cuidadores de enfermos de Alzheimer
presenta algún trastorno del estado del ánimo, como depresión, ansiedad o
insomnio.
VERÓNICA ACINAS JULIÁN

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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TÁRRAGA, T. y otros (1999):Volver a e m p e zar: Ejerc i c i o s pr á c ti c o s de
e sti m u l a c i ó n c og n iti v a p a r a e n f e r m o s de Alzheim e r .
Barcelona: Glosa ediciones.

GLOSARIO

Agnosia: Incapacidad para reconocer las cosas que nos rodean, por la vista, el
tacto, el oído, el olfato o el gusto.
Afasia: Incapacidad para poder hablar o comprender el lenguaje verbal,
consecuencia de una afectación cerebral.
Apraxia: Incapacidad para poder llevar a cabo movimientos aprendidos.
Siempre son consecuencia de una afectación cerebral.
Deterioro: Disminución de las capacidades cognitivas, mentales o intelectuales
respecto al nivel previo de la persona. En ausencia de un nivel previo, se
sitúa a la persona en un grupo normativo de iguales características como
edad, sexo y nivel de escolaridad y se compara con él.
Capacidades Cognitivas: Capacidades mentales, inteligencia.
Funciones Cognitivas: habilidades mentales en general, como lenguaje, cálculo,
reconocimiento, razonamiento, abstracción, etc.
Capacidades residuales: En relación con la plasticidad cerebral y con la
presencia de circuitos cerebrales funcionales presentes en procesos neurode-
generativos.
DISEÑO DE CENTROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

Ali c i a Fern á n dez Sáe n z de Pipaó n

“Nada hay ta n ag radable c


o m o to m a rs e tr a b a j o p o r una p e rs o n
a q u e l o m e r e c e”
(Marc e l Pro u st)

REFLEXIONES INICIALES
De lo que no cabe duda es de que el fenómeno del envejecimiento y del sobre-
envejecimiento que viven las sociedades actuales exige la mejora y el incremento
de recursos que den respuesta a las demandas de atención, pero también a las
de calidad que el colectivo merece.
El paso previo al diseño y planificación de cualquier proyecto ha de
ser el conocimiento exhaustivo de las personas a quienes va dirigido. En el
caso de las personas mayores, el grupo se conforma como heterogéneo y
muy amplio. Entre las características del colectivo debemos destacar:
- Tercera y cuarta edad. No perdamos de vista que la esperanza de
vida en nuestro país supera los 83 años, y que la prevalencia de
nonage- narios cada vez es mayor. Por tanto, no podemos pensar que
el grupo de personas entre 65 y 74 años va a presentar las mismas
demandas que el grupo de 75 en adelante. La edad va a incidir sobre
variables tan importantes como la dependencia, el estado de salud, el estado
civil, los intereses, los gustos, etc.
- Distribución geográfica. Esta variable demográfica también marca de
manera fundamental al grupo. En general sabemos que las mayores
tasas de envejecimiento se dan en las zonas rurales y que, su distri-
bución en las ciudades también suele concentrarse en los cascos
antiguos. En el primero de los casos, la dispersión del colectivo va a
dificultar su atención. En el caso de las ciudades, la ubicación de las
viviendas en las zonas viejas va a conllevar problemas como la falta de
accesibilidad y la no adecuación de las mismas.
- Acceso a recursos. Entre los cambios que se asocian al proceso del
envejecimiento nos encontramos con uno social que afecta de manera
decisiva al grupo de mayores: la jubilación, que conlleva reducciones
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

importantes a nivel de relaciones sociales, de responsabilidades y de


ingresos económicos. Esta disminución de ingresos, va a dificultar el
acceso a determinados recursos. El nivel cultural del grupo también
impone serias diferencias, ya que, si bien el grupo de los mayores más
jóvenes está alcanzando cotas cada vez más altas en cuanto a
formación, el grupo de los más mayores presenta niveles muy inferiores
de nivel cultural. Por último, el grupo de los más jóvenes ha
aprendido a planificar y disfrutar de su tiempo libre, mientras que el de
los más mayores no ha recibido esa formación o ese patrón social.
Las diferencias señaladas van a determinar de nuevo el acceso y
utilización que hagan de los recursos, así como van a imponer
diferencias a la hora de su planificación.
- Género. En el caso del grupo de mayores, el género también va a
resultar decisivo. Sabemos que la mujer va a tener una esperanza de
vida más larga, que provoca la feminización del grupo de los más
mayores. Estas mujeres además cuentan con niveles culturales más
pobres que los hombres, viven más años, pero con mayores niveles de
dependencia y cobran, en la mayoría de los casos pensiones de
viudedad, que son significativamente más escasas que las de jubilación.
Además, el genero interviene de forma decisiva en el momento de la
jubilación, en el caso de los varones, la jubilación tiene una fecha
socialmente impuesta que le impone cambios bruscos en su estilo de
vida, sin embargo, en el caso de las mujeres, tradicionalmente
cuidadoras de la casa, su rol no se ve modificado por el
cumplimiento de años, sólo alteraciones físicas o psíquicas van “jubilarla”
de sus ocupaciones, por lo que su demanda de recursos seguramente ha
sido previa a los 60 años y sólo variará en caso de alteraciones en su
autonomía. No obstante, con el acceso de la mujer al mercado
laboral, es posible que esta circunstancia llegue a igualarse en un futuro
relati- vamente cercano.
La aparición de dependencia o de enfermedad, el estado civil y las
relaciones familiares y sociales, el género, el lugar de residencia, el nivel de
ingresos, el nivel cultural, las actitudes ante el propio envejecimiento, la
capacidad de gestionar el tiempo libre, la autoestima, las actitudes de la
sociedad en que viven, etc. son, por tanto, aspectos fundamentales que
definen el tipo de recursos que se deben dotar.
Pero no olvidemos que este grupo cada vez más numeroso, es un grupo
exigente y cada vez más, a medida que se adhieren a él personas de niveles
socioculturales mayores y a medida que las familias de las personas mayores
dependientes se implican en la reivindicación de servicios de calidad.
Estamos siendo testigos de una sociedad cambiante, en la que las
personas mayores tienen mucho que decir y su voz cada vez es más tenida en
cuenta. Sin embargo existen todavía muchos mitos y prejuicios asociados al
envejecimiento que mantienen los propios mayores y también la sociedad en
que viven. Sirva el siguiente cuento de J. Bucay para entender la importancia
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

que las propias creencias van a tener sobre nuestro propio envejecimiento y
sobre cómo observamos y atendemos el de los demás:
“Cuando 1 yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba
de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante
que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la
función la enorme bestia hacia gala de un peso, un tamaño y una fuerza
descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al
escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada
en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Si embargo la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado
unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me
parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza,
podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente. ¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no
huye? Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los
mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del
elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba
amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?”.
No recuerdo haber recibido una respuesta coherente. Con el tiempo olvidé el
misterio del elefante y de la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba
con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años descubrí, que, por suerte para mí, alguien había sido lo
suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida
desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó
tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque
aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al
otro día, y al otro... Hasta que un día, un día terrible en su historia, el animal
aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo, no escapa porque, cree
que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco
después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar
seriamente ese recuerdo.
Jamás, jamás volvió a poner a prueba su fuerza...”

Tomemos de lo anterior dos ideas fundamentales: La importancia de


conocer muy bien las características de las personas que se beneficiarán del
recurso que diseñemos y la necesidad de potenciar TODAS las capacidades e
intereses de las personas que los utilicen, para que, en ningún caso,
coarten sus aptitudes y deseos ya que de lo contrario podemos favorecer la
dependencia y la aparición de problemas emocionales.

1. Bucay, J. (2003): Déja m e q u e t e cu e n t e . Barcelona: RBA Libros, S.A., pág. 11-13.


ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

¿QUÉ ENTENDEMOS POR CALIDAD DE VIDA Y BIENESTAR?


Los conceptos que siempre deben estar presentes cuando nos
planteamos el diseño de cualquier recurso son los de Calidad de Vida y Bienestar.
La optimización de ambos debe ser el objetivo fundamental, pero hemos de
tratar de tener claro y concretar qué significan o qué queremos decir cuando nos
referimos a ellos, ya que las definiciones son muchas:
Ostroot et al. (1982) nos definen la calidad de vida como “un concepto
unido a lo que se denomina bienestar y asociado al concepto de felicidad”.
Setién (1993) también se refiere a ella como un concepto ligado a varias
dimensiones, “se suele recurrir a un conjunto amplio de áreas de la vida para
poder captar globalmente la calidad de vida”. El mismo autor nos habla de las
dificultades para concretarlo y de los factores subjetivos que conlleva, “se
refiere más a la experiencia de vida que a las condiciones de vida”.
Quizá una definición válida podría venir de la mano de Schalock
(2003) quien nos dice que la calidad de vida es una “percepción
individual o del grupo de que se satisfacen sus necesidades y de que no se
están negando las oportunidades para conseguir mayor grado de felicidad,
bienestar y satisfacción”. También en esta definición se deduce su
relación directa con otras dimensiones.
La subjetividad asociada al concepto complica también los medios para
evaluarlo ya que podríamos definir tantas calidades de vida como personas
evaluadas, por lo que “sólo puede evaluarse indirectamente, a través de los
indicadores de vida, estos indicadores se basan tanto en hechos objeti-
vamente observables y en las condiciones de vida en sociedad, como en las
percepciones y juicios subjetivos de la propia gente respecto de su vida y
de sus circunstancias concretas” (Szalai, 1980).
De lo anterior se deduce que si bien contamos con algunos indicadores
que pueden ser “universales” y que van a afectar a la calidad de vida de todos
(indicadores relacionados con salud física, condiciones de vivienda, de
ingresos económicos, etc.), habrá otros que sean más individuales o más
propios de unos colectivos o grupos que de otros, por ejemplo, percepción de
autonomía, de libertad, de control sobre la propia vida, etc.
El segundo concepto que debemos tener en cuenta es el de bienestar,
que se observa claramente relacionado con el anterior. El concepto de
bienestar debe tener en cuenta lo físico, lo psíquico y lo social (OMS, 1946),
pero de nuevo, el concepto de bienestar psíquico o subjetivo puede tener lecturas
o definiciones bien diferenciadas. Encontramos al respecto dos teorías que en
principio se contraponen: Teorías de abajo-arriba frente teorías de arriba-
abajo. La de abajo-arriba sostiene que la felicidad es la suma de los momentos
felices. La de arriba-abajo conciben la tendencia a la felicidad como un rasgo,
defendiendo que existe una predisposición a percibir los acontecimientos de
forma positiva. No obstante, Kozma, Stone y Stones (1997), tras revisar
evidencia empírica sostienen que el constructo bienestar subjetivo tiene ambos
componentes: rasgo (estable) y de estado (reactivo).
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

Considerando ambos enfoques como complementarios, la visión actual de


muchas intervenciones sociales debe perseguir el objetivo de devolver
el s e n ti m i e n to de c o m p e t e nc i a y de c o n tr o l , así como modificar
las atrib uc i o n e s de c ausalidad .

¿A QUIÉN SE DIRIGEN LOS RECURSOS?


Cuando hablamos de diseñar o planificar Centros o Servicios para
Mayores, hemos de tener en cuenta que no sólo aquellos que intervienen de
manera directa con este grupo buscan como objetivo la mejora de su
atención y calidad de vida.
Independientemente de que el objetivo de la atención se dirija al
grupo de mayores, la intervención puede enfocarse hacia diversos grupos: Familia,
profesionales, población en general y los propios mayores.
Entre los recursos orientados a la familia podemos encontrar:
Programas de respiro familiar, grupos de apoyo o apoyo psicológico
individual, formación para familiares, información y orientación,
asesoramiento legal, etc.
Entre los orientados a los profesionales: Programas de formación en
tratamientos, cuidados, habilidades de comunicación, cambio de actitudes, etc.
Entre los orientados a la población en general: Campañas de
información y cambio de actitudes (hacia los mayores y hacia el propio
envejecimiento), captación de voluntariado, reivindicación política, etc.
Por fin, entre los que se dirigen directamente a los mayores, cabe
distinguir entre recursos generalistas (o de base) y especializados. Entre los
primeros podemos destacar los servicios de información y orientación, los
viajes subvencionados, los servicios de ayuda a domicilio, etc. y entre los
segundos podríamos hablar de los hogares, centros de día, hospitales de día,
residencias, grupos de terapia, etc.

CENTROS Y SERVICIOS
Entrando ya en el aspecto concreto que nos ocupa, debemos comenzar
definiendo qué entendemos por Centros y Servicios.
Un Centro es la infraestructura desde la que se articulan diversos
servicios o donde se presta un servicio concreto. Podemos encontrar centros
poliva- lentes, desde los que se ofertan varios servicios generales y centros
especia- lizados, en los que se oferta un servicio concreto orientado a un colectivo
muy delimitado.
Un Servicio es el recurso específico que da respuesta a una o varias
necesidades biopsicosociales. Similar a los anteriores, podemos encontrar
Servicios generalistas que pueden dar respuesta a personas y necesidades
diversas y los Servicios especializados, que se centran en necesidades mucho
más concretas y de colectivos determinados.
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

AREAS DE INTERVENCIÓN
Siguiendo la definición que hemos hecho de Bienestar y de
Indicadores de evaluación de la calidad de vida, dividiremos las áreas de
Intervención en tres grandes bloques: bienestar físico, bienestar social y
bienestar emocional. Cada una de ellas a su vez estará compuesta por diferentes
aspectos que en muchos casos darán lugar a centros y servicios bien
diferenciados.

ÁREA DE BIENESTAR FÍSICO


Dentro de ella se deben incluir recursos orientados a optimizar tanto la
salud física como la psíquica, las habilidades sensoriales, la atención médica
general y especializada, la autonomía personal (AVD), el deporte, la
higiene, la nutrición, etc

ÁREA DE BIENESTAR SOCIAL


En ella podemos distinguir varios bloques importantes: la
integración social, en la que se incluirían la familia, los amigos, las relaciones
sociales, los apoyos, los recursos formales, etc.; el bienestar material, en el
que encontra- ríamos aspectos relacionados con la vivienda, el nivel
socioeconómico, la pensión de jubilación, etc.; los derechos; y la inclusión
social, en la que se engloban aspectos tan importantes como la presencia
social, los roles, el ambiente residencial, el voluntariado, etc.

ÁREA DE BIENESTAR EMOCIONAL


Si atendiéramos a la pirámide de Maslow, veríamos que esta área
responde a necesidades de la persona que se ubican en la parte superior de
dicha pirámide, lo que significa que, si algunas de las necesidades más
básicas no están cubiertas, difícilmente podremos lograr optimizar estas otras.
Entre las áreas de bienestar emocional, hemos de atender fundamen-
talmente a la satisfacción, al autoconcepto, a la salud mental, al desarrollo
personal (nivel de competencia social, habilidades, educación, etc.), al
control sobre la propia vida y la toma de decisiones propias, a la
autonomía, a la libertad, a la intimidad, a las metas y valores individuales,
etc.

¿CÓMO EVALUAR Y VALORAR?


Como ya hemos dicho, previo al diseño de cualquier recurso es
necesaria la evaluación exhaustiva de las características y necesidades
biopsicosociales del colectivo al que irá destinado.
Asimismo, una vez dotado el centro o servicio, será necesario valorar a
cada uno de los potenciales beneficiarios para conocer la idoneidad o no del
recurso para él.
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

La evaluación de la persona mayor contempla una serie de limitaciones


que deben ser salvadas para garantizar una correcta recogida de la
información. Entre los riesgos a los que está expuesta esta situación nos
encontramos con: Riesgos de la p e rs o n a m ayor : riesgo de fatiga, condiciones
sensoriales, motivación, ansiedad al sentirse evaluados; Riesgos del e v a luad o r :
condicionamiento verbal, características psicológicas (actitud de vigilancia) y
físicas (sexo y apariencia externa), expectativas del evaluador (“edadismo”: se
valora aquellos que responde a estereotipos o mitos sobre la vejez); y
Riesgos de l a situac i ó n de e v a luac i ó n : ambiente físico (condiciones de
iluminación e insonorización), falta de familiaridad con las pruebas y
estímulos que se utilizan, uso de pruebas contrarreloj.
Entre los procedimientos de recogida de información, los más
utilizados de manera genérica son:

La Entrevista: Considerada la técnica más antigua y de más amplio


espectro. Precede a cualquier otra técnica y continúa utilizándose a lo largo de
todo el proceso de evaluación. Se utilizan para obtener información de todo
tipo e, incluso, para obtener muestras de conducta del individuo (por ej.,
observación del comportamiento ante la aplicación de ítems o su forma de
interactuar con el entrevistador). La información recogida debe ser concreta y
específica. Ejemplos de entrevista dirigida adaptados a personas mayores
son el OARS (Escala de Recursos Sociales del Duke University Center (1978) y
el CARE.
La Observación: La observación en situación natural ha sido considerada
una de las formas más valiosas de recogida de información en la
evaluación de ancianos, ya que no se ve afectada por problemas relacionados
con la edad. Esta técnica presenta algunos problemas: Reactividad, intromisión en
la intimidad y cantidad de tiempo necesario para obtener muestras represen-
tativas; por ello ha sido muy poco utilizada.
Algunos ejemplos de registros de observación son el NOISIE 30
(Escala de observación para la evaluación de residentes), SGRSM PAMIE, SCAG,
etc.
El Autoinforme: Deben ser diseñados específicamente o modificados con
las siguientes características: Breves en extensión, fácilmente comprensibles
(adaptados a nivel cultural y tamaño de letra adecuado), incluir ítems
relacionados con la edad, proporcionar datos normativos para la población
anciana. Ejemplos de esta técnica son: BDI (Inventario de depresión de Beck),
MMPI (Escala de depresión de Hathaway y Mckinley).
El Autoregistro: Posibilita la investigación de los problemas o síntomas
específicos mostrados por un individuo en el mismo momento en que ocurren,
recogiendo in vivo dimensiones de la conducta o de determinadas situaciones
que son, difícilmente analizables mediante otras formas de evaluación.
Contribuye a mejorar la generalizabilidad de los resultados. A pesar de la
importancia de esta técnica, ha sido escasamente utilizada, en especial por las
siguientes desventajas: deseabilidad social (tendencia a registrar menor
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

ocurrencia o una tasa más baja de comportamientos no normales), deterioro


cognitivo, “Recelo”, No tener las habilidades para la observación y la cumpli-
mentación del autoregistro.
Todas las técnicas de evaluación comentadas arriba son genéricas y han
sido utilizadas para cualquier tipo de población. Presentan ventajas e inconve-
nientes que deben ser tenidas en cuenta por el evaluador y especialmente,
han de ser adaptadas al colectivo al que se pretenden administrar.
Para la evaluación específica de determinadas áreas de intervención,
encontramos algunas pruebas estandarizadas y/o indicadores objetivos,
algunos ejemplos se detallan a continuación:
Salud Física: Además de pruebas médicas específicas para las diferentes
enfermedades o síntomas que puedan presentarse, la evaluación del Bienestar
Físico puede obtenerse a través de indicadores como pueden ser: el
número de enfermedades diagnosticadas, el número de días en cama, el número de
hospitalizaciones, el número de consultas médicas, dolor físico, síntomas,
signos de examen físico, tratamientos médicos recibidos, consumo medica-
mentos...
Funcionamiento Cognitivo: Además de los datos que la observación
directa y la información de familiares y cuidadores, contamos con algunas
pruebas estandarizadas: Miniexamen cognoscitivo (MEC), CAMDEX y Test de
Barcelona.Funcionamiento Psico-Afectivo: También la observación puede
ofrecernos información relevante acerca de la situación afectiva de la persona
evaluada. Como pruebas estandarizadas contamos, entre otras, con: la
Escala de Satisfacción Filadelfia (Lawton, 1972), el BDI (Inventario de
Depresión de Beck), la GDS (Geriatric Depresion Scale), Brink, Yesavage et
alt.; y para evaluar el estado emocional de los cuidadores informales la
Escala de Sobrecarga percibida en cuidadores (Zarit y Zarit).Habilidades y
Relaciones Sociales / Familiares. Apoyo Social: Aunque de la entrevista y
de la observación obtendremos también información relevante a este respecto,
contamos con dos ejemplos de evaluación contrastada: Inventario de recursos
sociales en el anciano (Diaz Veiga, 1985) y la Escala de Recursos Sociales
(OARS), Duke University Center (1978).
Capacidad Funcional y Competencia Conductual: Esta evaluación, de
especial relevancia, es de fácil cumplimentación y conviene hacerlo de manera
periódica. Entre los sistemas de evaluación contamos con los Cuestionarios de
AVD (Actividades Instrumentales de la Vida Diaria y Actividades Básicas de
la Vida Diaria): Indice de Katz (1963), la Escala de actividades
Instrumentales de la Vida Diaria (Lawton y Brody, 1969) y la NOSIE-30,
Escala de observación para la evaluación de residentes.Contexto Residencial.
Esta evaluación, más dirigida al contexto que a la persona, cobra especial
relevancia en el tema que nos ocupa, por lo que será desarrollada más adelante.
El único cuestionario estandarizado para evaluación de los centros residenciales
que acogen a personas mayores en nuestro país es el SERA (Sistema de
Evaluación de Residencias de Ancianos), Fernández-Ballesteros, Izal, Montorio,
Llorente, Hernández y Guerrero.
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

Antes de finalizar este espacio destinado a la evaluación quisiera


destacar que lo comentado aquí no son más que algunos ejemplos de los
instrumentos tradicionalmente utilizados, pero el lector debe saber que existen
muchas otras herramientas de evaluación que pueden ser empleadas, por lo
que redundo en la idea de la importancia que el criterio del evaluador tiene a
este respecto.

¿QUÉ PASOS DEBEMOS SEGUIR PARA DISEÑAR EL CENTRO O SERVICIO


ADECUADO?
Una vez que contamos con la evaluación de las características y
necesidades del colectivo, la planificación es el segundo paso fundamental
antes de iniciar cualquier actividad.
“La pla n ifi c a c i ó n c o n siste e n c o nc e bir un f u t u r o
deseado, a sí c o m o l o s m edios reales p a r a a l c a n zarlo ” (Ackoff,
1973).
Características de la planificación:
1. Va dirigida al futuro.
2. Es un proceso continuo y dinámico que debe ser flexible.
3. Facilita la toma de decisiones.
4. Ha de tener en cuenta las características del contexto.
5. Su fin último es la acción.
6. Debe prever el método de evaluación que se aplicará en los distintos
momentos de su desarrollo.
Algunos aspectos que se deben valorar en la toma de decisiones son: la
racionalidad política (apoyo y consenso institucional), la racionalidad legal
y la racionalidad sustancial o material, que debe responder a la doble vertiente:
racionalidad económica y eficacia ante las necesidades sociales.
Una herramienta eficaz para la planificación es el método de las nueve
preguntas (Ander-Egg), que resulta un ejercicio eficaz para determinar los
aspectos que van a ser decisivos en el proyecto. Las preguntas que debe
hacerse quien planifique son:

1.- ¿QUÉ... voy a planificar?


Esta cuestión responde a la n atu r a l e za del proye c to , y trata de clarificar
si vamos a diseñar un centro o un servicio, un recurso general o específico,
qué tipo de centro queremos (residencial, de día, ocupacional...) o qué tipo
de servicio (SAD, información, catering a domicilio, curso...).

2.- ¿POR QUÉ... lo voy a hacer?


Esta segunda cuestión hace referencia al o ri ge n y funda m e n to , es
decir a la necesidad detectada que debemos atender, se trata de justificar la
necesidad de su puesta en funcionamiento.
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

3.- ¿PARA QUÉ... lo voy a hacer?


Es decir, qué o bjetiv o s pretendo conseguir con la puesta en funciona-
miento del recurso, qué necesidades de las descritas antes tengo pensado
cubrir y en qué medida.

4.- ¿CÓMO... lo voy a hacer?


En este punto nos corresponde hablar de la m e todología que
seguiremos para poner en práctica el proyecto. Si hay que hacer obras o no, si
hay que equipar o no, si va a haber unas actividades u otras y cuáles, qué sistemas
de evaluación voy a emplear, etc.

5.- ¿PARA QUIÉN... lo voy a hacer?


Ahora hemos de delimitar los p o sible s b e n e fi c i a ri o s de nuestro
proyecto, debe quedar muy bien reflejada la población a la que va dirigido ya
que este aspecto va a definir el número de plazas, el perfil de los
usuarios, los ratios de personal, etc.

6.- ¿CUÁNDO Y EN QUÉ ORDEN... lo voy a llevar a cabo?


El c r o n og r a m a es un aspecto de vital relevancia. Debe ser diseñado de
manera muy realista ya que va a imponer el ritmo de trabajo posterior,
afectando a todas las personas y procesos implicados en el proyecto.

7.- ¿DÓNDE... lo voy a hacer?


La u bi c a c i ó n / l o c a liz a c i ó n del proyecto también debe ser
definida. Por una parte la región o localidad que lo acogerá o donde se
centralizará su gestión, por otra, la zona concreta del municipio y por último
si se integrará en un edificio o centro ya existente o necesitará un solar concreto
para sí.

8- ¿QUIÉN (LO)... va a hacer?


Esta quizá es la parte que mejor hemos de diseñar, no porque sea más
importante que los objetivos del proyecto, sino porque va a definir tanto la
calidad de atención futura, como la viabilidad económica del proyecto.
Los r e cu rs o s h u m a n o s deben ser escrupulosamente estudiados para prevenir
la sobrecarga, las limitaciones en el cuidado y en definitiva los tiempos de
atención que se destinarán a los beneficiarios.

9.- ¿CON QUÉ... lo voy a hacer? / ¿CON QUÉ... lo voy a costear?


También los r e cu rs o s m ate ri a l e s , los espacios y equipamientos van a
ser determinantes en la correcta atención, por lo que deben ser muy bien
estudiados y planificados de antemano. Cuando hablábamos de la viabilidad
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

técnica y económica del proyecto, destacábamos su importancia. Ya que no sólo


estamos planificando un recurso sino que este debe ponerse en
funcionamiento y mantenerse en el tiempo. Por tanto, antes de comenzar será
vital concretar si el proyecto parte de una iniciativa privada (empresarial o de
una entidad sin fin de lucro) que puede hacer frente a todos los gastos y a la
óptima gestión del recurso, con o son convenios con la administración pública
y/o por el contrario si estamos hablando de un recurso público al 100%, lo
que conllevará oposiciones, una gestión determinada, una burocracia particular,
etc.

PRINCIPIOS BÁSICOS DE LOS RECURSOS PARA PERSONAS MAYORES


Todo recurso de atención a personas mayores debe priorizar y buscar la
optimización de las siguientes dimensiones:
- Integración Social / Normalización. La presencia social, la realización de
actividades en espacios públicos próximos a la vida del municipio o
barrio y la normalidad y cotidianeidad de las actividades que se
propongan son aspectos que deben perseguirse al objeto de que la
persona mayor no padezca el sentimiento de desarraigo, ni de distin-
tividad y pueda desenvolverse normalmente con su repertorio de
conductas habitual.
- Control / posibilidad de elección. La percepción de control sobre la
propia vida y la libertad de elección son otras de las dimensiones
relevantes para el bienestar subjetivo como ya hemos visto, por lo que
deben primarse sobre otros intereses.
- Accesibilidad al recurso y su entorno. Es importante que la persona
mayor pueda acceder al recurso de manera sencilla y autónoma lo cual
también favorecerá su percepción de control.
- Adaptación a intereses y motivaciones. Como ya hemos visto, la
evaluación previa de las necesidades y características del colectivo es
fundamental, ya que se trata de planificar sobre intereses concretos del
colectivo, no sobre potenciales motivaciones que intuitivamente
hayamos pensado. En estos casos es fácil caer en el e rro r de atrib uc
i ó n , según el cual podemos convencernos de que aquello que para
nosotros es interesante también lo es para la persona mayor, lo cual
deja de lado a los verdaderos protagonistas de nuestro diseño.
- Adaptación a otras características personales: físicas, sensoriales,
cognitivas, culturales...
- Familiaridad y continuidad respecto al ambiente previo del individuo.
Ligado a la integración / normalización debe ir el mantenimiento de la
relación con el entorno, que favorece el arraigo, las relaciones
anteriores, la familiaridad, etc.
Ligado a las dimensiones anteriores, en la actualidad se pone el acento
en otros principios que deben marcar la intervención: Libertad, independencia
(autonomía), oportunidad y la reducción de las discrepancias entre
necesidades personalizadas y recursos.
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

Un ejemplo ya clásico que fue pionero en demostrar cómo las actuaciones


que potenciaban la sensación de control sobre la propia vida y la asunción de
responsabilidades mejoraban el bienestar de las personas mayores, es el de
Langer y Rodin (1976). En su investigación se enviaba dos tipos de
mensajes a dos grupos experimentales compuestos por personas mayores
que residían en un mismo centro residencial. Veamos dichos mensajes:

Me n s a j e de r e sp o n s a bilidad del p e rs o n a l
Les he convocado hoy para darles información sobre la Residencia. Me
sorprende saber que muchos de ustedes desconocen qué cosas están a su
disposición; que muchos de ustedes ignoran todo lo que está permitido
hacer aquí. Deténganse un minuto a pensar en todas las opciones que
se les han dado en relación con su vida para que ésta sea más
interesante. Por ejemplo, se permite visitar a otras personas de otras plantas
y usar el salón de esta planta para las visitas, así como también el
comedor o sus propias habitaciones. Deseamos que sus habitaciones sean
tan agradables como sea posible; queremos que ustedes estén felices aquí. Es
nuestra responsabilidad hacer de este lugar una casa de la que ustedes
puedan estar orgullosos y en la que ser felices y nos gustaría hacer
todo lo que sea posible para ayudarles. También, aprovecho la
oportunidad para darles a cada uno de ustedes, un regalo de la
Residencia. La enfermera les mostró una cesta llena de plantas y entregó
una a cada residente: las plantas son para ustedes, el personal de
planta las regará y estará encargado de cuidarlas.
Por último quería decirles que la próxima semana se proyectará la misma
película dos veces: el jueves y el viernes. Después les diremos que día
está previsto que la vea cada uno de ustedes.

Me n s a j e de r e sp o n s a bilidad del i n d i v iduo


Les he convocado hoy para darles información sobre la Residencia. Me
sorprende saber que muchos de ustedes desconocen qué cosas están a su
disposición y lo que es más importante que muchos de ustedes
ignoran la influencia que tienen sobre su vida aquí. Deténganse un
momento a pensar en las decisiones que pueden tomar. Por ejemplo, tienen la
responsabilidad de cuidar de sí mismos y decidir si desean o no hacer de
este lugar una casa de la que poder sentirse orgullosos y en la que vivir
felices. Deberían decidir cómo les gustaría que fuera su habitación si
desean que les visiten amistades que viven en esta u otras plantas o si
desean visitar a sus amigos en su propia habitación o en la de ellos. En
otras palabras es su vida y pueden hacer con ella lo que deseen.
También aprovecho la oportunidad para darle a cada uno de ustedes un
regalo de la Residencia. Se les entregó una cesta llena de plantas y se les
dieron dos posibilidades: primera decidir si deseaban una planta y
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

segunda elegir una de ellas. Todos los residentes se llevaron una


planta. Las plantas son para ustedes y pueden cuidarlas como crean
conveniente.
Por último, quería decirles que se proyectará la misma película dos
veces la próxima semana, jueves y viernes. Pueden decidir qué día les
gustaría ir, en el caso de que decidan verla.
Como se desprende de los mensajes, la diferencia entre los grupos
estribaba en que al primero no se le animaba a tener control sobre los aconte-
cimientos diarios, a tomar decisiones o a asumir la responsabilidad de su propio
bienestar, cosa que sí se hacía en el caso del segundo grupo. Dieciocho meses
después se contrastó que en los miembros del segundo grupo se encontraban
significativamente más activos, más alerta, mostraban mayores sentimientos
de felicidad y mejores estados de salud física. Además mientras la tasa de
mortalidad del centro residencial antes del experimento era del 25%, se
contrastó que mientras en el primer grupo (aquel sin responsabilidades) la tasa
ascendió al 30%, en el grupo con responsabilidades, descendió al 15%
(Rodin, 1980).
Si bien los mensajes vistos pueden formar parte de la organización de
cualquier recurso sea centro o servicio, nos centraremos ahora en aspectos
concretos de los centros que pueden mejorar la calidad de vida de las
personas mayores.

DIMENSIONES DE CALIDAD DE LOS CENTROS PARA MAYORES


Siguiendo a Montoro (1999), podemos extraer muchas variables que
afectan a la calidad asistencial. En orden de importancia el autor nos destaca
tres grandes grupos:
Aspectos Institucionales: Se contrasta que la mayor calidad la ofertan los
centros sin ánimo de lucro, los que cuidan el ambiente y presentan configu-
ración familiar, aquellos en que las ratios profesional-cama son ajustados y los
que cuidan la formación del personal y su entrenamiento para combatir el
estrés laboral, así como los que ofertan mayor estabilidad laboral.
Aspectos Relacionales: En este sentido los que mayor calidad presentan
son aquellos que fomentan la participación de los residentes así como el
cuidado informal de los cuidadores.
Aspectos Interaccionales: Al contrario de lo que se esperaba, el autor NO
encontró relación significativa entre las habilidades de comunicación y el
conflicto personal con la calidad asistencial.
En lo relativo a Aspectos Ambientales del diseño de centros, Reigner
(1993) destaca2 que éstos deben favorecer: la intimidad, la interacción social,

2. En IZAL, M. (1995). “Ca r a c t e rísti c a s a m bi e n ta l e s de l a s r e si de nc i a s


de a nc i a n o s . Evaluació n a m bi e n ta l ”. En INSERSO-SEGG: Reside nc i a s p a r a m
ayores . Barcelona: SG Editores, págs. 92-113.
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

el control / posibilidad de elección, la orientación, la seguridad, la accesi-


bilidad y posibilidad de manejo del entorno (ventanas, puertas, grifos, etc.), la
estimulación ambiental, la adaptabilidad a cambios ambientales, la
familiaridad y continuidad respecto al ambiente previo, la estética, la
personalización y la adaptación a características personales.
Estos aspectos ambientales mencionados han sido muy a menudo
desatendidos a favor de las infraestructuras existentes (en ocasiones excesi-
vamente grandes) y los beneficios económicos o escasez de los mismos. No
obstante, las líneas actuales de diseño y planificación de centros, tienden a
reducir el número de residentes lo cual favorece ambientes más familiares, más
orientadores y más flexibles en cuanto a organización y toma de
decisiones, lo cual se torna significativamente positivo para el bienestar de los
usuarios.

SERA (Sistema de Evaluación de Residencias de Ancianos)


(Fernández Ballesteros, 1996)
Una vez destacadas las dimensiones más relevantes que afectan al
diseño de los centros o que, al menos, deberían hacerlo, debemos conocer la única
herramienta completa de evaluación de centros residenciales para mayores,
validada en nuestro país por Fernández Ballesteros, Izal y cols. Esta técnica es
una adaptación del Multiphasic Environmental Assessment Procedure
(MEAP) de Moos y Lemke (1979, 1984).
Esta herramienta consta de once instrumentos con baremos españoles,
que aglutinan inventarios, escalas y cuestionarios, finalizando por mapa de
observación. Algunas de las pruebas son rellenadas directamente por los
evaluadores fruto de la observación o consulta a determinados profesionales,
otras serán contestadas por los profesionales y las últimas por los propios
residentes. Prácticamente todas las personas implicadas en el
funcionamiento del centro manifestarán sus opiniones al respecto, por lo que los
datos finales resultan muy completos. Cada una de las pruebas consta a su
vez de subescalas que ahondan en todos los aspectos relacionados con el ámbito
de evaluación. Las escalas de las que consta el SERA se detallan a continuación:
ICAF: Inventario de características arquitectónicas y físicas, localización,
entorno, interior...
ICOF: Inventario de características organizativas y de funcionamiento,
requisitos para acoger a los residentes, disponibilidad de actividades y
servicios...
ICPR: Inventario de características de personal y residentes, aspectos
sociodemográficos, nivel de actividad y funcionamiento de residentes, uso de
servicios y actividades...
ECS: Escala de clima social, percepciones de personal y residentes.
EV: escala de valoración, Aspectos globales: diversidad, etc.
DISEÑO DE CENROS Y SERVICIOS PARA MAYORES

CIP: cuestionario de información personal, Habilidades funcionales,


nivel de actividad y estado de salud de los residentes.
CS: cuestionario de satisfacción, Nivel de agrado de los residentes en
torno a aspectos de la propia residencia y de relaciones personales dentro y
fuera.
LN: listado de necesidades, de los residentes y del personal hacia los
servicios.
Mapas de interacción conducta-ambiente: Técnica de observación que
informa sobre pautas de comportamiento de residentes en diferentes
momentos y lugares del centro.

A MODO DE CONCLUSIÓN
Si bien todo lo mencionado en el capítulo puede resultar obvio y de fácil
planteamiento, la realidad se nos presenta, en demasiados casos, poco afín
a lo dicho. La excusa más común a ello resulta el elevado coste económico de
mantener infraestructuras y personal suficiente en centros y servicios; pero esta
“excusa” no hace sino restar valor e importancia a conceptos fundamentales
como la motivación del personal, la comunicación con él, el bienestar de la
plantilla y su autorrealización, las actitudes que se muestra hacia los benefi-
ciarios y los mensajes que se les transmiten, las posibilidades de elección y de
control sobre la propia vida que se les ofertan, etc. En definitiva, sería
recomendable que cada centro y servicio marcase sus propios indicadores y
realizara una auto evaluación continua, de manera sincera y crítica que le
permitiera mejorar la calidad que ofrece por encima de la cobertura de las
necesidades básicas de manutención y cuidado físico.
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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SZALAI, A. y ANDREWS, F. M. (1980): The quality o f lif e : c o m p a r ativ e stud i e
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International Sociological Association.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA:
LAS ULCERAS POR PRESIÓN EN
GERONTOLOGÍA

J. Ja v i e r Solde v ill a Agreda

DEPENDENCIA EN GERONTOLOGÍA
Un horizonte de envejecimiento acelerado de la población, la
estimación en nuestro país de más de tres millones y medio de personas con
discapacidad en sus distintos grados de falta de autonomía, junto a la
transformación de la estructura familiar, la escasez de recursos humanos
capacitados, instalaciones sociosanitarias y equipamientos, ilustra la enorme
atención que se ha desatado con desigual proporción en los entornos
profesionales y sociales por el fenómeno de la dependencia.
La falta de autonomía personal para satisfacer actos básicos de la vida
diaria es un problema creciente tanto en las personas potenciales de
riesgo, sus cuidadores familiares y las estructuras sociales y sanitarias que
deberán cubrir esa carencia, proporcionando cuidados de forma continuada, con
la sobrecarga que en todos estos niveles va a generarse, hasta convertirla
sin duda en un desafío para el Sistema.
La limitación física que caracteriza muy a menudo al anciano
dependiente y merma la capacidad de movilizarse de forma autónoma e
incluso de cambiar por sus propios medios de posición durante su estancia en
la cama o en el sillón, perfil muy frecuente de un gran grupo de esta
población, conlleva entre otras complicaciones posibles el desarrollo de
úlceras por presión (UPP), silente “epidemia viva aún en el siglo XXI”,
considerada a menudo como un problema banal e imprevisible.
Acercaremos en este capítulo la dimensión real de un problema “de
siempre” con repercusiones mortales, asociado a la inmovilidad, a la
dependencia y a la vejez, y aproximaremos las líneas maestras para su
prevención.
Las úlceras por presión, no en vano son consideradas como un gran
síndrome gerontológico.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

EPIDEMIOLOGÍA DE LAS ULCERAS POR PRESIÓN


A pesar de los avances acaecidos en los últimos años en el desarrollo
de las ciencias de la salud, las úlceras por presión continúan siendo hoy en
día un importante problema que afecta a pacientes de todos los niveles
asisten- ciales, especialmente a ancianos dependientes, también a
discapacitados, enfermos en situación terminal de su enfermedad, etc. Problema
sin duda soportado por un amplio desconocimiento de la dimensión real de sus
consecuencias.
Este somero análisis persigue ayudar a desbancar la subestimación de un
proceso con el que a diario se enfrentan millares de pacientes y a generar
cambios rotundos, tanto en su dimensión clínica, con implicaciones de
todos los profesionales del equipo interdisciplinar de atención de salud,
como en otras dimensiones como la gestión de los responsables sanitarios y
sociales y espacios de tutela en la totalidad de la población, y con especial
significación en la atención de los más mayores y dependientes.
Durante décadas en nuestro país no hemos podido disponer de una
información epidemiológica sobre las ulceras por presión que trascendiera de
realidades locales concretas, y a menudo con enfoques metodológicos que
dificultaban su comparación. Solo podíamos acercar esta dimensión
mediante cifras importadas desde países de ámbito anglosajón. En el Reino
Unido la prevalencia oscila entre un 4,4 % en pacientes de la comunidad a un
37 % en unidades de cuidados paliativos. También en USA y Canadá el
rango de la prevalencia de UPP es amplio, cifrándose entre un 4,7 % y un
33 % para pacientes con lesión medular que vive en su domicilio.
Con el nacimiento del Grupo Nacional para el Estudio y
Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP) en el año
1994, se canalizó la necesidad sentida de concienciar,1 tanto a los
profesionales sanitarios como a la sociedad acerca de la importancia del
problema de las UPP, y el vehículo fue la realización durante el año 1999 de un
estudio de prevalencia de las UPP en la Comunidad Autónoma de la Rioja2 que
contaba entonces con una población de 264.941 habitantes en el que se
estudiaron los tres niveles asistenciales, atención primaria, hospitalaria y
sociosanitaria. Como principales resultados de este estudio podemos destacar que
la prevalencia de úlceras por presión en hospitales de agudos fue del
12,26%, en las institu- ciones sociosanitarias del 12,84% y en la comunidad del
0,26% para el total de mayores de 65 años. El 43% de los pacientes portadores
de úlceras por presión en la Rioja estaban en la comunidad, el 34,6% en centros
sociosanitarios y el

1. Torra i Bou JE. (1998): “Epidemiología de las UPP o el peligro de una nueva
Torre de Babel”, en Rev Rol Enf; nº 238, pp.75-88 y Torra i Bou JE, Soldevilla Agreda JJ.
(2000): Libro bla nc o de l a s ú l c e r a s p o r presió n e n Espa ñ a . I Congreso
Iberoamericano de Geriatría. III Simposio del GNEAUPP (Libro de actas). Logroño. Conva
Tec SA, pp. 45-47.
2. Soldevilla Agreda JJ, Torra i Bou JE. (1999): Epidemiología de las úlceras por
presión en España. Estudio piloto en la comunidad autónoma de la Rioja, en Geroko m o s
nº 10(2), pp. 75-86.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

19,9% en hospitales de agudos. Este primer estudio generó una información


epidemiológica de enorme valía, sirviendo al tiempo como pilotaje de estudios
posteriores con ámbito a todo el territorio español.
Aunque la incidencia es considerada como un mejor indicador que la
prevalencia3, el Primer Estudio Nacional sobre Prevalencia de UPP en España4,
diseñado conjuntamente entre el GNEAUPP y la Unidad Interdisciplinar de
Heridas Crónicas del Consorci Sanitari de Terrassa, eligió el cálculo de este
valor debido a la facilidad de su determinación en poblaciones de estudio de
tamaño grande y contextos multicéntricos.
Utilizando el sistema de cuestionario postal, previamente validado, en
noviembre de 2001 se remitieron dos mil ejemplares entre los miembros del
GNEAUPP con una tasa de respuesta fue del 22,9 %, informando acerca de 941
pacientes con UPP y 1739 lesiones.
El hecho de que las personas que respondieron el cuestionario fueran
en su mayoría miembros del GNEAUPP, pudo suponer para el estudio un
posible sesgo a la baja ya que se trataría a buen seguro de personas con una mayor
sensibilidad ante el problema de las UPP, amén de una información bastante
real por el hecho de que sean los profesionales y no las instituciones quienes
facilitaron los datos de prevalencia.
Cada cuestionario iba acompañado de un sobre respuesta con franqueo
previo. A los profesionales informantes de atención primaria se les
solicita- ba que informasen acerca de su lista de usuarios mayores de 14 años
(Unida- des básicas asistenciales de Medicina General) y a los profesionales
de unidades de hospitalización o de centros sociosanitarios, sobre los
pacientes de sus respectivas unidades.
Para el cálculo de la epidemiología de las UPP se utilizaron las
directrices de clasificación 5 e indicadores epidemiológicos del GNEAUPP. 6
En el caso de la ate nc i ó n pri m a ri a se analizó una población de
estudio de 335.235 personas mayores de 14 años (el 0,96% del total según el
Instituto Nacional de Estadística 1/Enero/2000). De ese grupo, 68.810 eran
mayores de

3. Ayello EA, Frantz R, Cuddigan J, Lordan R. (1991): “Methods for determining pressure
ulcer prevalence and incidence”, in Cuddigan J, Ayello EA, Sussman C. (eds), Natio n a l
Pressu r e Ulc e r Advisory Pa n e l. Pressu r e u l c e rs i n Am e ri c a : Pre v a l e nc e , i
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4. Torra i Bou JE, Soldevilla Agreda JJ, Rueda López J, Verdú Soriano J. (2003): “Primer
Estudio nacional de prevalencia y tendencias de prevención de UPP en España (2001), en
Geroko m o s , nº14 (1), pp. 37-47.
5. Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión (1997):
“Clasificación de las Úlceras por Presión (Estadiaje)”, en Geroko m o s-Helc o s ; VII (22):
III.
6. Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión (2000):
Dire c tri c e s p a r a l a e l a b o r a c i ó n de i n d i c adores e pide m i o lóg i c o s s o bre
l a s Ulc e r a s p o r Presió n . Documentos GNEAUPP. Documento V. Logroño: GNEAUPP.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

65 años (un 20,25%) y 4.480 recibían atención domiciliaria (un 6,51% de los
mayores de 65 años y un 1,39% de los usuarios de las listas de globales). La
prevalencia de UPP en el grupo de pacientes atendidos desde la atención
primaria se estimó en:
- un 8,34% de los pacientes que recibían atención domiciliaria (AT DOM),
- un 0,54% de los mayores de 65 años,
- un 0,11% de los mayores de 14 años.
Las lesiones presentes en los pacientes de la atención primaria son las
de mayor antigüedad, severidad y superficie, siendo este medio asistencial dónde
encontramos un menor número de pacientes con UPP que están
utilizando algún tipo de superficie especial para el manejo de la presión
(SEMP), un 38,5%, cuando de acuerdo con las evidencias disponibles, la
totalidad de los pacientes con UPP deberían utilizar una SEMP en el
tratamiento de sus lesiones.
En el caso de los profesionales que trabajan en hospitales se
analizaron 198 cuestionarios que definían una población de estudio de 5.811
pacientes ingresados en hospitales de agudos con un 94,35% de ocupación, un
4,34% de las camas de hospitalización de agudos en España, según datos de
propia elaboración a partir del Catálogo Nacional de Hospitales (actualizado a
31/XII/2000).
La prevalencia media de UPP en Hospital según los datos es del 8,81 +/-
10,21 (DS) % (IC95%: 7,38; 10,24), con un valor mínimo del 0% y un valor
máximo del 45,45%.
El hecho de que aproximadamente una décima parte de los pacientes en
hospitales, con gran variabilidad entre unidades, tengan UPP nos sitúa ante un
grave problema de salud con serias y encadenadas repercusiones para
todos los niveles asistenciales, teniendo en cuenta la menor estancia media en
el hospital y la rápida transferencia de esos pacientes a otros niveles de
atención.
Por otra parte, se obtuvo información sobre una dotación teórica de 6.204
camas en Ce n tr o s So c i o s a n ita ri o s , con una ocupación del 96,1%
correspon- diendo 5.088 camas a centros geriátricos, 601 a crónicos, 30 a unidades
de convalecencia, 16 a unidades de paliativos y 266 a otros tipos de unidades. La
prevalencia media de UPP según los datos reportados fue del 7,6 +/- 6,68
(DS)
% (IC95%: 6,15; 9,04), con un valor mínimo del 0% y un valor máximo del
31,58%.
En la tabla 1. se presenta información relativa a la prevalencia de UPP en
centros sociosanitarios según tipo de unidad y titularidad del establecimiento.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

Tabla 1. Prevalencia de UPP en centros sociosanitarios según tipo de unidad y titularidad del centro.
(1er Estudio Nacional de Prevalencia de UPP. Beca Huntleigh-GNEAUPP)

Tipo de unidad Media +/- DS IC95% media: Valor mínimo Valor máximo
Geriatría 6,34 +/- 5,67% 4,9 ; 7,78 0 25
Crónicos 9,31 +/- 7,18% 5,16; 13,45 0 31,58
Otros (*) 13,6 +/- 9,1% 6,6 ; 20,59 0 25

Titularidad del Número total de Pacientes con Prevalencia


centro camas estudiadas UPP
Pública 1 955 102 5,22%
Privada 3 839 275 7,16%
(*): Co n v a l e c e nc i a , p a li ati v o s y otros tip o s de unidades
Fu e n t e : Torra i Bo u JE, Solde v ill a Agreda JJ, Ru eda López J, Verdú So ri a n o

La lectura de estas cifras en centros sociosanitarios, a pesar de sus


dimensiones numéricas, obligaba a tener cierta cautela y considerar claramente
como sesgo, el hecho de que los profesionales que informaban eran los más
altamente motivados, en centros en los que las UPP son un problema de
primer nivel y alta prioridad, faltando información de una gran cantidad de
centros privados con ánimo de lucro en los que a tenor de lo que se
percibe en otros niveles asistenciales, principalmente en servicios de
urgencia y unidades de medicina interna hospitalarias, las UPP constituyen un
importan- tísimo problema sin controlar.
Por lo que hace referencia a la información relativa a las lesiones, el
trabajo recogía información acerca de un total de 1.739 úlceras por presión,
Siendo un 17,9% de estadio I, un 33,5% de estadio II, un 29,4% de estadio
III y un 17,7% de estadio IV. Es de destacar en este sentido negativamente el
elevado número de lesiones detectadas con estadios más profundos y graves
(III y IV), distinto a lo encontrado en países como el Reino Unido y USA. Un
25,3% del total de las lesiones eran recurrentes.
Como conclusiones generales del análisis de este 1er Estudio Nacional
Prevalencia de las UPP en España, referente epidemiológico más fiel y
reciente en nuestro Estado, apuntar que aún admitiendo el citado sesgo que
nos pudiera conducir a una infravaloración de la situación real, las UPP
constituyen hoy en día un importante problema de salud que afecta primor-
dialmente a personas mayores, de todos los niveles asistenciales y al
Sistema de Salud y de Bienestar Social donde la prevención aún no es
considerada como una prioridad.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

ÚLCERAS POR PRESIÓN: IMPACTO ECONÓMICO


Las personas con UPP y sus entornos familiares inmediatos sufren las
consecuencias de éste problema de salud afectando directamente a su
bienestar, calidad de vida y supervivencia, pudiendo en algunos casos ser los
responsables directos de su muerte.
Sin embargo curiosamente, tratándose de un problema de salud muy
importante en cuanto a número de afectados y consecuencias en la morbimor-
talidad, disponemos de poca información acerca del coste global de la
atención de las UPP. En nuestro país apenas existen trabajos relevantes
sobre la dimensión económica del tratamiento de las UPP a nivel individual.
El Estudio de Prevalencia de Ulceras por Presión en la Rioja (1999), con
unas estimaciones claramente a la baja, ofrecieron una primera
aproximación al costo del tratamiento anual cifrándose por encima de los
setenta mil millones de las antiguas pesetas.
Los datos más recientes y cercanos sobre el coste del tratamiento de las
UPP vienen de Gran Bretaña de la mano de John Ponset, del Health
Economics Consortium de la Universidad de York, que junto al desaparecido
Gerry Bennet y Carol Dealey, y fueron presentados en el Congreso7
del European Pressure Ulcer Advisory Panel en el año 2001. Los costes del
tratamiento, los determinaron mediante una metodología inductiva, desarro-
llando protocolos de cuidados para reflejar buenas prácticas clínicas en el
tratamiento de úlceras por presión de diferentes grados (definidos por la
clasificación del European Pressure Ulcer Advisory Panel) definiendo la
utilización diaria de recursos relacionada con el tratamiento. El cálculo del
coste consideraba que los pacientes recibían los cuidados en una instalación
institucional en la que no se les ha ingresado únicamente para el cuidado de
úlcera por presión. Los recursos incluían el tiempo de cuidados de enfermería
(cambios de apósitos, reposicionamiento del paciente y valoración del riesgo),
apósitos, fármacos, pruebas de diagnóstico, superficies de apoyo y días de
hospitalización en los casos oportunos.
Los costes de hospitalización se derivaban de la parte de los pacientes que
desarrolla complicaciones como celulitis u osteomielitis. Cifraron costes
medios diarios en función del grado de la úlcera para pacientes que se
curaban de modo normal (sin complicaciones significativas relacionadas
con la úlcera). Definieron otros tres estados de salud para reflejar los motivos más
comunes por los que se retrasa la curación: colonización crítica, celulitis y
osteomielitis, calculando el coste adicional asociado a la resolución de
cada una de estas complicaciones. Obtuvieron una matriz de dieciséis estados
de salud relacionados con las úlceras.

7. Posnett J. Bennet G. Dealey C. (2001): Fifth Europea n Pressu r e Ulc e r Advisory


Pa n e l Ope n Meetin g . Le Mans, 27-29 September.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

Las estimaciones del tiempo de curación medio esperado y de la


incidencia de complicaciones las extrajeron de un informe estructurado de
bibliografía clínica a partir de una búsqueda de los trabajos publicados sobre
este tema desde 1966 hasta el año 2000 representando las mejores pruebas
disponibles en ese momento.
La combinación del tiempo de curación con los costes diarios propor-
cionaba una estimación del coste previsto por paciente y por episodio de
cuidado, aplicando la tasa de incidencia cifrada por Clark8 y distintos
estudios de incidencia en el ámbito de las residencias de ancianos, datos
estatales de plazas en centros sociosanitarios, registros puntuales de
prevalencia en servicios comunitarios, llevaron a los autores a establecer que
unas 412.000 personas tienen posibilidades de desarrollar una nueva úlcera
por presión al año en el Reino Unido, una de cada 150 personas de la
población general y una de cada 23 de la población mayor de 65 años.
El coste para el sistema de atención sanitaria y social británico en
general fue estimado entre 1650 y 2.000 millones de libras esterlinas anuales,
lo que iguala al gasto total del NHS en enfermedades mentales o el coste total de
los servicios de salud comunitarios.
Con base en este estudio británico, sin duda el más amplio y metodoló-
gicamente certero en el cálculo de costes derivados del tratamiento de las
úlceras por presión en un país europeo, durante el mes de febrero de 2003, el
Dr. Posnett, catedrático de economía de la salud de la Universidad de York y
Joan Enric Torra i Bou, subdirector del GNEAUPP, extrapolaron las bases de
cálculo de coste por proceso empleadas y contextualizaron las ecuaciones a la
realidad económica de nuestro país y los datos epidemiológicos disponibles
más recientes, aproximando el coste estimado por día de tratamiento y por
episodio y el coste global anual de la atención a las Ulceras por Presión en
España (tablas 2 y 3), cifrándolo en mil seiscientos ochenta y siete millones de
euros, más de doscientos ochenta mil millones de pesetas, un 5,20 % del gasto
sanitario total de nuestro país9.

8. Clark M, Watts S. (1994): “The incidence of pressure sores within a National Health
Service Trust hospital during 1991”, in J Adv Nurs, nº 20, pp. 33-36.
9. Xakellis GC, Franz R. (1996): “The cost of healing pressure ulcers across multiple
health care settings”, in Adv Wo und Care , nº 9, pp. 18-22.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

Tabla 2. Costo tratamiento UPP previsto por día (Euro-PPP España, 2000)

Normal Retardado
Complicaciones CC Celuliti Osteomielitis
s
Grado I 43 €
Grado II 47 € 62 € 101 €
Grado III 57 € 69 € 213 € 218 €
Grado IV 57 € 69 € 213 € 218 €
Fu e n t e : Posn e tt J. Torra i Bo u JE, [13]

Tabla 3. Gasto total por tratamiento de las Ulceras por Presión en España (2000)

% Pacientes tratados Gasto diario Gasto anual


diariamente (millones €) (millones €)
Grado I 18,2 11.400 0,490 178,9
Grado II 34 21.400 1,284 468,7
Grado III 29,8 18.700 1,627 593,9
Grado IV 18 11.300 1,220 445,3
100 62.800 4,621 m € 1.687 m €

Fu e n t e : Posn e tt J. Torra i Bo u JE, [13]

Puede concluirse este apartado, diciendo que las ulceras por presión
son un problema importante y caro para el Sistema de Salud. Datos valiosos
para crear un marco de referencia que justifique las inversiones, tanto en
prevención como en tratamiento.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

ASPECTOS LEGALES RELACIONADOS CON LAS ULCERAS POR PRESIÓN


Puesto que la mayor parte de las úlceras por presión sabemos que
pueden evitarse, la incidencia de estas lesiones pueden ser, a primera vista
consideradas como una muestra de negligencia clínica, por tanto de
negligencia profesional con importantes implicaciones legales y éticas para los
profesionales asistenciales, así como para las instituciones en las que estos
prestan sus servicios y los gestores de las mismas10.
En España, las demandas a nivel civil o penal contra profesionales
sanitarios o instituciones relacionados con las úlceras por presión, no
supera lo anecdótico y, por supuesto, no existe jurisprudencia al respecto,
pero esa no es la realidad de otros países referentes y cercanos.
“En el Reino Unido son cada vez más comunes las actuaciones judiciales
relacionadas con las úlceras por presión en las que se pueden ver involu-
crados los diferentes actores de la atención de la salud y que han dado como
resultado indemnizaciones millonarias y graves implicaciones penales para los
profesionales y las instituciones, algo que de forma inminente podría
ocurrir en España”, afirmo recientemente en una Mesa de Debate organizada por el
GNEAUPP en nuestro país11, el Juez y médico británico Nigel Chapman.
Cada vez más pacientes del Reino Unido interponen demandas legales
contra el Sistema Británico de la salud (NHS) en los casos en que se cree
que el cuidado no es adecuado. El NHS recibe unas 10.000 nuevas demandas por
negligencia clínica al año, y esta cifra va en aumento12. El coste anual total
que el NHS atribuye a la resolución de demandas se ha multiplicado por
siete desde 1995-96. Relativamente pocas de las demandas actuales todavía están
relacionadas con los daños relacionados con las úlceras por presión y en el
Reino Unido el valor medio de las compensaciones en estos casos es relati-
vamente bajo13 afirma Tingle (1997) (normalmente inferior a las 10.000 libras
esterlinas), pero van en aumento los casos que fallan sobre la
responsabilidad de hospitales y residencias de ancianos por un cuidado
inadecuado en la aparición de úlceras por presión y es seguro que dichas
demandas aumenten

10. Taylor JS. (1994): “Malpractice implications of pressure ulcers”, in Adv Wo und
Care ; 7(5); y Moody M. (1997): “Fighting against pressure sores and a rise in legal suits”,
in Brit J Health Care Ma n ag ; 3(1), pp. 40-41.
11. Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas
Crónicas (2003): Mesa de Debate: “Las ulceras por presión, un reto para el sistema de
Salud y la sociedad. Repercusiones a nivel epidemiológico, ético, económico y legal”.
Madrid. Barcelona. Logroño: GNEAUPP. Disponible en w w w . g n e a u p p . o r g
(consultado el 1/IX/2003).
12. Oficina Nacional de Auditoría del Reino Unido (2000-2001) Ha n d li n g c li n
i c a l n egli ge nc e c l a i ms i n En g l a n d (Resolución de demandas por negligencia
clínica en Inglaterra). Informe del Interventor y Auditor General, Cámara de los Comunes,
sesión 403. Londres: Imprenta Nacional.
13. Tingle J. (1997): “Pressure sores: counting the legal cost of nursing neglect”, in
Br J Nurs, nº 6, pp. 757-758.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

en el futuro. Un fenómeno al que están siendo sometidos otros países muy


cercanos al nuestro como Francia, Bélgica, etc.
En EE.UU., el riesgo de litigio por cuidados negligentes aumentó tras la
aprobación de la Omnibus Budget Reconciliation Act (Ley general de reconci-
liación presupuestaria) de 1987 (OBRA-87). Esta ley establecía por primera vez
normas federales de cuidados para las residencias de ancianos y otros
proveedores de atención sanitaria. De este modo, mediante el seguimiento
de la evolución de los daños por presión resultaba más sencillo para los
demandantes demostrar que un proveedor había actuado con negligencia.
Entre 1992 y 1996, el valor medio de la compensación tras ganar un litigio por
negligencia relacionado con una úlcera por presión era de 279.000 dólares
USA14.
Una débil frontera separa a nuestro país de la cotidianeidad en las
demandas legales relacionadas con las Ulceras por Presión de sus vecinos.
Hoy ya se han recogido varias sentencias de los tribunales españoles (Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía y Valencia) donde afloran la
responsabilidad de los establecimientos y profesionales ante la génesis de estas
lesiones, y sin duda, solo es la punta de un iceberg, emergente en un futuro muy
cercano.
Al tratarse de un problema de salud evitable, un injustificado
accidente, los profesionales responsables del cuidado, las instituciones sanitarias y
socio- sanitarias de forma directa y siempre subsidiaria, vamos a tener que
responder ante la justicia de esta clara negligencia clínica.
Quizá sea un triste revulsivo para conseguir que se reconozca su
verdadera importancia y el valor soberano y efectivo de su prevención.
Como apuntaba recientemente en un foro eminentemente profesional, el
Director del GNEAUPP [17], “el estado actual de conocimiento y desarrollo
social, ha de lograr desterrar la concepción de las úlceras por presión
como un proceso banal, fatal, inevitable y silente”, y estas líneas sobre su impacto
entendemos que pueden ser un buen contribuyente a esta causa.
En este recién estrenado siglo XXI, a pesar del mayor conocimiento sobre:
- Un problema de Salud Pública, “una epidemia debajo de las sábanas”,
como se refería a las úlceras por presión Pam Hibbs [18]
- La dimensión económica
- Las graves repercusiones legales que puede derivar
- Su prevención y abordaje
Es posible, que sin un esfuerzo de todos los implicados:
- Los profesionales socio-sanitarios

14. Bennett RG, O’Sullivan J, DeVito EM, Remsburg R. (2000): “The increasing medical
malpractice risk related to pressure ulcers in the United States”, inJ Am Geriatri c So c , nº
48, pp. 73-81.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

- Los gestores
- Las familias implicadas y
- La totalidad de la población,
El número de pacientes afectados pueda aumentar en el futuro a expensas
del crecimiento numérico del grupo de los más mayores y dependientes de
nuestra Sociedad.

PREVENCIÓN DE LAS ULCERAS POR PRESIÓN


Si en algún capítulo de las múltiples intervenciones profesionales en el
ámbito socio-sanitario tenemos la certeza de un éxito casi garantizado en la
totalidad de ocasiones, sin duda este es el de la prevención de las úlceras por
presión, pero no sin esfuerzo, inversiones y un plan individualizado y
riguroso de cuidados [19].
Como antes mencionamos, podemos presumir que al menos el 95 %
de todas estas lesiones se pueden prevenir eficazmente.
Las directrices generales de un programa de prevención de UPP [20-
23] han de recoger como pilares básicos la:

Valora c i ó n del ri e sgo


Independientemente del nivel asistencial en el que nos encontremos,
debemos de considerar a todos los pacientes potenciales de riesgo. Se hace
preceptivo realizar una valoración del riesgo en el momento de su
incorpo- ración en cualquier institución de salud o socio-sanitaria o en
programas de atención domiciliaria. La valoración inicial debe de ser
continuada con valora- ciones periódicas según se establezca o
dependiendo de la aparición de cambios en el estado general del paciente
que así lo sugieran.
Todas y cada una de estas valoraciones del riesgo deben de quedar
registradas en la historia clínica del paciente, al igual que las actividades
planificadas, superficies especiales para el manejo de la presión
sugeridas, plan de cuidados ejecutado y sus resultados, con el fin de que nos
permita evaluar la efectividad del programa de cuidados, y también como
única salvaguarda legal consistente ante posibles demandas por mala praxis.
Los principales documentos de consenso, tanto a nivel nacional como
internacional, recomiendan el uso sistemático de Escalas de Valoración del
Riesgo de desarrollar Úlceras por Presión (EVRUPP).
Las EVRUPP son instrumentos objetivos que nos facilitan la
cuantificación del riesgo global de desarrollar UPP y los factores de riesgo
específicos de cada paciente. La identificación individual de los factores de
riesgo nos permite iniciar precozmente programas preventivos basados en la
individuali- zación de los cuidados según las necesidades de cada paciente.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

Cuidados e sp e c ífi c o s de l a pi e l
Los cuidados de la piel requieren como premisa previa, realizar al menos
una inspección diaria, especialmente de las zonas de riesgo, tales como
prominencias óseas (sacro, talones, caderas...), zonas expuestas a un
exceso de humedad (por incontinencia, estomas, secreciones...) o por presencia de
sequedad, escoriaciones, eritemas, induración, etc. [24].
La higiene diaria nos permite mantener la piel del paciente limpia y seca.
Para ella utilizaremos jabones neutros o sustancias limpiadoras que no
irriten ni alteren el pH de la piel, agua tibia, aclarando bien los restos de jabones
y realizando un secado minucioso por contacto, evitando friccionar esas
zonas más vulnerables.
Para potenciar la hidratación de la piel nos valdremos de cremas
hidratantes, asegurándonos cuando se aplique su completa absorción y
evitaremos la utilización de cualquier producto que contenga alcohol
(colonias, alcohol de romero...) ya que resecan la piel y pueden producir una
vasoconstricción.
Estudios recientes han demostrado la efectividad de los ácidos grasos
hiperoxigenados en la prevención de UPP [25-26], al posibilitar una óptima
hidratación de la piel, mejorando la resistencia de la piel frente a la fricción y
presión, aumentando la resistencia de la piel senil, favoreciendo el
aumento de circulación capilar y mejorando las condiciones locales de la
piel expuesta a isquemias prolongadas. Para reducir posibles lesiones por
fricción, pueden utilizarse apósitos protectores (hidrocoloides, películas y
espumas de poliuretano) en esas áreas.
No deben de realizarse masajes sobre prominencias óseas puesto que
podríamos favorecer o potenciar la destrucción de los tejidos que hay entre la
epidermis y la zona de prominencia.
La presencia de incontinencia, estomas, fístulas, drenajes o heridas muy
exudativas al igual que padecer una sudoración profusa, si no están
controladas pueden generar un exceso de humedad que favorezca la deshidra-
tación de la piel y el reblandecimiento del estrato córneo de la epidermis. Este
exceso de humedad puede ser el factor coadyuvante o desencadenante de una
pérdida de continuidad en la piel.
Para evitarlo, realizaremos después de cada episodio de micción o
defecación o ante la presencia de un exceso de humedad de cualquier otro
origen, una adecuada higiene de la zona. Siempre que sea posible habrá de
procederse al tratamiento de la incontinencia o en su defecto será necesario
seleccionar adecuada e individualmente el amplio arsenal de absorbentes,
colectores, etc. para mitigar sus efectos indeseables.
Existen en el mercado productos barrera que protegen la piel contra el
exceso de humedad o exudados, siendo eficaces tanto en situaciones de
incontinencia como en el resto de procesos [27].
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

Ma n e j o de l a presió n
El conjunto de cuidados a desarrollar para realizar un manejo efectivo
de la presión pasa por tener en cuenta cuatro elementos clave para su control: la
movilización, los cambios posturales, las superficies especiales para el
manejo de la presión y las protecciones locales ante la presión [28-31].

Moviliza c i o n e s
La movilidad y la actividad son dos factores predictores del desarrollo de
UPP, siendo preceptivo elaborar un plan de cuidados que potencie y
mejore la movilidad y la actividad del paciente.

Ca m bios p o st u r a l e s
Los cambios posturales se realizarán a aquellos pacientes que no pueden
cambiar de posición por sí mismos. La frecuencia de éstos, dependerá del
riesgo que presente el paciente para desarrollar UPP y la disponibilidad de
superficies especiales y otros dispositivos de manejo de la presión, si bien por
norma general se aconseja su realización cada 2-3 horas en pacientes
encamados, siguiendo una rotación programada (decúbito supino, lateral
derecho, lateral izquierdo) e individualizada que nos permita una
continuidad y adecuación de los cuidados. Deberemos de asegurarnos que el
paciente no apoye sobre sus lesiones en el caso que proceda, no exista
contacto entre distintas prominencias óseas, no se sobrepase los 30º de
inclinación en los decúbitos laterales y si fuese necesario incorporar la
cabecera, ésta no deberá de sobrepasar los 30º de inclinación como
máximo manteniendo esta posición el menor tiempo posible. Una vez colocado
el paciente en la posición elegida deberá de mantener el alineamiento corporal,
la distribución del peso y el equilibrio.
Recordarle que la sedestación supone un mayor riesgo para el
desarrollo de UPP debido a la peor distribución de las presiones. Durante
estos periodos se realizarán movilizaciones cada hora y si el paciente puede
realizarlo de forma autónoma, deberemos de invitarle a hacerlo cada quince
minutos.

Superfi c i e s e sp e c i a l e s p a r a e l m a n e j o de l a presió n
Las superficies especiales para el manejo de la presión (SEMP) dan
nombre a un conjunto de dispositivos que han sido diseñados específicamente
para esta misión.
Hoy en día, y de acuerdo con las evidencias disponibles, las SEMP
constituyen un elemento básico tanto para la prevención de las úlceras por
presión (UPP) cómo para el tratamiento de las mismas.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

Las SEMP aportan elementos que permiten reducir o minimizar el


efecto de la presión en el desarrollo de UPP y a pesar de ese valor potencial
su utilización es hoy en día muy escasa en las instituciones de nuestro país.
Existe un gran desconocimiento acerca de las mismas y de sus potenciales
beneficios, tanto a nivel de los profesionales asistenciales, como a nivel de
los respon- sables de la gestión.
Es muy importante destacar que la utilización de las SEMP debe
considerarse siempre en un contexto de atención integral a los pacientes. Es
por ello que su utilización debe efectuarse siempre de acuerdo con estas otras
medidas de prevención expuestas en estas líneas.
En el mercado hay una gran cantidad de SEMP. No existe una SEMP
universal, de la misma manera que existen una gran cantidad de diferencias
entre ellas en cuanto a prestaciones, indicaciones y precios.
Podemos diferenciar entre sistemas estáticos que buscan que el peso del
paciente se redistribuya sobre una mayor superficie de contacto. El alivio
de los niveles de presión se consigue con sistemas de tipo dinámico, los cuales
mediante procesos de hinchado y deshinchado actúan variando (de mayor a
menor intensidad) los niveles de presión de la superficie de contacto con el
paciente durante un período de tiempo determinado.
Los dos grandes elementos a tener en cuenta en la asignación de una
SEMP a un paciente son, el nivel de riesgo para el desarrollo de UPP y/o la
severidad de sus UPP en el caso de tenerlas (Tabla 4).
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

Tabla 4. Criterios para la asignación de una SEMP

Riesgo de desarrollo Severidad de las


de UPP(*) UPP
Bajo riesgo Sistemas estáticos Estadio I Sistemas estáticos
(colchoneta o colchón) (colchoneta o colchón)
De bajo a Sistemas estáticos Estadio II Sistemas dinámicos
medio riesgo (colchón) o colchoneta (colchonetas alternantes
alternante de celdas de celdas pequeñas
pequeñas o medianas)
Medio riesgo Sistemas dinámicos Estadio III Colchonetas alternantes
(colchonetas alternantes de de celdas medianas o
celdas pequeñas colchones dinámicos de
o medianas) reemplazo)
De medio a Sistemas dinámicos Estadio IV Colchones dinámicos de
alto riesgo (colchonetas alternantes de reemplazo o camas
celdas medianas o colchones fluidificadas
dinámicos de celdas
grandes)
Alto riesgo Colchones dinámicos de Pacientes Colchones dinámicos de
celdas grandes multiulcerados grandes prestaciones o
camas fluidificadas
Muy alto riesgo Colchones dinámicos de
celdas grandes de grandes
prestaciones o camas
fluidificadas

ntos de c o rte de una Es c a l a de Valora c i ó n de Riesgo p a r a e l desarrollo de Úlc e r a s p o r Presió n (EVRUPP).


P. Superfi c i e s Espe c i a l e s p a r a e l Ma n e j o de l a Presió n . En: Solde v ill a JJ.; Torra JE. ( ed ) . Ate nc i ó n Integral de l a s Heridas Cró

Prote cc i ó n l o c a l a n t e l a presió n
Las zonas de especial riesgo para el desarrollo de UPP, talones, codos,
región occipital..., pueden beneficiarse de dispositivos de protección local
ante la presión: apósitos, sistemas bota-botín..., los cuales han de caracterizarse
por: permitir la inspección de la piel al menos una vez al día; ser compatibles
con otras medidas del cuidado local; y que no lesionen la piel de la zona de
colocación en el momento de su retirada.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA

Existen otro conjunto de elementos, como cojines, almohadas, protectores


locales... que junto con los anteriores pueden servir para reducir localmente la
presión y evitar la fricción y las fuerzas tangenciales.

Cuidados Ge n e r a l e s
El control y tratamiento de las distintas entidades que pueden
predisponer al desarrollo de ulceras por presión será una norma básica en el
programa de prevención de las úlceras por presión.
El seguimiento de pacientes crónicos, especialmente aquellos con
moderadas o graves dependencias relacionados con trastornos respiratorios,
circulatorios, metabólicos o neurológicos es un aliado valioso en el proceso de
prevención de estas lesiones.
Dentro de los cuidados generales para la prevención de UPP, la dimensión
nutricional cobra una gran importancia. Es preciso Identificar y corregir si se
precisaran, los diferentes déficits nutricionales relacionados con el aporte de
calorías, proteínas, vitaminas y minerales.
Un estado de hidratación adecuado aumentará el potencial de
resistencia de los tejidos ante la presión o fricción.

Co n ti nuidad de l o s cu idados
Como norma capital deberemos de procurar garantizar la continuidad de
los cuidados de prevención en los posibles tránsitos de los ancianos,
convertidos en pacientes entre los distintos niveles asistenciales.

UN DESEO FINAL
Sería mi deseo que estas pocas líneas fueran un contribuyente para lograr
desterrar la concepción de las úlceras por presión en el ámbito de la
gerontología, como un proceso banal, fatal e inevitable con el que el anciano
inmóvil y otros aquejados de esta discapacidad deben convivir y por el que
acaso morir, acercar y especialmente declarar, el valor soberano y efectivo
de su prevención como objetivo de la calidad en sus cuidados.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA

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