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BIBLIOTECA DE INVESTIGACIÓN
n . º 42
Joaquín Giró Miranda
(coordinador)
UNIVERSIDAD DE LA
RIOJA SERVICIO DE
PUBLICACIONES 2005
Giró Miranda, Joaquín
Envejecimiento, salud y dependencia / Joaquín Giró Miranda
(coordinador).- Logroño : Universidad de La Rioja, Servicio de
Publicaciones, 2005
208 p. ; 24 cm.- (Biblioteca de investigación ;
42) ISBN 978-84-693-0771-7
1. Envejecimiento de la población. I. Giró Miranda, Joaquín. II. Universidad
de La Rioja, Servicio de Publicaciones
314.47
© El autor
© Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2011
publicaciones.unirioja.es
E-mail:
publicaciones@unirioja.es ISBN:
978-84-693-0771-7
ÍNDICE
Presentación
Joaquín GIRÓ MIRANDA.................................................................................... 11
El envejecimiento demográfico
Joaquín GIRÓ MIRANDA.................................................................................... 17
7
LOS AUTORES
9
D. JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
Licenciado en Humanidades por la Universidad de La Rioja
Diplomado en Enfermería por la Universidad de Zaragoza
Diplomado en Sanidad por la Escuela Nacional de Sanidad de Madrid
Experto Universitario en Promoción de la Salud en la Comunidad por la UNED
Profesor de Salud Pública y Enfermería Comunitaria de la EU de
Enfermería de la UR
17
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA
de ochenta y más años crecerá hasta el 80% en los próximos veinte años,
mientras que los del grupo comprendido entre 20-34 años perderán casi un
tercio de sus efectivos.
Quizás las previsiones de envejecimiento produzcan más alarma (por sus
repercusiones sobre la economía), con la llegada del año 2015, pues será a
partir de este año cuando comiencen a jubilarse las generaciones nacidas
en los cincuenta, mucho más numerosas que las de la Guerra Civil y posguerra.
Según el INE, en la actualidad casi 31.000 españoles celebran sus
sesenta y cinco cumpleaños cada mes. Esta cifra contrastará con los 47.500
que lo harán en la década de los veinte, década en la que se espera que se
inicie la llegada a las edades de jubilación de las generaciones del b a b y - b oo m
español (nombre con que se designa a la gran explosión demográfica de los
nacidos entre 1957 y 1977), y no finalizarán previsiblemente hasta el año
2040 cuando los abultados efectivos de esta generación hayan alcanzado
finalmente la jubilación. Este hecho acontecerá con una media de diez años
de retraso respecto al mismo fenómeno en Europa.
Si atendemos al Índice de Vejez (o relación entre la población de
sesenta y cinco años y más y la menor de quince), ha crecido a partir de la
década de los ochenta del pasado siglo, precisamente a causa de la combinación
y reforzamiento de estas dos tendencias poblacionales opuestas: el aumento del
número de mayores y la disminución del número de jóvenes. Esto
significará una menor presión sobre el mercado de trabajo de los jóvenes, lo que
puede suponer una ventaja al disminuir las cifras de paro, pero terminará
erigiéndose en un inconveniente, al tener que soportar la población activa un
mayor índice de dependencia senil.
FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ
En la actualidad viven en España alrededor de 1,6 millones de personas
mayores de ochenta años. Incluso hemos empezado a familiarizarnos con la
existencia de centenarios, donde claramente dominan las mujeres.
Precisamente, otro componente del proceso de envejecimiento demográfico
es la feminización de la vejez, dado el volumen superior de las mismas sobre los
hombres principalmente en las edades más avanzadas. Como señala Gerardo
Hernández7, la considerable supremacía cuantitativa de las mujeres sobre los
hombres en el peso demográfico es nota característica común en todos los
datos estadísticos referidos a las edades más avanzadas. Ya en el Censo de
Población de 1991, se presentaba un panorama en que las mujeres de más de
ochenta años doblaban en número a los varones de esa misma edad.
Una de las consecuencias de tener una vida más larga, es que la
viudedad es mucho más probable en las mujeres. De hecho, según el Censo de
2001,
23
7. Hernández Rodríguez, G. (2001): “Familia y ancianos”, en Revista de Edu c a c i ó n ,
nº 325, pág. 31.
24
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO
FACTORES DE LONGEVIDAD
En la actualidad, percibimos que se vive más tiempo desde el umbral de
los sesenta y cinco años, y el alargamiento de la vida se acompaña de una
mejora del estado de salud en todas las edades. El declive de la autonomía
personal y, finalmente, la muerte, acaban por llegar, pero cada vez más tarde.
Dadas estas circunstancias, el proceso de envejecimiento en España aparecerá
más tarde pero con mayor intensidad que en otros países. Ya en un
informe8 de la Comisión Europea se hablaba del aumento de la esperanza de vida
entre
25
nueva perspectiva del envejecimiento”, en Revista de Fo m e n to So c i a l , nº 58, pág. 110.
26
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA
los ciudadanos europeos, que supuso en el plazo que media entre 1960 y
1995, un aumento de ocho años para los varones y de siete años para las
mujeres. Pues bien, este informe hacía una observación acerca del aumento
de la esperanza de vida, que unido al descenso de la fecundidad por debajo
del nivel de sustitución, haría que el envejecimiento demográfico constituyera un
fenómeno no sólo evidente, sino también inquietante en el nuevo siglo.
EL FACTOR MIGRATORIO
La población que reside en España ha crecido en gran medida gracias a la
llegada de población extranjera. Así, se ha multiplicado casi por cinco, al
pasar de 353.000 residentes extranjeros en el año 1991, a los 1.572.000 del año
2001.
Esta circunstancia, ha llevado a pensar que la aportación de adultos
jóvenes inmigrantes, podría conseguir:
1) Aumentar la población en edad activa, pues sus efectivos más
numerosos se concentran en el periodo de mayor fertilidad (25-34 años); lo
que induce un rejuvenecimiento adicional, tanto por el aumento de la
natalidad, como por los reagrupamientos familiares.
2) Corregir la insuficiente capacidad de reemplazo, y ensanchar la base
de la pirámide con la incorporación de la fecundidad de las inmigrantes, en
principio más alta que la de las mujeres españolas, y de los hijos pequeños ya
habidos.
3) Y por último, mejorar la tasa de dependencia
Pero con la inmigración, no es posible predeterminar la intensidad de los
flujos, ni la tipología de los inmigrantes, especialmente cuando lo que se
precisa son flujos sostenidos durante largos periodos de tiempo. La solución
demográfica en este caso, exigiría tener capacidad de incorporar los flujos de
inmigrantes precisos con unos perfiles determinados, como si se pudiesen
obtener a voluntad de un enorme almacén de inmigrantes, siempre con
exceso de stock.
LA ESPERANZA DE VIDA
La menor mortalidad infantil se combina con la menor mortalidad en
general de la población, para definir el aumento de la esperanza de vida, la
cual nos indica que, si bien a principios del siglo XX tan sólo un 26% de los
nacidos llegaba a viejo, hoy lo consigue el 85% del total de la población.
Si bien la esperanza de vida de las mujeres siempre ha superado a la
de los varones, esta diferencia se ha ido incrementando como consecuencia de su
menor mortalidad. Según Eurostat, las españolas se mantienen como las
ciudadanas comunitarias con mayor esperanza de vida e incluso aumentan las
distancias. Así, en 2003 ascendió a 75,85 años para los hombres (sólo
superada por Italia, Holanda y Suecia) y 83,23 años para las mujeres (la más alta
de toda Europa). La esperanza de vida media para las mujeres de la UE es de
81,6 años,
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO
un lustro más que para los hombres (75,5 años), por ello es preciso tomar en
consideración los problemas de la longevidad y la dependencia desde el
punto de vista del género, dado el volumen y características de los mismos.
No obstante, las proyecciones de la esperanza de vida al nacer señalan un
acortamiento en las diferencias entre hombres y mujeres, posiblemente a
causa de un cambio en los hábitos saludables de la mujer.
La prolongación de la esperanza de vida del cada vez más numeroso
grupo de población de más de sesenta y cinco años, se manifiesta de forma
más espectacular en la proporción creciente de población mayor de ochenta
años, que según las previsiones del INE se duplicará entre el año 2001 y el
2010, pasando de suponer 1,1 millones a 2,2 millones de personas. En el año
2020 superará los 2,4 millones de personas para alcanzar los 3,1 millones de
efectivos en el horizonte del 2040.
Así pues, el aumento de la esperanza de vida constituye uno de los
mayores logros de la existencia humana, y esto ha permitido prolongar los
efectivos de los grupos de personas de edad avanzada, aumentando de ese
modo el conjunto de personas mayores de sesenta y cinco años. Aunque no
por esto podemos relacionar longevidad con envejecimiento de la población,
pues también hay que apuntar otro fenómeno como es el descenso de la
natalidad y la mortalidad, fenómenos que en sí mismos caracterizan el
proceso de transición demográfica.
LA MORTALIDAD
El descenso de la mortalidad y, por tanto, la creciente concentración de
decesos en las edades más avanzadas, así como el descenso de la mortalidad
infantil, son indicadores destacados del aumento de la esperanza de vida. La
disminución de las tasas de mortalidad ha sido una constante desde
principios del siglo XX, y si bien en las dos últimas décadas ha existido un
repunte en la mortalidad, más debida a la conclusión vital de grandes
cohortes de personas con edades avanzadas, España sigue siendo uno de los
países de la Unión Europea con menores tasas de mortalidad, sólo superada
por Irlanda, Luxemburgo y Países Bajos. Las poblaciones de los países
desarrollados mueren más viejas (progresivo aumento de la edad media de
fallecimiento) y además mueren más envejecidas (progresiva disminución de la
varianza en la distribución de los decesos por edad).
No obstante esta perspectiva exitosa en el proceso de transición
demográfica, se ha producido la denominada muerte social, que no acaece
con la muerte biológica como tradicionalmente venía sucediendo, sino con
anterioridad a la misma. Esta muerte social9 anticipada a la muerte física está
relacionada con el desplazamiento de la mayoría de las muertes hasta edades
TASAS DE FECUNDIDAD
En el descenso de la natalidad, que depende del número de hijos que
tienen las mujeres, y de cuántas mujeres hay en edad de tener hijos, influyen
varios factores. En primer lugar, el descenso de la mortalidad infantil
conlleva que no sea necesario mantener un alto nivel de fecundidad. Los
procesos modernos de industrialización (trabajo femenino y autonomía de
las mujeres), y urbanización (viviendas de pequeñas dimensiones que favorecen
grupos familiares reducidos), así como los cambios sociales y de valores
(mayor capital cultural y educativo de las mujeres, uso de métodos anticonceptivos,
emancipación tardía de los jóvenes, individualismo), también han
contribuido en distinta medida a la reducción de la natalidad.
La tasa de fecundidad en España (mide el número medio de hijos por
mujer en el año de referencia), ha mostrado por cuarto año consecutivo un
ligero repunte de la natalidad, más imputable a la aportación de las mujeres
inmigrantes que a las propias españolas. Durante 2002 se registraron en
España 416.518 nacimientos, 12.659 más que en 2001; por su parte, las madres
extranjeras registraron 43.469 nacimientos en 2002, un 31,4% más que el año
anterior en que fueron 33.076. También, la oficina estadística comunitaria
Eurostat, señalaba que los datos referidos a 2002 muestran a las españolas
como las ciudadanas europeas con el menor índice de fecundidad; inferior
a la media europea situada en 1,47 hijos por mujer en edad fértil. Además, las
inmigrantes, que llegan con hábitos sociales y culturales muy arraigados y
diferentes, terminan adaptándolos paulatinamente a los del país de acogida
reduciendo su tasa de fecundidad. Si hoy nacen tantos hijos de madre
extranjera es, sobre todo, porque llegan en plena edad fértil.
EL TAMAÑO FAMILIAR
En España se acusa una tendencia a vivir de forma autónoma. Sin
embargo, la familia resulta un elemento de relación importante con el que se
establecen interacciones diarias, especialmente si hay proximidad residencial.
Precisamente la autonomía residencial es la forma de convivencia
mayoritaria de los mayores, aunque la proporción de los que viven solos es
todavía relati- vamente baja. Los mayores permanecen en su propia vivienda,
solos o en compañía, generalmente con la pareja, aunque también es
relativamente común la convivencia con los hijos, salvo en la franja de edad de 70-
79 años.
Género y edad parecen ir indisolublemente unidos en la explicación
de las formas de convivencia de los mayores10. Por una parte, la vida en
solitario o solamente en compañía de hijos, son asuntos fundamentalmente de
mujeres; mientras que vivir con la pareja es un asunto eminentemente masculino.
En los últimos treinta años se ha pasado de una media de casi cuatro
miembros por hogar, a estar claramente por debajo de tres. Entre las causas
están el aumento del número de personas que viven solas, y la
disminución del número de hogares con cinco y más miembros,
consecuencia, sobre todo, del descenso de la natalidad. Esa disminución del
tamaño medio de los
10. CIS-IMSERSO: “La soledad de las personas mayores”. Estudio 2.279, Febrero 1998.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA
LA ESTRUCTURA DE HOGARES
Otra cuestión que se observa en la evolución del tamaño y la estructura
de los hogares en España, es que a la vez que se reduce el número medio de
personas en cada hogar (menos de tres), aumenta el peso de los hogares
formados por parejas sin hijos, el de los monoparentales y el de los uniper-
sonales.
Según el Censo de 2001 publicado por el INE, en España hay ya casi tres
millones de hogares unipersonales (el 20,7% del total), de los cuáles el
26,4% está ocupado por personas de entre sesenta y cinco y setenta y
cuatro años; el 15,6% son personas de entre setenta y cinco y setenta y nueve
años y, finalmente, el 11% son personas de entre ochenta y ochenta y cuatro
años. Es decir, las personas cuyas edades oscilan entre los sesenta y cinco y
los ochenta y cinco años son el 53% del total de hogares unipersonales.
Y, en contra de lo que pudiera pensarse, este fenómeno de los hogares
unipersonales no es precisamente urbano, puesto que su número relativo
aumenta en los municipios más pequeños, que, por otra parte, son los más
envejecidos. De modo que mientras en los municipios que superan los cien
mil habitantes sólo hay un 12,5% de hogares unipersonales, en los municipios
que no alcanzan los dos mil habitantes el porcentaje aumenta de manera
considerable hasta un 19,2% de hogares con una sola persona.
Uno de los mayores problemas del aumento de los denominados hogares
unipersonales u hogares de un solo miembro, es que las personas que viven
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO
solas, sobre todo cuando son ancianas, sufren de múltiples limitaciones para
realizar hasta las tareas más simples de la vida cotidiana, como
vestirse, asearse, preparar la comida, etc., lo que les lleva a necesitar ayuda
de tipo asistencial.
Por todo ello, la estrategia para hacer frente a este reto sociosanitario sería
potenciar todos los servicios asistenciales que mantuvieran a los ancianos
en su entorno habitual. En los países nórdicos gran parte de esta
responsabilidad es asumida por el Estado, mientras que en la cultura española
sigue siendo un deber moral de la familia. Sin embargo, los cambios en la
estructura familiar están cuestionando la sostenibilidad futura de este modelo.
No obstante, la creciente independencia de las mujeres mayores y el
papel fundamental en la gestión de sus propios hogares, incluso con unos
recursos mínimos (ya sea en pareja o viviendo solas), ha permitido que
muchas de estas mujeres continúen ejerciendo funciones familiares inesti-
mables, constituyéndose en el auténtico eje de la red de apoyo familiar. Como
llama la atención Julio Pérez Díaz (2002), no se ha valorado
suficientemente su papel en la masiva incorporación de las hijas jóvenes al
mercado de trabajo, pero es evidente que muchas mujeres trabajadoras
cuentan con sus madres para hacer ciertas compras, para “arreglar papeles”,
para cuidar de los hijos muy pequeños, o para traerlos y llevarlos del
colegio cuando ya han crecido un poco. Son las mujeres mayores de hoy día
quienes contribuyeron a hacer posible para sus hijos la dedicación exclusiva y
prolongada a los estudios, dedicación que ha permitido a las jóvenes
actuales igualar y superar el nivel de instrucción de los hombres de su
misma edad.
Más que estereotipos de mayores solitarios, los datos demuestran la
preferencia por permanecer en su propio domicilio cuando las condiciones
económicas y de salud son favorables. Lo más habitual en estos casos es que
ellos ayuden a los otros miembros de la familia.
LA DEPENDENCIA
Pese a que la calidad de vida depende de las condiciones socioeco-
nómicas de la población, se ha constatado que el principal factor de
desigualdad en la percepción subjetiva de la propia salud es el nivel
educativo. Al respecto señalan García y Benito11 que recientes estudios
transculturales acerca del autoconcepto de las personas mayores sugieren que una
dimensión significativa de una madurez plena es encontrar nuevas y diversas
vías para seguir teniendo una vida plena de sentido. O sea, que las
habilidades adquiridas por los mayores para encontrar un sentido a la vida
contribuyen positivamente a la experiencia de envejecer. Dichos estudios
(Katzco et alt., 1998 y Bazo, 1996), sugieren también que existe una
correlación importante
entre bienestar y buena situación de salud, así como entre los estilos de vida
desarrollados en las etapas anteriores de la vida y los efectos de los
cuidados de salud en la calidad del envejecimiento. En este sentido, el bienestar
de los mayores en la actualidad se encuentra en riesgo, pues existen
indicadores que los presentan con un estilo de vida poco saludable.
También, el acondicionamiento o adaptación del entorno doméstico es,
igualmente, un reto importante para preservar la salud y aumentar la
calidad de vida de las personas mayores sin necesidad de abandonar el
vecindario de su elección. El aislamiento social y la soledad tienen, como se
ha demostrado, un impacto importante tanto en las expectativas de vida como
en el manteni- miento de un buen funcionamiento y de salud de las
personas mayores. De este modo, las condiciones socioeconómicas, el
nivel educativo, las habilidades y estilos de vida, así como la adaptación al
entorno doméstico y familiar en situaciones de soledad, son algunos de los
condicionantes que definen el estado de salud de los mayores y su calidad de vida.
La evolución demográfica ha obligado a los poderes públicos, pero
también a la sociedad en su conjunto, a reconsiderar el funcionamiento de los
sectores más costosos de la sociedad española, como la educación, la
sanidad y las pensiones. Respecto a los gastos sanitarios conviene separar los gastos
directamente ligados a la salud, de los que dependen más estrictamente del
cuidado de los ancianos. En este sentido, es más importante ofrecer
alternativas gerontológicas respecto a la atención de las personas mayores e
incidir en la prevención, además del enfoque puramente curativo.
Para ello, los servicios sanitarios deberían transformarse en las próximas
décadas ofreciendo otros que se centren en los cuidados y la atención de los
mayores, siendo necesario que se atiendan los nuevos requerimientos de las
personas de edad avanzada, orientando la formación de los profesionales a
este cambio, y promoviendo hábitos de vida saludables. También una mayor
participación del Estado en la oferta de infraestructuras de acogida (centros o
viviendas colectivas) y de servicios de atención y de ayuda médica y
doméstica a domicilio; un Estado que no podrá delegar en la familia con la
misma facilidad que en el pasado, o en la actualidad, la función asistencial a
los ancianos. En este sentido, la sustitución de mujeres cuidadoras informales
que no reciben ninguna remuneración por sus diversas actividades, por
profesionales a los que sí hay que pagar un sueldo, supondrá con toda
seguridad un aumento de los gastos de salud que responde más a un
traspaso de responsabilidades, desde la esfera de lo privado hacia lo público, que a
una consecuencia directa del envejecimiento demográfico.
También resulta prudente distinguir entre los conceptos de atención a la
dependencia y atención sociosanitaria. Si la dependencia no es una cuestión
privativa de los mayores, tampoco la atención sociosanitaria lo es de la
dependencia. La atención sociosanitaria debe ser una pieza más en el
complejo entramado de prestaciones que ha de integrar un completo
sistema de cobertura a la dependencia, el cual debe comprender, además de
recursos cuasi hospitalarios, prestaciones económicas y técnicas, así como
medidas
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO
12. Moya, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del envejeci-
miento”, en RFS, pág. 112.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA
13. Una buena descripción sobre los modelos existentes del seguro de dependencia
y su financiación, tanto en Europa como en EEUU y Japón, se ofrece en el artículo de Javier
Moya (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del envejecimiento”, en
RFS, pp. 114-122.
14. Moya, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del envejeci-
miento”, en RFS, pág. 133.
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO
15. Fernández-Mayoral, G., et alt. (2003): “Envejecimiento y salud. Diez años de investi-
gación en el CSIC”, en Revista Multidis c ipli n a r de Gero n to log í a nº 13 (1), pág.
44.
16. García, A., y Benito, J. (2002): “Nuevas perspectivas en el trabajo
socioeducativo con personas mayores”, en Edu c a c i ó n So c i a l , nº 22, pág. 65.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA
23. Moya Huertos, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del
envejecimiento”, en Revista de Fo m e n to So c i a l , nº 58, pág. 133.
24. Gil Calvo, E.: “El maltrato de la vejez”, en El País, 19 de septiembre de 2003, pág.
19.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA
naturales de los demás usuarios, que son los menores, las mujeres y los
inmigrantes. Y aquí se da la paradoja de que son estas dos últimas
categorías las que hoy están supliendo por defecto la carencia de servicios
sociales, pues asumen la atención domiciliaria que los mayores reciben de las
mujeres de su familia -en detrimento de su trabajo profesional- o de asistentas
inmigrantes a sueldo.
Como acertadamente señala Gil Calvo, los cuidadores informales de la
vejez son los propios familiares (principalmente mujeres en un grado
próximo de consanguinidad) y un creciente número de mujeres inmigrantes que
han encontrado en la atención y los cuidados personales el medio de
integración laboral en nuestro país, por abandono de las instituciones
públicas, en especial la red de servicios sociales que encuentra en los
cuidadores informales una mano de obra sustitutiva a sus propias carencias.
Sin embargo, este tipo de soluciones informales está disminuyendo
progresivamente por la creciente complejidad de la atención a los mayores y
la tendencia al aumento de la participación de la mujer en el mercado del
trabajo. En los últimos años han surgido nuevas opciones: desde los
inmigrantes que acompañan a los mayores, los servicios de ayuda domiciliaria,
hasta los servicios de asistencia telefónica o los centros de día, que facilitan la
estancia del anciano durante la jornada laboral atendidos por profesionales,
pero que permiten el regreso con la familia por la tarde.
25. El apoyo informal proviene de la familia cercana (cónyuge e hijas) que realiza el
63,8% de los cuidados. Otros allegados (familiares, parientes, amistades, vecindad, etc.)
asumen el 8% de la carga de atención. A cargo de empleados/as de hogar está el 5,4% del
total de los cuidados. En cuanto a los servicios sociales, estos asumen el 3,8% de los
cuidados. (Colectivo IOE, 1995: 28)
26. Monserrat, J. (2003): “El coste de la dependencia”, en Revista Multidis c ipli n a r
de Gero n to log í a , nº 13 (3), pp. 197.
JOAQUÍN GIRÓ MIRANDA
Como indica Moya 27, los cuidadores informales en nuestro país son
merecedores del mayor de los reconocimientos sociales, y asumen una carga
pesada e ingrata que con demasiada frecuencia constituye una fuente de no
pocos conflictos personales y familiares. Una clara muestra de la importancia
social de este colectivo la constituye el hecho de que el 73% de la población
española dependiente es atendida por cuidadores informales. Baste este dato
para valorar no sólo la importancia de su labor, sino el hecho de que sobre
estas familias recae, de forma silenciosa, casi las tres cuartas partes del
coste de la atención a las personas dependientes de nuestro país.
Sin embargo, este tipo de soluciones informales está disminuyendo
progresivamente por la creciente complejidad de la atención a los mayores,
y la tendencia al aumento de la participación de la mujer en el mercado del
trabajo. En los últimos años han surgido nuevas opciones: desde los
inmigrantes que acompañan a los mayores, los servicios de ayuda domiciliaria,
hasta los servicios de asistencia telefónica o los centros de día que facilitan la
estancia del anciano durante la jornada laboral, atendidos por profesionales,
pero que permiten el regreso con la familia por la tarde.
Si la situación se mantiene sin cambios, se agudizará la división actual,
marcada por la atención pública a las personas con escasos ingresos mientras
que la clase media28 debe afrontarlos de su propio bolsillo (al no poder
acceder a los servicios públicos por superar los niveles de renta), así como
por las desigualdades originadas entre los niveles de prestación de las distintas
comunidades autónomas.
Aún estamos muy lejos de la media de la Unión Europea, donde los
servicios públicos ayudan a un 25% de la población de más de 65 años. La
escasa oferta de servicios sociales en este ámbito, y en otros, se suple con el
esfuerzo de las familias, o lo que es lo mismo, de las mujeres, que son
todavía, y de una forma mayoritaria las que se ocupan de los niños, de los
mayores y, en general, de las personas dependientes en el ámbito familiar.
Sin embargo, la perspectiva de una progresiva reducción del soporte
familiar para cuidar a los mayores (debido a la disminución del
tamaño de las familias, al incremento de la actividad femenina y a la separación de
los domicilios), y el importante porcentaje de pensiones bajas (procedentes de
biografías laborales con altibajos en sus cotizaciones), nos conduce a un
escenario donde es probable que surjan presiones para la ampliación de la
cobertura de los servicios sociales y para que se articulen medidas de
27. Moya Huertos, J. (2003): “El seguro de dependencia: una nueva perspectiva del
envejecimiento”, en Revista de Fo m e n to So c i a l , nº 58, pág. 128.
28. Este divorcio entre oferta y demanda de recursos está provocando el aumento
de la presencia del mercado privado en todo el ámbito de los servicios sociosanitarios lo que
provoca que familias de clase media tengan grandes dificultades económicas para acceder a
servicios privados y a la vez no reúnan las condiciones para beneficiarse de una plaza
pública. Codinach, T. (2003): “Dependencia y vejez. Consecuencias Socio-familiares”, en
Revista de Servi c i o s So c i a l e s y Políti c a So c i a l, nº 64, pág. 124.
EL ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
“El o c i o n o e s
s ó l o un c o m p o n e n t e de l a c a
lidad de v ida,
si n o l a e s e nc i a de e ll a”
(John Neulinger)
ciertos peligros sociales, y nos referimos con ello a hábitos y estilos de vida
negativos, y/o comportamientos destructivos, etc.
Por una parte la búsqueda de nuevos roles y la realización de
actividades, y por otra el apoyo en la familia y los amigos, así como en algún
tipo de organización, asociación o club, pueden propiciar, en estas personas, la
reconstrucción de su identidad y su toma de posición social en esta etapa
de su vida. Respecto de las actividades de ocio y altruistas en concreto,
María Teresa Bazo (2002) señala como éstas, en cuanto a actividades que
conllevan compromiso, comparten con la actividad laboral y profesional la cualidad
de estructuración del tiempo, y de proporcionar un sentimiento de utilidad
social. Una “reconquista”, recuperación, de los ritmos y del sentimiento de la
competencia social.
En resumen, el desarrollo de una adecuada adaptación e integración
social permitirá un adecuado ajuste personal y social al mayor, que le aporte
bienestar y calidad de vida en esta nueva etapa. No obstante, no podemos
dejar de considerar que la diferente actitud con la que los sujetos viven esta
época de su vida, cómo se adaptan, cómo se integran, va a depender de
factores biológicos culturales [edad, sexo, salud], de factores sociales y
culturales [género, nivel de estudios, situación económica, situación familiar,
relaciones sociales], y se va a ver afectada por el factor psicológico. Hemos
dado a entender a lo largo de este escrito que sería un error considerar a las
personas mayores como un grupo de comportamiento homogéneo.
Tendremos que observar, entre otras, las diferencias derivadas de la
pertenencia a distintos subgrupos de edad, las que tiene origen en el
género o las que existen por clase social, como entre cualquier otro colectivo o
grupo. Existen formas distintas de envejecer socialmente.
más reconocidos en este campo: John Neulinger (1974), quien considera como
ocio la actividad que es libremente elegida por la persona, y se lleva a
cabo sin tener otro propósito adicional distinto a la propia satisfacción que supone
realizarla. ¿Qué tiene de especial esta definición de ocio?. Su elección
responde a que se trata de una definición que contiene las dimensiones
fundamentales que delimitan el concepto: lib e rtad e n l a e l e cc i ó n -la
actividad es voluntariamente elegida-, m otiv a c i ó n i n trí n s e c a -la actividad
proporciona al individuo recompensas personales y subjetivas- y o ri e n ta c i ó
n fi n a list a - la actividad contiene en sí misma la finalidad de su
realización. Estas dimensiones rubrican el carácter subjetivo del ocio, y dan
idea de la importante influencia de los factores culturales en la clasificación
de una actividad como tal. A propósito de esto último, habremos de señalar otra
simplificación bastante común consistente en identificar la actividad en sí
[pasear, ver televisión, practicar deporte, jugar a las cartas, hacer teatro,
voluntariado...] como ocio. En el ocio se van a poner de manifiesto muchos
aspectos importantes del individuo, como la etapa de la vida, la edad, los
estilos de socialización y las preferencias en las actividades.
Hay una gran cantidad de actividades que pueden incluirse dentro de la
categoría de ocio. Incluso, ciertas habilidades y actividades, pueden contener
aspectos de las categorías de trabajo o sostén económico y de ocio a la vez.
Dentro de los intentos de clasificación de estas actividades, y con miras en
nuestro desarrollo argumental futuro, recogemos el de Richie (1975) que
agrupa las actividades consideradas como ocio en cuatro ejes, y las
clasifica en: actividades activas frente a actividades pasivas, actividades
individuales frente a actividades grupales, actividades simples frente a
actividades complejas, y actividades que son para pasar el rato frente a
actividades que requieren una mayor implicación.
Pero alrededor del ocio se han construido otras clasificaciones que
focalizan sobre el tipo de necesidades que satisfacen las actividades de ocio.
Para Kabanoff (1982) once son los grandes grupos de necesidades que
subyacen a las diferentes formas de ocio: autonomía -relacionada con la organi-
zación de proyectos y actividades significativas personalmente-, relajación
-descanso de cuerpo y/o mente-, actividades familiares -persiguen el
refuerzo de este tipo de vínculos-, huir de la rutina -evasión-, interacción
-compañía y nuevas amistades-, estimulación -nuevas experiencias-, uso de
habilidades, búsqueda de salud, estima -ganar el respeto y admiración de los
demás-, desafío o competencia -ponerse a prueba- y liderazgo o poder social.
En un sentido similar, Tinsley (1984), identificó, y agrupó en torno a ocho
grandes grupos, los tipos de necesidades satisfechas por distintas actividades de
ocio; necesidad de: “expresión del yo” -manifestarse a través del uso creativo de
sus capacidades-, compañerismo -relaciones de apoyo en las que sentirse
aceptado y valorado por los demás, con el consiguiente incremento de la
autoestima-, poder -percibir control sobre situaciones sociales, y ser objeto de
la atención de los otros-, compensación -experimentar algo novedoso o inusual,
de romper con la rutina diaria-, seguridad -comprometerse en una actividad
que le asegure la ausencia de cambios no deseados, y que garantice que
sus esfuerzos serán reconocidos y valorados-, servicio -ayudar a los demás-,
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA
Envejecimiento y ocio
La etapa de la vida resulta determinante en la concepción del ocio.
Pensemos a este respecto en los cambios personales o en las
modificaciones en las oportunidades posibilitadoras del ocio, a nivel
personal y social, que se van produciendo durante la vida. El segmento de las
personas mayores se constituye como un grupo diferenciado, con
características, intereses y demandas socioculturales propios, frente a un “tiempo
de ocio”, que al mismo tiempo ha de ser interpretado en términos
individuales, y en la relación con los demás miembros del grupo, lo que
implicaría la consideración de las esferas personal y comunitaria.
Otro de los aspectos individuales que se van a poner de manifiesto en el
ocio, son los estilos de socialización, que van a jugar un papel primordial al
respecto. Ya en su momento, aludíamos a la impronta, en la forma de
entender y vivir la vejez, de una socialización en un determinado modelo de
vejez, que por mor del paso de los años perderá vigencia contextual. La
implicación social que ello supone, que se refleja en la expresión y
canalización del ocio, va a resultar palpable, sobre todo, en la demarcación de
las oportunidades, desde la sociedad y en concreto desde sus coetáneos, y
en la autorestricción en la ejecución de las mismas. No habremos de olvidar
que las oportunidades para participar en actividades también de ocio,
reflejan expectativas normativas.
En su momento, nos hemos referido al ocio y las relaciones sociales como
causa fundamental del bienestar de los mayores, en un engranaje en el
que los mayores van a poder satisfacer sus necesidades de actividad a través de
las distintas experiencias de ocio, que al tiempo les van a proporcionar
canales de interacción social y de realización personal. La teoría nos informa de
los beneficios del ocio en los mayores, por su influencia en la salud y el bienestar
subjetivo, mediante su capacidad para facilitar conductas de afrontamiento en
respuesta a los sucesos y estresores vitales (Coleman e Iso-Ahola, 1993).
Por una parte, siendo las principales características del ocio la percepción de
libertad y la motivación interna, ello permite el desarrollo y mantenimiento
de s e n ti m i e n to s de c o n tr o l s o bre l a propia v ida ; y cuando las personas
sienten que disponen de capacidad para controlar lo que les ocurre en sus vidas,
suelen experimentar una mayor salud mental y física (Mannell y Kleiber,
1997). Al tiempo que la participación en actividades de ocio que, por su
propia naturaleza, tienen un importante componente de i n t e r a cc i ó n s o c i a l
, facilitan la percepción de apoyo a través del compañerismo y de la
amistad (McCormick y McGuire, 1996).
también tengan una visión más positiva del ocio. Los factores nivel de
estudios, profesión y nivel social y económico -estatus-, estarán estrechamente
imbricados en la percepción del ocio. Así, se espera, en general, de los
mayores con un mayor nivel de e stud i o s o formativo que valoren en mayor
medida el ocio, y muestren un mayor interés por sus actividades. En cuanto
a la pro f e si ó n y el e statu s social, observamos que a mayor nivel de
cualificación profesional y estatus social, se dará con frecuencia una
valoración más positiva del ocio; por contra, el segmento de población más
ligado a la producción material y cuyas experiencias de aprendizaje están
vinculadas casi exclusi- vamente al trabajo, mostrará una menor valoración de la
creatividad o de la utilización no productiva del tiempo. Por último, en
cuanto al luga r de r e si de nc i a , un hábitat urbano creemos favorece,
frente a uno rural, un modelo de vida donde la utilización no productiva del
tiempo es valorada más positi- vamente.
Con referencia a las oportunidades, las posibilidades de ejecución o
realización del ocio, estas se verán influidas por la presencia o ausencia de
recursos tanto personales, como instrumentales. En primer lugar, habremos de
detenernos en los factores de tipo biológico, y en concreto asociados a la
funcio n alidad o la competencia, que van a marcar una primera
disquisición en la posibilidad de participación en actividades de ocio. A lo
largo del proceso de envejecimiento, se producen variaciones en la autonomía
personal de los individuos. A este respecto, los estudiosos del tema estarían de
acuerdo en delimitar dos etapas diferenciadas: la primera, que abarcaría
aproximadamente hasta los setenta y cinco años, marcada por la independencia
funcional y caracterizada por el “envejecimiento activo”; y una segunda, a
partir de los setenta y cinco años, marcada por una mayor dependencia
funcional, es una etapa en la que las oportunidades de ocio se van a ver
cuando menos condicionadas o restringidas, si no imposibilitadas. De esta
manera, estamos aludiendo a la impronta de la edad y la salud real en las
posibilidades para el ocio.
Otros predictores de la participación con base en los recursos
personales de los mayores van a ser, por ejemplo, un buen estado de s a lud , y que
así sea percibido o valorado por la persona, lo que determinará tanto las
actividades que elige, como la medida -frecuencia, ritmo e intensidad- con
que las realiza. La salud real, va a ser determinante en la ejecución de
actividades específicas; a este respecto salud y autonomía serían cuasi
equivalentes. Otro predictor será el s exo , ya que se observa que los
hombres participan en mayor medida en actividades de ocio; y aunque se
dan toda una serie de actividades comunes a hombres y mujeres, los
estereotipos sociales sin embargo juegan un papel importante en la elección,
por tanto el sexo orientará el tipo de actividad, el lugar y los “otros” con los
que se llevará a cabo.
Respecto al e stado c i v il , ser soltero/a, separado/a o viudo/a, al igual
que no tener c a rgas f a m ili a r e s -hijos o personas dependientes-, favorece
una mayor ejecución de actividades de ocio. En cuanto a los e stud i o s , a la
formación, podemos suponer que éste será un factor predictivo sobre todo del
tipo de actividades elegidas. Igualmente creemos que el tipo de a c ti v
idad pro f e si o n a l desarrollada hasta el momento, y lo que de ella se derive
en la
INÉS ALCALDE MERINO y MILAGROS LASPEÑAS GARCÍA
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
INTRODUCCIÓN
De forma general, entendemos por vejez aquella etapa del ciclo vital que
comienza a partir de los 65 años, pero esta frontera no aporta un sentido
biológico claro, sino que más bien se trata de un criterio de organización más
amparado en cuestiones sociales (jubilación), a partir del cual asignar
funciones, roles, normas y expectativas. Bajo este criterio ciertas sociedades,
donde el modelo de valores dominante es un “modelo joven”, realizan
numerosas atribuciones incorrectas respecto de los mayores y permiten y
transmiten una representación mental de la vejez íntimamente ligada al
deterioro y la involución.
Hoy sabemos que esta concepción del proceso de envejecimiento es
errónea. No existe invariablemente un deterioro o pérdida de capacidades. Las
diferentes variables bio-psico-sociales que afectan al individuo desde que nace
hasta que muere, no sólo la edad, hacen que se produzcan cambios (no obliga-
toriamente ni con tanta frecuencia como se cree en sentido negativo) en las
diferentes capacidades. Mientras algunas de éstas pueden deteriorarse, otras se
mantendrán o incluso pueden enriquecerse algunas y adquirirse otras
nuevas, y en este sentido, podemos hablar tanto de capacidades vinculadas a
la sexualidad de la persona, como de capacidades cognitivas, emocionales, etc.
Sin embargo, el peso de los mitos y prejuicios que acompañan al
concepto de vejez aún es demasiado significativo y los propios mayores se
ven en “la obligación” de corresponder y asumir el rol asignado puesto que
también participan de estos estereotipos culturales. Cambiar esta construcción
social de la vejez se convierte en un objetivo primordial si deseamos
plantear la vida sexual y afectiva como fuente de satisfacción y bienestar,
puesto que si nuestros mayores continúan interiorizando el modelo social y sexual
propio
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS
quizá más fácilmente, basta con enfocar nuestra mirada hacia la realidad
social: el número de personas mayores aumenta significativamente. El
aumento de la esperanza de vida y el descenso de la natalidad (en el mundo
occidental) han conseguido una pirámide poblacional que estima para el año
2010, diecisiete millones y medio de personas mayores. Además, las actuales
condiciones de higiene, alimentación, vivienda, educación para la salud,
jubilaciones anticipadas, ...etc. han facilitado que la etapa del ciclo vital que
venimos denominando vejez constituya un periodo largo e importante de
nuestra vida (entre 15 y 20 años) superando cuantitativamente a otras etapas
como la adolescencia o la primera infancia. Pero no sólo conviene
ampararnos en aspectos relativos a la cantidad, sino que quizá sea más
edificante reflexionar sobre como la sociedad no ha sabido articular los
recursos necesarios y responder al mismo ritmo y así, aunque en los últimos
años parece haber existido un vuelco institucional hacia la realidad de los
mayores, las necesidades económicas por un lado y las sociales y afectivo-
sexuales por otro, están frecuentemente mal cubiertas.
Vega, Vega (1990) concede a la propia muestra de población mayor la
oportunidad de ordenar y asignar prioridad a sus principales problemas y los
resultados arrojan, entre otros, los siguientes datos:
• Problemas económicos (46,3%)
• Médicos (43%)
• Soledad (26,6%)
• Rechazo familiar (11,5%)
Así pues, los problemas de soledad y de las relaciones sociales ocupan un
lugar destacado y en otros estudios sobre necesidades individuales, el
afecto se colocó de forma específica en tercer lugar. Sabemos pues, ya desde
Maslow, que la necesidad de afecto no puede interpretarse como un artículo
de lujo en el ser humano, independientemente de su momento evolutivo. La
no satisfacción de las necesidades afectivas y de relación genera serias
secuelas en la salud integral de las personas, y esto ocurre en niños,
adolescentes, jóvenes, adultos y mayores. Sin embargo hay que prestar
especial interés al hecho de que, al menos en las sociedades industrializadas o
en el mal llamado pri m e r m und o , estas necesidades afectivas no suelen
estar cubiertas de la misma forma en unos y otros, y son las personas
mayores quienes suelen tenerlas frecuentemente peor satisfechas.
Analicemos muy superficialmente cuales son las necesidades interper-
sonales básicas o los diferentes tipos de apoyo social que necesitamos las
personas. Hansson y Carpenter (1995) destacan seis necesidades:
1. Apego
2. Integración social
3. Autoestima
4. Alianza fiable
5. Guía informativa
6. Oportunidad de dar apoyo
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS
2. Masters, W.H. y Johnson, V.E y Kolodny, R.C. (1992): Hu m a n Sexuality. New York:
Harper Collins Publishers.
3. Masters,W, y Johnson,V. (1966): Hu m a n Sexual Repo n s e . Londres: Churchill
Livingstone.
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS
4. Félix López Sánchez y Juan Carlos Olazábal 1998: “Sexualidad en la vejez”. Ediciones
Pirámide. Madrid.
SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ
99
8. Para la sociedad, la vejez parece una especie de secreto vergonzoso del cual es
indecente hablar. De Beauvoir, S. (1989): La v e j e z. Barcelona: Edhasa.
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SEXUALIDAD Y AFECTIVIDAD EN LA VEJEZ
tanto, que la sociedad sigue alimentando una actitud general oscurantista hacia
todo aquello que se asocie a sexualidad o afecto entre las personas
instaladas en la etapa de la vejez.
Seguramente los mayores nutrientes de esta actitud proceden de la ya
comentada visión que los propios protagonistas poseen de los aspectos
sexuales, pero indudablemente el personal directivo, el personal asistencial
y el resto de profesionales implicados tienen el poder y la responsabilidad de
aderezar esta construcción mental tan negativa. El contacto cotidiano con la
población que nos ocupa ofrece de forma natural muchas situaciones dónde
podemos optar por alimentar las falsas creencias, o bien, por el pequeño
grano de arena que contribuya a la reeducación en materia de sexualidad.
Por último, puede considerarse en este apartado el efecto que los roles de
género poseen en las actitudes y formas de vivenciar la sexualidad. La
adquisición del rol de género tiene lugar en los primeros años de vida y a
partir de ese momento el hecho de ser hombre o mujer tiene un peso
altamente significativo en la mayoría de los acontecimientos que decidimos,
en los hechos que nos acontecen y en la manera de resolverlos o no a lo
largo de la vida. La forma de vivenciar el cuerpo, las relaciones interpersonales, los
sentimientos y otros parámetros relacionados con el hecho de ser sexuado no
están exentos de esta vinculación con el género.
El país, la cultura, la educación, la generación, el status
socioeconómico, la religión, las condiciones políticas, el momento histórico,
son, entre otros, agentes indicadores de cómo experimentar la realidad de ser
hombre o mujer. Hoy, a principios del siglo XXI quizá podamos observar y
demostrar que el género para algunas generaciones no es tan significativamente
trascendente en ciertas dimensiones personales y sociales. O bien, entender
que la diferencia no tiene porqué implicar ventajas y desventajas para
diversos semblantes de la vida y poder asumirla como algo amable. Sin
embargo, las generaciones nacidas hace sesenta, setenta o más años recibieron,
por norma general, un estricto y discriminatorio guión a seguir en el transcurso
de su vida, a partir de nacer hombre o mujer.
Este guión implica directrices para casi todos los aspectos del individuo.
Los colores en la ropa, los juegos, el lenguaje a utilizar, los estudios, las
destrezas, la profesión, la expresión de sentimientos, las aspiraciones, y una
forma “correcta” de percibir los conceptos y el mundo aparecen en este tácito
acuerdo de instrucciones para la vida según el sexo biológico. Obviamente, un
amplio capítulo de este convenio está dedicado a las actitudes hacia la
sexualidad, a las preferencias y a las manifestaciones afectivas y sexuales,
convirtiéndose en la cuna de numerosos mitos y mensajes sociales que tanta
discriminación y daño han causado a hombres y mujeres.
Así por ejemplo, el hombre debe de manifestarse siempre dispuesto a la
relación sexual y coital, siendo el responsable de tomar la iniciativa y parecer
experimentado aunque no lo sea. Debe permanecer fiel a un modelo que le
atribuye vigor, fuerza y la responsabilidad del orgasmo propio y de la
pareja. Su imagen debe ser la de alguien racional, ambicioso, controlador y
protector
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1
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS
que sabe lo que hay que hacer en cada momento. Acorde con este retrato
robot la hombría se demuestra más adecuadamente si se tiene éxito social
o se persigue y si se mantienen relaciones sexuales con muchas mujeres y
éstas son atractivas y más jóvenes. El hombre puede practicar la masturbación
pero especialmente en la adolescencia y años más jóvenes. No debe expresar
jamás los sentimientos de miedo, inadaptación, rechazo o abandono aunque si
podrá manifestar rabia o agresividad.
En oposición, el hombre resultante de este planteamiento no deberá
ceder, jugar, dejarse llevar por los sentimientos, ser honesto con respecto a sus
necesidades sexuales, dejarse acariciar, mantener relaciones sexuales no
genitales, ser vulnerable, débil, receptivo, pasivo en las relaciones y no deberá,
entre otras múltiples indicaciones, responsabilizarse del control de
natalidad. En la pareja puede buscar lícitamente ser admirado, obedecido o incluso
el afianzamiento social.
A partir de aquí resulta sencillo imaginar el rol asignado al sexo femenino.
Entre otras cosas, la mujer debe mostrarse insegura y tímida en las relaciones
sexuales, sobre todo en las primeras ocasiones. Debe ser fuente de ternura,
placer, comprensión y cariño. Mostrarse solícita siempre que el varón lo desee
independientemente de su deseo. La masturbación, en su caso,
simplemente no existe y no debe manifestar experiencia ni deseo sexual
aunque lo haya. Puede hablar de sentimientos siempre que hagan referencia
al miedo, la lástima, la culpa…, pero no aquellos sentimientos que tengan
que ver con valores asociados al varón como la ambición, la cólera o el
resentimiento. Le está permitido llorar en público.
Es evidentemente que este rápido y superficial repaso a las características
asignadas a varones y mujeres de ciertas generaciones no puede asumirse y
generalizarse en todos los casos, además los hombres y mujeres de la
época no tiene porque cumplir estrictamente todas y cada una de las
particularidades aquí reflejadas y que sería necesario un riguroso estudio al
respecto si deseáramos extraer conclusiones significativas. La intención es
dejarnos invadir por un instante por el cúmulo de mensajes sociales que los
hombres y mujeres, hoy mayores, han ido recibiendo a lo largo de su
infancia, adoles- cencia y prácticamente todo su periodo adulto, de forma
que podamos entender algunas de sus reacciones y sus dificultades a la
hora de compartir sus expectativas, sus miedos o inquietudes en el terreno
sexual o emotivo.
De la misma forma que tienden a adaptarse otras actitudes debido al
reciclaje natural que el paso del tiempo aporta, cabe esperar que, en algunos
casos, la experiencia y sabiduría que dan los años consiga flexibilizar estos
roles de género tan estrictos. A éste respecto, Sinnott9 y Barer10 concluyen
que los roles sexuales tienden a flexibilizarse, especialmente en el varón,
aunque no hasta el punto de perder su función discriminatoria. Los cambios más
A MODO DE CONCLUSIÓN
Los estudios sobre sexualidad en la vejez son ejemplo de la variabilidad
interindividual, pero de ellos se desprenden ciertas conclusiones importantes
acordes a lo expuesto anteriormente como que la actividad sexual puede
mantenerse durante el periodo de la vejez y que ésta no tiene que ser más
insatisfactoria que en otros momentos evolutivos. Incluso, un número
importante de sujetos mejora su experiencia sexual en esta etapa de su
vida. Por todo ello, conviene insistir en la idea de que la edad por sí misma no
determina la calidad de las relaciones, sino que más bien son los factores
psicosociales los responsables de la insatisfacción en este campo si la hubiese.
Podemos incluso invertir la costumbre de focalizar nuestra atención en los
aspectos que pueden considerarse negativos y dirigir la mirada hacia distintas
circunstancias que pueden favorecer la calidad de las relaciones sexuales
en los mayores.
Así, por ejemplo, existe por parte del varón mayor un mejor control sobre
las fases de la respuesta sexual, con menor necesidad eyaculatoria por lo que
puede adaptarse más fácilmente al ritmo que la mujer desee, generalmente
más lento. Esta lentitud que los nuevos cambios fisiológicos procuran en
ambos sexos, permiten una mayor relajación y tranquilidad en las relaciones,
además de propiciar un interés mayor por descubrir nuevas zonas erógenas
fuentes de placeres no tan centrados en la genitalidad y el orgasmo.
Acerca de aspectos psicosociales positivos que aportan los años también
podemos hallar circunstancias propicias como la mayor disponibilidad de
tiempo, la ausencia de hijos pequeños alrededor de la pareja, la falta de
responsabilidad sobre las problemáticas de los mismos, la no preocupación
por la eficacia de los métodos anticonceptivos, la desaparición del miedo al
embarazo cuando no es deseado, la falta de responsabilidades laborales, más
posibilidades de viajar, la flexibilización de actitudes y miedos anteriormente
muy arraigados, que se traduce en una mayor aceptación del propio cuerpo
sin tener en cuenta los estrictos baremos sociales y en una sabiduría capaz de
identificar las verdaderas necesidades de uno mismo/a, en vez de optar por
necesitar aquello que la sociedad dicta.
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS
12. Sampedro, J.L. (1989): Mi cu e rpo soy yo. Afe c ti v idad y s exualidad.
106
Mª VICTORIA HERNANDO IBEAS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ma nu e l a Buad e s Ji m
é n e z Áfri c a
Rodríguez Bla nc o
Universidad de Granada
ELEMENTOS CORPORO-SONORO-MUSICAL
La interacción de diferentes elementos en la danzaterapia nos lleva a
diversas consideraciones de los elementos que conforman la danza:
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO
El Cuerpo:
- Alineación Corporal.
- Regulación Tónica y Ajuste Postural.
- Estiramientos.
- Conocimiento de las posibilidades del cuerpo (percepción cinestésica)
- Posibilidades motrices -locomotoras, no locomotoras-.
- Relajación y Respiración.
El Cuerpo en Movimiento:
- En el Espacio (próximo-distante, formas, planos, direcciones, niveles,
trayectorias, foco, formaciones).
- En el Tiempo (duración, pulsación, velocidad, pausa, frases).
- En Interacción (grupo, espacio, tiempo, temas).
- Con una Estructura Rítmica (acentuación, duración, sincronización,
apoyos).
- Con una Energía (fuerte, débil, espontánea, mantenida).
Características de las danzas:
- Expresiva, con enormes efectos de comunicación.
- Progresiva, parte de un estado del individuo y le permite un
crecimiento progresivo.
- Integrativa, restablece los patrones del movimiento y elimina gestos
inapropiados.
- Inclusiva, trabajan en grupos e individualmente.
La danza refleja estados emocionales internos. Los cambios de
conducta del movimiento pueden inducir a cambios en la psique, promoviendo
la salud física y emocional.
LA DANZATERAPIA
La Danzaterapia es una técnica corporal que interrelaciona arte y
ciencia, en este caso la danza y la psicología, para atender y prevenir
problemas de salud y educación.
La utilización del movimiento corporal, aunado a la música en la
búsqueda de un lenguaje no verbal, permite descubrir el mundo emocional
interno, conocimiento y mejoramiento de la imagen corporal, contribuyendo
mejorar las disfunciones físico-psíquicas en individuos y grupos sociales.
La danza nace en su forma más simple y de los movimientos naturales y
espontáneos del ser humano. Es la expresión del interior de las personas a
través de la danza-movimiento; permite emerger la creatividad por medio
de la expresión y la sensibilidad para promover la aceptación de uno mismo
y de los demás.
Danzaterapia e s e l u s o t e r a p é u ti c o del m o v i m i e n to y l a da n
za de n tr o de un pro c e s o q u e b u s c a l a i n teg r a c i ó n psi c o físi c a ;
trabaja sobre la imagen y el esquema corporal aproximando a las personas a
conocer su cuerpo y sus posibilidades.
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA
ESTUDIOS PREVIOS
Uno de los aspectos que puede servir para frenar el envejecimiento
para las personas mayores es la actividad física moderada ya que es muy
beneficiosa para la salud. La utilización de la danza no solo como manifes-
tación artística, ni espectáculo escénico, sino como una forma de vida y
medio de rehabilitación física y mental del individuo favoreciendo la integración y
cooperación dejando a un lado los sentimientos de soledad y aislamiento.
Es evidente que la inactividad física aumenta el riesgo de enfermedades y
disminuye la calidad de vida del mayor siendo un factor a combatir. Hablar de
Danza terapéutica en esta época, es hablar de una disciplina nueva y poco
abordada en nuestro país, aunque en países como los EEUU se trabaja desde
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO
PRECURSORES EN EUROPA
Francois Delsarte.- Relación entre cuerpo espíritu, gesto y pensamiento.
Sus estudios se basan en el cuerpo humano con relación a las emociones y
a la energía vital.
Rudolf Von Laban, su descubrimiento fue: “Sacar las emociones a
través del movimiento del cuerpo” Cada movimiento originario a partir de
un impulso interno o externo ha sido almacenado en la memoria
Irmgard Bartenieff. Uniendo los principios de Laban con la anatomía la
neurología desarrollo una serie de ejercicios correctivos para pacientes
enfermos de poliomielitis.
Isadora Ducan. “La danza no es sólo transmisión de una técnica sino
también de un impulso vital profundo. Soñaba con redescubrir el maravilloso
movimiento rítmico del cuerpo, el movimiento ideal que debería estar en
armonía con el movimiento físico más perfecto y rescatar un arte que ha
dormido por dos mil años.
PRECURSORES AMERICANOS
Francisca Boas: Trabajó con niños con disturbios promoviendo la
expresión de sus fantasías a través de técnicas del movimiento.
Marian Chance: Considerada la Gran Dama de la Danzaterapia. Trabajó
sobre todo con pacientes psiquiátricos. Influenciada por la teoría de Sullivan,
enfatizó la individualidad de los esquizofrénicos y su capacidad de interacción
genuina. Su mayor contribución fue: a través del movimiento, el uso del ritmo
como fuerza organizadora y clarificadora; el uso de la danza como un
proceso de cohesión grupal.
Trudy Schoop: Consideraba que “quienes somos está reflejado y
manifestado en nuestros cuerpos” Lo que sucede en la mente tiene una
reacción concomitante en el cuerpo y lo que sucede con el cuerpo tiene una
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO
PRECURSORES EN ARGENTINA
Patricia Stokoe: Influenciada por Martha Graham; escuela de Laban,
Feldrelkrais y Agnes de Milles: El ser humano es cuerpo, la actividad
psíquica se gesta dentro de ese cuerpo que somos. “Creo que lo que más me
ocupa y preocupa es propagar esta filosofía del ser humano como un ser
integral, en busca de sí mismo, insertado en su ecología, respetable como
individuo pero siempre considerado con relación a otros. También al adulto
reconectado con la alegría de la vida, del reír o llorar, de alcanzar la plenitud
en un mundo que es indiferente y hasta agresivo con él.
Maria Fux: La danza no tiene edad, pues el cuerpo responde siempre a
palabras movilizadoras buscando manifestar su esencia íntima. Influenciada
por Isadora Duncan desarrollo su trabajo con personas afectadas por sordera,
Síndrome de Down y otras afecciones neurológicas y de personalidad.
DESCRIPCIÓN DE LA EXPERIENCIA
Basándonos en todo lo anteriormente expuesto nos planteamos la
necesidad de llevar a cabo un estudio de campo desarrollado en la Ciudad
autónoma de Ceuta, en esta ciudad española situada en la orilla africana del
estrecho de Gibraltar se da una característica peculiar de población debido
precisamente a su condición de ciudad fronteriza y vía de paso de diferentes
culturas a lo largo de su amplia y dilatada historia.
En los países avanzados uno de los rasgos más característicos es el enveje-
cimiento de la población, el aumento de parte de población de mayor
edad en relación al envejecimiento poblacional se produce por la dilatación
de la vida, derivada de la mejora en las condiciones de vida, al progreso
en medicina, salud, higiene, nutrición, además de la escasa natalidad. El enveje-
cimiento de la población ha producido enormes cambios sociales en los
movimientos migratorios y en la economía.
En 1900 menos de un millón de españoles superaban los 65 años,
representando el 5,20% de la población; en 1950 sumaban dos millones lo que
significa el 7,23%; en 1970 los españoles alcanzaban 3.290.600 suponiendo el
9,67% de los españoles. En 1991, 5.370.300 un 13,82 % y, hoy en día, se
estima la cantidad de 6.800.000 un poco más del 17%
La población española junto con la de Italia encabezan el grupo de países
con menores tasas de natalidad. La falta de recursos y la incorporación de la
mujer al mercado laboral hacen prever una disminución de la población.
Según estudios en el año 2030 empezaran a jubilarse, con quince años
más de esperanza de vida.
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA
METODOLOGIAS UTILIZADAS
Joseph Pilates. El e q u ili bri o e n tr e l a m e n t e y e l cu e rpo .
Lo más importante es la alineación, la respiración correcta y el centro del
cuerpo mantenerlo controlado y fuerte para proteger la espalda. Los
centros de fuerza están localizados en el abdomen, lumbar y en los glúteos,
el resto del cuerpo se mueve con libertad. La repetición de los ejercicios
sencillos combinados con algunos aparatos especiales que añaden diferentes
grados de resistencia al esfuerzo muscular.
Pilates opinaba que los ejercicios más que repetir hay que hacerlos con
concentración y precisión. “ Tu m e n t e d iri ge t u cu e rpo, c o n sigu i e
n do q u e e l e j e r c i c i o sea m á s i n t e r e s a n t e y e fi c az”
Este método va dirigido a cualquier persona que quiera mejorar su
fuerza y flexibilidad sin añadir masa muscular o para prevenir cualquier tipo
de lesión a nivel muscular y de tejido blando. Los fisioterapeutas los
consideran muy eficaz para rehabilitación. Al no tener ninguna
contraindicación Todo el mundo e incluso niños, personas de tercera edad,
mujeres embarazadas. Sentados, bailando, de pie etc. trabajando con
aparatos de musculación... todas estas actividades dan lugar a que algunos
músculos se fortalezcan y otros no sean usados terminando atrofiados.
Trabajando el método Pilates de forma prolongada camina y se sienta más
recto, duerme mejor y desarrolla una musculatura más firme.
Moshe Feldenkrais. El m o v i m i e n to c o m o e nc a r n a c i ó n de l a i n t e nc i ó n .
Basa su método en la importancia que tiene la toma de conciencia por el
movimiento para el funcionamiento del cuerpo. Los movimientos se realizan a
diferentes velocidades, aprendiendo a diferenciar pautas de acción, rompiendo
patrones habituales de conducta y de movimiento.
Este método permite mejorar la motricidad, coordinación, orientación,
aclara la imagen corporal elimina dolor, tensiones, estrés y previne y recupera
lesiones. No tiene ninguna contraindicación.
RELAJACIÓN
Las técnicas de relajación son una serie de técnicas que permiten
educar el control de nuestra activación física y psíquica. De este modo se
consigue una percepción, conocimiento y control progresivo de los
elementos del cuerpo, y cuando se asocia a la respiración favorece el equilibrio
emocional y disponibilidad mental. Lo básico para realizar correctamente en un
ejercicio de relajación es saber respirar, porque no nos podremos relajar si
nuestra respiración no es la adecuada.
A través de la relajación encontramos el medio idóneo para combatir la
ansiedad, la angustia, la agitación, y el estrés. Es una práctica idónea para ir
soltando todas las tensiones del cuerpo y tranquilizando la mente. La
relajación no solo proporciona un reposo muscular y seda el sistema nervioso
sino que mejora el tono vital, regula las funciones vitales y proporciona
energías y equilibra la unidad psicosomática. La relajación permite descubrir y
explorar directa y vivencialmente el esquema corporal, detectar las tensiones,
serenar la mente y calmar emociones.
MANUELA BUADES JIMÉNEZ y ÁFRICA RODRÍGUEZ BLANCO
CONCLUSIONES
Se ha c o m pro bado:
Activa y mejora la circulación sanguínea.
Fortalece los pulmones.
Regula la tensión arterial.
Fortalece los músculos y los huesos.
Disminuye el riesgo de padecer osteoporosis.
Mejora la flexibilidad de todas las
articulaciones.
MÚSICA Y SALUD: LA DANZA CALIDAD DE VIDA
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
REVISTAS ESPECIALIZADAS
-American Journal of Dance Therapy: Revista especializada en Danzaterapia
-Revista Española de Musicoterapia Enero 1999, nº 1, Simposium
Internacional de Musicoterapia “X Congreso Mundial de Psiquiatria (Madrid)
Barcelona.
PÁGINAS WEB
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DISCOGRAFÍA
MÚSICA CLÁSICA
ALBINONI: Adagio . DECCA
ADAM: Giselle.
DECCA BIZET. Car m e
n . DECCA
DELIBES: Coppelia.DECCA
DELIBES. Sykvia. DECCA
GRIEG: Peer Gy n t DECCA
KETELBEY: En e l Ja rd í n de un Mo n a ste ri o ; En un Merc ado
Persa . DECCA MINKUS. La Bayadera. EMI
MINKUS. El Quijote
EMI MINKUS. Paquita
EMI
OFFENBACH: Los Cu e n to s de Hoff m a nn. DECCA
PACHEBEL: Ca n o n . DECCA
SHUBERT: Marc ha Milita r , Colección “Las melodías más bellas
del mundo”DECCA
TCHOIKOVSKY: La Bella Dur m i e n t e .
DECCA TCHOIKOVSKY: El Lago de l o s
Cisn e s. DECCA TCHOIKOVSKY: Casc a nu e
c e s. DECCA VARIOS: Da n zas Napolita n a s
DECCA
VARIOS: Músic a Am e ri c a n a DECCA
WAULDTEUFEL: Estudia n ti n a . Cole cc i ó n “Las melodías más
bellas del mundo DECCA
VARIOS
ABDESSADEK CHEKAR.-KTP 1604 A/b/c/d KPUTPUBIAPHONE
CLASICOS DIVERTIDOS Philips
JESU GALLASTEGUI. Pia n o Music f o r Ballet Class Sugal Records SR
– 9506 FRANCK POURCEL.-EGF 688 Mosaqu e Orie n ta l e EGF 688
EMY
LEROY ANDERSON. - Waltzin g Cat. DDD
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO
Fra nc is c o Ja v i e r Ir u z u bi e ta Barragá n
mientras sea posible, esta es la reacción ante el desarraigo que implica una
salida del hogar, generalmente irreversible, acompañada en algunos casos
de la pérdida del contacto familiar o, en cualquier caso, de una disminución
de éste tanto en frecuencia como en calidad.
Ante este panorama, no debe de extrañarnos este deseo de
permanencia en el hogar expresado anteriormente y que choca con los
limitados recursos de atención domiciliaria que podrían suplir las limitaciones
de las personas mayores en la satisfacción de sus necesidades básicas. Es preciso
fortalecer los servicios sanitarios orientados hacia las necesidades de las
personas mayores y mejorar su integración con otros niveles de atención
para asegurar la necesaria continuidad en la atención.
Los temas referentes a la edad avanzada y al envejecimiento
constituyen un enorme desafío para toda la sociedad y suscitan dudas morales
y éticas básicas sobre la postura social y la supervivencia de nuestra sociedad.
Los problemas de edad son básicamente sociales y no meramente personales e
individuales. Además no podemos olvidar que, más o menos, el 10% de la
población anciana vive en instituciones y que el otro 90% es autónoma e
independiente. Sin embargo los ancianos son una población de alto riesgo
en lo concerniente a problemas de salud. Un estudio del Departamento de
Sanidad y Consumo revela que la población mayor de 65 años padece como
media, entre dos y tres enfermedades diferentes. Precisamente, este mal estado
general de salud entre los ancianos hace que los viejos sean los mayores
consumidores de servicios sanitarios y sociales. La falta de una asistencia
adecuada al anciano en el nivel primario de salud, que posibilite un control
precoz y eficaz de sus enfermedades trae como consecuencia que en la
actualidad el anciano deba acudir con frecuencia a un centro hospitalario,
precisando el ingreso en numerosas ocasiones con los riesgos que ello
conlleva para el anciano el desarrollo de estados de inadaptación, inseguridad,
dependencia. Desde la atención primaria, los profesionales sanitarios y
sociales deben de jugar un importante papel para evitar estas situaciones, es
necesaria una toma de conciencia del abandono y marginación que con
frecuencia sufre el anciano y realizar un esfuerzo para comprender las
necesidades y problemas que presenta a fin de contribuir en lo posible a su
satisfacción.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
A pesar del evidente aumento que han experimentado durante las dos
últimas décadas los servicios de atención domiciliaria 8, los ancianos siguen
sufriendo las insuficiencias de un sistema incapaz de dar una respuesta
adecuada a las demandas de la población. Podemos apreciar una clara
incongruencia entre los mensajes que se transmiten a la población desde las
instituciones sobre las bondades del envejecer en casa, acompañado por los
seres queridos, y la realidad de un país como España que sigue a la cola
de la Unión Europea en cuanto a servicios de atención domiciliaria. Existe un
erróneo enfoque que generalmente caracteriza los servicios de atención
americanos, como Maine o Kentucky, que han desarrollado programas de atención global
a los ancianos y sus familias, tratando de evitar la institucionalización de los ancianos
apoyando el papel asistencial desarrollado por las redes sociales en general y más concre-
tamente amigos y familias, a través de: 1.- suministro de servicios integrados
específicos, para evitar la sobrecarga funcional de las redes. 2.- suministro de servicios
sustitutorios para aquellas necesidades que no pueden ser cubiertas y satisfechas por las redes
primarias. 3.- Transferencias monetarias. Donati, P. (1994): Ma nu a l de s o c i o log í a de l a s
a lud . Madrid: Díaz de Santos, pág. 230-231.
9. Un programa de ayuda a domicilio debe desplegarse entorno a dos funciones
básicas: 1.- Prestar apoyo psicosocial a la convivencia familiar. 2.- Proporcionar apoyo
doméstico, compañía y movilidad para las relaciones sociales de las personas sin autonomía
personal. MAZARRASA, L. y GERMÁN, C. (1996): “La vejez: demografía. Salud. Actitudes y
atención social”, en Salud p ú bli c a y e n f e r m e rí a c o m unita ri a , Madrid, Mc. Graw-
Hill, pág. 1422.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
GÉNERO Y ENVEJECIMIENTO
En el proceso del envejecimiento se establecen diferencias
ligadas al género. Estas características distintivas de las actitudes y
aptitudes vita- les desplegadas por los ancianos en función de su sexo
no dejan de ser el reflejo de una impronta social del proceso evolutivo
que ha determi- nado la vida del anciano. Tanto la salud como el
envejecimiento no son únicamente el resultado de un proceso biológico
si no que también son el resultado de consecuencias sociales y
culturales. Existen tres fac- tores claves en el envejecimiento, los
determinantes hereditarios, los aspectos socioeconómicos que han rodeado la
vida del anciano 12 y el
hombres en el mejor de los casos, cuando muchas veces lo que existe es una dependencia
económica del 100%. La mala salud percibida es mayor en las mujeres que en los
varones, en las personas mayores de 75 años se ha observado una asociación entre
trastornos mentales y la red social, de tal modo que los ancianos que no ven a los amigos
de forma regular presentan un mayor riesgo de trastornos mentales que si los ven. Existen
numerosos estudios que han relacionado el grado de apoyo social y emocional y la salud
mental del anciano. Borrell, C. et cols. (2004): “La influencia de la red social en la salud
mental de la población anciana”, en Ga c e ta Sa n ita ri a , 18 (2), pág. 90.
13. Los factores conductuales como el consumo de tabaco, el ejercicio físico, las
actividades diarias, el consumo de alcohol y el tipo de actividad laboral, son determinantes
importantes del envejecimiento saludable.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
15. Documento O.M.S. “Hombres, envejecimiento y salud” ( 2001): Unidad del enveje-
cimiento y el curso de la vida. Ginebra, pág.58.
16. La medicalización de nuestras vidas ha corrido pareja al desarrollo tecnológico de
nuestra sociedad. Las acciones sanitarias no son neutras y condición nuestra vida,
dejamos de tener, en ciertas ocasiones, las riendas de nuestro devenir, se toman decisiones
desde el ámbito de lo sanitario que afectan a nuestras vidas. El individuo puede llegar a
desarrollar una sensación de pasividad, que se percibe de forma notable en los ancianos.
Esta situación es de total incompatibilidad con el concepto de autocuidado, de
autoresponsabilización, que cada individuo pueda asumir, ante la vida y la enfermedad.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
21. La O.M.S. comentaba, en el lejano 1959, que “la salud del anciano como mejor se
mide es en términos de función”. En el 2001, la O.M.S. establece nuevas directrices para
medir la salud con respecto a la capacidad de las funciones mentales, funciones
sensoriales y del dolor, funciones de la voz y del habla, funciones de los sistemas
cardiovascular, hematológico, inmunológico y respiratorio, funciones de los sistemas
digestivo, metabólico y endocrino, funciones genitourinarias y reproductoras, funciones
neuromusculoesqueléticas
y relacionadas con el movimiento y funciones de la piel y estructuras relacionadas. Estas
ocho funciones son medidas en cuanto a limitaciones funcionales del cuerpo,
limitaciones de estructuras corporales, limitaciones de actividades y restricciones participativas y
factores medioambientales. Las mediciones tratan de establecer por un lado las realizaciones
del individuo y, por otro, las potencialidades. Esta doble valoración permitiría establecer las
capacidades funcionales y el margen de mejora que estas pudieran ofrecer al amparo de las
acciones socio.sanitarias que se pudieran impulsar. O.M.S. (2001): Cla sifi c a c i
ó n Inte r n a c i o n a l del Funcio n a m i e n to , de l a Dis c a p a c idad y de l a Salud .
Documento nº 48.
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
- Calzado y ropa:
- suelas antideslizantes.
- evitar tacones altos a menos que esté muy acostumbrada.
- no andar solo con calcetines.
- no usar zapatillas sueltas.
- cuidado con la ropa que dificulta el movimiento.
- Residentes solos en la comunidad:
- conexión de sistema de alarma.
- centros de día.
- organización de actividades comunitarias.
Higie n e s o c i a l
Otro de los aspectos que debemos considerar dentro de la higiene del
medio como elemento susceptible de ser abordado desde la educación
sanitaria es lo concerniente a lo social. Los ancianos tienen dificultades para
adaptarse a los cambios, cada vez más acelerados, de la sociedad. Tienen
disminuida la capacidad de adaptación y se convierten en personas
introvertidas y aisladas. La educación sanitaria tratará de facilitar la integración
social del anciano actuando sobre él y las personas que le rodean. Es evidente
que este tipo de situación de aislamiento que pueda sufrir el anciano debe
abordarse en todos los ámbitos de la sociedad, más allá del entorno
próximo del anciano. Es necesario inculcar los valores asociados con el
envejecimiento como un activo de gran valor social y para ello, será necesario
trabajar con los más jóvenes la idead de respeto y comprensión hacia los
mayores.
Los contenidos que podrían abordarse desde una iniciativa de educación
sanitaria acerca del entorno social del anciano son:
- Situación actual de los ancianos en cuanto a aspectos económico,
social y familiar. Tratando de resaltar las dificultades con las que viven y
las soluciones que se pueden aportar.
- Importancia del papel del anciano en nuestra sociedad y plusvalía que
puede aportar a esta.
- Trabajar las formas de integración social y familiar.
- Resaltar la importancia de mantener una actitud activa ante la vida,
participando en actividades de ocio, culturales, creativas...
- Informar de los recursos que existen en la sociedad y que son suscep-
tibles de completar aquellos aspectos que no pueda cubrir el entorno
del anciano. Cómo se puede acceder a ellos y cómo se deben utilizar
adecuadamente.
Higie n e i n d i v idual
La alimentación es un aspecto básico en cualquiera de las etapas
vitales del individuo, en el anciano no podría ser menos. Existen factores que
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
Hábitos tóxi c o s
Los hábitos tóxicos son elementos a tener en cuenta en la educación
sanitaria del anciano y muy especialmente el consumo de alcohol y tabaco
y, la muy extendida, automedicación. Transmitiremos al anciano:
- Las consecuencias de los excesos relacionados con el alcohol y el
tabaco en cuanto al empeoramiento de las patologías que pueda
tener el anciano o la aparición de otras nuevas.
- Importancia de una correcta medicación, consecuencias de la autome-
dicación y de la interrupción de tratamientos.
- Importancia de la familia en el adecuado cumplimiento de los
tratamientos.
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO
Higie n e físi c a
El ejercicio físico es un elemento a abordar en la educación sanitaria, el
anciano verá favorecida su capacidad respiratoria, activará su circulación,
favorecerá su higiene mental y mejorará su estado motor. En los contenidos se
abordará:
- La actividad física y su relación con la salud.
- Ejercicios recomendados.
- Lugares donde se puede practicar.
Higie n e m e n ta l
Por último, mencionaré la importancia de la higiene mental en el
marco de un programa de educación sanitaria. Como he mencionado con
anterioridad, los ancianos viven unos cambios vitales que pueden influir de
forma negativa en su salud mental. Las situaciones de viudedad, soledad,
pérdida de relaciones sociales, pérdidas de memoria, apatía, pérdida de la
autoestima, así como, los abordajes erróneos que la sociedad en general o la
familia en particular despliegan ante las necesidades del anciano
(paternalismo, rechazo, negación o inhibición ante las necesidades del
anciano), pueden plantear situaciones críticas en el ámbito de la higiene
mental. Por lo tanto, será necesario trabajar aspectos como:
- El mantenimiento y aumento de las relaciones socio-familiares.
- Realización de actividades que ayuden a mantener la capacidad física y
mental del anciano.
- Favorecer la motivación y la autoestima.
- Trabajar las actitudes del entorno del anciano.
Re c o m e n da c i o n e s
Por lo tanto, debemos reafirmar la idea inicial de la importancia y
utilidad de llevar a cabo acciones de promoción de la salud y prevención de
la enfermedad del anciano utilizando como herramienta básica la educación
sanitaria. Podemos y debemos desarrollar acciones de educación sanitaria
en el anciano y en la red social en la que éste se mueve, que le
permitan25 :
25. Quedan reflejados distintos aspectos planteados en los distintos niveles de higiene,
FRANCISCO JAVIER IRUZUBIETA BARRAGÁN
individual y del medio. No debemos olvidar que la clave del éxito de estas acciones
pasa por el abordaje global de los distintos aspectos reflejados en los dos niveles. GERMÁN, C. y
MAZARRASA, L. (1996): “Promoción de salud en mayores. Implicaciones para le enfermería
comunitaria”, en Salud p ú bli c a y e n f e r m e rí a c o m unita ri a . Madrid: Mc. Graw-Hill,
Tomo III, pág. 1436.
GÉNERO Y EDUCACIÓN SANITARIA EN EL ANCIANO
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
DEMENCIAS
La demencia se define como un síndrome adquirido y persistente de
deterioro de varias funciones mentales superiores producido por patología
orgánica en un paciente sin alteraciones del nivel de conciencia y que le
produce una incapacidad en la actividad social y laboral.
Los síntomas iniciales son muchas veces imperceptibles. Lo primero que se
aprecia son pequeños olvidos que se confunden con facilidad con
situaciones de cansancio, cuadros leves de depresión… Las personas que primero
se dan cuenta de la aparición de este síndrome son los familiares más cercanos y/o
los compañeros de trabajo. A medida que pasa el tiempo y el cuadro avanza
aparecen cuadros más característicos como la dificultad para acordarse de
nombres propios, citas, conversaciones… Con el tiempo empiezan los
cuadros de desorientación temporo-espacial y los cambios bruscos de humor,
también aparece de forma paulatina la desconexión con los acontecimientos
sociales y por último nos encontramos a una persona que no reconoce a su
familia y que es incapaz de vestirse, lavarse, etc. por si sola. Muchas veces
acaban encamados por un deterioro cognitivo y suelen fallecer por infecciones
intercu- rrentes. La causa más frecuente de demencia es la enfermedad de
Alzheimer.
ACCIDENTES CEREBROVASCULARES
Los accidentes cerebrovasculares (ACV) también se denominan ictus. Son
patologías, generalmente de instauración súbita, causadas por el déficit de
riego sanguíneo en una parte del sistema nervioso central. Suponen la tercera
causa de muerte en los países occidentales, detrás de las enfermedades cardio-
vasculares y del cáncer. Son la causa más frecuente de ingreso hospitalario de
causa neurológica. Constituyen la causa más frecuente de secuelas
neurológicas. Los ACV se dividen en dos grupos: los ACV isquémicos, que
suponen el 80% y ACV hemorrágicos (20%).
Co m pli c a c i o n e s de l o s a cc i de n t e s c a rd i o v a s cu l a r e s
En los pacientes de edad avanzada la gravedad del estado depende del
accidente cerebrovascular en sí mismo y también de las complicaciones
derivadas de él, sobretodo aquellas secundarias a la inmovilidad funcional.
Las complicaciones más frecuentes don las siguientes:
1. Cardiopulmonares: descompensación de la hipertensión, arritmias,
fallo cardiaco congestivo, infarto agudo de miocardio, embolia de
pulmón, atelectasias, neumonía por aspiración, enfermedad pulmonar
obstructiva crónica
JOSÉ MARÍA URRACA FERNÁNDEZ
HIPERTENSIÓN ARTERIAL
Los datos actuales muestran el incremento cuantitativo de este grupo de
población. Esto orienta sobre la enorme importancia que conlleva a todos los
niveles un buen conocimiento de la evaluación diagnóstica y del manejo
terapéutico de la hipertensión arterial. El riesgo de complicaciones no
disminuye con el envejecimiento. El desarrollo de la enfermedad
arterioesc1erótica contribuye al fallo renal en los sujetos de edad avanzada,
añadido en ocasiones a enfermedad vascu1ar periférica. El conocimiento de
estas patologías nos llevará a medir la presión arterial con cierta frecuencia. La
variabilidad de la presión arterial hace que determinemos sus cifras en
repetidas ocasiones separadas en el tiempo.
La hipertensión constituye el factor de riesgo más prevalente y con
personalidad propia en el anciano asociado con frecuencia a tabaquismo,
hipercolesterolemia y abuso de alcohol. Se estima que solo el 10% de los
mayores presentan hipertensión como único factores de riesgo
cardiovascular.
Constituye la primera causa de muerte y la segunda de deterioro
funcional. La forma esencial es la forma más frecuente de presentación y
uno de los principales factores de riesgo cardiovasculares de cardiopatía
isquémica, de accidente cerebrovascular e insuficiencia cardíaca.
El anciano hipertenso duplica la mortalidad global y llega a triplicar la
morbimortalidad cardiovascular con relación al normotenso. Esta forma
representa el 8% de los sujetos entre los 60 y 80 años y hasta un 25% en
mayores de 80 años. Se sabe que la HTA es el factor de riesgo más
importante en la demencia vascular. El riesgo de deterioro cognitivo es de
1.29 veces superior por cada incremento de 10 mm Hg en la PAD,
independientemente del resto de variables.
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO
ENFERMEDADES PULMONARES
El envejecimiento provoca una pérdida gradual de las propiedades y
de la función pulmonar. Los daños que aparecen en este órgano se deben a varios
factores, por un lado el paso de los años y por otro y no menos importante el
acumulo de agresiones debidas al tabaco, la polución, las infecciones, los
irritantes ambientales…
ENFERMEDADES DE ALTA PREVALENCIA EN EL ANCIANO
• Cáncer de pulmón
El cáncer de pulmón es una enfermedad frecuente en personas de edad
avanzada, aunque con mayor frecuencia están apareciendo en sujetos más
jóvenes. Este cuadro es más frecuente en hombres y el factor de riesgo
mayor es el tabaco, siendo además dosis dependiente, es decir, a mayor número de
cigarrillos/día fumados, mayor probabilidad de tener cáncer de pulmón.
Existen también otros factores de riesgo como la polución, determinados
trabajos con altos índices de compuestos químicos como el asbesto…
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
An a b e ll a Martín e z Pérez
133
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ
servirían para ilustrar estos puntos de vista), pero también, fruto de los
estudios comparativos de las ejecuciones de tareas entre ancianos y jóvenes
que se han ido realizando a lo largo del siglo XX en el campo de la
psicometría. Las capacidades intelectuales que se medían y comparaban en
estos estudios eran la memoria, la orientación espacial y el razonamiento
lógico y lingüístico, aquellas en que más se había desarrollado la
psicometría y que iban a producir los principales argumentos de separación
rígida de edades 5.
Sin embargo, respecto a algunas manifestaciones de la inteligencia,
adelantaremos algunas conclusiones, como planteamiento de contradicciones
entre los viejos axiomas y las nuevas investigaciones que pueden resumirse
en las siguientes6. En cuanto a la memoria, la memoria sensorial o inmediata,
que es donde se guarda durante unos segundos la información que nos propor-
cionan nuestros sentidos, permanece estable a lo largo de los años, es decir,
está prácticamente igual en jóvenes que en mayores. También la memoria a
largo plazo, que es el gran almacén donde se conservan los datos y hechos
sucedidos a lo largo de la vida, se mantiene en los individuos sanos y no se
encuentran cambios significativos en los dos grupos. Por el contrario, en la
memoria a corto plazo, que es donde se almacena el material que tendremos
que recordar durante un corto espacio de tiempo, es donde parecen existir
más diferencias entre jóvenes y ancianos, sobre todo en la manera en que se
guarda la información y en lo relacionado con la “memoria de trabajo” en la
que se requiere que la persona haga un esfuerzo para retener los datos
que se deben recordar.
Una primera conclusión, a retener cuando nos enfrentemos a la justifi-
cación empírica de la estimulación cognitiva, es que los problemas de
memoria se manifiestan cuando la información que debe recordarse exige
esfuerzo por parte de la persona.
Otra de las capacidades de la inteligencia estudiadas, la orientación
espacial, se iría perdiendo, según algunos autores, con la edad. Sin
embargo, no está claro el factor desencadenante, pues la desorientación
obliga al individuo a reducir el espacio que utiliza diariamente, lo que provocará
una disminución de las actividades y de las respuestas a los estímulos del
entorno, así como una mayor dependencia y falta de práctica, lo que influiría,
como en
10. Véase Sternberg, R.J., Lautrey, J. & Lubart, T. (2003): Models o f i n t e lli ge nc e .
Washington: American Psychological Association; Tulving, E., y Craik, F. I. M. (2000). The
Oxford Ha n d b ook o f Me m o r y . Oxford: Oxford University Press; Aguilar, M. et al. (2002):
“Estudio comparativo de los niveles de pensamiento en la memoria de niños y personas
mayores”, en Revista de psi c o log í a ge n e r a l y a pli c ada , 55, Nº. 4, p. 541-552.
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ
11. Habib, M. (1994): Bases del e stud i o n e u r o lóg i c o . Madrid: Editorial Masson.
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ
12. Baltes, P. y Baltes, M. (1990): Suc e ssf u l agi n g . Cambridge: Cambridge Press.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL
13. Véase Davidof, F. (1989): Introd ucc i ó n a l a psi c o log í a . México: Editorial McGraw
Hill.
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ
relacionados entre sí, por lo que sería mejor hablar de memorias más que de
memoria. Cada uno de estos sistemas se ocupa de procesar un tipo de
información diferente, mientras las áreas cerebrales que se activan en cada
caso también son distintas. Los investigadores hablan de cinco sistemas:
el siste m a de r e prese n ta c i ó n p e r c e ptual , la m e m o ri a pro c edi m
e n ta l , la m e m o ri a a c o rto plazo, la m e m o ri a s e m á n ti c a y la m e
m o ri a e pisódi c a .
1. El sistema de representación perceptual sirve para poder identificar los
objetos que se corresponden con palabras y símbolos. Nuestro cerebro crea
una imagen mental de todos los objetos concretos y abstractos que forman
parte de la realidad, gracias a la cual podemos hacer algo tan sencillo como
reconocer las caras de nuestros conocidos, identificar nuestro coche,
reconocer símbolos, etc. Aunque el reconocimiento de objetos no sólo
depende de esta memoria su participación en el inicio del proceso es impres-
cindible.
2. La memoria procedimental es la memoria de la acción. Nuestra
conducta y todas las operaciones que realizamos para llevarla a cabo
dependen de este sistema de memoria. Aquí se almacenan las secuencias de
movimientos que realizamos la mayor parte de las veces de forma
inconsciente y que nos permiten movernos en el medio ahorrándonos
operaciones mentales que empleamos en otros procesos. Nadar, andar en
bicicleta, coser o tocar un instrumento musical mientras pensamos,
conversamos, cantamos, serían ejemplos de las acciones que podemos realizar
gracias a este sistema.
3. La memoria semántica es el sistema que se encarga de adquirir,
retener y utilizar el conocimiento que tenemos sobre el mundo en su sentido
más amplio fijándolo a un código preestablecido, el lenguaje. Todo lo que
sabemos sobre el mundo, lo que llamamos conocimiento, constituye el
contenido de sistema, por ejemplo, saber que París es la capital de Francia,
que el agua moja, que en el sistema solar hay planetas, entre ellos el
nuestro, que la ballena es un mamífero y que se escribe con “b” y con “ll”,
etcétera. Todo esto es posible gracias a la memoria semántica.
4. La memoria a corto plazo es un sistema que permite mantener una
cantidad limitada de información en un corto espacio de tiempo mientras
realizamos otra actividad. Los investigadores distinguen dentro de este
sistema: la memoria primaria y la memoria operativa. La memoria primaria
se pondría en funcionamiento cuando la tarea a realizar requiere que la
persona mantenga pasivamente el material y que responda con dicho material
en la misma forma que le fue presentado; por ejemplo: recordar el número
de teléfono que vamos a marcar en ese corto espacio de tiempo, desde que lo
vemos escrito, o nos lo dicen, hasta que lo marcamos. La memoria
operativa se encargaría de tareas en las que hay que mantener una
determinada información al tiempo que reorganizamos o integramos
información nueva con otra ya aprendida. El cálculo mental sería una tarea de
memoria operativa; por ejemplo, averiguar mentalmente cuánto es 256 por 8.
5. La memoria episódica es la memoria que tenemos de los aconteci-
mientos que hemos vivido personalmente. Este sistema nos permite recuperar
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ
151
21. De Miguel Negredo, A. (2001-02): “Adaptación positiva en el proceso de
envejeci- miento”, en Taba n q u e : r e vista pedagógi c a , 16, pp. 49-82; Tournier, P.
(2003).
152
ESTIMULACIÓN COGNITIVA Y PREVENCIÓN DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL
CONCLUSIONES
La edad o el envejecimiento afecta al funcionamiento general de la inteli-
gencia, algunas habilidades disminuyen con el paso de los años, pero no es
sólo el envejecimiento biológico el que produce esta pérdida; existen otros
factores como los personales y sociales que también ayudan e influyen de
forma determinante en esta disminución. Las últimas investigaciones
demuestran que el declive de la inteligencia que se produce en personas
mayores, sin enfermedades mentales, puede ser compensado con entrena-
miento y práctica, utilizando estrategias y ayudas tanto externas como
internas, y que la mejora en las habilidades que obtenemos con la práctica se
mantiene durante un tiempo; su efecto es acumulativo. En cuanto a la
memoria, que es una de las habilidades intelectuales más importantes y
estudiadas, sólo determinados procesos y sistemas se vuelven menos eficaces
por razones biológicas. La vejez no afecta de modo general y uniforme a
todos los sistemas de memoria, lo que permite una actuación selectiva basada
en técnicas activas conductuales y cognitivas en aquellos que sabemos
responden a la estimu- lación. Así, está comprobado que la memoria de las
personas mayores mejora si se les da la posibilidad de utilizar estrategias sobre
la adquisición, almace- namiento y recuperación de la información, es decir, si
se siguen pautas de aprendizaje, entrenamiento y práctica de la memoria.
Las experiencias positivas de talleres de entrenamiento de la memoria,
generalizadas en los últimos años, están incentivando la investigación sobre
métodos de estimu- lación cognitiva cada día más eficaces. Tanto en el caso
de la inteligencia como en el de la memoria, hemos presentado un
esquema de actuación basado en nuestra propia experiencia, que puede servir
además para aportar nuevos conocimientos empíricos a través de la
activación de nuevas hipótesis de trabajo.
153
ANABELLA MARTÍNEZ PÉREZ
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Veró n i c a Acin a s Ju li á n
153
VERÓNICA ACINAS JULIÁN
Lo que NO es Lo que SÍ es
No se trata de curar todos los síntomas de la Se trata de prevenir y/o tratar algunos
enfermedad de Alzheimer. síntomas secundarios de la enfermedad de
Alzheimer como la ansiedad y la depresión.
Orie n ta c i ó n a l a Realidad
La Orientación a la Realidad constituye un método de tratamiento de la
confusión y las alteraciones de la orientación y la memoria a través de la
estimulación de los pacientes con el objetivo de que compensen o reaprendan
datos sobre sí mismos y sobre su entorno. De hecho, la Orientación a la
realidad no deja de ser una aproximación conductual de reentrenamiento
de la orientación. La OR es adecuada para personas afectadas de diferentes
tipos de demencia y de trastornos cognitivos. En las demencias leves una de
las características típicas es la desorientación temporal en la fecha, el mes,
incluso día de la semana, conservando la orientación en el año; en fases
moderadas y más graves de las demencias, la desorientación temporal es
completa.
También se observa desorientación espacial en el lugar en el que se
encuentran. Algunos aspectos de la desorientación en el tiempo y en el
espacio inmediato, se encuentran relacionados con la pérdida de la memoria
reciente. Otros aspectos de la orientación temporal y espacial son más
permanentes y más resistentes al deterioro en las fases leves de la demencia.
Respecto a la orientación persona, los aspectos que más se pierden en las fases
leves son aquellos referentes a su edad, siendo la fecha de nacimiento y el
nombre de sus familiares, la información más resistente al deterioro en las
primeras fases.
Desde un punto de vista cognitivo, la orientación a la realidad es una
forma de ayudar a superar los problemas de la memoria episódica a corto y
medio plazo y de facilitar y estimular los sistemas de acción (ejecutivos)
cerebrales. Al trabajar aspectos personales antiguos, de ayuda a superar
problemas de memoria episódica biográfica (a largo plazo). Lógicamente,
tienen que quedar capacidades residuales para poder aplicar adecuadamente
esta técnica.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER
Re m i n is c e nc i a
Constituye una forma de reactivar el pasado personal y de ayudar a
mantener la propia identidad. Utiliza la estimulación, la comunicación, la
socialización y el entretenimiento como técnicas.
Se pueden rememorar hechos generales y no necesariamente
relacionados con experiencias personales. No se estimula la evaluación de los
recuerdos ni tampoco trata de que éstos sean perfectos, sino que sean lo más
vivos posibles, en todas su amplitud, y vayan acompañados de las emociones
correspondientes. La aparición de las emociones tristes, incluso trágicos,
requiere la intervención del profesional.
VERÓNICA ACINAS JULIÁN
Ja rd i n ote r a pia
El cuidado integral de la persona implica también la ejecución de
actividades que la motiven, que se encuentren basadas en sus creencias y
en sus costumbres. El trabajo de la agricultura, cuidado de huertos y
jardines se ha encontrado muy ligado a la vida cotidiana de muchos de
nuestros mayores, y es con ellos con los que esta forma de intervención estaría
más indicada.
Objetiv o : potenciar la socialización, minimizar los trastornos de compor-
tamiento, fomentar los sentimientos de utilidad, favorecer la estimulación
sensorial así como el movimiento, la comunicación y la actividad recreativa.
El Hospital Sant Jaume (Manlleu, Barcelona), lleva a acabo el taller de
Jardinoterapia estableciendo dos ciclos diferentes en su desarrollo:
- Mantenimiento del jardín: Este primer ciclo se alargaría durante todo el
año, contaría con unas cinco o seis personas, en una fase moderada
de su enfermedad y las actividades a realizar serían las siguientes:
barrer, quitar hojas secas, limpiar complementos del jardín...
- Cuidado de las plantas: En este ciclo las actividades se encontrarían más
condicionadas estacionalmente. Contaría con unas dos o tres
personas, en una fase leve – moderada de su enfermedad y cuyas
actividades girarían en torno a: transplantar, podar, cavar y quitar malas
hierbas.
Actividades o cu p a c i o n a l e s
La realización de actividades significativas (ocupacionales) y de la vida
diaria constituye un método de rehabilitación y de readaptación. Se pretende
rehabilitar a través de la terapia ocupacional o de unas actividades que
conducen a un fin. Por otro lado, se realiza una readaptación a través de
nuevas formas de acción y de la adaptación del medio técnico.
Objetiv o : Facilitar que el paciente realice tareas y sea autónomo en
las actividades de la vida diaria, aumentando así su autoestima.
Para planificar un programa de actividades significativas deberán
evaluarse previamente las capacidades cognitivas funcionales del paciente.
ESTIMULACIÓN COGNITIVA CON ENFERMOS DE ALZHEIMER
Terapia de Valida c i ó n
Las Técnicas de Validación, desarrolladas por Naomi Feil en 1963,
representan una reacción a la práctica exagerada de la Orientación a la
Realidad. La validación constituye un conjunto de técnicas simples de comuni-
cación con personas enfermas de Alzheimer. Se basa en una actitud de
respeto y empatía con el enfermo y se fundamenta en una serie de principios que
presentamos simplificados:
- Cada persona es única y debe ser tratada como un individuo específico.
- Cada persona tiene valor propio con independencia del grado de
desorientación o demencia. Se debe aceptar al paciente sin prejuicios.
- Se ha de considerar que existe una razón tras las conductas de las
personas desorientadas y dementes. La conducta observada no es el
simple resultado de cambios anatómicos acontecidos en el cerebro,
sino la combinación de cambios físicos, sociales y personales que
tienen lugar a lo largo de la vida.
CONCLUSIÓN
Como se habrá podido comprobar, cada método tiende a hacer hincapié
en uno u otro aspecto de las alteraciones de los enfermos de Alzheimer o en
mejorías globales. Para evaluar el efecto de las técnicas de intervención
cognitiva es necesario definir previamente qué entendemos por
“efectividad” en este ámbito. En función de lo que esperemos y definamos como
efectividad podremos establecer métodos de control y de medida.
En general, toda intervención cognitiva, y en especial los programas de
estimulación, ejerce un efecto positivo en el nivel de atención y estimulación.
La Intervención Cognitiva debe ser un aspecto más dentro del concepto
de terapia integral y multidisciplinar que se debe aplicar a cada paciente,
ligada de forma inseparable a la terapia farmacológica y no se debe plantear
independientemente de los aspectos emocionales.
Dicha intervención, basándose en los principios de:
- Relentizar la progresión del deterioro cognitivo y restaurar las
habilidades cognitivas en desuso, partiendo de las funciones intelec-
tuales conservadas.
- Mejorar el estado funcional de la persona y su capacidad para actuar,
desarrollando las competencias que le permitan vivir de la forma más
autónoma posible.
- Promover la actividad, en general, y proporcionar las bases para una
interacción personal útil y amena para compartir experiencias y, en
definitiva, para mantener la dignidad de estos enfermos.
A su vez, pretende conseguir que el mejor estado general del paciente,
implique una menor carga para el familiar o cuidador, aspecto importante
dado que entre el 60 y el 70% de los cuidadores de enfermos de Alzheimer
presenta algún trastorno del estado del ánimo, como depresión, ansiedad o
insomnio.
VERÓNICA ACINAS JULIÁN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
GLOSARIO
Agnosia: Incapacidad para reconocer las cosas que nos rodean, por la vista, el
tacto, el oído, el olfato o el gusto.
Afasia: Incapacidad para poder hablar o comprender el lenguaje verbal,
consecuencia de una afectación cerebral.
Apraxia: Incapacidad para poder llevar a cabo movimientos aprendidos.
Siempre son consecuencia de una afectación cerebral.
Deterioro: Disminución de las capacidades cognitivas, mentales o intelectuales
respecto al nivel previo de la persona. En ausencia de un nivel previo, se
sitúa a la persona en un grupo normativo de iguales características como
edad, sexo y nivel de escolaridad y se compara con él.
Capacidades Cognitivas: Capacidades mentales, inteligencia.
Funciones Cognitivas: habilidades mentales en general, como lenguaje, cálculo,
reconocimiento, razonamiento, abstracción, etc.
Capacidades residuales: En relación con la plasticidad cerebral y con la
presencia de circuitos cerebrales funcionales presentes en procesos neurode-
generativos.
DISEÑO DE CENTROS Y SERVICIOS PARA MAYORES
REFLEXIONES INICIALES
De lo que no cabe duda es de que el fenómeno del envejecimiento y del sobre-
envejecimiento que viven las sociedades actuales exige la mejora y el incremento
de recursos que den respuesta a las demandas de atención, pero también a las
de calidad que el colectivo merece.
El paso previo al diseño y planificación de cualquier proyecto ha de
ser el conocimiento exhaustivo de las personas a quienes va dirigido. En el
caso de las personas mayores, el grupo se conforma como heterogéneo y
muy amplio. Entre las características del colectivo debemos destacar:
- Tercera y cuarta edad. No perdamos de vista que la esperanza de
vida en nuestro país supera los 83 años, y que la prevalencia de
nonage- narios cada vez es mayor. Por tanto, no podemos pensar que
el grupo de personas entre 65 y 74 años va a presentar las mismas
demandas que el grupo de 75 en adelante. La edad va a incidir sobre
variables tan importantes como la dependencia, el estado de salud, el estado
civil, los intereses, los gustos, etc.
- Distribución geográfica. Esta variable demográfica también marca de
manera fundamental al grupo. En general sabemos que las mayores
tasas de envejecimiento se dan en las zonas rurales y que, su distri-
bución en las ciudades también suele concentrarse en los cascos
antiguos. En el primero de los casos, la dispersión del colectivo va a
dificultar su atención. En el caso de las ciudades, la ubicación de las
viviendas en las zonas viejas va a conllevar problemas como la falta de
accesibilidad y la no adecuación de las mismas.
- Acceso a recursos. Entre los cambios que se asocian al proceso del
envejecimiento nos encontramos con uno social que afecta de manera
decisiva al grupo de mayores: la jubilación, que conlleva reducciones
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN
que las propias creencias van a tener sobre nuestro propio envejecimiento y
sobre cómo observamos y atendemos el de los demás:
“Cuando 1 yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba
de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante
que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la
función la enorme bestia hacia gala de un peso, un tamaño y una fuerza
descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al
escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada
en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Si embargo la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado
unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me
parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza,
podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente. ¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no
huye? Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los
mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del
elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba
amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?”.
No recuerdo haber recibido una respuesta coherente. Con el tiempo olvidé el
misterio del elefante y de la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba
con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años descubrí, que, por suerte para mí, alguien había sido lo
suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida
desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó
tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque
aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al
otro día, y al otro... Hasta que un día, un día terrible en su historia, el animal
aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo, no escapa porque, cree
que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco
después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar
seriamente ese recuerdo.
Jamás, jamás volvió a poner a prueba su fuerza...”
CENTROS Y SERVICIOS
Entrando ya en el aspecto concreto que nos ocupa, debemos comenzar
definiendo qué entendemos por Centros y Servicios.
Un Centro es la infraestructura desde la que se articulan diversos
servicios o donde se presta un servicio concreto. Podemos encontrar centros
poliva- lentes, desde los que se ofertan varios servicios generales y centros
especia- lizados, en los que se oferta un servicio concreto orientado a un colectivo
muy delimitado.
Un Servicio es el recurso específico que da respuesta a una o varias
necesidades biopsicosociales. Similar a los anteriores, podemos encontrar
Servicios generalistas que pueden dar respuesta a personas y necesidades
diversas y los Servicios especializados, que se centran en necesidades mucho
más concretas y de colectivos determinados.
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN
AREAS DE INTERVENCIÓN
Siguiendo la definición que hemos hecho de Bienestar y de
Indicadores de evaluación de la calidad de vida, dividiremos las áreas de
Intervención en tres grandes bloques: bienestar físico, bienestar social y
bienestar emocional. Cada una de ellas a su vez estará compuesta por diferentes
aspectos que en muchos casos darán lugar a centros y servicios bien
diferenciados.
Me n s a j e de r e sp o n s a bilidad del p e rs o n a l
Les he convocado hoy para darles información sobre la Residencia. Me
sorprende saber que muchos de ustedes desconocen qué cosas están a su
disposición; que muchos de ustedes ignoran todo lo que está permitido
hacer aquí. Deténganse un minuto a pensar en todas las opciones que
se les han dado en relación con su vida para que ésta sea más
interesante. Por ejemplo, se permite visitar a otras personas de otras plantas
y usar el salón de esta planta para las visitas, así como también el
comedor o sus propias habitaciones. Deseamos que sus habitaciones sean
tan agradables como sea posible; queremos que ustedes estén felices aquí. Es
nuestra responsabilidad hacer de este lugar una casa de la que ustedes
puedan estar orgullosos y en la que ser felices y nos gustaría hacer
todo lo que sea posible para ayudarles. También, aprovecho la
oportunidad para darles a cada uno de ustedes, un regalo de la
Residencia. La enfermera les mostró una cesta llena de plantas y entregó
una a cada residente: las plantas son para ustedes, el personal de
planta las regará y estará encargado de cuidarlas.
Por último quería decirles que la próxima semana se proyectará la misma
película dos veces: el jueves y el viernes. Después les diremos que día
está previsto que la vea cada uno de ustedes.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Si bien todo lo mencionado en el capítulo puede resultar obvio y de fácil
planteamiento, la realidad se nos presenta, en demasiados casos, poco afín
a lo dicho. La excusa más común a ello resulta el elevado coste económico de
mantener infraestructuras y personal suficiente en centros y servicios; pero esta
“excusa” no hace sino restar valor e importancia a conceptos fundamentales
como la motivación del personal, la comunicación con él, el bienestar de la
plantilla y su autorrealización, las actitudes que se muestra hacia los benefi-
ciarios y los mensajes que se les transmiten, las posibilidades de elección y de
control sobre la propia vida que se les ofertan, etc. En definitiva, sería
recomendable que cada centro y servicio marcase sus propios indicadores y
realizara una auto evaluación continua, de manera sincera y crítica que le
permitiera mejorar la calidad que ofrece por encima de la cobertura de las
necesidades básicas de manutención y cuidado físico.
ALICIA FERNÁNDEZ SÁENZ DE PIPAÓN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
DEPENDENCIA EN GERONTOLOGÍA
Un horizonte de envejecimiento acelerado de la población, la
estimación en nuestro país de más de tres millones y medio de personas con
discapacidad en sus distintos grados de falta de autonomía, junto a la
transformación de la estructura familiar, la escasez de recursos humanos
capacitados, instalaciones sociosanitarias y equipamientos, ilustra la enorme
atención que se ha desatado con desigual proporción en los entornos
profesionales y sociales por el fenómeno de la dependencia.
La falta de autonomía personal para satisfacer actos básicos de la vida
diaria es un problema creciente tanto en las personas potenciales de
riesgo, sus cuidadores familiares y las estructuras sociales y sanitarias que
deberán cubrir esa carencia, proporcionando cuidados de forma continuada, con
la sobrecarga que en todos estos niveles va a generarse, hasta convertirla
sin duda en un desafío para el Sistema.
La limitación física que caracteriza muy a menudo al anciano
dependiente y merma la capacidad de movilizarse de forma autónoma e
incluso de cambiar por sus propios medios de posición durante su estancia en
la cama o en el sillón, perfil muy frecuente de un gran grupo de esta
población, conlleva entre otras complicaciones posibles el desarrollo de
úlceras por presión (UPP), silente “epidemia viva aún en el siglo XXI”,
considerada a menudo como un problema banal e imprevisible.
Acercaremos en este capítulo la dimensión real de un problema “de
siempre” con repercusiones mortales, asociado a la inmovilidad, a la
dependencia y a la vejez, y aproximaremos las líneas maestras para su
prevención.
Las úlceras por presión, no en vano son consideradas como un gran
síndrome gerontológico.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA
1. Torra i Bou JE. (1998): “Epidemiología de las UPP o el peligro de una nueva
Torre de Babel”, en Rev Rol Enf; nº 238, pp.75-88 y Torra i Bou JE, Soldevilla Agreda JJ.
(2000): Libro bla nc o de l a s ú l c e r a s p o r presió n e n Espa ñ a . I Congreso
Iberoamericano de Geriatría. III Simposio del GNEAUPP (Libro de actas). Logroño. Conva
Tec SA, pp. 45-47.
2. Soldevilla Agreda JJ, Torra i Bou JE. (1999): Epidemiología de las úlceras por
presión en España. Estudio piloto en la comunidad autónoma de la Rioja, en Geroko m o s
nº 10(2), pp. 75-86.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA
3. Ayello EA, Frantz R, Cuddigan J, Lordan R. (1991): “Methods for determining pressure
ulcer prevalence and incidence”, in Cuddigan J, Ayello EA, Sussman C. (eds), Natio n a l
Pressu r e Ulc e r Advisory Pa n e l. Pressu r e u l c e rs i n Am e ri c a : Pre v a l e nc e , i
nc i de nc e a n d
i m pli c ati o n s f o r the f u t u r e . Reston, VA: NPUPA.
4. Torra i Bou JE, Soldevilla Agreda JJ, Rueda López J, Verdú Soriano J. (2003): “Primer
Estudio nacional de prevalencia y tendencias de prevención de UPP en España (2001), en
Geroko m o s , nº14 (1), pp. 37-47.
5. Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión (1997):
“Clasificación de las Úlceras por Presión (Estadiaje)”, en Geroko m o s-Helc o s ; VII (22):
III.
6. Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión (2000):
Dire c tri c e s p a r a l a e l a b o r a c i ó n de i n d i c adores e pide m i o lóg i c o s s o bre
l a s Ulc e r a s p o r Presió n . Documentos GNEAUPP. Documento V. Logroño: GNEAUPP.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA
65 años (un 20,25%) y 4.480 recibían atención domiciliaria (un 6,51% de los
mayores de 65 años y un 1,39% de los usuarios de las listas de globales). La
prevalencia de UPP en el grupo de pacientes atendidos desde la atención
primaria se estimó en:
- un 8,34% de los pacientes que recibían atención domiciliaria (AT DOM),
- un 0,54% de los mayores de 65 años,
- un 0,11% de los mayores de 14 años.
Las lesiones presentes en los pacientes de la atención primaria son las
de mayor antigüedad, severidad y superficie, siendo este medio asistencial dónde
encontramos un menor número de pacientes con UPP que están
utilizando algún tipo de superficie especial para el manejo de la presión
(SEMP), un 38,5%, cuando de acuerdo con las evidencias disponibles, la
totalidad de los pacientes con UPP deberían utilizar una SEMP en el
tratamiento de sus lesiones.
En el caso de los profesionales que trabajan en hospitales se
analizaron 198 cuestionarios que definían una población de estudio de 5.811
pacientes ingresados en hospitales de agudos con un 94,35% de ocupación, un
4,34% de las camas de hospitalización de agudos en España, según datos de
propia elaboración a partir del Catálogo Nacional de Hospitales (actualizado a
31/XII/2000).
La prevalencia media de UPP en Hospital según los datos es del 8,81 +/-
10,21 (DS) % (IC95%: 7,38; 10,24), con un valor mínimo del 0% y un valor
máximo del 45,45%.
El hecho de que aproximadamente una décima parte de los pacientes en
hospitales, con gran variabilidad entre unidades, tengan UPP nos sitúa ante un
grave problema de salud con serias y encadenadas repercusiones para
todos los niveles asistenciales, teniendo en cuenta la menor estancia media en
el hospital y la rápida transferencia de esos pacientes a otros niveles de
atención.
Por otra parte, se obtuvo información sobre una dotación teórica de 6.204
camas en Ce n tr o s So c i o s a n ita ri o s , con una ocupación del 96,1%
correspon- diendo 5.088 camas a centros geriátricos, 601 a crónicos, 30 a unidades
de convalecencia, 16 a unidades de paliativos y 266 a otros tipos de unidades. La
prevalencia media de UPP según los datos reportados fue del 7,6 +/- 6,68
(DS)
% (IC95%: 6,15; 9,04), con un valor mínimo del 0% y un valor máximo del
31,58%.
En la tabla 1. se presenta información relativa a la prevalencia de UPP en
centros sociosanitarios según tipo de unidad y titularidad del establecimiento.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA
Tabla 1. Prevalencia de UPP en centros sociosanitarios según tipo de unidad y titularidad del centro.
(1er Estudio Nacional de Prevalencia de UPP. Beca Huntleigh-GNEAUPP)
Tipo de unidad Media +/- DS IC95% media: Valor mínimo Valor máximo
Geriatría 6,34 +/- 5,67% 4,9 ; 7,78 0 25
Crónicos 9,31 +/- 7,18% 5,16; 13,45 0 31,58
Otros (*) 13,6 +/- 9,1% 6,6 ; 20,59 0 25
8. Clark M, Watts S. (1994): “The incidence of pressure sores within a National Health
Service Trust hospital during 1991”, in J Adv Nurs, nº 20, pp. 33-36.
9. Xakellis GC, Franz R. (1996): “The cost of healing pressure ulcers across multiple
health care settings”, in Adv Wo und Care , nº 9, pp. 18-22.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA
Tabla 2. Costo tratamiento UPP previsto por día (Euro-PPP España, 2000)
Normal Retardado
Complicaciones CC Celuliti Osteomielitis
s
Grado I 43 €
Grado II 47 € 62 € 101 €
Grado III 57 € 69 € 213 € 218 €
Grado IV 57 € 69 € 213 € 218 €
Fu e n t e : Posn e tt J. Torra i Bo u JE, [13]
Tabla 3. Gasto total por tratamiento de las Ulceras por Presión en España (2000)
Puede concluirse este apartado, diciendo que las ulceras por presión
son un problema importante y caro para el Sistema de Salud. Datos valiosos
para crear un marco de referencia que justifique las inversiones, tanto en
prevención como en tratamiento.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA
10. Taylor JS. (1994): “Malpractice implications of pressure ulcers”, in Adv Wo und
Care ; 7(5); y Moody M. (1997): “Fighting against pressure sores and a rise in legal suits”,
in Brit J Health Care Ma n ag ; 3(1), pp. 40-41.
11. Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas
Crónicas (2003): Mesa de Debate: “Las ulceras por presión, un reto para el sistema de
Salud y la sociedad. Repercusiones a nivel epidemiológico, ético, económico y legal”.
Madrid. Barcelona. Logroño: GNEAUPP. Disponible en w w w . g n e a u p p . o r g
(consultado el 1/IX/2003).
12. Oficina Nacional de Auditoría del Reino Unido (2000-2001) Ha n d li n g c li n
i c a l n egli ge nc e c l a i ms i n En g l a n d (Resolución de demandas por negligencia
clínica en Inglaterra). Informe del Interventor y Auditor General, Cámara de los Comunes,
sesión 403. Londres: Imprenta Nacional.
13. Tingle J. (1997): “Pressure sores: counting the legal cost of nursing neglect”, in
Br J Nurs, nº 6, pp. 757-758.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA
14. Bennett RG, O’Sullivan J, DeVito EM, Remsburg R. (2000): “The increasing medical
malpractice risk related to pressure ulcers in the United States”, inJ Am Geriatri c So c , nº
48, pp. 73-81.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA
- Los gestores
- Las familias implicadas y
- La totalidad de la población,
El número de pacientes afectados pueda aumentar en el futuro a expensas
del crecimiento numérico del grupo de los más mayores y dependientes de
nuestra Sociedad.
Cuidados e sp e c ífi c o s de l a pi e l
Los cuidados de la piel requieren como premisa previa, realizar al menos
una inspección diaria, especialmente de las zonas de riesgo, tales como
prominencias óseas (sacro, talones, caderas...), zonas expuestas a un
exceso de humedad (por incontinencia, estomas, secreciones...) o por presencia de
sequedad, escoriaciones, eritemas, induración, etc. [24].
La higiene diaria nos permite mantener la piel del paciente limpia y seca.
Para ella utilizaremos jabones neutros o sustancias limpiadoras que no
irriten ni alteren el pH de la piel, agua tibia, aclarando bien los restos de jabones
y realizando un secado minucioso por contacto, evitando friccionar esas
zonas más vulnerables.
Para potenciar la hidratación de la piel nos valdremos de cremas
hidratantes, asegurándonos cuando se aplique su completa absorción y
evitaremos la utilización de cualquier producto que contenga alcohol
(colonias, alcohol de romero...) ya que resecan la piel y pueden producir una
vasoconstricción.
Estudios recientes han demostrado la efectividad de los ácidos grasos
hiperoxigenados en la prevención de UPP [25-26], al posibilitar una óptima
hidratación de la piel, mejorando la resistencia de la piel frente a la fricción y
presión, aumentando la resistencia de la piel senil, favoreciendo el
aumento de circulación capilar y mejorando las condiciones locales de la
piel expuesta a isquemias prolongadas. Para reducir posibles lesiones por
fricción, pueden utilizarse apósitos protectores (hidrocoloides, películas y
espumas de poliuretano) en esas áreas.
No deben de realizarse masajes sobre prominencias óseas puesto que
podríamos favorecer o potenciar la destrucción de los tejidos que hay entre la
epidermis y la zona de prominencia.
La presencia de incontinencia, estomas, fístulas, drenajes o heridas muy
exudativas al igual que padecer una sudoración profusa, si no están
controladas pueden generar un exceso de humedad que favorezca la deshidra-
tación de la piel y el reblandecimiento del estrato córneo de la epidermis. Este
exceso de humedad puede ser el factor coadyuvante o desencadenante de una
pérdida de continuidad en la piel.
Para evitarlo, realizaremos después de cada episodio de micción o
defecación o ante la presencia de un exceso de humedad de cualquier otro
origen, una adecuada higiene de la zona. Siempre que sea posible habrá de
procederse al tratamiento de la incontinencia o en su defecto será necesario
seleccionar adecuada e individualmente el amplio arsenal de absorbentes,
colectores, etc. para mitigar sus efectos indeseables.
Existen en el mercado productos barrera que protegen la piel contra el
exceso de humedad o exudados, siendo eficaces tanto en situaciones de
incontinencia como en el resto de procesos [27].
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA
Ma n e j o de l a presió n
El conjunto de cuidados a desarrollar para realizar un manejo efectivo
de la presión pasa por tener en cuenta cuatro elementos clave para su control: la
movilización, los cambios posturales, las superficies especiales para el
manejo de la presión y las protecciones locales ante la presión [28-31].
Moviliza c i o n e s
La movilidad y la actividad son dos factores predictores del desarrollo de
UPP, siendo preceptivo elaborar un plan de cuidados que potencie y
mejore la movilidad y la actividad del paciente.
Ca m bios p o st u r a l e s
Los cambios posturales se realizarán a aquellos pacientes que no pueden
cambiar de posición por sí mismos. La frecuencia de éstos, dependerá del
riesgo que presente el paciente para desarrollar UPP y la disponibilidad de
superficies especiales y otros dispositivos de manejo de la presión, si bien por
norma general se aconseja su realización cada 2-3 horas en pacientes
encamados, siguiendo una rotación programada (decúbito supino, lateral
derecho, lateral izquierdo) e individualizada que nos permita una
continuidad y adecuación de los cuidados. Deberemos de asegurarnos que el
paciente no apoye sobre sus lesiones en el caso que proceda, no exista
contacto entre distintas prominencias óseas, no se sobrepase los 30º de
inclinación en los decúbitos laterales y si fuese necesario incorporar la
cabecera, ésta no deberá de sobrepasar los 30º de inclinación como
máximo manteniendo esta posición el menor tiempo posible. Una vez colocado
el paciente en la posición elegida deberá de mantener el alineamiento corporal,
la distribución del peso y el equilibrio.
Recordarle que la sedestación supone un mayor riesgo para el
desarrollo de UPP debido a la peor distribución de las presiones. Durante
estos periodos se realizarán movilizaciones cada hora y si el paciente puede
realizarlo de forma autónoma, deberemos de invitarle a hacerlo cada quince
minutos.
Superfi c i e s e sp e c i a l e s p a r a e l m a n e j o de l a presió n
Las superficies especiales para el manejo de la presión (SEMP) dan
nombre a un conjunto de dispositivos que han sido diseñados específicamente
para esta misión.
Hoy en día, y de acuerdo con las evidencias disponibles, las SEMP
constituyen un elemento básico tanto para la prevención de las úlceras por
presión (UPP) cómo para el tratamiento de las mismas.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA
Prote cc i ó n l o c a l a n t e l a presió n
Las zonas de especial riesgo para el desarrollo de UPP, talones, codos,
región occipital..., pueden beneficiarse de dispositivos de protección local
ante la presión: apósitos, sistemas bota-botín..., los cuales han de caracterizarse
por: permitir la inspección de la piel al menos una vez al día; ser compatibles
con otras medidas del cuidado local; y que no lesionen la piel de la zona de
colocación en el momento de su retirada.
J. JAVIER SOLDEVILLA AGREDA
Cuidados Ge n e r a l e s
El control y tratamiento de las distintas entidades que pueden
predisponer al desarrollo de ulceras por presión será una norma básica en el
programa de prevención de las úlceras por presión.
El seguimiento de pacientes crónicos, especialmente aquellos con
moderadas o graves dependencias relacionados con trastornos respiratorios,
circulatorios, metabólicos o neurológicos es un aliado valioso en el proceso de
prevención de estas lesiones.
Dentro de los cuidados generales para la prevención de UPP, la dimensión
nutricional cobra una gran importancia. Es preciso Identificar y corregir si se
precisaran, los diferentes déficits nutricionales relacionados con el aporte de
calorías, proteínas, vitaminas y minerales.
Un estado de hidratación adecuado aumentará el potencial de
resistencia de los tejidos ante la presión o fricción.
Co n ti nuidad de l o s cu idados
Como norma capital deberemos de procurar garantizar la continuidad de
los cuidados de prevención en los posibles tránsitos de los ancianos,
convertidos en pacientes entre los distintos niveles asistenciales.
UN DESEO FINAL
Sería mi deseo que estas pocas líneas fueran un contribuyente para lograr
desterrar la concepción de las úlceras por presión en el ámbito de la
gerontología, como un proceso banal, fatal e inevitable con el que el anciano
inmóvil y otros aquejados de esta discapacidad deben convivir y por el que
acaso morir, acercar y especialmente declarar, el valor soberano y efectivo
de su prevención como objetivo de la calidad en sus cuidados.
CUIDADOS EN SITUACIONES DE DEPENDENCIA: LAS ÚLCERAS POR PRESIÓN EN GERONTOLOGÍA
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
AYELLO, E. A.; FRANTZ, R.; CUDDIGAN, J.; LORDAN, R. (1991): “Methods for
determining pressure ulcer prevalence and incidence”. En CUDDIGAN, J.;
AYELLO, E. A.; SUSSMAN, C. (eds.), Natio n a l Pressu r e Ulc e r
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