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PRIMERA APLICACIÓN REAL DE LA NANOTECNOLOGÍA

La miniaturización del disco duro gana el Nobel de Física


El francés Albert Fert y el alemán Peter Grünberg son los galardonados
Desarrollaron una técnica que aceleró la revolución informática
DEBBIE PONCHNER | dponchner@nacion.com

¿Es usted una de esas personas que


viven pegadas a una laptop , un
teléfono celular o un reproductor de
MP3, y de vez en cuando se relaja
viendo una película que reproduce su
aparato de DVD?
Si su respuesta es afirmativa, usted
debe todas esas comodidades de la
tecnología de la información a dos
científicos que ayer fueron
galardonados con el premio Nobel de
Física.
El francés Albert Fert y el alemán
Peter Grünberg son los responsables de haber descubierto al mismo tiempo, pero
de forma separada, un fenómeno físico que dio origen a una tecnología que
permite la miniaturización de los discos duros.
El fenómeno físico en cuestión es la magnetorresistencia gigante (GMR, siglas en
inglés), y la tecnología que nació de él es la magnetoelectrónica –también
conocida como “espintrónica”–, que es la primera aplicación real del prometedor
campo de la nanotecnología, según señaló la Real Academia de las Ciencias de
Suecia en su justificación del premio.
“Gracias a esta tecnología ha sido posible una miniaturización radical de los discos
duros en los últimos años”, agregó la Academia, que, siguiendo la voluntad
expuesta por Alfred Nobel (1833-1896) en su testamento, cada año determina
quién es el ganador del prestigioso premio en el campo de la Física.
El fenómeno tras el Nobel. La información que se encuentra en el disco duro de
su computadora, en su iPod o en su DVD está dada por un sistema binario que usa
como cifras exclusivamente el 0 y el 1.
Cuanto más pequeña se pueda registrar cada una de esas dos posibilidades en un
disco duro, más información puede almacenarse. Sin embargo, la concentración de
datos cada vez más unidos hace más difícil su lectura.
Albert Fert y Peter Grünberg resolvieron esa limitación al descubrir cómo variaba
la resistencia eléctrica de un material cuando este era sometido a las cualidades
magnéticas.
En un metal conductor, la electricidad se mueve de un punto a otro porque los
electrones pueden desplazarse con gran libertad, y en una dirección específica, a
través del material.
No obstante, ciertas impurezas e irregularidades en el material conductor hacen
que la corriente eléctrica se encuentre con resistencia y algunos electrones se
dispersen en la dirección equivocada.
Cuando el material conductor además es sometido a un campo magnético, la
resistencia eléctrica cambia. ¿Por qué? Resulta ser que los electrones, además de
poseer una carga eléctrica negativa, también tienen otra cualidad: el espín, dado
por la dirección en que rota el electrón sobre su propio eje.
Los espines pueden ser de dos tipos: el que apunta hacia arriba o el que lo hace
hacia abajo.
En un material magnetizado, la mayoría de los espines apuntan hacia la misma
dirección, en líneas paralelas, aunque, también hay algunos “disidentes” que
apuntan hacia la dirección contraria y, por la resistencia, son dispersados.
Sándwiches de láminas de metal. Tomando esas cualidades de los electrones en
un material con propiedades magnéticas frente a otro sin esas propiedades, los
físicos pensaron en una mejor forma de almacenar y recuperar información.
Su estrategia fue crear sándwiches de delgadísimas láminas de materiales
conductores de electricidad, algunas de esas láminas eran magnetizadas y otras no.
El resultado: al pasar por esas diminutas láminas una corriente de electrones, las
partículas se comportan de forma diferente, de acuerdo con la propiedad
magnética, o no, de la lámina.
Según sea la resistencia sufrida por los electrones al pasar por las láminas, esa
reacción se traduce a un 0 o a un 1 en el sistema binario de la informática.
Y, así, la magnetorresistencia gigante permite la aplicación de una corriente de
electrones a través de capas ultrafinas de materiales ferromagnéticos, es decir,
materiales imantados como el hierro o el níquel, y leer la información que
resguarda.
Más de 700 millones de cabezas de lectura creadas a partir de estos
descubrimientos son comercializadas cada año.
Los cabezales representan alrededor de 10% del mercado anual de los discos
duros, que se estima en unos $70.000 millones.
IBM fue la empresa pionera que incluyó en 1997 por primera vez la tecnología de
la magnetorresistencia gigante en sus discos duros. En la actualidad, según la
compañía, se aplica en toda la producción mundial de discos duros.
ALBERT FERT
Nació el 7 de marzo de 1938 en la ciudad medieval de Carcassonne. Tras completar sus
estudios de Matemática y Física en París, se mudó a Grenoble.
Luego de cumplir en 1964 y 1965 el servicio militar, se integró a la Universidad XI de la
capital francesa, donde trabajó en el Laboratorio de Física de los cuerpos sólidos Orsay.
Desde 1976 es profesor de Física en París. También es doctor honorífico de la
Universidad Técnica de Kaiserslautern.
Alegre, deportivo y amante de la cultura, Fert adora las películas del director español
Pedro Almodóvar y el genio del pianista de jazz Thelonious Monk.
PETER GRÜNBERG
Nació el 18 de mayo de 1939 en Pilsen. Estudió en Fráncfort, antes de ingresar a la
Universidad de Tecnología de Darmstadt, donde obtuvo su doctorado en 1969. Luego
ingresó al Departamento de Física Sólida del Centro de Investigación de Juelich (Renania
del Norte, Westfalia).
En 1988 descubrió el fenómeno de la magnetorresistencia gigante, independientemente
de su colega francés Albert Fert. Este mismo descubrimiento le permitió recibir en 1997,
junto con Fert, el Premio Japón.
Actualmente está jubilado, pero sigue trabajando para el Instituto de Juelich y continúa
investigaciones en el sector en el cual fue recompensado con el Nobel.

La Nación, Aldea Global, miércoles 10 de octubre 2007

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