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 La familia, al igual que toda otra institución, es un producto social sujeto a

modificaciones. Las relaciones humanas están atravesadas por la cultura, por eso,
las normas y leyes se modifican con el objetivo de acompañar los cambios
culturales.
 Todas las personas tienen derecho a ser feliz y esto implica ser libres e iguales,
también ante la ley. Las leyes deben ser para todos y no debe importar si alguien
es heterosexual o no.
 ¿Cuántos matrimonios gay se han celebrado y sancionado religiosamente como
consecuencia de la legalización civil del matrimonio entre personas del mismo
sexo? Ninguno. Ni uno solo. Porque la aprobación legal del “matrimonio gay” no se
refiere al ámbito religioso ni obliga a nadie en él. Ninguna religión queda ni
quedará obligada a casar por su rito a ninguna pareja del mismo sexo. Si a
algunos católicos homosexuales (que los hay) les gustaría casarse por su Iglesia,
y lo pidieran, sería otra cosa, una muy diferente, no nuestra propuesta –ni asunto
nuestro, al no ser un asunto público.
 La propuesta como tal no ataca ni deslegitima ni amenaza de muerte al
matrimonio “tradicional” (salvo que este tipo de matrimonio sea visto per se como
lo que no es, el monopolio absoluto y legítimo de todo matrimonio posible).
Quienes de otro modo lo atacan, lo deslegitiman constantemente y amenazan su
existencia, en sus propios términos, son quienes lo practican, por la manera como
lo practican.

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