Está en la página 1de 142
ANTROPOLOGIA DE LA ENFEKRMEDAD Estudio etnolégico de los sistemas de representaciones etiolégicas y terapéuticas en la sociedad occidental contemporanea Traduccién de Miquel Angel Ruocco Serie Antropolégica EDICIONES DEL SOL Director de coleccién: Adolfo Colombres Disefto de coleccién: Ricardo Deambrosi {lustracién de tapa: “Tabu verde” de Enrique Tabara, 1965. Titulo original: Anthropologie de la maladie, Etude ethnologique des systémes de représentations etiologiques et thérapeutiques dans la soctété occidentale contemporaine. © Editions Payot 106, bd. Saint-Germain Paris VI°, FRANCE. © Ediciones del Sol S.R.L. Wenceslao Villafafie 468 (1160) Buenos Aires - Argentina Distribucién exclusiva: Ediciones Colihue S.R.L. Ay. Diaz Vélez 5125 (1405) Buenos Aires - Argentina L.S.B.N. 950-9413-86-0 Queda hecho el depésito que marca la ley 11.723 IMPRESO EN LA ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTINA BABBERRRBRRARE Prefacio La antropologia de la salud es una disciplina reciente, al menos en Francia, que estd llamada a tener un gran porvenir, y acerca de la cual no cabe poner en duda su doble interés teérico y practico, No obstante, por lo menos en la actualidad, permanece dividida en cam- pos de andlisis e interpretaciones diversos y aun contradictorios. En esta materia, Francois Laplantine ocupa un lugar muy particular, por la riqueza y la diversidad de sus aproximaciones stempre renovadas, y por la serenidad del personaje, su gentileza y su generosidad. Jamds se deja arrastrar a la polémica. Nunca penetra en el conflicta actual, tan a la moda, que se expresa en las consignas contrapuestas: “Viva la medicina | Abajo la medicina”. Jamds cede a la tentacién de oponer la medicina tradicional y la medicina moderna, conforme al espiritu simplista de los tipdlagos norte- americans. La innovacién por excelencia de que da prueba Francois Laplantine reside en el hecho de que acerca materiales culturales que nunca fueron reunidos de esta manera. En particular, la biomedicina y el acceso a la enfermedad por intermedio del texto literario. La consideracton de la historia de la medicina, las conversaciones a fonda con 29 médicos generalistas y 52 enfermos, el andlisis de mds de 100 obras médicas destinadas al gran piblico, constituyen el fundamento empirico y tedrico que permite al autor otorgar sentido a los 119 filmes y los 450 textos literarios que examina. En efecto, la apuesta magistral del autor consiste en apayarse en los testimonios literarios, como nosotros mismes lo hacemos habitualmente en nuestras reflexiones acerca del imaginaria de la muerte y de las fantasias que se proyectan sobre ella. Las confesiones de los escritores enfermos constituyen un medio privilegiado de conocimiento de la enfermedad, o mds bien de sus representaciones. Un libre como Marzo, del escriter Fritz Zorn, de Zurich, acerca de la relactén entre la neurosis —padecimienta psiquico— y el cdncer — que hace que su cuerpo “se consuma y se descomponga’—, ensefia mucho mejor que los trabajos eruditos. De este modo, sobre todo desde hace una década, se ha vigorizada la doble corriente de los escritores que, como Alain Cahen (Los dias de mi muerte), desean realizar “un verdadero reportaje a la enfermedad” y la de los enfermos que descubren la escritura en ocasién de una enfermedad (es precisamente el caso de F Zorn). Asi, la literatura se convierte en un meétodo expositivo de extraha pertinencia y gran delicadeza. Francots Laplantine lo utiliza con brio admirable. Otra idea directriz que otorga vitalidad a este hermoso libro, reside en el esfuerzo constante por clasificar “las formas elementales de la enfermedad’, con el objete de construir modelos tedricos a mitad de camino entre las tipologias a la manera de Forster 0 de Murdock y das estructuras formales y operativas que persigue Claude Lévi- Strauss. Elaborados a partir de términos claves que ‘puntualizan y organizan” todos los discursos acerca de la salud, deben responder a tres exigencias principales: “ser distintos de las normas interpretativas elaboradas por las diferentes culturas; provenir de “una ruptura epistemoldgica con respecto a la realidad empirica (un modelo es una construccién teérica que no podria remplazar los discursos de los enfermos ni los de los médicos, puesto que tendria precisamente por objeto dar cuenta de ellos, poner en evidencta lo que los tiltimos disimulan); poseer un carécter metacultural”. De este modo, el autor concibe un juego binario que comprende un grupo etioldgico y un grupo terapéutico, constituide cada uno por cuatro pares de modelos, En la primera perspectiva, se habla de los modelos ontolégico/ funcional, aditivolsustractivo, exdgenolendégeno, maléficolbenéfico. En la segunda, encontramos los modelos alopatico/homeopatico, exorcista/adorcista, sustractivo/aditivo, sedante/excitante. Estos modelos de aproximactén, sélidos, originales y por completo heuristicos, permiten a Francois Laplantine analizar con éxtto la doble constelacién etioldgico-terapéutica que gobierna los sistemas de representaciones de la enfermedad y de la curacidn, la logica interna de la medicina desde Magendie a la actualidad, las convergencias 0 divergencias entre los discursos de los enfermos y los de las médicas, la permanencia del modelo spite biomédico, las etapas de la critica al pensamiento médico, las relactones de la dupla enfermedad! sagrado con las dichosas alustones a la fe médica (algunos han hablado de una era terapéutica del mismo modo que en el pasado se hizo acerca de una era teoldgica), con las parejas salud/salvacién, penal enfermedad, curacién/recompensa. Tanto es asi que, desde cierto punto de vista, los médicos se convierten en los tedlogos de hoy, aquellos de quienes se requiere poner fin a la angustia inherente a la condicién humana. Por lo demds, lo que se nos dice acerca de la medicina moderna —que proviene de una etiologizactén o de una ontologizacion tanto como de una externalizacién del mal (incluso si esto no se muanifiesta siempre de manera tan especifica como para que dejemos de creer en ella)— es excelente. Lo que no significa que Francois Laplantine incurra en una critica demasiado facil. Si buscara tipas invariables, no hubiese constituido un corpus clasificado, fechado y profundamente analizado, Le habria sido suficiente elegir “casos” tipicos (Proust, sobre todo Céline) seleccionados entre una masa de datos, al igual que los médicos eligen los “casos” clinicos entre sus enfermos. Nadte sabe mejor que él que no hay antropologia médica sin economia de la salud (consumo médico, costa de las atenciones), pero no era su propésito hablar de ello aqui. Frangois Laplantine, que opera en un universo recargado de signos y de simbolos atin no descifrados, épodria en Su perspectiva a lo Bachelard de un conocimiento aproximativo—construtr modelos formales Jy operativos? La respuesta es no. Sin duda, el autor asume riesgos. Ya veces, para recalcar mejor un pensamiento, lo endurece y abandona los semitonos. Tiende, por ejemplo, a considerar que la cirugia es esencialmente sustractiva: ;qué decir entonces de los injertos neuroquirtirgicos o sencillamente ortopédicos? 3 ;Se puede mencionar la microbiologia sin considerar las reacciones inmunitarias? ;Hasta dénde se puede llevar la equivalencia entre la victima shoved. la insalubridad del habitat y la agresién microbiana? Pero estos raros excesos son poca cosa al lado de las huellas que nos descifra el autor, de los horizontes que nos abre, de las tomas de postcién que aman nuestra atencién y nos abligan a reflexionar. Frangois Laplantine ama el riesgo, pero el éxito nunca ha sonreido mds que a los audaces, Este libro muy bello esta lleno de audacia. Deseamos a su autor el mayor de los éxitos. Louts- VINCENT THOMAS PRIMERA PARTE Cuestiones de método BABERRREERERRR ABTRRRERRRREA Capitulo | Los objetivos de este libro Si bien poseemos excelentes monografias acerca del modo por el cual un grupo social percibe la experiencia de la enfermedad, y la enfrenta mediante las técnicas y los rituales terapéuticos que juzga adecuados, no disponemos en cambio, que sepamos —por lo menos en idioma francés—, de ninguna teorfa de conjunto; es decir, de una verdadera antropologia de la morbilidad y de la salud. La primera dificultad de una empresa que, como la nuestra, se plantea resueltamente como metacultural y se propone revelar y analizar las formas elementales de la enfermedad y de la curacién proviene del hecho de que las formas mediante las cuales se representa a estas Ultimas son extremadamente dispares de una sociedad a otra. De que —a no ser en una sociedad determinada y en un momento particular de su historia— las corrientes médicas, los sistemas de pensamiento, las escuelas, los comportamientos sociales, varian en extremo, y de que a estas variaciones sociales se agregan variantes individuales. ;Cémo poner orden, es decir pensar, sobre esta abundancia? ;Cémo identificar las tendencias principales detras de tal diversidad? ;Cémo develar las actitudes, si no idénticas, al menos atravesadas por lineas de fuerza comunes? Y una vez que estas tendencias se identifican, ;c6mo pensar las unas con relacién a las otras? La comprensién de cualquier representacién etioldgica y de un sistema de pensamiento médico, dificilmente puede separarse de las condiciones sociales en las que ellos se inscriben. Sin em- bargo, pronto se hace evidente que en el dominio de la enfermedad —sin duda mucho mas que en cualquier otro-, la sociologizacién abstracta conduce de manera ineluctable a un callején sin salida. Dicho de otro modo: si bien las interpre- taciones de la patogenia y de la terapia son esencialmente variables 13 de una sociedad a otra, de un individuo a otro, e incluso eminentemente evolutivas en una misma sociedad —lo que hace que ellas parezcan practicamente infinitas a nivel empirico-, lo que trataré de demostrar es que también en esas interpretaciones hay permanencias, constantes 0, si se prefiere, invariantes perfec- tamente discernibles de la experiencia mérbida y de la esperanza de curacién; y que no son ilimitadas, A mi parecer, el objeto que debe entonces enfocarse por una antropologia de las formas elementales de lo normal y de lo patoldgico es la transformacidn de las representaciones de la enfermedad y de la curacién, tales como son experimentadas empiricamente por los interesados (los que atienden y los atendidos), en sus verdaderos modelos etiolégico-terapéuticos. En otros términos, si las representaciones en cuestién son la materia prima sobre la cual trabaja el investigador, la empresa antro- polégica propiamente dicha consiste en construir cientificamente —evitando siempre reintroducir de manera inconsciente preconceptos implicitos o elecciones partidarias— estos objetos tedricos que son los modelos etiolégicos y terapéuticos, y en estudiar los procesos sintacticos y semanticos de sus conexiones, de sus disyunciones y de sus transformaciones. Como, por razones cientificas obvias, esta absolutamente excluido el estudio del conjunto de los sistemas de representaciones etnograficamente conocidos, de manera deliberada elegi concentrar la atencién sobre una sociedad tinica en un momento de su desarrollo: la sociedad francesa contemporanea.' Las razones de esa eleccién —ademas del interés que encuentro en efectuar dentro de nuestra propia cultura el mismo tipo de investigaciones a que nos comprometimos en “ultramar” (Costa de Marfil, Marruecos, Tunicia y mds recientemente Brasil)—- me han sido dictadas, por asi decirlo, por la notable carencia de trabajos acerca de la salud propiamente etnograficos en tierra francesa.” Con mayor precisidn, el objeto de este libro sera el estudio comparativo de los diversos discursos, saberes y practicas puestos en juego, tanto al nivel de la interpretacién del origen (supuesto o real) de la enfermedad como de la respuesta terapéutica ofrecida o considerada. Es decir, las diferentes maneras por las cuales los hombres y las mujeres de nuestra sociedad se representan hoy la morbilidad y la salud. Va de suyo que una investigacién de este tipo no puede pre- tender exhaustividad. Sin embargo, debera interesarse en todos los sistemas médicos de que disponemos en la actualidad; esto es, atender al pluralismo etioldgico y terapéutico caracteristico de 14 nuestra sociedad. Para ello no sera suficiente distinguir de modo sumario entre “la medicina oficial” y “las medicinas paralelas”, pues en el interior de la primera de hecho existen muchas medicinas, gobernadas por modelos a veces resueltamente antinémicos. En cuanto a las segundas, constituyen un campo diversificado en extremo, mas bien caracterizado por el antagonismo que por la convergencia. Por lo tanto, convendré observar con precisién cuales son hoy en nuestra propia sociedad los sistemas médicos dominantes asi como sus subsistemas, los sistemas y subsistemas médicos dominados o que tienden a ser anexados por los anteriores o por uno de ellos, y también los sistemas aparentemente inexistentes, es decir, relegados a la periferia de la sociedad, incluso rechazados, pero que no estan menos presentes, sobre todo bajo la forma de fantasias que se expresan precisamente en las situaciones de crisis, de las cuales la enfermedad aparenta ser el prototipo.* Deteniéndonos por un instante en el analisis, indicaré en principio que la sociedad francesa contemporanea esta atravesada por tres campos de conocimientos y de significaciones médicos, en cierto momento resueltamente contradictorios y en otro superpuestos, entremezclados, esto es, combinandose entre si: los sistemas de Fabrega (1977, 1978) y de Genest (1981), que designaremos enseguida como biomédicos, en los cuales el modelo epistemolédgico de referencia es de naturaleza fisicoquimica y que dominan ampliamente no sdlo, por supuesto, entre los practicantes oficiales de la medicina, sino también entre la poblacién medicada; los sistemas psicoldégicos (psiquidtricos, psicosomaticos, psicoanaliticos), que califico de psicomédicos, los sistemas relacionales, designados por Genest (1981) como sociomédicos. Finalmente, entre los diferentes discursos que encontré acerca de la salud, acuerdo rigurosamente igual importancia a: * fas interpretaciones explicitas y teéricas expuestas por pensamientos médicos que pueden calificarse de doctos y las interpretaciones que se designan como populares, las cuales, en una porcidén importante, consisten en la reinterpretacién de los precedentes 0 en la reactualizacién de lo que ha sido abandonado por los ultimos; * las interpretaciones elaboradas bajo la forma de sistemas producidos por las “elites” o los especialistas, y las interpre- taciones salvajes y fragmentarias, que por otra parte no son menos légicas, como las que conocemos con mas frecuencia a través de narraciones anecdoéticas; 15 * las interpretaciones basadas en la positividad del método ex- perimental y las que ponen en juego todo un imaginario de la angustia (por ejemplo estar pendiente de una enfermedad in- curable, como el cancer) y de la esperanza (de curar).‘ Convencido de la pertinencia del método asumido, junto a Georges Devereux, consideraré asimismo con atencién equivalente las representaciones propiamente dichas, que son los discursos colectivos, y las fantasias que ellos reflejan de los discursos individuales. Estas pueden ser completamente reveladoras de las formas elementales de la enfermedad, no sélo en la cultura que las ha producido, sino en una cultura que les es externa, esto es, por completo extrafia. Este ultimo punto nos lleva a precisar la importancia que acordaremos al discurso del enfermo acerca de si mismo. Como dice Henri Péquignot (1953, p. 7), la medicina es el “encuentro de una técnica cientifica y de un cuerpo”, es decir la relacién que fluye de la confrontacién entre dos campos de conocimientos y de significaciones: * el campo del enfermo, caracterizado por el sufrimiento y la conciencia de la experiencia mérbida, con sus componentes irracionales de angustia y de esperanza. En consecuencia, todo lo que interesa a los afectos y los sentimientos experimentados “en la interioridad” lo veremos con frecuencia rigurosamente irreductible a lo que puede ser leido “desde la exterioridad”. La significacién que el enfermo atribuye a lo que cree avanza poco particularmente al ritmo de la ciencia, cuyos descubri- mientos son reinterpretados y filtrados en funcién de su carga simbdlica y de preocupaciones que se burlan perdidamente de la racionalidad; * el campo del médico que, en el caso del diagndstico, del pronéstico y del tratamiento, es el tinico sujeto de los enunciados socialmente legitimos, y basa su practica precisamente sobre la recusacién de una parte de la experiencia del enfermo (sobre todo del placer, del deseo, del lenguaje y de la “experiencia” del sufrimiento), en provecho de lo que Jacques Monod denomina “el conocimiento objetivo como tinica fuente de la verdad auténtica’. La evidencia de la que parto —y que me ha comprometido vivamente en la realizacién de esta investigacién— es que, cuando se habla de etiologia en nuestra sociedad, casi siempre se considera con exclusividad sélo la etiologia cientifica de la medicina contemporanea y practicamente nunca la etiologia subjetiva —pero simultd4neamente social— que es la de los propios enfermos. 16 La idea que domina con amplitud es que la causalidad (bio)médica es inmune a la representacién, como si experimentdsemos la dificultad de admitir que la interpretacién de la enfermedad es un fendédmeno social no exclusivo del especialista, sino de absolutamente todo el mundo. Correlativamente, el punto de vista de los clientes (o de los “consumidores”), la mayor parte del tiempo se aprecia como una fuente de ignorancia o de desconocimiento por referencia a esta medicina. Se estima que carece de gran interés. Pero lo que sin duda nos sorprende todavia mas es que esa tendencia realmente se comparte por la mayoria de los investigadores en ciencias sociales que —salvo algunas excepciones en verdad destacadas en investigaciones pioneras’ — parecen en realidad poco preocupados por este aspecto de la cuestién, puesto que jamas hablan de ello. Intentaré resumir esta situacién —dicho sea de paso, verdade- ramente notable-, de ausencia de investigaciones antropoldégicas atinentes a la interpretacién etioldgica de la enfermedad por los enfermos, de la manera siguiente: 1) Gran parte de los trabajos existentes en etnomedicina inte- gra en su campo de preocupacién este preciso objeto de investigaciOn, pero se ocupa, en lo esencial, de las sociedades que han evolucionado por fuera de nuestra rea cultural y, de un modo subalterno, de las capas marginales de nuestra propia sociedad, que escapan, o mas bien se rehtisan, a la medicina cientifica. 2) Los trabajos llevados a cabo desde el punto de vista de la sociomedicina (es decir, por la sociologia médica, pero también por los practicantes de la salud que desarrollan su propia antropologia “interior”, por asi decirlo) se presentan como rigurosamente inversos con relacién a los precedentes. Conciernen esta vez propiamente a nuestra sociedad, pero adoptan como campo tematico privilegiado el estudio del propio cuerpo médico y, mas atin, los sistemas institucionales y en particular el hospital que, como ya lo sefialé Jacques Maitre en 1973,° ejerce una verdadera fascinacién sobre la sociologia médica. Desde luego, esta eleccién privilegiada por la sociedad global y la misma medicina cientifica se efecttia en detrimento de lo que se experimenta por los enfermos, que no parece interesar a los socidlogos en medida alguna. 3) En cambio, la exploracién de este aspecto de la enfermedad conoce en nuestro pais un desarrollo considerable por parte de las ciencias psicoldgicas. Psicélogos, psiquiatras, psicoanalistas y 17 psicosomatistas multiplican los coloquios, los congresos, las revistas especializadas, de lo que se ha convertido en un completo campo disciplinario: la pstcologia médica, que, ella si, integra siempre el punto de vista del enfermo. Precisamente, estimo que el camino etnoldgico, que es necesariamente microsociolégico, posee mucha afinidad con la aproximacién clinica en su estudio de los casos singulares, y que, correlativamente, una antropologia que no se interese mas que en “la medicina” seria notablemente restrictiva. De este modo, mi trabajo, que se presenta bajo el doble sello de lo teérico y de lo concreto, acordard tanta atencién a lo que se experimenta por los enfermos como a la experiencia de los médicos en el ejercicio de su prdctica cotidiana. Una de mis preocupaciones apuntard a analizar las oscilaciones, los conflictos, las convergencias entre los dos polos constituidos por: * la enfermedad en tercera persona, es decir, el conocimiento médico “objetivo” o lo que a veces también se denomina los “valores médicos” (tanto aquellos que son objeto de la mayor legitimacidn social, de los cuales ya hablé, como de las practicas excéntricas con relacién a la normalidad oficial). El campo de busqueda debe ser parte integrante de nuestro objeto de estudio, pero a condicién no obstante de integrar en él el imaginario de la medicina; * la enfermedad en primera persona —a \a cual estoy convencido de que las ciencias sociales deben reasignar un lugar pleno-, es decir, el estudio de la subjetividad del enfermo, que interpreta por si mismo los procesos que hacen que él “se sienta mal” o “en plena forma’; como asimismo, de la subjetividad del meédico. Detengd4monos un momento sobre estos tiltimos puntos y abramos un corto paréntesis en lo que respecta al vocabulario utilizado, que, segtin lo veremos, posee una importancia primor- dial. Con el fin de expresar esta bipolaridad a partir de la cual se estructura la relacién médica, no disponemos en francés mas que de la palabra maladie, alli donde el idioma inglés posee una terminologia triple: disease (la enfermedad como se aprehende por el saber médico), #//ness (la enfermedad tal cual ella se comprueba por el enfermo), sickness (un estado mucho menos grave y mas indeterminado que el precedente, como el mareo, las nduseas y mas generalmente el simple malestar). Desde luego, es a partir de esta triple terminologia que los investigadores anglosajones han intentado construir, desde hace una década, conceptos de 18 los que estamos por completo desprovistos en Francia.* Para Eisenberg (1977), illness debe ser una palabra reservada para caracterizar la experiencia subjetiva de la enfermedad, mientras que para Fabrega (1977-1978), ella designa los comportamientos socioculturales conectados con la enfermedad en una sociedad determinada, y se opone de este modo a disease, que seria la aprehensién propiamente biomédica de la enfermedad, la inica fundada sobre un conocimiento objetivo de los sintomas fisicos del enfermo. Lo que en la practica médica implica obviamente un ocultamiento o, por lo menos, un relegamiento al ultimo plano de lo existencial y de lo social. Si, entonces, #//- ness —término que Fabrega reservé hasta 1972 para designar sdlo a las interpretaciones no occidentales de la enfermedad y de la salud— significa por extensidn el conjunto de sistemas exteriores al campo biomédico, es decir, también las tradiciones médicas orales (populares o “doctas”), o las aproximaciones tradicionales organizadas en un cuerpo de conocimientos escritos elaborados por los especialistas, en el modelo precedente se incluiran tanto la medicina docta como, por ejemplo, la homeopatia o el psicoanilisis, asi como los sistemas interpretativos forjados en la subjetividad de los mismos enfermos. Sin embargo, una distincién de esa naturaleza, tal como fue expuesta sobre todo por S. Genest en 1981, se revela de inmediato insatisfactoria, y eso por tres razones. Por un lado, porque la distincidén entre la enfermedad- sujeto (Eisenberg) o la enfermedad-sociedad (Fabrega) y la enfermedad-objeto (disease) encubre de hecho toda una serie de oposiciones clasicas de cardcter no critico: lo popular y lo docto (la medicina popular y la medicina docta), lo experimental (por un lado) y lo empirico y lo simbélico (por el otro), lo objetivo y lo subjetivo, lo natural y lo cultural. Por el otro, como corolario del punto anterior, porque no hay en verdad ninguna razén para dotar a la medicina (y en consecuencia a la nocién de disease) de un estatuto de extraterritorialidad social, cultural e histérica. Finalmente, porque el concepto de z//ness extendido de tal manera termina por confundir lo psicoldgico y lo social, mientras que se trata de articular ambos campos. Por lo tanto, conviene introducir un tercer término, suscep- tible a la vez de reintegrar la enfermedad-objeto (disease) ala cultura (y por lo mismo de trascender la (bio) medicina), y de diferenciar * Hemos reproducido este parrafo no sdlo por fidelidad al original, sino porque también en nuestro idioma se presenta la misma dificultad que en el francés, frente a la variedad de designaciones de la enfermedad que caracteriza a la lengua inglesa (N.T.). 19 la enfermedad-sujeto (la illness segin Eisenberg) de la enfermedad- sociedad (la illness segin Fabrega). Es lo que se propuso recientemente Jean Benoist (1983), quien al dar cuenta de los Ultimos trabajos norteamericanos de antropologia de la enfermedad y de la salud ha actualizado de manera particularmente pertinente, en mi opinidn, el sentido que conviene otorgar al concepto de sickness. Jean Benoist estima que esta palabra es susceptible de dar cuenta a la vez de las condiciones sociales, histéricas y culturales de elaboracién de las representaciones del enfermo y de las del médico, cualquiera sea la sociedad involucrada. Dibuja el cuadro antropoldgico que permite analizar y situar, unas con respecto a otras, “todas las dimensiones” del discurso y la conducta del enfermo (y sobre todo i/lness, que no es otra cosa que la experiencia vital del individuo que sufre una afeccién), y “todas las dimensiones de una practica social”: la medicina (y, por lo tanto, especialmente la disease). De este modo sickness, precisa Jean Benoist (1983, p. 56), puede en adelante ser utilizada para designar “el proceso de socializacién de la disease y la illness”. Cerremos aqui el paréntesis, que en mi opinién no ha sido intitil, tanto por el esfuerzo de conceptualizacién perseguido como por la comprensién de un sistema que tiende a interpretarse a si mismo, de manera dogmatica, como carente de carga psicolégica y social. Volvamos ahora a la doble polaridad en presencia. En este encuentro entre la enfermedad en tanto se experimenta subjetivamente (¢//ness) y la forma en que es cientificamente observada y objetivada (disease), la practica biomédica consiste en subordinar integramente la primera a la segunda. Y es precisamente en el intersticio de esta inadecuacién que se perfilan y se instalan las interpretaciones psico y sociomédicas de la enfermedad, por lo que la existencia misma y el desarrollo actual permiten medir los limites del discurso exclusivista médico-biolégico en nuestra propia sociedad, que, bien mirado, deja insatisfecho nuestro deseo de sentido. Intentaré salir a la busqueda de este tiltimo por vias a menudo peligrosas: leer la enfermedad con una mirada distinta a la que hoy se beneficia de la plena legitimacién social,’ hablar de ella en otro lenguaje. Llegar incluso al punto donde, interpelada por el discurso de la alteridad médica (del modo en que ella se manifiesta sobre todo entre los no médicos y, en particular —pronto lo veremos-, entre los escritores®), la perspectiva admitida con mayor frecuencia vacila, por inversién de los papeles y los estatutos —y efecto, se trata precisamente de eso cuando uno se compromete en un itinerario etnolégico. En resumen, lo 20 que esperamos demostrar es que al lado de (0, con mas exactitud, en relacién con) la enfermedad concebida como objeto del conocimiento cientifico —esto es, como acto de objetivacién por un saber positivo— es no sdlo “importante”, “interesante”... sino cientificamente necesario que una verdadera antropologta de la salud se coloque también al lado del enfermo, que no solamente puede, sino que debe ser examinado en si mismo como un auténtico polo de conocimiento. Por lo tanto, la enfermedad objetiva, tal como puede conocerse por la medicina cientifica (y aprehenderse por los enfermos, quienes a veces llegan mas lejos que los médicos en el sentido de su propia objetivacién), ocupara menos nuestra atencidn en estas paginas que la propia idea de la enfermedad. Me ocuparé menos de la curacién —por ejemplo, la constatada por los andlisis de laboratorio— que de la idea que los enfermeros y los pacientes se hacen de la salud. Dicho de otro modo, mi propésito es estudiar la enfermedad y la curacién interiormente examinadas, fantaseadas, representadas, esto es vitalmente experimentadas. Por fin, una ultima precision. He otorgado muy gran lugar a la cultura (bio)médica, y ello por dos motivos. Por una parte, porque esta difundida y domina con amplitud en Francia, y hoy sdlo se dan escasas representaciones de la enfermedad que no se construyan en su contacto y bajo su influencia. En segundo lugar, porque parece necesario demostrar que esta cultura —que se concibe a si misma al abrigo de lo imaginario y de lo social— no podria pretender la neutralidad que se atribuye. Cualquier discurso sobre la enfermedad —y no se ve realmente por qué el del médico escaparia a ello—, lejos de estar basado en el registro de “datos” (!), proviene de un trabajo de seleccién y de elaboracién tanto como de una opcién teérica. El discurso médico en cuanto tal consiste, como lo dijo Victor Ségalen (que, recordémoslo, no fue sdlo el escritor que conocemos por la lectura de Jmmémoriaux, sino también médico en ejercicio), en “transformar la resonancia emotiva en conceptos intelectuales, en cambiar automaticamente las aterradoras imagenes concretas en simples imagenes —en elementos abstractos del diagnéstico”.” Pero es conveniente ir mas lejos. Cualquier médico, incluso en su practica del diagnéstico, en el tratamiento que administra y obviamente en su propia experiencia de la enfermedad, posee también una comprensién no (bio) médica de la patologia y de la terapia. Enfrentado dia a dia con la enfermedad, no puede tener acerca de ella un comportamiento estrictamente racional. Incluso los procesos de intercambio entre enfermeros y pacientes no se 21 a

También podría gustarte