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Conocimiento pertinente para América
Pienso luego existo decía Sócrates, así cavilaban quienes a los originarios de nuestras
tierras les negaron esta capacidad, afirmando en sus reuniones que como ellos no piensan no
existen. Todo esto debido a que nos observaban desde su perspectiva, desde el conocimiento de
los europeos, llegándose a discutir en la corte de Valladolid si teníamos alma.
Por ello, la idea de igualdad y fraternidad no paso de ser un lema que justifico un nuevo
orden de explotación, ya no de indios y negros esclavos, sino de los campesinos y trabajadores
asalariados.
Lo más peligroso es la colonialidad del ser, producto de esas heridas causadas a nuestros
originarios a través de la tortura de los cuerpos y la clasificación racial, haciéndolos ocultar su
identidad y sus saberes, donde solo los blancos tenían alma. La herencia histórica de la conquista
perdura y se sostiene cada vez que nos atribuyen que somos flojos, cómodos e indolentes, que no
trabajamos ni conocemos el valor del mismo. Sin tomar en cuenta las realidades geográficas,
físicas o ambientales que marcan profundas diferencias.
Este diagnóstico nos permite develar todo el mito que significo entender así la historia, a
través del ocultamiento del otro, por ello Dussel nos invita a pensar desde los ojos del otro, del
encubierto, a mirarnos a nosotros mismos, para descubrir que Europa ocupo ese lugar
preponderante, cuando se tropezó con América, a la cual sometió y destruyo en su beneficio.
Ahora es necesario cambiarse de "piel", tener nuevos "ojos". No son ya la piel y los
ojos del ego conquiro que culminará en el ego cogito o en la "Voluntad de-Poder".
No son ya manos que empuñan armas de hierro, y ojos que ven desde las carabelas
de los "intrusos europeos" y gritan: "¡Tierra!" con Colón.
Ahora tenemos que tener la suave piel bronceada de los caribeños, de los andinos, de
los amazónicos... Los ojos admirados de aquellos indios que, desde las playas, con
pies desnudos sobre las suaves y cálidas arenas de las islas "vieron” acercarse,
flotando sobre el mar, dioses nunca vistos. Tenemos que tener la piel que sufrirá
tantas penurias en las encomiendas y el repartimiento, que se pudrirá en las pestes
de los extraños, que será lastimada hasta los huesos en la columna donde se azotaba
a los esclavos - pacíficos campesinos de la sabana africana vendidos como animales
en Cartagena de Indias, Bahía, La Habana o Nueva Inglaterra Tenemos que tener los
ojos del Otro, de otro ego, de un ego del que debemos reconstruir el proceso de su
formación (como la "otra-cara" de la Modernidad), y, por ello, debemos ahora partir
desde el Océano Pacífico.(p.84)