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Recensión sobre la Inspiración Divina de La Sagrada Escritura y su

Interpretación (Capítulo II de la Constitución Dogmática Dei Verbum)

Las verdades reveladas por Dios que se contienen en las Sagradas Escrituras han sido
consignadas por el Espíritu Santo, de tal manera la Santa Iglesia Católica tiene por
santos todos los libros en ella consignados, ya que por la fe apostólica han sido
constituidos como canónicos por que se escribieron bajo la inspiración del Espíritu
Santo, ser Dios su autor y por la transmisión fueron entregados a la Iglesia.
Dios se ha valido de hombres, quienes inspirados por él escribieron todos los libros que
se contiene en las sagradas escrituras, por esto confesamos que todos ellos contienen
las verdades del plan de salvación de Dios para su pueblo, por constatar que su
contenido ha sido inspirado y escrito por obra de Dios, dándonos mediante estos
autores a conocer todo lo que él quiere que conozcamos.
Dios no se ha manifestado a los hombres de manera incomprensible y en lenguaje
desconocido, lo ha hecho por medio de hombres, para que la Sagrada Escritura llegue
a todos la raza humana, por tanto el intérprete comprende lo que Dios quiso manifestar,
de este modo investiga lo que Dios manifestó por medio de estos hombres. Para llegar
a un pleno entendimiento se debe estudiar el género literario, ya que la verdad se
expresa de diversos modos, como ser los históricos, proféticos, poéticos u otros.
También hay que situarse en el lugar del autor, es decir en la época para explicar a
través de las circunstancias que el pueblo de la elección, Jesucristo y los apóstoles
atravesaban, la cultura en la que se desenvolvían, el género literario de la época, las
lenguas que se usaban y todos los factores que hagan posible una verdadera
interpretación de lo Dios quiso y quiere manifestar a los hombres.
La sagrada escritura ni se lee ni se interpreta beligerantemente, ya que el mismo
espíritu que la inspiró también auxilia a quien hoy se dispone a entrar en ella, teniendo
en cuenta la transmisión apostólica y la defensa de la fe. Todo cuanto un exegeta de
proponga interpretar debe ser a la luz de lo anterior, recordando que el mandato de
divino de la custodia e interpretación de la Sagrada Escritura y los misterios de la
revelación han sido confiados a la Iglesia por la sucesión apostólica.

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