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RESUMEN DEI VERBUM

1) LA REVELACIÓN EN SI MISMA

La Dei verbum es una constitución dogmática que se propone exponer la doctrina auténtica sobre la
divina revelación y su transmisión. La revelación se realiza por medio de palabras y gestos
intrínsecamente conexos entre sí, para que las obras realizadas por Dios en la historia de la
salvación manifiesten y confirmen la doctrina y los hechos significados por las palabras; y las
palabras, a su vez, proclamen las obras y puedan esclarecer el misterio contenido en ellas. De todos
modos, la verdad profunda acerca de Dios y de la salvación humana se nos manifiesta por la
revelación de Cristo.

Dios, a lo largo de la historia, ha venido preparando a su pueblo: primeramente se manifestó


personalmente a nuestros padres, después de la caída de Adán alentó en ellos la esperanza de la
salvación prometiendo una salvación y después tuvo un gran cuidado del género humano, para dar
vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras, preparando
así el terreno para la escucha del Kerygma, de la Buena Noticia. Por eso Dios quiso enviar a su
único Hijo para iluminar a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los
secretos de Dios: Jesucristo es el que lleva a cabo la obra de la salvación, llevando a su culmen la
salvación, salvación que necesita de la fe para ser recibida. Para esto es necesaria la gracia de Dios
y los auxilios internos del Espíritu Santo. Mediante la revelación divina quiso Dios manifestarse a
Sí mismo y los eternos decretos de su voluntad acerca de la salvación de los hombres.

2) TRANSMISION DE LA REVELACION DIVINA

Para que el plan de la salvación de los hombres permaneciera íntegro para siempre y se fuera
transmitiendo a todas las generaciones, Dios dejó el encargo de transmitir la revelación
primeramente a los apóstoles, que tuvieron una experiencia directa de Jesucristo, y después de esos
a los obispos.
Lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario para que el Pueblo de Dios viva
santamente y aumente su fe: la Tradición que proviene de ellos progresa en la Iglesia con la
asistencia del Espíritu Santo, así que la Iglesia, a lo largo del tiempo, tiende constantemente a la
plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios. Junto a esto,
también tenemos la Sagrada Escritura, que es la mera palabra que se consigna por escrito bajo la
inspiración del Espíritu Santo. Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y
compenetradas. El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, escrita o transmitida, ha
sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de
Jesucristo.

3) INSPIRACION DIVINA DE LA SAGRADA ESCRITURA Y SU


INTERPRETACION

Los libros de la Sagrada Escritura enseñan con fidelidad y sin error la verdad que Dios quiso
consignar por medio del Espíritu Santo: todo fue escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, para
nuestra salvación. Para poder entender lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que
atender cuidadosamente a las formas usadas de pensar y de hablar de ese entonces, y es la Iglesia,
que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios para que
conozcamos la el amor y la sabiduría de Dios.
4) EL ANTIGUO TESTAMENTO

El Antiguo Testamento tiene suma importancia para los cristianos, ya que en sus libros se
manifiesta el obrar de Dios justo y misericordioso con los hombres y además vemos como todo está
ordenado para preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de
Cristo redentor universal y la del Reino; todo lo contenido en el AT está sumamente relacionado
con el Nuevo Testamento y es en éste que adquiere y manifiesta su plena significación.

5) EL NUEVO TESTAMENTO

Al llegar la plenitud de los tiempos la palabra divina, que es poder de Dios para la salvación de todo
el que cree, se presenta y manifiesta su vigor de manera especial en los escritos del Nuevo
Testamento. Cristo, palabra hecha carne, se revela a sus santos Apóstoles y Profetas en el Espíritu
Santo, para que predicaran el Evangelio: en este sentido los Evangelios ocupan el lugar principal
entre todas las escrituras, puesto que son el testimonio principal y directo de la vida y doctrina del
Verbo Encarnado, ya que su origen reside en los mismos apóstoles, que nos transmitieron por
escrito su experiencia, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del
Espíritu de verdad. En los demás libros del Nuevo Testamento (Hechos, Cartas, etc.) se confirma
todo lo que se refiere a Cristo Señor, se declara más y más su genuina doctrina y se manifiesta el
poder salvador de la obra divina de Cristo.

6) LA SAGRADA ESCRITURA EN LA VIDA DE LA IGLESIA

La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no
dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la palabra de Dios
como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia. Es necesario que toda la predicación
eclesiástica, como la misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura, y se rija por ella.
Para que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura, la Iglesia procura que se
redacten traducciones aptas y fieles en varias lenguas, sobre todo de los textos primitivos de los
sagrados libros. El Sagrado Concilio anima por lo tanto a los estudiosos bíblicos, sigan realizando
con celo la obra comenzada según el sentir de la Iglesia.

Las Sagradas Escrituras contienen la palabra de Dios y, por ser inspiradas, son en verdad la palabra
de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada Escritura ha de ser el alma y la base de la
Sagrada Teología y de toda predicación y catequización. “El desconocimiento de las Escrituras es
desconocimiento de Cristo" afirmaba San Jerónimo: es necesario, pues, que todos los clérigos,
sobre todo los sacerdotes, se dediquen legítimamente al ministerio de la palabra, se sumerjan en las
Escrituras con asidua lectura y con estudio diligente.

Así, pues, con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados "la palabra de Dios se difunda y
resplandezca" y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y más los corazones de
los hombres.

7) COMENTARIO

En toda la Dei Verbum se puede ver como la Revelación es presentada desde una perspectiva
personal y comunicativa: el acento no está puesto en una serie de verdades, o en algo sino en
Alguien, que se manifiesta para entrar en comunión con el hombre y establecer una relación
personal. Sin duda alguna, uno de los puntos más interesantes de esta constitución lo encontramos
en el numeral 21, el cual subraya como a la Sagrada Escritura hay que tener igual veneración que al
Cuerpo del Señor, ya que el mismo Cristo está tanto en la Eucaristía como en la Escritura. Por lo
tanto el cristiano que quisiera tener un encuentro personal con el Hijo de Dios no puede descuidar la
Palabra, sino más bien tiene que buscar como interiorizar.

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