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Caracol Africano (Achatina fulica)

Hablar de Caracol Gigante Africano en estos momentos es referirse a una temible plaga, de la que
poco se sabe y de la que mucho se dice, algunos con basamentos importantes y otros con mitos y
creencias que dejan visos y crean importantes dudas en la comunidad en general.

Ante esta realidad, desde la Universidad de Oriente, como centro de investigación del Oriente
venezolano que ocupa el 52% del territorio nacional, se presenta parte de una investigación que
en torno al tema se ha podido adelantar en la zona costera de nuestro país, pero que se hace
importante en estos momentos para la entidad monaguense.

La profesora Erika Gómez, parasitólogo adscrita al laboratorio de Parasitología del Instituto de


Investigaciones en Biomedicina y Ciencias Aplicadas (IIBCA) de la Universidad de Oriente, quien
destaca que la información que expresa es “una recopilación de la información general que se
tiene del tema”; alertando que no es especialista en caracoles, pero manifiesta que siendo
estudiante permanente de sus parásitos hay que conocer un poco del tema.

“Yo soy parasitólogo y solo te puedo dar una visión general desde el punto de vista parasitológico
de la situación”, sentenció; apuntando que es muy importante conocer detalles al respecto más
cuando se considera que A. fúlica (nombre científico) es un caracol terrestre que experimenta un
crecimiento explosivo que se ubica como plaga de cultivos, que es capaz de alimentarse de una
amplia variedad de especies de plantas y ser portador de algunas enfermedades o virus.

Refiere la especialista, a la que le correspondió estudiar a profundidad esta especie, que el


Caracol Gigante Africano como se le conoce, puede llegar a medir hasta 208 mm de alto X 160
mm de diámetro y viven entre 3 y 4 años.

Al consultarle la manera como llegó “esta plaga” (Achatina fúlica) a Venezuela destacó que su
traslado se realiza de manera involuntaria al transportar plantas o materia del suelo con sus
huevos, y de forma intencional mediante la comercialización como fuente de alimento o mascota
o para la elaboración de cosméticos (NAPPO-PAS, 2003). Desplazó las especies autóctonas y
modificó los factores del ecosistema que garantizan el equilibrio ecológico.
“La especie A. fúlica, es originaria de África Ecuatorial y Oriental, y en países como Kenia y
Tanzania, sirve de alimento para la población. En la Cuenca del Caribe, incluyendo Barbados,
Santa Lucía, Martinica y Guadalupe se reporta como especie invasora (Navas, 2007). La
penetración y distribución del caracol A. fulica en los países del continente americano ocurrió
probablemente en la década de los años treinta. En Venezuela, Martínez (1997), reportó su
presencia en el Distrito Capital y en el estado Portuguesa. Actualmente, existen poblaciones del
caracol en los estados Nueva Esparta, Sucre, Portuguesa, Zulia, Carabobo, Monagas y Aragua”.

El A.fulica o caracol Gigante africano puede ser vector mecánico de algunos organismos
patógenos (parásitos, virus, bacterias entre otros), pudiendo ser importante dispersor de
enfermedades de manera similar a las ratas, moscas y cucarachas. “Aparte del daño agrícola y
ecológico tiene impacto importante en la salud humana, por ser hospedador susceptible para
trasmitir dos gusanos o larvas (nemátodos), como son Angiostrongylus cantonensis, que produce
la angiostrongilosis meningoencefálica, una enfermedad que puede ser potencialmente fatal; y A.
costaricensis que causa la angiostrongilosis abdominal, este último se encuentra distribuido en el
continente americano, en países como Costa Rica, Honduras, Panamá, Venezuela, Brasil, México,
El Salvador, Guatemala, Estados Unidos, Colombia y Ecuador”.

“Una enfermedad potencialmente fatal”

El nemátodo Angiostrongylus cantonensis, produce la meningoencéfalitis humana, esta patología


causa, entre otros síntomas, disturbios en el sistema nervioso con fuertes y constantes dolores de
cabeza, y el Angiostrongylus costaricensis, que ocasiona afección abdominal grave y que puede
ocasionar perforación intestinal, peritonitis y hemorragia abdominal.

La especialista refiere que el ser humano puede llegar a infectarse al consumir este molusco en
una mala preparación o cuando se ponen en contacto órganos como boca, nariz y ojos con
secreciones del caracol.

“Cuando la meningitis es causada por el parásito que porta el caracol, una de las principales
diferencias es la presencia de eosinofilia en el líquido cefalorraquídeo del paciente. La mayoría de
los estudios reporta presencia de eosinofilia 50-75% en la primera punción lumbar, de 60,4% de
los pacientes, y en el 100% de los pacientes en la segunda punción lumbar” detalló.

Es de hacer notar que cuando la meningitis es eosinofilica cede rápidamente cuando se comienza
a aplicar el tratamiento adecuado con antiparasitarios (albendazol o mezbendazol) y/o
tratamiento sintomático. No obstante, lo más importante es evitar infecciones de este tipo y para
lograrlo es importante no tocar los caracoles, no triturarlos ni aplastarlos, evitar el contacto con la
baba del caracol, lavar muy bien frutas y hortalizas con agua potable, no consumir estos caracoles,
si se toca un caracol o algo baboso en las frutas u hortalizas lavar inmediatamente.

...Algo más del Caracol

Una plaga agrícola y pecuaria


A.fulica es conocida como plaga agrícola que ocasiona grandes pérdidas en los cultivos de cacao,
maíz, naranja, limón, algodón, auyama, cambur, plátano, caraotas, cítricos, fruta de pan, lechosa,
lechuga, melón, parchita, piña, yuca, rosales, entre otros. Además, compite por los recursos y
consume los huevos y crías de especies de caracoles autóctonos, como la guácara. Consume
alimentos concentrados para animales domésticos: como cerdarina, perrarina, pollarina, y otros.
Consume igualmente heces de otros animales, basura, cartón y restos de animales muertos.

Elevada reproducción

Este caracol posee una elevada tasa de reproducción y pone entre 100 y 1000 huevos al año,
compite con las especies autóctonas, por espacio y alimentos y es fácilmente adaptable a diversas
condiciones climáticas.

¿Cómo se eliminan?

Los especialistas en el área indican que deben elimine de los jardines restos de madera,
materiales de construcción o cualquier elemento que pueda ser utilizado como refugio para el
caracol. Se recomienda realizar limpieza de terrenos baldíos.

Al conseguirlos no botarlos en quebradas, ríos, sitios baldíos, o en la basura. Lo importante es


recogerlos y colocarlos en un recipiente con tapa y se les agrega cal o sal común o cloro, las tres
sustancias en proporciones con agua de 3:1 (3 litros de agua con 1 kg. de sal o 1kg. de cal o 1 litro
de cloro. Dejarlos sumergidos mínimo 4 horas. Finalmente, se entierran en fosas de 40 a 50 cm de
profundidad y se les añade más cal.

“No tiene distingo para habitar”

A.fúlica no distingue razas ni estratos sociales, bien puede vivir en urbanizaciones como en
barriadas. Tiene hábitos nocturnos y prefieren los sitios húmedos y sombríos, como debajo de
piedras, bloques, arbustos y hojas secas en descomposición.

Su actividad comienza al atardecer y gradualmente se incrementa hasta alcanzar un pico a las 4-6
horas después de oscurecer. En condiciones severas de sequía, cuando la humedad del suelo en
los primeros cinco centímetros del perfil baja hasta 6%, se entierran profundamente en el suelo,
hasta que las condiciones de humedad le sean favorables, estos buscan lugares protegidos de las
fuertes corrientes de aire.

¿Puede provocar meningitis?

El riesgo de infección está presente siempre y cuando exista el hospedero intermediario, que en
este caso es Achatina fúlica o caracol, de allí que el otro factor de importancia es controlar la
presencia o diseminación de roedores, que es el otro elemento que conforma el ciclo, ya que en
ellos se desarrolla el parásito adulto. Es importante que estén todos los elementos de un ciclo
biológico para que un parásito se desarrolle.

PRENSA UDO MONAGAS/ LCDA. ALBERTHINA CENTENO


ENERO 2012

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