El tema universitario en Venezuela es recurrente. Cada cierto
tiempo sale a la palestra pública y se constituye en el punto central de la agenda de los formadores de opinión. En los últimos años, con la llegada al gobierno del Teniente Coronel Hugo Chávez, la vida universitaria ha sufrido cambios importantes, positivos y negativos. El sector universitario en el país ha experimentado transformaciones altamente significativas. El crecimiento de la matrícula universitaria y de las instituciones universitarias, ha sido considerable a partir del año 1958. En los últimos 50 años del siglo XX y en los primeros del siglo XXI, teniendo como eje del análisis el requerimiento de una ley que regule el funcionamiento de las universidades, hemos vivido, en las Universidades, momentos que constituyen hitos en su historia, a saber: masificación de la matrícula universitaria; renovación académica; intervención de las universidades; creación de órganos supra- universitarios; creación de nuevas universidades bajo un concepto experimental, con el propósito de disminuir el peso académico e importancia de las universidades autónomas; semestralización del régimen de estudios para evitar la identificación grupal; limitación del cupo universitario; políticas selectivas de ingreso; asfixia presupuestaria; precarización del empleo universitario; y, división clasista de las universidades y sus comunidades.
En la actualidad ha aparecido, nuevamente, el fantasma de la
transformación universitaria. La UNESCO reúne a diario expertos en materia universitaria para que decidan el futuro de las universidades, y, en cada país, se producen las respectivas réplicas. Dichos expertos, curiosamente, son egresados y formados en las universidades que cuestionan, dan cuenta de sus males y recetan, sin precisión alguna, los remedios necesarios. En el juicio de los expertos, llama poderosamente la atención la asertividad en el diagnóstico, no así, en el tratamiento, el cual difiere según el país y tipo de universidad; pero, con frecuencia, el tratamiento no pasa de ser grandes manifestaciones de voluntad, un querer ser, la mayoría de las veces, sin viabilidad práctica y política alguna, es decir, puro discurso vacío de contenido, muy propio de la intelectualidad universitaria. Los grandes expertos universitarios, doctos en pontificar reformas y transformaciones universitarias, nunca señalan con precisión en qué consiste la transformación que auspician.
A raíz del establecimiento, tácito o expreso, de la política
universitaria del gobierno nacional, cuyos ejes visibles, son: una nueva ley de Educación Universitaria que destruya la misión académica de las Universidades; inefectividad de la noción de autonomía universitaria por vía de hecho, mediante el estrangulamiento financiero de las universidades que cuentan con tal atributo; precarización del empleo universitario; y, desconocimiento del gremialismo universitario, ha resurgido la cuestión relativa a la transformación universitaria. ¿Qué se busca con la reedición del discurso transformador? Simplemente, doblegar, poner de rodillas, a las comunidades universitarias que se muestran huidizas a la idea de un pensamiento único.
El signo de los nuevos tiempos de transformación universitaria lo encontramos
en dos hechos notorios. Primero, la consigna que recoge una pancarta que cuelga de lo alto del edificio que sirve de sede a la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada: “UNEFA, socialista, armada y siempre lista”. Segundo, el discurso oficial de la transformación que una voluntad superior impone a los Ministros de la Educación Universitaria. Así, tenemos, que, la nueva Ministra de Educación Universitaria, profesora que merece nuestro respeto y consideración, ha incurrido en un error imperdonable al convocar una marcha en réplica a la convocada por estudiantes y profesores universitarios, en reclamo, también, de lo que cabe en el discurso de la transformación universitaria. La Ministra, profesora universitaria, ex -rectora de una Universidad, encabeza la marcha subida en un camión, arengando a las masas con el lema de su concepción de la transformación universitaria. Al parecer, el alto gobierno, la voluntad superior, no persigue la excelencia de la educación universitaria. De quererla, las Universidades recién creadas serían un dechado de virtudes, islas de excelencia académica. Con docentes de la más alta calificación, instalaciones dotadas con tecnología de punta, centros de investigación, excelentes condiciones laborales, por citar algunos indicadores. El gobierno quiere que las universidades se transformen en centros de formación de cuadros, “armados” y “socialistas”, para construir la patria nueva. El discurso oficial se centra en el ataque y la agresión a las universidades autónomas y, reduce la prédica transformadora, básicamente, a tres hechos: rendición de cuentas, libre ingreso a las universidades y participación de todas las personas que hacen vida universitaria en el gobierno institucional. La calidad académica no importa, las condiciones laborales, tampoco; menos aún, la calidad de vida estudiantil, lo que pone al descubierto la verdadera intención del discurso de la transformación universitaria. Una buena excusa para la dominación, el control y la dependencia.