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11 2021-02-05 Indignarse Es Cool
11 2021-02-05 Indignarse Es Cool
INDIGNARSE ES COOL
Autor Juan Soto / 2021-02
¿P
odemos ser todos cool? Si remitimos el significado de lo
cool a la moda podríamos decir rotundamente que no. Que
ser cool es asunto casi exclusivo de los “sabuesos de la
moda”. Pero más allá de la dictadura consumista todo
parece cambiar. Si lo cool es un conjunto de actitudes para
diferenciarse y tomar distancia de las formas de vida de la sociedad de masas,
entonces lo cool no está solamente en los atuendos. Es tanto el espejismo que
alimenta las ilusiones consumistas como la materialidad anhelada por las masas
idiotizadas por la publicidad. Es un elemento imprescindible de la ideología del
capitalismo consumista y una forma de ser. Y en tanto forma de ser, como signo
de diferenciación de la cultura de masas, tiene diversas maneras de manifestarse
en lo público y en lo privado. No obstante, es un intento de rebeldía domesticada.
Rebeldía que termina, las más de las veces, por convertirse en una práctica social
y cultural generalizada.
La gente hoy día está dispuesta, por ejemplo, a pagar por: nadar con tiburones;
viajar al espacio; hacer un paseo en helicóptero o avioneta; visitar la zona de
exclusión de Chernobyl; comer en un restaurante submarino o suspendido en el
aire; hospedarse en un hotel flotante, submarino o de hielo; volar en parapente;
visitar una reserva de animales salvajes; tirarse en paracaídas; mirar las auroras
boreales; avistar luciérnagas; recorrer sitios abandonados como prisiones,
psiquiátricos y minas; visitar volcanes activos; conocer ciudades subterráneas…
A diferencia de otras épocas, pareciera ser que el requisito indispensable para ser
cool, hoy día, es tener una alta capacidad de indignación. No de crítica ni de
argumentación. Y sí, de individuos progresistas y cool están llenas las calles y las
universidades (los profesores no son la excepción). Pero la indignación es un
sentimiento cool que pone en evidencia la supuesta superioridad moral de quien la
vive y experimenta encarnizadamente. Es un sentimiento que, desprovisto de
acción, desemboca en puro “nihilismo cool”, como le ha llamado el periodista
español Víctor Lenore [autor del libro Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de
una dominación cultural]. Es un sentimiento, pues, de enfado provocado por algo
que se considera injusto, ofensivo o perjudicial, pero en una sociedad donde la
corrección política es un requisito indispensable para pensar, hablar, escribir o
actuar es demasiado sencillo confundirla con la sensibilidad. Solo las personas
sensibles, siguiendo este razonamiento elemental, podrían acceder a la
indignación (y a la superioridad moral por supuesto). Una sociedad que se indigna
por casi todo es una sociedad cuya capacidad de discriminación es demasiado
baja. Es decir, una sociedad donde indignarse resulta ser cool.
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