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RAZÓN Y FE

REVISTA MENSUAL

REDACTADA POR PADRES DE lA COMPAÑÍA DE JESÜS

CON LICENCIA DE LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA

AÑO X -^e^ TOMO XXX


MAYO-AGOSTO, 1911

Beatushomo, quem tu erudieris, Domine, et


de lege tua docueris eum.
PS. XCIII, 12.

MADRID
Redacción: jÑlberto JIguilera, 25.— Jidministración: piaza de Santo Q>omingo, /.
Estaflo acínal ile la coestliin ierlana.

R lACE ya algunos años que se viene siguiendo con gran interés la


noble campaña emprendida por el insigne profesor de Historia eclesiás-
tica en la Universidad Gregoriana de Roma, P. Fidel Savio, á fin de
restablecer en toda su integridad la tesis, sostenida ya en el siglo XVIII
por el canónigo Corgne y por el bolandista Stilting, sobre la plena
inocencia del Papa Liberio, con respecto á cualquier acto de debilidad
en materia de fe (1).
Esta tesis tuvo, es cierto, alguno que otro partidario, además de los
mencionados, por ejemplo, el P. Zacearla, en sus Dissertazioni di Storia
ecclesiastíca; pero, por lo demás, fué casi abandonada de los escritores
católicos hasta estos últimos años.
En 1855 Hefele sostuvo la falsedad de las cuatro cartas atribuidas á
Liberio, en las que se fundan sus enemigos para acusarlo de haber sus-
crito una fórmula semiarriana. La generalidad de los escritores se adhi-
rió á Hefele en este punto, y con el mismo aceptó la relación de Sozó-
meno, de que Liberio, en Sirmio, y en el año 358, suscribió una fórmula
compuesta, sí, por semiarrianos, mas en todo católica. Cierto que se
omitía en ella la palabra homoousios, consagrada en el 325 por el Con-
cilio de Nicea; pero aun esta misma omisión pudo entonces haberse
admitido de buena fe, dado el abuso que de dicha palabra hacían los
secuaces de Fotino.
Un discurso del Dr. Schiktanz, impreso en Breslau en 1905, dio
al P. Savio ocasión de exponer y desarrollar su tesis.
En tal discurso pretende Schiktanz probar la genuinidad de las
cuatro cartas atribuidas á Liberio, y esto después que todo el mundo,
incluidos los protestantes, las habían rechazado como espurias.
En dos de estas cartas, dirigidas á los obispos arríanos enemigos
de San Atanasio, el Papa declara haber condenado á Atanasio desde
el principio de su pontificado, y de haberle tenido hasta entonces como
excomulgado, y asimismo declárase como amigo en paz y comunión
con dichos obispos arríanos.
En otra carta dirigida á Ursacio y Valente, públicos agitadores.

(1) La questione del Papa Liberio. Roma-Pustet, 1907. Opúsculo en 12.° de 218 pá-
ginas, 1,60 liras.— ATüov/ Studi sulla questione del Papa Liberio. Roma-Puslet, 1909.
Opúsculo en 12.° de 127 páginas, 1,20 liras. — Punti controversi nella questione del
Papa Liberio. Roma-Pustet, 1911. Opúsculo en 12.° de 156 páginas, 1,20 liras.
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arríanos fanáticos, encarnizados enemigos de Atanasio, del Papa y del


Episcopado católico, Liberio les repite las mismas declaraciones, y, á
mayor abundamiento, los colma de elogios, llamándoles «hijos de paz»
y «amadores de la paz y de la caridad». Termina recomendándoseles
para que le alcancen del Emperador que le levante el destierro, y decla-
rándoles que también admite á su amistad y comunión á los obispos
Epicteto y Ausencio, tan arrianos y tan furiosos como el mismo Valente.
El P. Savio ha probado de una manera convincente, á nuestro modo
de ver, que estas cartas no pueden ser de Liberio, porque contienen evi-
dentes falsedades que Liberio absolutamente no pudo decir, como lo es,
por ejemplo, la de su hostilidad contra Atanasio, desde el principio de
su pontificado; porque, además, se sirve de un lenguaje indigno de un
Pontífice, por débil que se le suponga, y, sobre todo, porque todas estas
cartas son inútiles para el fin con que se suponen escritas, pues para
librarse del destierro le bastaba dirigirse al Emperador y condenar á
Atanasio, sin necesidad de habérselas con tales malandrines.
Esta discusión de las cuatro cartas, publicada en 1907, es como el
núcleo de todo este trabajo del P. Savio, que vamos brevemente á
exponer.
Comienza su primer libro explicando en qué consisten las acusacio-
nes hechas contra Liberio, dejando bien asentado con sólidas pruebas
cómo fué querido y alabado de cuantee le conocieron de cerca, y calum-
niado por arrianos. Pasa después á narrar con gran claridad é interés
los hechos que precedieron al destierro de Liberio, su ida á Milán, el
diálogo que tuvo con el Emperador, su destierro á Berea, la usurpación
del antipapa Félix y la aversión que á éste mostró el pueblo de Roma,
la súplica que en la primavera del 357 las matronas romanas elevaron
á Constancio para que les restituyese á su legítimo pastor, la momentá-
nea debilidad de Ossio y la reacción de los semiarrianos contra el arria-
nismo puro.
En el siguiente capítulo trata de las referidas cartas seudoliberianas
y de su falsificación.
Examínanse luego los textos que se suelen aducir contra Liberio, y
primeramente el de San Atanasio. De éstos consta que fueron añadidos
después que fué compuesta la obra en que se encuentran, pues la pre-
tendida caída de Liberio habría sido á fines del 357 ó á principios
del 358, mientras que la Apología contra Arianos se terminó en el 350,
y la Historia Arianorum antes de Junio del 357. Monseñor Duchesne,
en una disertación suya que adelante citaremos, afirma, un tanto atrevi-
damente, estar fuera de duda que dichos textos fueron añadidos por el
mismo San Atanasio (1). El solo hecho de que las añadiduras son pos-

(1) Savio, Nuovi Studí, pág. 28.


RAZÓN Y FE, TOMO XXX 13
190 ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN LIBERIANA

teriores á la obra de San Atanasio, ¿no nos da derecho siquiera á dudar


si fueron ó no interpoladas por mano ajena? Nos confirma en esta duda
el silencio que sobre este testimonio de San Atanasio guardaron Só-
crates, Sozómeno, Teodoreto y otros escritores que para escribir del
período liberiano se sirvieron de las obras de San Atanasio. Especial-
mente el silencio de Sócrates en este punto es muy significativo, pues,
según él mismo dice, en el período liberiano abandonó el compendio
que ya tenía hecho de la historia de Rufino, y se atuvo á la Historia
Arianorum de San Atanasio (1).
Motivo de duda es también el ver omitidos en todos los códices de
las obras de Atanasio parte de una carta suya á Rufíniano, y aquella
precisamente que era favorable á Liberio, siendo así que consta que en
el siglo VIII existía íntegra, y que el párrafo perdido fué citado y discu-
tido en el concilio Niceno 2.° Ahora bien, como se suprimieron los
párrafos favorables á Liberio, ¿no pudieron también introducirse alguno
ó algunos contra él? Así que el testimonio que vemos escrito en las
obras de San Atanasio es de suyo dudoso y, por consiguiente, nulo en
todo tribunal justo, contra quien por mil títulos está en posesión de su
fama.
En cuanto á los textos de la Crónica y del libro De viris illustribus
de San Jerónimo, es manifiesto que son contradictorios entre sí. En uno
de los textos se lee que Liberio cayó «taedio vidas exilii»; y en el otro,
«cuando apenas partía camino del destierro pergens in exilium». Dada
la contradicción de ambos textos, hay que atenerse á lo último que dijo
quien los escribió, en nuestro caso, al pergens in exilium; pero que en
tal tiempo y circunstancia Liberio hubiera suscrito una palmaria herejía,
es á todas luces falso y además inverosímil.
Transmitiendo la cuestión, un tanto dudosa, sobre la autenticidad
de los textos, el P. Savio opina que, de ser realmente su autor San Jeró-
nimo, lo habría sido vícfima del engaño, ó sea dando crédito á las cartas
seudoliberianas, en dos de las cuales Fortunaciano, Obispo de Aquilea,
aparece como mediador entre Constancio y Liberio, que es precisamente
lo que afirma el texto del libro De viris illustribus.
Sozómeno rechaza abiertamente las acusaciones de herejía contení-^
das en obras de San Jerónimo y atribuye su origen á las calumnias
las
esparcidas por los arríanos á fines del 357 ó principios del 358: «Sparsis
rumoribus divulgaverunt Liberium quoque consubstantialis vocabulum
condemnasse et Filium Patri dissimilem confiteri.^ Y que los arríanos
esparcieron y sostuvieron tal calumnia, nos consta además por la his-
toria del arriano Filostorgio, escrita hacia el año 430, donde se afirma
que Liberio condenó á Atanasio, y la palabra homoousios. ¿Qué valor

(1) Savlo, Punti controversi, pág. 143, donde se copia el texto de Sócrates.
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histórico tiene el paso deSozómeno en que aparece Liberio llamado á


Sirmio por Constancio en el año 358 y aceptando una fórmula semi-
arriana? Fuera de los textos citados en los libros de Atanasio y Jerónimo
y del texto del Libellus precum, completamente desaiutorizado (1), los
demás escritores del siglo IV guardan silencio acerca el particular, y
esto ya se opone grandemente al valor histórico del pasaje de Sozó-
meno. Opónese también el expreso testimonio de Sócrates, según el cual
Constancio llamó á Liberio, pero lo hizo de mala voluntad.
Y que Sócrates decía verdad lo probaron los hechos, sobre todo, el
de haber sostenido Constancio al antipapa Félix, y esto á la vista y con
suma injuria de Liberio.
Según el P. Savio, á este hecho alude San Hilario cuando escribe
á Constancio: «No sé si fuiste más cruel en echarlo de Roma que en
volvedo á llamar.»
Ahora bien, si Liberio venía del destierro á dar gusto al Emperador,
¿por qué éste lo trataba como enemigo; por qué no se invitó á Liberio
al Concilio de Rímini; por qué en este mismo Concilio los arrianos ha-
blaron contra Liberio, y éste reprobó al Concilio? (2).
En contra también del relato de Sozómeno está la opinión, sostenida
por Duchesne, de que aquel autor se sirvió en sus escritos de la historia
de Sabino, obispo arriano, y notoriamente parcial de su secta.
Pero lo que principal y absolutamente contradice al relato de So-
zómeno es el modo mismo con que Liberio trató en el 366 á los semi-
arrianos, con los cuales, según el relato, se le supone haber comunicado
en 358.
Sócrates, á quien todos tienen por más exacto historiador que Sozó-
meno, escribe que, cuando los obispos semiarrianos vinieron á Roma,
Liberio no los quiso recibir, fundándose en que eran enemigos del Con-
cilio de Nicea. Ni quiso admitir la explicación que ellos daban de la
palabra homoiusios, alegándole ser sinónima de homoousios, sino que
les exigió una profesión de la fe nicénica, y que ésta había de ser, no
verbal, sino escrita, y que en la tal profesión de fe habían de insistir de
una manera especial en la palabra homoousios. Entonces, y sólo enton-
ces, cuando tuvo en sus manos esta profesión escrita, los admitió de
nuevo á la comunión católica.
Para confirmar este pasaje, Sócrates hace notar que el mismo Sabino,
historiador semiarriano, refiere esta sumisión de sus correligionarios al
Vicario de Cristo.
En vista de todo esto y recordando que uno de los obispos que vinie-
ron á Roma en 366 era nada menos que Eustaquio de Sebaste, uno de
los tres que, según Sozómeno, indujeron á Liberio á firmar la fórmula

(1) Véase Savlo, Naovi Studl, pág. 53.


(2) Nuovi Studí, péig. 96.
192 ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN LIBERIANA

seniiarriana en 338, es imposible admitir que el mismo Liberio la haya


nunca firmado.
Liberio, pues, fué un Papa virtuosísimo y firmísimo en medio de las
persecuciones. Por eso sus contemporáneos lo amaron y lo veneraron
como santo; por eso San Ambrosio lo recuerda con veneración y lo
encomia; por eso más tarde el Papa Siricio, su compañero en el destie-
rro, ordena que sus restos mortales se coloquen junto á los de su santo
predecesor; por eso el Papa Anastasio lo menciona entre los «Obispos
santos que preferían ser crucificados antes que repetir la blasfemia de
Arrió contra la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo»; por eso también
el amor que le profesaba el pueblo romano, la aversión con que éste
miraba á sus enemigos y el honrar su sepulcro con una de las más lau-
datorias inscripciones que se conocen.
Antes de pasar adelante, será bien que hablemos de la disertación
*Libere et Fortunatien*, en que, haciendo suya la tesis del Dr. Schiktanz
y repitiendo antiguas acusaciones contra Liberio, Mons. Duchesne se
opuso al P. Saviom'1908. Éste le respondió en seguida en la Civiltá
Cattolica y en su opúsculo Nuovi Studi sulla questione del Papa
Liberio.
Del examen minucioso y severo que el P. Savio hace de la diserta-
ción de Duchesne, es menester concluir que nunca ha estado este último
escritor tan poco feliz como en esta su impugnación.
Faltan en este escrito de Duchesne razones verdaderamente científi-
cas, aunque ciertamente no faltan aserciones a priori, muy arbitrarias
y aun falsas, equívocos y textos mal citados.
Quien debe hacerse cargo de que Liberio ha de defenderse no con
etóricas de abogado, sino con pruebas de crítico histórico, es él (Mon-
señor Duchesne), y no sus adversarios, como él afirma.
Ahí va una que otra prueba de lo que he dicho, que tomo del citado
opúsculo del P. Savio:
1. Duchesne comienza su raciocinio con este prejuicio: Constancio
era de un carácter inflexible: luego si llamó á Liberio del destierro no
fué porque cedió Constancio, sino porque Liberio se doblegó á conde-
nar á Atanasio. Aquí el P. Savio tuvo la ocurrencia de refutar á su ad-
versario con sólo traducir del francés una página de la Histoire ancienne
de l'Église del mismo Duchesne, donde, per longum et latam, se da cuenta
del cambio de doctrina y de conducta que se notó en el firmísimo Cons-
tancio, precisamente en el año 358, cuando llamó del destierro á Libe-
rio (1).
2. Que Liberio suscribió contra Atanasio, es cosa cierta, según Du-
chesne, «por el testimonio de Atanasio y de otras autoridades indiscu-
tibles».

(1) Savio, Nuovi Studi, pág. 33 y siguientes.


ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN LIBERIANA 193

Estas autoridades indiscutibles se reducen todas ellas á la sola y


única de Filostorgio, escritor arriano parcial y cuanto se quiera, menos
indiscutible (1).
3. Dice que San Atanasio habla dos veces de la caída de Liberio y
que la pone en el año 357. Y no es así. San Atanasio (dado que sea
suyo el texto) no habla sino una sola vez de la caída de Liberio, y no la
coloca en el 357 (2).
4. Dice que en la Praefatio del Libellus precum no se ha descubierto
hasta ahora ningún error. Hay, por lo menos, uno: donde se dice que á
la muerte de Liberio, el 24 de Septiembre del 366, el pueblo romano eligió
á Dámaso, en lugar de Félix, muerto el 22 de Noviembre del 365 (3).
5. Presenta á todo el clero como partidario del antipapa, mientras
que San Jerónimo habla sólo de muchos del clero, plurimi (4).
6. Duchesne, en virtud de su propia autoridad, dice que los obispos
semiarrianos que se presentaron á Liberio el 366 espontáneamente firma-
ron la profesión nicénica, mientras que Sócrates dice explícitamente
que Liberio se las exigió *exegit ab eis» (5),
7. Dice que en la controversia entre arríanos y católicos no se tra-
taba de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo (!!), sino sólo de expre-
sar una consecuencia, un aspecto por la palabra homoousios, odiosa á
tantos y grata á los herejes sabelianos (6). Se trataba de un nombre
que sintetizábala doctrina católica opuesta al pensamiento arriano; se
trataba de apartarse de la comunión del acérrimo defensor de aquélla é
impugnador de éste.
No menos sorprendente es la manera con que Monseñor Duchesne
trata de sostener la autenticidad de las cuatro cartas falsamente atribuí-
dos á Liberio. Según el dicho autor, era imposible, absurdo que á nin-
gún contemporáneo le hubiese ocurrido el presentar á Liberio como
enemigo de Atanasio en los primeros años de su pontificado. Á quien le
ocurrió fué al mismo Liberio, y por eso en su carta Studens y en las
otras, lo que hizo fué acomodar hechos pasados al tiempo y circunstan-
cias en que se hallaba cuando escribía sus cartas. Por medio de tales
adaptaciones (que el resto de los humanos llamaríamos mentiras) Libe-
rio quería hacer creer que sus hechos pasados, «de suyo verdaderos é

(1) Savio, Nuovi Studi, pág. 106.


<2) Ibid., pág. 40.

<3) /6írf., pág. 79.


(4) Ibid.. pág. 77.

<5) Ibid., pÁg. 82.


(6) *Et puis, est il vrai que la dtvinlté da Chrlst füt en cause? Sárement non. lí
s'agissait seulement de savolr s'il y avait lleu d'en exprtmer une conséquence, un as-
péate, par le terme homoousios qui déplaisait, á tant des gens et, en revanche faisait
le bonheur des héretlques sabelliens.»
194 ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN LIBERIANA

indiferentes», tenían desde entonces un carácter hostil á Atanasio; y


todo esto porque entonces, es decir, en 357, le venía muy bien hacer
creer que desde el 352 ó 353 era ya enemigo de Atanasio. ¿Y cuáles
eran estos actos que Duchesne nos presenta como indiferentes? Eran
que, condescendiendo con los obispos arríanos orientales, había man-
dado tres legados á Alejandría para que intimasen á Atanasio su obli-
gación de venir á Roma y lo amenazasen con excomunión si no venía,
y como de hecho no vino, Liberio ya desde entonces lo tuvo por exco-
mulgado. En otros términos, son los hechos que el mismo Duchesne
cree absurdo suponer en el Liberio de 353 (1).
Á esta increíble justificación de la carta Studens sigúese una narra-
ción fantástica sobre el origen de las otras tres cartas que Duchesne
atribuye también á Liberio.
Después de escrita la carta Studens en términos que el mismo
Duchesne reconoce como demasiado indignos (2), Liberio la entregó á
Fortunaciano, Obispo de Aquilea, para que la llevase á sus destinatarios
los obispos arríanos de Oriente. Después de un viaje (que por cierto no
duró ni un mes), el pobre Fortunaciano se vuelve sin haber obtenido
nada, porque los obispos arríanos exigían declaraciones más precisas de
parte de Liberio. Liberio entonces, rebajándose una vez más, escribe á
los furibundos arríanos Ursacio y Valente, dicíéndoles que ya había
suscrito una fórmula que le fué presentada por su amigóte de ellos, el
arriano Demófilo.
Cualquiera pensaría, en vista de esto, que la fórmula firmada por
Liberio fué arriana. Pues no, señor, de lo que Duchesne dice parece que
debía ser la de Sirmio del 351.
En fin, no bastándole tantas humillaciones para librarse del destierro,
el 358, cuando los semiarrianos estaban en el poder, de nuevo aceptó

la fórmula de éstos.
Es deplorable que hombre de tanto prestigio como Monseñor Du-
chesne, por querer salirse con su tema, haya revuelto y obscurecido
tanto esta cuestión liberiana, con perjuicio de las personas estudiosas
que jurant in verba Duchesnii. Ya podía haber empleado su talento y
lenguaje en más noble causa.
Digamos ahora algunas palabras sobre el precioso epitafio de Libe-
rio. Juan Bautista De Rossi fué quien tuvo la fortuna de descubrirlo y el
mérito de comentarlo egregiamente. El P. Savio supo aprovecharse bien
de tan preciosos documentos en sus dos primeros opúsculos; mas viendo
que algunos eruditos (entre ellos los PP. Chapman y Feder) se mostra-
ban un tanto escépticos acerca de si el tal epitafio se refería realmente

(1) Savio, Nuovi Studi^ páginas 61 y 65.


(2) Ibid.,pág. 74.
ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN LIBERIANA 195

á nuestro Liberio, el ilustre profesor de la Gregoriana tuvo la feliz ¡dea


de compendiar y glosar el comentario de De Rossi, publicándolo en su
último opúsculo, que acaba de ver la luz pública con el título de Puntí
controversi nella questione del Papa Liberio (1).
Como un contemporáneo de Liberio, testigo de todas sus
escrito por
persecuciones y alto dignatario de la Iglesia, el epitafio ofrece singular
interés, y es una prueba más de la inocencia de Liberio y de la buena
fama de que gozó entre los buenos de su tiempo.
Frases como estas que en dicho epitafio encontramos, *fide plenus
summus sacerdos», <^Papa inmaculatus», '...mentís constantía firma» y
otras por el estilo, no pudieron haberse publicado si el pueblo no las

tuviera en su conciencia.
Triste cosa fué que á tan insigne Papa se le calumniase y que tanto
tiempo se tardase en restituirle su fama; pero más triste todavía es que
haya aún quien embrolle las cosas con harta mengua, entre otras cosas^
de la crítica histórica.
Terminamos felicitando al P. Savio, que tan bien ha sabido repre-
sentar á la Compañía de Jesús en sus relaciones con la Santa Sede.

M. Cuevas.

(1) En el resto del opúsculo el autor examina algunas razones de Chapman y Feder
acerca del origen de las calumnias que se encuentran en las Acta Eusebiiyen el Líber
Pontiflcalis, y expone además algunas conjeturas sobre la familia de Liberio.
Como apéndices, en los tres opúsculos se encuentran textualmente referidos todos
los documentos relativos á la cuestión llberiana, y, por tanto, aquéllos bastan á
quien quiera estudiar y profundizar en el asunto.
.

ÍNDICE GENERAL DE ESTE TOMO

ARTÍCULOS DE FONDO
Páginas.

El discurso de San Pedro en los Hechos


Apostólicos (2, 14-36) Resurección
del Mesías L. Murillo 5
Boletín Teológico-Dogmático A. Pérez Goyena 19
La causa de Ferrer, é intervención del
clero en ella » 87
Frutos del Modernismo español » 305
El XXII Congreso Internacional Euca-
ríslico » 425
España eucarística '
438
Boletín de Teología española » 477
El Congreso Internacional de Madrid
para la represión de la Trata de blan-
cas V. MlNTEGUIAGA 28
El peligro presente.— Insistiendo » 441
Psicología del corazón humano: estudio
pletismo-mio-neumográfico E. Ugarte DE Ercilla 44
El Sagrado Corazón de Jesús » 141, 287
Boletín de Literatura eclesiástica espa-
ñola en el extranjero (1907-1910) Z. García 58
Los defensores de la Casa de Loreto... E. Portillo 65
Lorenzo Hervás: sus escritos teológicos. > 319
De los cuerpos reales al éter hij)oté-
tico L. RODÉS 73, 213, 355, 495
Concepto estético de la gracia J. M. Bover ,. 158
El Testamento de San Pablo y los mo-
dernistas » 413
El warrant agrícola N. NOGUER 172
El clero en la administración de las
obras sociales . » 328
Instituciones sociales españolas » 455
Necrología literaria: El noruego Bjórn-
stjerne Bjórnson (1832-1910) (conti-
nuación) C. EguíA Ruiz 196,348,486
Estado actual de la cuestión liberiana. M. Cuevas 188
Nuevo proyecto de ley de Asociaciones. P. Villada 205
Noticias científicas M. M.'* S. Navarro 226
Carta-Encíclica de Su Santidad Pío X 277
Revista filológica J. Mundo 339
La identidad real de la esencia y exis-
tencia ante la razón F. M arxuach 470

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