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crimen”.
Ernest Hemingway-
En Colombia, las luchas de los partidos hicieron estragos en una sociedad frágil,
manipulable y convencida, “durante el siglo xix y buena parte del siglo xx, los partidos
políticos tradicionales recurrieron a la violencia para dirimir las disputas por el poder y,
en particular, para lograr el dominio del aparato estatal, a tal punto que este accionar
puede considerarse como una constante histórica de varias décadas. En efecto, la
pugnacidad política y las acciones violentas entre los partidos tradicionales, Liberal y
Conservador, alcanzaron su nivel más crítico en el periodo conocido como La
Violencia, que comprende desde 1946 hasta 1958” (Centro de memoria histórica, 2016).
Es así como la ola de violencia comenzó a arraigarse en el estado, en la estructura
política dirigente del país sin escrúpulos, usando todos los medios a su alcance para
hacerse con el poder, el periodo conocido como “La Violencia” dejó muchos muertos a
su paso, instaurando el terror en unos y la satisfacción del que tiene el poder en otros,
desembocando en la creación de los primeros grupos de campesinos armados quienes
decían perseguir el sueño de la paz y de la libertad, que en sus ojos eran a través de sus
ideales políticos que debían ser impuestos en una sociedad en la que ningún grupo
lograba sentarse a concertar.
Ahora bien, los grupos paramilitares comenzaron a surgir y una vez fortalecidos
tomaron posesión de diferentes regiones del país, ante la mirada incrédula del estado
que no logró frenar la crisis, en este sentido, la masacre del salado no es más que un
claro ejemplo de violencia sociopolítica, siendo esta una de las diferentes herramientas
de guerra asociadas a la violencia, en un conflicto armado que duró más de 50 años y
que al parecer está lejos de terminar. La gravedad de esta espiral de violencia gestada en
el país, ha conllevado al análisis desde diversos sectores que nos permite reflexionar
desde los diferentes frentes, pues de alguna manera todos somos parte de la
problemática.
“Los saladeños presentían que algo terrible iba a ocurrir. En los últimos meses había
señales de muerte por todos lados” (Ruiz, 2008). Desafortunadamente este
presentimiento se hizo realidad cuando entre el 16 y el 21 de febrero del año 2000 450
paramilitares incursionaron en cuatro municipios del departamento de Bolívar y Sucre,
entre ellos El Salado, allí torturaron, masacraron, asesinaron y cometieron delitos
sexuales, dejando más de 100 personas muertas. Una de las masacres más sanguinarias
perpetradas por las AUC.
Es así como se empiezan a ejecutar los asesinatos de personas que ellos consideraban
eran cómplices de los guerrilleros y una vez terminaron con sus “objetivos” comenzaron
asesinatos aleatorios, matando a quienes según su criterio eran cómplices, a través de
rifas o sorteos, por gusto o por placer, sin pensar en las consecuencias terribles que sus
actos estaban ocasionando. El 18 de febrero, a las 8 de la mañana se escucharon varios
disparos en el pueblo de El Salado. Las familias ya sabían que se trataba de los
Paramilitares y con esperanza de salvar sus vidas huyeron a las afueras del pueblo para
esconderse en diferentes casas. No obstante, hasta estos lugares llegaron los
paramilitares, quienes con un helicóptero y cientos de hombres armados hicieron que
varios hombres y mujeres fueran, por la fuerza, hasta la cancha del pueblo. Ahí
separaron a los hombres de las mujeres. A ellas las llevaron, cerca de las 11 de la
mañana, a la iglesia, donde les hicieron interrogatorios, ya que los paramilitares
buscaban asesinar a las mujeres que tuvieran relaciones con los guerrilleros (Ruiz,
2008), y a ellos los retuvieron en la cancha, el lugar en donde ocurrieron la mayoría de
crímenes. Una hora después de que los paramilitares abandonaran el sitio, a las 6 de la
tarde del 19 de febrero llegó al lugar la infantería de marina, La incursión había
empezado el martes. El miércoles, ya el Hospital del Carmen de Bolívar estaba
atendiendo a los que habían huido por los montes. Todo el mundo sabía que estaban
matando a la gente de El Salado. Menos las autoridades.
Es por esto, que la radiografía histórica realizada a Colombia, muestra que las víctimas
de los conflicto armado son consecuencia de un estado permeado por la violencia desde
sus inicios, que lamentablemente el cáncer de la corrupción ha mutado de generación en
generación y no ha podido ser erradicado de raíz de las instituciones públicas que se
deben al pueblo, razón por la cual, el conflicto lejos de acabar permanece, siendo
transitorio, pasando de una modalidad a otra, de un grupo armado a otro, para la muestra
un botón, los intereses políticos y las ambiciones personales han permeado los acuerdos
de paz, en el marco de los cuales se han asesinado más de 400 líderes sociales, es
necesario que este país logre una reforma estructural de la justicia que permita la
efectiva reparación a las víctimas y que orille a los victimarios a dejar de cometer sus
actos de violencia que desemboca en el desplazamiento forzado de miles de familias
campesinas que terminan viviendo en la pobreza y en la miseria en las grandes urbes
donde finalmente sus hogares se convierten en focos de violencia en los que el ciclo
continua.
BIBLIGOGRAFIA
Ceballos, M. (2015). Las mujeres víctimas de El Salado: Una reflexión ética del
conflicto armado. Recuperado de: file:///D:/ARCHIVOS%20DEL
%20SISTEMA/DESCARGAS/Dialnet-LasMujeresVictimasDeElSalado-5593641.pdf
Centro de Memoria Histórica (2016). Los orígenes, las dinámicas y el crecimiento del
conflicto armado. Recuperado de: file:///D:/ARCHIVOS%20DEL
%20SISTEMA/DESCARGAS/basta-ya-cap2_110-195.pdf
Revista semana. (2020). Fiesta de Sangre: Así fue la masacre del Salado. Recuperado
de: https://www.semana.com/nacion/articulo/masacre-de-el-salado-como-la-planearon-
y-ejecutaron-los-paramilitares/557580
Ruiz, M. (2008). Fiesta de Sangre. Recuperado de:
https://www.semana.com/nacion/articulo/masacre-de-el-salado-como-la-planearon-y-
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