A veces simplemente sueño y creo que lo recuerdo, pero honestamente el tiempo y el oblivion
son la misma cosa, cada día estoy más convencido de eso.
A veces me pregunto qué es la vida, digo a veces porque no estoy seguro de comprender cómo uno puede llegar a convertirse en incognita, cuando jamás ha dejado de serlo, si es que los días se tratande un constante no-sé-nada. A veces me pregunto qué es la vida, y en ilusiones de epifanías rimbombantes, creo entenderla, pero afortunadamente para mi estado dubitativo de felicidad, el tiempo y el oblivion son la misma cosa. Por momentos me deposito en otros para buscar el consuelo de olvidarme, pero al darme cuenta de que en ellos solo hay cosa ajena que no soy, viene dado el reencuentro inesperado que da calma; calma tan curiosa que no a todos pasa, pero afortunadamente yo pude entender ese pedacito de felicidad tan costosa que es ser un don nadie; don nadie que vive rodeado de tantos quienes que ya son alguien. A veces me doy cuenta que la vida en vigilia es como un sueño, pero no es igual que en vida ir dormido, eso sería estar muerto, sin embargo en la muerte está la vida, porque nada más lo poseído acaba siendo dueño. Por eso siempre vamos asustados y de espaldas contra la muerte, que es lo úunico que nos pertenecerá siempre. Por eso cuando me acuesto y me pregunto ¿qué es la vida? En realidad me pregunto por la muerte, que sueña conmigo, un ser "consciente" entre telares de sonambulismo, pero es curioso que esa tela mágica con la que la muerte me hace los sueños esté tan lejísimos de la realidad falsa que nos presenta el espectro electromagnético, y a la vez tan dentro de ella y tan cerca aquella tela. Solo es una telita chiquita y nada especial, hecha de la misma materia que nos cubre los huesos y las visceras. Párpados le llaman, y contienen en sí mismos la sigularidad de separar la curvatura de la gravedad sideral, con la curvatura de la realidad sensorial. Tanto tiempo buscando dimensiones alternas, y al cerrar los ojos todo se cuerva donde el alma quiera, donde la muerte la lleve y donde sea que me acueste. De vez en cuando me pregunto, de vez en cuando porque soy un bruto, un bruto hidalgo porque el conocimiento es hirsuto, pero para mi bien, el tiempo y el oblivion son la misma cosa, la misma tela de franela jocosa, un tanto olvidada y desecha por las mentes más odiosas, pero en cada cuando en cuando, se hace visible entre ironías novedosas, o vigilias. ¡Sueño! ¿Acaso sueño? ¿O me sueñan? ¿Mi muerte yace soñándome vivo? Y si es así ¿Por qué hijueputas soy testigo? Ni siquiera mi gata considera su cuerpo un castigo, entonces ¿Por qué lo haría yo que me considero mi mejor amigo? ¡Vivo! ¿Acaso lo hago? Y si es así por qué añoró objetos, personas y soy nada más que un vago. Yo vendí mi alma hace rato y ahora solo me quedan pares de zapatos. Vendí hasta el sueño de ser soñador y usted que espera, si igual la vida y no lo espera, mucho menos la muerte, que es lo que nos regala esto que se siente. Esperar, ¿Qué es lo que espero yo? Ya se me olvidó, pero si me acuerdo de algo, el tiempo y el oblivion son tan míos como yo de aquella vigilia de estar vivo, o tal vez muerto al fin y al cabo son la misma cosa.