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Análisis de la serie de T.V.

“Los Munster” (“The Munsters”, 1965)


8-abril-1999

La comedia-serie de T.V escogida como referencia para desarrollar este trabajo, es una

parodia de algunos de los personajes, historias y otros elementos que constituyen las

fuentes utilizadas por la novela “gótica” o novela “negra” del siglo XIX, llamada así por

ser una manifestación estética elaborada con recursos que apuntan todos hacia la

representación del “Mal”: bosques lúgubres, espectros y fantasmas, ruinas medievales,

oscuridad, sombras, noche, tinieblas, viejos castillos misteriosos, pasadizos secretos,

personajes siniestros o monstruosos, etc. Quiere decir que, una serie de elementos

normalmente asociados a un lado “otro” de las cosas o del hombre, distinto al acordado

por el colectivo para situar los signos que él relaciona con la identidad, el orden y el

“Bien”, utilizados en la novela “gótica” para producir horror, son los mismos que, con un

tratamiento distinto, cual es la imitación paródica, utiliza la comedia de “Los Munster”

para producir risa. Así, entre otras cosas, esta comedia es un producto cultural

elaborado a partir de otro; algo parecido, salvando las distancias, a lo que hizo

Aristófanes en “Las Ranas” con la tragedia griega, o Epicarmo en “Ulises desertor” con

el famoso héroe de “La Odisea”: a partir de una obra seria, grave o solemne, se elabora

otra hilarante, ridícula o absurda, tratando de forma distinta las mismas fuentes. Esto, a

su vez, se constituye en una forma de establecer una distancia que permite situarse en

una posición crítica frente a ese otro hecho cultural, lo cual puede plantearse o no como

una intención adicional al común objetivo de toda comedia, cual es el hacer reír; risa

que también puede ser distinta en las diversas comedias, según lo que se parodia y

cómo se parodia, y también con relación al nivel cultural, la educación o circunstancias

del público que recibe la obra.


Por otra parte, a medida que el tiempo ha corrido desde que este género dramatizable

apareció con Epicarmo en la antigua Grecia hasta nuestros días, nos encontramos con

multitud de recursos que se le han incorporado en términos de situaciones

representadas, personajes-tipo, lenguaje utilizado, entonación, frases, actuación,

movimientos, gestos, mímica, muecas, vestimentas, escenografía, etc., así como

diversidad de historias o referencias provenientes de los mitos y tradiciones insertados

de una u otra manera durante el largo recorrido en que la comedia pudo desarrollarse y

evolucionar.

En este sentido se piensa en cuánto pudo percolar a través de la comedia ática griega;

luego, de la comedia romana; después, de la juglaría y las representaciones religiosas

en el curso de la Edad Media; más adelante, a partir del Renacimiento, y hasta

comienzos del siglo XVIII, de la “Commedia dell’Arte” con sus personajes fijos y rutinas

de gritos, carreras, cachetadas y golpes, basadas en pseudo-guiones para ser

improvisados; y también de las comedias de Molière, a mediados del siglo XVII, con sus

personajes-tipo inspirados en los de la “Commedia dell’Arte”, pero mucho mejor

definidos en sus caracteres y en sus diálogos respaldados por verdaderos libretos; así

como de otros tantos recursos desarrollados desde ese entonces, y que muy

probablemente han de haber enriquecido el género, además, con no pocas fundiciones

o amalgamamientos, muchos de los cuales pueden estar presentes en prácticamente

cualquier comedia contemporánea.

Pero retomando la comedia de “Los Munster” producida hacia mediados de los años

sesenta, además de la parodia que tiene que ver directamente con las cosas y

personajes propios de la novela “gótica” y los mitos o historias que hay detrás de ellos,

puede uno encontrar, por ejemplo, que en muchos capítulos de esta serie, el personaje
central, Herman Munster, parodia del monstruo de Frankenstein de la novela de Mary

Shelley, pero sumamente simpático, humorístico, dado a las bromas y chistes,

sentimental, dócil, amable, bondadoso, ingenuo, torpe y poco brillante, funciona en

pareja con el abuelo Munster, parodia del famoso Conde Drácula de Transilvania, de la

novela de Bram Stocker, pero mezclado con el propio Dr. Frankenstein en tanto

científico loco, y algo de hombre lobo por sus inclinaciones a la licantropía, aunque

sin ninguno de los rasgos siniestros de esos personajes, sino por el contrario, también

muy simpático, humorístico y de buen corazón como Herman, sólo que sin su candidez,

es decir, más “vivo”, y sólo torpe en lo que proviene de su senilidad: olvidadizo, terco,

antojado de hacer lo que le gusta pero que no es conveniente, etc., pareja que

especialmente por la torpeza e ingenuidad de Herman, las manías extravagantes del

abuelo y las ideas disparatadas de ambos, termina enredándose en multitud de

situaciones absurdas y graciosas por lo mismo, de las que después deben salir a como

dé lugar, pero que siempre les resulta más difícil por su misma forma de ser y sus

defectos, lo cual le añade aún más gracia a las situaciones.

Esta pareja puede relacionarse con cantidad de parejas del mundo de la comedia,

mayormente de la contemporánea, tales como Viruta y Capulina, Tintán y Marcelo,

Roger Moore y Tony Curtis, Frijolito y Robustiana, Julián y Chuchín, Elliot Gould y

Donald Sutherland, Laurel y Hardy, Bill Cosby y Robert Wagner, Abott y Costello, Punch

y Judy, comedia inglesa cuyos personajes y rutinas son tomados directamente de los

de la “Commedia dell’Arte”, etc., y por cierto, también de Arlecchino y Pulcinella,

personajes integrantes de la antigua “Commedia dell’Arte”, teatro popular nacido en

Italia a mediados del siglo XVI, parejas cuyo rasgo distintivo común es el hecho de

funcionar como pareja, o de ser una pareja, pues no siempre puede hablarse de un
brillante y un tonto, o de un dinámico y un holgazán, o de un audaz y un timorato, o

incluso, de dos valientes, o de dos vivianes, sino, sobre todo, de una pareja que se ve

envuelta en multitud de situaciones que son enfrentadas conjuntamente, y que son

especialmente graciosas o divertidas por la actuación combinada de la pareja en tales

situaciones, dadas las características particulares de los personajes-tipo representados,

como son, en el caso de Herman y el abuelo, la ingenuidad, torpeza y poco brillantez

de Herman (medianamente comparable con el “Arlecchino” de la “Commedia dell’Arte”,

o el “Orgón” del “Tartufo” de Molière), en conjunto con las extravagancias del

abuelo, sus conocimientos de magia, etc.

Adicionalmente a todo esto, en esta comedia resulta especialmente gracioso la

reiterada presentación del “al revés” en las preferencias, costumbres y cotidianeidad de

la familia Munster, a quienes, por ejemplo, les parece hermoso un día oscuro y

tormentoso, o un paraje desolado, o un pueblo abandonado y en ruinas, o vacacionar

en la Isla del Diablo, que ponen especial cuidado en mantener empolvada y

entelarañada su vieja y lúgubre mansión que a ellos les parece encantadora, que les

atraen las cosas fúnebres o mortuorias, etc. Pero lo que en general resulta más

gracioso de esta comedia y constituye su “gracia dominante”, es el hecho de que los

Munster no se ven a sí mismos, a sus cosas y costumbres como feos, extraños o fuera

de lo común, pese al constante asombro de las otras personas que no son de la familia

frente a ellos y sus cosas, en todo lo cual se aprecia una irónica pero graciosa manera

de ver ese “lado oscuro” del hombre y las cosas –con el que el “lado luminoso” vive en

conflicto–, que tantas veces se ha expresado a través de la comedia de todos los

tiempos y que es su “guía” general.


Ahora bien, también en cuanto a esa “normalidad” que los “Munster” ven en ellos, en lo

que hacen y en su contexto más inmediato, es importante destacar que si en la serie

sólo se mostrara a los personajes de la familia Munster, su ambiente familiar, sus

costumbres y cotidianeidad, apenas con el “pretexto” de cualquier situación de por

medio, ya eso sería seguramente bastante gracioso, pero la aparición de personas

“normales” en la serie, supuestamente iguales al espectador, que en ciertos momentos

ven a los Munster, se enteran de cómo son, o de lo que hacen, de sus costumbres, etc.,

introduce una gracia adicional en los asuntos cuando el espectador les ve reaccionar,

pues lo que ve son las reacciones de personas “como él”, o sea “como uno”, pero que

supuestamente no se dan cuenta de lo que no es “verdad” y creen que su percepción

de todas esas “discontinuidades” relativas a lo establecido, a lo normal, o al “orden” que

ellos conocen, es “verdad”, ante lo cual reaccionan de las formas más insólitas.

En síntesis, la comedia de “Los Munster” tiene una forma particular de presentar el “al

revés” en las apreciaciones del hombre sobre sí mismo y su entorno, que permite

distinguirla de otras comedias, para lo cual se vale, sin embargo, de diferentes recursos

usados en géneros y obras de distintas épocas. En este sentido, de la

contemporaneidad toma, sobre todo, el recurso del funcionamiento en pareja que como

tal se ve envuelta en las más diversas situaciones, aunque esto pueda tener ciertos

antecedentes en comedias de épocas anteriores, como la “Commedia dell’Arte”; de las

comedias que aparecen a partir de las de Molière, muestra personajes-tipo con ciertas

virtudes, pero especialmente diferentes defectos, que son capaces de promover las

más variadas y absurdas situaciones que normalmente producen la risa en quien recibe

la obra; y como desde los tiempos más remotos de la comedia se ha venido haciendo

eventualmente, recurre también, siempre con la intención final de producir risa, al


tratamiento paródico de fuentes utilizadas en obras serias, desmitificando con ello una

serie de valores o ideas creados en torno a determinados personajes, objetos, historias,

etc., aunque esto último pueda corresponderse o no con intenciones adicionales de la

obra, es decir, distintas al hacer reír.

Pero algo que desea añadirse ya casi para finalizar, y que pudo extraerse de una de las

referencias leídas buscando datos sobre la comedia y el humor en general

(mayormente de dos obras de Víctor Bravo (*)), es que, por una parte, la parodia, junto

con la paradoja, lo absurdo y la alteridad, y lo grotesco y el horror a lo corporal,

constituyen los procesos textuales más importantes a través de los cuales se expresa la

conciencia irónica, que es el pensamiento crítico de la modernidad, y la cual se realiza

en la percepción del mundo como dualidad, como incongruencia, donde lo real es

estremecido por vertientes de la negatividad; y que, por otra parte, dentro de este

contexto aparecen la alegoría y el humor, gestados desde la conciencia irónica, como

recursos que finalmente llevan a reconstruir el sentido momentáneamente perdido en la

percepción de las “discontinuidades” de “lo real”, de todo lo que no representa aquello

con lo cual el hombre desea identificarse, de eso que ha dado por llamarse el “lado

oscuro” del hombre y las cosas, y que en general producen la risa cuando son

puestas en escena por cualquier medio, como por ejemplo, y muy especialmente, la

comedia.

Y como reflexión final, a propósito de lo alegórico, se transcribe a continuación una

alegórica cita sobre ese “lado oscuro” del que tanto se ha insistido aquí:

“Ocurre con los hombres lo mismo que con los árboles. Cuanto más intentan erguirse

hacia la altura y hacia la luz, tanto más profundamente hunden sus raíces en el suelo,

hacia lo oscuro, hacia lo hondo – hacia el mal.”


Friedrich Nietzche, “Así habló Zaratustra: Del árbol de la montaña”

(*) “Figuraciones del poder y la ironía” y “Los poderes de la ficción”.

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