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SALA CONSTITUCIONAL

MAGISTRADO PONENTE: ANTONIO J. GARCÍA GARCÍA

El 2 de mayo de 2003, el Sr. FILIBERTO BONAVENTURA de nacionalidad italiana, asistido por el


abogado Clímaco Monsalve Obando, inscrito en el Inpreabogado bajo el Nº 18.945, intentó ante esta Sala,
amparo constitucional contra “... las violaciones al derecho de petición (...) por parte del Consulado de Italia
en Venezuela, representado por el excelentísimo Cónsul de la República Italiana en Venezuela...”.

En esa misma oportunidad, se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado Antonio José
García García, quien, con tal, carácter, suscribe el presente fallo.

I
DE LA ACCIÓN DE AMPARO CONSTITUCIONAL

En el presente caso, el ciudadano italiano Filiberto Bonaventura, interpuso una acción de amparo
constitucional contra el Cónsul de la República de Italia en Venezuela, por habérsele “...obstaculizado el
obtener la renovación de (su) pasaporte italiano como el instrumento fundamental de (su) identidad...”.

Denunció la violación de su derecho a petición y a obtener una oportuna y adecuada respuesta, conforme
al artículo 51 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Solicitó se “...ordene en forma inmediata la tramitación y posterior entrega de (su) pasaporte renovado
el cual se encuentra vencido...”.

II
DE LA JURISDICCIÓN

Ante la solicitud planteada la Sala estima pertinente precisar:

La jurisdicción consiste en la función del Estado de administrar justicia, lo que constituye una de las
prerrogativas de su soberanía. La falta de jurisdicción sólo puede ocurrir, o bien cuando el conocimiento del
asunto esté atribuido a la Administración Pública, o bien respecto del juez extranjero.

El criterio antes expuesto, reviste ahora mayor relevancia a partir de la entrada en vigencia de la Ley de
Derecho Internacional Privado, que prevé en su normativa, lo relativo a la falta de jurisdicción del juez en
aquellos asuntos que interesan al Derecho Procesal Civil Internacional.
El contenido de dicha ley resulta de aplicación inmediata al caso bajo estudio, por preceptuarlo así el
artículo 24 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el cual dispone:

“Ninguna disposición legislativa tendrá efecto retroactivo, excepto cuando imponga


menor pena. Las leyes de procedimiento se aplicarán desde el momento mismo de
entrar en vigencia aun en los procesos que se hallaren en curso; pero en los procesos
penales, las pruebas ya evacuadas se estimarán, en cuanto beneficien al reo o rea,
conforme a la ley vigente para la fecha en que se promovieron.

Cuando haya dudas se aplicará la norma que beneficie al reo o rea”.

Por tanto, en ejercicio del mandato constitucional, ha de aplicarse de forma inmediata la Ley de Derecho
Internacional Privado en los casos que, como el presente, le corresponda resolver acerca de la jurisdicción del
juez venezolano frente al juez extranjero. Así, los hechos denunciados en el presente caso no se refieren a los
supuestos contemplados en el artículo 40 de la Ley de Derecho Internacional Privado, el cual dispone:

“Los tribunales venezolanos tendrán jurisdicción para conocer de los juicios


originados por el ejercicio de acciones de contenido patrimonial:

1. Cuando se ventilen acciones relativas a la disposición o la tenencia de bienes


muebles o inmuebles situados en el territorio de la República;

2. Cuando se ventilen acciones relativas a obligaciones que deban ejecutarse en el


territorio de la República o que se deriven de contratos celebrados o de hechos
verificados en el mencionado territorio;

3. Cuando el demandado haya sido citado personalmente en el territorio de la


República;

4. Cuando las partes se sometan expresa o tácitamente a su jurisdicción.

En efecto, aplicado el artículo descrito al presente juicio, esta Sala Constitucional considera que los
hechos denunciados no se refieren, en ningún caso, a los supuestos contemplados en él para que pueda
reconocerse la jurisdicción de los tribunales venezolanos, por lo que éstos carecen de jurisdicción para conocer
de la presente demanda.

Por otra parte, la Sala observa que, el derecho internacional confiere a los diplomáticos inmunidad de
jurisdicción por parte del Estado receptor. El fundamento de este principio de Derecho Internacional Público,
reconocido universalmente mucho antes de su efectiva codificación, ha variado en el tiempo. Así, en la Edad
Media, cuando las relaciones internacionales se consideraban personales entre príncipes y reyes, a los delegados
de estos sujetos se les tenía como representantes personales suyos. De allí que toda violencia u ofensa a su
dignidad se entendía como una ofensa al propio soberano y someterlos a juicio era tanto como enjuiciar al rey o
príncipe extranjero. Esta teoría “representativa” fue progresivamente abandonada y sustituida por
la  “funcional”. Conforme a esta última, el diplomático no debe ser interferido por las autoridades locales, a fin
de que pueda desempeñar sus deberes con libertad.

Esta teoría, admitida por la jurisprudencia y la práctica,  ha quedado definitivamente consagrada en el


preámbulo de la Convención de Viena de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas,  el cual establece que “el
propósito de dichos privilegios diplomáticos no es beneficiar a los individuos sino asegurar el cumplimiento
eficiente de las funciones de las misiones diplomáticas”.
En sentencia Nº 677, del 17 de octubre de 1996, (caso: María Elena Albornoz vs. Embajador de España),
la Sala Político-Administrativa de la extinta Corte Suprema de Justicia, reconoció, con base en la Convención
de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, inmunidad de jurisdicción, a los agentes diplomáticos, concepto que
comprende, en primer término al Jefe de Misión o Embajador y, seguidamente, a los Cónsules.

En efecto, de conformidad con el artículo 43 de la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares, el


cual regula la inmunidad de la jurisdicción, los funcionarios consulares y los empleados consulares no están
sometidos a la jurisdicción de las autoridades judiciales y administrativas del Estado receptor por los actos
ejecutados en el ejercicio de las funciones consulares, a menos que se trate -en el caso de un procedimiento
civil- de los siguientes supuestos: a) que resulte de un contrato que el funcionario consular, o el empleado
consular, no haya concertado, explícita o implícitamente, como agente del Estado que envía, o b) que sea
entablado por un tercero como consecuencia de daños causados por un accidente de vehículo, buque o avión,
ocurrido en el Estado receptor. 

El ciudadano Filiberto Bonaventura, ejerció un amparo constitucional contra el Consulado de la


República de Italia, en la persona de su Cónsul,  por la falta de tramitación en la renovación de su pasaporte,
siendo que el Cónsul de la República de Italia goza de inmunidad de jurisdicción,  entendida como el principio
según el cual los Tribunales de un Estado no pueden conocer de juicios en los cuales sean parte ciertos y
determinados sujetos de Derecho Internacional Público, que por su condición no son de aquellos a que se
refiere  el artículo 8 de la Ley Orgánica de Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, a los cuales se
ha limitado el conocimiento, en Primera Instancia, de la Sala Constitucional, lo cual constituye un límite al
ejercicio de las competencias territoriales reconocidas a los Estados.

Lo expuesto conduce necesariamente a concluir, que debe esta Sala  Constitucional negar la jurisdicción
de los Tribunales Venezolanos para conocer y decidir del presente juicio, puesto que la pretensión de ordenar al
Consulado de la República de Italia la renovación de un pasaporte, no se corresponde con alguna de las
excepciones reseñadas ut supra al principio de inmunidad de jurisdicción que beneficia al Cónsul de la
República de Italia, que permita examinar la inconstitucionalidad de la omisión denunciada. Así se decide.

No obstante, declarado lo anterior, esta Sala, en atención a lo dispuesto en el artículo 5  de la


Convención de Viena sobre Relaciones Consulares del 23 de abril de 1963, y a fin de que se pueda dar
cumplimiento a la normativa interna contenida en la Ley Orgánica de Identificación, le ruega al Cónsul de la
República de Italia dar respuesta al planteamiento formulado por el ciudadano italiano Filiberto Bonaventura,
para que el mismo pueda contar con la documentación necesaria ante las autoridades venezolanas. Así se
declara. 

DECISIÓN

Por las razones expuestas, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Constitucional, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara que LOS TRIBUNALES
VENEZOLANOS NO TIENEN JURISDICCIÓN PARA CONOCER Y DECIDIR SOBRE LA
PRESENTE CAUSA. En consecuencia, de conformidad con el artículo 57 de la Ley de Derecho Internacional
Privado, se ordena el archivo del expediente, quedando extinguida la causa.

Publíquese, regístrese. Ofíciese lo conducente. Archívese el expediente.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, en Caracas, a los  04 días del mes de junio de dos mil tres. Años: 193º de la Independencia y 144º de la
Federación.
El Presidente,
IVÁN RINCÓN URDANETA  
El Vicepresidente,
JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO
Los Magistrados,
JOSÉ M. DELGADO OCANDO                              
ANTONIO J. GARCÍA GARCÍA
Ponente
CARMEN ZULETA DE MERCHÁN
El Secretario,
JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO
Exp. 03-1122
AJGG/lff

Nota: El presente caso es un amparo contra las violaciones al derecho de petición del Consulado de
Italia en la renovación del pasaporte italiano del accionante. Aquí la Sala reitera los criterios de la Sala Político-
Administrativa, específicamente del caso María Elena Albornoz c. Embajador de España. Con ello, estableció
la Sala que las actuaciones del Cónsul no estaban dentro de las excepciones establecidas por la Convención de
Viena Sobre Relaciones Consulares o, lo que es lo mismo, estaban dentro de las funciones soberanas de tal
representante, razón por la cual quedaban amparadas por la inmunidad de jurisdicción declarándose
forzosamente la falta de jurisdicción.

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