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MARCELO R. CEBERIO
Universidad de Flores. Escuela Sistémica Argentina.
espera de que su explicitación, o la estrategia de que se deba crear un diagnóstico y creer que
que se tome, resulte efectiva. sin él no es posible trabajar terapéuticamente,
El diagnóstico es una articulación de premisas. como si las hipótesis que puedan construirse en
Tal cual una hipótesis que mancomuna diversas el análisis de un caso, obligatoriamente debie-
aristas a partir del fenómeno, el diagnóstico se ran arrojar como resultado el rótulo clasificato-
elabora por una pauta perceptiva. Es decir, es un rio (Ceberio & Watzlawick, 1998). Esto coloca
libreto que orienta nuestra percepción acerca de sobre el tapete las cuestiones diagnósticas en
qué manera debemos percibir. Tal cual lo des- el ámbito sistémico que, de por sí, reiteramos,
cribe J. Spencer Brown en su libro Law of the abundan en mayor complejidad que aquellas que
form (Las leyes de la forma, 1973), cada vez que se pueden construir en los tratamientos tradi-
percibimos trazamos un distingo, implica que cionales, puesto que estos dirigen su mirada al
construimos universos y realidades a partir de sujeto individual, mientras que desde el modelo
ese imperativo interno. El diagnóstico psiquiá- sistémico se observa la dinámica de las interac-
trico es la explicitación de ese imperativo que ciones, haciendo más difícil –dada la compleji-
nos pauta cómo debemos percibir, como distin- dad de la comunicación– clasificar el fenómeno
guir-construir ese universo. Esta es una de las en una tipología.
razones por las cuales el diagnóstico construye Tal cual señala Bateson (Keeney, 1983) en su
realidades, más aún si es un diagnóstico indivi- cuadro del análisis epistemológico: en la medida
dual y tan solo vemos una parte del fenómeno. que se asciende en grados de complejidad comu-
Pero también una hipótesis no solo surge del nicacional, resulta más difícil categorizar. Bate-
imperativo perceptivo que nos obliga a trazar son señala que para una acción simple deviene con
una distinción, asimismo esta hipótesis refuerza sencillez el rótulo, pero todavía en términos de
la observación. Siempre que acabamos una hi- interacción, la clasificación de simetría y comple-
pótesis diagnóstica parece que quedamos ence- mentariedad parece satisfacer las definiciones de
rrados, casi atrapados en la fascinación que nos un diagnóstico interaccional. La cosa adquiere
provoca el clasificar nuestra observación en una un tenor de dificultad cuando entramos –como
categoría. Es que las distinciones que trazamos bien lo describe su autor– en una coreografía, es
como premisas componentes de la hipótesis no decir, en una interacción de mayor compleji-
son ni más ni menos que categorías y categorías dad en la que se hallan involucrados más de dos
de categorías, y estas mismas son integrantes miembros y cuyas posibilidades de tipologizar
de otras categorías. Miembro y clase (Russell son escasas, dada la complejidad e infinitud de
y Whithead, 1910/1981), de acuerdo como lo signos que provee la comunicación.
pautemos. También cabría preguntarse ¿para qué? ¿Cuál
De todas maneras, el uso del diagnóstico no es sería el objetivo de diagnosticar desde esta pers-
un tema menor. Nunca una finalidad de una psi- pectiva? ¿El rótulo sistémico ayudaría a mejorar
coterapia radica en diagnosticar. El diagnóstico los tratamientos? ¿Podría consistir en una guía
es solamente una parte del trabajo terapéutico, que orientase al profesional en el diseño de una
importante, pero solamente una parte. Pero el estrategia?
diagnóstico como hipótesis es un estructurando, Por supuesto que resulta más complejo el
o sea, se va construyendo sesión tras sesión. Es intento de abordar multiplicidad de variables
una hipótesis abierta y sometida al ingreso de coadyuvantes a la producción de la patología.
nueva información que lo enriquece, certifica o Nunca abarcaremos a todas, pero será todo un
reformula. Irá en una debacle constructiva. desafío –sin entrar en utópicas objetividades–
Tal vez, el problema radique en la creencia correlacionar diversas particularidades en una
red articulada. Si el acto de diagnosticar es en piado de lo que el autor llama metáforas guía, co-
sí mismo un acto que arroja dificultades, mayor mo abstracciones orientativas en pos de plantear
dificultad resulta un diagnóstico relacional. estrategias adecuadas durante el tratamiento.
Quienes conocemos al autor (Linares, 2013), Uno de los puntos de partida de su teoría radica
sabemos que es un intelectual cuyo empeño por en distinguir identidad de narrativa, conceptos
constituir una psicopatología relacional data de que fundan la teoría que desarrollara en otros
muy lejos. Quizá inició el desarrollo de estas textos y que se inicia con el título homólogo
cuestiones de diagnóstico sistémico con mayor Identidad y narrativa (Linares, 1996). Mientras
precisión en su texto Identidad y narrativa (Li- la identidad resulta el núcleo duro, más cerca-
nares, 1996), en el que construyó combinacio- no al anticambio, la narrativa es la construcción
nes entre grados de parentalidad armoniosa y semántica sobre la experiencia humana. De allí
disarmónica, y niveles de conyugalidad funcio- que Linares plantea a la narrativa como un con-
nal o disfuncional. Si bien, centra sus estudios cepto más flexible, en comparación con la rigidez
en las diferencias de los pacientes depresivos identitaria.
y los distímicos, principalmente, y los juegos Cualquiera de los dos procesos se elucubra en
interaccionales en el ámbito de la pareja y la la interacción, por lo tanto, la familia de origen
familia, utiliza los baremos de conyugalidad y se constituye en el bastión de ambos procesos.
parentalidad, combinando ambos parámetros y Cabría realizar una convergencia entre la cons-
haciéndolos extensivos a otras patologías, como trucción de estructuras cognitivas piagetianas,
la psicosis, la neurosis o las psicopatías. cuyo método de ensayo y error cimentaría mul-
El artículo presentado retoma y amplía estas tiplicidad de narrativas y, con ello, un universo
conceptualizaciones. Se describen cuatro grupos de significados. Mientras que el espacio de la
de trastornos psicopatológicos: las psicosis, las mitología, señala Linares (2013;): «es el espacio
neurosis, las depresiones y los trastornos de la de confluencia de las narrativas de los miembros
vinculación social, asociadas con los rasgos sin- de un sistema» (Sección 2. La personalidad re-
tomáticos y de personalidad correspondientes a lacional). O, indistintamente, como el espacio
los respectivos trastornos de personalidad. Li- común del sistema del que emergen las narrati-
nares (2013) estableció correlaciones entre estos vas individuales de sus miembros. Quiere decir
grupos diagnósticos y las disfuncionalidades de que toda narrativa confluye en la mitología, de
comunicación de la familia de origen, y entrela- la que la cultura sería el suprasistema mitológico
za la conyugalidad y la parentalidad con las que más poderoso e inclusivo.
resultan tres modalidades básicas de maltrato Pero, probablemente para el autor, un con-
psicológico: las triangulaciones, las deprivacio- cepto interesante y que lo haría extender a toda
nes y las caotizaciones. comunicación se refiere a la nutrición relacional.
Fiel a su raigambre antipsiquiátrica, el autor Partiendo de que el amor es un fenómeno re-
plantea su propia crítica, respaldada teóricamen- lacional complejo que no solo involucra com-
te y con el suficiente aval científico, hacia la nue- ponentes emocionales, sino que incorpora ele-
va versión del DSM-V. Más allá de compartir mentos cognitivos y pragmáticos, Linares (2013)
estas ideas, creo que los que estamos embarcados hace foco en que todas las relaciones humanas
en esta posición epistemológica no podemos de- de relevancia son comprendidas en un vínculo
jar de observar que todas estas renuncias al uso amoroso. Es que el amor resulta imposible de
de manuales etiquetados emana una fragancia ser definido. Resulta un concepto tan abstracto,
humana y muy humana. tan particular, que deambula por las calles de
Ya lleva muchos años el uso sumamente apro- la incertidumbre. ¿Qué es el amor? Solamente
como concepto de segundo orden podemos en- prácticos como la manera en que se afrontan
tenderlo, aunque cada vez que intentamos de- los conflictos inherentes al ejercicio com-
finirlo caemos en un ejemplo. Tal vez la mejor partido de la gestión de los hijos, pudiendo
definición de amor sea que no tiene definición. representarse como un continuum inscrito
Los componentes que rigen la nutrición rela- entre dos polos ideales de armonía y disar-
cional son el reconocimiento y la valoración del monía» (Linares, 2013; Sección 3. La nutri-
otro, componentes que construyen la buena au- ción relacional).
toestima a la valoración del sí mismo. En gene- 2. Mientras que la parentalidad es definida como
ral, los seres humanos sistematizan su forma de «(…) una ecuación que recoge el ejercicio de
obtener valoración buscando el reconocimiento las funciones parentales (amor complejo, nu-
y calificación en su entorno y dependiendo de trición relacional) por parte de los padres
éste. Es decir, se busca obtener en el afuera lo o de las figuras delegadas responsables de
que debe encontrarse dentro de uno (Ceberio, estas. Se inscribe en un continuum entre
2013). Las personas “hacen” para los demás con dos polos ideales de conservación primaria
la secreta o expresa expectativa de ser reconoci- y de deterioro primario, en los que la condi-
dos, con el riesgo de confeccionar sendas pro- ción primaria refleja su independencia de
fecías autocumplidoras y, por ende, reinvindicar un hipotético impacto de la conyugalidad.
el lugar de desvalorización inicial. Es decir, la parentalidad puede estar pri-
Pero el atrevimiento de Linares (2013) va más mariamente conservada o deteriorada, sin
allá: aunque no lo menciona en el artículo, con- que en ello intervenga de forma relevante
sidera la relación terapéutica como un vínculo el estado de la conyugalidad, pero también
amoroso. Y no es para menos, si el afecto recubre puede verse secundariamente afectada por
a la relación terapéutica, las intervenciones se una influencia negativa de esta cuando es
transforman en más poderosas y efectivas. Pero disarmónica» (Linares, 2013; Sección 4. El
el autor no deja pasar y coloca sobre el tapete maltrato psicológico).
que “emparda” con la deprivación amorosa, que 3. El entrecruzamiento de estas dos variables
resulta del maltrato y abuso infantil. conforma una cuadrícula donde la depriva-
Como hemos hecho referencia anteriormente, ción, las caotizaciones, las triangulaciones y
el empeño del autor radica en buscar explicacio- la funcionalidad hacen los diferentes resul-
nes relacionales al diagnóstico psicopatológico, tados comportamentales y, exceptuando, por
razón por la cual, la base de su teoría oscila en- supuesto, la última estructura, constituyen
tre dos cuestiones que expresan polaridades que las bases del maltrato psicológico. Un de-
se entrelazan sinérgicamente: la conyugalidad talle conclusivo en esta parte del artículo
y parentalidad, y la armonía y disarmonía. El observa que el hábito, bastante difundido, de
autor claramente lo define en el párrafo donde formular inexorablemente hipótesis acerca
expresa que: de que cuando hay una pareja conyugal de-
teriorada el resultado es el síntoma. Linares
1. «La conyugalidad es una ecuación que re- realiza una crítica al respecto y observa en
fleja la manera en que los miembros de la la deprivación, una conyugalidad armonio-
pareja parental, o las figuras en que se de- sa, pero una parentalidad deteriorada. En
lega parcial o totalmente el ejercicio de las sus palabras, «se trata de una combinación
funciones parentales, se relacionan entre sí. menos popular que las triangulaciones, que
Puesto que los conflictos son inevitables, la suele pasar desapercibida a los profesionales
conyugalidad puede ser definida a efectos ingenuos, que parecen buscar siempre alta
relacionales isomórficos pasados, en síntesis, un Coletti, M. & Linares, J. L. (comp.) (1997). La intervención sis-
todo complejo que abre las compuertas a nuevas témica en los servicios sociales ante la familia multiproblemática.
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Los trastornos depresivos desde una perspectiva relacional. Bar-
polivariabilidad de factores que posibilitan des-
celona: Paidós.
centralizar el protagonismo sintomático y abocar Linares, J. L. & Soriano, J. A. (2013). Pasos para una psico-
por una exploración sinérgica que se acerque patología relacional. Revista Mexicana de Investigación en
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