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Crisis de autoridad en una región

periférica: La vecindad piurana frente a la


nueva patria (Perú, 1821-1824)

(OL]DEHWK+HUQiQGH]*DUFtD

5HVXPHQ

La adhesión del partido de Piura a la causa de la independencia no supuso estar de


acuerdo con la sujeción a las ciudades que se constituyeron en cabeza del gobierno patriota
en el Perú independiente, como fue el caso de Trujillo y de Lima. La elite piurana cuestionó
y desobedeció, en reiteradas ocasiones, las determinaciones que mermaban su tradicional
autonomismo, originando por consiguiente una profunda crisis de autoridad en el tránsito
hacia la república.

Palabras clave: Partido de Piura, república del Perú, independencia del Perú, crisis de
autoridad.

Abstract

Adherence partido of Piura to the cause of independence meant not agree with
subjection to the cities that were formed government headed by patriot in independent
Peru, as in the case of Trujillo and Lima. The elite piurana questioned and disobeyed,
repeatedly, determinations which saps its traditional autonomist, thus causing a profound
crisis of authority in the transition to the republic.

Keywords: Partido of Piura, Peru republic, independence of Peru, crisis of authority.

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El extremo norte peruano, conectado a las provincias surecuatorianas desde el


inicio de la colonización española, abrigó a un grupo de privilegio con algunos elementos
particulares. El partido de Piura, dependiente de la intendencia de Trujillo, fue el ejemplo más
ilustrativo de este distintivo carácter “nobiliario” de una elite no titulada que tuvo que buscar
RWUDV HVWUDWHJLDV SDUD D¿DQ]DUVH HQ HVH HVWDPHQWR SRU JHQHUDFLRQHV ODV FXDOHV GHSHQGtDQ
mayormente de la permanencia del antiguo régimen (Hernández 2005: 435-450).
Es por esta razón, además de las convicciones monárquicas seculares en el
imaginario colectivo, que la elite piurana demostró su adhesión a la metrópoli en los
DFRQWHFLPLHQWRV SROtWLFRV TXH OD VDFXGLHURQ D SDUWLU GHO DxR  (VD LGHQWL¿FDFLyQ VH
PDQLIHVWyLQGHSHQGLHQWHPHQWHGHODVFLUFXQVWDQFLDV\HVPiVSRGUtDD¿UPDUVHTXHVHKL]R
PiV¿UPHHQUD]yQGHDTXHOODV
En enero de 1821, el marqués de Torre Tagle, intendente de Trujillo, condicionó
el giro en esta historia realista del partido piurano, al amenazarlo con las armas si es que
QRSURFODPDEDODLQGHSHQGHQFLD$LVODGDGHODFDSLWDOSRUGRVIUHQWHVSDWULRWDV±HOQRUWH
\HOVXU±ODHOLWHSLXUDQDSURFODPyVXVHSDUDFLyQSROtWLFDHOGHHQHURGHFRPRXQD
salida de emergencia ante la inminente posibilidad de una conquista armada, que era lo que
durante todos esos años se había querido evitar.
La nueva patria se había iniciado, por tanto, en el norte peruano antes que San
Martín proclamase la independencia en Lima y de una manera coercitiva. La suprema
autoridad política para los piuranos, entonces, residió primero en Trujillo del Perú. En estas
circunstancias, y considerando los tradicionales espacios de poder local que las familias de
privilegio manejaron desde siempre, las desavenencias con las autoridades impuestas no se
hicieron esperar. Las cosas se agravaron ante la posterior proclamación de la independencia
de Lima y la dilatada guerra que se suscitó.
Desde este punto de vista, en estas líneas proponemos analizar las distintas
manifestaciones de rechazo de la vecindad piurana a los dictámenes y autoridades del
gobierno central en estos años de incertidumbre política, en tanto que son evidencia
de la complejidad de esta historia en las regiones extra capitalinas, teniendo en cuenta,
además, los propios intereses de la elite piurana en hacerse un espacio en ese nuevo orden
y dominarlo. Podrían ser consideradas estas, inclusive, las primeras manifestaciones
republicanas de una secular confrontación: regionalismo versus centralismo de las clases
dirigentes republicanas, que tuvo su clara manifestación en estos difíciles momentos. Nos
moveremos solo en la esfera de las clases de privilegio porque fueron estas las que, en este
FRQWH[WRKLVWyULFR\JHRJUi¿FRWXYLHURQHVSHFLDOSURWDJRQLVPR\GHFX\RHVWXGLRQRVH
puede prescindir.

/DSURFODPDFLyQGHODLQGHSHQGHQFLDHQ3LXUDHOLQLFLRGHODFULVLVGHDXWRULGDG

Cuando José de San Martín ingresó a la Ciudad de los Reyes en julio de 1821,
estaba absolutamente convencido de que la voluntad popular se inclinaría a su favor toda
vez que el virrey La Serna había abandonado Lima y la población limeña podía, entonces,
manifestar su opción política con libertad: esperanza y error. Esperanza en que, sucedido
esto, proclamar y jurar la independencia en Lima suponía conquistar rápidamente el resto
del territorio peruano. Esperanza en que de este modo el numéricamente frágil ejército

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Elizabeth Hernández García: Crisis De Autoridad En Una Región Periférica

OLEHUWDGRU VH YHUtD LQFUHPHQWDGR VLJQL¿FDWLYDPHQWH FRQ YROXQWDULRV SHUXDQRV KDVWD


convertirse en un auténtico frente de contención de los realistas momentáneamente huidos.
Error, porque pensar así suponía un absoluto desconocimiento de la complejidad de la
sociedad peruana y, mucho más, del entramado de intereses personales y particulares que
formaban parte del imaginario de aquel sector de la elite limeña sobre el que San Martín
hizo descansar sus mayores expectativas. Y error porque, desconociendo esta realidad
histórica vista con profundidad por las propias autoridades españolas, decidió seguir
DGHODQWHFRQ¿DQGRHQXQDVXHUWHGHUHIRUPDGRUHVSHUXDQRVTXHEDMRQLQJ~QSXQWRGHYLVWD
TXHUtDQXQDUHYROXFLyQSRUPX\PRQiUTXLFDTXHIXHUD&RPRD¿UPD6XV\6iQFKH]6DQ
0DUWtQHQWUyHQ/LPDFRPRHOSDFL¿FDGRUGHODFLXGDGQRFRPRHOOLEHUWDGRU'HVGHDTXt
ya estaba fracasando (Sánchez 2001: 237-263).
El norte del Perú había proclamado la independencia desde diciembre del año
anterior. Si bien es cierto estas precoces proclamaciones se hicieron en nombre de San
0DUWtQ SDUD HVWH HVSDFLR JHRJUi¿FR OD ¿JXUD YLVLEOH GH OD ³SDWULD´ IXH HO SULQFLSDO
colaborador peruano que tuvo el libertador, el limeño José Bernardo de Tagle, marqués de
Torre Tagle, intendente de Trujillo desde 1820, jurisdicción que comprendía todo el norte
del Perú. Desde este punto de vista, el norte se convirtió en el “precursor” de la historia
política peruana al optar primero por la “libertad”. Esta condición de primogenitura política,
por decirlo de algún modo, convirtió al grupo de poder regional en un frente paralelo al
establecido por Torre Tagle en Trujillo primero, y por San Martín en Lima después.
(VWDVLWXDFLyQQRKDVLGRVX¿FLHQWHPHQWHDQDOL]DGDHQORVHVWXGLRVUHJLRQDOHVVREUH
independencia para esta parte del Perú. El concepto de “patria”, de “libertad”, la idea
acerca de las “contribuciones patrióticas” e inclusive el gobierno paralelo frente al virrey
La Serna tuvieron como referente las disposiciones venidas desde la ciudad de Trujillo,
centro administrativo-político regional, con el cual no se habían tenido mayores problemas
en el régimen anterior. La independencia cambiaría momentáneamente esta relación que,
con alguna que otra discrepancia, venía de antiguo. Si bien no era la primera vez que
DXWRULGDGHV ORFDOHV SURFHGtDQ GH IXHUD GH OD UHJLyQ ±VHDQ SHQLQVXODUHV R FULROORV± TXH
Torre Tagle hubiese potenciado coercitivamente un cambio tan radical casi de inmediato
a su llegada en espacios donde antes todo estaba en tranquilidad política, no puede pasar
inadvertido, al momento de analizar los sentimientos, las motivaciones y las opiniones de
esta vecindad condicionada a obedecer nuevos cánones.
Trujillo, la capital de la intendencia, proclamó su independencia el 29 de diciembre
de 1820, en una acción dirigida por Torre Tagle, la máxima autoridad. El no haber sido
capaz de advertir la “peligrosidad” para la causa realista que suponía colocar al marqués
en el norte, fue una de las razones por las que el entonces virrey Joaquín de la Pezuela fue
mal visto por sus generales. Sobre este acontecimiento aún queda mucho por escribir y
dilucidar, en tanto que la documentación nos advierte, más que de una ferviente voluntad
SRUODSDWULDGHXQDSUHVLyQGHODPi[LPDDXWRULGDG\DHQHVHHQWRQFHV¿HODPLJRGH6DQ
Martín, y de una persecución a quienes no estaban dispuestos a proclamar la independencia.
Torre Tagle convocó un cabildo abierto el 24 de diciembre de 1820 en la ciudad de
Trujillo, para resolver qué actitud convenía tomar frente a la escuadra libertadora. Uno de
ORVPiVFRQVHUYDGRUHVHORELVSRGH7UXMLOOR&DUULyQ\0DU¿ODSRVWySRUODUHVLVWHQFLD\
ofreció como donativo 4000 pesos para los gastos que pudieran ocurrir. El cabildo abierto

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decidió por la causa patriota. Días después el obispo fue tomado prisionero y, junto con
otros tantos que habían hecho profesión de su realismo, zarparon del puerto trujillano de
Huanchaco hacia el cuartel de San Martín en el sur (Vargas Ugarte 1962: 143-144).
La captura del obispo fue motivo de división entre los vecinos y hombres del
clero, pero dadas las circunstancias era peligroso manifestar a viva voz la oposición a
las determinaciones de los ahora patriotas. Como pasó en casi toda América, el ambiente
se tornó muy tenso para quienes no demostraran su adhesión a la nueva patria. Aún así
algunos clérigos y canónigos del cabildo trujillano iniciaron una acción contestataria
para reivindicar al obispo y pedir su pronto retorno. Esta reacción estuvo liderada por el
clérigo Gregorio Martínez de Zorogastúa (Hernández García 2011A: 609-611). En una
comunicación al vicario eclesiástico de Piura, Tomás Diéguez, en octubre de 1821, brinda
noticia sobre cómo se consiguió en Trujillo el voto contrario al obispo:

Por los más bajos medios, por los apoyos más injustos y criminales, se logró que
los cabildos eclesiástico y secular de esta ciudad, informasen con sangre contra la
UHSXWDFLyQMXVWL¿FDGDGHQXHVWUR,OXVWUtVLPR3UHODGRJDUDQWL]iQGRVHFRQTXHFRQWUD
pOKDEtDHQWRGRHO2ELVSDGRXQRGLRJHQHUDO\TXHSRUHVWRQRVRORKDEtDQFHOHEUDGR
la separación que de él se hizo, sino que también detestaban hasta la sombra de su
regreso y restitución a la diócesis; para conseguir esto se prometió mucho a unos, a
otros se conminó, y positivamente se amagó y amenazó a otros.1

Esta información nos enfrenta a una visión alternativa de la manera como se manejó
la política en aquel cabildo abierto y que las negociaciones fueron parte también de este
proceso independentista. Recordemos que nos estamos moviendo en el estamento de la
elite, la que nunca había combatido en un choque bélico, mucho menos contra su propia
metrópoli. Al decir Zorogastúa que a unos se conminó y a otros se amenazó, es evidente
que la unanimidad no reinó entre los convocados en aquel cabildo y que, antes bien, el
intendente Torre Tagle y aliados tuvieron que utilizar otros recursos. Lo que nadie sabía
era que los opositores iniciarían un riesgoso camino de persecución política. De ahí que el
RELVSRVLQDWLVEDUORTXHOXHJROHHVSHUDEDGHFODUDVHVXDGKHVLyQD)HUQDQGR9,,
Además de esta represión, hay que considerar que la situación geopolítica y
bélica era muy complicada para los realistas en Trujillo. Lima se hallaba bloqueada
marítimamente por Lord Cochrane, San Martín se encontraba en Pisco, al sur de Lima, y
por el norte Guayaquil había proclamado su independencia en octubre de 1820. Además,
Álvarez de Arenales se encaminaba a la sierra bloqueando también todo acceso que Lima
SXGLHUDFRQVHJXLUGHORVSURGXFWRVGHDTXHOODUHJLyQ$VtODVFRVDVVHSXHGHD¿UPDUTXH
Torre Tagle forzó las proclamaciones del resto de partidos de la intendencia trujillana; entre
aquellos se encontraba Piura.
(OGHHQHURGHXQR¿FLRSURFHGHQWHGH7UXMLOOROOHJyDOFDELOGRSLXUDQRFRQ
la siguiente intimidación: que se proceda a proclamar la independencia de aquella ciudad,
de lo contrario se colocarían en el puerto de Paita tropas armadas para conquistarla. Al día

1 Archivo General de la Nación (AGN). Colección Tomás Diéguez (CTD). Caja 6. Carpeta 21. Doc.
$xR)RO

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siguiente, en cabildo abierto, las autoridades piuranas proclamaban la independencia del


partido, reconociendo la autoridad del marqués y procediendo en otros distritos a repetir
estas ceremonias patrióticas.
En otro escrito nos hemos encargado de analizar los detalles de uno y otro día
para tratar de comprender qué pasó y si realmente hubo o no convencimiento político
(Hernández García 2008A: 301-307). La elite piurana como era de esperarse, se puso a la
cabeza de todo antes de dar opción a que otros grupos tomasen la iniciativa y les quitasen
ORVSXHVWRV'HHVWDPDQHUDHOGHHQHURDQWLJXRVUHDOLVWDV0DQXHO'LpJXH])ORUHQFLD
)HUQDQGR6HPLQDULR\-DLPH0LJXHO6HPLQDULR\-DLPH)UDQFLVFR)HUQiQGH]GH3DUHGHV
y Pedro de León, asumieron el mando de la nueva patria en este partido. La independencia
no hizo más que mantener en gran medida el estatu quo y la preeminencia de los apellidos
de toda la vida. Pero, el hecho de proclamar la independencia, ¿suponía estar convencidos
DEVROXWDPHQWHGHOSDUWLGRSRUHOTXHRSWDEDQ"
Esta polémica y acelerada proclamación de la independencia en Piura, pensamos,
GHWHUPLQyODIDOWDGHLGHQWL¿FDFLyQHQWUHODFODVHGLULJHQWHORFDO\ODVDXWRULGDGHVFHQWUDOHV
En el primer momento, en el que aún Lima se hallaba en poder realista, el “gobierno
central” eran Trujillo y Torre Tagle. De esta manera, la crisis de autoridad de este último
UHVSHFWRDORVSDWULFLRVSLXUDQRVVHUHÀHMyHQHOGHVFRQRFLPLHQWRGHODVGLVSRVLFLRQHVTXH
emanaban de este jefe y de esta ciudad. En este sentido, unos y otros fueron en direcciones
distintas, hasta el punto de hacernos pensar que la guerra por la independencia no estaba
dentro de las prioridades de la clase dirigente piurana. Esto se tornó en un tema secundario
IUHQWHDODQHFHVLGDGGHVXSURSLDDXWRD¿UPDFLyQJUXSDO\HVWDPHQWDOHQHOQXHYRJRELHUQR
¢(Q TXp KHFKRV SXHGH YHUVH HVWD FULVLV" (Q SULPHU OXJDU HQ HO UHFKD]R D ODV
autoridades impuestas desde Trujillo. Los piuranos no aceptaron que sea colocado
&DUORV 0DUtD 2UWHJD D OD FDEH]D GHO SDUWLGR GH 3LXUD 6H OR KLFLHURQ VDEHU DVt D 7RUUH
Tagle y este accedió a nombrar entonces a un miembro de la vecindad piurana, Manuel
'LpJXH] )ORUHQFLD WUXMLOODQR SHUR UHVLGHQWH HQ 3LXUD GHVGH KDFtD FDVL GRV GpFDGDV SRU
vínculos matrimoniales. Aunque la documentación no es muy explícita al respecto, es fácil
deducir que esta concesión la realizó Torre Tagle por la necesidad que tenía de conciliar
intereses, ganarse la voluntad del estamento de privilegio y evitar primeros desencantos,
considerando que luego este sector sería el que, paulatinamente, iba a aportar más a la
frágil causa patriota. Hay que tener en cuenta que la guerra contra los realistas en el Perú
recién comenzaba.
Esta lectura era la que podía hacer Torre Tagle, pero los vecinos piuranos pudieron
ver aquí una primera victoria en la política peruana. El hecho de que Manuel Diéguez
)ORUHQFLD FRQVLJD XQ DOWR QRPEUDPLHQWR VLJQL¿FDED TXH ODV FRVDV VH PDQWHQtDQ FRPR
habían estado en el anterior sistema. Él representaba esa continuidad, ya que era del lugar,
conocido por todos y conocedor de los entresijos del poder de la localidad. Los Diéguez
)ORUHQFLD HUDQ XQ UHIHUHQWH LQWHUHVDQWH SDUD HO FRQMXQWR GH SULYLOHJLR SXHV FDVL WRGRV
tuvieron que ver en la política de la naciente república.
Pero los considerandos que posiblemente movieron a Torre Tagle a ceder ante la
primera solicitud, se vieron trastocados frente a la segunda petición del vecindario piurano:
TXHQRVHDFHSWHFRPRDXWRULGDGPLOLWDUDODUJHQWLQR)pOL[2OD]iEDO(VTXHVLELHQFRQFLOLDU
intereses era vital, también lo era asentar la imagen de autoridad en las provincias recién

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estrenadas patriotas. La reacción de Torre Tagle, entonces, fue la amenaza militar directa,
dejando ver con esta intimidación una imagen frágil entre los piuranos, una autoridad
que puede ser puesta en tela de juicio y que necesita la fuerza bélica para conseguir la
REHGLHQFLD (Q 3LXUD VH DFHSWy D 2OD]iEDO TXLHQ SRFR GHVSXpV WUDMR SUREOHPDV D ORV
intereses familiares y de estamento del lugar. La primera idea que puede surgir es que
este rechazo tenía que ver con su origen argentino, aunque de eso no tenemos pruebas
tangibles por el momento. Lo más cierto, teniendo en cuenta la historia precedente del
partido, es que el rechazo haya sido motivado por ser “foráneo”, es decir, de fuera tanto de
la región como de la red familiar tradicional. Y es que, si se quería ser aceptado en un grupo
tan selectivo, había que manejar con cuidado determinados mecanismos, en los que la
YLROHQFLDHUDLPSHQVDEOH&RQODLQGHSHQGHQFLD¢KDEtDQFDPELDGRODVFRVDV"7DOYH]KDEtD
que matizarlas. Ahora, la cuestión sería mantenerse y sobrevivir. Lo cierto es que, por el
ODGRGHOJRELHUQRSDWULRWDFRQ2OD]iEDOHQ3LXUD7RUUH7DJOH\6DQ0DUWtQVHDVHJXUDURQ
el control de esta provincia norteña.
Un asunto también muy sugerente es el velado rechazo de la vecindad piurana
a los cupos de guerra impuestos desde Trujillo a partir de febrero de 1821. Tenía que ser
un rechazo solapado porque, no obstante la importancia de la elite, la situación era de una
confrontación bélica, de un enfrentamiento contra las fuerzas del rey, donde la imagen de
“antipatriota” podía traer consecuencias negativas, como de hecho aconteció meses más
tarde cuando se radicalizó la guerra contra el virrey La Serna.2 Los donativos y/o empréstitos
forzosos y voluntarios tenían que ser asumidos en gran medida por los patricios piuranos;
sin embargo, de esta ciudad sacaron muy poco a comparación de lo que realmente esperaban
cuando asignaron las cantidades. Inclusive, los curas de parroquia fueron requeridos, pero
VH GLVFXOSDURQ \ DSRUWDURQ VLJQL¿FDWLYDPHQWH PHQRV GH OR TXH HVWDED HVWDEOHFLGR SRU HO
JRELHUQRFHQWUDO(VWRQRHVUDURHQWDQWRTXHSRUPX\SDWULRWDVTXHVHPDQLIHVWDVHQ±TXH
QRHUDHOFDVR±ODH[DFFLyQGHGLQHURQXQFDHVUHFLELGDFRQHQWXVLDVPRSRUORVGRQDQWHV
como el mismo Torre Tagle le manifestó a San Martín precisamente en estos meses.

<D YHUi 8 SRU OD FRUUHVSRQGHQFLD R¿FLDO HO SHTXHxR GRQDWLYR FROHFWDGR HQ
numerario; pues ha sido extraído casi a la fuerza del mayor número de individuos
que constan de las listas, y muy poco más recogerá. Por otra parte es prudente irse
con tiento en esta materia, porque el patriotismo está aún en pañales, y no hay cosa
más odiosa que las exacciones. (borrador de una carta de Torre Tagle a San Martín,
GHIHEUHURGH(Q2UWt]GH=HYDOORVFXUVLYDQXHVWUD 

La autoridad central también fue puesta en entredicho con un acontecimiento


LPSRUWDQWHODSHUVHFXFLyQDORVSHQLQVXODUHV/DKLVWRULRJUDItDQDFLRQDOD¿UPDTXHHVWD
persecución se inició en septiembre de 1821, a consecuencia de la primera incursión de
las tropas realistas desde la sierra hacia el puerto del Callao.3 En el norte peruano, esta
persecución se inició meses antes de todos estos acontecimientos, aproximadamente en

2 Aunque nunca se llegó en Piura a los niveles de coerción que acontecieron en Lima.
3 Dos veces más los realistas, bajo las órdenes del general Canterac, descenderían de la sierra a
ocupar Lima: en junio de 1823 y en febrero de 1824.

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IHEUHUR GH  )XH HVWD OD SULPHUD HWDSD GH WRGR XQ SURFHVR TXH OXHJR HQJDU]y FRQ
la política persecutoria desde Lima. El hostigamiento hacia ellos fue paulatino: mayores
cupos que a los otros ciudadanos; exigencia a las autoridades en el conteo de peninsulares
en distintas provincias piuranas; anulación de salvoconductos para salir del país y remoción
de autoridades que lo permitiesen. Piura era una ciudad de frontera con Ecuador, donde
tampoco la causa patriota estaba muy segura, y el puerto de Paita era una puerta de huida
KDFLDRWUDVSURYLQFLDVHQHO3DFt¿FR7RGRHVWRFRQIDEXOyHQFRQWUDGHORVSHQLQVXODUHV
En esta primera fase, de nuevo se puso en evidencia la política paralela que los
piuranos llevaron a cabo, saltándose las disposiciones desde Trujillo y protegiendo a
los peninsulares que eran sus parientes, sus amigos, sus socios económicos y, sin más,
PLHPEURV WUDGLFLRQDOHV GH VX VRFLHGDG (O DUJHQWLQR )pOL[ 2OD]iEDO VH HVWUHOOy FRQ XQ
antemural al respecto, y eso que aún no había llegado lo peor.
El caso de José Antonio López nos sirve para ilustrar esta situación de represión.
Era natural del reino de Galicia y casado dos veces en Piura con criollas naturales del
lugar, Antonia Merino y Juana Torres. La primera descendía de un tronco familiar
económicamente fuerte; de la segunda no hay referencias documentales. Lo importante
es que José Antonio López formaba parte de la clase dirigente de la localidad; inclusive
había destacado en el apoyo monetario por las celebraciones de la ciudad en la jura de
)HUQDQGR9,,\GHOD&RQVWLWXFLyQGH&RQXQDH[WHQVDSDUHQWHOD±KLMRVYLYRV
XQDGHODVFXDOHVHPSDUHQWyFRQ1LFROiV'LpJXH])ORUHQFLD±4 en los primeros meses de
la independencia de Piura empezó a ser perseguido. En primer lugar, con la exigencia de
altos cupos de guerra en comparación a otras personas; en segundo lugar, tuvo que solicitar
al Congreso de la República su carta de naturaleza, que le fue concedida (Pons Muzzo y
Tauro 1975: 86); y por último, en 1824, fue incluido en la orden que enviaba al exilio a los
peninsulares que existieran en Piura. Esta orden fue expedida desde Trujillo.
La consternación fue enorme, considerando los precedentes en Lima, que habían
convertido el camino hacia el Callao en un cuadro de llanto y consternación de parte de
los familiares de los peninsulares expulsados del Perú. A diferencia de la capital de la
república, en Piura esto último no se llegó a cumplir, ni con José Antonio López ni con
ningún otro español avecindado aquí, por intervención directa del cabildo de Piura, que
en mayo de 1824 decidió suspender el cumplimiento de esta orden. Así, se dejó sin efecto
una disposición de la prefectura de Trujillo, jurisdicción a la que estaba subordinada Piura
para ese entonces. Estamos nuevamente frente a una postura de autonomía de la vecindad
piurana, un hecho más que evidencia ese rechazo a las disposiciones del “centro de poder”
TXHUHJtDORVGHVWLQRVGHO3HU~LQGHSHQGLHQWH(VWRIXHDWtWXORLQVWLWXFLRQDO±FDELOGR±\D
WtWXORIDPLOLDU±SUHVLyQDOFDELOGR±SHURDWtWXORSHUVRQDOWDPELpQODDQLPDGYHUVLyQDORV
políticos que gobernaban desde fuera era muy clara.
Había quedado prohibida la salida y embarque de todo español, decreto dirigido a las
DXWRULGDGHVGH3DLWD(OSLXUDQR)UDQFLVFR)UtDVFRPDQGDQWHGHHVWHSXHUWRGHVREHGHFLy
ODRUGHQGH2OD]iEDOGHHODERUDUXQDUHODFLyQGHSHQLQVXODUHVUHVLGHQWHVHQ3DLWDGDQGR
noticia de solo tres europeos. Esto claramente era una información falsa, en tanto que Paita

4 Testamento de D. José Antonio López. Archivo Regional de Piura (ARP). Serie notarial. Leg. 86.
1RWDULR5HEROOHGR)RO

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era el segundo puerto más importante del Perú, por lo que resulta impensable que solo tres
“españoles sueltos” viviesen ahí para 1821.5 Es más, si revisamos las actas de matrimonios
de Piura para estos años, nos encontramos con muchísimas más referencias de peninsulares
avecindados en el puerto, contando únicamente los que contrajeron nupcias. Así que
)UDQFLVFR)UtDVH[SRQLHQGRVXSXHVWR\VXSUHVWLJLRLQWHQWyVDFDUOHODYXHOWDDOGHFUHWR
PHQFLRQDQGRDHVWRVWUHVSHQLQVXODUHVTXHFRPR³VXHOWRV´RHUDQSREUHV±GHORVFXDOHV
SRFRVFXSRVVHH[WUDHUtDQ±RQRFRQIRUPDEDQHOHVWUDWRGHSULYLOHJLRTXHpO\PXFKRVRWURV
cuidaban, como lo hizo también el emblemático Joaquín de Helguero y Gorgoya.6
Si a alguien hubiesen podido molestar con mayores argumentos, fue a Joaquín de
Helguero, pero, en cuanto se iniciaron los movimientos de independencia, este peninsular
se recluyó en una región distante de la capital piurana, donde no fue molestado por el
gobierno. Inclusive murió allí, lejos, en La Huaca, territorio de su propiedad, en 1830, al
margen de cualquier acontecimiento. De haber sido imagen visible de la elite desde 1796
(fecha de su matrimonio con la acaudalada piurana Juana de Carrión e Iglesia) y autoridad
local (juez diputado del Tribunal del Consulado de Lima en Piura y alcalde de segunda
nominación), desde 1821 Helguero desapareció del mapa político de la región y no lo
volvemos a encontrar en ningún documento relacionado con el proceso de independencia,
pero todos sabían dónde se hallaba. Esto puede tener dos lecturas.
Por un lado, la importancia que Helguero tenía entre el conjunto de la vecindad
piurana; de hecho, era uno de sus máximos representantes. Esta importancia podría explicar
que lo dejaran tranquilo: las autoridades locales, relacionados suyos, cuidarían sus intereses
al respecto. Además, por otro lado, también es verdad que los distritos piuranos, distantes
de la capital de este partido, estaban bastante alejados de la vorágine política; la geografía
desértica que los rodeaba les preservaba en muchos sentidos. Manejamos esta hipótesis
por algunas referencias de viajeros extranjeros que llegaron a La Rinconada y advirtieron,
por un lado, esta indolencia ante las noticias que ciertamente conocían y, por otro lado,
precisamente en virtud de lo anterior, una vida cotidiana ajena a los acontecimientos
políticos, regionales y nacionales (Núñez 1971).7 Como el caso de Joaquín de Helguero
pudo haber otros.

Lima independiente, caos político y autonomía local

Cuando se dio la proclamación de la independencia en la ciudad de Lima, el 28 de julio

5 En estudios anteriores hemos demostrado la importancia que los peninsulares tuvieron desde el
puerto de Paita en las actividades comerciales, o por lo que originaron auténticos clanes poderosos
HQHVWDSDUWHGHO3DFt¿FR +HUQiQGH]*DUFtD%\ 
6 Miembro destacado de la elite comercial de esta región. Al haber sido autoridad política y gran
comerciante, tenía grandes inversiones dentro y fuera del Perú. Se recluyó en su hacienda La
Rinconada durante todo el proceso de independencia, inclusive su casa allí sirvió de refugio a otros
peninsulares huidos en marcha hacia Ecuador (Hernández García 2008A: 331-332).
7 Los vecinos piuranos tenían datos de lo que pasaba en el resto del territorio peruano. La llegada de
QRWLFLDVQRR¿FLDOHVDEXQGDEDHQDTXHOORVOXJDUHVTXHDEULJDEDQXQSXHUWRFRPRHOGH3DLWDFRQ
JUDQWUi¿FRPHUFDQWLO\FLUFXODFLyQGHELHQHVSHUVRQDV\QRYHGDGHV1RHUDHVWHHO~QLFRFDQDO
de comunicación. Las conexiones familiares y amicales acercaban mucho a las elites de distintas
regiones en todos los niveles.

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de 1821, José de San Martín inauguró un período de gobierno denominado “El Protectorado”.
Consistiría en un gobierno de transición hacia el establecimiento de la “monarquía peruana”,
proyecto político que el libertador quería para el Perú. Él fue llamado “Supremo Protector”
y las provincias independientes se regirían por un “Estatuto Provisional”. Paralelamente, se
vivía la preocupación por el enfrentamiento bélico con las tropas realistas acantonadas en la
sierra. Era, sin embargo, un momento de victoria para la causa patriota haberse posesionado
de la Ciudad de los Reyes. Se empezó a gobernar con esos dos objetivos: monarquía e
independencia; sin embargo, San Martín no pudo llevar a cabo ninguno de los dos.8
En medio de todos estos acontecimientos, el día a día se tornó incierto, álgido,
anárquico inclusive. San Martín pagó caro el haber confundido la causa patriota con los
verdaderos intereses de la “comunidad peruana”; los caudillos peruanos que luego asumieron
HOPDQGRGHPRVWUDURQHQVHQWLGRSOHQRVXH[WUDRUGLQDULDIRUPDFLyQQRELOLDULD\VXGH¿FLHQWH
preparación militar;9 asimismo, quedó en evidencia la búsqueda de la seguridad personal
DQWHVTXHHOELHQFRP~QGHORV³SHUXDQRV´\¿QDOPHQWHHQWUH\ODDSXHVWDHUD
más bien hacia el triunfo realista, como lo demostraron los últimos cambios de bando antes
GHODEDWDOODGH$\DFXFKR\ODDJRQtDGHORVSHUXDQRVUHDOLVWDVHQHO5HDO)HOLSHGHO&DOODR
hasta la capitulación del general español José Ramón Rodil en 1826.10
Si en la propia ciudad de Lima, el centro del poder del nuevo régimen, la situación
era de caos y de inestabilidad, los otros centros regionales independientes pudieron vivir su
propia historia, discrepando inclusive de las disposiciones y de la dirección que tomaban
los hechos en la capital. Se hicieron explícitos los distintos intereses no solo de los grupos
GLULJHQWHVVLQRWDPELpQGHHVSDFLRVUHJLRQDOHVFRQXQDWUDGLFLyQGHDXWRVX¿FLHQFLDPX\
fuerte en muchos sentidos.
7HQHPRV SRU HMHPSOR D OD FLXGDG GH /DPED\HTXH TXH LQWHUSXVR XQ R¿FLR DO
gobierno de Lima (octubre de 1821) que daba cuenta del desagrado que había producido
en su clase mercantil la habilitación como puerto mayor al de Huanchaco (Trujillo) y como
menor al de Pacasmayo (Lambayeque). Los argumentos son de índole comercial y político,
pues los mercaderes lambayecanos recuerdan a las autoridades limeñas que:

...ella [la ciudad] proclamó la independencia el 27 de diciembre [de 1820], es decir


un día antes que su capital Trujillo, y que para el sostén del ejército libertador y

8 Un completo recuento de los acontecimientos de estos años (Vargas Ugarte 1981, Basadre 1983).
 1RVHVWDPRVUH¿ULHQGRD-RVpGHOD5LYD$JHUR\D-RVp%HUQDUGRGH7RUUH7DJOH$PERVOOHJDURQ
a la suprema magistratura, pero no pudieron llevar a cabo una ofensiva efectiva sobre el ejército
realista. Desde el punto de vista de las acciones militares, ambos dejaron mucho que desear. Los
dos descendían de la nobleza titulada limeña, habían recibido una esmerada formación en los
centros de enseñanza virreinales, habían estudiado en Europa y, en concreto Torre Tagle, había
VLGRGLSXWDGRSRUHO3HU~DODV&RUWHV2UGLQDULDVGH)XHFRQHOORVFRQTXLHQ6DQ0DUWtQVH
conectó directamente antes de desembarcar en el Perú.
10 Para Timothy Anna, esta es la prueba más contundente de que el Perú había proclamado su
independencia en 1821, consumado esta en 1824 y, sin embargo, los peruanos aún no habían
decidido (Anna 2003). En esta misma línea, la historiografía revisionista marca una distancia
honda entre la proclamación de la independencia en Perú y el absoluto convencimiento de esa
GHFLVLyQ YHU SURGXFFLyQ ELEOLRJUi¿FD GH 6FDUOHWW 2¶3KHODQ *XVWDYR 0RQWR\D 9tFWRU 3HUDOWD
Elizabeth Hernández, Ernesto Rojas, entre otros).

Nº 52, año 2012 121


Artículos, notas y documentos

su aumento ha erogado como 60.000 pesos en dinero, y lo que no es calculable en


reses, caballos, arroz, jabón y cordobanes, sin perdonar a sus propios vecinos, pues
caminaron 500 hombres a militar bajo el estandarte de la Patria. Sin olvidar estos
grandes servicios, que si no se premian a lo menos deben tenerse en consideración
para no causar perjuicios…11

Lambayeque, como vemos, marca su distancia con Trujillo, capital de la virreinal


intendencia, y con Lima, capital del Perú independiente, que es quien ha validado
HO UHJODPHQWR GH FRPHUFLR D TXH VH UH¿HUHQ ORV YHFLQRV HQ HVWH R¿FLR (VWH WLSR GH
documentación nos llevaría a muchas otras consideraciones sobre el estudio de la región
norte en la independencia, las que escapan al objetivo de este escrito; pero vale la pena
por lo menos advertir la existencia de estas “fracturas”, divisiones, intereses locales que
condicionarían una crisis de autoridad en este espacio con relación, tanto a los nuevos
centros de poder y autoridades, como a las determinaciones que aquellos establezcan.
Volviendo al caso de Piura, su posición estratégica le valió, desde el siglo XVI,
constituirse en una región bisagra del virreinato peruano, con conexiones que podían
llegar a los puertos de Cádiz y Sevilla inclusive. Esto generó no solo un grupo de control
económico; también condicionó una fuerte relación con la metrópoli y un sentimiento de
LGHQWL¿FDFLyQ UHJLRQDO SURIXQGR TXH VH PDQLIHVWy SUHFLVDPHQWH HQ PRPHQWRV HQ TXH
ODSROtWLFDQDFLRQDO±OLPHxD±VHGHVHTXLOLEUDED/RVSLXUDQRVGHFLGLHURQSRUVtVRORVHQ
muchas ocasiones, luego de 1821, cuando se vieron afectados sus intereses.
Luego de la entrevista con Bolívar en Guayaquil (julio 1822), San Martín regresó a
Lima. En septiembre se reunió el congreso que había convocado con anterioridad, le entregó
todos sus poderes y se fue del Perú, dejando en manos de los peruanos la administración
política y la continuación de la guerra. El primer congreso constituyente del Perú se formó
luego de elecciones en los cabildos de las ciudades independientes; representantes del
patriciado piurano y trujillano fueron elegidos. Sin embargo, su presencia aquí no supuso
para la elite local estar subordinada a todos los acontecimientos que se suscitaran en la
excapital del virreinato. Inclusive, desde las provincias se tenía una opinión nada favorable
del Congreso Constituyente, como lo hace saber María Concepción, hermana de Tomás
Diéguez, miembro de este organismo:

Tú me dices en la que me escribes que el Congreso sigue como antes, y aquí no se oye
más que hacer burla del Congreso; hoy son ustedes la conversación del día, tanto de
los de aquí como de los forasteros ya de Colombia como de Lima y otros extranjeros,
los que dicen quizá vendrán a hacer bromas. Yo te ruego busques medios de zafar de
dicha junta que será lo más acertado que puedas hacer y yo celebraré. El nombre que
les dan es de necios.12

Este congreso determinó que la forma de gobierno sería la República, y que el poder
ejecutivo estaría conformado por tres personas, en lo que se llamó Junta Gubernativa o
Triunvirato. Desde el comienzo esta junta fue vista como un error, como una fórmula que

11 $*16XSHULRU*RELHUQR/HJ&XDG$xR)ROY
12 $*1&7'&DMD&DUSHWD'RF$xR)ROY

122 Revista Andina


Elizabeth Hernández García: Crisis De Autoridad En Una Región Periférica

desestabilizó más al país. Lo importante en esos momentos era la preparación de la ofensiva


militar patriota, pero la falta de ascendiente del general Alvarado en un ejército compuesto
por cuatro naciones independientes, el retraso en partir hacia el sur y las indecisiones en el
campo de batalla, originaron la derrota en enero de 1823 en Moquegua. La junta fue vista
como responsable de este desastre. Ante esa circunstancia, el Congreso se dividió entre
los partidarios de José de la Riva-Agüero, los que querían que viniese Bolívar, y los que
pensaron en la monarquía planteada por San Martín (Vargas Ugarte 1981: 242), pero los
militares tomaron la iniciativa.
El 27 de febrero de 1823, en el famoso “motín de Balconcillo”, los generales del
ejército obligaron a designar a Riva-Agüero como presidente de la República. Por primera
vez un criollo llegaba al más alto puesto, al lugar para que el que se había educado desde
sus años de estudiante en el Convictorio de San Carlos. Sin embargo, esta fórmula tampoco
funcionó. Y en el preciso momento en que una derrota militar más reducía los ánimos, el
general realista Canterac volvió de la sierra y esta vez se posesionó de la ciudad de Lima.
5LYD$JHUR\HOFRQJUHVRVHUHIXJLDURQHQHO5HDO)HOLSHGHO&DOODRHOGHMXQLRGH
1823. Estando aquí, el congreso depuso a Riva-Agüero y nombró en su lugar a Torre Tagle
como presidente de la república. Este fue el inicio de un nuevo caos político, pues el Perú
se dividió en dos facciones.
Riva-Agüero no aceptó su deposición, se dirigió a Trujillo y desde allí siguió
gobernando con unos cuantos diputados que le siguieron. Tendríamos entonces en el Perú dos
gobiernos y dos congresos; mientras, la guerra continuaba. Interesa mucho este tema porque,
entre quienes siguieron a Riva-Agüero hasta Trujillo, estuvieron algunos diputados piuranos,
PLHPEURVGHODHOLWHGHHVWDORFDOLGDGFRPRIXHURQ7RPiV'LpJXH])ORUHQFLDTXLHQIXHUD
vicario eclesiástico de Piura desde inicios del siglo XIX, y Manuel José de Arrunátegui, otro
piurano eclesiástico que luego fue canónigo de la catedral de Trujillo (Hernández García
2009: 279-303). Además de ellos, el cabildo de Piura y casi todo el norte apostaron por Riva-
$JHUR\QRSRU7RUUH7DJOHGHVD¿DQGRXQDYH]PiVODDXWRULGDGGH/LPD
Prescindimos de contar el resto de la historia nacional que es en general bastante
conocida. Nos interesa destacar la opinión distinta del cabildo piurano frente a un
acontecimiento político como el que acabamos de reseñar. Este reconocimiento de Riva-
Agüero, pensamos, es el indicio más fuerte del resentimiento hacia Torre Tagle. ¿Por
qué no apoyaron a quien, según la historiografía tradicional, les ayudó a proclamar la
LQGHSHQGHQFLD"¢3RUTXpSUHIHULUDOGHVFRQRFLGR5LYD$JHUR"3DUDQRVRWURVHVFODURTXH
GHDOJXQDPDQHUDODYHFLQGDGSLXUDQDDSURYHFKyHVWHPRPHQWRSDUDSRQHUGHPDQL¿HVWR
antiguos resquemores y vigentes resentimientos.
De otro lado, también es verdad que ningún miembro de la elite piurana fue
revolucionario y, en este sentido, Riva-Agüero calzaba con ellos. También es digno de
resaltar el hecho de que Riva-Agüero podía manejar un concepto regional-nacional más
interesante para los piuranos, en tanto que había escogido Trujillo (el norte) como sede
de su gobierno y congreso. Por eso es que los escritos elevados por el ayuntamiento de
Piura tenían el tenor de rechazo al centralismo limeño, de considerarse depositarios de
la verdadera democracia.13 Hasta cierto punto, creemos que la presencia del noble Riva-

13 “…cuando salvándose el Gobierno que sostiene el orden, nos presenta otra Atenas, combatida por
el orgullo de los Persas, y en Vuestra Excelencia el apoyo de nuestra República… Sala Municipal

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Artículos, notas y documentos

Agüero en el norte suponía una gran esperanza en que el centro del poder estuviese aquí o,
por lo menos, las expectativas de recuperar en mucho la autonomía que este espacio había
tenido durante todo el período virreinal. Sin embargo, también cuenta la supervivencia.
Riva-Agüero fue capturado y enviado al exilio por Simón Bolívar y nuevamente Piura y el
espacio norte volvían a estar sujetos a la administración central desde Lima. Este cambio
de postura no fue solo de los diputados norteños que habían seguido a Riva-Agüero, sino
de la propia ciudad de Piura. Meses antes, la Municipalidad de esta ciudad había enviado
una carta de felicitación a Riva-Agüero; sin embargo, en diciembre de 1823, la vecindad
celebraba su caída: “Hoy [7 de diciembre] se hallan de función en Piura en celebración de
la deposición del señor Riva de Agüero, y creo que mañana se repite otra, todas en la casa
del señor ministro Valdivieso…”14
Decíamos que Riva-Agüero no fue revolucionario. En efecto, no lo fue, y su apego a
San Martín se entiende en la medida en que coincidía con un proyecto político que mantenía
ODVGLIHUHQFLDV\TXHHYLWDEDODHIXVLyQGHVDQJUH 2¶3KHODQ*RGR\$ (Q
la situación en la que el Perú se encontraba, a pesar de todas las circunstancias adversas
de la república, no había marcha atrás en cuanto a un posible retorno al régimen español,
había que seguir adelante. Sin embargo, Riva-Agüero quería una independencia sin Simón
Bolívar. Y como él, muchos peruanos manifestaban inseguridad ante la posibilidad de la
llegada al Perú del libertador; él mismo había ofrecido sus servicios a los peruanos desde
1822, pero había sido rechazado.
Bolívar representaba todo lo que la elite temía: revolución, dictadura extranjera,
expolio, personalismo, cambios radicales y en esto los piuranos coincidían también. Por
WRGRV HUD VDELGR TXH VH GLVWDQFLDED HQRUPHPHQWH GHO SHU¿O DSDFLEOH \ DULVWRFUiWLFR GH
José de San Martín. En Catacaos se estaba a la expectativa de su llegada: “…y aseguran
que es muy violento al caminar, y con esta prevención estamos con la barba al hombro…”
En Trujillo, también se estaba en vilo: “A Bolívar lo hacen cerca de Piura, y aquí hay mil
opiniones, Dios nos saque con bien de todo”.15 Sería esta otra explicación al apoyo que
Riva-Agüero tuvo de esta parte norte del Perú. En la más grave crisis de autoridad de estos
DxRVHQODFDSLWDOGHO3HU~ODYHFLQGDGSLXUDQDDPLONLOyPHWURVGHGLVWDQFLDFRPRYHPRV
decidió ir en otra dirección.

A manera de conclusión

Las clases dirigentes de las ciudades que habían optado por la causa patriota
buscaron consolidar sus posiciones y consumar la independencia política de todo el Perú,
pero, en el trayecto, los objetivos de grupo se manifestaron. La elite piurana se enfrentó
HQ YDULDV RSRUWXQLGDGHV DO JRELHUQR FHQWUDO FRQ HO ¿Q GH SUHVHUYDU VXV LQWHUHVHV SRU
intentar el mando absoluto rechazando a aquellos que habían sido nombrados desde fuera
y por mantener incólume la situación de sus miembros. Las pugnas en el fondo tuvieron

de Piura, julio 23 de 1823, al Excmo. Sr. Presidente D. José de la Riva-Agüero” (Deustua Pimentel,
Puente Candamo 1976: 700).
14 $*1&7'&DMD&DUSHWD'RF$xR)ROY
15 $*1&7'&DMD&DUSHWD'RF\$xR)ROY

 Revista Andina


Elizabeth Hernández García: Crisis De Autoridad En Una Región Periférica

que ver con los nombramientos políticos y militares que fueron concedidos a personas
ajenas al partido. Las autoridades superiores hicieron uso de la coerción para asegurarse
la obediencia del partido, desvirtuando con ello todas sus proclamas y mostrando una elite
alejada de los supuestos intereses comunes del nuevo sistema, en muchos de los cuales el
nuevo gobierno no llevaba razón.
Los piuranos se distanciaron del gobierno central en defensa de los españoles
miembros de su estamento. A los peninsulares se les protegió. En este apoyo tuvo mucho
que ver el hecho de que la causa de la independencia no estaba generalizada entre toda la
población piurana, hecho que explica la dilatada guerra, las derrotas patriotas y la añoranza
GHODQWLJXRVLVWHPDFRPRORUHÀHMDQODVFDUWDVSHUVRQDOHVGHPXFKRVGHVXVSURWDJRQLVWDV
3HUR HVWH DSR\R WDPELpQ FRQ¿UPD XQD QXHYD OHFWXUD DO WUDGLFLRQDO H KLVWRULRJUi¿FR
enfrentamiento entre criollos y peninsulares, pues para los piuranos los intereses con
aquellos siempre fueron comunes.
Al brindarle apoyo a Riva-Agüero, el cabildo de Piura y algunos vecinos rechazaron
FRQ ¿UPH]D OD SROtWLFD OLPHxD LGHQWL¿FiQGRVH FRPR ORV YHUGDGHURV SRUWDGRUHV GH ORV
valores liberales. Inclusive, la mirada era hacia la región en extenso, puesto que estaban
aceptando la “legitimidad” del congreso que sesionaba en Trujillo y del presidente de la
UHS~EOLFDTXHVHUHIXJLyDOOtDKRUDVtVHLGHQWL¿FDEDQFRQODFDSLWDOGHODH[LQWHQGHQFLD
YLUUHLQDOQRREVWDQWHTXHXQOLPHxR±XQ³IRUiQHR´±HVWXYLHVHDODFDEH]DGHWRGR$TXtHO
tema ya no era que Riva-Agüero no formaba parte de aquella elite, lo importante eran las
FRQH[LRQHVTXHDSDUWLUGHHVHPRPHQWRVHSRGUtDQHVWDEOHFHUDVtFRPRORVEHQH¿FLRVTXH
HVWRSRVLELOLWDEDSDUDODUHJLyQ)LQDPHQWHHVWHHQIUHQWDPLHQWRTXHGyFRPRDQWHFHGHQWH
de una clara rivalidad: el norte versus el centro administrativo, ahora republicano.
/DLQGHSHQGHQFLDIXHXQODUJRSURFHVRGHLGHQWL¿FDFLyQFRQHOQXHYRUpJLPHQGHQXHYD
construcción mental, de nuevos afectos y de consolidación territorial y política. Este trayecto
no fue fácil. Los desencuentros entre las autoridades regionales y centrales continuaron todo
el siglo XIX. La independencia, más bien, fue el inicio de nuevas contiendas de confrontación
entre los protagonistas de antiguo cuño y los integrantes de esta clase dirigente nacional que,
desde Lima, la “sede de los visires”,16 fueron construyendo el nuevo Estado republicano. La
crisis de autoridad fue permanente y a lo largo de esta centuria fueron muchas las veces en
que Lima tuvo que volver a ganarse a las provincias a “su” causa.17

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16 Expresión con la que el cabildo de Huaylas (Huaraz), dando su apoyo también a Riva-Agüero,
recriminaba a Lima por creer que, por haber sido la “sede de los visires”, es decir, la residencia de
los virreyes, podía decidir por todo el Perú (Archivo Riva-Agüero, Instituto Riva-Agüero, 1823).
17 (VWD~OWLPDD¿UPDFLyQFRUUHVSRQGHDOHVWXGLRHQVtGHODKLVWRULDUHSXEOLFDQDGHO3HU~3DUDHOOR
DGHPiVGHODELEOLRJUDItDFRQRFLGDUHFRPHQGDPRVUHYLVDUODVXJHUHQWHSURGXFFLyQELEOLRJUi¿FD
de Cecilia Méndez Gastelumendi.

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