Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El Debate Brenner. Estructura de Clases Agraria y Desarrollo Económico en La Europa Preindustrial - Varios Autores - Año 1976 (1988 en Español)
El Debate Brenner. Estructura de Clases Agraria y Desarrollo Económico en La Europa Preindustrial - Varios Autores - Año 1976 (1988 en Español)
EL DEBATE BRENNER
Estructura de clases agraria y desarrollo económico
en ia Europa preindustrial
Traducción castellana de
ISABEL M O L I y PAULINO IRADIEL
EDITORIAL CRÍTICA
Grupo editorial Gnjalbo
BARCELONA
4^88
Título original:
THE BRENNER DEBATE. AGRARIAN CLASS STRUCTURE
A ND ECONOMIC DEVELOPMENT IN PRE-INDUSTRIAL EUROPE
Cambridge University Press, Cambridge
T. H . A.
C. H. E. P,
R. H. Hilton
INTRODUCCIÓN
4. Sobre este tema hay numerosos trabajos a nivel general. Así, T. H. Hol-
lingsworth, Historical Demography, Londres, 1969; E. A. Wrígley, Population
and History, Londres, 1969 (trad. cast.: Historia y población, Barcelona, 1985).
5. Véase infra, p. 27.
6. M. M. Postan, «[Sección 3, Histoíre économique:] Moyen Age»,, en
IX ‘ Con gres International des Sciences Historiques, París, 1950, París, 1950-
1951, 2 vols., I, Rapports. Est^ comunicación de P o ^ n íqe reeditada en su
12 EL DEBATE BRENNER
15. G. A. Cohén recurre con frecuencia a esta cita en Karl Marx’s Theory
of History, Oxford, 1978, por ejemplo, pp.- 41, 144; cita que procede de la
obra de Marx, The Poverty of Philosopby [1847], Moscú, s.f., p. 122. Cohén
argumenta que Marx daba primacía a las fuerzas productivas.
INTRODUCCIÓN 17
2 . — BRENNER
18 EL DEBATE BRENNER
1. ESTRUCTURA DE CLASES A G R A R IA
Y DESARROLLO ECONÓMICO
EN LA EUROPA PREINDUSTRIAL *
I. El m o d e l o d e m o g r á f ic o
12. North y Thomas dicen que «la servidumbre en Europa occidental era,
sobre todo, un arreglo contractual en el que los servicios de trabajo se inter
cambiaban por una mercancía pública: protección y justicia» (D. C. North
y R. P, Thomas, «The Rise and Fall of the Manotial System: A Theoretical
Model», Journal of Economic History, X XX I (1971), p. 778, North y Thomas
pueden establecer este argumento ya que presuponen: a) que el siervo estaba
totalmente «protegido de cargas arbitrarias» y b) gue a causa de la ausencia
de «una autoridad coercitiva central» los siervos eran básicamente libres, espe
cialmente para poder cambiar de lugar, y como consecuencia de ello había un
ESTRUCTURA DE CLASES AGRARIA 29
económico, tropiezan con dificultades, incluso más serias que las que
se encuentran respecto a la distribución del ingreso. Por supuesto
que el pensar en un declive de la productividad agrícola es una idea
razonable para la mayoría — que no todas— de las economías de la
Europa preindustrial. De hecho, estos historiadores de la economía
han podido profundizar en algunos de los fundamentos técnicos y
económicos de la decadencia a largo plazo de la producción gracias
a sus investigaciones sobre cuestiones relativas al mantenimiento de
la fertilidad del suelo en situación de escasez de ganado y de abonos,
especialmente cuando existe un atraso en la organización de la téc
nica agrícola y unos bajos niveles de inversión.13 Pero el exponer las
condiciones que generaron el estancamiento económico a largo plazo,
no explica el fenómeno en sí, ya que no se proporciona un cálculo
real del porqué estas condiciones persistieron. Por tanto, el expli
car la «rigidez» económica como lo hace Le Roy Ladurie, en «fun
ción de un estancamiento de la técnica, de una carencia de capital,
de una falta de espíritu de empresa e innovación», es dar por
sentado lo que se intenta probar.14 Es como pretender explicar el
crecimiento económico como un simple resultado de la introduc
ción de un nuevo, tipo de organización de la producción, de mu
chas técnicas y nuevos niveles de inversión. Desde luego que estos
factores no explican el desarrollo económico, sino que tan sólo des
criben lo que es el desarrollo económico. El estancamiento continuado
de la mayoría de las economías tradicionales europeas en la época que
estamos estudiando no puede explicarse en su totalidad sin dar cuenta
del crecimiento económico real experimentado por las pocas econo
mías que efectivamente se desarrollaron. Desde una perspectiva más
general, el atraso económico no puede comprenderse del todo sin una
13. Postan, «Medieval Agrarian Society in its Prime: England», pp. 548-
570; M. M. Postan, «Village Lívestock in the Thirteenth Century», Econ. Hist.
Rev., 2.a ser., XV (1962-1963); J, Z. Titow, Engiish Rural Society, 1200-1350,
Londres, 1969.
14. Le Roy Ladurie, op, cit., p. 634. A veces Le Roy Ladurie parece
querer enfocar el desarrollo económico como el resultado directo de unos pro
cesos aparentemente autónomos de innovaciones técnicas. En este sentido dice
que «fue la debilidad tecnológica de la sociedad ... su falta de habilidad para
aumentar la productividad, su incapacidad permanente y definitiva en elevar
la producción la que creó la barrera que, al final del período, paró el creci
miento (qmsi-biseculaire) de la población y de la pequeña propiedad campe
sina, p. 639. Véase también la nota 37.
ESTRUCTURA i DE CLASES AGRARIA 31
3 . — BRENNER
34 EL DEBATE BRENNER
más gráfico acerca de la habilidad de los campesinos libres para resistir los
enormes esfuerzos (a veces incluso desesperados) de los señores extractores
de renta incluso durante el siglo x m , cuando se da el alza de la población,
véase E, Searle, Lordship and Community, Toronto, 1974, pp. 163-166.
25. Fourquin, op. cit., en especial pp. 170 ss.
■26. P. Vilar, La Catalogue dans l’Espagne moderne, 3 vols., París, 1962,
I, pp. 466 y ss. (hay trad. catalana, 1968, 4 vols., y castellana, Barcelona, 1978);
J. Vicens Vives, Historia de las remensas en el siglo X V , Barcelona, 1945,
pp. 23-24 ss.; R. Boutruche, La crise d ’une société, París, 1963, pp. 321 ss.;
I. Guérin, La vie rurale en Sologne aux X IV 6 et XV" siécles, París, 1960,
pp. 202-215 ss.
ESTRUCTURA DE CLASES AGRARIA 37
27. F. L. Carsten, The Qrigins of Prussia, Londres, 1954, pp. 80-84, 101-
116; M. Malowist, «Le commerce de la Baltique et le probléme des. luttes so
ciales en Pologne aux XVo et X V P siécles», en La Pologne au X e Congres In
ternational des Sciences Historiques h Rome, Varsovia, 1955, pp, 131-136, 145-
146; M. Blura, «The rise o£ Serfdom in Eastern Europe», Amer. Hist. Rev.,
LXII (1957), pp. 820-822.
28. Véase, por ejemplo, P. Goubert, «Le miíieu démographique», en
L ’Anden Régime, 2 vols., París, 1969-1973, I, cap, 2 (hay trad. cast.: H anti
guo régimen, 2 vols,, Madrid, 1979); también de P. Goubert, Beauvds et le
Beauvaisis de 1600 ii 1730, París, 1960; J. Meuvret, Études d ’hhtoire écono-
mique, París, 1971; F. Braudel y E. Labrousse, eds., Histoire économique et
sociale de la France, II: 1660-1789, París, 1970.
38 EL DEBATE BRENNER
29. Bowden, «Agricultural Pnces, Farra Profits and Rents», p. 593 (el
subrayado es mío).
30. Sobre el cambio agrario inglés, sus caúsas y consecuencias, véase,
por ejemplo, R. H. Tawney, The Agrarian Problem in the Sixteentb Century,
Londres, 1912; Nueva York, 1967; E. Kerridge, T h e ' Agricultural Revolution,
Londres, 1967; E. Kerridge, Agravian Problems in the Sixteentb Century and
After, Londres, 1969, en especial el capítulo 6; W. G. Hoskíns, «The Lesees-
tershire Farrner in the Seventeenth Century», Agricultural History, XXV (1951);
Thírsk, ed., Agrarian History of England and Wales, IV: 1500-1640. Véase
también infra, pp. 62 ss.
ESTRUCTURA DE CLASES AGRARIA 39
a) Comercio y servidumbre
32. Pava una elaboración reciente ele este argumento, véase North y Tho
mas, Rise of the Western World, pp. 39-40. Desde luego se trata de la conclu
sión'de su argumento sobre la servidumbre como una relación contractual, más
que como uní? relación coercitiva y explotadora. Véase supra, pp. 28-29, notg 12.
ESTRUCTURA DE CLASES AGRARIA 41
33. Postan, «Medieval Agrarian Society in its Prime: England», pp. 604-
608, 611. Para un análisis de las razones por las cuales la conmutación no se
entiende si no se afirma qué significa un relajamiento de la servidumbre, véase
en especial R ..H . Hilton, Decline of Serfdom in Medical England, pp. 29-31,
así como su artículo «Freedom and Villeinage in England», Past and Presenta
31 (julio 1965), p. 11.
34- Como h^ce Titpw en Engiish Rural Society, 1200-1350, pp. 59-60,
42 EL DEBATE BRENNER
35. JV. A. Rafús, Tenure and M obiliíy, Toronto, 1964, pp. 139-144.
ESTRUCTURA DE CLASES AGRARIA 43
III. C o n f l ic t o d e c l a s e s y d e s a r r o l l o e c o n ó m ic o
40. Esta opinión se deriva de los argumentos de Marx sobre las barreras
y las bases estructurales de clase para el desarrollo del capitalismo, especial
mente tal como se presenta en «la llamada acumulación originaria» (trad. cast.,
Barcelona, 1977). El Capital, I, parte V III, y en Pre-capitalist Economic Forma-
iions, ed. E. J. Hobsbawm, Londres, 1964, pp. 67-120 (hay trad. cast., Forma
ciones económicas precapitalistas, Barcelona, 1979).
46 EL DEBATE BRENNER
a) El declive de la servidumbre
41. Postan, «Medieval Agracian Society in its Prime: England», pp. 603-604.
42. M. M. Postan, «Investment in Medieval Agriculture», Journal Econo
mic History, XXV II (1967); R. H. Hilton, «Rent and Capital Formation in
Feudal Society», Second International Conference of Economic History, Aix-en-
Pr o ven ce, 1962, 2 vols,, París, 1965, en especial vol. II, pp. 41-53. Hilton es-H
tima que no más del 5 por 100 del ingreso total fue invertido por Jos "señores
en inversiones productivas' durante el siglo x m (p:"53).
ESTRUCTURA DE CLASES AGRARIA 47
43. Titow, Engiish Rural Society, 1200-1350, pp. 49-50. Sí entiendo bien
su argumento, Titow afirma que la caída de la tendencia a introducir mejoras
fue en gran medida el resultado de una carencia de conocimiento técnico, la
falta de disponibilidad de nuevas técnicas. En este sentido afirma que «las limi
taciones técnicas de la agricultura medieval parecen que Han impuesto sus
propias limitaciones en lo que se refiere a lo que podía gastarse útilmente en
una propiedad» (p. 50).
44. Véase, por ejemplo, la utilización de un sistema de transformación
agrícola en Flandes a principios del siglo x iv en B. H . Slichet van Bath, The
Agrarian History of Western Europe. A. D. 500-1850, Londres, 1963; otra ed.
1966; pp. 178-179 (hay trad, cast., Barcelona, 1975).
48 EL DEBATE BRENNER
45. Seai'le, Lordship and Community, pp. 147, 174-175, 183-194, 267-329.
46. Hilton, «Rent and Capital Formation in Feudal Society», pp. 53-55;
Postan, «Medieval Agrarian Society in íts Prime*. England», pp. 548-570. E l
producto neto de por lo menos un tercio de toda la tierra, incluyendo parte
de la mejor, está directamente en manos de la restringida dase señorial (esto es,
en el dominio señorial), E. A. Kosminslcy, «Services and Money Rents in the
Thirteenth Century», Econ. H ist. Rev., V (1934-1935); Postan, op. cit., pp.
601-602. Véase también supra, p. 46 y nota 41.
47. Véase Hilton, Decline of Serfáom in Medieval England, pp. 30-31 ss.
ESTRUCTURA DE CLASES AGRARIA 49
4. BRENNER
50 EL DEBATE BRENNER
68. Hermann Aubin, «Medieval Agtarian Society in its Prime: The Lands
East of the Elbe and Germán Colonizatíon Eastwards», en Cambridge Economic
History of Europa, I, 1966, pp. 464-465, 468-469.
69. Obsérvese el comentario de un reciente estudio sobre una comunidad
rural de Alemania oriental en el período bajomedieval: «El señor del lugar
era el primero, luego venían los miembros del municipio. En el área de un asen
tamiento más antiguo, la comunidad (G em einde)... era la primera». H. Patze,
«Die Deutsche Bauerlíche Gemeinde im Ordenstaat Preussen», én T. Mayér,ed.,
Die Anfange der Landgemeinde und íhr Wesen, 2 vols., Stuttgart, 1964, II,
p. 151. Un estudio sugestivo sobre el caso concreto de una localidad donde
la colonización señorial dejó al campesinado en una posición débil y abierta
a la expropiación, Searle, Lordship and Communily, I parte, cap. 3, pp. 62-68.
70. Aubin, «Medieval A granan Society in its Prime: The Lands East of
the Elbe and Germán Colonizatíon Eastwards», p. 469; Franz, Geschichte des
deutschen Bauernslandes, pp. 49, 53, 56-57.
60 EL DEBATE BRENNER
75. Raftis, Tenure and Mobiiiiy, pp. 197-198; Hilton Decline of Serfdom,
pp. 44 y siguientes. R. H. Hilton, «A Study in the Pre-History of: English
64 EL DEBATE BRENNER
5 . «X BRENNER
66 EL DEBATE BRENNER
82, Kerridge, Agrarian Problems in the Sixteenth Century and After, p. 46;
E, L. Jones, «Agriculture and Economic Growth in England, 1660-1750: Agri
cultural Change», Journal Econ. Hist., XXV (1965).
83. Sobre las importantes ventajas que suponían las explotaciones capita
lizadas con referencia a las mejoras agrícolas, la inversión y una mayor eficacia
a nivel general, véase Kerridge, Agrarian Problem s..., pp. 121-126, y G. E.
Mingay, «The Size of Farms in the Eighteenth Century», Econ. Hist. Rev.,
2.a serie, X IV (1962). Algunos de los trabajos de síntesis más recientes se
fundamentan en las ventajas generadas por las relaciones de clase de la estruc
tura agraria inglesa para explicar el desarrollo agrícola, aunque, en última ins
tancia, minimizan su significado real. Así en su «Introducción» a Agriculture
and Economic Growth in England, 1650-1815, Londres, 1967, E, L. Jones
dice que la clave del desarrollo económico inglés fue la introducción de nuevas
técnicas, más que el cambio de las disposiciones institucionales, olvidando al
parecer la idea de que ambos estaban indisolublemente unidos. Afirma (pp. 12-
13) que «ios sistemas innovadores de producción agraria son más relevantes
para las nuevas “respuestas” de la oferta agrícola que las mejoras en la misma
organización». Sin embargo, el mismo Jones en otro lugar subraya las impor
tantes ventajas del cultivo capitalista a gran escala para el avance de la agricul
tura, y más aun, posibilita la clave para comparaciones intra e internacionales
que demostrarían la importancia de esta conexión, y paralelamente •los frenos
que el sistema de agricultura campesina dominante ponía a cualquier tipo de
mejora. Así dice (p. 17) que «el modelo rural y de organización agraria que se
desarrolló en Inglaterra hizo más flexible la producción, y mucho más dinámica
para el mercado, que un sistema campesino». Añadiendo como ejemplo (p. 43)
que: «En algunas partes de los Midlands donde la tierra había sido de unos
pocos propietarios y los cercamientos aparecieron pronto, se introdujeron «nue
vas» cosechas y los arrendatarios se especializaron en una ganadería dedicada
al consumo. Normalmente el sistema de agricultura campesina de las tierras
arcillosas de los Midlans desafiaba cualquier tipo de cambio a excepción del
expediente de cercamientos ordenado por el Parlamento».
68 EL DEBATE BRENNER
: 84. B. H, Slicher van Bath, The Rise of Intensíve Husbandry in the Low
Countries, en J. S. Bromley y E. H . Kossmann, eds., Britain and the Nether-
lands, I, Londres, 1960, en especial pp. 135-137, 148-149, 153. Como afirma
Slicher van Bath en relación a la región flamenca caracterizada por una agri
cultura intensiva (p. 153): «No es una visión de bienestar, sino de pobreza
controlada».
85. Véase .Jones, «Agticulture and Economic Growth in England, 1660-
1750: Agricultural Change». Sobre el cultivo a gran escala en Francia, véase
infra, p. 80, nota 111.
ESTRUCTURA. DE CLASES AGRARIA 69
91. Sobre los altos salarios como una causa fundamental del declive de
la industria de exportación desde principios del siglo xvir, véase C. M. Cipolla,
«The Economic Decline of Italy», en Brian Pulían, ed., Crisis and Cbange in
the Venetian Economy in the Sixteenth and Seventeentb Centuries, Londres,
1968, pp. 139442. Sobre los problemas de la oferta alimentaria que conducían
a unos salarios más elevados (de subsistencia), véase B. Pullman, «Introduc-
tion» y «Wage-Earners and Venetian Economy, 1550-1630», i b i d pp- 12-14. So
bre las raíces estructurales de los problemas de la oferta alimentaria y de mer
cado local en la organización territorial de la región veneciana, véase S. J; Woolf,
«Venice and the Terraferma»; ibid., en especial pp. 179-187. Para el problema
general de la oferta de alimentos en Italia y en el Mediterráneo, que se intensi
ficó agudamente en la segunda mitad del siglo xv i, véase C. T. Smith, An Histo-
rical Geograpby of Western Europe before 1800, Nueva York, 1967, pp. 416-
418.
92. Esto lo sugiere E. L. Jones en la «Introducción» a Agr¡culture and
Economic Growth in England, 1650-1815, p. 21.
93. Sobre el continuo crecimiento industrial inglés a fines del siglo; x v n
y el importante papel del mercado nacional en este proceso, véase L. A. Clark-
son, The Pre-industrial Economy in England, 1500-1750, Londres, 1971, cap. 4,
en especial pp. 114-115. Véase también «The Orígtns of the Industrial Reven
lution», Past and Present, n.° 17 (abril 1970),-pp. 71 ss. C. Wüson, England's
Apprenticesbip, 1603-1763, Londres, 1965, cap. 9, en especial pp. 185 ss.
F. J, Fisher, «The Sixteenth and Seventeenth Centuries: The Dark- Ages, of
English Economic History», Economica, nueva serie, X X IV (1957),
72 EL DEBATE BRENNER
también los señores, supusieron una vía de salida para los bienes
industriales ingleses.94 Al mismo tiempo y a largo plazo, especialmen
te desde fines del siglo xvn y principios del siglo xvm , los progresos
continuos en la productividad agrícola se combinaron con los bajos
precios de los alimentos para dar un margen extra al poder de com
pra de importantes elementos de la clase media e incluso de la clase
baja, y así ampliar el mercado interno y acelerar el crecimiento cons
tante de la industria inglesa que desembocó en la revolución indus
trial.95 El desarrollo económico inglés, por tanto, dependió casi total
mente de la relación simbiótica entre la agficultura y la industria. En
realidad fue, en última instancia, una revolución agrícola basada en el
surgimiento de relaciones de clase capitalistas en el campo, que per
mitió- a Inglaterra convertirse en el primer país que experimentó la
industrialización.
El contraste del fracaso en Francia de una transformación agraria
parece que se deriva directamente de la fuerza y de la solidez del
sistema de tenencia de la tierra por parte de los campesinos a prin
cipios de la Edad Moderna, sistema que en Inglaterra se estaba
desintegrando. Ya se ha hecho referencia al éxito relativo gracias al
cual las comunidades campesinas de Europa occidental pudieron resis
tir al poder señorial en el período medieval. En particular, el largo
proceso por medio del cual, pueblo a pueblo, en varias regiones fran
cesas, pudieron conseguir importantes derechos económicos y políticos
como el usar las tierras comunales, el fijar las rentas, el asegurar la
herencia y el reemplazar los antiguos alcaldes (maires) del lugar por
101. Sobre las revueltas en Inglaterra, véase supra, p, 65. Sobre las de
Francia, véase el artículo de J. H . M. Salmón, «Venality of Office and Popular
Seditíon in Seventeenth-Century France», Past and Present, n.° 37 (julio 1967).
Aunque hay un fuerte debate sobre muchos aspectos de estas revueltas,
virtualmente, todas las aportaciones, incluidas las de quienes las han tra
tado con más detención, como Boris Porchnev y Roland Mousnier, están
de acuerdo en que la oposición a los impuestos del Estado era central. Véase
B. Porchnev, Les soulévements populaires en France de 1623 a 1648, París,
1963; R. Mousnier, «Recherches sur les soulévements populaires en France
avant la Fronde», Revue d ’histoire moderne et contemporaine, V, 1958.
102. Bloch, French Rural History, p. 134.
103. Para un análisis revelador de la lucha entre la monarquía y la no
bleza en Francia para proteger al campesinado con el fin de explotarlo para
sus propios fines, enfocado especialmente en los intentos de ampliar el sistema
real de impuestos y en la resistencia de los nobles frente a estos intentos en
nombre de sus campesinos, véase P. Deyon, «A propos des rapports entre la
noblesse frangaise et la monarchie absolue pendant la premiere moitié du
XVII' siéele», Revue Historique, CCXXXI (1964).
ESTRUCTURA DE CLASES AGRARIA 77
6 . — BRENNER
M. M. Postan y John Hatcher
ii
siado triviales como pata ser tratados aquí extensamente. Sin embar
go, algunos de ellos merecen una breve atención.
Si todas las desgracias del campesinado medieval se encontraran
sólo en el feudalismo y en las «relaciones de extracción de excedente
de la servidumbre», la pobreza y el atraso económico no se habrían
manifestado con fuerza, en el caso en que se hubieran manifestado, en
ocasiones en que la opresión feudal no existió o fue débil. Las regio
nes no señorializadas de Inglaterra, ¿estaban al margen de las ten
dencias económicas del siglo xm ? Los campesinos libres, los soke-
men, censuarii y molmen>todos ellos relevados en todo o en parte de
las cargas principales de la «opresión señorial», ¿eran también inmu
nes al malestar económico de la Edad Media? Postan y otros han
defendido naturalmente que la servidumbre tuvo un efecto pauperiza-
dor en la existencia campesina, que la libertad personal podía llevar
consigo ventajas económicas y que consecuentemente los campesinos
libres con suficiente cantidad de tierras podrían vivir mejor que los
siervos con posesiones de tamaño similar. Esto no significa, sin em
bargo, que los campesinos libres, como grupo, fueran más prósperos
y productivos que los siervos. La tenencia libre trajo como resultado
tanto inconvenientes como privilegios. La libertad de enajenar la pro
piedad, combinada a veces con la partición hereditaria, llevaba a la
multiplicación de exiguas propiedades libres.10 Como dice sucintamen
te un documento de Kent de 1276:
A menudo ocurre que las tierras y las tenencias que ... indivi
sas se acostumbra a cederlas amablemente para satisfacer la subsis
tencia de muchos hombres ... se separan después y se dividen en
tantas ... parcelas entre los coherederos que cada parte no es sufi
ciente para la subsistencia de ninguno de ellos.11
in the Later Middle Ages», Journal of Social History, III, (1969-1970), pp. 239,
246; J. R. Strayer, «Economic Conditions in the County of Beaumont-Ie-Roger,
1216-1313», Speculum, XXVI (1951); G. Fourquin, Les campagnes de la région
parisienne a la fin du Moyen Age, París, 1962; G. Fourquin, Lordsbip and
Feundalism in the Middle Ages, Londres, 1976, pp. 173-199 (trad. cast., Seño
río y feudalismo en la Edad Media, Madrid, 1977); G. Duby: Rural Economy
and Country Life in the Medieval W est, pp. 122-125, 255-259.
15. M, M. Postan, «The Charters of the Villeins», en Essays on Medieval
Agriculture and General Problems of the Medieval Economy, pp, 135-143 pas-
sim (por ejemplo, pp. 135, 136, 140), (trad. cast., «Las cartas de los siervos»,
en Ensayos sobre agricultura y problemas generales de la economía medieval,
pp. 136-192).
POBLACÍÓN Y RELACIONES DE CLASE 93
III
ras por Brenner son demasiado esenciales para dejarías sin respues
ta. En primer lugar, su teoría implica. la afirmación de que la'
renta feudal era invariablemente la fuente principal de ingresos de
los señores en los siglos x n y xm . Sin duda, algunos señores, entre
los cuales los condes de Cornwall y los Templarios podrían ser los
casos más significativos, se habían convertido casi completamente en
rentistas antes del siglo x m , pero muchos otros, y muy particular
mente los señores eclesiásticos, continuaban obteniendo una parte
muy importante de sus ingresos de la venta de. la producción domi
nical. En 1298-1299, la producción dominical suponía el 40 por 100
de los ingresos del obispo de Ely; y en 1258, 1288 y 1317, la pro
ducción dominical ascendía al 72 por 100, 47 por 100 y 65 por 100
respectivamente de los ingresos del obispo de Winchester. Natural
mente, también existían ingresos «señoriales» muy sustanciales pro
cedentes de la jurisdicción y de las multas feudales.18 -
En segundo lugar, Brenner exagera enormemente no sólo la rela
tiva importancia de las rentas, sino también su elasticidad. A veces
eran elásticas, pero nunca hasta el punto imaginado por él. Lo esen
cial de las rentas pagadas, las rentas enfitéuticas, eran fijas por
definición. Los señores podían naturalmente aumentar las rentas
enfitéuticas, con imposiciones adicionales, pero estas imposiciones
no ofrecían posibilidades ilimitadas de expansión. La definición esta
ble del estatuto y obligaciones del siervo a finales del siglo x u y x m
puede haber ayudado legalmente a endurecer al máximo la condición
servil, pero también contribuyó a proteger a los siervos de las impo
siciones arbitrarias. Como ha señalado Bracton, con cierta amar
gura, «la autoridad de los señores ... que en un principio se exten
día a la vida y la muerte, está ahora limitada por la ley civil».i9
18. Edwatd Miller, The Abbey and Bishoprtc of Ely: The Social History
of an Ecclesiastical Estate from the Tenth Century to the Early Fourteenth
Century, Cambridge, 1951, p. 93; J. Z. Titow, «Land and Population on the
Bishopric of Winchester’s Estates, 1208-1350», Cambridge Univ., tesis doctoral
inédita, 1961, especialmente pp. 10, 36-41, 55-88, 61-62. Dominios con una
proporción menor de ingresos provenientes del señorío territorial {manorial
incomes) son citados por R. H. Hilton, The Engiish P'easantry in the Later
Middle Oxford, 1975, pp. 232-233. Pero algunas series de rentas e ingre
sos jurisdiccionales que ofrece Hilton pueden haber sido «hinchados» con la
incorporación de pagos de rentas y multas de los no siervos.
19. Bracton, De legibus et consuetudinibus Angliae, ed. G. E. Woodbine,
rev. S. E, Thorne, II, Cambridge, Mass., 1968, p. 34.
POBLACIÓN Y RELACIONES DE CLASE 95
hizo más fácil y más beneficioso para los señores el usar ampliamente
de sus poderes.24
Finalmente, incluso en su mejor momento, estos poderes no per
mitían como norma aumentar la riqueza y los ingresos de los señores
desposeyendo a sus siervos, tal como harían los Junkers alemanes en
los siglos xvi y xvn. Sin duda, Brenner manifiesta cierto descono
cimiento de la época cuándo supone que el desahució masivo de
siervos fue un hábito qué los señores practicaban con regularidad.
Aparte de los conocidos desahucios producidos por las nuevas funda
ciones cistercienses, hubo muy pocos ejemplos de desposesión arbi
traria. El castigo corriente para un siervo que no cumplía en el pago
de las rentas y prestaciones personales o que descuidaba su casa y la
posesión era una multa. No es sorprendente, por tanto, que los sier
vos trataran de hacer hereditarias sus posesiones logrando una situa
ción que rivalizaba con la que disfrutaban los tenentes libres.
En resumen, para probar que las crisis de subsistencia del si
glo x m y principios del xiv fueron causadas por la estructura de
clase existente y, en particular, por la excesiva explotación de los
siervos por parte de sus señores más que por la escasez de tierra,
Brenner tendría que demostrar, entre otras cosas, que el poder seño
rial era mayor en el siglo x m que en el xil o en el xiv, y que la
situación personal o legal de la tenencia campesina era paralela
mente peor. Con todo, aunque la servidumbre expuso a los campe
sinos a una mayor explotación por parte de los señores que la sufrida
por los campesinos libres, es probable que la tenencia servil deí si
glo x m pudiera proporcionar con frecuencia mecanismos de protec
ción contra los rigores del mercado en un período de creciente
inflación y hambre de tierra, protección que muchos campesinos ingle
ses del siglo xvi hubieran deseado tener.
IV
7 . — BRENNER
98 ÉL DEBATE BRENNER
25. Para una discusión sobre las inversiones de los señores [feudales],
véase R. H. Hilton, «Reñí and Capital Formatíon in Feudal Society», en su
obra English Peasantry in the Laier M idále Ages, y M. M, Postan, «Invest-
ment in Medieval Agriculture», Journal of Economic History, X X V II (1967).
Las actividades de Adam o£ Stratton, analizadas por Hilton, prueban clara
mente que, cuando un clérigo advenedizo, prestamista’ y asociado con financie
ros judíos —y Stratton era todo eso— se encontraba a cargo de un gran domi
nio, era capaz de comportarse él mismo como un verdadero especulador de
tierras y empresario de nuestra época, incluso cuando las tierras que adminis
traba (las de la condesa de Albemarle) eran tan «feudales» como cualquier
otra gran propiedad de la época.
POBLACION Y RELACIONES DE CLASE 99
3. ESTRUCTURA DE CLASES A G R AR IA
Y EL DESARROLLO DEL CAPITALISMO:
COM PARACIÓ N DE FRANCIA E INGLATERRA
14. Todavía no está claro si, cuando un enfiteuta moría sin dejar viuda,
herederos o sucesores, el señor podía tomar la tierra para sí mismo y, erí el
caso de proponer un censo, si podía arrendarla como quisiera y sin la reali
zación del acto de. homenaje (que era la esencia de la situación legal de los
enfiteutas del señorío).
15.- P. Goubert, Cent mille provinciaux au dix-septlhne siécle, París, 1968,
pp. 210 ss.; Jean Jacquard, La crise ruraje en lle-de-France, V50-1670, París,
1974, pp. 358 ss.
106 EL DEBATE BRENNER
36. J. Jacquart, op. cit.y pp. 410 ss., 755; Roupnel, op. cit., p, 276.
112 EL DEBATE BRENNER
8 , — BRENNER
Heide Wunder
14. Para tina apreciación más objetiva, véase Richard Roehl, «French
IndustríalÍ2ation»J Explorations in Economic History, X III (1976), pp. 233-281.
15. A. V. Chayanov, Organizatsiya kresl'ymskogo khozyatstva, Moscú,
1925 (trad. cast., La organización de la unidad económica campesina, Buenos
Aires, Ediciones Nueva Visión, 1974); D. Thorner, «Peasant Economy as a
9 . — BRENNER
130 EL DEBATE BRENNER
del este, donde k mucho más tardía aparición y consolidación del sistema
feudal explica la vulnerabilidad particular del campesinado.
CONTRA LA ORTODOXIA NEOMALTHUSIANA 141
dad del sistema socioeconómico. Esta era ante todo una opinión mar-
xista, ya esbozada por Maurice Dobb en Studies in the Development
of Capitalismo Y que fue analizada detenidamente en la revista ame
ricana Science and Society, llegando a conocerse como el debate sobre
La transición del feudalismo al capitalismo.6 El último artículo desde
un punto de vista marxista es Crise du féodalisme de Guy Bois, un
profundo estudio sobre temas teóricos basado en la investigación
empírica detallada.7
El concepto de una crisis general de un sistema social no era en
absoluto ajeno a la experiencia de los historiadores desde el año
1930 en adelante. Muchos creían, temían o esperaban que las diver
sas crisis políticas, económicas y sociales formaran parte de una única
crisis de la que la sociedad capitalista no se repondría. La versión
era algo apocalíptica y en esto coincidía en algunos aspectos con el
pensamiento de la Baja Edad Media. Sin embargo, como ahora sabe
mos, los sistemas sociales que están sólidamente establecidos, tienen
un considerable poder de supervivencia gracias a su capacidad de
adaptación. Las crisis son, por definición, momentos críticos en la
historia de los organismos tanto sociales como naturales; el organis
mo puede morir, también puede sobrevivir más o menos intacto o
puede sobrevivir tras sufrir los cambios necesarios que le permitan
enfrentarse a las circunstancias cambiantes. Después de la primera
crisis de los siglos xiv y xv, el feudalismo tuvo una larga y proble
mática historia en la que aparecen varias fechas clave: 1640, 1789,
1917, Ahora bien, si la primera crisis del sistema social no implicó la
desaparición de éste, no hay razón alguna que impida suponer que
la crisis no tuvo lugar.
Si vamos a discutir de forma inteligente la crisis, o las crisis, de
un sistema social, ante todo debemos saber de lo que estamos hablan
do no sólo en el sentido de poseer los datos empíricos sino en el sen
tido de estar de acuerdo con la definición del sistema. No me refiero
simplemente a una descripción de sus líneas concretas en un mo
mento dado, sino a una definición de su estructura fundamental.
Habiendo definido la estructura debemos establecer cuál es su díná-
mica interna, si la hay; digo «si la hay» porque, como es bien sabido,
algunos historiadores creen que el feudalismo medieval era un sistema
estancado que requería estímulos externos .para ir evolucionando hacia
el capitalismo. Debo añadir que si se logra establecer la dinámica
interna, quizá se pueda establecer cómo este dinamismo se destruye.8
El análisis de la estructura del feudalismo debe empezar con el
análisis de la base agraria. Por importante que fuera en un momento
determinado el grado de urbanización de la Europa medieval, la gran
mayoría de la población, del 80 al 90 por 100, se dedicaba a la agri
cultura (en mayor proporción) o a la ganadería. En nuestro análisis
de la estructura debemos buscar por lo tanto la unidad de producción
en la agricultura, o mejor aún, en el sector económico de la agricul
tura mixta, ya que, en el nivel alcanzado en la Edad Media, la pro
ducción agrícola hubiera sido imposible sin un cierto número de
animales. Es en la base agraria donde debemos buscar el elemento
fundamental de la estructura del modo de producción feudal que
determina su buen estado, crecimiento y decadencia.
La base de la economía rural a lo largo de toda la Edad Media
era la tenencia campesina. Su tamaño fluctuaba considerablemente
según la proporción entre tierra y trabajo que predominaba, según
las características geográficas, según el nivel tecnológico y según las
características de la familia que constituía la fuerza de trabajo; aun
que muchos de estos problemas son todavía un inagotable tema de
debate, sobre todo en lo que se refiere a la estructura familiar. Tam
bién se da el caso de que la mayoría de veces existe una considerable
desigualdad en el tamaño de las posesiones familiares. El núcleo
básico de la familia de campesinos, aquellos con tierra suficiente,
utillaje y trabajo para mantener a la familia y sus ayudantes, capaz
de reproducir su economía y pagar la renta, usualmente tenía por
encima de ellos a unas pocas familias más prósperas, propietarios
libres, allodiarii y similares. Un dato todavía más importante es que,
por debajo, había un número fíuctuante de pequeños poseedores que
se veían inevitablemente separados de la masa principal de campesi
nos productores cuando los nacimientos superaban las defunciones y
13. No podemos pasar por alto los textos de Marc Bloch sobre la servi
dumbre, a pesar de haber sido muy criticados: M. Bloch, Mélanges historiques,
2 vols,, París, 1963, I,. 4.a parte. Véase también G. Duby, Rural Economy and
Couníry Life in the Medieval W est, Londres, 1968, libro 3, cap. 1,3.
UNA CRISIS EN EL FEUDALISMO 151
tas que van a componer la historia general cíe la sociedad feudal. Pero
la variedad de la experiencia no debería cegarnos: ante ciertas contra
dicciones generales de esa sociedad. .
La contradicción más sorprendente del feudalismo no fue comple
tamente entendida por los contemporáneos aunque sí fue tenuamente
vislumbrada por algunos escritores que no simpatizaban en absoluto
con el campesinado. En sitios tan distantes entreoí como Normandía
e Italia encontramos expresadas opiniones similares. Wace, el escri
tor anglonormando del siglo x ii , au to r:de una historia en verso de
los duques de Normandía, pone en boca de los campesinos sublevados
las siguientes palabras; «Juramentémonos para defendernos, defender
nuestros bienes y permanecer unidos. Sí ellos [los señores feudales]
nos hacen la guerra, seremos treinta o cuarenta campesinos por cada
caballero».14 El escritor italiano Tamassia dice sobre los campesinos:
«Unidos pueden confundir a Carlomagno. Cuando están aislados no
valen lo que otros tantos, pollos».15 Estos señores con sus secuaces
armados y su jurisdicción privada o pública de largo alcance no
podían ejercer un control completo ni siquiera sobre los siervos. En
concreto, su capacidad para dirigir la economía agraria estaba en fran
ca desventaja frente a su poder militar y político. Esto se debía
esencialmente a la gran distancia que había entre los señores y el
proceso productivo; esta distancia no era sólo imputable al contraste
entre la inmensa escala de la propiedad feudal y la pequeña escala
de la unidad de producción familiar, sino que también podía aplicarse
tanto a los pequeños señores de un úníco pueblo como a los magnates
poseedores de cientos. También se debía a que, en general, la inter
vención efectiva del señor o de sus funcionarios en la economía de la
tenencia campesina era muy limitada. Es cierto que el señor podía
perjudicar la economía de la tenencia campesina al exigir las rentas
y las prestaciones. También podía controlar (aunque nunca tanto
como esperaba) los desplazamientos de la población dependiente. Pero
no podía determinar el rendimiento laboral ni tampoco otros recursos
de la economía de la tenencia; aunque tampoco se produjeron mu
chos intentos de ejercer el control ni incluso cuando la tenencia enfi-
14. Wace, «Román de Ron», citado por L. DeKsle en Études sur la con-
dition de la classe agricole et Védat de l’agriculture en Normandie au Moyen
Age, Evreux, 1851, pp. 123-124.
15. Citado en G. Salvemini, Magnati e popolari in Firenze d d 1280 al
1295, Florencia, 1899, p. 215.
152 EL DEBATE BRENNER
11. — BRBNN2S
162 EL DEBATE BRENNER
más activos como jueces de paz. Pero aunque éstos no sólo tenían
competencias sobre la -ley y el orden sino que también controlaban la
legislación laboral, ¿acaso esto les permitía meter baza en la transfe
rencia del excedente campesino bajo forma de renta? Es evidente
que no (y el asalto a la seguridad de la enfiteusis estaba aún por venir)
aunque el campesinado vio reducida su anterior capacidad de resis
tencia e iniciativa sobre la cuestión de la renta a causa de ciertos
acontecimientos independientes. La decadencia del señorío se acom
pañó por una disminución de la fuerza de cohesión de la comunidad
campesina como consecuencia de la disminución de la población
por una parte y debido a la extrema movilidad y a la diferenciación
social por otra. Las familias de campesinos ricos, ahora convertidos
en ganaderos y en grandes arrendatarios, ya no ejercían como inter
mediarios entre los señores y las comunidades de enfiteutas. Ya no
eran los líderes potenciales de la resistencia.
¿Podemos decir por lo tanto que a finales del siglo xv, si no
antes, la primera crisis del feudalismo había finalizado? En Francia,
se había restaurado el sistema señorial; en Inglaterra, la clase domi
nante, con su característica flexibilidad, desplazó su centro local
de poder de las curias señoriales a las sessions of the pe-ace, ya que
la relación entre el señor y el campesino cambió de carácter. Pero
estas conclusiones sólo pueden aplicarse a uno o dos países de Europa
occidental y han surgido ante todo del estudio de la economía agra
ria. ¿Qué ocurría en el sector comercial y urbano? ¿Cómo le afectó
la fiuctuante distribución de los ingresos entre las dos clases princi
pales, los señores feudales y los campesinos?
Debemos señalar que la investigación, en su conjunto, no ha pro
porcionado respuestas claras. Esto no es sorprendente dada la insufi
ciencia de las pruebas cuantitativas sobre la población, la producción
y el comercio. Dado el descenso general de la población, ¿qué suce
día con los centros urbanos establecidos ya de antiguo, crecían o
más bien disminuían?, ¿sufrió la industria (especialmente la textil)
un desplazamiento desde la ciudad al campo?, ¿abastecía la industria
rural a un nuevo mercado, es decir, satisfacía la demanda de aque
llos que se beneficiaban del relajamiento de las exigencias señoriales
y cuyos ingresos, como ya hemos sugerido, eran relativamente altos?
La guerra y otros factores políticos afectaban muchos aspectos de la
economía, tanto si contemplamos la producción de vino de Burdeos
o el comercio de telas desde el oeste del estrecho hacia el Báltico.
UNA CRISIS EN EL FEUDALISMO 163
32. Marx, Capital (Everyman, ed./ Londres, 1934), II, p. 830; Marx, Capi
tal, III (Moscú, 1972), pp. 8Ó1-821.
33. E. E. Evans, «The Ecology of Peasant Life in Western Europe», y
G. Pfeifer, «The Quality of Peasant Livmg in Central Europe», en W. L. Tho-
mas, ed., Man’s Role in Changmg the Face of the Earth, 2 vols., Chicago,
1970, figs. 71 (a), 72, pp. 235, 243; cf. fig. 74, p. 248.
34. D . Mitrany, «Marx v. the Peasant», en T. E. Gregory y H. Dalton,
eds., London Essays in Economics in Honour of Edwin Cannan, Londres, 1927,
EN BUSCA DEL CAPITALISMO AGRARIO 177
creación de elementos para. una nueva y superior etapa, que bajo las
formas precedentes de esclavitud, servidumbre, etc.».35 El que la
tierra fuera propiedad privada hacía que la producción agrícola fuera
ineficaz, su supresión era la última etapa en una evolución donde la
agricultura controlada por los arrendatarios capitalistas era forzosa
mente más progresiva y productiva que la agricultura campesina que
«creó una clase de bárbaros ... al combinar to<|a la crueldad de las
formas primitivas de la sociedad con la angustia y el sufrimiento de
los países civilizados». Ninguna de las dos consiguió lograr «una for
ma de cultivo racional», porque las dos dependían del. mecanismo de
los precios del mercado.36 Pero son estos mecanismos y su evolución,
es decir, la base del modelo de Marx, lo que Brenner no considera sa
tisfactorio en lo que él denomina «el modelo mercantil» del cambio
económico;37 si éste se concibe como un modelo lineal, las contradic
ciones no tardan en aparecer: el crecimiento del comercio internado-'
nal reforzó la servidumbre al este del Elba y fomentó el capitalismo
en Europa occidental, por lo tanto las etapas se presentan en un
orden equivocado. De todas formas podemos añadir que pocos histo
riadores, desde Pírenne, han sido partidarios de estos modelos lineales
para explicar el proceso histórico.
Brenner aduce que cuando North y Thomas consideran que la
servidumbre medieval es una reladón contractual en un mercado inci
piente de mano de obra no tienen en cuenta la función que desempe
ñan el poder y la coerción. Con todo, él mismo indica que el cultivo
a pequeña escala «no podía proporcionar las bases para el desarrollo
económico», porque no podía aumentar la producción básica de cerea
les que necesitaba inversiones de capital; los campesinos sólo podían
intensificar el trabajo, lo que únicamente resultaría efectivo para las
cosechas industriales como el lino y «la viticultura, los productos
lácteos y la horticultura». No se aumentaron los rendimientos «por
medio de la mayor eficacia que suponía el input de una unidad de
trabajo incorporada. No ... produjo “desarrollo”, excepto en una
utilización del término restringida e incluso engañosa».38 En este
caso el criterio de eficacia debe determinarse a través de los costos
1 2 . — B1UGNNER
178 EL DEBATE BRENNER
59. Bois, Crise du féodalisme, pp. 49-72, 148-150, 138-146. Estos resul
tados proceden del 'análisis d d número de censitaires en St. Nicholas d’Alier-
mont (p, 140). En 1397, aquellos que poseían tenencias entre 6 y 15 hectáreas
constituían el 34 por 100 del total; en 1477, constituían el 43 por 100; en
1527, el 32 por 100. Sin embargo, sí aceptamos la definición de Boís de la
tenencia mediana de 10 a 20 hectáreas (p. 146) el porcentaje es de 25 en 1397,
26 en 1477, 19 en 1527; sí se considera que tenían de 8 a 20 hectáreas* los
porcentajes son de 34, 40 y 27. En 1527, cerca del 47 por 100 del conjunto
de la propiedad estaba en manos de 17 propietarios (11 por 100 del total)
que tenían más de 20 hectáreas, un 25 por 100 estaba en manos del 32 por 100
de los propietarios que tenían de 10 a 20 hectáreas, un modelo parecido al de
Chippenham (Cambridgeshíre) en 1544, donde 11 poseedores (un 18 por 100
del total) de tenencias de más de 50 acres tenían el 60 por 100 de la tierra.
Bois cree que en Normandía la presión demográfica no afectó tanto a las grandes
tenencias como en el Languedoc (pp. 157-158).
Le Roy Ladurie también ha visto confirmadas las tendencias seculares del
Languedoc en Neuburg y en Normandía: Le ilo y Ladurie, «Masses profondes:
la paysannerie», pp. 518-519. Aunque, las fluctuaciones en el número de pro
pietarios muy pequeños siguen los modelos del sur desde 1397 hasta 1775,
no ocurre lo mismo con las tenencias medianas de cerca de doce hectáreas.
En Normandía los que tenían de 10 a 30 acres (de 7,4 a 22,2 hectáreas)
ocupaban el 34,1 por 100 del área total de mouvances en 1397, el 35 por 100
en 1497 y el 32,2 por 100 en 1775, mientras que los que tenían más de 30 acres
186 EL DEBATE BRENNER
ocupaban más del 11 por 100, el 12,6 por 100 y el 17,1 por 100, en las mismas
fechas. El área sobre la que disponemos de información para 1775 es inferior
en un tercio a la de períodos anteriores. El número de propietarios entre 10
a 30 hectáreas, en la suposición de que el área conocida sea representativa de
los otros dos tercios, es de 32 para 1496, 38 para 1397 y 31 para1775. Calcu
lado sobre A. Plaise, La baronnie du Neubourg, París,1961,cuadro 9 en p. 44,
cuadro 52 en p. 348 y cuadro 55 en p. 357.
60. . Bois, Crise du féodalisme, pp. 350-361.
61. Éste es un fenómeno secular básico, consecuencia de las tenencias a
perpetuidad, que se produce donde los campesinos al ser productores indepen
dientes pueden reducir sus deudas. La caída de la tasa de apropiación no
encaja demasiado bien con la aseveración de Hílton sobre «el alto nivel de las
rentas y de otras exigencias que los propietarios imponían a los arrendatarios»,
Hilton, Englisk Veasantry in the Later M tddle Ages, p. 213, cf. pp. 235-236.
¿Existe realmente una diferencia básica entre el desarrollo de Francia e Ingla
terra antes de 1340, o es simplemente una cuestión de terminología? Los histo
riadores franceses no distinguen de forma tan clara como los ingleses entre
los propietarios libres y los enfiteutas, de modo que cuando el vüleinage desapa
rece como una condición personal, el típico censitaire es .un estado más próximo
al del propietario libre inglés que al del enfiteuta inglés o tenant at will. Si lo s '
derechos señoriales en especie eran más importantes en Francia que en Ingla
terra, como sugiere Duby, su conmutación produciría un cambio secular que
favorecería a los enfiteutas. Los campesinos libres con una renta fija eran más
numerosos en algunas partes de Inglaterra que los campesinos en régimen de
sujeción.
EN BUSCA DEL CAPITALISMO AGRARIO 187
the Sussex Estates of BatUe Abbey duríng the Later Middle Ages», Econ. Hist.
Rev., 2.a serie, XXV (1972). El tamaño de explotación que Bois menciona está
relacionado con la agricultura del open-field-, no está pensando para el cultivo
intensivo de tipo flamenco: véase supra, p. 178, n. 39.
69. Véanse supra, pp. 185-186, n. 59. Bois señala que en 1477 muchas de
las tenencias (el 30 por 100 del área total) estaban desocupadas, y se arren
daron con contratos temporales, aumentando el tamaño de las tenencias de
muchos propietarios, de forma que 42 (58 por 100) de los 72 propietarios
eran laboureurs; pero en 1397, 44 propietarios tenían más de 10 hectáreas,
Boís, Crise du féodalisme, pp. 140-146.
70. Bois reconoce que la explotación familiar necesitaba algún tipo de mano
de obra asalariada y que los laboureurs dependían de la disponibilidad de los
manouvriers. También afirma que un gran número de manouvriers semiprole-
tarizados, como en Aliermont en 1527, significaría una caída en la productividad
media de la mano de obra, peto como ya había demostrado que la mayoría de
ellos eran artesanos, es difícil ver cómo esto afectaría a la productividad agrícola.
I b i d pp. 141, 168-169, 311, n. 2.
190 EL DEBATE BRENNER
1 3 , — BRENNER
194 EL DEBATE BRENNER
dito presentado para un seminario, Oxford, 1977) [desde entonces ha sido publi
cada como parte de su «Landlords and Estate Management ín England», cap. 14
de J. Thirsk, ed., The Agrarian History of England and Wales, V: 1640-1750,
parte 2, Cambridge, 1985].
114. Seventeenth-Century Economic Documents, ed. Thirsk y Cooper, pp.
68-88, 179, 304; C. Clay, «The Price of Freehold Land in the Later Seventeenth
and Eighteenth Centuries», Econ. Hist. Rev., 2.a serie, X X VII (1974), pp. 181-
182; H. D. Turner, «George, Fourth Earl of Ñorthampton: Estates and Ste-
wards, 1686-1741», Northamptonshire Past and Present, IV , n.° 2 (1967-1968),
pp. 100-105; J. D. Chambers, The Vale of Trent, 1670-1800 (Econ. Hist. Rev.,
suplemento n.° 3, Londres, 1975), p. 42; R. A. C. Parker, Coke of Norfolk,
Oxford, 1975, p. 4; las rentas de seis señoríos en la propiedad de Belvoir del
duque de Rutland descendieron cerca del 12 por 100 durante el período entre
1671 y' 1692.
115. P. W. Brassley, «The Agricultural Economy of Northumberland and
Durham, 1640-1750» (Oxfor. Univ., tesis de licenciatura, 1974), pp. 70-85. Al
gunas de estas propiedades puede que durante el siglo x v n hayan tenido rentas
muy inferiores.
116. Los acuerdos a corto plazo, o anuales, eran a menudo una alternativa
para que el propietario controlara la explotación, cuando no podía encontrar un
arrendatario dispuesto a tomarla a más largo plazo y con una renta más elevada.
Los plazos más largos puede que hayan sido un modo de aumentar las rentas.
Durante el siglo xv n los contratos por veintiún años no comportaban el pago
de fianzas (por ejemplo, así lo hacían los condes de .Wanvick en Essex, los
condes de Rutland en Leicestershire, Lincolnshire y Yorkshire, en las propie
dades de Leveson-Gower en Shropshire y Staffordshire, los condes de Sout-
hampton en Hampshire, y los condes de Salisbuxy en Northamptonshire, Hert-
fordshire y Surrey), pero generalmente eran mucho menores en relación a la
renta que las de los contratos de por vida en la parte occidental del país, el sur
de Gales y Lancashire.
EN BUSCA DEL CAPITALISMO AGRARIO 207
14. — BRBNNBR
210 EL DEBATE BRENNER
ruina del capital fijo.124 El resultado fue que muchas de las explotacio
nes quedaron en manos de los propietarios a causa de-la falta de arren
datarios; algunas fueron divididas en unidades más pequeñas, mien
tras que otras pasaban a concentrarse en manos de los grandes arren
datarios que también poseían los derechos señoriales y el diezmo: eran
prestamistas y comerciantes.
¿Por qué los señores, que habían adelantado ^grandes sumas de
dinero para restaurar las explotaciones y a los arrendatarios en sus
propiedades después de Enrique IV y la Fronda, dejaban que los la
bradores se arruinaran? La duración de los contratos se redujo de nue
ve a seis años mientras que el número de propietarios aumentaba.12*
Cuando el arrendamiento se renovaba, el arrendatario tenía que dar
parte de la tierra para pagar los atrasos y como sus deudas continua
ban aumentando, sus beneficios disminuían debido a que los precios
permanecían bajos y al aumento de la presión fiscal,126 por lo que los
atrasos seguían acumulándose. La única manera de que el señor
recuperara parte del dinero consistía en el embargo del utillaje del
labrador antes de que los atrasos debidos superaran notablemente su
valor. En aquellos lugares donde se mantenía el pago de las rentas en
grano, los beneficios del señor bajaron inmediatamente a causa de la
caída de los precios. Se ha indicado que en el Soissonnais, incluso an
tes de la Fronda, había un endeudamiento considerable y una discon
tinuidad en la renovación de los contratos entre los grandes arrendata
124. Jacquart, Crise rurale en íle-de-F ranee, pp. 714-715; Jacquart, «Im-
mobilisme et catastrophes», pp. 254-255; M. Venard, Bourgeois e t paysans au
XVII* ñecle, París, 1957, pp. 99-102; Postel-Vinay, Rente fonciére dans le capí-
talisme agricole, pp. 23-25, 29; Mireaux, Province frangaise au temps du Grand
R oí, pp. 138, 149; Goubert, Beauvais et le Beauvaisis de 1600 a 1700, pp. 526,
529-530; Fontenay, «Paysans et marchands ruraux de la Vallée de l’Éssonnes»,
pp. 254-255, 208, n. 2.
125. Lamentablemente la única relación sistemática de la incidencia de
los atrasos es la presentada por Goubert, Beauvais et le Beauvaisis de 1600
a 1700, pp. 526, 529-530.
126. La taille aumentó a causa de la guerra con Holanda, pero las reformas
en su administración llevadas a cabo por Colbert después de 1663 aumentaron
de forma probable la carga impositiva de las grandes fincas. Aunque los atrasos
prescribieron y ía exacción total se redujo, los gravámenes no siguieron favo
reciendo a los grandes arrendatarios de los magnates y de los notables locales
como había sucedido anteriormente. Postel-Vinay da ejemplos sobre los labra
dores que hipotecaron su ganado a los burgueses para pagar su taille desdé
1669, Poste! Vinay, Rente fonáére dans le capitalisme agricole, p. 25.
212 EL DEBATE BRENNER
ta, las indicaciones de Fuller fueron citadas a menudo por los parti
darios de mejorar la agricultura congregados alrededor de Hartlib
bajo la Commonwealth; Blith y Hartlib también pidieron que se
elaborara una legislación que estableciera compensaciones para los
arrendatarios que llevaran a cabo mejoras en sus tenencias,133
De todas formas esto estaba aún lejos de ocurrir; en cambio se
continuó insistiendo en que el deber de los señores era conseguir que
sus arrendatarios realizaran las mejoras y se difundió la opinión de que
la tierra dedicada al cultivo debía producir el triple de la renta sin
contar las semillas. Pero de Hecho no parece que existiera un acuerdo
sobre si la tierra de tipo medio podía producir el equivalente a dos
rentas o a cuatro alrededor del año 1700.134 El comportamiento efec
tivo que se deduce de los pleitos de los grandes señores muestra que
sí permitían que los atrasos se fueran acumulando durante los tiem
pos difíciles; algunos señores como por ejemplo sir Richafd Newdi-
gate estaban dispuestos a invertir en mejoras pero no consentían
ningún tipo de atrasos en las rentas.135 Otros como lord Delamer
querían incluso que sus arrendatarios costearan los gastos de las
mejoras»136 con lo que coincidía el duque de Rutland, quien también
estaba dispuesto a acumular grandes cantidades de atrasos.137 El duque
venderse tres rentas como máximo». Si arrendaban por valor de 200 & 300
libras por año, pronto compraban propiedades y las arrendaban a los arrenda
tarios, a los que obligaban a contentarse con dos rentas.
135. En 1680 escribió: «Nunca permitas que un arrendatario tarde más
de seis meses en pagar por mucho que trate de convencerte, ya que si no
puede pagar una renta menos podrá pagar dos, pero si (como a veces sucede)
se. da una ocasión extraordinaria establece un préstamo sin interés a pagar tres
meses después de una cláusula penal», y continúa aconsejando el embargo del
ganado de «cualquiera que lo tenga bueno», para asegurar el pago de la renta.
En 1696, consideraba realizar mejoras en Chilvers Coton desecando 400 acres
y comprando fincas: «Poner una manufactura de lino en Coton para impedir
el crecimiento de los pobres... Establecer, si se puede, un mercado en Chil-
vers Coton». Acababa de invertir 7.000 libras en mejoras en Long Itchendon,
la mayor parte en la construcción de catorce fincas de las que sacaba un bene
ficio de un 5 por 100, lo que no es superior al rendimiento normal que pro
duce la compra de la tierra libre. Sir Richard también señala que «los que
tienen grandes propiedades deben ofrecer su tierra más barata que los demás».
Wanvicicshire County Record Office, Newdigate MSS., vol. 183, pp. 26, 147-
148, 43, 56, 84.
136. Tbe Works of tbe Honourable Henry Late L. Delamer and Earl of
Warrington, Londres, 1694, pp. 28-29 (escrito en 1688), aboga por los contra
tos con una duración de veintiún años con una fianza por valor de un año;
«si vuestro aparcero se atrasa con la renta, sí no pasa de un año, la tasa os
protegerá». La subida de la tasa demuestra la riqueza del arrendatario y la
renta más baja le anima a realizar mejoras que asegurarán la renta y dejarán
la finca en mejores condiciones: «Que vuestros arrendatarios hagan reparacio
nes, ya que lo harán por seis peniques, mientras que a vos os costaría dieciocho».
Como señala Habakkuk, la propiedad ideal era aquella en la que los arrenda
tarios realizaban las mejoras: H. J. Habakkuk, «English Landownership, 1680-
1740», Econ. Hist. Rev,, 1." serie, X (1939-1940), p. 14.
137. En 1693 los atrasos constituían cerca del 12 por 100 del total dé
la renta. En las propiedades de Belvoir solamente los atrasos y las reparaciones
eran de poca cuantía a principios del siglo xvm. Los atrasos aumentaron consi
derablemente a finales de 1720, alcanzando las 9.339 libras en 1735 cuando,
sobre un arriendo de 6.800 libras, sólo se recibieron 2.089 libras. Entre 1729
y 1742 las reparaciones constituían el 2 por 100 de los arriendos y no eran
EN BUSCA DEL CAPITALISMO AGRARIO 215
de Kingston, por otra parte, acosado por el bajo precio del grano y
con una gran acumulación de atrasos, gastó bastante más en repara
ciones, redujo las rentas, embargó a aquellos arrendatarios de los que
no pudiera recuperar algo y arrendó algunas fincas en parcelas más
pequeñas.138 La reacción de muchos de los grandes señores ante la
disminución de las rentas a finales del siglo xvn y principios del xvm
fue la de invertir más en reparaciones y mejora^ para así •atraer a
arrendatarios acaudalados.139
En la medida que todo esto demuestra que las reacciones y el
comportamiento de los grandes propietarios ingleses frente a los bajos
precios cerealistas, desde finales del siglo xvn, fueron muy diversos,
resulta difícil de creer que esto se debiera a que los propietarios
ingleses, en comparación con los franceses, fueran más observantes de
los preceptos establecidos por la enseñanza convencional del cristia
nismo y de la propia utilidad. Puede que un modo de expli
carlo sería contrastar las mentalités protestante y contrarreformis-
ta. En 1691, Richard Baxter mostró que la suerte de los pequeños
arrendatarios de las regiones agrícolas inglesas era desesperante; con
minó a los señores a reducir sus rentas en un tercio de forma que los
arrendatarios pudieran vivir decentemente y criar a sus hijos, de otra
forma «su empobrecimiento significa el empobrecimiento de todo el
resto del país ... su empobrecimiento envilecerá el espíritu de la
nación, como ha ocurrido entre los moscovitas, los polacos y entre
gran parte de los franceses». El agricultor pobre vivía en peores con
diciones que los artesanos o que los pequeños poseedores que tenían
un trabajo adicional; estaba en peor situación que sus propios criados
solteros y los jornaleros. Hay que señalar que Baxter no se refería a
superiores a principios del siglo xviii . En Belvoir, los atrásos fueron saldados
en 1740, aunque en Haddon esto sucedió posteriormente.
138. G. E. Míngay, «The Agricultural Depression, 1730-1750», Econ. Hisi,
Rev., 2.a sene, V IH (1955-1956), pp. 327-333.
139. Holderness, «Landlord’s Capital Formatíon in East Anglia, 1750-
1870», pp. 442-443; E, L. Jones, «Eíghteenth-Centuty Changes in Hampshíre
Challdand Farmíng», Agrie. Hisi. Rev., V III (1960), pp. 8-9. Para información
sobre la propiedad de Naworth de los condes de Carlisle, véase Brassley, «Agri
cultural Economy o£ Northumberland and Durham, 1640-1750», pp. 81-84, 88;
durante los años próximos a 1740, el 15 por 100 de las rentas se gastaba; en
reparaciones y nuevas construcciones: Habakkuk, «English Landownership,
1680-1740», pp. 14-15.
216 EL DEBATE BRENNER
146. Jacquart, Crise rumie en Íle-de-France, pp. 459-484, 715. Una de las
mejores relaciones sobre el funcionamiento del sistema crediticio francés la
encontramos en P. Deyon, Amiens, París, 1967, pp. 309-338.
EN BUSCA DEL CAPITALISMO AGRARIO 219
157. C. Brooks, «Public Finance and Political Stabiiíty», Hist. Jl, XVII
(1974).
224 EL DEBATE BRENNER
15, — BRENNER
226 EL DEBATE BRENNER
13. A. Tomicek, Nás sedUky kazdy Udí [A los campesinos nos engañan
siempre], Litomysl, 1927, p. 6.
14. E. j&nousek, Hisioricky vyvoj produktivity práce v zemedelsiví v
období pobeloborskérn [E l desarrollo histórico de la productividad del trabajo
en la agricultura después de la batalla de la Montaña Blanca], Praga, 1967,
p. 83.
15. J. Kocí, Odboj nevolníku na Vrydlantsku, 1679-1687 [Las subleva^
ciones de los siervos en la región de Frydlant, 1679-1687], Liberec, 1965, p. 43,
16. Janousek, op. cti.y p. 104.
LA BOHEMIA PREINDU S TRIAL 235
lío do de seis meses que iba del primero de octubre al 31 de marzo era
de ocho horas de duración; y del primero de abril al 30 de septiembre
era de i 2 horas. Durante el primer período el siervo y sus animales
de tiro tenían derecho a una hora de descanso, y en el segundo perío
do a dos horas. El decreto, sin embargo, permitía que durante la
cosecha se prolongara la jornada laboral de una a dos horas, según
las necesidades del momento.
De acuerdo con el decreto los siervos que prestaban servicios de
trabajo se dividían en once categorías. La categoría inferior compren
día a los que sin tener tierra debían prestar servicios laborales. A es
tos siervos (lnleute), que se ganaban la vida tanto trabajando para
campesinos ricos como de cualquier otra manera, sólo se les exigían
trece días de trabajo al año. La categoría inmediata estaba formada
por aquellos siervos que poseyendo una cabana no tenían tierra y
debían prestar 26 días al año de servicios laborales. Inmediatamente
seguía la categoría de los siervos con pequeñas tenencias que reali
zaban lo que se conocía como servicios de trabajo manual. Esta cate
goría a su vez se subdividía en cinco grupos diferentes, definidos por
el tamaño de las tenencias, de acuerdo con el cual se fijaban los días
de trabajo que variaban de uno a tres a la semana. Los siervos, que
poseían tenencias más grandes tenían que proporcionar trabajo y
animales de tiro durante tres días a la semana. Los que poseían una
extensión de tierra superior a las 4,5 hectáreas tenían que propor
cionar servicios de trabajo con un animal de tiro. A los que tenían
entre 4,5 y 8,5 hectáreas se les exigía, además de los servicios ante
riores, otro animal de tiro, aunque a lo largo del período que iba del
15 de mayo al 28 de septiembre debían proporcionar, un día a la
semana, una persona para realizar prestaciones de trabajo manual. Los
siervos con extensiones de tierra entre 8,5 y 13 hectáreas tenían que
suministrar servicios de trabajo con tres animales de tiro durante tres
días a la semana, y del 15 de mayo al 25 de septiembre añadir una
persona para trabajos manuales durante dos días a la semana. El
último grupo lo formaban aquellos campesinos que poseían más de
13 hectáreas de tierra; a éstos se les exigían seryicios de trabajo
con cuatro animales de tiro durante tres días a la semana, y del 15 de
mayo al 28 de septiembre otra persona para trabajos manuales du
rante otros tres días a la semana. De todo lo expuesto se infiere que
el Decreto de Prestaciones de Trabajo Feudal de 1775 aumentó, de
manera considerable, las cargas de servicios de trabajo sobre los
LA BOHEMIA PREINDUSTRIAL 239
16. — BRENNER
242 EL DEBATE BRENNER
60. Státní Ustrední Archiv [Archivos Centrales, Praga], CG. com. 1773-
83, A 19/28.
61. El texto del Decreto de Abolición de la Servidumbre de primero d e-
noviembre de 1781 está impreso en alemán y checo en Archiv cesky, X X V
(1910), pp. 25-28.
Robert Brenner
I n t r o d u c c ió n
les. Por todo ello se puede afirmar que la base de las importantes
contradicciones regionales que caracterizaron la evolución económica
europea en el período posterior la constituían las formas diversas
de distribución de la propiedad de la tierra, que fueron surgiendo en
zonas determinadas a partir de la última reacción señorial de la época
medieval y de los conflictos de clase que la acompañaron.
Sin embargo, los elementos fundamentales de esta interpretación
han sido cuestionados. En primer lugar, lo que yo defino como diná
mica interna de la economía feudal europea ha sido duramente cri
ticado, ya que tanto M. M. Postan y John Hatcher como Emmanuel
Le Roy Ladurie se han reafirmado en su interpretación demográfica
del desarrollo económico a largo plazo de la Europa preindustriaL
Por su parte Guy Bois, aunque crítico con la interpretación demo
gráfica, encuentra que mi exposición del desarrollo económico feudal
y de la formación de clases es excesivamente partidista, en particu
lar porque no he realizado una exposición más detallada de lo que él
conceptuaba como «leyes económicas del movimiento del feudalis
mo», y de lo que se refiere al concepto -—crucial en la interpreta
ción de Bois— de la «caída de la tasa de apropiación feudal».
En segundo lugar, existen dudas sobre mi formulación de la di
vergencia de los procesos de desarrollo, al margen de la última cri
sis de las ganancias señoriales y de los conflictos de clase inherentes a
ella, de los distintos sistemas de relaciones de propiedad en varias
regiones europeas. Heide Wunder, igual que Postan y Hatcher, no
acepta mi explicación del porqué la servidumbre surgió en el este,
mientras que fue desapareciendo en el oeste. De igual manera, tanto
Boís como Patricia Croot y David Parker han cuestionado mi con
cepción de la diferente evolución de las relaciones de propiedad en
Inglaterra y Francia, que consiste en la aparición del capitalismo agra
rio enfrentado con la consolidación de la propiedad campesina, muy
relacionada con el absolutismo estatal.
Por último se ha polemizado seriamente sobre mi planteamiento
del modo como los diversos sistemas de propiedad, una vez con
solidados, estructuraron modelos de evolución económica a largo
plazo cualitativamente diferentes en diversas regiones europeas du
rante la Edad Moderna. Con todo, creo que se ha aceptado mi idea
acerca de las consecuencias nefastas que la imposición de la servi
dumbre tuvo para la evolución a largo plazo de la economía de Euro
pa oriental. Pero Croot y Parker, Le Roy Ladurie y J. P. Cooper han
17. — BRENNER
258 EL DEBATE BRENNER
3. «La razón por la que los señores no tan sólo' deseaban incrementar el
peso de las prestaciones personales, sino también "salirse con .la suya”,'n o es
difícil de entender. Con la creciente escasez de tierra y con una prolongada
lista de espera por conseguirla, el poder económico del señor sobre sus colonos
era difícilmente resistible.» M. M. Postan, «Medieval Agrarían Socíety in its
Prime: England», Cambridge "Economic Hisíory of Europe, I, 2.” ed., p. <508.
Véase supra, p. 92. Véase también infra, p. 293, n. 50.
4. «Al final las fuerzas económicas hirieron valer sus propios derechos,
y tanto los señores como los grandes arrendatarios decidieron que el modo
más efectivo para retener a los trabajadores era pagarles salarios más elevados,
igual que el modo más efectivo para retener a los colonos era disminuir ías
rentas y eximirles de obligaciones serviles.» Postan, op. cií., p. 609,
262 EL DEBATE BRENNER
p. 167 [el subrayado es m ío]. Para una afirmación similar, véase M. M. Postan,
«The Chronology of Labour Services», Tram, Roya. Hist. Soc., 4.a serie, X X
1937), pp. 192-193- Véase también infra, p. 333 y n. 128,
10. Véase supra, p. 87.
11. En un reciente artículo, Hatcher me atribuye una postura totalmente
contrapuesta a la que presenté en mi primer artículo. Afirma que, desde mi
punto de vista, los señores feudales podían determinar la distribución del
ingreso medíante la utilización de poderes ilimitados sobre sus campesinos.
Pero esto obviamente no tiene fundamento alguno, ya que la ¿cuestión explícita
del análisis comparativo que constituía el núcleo de m i estudio consistía en
que bajo condiciones económicas «objetivas» similares (demográficas o mercan
tiles), tanto los señores como los campesinos podían beneficiarse unos a expen
sas de otros, en función de la coherencia y de la fuerza de su organización
social interna (es decir, de su estructura de clases); finalizaba diciendo que
para entender los procesos divergentes de la distribución del ingreso en la
Europa preindustrial, era preciso analizar los procesos concretos de formación
y de conflictos de clase que caracterizaron 4 tes diferentes regiones europeas.
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 265
Véanse supra, pp. 31-38, y J. Hatcher, «English Serfdom and Villeinage», Past
and Present, n ° 90 (febrero 1981), p. 4. Curiosamente en el mismo artículo,
Hatcher acepta algunos de los argumentos centrales de mi primera aportación,
ya que, de manera implícita, ataca, a partir de los mismos presupuestos que
yo utilicé, la posición de los intérpretes demográficos que él y Postan defen
dieron en su contribución a este debate, pero sin hacer referencia alguna a la
misma. En concreto, Hatcher concluye, igual' que hice yo, que «para los cam
pesinos medievales no libres el reforzamiento de la costumbre se oponía a los
derechos y poderes de sus señores. Por tanto, aunque las tendencias y fluctua
ciones económicas y demográficas generaban invariablemente poderosas fuerzas
de cambio, un conjunto de influencias sociales, políticas y legales actuaban
sucesivamente sobre ellos, a veces equilibrando su impacto, a veces rechazán
dolos, y a veces revocándolos. Los cambios a nivel de población o de oferta
de tierra podían hacer que el trabajo o la tierra escasearan o aumentaran, pero
para los colonos, tanto a merced del poder del señor o arropados por la cos
tumbre, estos cambios por sí solos no podían determinar la cantidad y la natu
raleza de la renta que pagaban» (p. 37. El subrayado es mío). Y todavía más,
«podemos... establecer con seguridad que el resultado raramente (o tal vez
qunca) fu? fruto tan splo de las fuerzas del mercado» (p. 36).
266 EL DEBATE BRENNER
12. Véanse supra, pp. 89-90 ss.; también infra, pp. 313-314.
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 267
18. — B R 2 N X C R
274 EL DEBATE BRENNER
24. Véanse supra, pp. 133-136, esp. n. 6. Para una discusión completa del
planteamiento de Bois, véanse infra, pp. 287-292.
276 EL DEBATE BRENNER
27v. Véanse supra, pp. 46-48; B. H. Slicher van Bath, The Agravian Hisfory
of Western Europe, A. D. 500-1850, Londres, 1963, pp. 178-179 (hay trad.
cast.: La historia agraria de Europa Occidental, 500-1850, Barcelona, 1974);
E. Seavle, Lordship and Community, Toronto, 1974, pp. 147, 174-175, 183-194,
267-329. La cita procede de Postan y Hatcher, p. 98 supra.
278 EL DEBATE BRENNER
que proporcionaba renta. Es más, como los obstáculos para las. mejo
ras también afectaron a los campesinos, éstos mostraron la misma
inclinación hacia la compra de tierra, en parte como vía de especula
ción, en parte para asegurar una subsistencia futura. En otras pala
bras, dentro del contexto feudal, la tierra era una buena inversión en
la medida en que el crecimiento de la población promocionaba una
tendencia a largo plazo del alza de los precios de la tierra y de los ali
mentos, y en la medida en que la economía se mostraba incapaz de
responder a las insinuaciones de un incipiente mercado, con un incre
mento proporcional de la producción.
Además de incorporar nuevas tierras o comprar las que ya se
cultivaban, los señores por regla general sólo podían aumentar sus
ingresos bien apropiándose de las tierras de otros señores, bien por
una mayor extorsión de sus colonos. De este modo la tendencia a
largo plazo hacía una «acumulación política» vigente durante la
época feudal (sobre todo a partir de los años 1000-1100), es decir,
la edificación de una organización militar más efectiva y la construc
ción de una maquinaria de extracción de excedente mejor configu
rada, tiene que contemplarse como algo condicionado por el potencial
limitado del sistema en generar un crecimiento económico a largo
plazo, y, hasta cierto punto, como una alternativa a mejorar y ampliar
la estructura de los cultivos. Dadas las dificultades para acrecentar la
producción, el mejor método para acumular riqueza continuaba sien
do la utilización de los mecanismos de coerción, incluso a corto plazo.
Pero ¿hasta qué punto los señores, tanto a nivel individual como
colectivamente, podían obtener un mayor excedente social por medio
de la acumulación política?32 Éste fue un problema que presentó
especiales dificultades puesto que los mismos medios de coerción
(poder y/o jurisdicción), que el señor mantenía para asegurar su
reproducción vis-a-vis con los campesinos, constituían en sí mismos
una amenaza para los otros señores. El resultado fue la generalización
de la conflictividad interseñorial, lo que hizo que la acumulación polí
tica fuera una necesidad real, por lo menos a largo plazo. Y al mismo
32. En relación con los párrafos siguientes, véanse G. Duby, The Early
Growth of the European Economy, Ithaca, 1974; P. Anderson, Passages from
Antiquity to Feuddism, Londres, 1974 (trad. cast.} Transición de la antigüedad
al feudalismo, Madrid, 1979) y O. Brunner, G. Duby, O. Hintze, J. F. Lema-
rignier y J. R. Strayer, en F, L, Cheyetíe, ed., Lordship and Community in
Medieval Europe: Selecíed Passages,- Nueva York,. 1968; ' ■
LAS RAÍCES AGRARIAS DHL CAPITALISMO EUROPEO 283'
33. Para un resumen útil acerca de las posturas sobre la definición polí
tica del feudalismo (Strayer, Coulborn, Lyon), véase J. W. Hall, «Feudalism
in Japan», en J. W. Hall y M. Jansen, ed., Studies in the Im titutional History
of Early Modern Japan, Princeton, 1968, en especial las pp. 24-26 y ss. Cf.
R. H. Hilton, A Medieval Society, Londres, 1966; reimpreso en Cambridge,
1983, cap. 2.
286 EL DEBATE BRENNER
38. G. Duby, Rural Economy and Country Life in the M edieval West,
Londres, 1968, pp. 210-211, 218-219, 224, 238-239.
39. Fossier, T eñe et homtnes en Picardie, II, pp. 622-623; Fourquín, Cata-
pagnes de la región paris'tenne, pp. 151-152; Boís, Crise du féodalisme, pp. 196-
197. ' ■. ^
40. Véase el resumen de la investigación en Neveux, «Déclín et reptise»,
especialmente la sección sobre las «difficultés de la seigneurie», pp. 35-39.
41. Bois, Crise du féodalisme, p. 355; también pp. 203-204.
19, — BRENNER
290 EL DEBATE BRENNER
44. En este sentido pretende que los señores decidían Intensificar la extrac
ción de excedente sólo cuando se enfrentaban con un descenso de sus ingresos
absolutos. Sería conveniente subrayar que el problema de calibrar hasta qué
punto el ingreso señorial era «adecuado», es decir, que cubría las necesidades
de los señores, es algo complicado, incluso sin contar con el hecho del cambio
en sus necesidades de consumo. Para conseguir una aproximación más correcta
es preciso determinar en primer lugar la cantidad absoluta del ingreso total
que recibe la clase dirigente en relación al número de sus miembros, y, en
segundo lugar, la distribución del excedente en el seno de dicha clase.
292 EL DEBATE BRENNER
47. Duby, Rural Economy and Country Life in the Medieval W est, pp.
210 - 211 .
48. Véase supra, p. 137.
49. Véanse supra, pp, 92, 96, y passim.
50. Por ello argumentan que el hecho de que las rentas fueran altas por
io que se refiere a los contratos negociados libremente a lo largo del siglo x m
muestra que los pagos elevados e incluso en aumento que se hacían para tierras
en régimen de enfiteusis y sujetas a servidumbre reflejaban la existencia de
fuerzas de mercado, más que «simples excesos de poder feudal» {supra, p. 92),
Véase, también, supra, p. 261, n. 3,
294 EL DEBATE BRENNER
yo realzaba era que esto ocurría sólo si los señores habían conseguido
obtener un poder lo suficientemente fuerte que les hubiera permitido
hacer variar las rentas de acuerdo con los precios de la tierra y /o
si poseían grandes dominios.51 Lo que yo negaba —y sigo negando—
es que el aumento de la población por sí mismo posibilitara cual
quiera de las situaciones citadas.
Tal como señalan Postan y Hatcher, aunque durante el siglo x i i
se dio un aumento de población también se dio una tendencia a la
consolidación de los censos fijos que los campesinos pagaban a sus
señores, tendencia que obviamente favoreció -a los campesinos,52 y
que quizá sea la que la teoría de Bois nos deja entrever. Pero desde
finales del siglo x n y sobre todo durante el x m se produjo una modi
ficación en la citada tendencia, aunque se mantuvo el crecimiento
continuado de la población. Los señores reafirmaron sus derechos a
incrementar las exacciones sobre los campesinos, cuestión ésta que
tuvo su expresión legal en el endurecimiento de las diferencias entre
campesinos libres y no libres, con un amplio sector de la población
rural relegada a la situación de dependencia. La consolidación de la
dependencia campesina se acompañó con una propensión a elevar
la cuantía de los derechos y, a lo largo del siglo x m (muy al contra-
rio de lo que Bois nos hace presuponer), ésta fue precisamente la
situación en las'regiones con asentamientos más numerosos.53 Por
último, quiero, señalar que los señores parece que aumentaron la
extensión de sus dominios, en parte, gracias a las nuevas roturaciones
y, en parte, mediante la incorporación de tenencias enfitéuticas sobre
las que les era difícil aplicar exacciones.54 Así pues, y a pesar del
constante crecimiento de la población a lo largo de los siglos xn-y x m
en Inglaterra, este crecimiento no pudo por sí mismo fijar unas pautas
59. Tal vez tendríamos que ser más cautelosos y no exagerar las conse
cuencias de ía resistencia campesina o subestimar los poderes del régimen seño
rial en la Inglaterra del siglo xm. Por ejemplo, recientemente se ha demostrado
que en las grandes propiedades de la abadía de Westminster las rentas proce
dentes de las tenencias de los siervos a lo largo de todo el período medieval
eran, por regla general, más elevadas que las que procedían de cualquier tipo
de tenencia contractual, en particular de los contratos de los dominios seño
riales. En las propiedades de la abadía de 'Westminster y durante el siglo x m
y bien entrado el siglo x iv, los monjes lograron con éxito hacer presión, de
forma más o menos continuada, sobre los campesinos, por medio de fianzas,
tallas y por último utilizando un sofisticado método de conmutar derechos
de trabajo por rentas monetarias, a unas tasas de conversión (cantidad de
dinero por unidad de trabajo) altamente incrementadas. B. H. Harvey, 'West
minster Abbey and its Estates in the Mtddle Ages, Oxford, 1977, pp. 236-
238, y apéndice 9. Véase también la observación de Edward MÜler referida
a que para los siervos de la abadía «el total de las cargas que debían pagar
era mucho más elevado que cualquier cantidad que hubieran obtenido por sus
tierras en un mercado libre»: E, Miller, recensión de ibid., en T. L. S., 3 de
febrero de 1978,
298 EL DEBATE BRENNER
uno de sus miembros. Por otra parte, ía cara opuesta de este avance
legai concreto, que a pesar de no estar explícito no carecía de impor
tancia, consistió en un desarrollo legal que permitió la reducción de
posibilidades de acceso a la justicia real que tenían los campesinos
libres y, en consecuencia, la exclusión del campesinado no Ubre. La
aristocracia, al ceder a la justicia monárquica la función de proteger
sus derechos de propiedad, consiguió una definición amplia de la
propiedad, incluyendo en el concepto los derechos arbitrarios que
tenían sobre los campesinos. Los campesinos no libres con sus tierras
se vieron consignados a las curias de los señores, quienes desdé una
perspectiva legal74 podían disponer «a su voluntad» tanto de los
compesinos como de sus tierras, lo que les proporcionó una palanca
indispensable. para elevar arbitrariamente los derechos que pesaban
sobre las tierras cedidas en enfiteusis y sobre los colonos. La extraor
dinaria coherencia interclasista de la aristocracia inglesa se manifestó
a partir de estas premisas tanto en su formidable fuerza militar, como
en su posibilidad para regular los conflictos entre los mismos señores
y dominar al campesinado. La enmarañada interdependencia de «lo
político» y «lo económico» en el curso de la consolidación de la clase
feudal no puede ser más evidente.
El proceso del desarrollo inglés que acabamos de exponer con--
trasta abiertamente con el francés durante el mismo período. La situa
ción en Francia se caracterizaba por una multiplicidad de juris
dicciones feudales en conflicto, dominadas por la rivalidad señorial.
Mientras que a finales del siglo xi y durante el xn, la centralización
monárquica fue aumentando en Inglaterra, durante estos años en la
mayor parte de Francia se produjo una extrema fragmentación de
la autoridad, expresada en la falta de una efectiva organización polí
tica de la monarquía e incluso de su principio de superioridad.75 En
amplias zonas de Francia el poder estaba directamente controlado' por
los denominados «señores banales» o «castellanos». El surgimiento
de estos potentados dependió de la creación de una organización
política amplía, aunque excesivamente localizada: es decir, dependió
de la consolidacion.de un poderoso grupo de vasallos en torno al
20. — EREXtfíER
306 EL DEBATE BRENNER
76. G. Duby, The Three Oráers, Chicago, 1980, pp. 151-159 (hay trad.
cast.: Los tres órdenes o lo imaginario del feudalismo, Madrid, 1979); Duby,
Rural Economy and Couníry Life in the Medieval W est, pp. 188-189, Para
unas observaciones sobre los efectos de la movilidad campesina en el poder
señorial, véase T. Evergates, Feudal Society in the Baillage of Troyes under
the Counts of Campagne, 1152-1284, Baltimore, 1975, pp, 23-30.
77. Duby, Rural Economy and Country Life in tbe Medieval W est, pp.
173 ss. Obsérvese el contraste que señala Duby entre el desarrollo francés y el
que tiene lugar en Inglaterra durante el mismo período: aquí no había ni caste
llanos ni señoríos banales y «el rey reconocía la autoridad personal de los
señores de señoríos, lo que ayudaba a consolidar un sistema señorial “domés
tico”» (p. 195).
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 307
mi tesís sobre la evolución del feudalismo. Pero parece que está claro,
sobre todo desde un ángulo comparativo, que la incapacidad de los
señores franceses para impedir la decadencia de la servidumbre (y por
tanto la continuidad del señorío) expresa sobradamente la pérdida.de
su poder para imponer exacciones arbitrarias y reajustar los censos
enfitéuticos a la coyuntura inflacionista80 y, en consecuencia, la
reducción de las rentas feudales de la aristocracia francesa y el declive
de sus ingresos,81 sobre todo durante el siglo xin. Como contraste se
puede recordar que a finales del siglo x i i y durante el x i i i fue preci
samente el período en que la aristocracia inglesa en su conjunto —en
parte también como reacción a la inflación— consiguió excluir a sus
colonos villanos de la justicia del rey, y también consignar buena parte
de las tenencias enfitéuticas a la situación de villanas, exponiendo a
buena parte del campesinado a la arbitrariedad de las exacciones.82
Por último, la misma línea argumental puede utilizarse para fun
damentar mi primer razonamiento en torno a que el elemento clave
83. Véanse supra, pp. 73-76. En relación a los planteamientos que expuse
sobre este tema, véase infra, p. 310 y n. 87.
84. Para una visión general, véase J. F. Lemarignier, La Trance médiévale,
París, 1970, pp. 227-230, 248-258 ss. ,
85. Stenton, Engiish Feudalism, 1066-1166, pp, 30-35; C. W. Hollíster
y J. W. Baldwin, «The Rise of Administrative Kingship», Amer. Hisl, Rev.,
L XXXÍII (1978), en especial pp. 902-905. E. Bournazel, Le gouvernement ca
pé tien au X II‘ siecle, 1108-1180, París, 1975. Véase también la recensión del
libro de Bournazel hecha por G. T. Beech en Cahiers de civilisatton médiévale,
X 0-X IIe siécles, X X (1977), pp. 269-270.
310 EL DEBATE BRENNER
noció los derechos de los señores sobre las personas y las propiedades
de sus campesinos, impidiéndoles acogerse a las curias de la justicia
real.86 Esta evolución distinta de la situación legal de los campesinos
— que en Francia se manifestó por una sanción real de sus derechos
de propiedad, y en Inglaterra por una tendencia hacia la servidumbre
aprobada por la corona— proporciona un importante indicador de los
modelos divergentes de la formación y de los conflictos de clase, así
como de la evolución del sistema de propiedad, en los dos países
durante el período que estamos analizando.
Sin embargo, y aunque pienso que el planteamiento anterior es
correcto, creo que Bois en su crítica ha señalado una laguna signifi
cativa en mi exposición que, como afirma dicho autor, puede abrir
una vía a una mala interpretación. Como Índica Bois, los señores
locales eran vulnerables a la penetración de la jurisdicción real en sus
territorios, en parte porque ya habían experimentado la mengua de
su capacidad para extraer renta de sus campesinos. Debilitados por
un fuerte descenso de sus ingresos, se encontraron en una situación
de inferioridad para enfrentarse con la imposición de la fiscalidad
real. Por otra parte, como acertadamente subraya Bois, también es
cierto que, por lo menos algunos de estos mismos señores, pudieron
ocupar cargos públicos en la nueva maquinaria estatal,87 lo que les
convertía en sus beneficiarios y en sus defensores. El proceso de
96. Véase supra, p. 89. Le Roy Ladurie no plantea esta cuestión, sino
que tan sólo se refiere al factor epidemiológico.
97. La persistencia de la peste durante buena parte del siglo xv puede
que también suponga un tema central para cualquier intento de explicación.
Pero incluso aceptando que la peste constituyera un importante factor para
evitar un reflujo de la población, ¿es correcto considerarlo como un factor
totalmente exógeno? Creo que esto es cuestionable, ya que, como a menudo
se ha señalado, la aparición de epidemias podía relacionarse con la irrupción
del hambre y de la carestía. Por regla general, en el siglo xv se podía consi
derar al hambre y la carestía como resultado de los estragos de la guerra. El
hecho de que la peste afectara tan poco a Flandes, región, que go2aba de una
agricultura avanzada y donde no se dieron los efectos destructivos de la guerra,
es un hecho importante que muestra esta relación. El que la virulencia de la
peste fuera remitiendo con la mejora de la nutrición de las personas y que
finalizaran los problemas ocasionados por la guerra en Francia a finales del
siglo xv son otras demostraciones. A su vez, parece evidente que la peste inci
dió duramente en lugares y momentos donde no se daban indicios de mala
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 31.7
nutrición. Bois, Crise du féodalisme, pp. 278-280; Le Roy Ladurie, «Masses pro*
fondes: la paysannerie», pp. 488-497, 511-514; Neveux, «Déclin et reprise»,
p. 91. ' •
98. Véanse supra, pp. 50 y 133, n. 6, N o entiendo por qué Bois me
acusa de no tener en cuenta el declive de los ingresos señoriales, e insiste en
que existe una diferencia entre los dos sobre esta cuestión (incluso sin estar
totalmente de acuerdo con las causas).
318 EL DEBATE BRENNER
99. Véase el comentario de Neveux sobre que «la enfermedad del régimen
señorial es el largo p lazo... por lo menos se remonta al segundo cuarto del
siglo xm »: Neveux, «Déclín et reprlse», p. 35. Véase también Bois, Crise du
féodalisme, pp. 200, 240; Fourquin, Campagnes de la région parisienne, p. 152.
100. Le Roy Ladurie, «Masses profondes: la paysannerie», pp, 483-485.
Véase también supra, p. 315, n. 95.
101. Por lo que se refiere a la reacción señorial en Francia vía la intensi-
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 319
21.— BRENUMER
322 EL DEBATE BRENNER
lutista, combinado todo ello con el triunfo a corto plazo de los seño
res ingleses en la resolución de sus crisis financieras gracias a acciones
militares externas.
En Alemania, al este del Elba, nos encontramos con una situación
diferente. En esta vasta zona, el desarrollo económico y demográfico
medieval se vio fuertemente condicionado por el comportamiento de
la tendencia general que expresaba el comportamiento de las regiones
de Europa occidental. Ello se debió a la fuerte dependencia de su
proceso de colonización con respecto a las regiones del oeste. Como
resultado, la secuencia de la crisis en Alemania oriental presenta unos
rasgos diferentes con respecto al tiempo y a la forma que tomó la
crisis. El estancamiento demográfico y la posterior caída de la pobla
ción en Alemania oriental ocurrieron después de la culminación del
crecimiento de la población en el oeste y se manifestaron con bastan
te claridad a partir del final del siglo xiv con el atasco del proceso
colonizador.107 Naturalmente, esto significó una grave amenaza para los
ingresos señoriales, ya que en esta zona el desarrollo se había iniciado
desde una forma de señorío muy difusa. El problema con el que los
señores debían enfrentarse consistía en la obtención de beneficios de
tierras no ocupadas, por lo que no tuvieron más opción que ofrecer
a los colonos campesinos condiciones muy favorables para que se esta
blecieran en ellas: por ejemplo, censos fijos y estatus de persona libre,
es decir, lo que se viene denominando «Derecho Germánico». A la
medida que la población iba creciendo, tanto los señores como los
campesinos se beneficiaban de la abundancia de tierras.108 En estas
condiciones es evidente que fueron pocos los incentivos para el desa
de la situación campesina a finales del siglo XV, véase H. Wunder, «Zur Men-
talitat aufstándischer Bauern», Geschichte und Gesellschafí, Sonderheft 1, Ber
deutsche Bauernkrieg, 1524-1526 (1975), pp. 22, 32; H. Wunder, «Der sam.-
landische Bauernaufstand von 1525», en R. Wohlfeíl, ed., Der Bauernkrieg,
1524-1526, Munich, 1975, pp. 153, 162-163; Geremek, «P roble m sily í-aboczej
w Prusach w pierwszeí polowie XVw», pp. 231-232.
113. Véanse supra, pp. 57-62,
328 EL DEBATE BRENNER
del Elba eran los que gozaban de una situación más libre en toda
Europa —cosa que yo admito— , pudieron ser los que aceptaron más
fácilmente la refeudalización. Wunder subraya el hecho de que los
campesinos de esta zona recibieron de sus señores amplias garantías
de libertad sobre sus tenencias.114
Sin embargo no considero arriesgado afirmar que, en un princi
pio, los campesinos obtuvieron excelentes condiciones para su asen
tamiento en la zona, aunque, como clase, permanecieran en una
situación de inferioridad manifiesta frente a los señores, Éstos, para
estimular la repoblación, se vieron obligados a ofrecer condiciones
favorables para atraer a los colonos, y es más, obrar de esta manera
les iba a resultar altamente beneficioso. Así, en la medida en que
iban canalizando una corriente continuada de colonos hacia tierras
incultas para que las trabajaran, pudieron establecer una relación
distendida con ellos, participando en los beneficios originados por la
roturación de estas tierras, estimulando una mayor productividad y
evitando los costes de los mecanismos de coerción. Sin embargo, con
viene matizar que esta situación no contradice el hecho de que los
señores fueran quienes garantizaran estas condiciones, mientras que
los campesinos las recibían. Se trata de un proceso muy diferente del
que tuvo lugar en varias regiones de Europa occidental donde los
campesinos a menudo obtenían una mejora de su situación gracias al
éxito de una posición de resistencia frente a los señores, que se debía
fundamentalmente a la independencia en la organización del gobierno
de la comunidad que se fue consolidando a lo largo de un período
prolongado. En este sentido los campesinos del este se encontraban
en situación de inferioridad manifiesta cuando los señores cambiaron
su estrategia política, optando por una intensificación de las exacciones
y los controles sobre el campesinado,115 para contrarrestar de este
modo el problema de la escasez de mano de obra.116
cuestión de los derechos formales (garantizados para atraer a los colonos) con
las relaciones sociales y de poder existentes. Los Handfeste evidenciaban la
necesidad de trabajo que tenía el señor, pero no indican nada más sobre la
subsiguiente evolución. Un historiador de la zona hace una explicación escueta
de los Handfeste: «su contenido manifiesta una semejanza inoperante ya que
la última que uno lee apenas dice más sobre las relaciones sociales de un pue
blo que la primera». En cambio, las cartas de franquicia de los campesinos del
oeste, las Weistümer, reflejan en general el resultado de un proceso-de lucha,
constituyendo una demostración directa de la victoria que obtuvieron los cam
pesinos en conseguir lo que exigían, H. Patze, «Die deutsche bauerliche Ge-
meinde im Ordensstaat Preussen», en Die Anfange der Landgemetnde und ihr
Wesen, 2 vols. (Konstanzer Arbeitskreis für mittelalterlich Geschichte, Vortrage
und Forschungen, VII-V III, Stuttgart, 1964), II, p. 150,
117, Véase supra> p. 117,
330 EL DEBATE BRENNER
pesínacJo del este con respecto al del oeste, puede que se encuentre
en el desarrollo tardío de la zona oriental y en su carácter de área de
colonización. En realidad, la actuación directa de los señores en el
proceso de colonización, les permitió, de forma más o menos cons
ciente, establecer un modelo de repoblación que, a largo plazo, les
facilitó un dominio sobre ja economía de la región.
Con el fin de proporcionar más información acerca de la inciden
cia que sobre el futuro desarrollo de la zona podía tener la diferente
evolución de las relaciones señor/campesino en el este y en el oeste,
exponía cómo la única región de Alemania oriental — esto es, Prusia
oriental— donde ocurrieron importantes revueltas campesinas duran
te el conflictivo período de 1525 había experimentado un tipo de
evolución agraria propio, que diferenciaba a sus clases señorial y cam
pesina de las del resto de la región. Los caballeros teutones que colo
nizaron Prusia oriental realizaron una política de colonización muy
diferente y mucho más desarrollada. Dentro de sus posibilidades,
intentaron construir su sistema de organización directamente sobre
los productores campesinos, impidiendo el surgimiento de grupos
intermedios de señores nobles que les hubieran planteado conflictos.
Es probable que este hecho ayudara a consolidar, en los territorios
de los teutones, un campesinado más fuertemente cohesionado que
el de otras regiones de Alemania oriental.118 En el siglo xv, cuando
gradualmente desapareció la Orden Teutónica y, en su lugar, apareció
una nueva clase de caballeros terratenientes, este campesinado pudo
conseguir, temporalmente, una cierta capacidad de maniobra impen
sable para el resto del campesinado de cualquier región de Alemania
del este.119
Más aún, pace Wunder, no creo que fuera accidental que la
revuelta campesina de 1525 en Prusia oriental se centrara en la re
gión de Samland, ya que ésta era la zona dominada por campesinos
prusianos que habitaban comunidades con una larga tradición de orga
nización interna anterior al proceso de colonización alemán, y a las
que no afectó excesivamente esta colonización. Wunder reconoce que
estas comunidades prusianas eran las más densamente pobladas, pero
118. Carsten, Origins of Prussia, pp. 54, 57-58, 60-61, 70-73; F. W. Hen-
níng, Herrscbaft und Bauernuntertanigkeit, Würzburgo, 1964, pp. 36-37.
119. Carsten, Origins of Prussia, pp. 89-148; Wunder, «Samiándische
Bauernaufstand», pp. 162-163; Wnder, «Zur Mentalitat aufstándischer Bauern»,
pp. 29-32; Henning, Herrscbaft und Bauernuniertanigkeit, pp. 41-49 ss,
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 331
no cree que fueran pueblos con un fuerte poder, ya que las libertades
políticas garantizadas por la orden teutónica eran más restringidas
que las que se concedieron a los colonos alemanes en el mismo terri
torio. Pero considero que esto no hace más que confundir los derechos
formales que regulaban las relaciones sociales con el poder social.120
Las comunidades prusianas conservaron parte de sus normas de aso
ciación comunal y extracomunal, lo que les proporcionó una base
para resistir a los ataqües de los señores. En concreto, parece que
quienes mantuvieron estas formas tradicionales de organización fue
ron todos los campesinos, y no tan sólo los hombres libres y prusia
nos, es decir, la élite de «grandes campesinos» entre el campesinado
prusiano y los caballeros teutones, sobre la que Wunder pretende
llamar la atención.121 En cualquier caso, todas las pruebas, incluyendo
las que proporciona Wunder, indican que la penetración de los colo
nos alemanes en la región de Samland fue muy débil. Como resume
Wenskus, «la colonización alemana tuvo muy poca influencia, por lo
que el antiguo sistema de relaciones sociales de los campesinos pru
sianos permaneció vigente durante mucho tiempo»!122
Wunder, continuando su crítica en la misma línea, afirma que
«todos los sectores del campesinado en esta región multiétnica [Sam
land ], tomaron parte en la rebelión: campesinos alemanes, prusianos
e incluso los hombres libres prusianos».123 Pero esto es falso. Wunder,
en otro trabajo, ha analizado quiénes fueron los participantes en la
revuelta: de acuerdo con este análisis, el ejército campesino lo for
maron unas 2.500 personas. Parece probable, dice Wunder, que casi
todos los cerca de trescientos hombres libres prusianos residentes en
Samland (donde prácticamente se inició la revuelta) tomaran parte
activa en el conflicto. Por otra parte, también señala que «todos los
campesinos alemanes que participaron en las luchas no hubieran
podido alcanzar un total tan elevado, ya que había pocos represen
tantes de las nuevas zonas repobladas por alemanes, y estas zonas se
hallaban principalmente en los territorios más orientales», mientras
señala qué desde finales de la Baja Edad Media los problemas del.
descenso de las ganancias forzaron a los señores a buscar nuevas solu
ciones.126 Pero no explica por qué la sumisión de los campesinos a la
servidumbre fue una opción viable para los señores del este y no lo
fue para los señores del oeste, los cuales se enfrentaban con proble
mas e incentivos similares. Después de todo las ventajas que origi
naba el desarrollo del mercado de cereales y los problemas que pro
ducía el descenso de las ganancias señoriales presentaban idénticos
alicientes, desde Normandía hasta Polonia, e incluso más allá. Pero
a pesar de todos sus intentos, los señores de Europa occidental lío
fueron capaces de reestablecer la servidumbre: y es más, en algunos
lugares fueron los campesinos y no los señores quienes consolidaron
sus posiciones, pudiendo así acceder a los mercados de exportación
de cereales. Resulta curioso que Postan y Hatcher en su contribución
a este symposium también recurran al tema de los cereales para expli
car el desarrollo diferente de Europa oriental y occidental, ya que
Postan en particular ha dedicado buena parte de su propio trabajo a
destruir la idea de una correlación directa entre el desarrollo del
comercio y el auge o el declive de la servidumbre; y es más, incluso
ha negado explícitamente que la diferente evolución pueda explicarse
por medio del comercio'de granos a nivel mundial.127 Las necesidades
económicas por sí mismas no pueden explicar su propia satisfacción,
ni tampoco pueden valorarse las oportunidades que permiten apro
vecharse de ellas. Como dice Postan, «la divergencia entre Orienté
y Occidente no fue, sin embargo, resultado.del cambio económico
espontáneo; fue alcanzada por el ejercicio del poder señorial.128
En realidad, los señores de Europa oriental pudieron introducir
la servidumbre como último recurso sóío gracias a la consolidación
de su propia organización política. Tarde o temprano, la crisis dé las
ganancias señoriales hubiera conseguido la- desintegración incluso de
las monarquías más poderosas del este europeo, anulando las posi
bilidades para el desarrollo del absolutismo en el este. En vez de ello,
nos encontramos con un desarrollo dual que tiene lugar en toda la
región desde fines del período medieval. En primer lugar, no hubo
22. — B R E N N B R
338 EL DEBATE BRENNER
nes de tierra enfitéutica, pero fue difícil para los señores incorporar
esta tierra a sus dominios, puesto que la monarquía defendía los
derechos de los campesinos, incluso de los que estaban ausentes
desde hacía tiempo y podían demostrar que en fechas precedentes
habían ocupado la tierra, y, en fin, de los herederos legítimos de anti
guos ocupantes. En realidad, la corona durante el siglo xv toleró una
serie de actuaciones tan sólo para poder proporcionar seguridad sufi
ciente a los señores para reorganizar la ocupación de la tierra del
mismo modo que se hacía con anterioridad, es decir, por medio de
tenencias hereditarias a censo fijo (los denominados reaccessmen¿s).üi
En el período de recuperación económica que siguió, la posición de
los campesinos como poseedores de una tenencia a censo se fue con
solidando ya que por primera vez se hacían contratos de este tipo
mediante documentos escritos, lo que proporcionó incluso una ma
yor protección en los tribunales de justicia.139
En segundo lugar, y durante los siglos xv y xvi, el Estado se
dedicó a abolir lo que quedaba de la servidumbre y, en particular,
la taille señorial, lo cual impidió la aplicación de rentas arbitrarias.
Por supuesto que en este momento y en muchas partes de Francia
tales limitaciones constituían tan sólo vestigios del pasado. Pero la
monarquía obtuvo buenos resultados donde la servidumbre todavía
sobrevivía con fuerza ya bien entrado el siglo xv, sobre todo en el
centro del país (en el Nivernais, por ejemplo) y en la zona del este,
donde la monarquía tuvo una función crucial al reconocer, y por
tanto consolidar, los logros-conseguidos mediante acciones directas
del campesinado.140
En tercer lugar, y desde mediados del siglo XV, la monarquía
decretó una serie de ordenanzas en apoyo de las costumbres locales
y, en particular, con la publicación, provincia a provincia, de las
141. Chaunu, «L’état», pp. 91-93 ss.; Neveux, «Déclin et reprise», pp. 135-
136; J. Jacquart, La crise rurale en íle-de-France, 1550-1670, París, 1974, pp.
102-103; Le Roy Laduríe, «Masses profondes: la paysannerie», pp, 526-528.
142. Lemarignier, Frunce médiévale, p. 318; Neveux, «Déclin et reprise»,
pp. 135-136.
143. Véase lo que dice Le Roy Ladurie sobre este período: «La noción
tan aceptada de “reacción señorial” o refeudalización no tiene ningún signifi
cado real, ni para el siglo x v i ni para el xvm »; E. Le Roy Ladurie, «Les pay-
sans fran?aises du XVXCsiécle», en Conjoncture économique, structures sociales u
Hommage a Brnesi Labrousse (París, 1974), p. 346. Como señala Jacquart, se
practicaba la saiste féodale tsaisie: toma de posesión de una tierra, fundo,
herencia.,, en virtud de facultad concedida por el dueño del dominio directo]
en vez del hommage, pero esta práctica nunca provocó la confiscación del feudo,
Jacquart, Crise rurale en íle-de-France, p. 102. Véase también supra, p, 133.
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 341
147. l b i d . , p p. 46-51.
148. Ibid., p. 51.
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 343
el siglo xvi finalizó «en catástrofe, determinada sobre todo por una
caída de la producción y de la población».152 Después de un breve
período de recuperación, a partir de 1630, fueron apareciendo dese
quilibrios continuados en la economía como resultado de guerras
exteriores (la guerra de los Treinta Años) y de guerras civiles (la
Fronda) así como de la continuidad en la consolidación de la fiscal!»
dad del Estado absolutista. Igual que durante el siglo xiv y los
comienzos del xv la intensificación de cada forma de acumulación
política había ido debilitando la viabilidad de los clásicos mecanis
mos de reajuste malthusianos, forzando a la economía como un todo
a una situación de crisis permanente.
Inglaterra. Para explicar la aparición en Inglaterra de relaciones
capitalistas de propiedad de la tierra, Bois afirma que la nobleza «se
enfrentó con un campesinado cuyos derechos habían sido demasiado
bien establecidos para que fuera posible un retorno a la servidumbre,
pero no lo suficiente como para permitir a este campesinado el man
tenimiento del control sobre la tierra, cuando se enfrentaba con la
presión señorial». Así pues, los señores pudieron por mucho tiempo
continuar debilitando y expoliando a los poseedores campesinos.
Y también esta era una parte crucial de mi análisis anterior. Y una
vez más Bois, para explicar esta situación, utiliza su idea única, «el
declive de la tasa de renta». Para ello afirma que «el relativo atraso
de la evolución social de Inglaterra en comparación con el de Francia
iba a mostrar su baza más importante en la transición del feudalismo
al capitalismo». Para Bois, la tasa descendente de la renta feudal no
había funcionado en (la atrasada) Inglaterra de la misma forma que
lo había hecho en (la avanzada) Francia, por lo que los señores ingle
ses se encontraron bien situados a la hora de recuperar su posición
de preeminencia.153
Por mi parte ya he expuesto mis reservas sobre este planteamien
to. Como alternativa sostengo que precisamente la autoorganizadón
avanzada de la clase dirigente inglesa durante el período medieval le
permitió que la forma descentralizada de extracción de excedente
funcionara bien durante la fase alcista de la economía feudal: que a
152. lb id .} p. 994.
153. Véase supra, p, 139. En este sentido creo necesario recordar que Bois
también explica el importante éxito que obtuvieron los señores ingleses frente
a sus campesinos durante los siglos x ii y xm en términos de «atraso» inglés.
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 345
23. —BRENNER
354 EL DEBATE BRENNER
183. H. Neveux, Les grains du Cambrésis, Lille, 1974, pp. 692-693, 697-
698; Boís, Crise du féoddtsme, pp. 337-340.
184. Jacquart, «Immobilisme et catastrophes», p. 239; véanse también pp.
213, 216-221, 224-225, 237-239. Para unos resultados similares, véase Le Roy
Ladurie, «Masses profondes: la paysannerie», pp. 568-578,
185. Véase Le Roy Ladurie, «Masses profondes: la paysannerie», pp. 576-
585. Bols ha observado que la producción en Normandía alcanzó su cota má
xima sobre 1540 y puede que incluso antes: Boís, Crise du féodalisme, p. 337.
Jacquart también sitúa el techo de la producción por lo que se refiere a íle-der
Frunce sobre 1540-1550: Jacquart, Crise rurde en Ile-de-lrnmc?, pp. 49-50,
364 EL DEBATE BRENNER
J.S6, Kerridge, «Agriculture, c. J.500-c. 1793», pp. 61, 49, 54, 57-59, 63-64.
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 365
24. — BRENNER
370 EL DEBATE BRENNER
200. Véanse supra, pp. 213-216 y n. 139. Véase Jones, «Agriculture and
Economic Growth in England, 1660-1750: Agricultura! Change», igual que las
fuentes citadas por el mismo Cooper. Véase también Coleman, Economy of
England, 1450-1750, pp. 122-123.
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 373
J. Price, eds., The Dimensions of the Past, New Haven, 1972, p. 74 (hay trad.
cast.: Las dimensiones del pasado, Madtid, 1975); E. L. Jones, «Introduction:
Industrial Pattems and thelr Rural Backgrounds» en la edición italiana de
Agricultural History and Industrial Development (mecanografiado). Deseo agra
decerle a E. L. Jones el que me permitiera consultar este manuscrito con ante
rioridad a su publicación.
209. Le &oy Ladurie cree que en mi artículo no doy la suficiente impor
tancia al progreso agrícola francés durante el período preindustrial, aunque en
las actuales circunstancias creo preferible utilizar su propio resumen sobré el
tema: «En conjunto y desde el siglo x iv hasta la primera parte del siglo x v in ,
la producción agrícola presentaba importantes fluctuaciones... aunque, a largo
plazo, no generó un movimiento duradero de crecimiento ... El crecimiento real
sólo empezó a manifestarse a partir de 1750 y de un modo no muy definitivo»
(Le Roy Ladurie, «Masses profondes: la paysannerie», p. 575). Véase también
Le Roy Ladurie, «De la crise ultime á la vraie croissance», p. 395.' G. Grantham,
en «The Diffusion of the New Husbandry in Northern Fxance, 1815-1840»,
Jl. Econ. H i s t X X X V III (1978), afirma que la productividad agrícola en Fran
cia no empezó a crecer de manera significativa sino a partir de 1840.
210. Sobre la benignidad de las crisis de subsistencia en Inglaterra, incluso
en el siglo xvi, en comparación con las francesas, véase A. Appleby, «Grain
Prices and Subsistence Crises in England and France, 15904740», Jl. Econ.
H is t, X X X IX (1979). Sobre ía exportación .de granos ingleses, véase D. Orm-
rod, «Dutch Commercial and Industrial Decline and Britísh Growth in the Late
Seventeenth and Early Eighteenth Centuries», en F. Krantz y P. M. Hohen-
bergf eds., Failed Transitions to Modern Industrial Society, Montreal, 1975,
pp. 37-40; J. A. Faber, «The Decline of the Baltic Grain-Trade in the Second
376 EL DEBATE BRENNER
Veasants and their Markets, Prínceton, 1975, pp. 194, 198-199; y supra, pp.
190-191.
220. A. Verhulst, «L’économie rurale de la Flandre et la dépression écono-
mique du bas Moyen Age», Études rurales, X (1963), pp. 76-77; A. van der
Woude, «The A. A. G. Bijdragen and the Study of Dutch Rural History»,
Jl. European Econ. H i s t IV (1975), p. 235; B. H. Slicher van Bath, «The
Rise of Intensíve Cultivation in the Low Countries», en J. S. Bromley y E. II.
Kossman, eds., Britain and the Netherlands, I, Londres, 1960, p. 149.
221. Slicher van Bath, «Rise of Intensíve Cultivation in the Low Coun
tries», pp. 145-146.
222. «El modelo sólo funciona totalmente cerca de las ciudades... que
proporcionaban los complementos necesarios de fertilización»: Le Roy Ladurie,
«De la crise ultime á la vraie croissance», p. 414.
223. Mendels, «Agriculture and Peasant Industry in Eighteemh-Century
Fíanders».
380 EL DEBATE BRENNER
C o n c l u s ió n : in d u s t r ia , a g r ic u l t u r a y d e s a r r o l l o e c o n ó m ic o
Venetian Woollen Industry», en B. Puüan, ed., Crisis and Change in the Vene'
fian Economy, 1550-1630, Londres, 1968; P. Deyon, «La concurrence interna-''
tionale des manufactures lainiéres aux XVICet XVTIe siécles», A m ales E. S. C.,
X X V II (1972); C. Wilson, «Cloth Production and International Competítion
in the Seventeenth Century», Econ. Hist. Rev., 2 ‘ serie, X III (1960-1961).
384 EL DEBATE BRENNER
227. En relación a los párrafos anteriores, véase sobre todo Van der Woude,
«A. A. G. Bijdragen and the Study of Dutch Rural History», pp. 227-241.
Schoffer comenta que «en cierto sentido se puede calificar como de parasitaria
la prosperidad económica de la República de Holanda [ya que] ... se encontraba
estrechamente vinculada a Europa... Esta prosperidad fue decayendo a partir
de 1660, cuando la República también se vio involucrada en la fase B del
desarrollo económico europeo», I. Schóffer, «Did Holland’s Golden Age Co
incide with a Period of Crisis?», Acta historiae Needandica, I (1966), pp, 100-
101.
LAS RAÍCES AGRARIAS DEL CAPITALISMO EUROPEO 385
25. — ükea.
v íír
386 EL DEBATE BRENNER
Abel, Wilhelm, 144; Agrarkrisen und 146, 172, 188, 380-381; véase tam
Agrarkonjunktur, 121, 126 bién arrendatarios'
absolutismo, en Francia, 134, 166, 167, agricultura; «convertible», véase pro
222, 269; y propiedad campesina, ducción agrícola; desarrollo capitalis
258, 325, 338-344 ta, 350, 353-381; disminución de
acaparamiento de tierras, en Francia, los ingresos, 88; industria y des
204, 209, 369 arrollo económico, 381-386; produc
acceso a la tierra, derechos de, 64, 95 ción, véase producción agrícola; re
acumulación política, 280-286; median volución agrícola, 101, 174, 353,
te la fiscalidad, 343 363
Adam of Stratton, 98 n, 25 agricultura mixta, 146, 367; tamaño
agrandamiento o ampliación de los do de las propiedades en Francia com
minios (monopolio), 360; en Fran parado con Inglaterra, 182-186, 199,
cia, véase acaparamiento de tierras; 368-374; tamaño de las propieda
en Inglaterra, 66; obstáculos al, 279 des no es indicativo de eficiencia,
Agrarian History of England and Wa- 171, 381; véase también propieda
les (Bowden), 25 des
Agrarkrisen und Agrarkonjunktur Alemania occidental: Bauernschutzpo-
(Abel), 121, 126 litik, 74, 124; comparación con Ale
agricultores, grandes, 68, 100, 164, mania oriental, 58-62, 114-124;
174, 364; capitalistas, 168, 350-351; granos, producción, en el norte, de,
en Francia; 170-171, 180, 190, ca 53
pitalistas, 223-224, 228; en Fran Alemania oriental: colonización, 322,
cia e Inglaterra, explotaciones de 327; comparación con Alemania oc- ■
los, 368-374; en Inglaterra: capita cidental, 58-62, 114-124; Gesmdez-
listas, 62-63, 361, 364-365, 371-372; toang y Bauernlegen, 86
comerciales, 354; relaciones con los Aliermont, 189, 192 /
señores, 45, 66; véase también alodial, allodiarii, 146, 150
arrendatarios Alta Auvernía, 205
agricultores, pequeños, 45, 67-68, 111, Alta Lusacia, 244-245
177, 181; como base para el desa Alto Palatinado, 244
rrollo económico, 225-226, 362, 364- Andalucía, 227
366; estado o condición de los, en Anderson, Perry, 222
el siglo xvii, 215; familia de los, Annales E .S .C ., 127, 144
388 EL DEBATE BRENNER
181; guerras campesinas (1486), 51; taciones textiles, 70, 350, 382-384;
revuelta de los remensas, a finales importaciones, aumento de las, 385;
del siglo x iv, 56. marítimo holandés, expansión del,
Catastro dominical (1757), en Bohe 383-384; normando, 187; y servi
mia, 244 dumbre, 39-42, 52-54, 244-245
Catastro Teresiano, 236 comunidades campesinas o rurales, 148,
catolicismo, romano, 166, 202 152; en Alemania, 59 n. 69, 115-
cens, censiers, 224, 288, 336, 348; 118, 327-330; en Francia, 154455,
fijo, 288; la monarquía confirma la 201, 204-205; en Inglaterra, 162,201
consolidación de la integridad del comunitarios, derechos, 57
cens, siglo xv, 75, 338 concentración (rassemblement), 43; en
censo enfitéutico, véase enfiteusis Francia* 80 n. 111, 108, 170; en
censualista, 348-349 los dominios, 47, 62-63, 66, 77;
cercados, construcción de, sistema de, , obstáculos a la, 279
102 conflicto (o lucha) de clases, 14, 17,
cercamientos, 66, 77, 175, 212, 372; 135, 325; y desarrollo económico,
sistema de construcción de cercados, 24, 44-81; y modelos históricamente
102 específicos de desarrollo, 52, 256,
cereales, véase grano 257; y organización campesina en
cervecerías, en Bohemia, 243-244 Alemania oriental y occidental, 114-
cesión: de cargos u oficios públicos, 124; véase también revueltas cam
283, 342; de tierras, 283 pesinas
ciclo agrario, gran, 31, 259, 265-267; conmutación: en Alemania, siglo x m ,
movimiento de doble fase, o en dos 122; en Bohemia, siglo x v m , 237,
fases (Le Roy Ladurie), 26, 34, 88, 247-248; en Inglaterra, siglo xn,
127 40, 233 n. 10, 279
ciudades, desarrollo de las, 54-57, 162- consolidación, véase concentración
163, 219-220, 286 ( rassemblement)
clases, véase conflicto (o lucha); es construcción (edificios), 14, 153, 191
tructura; relaciones n, 78, 207; inversiones en Francia,
coacción extraeconómica, 14, 158, 369; 180, 208-209
véase también coerción no econó contractuales, relaciones: en el traba
mica; excedente, extracción de jo, 28 n. 12, 177, 253; en la pro
cociente {o proporción) tierra/trabajo, piedad, 28-29
16, 158, 260, 265 Contrarreforma, 215
coerción no económica, 158, 253, 278; contratos enfitéuticos, 192; véase tam
véase también coacción extraeconó bién arrendamientos
mica; excedente, extracción de Cooper, J, P., 10-11, 164-229, 252;
Colé, \V. A., 168 réplica de Brenner a, 361-362, 368,
colonización: a la acumulación polí 371-374, 376, 378
tica, 280-286; en Alemania oriental, copyholder ingle's, 346-349; véase
116, 322, 328, 330 también enfiteusis, enfiteutas
colonos, véase arrendatarios; enfiteu Cornualles, 156 n. 18
sis (enfiteutas) Corts (en Cataluña), 50-51
Colquhoun, Patríck, 172 créditos rurales, 218; véase también
comercio: de lujo internacional, 153; préstamos al agricultor
desarrollo (o expansión) del, 278, Crise du féodalisme (Bois), 10, 126,
285-286, 324; en Inglaterra: expor 131, 145, 184-190
ÍNDICE ALFABÉTICO 391
Croot, Patricia, 10, 100-1X3, 349; ré desecación de tierras pantanosas, 67,
plica a Brenner, 257, 338, 346, 354- 217, 365; véase también tierra de
356, 362, 368 regadío
cuotas de acceso a la tierra o pose determínismo demográfico, véase neo-
sión campesina, 95 malthusianismo
curias, presidiaux, 340 D e Vries, Jan, véase Vries,' Jan de
diezmo, 182 n. 53, 198, 199, 202, 375
dinero: acumulado como capital, 163;
Champagne, 170 papel en la economía campesina,
Chartres, J. A., 219 226, '248-249; préstamos en la so
Chayanov, A. V., 129, 200 n. 98 ciedad campesina inglesa, 219; ren
Chippenham, Cambridgeshire, 183, ta monetaria, 155, 248-252
185 n. 59, 360 Dion, Roger, 44 n. 38
Dithmarschen, 53 n. 56
Dobb, Maurice: debate Dobb-Sweezy,
Deane, Phyllis, 168 9-10, 160; proporción tierra/trabajo,
«Debate de la Transición», 9 16; StucLies in the Development of
Decreto de Abolición de Servicios La Capitalism, 9, 145
borales Remunerados (1849), en Bo documentos: de la economía campesi
hemia, 243 na inglesa, 159; ilusión documental
Decreto de Abolición de la Servidum de la importancia del señorío, 152
bre (1781), en Bohemia, 253 dominio señorial, véase señorío
Decreto de Prestaciones de Trabajo Douglas, D. C., 302 n. 68
Feudal (Robot-patent), en Bohemia: Duby, Georges, 288, 293, 306
(1680), 235, 240, 240-241; (1738), Dudley, lord North, 212
237; (1775), 237, 238-240, 241, Durham, 192 n. 80, 206
247, 253
Delamer, lord Henry, 214
demografía, 141-142, 164-165; distri East Anglia, 172, 349
bución de la renta y crecimiento Eastry, Henry de, del Priorato de
económico, 27-31, 293-294; factores Christ Church, 93
biológicos, 127; y desarrollo (1150- eclesiásticas, propiedades, 192-193,
1300), 287-312, 315-316; y fluctua 196, 198
ciones económicas, Francia compa Eggenberg, príncipe, 236
rada con Inglaterra, 11-12, 25-26; Ely, obispo de, 94; posesiones, 156
véase también población n. 18
demográfico, modelo, véase «modelo enajenación, 90, 273, 279
demográfico» enfiteusis, enfiteutas, 64 y n. 76, 103,
«Derecho Germánico», 322 104, 107-108, 110, 159, 191, 260,
derechos comunitarios, 57 274, 346, 348; exacciones arbitra
desarrollo económico: industria, agri rias, 262, 296; véase también copy-
cultura y, 381-386; preindustrial, 11, holders
21-81; y conflicto de clases, 44-81 En tre-Deux-Mers, 161
desarrollo industrial: agricultura y de Escandinavia, 176
sarrollo económico, 381-386; en Escocia, 175
Bohemia, 250, 253; en Inglaterra, escuela revisionista, 374-376
70-72, 172, 350, 381; europeo, 157, especialización, para el mercado^ 285,
176, 324 355, 364, 367
392 EL DEBATE BRENNER
mejoras, en la agricultura, 47, 79, 98, lidad de los señores, 302-304; legis
381; intento de compensar a los lación, 304-305
arrendatarios por realizar, 213; véa monopolio, 360; véase también agran-
se también avances; progreso damiento o ampliación de los domi
MSlník, estado de, 243 nios
Mendras, Henri, 226, 227 morceüement, véase fragmentación o
mentalités, Í67, 168, 215 parcelación
mercado: en Bohemia, productores di Morineau, Michel, 221
rectos independientes, necesidad de motion biséculaire, 26; véase también
responder a los incentivos, 277-278, ciclo agrario, gran
relación del campesino Con el, 248; Mousnier, Roland, 167
en Francia, 107; en Inglaterra, 112, movilidad del campesino, 32, 41;
293 n. 50, 383-386, comparado con oportunidades para la, 272, 321;
Francia, 220, 226; fuerzas del, 92, restricciones o limitaciones de la,
95, 177, 358; impacto sobre los di 46, 49, 50, 150, 233
ferentes sistemas de propiedad so
cial, 358; saturación de tejidos eu Náchod, estado de, 241
ropeos, 382; véase también «mode Natangen, 120
lo mercantil» neomalthusianismo, 10, 11, 125-127;
mercancías o productos de lujo, 270, contra la ortodoxia neomalthusiana,
285, 382; véase también artículos 131-143; limitaciones, 259
de lujo; bienes o productos sun neomcardiano, modelo, 126; limitacio
tuarios nes, 259
métayage, véase aparcería Neuburg, 185 n. 59, 190 n. 73, 192
Michael of Amsbury de Glastonbury, Neveux, Hugues, 182 n. 54, 315 n. 95
93 N ew Left Review, 9-10, 13
militar, organización, 14, 29 n. 12, Newdigate, sir Richard, 214, 228
112, 153, 283, 284; véase también Nivemaís, 339
guerra Norfolk, 102, 172 n. 22, 179-180 n. 44,
Mili, John Stuart, 88 219
Miller, Edward, 295 n. 56, 297 n. 59 normanda, conquista, 302
Mingay, G, E., 171 Normandía: Alta, 170; aristocracia,
«mini-absolutismo» de los príncipes 302 n. 68; Bois, 126-127, 133, 190;
de Alemania occidental, 74 arrendamientos en, 196; desarrollo,
mito prusiano (Hobenzollernlegende), 187-188; este de, 184-185; Jacquart,
114 190 n. 73; población, elevada en,
«modelo demográfico», 24-38, 65-66 314, 362; renta estatal, disminución
n. 2; crítica del, 85; y relaciones de de la, 156, 288; servidumbre, desa
clase, 258-269 parición de la, 34, 91
«modelo mercantil», 38-44, 177 North, D. C., 28 n, 12, 177
modo de producción, 15, 18, 141-142, North, sir Dudley, 212
146, 149 Northumberland, .206
monarquía, en Francia: absolutista, Nuremberg, 244
222, 309-312; cens, confirmación
del, 75, 338; explotación de campe
sinos, 73, 111 O ’Brien, P. K., 168, 220
monarquía, en Inglaterra: dependen oficios o cargos públicos, cesión de,
cia de la clase señorial, 76; fide 283, 342 '
ÍNDICE ALFABETICO 397
bién cens); libre, 28, 348 (véase Toulouse (región de), 106, 190
también campesinos, libres; propie Toutain, J. C., 169 n. 11, 374
tarios libres) trabajadores asalariados, 49 n. 48, 63,
tenure chassée, 289 109, 189 n. 70, 273, 353
Teplá, abad de, 250 trabajo: división del, 285, 367; cos
terratenientes, véase señores tos relativos del, 177-178; «proce
territoriales, impuestos, 223 so» de, 23; productividad del, 142,
testamentos, inventarios de los, 218 147, 286; recursos, 151; servil in
textil, industria, véase industria tensificación er^ Inglaterra, siglo
Thirsk, Joan, 216, 225, 364, 385 x in , 278-279,' 292-293 (véase tam
Thomas, R, P., 28 n. 12, 177 bién prestaciones laborales)
Thompson, F. M. L., 181 r¡. 48, 228 Transición del feudalismo al capitalis
Thorner, Daniel, 129, 200 n. 98 mo, La: Transition from Veudalism
tierra, acceso a la, cuotas o derechos to Capitalism, The, debate en Scien
de, 64, 95; acumulación, véase aba ce and Society, 9, 145
jo ; baldía después de la guerra, 231, transporte, 381, 383-384; marítimo,
234; cesión de, 283; de regadío uti 219-220, 384; terrestre, industria
lización y puesta en valor de la, del, 219
101 (véase también desecación de Trappes, 360
tierras pantanosas); de los enfiteu traspaso libre de la tierra, 150
tas pasó al control por mecanismos Trautmannsdorff, estado de, 234, 236
contractuales, 64; en régimen de Turgot, A. R. J., 173, 225
cesión, 64 n. 76; escasez de, 92, 261 Turingia, 116
n. 3, 273, 281; identificación con
el capital, 227-228; pantanosa, de
secación de, 67, 101, 217, 365; pro urbano, sector: crecimiento industrial,
piedad de la, véase abajo; proyec 285-286, 385-386; élites, 55, 153,
tos, 101; restricciones sobre su mo 184, 198, 200, 218, 219; servicios,
vilidad, 49; traspaso . libre de la, 153; véase también ciudades, desa
150; uso marginal de la, 148, 186- rrollo de las
187, 281; valor creciente de la, 108
tierra, acumulación de, 97-99, 137,
281, 290; en Francia, 358-359; en Van Bath, B. H. Slicher, véase Slicher
Inglaterra, 372; véase también con van Bath, B. H.
centración; cercamientos Vauban, Sébastien le Preste de, 221
tierra, propiedad de la, 27-29, 32, 43, Venard, Marc, 130, 170
51, 260; distribución en Francia, Vermandois, 34
comparada con Inglaterra, 179-181; Vilar, Pierre, 130
formas y evolución de la, 354-361; Vries, Jan de, 228
modelos de control de la, 275-276;
privada, producción ineficaz, 177;
véase también enfiteusis; señores, Wace, 151
señorío Waldhufern (asentamientos «en cin
tierra/trabajo, proporción o cociente, ta»), 115, 117, 329
16, 158, 260, 265 Wallerstein, Immanuel, 9, 227 y n. 168
Tirol, 244 Warnian, levantamiento campesino
Titow, J. Z,, 47 n. 43, 92, 276, 314 (1440), 118, 122
n. 93 Warwick, conde de, 161
26. — BRENNER
402 EL DEBATE BRENNER
Prefacio . . . . . . . . 7