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De un Estado regido por sacerdotes a un reino

Antíoco VII, último rey fuerte de los seléucidas.-

Poco después de que Juan Hircano asumiera el poder, Palestina fue invadida por Antíoco VII, el
país fue saqueado y Jerusalén sitiada; y después de más de un año, Juan Hircano fue obligado a
rendirse. Antíoco aceptó que se le pagara tributo, se le entregaran rehenes e impuso una
indemnización. Sin embargo, no privó a los judíos de su libertad, posiblemente por respeto a
Roma. Poco más tarde, Antíoco VII -último rey fuerte de los seléucidas- fue muerto (en 129)
mientras estaba en campaña contra los partos en un esfuerzo por restablecer el dominio seléucida
en el este. Poco después los partos arrebataron Babilonia a los seléucidas, y de allí en adelante
este imperio nunca recobró su antiguo poder.

Durante esta campaña los partos liberaron a Demetrio II y lo enviaron de nuevo a Siria para tratar
de detener el avance seléucida. Demetrio II, cuyo reinado fue interrumpido durante diez años por
el gobierno de su hermano, mientras él estaba prisionero en Partia, reasumió el gobierno a la
muerte de Antíoco VII (129). Pero se le opusieron su ex esposa Cleopatra y un candidato apoyado
por los egipcios. Después de varios años de guerra civil intermitente, Demetrio II fue asesinado en
126/ 125. Más tarde (115-113) lucharon por la supremacía Antíoco VIII (Gripo), hijo de Cleopatra
Tea y de Demetrio II, y Antíoco IX (Ciziceno), hijo de Cleopatra Tea y de Antíoco VII. Desde
entonces hubo contienda entre las facciones de varios reyes rivales sucesivos, hasta que Roma
tomó el poder en el año 64 a. C. Esto le dio al Estado Judío la oportunidad para fortalecerse.

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