Está en la página 1de 2

Nuestro cuerpo puede ayudar a nuestras emociones a aprender a soltarse, a

seguir otra ruta y deshacer los bloqueos.

- Cerremos fuerte las manos, como si estuviéramos agarrando fuerte


nuestro dolor y nuestra tristeza y no dejásemos que saliese nada.

- Observemos la sensación interna sobretodo en el pecho y en el


estómago, mientras apretamos con fuerza. ¿Sube? ¿Baja? ¿Se
mantiene? ¿Cambia?

- Mantengamos esta posición, aunque la sensación suba o sea


desagradable, durante un minuto, y entonces vayamos dejando que las
manos se abran poco a poco y observemos que pasa con la sensación.

- Podemos decirnos, al tiempo que hacemos esto, “Puedo dejar que mi


tristeza se suelte”.

Otra variante:

Apretar los puños con fuerza cuando inspiramos, notando la sensación interna,
contener unos segundos el aire y, después, empezar a soltarlo lentamente (en
el doble de tiempo), hasta vaciar nuestros pulmones, mientras dejamos que las
manos se abran.
Pensemos en algo que nos ponga tristes, algo que nos duela, y observemos
nuestro cuerpo por unos minutos.

- La sensación se concentrará en una zona, coloquemos sobre ella


nuestra mano con gesto de cuidado, sin presionar.

- Imaginemos que esta sensación es un animalito, el que mas nos guste o


un bebé y que es él quien se siente mal.

- Imaginemos que con la mano estamos cuidando de ese animalito o


bebé, que lo abrazamos y le transmitimos lo que sentimos que necesita.
Podemos imaginarnos dejándolo reposar en nuestro pecho, dejándole
notar nuestro calor, meciéndolo con nuestra respiración. Podemos
hablarle o cantarle, decirle que estamos ahí, que vamos a aprender a
cuidarlo, que vamos a aprender a conectar con lo que siente, a
quedarnos con él.

- Si aparecen pensamientos en nuestra cabeza que alimenten el malestar,


los observaremos y los dejaremos marchar como si fuesen nubes. Si se
resiste a marcharse, podemos ayudarlos a cambiar hacia una frase que
ayude (como “puedo aprender a cuidar de lo que siento”).

- Nos quedaremos ahí, cuidando de la sensación representada por el


animalito o bebé, estando con ella, dándole tiempo. No nos
presionaremos, no intentaremos que se vaya. Simplemente la
cuidaremos todo el tiempo que necesite.

- Si en este ejercicio sentimos más tristeza, o tenemos ganes de llorar,


nos diremos: “puedo dejarlo suelto, puedo dejarlo salir, puedo dejarlo
marchar”. Después de un tiempo, haremos tres respiraciones pausadas,
tomando aire sin esfuerzo y soltándolo lentamente en el doble de
tiempo.

- Hecho esto, si es posible, saldremos a dar una vuelta, a ver la luz del día
o buscar un entorno agradable. No nos quedemos a rumiar
improductivamente nuestra tristeza, dejemos que nos dé el aire.

También podría gustarte