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EDITORIAL

VALE LA PENA USAR EL ELOGIO

No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo, segaremos,  si  no  desmayamos. 
Así  que,  entre  tanto  que  tenemos  tiempo, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la
familia de la fe” Gálatas 6:7-10

En este Siglo XXI donde los medios de comunicación nos permiten estar al tanto de todo lo que
sucede en nuestro entorno deberíamos utilizar estos para propagar las cosas buenas que
suceden y no inundar a diario nuestras mentes sólo con noticias negativas llenas de antivalores y
desastres.
En esta era de la globalización debemos usar los medios para difundir; las buenas noticias
resaltar los valores que se cumplen, destacar las buenas conductas de los buenos ciudadanos
(que los hay y en abundancia), elogiar cada buena obra que se haga y así cambiar la forma de
percibir los hechos que ocurren y ayudarle a cambiar a nuestros hijos la forma de percibir el
entorno.
Una buena forma de lograr esto es si cada uno de nosotros en nuestros hogares nos ponemos en
la tarea de mejorar la comunicación resaltando siempre lo mejor de cada uno.

La alabanza y el elogio consiguen más que la crítica y el desprecio, estas logran de manera más
efectiva abrir los canales de comunicación. Disponen al otro a escucharnos pues no se sienten
señalados.

A través del elogio y las palabras optimistas logramos transmitir seguridad, deseos de luchar, de
trabajar; ellas limpian el ambiente de malas energías, e invitan al cambio positivo.

Con el elogio real ayudamos a crecer al otro. Todos tenemos algo bueno que mostrar, algo
positivo de que hablar y en eso es que nos debemos fijar.

Debemos usar el elogio como un medio para lograr la felicidad sacarle sonrisas a los que nos
rodean y desarrollar seguridad.

Si usamos éste como medio de comunicación seremos adultos, más efectivos, enseñaremos
realmente con el ejemplo y la palabra como nos enseñó Cristo.

La alabanza y el elogio consiguen más que la crítica. Cree en el otro y transciende en tu


mensaje.

Dios quiere que empleemos todas nuestras facultades para ayudar y bendecir a nuestros
semejantes. Cuando Dios sonríe sobre nuestros esfuerzos, eso vale más que cualquier ganancia
terrenal.

Muchas veces, cosechamos en el mismo momento  en  que sembramos; en otras ocasiones, toma
mucho más tiempo, a veces meses y aun años; pero, eventualmente,  la cosecha por lo sembrado
vendrá.
Recordemos a la Madre Teresa, pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del
Evangelio e infatigable bienhechora de la humanidad. Esta mensajera luminosa del amor de
Dios nos invita Amar hasta que nos duela, si nos duele es buena señal, y si el caso es que
“sientes que lo que haces es tan solo una gota en el mar, piensa que el mar sería menos si le
faltara esa gota” y como consigna en nuestra vida nos recomienda: “No permitas que alguien se
aleje de tu presencia sin sentirse mejor y más feliz”.

Rogemos al Señor para que cada día su espíritu nos impulse a servir a toda persona que nos
encontremos, con la alegría y la sonrisa, que solo él lo haría. Que seamos sus mensajeros, en
este mundo que tanto necesita de su amor, El es nuestra paz y nuestra esperanza.

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