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HEGEMONÍA Y LENGUAJE CONTENCIOSO

• Wi!liam Roseberry

Al solicitar los ensayos escritos para este volumen, los compiladores


seúalaron dos obras paradigmáticas que deberían iluminar nuestra
idea de las "formas cotidianas de la formación del estado": el traba-
jo de James Scott sobre la amplia variedad de formas, actos y "artes"
de resistencia popular ante los órdenes dominantes (véanse especial-
mente 1976; 1985; 1990), Y el estudio de Philip Corrigan y Derek
Sayer (1985) sobre un orden dominante específico -la formación
del estado inglés, visto como un proceso multisecular de transfor-
mación económica, extensión y construcción políticas, y revolución
cultural, que conformaron tanto el "estado" como los tipos específi-
cos de sujetos sociales y políticos. La tarea de los autores era consi-
derar la relevancia de estos proyectos, desarrollados y aplicados a
otras áreas del mundo (el sudeste de Asia e Inglaterra), para com-
prender la formación del estado y la cultura popular de México.
Aunque es claro que los compiladores de este volumen querían
que considerásemos los trabajos de Scott y de Corrigan y Sayer
desde la perspectiva de la relación que guardan el uno con el otro,
y que pensáramos cómo podríamos examinar de manera simultá-
nea la formación de órdenes de dominación y de formas de resis-
tencia, también es evidente que muchos de los colaboradores han
seguido la pauta de Ajan Knight al colocar esos trabajos y esas pers-
pectivas en oposición parcial uno con otro -la "economía moral"
del campesinado y otros grupos subordinados en oposición al
"gran arco" del estado triunfal.
Si bien podría ser útil examinar las diversas maneras en que
cada uno de los dos trabajos alude al otro, yo sólo quiero señalar
que sus metáforas fundacionales provienen de la obra de E. P.
Thompson. Scott tomó las referencias de Thompson a la "econo-
mía moral" de los pobres en la Inglaterra de los siglos XVIll y XIX
(1963; 1971) como imagen central y punto de partida de su propio
modelo teórico de la conciencia campesina ante la expansión capi-
talista y la formación de los estados coloniales (Scott 1976). Co-
rrigan y Sayer, por su parte, tomaron la crítica de Thompson a las
interpretaciones marxistas ortodoxas de "la revolución burguesa"

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como un reto para su estudio de la formación del estado inglés mra popular o plebeya, Thompson sugiere que su "coherencia se
(Thompson [1965] 1978a). En vez de situar "la" revolución en una debe menos a una estructura cognitiva inherente que al peculiar
rebelión específica a mediados del siglo XVlI, Thompson escribió campo de fuerza y las oposiciones sociológicas propias de la socie-
sobre una larga y detallada historia de construcción del estado y dad del siglo X\'III; para ser contundente, los discretos y fragmenta-
transformación capitalista, y desafió a los marxistas a abandonar es- dos elementos de antiguos modelos de pensamiento pasan a inte-
quemas históricos y políticos prefabricados y explorar la formación orarse por clase" (ibid.:156).
histórica de las distintas civilizaciones capitalistas. Para Thompson, o Esta metáfora conlleva algunos problemas obvios pero importan-
la imagen de un "gran arco" es tanto arquitectónica (una alta y só- les. Primero, el campo magnético es bipolar, y la mayoría de las si-
lida estructura de ladrillos) como temporal (un arco de tiempo du- tuaciones sociales con las que estamos familiarizados son infinita-
rante el cual se construye la estructura y a lo largo del cual toma su mente más complejas, con múltiples instancias de dominación o
forma y dimensiones). Ambos sentidos importan para Corrigan y múltiples formas y elementos de la experiencia popular. Debido a
Sayer: para escribir la historia de la revolución burguesa en In- que el campo es bipolar, los diseños que trazan las limaduras de
glaterra es necesario ocuparse de un gran arco que abarca nueve hierro son simétricos, de una manera -otra vez- en que "lo domi-
siglos. nante" y "lo popular" nunca pueden serio. Finalmente, la imagen
Prosiguiendo con el intento de relacionar las obras de Scott y de es estática, pues las nuevas limaduras se acomodan rápida y fácil-
Corrigan y Sayer en nuestra interpretación de la formación del es- mente dentro de un diseii.o y un campo de fuerza preexistentes, sin
tado y la cultura popular de México, consideremos una tercera me- alterar necesariamente el diseño y sin ningún efecto sobre el cam-
táfora thompsoniana: el "campo de fuerza". Thompson propone po mismo. Cada uno de estos problemas está relacionado con una
esta imagen en el ensayo "La sociedad inglesa del siglo XVlIJ: ¿lucha u otra de las potencias de la metáfora: la imagen llama nuestra
de clases sin clases?" (1978b), en el que aborda específicamente el atención hacia un campo de tensión y fuerza más vasto, hacia la im-
problema de la cultura popular dentro de relaciones de domina- portancia de colocar elementos de "10 dominante" o "lo popular"
ción, y afirma: "Lo que debe preocupamos es la polarización de dentro de ese campo, pero su claridad misma se convierte en un
intereses antagónicos y la correspondiente dialéctica de cultura" problema cuando pasamos de un modelo bidimensional al mundo
(ibid.:150). Al describir un campo de fuerza, ofrece una imagen su- multidimensional de lo social, lo político y lo cultural.
gerente, Pasemos, entonces, a ese mundo multidimensional, e intente-
mos comprender los campos de fuerza sociales en términos más
en la que una corriente eléctrica magnetizaba un plato cubierto complejos y procesuales. ¿Existen conceptos adicionales o relacio-
con limaduras de hierro. Las limaduras, que estaban distribuidas nados que puedan servir como guías sugerentes? Un concepto que
de manera uniforme, se juntaban en un polo o en el otro, mien- aparece en muchos ensayos de este volumen es la idea gramsciana
tras que, entre ambos, aquellas limaduras que se quedaban en su de hegemonía. Es interesante que, dado el intento de los compilado-
sitio se alineaban aproximadamente como dirigidas hacia polos res de confrontar las obras de Scott y de Corrigan y Sayer, ninguno
de atracción opuestos. Esto se parece a la idea que me hago de de esos autores sea especialmente favorable hacia ese concepto.
la sociedad del siglo XVIII con la multitud, por muchas razones, Scott, en particular, ha enunciado las críticas más vigorosas, espe-
en un polo, la aristocracia y la alta burguesía en el otro y, hasta cialmen te en vVeajJons 01 the Weak (1985) Y Los dominados y el arte de la
finales del siglo, los grupos de profesionales y comerciantes resistencia (2000). Desafiando a aquellos teóricos que entienden la
orientados por líneas de dependencia magnética hacia los go- hezemoriía como "consenso ideológico", Scott subraya la falta de
bernantes, o a veces ocultando el rostro en acciones conjuntas "
consenso en situaciones sociales de dominación. Los dominados .

de la multitud (ibid.:151). saben que son dominados, saben cómo y por quiénes; lejos de con-
sentir esa dominación, dan inicio a todo tipo de sutiles modos de
Cuando enfoca su visión de ese campo hacia el análisis de la cul- soportarla, hablar de ella, resistir, socavar y confrontar los mundos

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desiguales y cargados de poder en que viven. Corrigan y Sayer tam- ocurre en el Estado, y la historia de aquéllas es esencialmente la
poco aceptan la noción de "consenso ideológico", pero enfocan su historia de los Estados y de los grupos de Estados. Pero no hay
crítica desde el otro polo del campo de fuerza. Desde su punto de que creer que tal unidad sea puramente jurídica y política, si
vista, el poder del estado descansa no tanto en el consenso de sus bien también esta forma de unidad tiene su importancia y no so-
dominados, sino en las formas y órganos normativos y coercitivos lamente formal: la unidad histórica fundamental, por su concre-
del estado, que definen y crean ciertos tipos de sujetos e identida- ción, es el resultado de las relaciones orgánicas entre Estado o
des mientras niegan y excluyen otros. Además, el estado lo logra no sociedad política y "sociedad civil"."
sólo a través de su policía y sus ejércitos, sino a través de sus funcio-
narios y sus rutinas, sus procedimientos y formularios de impuestos, Por otro lado, las clases subalternas
licencias y registros.
Éstas son dos críticas muy fuertes, de las que la idea de "consenso por definición, no están unificadas y no pueden unificarse mien-
ideológico" no se puede recuperar fácilmente. Sin embargo, Gram- tras no puedan convertirse en "Estado": su historia, por lo tanto,
sci y su uso de la idea de hegemonía no se agotan con el concepto está entrelazada con la de la sociedad civil, es una función "dis-
de consenso que se han apropiado algunos politólogos y que es cri- gregada" y discontinua de la historia de la sociedad civil y, por
ticado (vigorosa y correctamente) por Scott, Corrigan y Sayer, En este medio, de la historia de los Estados o grupos de Estados.
primer lugar, Cramsci comprendió y subrayó, de manera más clara Por lo tanto, es preciso estudiar: l ] la formación objetiva de los
que sus intérpretes, la compleja unidad entre coerción y consenso grupos sociales subalternos a través del desarrollo y las transfor-
en situaciones de dominación. Gramsci empleaba el de hegemonía maciones que tienen lugar en el mundo de la producción eco-
como un concepto más material y político que sus acepciones actua- nómica, su difusión cuantitativa y su origen en grupos sociales
les. En segundo lugar, Gramsci comprendía bien la fragilidad de la preexistentes, de los que conservan durante cierto tiempo la
hegemonía. De hecho, una de las secciones más interesantes de Se- mentalidad, la ideología y los fines; 2J su adhesión activa o pasi-
lectionsfrom the Prison Notebooks ([1929-35J 1971) * es la de sus "Notas va a las formaciones políticas dominantes, los intentos de influir
sobre historia italiana", un análisis e interpretación del fracaso de en los programas de estas formaciones para imponer reivindica-
la burguesía piamontesa para formar una nación-estado, su fracaso ciones propias y las consecuencias que tales intentos tienen en la
para formar un bloque que pudiera gobernar mediante la fuerza y determinación de procesos de descomposición y de renovación
el consenso. o de neoformación; 3J el nacimiento de partidos nuevos de los
Volvamos al campo de fuerza e indaguemos si un concepto de grupos dominantes para mantener el consenso y el control de
hegemonía más material, político y problemático nos ayuda a com- los grupos subalternos; 4J las formaciones propias de los grupos
prender las complejas y dinámicas relaciones entre lo dominante y subalternos para reivindicaciones de carácter restringido y par-
cial; 5 J las nuevas formaciones que afirman la autonomía de los
lo popular, o entre la formación del estado y las formas cotidianas
grupos subalternos pero en los viejos cuadros; 6J las formaciones
de acción. Exploremos la hegemonía no como una formación ideo-
que afirman la autonomía integral, etcétera. **
lógica acabada y monolítica, sino como un proceso político de do-
minación y lucha problemático y debatido.
Veamos algunos rasgos de los comentarios introductorios de
Gramsci comienza sus notas sobre la historia italiana con algu-
Gramsci que se cargan de significación cuando consideramos los
nas observaciones concernientes a la historia (y al estudio de la his-
procesos hegemónicos.
toria) de las clases "dirigentes" y "subalternas". "La unidad histórica
Primero, Gramsci denota pluralidad o diversidad tanto para las
de las clases dirigentes", escribe,
clases dirigentes como para las subalternas; para ellas la unidad es

* Véase Antonio Cramsci, Cuadernos de la cárcel, tomo 6, Era, México, 2001, pp. * ¡bid., p. 182 [E.].
182s5 [E.]. ** Loc. cit. [E.].

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'1

un problema político y cultural. A lo largo de sus análisis, Gramsci de la fallida formación del estado y la fallida hegemonía en la pe-
hace hincapié en lo plural, en clases y grupos. nínsula italiana comienza con las dificultades impuestas por los
Segundo, aunque el pasaje parece implicar que la unidad de las campos de fuerza regionalmente distintos.
clases dirigentes no es problemática gracias a su control del estado, Cuarto, necesitamos plantearnos las mismas preguntas acerca de
después Gramsci procede en sus "Notas" a examinar el fracaso de las clases subalternas, en sus relaciones con los grupos e institucio-
la burguesía piamontesa para unirse con otros grupos dominantes nes políticas dominantes.
con base regional o para forjar un bloque gobernante unificado Quinto, es importante señalar que Cramsci no supone que los
que pudiera controlar (crear) un estado. Está señalando, entonces, grupos subalternos están capturados o inmovilizados por una espe-
una relación problemática. La unidad requiere el control del estado cie de consenso ideológico. En un momento dado plantea la cues-
("por definición", las clases subalternas no están unificadas porque tión de sus orígenes "en grupos sociales preexistentes, de los que
no son el estado), pero el control del estado por las clases gober- conservan durante cierto tiempo la mentalidad, la ideología y los
nantes no se presupone. Ese control es al mismo tiempo jurídico y fines", y también considera la posibilidad de "su adhesión activa o
político (como entenderíamos ordinariamente "la historia de los pasiva a las formaciones políticas dominantes"; pero la observación
Estados y de los grupos de Estados"), y moral y cultural (cuando de Gramsci no es en ningún caso estática o definitiva. Más bien, esa
consideramos las complejas tensiones entre grupos dirigentes y en- adhesión activa o pasiva y la conservación de mentalidades se sitúan
tre grupos dirigentes y grupos subalternos en las relaciones entre dentro de una gama dinámica de acciones, posiciones y posibilida-
estado y sociedad civil). Todo estudio de la formación del estado des, que incluye la formación de nuevas organizaciones e institucio-
debería, según esta formulación, ser también un estudio de la revo- nes, el planteamiento de exigencias, la afirmación de la autonomía.
lución cultural (véase Corrigan y Sayer 1985). Esa gama es comprensible solamente en términos de 1) un campo
Tercero, si presentamos la historia de los grupos dirigentes y de de fuerza que vincula a dirigentes y subalternos en "las relaciones
los estados y los grupos de estados como una historia problemática, orgánicas entre Estado o sociedad política y 'sociedad civil'", y 2)
será necesario considerar una serie de preguntas como las plantea- un jJfoceso hegemónico (véanse Mallon, en este volumen, y Rose-
das por Gramsci acerca de las clases subalternas. Es decir, necesita- berry y O'Brien 1991). Los criterios y las preguntas de Gramsci im-
remos considerar su formación "objetiva" en la esfera económica plican claramente una dimensión temporal sin conducir necesaria-
-los movimientos, cambios y transformaciones en la producción y mente a una teleología.
la distribución, y su distribución social y demográfica en el espacio Sexto, las relaciones entre los grupos gobernantes y los subalter-
y el tiempo. Necesitamos estudiar también (no entonces) sus relacio- nos se caracterizan por la disputa, la lucha y la discusión. Lejos de
nes sociales y culturales con otros grupos -otros grupos "dirigentes" dar por sentado que el grupo subalterno acepta pasivamente su
dentro y más allá de la región o esfera de influencia; grupos subal- destino, Gramsci prevé con claridad una población subalterna mu-
ternos dentro y más allá de su región. ¿Qué asociaciones u orga- cho más activa y capaz de enfrentamiento que la que muchos de los
nizaciones de parentesco, etnicidad, religión, región o nación los intérpretes de Gramsci han supuesto. No obstante, sitúa la acción y
unen o los dividen? Necesitamos investigar también (no entonces) la confrontación dentro de las formaciones, instituciones y orgaru-
sus asociaciones y organizaciones políticas y las instituciones, leyes, zaciones del estado y cle la sociedad civil en las que viven las pobla-
rutinas y reglas políticas que enfrentan, crean e intentan controlar. ciones subordinadas. Los grupos y clases subalternos llevan consigo
Cuando consideramos esas cuestiones, la complejidad del campo "la mentalidad, la ideología y los fines" de grupos sociales preexis-
de fuerza se aclara. Además de la diferenciación sectorial entre las tentes: en sus demandas se "afilian" a organizaciones políticas pree-
distintas fracciones de clase, basadas en papeles y posiciones dife- xistentes: crean nuevas organizaciones dentro de un "marco" social
rentes dentro de los procesos de acumulación, Gramsci llama nues- y político preexistente, etcétera. Así, aunque Gramsci no considera
tra atención sobre la diferenciación espacial, el disparejo y desigual a los subalternos como engañados y pasivos cautivos del estado,
desarrollo de poderes sociales en espacios regionales. Su examen tampoco considera sus actividades y organizaciones como expresio-

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nes a~ltónomas de la cultura y la política subalternas. Al igual qUe la para etiquetar. El estado no puede (necesariamente) obligar a los
culuu a plebeya de la Inglaterra del siglo XVIII, esos grupos sub l pobladores a aceptar o utilizar esos nombres. Los namiquipeños re-
. d a ter_ chazan el marbete ejido y con ello invocan una historia anterior de
nos, existen entro del campo de fuerza y son moldeados por éste.
Esa es la manera en que opera la hegemonía. Propongo q . orgullosa autonomía. Los pobladores de los que habla Koreck si-
li o ue uu. guen refiriéndose a Cuchillo Parado y con ello tratan de rechazar
Icemos ese concepto no para entender el consenso sino pa
. ra en-
tender la lucha; las maneras en que el propio proceso de d . cierto tipo de relación con el estado. Desde el punto de vista de
., Id onlJna_
CI~n mo .ea las pal~bras, la.s imágenes, los símbolos, las formas, las James Scott, ambos emplean un "discurso oculto" con el cual ha-
Olgamzac~ones, las IIlstJlUClOnes y los movimien tos utilizados por blan acerca de su dominación. Pero los discursos públicos Yocultos
las poblaciones subalternas para hablar de la dominación conf están íntimamente entrelazados. Existen dentro de un marco dis-
1 ' ron.
tar a, entenderla, acomodarse o resistir a ella. Lo que la hegemonía cursivo común que le da sentido tanto a Cuchillo Parado como a
constru~e no es, .entonces, una ideología compartida, sino un mar- Veinticinco de Marzo.
co comun material y significativo para vivir a través de los órdenes Es claro que algunas palabras e instituciones impuestas conlle-
SOCiales caracterizados por la dominación, hablar de ellos y actuar van más poder, y una disputa sobre ellas amenaza más significativa-
sobre ellos. mente que otras al orden dominante. Podemos suponer, por ejem-
Ese marco común material y significativo es, en parte, discursivo: plo, que el rechazo de una comunidad a la institución central del
un lenguaje común o manera de hablar sobre las relaciones socia- nuevo orden agrario estatal es un desafío mayor que seguir usando
les que establece los términos centrales en torno de los cuales (y en el nombre de Cuchillo Parado. Podemos imaginar que ni el estado
los cuales) pueden tener lugar la controversia y la lucha. Conside- central ni el estado local tendrán mayor razón para preocuparse
remos, por eJem~lo, el examen que hacen Daniel ¡'\ugent y Ana por la manera en que los pobladores decidan llamarse, mientras
Alons~ en su capu.ulo en este volumen de la negativa de los narni- "Veinticinco de Marzo" sea el nombre asentado de manera unifor-
qLllpe.nos a que se les dotara un ejido porque la institución del me en los registros y relaciones estatales, y mientras los mapas ubi-
ejido Implicaba cieno conjunto de relaciones subordinadas con el quen con "exactitud" el pueblo en relación con otros en un espacio
estado central, y negaba un conjunto anterior de relaciones entre configurado de manera homogénea. No obstante, en la medida en
ellos y el estado central y entre ellos y la tierra, Consideremos asi- que los diferentes nombres evocan diferentes historias (como ocu-
mismo el confhcio que Terri Koreck analiza en un ensayo reciente rre en este caso), pueden surgir puntos de conflicto e impug-
nación.
9:1~..
acerca de los nombres de la ~omunidad donde realizó su trabajo
(1 Ca~a _nombre -Cuchillo Parado, Vein ticinco de Marzo y
Nucstla.SenoIa de las Begonias- expresa diferentes intereses e his-
Sin embargo, ni los pobladores de Namiquipa ni los de Cuchillo
Parado han elegido de manera autónoma la cuestión particular por
tortas, diferentes visiones de la comunidad y de la nación. El estado la cual habrán de luchar; tanto ésta como el debate sobre los nom-
se arroga el p~der de dar nombre, de crear e imprimir mapas con bres y las formas institucionales fueron resultado de los proyectos
marbetes sancionados por el estado. Los residentes de la comuni- del estado homogeneizante. Y para el caso, "el estado" tampoco eli-
dad pueden reconocer ese derecho pero rechazar ese nombre entre gió ese terreno particular de disputa. Nugent y Alonso captan con
ellos. ~n am~os casos, los pobladores resisten ante palabras; pero las precisión la sorpresa de los representantes de la Comisión Nacional
palabi as ~enalan y expresan relaciones y poderes materiales socia- Agraria ante la negativa de los namiquipeños al generoso ofreci-
les , econo micos y po liiucos.
. La lucha y la resistencia están relaciona- miento del estado de dotarlos de tierra y protección. Los puntos en
das cO,nesos poderes (los namiquipeños rechazan un cieno tipo de disputa, las "palabras" -y toda la historia material de poderes, fuer-
relación c~n el estado en lo que toca a su acceso a la tierra). El esta- zas y contradicciones que las palabras expresan de manera insu-
do puede Imponer ciertas palabras +para afirmar,* para nombrar, ficiente- por las que un estado centralizador y un poblado local
pueden pelear están determinadas por el proceso hegemónico
* Stut« [T.]. mismo. Una vez que surgen, independientemente de la intención

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de los funcionarios estatales o los habitantes del pueblo que las sociales diferenciales en Namiquipa, y hacia "afuera", para la explo-
usan primero, puede parecer que cuestionan la estructura de domi- ración de los espacios políticos regionales y centrales- conforme
nación entera. Por ejemplo, Nugent y Alonso analizan provechosa- traza el mapa de las estructuras y los procesos de dominación super-
mente las intenciones aparentes de los agraristas en la ciudad de puestos. En síntesis, puede tomar un objeto contencioso particu-
México en la década de los veinte. lar o un punto de falla en el establecimiento de un marco discursivo
común, para examinar cada uno de los niveles que señala Florencia
Un punto clave acerca del proceso de reforma agraria [ ... ] es Mallon en su modelo de procesos hegemónicos.
que estaba profundamente distante de las comunidades y de la Conceptualizar tales procesos en términos de la necesidad de
gente cuyas vidas intentaba reordenar, Esa distancia era física, construir un marco discursivo común nos permite examinar tanto
social y retórica. Las reuniones de la CNA tenían lugar en la el poder como la fragilidad de un orden de dominación particular.
Ciudad de México, lejos de las comunidades afectadas. A ellas Consideremos primero el poder. "Los estados", sostienen Corrigan
no asistían campesinos, sino los miembros de la CNA: abogados, y Sayer,
burócratas, maestros y políticos, de los cuales sólo unos pocos
provenían de los movimientos populares. Ellos articularon las afirman; son afirmaciones los arcanos rituales de los tribunales,
normas de la reforma agraria en edictos, proclamas y resolucio- las fórmulas de aceptación del monarca de un Acta del Parla-
nes indagatorias expedidos en publicaciones controladas por el mento, las visitas de los inspectores escolares. Definen, con gran
estado y en un sinfín de memorándums internos que circularon detalle, las formas e imágenes aceptables de actividad social y de
en la CNA y en las CLA. El lenguaje de la reforma agraria estaba identidad individual y colectiva; regulan [ ... ] gran parte de [ ... ]
cargado de sutilezas y tecnicismos legales e invocaciones a una la vida social. En este sentido, "el Estado" nunca deja de hablar.
patria nacional con la que pocos campesinos podían identificar- Entre la vasta gama de capacidades sociales humanas -posi-
se (F. Katz 1988d; Anderson 1983). El lenguaje que emplearon bles maneras de vivir la vida social- las actividades del estado "es-
estaba despojado de toda referencia local que pudiesen recono- timulan" algunas de manera más o menos coercitiva, mientras
cer los beneficiarios del reparto agrario; sus respectivas comuni- suprimen, marginan, desgastan y socavan otras. Escolarización,
dades, sus patrias chicas -paisajes impregnados de trabajo, la por ejemplo, viene a querer decir la educación; la vigilancia,
lucha y los significados de generaciones- quedaban reducidas o orden; voto, participación política. Las clasificaciones sociales
refundidas como tantas y tantas hectáreas de tal y tal categoría fundamen tales, como las de edad y sexo, están sacralizadas por
de tierra para tal y tal tipo de uso (véanse en este volumen las la ley, arraigadas en las instituciones, vueltas rutina en los proce-
pp. 193-94). dimientos administrativos y simbolizadas en rituales de estado.
Algunas formas de actividad reciben el sello de la aprobación ofi-
Esos procesos y proyectos políticos y discursivos pueden ilumi- cial, en tanto que otras se consideran reprensiblcs. Ello tiene
nar muchos aspectos de ese campo de fuerza estructurado de ma- consecuencias culturales acumulativas y enormes, sobre la mane-
nera compleja. En lo que toca al estado central, esos aspectos in- ra en que la gente se identifica [... ] a sí misma y su "lugar" en el
cluirían las intenciones y luchas de los agraristas que trataron de mundo (1985; 3, 4).
reformar "la" estructura agraria, y sus intentos de construir e incor-
porar a sus partidarios en el campo; en distintos medios locales (di- Observamos todo esto en nuestros ejemplos de Chihuahua, en
gamos en Yucatán, Morelos y Chihuahua) un aspecto relevante po- los cuales el estado central, a través de sus registros, instancias y ofi-
dría ser la recepción diferenciada y (para los agraristas) inesperada cinas administrativas, reclama para sí el poder de hacer mapas e im-
de sus reformas y estructuras centrales. A partir del rechazo del poner instituciones uniformes y centralizadas sobre un medio rural
ejido en Namiquipa en 1926, el análisis puede desarrollarse en va-
rias direcciones -hacia "adentro", para un examen de las relaciones " Statrs sial!' [T.].

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heterogéneo. También podemos observar cómo las formas y los len-
guajes de protesta o de resistencia deben adoptar las formas y los ualizado y eficaz. También eso ha sido poco frecuente en México a
lenguajes de la dominación para poder ser registrados o escucha- pesar de las intenciones, proyectos y declaraciones del estado y de
dos. "Yvenimos a contradecir" es un enunciado enérgico de solida- sus fun~~onanos en diversos periodos. Tomemos, por ejemplo, la
ridad y oposición comunitarias, pero para ser en verdad eficaz se eval.uaClon que hace Romana Falcón (joseph y Nugent 1994) del
dirige a las autoridades coloniales adecuadas, adopta (ritualmente) gobIerno local a través de los jefes políticos del porfiriato. Una
los apclativos correctos y el orden de presentación debidos para breve referenci la a otros d os ensayos de este volumen refuerza este
dirigirse a ellas, y es registrado en las oficinas coloniales correspon- arguI~ento: el análisis de Rockwell (joseph y Nugent 1994) sobre la
dientes. El enunciado reconoce e interpela al poder a la vez que pro- ensenanza rural en Tlaxcala, con sus complejas tensiones entre las
testa contra él, o bien censura el abuso o mal uso del poder, reco- metas del centro y las directivas y los esfuerzos de las élites y maes-
nociendo implícitamente un uso legítimo de ese mismo poder. En la tros locales para atender y satisfacer las necesidades y demandas de
medida en que un orden dominante establece semejantes formas le- los pueblos; y el examen que hace Mallon de los conflictos entre el
gítimas de procedimiento, en la medida en que establece, no un con- estado central y los políticos locales en la Sierra de Puebla y en
senso, sino formas prescritas para expresar tanto la aceptación como otras panes, subrayando cómo ellengu~e, los propósitos y los pro-
el descontento, ha establecido un marco discursivo común. yectos del liberalismo van sufriendo inflexiones específicas a medi-
Sin embargo, hay que subrayar el carácter problemático y frágil da que se insertan en las relaciones de clase y en las alianzas políti-
de tales marcos. Empezando con el nivel lingüístico, los marcos dis- cas regionales)' locales.
cursivos comunes -"un lenguaje o manera de hablar común acerca Cada caso revela maneras en las que el estado, que nunca deja
de las relaciones sociales"- históricamente son muy raros y nunca se de hablar, carece de auditorio o, más bien, tiene diversos audito-
han logrado en México. De hecho, los sociolingüistas se orientan rios que oyen cosas diferentes y que, al repetir a otros auditorios lo
cada vez más a analizar situaciones bilingües en las que interacuian q~\C el estado dice, alteran palabras, tonos, modulaciones y sig-
los grupos subordinados y dominantes. Así, examinan los diversos nificados, lo que difícilmente se puede considerar un marco dis-
contextos en que los "lenguajes de la solidaridad" pueden ser em- cursivo común.
pleados por grupos subordinados (véanse, por ejemplo, Cal 1987;J. Pero entonces, ¿qué utilidad tienen los análisis de la hegemonía
Hill 1985; Woolard 1985). Ya en ese nivel, los procesos hegemónicos o, como me parece preferible decirlo, del "proceso hegemónico"?
pueden romperse. (Eso brinda, también, un importante punto de Recordemos que el arquitecto original del concepto lo utilizó en
entrada para el análisis de los procesos hegemónicos, para un exa- parte para comprender por qué la burguesía piamontesa no logró
men de las políticas lingüísticas del estado: sus intentos de promo- encabezar y formar un estado-nación unificado. Para Cramsci, el
ver o imponer la asimilación cultural y lingüística a través de una valor. del concepto en ese particular acontecimiento residía en que
lengua "nacional" común o, alternativamente, la promoción o protec- iluminaba las líneas de debilidad y división, de las alianzas arnorfas
ción de institutos, prácticas y literaturas bilingües o multilingües. En y de las fracciones de clase incapaces de hacer que sus intereses
cada caso, el examen de las razones estatales de fondo o enunciadas particulares se presentaran como los intereses de una colectividad
por el estado para tales políticas, y de las tensiones y luchas a las cua- más amplia. Al utilizar en México el concepto de hczernonía
b ,
no
les están dirigidas esas políticas, pueden sacar a la luz tensiones polí- pretendo que vamos a descubrir de repente un fracaso similar. No
ticas y culturales mucho más vastas.) obstante, si concebimos un proceso hegemónico y un marco dis-
Sin embargo, también podemos explorar la fragilidad de los cUI:sivo cO,l11úncomo proyectos del estado (inaniculados pero nece-
marcos discursivos en otros niveles. Volvamos, por ejemplo, al aná- sanos) mas que como logros del estado, podemos avanzar en nues-
lisis de Corrigan y Sayer sobre las maneras en que "los estados ... tra comprensión de la "cultura popular" y de la "formación del
afirman". Las formas de regulación y rutina a las que Corrigan y estado" en su mutua relación.
Sayer aluden dependen de un estado extremadamente denso, cen- Para comenzar, podemos comprender esa relación de manera
muy obvia en aquellos puntos en los que el marco discursivo co-

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225
/

mún se rompe: allí, por ejemplo, donde las celebraciones naciona- FORlvIAS COTIDIANAS DE FORMACIÓN DEL ESTAj)O:
les son vistas con indiferencia y las fechas o lugares significativos a ALGUNOS COMENTARIOS DISIDENTES ACERCA
nivel local (el aniversario de un héroe local, el lugar de un entierro DE LA "HEGE\tIONÍA"
o de una batalla, los límites de una antigua concesión de tierras) • Derek Sayer
son señalados o venerados; allí donde, en otras palabras, el lengua-
je y los preceptos del liberalismo adquieren acentos regionales.
Sin embargo, sería erróneo ubicar esos puntos de ruptura +O la
problemática relación entre el estado hablador y el auditorio dis-
traído- en un simple modelo de poder que propone una oposición Es muy difícil añadir algo a una compilación de trab~osl como és-
entre "lo dominante" y "lo subordinado", o "el estado" y "lo popu- ta, que es extraordinariamente rica, tanto empírica COrno histórica-
lar". El campo de fuerza se vuelve mucho más complejo a medida mente, no estando familiarizado con su tema, la revolUción mexica-
que las leyes, preceptos, programas y procedimientos del estado na. y resulta todavía más difícil si, como yo, se tiene un profundo e
central son aplicados en regiones particulares, cada una de las cua- inherente horror a la abstracción, horror que proviene de una con-
les se caracteriza por diversos patrones de desigualdad y domina- ciencia creciente de su integración a las formas características mo-
ción, que a su vez son los productos sociales, cuyas configuraciones dernas del poder. Pues existe cierta afinidad entre las formas del
son únicas, de procesos históricos que incluyen relaciones y tensio- poder y las formas del conocimiento sobre la que volveré más ade-
nes previas entre centro y localidad. lante.
Así, el mérito particular de esta manera de entender el proceso Creo que lo que resalta con la mayor fuerza en estos ensayos es
hegemónico es que sirve para dibujar un mapa más complejo de un la complejidad misma de los asuntos a que se refieren. Me pareció
campo de fuerza. Al concentrar la atención en los puntos de ruptu- que sería útil repasarlos y observar cuántas definiciones distintas de
ra, es decir, en aquellas áreas donde no puede lograrse un marco hegemonía podía encontrar, pero en un momento dado desistí.
discursivo común, sirve como punto de entrada en el análisis de Este problema surge con casi todos los conceptos -rle estado, cultura
un proceso de dominación que da forma tanto al "estado" como a popular y revolución- sobre los que se organiza este volumen.
la "cultura popular". Ése es también -vale decirlo- el mérito par- Muchos de estos artículos poseen una densidad empírica, una insis-
ticular de los ensayos de este libro. Al tratar de vincular la cultura tente especificidad sobre distintos lugares y épocas que escapa Una
popular con la formación del estado, estos ensayos desafían las no- y otra vez a las categorías analíticas que tratamos de imponerles.
ciones aceptadas en ambos campos. En estos ensayos, la cultura po- Tienen muchos cabos sueltos, y éstos me parecen lo más interesan-
pular no es un depósito intemporal de los valores igualitarios tradi- te. De manera que no vaya tratar de dar nada que pudiese unificar
cionales y auténticos, y el estado no es una máquina de fabricar -en ningún sentido- lo que se ha presentado en los capítulos ante-
consensos. Vinculando a la cultura popular y el estado, y dándoles riores. En lugar de eso, quisiera ofrecer algunas ideas lnías, inspira-
forma, hay un campo de fuerza multidimensional y dinámico. das por esta colección de ensayos.
El intercambio de trabajos escritos y discusiones que coriduj., a
la elaboración de este libro inventó categorías como POsrevisionis-
mo y neopopulismo (¿un pequeño ejemplo de las forll1as cotidia-
nas de la formación del estado?), a través de las cuales el libro que
Philip Corrigan y yo escribimos se vio elevado a la categOría de algo
llamado marco teórico. Ahora bien, nosotros nunca Consideramos
que The Great Arcli [El gran arco]? ofreciera una teoría del estado.
Es cierto que hay en él algunas ideas sobre cómo puede estudiarse
ese objeto -sea lo que Iuere -, pero en cuanto a las teorías que ofre-

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