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UNIVERSIDAD DE ORIENTE

NÚCLEO DE MONAGAS
ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES
DEPARTAMENTO SOCIOHUMANÍSTICO
REDACCIÓN Y COMPOSICIÓN (006-3622)

DISCURSO EXPOSITIVO:
EL FRAUDE ALIMENTARIO

Prof. Ángel Patiño Bachilleres:


Abreu Laura C.I.: 25.615.529
Arcia Alba C.I.: 26.933.629

Junio, 2021
El Fraude Alimentario

El fraude alimentario, en términos simples, es toda aquella acción deliberada


realizada por empresas o individuos con el objeto de engañar a otros en
relación con la integridad de los alimentos a fin de obtener una ganancia
indebida. Este tipo de práctica fraudulenta ha estado presente a lo largo de la
historia del ser humano, pero su incidencia incrementó notablemente luego
de que el mundo diera paso a revolución industrial. Algunos de los alimentos
que se volvieron víctimas comunes del fraude, para la época fueron: la leche,
el pan, los cereales, la carne y el pescado, así como el vino y la cerveza.

Los fraudes alimentarios pueden ser de varios tipos. En primer lugar, la


adulteración, que consiste en añadir sustancias que no deberían estar
presentes en el alimento. Seguido por el robo, donde se toma un producto
legítimo y se hace pasar por otro. También se encuentra, la imitación, donde
un producto ilegítimo es diseñado para parecerse a otro que si es legítimo,
aunque no necesariamente completamente igual. Y finalmente, la
falsificación, cuando el producto infringe la Ley de Derechos de Propiedad
Intelectual y este es en su totalidad exactamente igual al que se quiere
copiar.

Estas prácticas fraudulentas ocurren, generalmente, cuando la oportunidad


de obtener ganancias es alta y el riesgo de detectar el delito y las sanciones
correspondientes se reducen, lo que conduce a una mayor motivación y
tentación de cometer fraude.
Además, el fraude alimentario plantea un riesgo alto para la salud de los
consumidores, acarrea el desperdicio de alimentos y tiene consecuencias
económicas para las empresas alimentarias, así como también
consecuencias estratégicas como destrucción de la imagen de la empresa y
de la marca, pérdida de credibilidad y reducción del mercado.

Existen cuatro criterios que permiten determinar si una situación se trata de


un caso de fraude alimentario. De este modo, se sospecha de fraude
alimentario cuando se cumplen estos cuatro criterios en un mismo caso:
incumplimiento de la legislación correspondiente referente a la cadena
alimentaria, intencionalidad de cometer el fraude, engaño o prejuicio de los
intereses tanto de los consumidores; así como de los compradores o
distribuidores y la obtención de beneficios económicos.

Dado que la mayoría de los fraudes son difíciles de entender para los
consumidores, las autoridades competentes son responsables de redactar y
hacer cumplir la legislación, de llevar a cabo los controles oficiales efectivos
en todas las etapas de la cadena alimentaria y de imponer fuertes sanciones.

El fraude alimentario por su naturaleza oportunista representa un desafío


tanto para las autoridades competentes como para la industria de alimentos.
Su detección e intervención son complejas porque los casos de fraude son
aislados o aleatorios y no se encuentran dentro de una distribución
estadística normal, para ello es necesario que existan una serie de
organismos dedicados a evitar este tipo de prácticas y reducir el impacto de
estas a la sociedad.

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