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‘Uno, dos 0 tres murciélagos, no tiene rigueza ni patria, ge6mo puede ser ‘que traigan felicidad? La luna ereciente y menguante gast6 sus plumas, Son feos, sin nombre. ‘Su corazén de piedra nunca pudo conmoverme 1 atardecer hhasta que un verano hacia el ‘al pasar por mi vieja casa vi muchos chicos jugando y sobre sus cabezas ain mas murciéglagos Bl atandecer artojaba sombras sobre la calle xy doraba el cuerpo de los mureiéiagos Revoloteaban sobre las puertas descascaradas pero nada tenfan para decir sobre el destino Entre las cosas antiguas un murciélago ; es de aquellas que generan tna especie de nostalgia. ‘Su actitud indolente hizo que me detuviera un largo tiempo fen ese barrio, en la calle donde erect ‘Un hombre envejece Un hombre envejece, entre miradas y conversaciones, centre pepinos y hojas de 6, ‘como humo subjendo, como agua bajando La oscuridad se acerca, En la oscuridad, el pelo se pone blanco, los dientes caen, ‘Como una anéedota de los viejos tiempos, ‘como un papel de reparto en una épera, un hombre envejece, Eltelén del otofo cae pesadamente. Elrocio esta frio. La mtisica obstinada continda, Vio un ganso rezagado de su grupo, un fuego extinguirse; hombres mediocres, mecanismos detenidos, un retrato incompleto. Cuando tos jévenes oman distancia, un hombre envejece, su mirada persigue el vuelo de un pajaro. ‘Tiene experiencia como para distinguir el bien y el mal, pero las chances se escurren como arena y las puertas se cierran. Un hombre joven vive dentro suyo; To que dice pertenece a su alma; los extraiios son balsas alas que afecrarse, Algunos construyen casas, otros bordan, otros apuestan. i gran viento de la vida barce el espiritu del mundo, solo los viejos pueden ver la devastacién en esto. Un hombre envejece, deambula sin pausa or la avenida de otros tiempos, de golpe se detiene, caen hojas de un érbol, pronto van a cubricl, ‘Atin més sonidos se meten a presién en su oido, asi como su cuerpo entraré en una caja; ese e el final de una setie de juegos: disimularel triunfo, disimulae la derrota. En eltecho de una casa, en el agujero de un érbol yaeescondié papeles lenos de amor y sufrimiento, Siquiere cosechar, yaes demasiado tarde, si quiere escapar, ya es demasiado tarde. Un hombre envejece, vuelve ala infancia, después igual que un animal se muere. Su esqueteto yas suficientemente duzo, puede soportar la historia, dejemos que otros graben sobre su tumba palabras que no le pertenecen. 152 Caballos del Sur Los caballos det Sur suefian que la nieve sella la puerta Fl duefio se mete en la cama ‘gual que un oso para hibernar Alatandecer Ja yegua da aluz yel duefio ni siquiera hatraido una limpara ‘Tres caballos en fila corsen hacia la meseta nevada ‘Tres estrellas se encienden brillantes 2 To lejos Alamafanaen el camino bhuellas que nadie reconoce, 153

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