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Textos Ulloa
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El sujeto empobrecido
En muchas ocasiones nos encontramos, durante el tratamiento
psicoterapéutico, con sujetos que se hallan frenados y/o paralizados frente
a diversas acciones.
La obsesión de repetición
“Siempre la misma historia”
En la vida corriente, y también en la de los pacientes que cursan un tratamiento
psicoterapéutico, observamos un hecho altamente frecuente. Esto es la
repetición en las historias de vida de los mismos hechos y
acontecimientos displacenteros, los cuales cuando tuvieron lugar, tiempo
atrás, tampoco fueron satisfactorios: elecciones de pareja desacertadas,
fracasos laborales recurrentes, paternidades no reconocidas. Se trata de
aquello que, cuando se observa desde afuera, nos hace decir “Uhh
nuevamente fulana/o, siempre la misma historia”.
La angustia
Del malestar al bien-estar
La angustia refiere a un estado afectivo sentido como congoja, entre la
pena y el agobio, que impacta sobre el cuerpo.
Las manifestaciones en el cuerpo van desde dolores en el pecho,
taquicardia, sudoración, falta de aire, contracturas musculares, dolores
estomacales, etc.
A diferencia del miedo, no hay un objeto concreto o una situación
específica que la despierte. Por este motivo, al sujeto le resulta difícil, en
muchas oportunidades, encontrarle una causa directa que la haya
despertado.
Secretos familiares
Esto quiere decir que el secreto es una verdad sustraída por alguien. En el
caso de una familia, sus miembros percibirán y girarán sin cesar en
relación a ese vacío no dicho, ese “algo” que se intenta ocultar.
Por este motivo, el secreto –es lo que ocurre indefectiblemente– va a terminar
manifestándose, de la peor manera, a raíz de que justamente no es
verbalizado.
¿Por qué afirmamos esto? Porque aquello que se intenta mantener al margen
de la palabra para otras personas, retornará a través de síntomas,
inhibiciones, enfermedades en el cuerpo, depresiones –muchas veces
severas–, intentos de suicidio, entre otras expresiones.
Los efectos patológicos mencionados se propagan, de no ser revelado y
elaborado el secreto, de generación en generación. A este pasaje se lo
denomina “transmisión transgeneracional”.
Las somatizaciones
Palabras atrapadas en el cuerpo
La fobia
Si esto es lo que ocurre, se le irán cerrando cada vez más espacios, el sujeto
tenderá a aislarse para evitar las diferentes situaciones que se le
han transformado en amenazantes y angustiantes.
El tratamiento psicoterapéutico es muy eficaz, porque a través de las
palabras asociados por el sujeto y el acompañamiento que proporciona el
terapeuta, se tendrá la oportunidad de descubrir qué es lo que
verdaderamente encubre el objeto y/o situación temida.
Lo que oculta es, así lo venimos afirmando, una angustia desmesurada e
intensa, relacionada con fantasías inconcientes que, como tales, no tienen
acceso a la conciencia del sujeto.
Las compulsiones
El duelo
El psiquismo, cuando se produce una pérdida, tiene una difícil labor, porque
el sujeto se repliega, retrocede sobre sí mismo y no tiene energía (libido)
para cargar, enlazar y, menos que menos, ocuparse del mundo exterior.
El aparato psíquico, decíamos, tiene que realizar un enorme trabajo:
desarmar, pieza por pieza, los lazos que unen al sujeto con aquello que ha
perdido. Desarmar en el sentido simbólico del término. Lo hace con dolor y
con esfuerzo.
Sólo al final del proceso de duelo, que se conoce, decíamos, como la
elaboración del duelo, el sujeto puede nuevamente otorgar y poner su
fuerza, su ánimo, sobre las cosas del mundo que lo rodea y sobre sus
relaciones personales.
Ataque de pánico
Además del alto grado de sufrimiento que experimenta el sujeto con ataque de
pánico, del que ya dimos cuenta, la experiencia clínica nos permite afirmar,
que si no se realiza lo antes posible una consulta psicológica, se
presentan tres peligros posibles:
Problemáticas de la infancia
¿Cómo tratarlas?
El analista prestará oídos para escuchar, en principio, si eso que “no anda”
forma parte del sufrimiento del niño/a, o si sólo es algo que perciben los
padres. También puede ocurrir que sea una preocupación para
el establecimiento educativo, porque el/la infante no responde a los
ideales de la época. O bien, lo que es peor aún, que la manera en que se
expresa el niño/a en apariencia coincide con alguno de los
“diagnóstico/s” que recorren nuestra actualidad y atraviesan también a la
infancia (por ejemplo, el TDAH, trastorno por déficit atencional e
hiperactividad).
Estas breves reflexiones surgen de un cruce entre los desarrollos que Freud
realiza respecto de la angustia y las circunstancias actuales en la que nos
encontramos con diferentes manifestaciones de nuestros pacientes, ante la
incertidumbre que surge como producto de la pandemia.
¿Qué lugar le damos a la angustia o como dice Freud, al desarrollo de
angustia, frente a una situación que es sentida como de peligro?
Frente a una situación que es percibida como potencialmente peligrosa surgen
diferentes afectos como miedo o terror que se manifiestan ante una
determinada amenaza o situación traumática.
Nos dice Freud: “La angustia designa cierto estado como de expectativa frente
al peligro y preparación para él, aunque se trate de un peligro desconocido.”
Esto que Freud llama “apronte angustiado” es la posibilidad del aparato
psíquico de abrir un espacio de pregunta, y trabajo psíquico frente a aquello
que no se entiende, que representa una pregunta sin respuesta frente a la
incertidumbre, frente a la imposibilidad transitoria de lo que llamamos
“momento de concluir” como cierre a alguna cuestión.
La angustia, frente al “instante de la mirada” que puede producir una situación
de “shock”, abre en cambio otro tiempo que es de suma importancia para todo
devenir de una elaboración psíquica posible frente a lo traumático.
Se trata del “tiempo para comprender.”
El “tiempo para comprender” y la angustia van de la mano.
La angustia es el signo de ese tiempo para comprender.
Por eso si eliminamos la angustia, también estamos eliminando ese tiempo
indispensable para que un trabajo psíquico sea posible.
Ese trabajo psíquico, en palabras de Freud, consiste en la ligazón de
representaciones que permiten una circulación de las cargas libidinales
depositadas en ellas y esto abre a la dimensión de la asociación que por
ejemplo vemos representada en el trabajo del sueño.
Freud nos dice: “No creo que la angustia pueda producir una neurosis
traumática; en la angustia hay algo que protege contra el terror y por tanto
también contra la neurosis de terror.”[1]
Es decir que la angustia es protectora porque, como manifestamos antes, va
asociada al “tiempo para comprender” en el que se produce el trabajo psíquico.
En términos freudianos esto produce una sobreinvestidura libidinal de las
representaciones potencialmente traumáticas y esto tiene un efecto
antiestímulo frente al agente dañino.
Freud en Más allá del principio de placer destaca: “Descubrimos, así, que el
apronte angustiado, con su sobreinvestidura de los sistemas recipientes,
constituye la última trinchera de la protección antiestímulo.”
¿Cual es el factor decisivo frente al encuentro con una situación traumática?
En toda una serie de traumas, el factor decisivo para el desenlace quizá sea la
diferencia entre los sistemas no preparados y los preparados por
sobreinvestidura.[2]
En palabras de Freud:
“Ya he indicado el importante papel que corresponde a la persona del médico
en la creación de motivos destinados a derrotar la fuerza psíquica de la
resistencia. En no pocos casos, (…) la colaboración de los pacientes pasa a
ser un sacrificio personal que tiene que ser recompensado mediante algún
subrogado del amor. Las fatigas y la amistosa tolerancia del médico tienen que
bastar como tal subrogado.”
Freud, Sigmund. Estudios sobre la histeria. Sobre la psicoterapia de la histeria.
Estamos en duelo cuando en la vida se produce una pérdida (de una persona
amada, de un trabajo, de nuestro lugar de residencia) ella nos ocasiona un
profundo dolor y un enorme desinterés y/o apatía por aquello que nos rodea.
Durante el duelo nuestra energía, nuestra libido, se concentra en nosotros
mismos y en la pérdida sufrida. Hacemos una retirada del mundo exterior y nos
cuesta, o directamente no podemos ocuparnos de las cuestiones de la vida
corriente.
Depende de qué pérdida se trate y de cuánto nos ha afectado el tiempo que
nos llevará procesar así como también finalizar el duelo.
A este proceso se lo llama trabajo de duelo.
Adicciones
Las adicciones son uno de los factores que más afecta a la población en estos
días. La cantidad de sustancias de consumo existentes y la proximidad y
rapidez con la que podemos acceder a ellas, hace que sea muy fácil generar
una adicción sin darnos cuenta. Esta situación comienza a escalar cada vez
más y a afectarnos en nuestra vida cotidiana, laboral y familiar.
¿Consumo o Adicción?
Como seres humanos lo que nos diferencia de los animales es nuestra entrada
al lenguaje. Somos seres parlantes y, por eso, somos nombrados y nos
nombramos de tal o cual forma. Esta es nuestra carta de presentación ante los
demás. Muchas veces, decirse Adicto es una forma de nombrarse y así
poder interactuar.
Psicoanálisis en la adicción
El relato con el que una persona cuenta su adicción da la posibilidad de saber
qué la motiva la adicción en cada caso. Si bien no hay un tratamiento general
para las adicciones, lo primero que deberíamos ubicar es que la causa de la
adicción no es “la droga” sino la satisfacción que genera y plantearnos la
pregunta: ¿qué es lo que ella sustituye para el sujeto?
Lo que nos estructura psíquicamente es la castración, la falta, un vacío que la
adicción viene a llenar. Es por esto que decimos que el foco no se ubica en la
droga, sino en la satisfacción sustitutiva que genera. Deberemos poder ir
ubicando, por medio del trabajo analista-paciente, cuáles son los espacios
que el consumo o la adicción vienen a completar y por este camino poder re-
escribir la historia de cada sujeto, modificando su posición frente a esto y
comenzar a nombrarse e interactuar de una forma nueva.
Nuestra apuesta desde el psicoanálisis es poder, a través de la palabra, del
discurso del paciente y la presencia y escucha del analista, ubicar las
satisfacciones sustitutivas que se ponen en juego en cada adicción. Y así,
ya sea con marcaciones o intervenciones del analista, poder mejorar la calidad
de vida (que en la mayoría de los casos está muy venida a menos por el
sufrimiento que la adicción genera) y la forma de nombrarse y relacionarse con
los demás.
La depresión
La depresión es uno de los principales malestares que padecemos en
esta época. Vivimos en un mundo altamente conflictivo en donde tenemos
exigencias múltiples y prisa por llegar. No se sabe bien a dónde, pero tiene que
ser de la forma más rápida posible. La competencia entre uno y otros es atroz,
la familia como institución está atravesando una importante crisis de valores y
el lazo social está mediado por la tecnología, en donde también rige lo
inmediato.
La depresión y la farmacología
La depresión se ha expandido tanto como las ofertas farmacológicas. Pareciera
existir un nexo entre la época en que vivimos, capitalista y neoliberal, y la
depresión. La oferta de psicofármacos está a la orden del día y promete
principalmente erradicar rápido los síntomas sin que el sujeto hable. La
pastilla suplanta a la palabra a modo de un tapón para la boca.
Nos estamos acostumbrando, cada vez más, a taponar la falta a través de
objetos de consumo, medicamentos, tecnología, vínculos fugaces en
donde predomina la imagen y no la palabra. Sin embargo, si toleráramos –con
ayuda, si es necesaria- la falta, nos encontraríamos con nuestro deseo y la
posibilidad de desarrollarlo en cada etapa de nuestras vidas. Así, tendríamos la
vacuna más eficaz para la depresión..
Lacan decía que de lo único que se puede declarar culpable a un sujeto es de
no asumir su propio deseo.
¿Qué es un trauma?
Ataques de pánico
Síntomas
El ataque de pánico se presenta con múltiples síntomas corporales, que
aparecen de manera abrupta en el sujeto siendo absolutamente
desconcertantes. Pueden ser fuerte sensación de asfixia, opresión en el
pecho, sensación de irrealidad o de muerte, palpitaciones, nerviosismo y
sudoraciones, entre otros. La persona entra en un estado de angustia
avasallante.
Los ataques de pánico implican un alto costo subjetivo para quienes los
sufren, ya que ven alterado completamente su ritmo de vida: a veces no
pueden salir de su casa, evitan las reuniones sociales, quedan abatidos,
asustados e inmovilizados.
Es muy importante realizar una consulta psicológica porque estos
desórdenes físicos, tan invalidantes para la vida, tienen un origen psíquico.