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Freud.

Inhibición, síntoma y angustia (1926)

En la descripción de los fenómenos patológicos, es necesario diferenciar síntomas e


inhibiciones.

Inhibición1 tiene un nexo particular con la función y no necesariamente designa algo


patológico. Es una limitación normal de la función.

Síntoma equivale a un indicio de un proceso patológico. Una inhibición puede ser un


síntoma.

Hablamos de inhibición donde está presente una simple rebaja de la función, y de síntoma,
donde se trata de una desacostumbrada variación de ella o de una nueva operación.

Entonces podemos decir que las inhibiciones son limitaciones de las funciones yoicas, sea
por precaución o a consecuencia de un empobrecimiento de energía, mientras que el síntoma
no puede describirse como un proceso que suceda dentro del yo o que le suceda al yo.

La inhibición se puede observar exteriorizada en diferentes funciones del yo a raíz de cada


una de las afecciones neuróticas. Freud escoge para su estudio comparativo la función sexual,
la alimentación, la locomoción y el trabajo profesional.

1. La función sexual puede ser perturbada por diversos procedimientos: (a) el extrañamiento
de la libido que parece producir una inhibición pura; (b) el menoscabo en la ejecución de
la función; (c) su obstaculización mediante condiciones particulares y su modificación
por desvío hacia otras metas; (d) su prevención por medidas de aseguramiento; (e) su
interrupción mediante un desarrollo de angustia toda vez que no se pudo impedir su
planteo, y por último (f) una reacción con posterioridad que protesta contra ella y quiere
deshacer lo acontecido cuando la función se ejecutó a pesar de todo.
2. La perturbación más frecuente de la función nutricia es el displacer frente al alimento por
el quite de la libido. Tampoco es raro un incremento del placer de comer; se ha
investigado poco una compulsión a comer que tuviera por motivo la angustia de morirse
de hambre. Como defensa histérica frente al acto de comer conocemos el síntoma del
vómito.
3. La locomoción es inhibida en muchos estados neuróticos por un displacer y una flojera en
la marcha; la traba histérica se sirve de la paralización del aparato del movimiento o le
1
Inhibición: limitación funcional del yo.
produce una cancelación especializada de esa sola función. Son característicos los
obstáculos puestos a la locomoción interpolando determinadas condiciones cuyo
incumplimiento provoca angustia (fóbica).
4. La inhibición en el trabajo nos muestra un placer disminuido, torpeza en la ejecución o
manifestaciones reactivas como fatiga cuando se es compelido a proseguir el trabajo. La
histeria fuerza la interrupción del trabajo produciendo parálisis de órgano y funcionales,
cuya presencia es inconciliable con la ejecución de aquel. La neurosis obsesiva lo
perturba mediante una distracción continua.

Las inhibiciones especializadas (tocar el piano, escribir, caminar) se producen por una
erotización hiperintensa de los órganos requeridos para esas funciones (dedos, mano, pies).
La función yoica de un órgano se deteriora cuando aumenta su erogeneidad, su significación
sexual. Entonces las acciones se omitirán porque sería como si se ejecutase la acción sexual
prohibida. El yo renuncia a estas funciones a fin de no verse precisado a emprender una
nueva represión, a fin de evitar un conflicto con el ello.

Otras inhibiciones pueden manifestarse al servicio de la autopunición (por ejemplo, en las


actividades profesionales). El yo no tiene permitido hacer esas cosas porque le
proporcionarían provecho y éxito, que el severo superyó le ha denegado. Entonces el yo
renuncia a esas operaciones a fin de no entrar en conflicto con el superyó.

Las inhibiciones más generales del yo obedecen a un mecanismo más simple. Si el yo es


requerido por una tarea psíquica particularmente gravosa (sofocación de afectos, necesidad de
sofrenar fantasías sexuales que afloran de continuo, etc.) se empobrece tanto en su energía
disponible que se ve obligado a limitar su gasto de manera simultánea en muchos sitios.

II

El síntoma es indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada, es un resultado


del proceso represivo. La represión parte del yo, quien, por encargo del superyó, no quiere
atacar una investidura pulsional incitada en el ello. Mediante la represión el yo consigue
coartar el devenir consciente de la representación portadora de la moción desagradable. Esta
se ha conservado como formación inconsciente.

Ahora bien, ¿cuál es el destino de la moción pulsional activada en el ello, cuya meta es la
satisfacción?
Por obra del proceso represivo, el placer de satisfacción que seria de esperar se muda en
displacer.

Pero ¿cómo una satisfacción pulsional tendría por resultado un displacer?

A consecuencia de la represión, el decurso excitatorio intentado en el ello no se produce; el


yo consigue inhibirlo o desviarlo. Con esto se disipa el enigma de la mudanza de afecto a raíz
de la represión. Esto le concede al yo la posibilidad de exteriorizar una vastísima influencia
sobre los procesos del ello.

¿Cuál es la vía que le permite al yo este despliegue de poder sobre los procesos del ello?

El yo adquiere este influjo a consecuencia de sus vínculos íntimos con el sistema de


percepción (P-Cc) que se conecta con el fenómeno de la conciencia; recibe excitaciones no
sólo de afuera, sino de adentro y, por medio de las sensaciones de placer y displacer que le
llegan desde ahí, intenta guiar los decursos del acontecer anímico en el sentido del principio
de placer.

El yo, cuando se revuelve contra un proceso pulsional del ello, emite una señal de displacer
para alcanzar su propósito con ayuda de la instancia del principio de placer.

¿De dónde proviene la energía empleada para producir esta señal de displacer?

A raíz de un peligro externo, el ser orgánico inicia un intento de huida: primero quita la
investidura a la percepción de lo peligroso; luego discierne que el medio más eficaz es
realizar acciones musculares tales que vuelvan imposible la percepción del peligro. Es decir,
sustraerse del campo de acción del peligro.

La represión equivale a un intento de huida. El yo quita la investidura (pre-cc) de la agencia


representante de pulsión que es preciso reprimir (desalojar), y la emplea para el
desprendimiento de displacer (de angustia).

 En este punto es necesario retener la idea de que el yo es el genuino almácigo de la


angustia, y a rechazar la concepción anterior, según la cual la energía de investidura de la
moción reprimida se mudaba automáticamente en angustia.

¿Cómo es posible, desde el punto de vista económico, que un mero proceso de débito y
descarga, como lo es el retiro de la investidura yoica preconciente, produzca un displacer o
angustia que solo podrían ser consecuencia de una investidura acrecentada?
Esa causación no está destinada a recibir una explicación económica porque la angustia no es
producida como algo nuevo a raíz de la represión, sino que es reproducida como estado
afectivo siguiendo una imagen mnémica preexistente.

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