Está en la página 1de 9

Había dejado de tocar, había ido al único bar del pueblo y ahí tomo un licor de manzana

horrible. ​La Ciudad de las Manzanas ​había sufrido un cambio, el Señor de las manzanas
entregó su territorio a las nuevas Dott del Norte y eso provocó que todo lo relacionado a las
manzanas comience a escasear por todo el sur.
Escuchó las habladurías propias del lugar y otras interesantes: ​"el nuevo Dott reclutaba
gente para el ejercito mas grande que se haya visto en mucho tiempo, el Dott Damian era
un Detentador de fuego, el Dott va a atacar, el nuevo Dott está construyendo barcos y
armas de guerra como no se veían desde las pestes…"
- Hola ! ¿Puedo fingir que estamos juntos? -
Se sentó frente a él, era una mujer, tenía unos preciosos ojos grises apenas visibles bajo
un tupido flequillo de cabello negro y lacio y ademas cubría su cuerpo y cabeza con una
capa de paño gris. Tenía en el rostro una antigua marca como de quemadura en la mejilla
izquierda, no era muy alta, eso le hacía parecer más joven, pero no era joven. Agachaba la
mirada como si Héctor fuese un Señor y evitaba mirarlo a los ojos.
Sucedía frecuentemente, lo veían cantar y se le acercaban con excusas de las más
variadas, una historia que contar, ladronzuelos, apostadores, hombres y mujeres que
habían sido seducidos por su voz y en general, todo tipo de personas atraídas por el título
que ostentaba o simples curiosos.
Hacía solamente un año que había sido el favorito del anterior Dott, llevaba en el cuello,
cerca de la nuez de Adán del lado izquierdo, la flor Druidhan de siete pétalos símbolo de
propiedad del Dott Martin. Cuando las personas se lo veían, lo trataban con mayor
cordialidad o no le pedían intercambios por sus bebidas o por su comida, pero Héctor
siempre pagaba, hasta cuándo no tenía que ofrecer, ofrecía sus canciones, su voz era
dulce, apacible, sus letras ingeniosas, se ganaba las simpatías de los Señores de los
pueblos por los que pasaba, el cariño de las cocineras, los suspiros de los jóvenes.
Al principio era gratificante y satisfacía toda su vanidad rodeado de elogios y personas que
le pagaban las bebidas o para obtener un momento a solas con él. Pero así como
experiencias buenas que aumentaban su ego, aprendió muy pronto que aunque a los
artistas y en especial a los músicos por lo general se los respetaba y se los protegía, si no
tenían una compañía de respaldo, los bardos errantes que vagaban libres eran, a veces,
presa fácil de ladrones y estafadores.
Muy rápido comprendió que era una estratagema. A las compañías de ​vodeville itinerantes
no les convenía ningún artista solitario, por lo general los artistas solistas eran más
económicos y cómodos, un señor importante podía simplemente ofrecerle una cama y
comida caliente y un bardo errante aceptaría, se quedaría un par de semanas y luego se
marcharía dejando al único Señor que verdaderamente importa, satisfecho de
entretenimiento, por lo que al llegar todo un voudeville no tendrían el apoyo del Señor. Lo
que hacían los encargados de los voudeville era enviar con varias semanas de anticipación
dos "exploradores" que se aseguren de que el próximo pueblo a visitar este ávido de
entretenimiento. Cuando descubrían un artista solitario,estos exploradores boicoteaban sus
presentaciones, le robaban los instrumentos, o la ropa. Hacían correr rumores extraños
sobre el artista. Lo emborrachaban o ponían polvos en sus bebidas para excitar la violencia,
así luego el artista era considerado un alborotador y lo invitaban a abandonar de inmediato
el pueblo.
Eran sus primeros días de bardo solista y errante, así que Héctor desconfiaba de todo y
todos aunque ya sabía reconocer el tipo de personas que se le acercaba y en este caso ella
era lo que aparentaba, una mujer ocultándose y por la tonada de su voz, no era de este
pueblo.
Ella se sentó y levantó suavemente su gruesa manga derecha, tenía una pulsera, ¿Una
serpiente blanca y negra? Notó que tenía piedras preciosas engarzadas...
- Te lo daré, a cambio de ayuda.
- ¿Qué ?
- Necesito llegar al pueblo Azul de los Luthiers.
- ¿De quién huyes? ¿Cuál es el problema? ¿Por qué me hablas a mi?
- Solo si salimos de este pueblo te lo contaré.
Héctor nunca fue una persona manipulable, tampoco era tonto, ella podía simplemente
estar haciendo bien su papel y al salir del pueblo lo atacarían, pero había una súplica en los
ojos grises de la muchacha que le gritaban "ayuda"
- Bueno, creo que puedo ayudarte, solo presta atención, cuando sea el momento
deberás estar lista para partir.
- ¿Cuándo será eso?
- Pronto.
Pasaron quince días, la mujer no volvió a aparecer. Héctor se alegró y pensó que quizás la
mujer había conseguido la ayuda que necesitaba, pero solo por precaución decidió dejar el
pueblo de forma anónima en la hora dónde los ebrios ya están muy ebrios y es demasiado
temprano para que la gente decente esté fuera de su casa. Pero a metros de haber dejado
el pueblo, la sintió caminando detrás.
- Es todo lo que tengo- le dijo sin mirarlo y se acercó y le entregó su brazalete-
- No estoy haciendo nada, deberías quedártelo para utilizarlo cuando realmente sea
necesario, es demasiado valioso, no no lo acepto- se lo devolvió.
Caminaron juntos en silencio mucho tiempo, ella mantenía en todo momento su capa gris
cubriendola, paraban para comer o para descansar del sol.
Había empezado el otoño, los caminos estaban dorados y peltre, además ella insistía en no
ir por las carreteras, así que hacían un extraño paralelo hacia el norte siguiendo el curso de
lo que alguna vez fueron las antiguas rutas de asfalto. Cuando descansaban Héctor tomaba
la guitarra tocaba, cantaba y a veces incluso componía. Ella era como una sombra, tan
silenciosa que a veces tenía que mirarla varias veces para recordar que ella estaba ahí.
Los colores del otoño y el resplandor ambarino le recordó una antigua canción que hacia
mas de un año no cantaba

"​La triste sonrisa la iluminaba


dorado y miel sus colores
ella era la flor del invierno
antigua y última de ese linaje

Canción de lágrima azul cantaba


canciones de tierras olvidadas
Ella era perla y porcelana
nostalgia y recuerdos, triste viaje

Una última eterna caminaba


Fuerte guerrera solitaria
Estrella lejana en la noche
Un amor eterno en su equipaje

Dulce encanto de invierno anda


ya inminente la primavera
¿Puedes llevarme contigo, amor
mi princesa ambarina y salvaje?

Héctor cantó la canción como la había cantado miles de veces, la canción era casi un juego,
era íntima y no estaba nunca en su repertorio, se la había compuesto a una niña de ojos
ambarinos hacía mucho muchísimo tiempo atrás.
Pero la muchacha que lo escuchaba ahora lloraba. Silenciosa cómo era, Héctor ni se dió
cuenta hasta unos minutos después de dejar de tocar, se dió vuelta curioso
-¿Estás llorando?
- Es una canción hermosa nunca la había oído, es preciosa.
- ¿La canción te hizo llorar?
- es preciosa…
Héctor que no tenía la sonrisa fácil, sonrió, no pudo evitar recordar a la niña ambarina que
inspiró la canción y como esa niña siempre le pedía la misma canción una y otra vez. La
pequeña adoraba la canción y la escuchaba con una sonrisa en la cara y ojos llenos de
expectativa, a veces cambiaba la letra para que ella lo corrija, era un juego. Así que para él
era una canción alegre, nostálgica quizás, pero llena de alegría no entendía la profunda
tristeza de su compañera de viaje.
Tuvo que preguntar de nuevo
-¿Por qué lloras? Y entonces la muchacha le habló, le contó su historia.
Se llamaba Irene, era originaria del Norte, fue intercambiada a un Señor en la frontera. Ella
pertenecía a una de las últimas mujeres en llevar la marca del antiguo Dott del Norte una
quemadura en la mejilla izquierda, una cruz dentro de un círculo. Las nuevas Dott iban a
realizar muchos cambios desde que tomaron el poder, pero la Dott Mamba no perdió el
tiempo y siguió con el comercio, las había reunido a todas y les dijo que la situación iba a
cambiar pero que no había forma de hacerlo sin una transición… así que les había pedido
disculpas pero las vendió a todas, abandonandolas en las manos de los rufianes.
Cuando el nuevo Señor al que le debía sumisión se cansó de ella, volvió a intercambiarla
pero esta vez la llevó a una "casa de placer" dirigido por una madame...
- ¡Vaya nombre que se le dan a las cosas! Eso era una casa de torturas.- dijo -
se había quitado la capucha para mostrarle la cicatriz de su rostro, era bonita ahora no
tenía dudas, seguramente había pasado ya los veinticinco años. Sus bonitos y enormes
ojos, aún llenos de lágrimas, ahora parecían azules Héctor la miraba y notaba sus detalles a
pesar de ese pomposo flequillo que casi ocultaba sus ojos, eran grises. Su piel era delicada,
blanca, pálida y su cabello negro lacio y larguisimo, lo sujetaba en una cola baja.
Le contó que había sufrido el sometimiento en todos los aspectos posibles hasta que un
joven por alguna extraña razón la eligió de favorita, no podía decirle si se había enamorado
de ella o que, le explicó que ella carecía por completo de esos sentimientos, detestaba
profundamente a los hombres y sus sucias costumbres, así que ella no entendía qué es lo
que ese joven sintió por ella, pero ahora le debía su libertad y eso era maravilloso. El joven
comenzó a usarla de forma exclusiva y una noche la sacó de la casa de placer y la llevó
fuera del pueblo, le dió la ropa que ahora tenía, comida, y le dijo que encuentre la forma de
llegar a la ​Ciudad Azul de los Luthiers y que él iría hacía ahí ni bien las cosas se
tranquilizaran, la beso, le sonrió y se fue de regreso por dónde habían venido. Desde
entonces había pasado un mes y lo que la ponía triste era que estaba convencida que
estaba embarazada, sentía su cuerpo cambiando y no sabía que iba a hacer con eso.
- ¿Crees que falta mucho para llegar?
- Si. Si me hubieras hablado antes quizás conseguía que alguien nos acerque, yo
camino porque no tengo prisas ni apuro y me da igual. Lo resolveré en la próxima
ciudad que encontremos.- prometió Hector.
Ella volvió a adoptar su postura decaída y silenciosa caminaba junto a él unos pasos detrás
y siempre evitaba mirarlo a los ojos. Héctor se sentía a gusto con ella porque por lo general
él mismo era silencioso, nunca había conocido a alguien más discreto que él, había
conectado algo con ella ese día que cantó la canción de la ​Última Princesa​, así que Héctor
no perdía oportunidad para tocarla, aunque no la volvió a cantar, comenzó a verla sonreír y
sonrojarse cada vez que él cantaba, cosa que no había sucedido antes de la charla. A
Hector le conmovió su historia y al cabo de diez días de mutua compañía Hector ya
empezaba a entender que pudo haber visto en ella el muchacho de la historia, había en ella
algo, era algo en sus ojos o en su delicadeza natural que era encantador.
La convenció que debían ir más cerca de la ruta, si tenían suerte, quizás encontraban otros
viajeros o camiones.
- Camiones no, solo personas o familias, incluso vaudevilles pero no camiones. Ellos
llevan a las mujeres y a los niños en sus conteiners, lo sé porque así llegaban como
mercancía a la última casa de placer en la que estuve.
De alguna forma llevaban ya mucho mas de diez días en el camino cuando un vaudeville a
caravana completa dió con ellos.
- Mi señora, es un gusto para mí haberla encontrado… - Hector subió al trailer de la
matrona de la compañía.
- Así que tocas la guitarra… instrumento versátil y moderno, acá solo tenemos arpa y
violín. Nuestra arpista perdió la voz, ahora habla peor que yo, es una pobre adicta a
unas pastillas rosadas, una infeliz... - la compañía era dirigida por una mujer que no
era vieja pero que tampoco era joven. Era de cuerpo robusto, su cabello lo usaba
corto era castaño y resaltaba en su rostro un enorme lunar negro debajo del ojo
derecho, tenía una voz "aguardientosa" ronca pero potente, hablaba como si gritara-
podríamos alcanzarlos hasta el puente del ​Lago Gris​. Nosotros vamos a un pueblo
por ahí llamado ​BuenaVista queda a 10 días a pie del Pueblo Azul...Pero, yo no
hago caridad mi estimado, yo hago negocios...
- Tengo algunos bienes de intercambio…
- No quiero un pago por alcanzarlos hasta ahí, quiero un negocio que nos convenga a
todos.
- No tengo nada que…
- Oh sí que lo tienes… Sé quién eres, sé muy bien de dónde saliste, como te llamas,
cuántos años tienes y lo que hiciste desde que el Dott Martin te tomó bajo su tutela.-
Hector no sonreía nunca, era muy serio siempre, pero esta vez sonrió, era una
sonrisa de labios apretados, pero sonrió, aún era para él un orgullo lo que había
sucedido el día que él Dott lo escuchó tocar y se lo llevó con él.
- Te anunciaremos como nuestro, eres la novedad, todos los señores quieren
conocerte y escuchar la canción del ​poderoso detentador de fuego​.- Hector no
respondió, seguía sonriendo mirando hacia un punto fuera de ese trailer.
- Será una colaboración, cuando lleguemos al puente del Lago Gris terminará nuestra
relación, al menos por ahora… quizás más adelante….
- ¡Hecho!- dijo con una enorme sonrisa de siniestra satisfacción.
La matrona de la compañía con solo ver a la mujer entendió todo, no preguntó nada ya que
supuso que Hector era un pobre ingenuo enamorado de la mujer. El era muy joven recien
habia cumplido los veinte años y los músicos a esa edad aun son ingenuos cuando se trata
de mujeres, y esta lo estaba usando, era evidente que era una puta huyendo de su señor, o
madame… la marca en el rostro era el símbolo de lo que era, el bardo al parecer era
bastante estupido. Pero la matrona se sentía satisfecha, lo tenía y no lo dejaría irse de su
compañía.
Les explicó que todos los que viajan en la compañia deben ayudar con las tareas y existía
una regla inquebrantable no podían dormir juntos sino estaban unidos en una relación
formal
- ¿Están unidos en una relación formal?- preguntó la matrona
- Si - dijo Hector
- No ! - Dijo ella casi espantada-
Así que durmieron separados.
Como matrona de la caravana estaba investida de un poder especial para casar a las
parejas y además la primera hija mujer de una pareja que casaba se convertía en su
ahijada, todas ellas podían heredar el matronazgo (incluso por encima de sus propias hijas
si las tuviera) ella solo tuvo hijos varones así que siempre obligaba a casarse a quienes
estaban bajo su influencia.
A Hector y a Irene les tocó lavar los trastes desde la primera noche. Irene involuntariamente
llamaba muchísimo la atención de los músicos y artistas, Hector pensaba que era su cabello
negro interminablemente largo lacio y brillante era sin dudas uno de los motivos, Hector no
había conocido jamas a una mujer que lleve el cabello tan largo. Pero Héctor era ingenuo.
Fueron las jóvenes del voudeville, las primeras en rodearla y recibirla en sus trailers, de
noche se escuchaban las carcajadas y el alboroto. Cuando Hector se pudo acercar y
preguntarle a qué se debía Irene se sonrojó,​ “me preguntan cosas” ​fue todo lo que le dijo.
Cuando llegaron al primer pueblo, Irene ya trabajaba en las tareas de servicio, éstas tareas
eran realizadas por las esposas de los artistas o las hijas o hijos que no tenían talento para
el arte, o no lo intentaban, asi que a Irene le tocó lavar los trajes de los artistas y la ropa de
cama, hasta que una mañana Héctor la vió a ella trabajando bajo un intenso sol y no vio a
nadie mas que la ayudase. Fue y habló a la matrona y le pidió que no le asigne tareas de
esfuerzo dada la condición de Irene.
- ¿La condición? - La matrona que ya se lo imaginó desde la primera vez que los vió
juntos, se lo obligó a decir
- Embarazo…
- El embarazo no es una enfermedad, idiota. Más bien le dará fortaleza no perder la
actividad física, pero ahora veo porque quieren refugiarse en el pueblo Azul.
Aunque a decir verdad… ustedes no parecen muy enamorados, ¿estás seguro que
es tuyo…?-
- Eso no es de su incumbencia-
- ¿Cómo te atreves? todo lo que sucede en esta caravana es de mi incumbencia, la
posibilidad de que lleguen al pueblo Azul en un mes o en tres depende de mí
porsupuesto…
- No quise ofenderla, de verdad, no soy bueno para estas cosas, solo me preocupa...
La matrona lo echó de su trailer, pero esa misma tarde le asignó de forma exclusiva tareas
reducidas y la instaló con ella en su trailer. La matrona olía una historia en Irene y se
propuso averiguar qué escondía.
Una noche Irene buscó a Hector que compartía el trailer con dos artistas más, un escupe
fuego y un equilibrista, no había otro lugar apropiado para hombres solteros dentro de la
compañía así que los tres estaban muy incómodos.
Hector le propuso a Irene salir a caminar algo debía ser algo grave, ya que desde que se
instalaron Irene no había hablado mucho con él. Salieron de entre los trailers, estaban
caminando por el pueblo, era un pueblito pequeño de suelos de adoquines y todas las
casitas estaban pintadas de blanco, estaba fresco los vientos del otoño cada noche
enfriaban más.
- Estuviste increíble hoy…- Irene tenía un brillo especial en la mirada
- ¿ Estabas entre el público? que raro, no te ví
- Masomenos entraba y salía, hasta que la Señora Gigí me pidió que la acompañe un
rato y en ese momento saliste a tocar, pero luego me dejó ahí sentada, me dió su
copa llena de vino y se fue a dormir pero no quiso que la acompañe. Así que desde
ahí ví todo el espectáculo, es grandioso ¿como puede haber personas tan talentosas
y la magia, la magia es lo mejor, el fuego, desaparecer, uno de los artistas hizo
aparecer una lluvia de pétalos de rosas y todos aplaudieron fue maravilloso. Las
niñas bailando todas sincronizadas ¿Haz visto a Sheila? Es verdaderamente una
estrella cuando baila… Todas estas personas son maravillosas son como si…
parece un sueño...- Hector la contemplaba con algo que casi era una sonrisa, la dejó
hablar era evidente que por el vino que la matrona le había dado y el
deslumbramiento, Irene estaba excitada e irreconocible. La luz de la luna rebotaba
en su pálida piel, la risa de Irene era encantadora pensó lo raro que era verla asi y
escucharla reir entusiasmada, había pasado con ella mucho tiempo pero mientras
estuvieron solos siempre hubo entre ellos un muro invisible de desconfianza o
quizás solo era incomodidad, incertidumbre.
- Perdón debo estar aburriendote, lo siento es que no podía dormir y pensé que… no
se que pense - risas- y fue ahí cuando Hector empezó a ver a Irene realmente,
pensó que no era para nada increíble que un joven se enamorara de ella y la intente
salvar del mundo en el que hasta ese momento ella vivía. Hector caminó con ella
hasta entrada la madrugada dejándola hablar sin interrumpirla nunca, luego cuando
ya asomaba la claridad del amanecer la acompañó hasta el trailer de la matrona y el
se fué al suyo.
Desde esa noche Irene siempre iba a buscar a Hector, varias veces llevaba vino, al
parecer la matrona era generosa con Irene y siempre la dejaba con una o dos copas.
Partieron de ese pueblo a otro y a uno más y al momento de abandonarlo Hector le
dijo que estaban a muy poco de llegar al puente del Lago Gris, que debería ir
despidiendose de las niñas y de los amigos que hizo.
- Me gustaría quedarme, son todos tan buenos conmigo, la matrona me lo
ofreció y la verdad es una vida hermosa, viajando de un lugar a otro,
conociendo gente distinta cada vez, es un sueño...
- ¿De verdad vas a quedarte?
- Oh, no. Rechacé la propuesta, necesito llegar a ese pueblo ¿mira si el joven
Namaid ya me está esperando ahí? le debo mi eterna gratitud espero tener la
ocasión de demostrárselo, él fue amable conmigo y luego me salvo de ese
lugar horrible, no puedo fallarle no?... la verdad es que me gustaría mucho
vivir en esta compañía…- Hector la contemplaba con ojos sus azules ojos
intensamente clavados en Irene, ella hacía sus labores cotidianas y le
hablaba, mientras él solo pensaba lo increible que era que una mujer tan
dulce como Irene haya tenido el pasado que tuvo. Además Irene estaba cada
día más bonita quizás el embarazo estaban dando a Irene una belleza
especial, o era que le regalaron unos vestidos nuevos que le daban un porte
elegante con su larguísimo cabello era un contraste hermoso.
- Empieza a notarse - dijo Irene rompiendo el silencio contemplativo de Hector-
- ¿A si? Yo no noto nada… - mintió- asomaba una pequeña pancita bajo el
sencillo vestido de lino blanco y era imposible no notar sus pechos, a pesar
de los intentos de Irene de cubrirse lo máximo posible.- Solo noto que estas
mas hermosa- le dijo y la dejó hacer sus tareas.
Cuando por fin llegaron al viejo puente antes de dejarlos la matrona le pidio a Hector un
momento para hablar, a los diez minutos Hector salió furioso, si hubiera podido hubiera
matado a la matrona.
Hector estaba serio, enojado, rechinaba los dientes. Irene no lo entendía y cada vez que
preguntaba Héctor la ignoraba, o no le respondía. El silencio se apoderó de los dos, hasta
que llegaron al pueblo.
Todo el pueblo se concentraba en la plaza de los músicos, Hector había ido dos veces en la
vida. De pequeño le dijo a su padre que quería ser músico luego de que una mujer dejara
una guitarra en el intercambio de antigüedades de su padre. Pero a la guitarra le faltaban
dos o tres cuerdas y el tiempo pasaba y no las conseguía, así que su padre y él viajaron al
pueblo de los Luthiers a conseguir las cuerdas que faltaban. Se llamaba pueblo azul porque
los Luthiers vestían de esos colores, era su identificación.
La segunda vez fue con el Dott Martin que pidió exclusivamente regresar por ahí para que
su nuevo favorito, Hector eligiese un instrumento digno de ser tocado por él en su
presencia, así que la segunda vez lo recibieron, lo trataron con toda la dignidad de un señor
y le regalaron el instrumento que ahora llevaba.
La segunda vez había conocido al luthier Vito que era un anciano de cabello largo y blanco,
de mirada relajada, delgado y de dedos largos y nudosos a Hector se le ocurrió llevar a
Irene con él. Cuando ingresaron al taller unas campanilla de maderas que chocaron entre si,
anunciaron su ingreso. El taller era pequeño lleno de instrumentos de cuerda y olía a
madera y a barniz. en una mesita en el fondo Vito trabajaba en algo que quizás era un arpa
- Un momento por favor… - Vito no reconoció a Hector pero él se aseguró de que lo
recuerde, le dijo que había estado junto al Dott y sacó su guitarra y se la mostró. las
marcas de su oficio estaban ahí
- Oh si ya recuerdo ¿que se le ofrece ?
La verdad no podía saberse completa, porque como le recordó la matrona antes de dejarlo
ahí (el motivo de su furia) “¿Si sabes que ella pertenece legítimamente a una Madame no?
, ¿si sabes que era de Madame de la casa de putas favorita de Dott ?; ¿si sabes que es
norteña del grupo de Korrs vendidas por la mismísima Dott Mamba eso la vuelve mercancía
valiosa y exotica?; ¿no te preguntaste porque a una puta se le deja mantener en su poder
un brazalete de piedras preciosas? ¿sabes lo que le hacen a las mujeres que escapan del
puterío no? Solo imagina lo que le harían si se supiera que ella es una Korr… solo voy a
decirte esto: en seis meses estaremos volviendo siguiendo al verano, y vendré
especialmente al Pueblo Azul para afinar y comprar instrumentos, te unirás a mi compañía
de forma permanente o personalmente me la llevaré y se la devolveré a su antigua
Madame, solo tengo que mostrar su cara ahí está todo lo que necesito mostrar si necesitara
hacerlo y además me llevaré al crío, podrías intentar escapar con ella si ella no fuera tan
estúpida, porque lo es o no me lo habría contado todo, pero me lo contó. El joven que la
liberó y le hizo el bastardo, ese al que ella viene a esperar y al que le debe su eterno
agradecimiento, no se irá de este pueblo jamás, no la vas a convencer como no pude yo en
estos meses, se que ella no desea nada más que unirse a mi servicio, no lo hace por esa
ridícula esperanza, además ¿ le arrebatarías tu esa esperanza ? Podrías irte solo también
claro, pero mis ojos no se equivocan jamás, esta chica te importa. Te importa y no podrías
vivir sabiendo que quizás la arruinaste… piensalo un poco solo quiero que trabajes para mi,
tendrías tus comodidades y ya viste como es, solo es una cuestión de negocios, necesito un
cantante mas y eres el mejor que he visto, haces llorar al público o reir, tenes eso que hay
que tener y yo he visto muchos pero tu, tu eres muy bueno; piensalo te unes a nosotros en
seis meses, serás el atractivo principal, tu puta vivirá una vida tranquila en una casita con su
hijo y capaz incluso encuentre un hombre que se fije en ella o tu mismo podríamos pasar
por aquí con suerte hasta dos veces por año y lo mejor es que yo obtengo la voz que me
falta….
Cada vez que Hector recordaba las palabras de la matrona apretaba el puño y se mordía
los labios, estaba dispuesto a pensar la mejor opción para no caer en la trampa pero, no se
le ocurría nada que no involucre a Irene y eso le dolía.
Así que cuando hablo con el Luthie le dijo verdades a medias, si le dijo que estaba
embarazada y necesitaba un lugar donde establecerse, el amable luthie no estaba
dispuesto a darle ayuda pero, conocía a una mujer que había quedado viuda con 4 hijos
que si necesitaría de su ayuda.
La viuda no preguntó nada, le abrió su casa y los recibió encantada de recibir a un bardo y
de tener alguien que le ayude con el caos que era su vida, no podía trabajar tranquila,
últimamente solo vendía no reparaba y cada vez vendia menos. Necesitaba toda la ayuda
posible.
Asi que se instalaron ahi, Hector aprendió un poco el oficio de Luthie, la viuda era una
maestra muy hábil e ingeniosa y tenía un fino oído y manos delicadas para el trabajo. Al
cabo de un mes Hector sentía que podía renunciar a ser músico y quedarse a vivir ahí para
siempre, podría…
Irene estaba con un embarzo a punto de llegar a término pero todas las noches despues de
limpiar se sentaba junto a Hector para hablar, o para escuchar sus canciones o se lo pedía.
Pero hacia unos días notaba algo que lo molestaba, ya se conocían lo suficiente y además
Irene era en extremo prudente, todo el tiempo temía que su relación se arruinara o algo asi,
asi que cuando Héctor se mostraba tan apático, ella lo evitaba durante días hasta que todo
se normalizaba, pero esa noche, se desplomó en una silla agotadisima y le preguntó:
- ¿Qué es lo que pasa Hector?
- ¿Sabías que pareces una enorme luna llena? - risas
- Hector por favor, necesito saber que es lo que pasó con la Señora Gigi, ella es una
mujer excepcional que solo nos dio amabilidad y ayuda.. no entiendo qué pasó y se
que debe ser algo que no me queres comentar pero yo necesito una explicacion a
eso y a lo que hay entre nosotros.…- Irene ahora parecia un sol rojo, se ruborizó
hasta las orejas
- ¿Entre nosotros? - insistió Hector - ¿qué quieres decir con nosotros ?- Todo este
tiempo Héctor sintió la necesidad permanecer junto a ella. Él la quería, se lo decía
siempre y alguna que otra vez habia demostración de cariño como cuando Hector la
tomaba de la mano o cuando la abrazaba o cuando le hablaba a la panza o le
cantaba. Hector se mostraba cómodo incluso con los niños de la viuda, les daba
clases de música o jugaba con ellos mientras la viuda se dedicaba a sus
reparaciones, cocinaban, limpiaban, vivian una sencilla y pacífica vida.
- Hector yo… estoy confundida.. Hector se había acercado lo suficiente como si fuera
a darle un beso, un beso que habria querido dar pero no pudo hacerlo y luego
derrotado pensó que jamas iba a darselo.
- Irene, yo te quiero, muchísimo pero entre nosotros solo hay amistad, ya sabes ese
caballero al que esperas…
- Pero no se si vaya a llegar algún día… en cambio vos, osea nosotros…lo nuestro…
podríamos unirnos al voudeville de la señora Gigi y viajar y… lo ves, siempre que te
la nombro te cambia el semblante, yo necesito saber que es lo que pasó… ¿a dónde
vas?
Hector salió de ahí fue a caminar necesitaba solucionar ese tema lo antes posible.
Hablaría con Irene se lo diría, y juntos tomarían la mejor decisión ella se lo merecía.
Merecía saber que la señora Gigí era una embustera y que jamás estaría a salvo cerca de
ella. Pero cuando regreso las labores de parto se adelantaron y el momento de hablar
debería esperar.
Fue un parto complicado, la partera explico que al ser tan mayor es más difícil tener un
parto exitoso así que todos estaban en los pasillos de la casita de la viuda, esperando
cualquier novedad. Al final todo salió bien y nació un bebé saludable de cabellos rojos,al
que Irene puso por nombre Namaid. También Irene estaba bien, por alguna razón tenía
mucha hambre y mucha sed, pero estaba bien.
Al mes, Héctor seguía sin poder plantearle el tema, ya habían pasado más de 6 meses en
cualquier momento la caravana podría aparecer y debería tomar una decisión... en realidad
ya había decidido pero quería ser honesto con Irene, decirle la verdad para que no vuelva a
confiar mucho menos en la matrona Gigi, pero el momento no se daba y cada vez era más
claro para él que debía dejarla. Debía protegerla a ella y al pequeño, la matrona tenía razón
ella estaría a salvo viviendo con la viuda, viviendo sencillamente sin preocupaciones, todo lo
que él debía hacer era alejarse de ella, unirse a la compañía.

También podría gustarte