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Enseñanza a Distancia

UNIVERSIDAD TEOLÓGICA INTERNACIONAL

DISCIPLINA

MINISTERIOS
ECLESIÁSTICOS
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SUMÁRIO

MINISTERIOS ECLESIÁSTICOS .................................................................................................. 4


1. INTRODUCCIÓN ..................................................................................................................... 4
2. MINISTERIO ............................................................................................................................ 5
2.1. APÓSTOLES.................................................................................................................... 6
2.2. PROFETAS ...................................................................................................................... 7
2.3. EVANGELISTAS.............................................................................................................. 7
2.4. PASTORES ...................................................................................................................... 8
2.5. MESTRES .......................................................................................................................10
2.6. TRABAJO MINISTERIAL EN EQUIPO .........................................................................10
2.7. DIÁCONOS .....................................................................................................................10
2.7.1. ¿NECESITAMOS AÚN DE LOS DIÁCONOS?.................................................................13
3. CONCLUSIÓN ........................................................................................................................16
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MINISTERIOS ECLESIÁSTICOS

1. INTRODUCCIÓN

Algunos animales viven totalmente aislados. No se asocian ni con otros de su


propia especie, excepto, con la madre en el primer período de la vida y con la
compañera (o) durante el celo. El ser humano, por el contrario, es gregario. Vive en
grupos. Tal asociación es necesaria para alcanzar objetivos que, individualmente, no
serían posibles. Además, la propia naturaleza humana siente necesidad del
compañerismo y del amor. Después de haber creado a Adán, Dios dijo: "No es
bueno que el hombre esté solo." Quien insiste en aislarse la lucha contra el sentido
común y se vuelve infeliz. Como dijo Salomón, el que se separa se ha protestado
contra la verdadera sabiduría. (Pv.18: 1).

Sin embargo, vivir en grupo tiene también sus problemas y crea nuevas
necesidades. El primer problema es la dirección a tomar. Si son muchos los
componentes del grupo, muchas son las cabezas y diversas opiniones. Por eso, son
necesarios los líderes. No para hacer su propia voluntad, sino para interpretar la
voluntad del grupo y viabilizar su ejecución. Esta es una dura tarea. Exige sabiduría
y buen sentido, porque puede ser que el grupo esté engañado en cuanto a sus
propósitos. Por eso, el líder necesita tener capacidad y preparación superior a la
media del grupo, para poder conducirlo de manera eficaz. Otra necesidad que surge
con el grupo es división de tareas. Es necesario identificar habilidades, talentos y
asignar responsabilidades.

El liderazgo es necesario en cualquier emprendimiento colectivo. La iglesia no


es una excepción. El líder de la iglesia es, en última instancia, el Señor Jesús. Él es
la cabeza de la iglesia. (Ef.1: 20-23).

Sin embargo, los hombres todavía necesitan líderes visibles; necesitan


modelos humanos y dirección humana, ya que no siempre están aptos para
escuchar el orden directo de Dios. Por eso, Dios instituyó ministerios en la iglesia.
¿Qué es un ministerio? ¿Cuáles son los ministerios establecidos por Dios? ¿Tal
liderazgo es todavía necesario en nuestros días? ¿Cómo está la realidad de las
iglesias en relación a todo esto?

En este estudio buscaremos respuestas a estas cuestiones. Necesitamos


obtenerlas urgentemente, pues la indefinición en ese asunto ha causado problemas
diversos en la obra de Dios y dificultado la expansión de su Reino.
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2. MINISTERIO

Entre otras informaciones, el diccionario de la lengua portuguesa nos dice que


ministerio es "trabajo o servicio en la iglesia". De modo que entendemos que todo
servicio cristiano que se desempeña de manera continua es un ministerio.

Desde el liderazgo hasta tareas operativas permanentes. Un trabajo eventual


no puede ser considerado. Aquí hay un factor que sirve para distinguir ministerios y
dones espirituales.

Hay cuatro términos griegos que se relacionan con los vocablos ministro y
ministerio:

a) Huperetai (huperetai)
b) Leitourgos (leitourgos)
c) Sunergon (sunergon)
d) Diakonos (diakonos)

Pablo emplea casi invariablemente, diakonos. El término aparece, en las cuatro


formas, 25 veces en el Nuevo Testamento. La forma "diakonia" aparece 24 veces,
siendo traducida por:

a) Distribución de servicio, socorro, servicio, ministerio o administración. Los


ministerios de liderazgo presentados en el Nuevo Testamento son:
b) Apóstoles;
c) Profetas;
d) Evangelistas;
e) Pastores (obispos, presbíteros);
f) Maestros (Efesios 4:11)

Los diáconos se presentan como auxiliares. No dirigen la iglesia local, pero son
responsables de algunas áreas. (At.6).

El ministerio es servicio. El ministro es un siervo. A veces, el apóstol Pablo usó


el término doulo (doulos), que significa esclavo. "¿Dónde está pues el sofisma?" El
verdadero espíritu del ministro, no debe ser la ambición carnal de mandar o ser
servido, sino reflejar en lo que Jesús siempre hizo en su ministerio terrenal, que fue
"no ser servido, sino servir". (Mc.10: 45).

Cuando los discípulos se disputaban entre sí para saber quién era el mayor,
Jesús los llamó a sí mismos y les dijo: sabéis que los que son considerados
gobernadores de los pueblos, los tienen bajo su dominio, y sobre ellos sus mayores
ejercen autoridad Pero entre vosotros no es así, por el contrario, quien quiera
hacerse grande entre vosotros, será el que os sirva, quien quiera ser el primero
entre vosotros, será siervo de todos. (Mc.10: 41-44).
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A pesar de las especificaciones bíblicas, las iglesias y las denominaciones


establecen algunos ministros y desprecian o ignoran a los demás.

Los Metodistas tienen obispos y pastores. Los Presbiterianos, la Asamblea de


Dios y otras iglesias pentecostales tienen pastores, diáconos y presbíteros. Los
Bautistas tienen solamente pastores y diáconos.

En la secuencia, procuraremos explicitar algunos detalles de cada uno de los


ministerios arriba citados.

2.1. APÓSTOLES

El nombre que designa el primer ministerio establecido en la iglesia (I Cor.12:


28) es de origen griego (apostolos) y significa "enviado", es decir, un individuo que
realiza un servicio especial, actuando en nombre y por la autoridad de quien ha
enviado.

El mayor de todos los apóstoles es el mismo Señor Jesús, que fue enviado por
el Padre para ejecutar su obra en la tierra. (Heb.3: 1 Jn.4: 34). Para que esa obra
fuese continuada después de su ascensión, Jesús escogió doce hombres. (Mt.10: 1-
2 Jn.20: 21).

Uno de ellos, Judas Iscariote, lo traicionó y fue sustituido por Matías. (At.1: 16-
26). Tales hombres fueron equipados por el Señor con autoridad, poder para operar
milagros, osadía para predicar, etc. Todo ello, mediante la operación del Espíritu
Santo que se les había dado (Hechos 1: 8).

Toda esa "munición" tenía por objetivo capacitarlos a despejar todos los frentes
por donde iban y allí establecen la iglesia de Jesucristo. Muchos cristianos afirman
que el ministerio apostólico ya no existe. Sin embargo, observamos que, además de
los doce, el Señor levantó a otros apóstoles en el período del Nuevo Testamento,
como, por ejemplo, Pablo y Bernabé. (At.14: 14). ¿Por qué no lo haría todavía hoy,
cuando muchos pueblos todavía no se alcanzan por el evangelio?

El apóstol no es un cacique o un papa. Donald Gee dice: "Este ministerio exigía


prácticamente que un apóstol reuniera casi todos los otros ministerios en un solo
hombre, así que él participaba en la inspiración del profeta, hacía la obra de un
evangelista, conocía el pastoral ‘cuidado de todas las iglesias’, debía ser apto para
enseñar, mientras que, atendiendo a la administración de negocio, seguía el ejemplo
del Señor en no esquivar los deberes de un diácono, cuando fuese necesario”.

Posiblemente, muchos de los misioneros de la actualidad sean, de hecho,


apóstoles de Jesús. Hay otros que, por no haber ido a tierras lejanas, no se
reconocen, pero están desempeñando ese ministerio en su propia "Jerusalén"
(Hechos 1: 8), y recibirán del Señor el debido galardón.
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2.2. PROFETAS

El profeta es la persona que recibe el mensaje directamente de Dios y la


transmite al pueblo. Este anuncio puede ser una revelación, una advertencia, o una
predicción.

Muchos profetas existieron en la historia de Israel. Su presencia es constante


en el Antiguo Testamento, apuntando el camino hacia el pueblo de Dios. Su
importancia era grande pues, como afirmó Salomón, "Sin profecía el pueblo se
corrompe". (Pv.29: 18).

En el Nuevo Testamento, Dios continuó levantando profetas. El primero fue


Juan el Bautista, que vino en el estilo de los profetas antiguos, asemejándose sobre
todo a Elías. (Lc.1: 76 Mt.11: 9-14 Mc.11: 32).

Su papel fue preparar el camino para el profeta mayor - Jesús, que a su vez,
levantó otros profetas para orientar a la iglesia que surgía. En el Nuevo Testamento,
hay menciones a este ministerio, habiendo muchos de ellos en Jerusalén, Antioquía,
Corinto, y otras ciudades. (At.13: 1 At.11: 27 I Cor.14: 29).

El profeta no es un mero predicador de la palabra, un maestro de la Biblia, ni


un predictor de futuro. El profeta es un ministro de Cristo. No apela a los poderes de
la lógica, erudición, oratoria, psicología, ignorancia o misticismo. Su mensaje puede
venir a través de una predicación, pero no necesariamente.

2.3. EVANGELISTAS

Es una persona dotada de capacidad especial para predicar el evangelio.


Algunos usan ese título sólo en relación a los escritores de los cuatro evangelios. La
Biblia, sin embargo, cita a Felipe y Timoteo como evangelistas. (At.21: 8 II Tm.4: 5).

Todos los cristianos pueden y deben anunciar el evangelio. Sin embargo, la


mayoría no es capaz de hacer una predicación propiamente dicha.

El evangelista es un predicador, y lo hace con maestría, habilidad, y poder que


le son conferidos por el Espíritu Santo especialmente para ese fin. Evidentemente,
no todo predicador es evangelista. Es bueno subrayar también que el trabajo del
evangelista no se restringe a la predicación, sino que abarca también el evangelismo
personal.

Consideramos que todo apóstol es un evangelista, pero no todo evangelista es


apóstol. El ministerio apostólico es más amplio y extrapola los límites de la iglesia
local.
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2.4. PASTORES

Volviendo al origen del término, un pastor es la persona que cuida de un


rebaño de ovejas. Su trabajo va desde la búsqueda del mejor alimento para ellas,
hasta la defensa contra ladrones o animales salvajes que puedan atacarlas. Abel fue
el primer pastor de ovejas. Los patriarcas - Abraham, Isaac y Jacob - fueron
pastores.

Este trabajo era muy común entre los israelitas y otros pueblos antiguos. El
propio David, que vino a ser rey de Israel, cuidaba de ovejas cuando era joven, y
percibió que, de la misma manera, Dios cuidaba de él y de su pueblo. Al reconocer
este hecho, David escribió el conocido Salmo 23: "El Señor es mi pastor y nada me
faltará".

En muchos otros textos de la Biblia, el término "pastor" se utiliza en referencia


a Dios ya los líderes de su pueblo. (Sal.100: 3 Jr.23: 1-2). En el Nuevo Testamento,
ese título ya se usaba normalmente como lo usamos hoy. Jesús dijo de sí mismo:
"Yo soy el buen pastor”. (Jn.10: 11). El término griego para pastor es poimen
(poimén).

El ministerio del pastor en la iglesia tiene las atribuciones que hemos visto al
principio: alimentar, cuidar, proteger, defender, conducir. Este es un hermoso
ministerio.

De los cinco ministerios de Efesios 4:11, el pastor es el que está más cerca de
la oveja, más comprometido y más atento con ella. En nuestros días, constatamos
que hay pastores demasiados, Cuando, sin embargo, conocemos a muchos de
estos ministros, nos dimos cuenta que no son, de hecho, pastores. Pueden incluso
tener uno de los otros ministerios bíblicos, pero, por una distorsión tradicional e
histórica de la iglesia, recibieron el título de pastor. Esto es, a veces, perjudicial,
pues muchos líderes viven esforzándose para ser lo que no son y dejan de hacer
aquello para lo que fueron llamados.

El trabajo del pastor en la iglesia, no es sólo bautizar, celebrar bodas,


funerales, predicar sermones, pero, de acuerdo con Ef.4: 11-16:

a) Perfeccionar a los santos para el desempeño del servicio de cada miembro del
Cuerpo de Cristo.
b) Edificar el cuerpo de Cristo que es la iglesia.

Otros títulos utilizados para el pastor en el Nuevo Testamento son: obispo y


presbítero.

a) Obispo - viene del griego episcopos (episkopos). Indica, no oficio, sino función, el
trabajo específico de un pastor dotado de visión administrativa, un
superintendente. No hace todo el trabajo, sino que organiza, provee todo y luego
supervisa. El término episkopos era dado a aquel que tenía la función de vigilar,
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fiscalizar, principalmente las embarcaciones. Los griegos y los romanos usaban


este término para designar a superintendentes de obras profanas o sagradas. El
obispo como pastor tiene la responsabilidad de ver que el servicio sea bien
hecho. No se encuentra en el Nuevo Testamento el uso del vocablo obispo en el
sentido de un oficial eclesiástico que tiene autoridad sobre los otros ministros del
evangelio.
b) El presbítero - significa viejo, anciano. En el primer viaje misionero, Pablo y
Bernabé, en la ida hicieron trabajo evangelístico y público; en cada ciudad por
donde pasaron reunieron a los convertidos, organizaron iglesias y ordenaron
presbíteros (Hechos 18: 21-23). Deberían ser hombres de cierta edad, firmes en
la fe, inquebrantables en el amor y constantes en la obra del Señor. Ellos fueron
elegidos por la iglesia para desempeñar funciones pastorales en la palabra, en
los bautismos, en la celebración de las cenas, etc.

El ministerio pastoral surgió en el libro de Hechos. En Jerusalén surgió el


primer rebaño por la obra del Espíritu Santo. Constituido de 120 personas, al
principio, aumentó a 3.120; fue creciendo siempre hasta llegar a "decenas de miles"
(At.21: 20).

Al principio, los doce cuidaban de todo. Hubo problemas y los doce cuidaron de
la oración y de la palabra y otros hombres pasaron a ser designados para otras
tareas. El trabajo del Señor fue más allá de Jerusalén y llegó hasta Antioquía de
Siria. Antioquía organizó trabajos en el continente.

En cada ciudad había presbíteros. En la era apostólica encontramos pluralidad


de pastores en cada iglesia (Fp.1: 1). Los presbíteros reclutados entre los
convertidos de las iglesias, deberían ser hombres de negocios y de trabajo. Algunos
se dedicaron grandemente al trabajo del Señor y pasaron a dar tiempo completo al
ministerio y el apóstol Pablo mandó dar a esos hombres, salarios doblados (1 Tm.5:
17).

Por el retrato que la Biblia guarda de algunos pastores, hombres transformados


por el Espíritu Santo, llenos de la gracia del Señor, revestidos de poder, conducta
ejemplar, irreprensibles, consagrados, dedicados exclusivamente al ministerio de la
palabra, buenos jefes de familia, serios, operantes y humildes, encontramos una
reproducción perfecta hoy en muchos obreros que se sacrifican por Cristo, colocan
el Reino de Dios por encima de todo y constituyen la galería de aquellos que viven
para glorificar al Señor.

La Biblia alinea en esta inmortal galería de pastores reales, Santiago, el


hermano del Señor que fue pastor de la iglesia en Jerusalén. Pablo y Bernabé
sumaron al don apostolar el don pastoral.

Un modelo de pastor en los tiempos modernos fue en el siglo pasado Charles


H. Spurgeon, del famoso Tabernáculo de Londres y miles de otros famosos o que
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vivieron en la sombra del anonimato, pero realizaron el inmortal trabajo de conducir


almas a Cristo y apacentarlas con paciencia es amor.

2.5. MESTRES

Dios dijo: "Mi pueblo fue destruido porque le faltó el conocimiento". (Os.4: 6).
Esta afirmación nos muestra claramente la importancia de la enseñanza de la
Palabra de Dios.

El apóstol Pablo dijo que no quería que los corintios fueran ignorantes acerca
de los dones espirituales (1 Cor.12: 1). Por supuesto, Dios no quiere que seamos
ignorantes acerca de ninguna de las doctrinas bíblicas, pues eso podría significar
nuestra destrucción. Por eso, él estableció maestros, o doctores, en la iglesia. Éstas
son personas que poseen el don de la palabra del conocimiento y de la sabiduría (1
Cor.12: 8). Además, tienen capacidad intelectual y facilidad de comunicación.

Actualmente, el nombre que damos a quien ejerce esta función es el de


"profesor". Sin embargo, el profesor no es tratado con la misma importancia, honor y
respeto que el maestro recibía en los tiempos bíblicos. Es probable que se trate de
un problema vinculado a la coyuntura político-social de nuestro tiempo, o,
específicamente, de nuestra nación, donde la educación es relegada al último plano.

La Biblia valora al maestro, como sucedía en la comunidad judía. Por encima


de todo, vemos que Dios los valora y los estableció en la iglesia. Estos hombres
desempeñan una noble función, cargan una gran responsabilidad (Tg.3: 1), que sólo
no es mayor que el galardón que los aguarda en la eternidad. (Dn.12: 3).

2.6. TRABAJO MINISTERIAL EN EQUIPO

Los apóstoles y profetas son las bases de la iglesia, siendo Jesús la principal
piedra de esquina. (Ef.2: 20-22). Los evangelistas son aquellos que buscan el
material para la construcción. (Mat.22: 9). Los maestros son los edificadores. Los
pastores son los que velan por el "edificio de Dios". (Hb.13: 17 I Cor.3: 5-17).

Esta ilustración nos da una idea aproximada de cómo es la integración del


trabajo de los cinco ministerios.

2.7. DIÁCONOS

Otro ministerio que figura en el Nuevo Testamento es el de los diáconos. Su


primera mención se encuentra en Hechos de los Apóstoles, en el capítulo 6, cuando,
debido a las murmuraciones de los cristianos helenistas, fueron escogidos siete
hombres para la dirección del trabajo social de la iglesia de Jerusalén.
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Hoy en día, hay personas que cuestionan la utilidad de los diáconos en


nuestras iglesias. Nos cuenta el autor de una de nuestras fuentes bibliográficas lo
siguiente:

"Después de una semana pasada en el Estado de Virginia, donde había


hablado en una reunión de diáconos, recibí una carta de la esposa de un diácono
que ejercía ese oficio en una iglesia bautista rural. Leía un reportaje de aquella
escuela de diáconos en el periódico de la localidad y quería saber si todavía había
¿Habrá algún servicio particular que el diácono pueda prestar en una iglesia rural
con un número reducido de miembros? Dicía que el marido era fiel cristiano en el
servicio de la iglesia, pero que el ser él diácono no significaba cosa. En la respuesta,
le aseguro que el oficio de diácono es escriturístico y, cuando está bien
comprendido, ofrece una oportunidad real de servir a la iglesia”.

¿Qué significa para la iglesia el oficio de diácono? ¿En qué afectaría su


programa si, por deliberación general y por amor a la paz, ese oficio fuera abolido?
En muchas iglesias bautistas la cesación de ese oficio sería mera formalidad. Y muy
posiblemente, algunas iglesias hasta recibir con entusiasmo ese cambio.

Un buen número de diáconos y pastores creen que nuestras iglesias serían


mejor servidas por otros oficiales y comisiones eclesiásticas. Y estos hermanos no
son herejes, ni reaccionarios; en su mayor parte, están sinceramente buscando
progresar el reino de Dios.

Por lo tanto, tenemos que pesar cuidadosamente las situaciones que vienen
provocando ese cuestionamiento. Y debemos darle una respuesta sincera,
inteligente y escriturística. Por eso, vamos a analizar algunas cuestiones que se
forman sobre el tema:

a) Primero: El mundo en que vivimos es diferente. ¿Cuáles son las condiciones que
llevaron al pueblo pensante a plantear la cuestión de la necesidad de diáconos?
En primer lugar, tenemos que reconocer el desconcertante contraste entre el
mundo del primer siglo y el del siglo XX. En gran distancia separa el mundo en
que la Iglesia Primitiva deliberó sobre la necesidad de hombres para servir a las
mesas de este nuestro mundo en que las iglesias hoy luchan por Cristo. El ritmo
de hoy es muchísimo más acelerado. En nuestras iglesias actuales vemos
reflejada la complejidad de la vida cotidiana. El crecimiento de las grandes
ciudades, el desarrollo de las iglesias en tamaño y número, la multiplicidad de las
organizaciones eclesiásticas, así como las amplias beneficencias que las iglesias
desean ofrecer al pueblo. Todo ello exige nuevos métodos de trabajo,
organizaciones modernas y de creciente eficacia. En un mundo como este en
que vivimos, muy fácilmente nos confundimos en lo que respecta al lugar del
diácono en la iglesia.
b) Segundo: El oficio del diácono ha sido mal interpretado. En muchas iglesias está
mal definido y mal entendido el oficio del diácono y el servicio que él debe
prestar. Buena parte de los bautistas tienen una idea errónea acerca de lo que el
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diácono debe hacer. ¿Qué significa para la iglesia el oficio del diácono? ¿Cuál es
la responsabilidad del diácono? ¿Qué función ejerce él? Si necesitamos diáconos
en nuestras iglesias hoy, ciertamente necesitamos también reestimar, revisar y
reaprender el servicio que ellos deben prestar.
c) Tercero: muchos choques han ocurrido entre pastores y diáconos. A veces
asumen la fe de verdaderos conflictos, y con ello mucho se perjudica la influencia
y la obra de esas iglesias. Algunos pastores creen que no pueden trabajarcon
sus diáconos. Entonces, a veces, oímos decir: "Sé muy bien lo que debo hacer.
Si mis diáconos no concuerdan conmigo, llevaré el caso a la congregación, y la
asamblea que resuelva”. Una situación de esas es, de hecho, muy desagradable,
y denota enfermedad espiritual. En algunas iglesias, el diaconato ya fue abolido
debido a esas desavenencias.

Hay iglesias cuyos diáconos se apropiaron de una autoridad muy contraria a


las enseñanzas del Nuevo Testamento. Hay un complejo de "junta", y un
pensamiento generalizado de que los diáconos son los "directores" de la iglesia.

Nada más distanciado de la índole bautista, y del esquema neo-testamentario


que esta idea. Cuando prevalezca este erróneo concepto, inevitablemente surgirán
aquellos que afirman que no hay necesidad alguna de diáconos. Sí, la verdad es
ésta - no necesitamos, en nuestras iglesias, de tales diáconos, ni de juntas
diaconales de esa especie.

d) Cuarto: hay muchos otros que sirven en la iglesia. En nuestras iglesias de hoy
hay mucha gente que ocupa posiciones de responsabilidad. Son profesores de
escuela dominical, directores de departamentos, presidentes de uniones,
presidentes de organizaciones misioneras, miembros de corales, y otras
actividades afines. Muchas veces estas personas dan mucho más tiempo de
servicio a la iglesia que incluso a los diáconos. En las grandes iglesias de las
ciudades, el número de hermanos elegidos excede, a veces, de quinientos, o
más, además de los elegidos por clase, o unidades, y de los que sirven por
nombramiento. En estas iglesias, el número de diáconos a menudo no llega a
cincuenta.

¿Habrá necesidad de un oficio que dé honra a unos pocos, cuando la vasta


mayoría del pueblo que realiza la obra de las iglesias no está incluida en ese oficio?
Por supuesto, los diáconos no hacen más jus a ese honor que los demás, y, sin
embargo, se les confiere un honor especial por un servicio no específico.

Además, se observa que cierta revista aconseja que se constituya en diácono a


todo aquel que ejerce algún oficio en la iglesia, sea hombre, sea mujer. Esta idea,
para muchos bautistas, toca las raíces del ridículo, pero es cierto el razonamiento
que la sostiene. Se hacen hasta comparaciones nada aconsejables entre el grupo
llamado de los diáconos y el de los otros obreros activos de la iglesia.
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De hecho, las dificultades son reales, y el problema no puede ser olvidado.


Mucha gente está preguntando cuál es la necesidad de ese oficio. El bienestar
espiritual de la iglesia exige una respuesta. La mayoría de los bautistas siente que el
diaconato es parte inseparable de la vida bautista. Pero las razones de su existencia
deben ser claras, concisas, escriturísticas y prácticas.

2.7.1. ¿NECESITAMOS AÚN DE LOS DIÁCONOS?

¡Sí! Es la respuesta más adecuada. Necesitamos a los diáconos en nuestras


iglesias actuales tanto como de ellos necesitaban los de la primitiva iglesia de
Jerusalén.

La comprensión exacta y el empleo adecuado del diaconato constituye una


respuesta clara a los problemas vitales que hoy desafían a las iglesias y, a veces,
atormentan su glorioso avance.

El diaconato es un modelo neo-testamentario. El motivo principal que nos hace


reconocer la necesidad de la existencia del diaconato en nuestras iglesias hoy debe
ser presentado en primer lugar, pues que todo lo demás se relaciona con él.

Necesitamos a los diáconos hoy, porque ese oficio es parte inseparable del
modelo de la iglesia neo-testamentaria. "Modelo Neo-Testamentario" es una frase
muy significativa para nosotros, bautistas, que nos gusta llamar a nuestras iglesias
de iglesias del Nuevo Testamento y que no nos filiamos a ninguna otra suerte de
iglesia.

Estamos perfectamente convencidos de que la iglesia debe derivar sus


doctrinas, organización y métodos, y su comisión igualmente, de las páginas del
Nuevo Testamento. Así, el programa de la iglesia debe ser organizado en plena
armonía y entera consonancia con las enseñanzas del Libro Sagrado. Fue la
dirección del Espíritu Santo que llevó a las iglesias del Nuevo Testamento a crear el
diaconado. La sabiduría divina trajo a luz el diaconato, dándole existencia, y él tiene,
así, una finalidad divina.

¿Aceptamos el diaconado por mera tradición? Absolutamente no. En el estudio


de este oficio, tres cosas son verdaderas y muy significativas en cuanto a la iglesia
neo-testamentaria.

Primera - aquella iglesia estaba fundada sobre una relación íntima, la de


pecadores salvos, con un Dios santo, por medio de Jesucristo. Así, la iglesia no es
primero un compañerismo, sino una afinidad, cuya piedra fundamental es la
confesión de una fe personal en Jesús.

En segundo lugar, la iglesia es una organización que subraya la gran


responsabilidad que tenemos para con Dios. Y, finalmente, su origen divino hace
eternos tanto su significado como su utilidad.
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Los programas, los planes y la estrategia de Dios nunca se quedan fuera de


tiempo o de moda.

¿Cuáles son los hechos históricos que debemos considerar aquí? Recordemos
las tormentas que daban contra la iglesia primitiva en Jerusalén. Los judíos parecen
estar convencidos de que la muerte de Jesús pondría fin a sus problemas
teológicos.

Creían que una vez muerto el Jefe de los nazarenos, sus seguidores pronto se
dispersarían. Un tiempo después, sin embargo, percibieron que ellos ganaban vida
nueva, vida esta, oriunda de la certeza de haber estado con Jesús, pues testificaban
que Jesús resucitó. Vino el pentecostés, y con éste el poder de Dios y el crecimiento
de la iglesia.

Una de las cuestiones que se plantearon contra la iglesia fue en relación al


trato que daban a las viudas, a los huérfanos y a los necesitados.

Los creyentes helenistas de la congregación reclamaban, diciendo que las


viudas hebreas estaban siendo mejor contempladas que las otras. Fue en ese
estancamiento que el Espíritu Santo presentó a los doce una solución: separar a
siete hombres de ciertas habilidades y les confiarían los problemas de la
distribución.

Y así, por sugerencia del Espíritu Santo, fueron elegidos por la congregación
los siete, para acudir a cualquier otra necesidad de la iglesia. "Entonces los doce
convocaron a la multitud de los discípulos y les dijeron: No es razonable que
dejáramos la palabra de Dios y sirvamos a las mesas. Escogí, pues, hermanos, de
entre vosotros, siete varones de buena reputación... a los que constituimos sobre
este (...), pero perseveramos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hechos
6: 2-4).

En el libro de Hechos aquellos hombres no reciben el nombre de diáconos. Son


casi siempre llamados "los siete". Sin embargo, hay acuerdo general en que la
elección de aquellos siete varones calificados significa realmente el inicio del
diaconato como un cargo en la iglesia.

Es en el tercer capítulo de la primera carta a Timoteo que aparece


cuidadosamente esbozadas por Pablo las calificaciones de los que debían servir a la
iglesia como diáconos. Al principio de su carta a los Filipenses, leemos esto:

"Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que
están en Filipos, con los obispos y diáconos". (Filipenses 1: 1). Tenemos aquí una
fuerte base escriturística para afirmar que, comenzando en la iglesia de Jerusalén, el
oficio del diaconato se desarrolló con la aprobación y la bendición del Espíritu Santo.

Hay que establecer una distinción entre la obra que el diácono realiza y el oficio
en que se invierte. El olvido de esta distinción ha acarreado muchos malentendidos
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acerca del diaconato, porque no existe una obra que sea hecha exclusivamente por
los diáconos, es decir, no hay ningún servicio que haga que otros no puedan
participar.

Esta distinción entre la obra y la posición que él ocupa se origina del Nuevo
Testamento, donde encontramos la palabra griega "diakonos" empleada tanto para
significar "ministro" como para significar "siervo". Tal palabra se usa en la mayoría
de las veces no para determinar aquel que tiene una posición o ejerce un oficio en la
iglesia, aunque veamos claramente, por las cartas paulinas, existir ese oficio. (Fp.1:
1 I Tm.3: 8 y 3:12).

El Nuevo Testamento emplea la misma palabra para referirse en general a


cristianos, como siervos, y también a oficiales particularmente para un determinado
servicio. El diácono tiene una responsabilidad especial para el servicio, pero sirve a
la iglesia en la misma base en que están llamados a servir a todos los cristianos.

Dado que el oficio apareció por la orientación de la sabiduría de Dios, claro


está que sólo debe desaparecer cuando de él se ven instrucciones claras. Lo que se
hace necesario es un redescubrimiento del oficio, un nuevo estudio de las Escrituras
al respecto, y una reconstrucción en el sentido de mejor evaluar esta creación de la
voluntad divina.

El Nuevo Testamento, de hecho, ofrece la respuesta correcta a la pregunta


sobre la necesidad de diáconos en nuestros días. Los diáconos fueron instituidos
con los siguientes objetivos:

a. Dejar despiertos a los ministros para dedicarse a la oración y al estudio y


enseñanza de la palabra de Dios.
b. Promover la paz en la iglesia al llenar una carencia que estaba generando
conflictos.
c. Promover el bienestar de los creyentes que se beneficiarán con su servicio.
d. Reforzar el liderazgo de la iglesia.
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3. CONCLUSIÓN

La Biblia nos presenta diversos ministerios eclesiásticos. Si Dios los estableció,


es porque ellos son necesarios e indispensables. Lo que se ve, sin embargo, es que
sólo el ministerio pastoral es valorado actualmente.

Creo que los otros ministerios existen, pero no son reconocidos. Cuando son,
parecen estar en un nivel muy por debajo del pastorado, y tal vez hasta abajo del
diaconado.

Las iglesias, en general, no invierten en la formación ni en la remuneración de


otros ministros. Por ejemplo: los evangelistas, excepto los grandes grandes
internacionales, no son vistos como ministros, a menos que sean también pastores.

¿Quién pierde con todo eso? La propia iglesia. ¿Qué vemos en muchas de
ellas? El liderazgo está centralizado en las manos de un hombre - el pastor.

La iglesia luego se convierte en un cuadro de ese líder. Se limita a sus límites y


se especializa en sus especialidades y dones. De ahí el hecho de que existen
iglesias "especializadas" en curación, o expulsión de demonios, o profecías, o
liberación de adictos, etc. Esto no es malo. El mal está del otro lado de la moneda.

Una iglesia "especializada” en curas normalmente es deficiente en la


enseñanza de la Palabra de Dios. Entonces empiezan los problemas y surgen las
herejías. Para evitar este tipo de situación Dios estableció ministerios varios y
distintos en la iglesia. Necesitamos valorar cada uno de ellos. Es necesario descubrir
aquellos que los poseen, invertir en la formación y la remuneración de esos
ministros. El liderazgo debe ser practicado por el equipo ministerial. La iglesia que
así lo haga, será equilibrada, crecerá naturalmente y tendrá salud espiritual.

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