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MÓDULO 1.

GÉNERO, DERECHOS Y POLÍTICA LABORAL


3. GÉNERO, DERECHOS Y POLÍTICAS PÚBLICAS

3.1. GÉNERO Y DERECHOS

Los derechos humanos son facultades condiciones o potestad de todos los seres humanos,
sin distinción alguna, que se basan en el principio de dignidad humana, el cual nos permite
reconocer en cada persona es un ser único, irrepetible, valioso, dotado de racionalidad, de
emociones, de sentimientos, de aspiraciones, para la expansión de sus capacidades, la
afirmación de la identidad, el libre desarrollo.

En un concepto más amplio y relacional Héctor Morales Gil de la Torre (1996), define los
derechos como “las condiciones que permiten crear una relación integrada entre
la persona y la sociedad, identificándose consigo mismo y con los demás” (Morales Gil de
la Torre, 1996, pág. 19). Este reconocimiento relaciona al ser humano con el otro para
respetarlo, pero también para respetarse, es decir para verse en relación con el otro como
sujeto, para comprender que no somos seres para los otros, en la medida en que no somos
instrumentos de nadie, cada uno es un fin en sí mismo. En conjunto, el cumplimiento de
todos los derechos permite que tengamos una vida digna.

Estos conceptos nos remiten a dos aspectos fundamentales de los Derechos:


a) La dignidad inherente a la persona humana, contiene, por un lado, elementos
subjetivos, que corresponden a las condiciones particulares de vida que permiten
alcanzar la felicidad y la realización humana; y, por otro, coexisten elementos
objetivos, vinculados con las condiciones de vida que tiene la persona, para
obtenerla.
b) Los límites al poder, principalmente hacia el poder de los Estados y de sus
instituciones de control, de regulación, de sanción. Se debe comprender que los
derechos son propios de las personas, por lo tanto no son asignados por institución
o persona alguna. El rol del Estado frente a los derechos humanos es la de
respetarlos, garantizarlos y protegerlos; de ninguna manera puede impulsar
acciones basadas en la represión, la discriminación, el temor.

Los derechos están plasmados en Convenios y Tratados internacionales; son vinculantes


con la Constitución y las normativas establecidas por los países firmantes, por lo tanto, su
cumplimiento es exigible por todos y todas.
La Constitución del Ecuador establece en el Art. 1 que el Ecuador es un Estado
Constitucional de Derechos, lo cual implica que, los derechos de las personas están
garantizados por la Constitución y las demás leyes están subordinadas a ella. Más adelante,
en el Art. 11, numeral 1, señala que: 1. Los derechos se podrán ejercer, promover y exigir
de forma individual o colectiva ante las autoridades competentes; estas autoridades
garantizarán su cumplimiento.

El Título II de la Constitución del Ecuador, desde el Art. 10 hasta el Art. 83, se abordan los
Derechos del Buen Vivir, los derechos de las personas en general y de los grupos de
atención prioritaria, los derechos de las comunidades, pueblos y nacionalidades, y los
derechos de la naturaleza.

Los derechos de las mujeres obedecen a la participación, exigibilidad y reflexión del


movimiento de mujeres, y a un gran esfuerzo colectivo e histórico para lograr su
reconocimiento.
Estas demandas son reconocidas y plasmadas en las Conferencias Mundiales de las
mujeres, que son reuniones de alto nivel de los representantes oficiales de todos los
estados del mundo. La primera Conferencia de la Mujer se realizó en México en 1975, en
la cual se designa el decenio de las mujeres (1975 – 1985). La segunda en Copenhague
en 1980, la tercera en Nairobi en 1985 y la cuarta en Beijing en 1995. En esta última se
aprobó la Plataforma de Acción de Beijing.

La Declaración de Viena de 1993, reconoce que “Los derechos humanos de la mujer y de


la niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales.
La plena participación en condiciones de igualdad de la mujer en la vida política, civil,
económica, social y cultural en los planos nacional, regional e internacional y la erradicación
de todas las formas de discriminación basadas en el sexo son objetivos prioritarios de la
comunidad internacional” (Párrafo 18).

Los Derechos de las mujeres se encuentran plasmados en varias Convenciones, que


clarifican las normas vinculantes que imponen a los Estados la obligación de cumplirlas.
Algunas de estas Convenciones son:

La Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer –


CEDAW-, que entra en vigor en 1981, define la “discriminación contra la mujer” como toda
distinción, exclusión restricción, basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado
menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente
de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos
humanos y las libertades fundamentales en la esferas política, económica, social ,cultural y
civil o en cualquier otra esfera”.
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la
Mujer, (Convención De Belem Do Para), firmada en 1996, protege a la mujer de la violencia
considerada como “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte,
daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como
en el privado”.
Importantes Convenios de la OIT tienen el objetivo de contribuir a superar situaciones
discriminatorias que viven las mujeres en su inserción y permanencia en el mundo del
trabajo, se mencionan algunas:

 Convenio Nº 100 sobre la igualdad de las remuneraciones, 1951. Las mujeres tienen
derecho a percibir el mismo salario que los hombres cuando realizan un trabajo del
mismo valor que éstos.
 Convenio Nº 111 sobre la discriminación en el empleo y ocupación, 1958. Ninguna
persona puede ser discriminada en su empleo u ocupación por motivos de raza, color,
sexo, ideas políticas, creencias religiosas, condición social.
 Convenio Nº 156 sobre los trabajadores con responsabilidades familiares, 1981. Todas
las trabajadoras y trabajadores con responsabilidades familiares tienen derecho a
protección especial y a no ser discriminados en el empleo y ocupación por esta
condición.
 Convenio Nº 183 sobre la protección de la maternidad, 2000. Este convenio revisa y
actualiza el Convenio 103 para la protección de la maternidad, con el objetivo de seguir
promoviendo, cada vez más, la igualdad de todas las mujeres integrantes de la fuerza
de trabajo, así como la salud y la seguridad de la madre y el niño. En el artículo I se
estipula que el término mujer se aplica a toda persona de sexo femenino, sin ninguna
discriminación, y el término hijo a todo hijo, sin ninguna discriminación.
 Convenio Nº 189, al trabajo decente para los trabajadores y las trabajadoras domésticas.
 Convenio Nº 190 sobre la Eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo,
adoptado por la Conferencia General de la Organización Internacional del Trabajo,
congregada en Ginebra, en junio del 2019, suscrito por el Ministro del Trabajo del
Ecuador, y entrará en vigencia para este país una vez que la Asamblea Nacional la haya
ratificado.

Los derechos de las personas GLBTI, son reconocidas en Resoluciones del Consejo de los
Derechos Humanos de las Naciones Unidas:

- En 2011, se aprobó una primera resolución histórica que reconoce los derechos de
las personas LGBT, que fue seguida de un informe que documenta las violaciones
de los derechos humanos basadas en la orientación sexual y la identidad de género.
- En 2014 fue aprobada la segunda resolución para combatir la violencia y la
discriminación por orientación sexual y la identidad de género.
- En 2016 fue aprobada la tercera resolución, sobre protección contra la violencia y la
discriminación,
- En 2017 se aprueba otra resolución instando a los Estados que todavía no han
abolido la pena de muerte a velar por que esta no se imponga como sanción por
determinadas formas de conducta, como las relaciones homosexuales consentidas.
- Los Principios de Yogyakarta fueron presentados, como una carta global para
los derechos LGBT, el 26 de marzo de 2007 ante el Consejo de Derechos Humanos,
aún no han sido adoptadas por los Estados en un Tratado y por tanto no son
vinculantes del Derecho internacional.

Los derechos de las personas GLBTI son parte integrante de los derechos de todos los
seres humanos, como reza la Declaración Universal en el artículo 1 "Todos los seres
humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos", y el artículo 2 plantea que "Toda
persona tiene los derechos y las libertades proclamados en esta Declaración".

La Constitución del Ecuador establece en el Art. 11, que “nadie será discriminado por
razones de etnia, lugar de nacimiento, edad, sexo, identidad de género, identidad cultural,
estado civil, idioma, religión, ideología, filiación política, pasado judicial, condición socio-
económica, condición migratoria, orientación sexual, estado de salud, portar VIH,
discapacidad, diferencia física; ni por cualquier otra distinción, personal o colectiva,
temporal o permanente, que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos. La ley sancionará toda forma de
discriminación”.

3.2. GÉNERO Y POLÍTICAS PÚBLICAS

En la IV Conferencia Internacional de la Mujer celebrada en Pekín en 1995, se acordó


impulsar una nueva estrategia para alcanzar la igualdad de género llamada en español:
transversalidad del género y en inglés gender mainstreaming.

La transversalidad del género es una estrategia para incorporar este enfoque en


instituciones y organizaciones públicas que tienen tareas, protocolos y normas de trabajo
establecidas, con el fin de conseguir su institucionalización.

La Transversalidad del Género no sólo prevé acciones para mejorar la condición y la


posición de las mujeres, sino también plantea desarrollar intervenciones dirigidas a
modificar la condición masculina para replantear la ubicación de los hombres en los ámbitos
donde han sido excluidos o se hace necesario su reposicionamiento (Incháuastegui &
Ugalde, 2004).

La transversalización de la perspectiva de género empieza por el diagnóstico de las


potencialidades y las inequidades entre los géneros, que serán la base para construir los
objetivos de equidad que se plasmarán en agendas y políticas públicas que disminuyan
brechas, así también en los procedimientos de evaluación, reprogramación y desempeño
global de las políticas.

Ya desde 1997, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas estableció que
“integración de género” o “incorporación de la perspectiva de género” refiere a: “El proceso
mediante el cual se valoran las implicaciones para mujeres y hombres de toda acción
planificada incluyendo legislación políticas o programas en todas las áreas y en todos los
niveles. Es una estrategia para hacer de todos los intereses y experiencias de hombres y
mujeres una dimensión integral del diseño ejecución monitoreo y evaluación de las políticas
y programas en todas las esferas política económica y social de manera que las mujeres y
los hombres se beneficien por igual y la desigualdad no se perpetúe. La meta última es
lograr la igualdad de género.”

El principio que orienta la incorporación de la perspectiva de género en las


intervenciones del Estado parte de reconocer que existen diferencias
estructurales en las vidas de mujeres y hombres en los distintos ámbitos
sociales, que deben de ser contempladas en el momento de elegir, diseñar
y evaluar las políticas públicas, para luego integrar sistemáticamente la
equidad de género en todos los sistemas, estructuras, políticas, programas,
procesos y proyectos del Estado.

Las políticas de equidad de género toman en cuenta las diferencias entre intragéneros e
intergéneros, analizan las causas sociales y los mecanismos institucionales y culturales que
estructuran la desigualdad, las consecuencias para el desarrollo y buscan compensar estas
posiciones de desventaja, como es el caso de las políticas de acción afirmativa, por
ejemplo, en los procesos de contratación asignar un punto más para las mujeres o personas
con discapacidad, en razón de que, pueden estar en desventaja en otros criterios de
selección, por ejemplo los años de experiencia o el nivel de estudios.

Para que las políticas se efectivicen en la práctica es necesario:


 Voluntad política expresada en planes, programas, proyectos que reduzcan brechas de
inequidad.
 Asignación de recursos financieros, materiales y humanos.
 Acciones específicas y acciones afirmativas.
 Acuerdo entre los actores institucionales y otros implicados en el proceso de
transversalización;
 Elaboración y difusión de herramientas de análisis y planificación adecuadas;
 Mayor información y conocimiento de las estructuras y mecanismos institucionales, datos
e investigaciones que permitan realizar el análisis de las condiciones relacionadas con
desigualdades y falta de oportunidades.
 Monitoreo y evaluación de la implementación de las políticas, para su mejora.

3.2.1. AVANCE DE LA IGUALDAD DE GÉNERO EN LAS POLÍTICAS LABORALES


En los años 70’, se produce una masiva incorporación de las mujeres al mercado laboral
como efecto de la crisis económica del país, la deuda externa profundizada en los años 80-
90, nuevos modelos de precariedad laboral, desregulación de la sindicalización y
contratación colectiva, la liberalización y flexibilidad laboral como nueva forma de contrato
de trabajo.

La fuerza de trabajo de las mujeres se convirtió en el “colchón” de la economía del hogar,


incorporadas a áreas productivas marginales, como las maquilas o empleos masivos
precarios, que redundó en una sobrecarga de trabajo, pues las políticas sociales no
reconocieron su labor reproductiva como trabajo, sino que las hicieron beneficiarias
indirectas de programas ligados a la maternidad y al cuidado de los hijos/as, programas
nutricionales o de control de la natalidad.

A decir de Cecilia Méndez (2014), “la vida de las mujeres del mundo, en especial las del
Sur del planeta se desarrollan en medio de las economías: la del mercado, la de
subsistencia y la del cuidado, tres economías que han asegurado la sobrevivencia de la
vida”. Estas tres visiones plantean también tres tipos de políticas: las relacionadas con la
inclusión económica y la generación de ingresos; las políticas de trabajo y empleo y la
regulación de los derechos del trabajo; y, las políticas de protección social enfocadas en los
servicios de cuidado.

En cuanto al Derecho Laboral, el comienzo de la inserción de las mujeres en el mercado


del trabajo se enfocó, en una primera fase, en cuidarlas de ciertos tipos de trabajos
considerados peligrosos, por ser más débiles y vulnerables, y siempre pensándolas desde
el rol materno. Así, en la reforma del Código del Trabajo de 1972 establece que: La mujer
no puede trabajar en destilación de alcoholes y fabricación de licores, en la elaboración de
materias colorantes tóxicas y donde exista, en general, peligro para su desarrollo físico,
como el manejo de sierras circulares o la carga y descarga de navíos; algunas prohibiciones
se mantienen hasta la actualidad, equiparándolas los prohibiciones de adolescentes,
definidas en el Capítulo VII: Del trabajo de mujeres y menores, en los que, además de las
prohibiciones se establecen las garantías de la mujer embarazada.

En 1997 se aprobó la Ley de Amparo Laboral de la Mujer que estableció entre otras
obligaciones: “Contratar un porcentaje mínimo de trabajadoras (mujeres), porcentaje que
será establecido por las Comisiones Sectoriales del Ministerio del Trabajo". Este mandato
se integra actualmente en el Art. 42, numeral 34 del Código Orgánico del Trabajo (Última
modificación: 26-jun.-2019).

La Constitución de 1998 logró incorporar disposiciones fundamentales para la promoción y


fortalecimiento de la igualdad de género y de los derechos humanos de las mujeres. Entre
los hitos más importantes se alcanzó: a) El derecho a la integridad personal y a una vida
libre de violencia, a la igualdad ante la ley y la no-discriminación; b) La participación
equitativa de mujeres y hombres en ámbito político; c) El derecho de las mujeres a tomar
decisiones libres y responsables sobre su vida sexual y reproductiva; d) El reconocimiento
formal del trabajo doméstico como labor productiva; e) La igualdad y corresponsabilidad en
la familia y el apoyo a las jefas de hogar, f) La educación no discriminatoria que promueva
equidad de género; y, g) La obligatoriedad del Estado de aprobar políticas públicas para
impulsar la igualdad de las mujeres.

En relación con derechos específicos que implican desigualdades de género, el Código del
Trabajo contempla desde 2005 normativa específica sobre la igualdad salarial y de
oportunidades laborales sin discriminación; pero añade que, “la especialización y práctica
en la ejecución del trabajo se tendrán en cuenta para los efectos de la remuneración” (Art.
79), lo cual pone en cierta desventaja a las mujeres quienes, por los roles de género, tienen
menos oportunidades de especialización y experiencia laboral.

La Constitución del 2008 mantiene todos los derechos de las mujeres conquistados en la
Constitución de 1998 y se amplían otros, tales como: Prohibición de acceso a cargo público,
a quien adeude pensiones alimenticias o sea responsable de delitos sexuales o de violencia
de género (Art. 113); vigilancia de la salud reproductiva de las mujeres trabajadoras (Art.
32). La obligatoriedad del Estado de propiciar la incorporación de las mujeres al trabajo
remunerado, en condiciones de igualdad de derechos y oportunidades, que garanticen
idéntica remuneración por igual trabajo entre hombres y mujeres. (Art. 331).

Atención especial merece el Art. 332, en el que concilia la labor productiva con la
reproductiva al garantizar el acceso y la estabilidad en el empleo sin limitaciones por
embarazo o número de hijos/as, derechos de maternidad y lactancia, y el derecho a licencia
por paternidad. Igualmente, se prohíbe el despido de las mujeres trabajadoras por causas
relacionados con la gestación y la maternidad, así como todo tipo de discriminación
relacionada con roles reproductivos. Para hacer efectiva la medida, se reformó el Código
del Trabajo y la Ley Orgánica de Servicio Civil y Carrera Administrativa, haciéndola regir
para el sector público y el privado.
En la Ley Orgánica de Servicio Público, promulgada en 2010, establece que se debe
garantizar en los procesos de selección e incorporación al sector público la presencia
paritaria de hombres y mujeres en cargos de nominación y designación (Art. 5). En lo que
respecta a la remuneración, entre los principios, estipula que sea proporcional a sus
funciones, eficiencia, responsabilidades y valorará la profesionalización, capacitación y
experiencia, observando el principio de que a trabajo de igual valor corresponde igual
remuneración (Art. 104). Además, establece como causal de destitución: realizar actos de
acoso o abuso sexual, trata, discriminación, violencia de género o violencia de cualquier
índole, coacción, acoso o agresión con inclusión de toda forma de acoso laboral (Art. 48)

Los Planes Nacionales de Igualdad de Oportunidades (2005-2009; 2010-2014) y las


Agendas de Igualdad (2014-2017 y 2018 – 2021) han incorporado entre sus políticas y
programas los derechos económicos de las mujeres, así:

El PIO 2005-2009, incorporó en el Eje 4.- políticas para la promoción y protección de los
derechos económicos, ambientales, del trabajo y el acceso a recursos financieros y no
financieros.

El Plan de Igualdad, No discriminación y Buen Vivir 2010-2014, establece 3 ejes temáticos:


Redistribución, Reconocimiento y Representación. En el eje de Redistribución se establece
como líneas estratégicas: 1.- Mujeres rurales y urbanas potenciadas como actoras
productivas, 2.- La generación de empleo promoviendo la no discriminación. 3.-
Reconocimiento del trabajo doméstico y desarrollo de sistemas públicos de cuidado
(cuidado infantil, apoyo escolar, provisión de recursos y servicios domésticos. 4.-
Conciliación de la participación femenina en las esferas privada y pública (laboral,
productiva, política, cultural y social) e incremento de la corresponsabilidad masculina en el
ámbito privado.

La Agenda Nacional de las Mujeres y la Igualdad de Género 2014-2017, establece en el


Eje 7: Producción y Empleo, 13 lineamientos para potenciar y efectivizar la actoría de las
mujeres y personas LGBTI en el desarrollo económico-productivo del país, entre ellos: 1.
aseguramiento y la protección social obligatoria; 2. ampliación de la oferta laboral, así como
su flexibilización, para las mujeres vinculadas al cuidado de terceros, mujeres jefas de
hogar, en situación de pobreza y extrema pobreza; 3. igualdad de oportunidades para
productoras rurales y urbanas; 4. incorporar en el sistema de economía popular y solidaria,
el conocimiento, prácticas y saberes de las mujeres; 5. eliminar barreras de acceso y
permanencia al mercado laboral para las personas LGBTI; 7. efectivizar la aplicación de la
normativa para garantizar condiciones libres de todo tipo de violencia en el ámbito laboral;
8. fortalecer y mejorar los mecanismos de control y regulación para garantizar sueldos y
salarios justos.

La Agenda Nacional de las mujeres y personas GLBTI 2018-2021, establece en el eje 2.2
Producción y empleo, las siguientes políticas: 1.- Alcanzar el desarrollo sostenible con
igualdad y autonomía de las mujeres; 2.- Reducir la carga de trabajo de las mujeres, con
ampliación de la cobertura de los servicios de cuidado, y disminuyendo la brecha salarial,
3.- Acceso al empleo adecuado, estableciendo medidas de acción afirmativa e incentivos.
4.- Programas y proyectos que aseguren el acceso y el control de los recursos y factores
de producción, servicios asociados y los beneficios del desarrollo. 5.- Facilitar la utilización
de tecnologías productivas y domésticas ahorradoras de trabajo, 6.- Eliminar barreras de
acceso y permanencia en el mercado laboral para personas LGBTI, mediante marcos
normativos incluyentes, acciones afirmativas, programas de sensibilización y formación, 7.-
Promover la asociatividad y la creación de emprendimientos productivos, financieramente
sostenibles.

Es necesario que se realice una evaluación de los PIO’s, y las Agendas de Igualdad, para
conocer los avances y logros en la reducción de brechas de inequidad, así como el
seguimiento al cumplimiento de las políticas públicas.

En relación a las políticas sectoriales, el Ministerio del Trabajo establece como su misión
“regular y controlar el cumplimiento de las obligaciones laborales mediante la ejecución de
procesos eficaces, eficientes, transparentes y democráticos enmarcados en modelos de
gestión integral, para conseguir un sistema de trabajo digno, de calidad y solidario para
tender hacia la justicia social en igualdad de oportunidades”1. Entre las políticas que ha
implementado para alcanzar la equidad y no discriminación se destacan:

- Dentro del Plan de Implementación 2016- 2017, el Ministerio del Trabajo, a través de
la Subsecretaría de Empleo y Salarios y la Dirección de Atención a Grupos
Prioritarios, llevó a cabo el Plan de asesoramiento, servicio y coordinación
interinstitucional de procesos de vinculación para el empleo de personas de grupos
prioritarios y/o en condiciones de vulnerabilidad.

- El Acuerdo 0082 referente Ministerial MDT-2017- para la “Erradicación de la


Discriminación en el Ámbito Laboral” y demás acciones que garanticen una relación
laboral justa, en condiciones dignas e igualdad de oportunidades.

- El Programa “Sello de Igualdad de Género”, liderado por el Ministerio de Trabajo con


la asesoría del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el
Ecuador y el Consejo Nacional para la Igualdad de Género, tiene el objetivo de
apoyar a las empresas públicas y privadas en la creación de condiciones igualitarias
para hombres y mujeres, promoviendo la eliminación de las brechas salariales de
género, incluir a las mujeres en sectores no tradicionales, promover el balance vida-
trabajo con responsabilidad social y promover el acceso de las mujeres a posiciones
de liderazgo.

- La Dirección de atención a grupos prioritarios brinda acompañamiento, asesoría y


desarrollo de talleres para guiar la implementación de políticas, normas y acciones
a favor de la igualdad de género en el ámbito laboral.

- El Ministerio de Trabajo cuenta con un sistema on line para denuncias SUT, para el
sector público y privado, así como quejas institucionales.

1
Misión referida en la página web del Ministerio del Trabajo http://www.trabajo.gob.ec/valores-mision-vision/
A pesar de notables progresos alcanzados en la legislación, en las políticas públicas y en
los compromisos de los Estados, las cifras actualizadas de la OIT muestran que persisten
las desigualdades de género en el acceso al mercado laboral y en las condiciones de
trabajo. El informe mundial sobre salarios 2018/2019, (Organización Mundial del Trabajo
(OIT), 2019) señala que la inequidad se mantiene, e incluso podría agravarse en los
próximos años, y lo fundamenta con los siguientes datos2:

- En 2018, la tasa mundial de participación femenina en la fuerza de trabajo es de


48,5% y se mantiene 26,5 puntos por debajo de tasa de participación masculina.
- El desempleo de las mujeres es de 6,0%; 0,8 puntos porcentuales más alto que el
de los hombres.
- La brecha salarial se mantiene en 31,3%

El informe muestra que en la mayoría de los países, la educación no es el problema


principal: las mujeres asalariadas de todo el mundo tienen el mismo o mejor nivel educativo
que los hombres. Sin embargo, la segregación ocupacional y la polarización de los
trabajadores por género de las industrias y de los sectores económicos destacan como
factores clave.

Las mujeres siguen sub-representadas en las categorías tradicionalmente ocupadas por


hombres y dentro de categorías similares se les sigue pagando menos que a estos, aun
cuando el nivel educativo de las mujeres sea tan bueno o mejor que el de los hombres en
ocupaciones similares.

El informe muestra que la maternidad conlleva una penalización salarial que puede persistir
a lo largo de la vida laboral de la mujer, mientras que la condición de paternidad se asocia
sistemáticamente con una prima salarial. (OIT, 2019)

Las mujeres siguen teniendo una menor tasa de participación en el mercado laboral, un
mayor desempleo, condiciones precarias de ocupación, acceso limitado a la propiedad de
la tierra, a los recursos y servicios, gran parte no tiene cobertura de seguridad social, no
poseen experiencia laboral porque se han dedicado a las tareas de hogar, excluyéndolas
de los beneficios del desarrollo. “A pesar de que han ingresado al mercado del trabajo de
manera paulatina, no ha habido con correlato en cuanto a la disminución de sus labores de
cuidado, puesto que aún siguen manteniendo de manera casi exclusiva las
responsabilidades domésticas y de cuidado, convirtiéndose ésta en la principal limitante
para el ejercicio de sus derechos” (CONSEJO NACIONAL PARA LA IGUALDAD DE
GÉNERO, 2018). Por otra parte, si se observa la segmentación laboral, existe una
presencia mayoritaria de mujeres en sectores feminizados, relacionados con roles y
funciones que históricamente le han sido asignados a las mujeres, y, por tanto, supone
externalizar al mercado laboral la tradicional división sexual del trabajo.

Según los datos de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU)


2018, en el Ecuador la participación de las mujeres en el empleo muestra un acelerado

2
Versión electrónica disponible en https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/---
publ/documents/publication/wcms_712957.pdf
incremento a partir del 2007 al pasar de 32,4% al 55,6% en el 2017, mientras que para los
hombres alcanza al 80,6%. El pleno empleo para los hombres en 2019, es de 44,8% y para
las mujeres, 30,1%, generando una brecha de 14 puntos porcentuales.

El diagnóstico del Plan Nacional de Desarrollo Toda una Vida, afirma que persiste una
brecha en el ingreso laboral promedio entre hombres (US$ 526) y mujeres (US$ 411), lo
que muestra una problemática doble: por un lado, no se remunera igual a las personas por
un mismo trabajo realizado y, por el otro, las estructuras laborales afectan de manera
diferenciada a hombres y mujeres, estas últimas con frecuencia obligadas a realizar dobles
o triples jornadas para aumentar sus ingresos. (SENPLADES, 2017, pág. 50)3.

Frente a esta realidad, el Plan establece como metas al 2021, en este ámbito:
• Reducir la brecha de empleo adecuado entre hombres y mujeres del 33,5% al 28,7% a
2021.
• Reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres del 21,9% al 18,4% a 2021.

BIBLIOGRAFÍA

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https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/---
publ/documents/publication/wcms_712957.pdf
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México: PUEG. Recuperado el 2019

3 SENPLADES, Gobierno del Ecuador, Plan Toda una Vida, Diagnóstico eje 1.
Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (SENPLADES). (2017). Plan Nacional de
Desarrollo 2017 -2021: Toda una Vida. Quito: Gobierno del Ecuador. Obtenido de
https://www.planificacion.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2017/10/PNBV-26-OCT-
FINAL_0K.compressed1.pdf

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