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(Herrero, 2013)
se considera la educación no como un derecho sino como una mercancía, a los centros educativos como
empresas y a los/as estudiantes como clientes (Jares, 2005). ¿Pero porque se dice esto?
Porque desde la investigación hablamos de inclusión, innovación, ciudadanía critica, valores, paz,
motivación, talentos, creatividad, entre otras; por otro lado, en la práctica educativa cotidiana, observamos,
selección, reproducción, seres pasivos, estandarización, violencias. Parece, entonces, que se pretende
aplicar al sistema educativo las mismas leyes del mercado: privatización, competitividad, fomento del
individualismo, exclusión, servir a intereses ideológicos, consumismo, gestión económica, neutralidad,
objetividad, etc.
podemos señalar también que este sistema educativo, lamentablemente, reproduce, distintos tipos de
violencia (Galtung, 1985; 1993), directa (etiquetas, menosprecios, exclusión), estructural (jerarquías,
homogeneización, estandarización, abusos de poder, relaciones dominantes) y cultural (roles de género,
prejuicios, estereotipos).
no se ocupa de formar una ciudadanía crítica, inclusiva, pacífica y creativa, pues deja de lado cuestiones de
vital importancia relacionadas con el ser.
como alternativa a la educación tradicional de la que venimos hablando, se plantea en este apartado la
necesidad de educar para la paz. A lo largo de la historia, contamos con distintos modelos y propuestas de
EpP
en el enfoque REM de EpP se asienta en dos conceptos controvertidos y generadores, en muchas ocasiones,
de violencia como son el poder y la competencia (Herrero Rico, 2019a, en prensa). por abusos de poder, por
estructuras sociales jerárquicas o por competir con los y las demás se excluye a muchas personas, se las
oprime, incluso, se las elimina y, en definitiva, se construye cultura de violencia.
el enfoque REM de EpP subvierte los argumentos negativos de ambos términos y rescata la positividad de
los mismos. Poder entendido como posibilidad (puedo hacer la paz), y competencia como habilidad o
capacidad (soy competente para la paz), es decir, el enfoque REM nos posibilita y capacita para hacer las
paces entre las personas, así como con la naturaleza, y nos empodera para contribuir a la creación de
culturas de paz desde nuestra cotidianidad .Significa abordar la vida como una tarea creativa, vivirla desde
una perspectiva creativa y no meramente reactiva. Esta definición nos interesa en nuestro enfoque REM de
educación para la paz porque aglutina en un solo concepto, competencia, habilidad, y creatividad, aspectos
transversales a la educación que requiere este nuevo S. XXI. Por su parte, la EpP desde el enfoque REM se
estructura respondiendo a los tres: componentes que tenemos que considerar a la hora de implementar
cualquier práctica o acción educativa:
LA PEDAGOGÍA CRÍTICA
El enfoque REM surge de la pedagogía critica. Para la pedagogía crítica la escuela es un espacio cultural
que afirma la auto transformación del educando, es un espacio de preparación para la construcción de
una sociedad más justa cultivando habilidades sociales para dicha construcción, concibe al profesor
como un intelectual crítico reflexivo, transformador con habilidades pedagógicas-políticas para suscitar
la toma de conciencia en la clase popular, trabajadora y ayudar a ésta, a desarrollar su liderazgo y
compromiso en la lucha colectiva. Concibe el educador como crítico, transformador y reflexivo que
tiene un fuerte componente intelectual en sus acciones y no sólo es un técnico, tiene la posibilidad para
transformar la tarea educativa.
supuestos básicos de la pedagogía crítica freiriana que han inspirado e influido en el enfoque REM de
EpP:
1) El aprendizaje debe estar conectado con la realidad, con la experiencia, para que sea significativo
2) El educador no se ubica asimétricamente con los educandos, sino que sus relaciones son horizontales
y se sitúan en un plano de igualdad, reconociéndolos como interlocutores válidos
3) El estudiante no es una vasija vacía que debe rellenarse de los conocimientos que el educador tiene.
Necesita distanciarse de su realidad para poderla aprender críticamente y transformarla. En este
contexto es donde Freire presenta la dialéctica del educador- educando como tópico: “Nadie educa a
nadie, así como tampoco nadie se educa así mismo, los hombres se educan en comunión, mediatizados
por el mundo”.
4) La educación es una tarea política que debe ser utilizada para trasformar la educación bancaria, para
analizar críticamente el mundo y buscar alternativas de paz, libertad e igualdad.
5) La educación liberadora no es una fórmula que haya que imponer para liberar a los excluidos, no es
una teoría que transforme la realidad en sí misma, a menos que parta de los mismos grupos sociales,
por lo que está sujeta a las contradicciones de los mismos grupos.
7) La teoría y la práctica se relacionan dialécticamente. No hay leyes objetivas por encima de los sujetos
de la historia. No hay consenso intersubjetivo por encima de las realidades sociales e históricas. En la
práctica, los sujetos construyen y modifican leyes sociales e históricas y son construidos y modificados
por éstas.
Freire (1970) propone una pedagogía crítico-dialógica, una pedagogía de la pregunta. La relación
dialógica de la escuela permite la aprehensión crítica del conocimiento significativo. En esta escuela se
estimula al alumno a preguntar, a criticar, a crear; se propone la construcción del conocimiento
colectivo, articulando el saber popular y el saber crítico, científico, mediado por las experiencias del
mundo.
EL PARADIGMA DIALÓGICO-PARTICIPATIVO
El enfoque REM se apoya en el paradigma dialógico-participativo propuesto por Martin (2011) como
alternativa al narrativo-contemplativo que hemos venido reproduciendo en el devenir histórico con el
legado de la educación tradicional. Mayoritariamente, el paradigma narrativo contemplativo se basa en
la superioridad del educador en cuanto al que posee el conocimiento, por lo que se mantienen unas
relaciones desiguales y de dominación entre el educador y los educandos. Así el educador es el único
que sabe y, por tanto, es el encargado de transmitir sus conocimientos a los educandos, para que estos
los asimilen. Con este tipo de educación tradicional narrativo-contemplativa el educador siempre va a
ser el transmisor de información, el experto, el que sabe y evalúa, mientras que los educandos serán
siempre los que no saben, los aprendices, los receptores de información, pasivos, conformistas y con un
pensamiento único y reproductor. De este modo, las relaciones que se generan son verticales,
unidireccionales, marcando jerarquías y abusos de poder, a su vez, el proceso de enseñanza no da pie a
la comunicación, es anti dialógico.
“se propone la participación como la característica básica e indispensable para hacer posible la
democratización, tanto en su dimensión de gestión como en su dimensión educativa, es un derecho y
una necesidad del proceso educativo institucional escolar” (Jares, 1999, p. 181). A su vez, la importancia
de la participación se ve reforzada también por las investigaciones de Martín (2010, p. 44-45) quien
trabaja la participación en tres sentidos: 1) Participación entendida como «tomar partido»: sería la
participación como elección o votación, donde se eligen representantes o se decide entre alternativas.
2) Participación entendida como «tomar parte»: vendría a significar la participación de forma no
episódica, sino cotidiana, en la vida ciudadana, política, cívica y comunitaria. Se trata de una acción
continua que implica un compromiso cotidiano con lo social. 3) Participación entendida como «formar
parte»: crea una nueva identidad orientada hacia los proyectos de futuro. Cabe mencionar, en este
punto, que el objetivo de estos tres tipos de participación es desarrollar una ciudadanía crítica,
democrática e inclusiva
HIPÓTESIS Haciendo referencia a las conclusiones del Manifiesto de Sevilla (Adams, 1992)
podemos afirmar que los seres humanos no estamos predeterminados biológicamente para
ser violentos, por lo que la paz es una posibilidad, una opción que podemos aprender, escoger
e implementar. En este sentido, se plantea como hipótesis de trabajo que todos somos
capaces para hacer las paces y, por ende, responsables de crear un tipo de comportamientos y
no otros. El que respondamos de una manera u otra dependerá, en gran medida, de la
educación que recibamos. De aquí se destaca la importancia de educar para la paz, para
capacitarnos en el reconocimiento de la alteridad, el dialogo, la interpelación mutua y la
búsqueda creativa de alternativas pacíficas de transformación de conflictos El fin es educar en
el conflicto, para abordarlo por medios pacíficos y convertirlo en oportunidades de
aprendizaje.
Conclusión
El primer resultado al que hemos llegado con el desarrollo de este articulo ha sido analizar el
legado que la educación tradicional nos ha dejado. Hemos podido vislumbrar que este legado
está inmerso de violencias y micro violencias, tanto directas, estructurales como culturales,
que continuamos reproduciendo en la actualidad. En esta reflexión, y en aras de una
pedagogía de la esperanza (Freire, 1996) vemos también que no estamos predeterminados a
reproducir o a aceptar pasivamente tal estado de cosas. En el sistema educativo se pueden
producir y de hecho se producen, resistencia, cambios y transformaciones (Jares, 2004, p. 28).
Este es el sentido del enfoque REM de EpP que propongo: tomar conciencia y analizar
críticamente las diferentes formas de violencia que se dan en el sistema socio educativo para
deconstruirlas, es decir, eliminarlas en mayor o menor medida, y reconstruir alternativas
pacíficas. El siguiente resultado, ha sido reflexionar desde la pedagogía crítica sobre el tipo de
educación que hemos venido heredando, que Freire llama “educación bancaria”. Hemos visto
que este modelo educativo que da una supremacía al rol del educador como la única persona
que sabe, basando el acto educativo en la transmisión de este conocimiento en manos del
educador y en la asimilación pasiva del mismo por parte de los educandos, está obsoleto. Por
tanto, se requieren otros nuevos enfoques que den la voz al estudiantado, que lo consideren
interlocutor válido y lo conviertan en un agente activo del proceso enseñanzaaprendizaje. Es,
desde este planteamiento crítico, desde donde reconstruimos el enfoque REM de EpP
(Herrero Rico 2013, 2019a, 2019b)