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Una de estas creencias es pensar que padecer cáncer es una sentencia de muerte. La
probabilidad de morir tras un diagnóstico de cáncer disminuye de manera constante, con una
tendencia mantenida a la reducción de la tasa de mortalidad por tumores, pese al aumento
global de la incidencia ya comentado. En la actualidad, el índice de supervivencia a cinco años
de algunos tipos de cáncer es incluso superior al 90%. Esta mejora en la supervivencia de los
pacientes con cáncer se debe a las campañas preventivas, de diagnóstico precoz y a los avances
terapéuticos. Estos han sido tremendamente relevantes en los últimos años y, probablemente,
conllevarán una mejora marcada de la supervivencia en los próximos años, a pesar del aumento
de cáncer de pulmón debido a la contaminación y, en especial, al aumento del consumo de
tabaco en las mujeres que ha duplicado la mortalidad por esta causa en las últimas décadas.
Asimismo, las metástasis (que son la extensión del tumor a otra parte del cuerpo, más allá de su
localización original) suelen ser un signo de mal pronóstico, pero no suponen inevitablemente
que el cáncer sea incurable.
Es también un falso mito la creencia de que la depresión, el estrés o la tristeza provoquen un
mayor riesgo de cáncer. Aun así, las personas que mantengan una actitud positiva a pesar de la
enfermedad podrían tener mejores relaciones sociales, manteniendo así una vida física y
psíquica más activa y con mejor apoyo emocional, lo cual podría ayudarles a hacer frente al
cáncer con mejores resultados. El cáncer es fruto de cambios y mutaciones dañinas en los genes.
Una creencia popular errónea es la de asumir que, si algún familiar tiene cáncer, los demás
miembros de esa familia también lo sufrirán. Esta agregación familiar no es necesariamente
cierta, dado que sólo entre el 5 y el 10% de los tumores son consecuencia de mutaciones
heredadas. Estas dan lugar a cánceres “familiares heredados”, en los que varios miembros de la
familia padecen el mismo tipo de cáncer.
El resto de los cánceres (entre el 90 y el 95%) son causados por mutaciones que ocurren como
consecuencia natural del envejecimiento y de la exposición a factores ambientales como el
humo del tabaco y la radiación, si bien en ocasiones esta exposición puede ser mayor en
miembros de una misma familia. De esta forma, no tener ningún familiar con cáncer no implica
que no se tenga ningún riesgo, dado que más del 35% de la población recibirá un diagnóstico de
cáncer en algún momento de su vida, la mayoría de ellos causados por mutaciones genéticas no
heredadas. Otro falso mito acerca del cáncer es la creencia de que se trata de una enfermedad
contagiosa. Es cierto que algunos tipos de cánceres están relacionados con lesiones producidas
por virus (como el Virus del Papiloma Humano) y bacterias (Helicobacter pylori) que son
trasmisibles, pero el cáncer que ocasionalmente causan no se puede diseminar de una persona
a otra. Salvo encaso de trasplantes de órganos o tejidos, el cáncer no es una enfermedad que se
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pueda trasmitir. Por ello se evita usar órganos o tejidos de donantes con antecedentes de cáncer
para trasplante, dado que si una persona recibiera órganos o tejidos de un donante que padeció
cáncer, podría presentar un mayor riesgo de padecer cáncer en relación con el trasplante. Aun
así, el riesgo es extremadamente bajo, del orden de dos casos de cáncer por cada 10.000
trasplantes.
ALTERACIONES GENETICAS
Cualquier cambio en la secuencia del ADN, puede alterar el código genético y, por tanto, puede
que altere la síntesis de la proteína para la que codifica.
Por ejemplo, si nos fijamos en la tabla del código genético, el codón CAA se traduce en el
aminoácido glutamina, mientras que AAA se traduce en lisina, por lo que el cambio de un
nucleótido por otro (C por A), cambia la composición de la proteína y puede que su correcto
funcionamiento. Pero, si el cambio es a UAA, este codón en lugar de dar lugar a glutamina es un
codón de parada por lo que se detiene la síntesis de la proteína.
Por tanto, la implicación clínica de una alteración genética dependerá de dónde se produce, es
decir, si tiene lugar en la región codificante (exoma) o no y también si la alteración causa un
cambio drástico en la síntesis de la proteína y por lo tanto en la función que esta lleva a cabo en
el organismo.
Podemos decir que, de manera general, las alteraciones genéticas tienen dos orígenes:
El cuerpo humano renueva de una forma regular casi todas las células de su organismo, para
ello las células se dividen dando lugar a dos células hijas. Durante este proceso de división
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pueden producirse errores que dan lugar a la formación de alteraciones genéticas. Factores
externos como el tabaco o la radiación solar, entre otros muchos, incrementan la probabilidad
de que este tipo de errores tengan lugar. Estas alteraciones genéticas que afectan solo a la célula
en la que se ha producido el error, se denominan somáticas, y no se transmiten a la
descendencia.
Sin embargo, las alteraciones genéticas también pueden estar presentes desde el nacimiento.
En caso de que el óvulo o el espermatozoide tenga un error en su material genético, este será
transmitido al cigoto y quedará presente en todas sus células, ya que todas las células del
“nuevo” ser humano parten de esa célula “original”. También es posible que la alteración se
produzca durante la embriogénesis (proceso de transformación del cigoto al embrión), aunque
las células sexuales no la presenten. En ambos casos estas alteraciones se denominan
germinales, y las personas que las presentan pueden transmitirlas a la descendencia.
La primera fase comienza cuando estos agentes actúan sobre la célula alterando su material
genético (mutación). Una primera mutación no es suficiente para que se genere un cáncer, pero
es el inicio del proceso. La condición indispensable es que la célula alterada sea capaz de
dividirse. Como resultado, las células dañadas comienzan a multiplicarse a una velocidad
ligeramente superior a la normal, transmitiendo a sus descendientes la mutación. A esto se le
llama fase de iniciación tumoral y las células involucradas en esta fase se llaman células iniciadas.
La alteración producida es irreversible, pero insuficiente para desarrollar el cáncer.
Si sobre las células iniciadas actúan de nuevo y de forma repetida los agentes carcinógenos, la
multiplicación celular comienza a ser más rápida y la probabilidad de que se produzcan nuevas
mutaciones aumenta.
A esto se le llama fase de promoción y las células involucradas en esta fase se denominan células
promocionadas. Actualmente conocemos muchos factores que actúan sobre esta fase, como el
tabaco, la alimentación inadecuada, el alcohol, et
Por último, las células iniciadas y promocionadas sufren nuevas mutaciones. Cada vez se hacen
más anómalas en su crecimiento y comportamiento. Adquieren la capacidad de invasión, tanto
a nivel local infiltrando los tejidos de alrededor, como a distancia, originando las metástasis. Es
la fase de progresión.
Para que se produzca un cáncer es necesario que de forma acumulativa y continuada se
produzcan alteraciones celulares durante un largo periodo de tiempo, generalmente años.
Como resultado las células están aumentadas en número, presentan alteraciones de forma,
tamaño y función y poseen la capacidad de invadir otras partes del organismo.
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¿Es necesario el envejecimiento? ¿Son necesarios las arrugas y el cabello gris, el debilitamiento
muscular, la neurodegeneración, la reducción en la función cardiovascular y el aumento en el
riesgo de desarrollar cáncer?
Para entender las teorías del envejecimiento se debe en primera instancia, conocer algunos
aspectos acerca del envejecimiento. Este es un proceso que puede ser descrito a nivel
fenomenológico, como un proceso que se presenta en todos los organismos. Este consiste en
una sistemática y continua alteración de los organismos que tiene como fin la muerte. De
acuerdo con Streheler en 1959, el proceso de envejecimiento se caracteriza por lo siguiente:
El primero es el de las teorías estocásticas: Estas agrupan todas aquellas teorías que comparten
una serie de variables aleatorias que hacen que este fenómeno sea producto del azar y deba ser
estudiado a través de cálculos probabilísticos. Como características, estas teorías se basan en la
acumulación fortuita de acontecimientos perjudiciales debido a la exposición de factores
exógenos adversos. Estas consideran al genoma como principal protagonista del fenómeno y
por otro lado, incluyen un conjunto de fenómenos ambientalistas que consideran al entorno
celular como responsable del deterioro de la homeostasis celular.
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Esta teoría fue propuesta por Szilard, el cual predijo que el envejecimiento ocurre como un
resultado de la acumulación de mutaciones en el ADN nuclear de las células somáticas.
Posteriormente se plantearon nuevas teorías que identificaban que la lesión en el ADN sería
fundamentalmente al nivel del material genético mitocondrial.
Como parte de su función normal, el sistema inmunitario detecta y destruye las células
anormales y más probablemente impide o frena el crecimiento de muchos cánceres. Por
ejemplo, las células inmunitarias se encuentran algunas veces en los tumores o al derredor de
ellos. Estas células, llamadas linfocitos infiltrantes de tumores o TIL, en inglés, son un signo de
que el sistema inmunitario está respondiendo al tumor. A las personas cuyos tumores tienen TIL
con frecuencia les va mejor que a las personas cuyos tumores no los tienen.
Aun cuando el sistema inmunitario puede impedir o hacer lento el crecimiento del cáncer, las
células cancerosas tienen formas de evitar la destrucción por el sistema inmunitario. Por
ejemplo, las células cancerosas pueden:
Tener cambios genéticos que las hacen menos visibles al sistema inmunitario.
Tener proteínas en su superficie que apaga las células inmunitarias.
Cambiar las células normales al derredor del tumor para que interfieran con la forma
como el sistema inmunitario responde a las células cancerosas.
Inhibidores de puntos de control inmunitario, son fármacos que bloquean los puntos de
control inmunitarios. Estos puntos de control son un componente normal del sistema
inmunitario y hacen que las respuestas inmunitarias no sean muy fuertes. Al bloquearlas,
estos fármacos permiten que las células inmunitarias respondan con más fuerza al cáncer.
Terapia de transferencia de células T, es un tratamiento que fortalece la capacidad natural
de las células T para combatir el cáncer. En este tratamiento, las células inmunitarias se
toman del tumor del paciente. Las células que son más activas contra el cáncer se
seleccionan o cambian en el laboratorio para que ataquen mejor las células cancerosas, se
multiplican en grupos más grandes y se regresan al cuerpo por medio de una infusión.
La terapia de transferencia de células T puede llamarse también terapia celular adoptiva,
inmunoterapia adoptiva o terapia de células inmunitarias.
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Los fármacos de inmunoterapia han sido aprobados para tratar muchos tipos de cáncer. Sin
embargo, la inmunoterapia no se usa extensamente como la cirugía, la quimioterapia o la
radioterapia.
La inmunoterapia puede causar efectos secundarios, muchos de los cuales suceden cuando el
sistema inmunitario que se ha acelerado para que actúe contra el cáncer también actúa contra
las células y tejidos sanos en el cuerpo.
Las diferentes formas de inmunoterapia pueden administrarse en formas diferentes. Estas son:
Con qué frecuencia y durante cuánto tiempo recibe usted inmunoterapia depende de:
Es posible que reciba tratamiento todos los días, una vez por semana o una vez por mes. Algunas
inmunoterapias se dan en ciclos. Un ciclo es un período de tratamiento seguido de un período
de descanso. El período de descanso da a su cuerpo la posibilidad de recuperarse, de reaccionar
a la inmunoterapia y de producir nuevas células sanas.