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La sensación que se presenta con mayor intensidad es la de asombro, primero por la imponencia
del firmamento y del cielo profundo que muchas veces se oculta tras la contaminación lumínica de
nuestra ciudad, pero que no deja de estar presente desde hace años para recordarle a la
humanidad la fragilidad y los límites que aún de su existencia en el universo. La comparación de
tamaños que se pudo realizar entre las más grandes estrellas y nuestro sol, al igual que la lejanía a
la que se ubican estos astros, dejan ver la inmensidad de aquello que no ha sido visitado.
Pero también se produce un asombro por la capacidad del ser humano, aún desde épocas
antiguas, para abarcar estas distancias, masas y áreas con su mente, la posibilidad que han
brindado la exploración y el desarrollo de la ciencia para, con el pasar del tiempo, acorde a cada
época y sus alcances, generar sistemas que le permitan aprovechar lo que ve para el beneficio de
su existencia. Comenzando por la relación entre los astros y la mitología, llegando utilizar la
posición de las estrellas para la orientación como guía en la navegación y los demás usos que la
humanidad ha tenido de estas.
Quizá uno de los descubrimientos más valiosos durante estas clases dedicadas al cielo profundo
sea la Carta Celeste, ya que se presenta como una herramienta que permite conocer la
configuración del cielo como se puede ver desde nuestro planeta, descubriendo así la
configuración de las constelaciones, la ubicación de los cuerpos celestes más importantes y otros
aspectos importantes como el camino trazado por el sol en su tránsito por el firmamento. Esta
herramienta, combinada con las experiencias empíricas de los interesados en el cielo a lo largo de
la historia, hace posible tener una aproximación de la porción de cielo y qué astros son visibles a
ciertas horas.
En un componente más técnico, la Carta Celeste abre la posibilidad de conocer la posición de las
estrellas, en un sistema coordenado que básicamente es un sistema de coordenadas polares, pero
que se adapta a través de la declinación y la ascensión recta como componentes de medida que
hacen posible ubicar un astro que se encuentra en el cielo.