Es mi padre el gran maestro y lumbrera de mi hogar, por guiarme con su ejemplo y enseñarme a trabajar.
Reafirmando su talento con honores de bondad, siempre marcharé al encuentro de la paz y la verdad.
Los enigmas de su encanto y su forma de luchar son auténticos milagros que reclaman avanzar.
Padre mío, padre amado gran crisol de bienestar quiso Dios que fueras sabio y profeta en el hogar.
Tus consejos van tatuados en mi pecho fraternal y son magníficos faros que destierran todo mal.
Porqué te fuiste lejos,
porqué padre querido, hasta hoy suspira el nido, que dejaste al partir. No sabes cuántas cosas solas hemos vivido, tu recuerdo sentido, no es fácil resistir.
Tu imagen ha quedado como una luz impresa en la sala, en la mesa, En nuestra vida en el amor
Padre virtuoso y santo
que la vida nos diste, de nuestra madre hiciste, la mujer más feliz. El hogar que tuvimos era un risueño prado, lienzo hermoso pintado con el mejor matiz.
De nuestra casa hiciste
un hospital y un templo, la Biblia en todo tiempo, fue el libro principal. Cuántos cuerpos enfermos llegaron a tus manos para salir muy sanos…, sin nada de su mal.