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EL ASCENSO IRRESISTIBLE DE LA IGLESIA: EL REGNUM

GOTHORUM (507-711)

Javier Arce
Université Lille-3

RESUMEN: El periodo visigodo en Hispania (507-711) está marcado por la presencia de la Iglesia en las insti-
tuciones y en la vida pública y privada. La Iglesia llegó a ser tan influyente y poderosa que se puede afirmar que
cuando desertó y el obispo de Toledo huyó a Roma (712), el regnum no siguió ya existiendo. Si no hay Iglesia no
hay regnum. Entre las muchas causas que se han aducido como origen del fin del reino visigodo ésta es quizás la más
importante, significativa y determinante. Otro componente importante en la historia de este regnum es un carácter
de continuidad con el mundo tardorromano y la ausencia casi total de sus aspectos «germánicos». El regnum go-
thorum es un regnum eclesiástico.

PALABRAS CLAVE: Visigodos, Hispania tardía, Iglesia visigoda, Regnum gothorum.

THE IRRESISTIBLE RISING OF THE CHURCH: THE REGNUM GOTHORUM (507-711)

SUMMARY: The visigothic period in Spain (507-711) was profoundly influenced by the presence of the Church
in the political, public and private life. The Church was so powerful that we can defend that when she deserted the
kingdom and the bishop of Toledo flew to Rome (712), there was no more regnum. There was no regnum without
the Church. Among the many causes aduced for the end of the visigothic kingdom this was perhaps the most de-
cisive. Another aspect can be observed in the history of the period, that is, the continuity of the regnum gothorum
with late antique institutions and legislation and the total absence of germanic traits. The regnum gothorum can be
defined as an «ecclesiastical regnum».

KEYWORDS: Visigothic period, Late antique Spain, Visigothic Church.

En este volumen se nos solicita que hablemos de nuestra propia investigación sobre la Antigüe-
dad Tardía. Habiendo acabado de terminar un libro sobre los siglo VI y VII en Hispania en el que
abordo el periodo visigodo no de forma cronológica, sino temática, destacando aspectos diversos
–el rey, la guerra, los concilios, la escritura, el hábitat, la muerte, las formas de vida–, he pensado que
podría adelantar aquí, de forma genérica, las principales conclusiones a las que he llegado después de
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este largo y fatigoso trabajo1.


Viniendo desde la historia de este período tardoantiguo, he visto y comprobado que la época
visigoda, que sustituye al dominio y presencia romana en la Península Ibérica, no es más que una
continuación, una adaptación, una imitación, de sus instituciones, formas de gobernar, legislación.
No se observa, en los doscientos años de la historia de los godos en Hispania, nada (o casi nada) de
germánico o de establecimiento de «otra» cultura, de «otro» pueblo que aporte novedades sustan-
ciales que sustituyan al anterior romano cristiano.

1 Arce, J., Esperando a los árabes. El periodo visigodo en Hispania: 507-711, Madrid: Marcial Pons (de próxima apari-
ción).
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Cuando los romanos llegaron a la Penínsu- he usado selectivamente, no por olvido o me-
la, allá por los comienzos del siglo III a. C., se nosprecio, sino porque creo que en la investiga-
encontraron formas de vida, formas de poder, ción histórica debe prevalecer primordialmente
organizaciones de pueblos, costumbres, creen- el análisis de las fuentes. Ahora bien, me he be-
cias, completamente ajenas a sus propios modos, neficiado enormemente de los trabajos de tan-
mentalidad y organización. Y las comunidades tos colegas mucho más preparados que yo para
locales, sus leyes y costumbres, sus creencias, in- abordar este periodo, que mi reconocimiento
cluso, fueron sustituidas de manera uniforme y quizás no está suficientemente expresado ni en
gradual por la presencia de los conquistadores y las notas ni en la lista bibliográfica final.
luego ocupantes romanos. El proceso duró años, La documentación para estudiar este perío-
pero se extendió e impregnó a fondo todo el te- do histórico –del 507 al 711– es prácticamen-
rritorio. te toda ella eclesiástica, originada en los círcu-
Después del largo camino de contactos con los de la Iglesia. Por un lado están los concilios,
el Imperio romano, cuando los visigodos se ins- que expresan no sólo la profesión de fe de los
talaron en las tierras de la Península, no como obispos reunidos y de los laicos que asisten y la
conquistadores, sino como emigrantes, fueron firman, incluido a veces el propio rey, sino tam-
continuadores en casi todo de lo que habían co- bién los cánones que estipulan las conductas a
nocido y asimilado durante su estancia dentro seguir en una variadísima casuística. Están tam-
de las fronteras del imperio. bién las crónicas, escritas por obispos o abades,
Existe, sin embargo, un elemento diferen- como Juan de Bíclaro o Isidoro y la Historia del
ciador y decisivo en el periodo visigodo que lo rey Wamba, un librito enormemente vívido que
caracteriza como diferente del mundo romano: podría haber sido escrito por un historiador lai-
frente a las formas de vida paganas, que impli- co o independiente, pero que fue redactado por
caban una actitud y toda una serie de manifes- un clérigo que no se libra de sus condicionan-
taciones que alcanzan desde las fiestas y espec- tes y prejuicios. Existen las vidas de santos, –con
táculos hasta los monumentos y el urbanismo y, todo lo que conlleva de imaginario el género
sobre todo, la religiosidad y sus formas y prác- hagiográfico, escritas por diáconos, obispos
ticas, el mundo visigodo es católico, dominado u hombres de Iglesia– las Vitas patrum emeri-
por los clérigos y obispos, impregnado por su fe, tensium, la Vita Aemiliani, la Vita Fructuosi, las
su escatología, su moral y su teología. obras de Valerio del Bierzo. Están los tratados y
Aun así, ésta no es más que una diferencia las biografías (de viribus illustribus, de virginita-
aparente, porque también en ello el mundo vi- te), la epístolas de unos y otros: monjes, reyes,
sigodo fue deudor de la última fase del periodo obispos diáconos, papas. Incluso lo poco que se
romano tardío, ya que desde Constantino en nos conserva de los escritos reales –las cartas de
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adelante, el Imperio romano es un imperio ro- Sisebuto– está escrito en tanto en cuanto reyes
mano-cristiano. católicos, representantes de la fe, la ortodoxia y
Guiado por estas dos ideas, continuidad e im- en definitiva de Dios mismo. Hay que añadir
pacto del cristianismo, he tratado de desarrollar las reglas monásticas, los tratados de los oficios
una serie de capítulos en los que se hacen palpa- eclesiásticos (Isidoro). Incluso las inscripciones,
bles y evidentes estos dos componentes. Y lo he epitafios, conmemoraciones de fundaciones, es-
intentado a través de la lectura e interpretación tán escritas con los formularios y bajo la pers-
de las fuentes que conservamos del período. pectiva y presencia de la Iglesia. La decoración
La bibliografía moderna, tan abundante so- arquitectónica conservada no representa otra
bre problemas de detalle o sobre el conjunto, la cosa que los repertorios iconográficos tomados
El ascenso irresistible de la Iglesia: el regnum gothorum (507-711) 43

del Antiguo o del Nuevo Testamento, o de las vi- enciclopédico de Isidoro, plasmado en sus Ety-
das de los mártires o la representación simbólica mologías, es un monumento a la cultura, paga-
del mundo cristiano. Los monumentos de este na, antigua y/o contemporánea, pero desgracia-
período son las iglesias, los palacios episcopales, damente es una especie de depósito venerable
los hospitales para pobres y necesitados –nada que llegó a muy pocas personas. El libro que los
se ha conservado de arquitectura civil visigoda concilios recomiendan que se tenga en todas las
excepto una villa, un horreum y algunas casas–. iglesias y se lea asiduamente es... el Apocalipsis.
Y naturalmente en su decoración no podemos El problema, por tanto, del estudio del pe-
esperar otra cosa que una temática cristiana. ríodo visigodo es que permite conocer cómo
La única documentación disponible que gobernó la Iglesia, cómo gestionó –con plenos
en este periodo no emana de la Iglesia, son las poderes– la política, la sociedad, el poder real,
compilaciones de leyes, el Liber Iudicum, el Bre- las costumbres y hasta la economía en muchos
viarium de Alarico, el código de Eurico. Pero casos. Lo que me ha interesado al escribir este
aun así, en un gran porcentaje, esta legislación libro es acercar al lector, en la medida de lo posi-
(en muchos menor medida el B. de Alarico y el ble, a las experiencias de la sociedad de esta épo-
C. de Eurico) está impregnada y salpicada por ca, sus problemas, sus obligaciones, sus miedos y
la idea cristiana que debía regular la vida y las (raramente, según se desprende de la documen-
instituciones. tación) sus alegrías, además de sus modos de vi-
Para las ceremonias y la liturgia, dispone- vir y morir, sus modos de comunicación y cultu-
mos del Liber ordinum que emerge, lógicamen- ra. Del mismo modo he intentado explicar sus
te, de ámbitos eclesiásticos. Los mismos docu- formas de poder, el origen y fundamento de la
mentos escritos en pizarra que, en principio con realeza, su capacidad coercitiva, sus recursos, su
recuentos de tasas o rentas o inventarios, contie- capacidad para enfrentarse a la guerra y la defen-
nen textos salmódicos cristianos para el apren- sa y las formas de gobierno –dentro y con la Igle-
dizaje en la escuela, o invocaciones u oraciones sia–. He dedicado una cierta atención al papel
al Señor. Si salimos del ámbito de producciones de la mujer, normalmente ausente de la historia,
hispanas propiamente y vamos a buscar la docu- aunque el resultado no ha sido muy satisfactorio
mentación en las obras producidas en Galia o en debido a la casi total falta de documentación.
Italia, casi todas nacen, también, en ambientes La época visigoda en Hispania ha sido vista
eclesiásticos –Gregorio de Tours, Fredegario y por muchos historiadores como un período es-
su crónica, las cartas de Gregorio Magno, la co- plendoroso que tiene su punto culminante en el
rrespondencia de los obispos o clérigos–. III Concilio de Toledo en 589 y la renuncia de
Nadie en esta época hubiera podido publi- Recaredo y su pueblo al arrianismo y consecuen-
car una obra desde fuera de la Iglesia, con una vi- te conversión al catolicismo, que llevaba a una
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sión exterior y por tanto, eventualmente, crítica unidad de fe bajo la égida de la Iglesia. Y si a ello
o simplemente independiente. Y si se escribió, añadimos la «unidad» de Hispania, pretendi-
no se ha conservado. da y falsamente atribuida a Recaredo también,
Una documentación de estas características el período ha sido considerado modélico, único
produce una visión unidireccional, sesgada, in- y paradigmático para muchos. Añadamos a ello
completa y de pensamiento único. Pero ello no que también muchos historiadores han consi-
impide ver, descubrir, el mundo cotidiano siem- derado que quienes llevaron a cabo esta unidad
pre, eso sí, bajo el prisma de la omnipotente y –de fe y territorial– fueron unos reyes germá-
omnipresente Iglesia que abarca y regula todos nicos que por lo tanto daban al regnum gotho-
los aspectos de la vida en este período. El saber rum un carácter especial, porque por un lado
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proporcionaba un origen germánico a la realeza batalla en la que murió Rodrigo fue una circuns-
hispana y porque, por otro, por fin, Hispania era tancia puntual convenientemente magnificada
católica (aunque fuera por decreto). Por eso, en por una historiografía particular.
la historiografía (en cierta historiografía) el año El regnum dejo de existir cuando la Iglesia
711, la llegada de los árabes, significó una catás- abandonó su función: el obispo de Toledo huyó
trofe total, «la pérdida de Hispania», el fin de a Roma en el 712, y el instrumento de gobierno
una época gloriosa dirigida bajo la influencia y –el concilio– dejó de funcionar como tal órga-
omnipresencia de la Iglesia. no supremo, y en ese momento dejó también
Los historiadores se han preguntado ante de existir la estructura esencial de cohesión que
esta «catástrofe» ¿cómo fue posible? ¿qué suce- mantenía al reino visigodo. Sin Iglesia no hay
dió? Y se han buscado las causas en multitud de regnum. Que los ejércitos de Rodrigo eran ino-
condicionamientos históricos: desafección de la perantes es evidente, porque no existía un ejerci-
sociedad hacia sus reyes (así se han interpretado to visigodo profesional, y el impulso del mundo
las leyes de Wamba y Ervigio sobre el ejército), árabe era incontenible, aunque en un principio
mal endémico de las luchas y ambiciones de po- su llegada a Hispania no fuera más que una ex-
der de los nobles en torno al rey, ruina econó- pedición puntual. Una sociedad más dinámica
mica generalizada, mano de obra desinteresada venía a sustituir a una sociedad anclada en la
y poco hábil, decadencia moral y de las costum- creencia de ser invencible por su fe.
bres (concubinatos, desenfreno, corrupción). Se El período visigodo no fue una época esplen-
han escrito volúmenes enteros sobre este tema. dorosa ni brillante. Quizás lo fue solamente para
Todas estas interpretaciones son contesta- la Iglesia que alcanzó cotas de poder totales. No
das, de una forma u otra, en el libro. Recaredo fue capaz de crear nada, al contrario, fue un pe-
y sus sucesores no tenían ya nada o casi nada de ríodo amargo, oscuro, triste, frenado en sus im-
«germánicos», el reino visigodo de Hispania no pulsos y creatividad eventual. Del mundo romano
es un regnum germánico; la unión del territorio heredó leyes, organización, títulos, pasado, pero
no fue tal, al menos hasta el 632, reinando Suin- al mezclarse con las instituciones eclesiásticas
thila –como señala convenientemente el propio dominantes, ahogó sus posibilidades. Conservó
Isidoro–; la conversión proclamada y en cierto sus fronteras, ciertamente, pero durante 70 años
modo impuesta por Recaredo, pudo afectar a fue incapaz de desembarazarse de un puñado de
una parte de su pueblo, pero los residuos del pa- tropas imperiales mandadas por Justiniano desde
ganismo se constatan hasta fines del siglo VII, y Constantinopla. Al Imperio romano bizantino le
las causas del fin del regnum no fueron las enun- ocurrió algo semejante: se perdió entre el incien-
ciadas antes. El regnum en el 711 era fuerte, con so y el ceremonial, la disputa teológica y la inca-
inmensos recursos en su thesaurus (thesaurus y pacidad de gobernar en medio de los entresijos de
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regnum en esta época son una misma cosa), y la la diplomacia y el milenarismo2.

2 Estas notas se pueden completar ahora con Javier Arce, «The visigoths in Spain: old and new historical problems»,
en Der frühmittealterliche Staat-Europäische perspektiven (ed. W. Pohl/Veronika Wieser), Forschungen zur geschichte
des Mittelalters, Band 19, Österreichischen Akademie der Wissenschaften Wien, 2009, pp. 31-40.

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