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Ensayo: El Manifiesto

Comunista.

Bases Teóricas y Epistemológicas


para el Trabajo Social.

Mª Jesús DOMINGO RUIZ

Inmaculada FERNÁNDEZ APARICIO

Línea 1 - Grupo 13

2º Grado en Trabajo Social

Universidad Pablo de Olavide

7-V-15
El tema a tratar es El Manifiesto Comunista (1848, Londres) de Karl Marx y
Friedrich Engels, cuyo fin era el de concienciar a la clase obrera acerca de su sometida
situación y adentrarlos en el partido comunista. En consecuencia, el problema a
abordar es la situación derivada de la Revolución Industrial y, por tanto, de lo que
generó la acumulación y posesión de bienes en las personas, es decir, del
aburguesamiento; y en contraposición, del proletariado, el explotador y el explotado,
el opresor y el oprimido, el empresario y el trabajador.

De esta forma, comprobaremos los paralelismos, en la conclusión que


realizaremos en la parte final de este texto, entre la realidad cotidiana del s. XIX, tal y
como las describían entonces mencionados autores, y la actualidad, pues tres siglos
después parece continuar vigente este modelo de sociedsad (la división de clases
basada en la explotación del otro, el capitalismo, la cultura del exceso, etc.). Así, desde
una perspectiva de lo social, procedemos a plasmar nuestro punto de vista personal
acerca del panfleto más difundido de la historia.

Para ello, a continuación un resumen de cada una de las cuatro partes en las
que se divide el libro, abarcando todo aquello que defiende, por qué lo ampara, su
procedencia histórica y su respectiva argumentación a ser aplicado como forma de
organización ideológica y política.

En su preámbulo, esta obra comienza contextualizando y situando a sus


lectores y lectoras en la situación en la que se hallan: la Europa del siglo XIX donde el
comunismo es entendido como fenómeno contra el que se ha de luchar, pues es
considerado enemigo común por las fuerzas de los principales gobiernos europeos.
Ello es reacción de ser considerado una potencia, lo que queda comprobado con su
exitosa difusión a través de este panfleto, fruto de la unión de las más diversas
nacionalidades.

Primera parte. Burgueses y proletarios.

Éste comienza con la historia del comunismo, la cual empieza como reacción a
la vigente lucha de clases producida con el inicio de la Revolución Industrial y lo que
ello implica (nuevos mercados, manufactura, clase media industrial y división del
trabajo de cada taller), donde la burguesía se corresponde con la clase opresora y el

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proletariado con la oprimida. De esta forma, la colonización americana, la navegación
por África, el mercado de China y las Indias Orientales, así como el comercio,
navegación, industria, etc. dan lugar al ascenso revolucionario de la burguesía como
clase dominante y elemento supletorio a la sociedad feudal, pues cada nueva etapa de
la burguesía significa una nueva etapa de progreso político, cuya única libertad es la
ilimitada de comerciar. Esto último propicia la importación y la exportación, así como
el satisfacer necesidades nacionales e internacionales creando una red de comercio
internacional y relaciones de interdependencia a través del imperialismo, obligando a
instaurar la civilización, a hacer el mundo a su imagen y semejanza.

Asimismo, crea grandes ciudades: aglomera población, centraliza los medios de


producción y concentra en manos de unos cuantos la propiedad; lo que implica
centralización política, pues los territorios se asocian y refunden en una nación única,
bajo un Gobierno, una ley, un interés nacional de clase y una sola línea aduanera. Ello,
acarrea crisis comerciales en las que se destruyen productos y fuerzas productivas
consecuencia de la epidemia social de la superproducción y del exceso de la sociedad
en cuanto a civilización, recursos, industria y comercio.

Para ello, previamente la burguesía hubo de derribar al feudalismo, aunque


lucha incesantemente contra: la aristocracia, sectores de la burguesía con intereses
que chocan contra los progresos de la industria y la burguesía de los demás países. Sin
embargo, algunos burgueses y los intelectuales abrazan la causa revolucionaria.

Así, para librar estos combates les proporcionan armas al proletariado, las
mismas que se acaban volviendo en su contra, pues éste está sujeto a las fluctuaciones
del mercado y es considerado un engranaje más de la maquinaria y de la división del
trabajo, reduciendo su salario a lo mínimo de lo que necesita para vivir y perpetuar su
raza, donde la única distinción entre mujeres, hombres y niños es la salarial, siendo el
lucro el único fin de este despotismo burgués.

En respuesta y en defensa de sus salarios, la clase obrera crea organizaciones


permanentes, pues algunas veces se producen revueltas y sublevaciones, con el
objetivo de extender y consolidar la unión obrera. Gracias a los medios de
comunicación, las acciones locales se convierten en movimiento nacional, en una lucha
de clases, y toda lucha de clases es una acción política, siendo cada vez más firme y

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fuerte, y venciendo algunas batallas como la aprobación de la ley de la jornada de las
diez horas en Inglaterra.

Igualmente, las clases medias, el pequeño industrial, el pequeño comerciante,


el labriego, el artesano luchan contra la burguesía para salvarse como clases, buscando
un retroceso en lo referente a la historia.

El proletariado carece de bienes y considera religión, leyes y moral prejuicios


burgueses tras los que anidan sus intereses, en cuyas manos se concentra la riqueza y
contra lo que crea, por primera vez, un movimiento de la mayoría a interés de la
mayoría, es decir, del proletariado, para destruir la sociedad oficial. Y así, al
desarrollarse la gran industria, se tambalean las bases de la burguesía, cavándose, a la
par que avanza, su fosa y criando a sus enterradores.

Segunda parte. Proletarios y comunistas.

En esta parte, se tratan las características, diferencias y similitudes de los


comunistas respecto de los proletarios.

Una de sus primeras afirmaciones es la coincidencia de intereses generales


entre ambos, diferenciándose en que los comunistas destacan y reivindican siempre,
en todas las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de
todo el proletariado, siendo un movimiento decidido y enfocado al conjunto.

Así, los comunistas tienen el mismo objetivo que el resto de los partidos
proletarios: formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar al régimen
burgués y llevar al proletariado a la conquista del Poder.

Por su parte, creen en la abolición de:

- La propiedad privada burguesa, para apropiarse de la producción que reposa


sobre el antagonismo de clases, sobre la explotación de unos y otros. El comunismo no
priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales, lo único que no admite es el
poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno. Para ello, los
comunistas aspiran a: transformar el carácter colectivo de la propiedad y a despojarla

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de su carácter de clase y destruir que el obrero viva para multiplicar el capital pues
solo vive en interés de la clase dominante.

- La libertad (librecambio), la personalidad y la independencia burguesa; pues


está presente un fuerte etnocentrismo burgués y la concepción de sus ideas (de
libertad, cultura, derecho, etc.), teniendo por derecho su voluntad de clase como si se
tratara de ley.

- La familia, ya que se funda en el capital, en el lucro privado, pues: la industria,


mediante la intromisión de la sociedad en la educación, convierte a los hijos en
mercancías e instrumentos de trabajo; la mujer es instrumento de producción; y las
mujeres y los hijos de los proletarios, así como la prostitución se hallan a disposición
de la burguesía.

- La patria, la nacionalidad, pues los trabajadores no tienen patria pero sí


sentimiento nacional (buscan la conquista del poder político, la exaltación a clase
nacional) y el progreso industrialización elimina las diferencias y antagonismos
nacionales. De esta forma, la acción conjunta de los proletarios, al menos, en las
naciones civilizadas, es una necesaria para su emancipación y que desaparecer la
explotación de unas naciones por otras.

Tras ello, explica que las ideas imperantes de una época han sido siempre las
ideas propias de la clase dominante y que éstas revolucionan a la sociedad, como las
de la burguesía (libertad de conciencia y religiosa), pues por debajo de esas
revoluciones, de esos cambios, ha habido una religión, una moral, una filosofía, una
política, un derecho. Sin embargo, existen verdades eternas (libertad, justicia, etc.),
comunes a todas las sociedades y todas las etapas de progreso de la sociedad, que el
comunismo viene a romper de manera más radical.

De esta forma, el primer paso de la revolución obrera es la exaltación del


proletariado al Poder, es decir, la conquista de la democracia, para lo que centraliza en
el Estado. En sus comienzos solo podrá llevarse a cabo mediante la acción despótica
sobre la propiedad y el régimen burgués de producción a través de las siguientes
medidas:

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1. Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación de la renta del suelo a los
gastos públicos.

2. Fuerte impuesto progresivo.

3. Abolición del derecho de herencia.

4. Confiscación de la fortuna de los emigrados y rebeldes.

5. Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco nacional con


capital del Estado y régimen de monopolio.

6. Nacionalización de los transportes.

7. Multiplicación de las fábricas nacionales y de los medios de producción,


roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo.

8. Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos


industriales, principalmente en el campo.

9. Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir


borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad.

10. Educación pública y gratuita de todos los niños. Prohibición del trabajo
infantil en las fábricas bajo su forma actual. Régimen combinado de la educación con la
producción material, etc.

Con todo ello, desaparecería el poder político tras la eliminación de la sociedad


de clases y la centralización estatal.

Tercera parte. Literatura socialista y comunista.

Dentro de la literatura socialista y comunista, encontramos diferentes


corrientes:

1. El sindicalismo reaccionario, el cual se divide en:

a) Socialismo feudal: la aristocracia francesa e inglesa escribió amenazas y


profecías catastróficas contra la sociedad burguesa cuando ya no tuvo alternativa
posible para atraer al pueblo. Sin embargo, cada vez que lograba el acercamiento de

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éste, el propio pueblo se percataba de sus aún vigentes pinceladas en apoyo a los
señores feudales.

Lo que reprochaban a la burguesía era engendrar proletariado revolucionario,


por lo que estaban dispuestos a luchar contra la clase obrera pero en la práctica se
resignaban.

Por su parte, también confluía con el socialismo clerical, pues el socialismo


cristiano es la forma con la que el clérigo bendice el despecho de la aristocracia.

b) Socialismo pequeñoburgués: los villanos medievales y los pequeños labriegos


son los precursores de la moderna burguesía en las sociedades no del todo
desarrolladas, y una nueva clase pequeñoburguesa (entre la burguesía y el
proletariado); en las sociedades más desarrolladas.

Éste nace en Francia consecuencia de la frecuente defensa del proletariado


contra la burguesía, pues acaba tomando por norma los intereses de los pequeños
burgueses y los campesinos, simpatizando por la causa obrera con el ideario de la
pequeña burguesía. Así, sus aspiraciones son: en la manufactura, restaurar los
gremios; y en el campo, implantar el régimen patriarcal.

c) Socialismo alemán o verdadero socialismo: trata de armonizar las nuevas


ideas francesas con su vieja conciencia filosófica, lo que se resolvió empalmando ésta
segunda con la primera de ellas. Así, se llevaron a cabo distintas modificaciones en el
original, por ejemplo: donde se criticaba el dinero, pusieron "expropiación del ser
humano”; donde se criticaba el Estado burgués, “abolición del imperio de lo general
abstracto”, etc.; de forma que no expresaba lucha de clases (fantasía filosófica),
aunque finalmente el movimiento liberal se fue haciendo más serio con
reivindicaciones socialistas, pregonando que el movimiento burgués perdería mucho.

El verdadero socialismo convenía a gobiernos absolutos alemanes ya que


espantaban a la burguesía alemana, encarnando un interés reaccionario de la baja
burguesía, y conservar esta clase es conservar el orden social imperante. Así,
verdadero socialismo corta la concentración de capitales y la formación de un
proletariado revolucionario, lo que llevaría a una ruina segura.

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El socialismo alemán deseaba ser el representante de la baja burguesía, para lo
que hace a la nación alemana un modelo y al súbdito alemán un ejemplo de hombre al
otorgarle a sus servilismos y vivezas un sentido socialista.

2. El socialismo burgués o conservador: formado por una parte de la burguesía


(economistas, filántropos, humanitarios, los que mejoran la situación de la clase
obrera, organizadores de actos benéficos, sociedades protectoras de animales,
promotores de campañas contra el alcoholismo, predicadores y reformadores), que
desea mitigar las injusticias sociales para perdurar.

De éste han salido doctrinas, como la Filosofía de la miseria de Proudhon.

Dentro del mismo, encontramos dos modalidades:

a) Primera modalidad: considerarían ideales las condiciones de vida de la


sociedad moderna si no hubieran luchas y los peligros que éstas encierran, es decir, la
burguesía sin el proletariado.

b) Segunda modalidad: hacen ver a la clase obrera que lo que a le interesa son
determinadas mejoras en las condiciones materiales, económicas, de su vida (sin abolir
el régimen burgués de producción, que sólo puede alcanzarse por la vía
revolucionaria), es decir, la burguesía se mantiene adquiriendo de ella características
en interés de la clase trabajadora.

3. El socialismo y el comunismo crítico-utópico: considera la falta de desarrollo


del mismo proletariado y la ausencia de las condiciones materiales indispensables para
su emancipación.

Los verdaderos sistemas socialistas y comunistas, como los sistemas de Saint


Simon, de Fourier, de Owen, etc., brotan de la primera fase de lucha entre el
proletariado y la burguesía, aunque estos autores no ven el proletariado como un
movimiento político propio y peculiar sino que defienden a la clase trabajadora solo
por ser la más sufrida. Se sitúan ajenos a la lucha de clases y tratan de mejorar las
condiciones de vida de todos pacíficamente y abrir paso al nuevo evangelio social
predicando con el ejemplo por medio de pequeños experimentos (que siempre les
fallan).

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De este modo, realiza: descripciones fantásticas de la sociedad de mañana, ya
que el proletariado aun no ha madurado, las cuales giran en torno a la desaparición de
la lucha de clases (motivo por el que se consideran doctrinas y aspiraciones de carácter
utópico); y críticas a las bases de la sociedad, contribuyendo a ilustrar, en
consecuencia, la conciencia de la clase trabajadora.

Sin embargo, aunque autores de estos sistemas socialistas fueran


revolucionarios, en este momento sus discípulos han formado sectas reaccionarias que
mantienen las ideas de los mismos frente a los nuevos derroteros históricos del
proletariado. Son, pues, consecuentes al pugnar por debilitar la lucha de clases y
conciliar esta "utopía", para lo que han de apelar a la filantrópica generosidad de los
burgueses.

Cuarta parte. Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la


oposición.

En esta última parte, se explica que los comunistas, aunque luchando por
alcanzar los objetivos inmediatos y defender los intereses cotidianos de la clase obrera,
representan a la par, su porvenir. Ello se aprecia y ejemplifica con distintos países
europeos:

En Francia se alían al partido democrático-socialista contra la burguesía


conservadora y radical, sin renunciar a su derecho de crítica frente a los tópicos y las
ilusiones procedentes de la tradición revolucionaria.

En Suiza apoyan a los radicales, sin ignorar que este partido es una mezcla de
elementos contradictorios: de demócratas socialistas, a la manera francesa, y de
burgueses radicales.

En Polonia apoyan al partido que sostiene la revolución agraria como condición


previa para la emancipación nacional del país.

Finalmente, se expone el caso de Alemania, en donde se planea que se luche


junto a burguesía, mientras ésta actúe revolucionariamente, dando batalla a la
monarquía absoluta, a la gran propiedad feudal y a la pequeña burguesía. Todo esto se
produce trabajando entre los obreros hasta afirmar conciencia del antagonismo hostil
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que separa burguesía y proletariado, con el fin de que los obreros alemanes se vuelvan
contra la burguesía. Así, esas condiciones políticas y sociales que la burguesía, una vez
que triunfe, tendrá que implantar, serán la pieza que hará a las clases reaccionarias
comenzar automáticamente su lucha contra la burguesía.

En este momento, las miradas comunistas en Alemania saben que está en


vísperas de una revolución burguesa y que esa sacudida revolucionaria se va a
desarrollar bajo las condiciones de la civilización europea y con un proletariado más
potente que el de Inglaterra en el siglo XVII y el de Francia en el XVIII, razones todas
para que la revolución alemana burguesa venidera sea la entrada inmediata de una
revolución proletaria.

En sus últimas líneas, El Manifiesto Comunista termina reafirmándose en


algunas de sus ideas principales: los comunistas apoyan a todos los movimientos
revolucionarios contra el régimen social y político imperante, el fin último es el de
alcanzar la unión y la inteligencia de los partidos democráticos de todos los países, y el
derrocamiento del orden social existente solo puede alcanzarse violentamente.

Para concluir, nuevamente, realiza un llamamiento de reivindicación a la unión


internacional del proletariado: "¡Proletarios de todos los Países, uníos!".

Tras este resumen del texto, abstraemos, a grandes rasgos, las ideas básicas
plasmadas en el mismo:

El comunismo como gran potencia de cambio que emplea como método la


revolución violenta, pues considera ésta la única vía de evolución hacia la justicia
social. De esta forma, se realiza un llamamiento a la unión del proletariado para
reivindicar y levantarse en la búsqueda de esta justicia. Surge así un nuevo fenómeno
ideológico y político en Europa, contra el que luchan todas las potencialidades que
conforman la misma.

La lucha de clases entre opresores y oprimidos, es decir, ente burguesía y


proletariado, lo que es resultado de la anterior lucha de clases entre los señores
feudales y el pueblo llano, y pretende ser un antecesor al proletariado como clase
dominante frente al poder burgués. De este modo, como paralelismo, en comparación

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con la actualidad, apreciamos esta misma división de clases en el siglo XXI, donde la
clase media-alta continúa el sometimiento hacia las clases más bajas de la sociedad.

Los primeros síntomas de la globalización, producidos con el deseo de la


expansión de productos hacia la mayor acaparación posible del mercado y su
extensión a través de las fronteras por parte de la burguesía, es decir, de poder, de
ansias de posesión de bienes materiales, pues la única libertad ilimitada es la de
comerciar. Esto da lugar a una sobreproducción, la cual provoca inestabilidades y
desequilibrios entre clases, y origina el trabajo precario y los bajos sueldos. Así, el
proletariado es visto como un engranaje más de las máquinas en la división del trabajo
al que se le proporciona a cambio un sueldo mínimo para subsistir, buscando que
rente su fuerza de producción en interés de la clase dominante. El comunismo no
admite el poder que posee la burguesía para usurpar el trabajo ajeno.

Igualmente, estas ansias de poder de la clase dominante, hace que ésta


imponga su cultura y su concepción de ideas (de libertad, cultura, derecho, etc.) frente
a las ya existentes, tanto en el interior como en el exterior de su territorio. Así,
apreciamos un etnocentrismo burgués europeo con presencia en gran parte del
mundo.

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