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4ª Sesión: LO SUBLIME.

Origen y características de lo sublime.

Teorías estéticas sobre lo sublime.

Lo sublime en la pintura romántica.

Uso y abuso de lo sublime en la manipulación política: el cine


revolucionario y la estética nazi.
LO SUBLIME

La categoría de lo sublime es una de las primeras que comienzan a


abordarse históricamente. LONGINO, ya en el siglo I, advierte el sentido de lo
sublime, donde existirían dos elementos: una gran magnitud objetiva y el efecto
sobrecogedor que causa en el ánimo humano.
Pero es en el siglo XVIII cuando comienza verdaderamente su estudio
observándose desde un principio como algo diferenciado de lo bello, si bien es
a partir de este concepto desde donde se define propiamente lo sublime. De
este modo Burke y Kant profundizan en las investigaciones de lo bello como
algo diferenciado de lo sublime, intentando ver las características enfrentadas
de ambas categorías. La atracción de lo sublime se fundamenta en una
alteración de las características de lo bello. La belleza nos atrae y nos produce
deleite; mientras que lo sublime, a diferencia de lo bello, se presenta como una
paradoja: al mismo tiempo lo contemplado nos atrae y sobrecoge, incluso
espanta. La persona se va a enfrentar con algo insólito, desmesurado, incluso
amenazante, y esta visión le va a producir asombro, estupor, se va a sentir
amenazada moral e incluso físicamente. Pero al mismo tiempo que lo
contemplado nos espanta, su naturaleza extraordinaria también nos atrae (una
tormenta, un volcán, un rayo).
Desde el punto de vista del objeto, como hemos avanzado, tanto Kant
como Burke subrayan el tamaño objetivo del objeto que despierta el
sentimiento de lo sublime: "Los objetos sublimes son vastos (...) los objetos
hermosos son relativamente pequeños." (Burke). También Kant, en
Observaciones acerca del sentimiento de lo bello y lo sublime y en la Crítica del
juicio habla de que: "Lo sublime ha de ser siempre grande, lo bello puede
también ser pequeño”. Mientras que en los objetos bellos presentan una unidad
armoniosa, contenida en unos límites, lo sublime adquiere unas dimensiones
excesivas, abriéndose a lo ilimitado y lo infinito. Esta característica ha
propiciado que sea más fácil visualizar esta categoría en la naturaleza que en
el propio arte. Significativamente, cuando en el siglo XIX se comenzó a difundir
el paisaje americano con sus inmensas praderas, montañas cataratas, en el
mundo anglosajón se empezó a hablar del «American Sublime», considerando
que la categoría que definía el nuevo continente y en concreto, la nueva
nación, los EEUU, era esta categoría: «No bastaba ya con decir que este
mundo recién descubierto era hermoso: era sublime» (Leo Marx). En la misma
línea escribe Rob Wilson: «El género de lo sublime ayudó a consolidar una
identidad americana fundada en la representación de un paisaje de inmensidad
y salvajismo abierta a múltiples identidades» (American Sublime. The
University of Wisconsin Press, 1991, págs. 4-5). Sintomáticamente, Marlboro al
tratar de identificar simbólicamente su marca con el lado más genuinamente
americano recurrirá a estos paisajes y a esta categoría.
Además Kant añade que “Lo sublime ha de ser sencillo, lo bello puede ser
limpio y estar adornado". Y continúa: "Una gran altura es sublime del mismo
modo que una gran profundidad; sólo que ésta va acompañada con la
sensación de estremecimiento y aquélla con la de admiración".

Tomando ahora como criterio el efecto que lo sublime produce en el


sujeto que lo contempla, ya habíamos señalado que lo bello encanta y lo
sublime conmueve (Kant). Esto se podría apreciar en las distintas sensaciones
que experimentamos ante la arquitectura griega o el gótico; o escuchando la
música de Mozart o de Wagner. Lynda Nead, expresa la distinta reacción que
(según Kant) experimenta el espectador ante lo bello o lo sublime en los
siguientes términos: «Mientras que el placer provocado por lo bello es un placer
de revalorización de la vida que se puede unir con el juego de la imaginación,
el placer (Lust) que es excitado por lo sublime es de un orden diferente y
negativo. Según Kant, el sentimiento de lo sublime se origina indirectamente;
se caracteriza por una inhibición de las fuerzas vitales, y como resultado de
esta retención momentánea, es seguido de una “descarga poderosísima”. Es
una experiencia violenta, explosiva. Sería más que lúdica, va más allá del mero
encanto y la atracción, y se alcanza en un ritmo alternante de atracción y
repulsión. / La experiencia de lo sublime se ve como una experiencia cinética
en contraste con la experiencia de lo bello, que siempre es contemplativa».
(Linda Nead: El desnudo femenino. Arte, obscenidad y sexualidad. Madrid,
Tecnos, 1998, págs. 48-49). Así lo bello provoca placidez; y lo sublime un
movimiento de admiración espantada. O como dijo Burke, lo bello produce
deleite, lo sublime un terror deleitable. No es de extrañar, por tanto, que
Nietzsche caracterizara lo sublime como el "sentimiento artístico de lo
espantoso".
En sus obras Kant nos habla de tres especies de lo sublime según el
sentimiento despertado:
a) Lo sublime-terrible : el sentimiento viene acompañado de horror o
melancolía: "La soledad profunda es sublime, pero de una manera terrible". Al
margen de las reflexiones kantianas, podemos afirmar que este sentimiento
está muy presente en la pintura romántica donde se aprecia la pequeñez del
ser humano ante la naturaleza y la infinitud. Respecto a épocas anteriores el
paisaje romántico sufre un proceso de desantropomorfización, en el que el ser
humano no sólo pierde su lugar central en la naturaleza, sino que
prácticamente se ve engullido por ella (paralelismo con algunas campañas de
Marlboro). Como reflejo de la escisión que se abre entre el humano y la
naturaleza, la naturaleza romántica no transmite la placidez idílica de los
paisajes pastoriles, mostrándose amenazante y tormentosa con frecuencia,
pero siempre fascinante.
También participan de este sublime terrible, emparentado con la soledad
y la melancolía, muchas obras pictóricas de Carl Friedrich que nos muestran el
instante en el que el ser humano parece afrontar su destino. Detenidas en un
instante ineludible, estas personas aparecen en una actitud introspectiva, a
menudo de espaldas al espectador, como si sopesasen reflexivamente la
importancia del momento. Esta actitud reconcentrada de los personajes ha
propiciado que Rafael Argullol describa esta pintura romántica como
«contemplación de la contemplación».
En tercer lugar también está impregnada de melancolía sublime la pintura
romántica de ruinas que refleja la fragilidad del ser humano y sus creaciones
ante el paso del tiempo.
b) Lo noble: sentimiento acompañado de admiración sosegada: "La
contemplación de una pirámide de Egipto (...) conmueve mucho más que
cuanto uno pueda imaginarse por cualquier descripción, pero su arquitectura es
sencilla y noble".
c) Lo magnífico: La belleza que hay en lo magnífico alcanza un grado tal
que se escapa del concepto de belleza propiamente dicho y se extenderá sobre
un plano sublime: "La basílica de San Pedro de Roma es magnífica. Porque en
su diseño, que es grandioso y sencillo, está la belleza de tal modo expandida,
como el oro, los mosaicos, etc., que la sensación de lo sublime sin embargo
actúa máximamente en ello, dando un resultado magnífico".

Por otra parte, puesto que lo sublime brota del choque entre la elevación
del objeto que nos atrae y la limitación de nuestras facultades para abarcarlo,
Kant diferencia dos formas de lo sublime según los elementos contrastantes:
a.- Lo sublime matemático (tiene que ver con la magnitud), que surgiría
del contraste entre la incapacidad de nuestra percepción para abarcar la
magnitud del objeto sublime y la superioridad de nuestra razón que nos permite
representárnoslo, provocando de este modo la mezcla de dolor y placer que
caracteriza el fenómeno de lo sublime: dolor por no poder percibir más que lo
limitado, placer por poseer la idea de la cantidad ilimitada. Mediante la razón
podemos acceder a lo que la vista nos niega. Los pasos kantianos para
explicar lo sublime matemático se ven en las siguientes frases:
"Sublime llamamos lo que es absolutamente grande".
"Sublime es aquello en comparación con lo cual toda otra cosa es
pequeña".
"Sublime es lo que, sólo porque se puede pensar, demuestra una facultad
del espíritu que es la razón, que supera toda medida de los sentidos".
La apertura que lo sublime presenta hacia lo ilimitado e infinito le confiere
una sensación de trascendencia que hace a esta categoría especialmente
próxima (útil) al ámbito religioso: «Kant afirma que a través de los sublime
adquirimos un indicio de la divinidad, de la trascendencia. Pero esta
aprehensión se logra por medio de la renuncia a nuestra comprensión y control
del mundo» (Linda Nead: El desnudo femenino. Arte, obscenidad y sexualidad.
ibidem)

b.- Lo sublime dinámico: Kant comienza a analizarlo a partir del


concepto de Fuerza. Señala el contraste entre nuestra pequeñez física
(endeblez) frente a las fuerzas de la naturaleza y nuestra grandeza moral. Si
antes era la razón la que nos ayuda a "soportar" lo sublime, en este caso sería
nuestra fuerza moral.
SCHILLER, desarrolló la teoría kantiana con interesantes matices. Este
autor descubre en lo sublime la máxima expresión de la dignidad humana. Lo
sublime "muestra siempre el aspecto en el cual es más evidente la dignidad
del hombre, la independencia del espíritu respecto de la naturaleza, la
autonomía de la razón respecto de la sensibilidad, o sea, la dignidad del
hombre afirmada como liberación del mundo sensible" (Pareyson: Etica ed
Estetica in Schiller). En uno de sus poemas: "Los guías de la vida", hace
referencia a la belleza (y a la gracia) y a lo sublime, diciéndonos que no
debemos, en nuestra existencia, prescindir de ninguno de los dos:
"Dos son los genios que te acompañan a lo largo de la vida;
¡afortunado tú, si se mantiene a tu lado, prestos a ayudarte!
Uno de ellos te abrevia el viaje con animados juegos,
y de su brazo el deber y el destino se vuelven más ligeros.
Con bromas y conversaciones te acompaña hasta el abismo
donde el mortal se detiene espantado ante el mar de la eternidad.
Aquí te acoge el otro, resuelto, grave y silencioso,
y te lleva con brazo gigantesco sobre las profundidades.
Nunca te consagres solamente a uno de ellos. No confíes al primero
tu dignidad, ni al otro tu felicidad."

Como vemos, para Schiller lo sublime es la expresión máxima de la


dignidad humana, pero el ser humano, "sólo puede mostrarse sublime en la
desgracia". Efectivamente, cuando las circunstancias nos son favorables,
cuando vivimos en un equilibrio entre nuestras fuerzas pasionales y racionales,
simplemente no hallamos la ocasión de ejercer actos de dignidad suprema.
Sólo en la tragedia, el ser humano sería capaz de demostrar su capacidad -o
no- para afrontarla. No es de extrañar que sea aquí donde podamos encontrar
los personajes que muestran mayor dignidad ante los avatares de la existencia
(Antígona).
Las creaciones audiovisuales contemporáneas han recurrido a la
categoría de lo sublime (especialmente al sublime dinámico) para mostrar la
capacidad de sacrificio, de superación, así como la grandeza del ser humano
ante situaciones adversas, ya sean de tipo natural, social o deportivo. Baste
recordar las campañas de Marlboro, los programas en los que se ensalza la
épica deportiva, el heroísmo que impregna el género cinematográfico de
catástrofes, etc. Pero también veremos en las imágenes cómo la categoría de
lo sublime ha sido utilizada por los regímenes totalitarios como recurso clave
para su apología; y, en tiempos de guerra, se ha convertido en un elemento
imprescindible para la propaganda bélica de cualquier estado.

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