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GRAZIANO GASPARINI — LUISE MARGOLIES ARQUITECTURA Bae. CENTRO DE INVESTIGACIONES HISTORICAS Y ESTETICAS FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA GRAZIANO GASPARINI LUISE MARGOLIES ARQUITECTURA INKA ... Otro mérito del presente estudio es su contribucion a una corriente que en aitos recientes ba tratado de comprender las civiliza- ciones andinas a través de minucio- sas investigaciones de una actividad particular, en este caso, técnica de construccin y arquitectura, No se trata simplemente de mejores catélogos de las obras de metalurgia, agricultura, cerémica, 0 de técnicas para conservar y alma- cenar los productos, aungue tales recopilaciones nos sertan muy dti- les, Se trata de un esfuerzo de acer- carnos a la tecnologia andina, re- sultado de una praxis milenaria, de evidentes éxitos en condiciones difi- les, sim paralelos en otros conti- nentes John V. Murra Cornell. University Parece que un solo arquitecto ba construido ese gran nimero de monumentos... Alexander von Humboldt. ll rights in this book are reserved. Printed in Venezuela by Graficas Armitano INTRODUCCION El estudio del Tawantinsuyn ha tenido durante aos tres dimensiones: 1—los caminos, terraxas, templos, silos y ciudades, caya presencia fisica, belleza, utilidad, tamaio y destreza en la cons- truccién han atraido la admiracion desde 1532. Tanto los aven- tureros que presenciaron su destrucciéin como los estudiosos que desde el siglo XIX han medido, dibnjado, fotografiado y excava- do los monumentos, concuerdan que estemos frente a un logro Pumano que urge mejor comprension; 2.—la tradicién oral dindstica que narra las legendarias hazaitas de los reyes pero también describe las instituciones incaicas fue recopilada durante los primeros dos o tres decenios después de la invasion por autores europeos como Betanzos, Polo y Cieza. Aunque fragmentaria, la informacion procedente de estas fuentes escritas acerca de la organizaciin econdmica, social ¥ politica puede ser til en el etfuerzo de comprender las obras publicas y monumentales de una civilizacion; 3.—la utilizacion de los datos andinos e incaicos con un afin de interpretacion comparativista, En el siglo XVII, el énfasis era en lo utdpico de la organizacién social anding. En eite tiltimo siglo la moda ha cambiado con frecuencia: “socie- dad esclavista”, “feudal”, “sotalitaria", “modo de produccién asidtico” 0 “imperio socialista’, cada una de estas etiquetas ha tenido sus adeptos, buscando en otras latitudes modelos para explicar el fenémeno extraordinario documentado por la arqui- tectura y la etno-bistoria. En condiciones ideales, cada una de estas tres dimensiones hace su aporte; cada una por si y las tres en colaboracién pue- den promover le bisqueda de nueva informacién y su verifi- cacion. En la practica, cada una de estas actividades tiene la tendencia de caer en manos de especialistas separados, que no siempre aprecian ni saben evaluar la informacion que propor- cionan las otras dos. Una de las cualidades de la obra de Gasparini y Margolies es su atencién a dos de estas tdcticas en su estudio del Tawan- tinsuyu: combinan y contrastan lo que le dicen en el terreno sus propias observaciones y mediiciones mds lo que han logrado VIL aprender de las pocas excavaciones de asientamientos centros administrativos incaicos con la informacion de las fuentes escri- tas. Si Garcilaso de la Vega nos ofrece una descripcién del templo de Wiragocha de Cacha, Gasparini y Margolies se tras- ladan al lugar y contemplan, miden, dibujan, fotografian lo que se supone ser el mismo monumenio. Parece una tactica obvia; Ya la habian usado en el siglo XIX precursores como Squier 0 Bandelier. En nuestro tiempo L. E. Valcarcel 0 John H. Rowe siguieron este método en el Cusco. Pero en la mayorka de los casos, la coordinaciin de estas tdcticas y su verificacion por la excavacion, tropiezan con obsticulos de los mas diversos indoles. Un buen ejemplo de como ninguna téctica por si sola puede resolver las grandes preguntas que sigue ofreciendo el estudio del Tawantinsuyu, se encontrard en el tercer capitulo, donde los autores tratan de la arquitectura doméstica, Fuera de la region del Cusco y lejos del qhapag-fan, Ia carretera real, lo cotidiano y doméstico a penas ha sido objeto de estudio en el Tawantinsuyn. Arquedlogos tan expertos como W. C. Bennett nos dicen que en gran parte del territorio que segin la tradi- cién oral ha sido conquistado por los ejércitos del Cusco, el estudioso no encontraba en las aldeas la menor traza fisica de tal ocupacion. Las investigaciones de Hudnuco (1963-65) confirmaron que en el valle de Huallaga, cuyos babitantes sabemos servian su mit'a no solo en instalaciones estatales como Hudnuco Pam- ‘pao en Pampu, sino también en el mismo Cusco, a primera vista no habia restos incaicos identificables como tales, Al veri- ficarse los datos proporcionados por la visita casa-por-casa, cometida en 1562 a Iitigo Ortiz de Zititiga, con le informa- cin conseguida en el terreno por etndlogos quienes entrevista: ron la poblacion actual de Huallaga, se lograron dos resultados: L—sabiendo que Ichu fue hacia 1532 sede de la autoridad entre los Chupaychu, principal poblacién del valle, una bis- queda minuciosa de la vivienda més compleja en el lugar logré ubicar una pequena y tnica cantidad de cerdmica de manufac- Vil tura cusquena, confirmando arqueologicamente lo aseverado por el informante de la fuente escrita; 2.—se ubicaron en el terreno las instalaciones estatales ale- jadas de la carretera real. Entre ellas, asentamientos tan dife- rentes como un santuario del culto incaico y las aldeas donde vivian y cultivaban las familias de los"treinta casados”, mit- magkuna casquenos guardando una serie de fortalezas fronteri- zas, Desgraciadamente, hasta hoy estas instalaciones estatales “en provincia”, como también algunas de las que describen Gasparini y Margolies, quedan sin excavar. Otro mérito del presente estudio es sw contribucién a una corriente que en afios recientes ha tratado de comprender las civilizaciones andinas a través de minuciosas investigaciones de una actividad particular, en este caso, técnicas de construccién y arquitectira, No se trata simplemente de mejores catdlogos de las obras de metalurgia, agricultura, cerdmica, 0 de técnicas para conser- var y almacenar los productos, aunque tales recopilaciones nos serian muy titiles, Se trata de un esfuerzo de acercarnos a la tecnologia andina, resultado de una praxis milenaria, de evi- dentes éxitos en condiciones dificiles, sin paralelo en otros continentes. Si queremos comprenderla tendremos que tomar en cuenta no solos los datos proporcionados por los laborato- rios de palenologta o de spectrografia de los metales, sino tam- bién las formaciones econdmicas, sociales politicas que per- mitieron el uso suficiente de la energia humana en los Andes. Vista ast, la tecnologia podria ser una tdctica mds, sumada a la lingiiistica, a la arqueologia, la etnologia contempordnea y la llamada etno-bistoria, Todas ellas trabajan con datos frag- ‘mentarios, falta de oumulacién y de critica en el uso de la infor- macidn; las limitaciones inherentes aun planteamiento tardio y parcial. Pero coordinado con los demds, el estudio de las técnicas de construccién y de los constructores, nos prometen cruzar umbrales en el esclarecimiento del logro del bombre andino. Joun V. Murra Cornell University AGRADECIMIENTO. En 1972, el Consejo de Desarrollo Cientifico y Humanistico de la Universidad Central de Venezuela, nos aprobé el proyecto de investigacién titulado “Arquitectura Inka”. La ayuda econé- mica recibida nos permitié aumentar el tiempo de dedicacién a la investigacién documental y realizar més viajes a Ecuador, Pert y Bolivia. La idea de realizar un estudio sobre la arquitectura Inka, anali- zando las manifestaciones espaciales, volumétricas y formales y, ademés, intentar de entender las directrices del Estado en las acti- vidades constructivas, comenzé a madurarse en la década del 60 y llegé a la decision de realizarla en 1970, cuando asistimos al XXXIX Congreso de Americanistas que tuvo lugar en Lima. Seguidamente, comenzamos a estructurar el programia y esta- blecer los limites precisos de los puntos a tratar. Coincidimos en que se debia incluir una parte dedicada a los establecimientos urbanos y también estuvimos de acuerdo de no tratar areas relacionadas con otras actividades culturales. Como estudiosos del atte y arquiteccura precolombinos, siem- pre nos Ilamé Ia atencién el escaso interés que desperté la arquitectura de los Inka. Los libros sobre esa cultura son bas- rante numerosos, mas, casi siempre se trata de textos que enfo- can la totalidad de las manifestaciones culturales y artisticas. En ellos, la arquitectura encuentra lugar obligado y se le dedi- can unas pocas paginas de caracter apologético, puesto que no se puede ignorar el testimonio ms evidente, tangible ¢ impor- rante de esa cultura. ‘También hay que tomar en cuenta que la mayoria de los auto- res que han tratado de arquitectura incaica, son arquedlogos, antropélogos culturales, historiadores 0 historiadores de arte. Es decir, especialistas de indiscutible capacidad en su campo, pero, a veces, ajenos al lenguaje ¢ interpretacién del historiador de la arquitectura. De la misma manera, el solo lenguaje del historiador de la arquitectura hubiera resultado algo seco y 4spero si no hubiese contado con el espaldarazo de una inter- pretacién antropoldgica. De ahi la raz6n del acoplamiento. Reconocidos historiadores de Ja arquitectura peruana, como XI Emilio Harth-terré, Santiago Agurto, Fernando Belaunde Terry, Victor Pimentel, José Garcia Bryce, Héctor Velarde, Manuel Chavez Ballén, Oscar Ladrén de Guevara y tantos otros, han aportado contribuciones tan valiosas para el conocimiento de esa materia, que nuesto trabajo podria parecer algo pretencioso. Convien sefialar, sin embargo, que el motivo que nos impuls6 a tealizatlo, viene de la profunda admiracion que tenemos para el hombre andino, para las evidencias arquitecténicas de una caltura que dejé huellas imborrables desde Ecuador hasta Boli- via, para el culto sincero que profesamos hacia la ciudad que ostenta ocho siglos de vida ininterrumpida y que, es a la vez, el ejemplo de estratificacibn’histérica y arquitectbnica mas admi- table y emocionante de América: el Cusco. Este libro, tiene todos los defectos y fallas de los estudios | que por primera vez se comprometen con el desarrollo exten- sivo de un solo tema y dedican todo su contenido a una materia gue hasta ahora solo habia merecido un interés compartido con otros aspectos de Ia cultura Inka. La falla principal, y de ello estamos conscientes, es que atin falta mucho para lograr una obra que aspire a ser completa. No se trata, en consecuencia, de un estudio exhaustive, Todo lo contrario, Es mis bien un nuevo esfuerzo que pretende destacar el gran valor de esa arqui- tectura, una invitacion a seguir investigando y —sobre todo— un llamado a conservar un patrimonio insubstituible que, la- mentablemente, va destruyendo el abandono, la desidia, la ig norancia, 1a falta de recursos, el turismo mal encauzado y los seudo restauradores. Es mucho lo que atin falta por conocer en el rea del mundo andino. Las investigaciones son escasas y, por lo tanto, tam- ign Io son las informaciones que ellas proporcionan. Ia realizacién de este libro fue posible gracias a las ayudas que, de una forma u otra, hemos recibido de personas e institu- ciones. En primer lugar, debemos agradecer al Consejo de Des- arrollo Cientifico y Humanistico de la Universidad Central de Venezuela, por haber aprobado el proyecto y financiado parte del tiempo de nuestras investigaciones y viajes. Peto, la ayuda ientifica mas valiosa nos la brindé John H. Rowe, quien, en XID una demostracién de gran amistad y colaboracién, ley6 todo el texto y aport6 observaciones y sugerencias de incalculable valor. Lo mismo hizo también Joha V. Murra, cuyos conocimientos del mundo andino nos fueron de gran utilidad. También quedamos profundamente agradecidos a Craig Mo- sis por asistirnos en Io referente a Huénuco Pampa. A los arquitectos Teresa Gisbert y José de Mesa por datos y fotos de Bolivia. Al Instituto Nacional de Cultura del Pert y a José Correa Orbegoso, por habernos facilitados planos y asistencia. Al Departamento de Antropologia de la Universidad de Yale, por habernos facilitado varias fotos de principios de siglo. Al | hablar de fotografias, debemos agradecer al Sr. Abraham Gui- Ilén, quien nos facilité varias fotos de su fabuloso archivo, fuente inagotable para todos los investigadores que en los tikimos cin- cuenta afios han necesitado fotografias del Perit precolombino " y colonial. Tampoco podemos dejar de agradecer la ayuda que de distintas maneras nos oftecieron José y Rosalia Matos Mar, Manuel Chiver Ballén, Emilio Harth-terré, Santiago Agurto, Alberto Rex Gonzdlez, Luis Guillermo Lumbreras, Fernando Gabieses, Hernin Crespo Toral, Ann Kendall, Elias Mujica, Emma Velasco Ciceres, Geraldine B. de Caballero. Al poeta y amigo J. J. Castellanos, por haber revisado nuestra versi6n cas- tellana, Para todos, nuestro sinceso agradecimiento. Graziano Gasparini - Luise Margolies Caracas, 1977 XII Capitulo Primero Capitulo Segundo Capitulo Tercero Capitulo Cuarto Capitulo Quinto INDICE INTRODUCCION AGRADECIMIENTO INDICE MAPA ANTECEDENTES TECNICOS Y FORMALES LOS ESTABLECIMIENTOS URBANOS El Cusco, 46 - Establecimientos de la regién central, 72 - Establecimientos del ghapag-ian, 103 - Establecimientos en el Qollasuyn y en la costa, 124 ARQUITECTURA DOMESTICA La planta circular, 147 - La falsa boveda, 151 - Tipos de vivienda, 168 - La costa, 184 - La Kancha, 186. LA ARQUITECTURA DEL PODER La Kallanka, 204 - Los Templos, 229 - El Qorikancha, Cusco, 229 - Templo de Wiragocha, Ragchi, 243 - Templo de Huaytard, 264 - Islas del lago Titicaca, 270 PROBLEMAS TECNICOS Y ESTETICOS La estética, 330 NOTAS Y REFERENCIAS INDICE DE NOMBRES Y DE LUGARES GLOSARIO CREDITOS FOTOGRAFICOS Y DE PLANOS XV VIL XI XV XVI a os 201 313 343 348 355 357 fe CHAVINDE HUANTAR .. HGANUCO Pampa BAICHI eAYAVIRT Capitulo Primero ANTECEDENTES TECNICOS Y FORMALES. CaP{TULO PRIMERO ANTECEDENTES TECNICOS Y FORMALES La descripcién de los establecimientos urbanos y de las cons- trucciones incaicas que nos legaron los cronistas del siglo XVI, tienen en muchos casos el valor del testimonio ocular. Muchos de ellos tuvieron 1a oportunidad de conocer, observar y descri- bir varios conjuntos que hoy han desaparecido o se encuentran muy deteriorados, alterados 0 en ruina. Los templos, dedicados a un culto idolatrico, inadmisible para la mentalidad contrarre- formista del fanatismo religioso hispanico, fueron destruidos y sus piedras labradas se aprovecharon en la construccién de templos catélicos o en las casas de los conquistadores. De todas maneras, una buena cantidad de restos constructivos incaicos han Iegado hasta nuestros dias, porque ubicados en lugares apartados 0 ignorados. Otras construcciones se conservan en sitios abandonados, y no faltan las estructuras que fueron par- cialmente aprovechadas para los nuevos usos impuestos por los espafioles. La propia ciudad del Cusco es un buen ejemplo de estratificacién cultural. Otras construcciones que lograron sobrevivir a las destrucciones ocasionadas durante la conquista y el largo periodo colonial, sufrieron, en cambio, el deterioro producido por los elementos, los derrumbes, la vegetacion, el prolongado abandono y la ignorancia de los hombres. Algunos cronistas y visitadores, ademés de relatar los hechos de Ja conquista, de recabar informaciones para intentar una seconstruccin hist6rico-cronolégica de los Inka y de extenderse en detalladas relaciones de visitas, anotaron las caracteristicas de los establecimientos urbanos y de las construcciones que observaron en sus andanzas por el altiplano y la costa. Se fijaron en los sistemas constructivos, en los trazados urbanos y en las formas de las casas; se asombraron con el tamafio de las piedras y elogiaron Ja perfecta unién de los sillares. Aun- que en el siglo xvi las construcciones debian ofrecer una mas clara comprensién de las complejas funciones y usos a que estaban destinadas, las informaciones que tenemos al respecto, son bastante escasas. Las investigaciones recientes realizadas en varios conjuntos urbanos y arquitectonicos, han permitido es- rablecer con bastante precision, las caracteristicas formales y espaciales. En cambio, es mgs dudosa y frecuentemente basada en hipétesis, la identificacién de los usos que cuvieron muchas de las construcctones de los pequefios sampu o grandes centros administrativos del extenso Tawantinsuyu. La diversidad existente entre los tipos de construcciones, no ha permitido determinar satisfactoriamente las actividades que se venian desatrollando en sus espacios interiores. La tipologia de las construcciones destinadas a depésitos, qollga, es mas identifi- cable® que la de la arquitectura doméstica representada por una gran variedad de recintos rectangulares de diferentes dimen- siones. El ndmero variable de estructuras agrupadas en el. sis- tema de hancha es de facil identificacién formal. No obstante, resulta dificil determinar cuales sirvieron de vivienda y a qué uusos se destinaron aquellas que no Jo fueron, También los edificios para la colectividad, como los grandes galpones, a veces llamados ballanka, 0 Jos espacios destinados a ocupacién temporal para cumplir con la obligaci6n de la it’s, han mere- cido diferentes interpretaciones funcionales. La arqueologia y Ja etnografia estan contribuyendo al esclarecimiento ¢ identi- ficacién de los usos y hasta el presente se han logrado resultados satisfactorios aunque limitados. Una ayuda considerable para el historiador de la arquiteccura incaica, la brinda el caricter repetitivo que esa arquitectura ticne en las formas y en las funciones. Esta peculiaridad se manifiesta tanto en las obras que toman como “modelo” a las de la ciudad del Cusco,®) como en las que acatan las directrices de una técnica institu- cionalizada y luego aplicada en cualquier lugar de la Sierra conquistada. Cabe adelantar de una vez, que la arquitectura Inka de la costa tiene un caricter diferente, porque asimil6 y adapt las experiencias de las culturas locales. Es posible, ademis, que los limitados conocimientos alcanzados en la téc- nica de la construccién y las similares directrices del Estado en todas las obras, hayan contribuido ain més en fijar el caricter repetitive. ‘Aunque las observaciones de los cronistas son meramente descriptivas en lo que a urbanismo y arquitectura se refiere, constituyen una fuente de informacién de conocimiento obli- gado, méxime si el mismo centro urbano 0 monumento, Ila- maron la atencién de autores diferentes, actives en momentos temporales distanciados. La variedad de Jas descripciones es muy heterogenea: va desde la informacién muy escueta hasta la prolijidad de los detalles. Los datos que tenemos sobre la ciudad del Cusco 0 sobre el Qorikancha, han sido de gran ayuda para intentar una reconstruccién hipotética de la capital incaica y de su templo principal. Si a esas fuentes se afiaden las versiones de los viajeros del siglo xx, la suma de referen- cias aumenta. Para la mejor comprensién de muchas obras arquitecténicas, constituye un aporte valioso la serie de ilus- traciones elaboradas en el siglo pasado: las de Squier, Wiener y los admirables dibujos de Angrand,©®) permiten apreciar cual era el estado de conservacién de muchos monumentos hace mas de un siglo y comprobar, lamentablemente, cémo la des- truccién y el deterioro no se han detenido. Sobra afiadir que las investigaciones cientificas realizadas en las iltimas cuatro décadas, establecen el aporte mas valido para el mejor conocimiento de habitat incaico. Sobre la antigiiedad de algunas construcciones del Cusco y alrededores, sobran especulaciones. Los supuestos periodos “megaliticos” y las comparaciones entre los grandes bloques de piedra de Tiwanaku y Saqsaywaman, para demostrar una relacién de similitud coexistente, se identifican con opiniones superadas, puesto que, desde hace més de treinta afios, Rowe ha determinado el perfodo temporal en el cual se produjo Ja arquitectura incaica. De la misma manera, la antigiiedad del reino incaico, apoyada en leyendas transmitidas por “recorda- dores” profesionales, ha sido desmentida mediante pruebas irrefutables proporcionadas por la arqueologfa. La inconteni- ble expansién territorial de los Inka comenz6 con la victoria de Pachakuti sobre los Chenka, lograda, segin Cabello Bal- boa,” en los afios finales de la década del 30 del siglo xv. Es decir, alrededor de 1438. Antes de esa fecha, es posible suponer que las fronteras del territorio incaico debian encon- trarse en las cercanias del Cusco. Por lo tanto, fue hacia la mitad del siglo xv cuando el propio Pachakuti inicié la remodelacién y reconstruccién de la ciudad del Cusco y, de paso, dio inicio a las actividades constructivas que luego continuaron sus suce- sores Thupa Inka y Wayna Qhapaq. Es posible suponer, por consiguiente, que la arquitectura incaica vinculada al “estilo 1. EL signo formal dé los Inka —el srapecio— identifica la presencia de la ‘albus conguitadera desde Fenador basta Bolivia. cusqueiio”, haya aparecido de repente y con caracteristicas dife- rentes a las existentes en el valle del rio Hluatanay, antes de Ia victoria sobre los Chenka. De ahi, que Pachakuti puede ser considerado como el iniciador del caricter repetitive de esa arquitectura. Las obras que se realizaron después de su muerte, primero bajo Thupa Inka y luego con Wayna Qhapag, 0 sea, desde 1478 a 1525, aproximadamente, repitieron y difundie- ron las mismas caracteristicas, con arreglo a un tipo uniforme. En el lapso de unos ochenta afios (1450 - 1530), se llevé a cabo la casi totalidad de las obras emparentadas con el “es- tilo cusqucfio”: hasta Ecuador por el Norte y Bolivia: por el Sur, el signo formal de los Inka — el trapezio — se impuso como el sello que identificé la presencia de la cultura conquis- tadora. Si los cronistas del siglo xvt expresaron su asombro por el tamafio de las piedras y Ia perfecta unién de los sillares, hoy asombra la ingente actividad constructiva desplegada en un tiempo relativamente tan corto. Ademés, si a las obras ar- quitecténicas se afiaden los caminos empedrados, puentes, ca- nales de irtigacion, andenes para la agricultura, canalizacién de tios, etc., se debe aceptar que s6lo con una organizacién de riguroso control de las respectivas obligaciones y un ritmo intensivo del trabajo tributatio, mit’a, fueron posibles logros semejantes. La unidad formal evidente en las construcciones que los Inka levantaron en todas las regiones serranas conquistadas, no pudo, sin embargo, formarse sin las influencias artisticas y técnicas de otras culturas; los Inka las asimilaron y desarro- Iaron hasta transformarlas en una expresion propia, Los rela- tos de los cronistas y principalmente las encuestas de los visi- tadores, ponen en evidencia el gran mosaico étnico que existia “antes de que fuesen sefioreados por los Incas”, Culturas ante- riores, con tradiciones y experiencias diferentes, seguramente proporcionaron nuevos conocimientos a los Inka, Rowe ha se- fialado cémo kes soluciones urbanas del reino Chimi, formadas por grandes recintos rectangulares amurallados, pudieron in- fluir en los recintos habitacionales de disefo ortogonal.®) Tam- bién fueron al Cusco desde el reino Chimd, para trabajar y ensefiar, artesanos expertos en trabajos de metalurgia y olletos de la costa fueron enviados a varios centros de la Sierra. La tendencia tardia de los Inka para trazar los centros habitados con ptincipios de ordenacién cuadricular, calles rectas y solu- ciones ortogonales, pudo derivar de Chanchan y otros centros costeros y, més seguramente, de Ja vecina Pikillaqta y otros establecimientos Wari. Si bien es cierto que desde el punto de vista artistico, Tiwa- naku no tiene nada que ver con Saqsaywaman,®) no se puede ignorar un nexo de continuidad de las experiencias técnicas y formales tiwanaquenses en la arquitectura incaica, Los monu- mentos de Tiwanaku tienen una calidad técnica y artistica jamas igualadas. Si la conquista de la regién del lago Titicaca, que incluye ‘Tiwanaku, fue realizada por Pachakuti alrededor de 1450,(1 es probable que el Inkz-planificador quedara impre- sionado por el acabado de los monumentos tiwanaquenses. Segiin Bernabé Cobo, Pachakuti ordend a sus acompafiantes estudiar esa técnica tan perfecta, descofocida para los Inka, a fin de ci en la region del Cusco. Es probable, en con- secuencia, que la influencia arquitecténica de ‘Tiwanaku se ma- nifestara en Jas obras incaicas mediante dos canales de trans- misidn: primero, con Ja introduccién de una técnica litica de gran calidad; y segundo, con la aceptacién, por parte de los Inka, de algunos elementos formales y resultados estéticos que, si bien encontraron luego su propia expresién, permiten iden- tificar el origen. ‘Vamos por parte. Tratemos primero de averiguar como pudo darse una técnica esmerada en las construcciones de piedra del nuevo Cusco, Ademés del supuesto interés demostrado por Pachakuti hacia la técnica litica tiwanaquense, hoy sabemos que para construir las casas del Cusco fue muy solicitada la mano de obra de los canteros Lupaga del Qollasnyu y que ese aporte posiblemente debio sepresentar una exigencia dentro del tributo laboral obligatorio: mit’a. La demanda de artesanos Qolla para realizar trabajos de canteria, queda patentizada en el informe de la visita hecha en la Provincia de Chucuito por Garci Diez de San Miguel, en el afio de 1567.1 Este informe, que Murra considera “*.. .la fuente més antigua y més deta- ada del siglo xvi que se ha encontrado hasta el momento para el Qollasuyu...”,(12) ofrece datos muy valiosos para la etnohistoria. En el interrogatorio que Garci Diez hizo a Pedro Cutinbo, otrora gobernador del cacicazgo principal de la par- cialidad Anansaya de Chucuito, se investig6 acerca de los ti- butos que daban a los Inka. “. . .Preguntado qué tributo daban al ynga en su tiempo y en qué cosas dijo que le daban tres mil indios para la guerra algunas veces le daban todos los indios que querian para hacer paredes y casas...”.(13) Los principales de la parcialidad de Urinsaya de Chucuito ". . . pre- guntados qué tributos y otras cosas daban al ynga en su tiempo dijeron que daban al ynga indios para la guerra ¢ indios para hacer casas en el Cusco... y que le daban indios para poner por mitimaes en Jauja y en Llajapallanga y en la banda en Ja Provincia de Quito y en Vilcas y en Andahuailas y en el Cuzco yen Yucay y en Caracara y Ayaviti y en Pacari y en Cochabam- ba y en los Chitiguanes y en Tarabuco y en Pocona y en Cho- collabamba y en Topisa que es més de doscientas Jeguas de esta provincia, ..”.') Los principales de la parcialidad de Anansaya de Acora“*. . .faeron preguntados que tributo paga- ba este pueblo (Acora) y los subjetos a él en tiempo del ynga dijeron que le daban indios para la guerra muchos y para que le hiciesen casas y chacaras en el Cuzco... e indios para poner por mitimaes en muchas partes. . .”.5) El testigo Fran- cisco Vilacutipa, cacique principal de Ja parcialidad de Anan- saya de Have, declaré una edad de 100 afios y dija que fué a pelear con Guainacaua (Wayna Qhapaq) contra los indios de Tumipampa. Sobre los tributos dijo que ". . .le daban indios pata sus mitas para que le hiciesen casas en el Cuzco. . .",19) También los indios principales de Juli dijeron que “.. .le daban indios para Ja guerra y otros indios para que le hiciesen casas en el Cuzco. ..”."7) La opinién conclusiva del visitador Garci Diez sobre los tributos es“. . .que todos los indios en general declaran que daban al ynga en su tiempo indios para la guerra todos los que pedia y dicen que para una guerra que hizo contra los de Tumebamba que es en el partido de Quito mas de trescientas leguas de la dicha provincia (de Chu- cuito) Ie dieron seis mil indios y que asimismo le daban indios % 2.3 Los Aymara de boy. ¢ indias y muchachos para su servicio y para sacar oro y plata en las minas y para que le hiciesen casas en el Cuzo...”. Es decir, todos los principales de los Lupaga del Qollasuyu declararon que daban indios para hacer casas y paredes en el Cusco. Hay otras relaciones de visitadores. Por ejemplo, en Ia visita realizada en la provincia de Cajamarca en 1540 por Cristdbal de Barrientos, también se indagé sobre los tributos que Caja- marca daba al Estado Inka. Al respecto, dice el informe que . -declararon los dichos sefiores de Caxamarca que servian al ynga algunos de ellos con gente de guerra, con maiz e ovejas e ropa de lana e papas e chufio ¢ coca € ojotas e con municiones: e que la gente de guerra daban algunas de las dichas parcialidades. E todos servian en Jo arriba declarado, € que esto daban en cantidad. ..”.(1) En el informe de Ba- rtientos no se menciona el tributo de la energia humana para construir casas en el Cusco. En cambio, en la visita que en 1549 realizaton Juan de Mori y Hernando Alonso Malpartida en la provincia de los Chupaychu, los principales “.. .dijeron se quedaban en el Cuzco a la continua cuatrocientos indios e indias para hacer paredes.. .”,20 Otra visita muy detallada y de fundamental importancia para la etnohistoria, es la rea- lizada por Tigo Ortiz de Ziifiga en 1562, en la provincia de Len de Hudnuco.?!) EI visitador recab6 una gran canti- dad de informaciones durante su recorrida entre los Chupaychu, Jos Yacha y los mitmagkuna cusquefios. Aqui interesa sefialar que entre todos los entrevistados, s6lo uno, Cristébal Xulca Condor, dijo que ". . .daban albafiles para hacer las casas del Inga en el Cuzco y en otras partes donde se hacian y para esto daban tres indios de cada pachaca uno. . .”.22) ‘Todos Jos dems, informaron que daban hombres para la guerra, para cuidar los puentes, mantener los caminos, vigilar las fortalezas y que también daban carpinteros, mescaderes, olleros, tejedores, etcétera. La declaracién de Xulca Condor deja entender que ademés de mandar albafiles al Cusco, se mandaban también “en otra partes donde se hacian las casas”. Es decir, en los sitios donde los Inka constru‘an fampu 0 centtos administrativos como el de Huanuco Pampa. De todas maneras, es interesante le observar que en la visita hecha a los Lapaga de habla Aymara, por Garci Diez, casi todos los entrevistados declararon que para cumplit con la obligacién de 1a mit’a, uno de los servicios mis requeridos fue el envio de canteros al Cusco para cons ttuir casas. En cambio, las informaciones obtenidas en las visi- tas realizadas en otras regiones, revelan una escasa participacién de Ia energia humana local en Jas construcciones cusquefias. Esta observacion permite suponer que los canteros del Qolla. suyu 0 habian perdido su fama de expertos artesanos en los trabajos de piedra y que, en consecuencia, es posible la presen- cia de una experiencia técnica de los Qolla en los edificios mis representativos del Cusco. Cabe otra observacién: en nin- gin otro lugar de la Sietra hubo monumentos comparables a los de Tiwanaku. Podrian mencionarse los de Chavin, pero la calidad de Ia técnica litica es inferior a Tiwanaku, Ademés, Ja antigitedad de Chavin descarta cualquier posible sobrevi. vencia de experiencias artesanales entre los grupos étnicos que alli encontraron los Inka en su expansién territorial. En otras palabras: los grupos humanos que desde el Norte, iban al Cusco, como los Chupaychu, para trabajar en las casas, carecian de una tradicién técnica desarrollada en los trabajos de piedra. Sus construcciones eran hechas con piedras de recoleccién, al igual que las de los Wanka, los Chanka y, seguramente, las de los propios cusquefios antes de Pachakuti. Sin embargo, también con los canteros Lupaga, que en gran ntimero iban al Cusco, existe la dificultad para demostrar su perpetua habilidad en el corte de las piedras. En efecto, entre Jos monumentos de Tiwanaku y las obras incaicas, median vatios siglos sin construcciones con piedras labradas, Més bien se puede afitmar que no se conocen obras realizadas con esa técnica durante el Petiodo Intermedio ‘Tardio. Por lo tanto, también los Lupaga tuvieron que aprender cmo cortar piedras, puesto que ellos no estaban construyendo con piedras cantea- das, Pero, como en la regién lacustre existian varias muestras esmeradas que testimoniaban un antiguo dominio en a can- teria labrada, es probable que los habitantes de esa misma regiOn fuesen los preferidos. Si fueron tan hibiles en el pase- do, podian serlo nuevamente para satisfacer las exigencias de 2 4, Tiwanakn, En la base de la estructura lemada Akapana, bay sillores en forma de paralelepipedo, com caras lias y perfectamente juntados unos a otros. Son similares a los que los Inka hicieron mucho més tarde para el Qorikancha los Inka, Ademés, tenian los modelos a la vista. La base del muro de la estructura Mamada Akapana en Tiwanaku, tiene sillares cortados y pulidos en forma muy simi- lar a Jos que mucho més tarde se hicieron para el Qorikancha: con caras lisas y no almohadilladas. Hileras de sillares regu- lares y trabados se conocen en varios muros de los monumentos supérstites de Tiwanaku. Si, al parecer, la técnica de canteria trabajada con juntas perfectas, aparecié en el Cusco de forma sibita, es admisible considerar una transmisiOn de experiencias tiwanaquenses en las obras ambiciosas del renovador Pachakuti. ‘Ademés de Cobo, también Cieza de Leén recogié versiones que indican Ia posible influencia de la arquitectura tiwana- quense en las construcciones incaica. Dice que ". . .oyé afir- mar a indios que los ingas hicieron los edificios grandes del Cuzco por la forma que vieron tener la muralla 0 pared que se ve en este pueblo: y atin dicen mas: que los primeros ingas platicaron de hacer su corte y asiento en este Tiaguanaco. . . 23) Parece, sin embargo, que el trabajo esmerado de los can- teros debio impresionar mas que el sistema constructivo. En efecto, la técnica que luego desattollacon los Inka pata contener Jos tetraplenes, adopt6 soluciones diferentes a la de Tiwanaku con sus grandes monolitos verticales hincados en la tierra. Esos Be 5. Pakara, Restos de puerta de doble jamba y doble dintel, monolitos, colocados a alterna distancia uno de otro, aseguran mayor estabilidad a las piedras menores colocadas entre ellos. Ademas del eventual interés demostrado hacia la técnica litica, el cual pudo contribuir a mejorar el aparejo de los muros cusquefios, también es posible que algunos elementos formales tiwanaquenses hayan encontrado aquella aceptacién “inspiradora”, que Iuego permitié la formacién y proliferacién de rasgos formales hoy identificados como incaicos. Hay que hacer la salvedad, sin embargo, de que slo nos referimos a elementos formales arquitecténico-ornamentales y no a formas volumétricas de conjuntos monumentales, En la arquitectura Inka no se dieton edificios similares al Kalasasaya, Akapana, “templete semisubterrineo” 0 Puma Punku. Tampoco sirvie~ ron de modelo las finas decoraciones que, como las de la “puerta del Sol”, enriquecen algunos monumentos de Tiwa- naku. Es posible que la diferente concepcién religiosa de los Inka, impidiese la aceptacién de simbolismos iconolégicos extrafios. Los contados componentes formales de la arquitectura Inka, también aparecieron ya formados. Eso hace més dificil intentar una posible evolucién de los mismos en el area que origind el “estilo cusquefio”. Una expresiin arquitecténica que evité las ornamentaciones y definié su identidad mediante una vigo- rosa sobtiedad, facilita la comparacién con algunos formalis- ‘mos similares forineos, Asi, es muy posible que la tan repetida doble jamba de los vanos incaicos tenga sus antecedentes for- males en la arquitectura del Qollasuyw. No por eso se deben mitar s6lo los ejemplos de Tiwanaku, puesto que existen mues- tras anteriores mucho més antiguas como en Chitipa y Pukara. Desde los ejemplos de Chiripa hasta los del “estilo cusqueiio” niedian més de veinte siglos, lo cual demuestra la continuidad y_aceptacion de determinados elementos formales. En el pala- cio de Pilco Kayma, obra incaica en territorio Qolla (isla de Coati en el lago Titicaca), se encuentra el ejemplo mis repre- sentativo de conciliacién tiwanaquense-incaica: la doble jamba del vano rectangular, propio de Tiwanaku, adopta forma tra- pezoidal incaica y conserva a ambos lados del dintel el “signo escalonado", que con tanta frecuencia decora las puertas, ven- 14 6. El vano rectangular de doble jemba con "signo escslonado”, propio de Tiswenaku, asimila la forma trapezoidal incaica 9 produce, durante la ocupacién del territorio Qolla, wna forma que sume las dos experiencas tanas y nichos de los monumentos de ‘Tiwanaku, También el uuso decorativo de los nichos, como los del conjunto de Puma Punku, pudo ayudar en la decisibn de considerar como orna- mental a un elemento que desde tiempos remotos fue siempre utilitario La diferencia entre los vanos tiwanaquenses ¢ incaicos, es- triba en la forma: rectangulares los primeros, trapezoidales los segundos. Es arriesgado afirmar que la forma trapezoidal es de paternidad incaica, En cambio, si se puede asegurar que los Inka lograton transformar esta forma en un sello de iden- tificacién, Con relacién al “signo escalonado” que también aparece con frecuencia en obras netamente incaicas, 1io es el caso de extendernos en nuevas suposiciones ¢ interpretaciones. Fs indudable que debi6 tener un elevado simbolismo y alterna significaci6n en los diversos horizontes culturales que lo repre- sentaron antes de los Inka. Pot es0, 0 hay motivos para creer que se invent una sola vez. Tampoco le corresponde a este trabajo una detallada des- cripcién y andlisis del conjunto de Tiwanaku. No obstante, por disponer de una buena y rara documentacién fotogrifica, hemos preferido enriquecer la seccidn ilustrativa y limitarnos 15 J. Theonaku, El “signo excalonad del coniunto de Pame Panku Al lado, Olantaysambo. Eb "signe escalonado” en una cousteaccion Inke, o” en uno de tos fragmensos de lar puertes 8 9. Tiwaneku, Los monolitos de la "bared balconera” que Squier llamé “ibe american Stonebenge”. a unos escuetos comentarios. De este importante centro, surgido en el Perfodo Intermedio ‘Temprano y que alcanz6 su apogeo y decadencia en el Hori- zonte Medio, existe una documentacién més cuantitativa que cualitativa. Dejando a un lado las fantasias de Posnasky, tam- bién la clasificacion y secuencias propuestas por Bennett han revelado grandes errores. Es0s errores no han sido subsanados pot la actividad de Ponce, quien siguié la misma tipologia a pesat de haber cambiado los nombres. En definitiva, lo que hay sabemos de la arqueologia de Tiwanaku es minimo. ‘No todos los monumentos de Tiwanaku han sido estudia- dos. De Akapana y Puma Punku s6lo se adelantaron hipétesis formales no muy convincentes. El mis estudiado es el “tem- plete semisubterrinco” y el més deformado es Kalasasaya. La famosa “pared balconera”, que Squier Hamé “the american Stonehenge”, ha sido insultada y vejada mediante afiadiduras ajenas a cualquier principio de restauracién. La entrada al patio interior del mismo monumento, ha sido reconstruida obtenien- do como resultado una versién fantasiosa: aunque en el des- canso superior de la escalera eran evidentes las huellas que indicaban la anchura del vano, como en Jos planos de plantas, no habia justificacion para levantarla. Se trata de interven- 18 10. La inadmisible reconssruccion reciente de la “pared balconera” del Kala sassya. Ejemplo de cémo se puede deformar wn monamento cuando 10 actia sin el menor oriterio de restonracién arqueolégice, 11, Tiwanaku, Le entrada al Kalatateya en una fotografia de 1910, 12. Tiwanaku Bl aspecto actual de le misma entrada 13. Reconssruccién bipotética del conjunto de Pama Punku segin Ponce. ciones, que en lugar de rescatar el monumento, lo someten a deformaciones caprichosas e itresponsables. Pama Panku es el conjunto que mas llamé Ia atencin de cuantos visitaron las ruinas de Tiwanaku. El tamaiio desco- munal de sus piedras, Ja inmejorable técnica para abrir puertas y ventanas'en piezas monoliticas finamente labradas y e! exqui- sito gusto de las ornamentaciones, sugieren la importancia que debi6 tener esa estructura y confirman la capacidad alcanzada pot los canteros — artistas. Varios investigadores ha intentado una interpretacién de Jas construcciones relacionadas con la plataforma litica que ain se conserva, Entre ellos, ?Orbigny, Posnansky, Kiss, Torres de Kuljis, Mesa y Ponce, han adelan- tado teconstrucciones hipotéticas del monumento. Todas son diferentes y todas se refieren a citas de cronistas y viajetos del siglo xix, para encontrar apoyo a las soluciones propuestas. Con todo, parece que no se han tomado muy en cuenta las caracteristicas arquitecténicas que se repiten en otros monu- mentos de Tiwanaku y que hubieran podido servir de orien- tacién tipologica. La idea de simetria, por ejemplo, debio tenet un valor compositivo muy preciso: asi por lo menos lo demuestra la piedra de Kantatayta, que parece una maque- ta, la entrada al “templete semisubterrineo” ubicada sobre el je longitudinal y la entrada al Kalasasaya también sobre el mismo eje. Estos ejes, ademés de determinar una division si- métrica, establecen directrices visuales definidas, En el Kalasa- saya, por ejemplo, la escalera, el vano y el monolito del patio interior, forman una secuencia que se tige por el eje simétrico. Extrafia, en consecuencia, que en la proposicida de Ponce, los dos ejes de las escaleras no tengan continuidad y tropiecen con un muro transversal, Otra observacién que brinda los mo- numentos conocidos, la proporciona la forma de las escaleras, Ja cual no fue tomada en cuenta en las proposiciones de recons- truccién hipotética, Las tres escaleras que se conocen en la actualidad: la que baja al “templete semisubterrineo”, la que da acceso al Kalasasaya y la que se encuentra en el lado occi- dental del mismo monumento, adoptan todas la misma solu- cidn: se trata de escaleras que entran en el terraplén, en lugar de estar adosadas al muro de contencién, Es decir, el muro 21+ 14. Distintes recontirncciones bipotétices de ta plataforma Uitica de Puma Pests, 4) Plano base con los cuatro segmentor. B) Segin D’Orbigny, en 1833. © Le compleis proposicion de Kiss, en 1937. D) La version de Torres de Kali. E) Segsin los Mesa. F) La solucién propueste por Ponce 15. 16. 17. Tiwanaks, Las tres excaleras conocides, adoptan el mismo tipo eatran en el terraplén on lugar de estar adosadas al muro de contencién, La eica era abicada on el lado occidental de} Kalasaseye, la que hoje al "templete seni subserrinea” la entrada al Kalasasaya, ofrecen le mitma solucién, de contencién interrumpe su continuidad para dejar espacio al desarrollo de las gradas. Es posible, por lo tanto, que el “tipo” de escalera tiwanaquense mas usado, fuese ¢] empotrado y no el adosado propuesto por Ponce Sobre el conjunto de Puma Punku se podrian adelantar otras hipétesis reconstructivas. No obstante, todo quedaré en meras suposiciones hasta el momento en que se emprendan investi ciones arqueologicas que no aspiren “restaurat” el monumento. B. EL Bloque 11 del segmento 3 de Pama Punku, en nna fotografia 19, Tiwsnaku. En primer plano, los blogues del segmenso 2. Al fondo, el segmento 1 20. Tiwanakn, La "puerta del sol” 21. A le ixquierds, la “puerta del sol” como le conocemos boy. A la derecha, como pudo ser originalmente, es decir, con umbral litico en la base del vano, Los restos de puertas liticas existentes en Puma Punku, su- gieren que el hueco fue abierto en una sola pieza monolitica gue conservé el umbral en la base. Es factible que también la llamada “puerta del Sol” taviese el umbral en la parte inferior del vano, para formar un todo compacto con el resto de la portada, Antiguas fotografias muestran los quiebres en la parte inferior de las jambas 0 quicios. Por ellos es posible deter- minar el espesor del umbral. Esos quiebres fueron rellenados con cemento cuando se monté Ja puerta en el lugar que hoy cocupa. Hoy la puerta Iuce como si su forma monolitica fuese la de una U mayiiscula invertida. Cieza, refiriéndose a las puer- tas de Puma Punku, dice que “la portada y sus quicios y um- brales eran una sola piedra”. La “puerta del Sol” se encuentra hoy en el angulo Noroeste del Kalasasaya, pero es opinion general que este no fue su emplazamiento original. En los trabajos realizados en 1908, para enderezatla, no aparecieron vestigios de bases. a, senatn. El frente de la "puerta del col” on una fotografia tomade antes Ze 1908, a0 en que fue desenserrada, 23. Tiwanakn. Parte posterior de la puorte ltica antes de 1908. 24, Tiwanaka, Alo de 1908. Un raro documento grifico que muestra la fare de rercate del monumente. No aparecieron Piedras que indicaran una base pare soportar ef peso de la portada monolitica. Ew los dos extremes inferives del vano se observa claramente le rorurs del posible umbral. 26. Tiwanakn. Fotografia de la “puerta del sol" tomada bacis 1910. Le bate eguierda del vano ain mueitra el quichre del posible wmbrel. Le bare dereche ye fae rellenads con cemento. 25. Al lado, Tiwanaku, La figura central de le "puerta del sol” En sintesis, es posible suponer que la arquitectura de ‘Tiwa- rnaku haya impresionado a los conquistadores Inka y, al mismo tiempo haya motivado Ia intencién de desarrollar una cécnica litica esmerada, tal vez. no practicada antes de Pachakuti. Cabe subrayat que la rusticidad 0 el perfecto aparejo no tienen nin- guna implicacién cronolégica. Aunque resulta problemético identificar en el area del Cusco, a una estructura bien labrada, que pueda pertenecer a una época anterior a Pachakuti, el uso de la técnica rastica, pirka, nunca dejé de figurar como la mas empleada en cualquier lugar y momento. Como se vera més adelante, la jerarquia de Ia calidad esta estrechamente vincv Jada con los usos y significacion del edifici. 32 Capitulo Segundo LOS ESTABLECIMIENTOS URBANOS, CapfTuULO SEGUNDO LOS ESTABLECIMIENTOS URBANOS Edward Lanning sostiene que desde el ocaso de Wari y Tiwanaku, hacia el final de la Epoca 2 del Horizonte Medio, alrededor del 800 de nuestra era, hasta la reconstruccién del Cusco iniciada hacia la mitad del siglo xv, no hubo ciudades en el Sur del Peri, Parece que durante ese lapso de casi 700 afios, la poblacién vivié en pequefias aldeas rurales.() ‘Tiwa- naku, Pukara y Wari son las tres ciudades del Sur que se formaron en el Perfodo Intermedio Temprano y dos de ellas, Tiwanaku y Wari, ejercieron una influencia cultural que llegé hasta Cajamarca y el valle de Piura en el Norte. Pukara, al parecer, tuvo una vida mis corta y, segin Lanning, no pas6 de 200 afios. Esto hace suponer, que el auge cultural de Pu- kara se diera por lo menos 500 afos antes del Tiwanaku clasico. Acerca de la gran similitud que presentan varias manifes- taciones artisticas Wari con las de Tiwanaku, existen opinio- nes e interpretaciones diferentes, aunque todas ellas reconocen la analogia. El primero en darse cuenta del parecido fue Cieza de Leon. La semejanza ha producido hipétesis que han per- mitido calificar las obras Wari como Tiahuanaco expansivo, Tiahuanaco del Peri y Tiahuanacoide. Segin Lumbreras, ei término Tiahnanacoide fue interpretado por algunos como de- rivado de, parecido a, en forma de y, al mismo tiempo, que no es Tiwanaku.©) En efecto, seguir aceptando una definici6n vaga de es y no es ayuda muy poco y facilita las confusiones. En los fendmenos de transmisidn cultural siempre existe una detivacién y un parecido. Las diferencias son mas bien pro- ducto de las interpretaciones alejadas de los centros culturales de produccién primaria. Ademés, quien intencionalmente copia © imita, casi siempre produce un resultado diferente, porque es diferente su ser y hacer, Lo importante es sefialar el origen de las fuentes transmisoras y explicar el por qué de su acep- tacién y difusién en areas que tuvieron anteriormente expre- siones y manifestaciones diferentes. El fenomeno de la arqui- tectura popular durante el siglo xvi colonial en el Sur del Peri, puede servir para explicar un fenémeno de implicaciones semejantes.) 28. Cintara “siwanacoide”. Masco regional de Ice Dorothy Menzel, eludiendo calificativos, es muy clara cuan- do, al referirse a los temas figurativos de la cerimica Wari, dice que“. . tienen una semejanza tan estrecha con las repre- sentaciones miticas de Tiahuanaco en Bolivia, particularmente con las representaciones en relieve de la portada monolitica 6 incisiones halladas en algunas de las grandes estatuas, que una conexién muy estrecha salta a la vista...”.) Los Mesas, sin embargo, no parecen compartir 1a valiosa contribucién que Menzel ha aportado sobre la cultura Wari y la acusan de set "...la responsable de que el término Tiahuanaco-expan- sivo haya sido sustiuido por Wari, con la consiguiente con- fusién. . .”.© Estimamos que no se trata de “confusion”, sino més bien de un compromiso que se propone aclarar los con- tactos que, aiin reconociendo el prestigio pan-andino que pudo tenet Tiwanaku, deben demostrar la falta de vestigios tiwa- naquenses en el area de produccién tiwanakoide. De eso se desprende que la importancia del fendmeno radica en los con- tactos, en los canales de transmisién, en ta comin creencia religiosa y al hecho de que —segiin Menzel— no se ha encon- trado al Norte y Oeste de Arequipa y Puno ningtin espécimen, vaso 0 fragmento de alfareria correspondiente a vasijas de tamafio cotriente de ‘Tiwanaku.? Para William H. Isbell, “...el contacto sugerido parece set Gnicamente el realizado a través de un intensivo comercio de productos fungibles materiales brutos y posiblemente de sacerdotes-misioneros que convirtieron a Jas poblaciones visi- tadas a su nuevo culto, borrando totalmente su cultura lo- aal....® Dorothy Menzel descarta una conquista militar y supone que se trata de un movimiento puramente religoso incrementado por los viajes de “...un reducido nimero de individuos que traficaban entre las areas de Ayacucho y Huati. Tales viajes pueden haber sido realizados por misioneros que partian del centro de Tiahuanaco por hombres del area de Ayacucho y Huari, quienes aprendieron la nueva religion en el extranjero y luego Ja Hlevaron a sus hogares. ..”.) Los nexos culturales entre Tiwanaku y Wari y la acepta- cidn de a religion Tiwanaku en Wari, atin constituyen arcas 38 29. 30. Sitio de Wari. Ayacucho. Cémara subterrinea en ol sector de Cheqo Wasi de investigaciones incipientes, Es posible una conquista con estimulos religiosos de fuerte sentido proselitista, pero no ¢s muy claro cOmo “un reducido ntimero de sacerdotes-misione- ros", pudo impulsar un repentino dominio en los_ trabajos de piedra, idénticos en cuanto a calidad a los de Tiwanaku. Es el caso de las cimaras subterrineas del sector de Chego Wasi en Wari, La técnica en nada difiere a la de las cumbas encontradas en Tiwanaku. No cabe duda que la aueva reli- gidn y sus imégenes tuvicron una gran aceptacion y difusién. Prueba de ello Io evidencia Ia cerdmica que en Wari aparece sin antecedentes. Es posible también que, ademas de la transmi- sién iconogeifica por Jos canales religiosos, hubiese también una transmisin de experiencias que s6lo pudieron realizarse por obligacién, Ademés de aceptacién, parece que también fhubo imposicién de pautas formales y técnicas en algunas areas de la construccién. De lo contrario no se explica por qué la calidad esmerada del trabajo litico se limit6 a las cimaras sub- terrineas y no aparecié en las otras edificaciones. Es dificil aceptar que la técnica esmerada solo se concentr6 en las tumbas de personajes importantes. ¢Acaso los sepulcros de los sacer- dotes-misioneros? En realidad, no es muy satisfactoria y con- 39 Sitio de Wari, Ayacucho, Otra cémara subterrénea en el sector de Cheqo 32, Quinua Ayscucho, Bscultura Wari que se encuentra a un costado de la iglesia 33. Sitio de Wari. Ayacucho. Bucalturas Wari vincente la hipétesis que intenta explicar las analogias y los contactos mediante a actividad de los misioneros viajeros. La conquista no debié ser tan pacifica como se pretende. En la cerimica Tiwanaku aparece con frecuencia el “elogio” al gue- rreto con cabeza-trofeo del enemigo en una de sus manos. jAcaso ese personaje fue un “misionero”? Hay que sefialar, ademas, que las diferencias iconogrificas entre Tiwanaku y Wari aparecen siempre mas marcedas segiin Jas investigaciones recientes y que resulta problematico pre- tender derivar la religién Wari de la de Tiwanaku, como Dorothy Menzel propuso en afios pasados. las esculturas de piedta de Wari no résisten, en cambio, Ja comparacion con Tiwanaku, Aunque estrechamente empa- rentadas, como la estatua que se encuentra a un costado de la iglesia de Quinua, no revelan el mismo dominio del oficio. Son obras que podrian calificarse de “periféricas” en relacién con el centro de irradiaci6n cultural y, por esa misma razon, acusan una expresion propia de las fases artisticas no desarro- lladas, que reciben con retardo los elementos formales trans- mitidos. Es posible, sin embargo, que la piedra porosa utilizada para las esculturas de Wari no permitiese un trabajo fino. En cambio, esa misma porosidad es muy apropiada para recibir un enlucido de arcilla, sobre el cual es posible ejecutar dibu- jos finos pintados 0 incisos. Evidentemente son las miniaturas en piedra verde, como las encontradas en Pikillagta, las que revelan la mejor calidad de la escultara Wari. El sitio de la ciudad de Wari ocupa una extensi6n muy grande; atin no se ha realizado un estudio de sus caracteristicas turbanas ni se ha elaborado un plano que pueda orientar en la comprensién del conjunto. Los restos de las construcciones tie- nen muros de piedra rastica con una altura que oscila entre los 6 y 12 metros y murallas de hasta cien metros de largo que parecen fueron destinadas a recintar sectores de Ja ciudad. El carcter monumental del conjunto puede explicarse con las necesidades requetidas por el nuevo centro de poder. Bs dificil detetminar sila forma urbana de Tiwanaku ejercié alguna influencia en el trazado de Wari, Un punto en comin cs la 4

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